¿al vacío...? Revista Literaria y Crónica del Grupo Literario ¿al vacío...? de los Valles del Tuy N° 29. Año X. Junio, 2015
con el apoyo del Sistema Nacional de Imprentas Regionales Sede Miranda de la Fundación Editorial El Perro y la Rana del MPPC.
homenaje a
Ulises Orellano 1960-2015
contenido ESTAMPAS SENCILLAS Recordando al gran poeta Ulises Orellano, por Isaac Morales Fernández Pág. -18 Ulises Orellano: la intimidad del universo, por Fátima Amarilis Cedeño Pág. -17 NARRATIVA MIRANDINA Dos en luna menguante, por Ulises Orellano Pág. -15 En ese carro no me lo tiro más, por Robert Girón Pág. -12 Este jodido silencio, por Alejandro Sequera Pág. -8
¿AL VACÍO...? Julio Valderrey, Isaac Morales Fernández, Leonardo Delgado, Danna Urdaneta, Marcelo Seguel Bon, Leonard Delgado, Rosa Anyélica Guevara, Ana Karina Rondón, Magdalena Goncalves, Michelle Antoine, Yhonais Lemus, Angélica Aguilar, Hamlet Yaraima Marín, Leandro Blanco, Stefanía Sierra.
POESÍA MIRANDINA Ulises Orellano - Christian Rodríguez Ismael Llinás Cogollo - Luis Tavera - Isaac Morales Fernández - Marcelo Seguel Bon Pág. -7 COMENTALIBROS Trasposiciones de Ulises Orellano. Del nadaísmo al vacuismo, por Isaac Morales Fernández Pág. -4 TUYEDADES Una anécdota muy humana de Ulises Orellano, por Isaac Morales Fernández Pág. -1
ESCRIBEN EN ESTE NÚMERO: JULIO VALDERREY, ISAAC MORALES FERNÁNDEZ, FÁTIMA AMARILIS CEDEÑO, ROBERT GIRÓN, MARCELO SEGUEL BON, CHRISTIAN RODRÍGUEZ, ISMAEL LLINÁS COGOLLO, LUIS TAVERA, ALEJANDRO SEQUERA. CORREO: grupoliterarioalvacio@gmail.com PÁGINA: http://grupoliterarioalvacio.blogspot.com
editorial Hemos caído, los mitos de ascensión han quedado atrás porque hemos descendido a los infiernos en nuestra condición humana. Llevamos dentro un nuevo Hades. Hawking nos predice que este planeta no aguanta mil años más y sólo sobrevivirán quienes tengan cómo huir hacia el espacio, y quizás sean los seres transhumanos que se están formando y transformando a razón de los alimentos que se están consumiendo y del aire que estamos respirando. Esto nos hace poco esperanzadores del devenir. Quizás el filósofo Emile Cioran tenía razón cuando nos dijo que el culpable era el hombre por haber nacido. Pero descendemos como seres humanos, somos los expulsados del paraíso, los ángeles caídos en su terrible venganza: la de destruir la tierra y destruirnos a nosotros mismos porque unos pocos quieren seguir siendo dueños del planeta para beneficio personal y esa es una de las tragedias que nos acompaña a cada paso. Pero así como la materia se desgasta, también se mueren los amigos y nos duele a pesar de que estamos hechos para la muerte, pues en estos últimos días han desparecido varios amigos de la utopía, esa que nos hace caminar y avanzar en su búsqueda. El gran Eduardo Galeano, un culto al genio y a la sensibilidad, formador de la nueva izquierda latinoamericana, poeta y luchador de las causas humanas. Una nueva consciencia. También el poeta Carlos Noguera, quién narró lo conflictivo de la segunda mitad del S. XX venezolano. Nuestro lúcido profesor y crítico literario, especialista en Alejo Carpentier, Alexis Márquez Rodríguez, severo conversador en la desparecida librería El
Gusano de Luz, y a donde acudía el gran Julio Garmendia, uno de los padres del cuento latinoamericano. Allí lo conocí. También por desgracia se nos muere un poeta y actor de los Valles del Tuy: Ulises Orellano, gran amigo desde la universidad, donde estudió Literatura y luego filosofía, hasta los días cuando nos encontramos en Santa Teresa del Tuy ya haciendo por el arte y la vida. Los amigos que se van son desiertos que quedan en un pueblo llamado corazón porque uno jamás quiere desprenderse de los amigos, pero se van hasta que nos vayamos nosotros, pues la vida es ese reflejo efímero del viaje que emprendimos a contracorriente pero ya estamos aquí, un camino en donde van quedando desiertos en el andar y en la memoria. Pareciera que fuésemos a quedar desamparados en esta fértil tierra que estamos volviendo un desierto. ¿Quién nos mandó a enamorarnos de las cosas perecederas? Quizás nuestra alegría sean los momentos que pasamos amando o leyendo a nuestros maestros, creando y compartiendo con los amigos que nos alimentan esta humana sensibilidad. Pero se fueron y se sufre porque se vive apasionadamente los momentos cuando nos encontramos y compartimos la visión de mundo, iguales en la nobleza, en el afán de crear y de transformar el mundo. Es la belleza de esa fuerza superior que es el arte y es lo que queda, pues, repito, el arte vence la muerte, luego la materia que somos se une a la materia tierra que crea las plantas que dan flores y seguimos...
J.V.
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Recordando al gran poeta
Ulises Orellano Fue un día miércoles 23 de abril de 2008, en el Bulevar de Santa Teresa del Tuy, cuando presentamos el libro Trasposiciones. Pacem in terris de Ulises Orellano (1960-2015). Libro peculiar, un gran logro lírico, de transmodernidad que nunca acaba, una isla en la literatura tuyera que aún será difícil superar y que inspiró nuestro primer manifiesto vacuista.
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UNA PERSONALIDAD ÚNICA
A Ulises lo había conocido pocos años antes. Habíamos hecho teatro en Santa Teresa del Tuy al mismo tiempo (él vivía en Mopia), habiendo él comenzado mucho antes que yo, por supuesto, aunque nunca coincidimos. Habíamos compartido una que otra conversación eventual hasta que a partir de la instalación de la imprenta en que trabajo, en 2007, los encuentros se hicieron más comunes. Ulises era callado pero muy afable. Sabía ser muy educado sin ser jamás altivo. Su sencillez lo hacía grande. Estudió Literatura en el Pedagógico y Filosofía en la UCV. Para nosotros conversar con él era una experiencia sin igual, sabía ser sabio y divertido a la vez. Una de las conversaciones que más recuerdo de aquella época fue en cuando nos dijo –parafraseo-: “Lo que más me preocupa del cambio climático es que se mueren las plantas, sin plantas no hay oxígeno, sin oxígeno nuestro cerebro falla, y si nuestro cerebro falla no tendremos erecciones y no nos reproduciremos”. Había usado otros términos más prosaicos, y estallaban las risas agridulces en nuestra antigua oficina en la Casa Cultural “Juan España”. Él insistía “¡es en serio, un problemón!”. Este era Ulises, se podía conversar con él de los más diversos temas y en todos tenía profundo conocimiento. También sabía albañilería y sus últimos años los dedicó a la agricultura, teniendo una pequeña parcela en Yare, por el sector El Paují.
