Lenardis dimora

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Lenardis Dimora Black Butterfly


CAPÍTULO 1

Estaba mirando mi reflejo en el espejo del baño de la casa, jugando con mi cabello negro, liso y sin gracia alguna; servía de una u otra manera para entretenerme. Quedé mirando mi rostro, la pálida piel resaltaba en lo anormal y mis ojos verdes solo hicieron que me aburriera, si seguía mirando iba a tener un colapso de disgusto. Mi cuerpo tampoco ayudaba a notar algo en el reflejo, no tenía muchas curvas, es más, era bastante delgada…pero de todas formas mi ropa holgada me impedía marcar algo de mi cuerpo. Tenía que salir de aquí, o si no iba a terminar con mi autoestima por el suelo. Eran las cuatro de la mañana y seguía sin poder dormir, había terminado nuevamente de leer una saga de vampiros que había encontrado en algún lugar de Internet y como siempre seguía provocando que sintiera que mi vida era demasiado aburrida y que solo en un futuro, tres meses para ser específicos, lo único que iba a tener de emocionante, era entrar a la universidad y sabía que esa emoción se iría luego de verme absorbida por los estudios y terminar en siete años con un título que solo me iba a esclavizar al trabajo y en eso si que no había dudas, menos cuando iba a estudiar Medicina…me gustaba, pero aun así, no encontraba que fuera algo tan emocionante como en las vidas de los personajes que leía en esos maravillosos libros, luchando constantemente, llevándome a lugares que jamás me podría imaginar…pero solo eso, ahí estaban…en mi imaginación. Debo admitir que en un lugar muy escondido de mi corazón, creía que existían, escondidos de todo conocimiento humano, caminando entre nosotros sin darnos cuenta, pero luego de esa emoción…me veía abofeteada por la realidad, de seguro me estaba volviendo loca tanto leer. Salí del baño con un suspiro, derrotada por no encontrar nada entretenido que hacer, fui a mi habitación y busqué algo para abrigarme, algún sweater viejo que tenía tirado en mi cama. Tomé mi cajetilla de cigarros para poder distraerme y dejar de sentir autocompasión por mi vida normal, que probablemente si le hubiera dicho a alguien como me sentía me daría un sermón diciendo que era afortunada de tener una existencia que otras chicas soñarían, pero bueno, en estos momentos nadie me acompañaba como para regañarme. Traspasé la puerta principal y me apoyé en el marco de esta, sacando un cigarrillo, mientras respiraba el aire frío que había, para ser verano debo decir que estaba más helado de lo común…aunque claro, era bastante tarde.


Miré a mi alrededor y todo estaba en silencio, las luces estaban alumbrando la oscuridad y cada casa tenía sus luces apagadas, no se escuchaba ni un solo ruido, no ladridos de perros, no maullidos de gatos, ni gritos de alguna persona que estuviera ebria, era solo un día más en la semana de Diciembre, la última semana de este mes. Negué con la cabeza diciendo que estaba más sentimental de lo normal. Saque un Lucky Strike y prendí mi único vicio, agradecida de que nunca me hayan faltado cigarrillos en mi vida, le di apenas una sorbida y sentí el agrado del sabor del humo en mi boca, de cómo mi corazón se aceleraba un poco, realmente era irónico, iba a estudiar Medicina y era más que adicta a los cigarros, no los iba a dejar por ética…no por ahora al menos. Abrí y cerré nuevamente mis ojos volviendo a absorber del cigarro y luego de unos segundos boté el humo, me quedé concentrada mirando hacia calle, cuando sin siquiera darme cuenta una persona apareció a un lado de mi cerco de metal, era un hombre, sentí como mi estomago se revolvió un poco por la sorpresa, pensé rápidamente en botar el cigarro y entrar al refugio de mi casa, pero luego pensé que sería muy grosero de mi parte…aunque había un hombre que podía ser peligroso, al frente mío y en la madrugada. —Buenas noches… —me tomó por sorpresa escuchar su voz, era suave, un tanto hipnótica. Mi corazón se aceleró solo al escucharlo y sabía que no era por efectos del cigarro. Lo miré nerviosa y me atraganté un poco con mi propia saliva. —B-buenas noches –aunque su voz fuera bastante sexy, no me iba a quedar aquí ni un segundo más, boté el cigarro, del cual quedaba bastante que quemar y lo pisé rápidamente. —No deberías fumar, hace mal –fruncí el ceño al notar que no era un extraño cualquiera, sino que era un extraño entrometido. —Sí, bueno, que tengas buenas noches –me volteé y no me importó haberlo tratado con tanta confianza, él lucia joven, unos veintitrés como máximo. Dirigí mi mano hacia la puerta para entrar y olvidar todo lo sucedido, pero no pude. Me quede helada al sentir una mano muy fría que sujetaba mi brazo libre, dejándome a su disposición. De inmediato me llamó la atención lo helado de su agarre, pero un segundo después eliminé esos estúpidos pensamientos, ahora tenía que pensar en el psicópata que estaba a punto de matarme y quizás hacer lo que se le diera la gana conmigo. No me podía mover y él lo intuyó ya que se acercó más a mí y pasó su otra mano por mi lado para así tomar mi brazo que no estaba a su alcance y me comenzó a mover, haciendo que me volteara a verlo.


—Necesito tu ayuda –su voz seguía siendo seductora y me sentía pésimo por encontrarla de esa forma, era ilógico que en esta situación tuviera estos pensamientos. Sin dudas ahora mi vida aburrida era mucho mejor que estar en esta “emocionante” actividad. — ¿S-i? –no me había dado cuenta hasta ahí que mi respiración era pesada y rápida. No podía ver su rostro, tenía mi mirada hacia el suelo y no era lo demasiado valiente como para poder encontrar sus ojos. — ¿Qué haces a estas horas en la calle?...sabes que vivimos en un mundo muy peligroso hoy en día –si, claramente ahora veía lo peligroso que era, que ni siquiera en la puerta de mi casa estaba a salvo — ¿No me vas a responder? –se sentía muy confiado de sí mismo, eso no me agradó y tragué dolorosamente mi saliva ya que mi garganta se secó por el miedo. Traté de sacar fuerzas de donde no tenía y enfrentarlo. Estaba aburrida con mi vida, pero no quería morir…menos con mis padres a unos metros de distancia. —Suéltame –logré decir y lentamente levanté mi mirada para encontrarme con la suya y….Santo Dios, eso sí que era una mirada oscura como la boca de un lobo. Aquel chico, si, porque ya podía ver que solo era un poco mayor que yo, me sonrió curvando sus labios, haciéndolo ver muy atractivo, nuevamente me quise abofetear por esos pensamientos. —Ciertamente no lo haré, dije que necesito tu ayuda… — ¡Suéltame! –no sé de donde salió eso, pero mi voz fue bastante segura, sin embargo en respuesta solo obtuve su risa burlona ante mi atrevimiento. —Tienes agallas…me agrada, pero ya es tarde para salvar tu vida –lo dijo descaradamente como si fuera lo más normal del mundo, quizás era algún asesino en serie o yo no estaba mirando las pistas correctas en ese momento –Ahora…debo decir que hueles magnífico… —en ese momento sentí como en mi cerebro hizo un “clic” al escuchar esto último. Levanté más segura mi mirada y encontré unos ojos más amables, pero luego me fijé detrás de él, hacia el cerco de mi casa… ¿Cómo diablos lo había saltado tan rápido? Sin poder controlarlo, mi mente comenzó a hacer muchos “clic” lo cuales me convencían cada vez que estaba más loca que una cabra. —Un vampiro… —no lo pude controlar, me quería golpear por no haber parado mi estúpido cerebro antes de decir aquella frase, incluso con un asesino, esto era vergonzoso. Aun seguía aterrorizada, pero esto se mezclo con curiosidad, lo miré fijo y él al escuchar lo que dije, solo enarcó una ceja, pero no lo negó.


Su piel era demasiado fría, incluso para que fueran las cuatro de la mañana, era tan blanca como…como si estuviera muerto y esos aspectos misteriosos de él, solo me decían que quizás…solo quizás no estaba tan loca como pensaba. — ¿De qué estás hablando? –Su mirada se volvió más dura — ¿estás loca con esas “cosas”?...cada vez son más comunes estas respuestas —lucia molesto, pero no me importó. — ¿Cómo saltaste tan rápido para llegar a mi? –sí, estaba loca, le estaba haciendo un interrogatorio a un vampiro o…a un loco que me quería matar. — ¿No has pensado que eres demasiado lenta? –frunció el ceño de tal forma que me dejó bastante claro que lo estaba incomodando, por no decir que lo estaba molestando. —Lo eres, no lo has negado y no me has tratado de loca –en realidad lo hizo, pero de una forma que no llamó mucho la atención — ¿Cómo piensas matarme sin que me entere de lo que eres? — ¿Te das cuenta que estás hablando de tu muerte como si fuera lo más normal del mundo? —No me debería importar si voy a morir de todas formas –repentinamente suspiró pesadamente, como si se estuviera rindiendo. Soltó su agarre sobre mí. —Hay un problema con las chicas de hoy. — ¿Qué edad tienes? –no me podía alejar de él, era imposible, ahora quería saber todo. — ¿Por qué no has corrido aun? –su pregunta me sorprendió, tenía razón, siendo o no vampiro, iba a morir y yo estaba haciendo preguntas estúpidas. Sin embargo no me podía ir, no tenía idea del por qué. Él notó mi determinación – veinticuatro –su tono era como si fuera lo más obvio del mundo. —Ya no tienes escapatoria, no lo has negado en todo este tiempo —casi me salió una sonrisa al decir eso –dime de verdad cuántos años tienes. —Más de lo que te podrías imaginar… ahora ¿qué haré contigo? –Tenia el ceño fruncido –odio cazar por lo mismo, la próxima vez mandaré a alguien que me traiga alimento –estaba hablando consigo mismo. — ¿Es verdad? –no podía parar de mirarlo sorprendida. ¿En qué momento esto paso de ser un casi asesinato a una entrevista con un vampiro?...era irónico. — ¿Qué cosa? –creo que cada una de mis preguntas iba a ser respondidas de la misma manera…más preguntas. — ¿Pueden morir al estar al sol o brillan? ¿La plata los daña? ¿Mueren con una estaca en el corazón? ¿No lloran? ¿Las cruces los dañan? ¿El ajo les hace algo? –su


expresión se estaba endureciendo, ahí me di cuenta de con quien estaba hablando y que cada vez que abría la boca aumentaba las posibilidades de que me matara. —Mira niña…tu olor de verdad es embriagador y sé que nadie te creerá si le dices a alguien esto, pero me causa intriga tu actitud. —Responde —salió un gruñido de su garganta y de un momento a otro ahora estaba estampada en la puerta, dentro de mi casa, con su rostro a centímetros de mío. No tenía para que decir como estaba mi corazón de acelerado. —No juegues conmigo —al decir eso tomó mi brazo izquierdo con fuerza – podrás saber todo de tus queridos vampiros y cosas que han salido a la luz por errores como el mío, pero no pienses que soy uno de los buenos ¿escuchaste? ¡Aquí yo doy las órdenes porque soy más fuerte! –Su voz estaba en mi oído y mientras decía eso iba apretando mi brazo cada vez más hasta que pensé que lo iba a quebrar. Se detuvo cuando salió un quejido de mis labios. — Eso está mejor ¿no? –Asentí asustada mientras unas lagrimas comenzaban a caer por mis mejillas –ahora… —se separó y me quedó mirando –claramente esa idea de hacer que me invites a tu casa para entrar no es cierta –dijo refiriéndose a uno de los mitos sobre vampiros mientras observaba a su alrededor. Mi casa no era de las mejores, éramos una familia de clase media, si iba a estudiar medicina era porque me había ganado más de un beca por haber estudiado como una esclava. –Ya que sabes lo que soy, lo cual es mi culpa, te debí matar antes que la maniática de vampiros, o sea tu, me descubriera…y ahora debo enmendar mi error – dio otra vista a sus lados, mirando con suficiencia la sala de mi casa –tienes hasta mañana, como a las dos de la madrugada para despedirte de quien desees…serás mía. — ¡¿Qué?! –mi respiración estaba más que acelerada al escuchar lo que dijo. —Has escuchado, tienes hasta mañana, te recomiendo que no escapes o sino tus dulces padres pagarán por esto –me dio una sórdida sonrisa, que hizo que me espantara. —Nunca permitiré eso ¡es ridículo! –mi tono desafiante lo hizo enojar, ya que de nuevo se acercó violentamente a mí. —No me dirás que hacer dulzura… —me dio escalofríos a como me llamó –no tienes nada porque vivir, lo sé, así que te vienes conmigo o tus seres queridos pagarán las consecuencias de tus actos –apoyó su mano en la pared al lado de mi rostro. Las lágrimas por el miedo comenzaron a salir de nuevo –eso…debes comenzar a respetarme de una vez.


— ¿Qué tratas de hacer? –no sé cómo me entendió ya que mi voz apenas salió de mi garganta. —Ya me escuchaste, no me gusta repetir las cosas, mañana nos encontraremos aquí –se acercó a mi costado y pasó su fría nariz por mi mejilla, lentamente. ¡Odiaba a mi corazón que no se podía controlar! —No puedes hacer esto, por favor —ahora sonaba desesperada. —Creo que te faltó algún libro donde describían lo malos que podemos ser ¿no? –se separó rápidamente y me dio una de esas sonrisas, curvando sus labios para luego mostrar sus dientes. Realmente había leído varios libros donde esto no debería ser una sorpresa porque los vampiros eran seres malignos, pero…Dios santo, soy una loca por estar pensando esto, en un momento como este y más cuando mis ojos diferenciaron lo que había en su boca. —Mierda… —no lo pude controlar, sus colmillos se podían ver claramente, no eran tan grandes como los que podían haber en televisión o bueno, los dientes de plástico que vendían para noche de brujas, pero tampoco pasaban como colmillos humanos. —Y si…soy un vampiro o como lo llamen hoy en día –al decir eso desapareció rápidamente de mi vista. ¡Mierda, mierda, mierda! ¿En qué me había metido?


