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La era del fauno /Prensa Libre

Apoyados y tomados del cogote4

Juan Carlos Lemus

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La era del fauno /Prensa Libre

Me avergüenza identificar en mí el gusto porque venga alguien a poner en su lugar a Jimmy Morales, a “sugerirle” cosas. Me avergüenza porque al hacerlo asumo el yugo benefactor del gran garrote sobre el país.

Es perogrullada decir que no somos independientes, que nuestra soberanía nació violentada, pero sucede que los hechos nos lo recuerdan hasta la terquedad. Vivimos invadidos y no precisamente por el colombiano, como dicen quienes temen a la CICIG, sino por los de siempre. Para Estados Unidos somos apenas un eslabón en la cadena que ata a Centroamérica con sus intereses. Hay esperanza o desaliento —dependerá de lo que digan— siempre que viene un Secretario de Estado, el Zar antidrogas, la embajadora de EE. UU. ante la ONU u otros personajes. En vez de tener el honor de recibir a nadie, vivimos atentos a las disposiciones de tan distinguidos opresores. Es una ventaja el freno puesto a los mundialmente famosos disparates de Morales, la desventaja es que nos mete en el bochorno de celebrarlo.

Vivimos a merced de lo que a otros les conviene. Con la salida de Todd Robinson y la llegada de Luis Arreaga, por ejemplo, se hicieron pronósticos sobre lo que sucedería según el nuevo embajador fuese conservador o no. Algunos se animaron a conjeturar que por haber nacido en Guatemala traería “amor” por la tierra que lo vio nacer. Así de ridículo. Como si en política fuese posible hablar de amor. Pasados los días, había preocupación por su ambigüedad sobre el apoyo a

4. Publicado 4 de marzo de 2018. Accesible en http://www.prensalibre. com/opinion/opinion/apoyados-y-tomados-del-cogote

Velázquez. Algunos queríamos, en el fondo, conocer la decisión política del dueño del planeta. Un dueño bárbaro como es el presidente Trump, descerebrado y temerario. No vamos a olvidar que Arreaga es antes que nada y después de todo un embajador de Estados Unidos, representante del país más irrespetuoso del mundo en materia de soberanía, y no un guatemalteco como lo construyen en su imaginación los impulsores de un nacionalismo rancio.

No escribo esto por ensayar una pose antiimperialista, ni con el afán de alterar el rumbo del Universo, menos para sumarme a las teorías del agua azucarada, es solo para purgar una paradoja. Reconozco que en el fondo del deseo (mi deseo) de que metan en orden al fantoche hay un sometimiento nacional vergonzante. Y es que solos no podemos. Al menos, no por ahora. Una postura digna provendría de algún gobierno incorruptible, uno que no conocemos. Al contrario, los presidentes se someten porque se saben corruptos. Morales ve injerencia extranjera donde no la hay —en el mandato de la CICIG—, pero lo sientan frente al verdadero poder y se traga su amargura. Ante su pueblo, arrogante, mentiroso; ante el mundo, sumiso. O recordemos al valiente Otto Pérez que ahora “denuncia” la intromisión desde la cárcel, más cuando venían a apretarle el yugo se volvía como ese cuchillo que decía Litchtemberg: “un cuchillo sin hoja, al que le falta el mango”.

En resumen, nos neutralizan al fantoche y avisados estamos de que al mismo tiempo se tiene al país cogido del cogote. Traigo todo esto, porque Nikki Haley vino a confirmar el apoyo a la CICIG y al comisionado Velásquez, a recordarle a Morales que EE. UU. ha invertido US$44.5 millones en ello, pero además vino a “sugerir” que la CICIG limite su presencia en los periódicos. Es una irresponsabilidad. Nuestro país ha sido largamente ensordecido, la autoridad siempre hizo arreglos a escondidas. Hoy día, exigimos razones, cuentas públicas. Nos interesa conocer las acciones de la CICIG en vez de oír rumores. Nos quieren colocar tapones en los oídos, y justo cuando el Congreso prepara una ley mordaza.

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