* Isaac Morales Fernández POESÍA Y NARRATIVA
Ulises Orellano publicó en vida muy poco. Aparte de su libro Trasposiciones, obra compacta y pulcra, de lenguaje experimental y sencillo a la vez, que nos sigue deslumbrando por su insuperable calidad, alcanzó a publicar también en nuestra revista ¿al vacío…? dos textos: un relato titulado Dos en luna menguante, drama de atmósfera tensa y melancólica a la vez, donde su protagonista Antonio, bohemio derrotado por el azar de la vida, suplica el perdón de su esposa por un desliz, pero mientras maneja a casa en el carro llevándola a ella, que va muda y seca, él no puede evitar recordar su infancia y como fue feliz en su juventud con otras mujeres. Este relato se lo publicamos en la revista ¿al vacío…? Nº11, en octubre de 2008; y un poema largo titulado Nefel, en la Nº14 de la misma revista, en agosto de 2009. Un poema dividido en dos partes, con cierta influencia de esa poesía extraña de Rafael José Muñoz por el uso de un lenguaje tendiente a la desarticulación intencional y con un uso bien sonoro de neologismos.
ULISES EN TEATRO Ulises comenzó su vocación artística en las tablas. Perteneció a la ya extinta Compañía Regional de Teatro de Miranda, que funcionaba en Santa Teresa del Tuy. Allí, se destacó en dos montajes principalmente: El testamento del perro y El preso 742. Este intelectual tuyero falleció el martes 21 de abril en el Hospital Clínico de Caracas a la edad de 55 años, víctima del cáncer.
* Artículo publicado originalmente en el diario Noticias del Tuy, el 30 de abril de 2015.
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Ulises Orellano:
La intimidad del universo
Fátima Amarilis Cedeño
Tal vez esa propuesta anterior quedó reflejada en los versos que fueron publicados en la revista Para Las Telarañas Nº6, Junio 1990, pág.45, órgano divulgativo del CILLAB. En algunos versos de su poema, el yo lírico manifiesta un desprendimiento o despreocupación ante lo cotidiano:
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Corrían el año de 1985, un poco más o menos, cuando tuvimos el privilegio de conocer y compartir con el poeta Ulises. Para este artista su visión del mundo era desde lo simple, lo natural, lo libre y sin ataduras. Cuenta Ozwaldo Escárraga, Director de la Escuela de Música “Allí Primera”, ubicada en Parque Central en Caracas, que estando Ulises en el grupo de Teatro del Pedagógico de Caracas, bajo la dirección del
Profesor Daniel Izquierdo, montaron la Obra de Cesar Rengifo Un Fausto anda por las avenidas, (Ulises era Fausto) y faltando pocos minutos para una de las presentaciones, mientras todos los actores estaban intensos corriendo de un lado para otro, entre líneas y vestuarios, el travieso de Ulises los puso al límite extremo para que todos corrieran detrás de él, logrando que lo vistieran y lo arreglaran justo antes de salir a escena. Situación que luego creó una atmósfera entre risas, la cual permitió que ese día la función fuese mucho más fresca. Otra de las compañeras María Milagros Sabetta recuerda tal situación y otras, como una manera del poeta Orellano de liberarse y desprenderse de las preocupaciones cotidianas.
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Contemplar las voces infinitas del universo hasta llegar a buscar su intimidad es tener un encuentro directo con Ulises Orellano, desde su perspectiva lírica; con lo subjetivo del mundo y su creación poética. Esa es la interpretación que puede hacerse de ese compromiso que el poeta, actor y filósofo tenía y dejó reflejado en cada acto desprendido de su vida. Cada vez que llegaba al “viejo lar” y se paseaba por los pasillos del Pedagógico de Caracas, o por los salones de clases, en las cátedras de literatura o de filosofía, era típico ver un aspecto del caminar pasivo, sencillo; su forma de hablar pausado, como meditativo, con un mirar profundo, como quien observa a través del aire un poco más allá de las ventanas.
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“ . . .ya no te preocupas por el ruido del celofán ni por el tono del rímel el piso aún más frío que ayer tu respiración cansada de dejar aliento las voces, de tantas, cierran tus poros. . . “ Esta temática se refleja en el fragmento del poema, desde el punto de vista poético y se reitera en dicho texto que sugiere una situación de alguien que llega al ocaso o a un tope de la vida dejando a un lado las apariencias de lo que fue importante y práctico en la vida para que lo importante sea realmente vivir. Se puede corroborar esa sensación subjetiva y natural de la vida al compartir una anécdota en la que estando en el Pedagógico de Caracas, ubicado en la Urbanización El Paraíso, compartiendo con el poeta Ulises, en una oportunidad había una lluvia muy intensa y esperábamos para salir; de pronto el poeta sin mediar palabras me tomó de la mano, salió repentinamente, me hizo correr por todo el pasillo principal, bajamos las escaleras, atravesamos el estacionamiento, cruzamos la calle y sintiendo la lluvia que mojaba nuestros rostros entre risas y sorpresas, pasó su mano por mis hombros se acercó a un vendedor de flores, que se resguardaba también de la lluvia y de pronto, tomando una hermosa rosa, desprendió sus pétalos, los lanzó al aire y estos se confundieron con la lluvia que caía copiosamente sobre mi rostro y cuerpo. Esa sensación de libertad y espontaneidad fue un acto vivencial de pleno desprendimiento, natural y poético. Los carros repentinamente se detuvieron esperando que cruzáramos de nuevo y los compañeros del Pedagógico sorprendidos observaron nuestro regreso y bajo un aplauso colectivo fuimos recibidos nuevamente. Como simple respuesta a tal evento, Ulises me dijo, palabras más o palabras menos: “Somos dioses, poetas, libres, naturales. Somos parte de este universo. ¿Por qué preocuparnos de la lluvia si ella se forma para nosotros. La lluvia es parte de nosotros”. Y con su característica sonrisa continuó diciendo: “¿Viste esas personas?, ¿por qué crees que nos aplaudieron? Simplemente porque no son libres, se preocupan por cosas que les atan y temen a las cosas sencillas de la vida”. . .
Ese suceso desde entonces quedó guardado como en un cofre que sirve de ejemplo para tal vez afirmar que tanto lo desprendido como lo místico Ulises Orellano lo puso en práctica en el transcurrir de sus vivencias, en lo más íntimo de sus espacios hasta llegar a lo colectivo. Tal vez inclusive al dejar en silencio los pasillos del Pedagógico y el Taller Literario del CILLAB o cuando un día decidió apartarse como ermitaño -dicho desde nuestra visión- para llegar a lugares lejanos. Viajando dentro y fuera del país, hasta cumplir promesas hechas desde su despreocupación y así de ese modo poder llegar a algún lugar de Alemania o a Manhattan. Por otra parte se puede decir que otro elemento trabajado en su temática además de lo místico es lo erótico que se encuentra reflejado en el poema Thule publicado en la revista Para Las Telarañas Nº 6, Junio 1990, pág.46 en el que expresa:
“. . . Uso el alfabeto de letras rúnicas en runa-luz la busco sé de otros. se pierde lo exterior, me habitan las pocas huellas figuran ritos, soy el templo de la danza.” Tal vez sea este texto de Thule el que le permitió al lector y al “yo lírico” enfrentarse en esa búsqueda interior; sirviendo este texto de apertura en las páginas del Libro Transposiciones. Pacem in terris publicado por El Sistema de Imprentas El Perro y La Rana en el año 2008, en Los Valles del Tuy. En estos tiempos se pudiera, entonces, afirmar que tanto la temática y vivencias de nuestro valioso poeta, actor y filósofo, Ulises Orellano, lograron encontrarlo desnudo de toda atadura, al liberase de lo cotidiano y los compromisos. Desprendiéndose de todo y de todos al punto de evitarnos el dolor de verle partir de la manera en que decidió irse de este mundo para atravesar los recuerdos, romper el tiempo, hasta llegar a la cúspide del universo y viajar en cada gota de lluvia que roza nuestras mejillas.