CAPÍTULO 2 — ¡¿Qué estás haciendo tanto tiempo ahí Victoria?! –no había podido dormir en toda la noche y ahora estaba en el baño escondiendo mis lagrimas. Dudo que mi madre sepa en el lío que me metí ahora. —Nada, solo estoy un poco mal del estómago –no dijo nada, solo escuché los pasos que me avisaban que se había ido. Estaba sentada en el suelo, abrazando mis rodillas que las tenía flexionadas a mi cuerpo. —Necesito un milagro… —escondí mi rostro en mis manos, sin saber que podría hacer para salvar mi trasero. Ahora solo estaba perdiendo el tiempo, no ganaba nada preocupándome y quedándome sentada sin nada que aportar, así que me puse de pie y limpié mi rostro de toda marca…lo que no funcionó mucho, no paraba de llorar desde anoche. Mis ojos estaban hinchados y rojos, además de las oscuras ojeras. Fui a mi habitación rápidamente y comencé a mirar a todos lados como si alguien me estuviera mirando ¡no tenía a quien recurrir! ¿Qué pasaba si llamaba a alguna amiga? eso no funcionaria, la podía poner en peligro y menos se lo podía contar a mi padres ¡¿Por qué diablos tuve que ir a fumarme ese maldito cigarro?! — ¿Hija? –mi padre entró a mi habitación, le di la espalda y me volteé rápidamente, un poco más compuesta. Lo miré sonriendo, sus ojos oscuros y cabello con canas era lo que más lo caracterizaba, debía decir que había salido más a él que a mi madre. — ¿Si? ¿Qué sucede? –Él me miró preocupado por un segundo, pero su atención se fue a sus manos, donde traía una caja hermosamente envuelta en un papel violeta y que tenía un rosetón blanco — ¿Qué es eso? —Si…bueno, un chico llegó con esto para ti, venia de una empresa de encargos. —Está bien… ¿y? –lo miré extrañada. —Es para ti —fruncí el ceño, sin entender, no tenia porque llegarme algo. Él rodó los ojos y la dejó sobre la cama –ahí esta –salió de mi vista tan rápido como llegó. Me apresuré en abrir la caja y al hacerlo me quedé en estado de shock; mi respiración volvió a estar afligida, justo como anoche al ver que había un vestido o algo ahí, pero mi atención no se centró en esto, sino que a la nota y a una pequeña botella, de estas que dan en los viajes de avión, aquellas de licor, pero esta estaba llena de…un liquido rojo, que no tenía ganas de saber a qué sabia. Tomé la nota con rapidez dentro de mi estado y mis ojos notaron una hermosa letra que solo escribió unas cuantas líneas, que decían:


“Mi querida Victoria… Preferiría que estuvieras lista en la madrugada, por lo que te mando este ejemplar vestido y bueno…alguna muestra de tu futuro alimento. Con aprecio. Alex” Tiré la nota y casi me puse a vomitar de miedo ahí mismo. Había tenido la esperanza de que en algún momento mi locura había sido tan extrema que me había imaginado todo lo de anoche o que quizás él se había olvidado de mí y que estaría sana y salva mañana por la mañana, pero todo se vino abajo y ahora ¡tenía que estar hasta vestida para él!...no, eso no iba a pasar, estaba harta, esto no me iba a ocurrir a mis dieciocho años, no ahora. Tomé la caja, la doble lo que más pude y la fui a arrojar al bote de basura, él no jugaría conmigo, no tenía ni un derecho sobre mí, tampoco me iba a convertir en su juego personal por el tiempo que a él se le ocurriera. Mis padres me vieron asombrados por lo que hice, pero no los tomé en cuenta. Me fui a dar una ducha y me pues la peor ropa que encontré en mi armario, ese tal Alex no me vería como él deseaba e iba a luchar todo lo que fuera posible para que él no cumpliera lo que dijo. Sin embargo todo se fue al caño cuando después del almuerzo llegaron un par de amigas que casi me arrastraron a que aceptara a salir con ellas y con eso iba un cambio de ropa, que no me agradó. —Has dejado que te cambie de ropa como yo quiero ¿Qué anda mal? –mire a Laura, que me observaba con una ceja enarcada mientras Ana y Mariana me miraban tan intrigadas como Laura. —No sucede nada —mi voz estaba cargada de miedo. Trataba de esconderlo de la mejor manera, pero me era difícil. — ¿En qué momento pensaste que somos tus padres y puedes mentirnos? – Dios, si esto en la noche terminaba mal las extrañaría con todo mi corazón — ¿algo anda mal? –Laura seguía esperando una respuesta decente de mi parte. Me tomó un minuto darme cuenta que quizás esta sería mi última tarde con ellas, así que… ¡qué demonios que hagan lo que quieran! —Nada, no pasa nada, solo estoy dejando que me arreglen para que lo pasemos bien hoy ¿sí?...solo háganlo y que no duela mucho –formé una amplia sonrisa en mis labios y solo eso bastó para que las chicas no preguntaran nada y se divirtieran jugando conmigo, sabía que eso lo querían hacer hace mucho.


Salimos a las diez de la noche, lo que indicaba que íbamos a alguna parte primero antes de ir a bailar y ese lugar era la casa de Ana, sus padres habían salido y las chicas habían comprado alcohol. Me despedí de mis padres con un abrazo muy fuerte, lo que los extrañó, pero me desearon buena suerte y que me cuidara. Claramente ellos no sabían la parte del alcohol…ahora lo que más quería era llenar mi cuerpo de este para no saber nada luego de una hora, así evitaría estar tan nerviosa. Después de unos minutos íbamos riendo de cualquier tontería mientras Laura y Mariana iban adelante, Ana se quedó conmigo. —Luces hermosa –Oh, el trabajo de las chicas había sido excelente, no me reconocía, me habían maquillado, arreglado el pelo y puesto ropa que estaba bastante escondida en mi ropero. —Gracias, hoy es un día para divertirse, ya me aburrí, es como si no hubiera aprovechado nada durante este tiempo —estaba con un tono bastante orgulloso, lo que llamó mi atención. —Wow…. ¿una nueva Victoria? ¿La ha traído papa Noel para navidad? –una sonrisa irónica se formó en su boca. —Ya que iré a la Universidad ¿Por qué no cambiar? –le mentí tanto a ella como a mí para no estropear más mis ánimos. —Bien, entonces bienvenida… —me dio medio abrazo y me acercó a ella – aunque sabes que a mí no me engañas, sé que algo escondes mi querida amiga –si, de las tres Ana era quien más me conocía, sabia casi todo de mi vida y como era yo, pero lo único que pude hacer fue sonreírle y hacerme la desentendida; agradecí al cielo que las chicas se voltearan y cambiaran la conversación a algo más trivial. Llegamos a donde Ana y las chicas no perdieron el tiempo, sacaron cosas para comer y trajeron más de una botella, no tenía idea sobre su contenido, pero las dejaron sobre la mesa. No me tomó mucho tiempo encontrar los vasos y ser la primera en abrir una botella, lo que les causó sorpresa, pero Ana me ayudó. — ¡A celebrar por la nueva Viky! –me sonrió cómplice, ya que sabía que había algo mal, pero que no quería pensar en eso ahora. — ¡Entonces a celebrar! –gritó Laura y no sé cómo me mandé de un golpe el vaso y ¡Dios!...como quemaba mi garganta. — ¡¿Qué es esto?! –hice una mueca de asco, mientras las chicas se reían. —Creo que dentro de todo, la nueva Viky debe aprender a tomar tequila –me dijo Mariana mientras me mostraba los limones, hice una nueva mueca, lo que las hizo reír aun más, pero no me desanimé.


—Está bien –me miraron sonriendo y…lo hicieron. Sal, trago y limón, sal, trago y limón, me lo aprendí de memoria y las chicas me celebraron cada trago que tomé, pero luego de unos cuantos ya no podía diferenciar mucho que estaba tomando. Pasaron unas dos horas, donde Ana llamó un taxi que nos fuera a dejar a un lugar, no sé donde quedaba, pero las chicas repetían “¡bailar, bailar, bailar!” cada vez que terminaba de nuevo mi trago. Nos subimos luego de unos quince minutos de espera y llegamos a un club que no pude ver su nombre y debo decir que de las cuatro, la que estaba en peor estado era yo y me importaba un comino, esta quizás era mi última noche con mis amigas y la iba a disfrutar.

Pude estar más de dos horas sin conciencia de lo que hacía, estaba lucida, pero con la adrenalina a mil, el alcohol y amigas eran buena combinación. Eso creí por lo menos hasta que mi maldita mente recordó momentos de la noche pasada, exactamente sus ojos, su piel… sus colmillos y con eso me trajo más fuerte el motivo del porque estaba en este estado deplorable, era por el simple hecho de sentir miedo. — ¡Viky! ¡¿Te sientes bien?! –gritó Ana, que estaba a mi lado, pero la música estaba demasiado fuerte. Le negué y traté de decirle que tenía que ir a casa. De alguna forma sobrenatural tuve la habilidad de ver la hora en mi reloj y eran las dos quince de la madrugada, estaba atrasada. Todo se comenzó a mover más rápido a mí alrededor y sin dudas no era por el efecto del alcohol, el pánico se estaba apoderando de mi cuerpo. Comencé a correr desesperada a través de las personas, estaba lleno para ser un día de semana, aunque fuera verano. Recibí varios insultos por llegar y empujar a los demás, pero no me importó, tenía a mis padres solos en casa y si ese tal Alex no me encontraba, los iba a matar y con eso si que no podría vivir por nada en el mundo. — ¡Victoria! –Grito Ana tomándome del brazo, mientras estaba a punto de salir del Club — ¿Qué sucede contigo? No te puedes ir así, sola… —Tengo que llegar a casa… —miré para todos lados. Si Ana antes podía tener alguna duda sobre mi estado mental, ahora si la había convencido sobre mi locura. —No, no tienes que hacerlo, tus papás te dieron permiso para quedarte en mi casa. —No… ¡Ana! tu no entiendes ¡tengo que volver a casa! –ella me miró sorprendida, pero solo negó. —Solo espera aquí un segundo —salió hacia afuera y la seguí, no la iba a dejar sola en la calle sabiendo que la oscuridad de verdad nunca ha sido segura.


Vi que fue a un taxi y luego me llamó, me apresuré en llegar a su lado —Bien, nos vamos a tu casa. — ¡No! me tengo que ir sola…no quiero que vayas. — ¡No te dejaré ir sola! –se estaba alterando al ver que no la tomaba en cuenta. — ¡Debes, por favor! –no sé porque estábamos gritando, pero las personas que pasaban a nuestros lados, nos miraban extraño. —Dime que anda mal Victoria, por favor —la miré y solo por un segundo, una fracción de segundo pensé en decirle toda la verdad y lo que estaba pasando, que un vampiro…o quizás un maniático obsesivo me quería matar y que si no iba mis padres, ellos iban a pagar por mi —¿Victoria? –pero al ver la preocupación en sus ojos no pude, ella era una buena amiga y si le decía una sola palabra, correría tanto peligro como el que estaban corriendo mis padres en este momento. —No seas melodramática Ana –la miré frunciendo el ceño, si no resultaba por las buenas, seria por las malas — ¡estas siempre ahí! casi acosándome para que te diga lo que me sucede, ¿no has pensado que no quiero contártelas a ti específicamente? –me quedó mirando con los labios entreabiertos, mientras una brisa desordenaba su cabello castaño. — ¿A qué te refieres? —Quiero que te mantengas alejada de mi ¿está bien?... ¡eso quiero que hagas de una vez por todas!... ¡todo el día cerca de mí, me aburres!... ¿por qué no vas a molestar a otra? –solo tuve que ver sus ojos vidriosos para notar que lo había logrado, la había alejado. Había sido fácil, ya que la sorprendí con mi actitud, yo no era para nada de las chicas que decían las cosas en forma hiriente. Ella dio un paso hacia el taxi y le habló al conductor, para luego dirigirse a mi otra vez. —Te dejará al frente de tu casa, no te preocupes por nada, ya le pagué…que estés bien Victoria –dio media vuelta y se fue. Entró al club y se perdió entre las personas, tensé mi mordida soportando no soltar ni una lágrima, no lo haría ahora porque era un pésimo momento. Subí al taxi y en un segundo el chofer partió. Me fui mirando ausente la calle, pensando en si todo esto estaba pasando de verdad, mi mente me gritaba que no, que era imposible y que llamara a la policía porque un posible psicópata se las estaba arreglando para poder matarme, pero algo me frenaba, no tenía idea que, era estúpido….a cualquier chica que le pasara esto, no estaría actuando como lo hago yo ¡esto era una maldita locura! ¡Ni siquiera yo me entendía! esto no debía ocurrir y no debí dejarme llevar por estúpidos miedo e “ilusiones” ¡Él no era un maldito vampiro! todo lo de anoche debió ser un engaño, alguien que se obsesionó conmigo o algo


parecido, que sabía que me podía engañar de esta manera ¡porque lo malditos vampiros no existían!....y ese tal Alex, solo debía ser un lunático que quien sabe lo que quería hacer conmigo. —Srta. Llegamos –miré asustada al chofer que me miró con el ceño fruncido, lucia preocupado, solo fue ahí que noté que estaba respirando aceleradamente y que tenía mis mejillas mojadas. Las sequé rápidamente y con bastante esfuerzo abrí la puerta para salir, me tambaleé varias veces y solo di unos pasos para que el taxi desapareciera perdiéndose en las sombras. Me quedé mirando mi casa y no di ni un solo paso al notar lo que sucedía, la puerta estaba entreabierta….Alex había entrado por mis padres. Corrí hacia dentro de la casa, pude abrir rápidamente el portón, fue como si por arte de magia todo el alcohol se hubiese ido de mi cuerpo. Abrí la puerta con fuerza y vi como todo estaba desordenado, los sofás estaban en otro lugar, los cajones de los muebles abiertos y arrojados en el piso, con todo lo que tenían adentro, papeles, discos, fotos, también estaban algunas sillas, todo fuera de lugar. Me saqué los tacos y los arrojé a un lado, mientras avanzaba como si mis pies pesaran más de dos toneladas cada uno. Llegué a la cocina y estaba en las mismas condiciones que la sala, pero fue en ese momento que reaccioné a lo que podría estar ocurriendo, me desesperé y corrí con toda la velocidad que pude hacia la habitación de mis padres. Sentía como mis lagrimas seguían escapando y mi cuerpo iba perdiendo toda fuerza debido al miedo de encontrarlos sin ninguna gota de sangre en su cama o completamente destrozados, con sangre en las paredes… ¿Cómo había permitido que esto ocurriera? Si algo malo le ocurría a alguien que amaba, esa no sería culpa de Alex, sería completamente mi responsabilidad por no haber hecho lo que debía hacer. Después que el pasillo se convirtió en una eternidad, la puerta de la habitación de mis padres estaba cerrada, sabía que solo debía empujar para ver que había pasado con ellos, solo un leve movimiento de mi mano haría que mi vida entera se arruinara o…se salvara de estar el doble de arruinada de lo que ya estaba, pues si estaban durmiendo tranquilamente significaba que solo quedaba encontrarme con Alex, pero si estaban muertos, eso sería aun peor que tener que enfrentarme a un loco/vampiro. Con toda la poca fuerza que me quedaba abrí la puerta. Lo primero que vi fue la ventana que estaba abierta, era tan grande que cualquiera podía entrar, la cortina se movía levemente por la brisa que entraba, mi corazón comenzó a latir como si se fuera a salir de mi pecho, pero empujé de golpe la puerta, hasta que chocó con la pared. Tenía los ojos fuertemente cerrados y mis labios


formaban una línea recta por la presión, pero me armé de valor para avanzar; abrí lentamente mis ojos para encontrarme con una silueta apoyada en la pared, con una actitud relajada al lado de mi madre mientras ella dormía plácidamente, al igual que mi padre. — ¡N… —no alcancé a decir algo cuando ahí pude ver que no era mentira cuando dijo que era vampiro. Alex se movió a tal velocidad que tapó mi boca antes que pudiera decir o gritar algo. —No, dulzura… —estaba apoyada en la pared del pasillo mientras que el mantenía una mano sobre mi boca; la otra cuidaba que no me cayera, dejándola en mi cintura. Negué tratando que no lo hiciera, que no me matara, pero un brillo extraño pasó por sus ojos. —Si gritas cuando saque mi mano, en un parpadeo verás a tus padres muertos ¿harás eso? –Negué — ¿lo prometes? –Asentí sin resistirme –muy bien…recuerda que lo has prometido –sus labios pálidos y realmente llamativos, marcaron una sonrisa al ver mis respuestas, tenía que estar realmente enferma para encontrarlo atractivo en un momento como este. Alex apoyó su mano nuevamente a un lado de mi rostro, creo que tenía esa manía o evitaba que me escapara, porque me tenia acorralada –Y bien…puedo notar que tuviste una gran noche, hay olor

a alcohol en cada brisa de tu respiración

¿trataste de evitarme en tus pensamientos? –su voz era irónica, lo que me molestaba… además tenía esa mirada de suficiencia que decía “si, sé que mueren todas por mi”…idiota, él no era nada más que un muerto. —Como si eso fuera posible —sonrió ante mis palabras, de seguro creyendo que era por él y su lado “seductor” –sabiendo que me tienes amenazada con matar a mis padres si no llegaba aquí. —Oh y eso que has llegado tarde, toma en cuenta que he sido generoso…siendo que haces perder mi tiempo — ¡maldito, él me tenia aquí obligada! — ¡¿Cómo puedes… —nuevamente su mano estaba en mi boca, silenciando mis gritos. —Y nuevamente lo he hecho, has parpadeado y tus padres siguen vivos…creo que te tendré que llevar como un animalito en mi hombro ¿Eso quieres? –negué enojada, con el ceño fruncido, queriendo partir cada hueso de su cuerpo, todo lo que fuera para que muriera lenta y dolorosamente –Sabes que tienes curiosidad por mí, aunque sea un poco…o quizás es bastante y no lo quieres asumir, así que no pongas esa cara, como si te estuviera haciendo lo peor que te pudo haber pasado, créeme, te


