20/11/2000
PRIMER ENSAYO Propuesta intelectual/Interpretación personal
El primer problema al que se enfrenta un alumno cuando un profesor de cualquier materia le solicita un ensayo sobre algún tema en particular y en especial cuando se mezclan cosas que aparentemente no tienen nada que ver entre sí, o tal vez que no le han enseñado a ver, es el de evitar caer en la tentación de escribir un texto lleno de palabras huecas y sin sentido, conocido coloquialmente como “rollo”. La tentación de caer en el “rollo” se acentúa todavía mas cuando el alumno apuesta, por experiencia o con riesgo, a que el maestro no lea, o no tenga tiempo de leer los escritos que sus alumnos le presentan, quién también sabe que casi siempre terminan siendo “rollos espantosos” que, en general suelen reproducir larguísimos párrafos de los textos que muy probablemente ni siquiera leyeron, o si lo hicieron no los entendieron. A esto podemos agregarle la aparente incapacidad que tienen los alumnos en general, y los de arquitectura en particular, para leer y comprender lo que leen y para escribir con una redacción razonable sobre cualquier tema, en especial si esto implica el expresar ideas propias. Es por lo anterior que yo he optado casi siempre por la costumbre de escribir textos mucho mas cortos, pero en los que realmente intento comprometer mis ideas personales, tanto las nuevas que la lectura de los textos hallan despertado, como aquellas viejas ideas, maduradas con el tiempo y enriquecidas por la experiencia.
Entrando en tema. Hay varias ideas que con la lectura de los textos pueden saltarnos a la mente: arte, arquitectura, poesía, pintura,
escultura, belleza, expresión, comunicación, verdad, que aparentemente están interconectadas, algunas a través de relaciones bastante obvias, y otras que seguramente no son tan claras. Esto me lleva de entrada, a intentar responder la siguiente pregunta: ¿Qué tienen en común literatura, música, escultura, pintura y arquitectura además de pertenecer todas la categoría de Bellas Artes? En primer lugar se me ocurre pensar que todas y cada una de ellas, han sido formas a través de las cuales el hombre, a lo largo de su historia, ha buscado aproximarse a la Belleza. La Belleza no entendida como “lo bonito”, sino aquella que busca sacar a la luz al hombre enriqueciendo su espíritu. La Belleza que se manifiesta como una constante búsqueda de respuestas y que nos ayudan a acercarnos a un ideal todavía más grande “La Verdad”. La Belleza que utiliza a nuestros sentidos como instrumentos que perciben, analizan y comprenden para después permitirnos crear y recrear, de ser como dioses aludiendo a la expresión tan familiar al mundo de los cristianos de que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios. En segundo lugar la Expresión, entendida como ese profundo deseo del hombre de manifestar lo que piensa, lo que siente, lo que sueña, lo que lo apasiona y lo que le duele, como una especie de catarsis que no busca ser respondida, sino que simplemente se manifiesta para liberarlo. Por otro lado esta la Comunicación, que a mi entender implica necesariamente un intercambio de ideas, de sensaciones, de sentimientos; que se hace preguntas en busca de respuestas, que encuentra lugares en común con otros que al compartir nuestras ideas las fortalecen, o que al cuestionarlas las enriquecen. En fin, parece que las distintas artes no-solo se tocan en lo tangible, en lo material como lo son los instrumentos y los medios que les permiten manifestarse, sino en lo intangible, en lo espiritual, en todo aquello que trasciende el ámbito del oído, el tacto y la vista, y que parece que solo puede ser alcanzado por algunos elegidos. Regresando al mundo de lo tangible, me parece importante hacer notar el hecho de que las diversas artes, históricamente se han
manifestado siempre juntas, siendo la arquitectura y sus espacios un recipiente generoso y afortunado al mismo tiempo de todas las demás manifestaciones artísticas, unas veces alimentándose de ellas, y otras facilitando su expresión. Es decir es muy raro ver un movimiento artístico de alguna de las artes, que no halla influido o que no halla sido influenciado por otras. En el caso de la arquitectura, esta situación se ha dado por largos e importantes periodos, la presencia de la pintura y la escultura ha generado riquísimas relaciones de interdependencia con ella, llegando en algunos casos a ser una verdadera fusión como en el Barroco en el que es muy difícil distinguir la frontera donde termina la arquitectura y comienza la escultura; o durante el Renacimiento donde ya nos es muy difícil imaginarnos a la Capilla Sixtina sin los frescos de Miguel Angel; o los grandes templos egipcios sin sus inscripciones jeroglíficas. Por otra parte la arquitectura ha prestado frecuentemente sus espacios para la manifestación de la música y la literatura. Que distinto es escuchar al Mesías de Hendell en cualquier teatro que en la Catedral Metropolitana, en donde aun con las perdidas en cuanto a acústica la sensación es mucho más profunda y espiritual. Una sensación similar encontramos al escuchar la poesía de Sor Juana en un salon de clases o en el ex convento de Tepoztlán. Creo que esto nos debería hacer pensar cuando menos, que la arquitectura es algo mas que “el juego magnifico de los volúmenes bajo la luz...”1, y que en mas de una ocasión, no se ha cumplido la premisa de “menos es mas”2 porque a veces mas es mucho mas.