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Dos en luna menguante* Ulises Orellano A veces miro a través de la ventana, creo que ciertos momentos de mi existencia son una ventana, ese gris tenue que siempre está sobre la ciudad y ahora este dolor de cabeza-. Fue tal vez la intensa madrugada y esa viejísima canción: “en la vida hay amores que nunca puede olvidarse porque aquello que un día nos hizo temblar de alegría, es mentira que hoy pueda olvidarse con un nuevo amor…” Cuando llegué a casa, Teresa, mi mujer, lo único que me preguntó fue -¿Retiraste el cheque? No se dio cuenta de mis traspiés mucho menos de mi aliento. Cuando es quincena ella se olvida de ese estado primitivo de posesión. Mi hija duerme, nació hace dos años, un día cualquiera de julio. Su madre pasó días muy felices, parecía que había alcanzado el éxtasis pleno o el nirvana. Me voy al escritorio a teclear mi vieja máquina de escribir marca Olivetti.Ese sonido, ta, te, ta, kla, algo así, pero yo quería escribirle a la madrugada a esa bohemia que nunca tuve, las noches son como orgías de palabras buscándose sin ningún sentido y forma y alguna historia es como un machetazo sobre un tronco seco.
Se oyen algunas cornetas de autos, siento de nuevo ese dolor en el pecho y en el brazo, ese olor a flores. Cierro mis ojos, veo a mi abuelo Pancho jugando dominó en el bar de la vieja Arcadia. Yo iba con él cuando era niño. También veo caminar en el patio de la casa grande a la abuela Azucena con su viejo vestido de flores. Tan sólo oí el grito de Teresa, siempre creí que ese cuento de cruzar el río de agua clara y el camino de flores era pura paja, ahora lo estoy viendo. Teresa tenía el rostro pálido y los ojos apenas humedecidos, era sábado y la tarde dejaba en el horizonte esas nubes inconclusas, no las volveré a ver jamás. Era niño cuando tallaba los pedazos de madera para hacer barcos. Siempre hacía la proa muy puntiaguda. -Así no es-, decía mi padre.
Por esa época vuelan muchas palomas sobre la ciudad tal vez por la cercanía del mes de mayo El horizonte desafía la ciudad y sus penurias en cuando comienzan los días de lluvia, recordé esa el rincón de un bar, descansa una agonía. No sé frase que leí en Cartas a Patricia: “las palomas vue* Relato originalmente publicado en la Revista literaria ¿al vacío...? Nº11, correspondiente a octubre de 2008.
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Ahora llega a mí la mirada de Laura, sus senos erectos y sus pestañas tan largas que arañaban el aire, su piel era como volver a la niñez. Teresa nunca me perdonará, aunque yo lo expliqué durante mucho tiempo aquello de la fatalidad que rodea a ciertos seres, que ese cuernito era la fantasía de un aficionado a la literatura a ver si llegaba alguna historia. ¡Y no! Teresa fue quince días donde su madre, luego la busqué y le dije que el perdón estaba muy de moda. Cuando regresamos a casa mientras íbamos en el auto, un Ford Century de color gris, ella estuvo todo el trayecto en silencio, hacía calor como siempre y ese cielo tan azul.
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Ya Teresa comenzó con su cantaleta, o su manía, o la característica relevante de su personalidad, ese discurso agresivo de sábado en la mañana. –Qué bolas -comenzó a decir-. A la hora que llegaste. Seguro que andabas bebiendo, quién sabe con quién, siempre la misma excusa. –¡Salí tarde de los tribunales, mi amor!-. Mientras el fregador de la cocina recibía el desengaño de mujer no comprendida, insatisfecha. –Me tienes cansada-, también dijo. -Mañana voy donde tu mamá porque en la tarde es la misa de la abuela Azucena.
porque escribí esto, pero la noche dejó sus escondrijos y se vino a terminar de deshacerme. Si Teresa fuera como la noche. No. Ella es la expresión máxima de lo intachable.
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lan sobre la ciudad tejiendo sinfonías que jamás podré descifrar”. Teresa irrumpió su mutismo encendiendo la radio del auto, una emisora transmitía el discurso de clausura de un candidato presidencial, no quiso oír el discurso ni cambiar la emisora y apagó la radio. Luego dijo –Seguro que la casa está hecha un desastre-, -No-, le contesté. –La ordené un poco antes de salir. –Sí, con lo ordenado que tú eres-, contestó ella.
camilla, entre paredes blancas y un olor dulce de abandono, apenas logré a oír: -¡Doctor, este no se salva!-, dijo una mujer. Las recurrencias constantes de nuestras vidas por aquello de que el alma es imperecedera, no muere nunca, va de un cuerpo a otro, vida tras vida, el cuerpo es como una vestidura, se deshecha cuando es inservible así que mucho antes tuvimos otros cuerpos y nos anudamos tú y yo, Laura. Ella marcó sus labios al borde de la copa de cristal, un tono suave de lápiz labial, su pelo brevemente ensortijado caía sobre sus hombros, el brillo era de desesperanza en su mirada, -creo que no vamos a continuar-, dijo ella, -No-, le contesté. Luego divagué entre el humo del cigarrillo y el rumor de voces del bar.
A lo largo de la autopista pensaba en ti, Laura. En aquel día que dejamos de vernos porque fuimos tú y yo como especie de un cilicio en torno a las reglas sociales, los patrones de conducta decadente de un delicado equilibrio entre los seres humanos y sus esquemas. Ella, Laura, me decía –Se me hacen espuma los huesos-, tantas veces me lo dijo, porque tú y yo nos amasamos en una nube, en una noche quieta entre nosotros, había algo mítico, una La abuela Azucena tenía una casa grande en pasión de fuego inextinguible. Ahora yo, en esta una hacienda a las afueras del pueblo. La casa te-
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nía un patio central, allí había una fuente con dos elefantes que siempre les salía agua por las trompas. Ana Cecilia y yo siempre dejábamos los barquitos de papel en el estanque, luego corríamos por el pasillo que iba hasta la cocina, tomábamos dos guayabas de la cesta de frutas que estaba sobre la mesa, regresábamos al estanque a ver cuál barquito de papel había llegado primero a los elefantes, si el de ella o el mío, siempre ganaba Ana Cecilia, -Tú ganas porque eres más grande que yo-, le decía. Ella tenía el pelo negro indio azabache. La abuela Azucena en las mañanas regaba las matas de helecho y trinitaria. La trinitaria se entretejía y formaba como una especie de arco en la entrada, ella me decía –Tráeme más agua, Antonio-, -Ya voy, abuela-, le contestaba. El sol de la mañana se deslizaba en el valle como despertando los potreros, al pasto le quedaba un temblor de palmera cuando el viento la mecía en su tallo, iba y venía sin querer verde cristal, terciopelo verde. Cuando llovía el valle era como la sonrisa de una parturienta tierna y dolorosa a la vez. Un día después de la lluvia, Ana Cecilia y yo encontramos un pequeño pajarito en el patio, no podía volar, lo llevamos a la cocina y lo colocamos al frescor del fuego para avivarlo. Al día siguiente echó a volar y nosotros corrimos tras él sin poderlo alcanzar. Eran los días de los años cincuenta. Mi abuela Azucena contaba que todo en el país marchaba bien; pero no se podía hablar de democracia, una vez le pregunté, -Qué es la democracia?-, ella respondió, -Eso viene de Grecia: demos es pueblo y kratos libertad, quiere decir pueblo libre. Luego se quedó sonriente.
inquietud / besos de fuego me diste a media luz”, estaba sobre su cuerpo, abría y cerraba las nalgas tersas, duras-blandas a la vez. En ese momento nos consumimos tú-yo, Laura. Cada instante se entrelazaba en mi conciencia como para ser medida detallada, entradas y salidas a vacíos y formas en espacios no perceptibles.