estoy haciendo un favor –con una fuerza que no sé de donde saque corrí su mano de mi boca de un golpe y lo empujé hacia la pared que tenia detrás. —Escúchame bien….jamás, pero jamás sentiré algo por ti que no sea odio…así que elimina la curiosidad de tus opciones —él frunció los labios. —Victoria ¿de verdad piensas que te creeré? –al estar ahí apoyado en la pared, la luz que llegaba de la luna que se colaba por la ventana de la habitación de mis padres, lo hacía ver casi irresistible ¡el maldito sabía que era increíblemente guapo y lo usaba, su piel! casi pareciera como si brillara, mientras que sus ojos se veían muy negros, una sonrisa se marcaba en sus labios, mostrando parte de sus colmillos…y sin dudas su medianamente corto y desordenado pelo, lo hacía ver extremadamente sexy. —No tendrás otra opción porque es la verdad –siempre digna pensé para mí, pero Alex tenía otros planes ya que su sonrisa se borró y de nuevo con su súper velocidad me acorraló en la pared de mi lado, mirándome a los ojos, sin decir nada. Ese movimiento provocó que mi corazón latiera con fuerza, más de lo que ya estaba haciendo. —No te tengo miedo –dije al segundo de tenerme así, tenía que concentrarme en el hecho de que él había amenazado con matar a mis padres. —No eres indiferente a mí y lo sabes –al hablar, su frío aliento chocó en mi rostro, haciendo que mi piel se pusiera de gallina, esto era raro, pero de seguro era el miedo. —Oh ya veo…solo eres un vampiro con el ego herido ¿es eso? no has encantado a alguien ¡pobre y triste vampi… —no me dejó seguir hablando, porque puso su mano de nuevo sobre mi boca, lo traté de empujar pero no funcionó, era como empujar un muro. —Escúchame bien niña….eres mía y no tienes derecho a dar algún reclamo, tus padres están a salvo, es tiempo de irnos y si no te callas, juro que ocuparé otras formas de hacerte cerrar esa boca — ¡estúpida fuerza del estúpido vampiro que me silenciaba en este estúpido momento! Lo miré con todo el odio que tenia dentro de mí, pero él solo me guiñó el ojo. —Ahora es tiempo de correr —al decir eso me tomó de la cintura y me levantó hasta dejarme al frente de él –ahora necesito tu colaboración…y sin gritos –lo miré confundida –quiero que rodees mi cadera con tus piernas ¿está bien? quiero llegar rápido —enarqué una ceja esperando que esto fuera una broma — ¿Qué? — ¿Por qué debo hacer eso? ¿Además por qué por adelante?... ¿no ves que traigo un vestido? –si supiera de donde saqué el valor para hablarle así sabría porque en este momento no era capaz de gritar, ya que mi secuestrador me dice como me quiere llevar.


—Oh…si lo noto y veo que no es el que te regalé, aunque te queda mucho mejor por lo que he visto… —en un segundo mis mejillas se calentaron, sabía que estaba roja. El vestido que las chicas habían elegido era bastante corto, era negro y un poco brillante, nunca me había puesto algo así, pero era mi última noche, además ellas me lo habían regalado para mi cumpleaños recién pasado. Aquellos pensamientos me recordaron el motivo de mi altanería…quizás era el efecto del alcohol — ¿Victoria? ¿Podrías moverte para este milenio por favor? —No lo puedo creer, el vampiro tiene modales –él rodó los ojos y respiró pesadamente, creo que se estaba enojado. Como advertencia mi cerebro me trajo el recuerdo de anoche, cuando presionó mi brazo con tanta fuerza que lo hacía parecer un simple palillo. Lo miré pensativa y me rendí ¿Cómo podía escapar de un vampiro? Suspiré sin tener esperanzas. –Esta bien, pero aleja tus manos de lugares donde no deben estar –él rodó los ojos de nuevo y me hizo una seña con la mano para que me acercara y apresurara. —Tu pierna derecha –exigió, lo miré desconfiada, pero él se veía seguro en lo que pedía ¡estoy loca, es un vampiro! claro que esta seguro, no era enemigo para él – Victoria… —me puse nerviosa, pero lo hice. Lentamente levanté mi pierna derecha y él la tomó como si nada y la dejó sobre su cadera, haciendo que me acercara demasiado a él y casi haciendo que me cayera, pero él me tomó por la espalda evitando cualquier accidente. —Cuidado… —lucia concentrado, no sé porque tanto –si te llegas a caer ahora y trato de evitarlo no me controlaré y te sacaré una extremidad solo por accidente, así que concéntrate –lo miré sin decir nada y asentí. El resto fue con mayor facilidad, solo tomó mi pierna izquierda e hizo que pasara por su cadera, mientras mis brazos rodeaban su cuello y su pecho quedaba junto con el mío. Estaba demás decir que estaba más que nerviosa e incómoda. –Mírame… —me moví un poco para verlo –Estas tiesa, relájate un poco, no es como si te fuera a violar aquí –lo miré con los ojos como platos, lo que lo hizo sonreír – Solo quiero decir, que es un largo viaje, ponte cómoda o no será agradable, aunque no es como si me importara, solo te lo digo porque es algo obvio –fruncí el ceño. —Idiota… —él me movió un poco sobre él, mi rostro se volvió de color rojo fosforescente, si es que ese color existía. —No me trates de idiota, ahora silencio y apóyate más relajada que me pones incomodo, no podré correr con facilidad —no dije nada, solo le hice caso y me apoyé en su hombro y me relajé dentro de lo que se podía, apoyando mi cabeza en su


hombro, no sé cómo pero él se movió solo un poco y pude tener la ultima vista de mis padres, eso hizo que mi corazón se partiera en dos –Hora de irnos. —Adiós… —fue lo único que salió de mi boca antes de sentir como el viento daba en mi espalda, por el miedo me aferré a Alex, que me tenía muy segura entre sus brazos. Cerré los ojos para no marearme, todo se movía a una velocidad que jamás pude imaginar.


CAPÍTULO 3

Con Alex, bueno en realidad él, estábamos corriendo hace más de cuarenta minutos y yo ya me estaba cansando de estar en esta posición, me dolía mi cadera, aunque Alex llevaba el mayor peso de mi cuerpo con sus brazos. —Alex para… —él se detuvo de inmediato y me moví para encontrar su rostro – me quiero bajar. —No, ya casi llegamos, te tocará soportar, se nota que no ejercitas tus caderas porque estoy seguro que una de tus amigas seguiría cómoda hasta ahora –entrecerré los ojos y le di un golpe con mi mano hecha un puño sobre su hombro aunque de nada sirvió, era tan duro como una roca –no vuelvas a hacer eso, tú me debes respeto. — ¡No soy tu mascota, con quien te puedes entretener!... ¡ahora estoy cansada y bájame! –él iba a decir algo, pero no le importó nada, siguió corriendo como si nada, pero yo me empecé a mover desesperada, aunque se viera muy feo, contra él. La reacción de Alex fue quedarme mirando sorprendido — ¡Bájame Alex! por favor, además mi vestido se ha subido –en menos de un segundo estaba en el suelo, me arrojó como cualquier cosa. —No es mi culpa que te hayas vestido como una zorra —miré a todos lados con una expresión indiferente, lo único que hice fue recostarme y juntar mis piernas. —Oh…esto se siente bien –dije tocando mis caderas, de verdad me estaba doliendo mucho. Después de varios minutos estuve más tranquila me traté de sentar, pero no pude, me dolió más de lo que pensé. —Eres una debilucha. —Si tus comentarios son de odio hacia mí ¿Por qué mejor no guardas silencio? –Cerré mis ojos, pero de un momento a otro, como me estaba acostumbrando a que pasaran las cosas, sentí las manos de Alex en mi cintura y me ayudó a sentarme, lo miré extrañada –Eres bipolar. —Cállate —si, sin dudas lo era — ¿ya estas lista? ¿Podemos avanzar? —Creo que mejor caminamos de ahora en adelante, no creo que pueda ir en esa posición otra vez en mi vida. —No te preocupes, te queda poco de vida —de nuevo sin darme cuenta él me ayudó a levantarme mientras yo me quedaba en blanco. Él tenía razón, ahora estaba yendo a mi muerte, que no tenía idea de cómo seria, si él me iba a drenar entera o me iba a convertir, ninguna opción era buena.


No quise pensar en nada de eso por el momento, así que cambié el tema, al ver que él comenzó a caminar. —Entonces ¿tú le sirves a algún estilo de rey? ¿Algún alguacil?...algo por el estilo ¿no? –se volteó a verme y pude notar su sonrisa marcada. —Estás loca ¿sabes? lees demasiado esos libros y ves demasiada televisión, bueno eso se acabará pronto, ya no tendrás tiempo. —Basta por favor –dije repentinamente, deteniéndome mientras lo miraba con el ceño fruncido para que notara que estaba enojada –ya me tienes aquí, no sé cuál es el motivo y ni siquiera te lo he preguntado porque no sé con qué respuesta vas a salir, por ahora no quiero pensar en cómo terminará todo ¿está bien?...es mi vida la que está en juego, así que basta –él me miró serio, como si estuviera enojado. Alex tenía problemas con que le dieran ordenes, eso me podía dar alguna pista, quizás era el jefe, ayer había nombrado algo de enviar a alguien por su alimento. Comenzó a caminar de nuevo y me fui a paso lento tomando una distancia segura con él. —Yo soy el jefe, no es como en tus historias, aquí peleas por algo y lo obtienes, con aliados, nada se puede hacer solo pero aun así, sigo siendo el jefe, incluso el de mis aliados –bien, sé que era mi futuro asesino, pero encontré una avance a que me haya dicho algo de información. — ¿Y no temes que alguien venga a quitarte lo que tienes? —No, ya que en nuestra especie no somos muchos, sabemos exactamente donde están los clanes en todo el mundo, yo personalmente tengo dos lugares de reunión, no tengo por qué darte más información –lo miré sorprendida ¿Qué edad tenia realmente? debió haber luchado bastante. — ¿Dónde es el otro punto? —Bueno uno está aquí, en Chile y el otro en Italia… —noté que estaba hablando con orgullo de sus logros. —Eso quiere decir que Italia es tu tierra natal —se volteó a verme y siguió caminando, de espaldas, agradecí eso, me gustaba ver su expresión cuando hablaba. — ¿Por qué dices eso? –enarcó una ceja con su expresión tan desagradable, creo que ya no me gustaba verle la cara. —Porque te llamas Alex, aquí no hay muchos hombres con ese nombre, no es chileno. —Estas en lo correcto, nada sorprendente —idiota, como odiaba que hablara tan indiferente, como si fuera superior o algo así, además lo encontraba demasiado inmaduro de su parte –Ahora te he dicho bastante, tu turno ¿y tú has dejado a alguien importante atrás de nuestra huida? –lo miré con la boca abierta, sin poder creer en sus


palabras ¿es qué él no entendía lo que había hecho? — ¡Por favor! no me mires así, no seas melodramática, estas muy tranquila para fingir que de verdad no te interesa esto, es claro que dejaste a tus padres, pero ¿hay alguien más? —Mis amigas… —mi vista se fue a las estrellas al recordar a Ana y como le había gritado. —Esas no se llaman amigas —levantó los hombros dándole poca importancia a lo que le decía. — ¡¿Qué sabes tú?! –me alteré por como uso su tono de sabelotodo. —Más de lo que te imaginas —desistí de tener una conversación civilizada con él. —No quiero seguir hablando de mi…total ya no importa ¿cierto? si mi vida tiene los minutos contados –él sonrió satisfecho a lo que escucho. —No podía estar más de acuerdo contigo Victoria –siguió caminando de la misma forma, me miraba como si tratara de descubrir algo, lo que me puso nerviosa. No pasaron más de unos segundos cuando volví a preguntar algo, no lo podía evitar y no tenía idea el motivo. —Entonces… —dije como que no quería la cosa. —Sé que ocupas esa actitud desinteresada para saber los mitos de tus historias que tanto has leído — ¡¿De dónde saca tanta información?! pareciera como si supiera todo sobre mí –así que no ocupes tu patética técnica, pregunta… —lo miré desconfiada, antes ni siquiera me dijo lo del sol y ¿ahora puedo preguntar lo que quiera? quizás sintió lástima porque me mataría ¿a quién podía decirle sus secretos si iba a morir? —Bueno ¿el sol te destruye? –formó una risa. —Esa ha sido el peor invento del cine, junto con las cruces y las estacas…personalmente mi favorita es la del ajo –todo lo que dijo me dejó con la boca abierta ¿nada de eso lo dañaba? ¿Era invencible? –Wow Victoria Guzmán, realmente te dejé sorprendida, desde anoche creo que fue la última vez que te vi así. —Eres un vampiro y usualmente me dejarás sorprendida… —dije mirándolo como si fuera el idiota más idiota de todos. —No te preocupes, eso dejara de pasar en un tiempo más, ya verás –lo miré enojada, no tenía ningún respeto por mi vida. Tomé impulso y lo empujé con toda la fuerza que tenia, pero solo me hice daño en las manos, haciendo que gritara de dolor — ¡no respetas nada! ¿Por qué haces esto? ¡Es cruel y malvado! ¡Deberías matarme de un buena vez y dejar mi cuerpo tirado, así alguien me encuentra y me lleva a donde mis padres! –me senté de un movimiento, no lo soporté más y me puse a llorar ahí


mismo. Esto estaba provocando que tuviera cambios de humor tan rápido que me abrumaban. —Deja de llorar Victoria, no entiendes nada por el momento y no te lo voy a explicar, estoy cansado y necesito dormir, mañana es un largo día –lo miré con odio, mientras las lágrimas seguían cayendo. Estiró su mano hacia mí y la tomé de mala gana, ya que me iba a morir de todas formas. Agradecía que por lo menos hiciera calor y tocar su piel no me causara ningún malestar más en este viaje. –Ahora tú tienes la decisión… —lo miré confundida mientras él seguía al frente mío sin moverse. — ¿Sobre qué? –di un paso hacia atrás, quizás me iba a preguntar si me mataba lento o rápido. — ¿Quieres llegar a donde vivo, a pie o sobre mi? –Lo último lo dijo con un tono descarado –te adelanto que son kilómetros todavía… —suspiré, ya el dolor de mis piernas y cadera había disminuido un poco. —No entiendo porque tiene que ser por adelante y no en tu espalda –dije mientras levantaba mi pierna hacia él, quien la tomó en un segundo acercándome bruscamente a su cuerpo para poder levantarme. Recién cuando estuvimos listos respondió. —Porque no quiero que a mitad de camino te marees y te caigas, aquí vas más segura –ya me estaba acostumbrando a que era bipolar, así que no me animé con su supuesta preocupación. Afirmé mi cabeza en su hombro y cerré los ojos, esperando a que se moviera, pero luego de unos segundos no se movió. — ¿Qué sucede? –Me moví para mirarlo, por lo visto se puso nervioso y ahí me traspasó su estado –espero que no estés nervioso porque hay alguna acción debajo de tus pantalones –mi voz era firme y segura, eso me agradó. —Estaba solo analizando ciertas situaciones –encontró mi mirada y estaba serio, pero si no me había sorprendido antes con su cambio de humor, lo que hizo después si lo hizo. Llevó su mano derecha y la llevó a mis mejillas para secar las lágrimas que habían quedado. Mi corazón se alteró de una manera incontrolable mientras pasaba su piel tan helada por mi mejilla. —Realmente… —me quedó mirando y luego sonrió, curvando sus labios. Ya no me agradaba esa sonrisa, bueno, en realidad nunca me debió agradar, era la sonrisa de mi asesino, además me daba la impresión que era un sinvergüenza, mujeriego — amo esta camiseta, así que no quiero que se ensucie con tus patéticas lágrimas. —Eres un imbécil –y sin más, empezó a correr, de inmediato cerré mis ojos y me acomodé sobre su hombro. Esta vez iba más lento, me imaginé que en un mundo


