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REPORTAJE

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Dra. Arenas (Semergen): "Lo más difícil es ilusionar a nuestros residentes en AP cuando ven la situación que vivimos"

Por cada uno de los residentes de medicina de familia y comunitaria que inicia su formación hace falta un tutor en el centro de salud de atención primaria que guíe los años de aprendizaje de la especialidad, pero la realidad es que hay escasez de tutores. Muchos se están jubilando y otros se sienten «saturados y con malas condiciones de trabajo» como para convertirse en tutores, según explica a iSanidad la Dra. Susana Arenas, coordinadora del Grupo de Trabajo de Tutores de Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (Semergen). ciado desde hace años los profesionales de atención primaria y algunos, como medida de presión, han optado por plantarse y no admitir más residentes en la próxima convocatoria. La Dra. Arenas no es partidaria de esta acción, pero tiene claro que, ahora mismo, «lo más es infundir el amor por la especialidad» a los residentes. Con consultas en las que se atienden a 80 pacientes al día, enseñar técnicas, ecografía o cirugía menor ambulatoria no es posible, los residentes «saldrán con carencias en su formación», admite la Dra. Arenas, pero advierte de que «lo más complicado será que quieran seguir siendo médicos de atención primaria». "Independientemente de que vean menos pacientes, lo más difícil ahora mismo es que los residentes nos vean ilusionados por nuestro trabajo en AP"

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"Hay escasez de tutores en AP porque muchos se están jubilando y hay médicos que no quieren ser tutores porque están saturoas y con malas condiciones de trabajo"

¿A qué dificultades se enfrentan los tutores en atención primaria?

La dificultad más importante es que se ha convertido en un verdadero reto ilusionar por nuestra especialidad a los residentes cuando ven la situación que vivimos. Ahora mismo es muy difícil trabajar. No estamos haciendo una consulta normal. Aunque volvimos a tener asistencia presencial hace unos nueve meses, la pandemia se sigue llevando la mitad del tiempo en consulta. Eso hace que la capacidad que tenemos de enseñar a los residentes sea menor. La asistencia telefónica es una parte importante de la consulta, con lo cual se pierde bastante del manejo diario del paciente. Pero, independientemente de que vean menos pacientes, lo más difícil ahora mismo es que ellos nos vean ilusionados por nuestro trabajo para infundirles el amor por la especialidad en estas circunstancias.

¿Hay escasez de tutores en la especialidad?

Sí, hay escasez. Primero porque se están jubilando muchos médicos de familia y no hay recambio para ellos. En segundo lugar porque hay médicos que no quieren ser tutores. Yo siempre animo a médicos que son muy buenos profesionales a ser tutores y no quieren

serlo porque dicen que ya están bastante saturados y con bastantes malas condiciones de trabajo como para coger un residente. Pero creo que si eres un buen profesional justamente debes coger un residente para que vean lo bien que trabajas y aprendan. Yo no dejaría de ser tutora aunque el resto de condiciones sean adversas porque si no tenemos residentes no tenemos recambio.

¿Desde Semergen apoyan el movimiento de 130 tutores de atención primaria que se han plantado en la Comunidad de Madrid? Es algo que hemos hablado en el Grupo de Trabajo de Tutores de Semergen y no lo compartimos. Dejar de ser tutor para castigar a la Administración al final está penalizando a los residentes, que no tienen la culpa. Creo que puede haber otras medidas de presión a la Administración que no recaigan en nuestros residentes.

Pero entiendo que mis compañeros de Madrid están en una situación muy mala. Muchas veces no sabemos ni qué hacer para que nos escuchen. Ellos están sufriendo mucho y nadie les da una solución. Llega un momento en el que a veces no se ven capaces de seguir. Tengo compañeros interinos, incluso titulares, que se están planteando dejar la atención primaria y dedicarse a otra cosa.

¿Qué mejoras requeriría esta labor?

Habría que facilitar el trabajo del tutor, empezando por cupos de pacientes acotados y limitación en el número de consultas. En zonas urbanas tienen consultas totalmente desbordadas en las que llegan a atender de manera presencial y telefónica 80 pacientes al día. En esas condiciones la calidad de la asistencia es mala para el paciente y también para la formación del residente. Tener más de 40 pacientes al día significa no hacer muchas otras cosas. También habría que reducir la burocracia.

"Dejar de ser tutor en AP para castigar a la Administración al final está penalizando a los residentes. Pero entiendo que mis compañeros de Madrid están en una situación muy mala"

"Deberíamos poder tener tiempo para repasar la consulta con los residentes, entre otros temas. Ahora, lo hacemos como podemos o en nuestro tiempo libre"

"Con 80 pacientes al día no puedes enseñar al residente medicina comunitaria porque no la haces. Tampoco puede enseñar cirugía menor, ecografías o técnicas que requieren su tiempo"

¿Hay suficiente reconocimiento para los tutores o plantean algún tipo de compensación para esta figura?