Las voces de las rezanderas se encadenaban en el aire. La incertidumbre del rosario se quedaba en el ambiente con interrogaciones sin ninguna respuesta. Allí estaba el pueblo, sus calles, aún se veían algunas casas de tejas. Los rostros, algunos sin ninguna expresión, otros con una mímica falsa. Yo andaba por habitaciones espectrales de luces de azul índigo. El paroxismo de las imágenes y sonidos se hizo más intermitente unas tras otras en intervalos interminables. “En la apartada soledad de nuestras almas / se dieron cita tu ansiedad y mi
Ana Lucía tuvo su primer hijo. Nació en un día de octubre, mirando el atardecer se preguntó -¿Dónde estará, espero que él sea así, irreverente, sin esquemas, como me contó mi madre que era. Yo nunca lo vi, tal vez en mis recuerdos, siempre podré mirar algunas fotografías e imaginarme su voz cantando esas canciones: “la novia de la flor saliva / el sexo con amor de los casados / dueña de un corazón tan cinco estrellas / que hasta el hijo de un Dios una vez que la vio se fue con ella / y nunca le cobró la Magdalena”.
Mi hija creció y ya andaba de mano con alguien de su edad, además tenía un hermanito. Teresa había reconstruido su vida con un hombre normal que se rasuraba todas las mañanas, con nudo de corbata impecable, con la frase justa de aparente madurez, con una renta y una jubilación segura, jamás cometía un desliz, tenía una vida resuelta, asquerosa, seres de esa naturaleza son los que mantienen el poder que mancilla y sobreexplota a la mayoría, incapaces de oír alguna canción de Joaquín Sabina, o preguntar quien fue el Che o Ghandi; pero era mejor así para ella, él jamás cometería cunnilingüis con yogurt natural como yo lo hacía, ni campanear el rostro en su trasero como yo lo hacía.
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La noche se escondió una vez en las entrañas de Laura y la fui a buscar con la ansiedad de un niño en el recreo, y en ella despertamos la ciudad, sin vendedor de rosas en la calle, sin apología al humo y sin el caminar de las putas que hacen la historia de todos los hombres. Ahora se deshace toda agonía donde la sombra del ayer se desvanece, si pudiera volver a teclear mi vieja máquina.
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En ese carro no me lo tiro más Robert Girón Me quedo dormida, ahí está mi error, sentirme - ¿Me extrañaste mucho, mi caramelito? confiada. Me dejé llevar por mis impulsos. Siempre Me dice esto rozando con la yema de sus dedos he sido de actitud visceral. Horas antes de lo ocu- mi pantorrilla, tiene los dedos gruesos y largos, la rrido, Augusto me llama: piel se me eriza, estoy excitada. - Hola Ada, ¿Cómo estás? ¿Será que puedo bus- ¡No me contestes con una pregunta! -le quito carte para ir a comer y hablar un poco? la mano- ¡Y por favor Augusto, está más pendiente Yo desde hace tiempo esperaba su llamada. Es- del volante! cucharlo me baja las medias de inmediato, me pone - ¿Por qué mi niña? ¿Estás babita conmigo? ¡Si a latir la vulva de sólo pensar lo que va a suceder- lo que deseo hoy es llevarte a un lugar como tú me, simplemente le digo: ¡espectacular! - ¿A qué hora me pasas buscando? - ¡No estoy brava! Sólo quiero saber. ¿Por qué no me has llamado? Y obvio que te he extrañado Ahí comienza todo. Siempre puntual acude a Augusto. ¡Tú muy bien lo sabes! - Bueno, ¡estoy aquí! ¿Verdad? ¿Qué si no te buscarme en el tiempo determinado. Anda en su carro Chevette color rojo, cuatro puertas. Al bajar- busqué antes? ¿Qué si no te llamé? ¿Qué importa se, veo que el vehículo no compagina con él, que eso ahora, mami? ¡Te aseguro que vas a tener un mide 1.95mts de altura y pesa los 120 kilos. Las día que no olvidarás! ruedas del carrito descansan cuando se baja. Antes ¡Y no se equivocaba! El día sería para no olvidar. de montarme me abraza, no sin antes decirme El recorrido se hace bordeando El Ávila por la - ¡Estás hermosa, mi caramelo! autopista Cota Mil. Ya eso me encantaba. Yo, la Y comienza con “una vueltica, una vueltica”. Doy montaña El Ávila, la he escalado con amigos en excursiones y siempre para mí este pulmón verde una vuelta riéndome. Yo tengo puesto un vestido recién comprado con tiene una magia indescriptible.
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- En una hora paso por ti.
escote en V en el pecho, de flores, en colores vivos. Los senos, aunque no los tengo grandes, se me ven bonitos, aún me hago la prueba del lápiz, lo pongo bajo mis tetas y no se sostiene. El pelo está batido, como a él le gusta, y ando entaconada como también sé que a él le gusta. Al abrazarme busco su boca y al besarlo siento que las manos me sudan. Después de hacerlo, sutilmente busca mi cuello y lo huele. “Que perfume más rico tienes, mami”. Yo sonrío y al abrirme la puerta del carro me monto feliz. - ¿Hacia dónde vamos? -le pregunto. - ¡A un lugar del carajo! Ya andando vuelvo a preguntar: - ¿Por qué no me has llamado?
Pronto estacionamos al final de una hilera de carros en un paraje dispuesto para vehículos. “Estamos en El Mirador”, me dice. “Aquí venden unas hamburguesas del carajo”. Abrazados, vamos a los puestos de hamburguesas, yo trato de apretarme más a él por el frío intenso que tengo. No llevo suéter, él lleva chaqueta sport beige, que se quita para dármela de abrigo ¡con un beso que me sabe a gloria! Es cuando me fijo bien cómo está vestido. Chemise blanca y pantalón de vestir negro, zapatos negros de patente. Me gusta como luce, muy jovial. Nada sobrio, así, como es él. A su vez, me deleito con el panorama, la noche está clara, con una luna radiante. Desde aquí veo toda Caracas, con tantas luces encendidas parece un gran nacimiento. Él me pregunta:
¿al vacío...? _______________________________________________________________________________ -11 - ¿Te gusta el lugar? Y yo respondo:
- Estás rica mami. ¡Coño no aguanto las ganas de hacértelo aquí mismo!