paralelo lo estaba haciendo para que no me doliera tanto mis piernas y eso si fue muy agradable, tanto que el cansancio de la noche se me estaba viniendo encima, así que no pasaron muchos minutos cuando mis ojos se fueron cerrando poco a poco. Creo que después de todo era mejor, no iba a vivir la tortura de estar despierta cuando me matara o solo iba a vivir un dolor momentáneo. Después de no sé cuánto tiempo, apenas abrí los ojos y noté que Alex ya no me llevaba en esa posición tan incómoda, sino que ahora podía ver claramente su rostro desde un ángulo inferior, ya que me llevaba en brazos, tomando mis piernas y mi espalda. Noté que había luz por todos lados y que le hablaba a alguien en un idioma que no pude entender, lo más probable es que fuera en italiano, pero fui incapaz de preguntar ya que mis ojos se cerraron de nuevo. Después de mi estado de inconsciencia, el cual no mejoró, solo me di cuenta que estaba recostada en algo demasiado blando y confortable. Me removí entre las sabanas que eran tan suaves como el algodón y abrí mis ojos lentamente para estirar mis brazos hacia arriba mientras daba un gran bostezo. No hice ningún movimiento más, me quedé mirando a mí alrededor, con los brazos en alto y notando que esta no era mi habitación. Me senté en un segundo, miré la amplia cama, de la cual esas maravillosas sabanas eran color blancas y la habitación era bastante clara, excepto por unos diseños de color negro que le daban un toque moderno, los muebles igual eran negros y las ventanas eran del porte de dos veces la altura de mi casa, decoradas con unas inmensas cortinas de color blanco. Bajé lentamente la mirada para ver que traía puesto, no era el vestido de la noche recién pasada, sino que se podría decir que tenía un mini vestido azul oscuro de pijama. Con la misma lentitud miré hacia mi lado izquierdo de la cama y vi que no estaba sola ¡Dios! ¿Qué había hecho anoche? Me moví un poco para verle la cara a la persona que me estaba dando la espalda a mi lado… era Alex ¡¿Qué había pasado anoche?! Comencé a desesperarme, tenía que salir de aquí con rapidez. Bajé cuidadosamente de la cama, estaba segura que lo estaba haciendo demasiado bien, ya que ni se notaba que me estaba moviendo y Alex respiraba pausadamente, estaba durmiendo…otro mito que quedo fuera de mi lista. Los vampiros si podían dormir. Victoriosa salí de la cama y me fui de puntillas a la puerta, no tenía idea a donde iba, pero no había otra opción. Estiré mi mano para tocar la hermosa manilla


transparente cuando repentinamente apareció ¡un maldito cuerpo entre la puerta y yo! ¿Por qué mi nombre no me traía nada de suerte? —Debo darte el punto por ser perseverante –levanté la vista y me encontré con una radiante sonrisa de Alex, que ahora solo llevaba unos bóxer negros con una línea azul oscura en la parte superior. Se veía más alto de lo que recordaba anoche y su rostro ahora lo podía ver mejor por estar en un ambiente más claro. Pude ver detalladamente cómo era él en realidad. Su cabello estaba desordenado, como lo tienen las personas cuando recién se despiertan y sus cejas iban exactamente como debería ir en un hombre, eran perfectas, lo estilizaban bastante; su nariz era como si la hubieran tallado los ángeles y sus labios, se veían blancos y tenía que decir que esta figura no se veía arruinada por sus colmillos, que en este momento solo resaltaba uno, por su sonrisa torcida. Seguí bajando la mirada y noté que tenía su cuerpo bastante marcado, no de una forma exagerada, pero tenía varias líneas marcadas, sobre todo en su abdomen, era de contextura media, antes en la oscuridad había visto que era más delgado, pero estaba equivocada, era mejor ahora —Te gusta lo que ves ¿no? –seguía con su sonrisa, pero ni por un minuto pensé en seguir con esto. — ¿Qué hago vestida así Alex? ¿Paso algo…? —No, no te preocupes, estabas aun con alcohol en tu cuerpo, solo te vestí ya que no dejaría que otra persona lo hiciera, eres de mi propiedad ahora. — ¡No soy un objeto maldito vampiro sicótico! –le iba a dar unos golpes con mis manos, pero él me detuvo y las tomó con fuerza. —Escúchame bien ¿sabes que la otra vez casi te rompí el brazo no? –asentí, asustada al recordarlo, fue lo necesario para no tratar de golpearlo de nuevo – entonces

no

lo

olvides,

en

cualquier

momento

puedo

decidir

matarte

dolorosamente…—me soltó con fuerza, haciendo que me quejara –tengo que indicarte algunas cosas, este es el baño –dijo abriendo la puerta que según yo iba a ser mi “salida” –sé que ustedes los humanos lo necesitan, así que tienes un momento para ocuparlo hoy en la mañana, hay todo lo que necesitas y si falta algo, solo pídemelo, tienes quince minutos, sé que no te demorarás más, yo estaré aquí esperándote…no trates nada, escucho todo lo que haces y tenemos que hablar cuando salgas, es hora de aclarar todo —tragué saliva asustada, asentí y me metí al baño con rapidez. Le puse seguro sabiendo que no servía de nada. Me volteé y me quedé en shock otra vez, el baño era hermoso, tan o más amplio que mi habitación y mucho más lujoso que todo lo que había visto antes. Sobre un mueble había ropa, corrí hacia ella, eran unos jeans tubo color negro, una camiseta


blanca, unas zapatillas negras con líneas blancas y ropa interior, blanca. Respiré satisfecha, lo último que me podía pasar era que me vistiera como una princesa y simulara que era suya, aunque solo me faltaba el vestido. Esto cada vez se estaba volviendo color hormiga. Cansada me metí a la ducha y me apresuré, Alex había dicho que tenia quince minutos, por lo que no quería que se aburriera y entrara mientras yo estaba desnuda. Me sequé el pelo rápidamente, me vestí como si estuviera en una competencia, en tiempo record. Tomé mi cabello en un moño y no sé porque, pero me miré al espejo, aun esta ropa era demasiado ajustada para mí. Salí rendida y Alex estaba mirando por una de las grandes ventanas. Ahora traía una camisa gris con unos pantalones negros, era muy casual y para mi pesar, encontré que se veía divino….Dios, de seguro alguien cuando era bebé me golpeó como para estar pensando así de mi secuestrador. —Bien, conversemos –se volteó y me sonrió, lucia extraño. Miré su cabello negro y debo decir que no había mucha diferencia en el durmiendo y no durmiendo. —Primero come –dijo con sus manos en los bolsillos y mirando a la cama. Seguí su mirada y había una bandeja de plata con comida. —No soy tu mascota y no tengo hambre…aunque trates, no me asustas, de todas formas me vas a matar, esto es muy cruel de parte tuya. —Victoria, come –su mirada fue furiosa, si quería asustarme lo había logrado ¡vamos por Dios! era un vampiro, le podría decir que no me asustaba, reacción un tanto rebelde de mi parte siendo que jamás lo he sido, pero en realidad él me aterrorizaba, sobre todo por los pensamientos para nada correctos que llegaban a mi mente sin poder controlarlo. Me dirigí de mala gana y me tomé un vaso de leche que había, con unas tostadas con mermelada de frambuesa. Solo lo miré una vez y me estaba dando la espada, él seguía mirando hacia fuera, donde el día estaba hermoso. Mi mente se fue a como estarían mis padres y su sorpresa al notar que no estaba con ellos cuando despertaran; eso sería muy doloroso para ellos y para mi, quería estar en mi casa, con mi familia. Terminé de comer un tanto atragantada por el nudo que se formó en mi garganta al acordarme de mis padres, pero por lo visto, si tenía hambre, lo más probable que era por el alcohol de anoche, ya que me comí todo. —Bien, estoy lista, mi última comida ha sido memorable, tu conciencia estará menos sucia, ahora hazlo de una vez que estoy cansada de tus juegos –se volteó y me miró con dureza.


— ¿Crees que si hubiera sido por matarte, me habría dado todas estas molestias? –me quedé en silencio. Buen punto, pero si no quería matarme, lo que hacía que mi corazón saltara ¿Qué quería de mi? — ¿Y bien Victoria? —Entiendo tu punto, pero ¿y entonces? –se podía decir que mi futuro no estaba tan negro después de todo. —Tú eres mía ahora. —Deja de repetir eso...no lo soy, no soy de nadie y jamás lo seré –eso le hizo sacar una sonrisa –además las personas no son propiedades, alguien tan viejo como tu debería saberlo. —Tanto mi cuerpo como mi mente están en los veinticuatro, aunque parezca un tanto mayor, no avanzo ni un poco, gano madurez, eso es cierto, pero no es como si fuera un depravado –la última palabra me llamo la atención, para ser un depravado debe tener alguna atracción a una menor o sea en este caso yo y eso no podía ser posible –y eso me hace sentir mal contigo –lo miré sorprendida, llamando de nuevo mi atención –imaginarme que te tendré para siempre con esa mente, de una chica de dieciocho…mmm —ese “mmm” pareciera que le salió de lo más profundo de su cuerpo —…tan rebelde –ahí fue, solo eso necesite, aunque no había algo más claro a lo que dijo. Demonios ¡él me quería convertir en un vampiro! — ¡No me puedo convertir en alguien como tú! ¡Prefiero la muerte! –Le grité con fuerza y poniéndome de pie. En un segundo lo tenía al frente a centímetros de mi de nuevo y auto cuestionándome de donde salió tanta valentía de mi parte. Alex tomó mi mentón y me hizo mirarlo fijo, su agarre de nuevo era firme y bruto. —Escúchame muy bien….cuando te convierta será porque tú me rogaste por hacerlo y esto será luego que me des lo más preciado que tienes para mí –lo ultimo lo dijo pasando su dedo índice por mi mejilla, lo cual odie porque me causó escalofríos y no específicamente por miedo. — ¿Y qué es eso? ¡Aparte de tener que dejar de ser humana y que mi corazón no siga latiendo para luego beber sangre como un animal! —Tu valiosa virginidad, quiero ser el primero y único en tu vida como humana — lo quedé mirando con los ojos como plato. El rodó los suyos –y no bebemos sangre como animales ¿Qué crees que estamos en el siglo V? — ¡Suéltame! eres un sádico pervertido, no tengo idea como te enteraste si había tenido relaciones o no, pero jamás, escúchame bien –lo miré directo a los ojos – jamás me tendrás en tu cama –pensé mejor en lo que decía porque recién anoche había dormido a su lado —¡de esa manera! –el sonrió de una forma arrogante y se acercó más, pareciera como si sus labios estuvieran solo a milímetros de los míos.


— ¿Sabes? –su frío aliento hizo que tuviera que tragar saliva ¡maldito vampiro sexy! –algo de lo que has leído es cierto, puedo escuchar tu corazón latir como también puedo sentir el aumento de tu frecuencia respiratoria, además de otras cosas –ladeó un poco su cabeza, seductoramente –te puedo leer entera y te aseguro que serás mía –lo miré seria. —Creo que tienes razón —él enarcó su ceja izquierda un poco – ¡el día que caigan miles de vacas desde el cielo me tendrás! –frunció el ceño, levemente enojado, quizás lo había ilusionado. —No me gusta que jueguen conmigo —me empujó hacia atrás. —Y a mí no me gusta que me secuestren… ¡Bravo! Nos estamos conociendo – dije con voz irónica. Traté de mover su mano, pero me fue imposible. Pude notar que Alex tenía la mordida tensa, pero luego de un segundo se relajó y también me liberó. —Nos vemos más tarde, puedes recorrer la casa como se te antoje, te informo que esta mansión está rodeada de guardias que no son humanos, así que no trates de escapar, todos están avisados de que estas aquí…y bueno –ahora hizo una mueca de incomodad –no me gusta tener servidumbre así que hay dos chicas, ellas son humanas, no saben nada de vampiros y cosas así, pero pueden servirte de compañía –realmente le creí por un segundo que se preocupó de que tuviera con quien socializar. —Oh que considerado –mi mirada era fría, él rodó los ojos, viendo como si mis acciones fueran infantiles. —Nos vemos, Vittoria –bien, no estaba preparada para como me nombró; ese “Vittoria” lo dijo con un acento italiano muy marcado y esa sonrisa tan característica de él; era como si te mirara ¡No! ¡Maldito vampiro!....no iba caer, solo tenía que mantener en mi cabeza lo que me estaba haciendo, él era el monstruo que me separó tanto de mi familia como amigos.


CAPÍTULO 4

Estaba sentada en la cama, mirando a todos lados cuidadosamente, esta habitación sin dudas era la más hermosa que había visto en mi vida, tenía mis colores favoritos en ella y los diseños en negros, le daban un toque rudo, me gustaba. Viendo todo esto desde la perspectiva de ser prisionera de un vampiro loco, que aun no me explicaba porque justo me había tocado a mi ser su ¿Qué era de él en realidad? O que iba a ser mejor dicho. Alex se había ido hace más de un hora y yo no había querido salir de la habitación y me había quedado sentada, sin hacer ni un movimiento, solo mi mente estaba trabajando a un porcentaje nunca antes visto, había decidido que yo era bastante inteligente como para salir de aquí, pero desde hace una hora no se me había ocurrido nada, aunque probablemente tenía que escapar de esta habitación para ver a que me enfrentaba. Cansada me puse de pie y me dirigí a la puerta, por donde había salido Alex, pero me detuve, antes me atreví a abrir otra puerta que estaba un poco más alejada de la del baño, así que retrocedí y lentamente mi mano fue hacia ella y la abrí. Me quedé boca abierta mirando aquella habitación, bueno, mejor dicho guardarropa, había muchas prendas y cuando digo mucha, es porque el año tendría tener más de 365 días para poder utilizar toda la ropa que había ahí. Entré de golpe y comencé a verla, no lo podía creer, mis colores favoritos, ropa que me encantaba, era como si yo misma hubiera ido por ella, era como haber traído una tienda a esta habitación, pero con la diferencia que estaba todo muy ordenado, cada prenda estaba doblada y ubicada sobre el estante, eran tres y estaban iluminados, las luces venían desde atrás. En la parte más baja de las paredes había gavetas delgadas de color gris, de un material extraño, como terciopelo color gris. Abrí una que estaba a mi lado y un collar de plata salió a lucirse, ahí note que las gavetas estaba con moldes adentro para lo que contenían, volví a tocar el collar y me aseguré que era de un material que no conocía, claramente no era plata. Seguí abriendo los cajones, mis ojos se abrían más y más al ver lo que contenían, pero luego de ver todo supe cómo estaba clasificado su orden. En la primera fila de cada pared, los cajones tenían joyas, las cuales nunca ocuparía porque no era una chica de joyas. Luego la segunda tenía otro estilo de joyas, más normales, artesanales, las cuales me encantaron; la tercera tenia ropa interior y debo decir que no me gustó, porque era bastante atrevida, aunque habían otras que eran normales, pero aun así me incomodó verlas porque me hizo recordar lo que dijo Alex sobre tener


que dormir con él, eso no iba a pasar y me ponía nerviosa pensar que él deseaba eso de mi. La cuarta fila, tenia algunos pijamas, me alegré al verlos porque no quería usar otra vez ese mini vestido que no me cubría como yo quería, pero me desilusioné al ver que eran del mismo estilo o peor, no quise seguir viendo. La última fila era la que tenía cosas impresionantes y con eso quiero decir que tenía ropa que haría brillar los ojos de cualquier chica, incluso los míos. Tenía vestidos, pero no cualquier vestido, sino que eran de etiqueta, como para cenas importantes y cosas así, cada uno de ellos hacia que me sacara un suspiro, eran hermosos y estaban todos ordenados con mucho cuidado, como estaban el resto de las cosas. Salí abrumada de la habitación, incluso me dio calor por la emoción, así que fui abrir una ventana, pero no pude, seguí tratando con las otras tres, pero tampoco abrían. Estaban selladas, me empiné un poco para ver y se notaban que las habían sellado recientemente. Alex idiota ¿habrá pensado que me lanzaría de este piso? por lo que notaba estaba en el segundo y tenía la sospecha que había por lo menos otro más. Más decidida y con mis objetivos claros salí de la habitación y asomé solo mi cabeza, miré a todos lados, pero reinaba el silencio, por lo que avancé. La habitación estaba ubicada a la mitad de un largo pasillo, así que decidí a la suerte a donde iba y me giré hacia la derecha, avancé lentamente mirando a mi alrededor, habían otras puertas y cuadros, presentía que nunca llegaría a ninguna parte, pero cuando mis esperanzas se estaban acabando, llegué de seguro al lado frontal de la mansión, porque había una hermosa escalera justo al medio, miré al frente y ahí estaba la entrada para otro pasillo, pero decidí que no quería seguir conociendo tanto el lugar. Pronto escaparía, no quería seguir conociendo el lugar. Baje rápidamente mirando a todos lados, no había nadie y ahí estaba la puerta, libre de toda guardia así que me apresuré lo más que pude y pues mis manos en cada manilla que había y presioné para abrirlas, lo hice con bastante agilidad. Al notar que en la entrada había un hermoso jardín decidí dar un paso hacia delante para salir corriendo y poder escapar. Sin embargo dos hombres, extremadamente altos, uno con el cabello rasurado y el otro con el cabello más largo, se voltearon a verme. Bien, no eran hombres, eran dos vampiros y se notaba por su piel y ojos negros, vestían de traje, ambos de color negro… ¿eran alguna imitación de los hombres de negro? —Yo-yo… —no sé cómo me salió la voz, pero no sirvió de nada, ya que tartamudeé.