Iñigo Ortiz Monasterio
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Le Corbusier Mies Van der Roe
20/11/2000
SEGUNDO ENSAYO Comparación entre arquitectura y música de finales del S. XIX
Un asomarse tal vez por ultima vez a los clásicos, el sueño romántico que continua pregonando que todo tiempo pasado fue mejor, las grandes estructuras de acero que se levantan como gigantes indestructibles anticipando un futuro aun incierto pero muy prometedor. El mundo industrial a punto de estallar, cambiando estructuras y formas de pensar, economías y modos de producción, anunciando el principio del fin, con la esperanza de alcanzar un futuro tal vez más brillante y más justo. El eclecticismo aparece en todas las artes como el gran personaje que invita a la búsqueda de nuevas alternativas creativas, asomándose al pasado en su afán de aferrarse a algo que por su permanencia en el tiempo es quizás más sólido pero que en el fondo ya no tiene cabida en los nuevos tiempos.
El neoclásico, el neogótico, el neorrománico, y en fin todos los neos, aparecen como caricaturas que ya no corresponden mas a los nuevos tiempos, y que alcanzaran su clímax con el romanticismo, el modernismo y el art noveau llevando a las distintas artes en un gran torrente que las transporta de lo grotesco a lo sublime, de la expresividad mas libre a la cursilería mas empalagosa, de la mas puro a lo rebuscado, para que al final del gran espectáculo, los artistas se quiten sus disfraces desvistiendo también al arte para dejarlos con su forma mínima, óptima según la nueva visión que, anunciada 100 años antes por los arquitectos revolucionarios, haría de la función su
principio fundamental, y de la economía su dios: el movimiento moderno.
En la música como en las otras artes, la búsqueda es similar. Los autores se lanzan al rescate de ritmos y armonías medievales en un desesperado intento por encontrar en el pasado, el secreto, la clave para melodías más acordes con los nuevos tiempos, inspiradas también en el sueño romántico que promete un mundo mejor. También se alcanzan por aquí los niveles mas altos de la expresividad sin limites y de la cursilería, término que de ninguna manera pretende ser peyorativo, negativo, simplemente es y para todo hay gustos. La música se alimenta con armonías recargadas que recuerdan el ornato de motivos vegetales tan característico en la arquitectura.
Personalmente, veo al español Antonio Gaudí, como el gran personaje de estos tiempos. Su arquitectura, sorprendente, complicada, creativa y terriblemente difícil de entender pero sobre todo de gustar, es para mí el máximo legado que nos dejo su tiempo. Gaudí se atrevió como yo lo entiendo, a cuestionar todas las reglas del juego de la arquitectura, lo que le permitió replantearlas una y otra vez con sus especulaciones en la forma, la textura, el color, el ritmo, los materiales, la escala y la proporción estableciendo una suerte de armoniosa tensión en un contexto profundamente conservador.
Sus chimeneas y tragaluces, se asoman en las azoteas como fantasmas que vigilan y espantan. Sus balcones, sus rejas, sus plafones, son testigos vivos de una persona que parece haber entendido perfectamente bien la naturaleza de la naturaleza creando una arquitectura de un gran dinamismo. Su obra se puede calificar sin duda como “Arquitectura fantástica”, y me parece que tiene muy poco que ver con La suite Española. Gaudí es punto y aparte.
Quiero insistir aquí, que de ninguna manera entiendo a la cursilería como algo negativo, simplemente lo entiendo como el manierismo de
esta época, considero que hay obras que siendo recalcitrantemente cursis, también son extraordinariamente bellas. Es únicamente un problema de gustos y sensibilidades.
En conclusión, art noveau, romanticismo y modernismo no son otra cosa que la manifestación de fenómenos similares en lugares distintos. Están claramente ubicados en la cresta de una gran ola que al reventar transformará radicalmente todo lo que encuentre a su paso dejando el terreno libre y fértil para todos los movimientos artísticos que la seguirán. Irremediablemente que anuncia el principio del fin, pero también representa claramente el fin del principio.