Trato de soltarme para decirle que nos van a ver, - ¡Me encanta! Este es uno de mis lugares favorireclamarle que no tiene condón, pero ya me baja la tos, aunque nunca había venido de noche. pantaleta más abajo de los muslos, los separa con Al llegar al puesto de hamburguesas pide para una de sus rodillas, mientras, roza sus labios en mi mí una con todo y una que llaman “doble-doble” cuello. ¡Eso me mata! Es cuando de manera certepara él. Yo le pregunto con cara de boba “¿Cómo ra desliza su pene grueso como la hamburguesa es esa hamburguesa?” y él de manera pícara me “doble-doble” en mi vulva que la tengo enchumbada dice “es una hamburguesa que se parece a ti, tiene ya hace tiempo, penetrándola. Comienza a moverse de todo pero el doble de lo normal”. primero lentamente, luego más rápido, como balanCuando llega la mía a mis manos, me asombro. cín de carro. Yo me doblo un poco para que sea la No hallo la forma de abrir la boca para comenzar penetración más profunda, es cuando escuchamos a comerla, pero la de él, ¡Por Dios! Es una exage- algo de ruido. Enderezo mi cuerpo y Augusto, con ración de hamburguesa. Sin embargo, comienza a un “¡coño!”, lo saca de forma repentina. Es cuando comerla con tal naturalidad que no termina de sor- le digo: “Papi, vámonos pa’l carro. Aquí hace muprenderme. A mí se me hace imposible comérmela cho frío”. toda. Le cedo la mitad, que se la devora minutos Llegando al carro abre una de las puertas del después de comerse la suya. Luego decidimos dar carro. Presurosa, intento meterme de inmediato. un paseo por el lugar. Vuelve a atajarme por la cintura y vuelve a besarCaminando, llegamos a una terraza cubierta en me. Siento su bulto duro en mi vientre. Debo admitir neblina y frío, mucho frío, las piernas mías cubiertas que los dos estamos sedientos. Al soltarme, entro en medias negras de seda, las tengo entumecidas, al carro. Él me sigue, arrimándome al puesto del trato de apurar el paso adelantándome y Augusto chofer, es cuando me dice: “¿te atreves a vivir conme ataja por la cintura diciéndome: “¿adónde vas migo una aventura?”. Otra vez pongo cara de boba con este frío, mi caramelito?”, y de manera inmedia- y le pregunto “¿Cuál?”. ta me sube el vestido hasta la altura del vientre, no - ¡La de hacer el amor aquí en el carro, mami! sin antes decirme:
n a r r a tc iv oam em nitraal n i bdri n oa s
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Yo no hallo que contestarle, y es cuando me ordena quitarme el vestido y las medias. Ya los tacones se me han salido. Aún él con ropa, comienza a besarme los senos de una manera que ningún hombre lo ha hecho. Es una forma de rozar con la boca, una boca que en lugar de labios tiene dedos. ¡Así lo siento y me excita que jode! Todas mis células se activan cuando hacemos el amor. Desabrocha con destreza mi sostén, no sin decir antes “tienes unas tetas de diosa, caramelo”. Yo comienzo a quitarle el pantalón, quiero agarrar su miembro, verlo. Cuando muerde una de mis tetas, pego un gritico. Le digo “me vuelves loca Augusto”. Es cuando me dice “vámonos pa’l asiento de atrás, esta vaina aquí está muy incómoda”. Él se pasa primero, no sin antes bajarse el pantalón y quitarse la chemise. Al pasarme yo, me baja la pantaleta. Yo termino de quitármela con los pies. Ahora estoy completamente desnuda. Es cuando veo las ventanas de las puertas y el vidrio de atrás. Tienen papel ahumado. No permiten ver hacia adentro. Augusto ya me espera sentado con las piernas en horcajadas, el asiento está hundido por su peso. Trata de ponerse el condón. Es cuando me siento frente a él, sobre sus muslos y sutilmente sustituyo sus manos por las mías. Para mí es fascinante hacerlo, envolver un turrón, mi turrón que está entre sus piernas, sé que lo disfruta mientras lo hago, en sus ojos se siente la delicia. Ya puesto el condón me lo meto con tranquilidad desesperada, con el cuidado de que mis movimientos no me delaten. Su miembro está hecho a la medida de mi vulva. Ahora lo beso, el dominio es mío, mi cintura se mueve lenta pero con ira, en forma circular, de adelante hacia atrás, sus manos están aferradas firmemente a mis nalgas. Cómplices ambos del silen-
cio, buscamos que el carro no se meza. Tomo otra posición, me pongo de espaldas a él, las piernas las pongo estiradas sobre los asientos delanteros y mis manos se sostienen a sus muslos, comienzo a suspenderme y bajar en flexiones continuas. Sé que puede soportar mi peso con tranquilidad, son 48 kilos de un cuerpo cimentado en ejercicios.Tengo libertad plena, estoy en un universo donde sólo él y yo existimos. Ahora en la misma posición enlazo mis pies a sus pies, siendo Augusto quien toma el mando cuando me toma por la cintura y me eleva para después bajarme, penetrando con fuerza. Lo hace rápido, poniendo cuidado a que no pegue la cabeza del techo, su respiración acelerada pega sobre mi espalda, yo abandono el silencio para gemir, mi cuerpo desfallece, hay una explosión en cada latido de mi corazón. Es cuando coloco mi cabeza sobre el asiento delantero mientras siento puñaladas danzantes en mi vulva que terminan en un largo aliento de Augusto que se reclina sobre mi espalda. Mi orgasmo se une al suyo como otras veces sucede cuando hacemos el amor. Con Augusto descubro mi intensa capacidad orgásmica, con su pene dentro, vibrando, despertando un volcán dormido en el abandono. Ambos nos separamos y nos ponemos de cada lado del asiento de atrás. Él antes de quedarse dormido expresa: “Creo que esta vaina se movió que jode”. Con la cabeza pegada a la ventana, yo lo veo. Sin pantalones, en franelilla, descalzo. Busco
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ponerme la pantaleta y me recuesto a su hombro. Vigila que no se pare. Ese fue mi error, me quedo dormida. Y me jala ahora por una mano. De pronto, ha ¿Cuánto tiempo duro así? No sé. Lo que me des- de ser por Dios mismo, aparece otra patrulla de la pierta son los golpes fuertes de lado de mi ventana. policía metropolitana, bajándose un señor moreno Por reflejo, bajo el vidrio, viendo un policía excla- bajito, uniformado con un medallero en el pecho. mando: - ¿Qué pasa aquí? ¿Por qué la señora está en - ¡Por favor, baje del carro!
esas fachas?
narrativa mirandina
Estoy sin sostén, en pantaleta y descalza, ves- ¡Me quiere llevar para no sé donde! –grito. tida sólo con la vergüenza. Sacudo a Augusto, gri- ¿Y el señor? ¿Por qué está tirado en el piso? tándole: “¡La policía, Augusto!”. Mientras agarro su Cabo, quiero un informe de inmediato. camisa y me la pongo. Lo despierto al momento que Yo ya suelta busco a Augusto, que con dificultad golpean una de las puertas del carro, nos ordenan se incorpora del piso. El gocho tiene el rostro como salir de inmediato. una torta de casabe. Entramos al carro para vesYa afuera, vemos que son dos policías uniforma- tirnos, mientras escuchamos que el bachaco daba dos metropolitanos. El que golpeó la ventana es un sus explicaciones: “Sargento estaban cometiendo bachaco alto de 1.80mts más o menos. El otro un delito de inmoralidad pública”, y toda una paja falsa gocho regordete, por el acento me doy cuenta que donde culpan a Augusto de querer quitarle el arma es gocho cuando nos dice: “Uy, y ustedes toches al policía gocho. que vagabundería hacían allá dentro”. Es cuando Al salir los dos del carro ya vestidos, el sargento me doy cuenta que el bachaco tiene mayor rango al ordenarle revisar el carro, viéndome de arriba aba- pide nuestra documentación incluyendo la del cajo con morbosidad. Augusto, que está sin camisa, rro, la revisa radiando dentro de su patrulla, al dedescalzo y en bóxer, le pide buscar las cosas de volvérnosla nos pregunta: nosotros para vestirnos. Es cuando exclama: - ¿A qué se dedican ustedes aparte de tirar en la vía pública? - Negativo. Están detenidos. Lo mejor es que se calle. - Yo soy enfermera -respondo. Luego se dirige a mí con desagradable autori- Yo profesor de Educación Física. -le dice Audad. “Usted, venga conmigo”, tomándome por un gusto. brazo. - ¡Retírense! Y no vuelvan más por aquí y la Augusto con coraje lo detiene y sin miramientos próxima vez vayan a un hotel. le dice: “Señor agente, usted a mi muchacha no se Algo que realmente hicimos. la lleva a ninguna parte, lo que ha de arreglarse Ahora estoy en la cama. Pienso. “No debí queque se arregle aquí mismo”. Apenas termina de hablar y el gocho que ya ha salido del carro, le atesta darme dormida ese fue mi error”. Augusto sale del un golpe en una de las piernas con un rolo. “Hijo baño completamente mojado diciendo: ‘e puta, singón. Falta a la ley y todavía se cree con - ¡Ese bachaco te quería joder! ¡A mi muchacha, derecho”. Augusto cae al piso y el bachaco le da qué bolas! una patada en el pecho. Es cuando empiezo a gritar Yo, contenta, sólo le digo: “Ven a la cama, olvi“¡Desgraciaos!”. Me suelto del brazo del bachaco y da eso mi cocho pechocho, ven que quiero darle a busco a Augusto. “Quédate conmigo, no te vayas mi héroe su bálsamo de amor que alivia las penas con él”, me dice. y cura el dolor”. Ya sé que aquí puedo quedarme - La mujer se viene conmigo. La voy a interrogar. dormida.