—Srta. Victoria ¿necesita algo? –uno me regaló una sonrisa amable, que no me hizo sentir más cómoda porque me mostró sus colmillos, en cambio el otro me seguía mirando serio. —Mmm…nada —dije nerviosa, mi corazón latía más que antes con Alex, no sabía que tan malos podían ser estos vampiros, pero mi pensamiento fue interrumpido cuando el vampiro más serio, con facciones más duras en su rostro y cabello rasurado. —Nosotros somos los guardias que resguardan la entrada, dos de varios así que no intente salir, el Sr. Lenardis nos dio la orden de que usted todavía no está autorizada a recorrer el territorio exterior –su voz era ruda y no me agradaba. Fruncí el ceño, enojada. —Bueno, para tu información, el señor Lenardis, no es mi dueño. —Aquí sí –me miraba enojado, no sé si le había desagradado o él era así. —Ezequiel, no trates así a la Srta. –el vampiro que me había sonreído antes, le dio un suave golpe en el brazo, para luego mirarme y sonreírme. Él era lindo, tenía su cabello un tanto largo, lo llevaba amarrado. Era agradable que comparación con el otro –no se preocupe, el es así, pero tiene razón, no podemos dejarla salir, lo siento –este vampiro me caería bien, sin dudas. —No te preocupes, gracias –le sonreí y luego hubo un momento incomodo de silencio, así que mejor me retiraba –bien, nos vemos por ahí –el vampiro simpático que no sabía su nombre asintió, mientras que el otro solo se volteó. Cerré la puerta y miré a mí alrededor, esta casa era demasiado grande para que fuera de mi agrado. Caminé sin rumbo hacia el lado derecho, mirando los colores, que para ser la mansión de un vampiro, no eran oscuros. Las paredes eran de un color blanco invierno; cada rincón que observaba era hermoso, pero yo quería estar en mi casa, con mis padres. Avancé por la gigante sala que tenia, con un plasma descomunal, me tenté a prender la televisión y saber que estaba pasando en el resto del mundo, pero mi ánimo había bajado tanto que solo seguí caminado, hasta que mi atención se fue a una chica que salió de una puerta. Ella llevaba un uniforme, de seguro era parte de la servidumbre de Alex. Sonreí al verla, era joven, no alcanzaba a tener más de treinta años, su cabello era rubio y era bastante blanca, pero tenía un brillo en los ojos color verdes que decían que no era vampiro, es más, según Alex, ella ni sabia para quien trabajaba realmente. — ¡Hola! –le grité un poco porque no me había notado. Se detuvo con la bandeja que llevaba sobre sus manos y me miró sonriente.


—Ciao –mi sonrisa se borró, yo le decía hola y ella me decía ¿chao? este iba hacer un infierno. La miré enojada y me volteé, mejor volví a donde debí quedarme, en la habitación. Comencé a caminar muy rápido, casi a correr por el lugar para alcanzar las escaleras, pero antes de doblar hacia ella, algo me hizo detener en seco y retroceder unos pasos, al lado de un mueble de madera había un preciado teléfono. Corrí hacia este, lo tomé y escuché que tenia tono ¡estaba buena! Marqué rápidamente el numero de mi casa, pero una mujer con voz de robot me dijo “Este número ha sido bloqueado por el usuario” casi rompí el teléfono en mis manos, pero luego se me ocurrió algo más, llamar a la policía, marqué rápidamente el número, pero antes que mi corazón latiera de emoción escuche a la misma mujer con voz de robot “Este número ha sido bloqueado por el usuario”…. ¡infeliz! Alex era un maldito. Antes que mis esperanzas se fueran por completo, comencé a marcar todos los números que conocía, pero todos decían lo mismo ¿Cómo fui tan ingenua en creer que el sería tan descuidado de dejarme un teléfono? Mi rabia comenzó a crecer en mi cuerpo hasta que solo quería estrangular y gritarle a alguien, mejor si ese alguien era Alex. — ¡Maldito hijo de…! — ¿De qué? –Me voltee dejando colgando el teléfono — ¿tratando de llamar a alguien Victoria? –me miró sonriendo, no pude decirle nada, su llegada me tomo desprevenida — ¿Crees que soy idiota? –asentí. Podía estar muy asustada, pero él era un idiota. Alex rodó los ojos. — ¿Q-que haces aquí? –lo que me había dicho hace horas atrás, me había dejado asustada, así que pensaba que de un momento a otro él me iba a atacar. —Vine a buscar unas cosas, creo que has conocido a mis guaridas, Ezequiel y Javier –Javier era el vampiro simpático. No le respondí nada — ¿no me hablaras? –ya más tranquila, solo le negué y seguí caminado, dejándolo solo, pero su mano tomó mi brazo con mucha fuerza. — ¡Auch! –lo miré tratando de que con solo eso me soltara, pero él lucia bastante enojado. —Una de las cosas que más odio, es que me dejen hablando solo o que no me respondan lo que quiero –eso me dio una idea, si no podía escapar era mejor que él me eliminara y si lo hacía enojar mucho, no importa lo que doliera, él podía matarme. Decidida no le respondí nada — ¿es alguna técnica de escape? –cero respuesta, su agarre fue más fuerte, pero luego de unos segundos me soltó –no quiero marcarte con algún cardenal –miré mi brazo y estaba normal. Lo mire curiosa ¿él no me quería hacer daño? –No me gustan tener productos defectuosos –mi boca se entreabrió para


decirle algo, pero me lo guardé –volveré en un tiempo más, no puedes salir afuera, Ezequiel ya te lo dijo –sin decir nada más se fue, bastante rápido. Fui a la habitación, cansada de todo esto, quería desaparecer, sentía como si mi cuerpo pesara una tonelada y que cada paso me costaba una eternidad realizarlo. Al llegar cerré la puerta y decidí que no quería luz, era hora de tener autocompasión por mi vida. Cerré las gigantes cortinas de los ventanales y todo se oscureció bastante. Fui directo a la cama y me arrojé sobre ella, mientras que no paso mucho para que mi cuerpo se relajara y comenzara a sentir los efectos de todo lo que estaba pasando. Mi pecho comenzó a doler mientras sentía nauseas y mis ojos se llenaban de lágrimas y mojaban la almohada, por lo menos estaba arruinando algo costoso de Alex. Repentinamente las nauseas aumentaron y me hicieron correr al baño y vomitar, me quedé unos minutos ahí, para botar todo lo que tenía en mi estomago. Me puse de pie apenas y me lavé los dientes como pude para luego volver a la cama, ahora tenía frío….excelente, en pleno verano y con frío. Me metí entre las sabanas y me quede ahí, inmóvil, mientras que las lágrimas seguían cayendo, sin poder controlarlas, mis ojos de a poco se fueron cerrando por el cansancio y me dormí con la imagen de mis padres y mis amigas. Sentí como un frió dedo pasaba por mi espalda, lo que me hizo voltear lentamente, no sé cuanto había dormido, pero parecían días. Abrí los ojos y me pillé con Alex recostado a mi lado y sonriendo, mostrando sus colmillos, llevaba la misma ropa que en la mañana. — ¿Qué haces? –me puse a la defensiva y me quedé esperando una respuesta. —Nada, solo te quería tocar, me gusta que seas tibia –lo miré sorprendida. —Bueno, no lo vuelvas hacer… —me iba a poner de pie, para salir de la cama, pero él me tomo del brazo y me atrajo a su lado y no fue de una forma bruta. —Lo haré una y otra vez…a ti te gusta –sus ojos no lucían como siempre. Alex se veía amable ¿a qué se debía este cambio? Y ¿Por qué yo no me estaba moviendo y corriendo para escapar de su agarre? –eres hermosa Vittoria –si antes su acento estaba marcado, ahora fue peor e hizo que mi corazón se acelerara. Nadie me había dicho que era hermosa antes. — ¿Qué…estas…? –no pude seguir hablando porque él tomó mi pierna derecha y tiró delicadamente de ella, haciendo que quedara recostada cómodamente en la cama. Podía sentir el frío de su mano, aunque estuviera con ropa. —Me gustaría sentir tus labios ¿puedo? –lo mire con los ojos como plato ¿esto de verdad estaba pasando? ¿Él estaba pidiendo permiso para algo? No le respondí y él lo tomo como un “si” porque se vino acercando lentamente mientras mi respiración aumentaba tanto como los latidos de mi corazón –sé que te gusto… —se fue


posicionando sobre mí con tanta delicadeza que me quede sorprendida y más por mi actitud pasiva. Me sonrió torciendo sus labios y su mano acaricio suavemente mi mejilla para luego llevar sus labios a los míos….eran fríos, bastante fríos y se movían con suavidad, la siguiente sorpresa fue que yo comencé a responder mientras mis manos iban a su cuello y llegaban a enredarse en su cabello, pero antes que el beso pasara a algo más intenso, sentí como si me empujaran el hombro, una….dos….tres veces y con bastante fuerza hasta que me separé de Alex que me miraba confundido, solo tuve que pestañear una vez para ver que todo era…¡un estúpido sueño! Abrí los ojos como se debía y me senté de golpe en la cama, mire a mi lado y ahí estaba de pie Alex con el ceño fruncido. — ¿Por qué no me dijiste que estabas enferma? ¡Tienes ojeras! –aun estaba conmocionada por el sueño, lo miré sorprendida y aun con el corazón en la mano por todas las emociones juntas. Miré a mi lado y la cama estaba estirada por su lado — ¡Te estoy hablando! –volví a mirarlo y pude notar la diferencia del Alex de mi sueño con el original ¿Cómo no noté antes que era un sueño? Así hubiera aprovechado de golpearlo — ¡Exijo que respondas mis preguntas! –lo mire agotada de nuevo y me recosté tapando mi cabeza con las sabanas, pero él no me dio tiempo ni siquiera de cerrar los ojos — ¡Victoria! –Quito la sabana de mi cara y me quedó mirando serio –No me gusta cuando no respondes, así que di lo que te sucede –lo mire con tanto odio ¿Cómo no era capaz de comprender lo que sucedía? —cerré mis ojos y lo ignore, no los abrí hasta dos segundos después cuando sentí que me estaba sacando las zapatillas. Alejé mis piernas con rapidez de sus manos, pero él solo me miro furioso y las saco rápidamente. –Estas con ropa, si te doy un pijama es para que lo uses, para eso hay más de diez en tu guardarropa –no le dije nada, realmente luego de un segundo solo me quede quieta ¿Qué caso tenia luchar contra un vampiro? ninguno. Alex me miro en todo momento enojado, ni con una de esas sonrisas sarcásticas, pero no me importo, él no tenía ninguna consideración conmigo. Cerré los ojos y solo me quede ahí mientras sentía como me estaba desvistiendo, pero tampoco me importo, no sé porque pero por alguna razón que no comprendo sabia que él no se iba a propasar conmigo, lo pudo haber hecho la noche anterior. Sentí mano en el botón de mis jeans, pero ni por un segundo se detuvo ahí, lo sacó rápidamente de mis piernas y luego fue a mi camiseta, no le costó sacarla, ya que yo parecía una muñeca de trapo, en ningún momento abrí los ojos, pero sabía que él seguía molesto conmigo.


Me puso ese pijama que no me tapaba todo como yo quería y luego, caballerosamente, saco mi ropa interior superior ¿Cómo? no tengo la menor idea, pero se le dio muy fácil, supongo que ha tenido bastante practica en eso como para sacarlo sin ningún movimiento brusco. Me cubrió con el cobertor y se fue. Paso un largo momento luego de que me desvistió, me puso el pijama y me tapo con un cobertor, cuando volvió a la habitación, sin decir nada, exactamente como se había ido. Fue al baño, estuvo unos segundos y luego salió, no lo vi, porque seguí con mis ojos cerrados, no tenia ánimos de estar luchando contra él. Se recostó en la cama y se quedó ahí, sin decir nada, pero yo era lo bastante estúpida como para sentirme mal por no hablarle ¿Cuál era mi problema con él? ¿Por qué me hacía sentir culpable? Me voltee hacia él, sin decir nada aun, no quería y no sentía ánimos. Alex estaba recostado mirando hacia arriba, ni me miró al ver el movimiento que hice. Sorpresivamente mis mejillas y la almohada comenzaron a ser humedecidas por mis lagrimas, jamás fui de las que lloraban de forma exagerada, solo caían sin siquiera hacer un ruido. Alex se volteó y me dio la espalda, no lo culpaba de eso ¿a quién le gustaba ver a alguien mirándote y cayéndole lagrimas? era incómodo y como si fuera una película de terror, pero finalmente mis ojos se cerraron, haciéndome olvidar todo lo que ocurría a mi alrededor, resguardándome en la oscuridad. Desperté y mis ojos se abrieron en un segundo. Me quedé sentada en mi cama y miré a los lados, Alex ya se había ido, me preguntaba qué mal le podría hacer andar en pleno sol, dudaba que ese mito no haya salido de algo de verdad. Mire a mi lado al notar que algo estaba fuera de lugar, había una caja con pañuelos desechables y una nota, la tome con rapidez. “Victoria: Deja de llorar porque esas cosas no me sensibilizan. Come, abajo esta Francesca con tu desayuno o quizás almuerzo. P.D: Puedes salir al patio trasero, pero no trates de escapar, los guardias te están vigilando. Con aprecio Alex” Saque una sonrisa por el final de la nota “con aprecio” en la otra nota me dijo lo mismo, era mucho mejor que “con deseo” o “con hambre”. Me levante y fui al baño para darme un largo baño en la tina, que era gigante, así que me quede ahí por más de una hora, sin pensar en nada en especial, solo mirando un punto fijo mientras el agua se enfriaba.


