a Y Silbato Ciril
s on a m ig o s
A Silbato le encanta tomar el sol, ver pasar los cangrejos y el olor a corviche fresco. Silbato se siente feliz aunque le encantarĂa que alguien lo haga sonar.
En la tarde, se divierte viendo a los niños y niñas que vienen a jugar a la playa después de la escuela. Pelota viene, pelota va. Silbato suspira: -Daría todo para que uno de esos niños me viera y me hiciera cosquillas hasta hacerme pitar. Un cangrejo lo mira y le dice: -Tranquilo, Silbato, te voy a ayudar. Silbato se emociona y empieza a brincar.
Al otro día y todavía sin despertar, Silbato siente que alguien lo comienza a arrastrar. Es el señor cangrejo que madrugó a trabajar. -Muévete, Silbato, te voy a llevar donde los niños y niñas para que puedas jugar. Cuando están a punto de llegar, una niña los encuentra y los mira con curiosidad. ¡Es Cirila!
Cirila tiene ojos grandes, la piel dorada por el sol y unas lindas trenzas que le cuelgan de la cabeza. Ella se inclina, recoge a Silbato y‌ -Priiipriiiiipriiii, pita y pita Silbato se retuerce de las cosquillas y no para de sonar. Desde ese dĂa Cirila y Silbato son amigos y juegan y pitan en la arena hasta que el sol se va.
Pero un día Silbato siente que todo comienza a temblar y piensa en Cirila que no viene a jugar. Su amigo cangrejo le dice: -No te alarmes, Silbato, tal vez Cirila vuelva en un rato. Pero pasa el tiempo y el cangrejo ve a Silbato llorar, así que se aventura hasta el pueblo para averiguar por qué Cirila no ha vuelto al mar.
Desde una piedra en lo alto, el cangrejo ve a Cirila. Ella está en una carpa con otros niños y niñas. El cangrejo da media vuelta para regresar, pero antes se da cuenta de algo más: Una mujer descarga una bolsa repleta de pitos de colores, ella los llama silbatos protectores.
El cangrejo escucha con atención las instrucciones y de camino a casa las repite para no cometer errores: -Cuando tengas miedo, pita una, dos y tres. -Si alguien quiere hacerte daño pita una, dos y tres. -Si tocan tu cuerpo o te obligan a tocar a alguien, pita una, dos y tres. El cangrejo corre con emoción y le cuenta a Silbato cuál es su misión.
Si alguien toca tu cuerpo, pita una, dos y tres.
-Silbato, con Cirila ya no solo vas a jugar. Ahora a tu amiga tendrás que cuidar. -¿Cuidar de qué?, pregunta Silbato. - Yo no sé, mi amigo, esto no más te digo: Empieza el camino que es largo. Quédate junto a Cirila y si algún extraño se le acerca para hacerle daño, dile que pite fuerte hasta que se vaya. Silbato se despide y atraviesa la playa ayudado por una corte de seis cangrejos.
Después de toda una noche de recorrido, Silbato llega a la carpa donde está Cirila, quien todavía está dormida. Al salir el sol, Cirila abre los ojos y se le pinta una sonrisa al ver que su amigo Silbato está a su lado. Aunque quiere hacerle cosquillas hasta reventar, sabe que por un tiempo no debe hacerlo pitar.
-Hola, Cirila, mi gran amiga- saluda Silbato. -He venido para cuidarte. Lo mejor es que me cuelgues en tu cuello para no abandonarte. Cirila sonr铆e y coge un cord贸n para poner a Silbato cerca de su coraz贸n.
Desde ese día Cirila y Silbato van juntos para arriba y para abajo. Juegan en la carpa, en la calle y hasta en el baño. Pero eso sí, tienen un gran pacto: solo cuando Cirila sienta miedo o temor, pitará muy fuerte con Silbato, su amigo protector.
Un cuento de: Isabel González Ramírez Illustrado por: Damian D’mon Diagramado por: Edward Cooper
Con el apoyo de Sentimos Diverso Quito - Ecuador 2016
Esta es una herramienta pedagógica para empoderar a niñas y niños frente a la violencia sexual. Si usted necesita más orientación puede comunicarse al correo sentimos.mucho@sentimosdiverso.org