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Este jodido silencio Alejandro Sequera
narrativa
mirandina
Si observamos el gráfico C, la demanda ha subido en un ángulo casi de 45 grados y la oferta ha bajado consecuencia lógica de la economía. No escucho nada; qué silencio, seguro los carajitos esos están haciendo una vaina mala. Nuestra economía es totalmente regida por el dólar, coño el dólar, el dolar, el dolor de bolsillo. Necesito un carro, si yo tuviese un carro me estuviera metiendo más de trescientos mil diarios, y mi mamá que no llega… Ya vengo. El dólar rige una cantidad de economías de países dizque desarrollados a nivel mundial, no sé ni lo que estoy escribiendo, es que el otro día encontré a esos carajitos dándose un besito y tocándose las nalgas. Ese dibujito en la pared está feo; le falta pintura, no sé que estaba pensando cuando lo dibujé. Nuestro producto ha entrado en forma si se quiere decir original, impactante, desmedida al mercado. Mi papá todos los domingos me pide que lo acompañe al mercado, a ese antro, a ese prostíbulo que llaman mercado libre, allí donde la oferta y la demanda pierden el sentido… las ventanas están sucias, mañana las lavo. Si el ascenso de las ventas sigue de esa manera en cinco años todo el mundo va a tener en sus manos un artículo de
nuestro producto. Ya vengo, 15 minutos nada más. Coño, lo malo no es el besito ni la tocadita de nalgas si no que esos carajitos tienen doce y diez años nada más, seguro es culpa de las novelas pero mi mamá dice que no es malo ver novelas y ellos ni cortos ni perezosos, no se pierden ni un capítulo. La campaña en televisión no es la mejor pero ha logrado dar en el punto exacto que queríamos. Es que si veo un pote de pintura borro el dibujito ese de la pared; no luce bien y menos con este silencio tan arrecho, arrechera me da que mi papá todos los domingos me despierte para convidarme al mercado, los domingos; mi único dia de descanso. Si tuviese un carro yo descansaría bastante y me estaría metiendo trescientos mil diarios. Nuestras ganancias netas han aumentado en un impresionante 32 por ciento. ¿Para donde iría mi mamá? 15 minutos, seguro se quedó chismeando con Nélida… si yo tuviera un carro saldría un momento a buscar a mi mama y aprovecharía para comprar un pote de pintura para el dibujito ese… ¿Y si están desnudos? Porque inventan más… Nos podemos dar el lujo de aumentar el precio del producto. Ojalá viniera mi mamá, llegara de una vez, sonara el teléfono, saliera llorando uno de los carajitos… tengo que limpiar las ventanas, El dólar. Pintar el dibujito, la demanda. Comprar un carro, la oferta. Mi mamá que no llega, las ganancias netas. Mi papá y su mercado libre, la economía… Coño, ¿será que esos carajitos y su jodido silencio van a dejar que termine de redactar mi exposición?
Dibujo s/t de Antonio Saura (España, 1930-1998), de la serie La caja negra.
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Ulises Orellano NEFEL
*
I
II
La sabiduría se escondía en absorber el silencio
Deshacen las pirámides se esconden las cítaras canta al siervo la barca conduce los cuerpos ella esta sobre la cama oye el botero su pubis no encontró la flor de loto ni el Sutra que hay en el vuelo del cóndor en ausencias de deseos descubre entéricos mares aparece al dragón escarlata el alfarero moldea cristal de tu boca la primera palabra en el odre de las muchedumbres desaparece en amasijos la columna de humo no se detiene el proverbio despierta lo íntimo de la carne donde están los grillos que oía en mi niñez la primera vez entrañas no hacen olvidar en el U-banh hoy no la vi luego armé el juego no hay ningún por qué
de sílfides y silfos el elbe sigue tus nombres en los mudras de una nube la mujer sobre la arena se cubre de evangelios somos la cabala de un átomo Invierno ya no hay tiempo en las aguas el sello sobre los pergaminos el amante olvida sus vestidos se desprende el último astro una hoja solitaria recorre el velo una lámpara no hay rasgos en la nada sin amanecer de seda una aleya la busca el paisaje interior el diálogo la certidumbre el templo arcano sin cáliz desciende la bóveda.
poesia
* Poema originalmente publicado en la Revista literaria ¿al vacío...? Nº14, correspondiente a agosto de 2009.
mirandina
Fotografía de David Hamilton (Inglaterra, 1933)
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Christian Rodríguez PRUEBA
Ismael Llinás Cogollo PANIK
DE VIDA
Riders on the storm Into this house we’re born Into this world we’re thrown The Doors
Tengo cerca de 40 años, varios de ellos llevo desaparecida, no se sabe aún si estoy muerta o viva, ni las razones de mi desaparición. En los tiempos en que se me vio por última vez vestía jean, franela, zapatos sucios, descosidos, cabello suelto, mirada fiable, doce quilos menos, amor, a la verdad, a la justicia, al amor. Algunas veces me extraño, y aún otras me sueño sueño que estoy de regreso, y lavo y estrujo mi cara y vuelvo e indago al espejo, que me contesta entonces con el rostro de alguien que se me parece
poesia
mirandina
-.-.-
Luis Tavera
ramificaciones de sueños suenan las manos son tres copos de nieve sueltos en el aire el calor del frío se interna en los ramajes de la piel una canción que traduce el chillido de un perro atropellado sus venas son alambres de puas de una hacienda de ganado son los sonidos de las hordas de corredores es el llanto de las personas millonarias escuchar a simpatía por el diablo olvidar las canciones del ave maría el sonido del sol el olor de amor tocar el fuego amar los días más lluviosos de la vida pegar veinte horas la mejilla en la tierra la mejilla y la nariz en la tierra oler pues la tierra besar el aire sexo al fuego tragar tierra y pasarla con agua cosas asi de vez en cuando uno lo hace sentir mejor tragar tierra, morderla, amar tierra llorar tierra llorarse por nada un día de repente en la vida uno está llorando
PATHOS Me encuentro con mi enemigo. El enemigo que burlo todas las noches; las veces que él me encuentra, logra su cometido, morder ese pequeño avance del día: olvidar etapas oscuras que torturan. Su maldad me agobia y quema, su nombre es el silencio, no le puedo ocultar nada, todo me lo recuerda, escucho las voces que gritan todo lo que no quiero recordar. Desnuda frente al espejo de Francesca Woodman (EEUU, 1958-1981).
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Isaac Morales Fernández POEMA
COYUNTURAL
sin embargo la sinuosidad gris sí bastará para cubrir las montañas matar pastos, frenar la lluvia, condenar a la fauna secaremos todo verdor, mataremos los arcoiris y al llegar la noche del incierto mañana nos retiraremos a dormir tranquilos ebrios luego de secuestrar todo el licor existente sabiendo que no habremos cambiado absolutamente nada dejando todo merced final de los zombis que tú has creado.