Luego me seque el cabello y me puse los mismo jeans de ayer, pero otra camiseta, esta era color azul rey. Baje a donde me encontré con una chica de la servidumbre ayer, que supuse que era Francesca y avancé hasta encontrarme con la puerta por donde había salido, entre y ahí estaba, la cocina, maravillosa, pero no me sorprendió, no tenia ánimos de ser curiosa hoy. Francesca me estaba dando la espalda, mientras trataba de alcanzar una caja de cereales de un mueble, pero no podía, era más baja que yo, así que me apresure sin decir nada y me empine para alcanzarla, ella me miró asustada por unos segundos, pero luego se relajó. —Hola –dije nuevamente, tratando de sonreírle. —Ciao — ¡¿Qué diablos le pasaba a ella?! ¡No le había hecho nada y ya me decía chao! Pero antes de poder enojarme, me di cuenta de algo — ¿Ho-la? –su acento, ella no era de acá ¡era italiana!...Ciao, Ciao… ¡Ciao era hola! Le sonreí ampliamente, ella hizo lo mismo y de nuevo se me paso por la mente si ella no sabía nada sobre los vampiros de aquí, pero de todas formas no diría nada. No quería pensar en lo que me podría hacer Alex. — ¡C-omoda! –la miré confundida ¿Qué estaba diciendo? Me mostró y movió los cereales y apunto a la leche. — ¡Comida! –dije riendo, ella hizo lo mismo. Me indicó que me sentara, lo que hice y luego me sirvió. Lamentaba no poder hablar con ella, se veía muy agradable y sin dudas me animó un poco, me preguntaba ¿Dónde estaría la otra chica? Alex había dicho que eran dos. Terminé de tomar desayuno bastante rápido para mi sorpresa y luego fui a lavar el bol donde me habían servido, pero por lo visto fue un gran error, ya que Francesca se alteró y no me refiero a que comenzó a insultarme en otro idioma, sino que se puso histérica, hablándome algo que no podía entender. — ¡No! tu nada hacer –era como estar viendo una troglodita, pero de seguro me vería igual si me pusiera hablar en italiano. La mire esperando por más de lo que decía –novia ¡señor Lenardis! –si mi mandíbula podía llegar al suelo lo haría en este momento. Me quede boca abierta al escuchar lo que dijo ¿novia del señor Lenardis? Alex era muy inteligente, por algo tampoco a Francesca le llamó la atención que llegara una desconocida de un día para otro. Le pasé el bol y ella suspiró tranquila. —Gracias –ella asintió y luego me fui. No sabía qué hacer, no me gustaba esto, no tenía nada de tecnología y tampoco tenía nada que hacer, pero recordé la nota de Alex y decidí salir, me fui directo a la salida principal porque no conocía otra y me encontré con Javier y Ezequiel, este


ultimo me miro igual que ayer, mientras que Javier se vio sorprendido al verme por ahí otra vez. —Hola –le sonreí a ambos, al final se notaba que Ezequiel era desagradable con todos, hasta pensé que con Alex, así que eso le dio un punto al guardia petulante. —Srta. Victoria –Javier sonrió luego de unos segundos. No me gustaba que me llamara así. —Dime Viky, no muchos me llaman Victoria –él asintió, mientras que Ezequiel se enderezo y siguió mirando hacia adelante –tu igual Ezequiel –no me miró, pero asintió ¡punto para Victoria! — ¿Qué necesita señ…Victoria? prefiero llamarla así, el señor Lenardis se puede molestar –asentí, Alex era su jefe después de todo. —Quiero salir, Alex dijo que podía —Javier se puso incomodo y antes que Ezequiel se volteara a decirme que no podía por la parte frontal, me adelante –sé que no es por aquí Ezequiel –no sé si fue idea mía, pero mientras seguía mirando hacia adelante, pude ver una leve sonrisa. De seguro me estaba volviendo loca. —Bien, eso está mejor, acompáñeme por favor –Javier entró y cerró la puerta, mientras se dirigió por el otro lado de la casa. Fui atrás de él mientras seguía asombrándome con la casa, tenia de todo, una mesa de pool, un bar, lo que llamó mi atención ya que podía servir para mis momentos de autocompasión. Creo que este era el lado de entretenimiento y recibimiento de visitas…más personales. Seguí por todos lados a Javier, quien no me dijo nada en todo el camino, hasta que llegamos a otra puerta. –Es aquí –abrió dos puertas que no eran tan hermosas como las principales pero no dejaban de ser increíbles. Nuevamente mi boca se abrió por la sorpresa. — ¿Qué es eso? –di un paso adelante, escuche la risa de Javier. —Sí, impresionante ¿no? al Sr. Lenardis le gusta pasar tiempo afuera por eso mantiene su patio trasero hermoso –lo miré sorprendida y salí. Primero el sol no te encontraba por varios metros porque había un pasillo que llegaba a la terraza, que tenía varias mesas y sillas blancas, hermosas, esta terminaba con un cerco de hierro con distintos diseños marcados al doblarse ese material. Luego todo era un sueño, jardines y más jardines, no sé cuantas hectáreas había ahí, con distintos arreglos y piletas, lo único más cercano que había visto a esto, fue cuando vi una película sobre la reina Antonieta. Mire a Javier y sonreí animada –el Sr. Lenardis pensó que le iba a gustar –lo miré frunciendo el ceño. — ¿A qué te refieres con eso? –él se puso serio e hizo una mueca.


—No le diga que dije eso por favor –se puso bastante nervioso, lo que no me agradó. — ¿Qué sucede? ¿Es que acaso él los tortura? –por la reacción de Francesca y ahora de Javier, no me sorprendería de Alex. —No es eso, pero por favor no le diga que dije eso –iba a decirle, pero luego de ver la expresión de Javier, que para ser un vampiro, tenia expresiones muy humanas. —Bien ¡pero! –Dije levantando un dedo –me acompañas un momento, aquí no puedo conversar con nadie, hablan en otro idioma o me miran feo. —Ezequiel es muy agradable, ya verá… —sonrió y como me respondió, supuse que tendría alguien con quien conversar. Así que nos fuimos a sentar a una de las hermosas sillas de hierro con diseños, mientras miraba esos hermosos jardines. —Ahora Javier, dime la verdad… —él se puso nervioso y trago saliva — ¿desde cuándo tú y Ezequiel son pareja? –él enarcó una ceja. —Bueno, el Sr. Lenardis nos puso de guardias hace unos veinticinco años, hemos estado acompañándolo a varios viajes, mientras ahora la cuidamos a usted – ahora fue mi turno de enarcar una ceja. —Javier me refiero a estar juntos de verdad, ustedes son homosexuales –mi nuevo vampiro favorito abrió la boca sorprendido. — ¿A qué se refiere? — ¿Por qué me lo niegas? Se nota —él abrió aun más los ojos. —No, no lo es…nosotros tenemos una relación meramente profesional Srta. Victoria –ahora se puso serio y supuse que Alex no lo sabía, aunque dudaba que fuera así. — ¿Es por Alex? ¿Te da miedo que él sepa? –Javier estaba en shock, no tenía ninguna expresión en su rostro, más que de asombro. — ¿Cómo usted…? solo nos ha visto dos veces, somos precavidos. El Sr. Lenardis no se puede enterar –sus ojos estaban siendo atacados por el pánico. —Por favor, él debe saberlo Javier, te lo aseguro –ahora sus ojos se abrieron aun mas si fuera posible, se puso de pie y comenzó a moverse de un lado a otro, no pude evitar sonreír al verlo así. —Oh Dios, quizás ahora nos cambie los turnos o algo peor, despida a uno… esto ha sido un error –me puse de pie y tome su brazo para dirigirlo a la silla de nuevo. — ¿No crees que ya hubiera hecho eso antes? una pareja de homosexuales es perfecta para cuidarme, es lo que él necesita –mi voz era segura. Esto lo había notado desde ayer, según todo lo que había leído, presentía que los vampiros se alimentaban del sexo opuesto, muy pocas veces leí que lo hacían de alguien de su género, por lo que me llamo la atención que cuando me encontré con estos dos guardias, hubieran


actuado como ver a uno de los suyos, no importaba que fuera de Alex, en mi venas corría sangre. — ¿Cómo lo hizo Victoria? ¿Cómo sabe que el Sr. Lenardis no se enojará? —Javier, hablas de Alex como si fuera un dios…—hasta podía decir que le brillaban los ojos con respeto, aunque podía ser que le gustara, después de todo mi secuestrador era extremadamente guapo y sexy, quizás tenía hasta su lado encantador. —Lo es Victoria, entre nuestra especie lo es… —enarqué una ceja. — ¿A qué te refieres con eso? –él frunció los labios. —No le puedo decir nada, como usted se rehusó a hablar con él, no le puedo dar ninguna información de su vida…bueno, de su existencia, no soy tan viejo como para saber de su vida humana –lo miré sorprendida ¿Qué edad tendría en realidad Alex? –y no me pregunte su edad, eso también entra en “información clasificada” – rodee los ojos al escucharlo, eso hizo reír a Javier –ahora… —dijo él, nervioso —¿me podría decir porque cree que él nos necesita, sabiendo que somos gay? —Para que a mí no me llamen la atención ninguno de ustedes, es demasiado astuto como para dejar esa posibilidad…por eso ustedes son perfectos y si los conoce de años, confía en que si yo socializo con ambos, ustedes no me dejaran escapar porque son fieles a él –me miró unos segundos y marco una leve sonrisa. —Quizás le llego competencia al Sr. Lenardis respecto a la inteligencia, usted lo noto de inmediato. —Gracias… —sonreí orgullosa de mi excelente interpretación de las cosas – ojala me sirviera para averiguar porque me quiere aquí ¿tú no me dirías? —Ordenes son ordenes, solo sacara esa información de él, aquí siempre se ha dicho “el Sr. Lenardis da y el Sr. Lenardis quita” –eso hizo que en mi cerebro hubiera un “clic” —Eso me dice bastante…. –dije pensativa. Podía tener aun la posibilidad de irme de aquí, podía engañar a Alex, ganar su confianza y luego cuando gane un poco de más libertar…apuñalarlo por la espalda. — ¿Por qué tiene esa mirada? –Javier se preocupo, así que lo despiste sonriendo. —Tranquilo, no es nada, ahora ve en paz y dile a Ezequiel que no estoy tratando de robarle al novio –eso hizo reír a Javier y asintió para luego desaparecer en un segundo. Me quede sentada ahí por bastante tiempo mientras pensaba como iba hacer para poder engañar a Alex, sin dudas tendría que sacrificar muchas cosas, pero mi libertar lo valía sin duda alguna.


CAPÍTULO 5

Estaba en la habitación arreglando la cama, luego que fui almorzar, mi humor sin dudas había renacido, ya que después de todo, había posibilidades de salir de aquí, pero tenía que ser cuidadosa con Alex, él podía desconfiar aunque claro, si él tuviera alguna habilidad como leer la mente, percibir las cosas malas o cualquier estupidez que sea tener una habilidad especial, mi plan se iría a los mil infiernos y ahí sí que nada podría animarme, pero mejor no había que ser pesimistas, era la hora de ser astuta y para eso tenía que ir a mi guardarropa. Me cambié de ropa y me puse un lindo vestido, aunque claro, de los normales, no los que estaban abajo. Me vi al espejo y me veía linda, era color verde oscuro, dejaba mis hombros descubiertos y se ajustaba hasta la cintura, mientras que luego caía libremente, sin dudas marcaba mis curvas, eso ayudaría. Me fui a la sala de entretenciones, donde jugué en la mesa de billar por un largo tiempo, también fui a conversar con Javier otro rato, Ezequiel seguía igual de arisco, pero no podía hacer nada, venia en su personalidad. Estaba haciendo de todo para pasar el rato, pero Alex no llegaba nunca, debo decir que una parte de mi se preocupo, muy pequeñita y me quise golpear por aquello, pero quizás podía ser atacado o algo por estilo, así como leí en libros, quizás hubo un motín y lo derribaron. Le pregunte a Javier si sabía algo, pero solo me dijo que “El Sr. Lenardis es un hombre muy ocupado, algunas veces llega al anochecer” debo decir que el “ocupado” me llamo la atención y no fue hasta luego de mi cena que Alex llegó a casa. Iba subiendo las escaleras, derrotada a que él no me iba a ver con el vestido, cosa que no creía tampoco que tuviera gran efecto, pero quizás hoy tenía suerte. Me detuve al sentir como se abría la puerta principal y Alex entraba sonriendo ampliamente y debo decir que jamás, nunca en estos días, lo había visto sonreír de esa forma, se veía como si fuera amable y quisieras tenerlo siempre a tu lado para que te diga como esta y como iba su vida. Fruncí el ceño al verlo. —Wooow…. –su sonrisa se fue al verme –Por lo que supe –en un segundo estaba a mi lado –te volvió el habla ¿es eso verdad? –me tomo por sorpresa su acercamiento tan rápido, aun no lograba adaptarme a eso ni tampoco a verlo tan guapo vestido bajo la luz de la mansión. Alex traía ahora unos jeans negros, con una camisa blanca, una corbata negra que estaba desordenada y un saco negro — ¿te gusta lo que ves? –su mirada era de suficiencia y su tono arrogante. Me tomó unos segundo contestar y eso lo molestó –Oh ya veo ¿así que solo no me hablas a mi? ya


sé que tuviste una maravillosa conversación con Javier… —me miro entrecerrando los ojos y suspiré. Desde ahora el plan entraba en acción. —No era eso, solo que llamo la atención lo oscuro que luces cuando vas a “trabajar” –dije haciendo las comillas con mis dedos. —No estaba trabajando, de ahí salgo muy temprano, estaba ocupado –lo ultimo lo dijo sonriendo coqueto ¡Este tipo me daba asco y me enojaba! De seguro se estaba revolcando con un montón de vampiras. Me hizo enojar aun más porque yo me ponía de mal humor al pensar en cómo me afectaba lo que dejaba o no dejaba de hacer – Mmm….ceño fruncido ¿Qué pasa por esa cabecita? puedo imaginar lo que estas pensando —¡diablos! Su actitud era casi incontenible para ponerme de mal humor. —Nada que te interese –respire tranquila y relaje mi expresión. Comencé a subir para seguir con el plan. Cuando entramos a la habitación, él se fue directo al baño, mientras que yo me fui directo al guardarropa, al final mi vestido no tuvo el efecto que yo quería, ya que apenas lo vio, pero no estaba desanimada, el plan seguía en marcha. Abrí las gavetas de los pijamas y encontré el que quería, rápidamente me lo puse y me solté el moño que tenia. Salí de ahí y como lo había pensando, él ya había salido del baño, ahora estaba mirando por la ventana y nuevamente mis suposiciones estaban en lo correcto. Cuando me vio pasar al baño, pude notar de reojo que me quedó mirando, yo pase como si él no estuviera ahí y me metí al baño, cerré la puerta de un solo golpe y me mire al espejo de nuevo. —Wow –salió de mi boca. Me veía sexy. El “pijama” era celeste oscuro y un poco transparente en mi abdomen, se podía ver mi piel, exponía mis hombros y parte de mi espalda, mientras que mis pechos y mi trasero no se veían, pero aun así, era muy poca tela. Mi pelo estaba desordenado, como si hubiera salido de cualquier actividad poco decente, eso estaba bien. Me lave los dientes tranquilamente, haciendo tiempo. Salí del baño y ahí una suposición se fue al suelo. Alex tenía que estar ya en la cama, pero solo seguía mirando por la ventana, lo que me sobresaltó, no lo había notado bien antes, pero por lo visto no usaba pijamas, estaba solo con sus bóxers. Trague saliva al notar que era completamente perfecto, claro solo físicamente. Fui tranquila a la cama y me metí en ella, dejando la sabana bien abajo, no sé si era mi impresión o estaba haciendo calor aquí. Pude notar que en el lado de Alex, en la cama, había un pantalón de pijamas color azul marino, fruncí el ceño, pero mi atención se centro en Alex, que ahora se estaba moviendo. Comenzó a acercarse lentamente a la cama y su mirada era…bueno era la mirada de Alex, con eso basta, se posicionó al lado de la cama y miró el pantalón para


después observarme, por un momento paso una idea en mi cabeza pero se esfumó por lo ridícula que era aunque luego de un segundo no parecía tan irreal. Alex comenzó a bajar su bóxer como si fuera lo más normal del mundo, cerré los ojos antes de ver algo peligroso, escuche como se río. —Listo santurrona… —su voz era ronca, lo que me llamo la atención porque era más de lo que estaba acostumbrada. Sin chistar abrí los ojos, me sorprendió que haya confiado en lo que dijo, pero esta vez estaba bien, tenia puesto esos pantalones, que le quedaban ajustados a la cadera. Después Alex se metió lentamente bajo las sabanas –debo decir que te has adaptado bastante rápido como para ya estar usando “ese” pijama ¿alguna ocasión especial? –levante los hombros quitándole importancia y me recosté mejor en la cama dándole la espalda –Oh ya veo, me hablas un poco y luego… —Buenas noches Sr. Lenardis –sonreí mientras le daba la espalda, triunfante ya que luego de unos segundo no dijo nada. ¡Victoria uno, Alex 1000!....algo es algo ¿no? — ¿Cuál es tu juego? –su voz ahora venía de más cerca, lo que me puso nerviosa y me voltee para encontrármelo apoyado en su mano, de lado, mirándome con esa sonrisa coqueta que me ponía más nerviosa de lo que deseaba. —Nada, todos te llaman así ¿no? –mi voz era segura y nuevamente me sentí orgullosa, además la vista de Alex se fue por toda la parte que la sabana no tapaba. —Sí, pero ellos son mis empleados –sin duda estaba en lo correcto, su voz estaba más ronca de lo usual y por lo que entendía, los vampiros no se resfrían. — ¿Y yo que soy? —Por ahora nada –no dudó en responder. Levanté mis hombros nuevamente y le di la espalda. Pensé luego de unos segundos que había resistido a hacer cualquier cosa, pero para mi sorpresa, sentí un frío dedo que paso por mi columna, haciendo que me dieran escalofríos. Me voltee rápidamente, sin evitar recordar el sueño de la noche anterior. — ¿Si? –tenia ambas de mis cejas levantadas, para poder concentrarme, ya que mi corazón estaba latiendo con fuerza y mi respiración estaba pesada. — ¿Debo tomar esta particular vestimenta como algún tipo de seducción de tu parte? –mis labios estaban entreabiertos mirándolo, mientras trataba de hacer alguna idea en mi cabeza para responderle. Alex estaba demasiado cerca. —Tómalo como quieras, pero no estoy tratando de… —me hizo callar poniendo su dedo índice en mis labios, eso me tomo por sorpresa. Era bastante frío, lo fue bajando de a poco, mientras yo lo miraba callada, tomo delicadamente mi mentón y paso su dedo pulgar por mi labio inferior, eso hizo que mi respiración se volviera más errática.