Iñigo Ortiz Monasterio
20/11/2000
TERCER ENSAYO Comparación entre arquitectura y música contemporánea
Estridencia, perdida de sentido, libertinaje, profundo vacio, materialismo exacerbado, superficialidad, perdida de valores profundos y un nuevo dios: el dinero. Un nuevo orden social y económico que decidió privilegiar a las utilidades sobre el salario y que ha establecido un orden de jerarquías tal que el capital ahora es mas importante que el trabajo que lo genera. La estridencia de la música que intenta presentarse como propuesta alternativa y que mas bien parece ser producto de una pesadilla alucinógena, incongruente, como una gran protesta de cualquier cosa pero sin ninguna dirección. ¿Búsqueda?, probablemente si, pero no queda muy claro de que. La protesta se repite desafinadamente y sin sentido, la propuesta no aparece. La arquitectura no se queda atrás. Agotados los ideales revolucionarios del Movimiento Moderno y sus secuelas de mas de 60 años, se convirtió, a pesar de la insistencia de Gropius, en un estilo mas que, al ser adoptado por la academia, se convirtió en la norma anquilosándose y perdiendo su gran dinamismo inicial. Sus principios, llevados a su máxima expresión bajo el impulso del capitalismo han terminado por diluirse transformando el remedio en enfermedad. Los grandes maestros dejaron su huella: Gropius, el gran teórico; Mies, el pragmático insuperable; Le Corbusier, el formidable poeta y soñador. Los seguidores, aportaron grandes cosas hasta que, como el disco que se ha tocado muchas veces, terminaron por rayarse, y así, aparece la copia de la copia de la copia, con alguna aportación esporádica. La norma propició esta repetición e hizo que los principios se olvidaran. La escala se aplicó como receta olvidando que la medida del hombre y sus necesidades han cambiado.
El arquitecto, tal y como Gropius lo anunciara 40 años antes, ha ido perdiendo su lugar en un mundo donde productividad, eficiencia y economía, han preferenciado la labor práctica del ingeniero, sobre el egocéntrico exhibicionismo del arquitecto. La reacción ha sido tardía y pobre. Un Posmodernismo escenográfico y efímero que terminó por cansarnos y aburrirnos transformándose en la caricatura de la caricatura de los clásicos. El Racionalismo critico que ahogado en el rescate de viejas teorías, ha sido incapaz de generar ideas nuevas adoptando solamente terminología de moda como “desarrollo sustentable” y “equilibrio ecológico”, tan manejados en el vacío del lenguaje político. Finalmente el tan mentado Deconstructivismo, que yo prefiero llamar destructivismo, que es lo mas semejante a los ritmos musicales actuales, pues ambos han optado por simplemente moverse, estirarse, deformarse y hacer mucho ruido, pero sin ninguna dirección ni sentido. Creo que una propuesta realmente significativa, tiene necesariamente que recuperar los principios básicos de la arquitectura, tiene que recuperar en primer lugar su sentido de servicio, su capacidad de responder con soluciones acertadas, a la problemática del habitar humano, servir a sus necesidades físicas, funcionales, psicológicas, sociales y espirituales renunciando a ese afán de protagonismo egocéntrico, recuperando todo lo bueno que la arquitectura de todos los tiempos le ha aportado al hombre, obviamente no estoy hablando aquí de reciclar estilos antiguos, sino de recuperar y reinterpretar sus espacios adecuándolos a las nuevas necesidades del ser humano. El misticismo del Románico, la luminosidad del Gótico, la perfecta armonía y el notable sentido de la proporción de los templos griegos, la grandiosa espiritualidad de Egipto, la expresividad del barroco, la romántica cursilería del art noveau, la generosa espacialidad de Teotihuacan y sus sueños de armonía con el cosmos, la simplicidad práctica de las viviendas indígenas y la poesía de Ronchamps.
La recuperación del color, la textura, la luz y la sombra, la intimidad y la apertura, la armonía y el equilibrio, el ritmo, la secuencia y el recorrido. El entendimiento del sitio y sus condiciones climáticas, de las grandes fuerzas de la naturaleza, de las que tiene que obtener el
máximo provecho sin perderles el respeto, aprendiendo de la naturaleza su delicado equilibrio. La recuperación de su carácter eminentemente constructivo, que anticipa a partir del proyecto, pero que concluye en la obra terminada. Que entiende la lógica de los materiales y su procedencia, que conoce sus procesos de manufactura y transformación, así como su comportamiento estructural y su resistencia física. Apartar a la arquitectura de esa elite privilegiada, acercándola a esa mayoría que lleva siglos haciendo arquitectura sin arquitectos y ciudades sin urbanistas, que se rige por el sentido común y que hace lo mejor que puede con los pocos medios que tiene a su alcance. En fin, creo que la lista es muy larga y no pretendo hacerla exhaustiva para no aburrir a quien se tome la molestia de leer este texto, simplemente concluyo repitiendo una frase que alguna vez se me ocurrió y que considero que de alguna manera puede resumir todo lo que he dicho:
SOLO ALGUNO QUE OTRO GENIO ESTARA DESTINADO A CREAR UNA OBRA DE ARTE, LOS DEMAS SOLO TENEMOS QUE HACER ARQUITECTURA.
Iñigo Ortiz Monasterio