-.-.-
Marcelo Seguel Bon
mirandina
En esa época yo escuchaba la canción Starman de David Bowie en un pequeño radio. Eso fue después del golpe de estado. Después, salía a la puerta de la casa en Von Schroeder a mirar la fina lluvia de un viernes por la tarde. De todo aquello sólo han quedado fragmentos: Una estructura construida, alimentada y agarrada por los hilos invisibles del lenguaje. Ante un orden que muere, el misterio de las cosas se escondía en una rosas rojas que mi madre cultivaba en un pequeño jardín. Todo ese efecto multiplicador –que impregna la memoria y los sueñoses lo que permite que yo aún persevere
poesia
Mañana habrá un paro nacional de escritores los poetas no crearán metáforas los narradores no relatarán ni describirán los ensayistas no argumentarán sus pensamientos habrá una abstención total de los dramaturgos a poner a hablar a sus personajes los cronistas se guardarán las historias de los pueblos para sí en este orden de ideas habrá prohibición estricta de todo lo que parezca sustento para una carta melancólica dedicada al amor perdido quedará suspendida toda intención de parafrasear un verso ajeno para atraer el dulce de las damas para cautivar las mentes inquietas o despertar a los jóvenes rebeldes se cerrará el paso en las avenidas misteriosas serán cortados los hilos de todas las Ariadnas no habrá lectura de cuentos a los niños antes de dormir será abolida el área de castellano y literatura en todas las instituciones educativas para que las mentes débiles sean felices y sigan proclives al desastre planetario en paz en el cenit de la euforia apilaremos nuestros propios libros nuestras bibliotecas serán allí reunidas también no nos importará la máxima de Borges el orgullo mayor por los libros leídos los someteremos todos a una misma hoguera celebratoria del fin de los tiempos en las plazas de los pueblos más tristes escritor que no acate el paro será convertido en pujante empresario editorial de manuales de autoayuda los cronistas cometerán suicidio colectivo como medida de presión la llama no será tan alta como para iluminar al mundo
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Trasposiciones de Ulises Orellano Del nadaísmo al vacuísmo * Isaac Morales Fernández
comentalibros
“La poesía es un hueco, un vacío” Vahé Godel
Partamos de que la palabra, y todo lo que este término trae consigo en el plano lingüístico y en el literario, es el mayor misterio de la humanidad. Es un misterio por varias razones, desde las meramente biológicas (cómo logró el hombre en su evolución prehistórica crear lenguaje hablado y escrito), hasta las sociales (y cómo logró hacerlo de uso general en las comunidades), sin olvidar las más filosóficas (qué es el habla, qué es el lenguaje, por qué los usamos, de dónde provino todo esto). Ahora bien, si la palabra es un misterio, ¿qué eviencias tenemos de la existencia de la palabra? Rara pregunta. Veamos: ¿hay una evidencia científica de que las palabras existen en la realidad? Entendamos como realidad todo lo que podemos percibir con los sentidos… ¿o todo lo que percibe la mente, como un ente abstracto decodificador de otros entes, es también realidad? Si coincidimos en que la primera afirmación (realidad-sentidos) está más cercana a la razón lógica o lo que consideramos como tal, como veracidad científica, demostrable, medible, la palabra y el lenguaje se desmigajan, se desmoronan. La pregunta es ¿el oír a alguien hablando o el leer un texto escrito son evidencia verdadera de que la palabra existe como ente real y tangible? Sería como decir que si dibujamos un cuadrado, un triángulo o un círculo, es porque existen, o así los hacemos existir. La bidimensionalidad realmente no existe. Igual, si la mente concibe un monstruo o un dios o un fantasma, no es porque existan. En este orden de ideas, palabra y lenguaje provienen del mismo lugar que triángulo y círculo y del mismo lugar que dios y los monstruos: de la nada. Por supuesto que sabemos que todo ello son esfuerzos imaginativos nacidos de diferentes necesidades humanas (comunicación, religión, cálculo), o como dice
el filósofo francés Henri Bergson, de la insatisfacción. Es decir, todo esto proviene del vacío. Asímismo, si la nada parió al nihilismo: entonces no se puede decir que la nada no crea nada. Alfred Jarry, sin duda un genio, afirmaba que no se podía crear desde la nada, que se creaba únicamente desde el caos. En eso se adelantó a Thomas Hubble. El problema es que Hubble hablaba de materia, Jarry hablaba de pensamiento. Por otro lado Einstein hablaba de energía, que es una forma en que se presenta la materia. Pero no hay que hablar de física en este caso porque la ciencia y la literatura tienen algo en lo que nunca coincidirán: las corrientes eléctricas (impulsos nerviosos) del cerebro no son los pensamientos: son la causa de estos, tal vez, pero no son las ideas, los pensamientos ni la imaginación mismos. La materia sólo nace de la materia, la energía sólo nace de la energía y ambas son lo mismo… el mundo de la mente es otra cosa. Allí ocurre una transposición, filosóficamente conversada durante siglos. Seguimos con Bergson. También podemos llamarla trasposición. El prefijo no significa lo mismo, pero podría para los fines de esta construcción teórica. Transposición es lo que cambia de lugar, lo que pasa de un sitio o de un plano a otro; y trasposición es lo que deja de estar al frente, visible
* Artículo originalmente publicado en la Revista literaria ¿al vacío...? Nº13, correspondiente a abril de 2009.