—Me gusta cómo te queda –no sé si era él o yo quien se movía, pero ahora lo tenía más cerca — ¿lo has hecho para mí? –ahora estaba su dedo índice jugando con mi labio inferior. Esto no estaba saliendo como yo quería, no tenia control absoluto de lo que pasaba –Y bien ¿algo que decir o solo estas concentrada en mis labios? –eso era cierto, no había mirado ni sus ojos y ni pensaba hacerlo, ahora sin dudas quería esa boca junto a la mía y no me importaba nada ¿Qué plan?... ¡al carajo el plan! –No dices nada… —como estúpida asentí y sus labios marcaron una sonrisa coqueta – Bien —dejo mis labios para ir lentamente con su mano por mi cuerpo, yendo por mi cintura hacia mi muslo, lo que me causo escalofríos, claramente no de miedo ni de frío. Me tomó de tal forma que quedé recostada en la cama, pero ahora en forma horizontal, mientras que él seguía mirándome y teniendo sus labios a centímetros de distancia. –Estas cediendo….me agrada –no importa si lo que sentía era de verdad o de mentira, aquí la ganadora iba a ser yo porque iba a sentir sus labios e iba a ganar más confianza con él, lo que me daba más libertad –Mmm…Vittoria –susurró, lo que hizo que mi corazón saltara, debía decir que me encantaba que tuviera ese acento –No eres capaz de decir ni una sola palabra… —lo tenía sobre mí, si, no me importaba, solo lo quería a él y lo iba a obtener. Su agarre a mis caderas fue más firme con una de sus manos, lo que me obligo a levantarlas un poco por la sorpresa y haciendo que chocara contra él, lo que le saco un exquisito gruñido ¿me dio miedo? Ni un poco, quería escuchar eso de nuevo. –Cuidado… —su sonrisa hizo que solo ya me estuviera impacientando, no me importó que ahora pudiera ver sus colmillos, eso me hacían quererlo más — ¿sabes que mito es verdad sobre nosotros? –Solo negué como la más estúpida del mundo – Somos excelentes en la cama –lo que dijo solo hizo que tragara saliva y mis respiración ya no fuera capaz de tranquilizarme. No sabía qué hacer, ya que aquí, yo no movía ni un solo dedo, todo lo estaba haciendo él. Cerré los ojos tratando de concentrarme, pero todo empeoró, porque sentí como su mejilla por el lado derecho, fría como el hielo, pasaba lentamente por la mía, como así sus labios iban pasando por mi piel hasta llegar a la comisura de mi boca, me moví un poco para encontrar sus labios, pero él rápidamente los alejo de mí. Abrí los ojos, frunciendo el ceño, lo que hizo no me gustó, pero él me miraba sonriendo con arrogancia, hasta que comenzó a hablar. –Recuerda esto Victoria, tengo más años viviendo en este mundo…y no vas a ser tu la que me haga caer en una trampa, no en este campo de batalla –se alejó de


mí y me tomó rápidamente dejándome en la posición que estaba al principio de todo – No soy estúpido. — ¡Alex! –lo mire frustrada, bien de primera quería engañarlo, pero ahora podía pasarlo bien mientras lo engañaba. — ¿Qué? –Su sonrisa no se borraba –lo pudimos pasar muy bien, pero lo has arruinado al no ser honesta, además ya he tenido bastantes bocas por este día –su sonrisa era lo más desagradable que había visto ahora. — ¡Olvidado! jamás vas a tener esta oportunidad de nuevo, no te volveré hablar en mi vida ¡y te lo puedes pasar con tus putas! a mí no me importa –me puse de pie y tome mi almohada, pero él me detuvo antes de poder dar un paso, quedo al frente mío. —Recuéstate –di un paso para el lado, pero él gruño –Victoria, hazme caso – levantó mi brazo con su agarre apretando fuerte, muy fuerte. — ¡Ah! –le grité, pero no me soltó, hasta que lentamente hizo que me sentara. Puse la almohada donde estaba y me tapé con las sabanas, recién ahí el se acostó a mi lado. —No es mi culpa que te tenga que tratar así, te comportas de una forma infantil y rebelde, nunca olvides que siempre dormirás a mi lado. —Eres un cerdo sádico y pervertido –le di la espalda y me acomodé, pero su voz en mi oído hizo que sobresaltara. —Y aun así hace segundos atrás querías que te besara… —cerré los ojos con fuerza y me quede así, hasta que de verdad mis ojos se fueron relajando y haciéndome dormir, esto no había resultado ni un poco, Alex me había descubierto, no tenia como ganarle ¿en qué momento lo pude pensar? Al día siguiente, sentí como Alex se levantaba e iba al baño, para luego desaparecer de la habitación, sin dejar nota ni nada esta mañana. Rendida me levanté e hice lo mismo que las dos mañana ya pasadas. Baño, ropa, comida con una italiana que no le entendía nada y luego me senté en la escalera mirando a la puerta, sin decir nada. Lo de anoche me había desanimado realmente ¿Cómo Alex pudo saber todo? además ni siquiera gane de ninguna forma, esto era demasiado injusto. La puerta principal se abrió lentamente apareciendo un vampiro bastante conocido, con una sonrisa. —Escuchamos un corazón latir cerca –dijo sonriendo. Me puse de pie en un segundo y me apresure en llegar a la puerta. Abrí ambos lados y encontré a Javier y Ezequiel en su traje de siempre y en su posición habitual. —Hola chicos —sonreí a ambos.


—Hola Victoria —Javier me sonrió. Miré a Ezequiel, pero su mirada era hacia al frente. —Buenos días –dijo después de unos segundos, haciendo que mi corazón se acelerara de la emoción. —Buenos días Ezequiel –mi ánimo subió bastante por mi avance. —Ahora… —la voz de Javier se endureció — ¿Qué le sucede? –di unos pasos adelante y me senté en uno de los escalones. Agradecí que Ezequiel no dijera nada sobre que estaba pisando un centímetro de la salida delantera. Para mi sorpresa, ambos se sentaron a mis lados, miré a Ezequiel con una sonrisa, pero él seguía mirando hacia adelante. —Estoy cansada de esto, me quiero ir. —Usted sabe que nosotros no podemos ayudarla –la voz de Javier aun era amable. —Lo sé —casi me caí de espalda cuando escuche la voz de Ezequiel ahora. —Aun así, escuchamos más suspiros en un minuto de lo que se escucha en horas, eso es un método de manipulación –su voz era firme. —Lo siento –lo mire seria –pero lo único que puedo hacer es eso…suspirar ¡él no me deja hacer nada! –me siguió hablando Ezequiel, mientras lo mirábamos con Javier. —La dejó salir hacia el patio trasero, yo ni siquiera la hubiera dejado salir de la habitación –aquello me hizo enojar. Lo que hacía Alex por mí, no era nada bueno. — ¡Eres tan desagradable conmigo! pensé que eras así con todos pero ahora lo dudo, porque de algo en ti se tuvo que haber enamorado Javier –mire hacia el suelo enojada, hasta que después de un segundo escuche como se reía Ezequiel mientras que Javier me sonreía. —No entiendes Victoria –me llamo la atención como me llamo, Javier siempre mantenía esas palabras de respeto, en cambio Ezequiel no –solo debes dejar de jugar y empezar hacer preguntas para poder entender todo, nosotros no podemos responder nada. —En realidad… —ahora habló Javier, frunciendo el ceño –yo no tengo mucho que hablar, pero Ezequiel lleva más tiempo con el Sr. Lenardis, él sabe más. — ¡Javier! –lo regañó Ezequiel, con el ceño fruncido. — ¿Qué? –pregunto el involucrado. — ¡No tenias porque decirle eso! –no quería estar provocando una discusión entre dos personas….error, entre los dos vampiros que me ayudaban a seguir estando un poco cuerda.


— ¡Ey!...basta –dije levantando las manos –de todas formas –mire a Ezequiel – no me dirás nada, así que no importa quien dice que. —En eso tienes razón –dijo ahora más tranquilo –ahora ¿estás más despejada, ya qué has hablado con nosotros? –lo mire seria, era estúpido lo que decía, pero me sorprendí de que me haya sonreído. —No, me quiero ir con mis padres, ustedes no entienden…yo no pertenezco aquí –nuevamente mi humor se fue abajo tan rápido que me sorprendió. —El Sr. Lenardis dijo que ibas a estar desanimada hoy –Javier me miraba preocupado — ¿sucedió algo? –negué sin controlar lo rojas que se estaban poniendo mis mejillas al recordar lo de anoche. —Oh… —ahora escuché la voz de Ezequiel –veo que algo te avergüenza…y por lo poco que te he visto debe ser porque algo pasó anoche, tenemos entendido que el duerme contigo –lo miré con los ojos bien abiertos, mostrando mi sorpresa –por favor, yo arregle tu guardarropa, así que no te sorprendas –mis labios marcaron una sonrisa al escucharlo. — ¿Y aun con eso no pensaban que Alex sabia que eran gay? –ambos hicieron una mueca, demostrando que no eran buenos escondiendo cosas. —Victoria, te diré esto solo una vez más, comienza a ser preguntas y pronto porque estas solo viviendo un martirio por nada. —Bueno no sirve de nada ¡ya que ayer solo jugó conmigo, ni siquiera me besó! así que aceptando o no aceptando esto, él igual me hará sufrir. —Ooh…. –ambos dijeron lo mismo al mismo tiempo. —Eso sí es ser cruel… —Javier sonrió. —No, eso es ser astuto –dijo Ezequiel –pero no puedo decir nada, ahora mejor entras porque estas en el lado frontal donde no estás autorizada. —Estas bromeando ¿cierto? –lo miré mientras mi ceño se fruncía, él negó — ¡pero Ezequiel! ¡Vamos! me aburro adentro. —No si vas a la piscina –me sonrió, ahora veía que solo estaba siendo pesado conmigo al principio, es más, sentía como un deja vu con él. — ¿Qué piscina? afuera no hay piscina, estas mintiendo –ambos rieron, los miré confundida. —Claro que afuera no, en el tercer piso –Javier lo dijo como si fuera algo obvio de saber. Levante los hombros con indiferencia. —No importa donde quede, no tengo ningún traje de baño aquí. — ¡¿Qué has dicho?! –Salió Ezequiel poniéndose de pie, me sobresalto su movimiento –Yo hice mi trabajo de una forma excelente, hay todo tipo de trajes de baño ¡ven conmigo! –Me puse de pie lentamente, Javier miraba entusiasmado, pero


Ezequiel le arruino el ánimo –Cariño, tu no, debes cuidar este, no demorare nada –los quede mirando y una sonrisa se marco en mis labios. Jamás en mi vida alguien me iba a tratar con tanto cariño –Vamos pequeña –me llamó la atención el cambio de Ezequiel conmigo, me gusta esta faceta sin duda alguna. Le hice señas a Javier y nos fuimos con Ezequiel a mi habitación, apresurando el paso, porque no le gustaba dejar solo a Javier, así que pasamos directo al guardarropa. Él sonriente y lleno de arrogancia me mostró una pared. — ¿Qué? –dije dudosa, él rodó los ojos. — ¿Lo viste sola? ¿El Sr. Lenardis no te lo mostró? –negué y luego él sonriendo empujo delicadamente la pared y esta se abrió, mostrándome bastante bikinis y ropa de verano que estaba ordenada exactamente como todo lo demás. Había tres espacios más como lo que Ezequiel me había mostrado, corrí a ver y los presione para ver que él tenía toda la razón….había ropa de temporada, verano, otoño, invierno y primavera. —Wow…Ezequiel, has hecho un hermoso trabajo. —Bien…ahora por esto, elegiré el que te pondrás ¡verde! tu color favorito –lo miré sorprendida ¿cómo sabia eso? él se volteó lentamente a mi –haz como que no dije eso, por favor, él se puede molestar bastante. — ¡¿Qué diablos sucede aquí?! –ya me estaba desesperando, sentía como mi humor cambiaba cada segundo debido a los misterios que recorrían este lugar y todo lo que involucraba a Alex. —Te lo digo…hazle las preguntas a él, de aquí no podrás salir Victoria…ahora ¡el bikini! –muy bien, el cambio de tema de Ezequiel me demostraba quien era el activo en la pareja. Sacó uno de los que estaban colgados y me lo pasó –esperaré a fuera, quiero ver si es tu talla, aunque no lo dudo –salió rápidamente cerrando la puerta y comencé a sacarme la ropa, la dejé toda tirada ahí y me puse el bikini, debo decir que me animó mucho el comportamiento de Ezequiel. Abrí la puerta con rapidez. — ¡Listo! –Miré a todos lado y no había nadie — ¿Ezequiel? –en vez de escuchar su voz como respuesta se abrió la puerta del baño y de ahí salió Alex, que tenia puesto unos pantalones oscuros y una camiseta verde. —Creo que hemos combinado hoy…aunque debo decir que tú luces fantástica – mi expresión se entristeció de inmediato al verlo y comencé a ir al guardarropa para cambiarme, pero como era de costumbre ahora, Alex se interpuso entre la puerta y mi mano. — ¿Qué quieres?


—Por lo que me dijo Ezequiel, esa pregunta debería hacértela yo a ti –suspiré y lo miré agotada, no tenia ánimos para pelear con él, no en esos juegos de “Tú no tienes la razón, yo si” —Es cierto, pero tú no me respondes nada, así que me estoy rindiendo, ya estoy cansada –lo miré esperando una expresión de su parte, pero como siempre, fue indiferente a mí. — ¿Ibas a la piscina no? –rodee los ojos a su cambio de tema. —Si –dije de mala gana. —Te llevare…sígueme –comenzó a ir hacia la salida y pensé que era mejor seguirlo, por lo que lo hice. Me fui detrás de él, sin decir nada, mientras miraba para donde íbamos. Esta casa era inmensa, jamás dejaría de conocerla, solo un par de vueltas y ¡boom!...había una escalera. Subimos y pude notar como mi boca se abría al ver el lugar. El techo era todo de vidrio, dejando entrar el sol justo cayendo los rayos en una inmensa piscina, también estaba un gran ventanal, que abarcaba todo el extremo opuesto donde estábamos, dándonos una perfecta vista de los jardines. El lugar era gigantesco, el piso era de cerámica, con un diseño hermoso, con colores verde musgo y un azul suave. — ¿Te gusta? –Alex sonreía mirando el lugar. Tenía que decir que casi toda la casa era de mi agrado, tenía colores que a mí me gustaban y muebles que me encantaban. —Es hermoso. —Sabia que te iba a gustar —tranquilamente se fue a sentar a un sofá blanco – bien, la piscina es toda tuya, te acompañare desde aquí, para ver que no te ahogues. —Muy considerado de tu parte –dije mientras avanzaba al otro extremo de la piscina. Debo admitir que me puse nerviosa al imaginarme que él me miraba y no traía mucho puesto que me cubriera, pero luego de unos segundos, al recordar lo de anoche, me dio lo mismo. Él no haría nada, ahora estaba segura, el mismo dijo, que yo tenía casi que rogarle y eso no iba a pasar, era demasiado orgullosa para caer en un juego tan estúpido como ese. Pasé lentamente mi pie derecho por el agua, estaba perfecta, una piscina temperada, así que me fui metiendo de a poco, hasta que decidí que era demasiado aburrido de esa forma y me metí completamente y comencé a nadar hasta el otro extremo. Estuve así bastante tiempo, decidí en no tomar atención a Alex, por lo que solo me concentré en como se sentía el agua en mi cuerpo, era relajante y más cuando decidí nadar de espalda, estaba llegando nuevamente al otro extremo ya mas cansada, cuando vi que una sombra me tapaba la luz de sol.


