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editorial
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De la queja pringosa
Hay quien se levanta quejándose: de lo mucho que trabaja, de lo cansado que está, de que tiene un mal jefe o una mala jefa, de que los vecinos hacen ruido, de que no se les oye, de que “mira ese cómo va ese vestido” o de “mira cómo me has mirado...” Ruido. Ruido para sus mentes y para las de los demás. Se les escucha porque tienen la suerte de estar rodeados de personas educadas, con paciencia, pero van dejando un poso rancio que hay que sanear sí o sí. Tengo una amiga que dice que no hay que apartar nada de tu vida, que todo viene por y para algo, para aprender, que no hay gente tóxica, que también hay mucho de la mirada que sobre esas personas se arroja. Seguramente tenga razón. Es una gran amiga y una excelente persona. Pero yo soy más guerrera. Sí, quiero apartar ese poso pastoso, de ciénaga, que va cayendo en el suelo, porque sin darme cuenta puedo resbalar en él y pringarme toda. Y mira, con mi pringue ya tengo bastante. Entre el “aporta o aparta” y el “ven que te abrazo, aunque seas malo remalo” hay un punto medio y en él quiero situarme. Porque tanta queja cansa. Porque te coloca mirando en contra del agradecimiento y al fi nal vas a parar a un mundo de orcos. No me refi ero a babear con todo y por todo. Me refi ero a ser consciente de lo que no te gusta, pero sobre todo de lo que te gusta y de lo mucho bueno que te rodea. Porque eso te va a dar energía para variar lo que no te gusta. No es fácil, pero la revisión continuada, las listas mentales de esto sí, esto no, ayudan mucho. 2017 fue un año de caca para muchos. 2018 a saber cómo será. Pero seguro que incluso para quienes el 2017 fue penoso hubo momentos maravillosos. Quejarse no es malo. Es un punto de partida. Lo malo es que no salgas de esa casilla. Y de verdad que hay gente que crea edifi cios en ella… Con cimientos de rabia que acaban enfermando el cuerpo. Muchas veces, la queja tapa una mirada de soberbia y de superioridad sobre los otros. Por eso es tan necesario revisarla. Otras, refl eja la desesperanza… Hay que revisarla, siempre. Cuando ese punto de partida se convierte en tu modo de vida en lugar de ser motor de cambio, malo… Pero claro, cada cual es cada quien. Me encantaría que tu 2018 sea bonito. Habrá de todo, seguro, pero te deseo que el año que viene, para estas fechas, puedas cerrar los ojos y saber que, a pesar de lo malo, hay mucho bueno. Yo voy a estar atenta para no pringarme, pero también para acordarme de que las fl ores más bonitas necesitan abono, o sea caca, y agua para crecer. Todo suma. Que eco-escatológica estoy… Un beso.
NATURANA IBÉRICA, S.A.
Verdaguer, 151 Apartado de correos 15 08750 Molins de Rei Barcelona Tel 93 68002 25 Fax 93 6689953 naturana@naturana.es www.naturana.com
NOVEDAD PRIMAVERA 2018
Por Mercè Quesada Amador Fotos Silvia Marsó: Eduardo Marco
Silvia Marsó, actriz
La Marsó, que es como se la conoce, infunde respeto. Cuesta traspasar la piel de esta mujer discreta, que prefi ere bucear en los proyectos que acomete, formándose e informándose hasta la médula, a aprovechar foros llenos de espejismos y de espejos que le devolverían una imagen que para nada desea. Esta actriz, que se hizo popular con el célebre concurso Un, Dos, Tres, lleva muchos años conduciendo metódicamente su carrera. Gran trabajadora, huye del ruido y como profesional considera que el actor debe ser un lienzo en blanco, neutro, sobre el cual destacar el personaje. Para ello se requiere una humildad que no todos los que se dedican a la televisión, cine y teatro saben desarrollar. Ella sí lo ha hecho. Ahora la tenemos liderando un proyecto teatral importante, 24 horas en la vida de una mujer, de Stefan Zweig, con dirección de Ignacio García. Y a partir de la promoción de la obra hablamos con ella del destino, de su trabajo y de sus apuestas.
