TEMA 7 LITERATURA: TEATRO DE POSGUERRA. Segundo de Bachillerato
El teatro desde 1940 a nuestros días La dictadura de Franco tras la Guerra Civil española aísla a España de toda influencia internacional. Al tiempo que la dictadura avanza también se organizan grupos de oposición. A comienzos de los 70, la enfermedad del dictador acelerará la caída del Régimen. En lo que respecta al teatro español, el impacto de la guerra fue tremendo, al exilio de muchos autores hay que añadir la acentuación de las presiones comerciales y, sobre todo ideológicas por la censura. El teatro en el exilio se desarrolla sobre todo en México y Argentina. Dos poetas del 27 escriben teatro en el exilio: Pedro Salinas con La cabeza de medusa y Rafael Alberti, con un teatro político, un ejemplo es Noche de guerra en el Museo del Prado. También destaca Max Aub con su realismo dialéctico y simbolismo con San Juan. Por último, tenemos a Alejandro Casona con su teatro simbólico, de evasión, destaca por La dama del alba. El teatro de los años 40 es un teatro condicionado por la sociedad burguesa y su ideología. Representa una realidad falsificada y desprecia la experimentación. Destacan el teatro histórico-político, de evasión, que permitía olvidar la realidad inmediata elogiando héroes del pasado. También mantenemos la comedia burguesa que pretende entretener y educar y se caracteriza por la exaltación de la familia, el matrimonio y el hogar y por finales moralizadores. Dentro de esta tendencia destaca Jacinto Benavente con La última carta y Calvo-Sotelo con ¡Viva lo imposible! El teatro del humor es quizá lo más interesante del periodo y en el que destacan dos autores: Enrique Jardiel Poncela con Eloísa está debajo de un almendro y Miguel Mihura con Tres sombreros de copa. Ambos crearán una comicidad de lo inverosímil, cercano al absurdo, con la burla de los hábitos burgueses, es por ello que preludian el teatro del absurdo. En los años 50 se inició una leve apertura del régimen franquista, lo cual permitió algunas novedades. La corriente dominante en esta época es el Realismo social. Los temas de estas obras teatrales ponen de manifiesto problemas y desigualdades sociales. Se caracteriza por la complejidad de los espacios escénicos, lenguaje directo, bronco y sin eufemismos. Durante esta década se mantiene el gusto por el teatro comercial y la censura, por ellos muchos autores no llegan a estrenar sus obras. Destacan autores como Alfonso Sastre con Escuadra hacia la muerte, Laura Olmo con La camisa y sobre todo Antonio Buero Vallejo. Su drama realista se caracteriza por reflejar temas humanos y universales, la elección de la tragedia como subgénero dramático predilecto y por no ofrecer solución a los problemas planteados en la obra, es el espectador el que debe decidir. Su obra se divide en 3 etapas: una existencial, en la que hace una reflexión sobre la condición humana con Historia de una escalera, la segunda es la del teatro social, en la que denuncia las injusticias que atañen a la sociedad, con El tragaluz y por último, la de innovaciones. Cabe destacar la polémica suscitada entre los defensores del teatro posibilista, aquel cuyo objetivo era ser representado, aunque por ello tuviera que aligerarse la crítica, y el imposibilista, que defendía llegar más allá de los límites de la representación comercial. Esta polémica la mantuvieron Buero y Sastre. Para este último, es preciso hacer un teatro que ignore los límites oficiales, las prohibiciones del sistema. Buero, en
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cambio, propugna la necesidad de un teatro “difícil y resuelto a expresarse con la mayor holgura, pero que no sólo debe escribirse, sino estrenarse; un teatro lo más arriesgado posible, pero no temerario”. De las veinticinco obras de Sastre, solo diez han logrado ser estrenadas durante el franquismo.
Avanzada la década de los sesenta surge un movimiento de renovación caracterizado por un acercamiento a las tendencias del teatro extranjero: el teatro de Bertolt Brecht, el teatro underground, el teatro del absurdo… Los nuevos aires de los 60 traen un alejamiento del teatro comercial y la búsqueda de nuevas formas técnicas. Surgen los grupos de teatro independiente, se caracterizan por: la improvisación en escena y la importancia a la expresión corporal, la danza, las luces, la música… Como autores independientes destacan Fernando Arrabal con Pic-Nic y Francisco Nieva con Pelo de tormenta. Finalizada la dictadura y eliminada la censura, parecía abrirse una etapa prometedora. Las instituciones potenciaron las representaciones teatrales, así en 1978 se creó Dramático Nacional y posteriormente la Compañía Nacional de Teatro Clásico. Destacan las corrientes actuales de musicales, monólogos, representaciones de los clásicos. El panorama es heterogéneo. Destaca la corriente del teatro neorrealista. Estos escritores poseen un gran dominio de las artes escénicas: Antonio Gala, Anillos para una dama; José Luis Alonso de Santos, Bajarse al moro, Fernando Fernán Gómez, Las bicicletas son para el verano y José Sanchís Sinisterra con ¡Ay, Carmela!
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