¿al vacío...? _______________________________________________________________________________ -3 NOTA DE CONTRAPORTADA DE TRASPOSICIONES La palabra: uno de los más grandes misterios de la cotidianidad, se evidencia, se palpa, se presiente en la poesía de Ulises Orellano. La palabra fragmentada, agujereada y hueca, “sílabas rotas”, “vocales confundidas”, alfabeto abstracto” que cumplen el rol de alucinante plurisignificación poética sobre el papel, para decirnos todo, para decirnos nada: “la frase muere aún sin decir”, “sólo queda el vacío de tantos vacíos”. La infancia, el amor y el desamor, la muerte, la ciudad: elementos que se entrecruzan como material estético en Trasposiciones, es decir, lo que se halla tras el simple conocimiento de la palabra, “aquí ese vacío, tras aquellas luces. y existe es la materia. Si dios, según la Biblia (ese hermoso y peligroso constructo de palabras) hubiera creado el mundo con materia y no con el decir, sería perfecto y no necesitaríamos nada. Pero a la materia la defenderemos en otro momento. En la literatura no hay materia, por lo tanto, la poesía (igual el círculo y dios) son construcciones retóricas-teóricas, arquitecturas verbales, caprichos aritmético-algebraicos, nacidos de necesidades humanas: la necesidad de tapar los vacíos donde no hay percepción pero sorprendentemente sí hay sensación (la del inhallable quinto sentido). La sensación de vacío que genera la necesidad de la que hablamos (leamos lo que explica Ferrater Mora sobre la Nada al hablar de Bergson). Literatura, matemática y religión son pura teoría y teoría pura. Son el intento por alcanzar al vacío antes de que finalmente lo perdamos o nos perdamos en él. Sin religiones estamos perdidos, también sin matemáticas, sin literatura y sin comunicación. Lo interesante es que el vacío siempre será vacío también, y siempre lo sentiremos aunque no lo percibamos, es decir, siempre intentaremos llenarlo porque el vacío siempre estará vacío. Es la nada siempre negadora del todo, pero complementaria. Es el vacío fértil gestáltico. Lo contrario de vacío sería lo pleno, como cuando Camus se sumerge en las playas de Tipasa. Bergson y Camus son dos ateos místicos, creyentes escépticos. La vacuidad como móvil hacia la plenitud, pero estas dos cosas se comportan como causaefecto o como acción-reacción. Todo esto (toda esta escultura de lenguaje) nos sirve para hablar de la poesía de Ulises Orellano en su libro Trasposiciones, publicado por el SNI-Miranda en 2008. La palabra, rescatada del vacío, y dirigida irremediablemente al vacío, se evidencia, se palpa, se presiente en la poesía de Ulises Orellano. Excelente hechura de signos verbales que nacen de una nada
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y presente para colocarse atrás, invisible y ausente. El impulso eléctrico del pensamiento se transpone (se transforma) y se traspone (trasciende). Fíjense en los bellos prefijos. Ocurre una transustanciación, un traspaso. Lo que era energía en las vías del cerebro pasa a formar parte de la nada del pensamiento. Todo ocurre en millonésimas de segundos. Un nervio que vibra de repente abre un hueco dimensional, un espacio vacío en donde nace un verso, un poema. El poema, y la obra de imaginativa creación de arte e ideas, celebran la muerte de la materia, de la energía: lo que era electricidad se convierte (trasvierte, trans-vierte) en un pensamiento por el que debemos apurarnos para llegar a cualquier sitio donde haya algo para anotar esa nada que, de dejarse pasar, será tan nada que no será si quiera un recuerdo de su casiautor. ¿Cuántos versos no hemos dejado pasar, dejándolos desaparecer en la nada, porque no pudimos ir a anotarlo antes de que el inclemente olvido se lo llevara? Cada poema escrito es, pues, una evidencia de lo que ocurre en el vacío. Una muestra empobrecida y enriquecida a la vez de lo que pudo ser algo tan perfecto como inútil. En este sentido, la palabra, como proviene de la nada, soporta todo. Cualquier cosa es escribible (aunque no sea cien por ciento describible). Pero nunca es realidad, ni mucho menos perfecto. Podemos hablar de dios y creer que existe (por supuesto, se trata de religión), a menos que se sea ateo, y allí podemos decir lo mismo del triángulo y de la palabra. Nombrarlos, explicarlos, creerlos, no significa que existan. Dios sigue siendo dios, el triángulo sigue siendo triángulo, la palabra sigue siendo palabra, pero no existen (una excelente explicación poética de este misterio se halla en un verso de Yucef Merhi: “¿acaso que mi castillo dejará de ser castillo porque no existe?”). Lo que es cierto
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-2 _______________________________________________________________________________ ¿al vacío...? de necesidades e insatisfacciones cotidianas del ser humano (lo que nos hacer ser humanos). Pero es la palabra fragmentada, agujereada, y hueca: “sílabas rotas”, “vocales confundidas”, “alfabeto abstracto”. Y desde la nada Orellano nos arroja estas difícilmente rescatadas sensaciones de vacío donde sucede lo que expresa Orlando Duno en el prólogo: “las palabras y las imágenes se conjugan con la experiencia cotidiana para conformar un mundo interior y, en apariencia, hermético”. Obvio: lo realmente vacuo es lo hermético. Esto es exactamente lo contrario al horror vaccui barroco. Ellos intentaron desesperadamente llenar el vacío. Orellano toma las evidencias del vacío y las expone. Incluso la distribución de los versos en el papel hablan de ese vacío entre las palabras, esa nada circundante y sólo a medias representable en los espacios en blanco del papel. Es como ver los agujeros negros (revisen el tema de los agujeros de gusano y verán hermosas coincidencias), que son contenedores de vacío por antonomasia: se notan es porque están rodeados de cierta luz. Orellano rodea el vacío con palabras y así aquel se ve: “aquí ese vacío / tras aquellas luces”. Luces en tanto palabra como logos; y es que todo en Trasposiciones cumple el debido rol de la plurisignifación poética, porque nos dice todo y nos dice nada: “la frase muere aún sin decir”, “sólo queda el vacío de tantos vacíos”; por supuesto: porque el vacío es como el Tao: no se puede expresar, nombrar ni percibir. El agujero negro se traga hasta la luz que lo circunda. El minimalismo oriental es la antítesis del barroco renacentista. El vacío que puede ser llenado no es el vacío. De esa dicotomía entre todo y nada, vacío y plenitud, sucede en cada poema otro de los fenómenos poéticos que explica excelentemente Duno en el prólogo al libro de Orellano: los poemas se comportan como “cantos de aprobación y
desaprobación”, “la comunión entre el ser del discurso y el no-ser del espíritu”, aunque ya podemos deducir que el ser del discurso es un pseudoser, un ser que sólo es ente perceptible por el pensamiento, es decir, por la nada. Recordemos que, en el poema de Blake, cuando Rintrah ruge y sacude sus alas, está en un abismo, es decir, en un vacío, y sólo desde allí nace la poesía (y específicamente la poesía moderna), no en los sentidos, por lo tanto, cuando decimos que la poesía nace del vacío y va hacia el vacío, es porque la vista con que leemos y el oído con que oímos el recitar de un poeta, son sólo las vías a través de las cuales pasa el poema hasta el mundo de las ideas, pensamientos e imaginarios otra vez, es decir, hasta el vacío. Esos son nuestros momentos agujero-degusano. De nuevo los impulsos nerviosos del cerebro sirven de puente para la transposición-trasposición, transformación-trascendencia, transverter-trasverter. Volvamos con Duno: “la palabra –en la obra de Orellano– es la transposición topográfica –entiendo abstracción sobre el papel– de los sujetos –o también diríamos objetos– inanimados en sujetos históricos – momentáneamente, como todo transcurrir temporal–”. Por todo esto concluye Duno: “las palabras (…) son la transustanciación del poeta”, porque en Orellano se hace preponderante el hecho de que el poeta es y debe ser una especie de químico-alquimista o científico-mago, que aunque trabaja con la materia, su verdadera labor es inmaterial, porque es capaz, conscientemente, de contradecir la física y hacer que la energía desaparezca. Puede ser esencialista y materialista a la vez. Y porque la poesía es un acto transversal de mundos.
Dibujo de Alejandra Kurchan (Argentina), de la obra mixta Bocetos sobre la praxis de la conjunción adversativa.
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Una anécdota muy humana de Ulises Orellano Isaac Morales Fernández Ulises vivió un tiempo en Berlín, Alemania. Allí trabajó bien pagado como redactor publicitario para una trasnacional, pero antes de eso, cuando estaba recién llegado, el trabajo que consiguió fue de barman. Contaba él mismo que ese primer trabajo lo perdió un día que se presentó una trifulca en el bar. Dos hombres comenzaron a caerse a golpes y de repente Ulises se dio cuenta que uno de ellos
profería groserías en perfecto venezolano. Cuando nuestro poeta se dio cuenta de que era un paisano suyo al que estaban “embromando”, saltó por encima de la barra y se metió en la pelea. Entre los dos venezolanos, uno agredido y el otro sólo movido por la solidaridad con el compatriota, le ganaron la pelea al teutón. Sin duda, Ulises era un poeta con todas las de la ley.
tuyedades
Fotografía tomada por Virginia Aponte para reportaje especial hecho a nuestra revista para el diario Noticias del Tuy. Abril 2015. De izq. a der.: Leonardo Delgado, Ana Karina Rondón, Magdalena Goncalves, Julio Valderrey e Isaac Morales.
Eduardo Galeano (Montevideo, 3 de septiembre de 1940 - 13 de abril de 2015) Gran maestro del pensamiento revolucionario latinoamericano del siglo XX
Carlos Noguera (Tinaquillo, 28 de octubre de 1943 - Caracas, 3 de febrero de 2015)