La conocimos tras las redondas y grandes gafas que decoraban y uni caban los rostros de las azafatas-vedettes del famoso programa concurso de Televisión Española (TVE), Un, Dos, Tres. Pero ella ya llevaba carrera tras de sí. Nacida en Barcelona, el 8 de marzo de 1964, empezó a trabajar muy joven representando obras por el barrio Gótico de la Ciudad Condal junto a algunos de sus compañeros del Institut del Teatre, donde se matriculó en la Escuela de Pantomima. Paco Mir, del Tricicle, o Jürgen Müller, de La Fura dels Baus, eran algunos de esos compañeros con los que llevaba a cabo espectáculos en la calle. En 1979, con quince años, debutó como actriz profesional en la compañía de Vicky Lussón y en 1981 empezó a trabajar en el circuito catalán de TVE como presentadora y cantante para un programa de actuaciones musicales. Su transversalidad como actriz: de teatro, music-hall, danza, mimo…, la hacía muy polivalente, y tras rodar una película y varias series, como Segunda Enseñanza, de Pedro Masó, y Turno de o cio, de Antonio Mercero, pasó a formar parte del elenco de azafatas del programa Un, Dos, Tres, donde hizo de azafata-contable, además de cantante y bailarina en los números del famoso programa. Aquello fue un trampolín a la fama, pero también un cruce de caminos desde donde replantearse qué trayectoria debía tomar. Y no eligió el camino más fácil. táculo, que ama profundamente su profesión y que intenta vivir su vida con discreción y honestidad.
– v: ¿Qué signifi ca ser honesta? - S.M.: Ser consecuente con tu manera de pensar, intentar no contradecirte, que es muy difícil porque el ser humano está lleno de contradicciones, procurar no hacer daño a nadie y ser lo más clara y transparente posible con la gente con la que me relaciono día a día.
– v: Para cumplir con en ese compromiso, ¿echa mano del aprendizaje o es endógeno? - S.M.: Tiene algo que ver con mi carácter. Me gusta la gente noble, la que no va con maldad ni con dobleces, directa, clara, y como a mí me gusta ese tipo de personas, también quiero ser así, no es algo que me lo haya impuesto. Hay otras cosas que sí que uno tiene que mejorar en la vida, como, por ejemplo, en mi caso, la paciencia. Soy una persona muy impaciente y eso he de resolverlo.
– v: Ha mencionado la “discreción”. Es una persona popular, que trabaja de cara al público… ¿Se pagan precios por mantenerla? - S.M.: No… Yo he mantenido la discreción en mi vida y el no hablar de cosas personales a lo largo de toda mi carrera; he tenido suerte.
- S.M.: Hombre, ¡claro! Pero yo, voluntariamente, decidí no hacerlo. Quise centrarme más en el trabajo y menos en la popularidad o en el estrellato. Siempre he procurado que fuera así y que se me reconociera por mi trabajo. >>
– v: ¿Cómo recuerda sus inicios? - S.M.: Con muchísima ilusión, con la misma que tengo ahora… Parece mentira que pueda mantenerla, con el tiempo que ha pasado…, pero me gusta “el más difícil todavía”…
– v: Valiente, entonces… - S.M.: Siempre me han gustado los retos profesionales. Cuando ya parecía que todo estaba hecho, cuando tenía una popularidad y un nivel, decidí no hacer más televisión como presentadora y centrarme en mi carrera de actriz. Para ello renuncié a contratos millonarios, de los que se hacían en televisión, en las cadenas privadas cuando éstas surgieron. Pero no me arrepiento porque era mi apuesta por la cultura y por mi carrera. Y ahora también estoy apostando por un gran reto…
– v: ¿Cultura y televisión es un oxímoron? - S.M.: Actualmente hay series muy buenas tanto en la televisión pública como privada. A esas series, si me llaman, no renuncio siempre que pueda compaginarlas con mis compromisos teatrales. Pero es que hubo muchos años en los que no se hacían este tipo de series. Fue entonces cuando rechacé participar como conductora, presentadora o colaboradora de programas… No lo quise hacer durante años.