Hay diferente grado de reconocimiento según la comunidad autónoma. Alguna, como Cataluña, llega a pagar un plus a los médicos tutores. El reconocimiento económico está bien, pero el tutor no debe serlo solamente por aumentar su nómina, sino porque realmente le gusta y quiere hacerlo bien. También sería necesario que se pudieran cumplir las horas de formación y de docencia.

Es necesario poder disponer de horas de formación, que pueden destinarse a cursos o asistencia a congresos. Los tutores no tenemos mayor número de horas de formación que el resto. Y también es necesario poder dedicar al residente las horas de tutorización, que están reconocidas, pero rara vez se cumplen. Deberíamos poder tener tiempo para repasar la consulta, entre otros temas, y hacer ciertas entrevistas que están establecidas. Ahora, lo hacemos como podemos o en nuestro tiempo libre.

Con 80 pacientes al día no puedes enseñar al residente medicina comunitaria porque no la haces. Cualquier labor de este tipo en un colegio o con una asociación ahora es imposible. Tampoco puede enseñar cirugía menor, ecografías o técnicas que requieren su tiempo. Ahora mismo, el trabajo es salir del paso de lo urgente.

¿Cree que tendrá consecuencias esta situación en la formación de los nuevos médicos de medicina de familia y comunitaria?

Cuando terminen la residencia los médicos que se forman ahora en medicina de familia y comunitaria van a salir a una consulta que será como la que están viviendo sus tutores. Para ellos va a tener consecuencias: habrán hecho menos consultas programadas, menos ecografía, menos cirugía menor y menos comunitaria. Van a tener carencias, porque la pandemia está modificando la vida de todos, pero el que tenga interés puede seguir aprendiendo, tienen que seguir formándose.

Lo más complicado es que quieran seguir siendo médicos de atención primaria. Ahora mismo, muchos se van a urgencias hospitalarias o se van a otro país con mejores condiciones de trabajo. Y eso sí es muy perjudicial para el sistema porque si vives una mala situación y huyes de ella, a lo mejor no vuelves.

Dr. Julio Mayol: "Si desincentivamos la docencia como una parte esencial del ejercicio de la medicina, lo pagaremos"

La formación de los futuros médicos se asoma a un periodo de transformación. El catedrático en Cirugía de la Universidad Complutense de Madrid, el Dr. Julio Mayol, advierte de de que la universidad española se está quedando «sin profesores de medicina». Por este motivo, insiste en la necesidad de incentivar la docencia en medicina. Otro problema es la formación a los futuros médicos a los que se prepara para responder al examen MIR y no para responder a las necesidades de un paciente.

¿Qué valor tiene para un médico ser catedrático?

Llegar a catedrático es el culmen de una carrera académica. No todos los médicos tienen un interés por dedicarse a la academia, que supone combinar la investigación y la docencia junto con la práctica clínica para hacer progresar la profesión. En mi caso es casi un sueño de infancia. Sin ningún antecedente familiar en la medicina y con siete años mientras estaba ingresado en el Hospital de La Princesa por una apendicitis con una peritonitis posterior, escuché a sor Filomena García, que era la jefa de planta que había venido a Madrid en el año 69 el profesor Durán Sacristán, que era un gran catedrático de cirugía.

Yo ya quería ser cirujano entonces, pero me impresionó tanto que decidí ser como esa figura que me había contado como en un cuento Sor Filomena. No quería ser otra cosa y eso me ha hecho la vida muy sencilla. Más tarde fui alumno interno del profesor Durán Sacristán en el hospital Clínico San Carlos y ahora catedrático de cirugía como lo fue él. En cuanto a la academia, si queremos hacer progresar una parte del conocimiento y a la vez una profesión como es la cirugía, tenemos que implicarnos, tenemos que crear conocimiento, compartirlo, evaluarlo y mejorarlo.

La presión asistencial es muy importante y no se encuentran muchos incentivos para la investigación, para poder producir un conocimiento de calidad

¿Qué obstáculos encuentra hoy el médico para compaginar estas las tareas de asistencia, de formación y de investigación?

Los obstáculos con los que se encuentra cualquier médico que quiera llegar a desarrollar una carrera académica no son muy diferentes a los que se han venido experimentando. Evidentemente ahora tenemos unos condicionantes diferentes. La presión asistencial es muy importante y no se encuentran muchos incentivos para la investigación, para poder producir un conocimiento de calidad. Llegar a implicarse esta manera en una carrera académica tiene más que ver con la motivación, que con la incentivación.