– v: Hablando del reto que lleva entre manos, la obra de teatro 24 horas en la vida de una mujer, ¿por qué todavía hay que explicar tanto la madurez femenina? ¿Por qué Stefan Zweig, el autor de esta obra, puso como protagonista a una mujer madura y no a una joven? - S.M.: Porque aún es menos libre. Una mujer de clase alta, perteneciente a una familia noble, y además en edad madura, es sinónimo de no tener capacidad para decidir ni para tomar las riendas de tu propia existencia. Cuando pasa algo que permite a una mujer coger esas riendas y dominarlas, ahí es donde el autor centra su reexión. La obra, además, plantea un tabú social: que una mujer mayor se enamore y tenga una relación con un chico joven. Al revés, en cambio, se ha permitido durante todos los siglos…
– v: Produce este espectáculo a través de su empresa, LAMARSÓ produce. ¿Se subió al caballo de la producción porque los papeles buenos escasean o porque llega un punto en el que necesita estar también tras las bambalinas del escenario? - S.M.: Al nal es porque quiero arriesgar y hacer espectáculos más difíciles, que sean más retos, porque los mejores personajes siempre me los han ofrecido los demás. Mi última interpretación fue Amanda, en El zoo de cristal, de Tennessee Williams, o Yerma, de la obra de homónimo nombre, de Lorca, o Nora, de Casa de muñecas, de Henrik Ibsen… Esos han sido papeles que he hecho, que son emblemáticos para cualquier actriz, y que tuve la suerte de que me los ofrecieran otros productores. Han sido experiencias extraordinarias y estoy muy agradecida, pero actualmente quería hacer algo distinto y por eso opté por esta producción, que es un musical en el que los actores, que cantamos en directo, estamos acompañados por músicos de cámara.
– v: Todo un lujo… - S.M.: Sí, todo un lujo y un gran reto. Lo más difícil ha sido la producción en sí. He contado con uno de los directores de teatro más grandes del mundo, Ignacio García, que acaba de ser nombrado director nacional del Festival Internacional de Teatro Clásico de Almagro.
– v: La obra habla del destino, de jugárselo todo a una ficha. ¿Cuántas veces Silvia Marsó ha tenido que apostar por una casilla? - S.M.: Cuatro o cinco… O seis… Pero nunca sabes qué hubiera sido de ti si hubieras apostado por otra casilla. Una de las reexiones más profundas de esta obra es acerca del destino. A veces éste te pone en un cruce de caminos y tú tienes que elegir sin saber qué te vas a encontrar al nal, en el horizonte. Hay una obra de teatro que me conmocionó mucho cuando la vi en el teatro, El tiempo y los Conway, de J.B. Priestley, que mezcla los tiempos pasado, presente y futuro de esa familia y eso tiene que ver mucho con las decisiones que tomas, y también tuve la suerte de interpretar uno de los papeles protagonistas de Tres mujeres altas, de Edward Albee, en el que tres edades de una misma mujer debaten sobre la vida de ésta. Las edades maduras reprochan a la joven las decisiones que va tomando porque son las que repercutirán en la edad madura y anciana… Es escalofriante. Son textos cuya lectura recomiendo vivamente a quienes estén interesados en la cultura. >>
Una obra sobre tabúes y moral
La obra 24 horas en la vida de una mujer es un musical que gira entorno a una mujer madura que ha enviudado y está sufriendo una depresión. Se trata de una aristócrata que no ha decidido nunca nada en su vida; todo le había venido impuesto por estatus y por la familia noble a la que pertenece. Está viajando por Europa para curarse de esa depresión y, cuando encuentra a un muchacho ludópata que está a punto de suicidarse en el casino de Montecarlo porque ha perdido toda su fortuna, decide, por primera vez en su vida, ser libre. “Y esa libertad conlleva mucho riesgo, tanto riesgo como puede conllevar una apuesta en la ruleta. Por eso hay una frase que me encanta: El destino, a veces, pone tu vida a prueba en una sola partida y mover ficha es lo único que te queda para ganar o perder”, comenta Silvia Marsó, que opina sobre el proyecto: “Se trata de una obra que gira en torno al destino, a la libertad de la mujer, del ser humano y sobre todos los condicionantes que anulan la libertad del individuo. Es una obra muy emocionante, con situaciones límites, apasionantes, pero con una gran carga reflexiva y con un debate sobre la moral de la sociedad”. Puede verse a partir del 13 de diciembre y hasta el 30 de diciembre en el Teatro de La Abadía, en Madrid, y posteriormente la obra estará de gira por toda España hasta el 2019. Escena de la obra 24 Horas en la vida de una Mujer, de Stefan Zweig, con Silvia Marsó, Marc Parejo, Felipe Ansola y Víctor Massán. Dirigida por Ignacio García. Foto de SWEET MEDIA. Nacho García
– v: ¿Alguna cosa de la que se haya arrepentido vivamente? - S.M.: De los errores es de donde aprendes más. Hasta que no tropiezas con la piedra, no sabes cómo es la piedra. Lo que ocurre, por desgracia, es que somos los únicos que tropezamos en ella dos veces. Si volviera a nacer tendría el aprendizaje hecho, pero no es así, por lo tanto, hay que pasar por los errores. >>
– v: ¿Cómo es su día a día? - S.M.: Trabajo mucho…, mucho. La producción propiamente dicha de la obra 24 horas en la vida de una mujer desde el principio la estoy gestionando yo y económicamente la he tenido que afrontar sola. Ha sido muy bonito, porque he aprendido mucho sobre parcelas de la producción que no conocía y ha sido muy interesante, pero también me ha absorbido bastante.
– v: ¿Ha tenido la sensación de haber estado en la cuerda fl oja? - S.M.: No, nunca. Incluso una vez he estado parada dos años, pero como soy una persona muy austera, cuando trabajo siempre guardo una parte para cuando no hay trabajo. Sin embargo, sí que es cierto que con la producción de la obra he empezado a tener cierta sensación de vértigo, pero tengo tanta fe en el espectáculo y está gustando tanto en la gira que ya hemos hecho que confío en que, poco a poco, durante todas las representaciones que haremos en el 2018 y el 2019, iré amortizando el capital y podré tener la oportunidad, más adelante, de producir otro proyecto.
– v: ¿Algún personaje que le gustaría interpretar y que aún no haya hecho? - S.M.: No sueño con personajes, sino con autores y con directores. Cuando me ofrecen un trabajo no pregunto tanto qué papel, sino de quién es el texto y quién va a dirigir la obra. Para mí es muy importante trabajar con buenos directores de los que aprender. Por otra parte, por mi a ción a la literatura, me gusta mucho analizar y profundizar sobre los textos que me llegan. Es uno de los trabajos más enriquecedores. Cuando antes de empezar los ensayos estoy analizando el texto, buceando en él, en la época que retrata, en la biografía del autor, en sus referentes…, disfruto muchísimo. Y sueño con Chejov, Shakespeare y con Pirandello. Son tres autores de los que no he interpretado nunca ningún papel y que me apasionan.