Esta situación tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Nos estamos quedando sin profesores en la universidad española. Tenemos profesores que han subido enormemente el nivel en los últimos años. Sin embargo, no tenemos bien estructurada la carrera del profesorado, particularmente en medicina, con unos criterios que a veces están demasiado enfocados a la publicación y no tanto el desarrollo de una carrera profesional. En el caso de medicina, difiere del que se dedica a la investigación pura y dura en químicas, lo nuestro tiene mucho más que ver con la asistencia a personas, y eso modifica enormemente la carrera. Eso hace que se esté desincentivando la llamada, las vocaciones para la docencia académica. Y esto terminará pagándose, esto no es algo que no tenga consecuencias. Si desincentivamos la educación y la docencia como una parte esencial del ejercicio de nuestra profesión, en el futuro lo pagaremos.

¿Qué soluciones hay a este problema?¿Qué medidas se pueden tomar ya a corto plazo para empezar a poner la solución?

Hay que adoptar múltiples medidas. Son problemas complejos que no se solucionan de una manera sencilla. Primero necesitamos un plan bien definido para decidir qué tipo de profesores, qué tipo de catedráticos, qué tipo de investigadores académicos queremos desarrollar. No podemos poner es recursos sin tener un plan. La Conferencia de Rectores, y particularmente los decanos de medicina, han venido advirtiendo del problema. Aun así nunca ha existido un gran consenso sobre cómo enfocarlo. Debemos tener claro el tamaño de la universidad que queremos para un país como el nuestro, el grado de excelencia, y cuantificar lo que queremos. Hemos conseguido a través de la investigación producir gran cantidad de factor de impacto en nuestro país que luego no se traduce muy bien a la práctica de la medicina. Tenemos que definir muy bien cuáles son los indicadores y hacer un plan para conseguirlos. Necesitamos más profesores, con un buen nivel. Resulta fundamental la remuneración. Si no, será verdad ese lema que dice “if you pay peanuts, you get monkeys”.

No tenemos bien estructurada la carrera del profesorado, particularmente en medicina, con unos criterios que a veces están demasiado enfocados a la publicación y no tanto el desarrollo de una carrera profesional

Necesitamos un plan bien definido para decidir qué tipo de profesores, catedráticos e investigadores queremos

Resulta fundamental la remuneración. Si no, será verdad ese lema que dice “if you pay peanuts, you get monkeys”

diantes no existe una carrera académica. Sin sentar a los estudiantes, sin recibir la energía, el ansia por aprender que tienen ellos, es imposible dedicarse a la docencia, sino se convierte uno en un mero funcionario o en un burócrata.

Para mí, la docencia es la capacidad de trascender como persona, traspasando el conocimiento y esperando que los que vienen detrás sean capaces de mejorarlo. Me parece fascinante como punto clave en la vida. Esa capacidad del docente de responder a sus preguntas incluso con un «no sé, me lo voy a preparar», de verles crecer, desarrollarse y terminar convirtiéndose en líderes de la profesión, es la satisfacción más importante que cualquier ser humano puede tener, al mismo nivel de la de tener hijos.

Ya en el plano personal, como profesor titular y ahora como catedrático, ¿qué le han aportado los médicos jóvenes en formación?

Yo considero que ya se es médico desde el momento en que aprueba la selectividad y entran a estudiar medicina. Es un médico menos formado que todavía no tiene licencia para trabajar, pero que está en un camino que la mayoría de los casos termina convirtiéndose en un graduado de medicina y finalmente un residente y un profesional. Es como los pacientes para los médicos. Para un profesor sin estu-

¿Cuáles considera que son las principales lagunas ahora mismo en la formación de los médicos más allá de la falta de profesores que estamos sufriendo en la actualidad?

Como profesor, creo que seguimos anclados y soy corresponsable de ello, en un modelo formativo del siglo XIX. Se trata de un modelo en el que un examen inadecuado termina haciendo que todo el proceso educativo se estructura alrededor de él en vez de en definir claramente qué tipo de profesionales queremos obtener y cómo darles las experiencias para que sean capaces de guiar su propio aprendizaje.

Tenemos que ser capaces de cambiar, no por la tecnología, la tecnología es la ayuda. Si no porque realmente hayamos cambiado nuestra manera de ver el proceso de asistencia sanitaria y de ejercicio moderno de la medicina. Tenemos una sociedad diferente

con unos conocimientos extraordinarios, que es imposible abarcar en seis años. Lleva una vida a formarse como médico. Cuando se jubila, es cuando empieza a parar de aprender. Y sin embargo, seguimos basados en un modelo de simplemente seis años de formación, luego un examen MIR, luego la residencia.