De Cartañá a Marsó
Silvia Marsó es en realidad Silvia Cartañá Ortega. Cuando empezó a estudiar pantomima y hacer sus pinitos como mimo y actriz adoptó su apellido artístico, Marsó, en homenaje a Marcel Marceau, prestigioso mimo y actor francés (nacido Marcel Mangel, también conocido por el nombre de su personaje, Bip, inspirado en Charlie Chaplin). Anteriormente, todo comenzó cuando vio una película, El espíritu de la colmena, de Víctor Erice: “Ana Torrent hacía un personaje que yo no entendí muy bien porque era entonces pequeña, pero a mí me cambió porque yo intuía que allí pasaba algo muy importante, que luego, cuando vi la película de mayor, supe de qué se trataba… Yo quería vivir la experiencia artística que demostraba esa niña. Siempre me sentí atraída por el arte, en todas sus facetas: música, pintura, literatura… Donde mejor desarrollaba mis facultades, donde mejor podía expresar mis sentimientos era en el arte. Crecía personalmente más a través de él que de las matemáticas o de otras materias”. La Marsó no tiene nada de banal ni de pasajero. Al preguntarle sobre la moda íntima y la importancia que le concede en su vestuario, porque nuestra revista tiene ese punto diferencial con el resto de publicaciones femeninas, que pone de relieve la corsetería y la lencería, mostró su personalidad: “No sigo ninguna moda. Me dejo llevar por lo que me apetece en cada momento. En moda íntima siempre he querido que todo fuera de algodón, porque me gusta su tacto sobre la piel”, opinó. Nada más… Y nada menos.
www.silviamarso.com
– v: ¿Qué le motiva? - S.M.: Avanzar y apostar por cosas más difíciles cada día. Eso es lo que me mantiene viva.
– v: Pero eso, teniendo una edad y siendo mujer, ¿cuesta más? - S.M.: Cuesta en cuanto a los medios audiovisuales se re ere, porque, tal y como ha denunciado CIMA, Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales, a la que pertenezco y de cuya junta directiva formo parte, en España, en dichos medios, cada vez hay menos personajes de mujeres maduras en comparación con la oferta de papeles de mujeres jóvenes. Hay una discriminación a la hora de mostrar la realidad social de nuestro entorno. Esto no pasa ni en Francia, ni en Inglaterra… Sólo aquí, en España, hay esa falta de compromiso con la sociedad de no plasmar lo que es la sociedad en su conjunto. Pero los grandes autores han escrito los mejores personajes para mujeres. En el mundo teatral yo no tengo ese problema.
– v: Un deseo para el futuro… - S.M.: Seguir trabajando en cosas que me gusten, que me hagan disfrutar y enriquecerme como persona y actriz, y encontrar el equilibrio entre lo sencillo y lo trascendente. A veces, los grandes autores o los textos pueden cambiar la vida de una persona. Lo decía Bernard Shaw: “Los espejos sirven para verse el rostro, y el teatro para verse el alma”. Hay algo transformador en el arte y en el teatro, y a mí me gustaría contribuir a eso: a transformar y a transformarme, porque tampoco hace falta que yo venga a adoctrinar a nadie, sino que con lo que yo hago también me transformo. v
Trabajando por un mundo mejor
En nuestro entorno hay multitud de personas que ayudan. Es impresionante, pero si te paras a escuchar, tras la cortina de ruido mediático, de redes sociales, de mala baba y de chismerío, suenan acordes maravillosos. El 2018 es, al cierre de esta edición, aún una incógnita, pero desde esta redacción lo iniciamos aportando eco y dando mayor visibilidad a iniciativas que pretenden resaltar lo bueno de la sociedad y que mejoran el mundo.
#Paralosvalientes
Cuando el cáncer llama a la puerta de alguien, la alarma se dispara. Pero cuando, además, ese alguien es un niño o niña, tiemblas, sufres y te desesperas. En Barcelona hay un proyecto que en 2018 comenzará a ver la luz, y sólo por eso el 2018 ya va a ser mejor. Se va a empezar a construir la primera fase del Pediatric Cancer Center Barcelona, del Hospital Sant Joan de Déu, todo un referente internacional en la pediatría médica. El pasado 30 de noviembre este hospital presentó en Cinesa -empresa de salas de cines- el nuevo corto de la campaña #paralosvalientes dirigido por Carlos Marqués-Marcet (galardonado en 2015 con un Goya al Mejor Director Novel por 10.000 Km,) con el objetivo de relanzar la campaña impulsada en febrero de 2017 y que necesita recaudar 30 millones de euros para la creación del SJD Pediatric Cancer Center Barcelona. Cinesa es una de las empresas colaboradoras del proyecto y durante el mes de enero proyectará en sus pantallas de toda España el nuevo vídeo promocional de la campaña, en el que se solicita el apoyo mediante donación a la creación del centro médico mencionado. Durante la presentación, Manel del Castillo, director gerente del Hospital Sant Joan de Déu informó que en nueve meses se habían conseguido reunir 14.457.927 euros, casi la mitad de los 30 millones de euros que se necesitan para crear en Barcelona el centro de oncología pediátrica más grande de Europa. Con esta cantidad garantizada, el hospital ha decidido iniciar las obras de construcción del SJD Pediatric Cancer Center Barcelona durante el primer cuatrimestre de 2018. www.sjdhospitalbarcelona.org/es y www.cinesa.es
Pie de foto (de izq. a dcha.): Mariana Romero, responsable de Projectes de Obra Social Infancia Hospital Sant Joan de Déu; Dr. Manel del Castillo, director gerente del Hospital Sant Joan de Déu; Carlos Marqués-Marcet, director cinematográfico; Silvia, madre de paciente oncológico; Héctor Premuda, director de Marketing de Cinesa; y Gloria García, responsable de la Unidad de Captación de Fondos del Hospital Sant Joan de Déu. Equipo 100Thanks
La potencia del agradecimiento
La crisis ha dejado miles de personas en la cuneta. José Luis Cáceres podía haber sido una de ellas, pero contó con el apoyo de su familia, especialmente de su madre, para salir de ella, además de su propio empoderamiento. Cada día se iba a dormir repasando lo bueno del día y dando las gracias por ello. Y supo del poder de las palabras, que “son el timón del pensamiento”. Puso rumbo a un proyecto sin ánimo de lucro, 100Thanks, que está obteniendo un gran éxito. Su objetivo: promover la gratitud. ¿Cómo funciona? Se trata de crear una cadena de agradecimientos que acumula kilómetros y conecta el mundo. A través de una aplicación, disponible en Google play y en App Store, puedes enviar un agradecimiento y sumar tramo y positivismo, porque, al fin y al cabo, se trata de cambiar las dinámicas diarias, muchas veces negativas, con un gesto a simple vista sencillo, pero que tiene un poder transformador enorme: el dar las gracias. Tanto si envías un agradecimiento, como si lo recibes (mediante un diploma que plasma gráficamente las gracias recibidas), sabes que te has parado un momento para trabajar por un mundo más amable y agradable, por lo tanto, por un mundo mejor. Tras esta iniciativa también están Iván Quiñoa y Víctor Tasende, embajadores de 100Thanks, y un grupo de profesionales que aportan su granito de arena: “Bajo la idea de que con un poco de lo que sabemos hacer cada uno se pueden hacer cosas muy grandes, el equipo está conformado por especialistas en ingeniería, diseño, comunicación y psicología, quienes aportan con su dedicación al proyecto un pequeño gran cambio en la sociedad”, comentan desde la organización. Iván Quiñoa es autor del libro Quiero vivir, donde explica sus vivencias tras ser ingresado en un hospital por cáncer terminal que le pronosticaba tres meses de vida, y Víctor Tasende, que pasó de una tetraplejia incompleta por un accidente en una piscina a correr maratones y pruebas tan extremas como la Titan Dessert. www.100Thanks.com Aplicación 100Thanks Aplicación 100Thanks. Mapa de agradecimientos