El examen MIR, con todas las ventajas que tiene y ha tenido, impone ciertos sesgos y ciertos vicios a la formación durante la carrera. De manera que, a veces, tenemos la sensación de que estamos preparando personas no para que sean capaces de responder a las preguntas de una persona enferma, sino para que sean capaces de responder bien un examen tipo test para poder elegir después la especialidad. No estamos tan centrados en el desarrollo personal, científico y técnico de grandes profesionales que sepan colaborar y trabajar en equipo junto con los pacientes para resolver problemas, sino en personas que responden bien exámenes.

Como profesor, creo que seguimos anclados y soy corresponsable de ello, en un modelo formativo del siglo XIX

Debe ser complicado librarse de ese pragmatismo, ¿cómo se puede equilibrar esta formación y este pragmatismo que es lógico que tengan los alumnos?

Uno de los primeros problemas es redefinir entre todos el modelo de examen. Lleva en funcionamiento mucho tiempo y permite distribuir a las personas alrededor de una campana de Gauss. Normalmente, hay una buena asociación entre ser un buen profesional y contestar bien el examen, pero a veces no. Tenemos que ser capaces, no de bajar el listón, sino de subirlo pero ayudar a los estudiantes a que no se sientan quemados, a que no les hagamos promesas de una profesión que ya no existe, que es diferente a lo que vivíamos hace 80 años, 60 años, incluso distinta a la que era cuando yo me formé. Tenemos que entender bien el contexto y formular exámenes adecuados para ese contexto. Hacemos preguntas que son de súper especialistas, más que de evaluación de profesionales. El objetivo de este examen no es evaluar cuánto saben, es poder distribuir a las personas de manera que cada puesto sea único.

Estamos viendo un boom de la robótica aplicada a la cirugía, ¡cómo se incluye la tecnología en los planes de estudio?

Justo ahora que la tecnología avanza, creo que lo que menos hay que enseñarles es de tecnología. Tenemos que insistir en la comunicación, en el procesamiento de la información, de análisis crítico de los datos, de procesos para responder a problemas complejos. Porque la tecnología va a terminar siendo transparente, no va a necesitarnos a nosotros para tomar ciertas decisiones. Tenemos que comprenderla, pero no tenemos que hacerla nosotros. Tenemos que ser capaces de entrenar a profesionales para que hagan buenas preguntas, no para que den buenas respuestas. Porque la inteligencia no está en la respuesta, está en las preguntas.

Por mucha robotización, si el médico no indica bien la cirugía, el robot va a realizar una acción con mucha precisión pero con total inexactitud. Cada vez es más necesario formar a los profesionales en esas habilidades que se llamas blandas, lo que es profundamente humano y no centrarnos tanto en la tecnología que hace que el machine learning funcione. ¿Quiénes van a ser las personas que le hagan las preguntas? Se trata de definir quién va a estar con los pacientes, no quién va a utilizar la tecnología.

Lo que menos hay que enseñar es de tecnología, tenemos que insistir en la comunicación

Ya es catedrático, ¿cuáles son los próximos retos personales o profesionales?

Tengo una muy intensa proyección internacional. Ahora mismo soy editor de una revista norteamericana de cirugía y secretario de una revista británica sobre el mismo tema. Mi idea es avanzar en la creación de plataformas de formación global e intentar situar toda la educación de los cirujanos al mismo nivel en cualquier parte del mundo, que cualquier persona que necesite formarse en cirugía pueda acceder al mismo conocimiento y a los mismos recursos para poder llevar soluciones a las personas que tienen enfermedades que son tratables quirúrgicamente.

Que haya diferencias entre determinados países no es bueno para nuestros pacientes. No consiste en aumentar las diferencias, consiste en llevar a los de abajo lo más arriba posible. La tecnología pero sobre todo nos ayuda una manera diferente de pensar. Próximamente vamos a lanzar la BJS Academy, una academia de lo que antes era el British Journal of Surgery, que ya es europeo y pretende ser una plataforma global para la formación de estudiantes y de residentes en el área quirúrgica.

Desde hace más de un siglo, para MSD la vida es lo primero.

Durante 130 años nos hemos enfrentado a enfermedades que suponen un gran desafío a nivel mundial, dando esperanza a las personas y protegiendo también la salud de los animales. Hoy, aspiramos a ser la principal biofarmacéutica en investigación intensiva del mundo. Este compromiso nos impulsa a la búsqueda constante de avances médicos que beneficien a los pacientes y a la sociedad del presente y futuro.

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