Abrí los ojos y vi a un sonriente, pero arrogante Alex con un traje de baño y listo para lanzarse al agua. —Me has convencido…hace mucho que no nado. —Nunca te dije nada –mi voz estaba cargada de sorpresa y no solo de que se iba a lanzar conmigo, sino de cómo lucia, se veía perfecto. Después de un segundo ya no estaba en su lugar, sino que me voltee y estaba en el comienzo de la piscina, donde se lanzo sin ningún miedo y luego de otro segundo lo tenía al frente mío, con su cabello mojado y su rostro lleno de gotas. —Te ves sorprendida –como siempre su tono arrogante hacia que volviera a tierra y dejara de pensar en otras cosas que no eran importantes. —Claro, no es fácil ver como una persona se mueve de un lado a otro tan rápido. —Tampoco es fácil ver como una humana se puede ver tan bien solo con un bikini –mi mejillas se pusieron rojas como tomate, así que por mi propio bien me fui alejando de su lado —¿Por qué te alejas? —Porque me das miedo, eres un vampiro, el que me secuestro…y… —Y tu eres la secuestrada que no está actuando como debería, tienes tus momentos de debilidad, pero eres fuerte y te adaptas, eso me agrada — ¿lo que había dicho fue un cumplido? De todas formas me fui alejando –No confías aun en mi – negué — ¿Por qué? — ¿Por qué? ¡Me has dicho que solo me quieres llevar a la cama y luego convertirme! me has separado de mi familia y tienes la manía de acorralarme en cualquiera lugar que esté, puede ser en contra de una pared, ahora en la piscina o anoche contra una cama –lo último se lo tenía que sacar en cara. —Como digo…no actúas como si te desagradara tanto estar cerca de mí y no tienes idea del por qué—bien, tenía un buen punto el vampiro desquiciado. —Tienes razón, pero no por eso voy a confiar en ti, eres desagradable y siempre me tratas mal. — ¿Por qué te sigues moviendo? –cambió de tema, excelente, no me había dado cuenta que seguía escapando de él. —No tienes forma de escapar de mi, ni siquiera aquí en la piscina –llegó al frente de mí en un segundo y se apoderó de mi cadera sin dejarme escapar de él, haciendo que mi piel comenzara a arder donde tenía sus manos. — ¿Qué quieres de mi? –lo mire fijo, realmente quería respuestas y Ezequiel dijo que solo Alex me las podría dar. —Ya te lo dije —repentinamente se puso serio. —Lo sé, pero ¿Por qué yo? hay chicas lindas por ahí, incluso dejarían a sus familias voluntariamente.


—Pero yo no las quiero a ellas, tu eres mía –frunció el ceño mientras mis pies no paraban de moverse, podía pasar a llevar sus piernas, ya que estábamos en un nivel más profundo. Nuevamente estaba jugando conmigo. —Yo no soy tuya ¿Cuándo lo entenderás? –de inmediato tensó su mandíbula. Rodeé los ojos, él no era capaz de tener ni un poquito de paciencia –Bien, digamos que soy tuya –me miro curioso — ¿eso indica que tu eres de mi propiedad igual? –su expresión no me indicaba nada, así que desistí –claro que no lo eres Alex, menos si llegas luego de haber hecho Dios sabe qué cosa ayer –me traté de escapar, tomando aire y sumergiéndome en el agua, pero fue un gran error porque lo tenía abajo, esperándome mientras ahora me acorralaba completamente contra la pared, bajo el agua, me asusté al pensar que me podía ahogar, pero solo se mantuvo cerca y paso su mano por mi mejilla….jugando, siempre jugando. Me moví arisca a su toque, pero él se acercó a tal nivel que podía rozar su nariz bajo el agua, sus ojos estaban fijos en los míos mientras mi corazón latía con fuerza, pero recordé lo de anoche y lo pésimo que me sentí. Él realmente me había rechazado, aunque de una forma haya descubierto que lo trataba de engañar, me dolió lo que hizo. Giré mi rostro de él, al hacer Alex se enojó y yo subí a la superficie con rapidez. Segura llené mis pulmones con aire y me afirmé del piso. De un impulso salí de la piscina, noté que en el sofá había toallas, tomé una que era gigante, de color blanco y me envolví en ella mientras bajaba las escaleras, sin voltear a ver a Alex. De un golpe abrí la puerta de la habitación y tiré la toalla en la cama, mientras iba al baño. — ¡No me puedes hacer eso! –escuché la voz de Alex detrás de mí mientras sentía el golpe de la puerta. Me gire valiente a enfrentarlo. — ¡Te dije que no iba a sentir nada por ti! –no le iba a expresar lo de anoche. — ¡Eres endemoniadamente orgullosa, maldita sea! ¡No contaba con eso! –se veía muy enojado. —No esperes nada diferente de mi –avancé para ir por mi ropa y poder cambiarme en el baño. — ¡Victoria! –Lo volví a mirar –no tengas ilusiones que escaparás de aquí –ya no me quedaban, era imposible y lo había visto ayer, él notaria cualquier plan –y si lo hicieras, aunque es imposible ¿Cómo llegaras a la civilización? yo llego en avión y si por un milagro lo haces ¿Qué le dirás a tus padres? ¿Qué te raptó un vampiro? solo le romperás aun más el corazón al ver que solo te escapaste con Dios sabe quién y luego vuelves…jamás volvería a ser como antes y ¿tus amigas? las perderías porque


explicarías una y otra vez que es lo que pasó, pero nadie te creería ¡nadie! no tienes opción –su voz era dura y malvada, lo estaba diciendo todo para herirme…y lo logró. —No importa lo que digas –mis ojos se llenaron de lágrimas, él tenía razón, ya mi vida nunca sería como antes. Mi labio inferior hizo un mohín –pero aun así seria libre, no como aquí contigo, puedo estar actuando raro como para estar en esta situación, pero aun así ¡recuerda que nunca me tendrás! –me estaba hiriendo, por hacer que me contradiga en lo que digo y pienso. Me apresuré para llegar ahora al baño, pero Alex de un momento a otro hizo que estuviera entre su cuerpo y la pared. Tomo con rapidez mis manos y las dejó a nivel de mi cabeza, sin poder defenderme, así que comencé a gritarle. — ¡No, suéltame! ¿Crees que sufriré del síndrome de Estocolmo? yo nunca, pero nun…–no pude seguir hablando, porque él me hizo callar y esta vez no fue con su mano, sino que fue con sus labios. Apenas me moví un par de veces para esquivarlo, salvando algo de orgullo, pero luego ya fue imposible. Mis labios comenzaron a responder con bastante entusiasmo, los suyos eran tan fríos como me lo imaginé en mi sueño y se movían con fuerza contra los míos. Mi corazón estaba a mil latidos por segundo mientras aferraba mis manos a las suyas, acerqué mis rostro a él, para tener más de sus labios, pero Alex solo respondió empujando contra mí, era un beso agresivo sin duda, pero luego cambio a ser más pasional, cuando sentí su fría lengua en mi labio inferior rápidamente le di acceso para que se uniera a la mía y eso si que me descontrolo un poco, ya que sus movimientos eran tan suaves, mi corazón casi se salió de mi pecho al sentir en mi lengua uno de sus colmillos, eso hizo que saliera un leve gemido de mis labios, lo que me sorprendió bastante. Alex sonrió y siguió besándome, mientras que yo me iba acomodando mejor con él y levante mi pierna izquierda sobre su cadera, de inmediato él soltó mis manos y me ayudó, así pude enredar mis piernas en su cadera mientras que mis manos rápidamente iban a su cabello y su cuello. Me concentré a sentir ese beso al máximo nivel y me estaba volviendo loca, pareciera que jamás me cansaba, quería más y más. Seguí moviendo mis labios contra los suyos ahora con más fuerza, mientras que mi respiración era pesada, no podía decir que era la única porque las manos de Alex en mis muslos tenían un agarre bastante fuerte y tuve que cerrar los ojos al sentir que su mano derecha iba subiendo por mi espalda, hasta llegar al nudo de mi bikini, el cual comenzó a tirar, deshaciéndolo en un segundo y con eso tuve que separarme un poco de él, con el dolor de mi alma.


—No… —ni siquiera reconocí mi voz al escucharla. Mojé mis labios, porque sentía que los tenía hinchados, mientras que mi respiración era pesada. —Está bien —Alex me sonrió y con cuidado me bajó, aun sujetando la parte de atrás –voltéate –le hice caso, aun con la cabeza en las nubes deje que hiciera un nuevo nudo –listo –me giré a verlo, nerviosa. Miré sus labios y me di cuenta que ahora podría pasar mi vida besándolo… —Eh… —no sabía que decir, esto era incomodo. Miré su rostro por completo, dejando de ver sus labios solamente y pude ver que él tenía una expresión bastante alegre. —Bien…de verdad logras que me desespere cuando no te callas, ya veo cual es la solución — ¡¿Qué?!...¿eso iba a decir? Fruncí el ceño enojada. —Permiso… —mi voz volvió a la normalidad y me fui a buscar mis cosas al guardarropa y entré al baño con el ánimo bastante bajo mis pies.


CAPÍTULO 6

Más de una hora estuve en la ducha, la cual era con agua fría, el beso de Alex me había dejado bastante intranquila y amaba que fuera verano para poder bajar las alzas de temperatura. Me sequé el cabello y me vestí, con la ropa de hace un par de horas. Tomé coraje y me animé a salir del baño, no había nadie en la habitación, suspiré contenta, quizás Alex se había ido a algo sobre sus extraños negocios. Bajé las escaleras y fui rápidamente a la cocina pasando por la puerta principal casi corriendo, no quería contarle esto a los chicos, me daba vergüenza, había cedido… ¡y de qué manera! Entré a la cocina y busqué algo que comer, tenía hambre debido a nadar tanto tiempo. Encontré frutas por lo que comí una manzana, mientras me iba a la sala y me quedaba sentada ahí, pensando y pensando en lo que había pasado. Jesús…ese sí que había sido un beso impresionante, aun sentía las manos de Alex en mis manos, en mis muslos y en mi espalda. Cerré mis ojos inconscientemente recordando ese beso…estaba en un grave problema, ya no podría volver a dormir a su lado, tendría que decirle que se fuera de la habitación, aunque dudo que lo haga, pero ese no es su lugar, ahí solo hay cosas que son “mías”. La otra opción sería dormir en el suelo, si, era mejor que estar a su lado, caería demasiado fácil, si Alex no hubiera dicho “Esta bien” cuando le pedí que no siguiera creo que ahora estaríamos todavía arriba ¡y quizás hasta estaría siendo convertida! ¿Cómo dejé que él avanzara tanto? — ¿Ahora seguirás arrancando de mí? –Alex se sentó en el sofá de al frente, elegantemente, mientras sonreía. —No estoy arrancando de ti… —le di otro mordisco a mi manzana. El me quedó mirando sin decir nada y yo me quede hipnotizada por su mirada que estaba siendo más seductora de lo usual, después solo suspiró audiblemente. —Creo que por tu respuesta allá arriba has entendido que no saldrás de aquí – bien, que lo haya besado de vuelta no significaba una respuesta a lo que me dijo, solo que ya no me pude resistir más, pero igual entendí su punto, lo que quiero decir que si me hubiera besado así, ayer u hoy, le hubiera respondido de todas formas. —No y si –respondí dándole otro mordisco a mi manzana, él entrecerró los ojos al verme, note que estaba confundido –lo que hice arriba solo fue por mis hormonas…solo eso, tengo 18, soy humana, pero aun así tienes razón, nunca volveré a tener mi vida. — ¿Solo tus hormonas? –asentí mientras nuevamente mordía mi manzana – Oohh…ya veo, lo bueno de todo esto es que has entendido lo que sucede –asentí — ¡Excelente!...eso quiere decir que aceptas mis reglas, si es así, te debí besar antes –


mi expresión era seria, ni siquiera me enojé, era más como una cara de póker, de todas formas ya había vendido mi alma al diablo. —Si…pero no estoy todavía preparada para eso —le di otro mordisco a mi manzana. —Entendible… —su voz había cambiado y de un momento a otro desapareció de mi vista, para luego verlo a mi lado en el sofá –no sigas comiendo la manzana ahora por favor — ¿Qué? ¿Me había dicho por favor? — ¿Por qué? —Solo no lo hagas –me levanté de hombros y solo le di una última mordida para luego dejarla de lado. Mire a Alex y su mordida era tensa. — ¿Qué tienes con la manzana? —Solo no lo hagas…—sus ojos estaban negro, más de lo común, sus labios estaban entre abiertos y su expresión era seria. —Bien, a sus órdenes ¿algo más que anotar en la lista aparte de no comer al frente tuyo? —No, nada mas…ahora solo te aviso que no estaré aquí durante tres días, tengo que hacer un viaje y me llevo a Ezequiel y Javier conmigo –mi estómago se revolvió un poco, ahora sí que estaría sola, sola y más sola. — ¿A dónde? –mi voz hizo que notara mi molestia. —A Italia…los chicos dijeron que te hacía falta algo de tecnología, así que toma –llegó y lanzó un artefacto hacia mí, el cual ágilmente lo tome. Era un Ipod –no trates nada raro, pues solo puedes escuchar música. —Si es que aprendo a ocuparlo…está bien, gracias –dije mirando que no sabría cómo manejarlo, además esperaba que cuando lo hiciera solo hubiera una canción de mi gusto. —Muy bien, estoy corto de tiempo…me iré –se puso de pie, avanzó un poco y me quedó mirando. Me levanté de hombros. —Que te vaya bien…cuídate –bien, de todas formas me preocupaba que algún motín de vampiros le hiciera daño ¿si me preguntan por qué?...no tengo la menor idea. —Ehhh…Victoria ven –dijo serio, lo miré y me pare de mala gana, siendo que él se movía más rápido. — ¿Qué? –mi voz era desagradable y lo quede mirando con la misma actitud. —Despídete como se debe –dijo rápidamente y lo quede mirando confundida. — ¿A qué te refieres? –él no me respondió y solo me quedo mirando por unos segundo para saber a qué se refería. —No… —ahora me puse roja como un semáforo, mientras él seguía esperando.


— ¿Ahora te avergüenzas?...hazlo pronto el piloto me está esperando –me mordí el labio inferior nerviosa y luego busque su mirada mientras que el corazón me latía con fuerza. —Solo no mires y cállate –él rodó los ojos y los cerro. Tome su brazo e hice que se moviera, me quedaba muy alto, así que llegamos cerca del sofá, él no abrió los ojos –bien –me subí al sofá y quede en mejor posición. — ¿Sabes cuánto vale el sofá donde estas cómodamente parada? –dijo mientras mantenía los ojos cerrados. — ¡Silencio o no lo haré! –él se quedo callado y luego me arme de valor. Bien, no lo vería en tres días y muy a mi pesar, quería sentir sus labios de nuevo así que lo hice. Llevé mi mano a su cuello, mientras lo acercaba a mí, tenía una perfecta expresión de nada, indiferente como siempre, ordene con la otra mano un mechón de su cabello que estaba desordenado en su frente y me acerque lentamente a sus labios hasta que lo bese con suavidad, él no respondió, hasta que enrede mis manos en su cabello y Alex llevo sus manos a mi cintura, sus labios se movían contra los míos como me estaba empezando a encantar, pero antes que él tomara control me separe de él y eleve mis hombros con indiferencia. —Sin dudas las manzanas tienen mejor sabor en tus labios –hice todo para controlarme. —Que te vaya bien –mi tono era indiferente, no quería que él supiera cuando me estaban empezando a gustar sus labios. —Ciao Vittoria –su acento casi hizo que me derritiera ahí mismo. Soltó mi cintura y se comenzó a alejar — ¡no olvides que te leo completamente y te vuelves loca con mis besos! –grito antes de salir. Marque una sonrisa al escucharlo. Dios, estaba enferma. Bien, solo costaron tres horas y media para saber manejar el famoso ipod y pude meterme a donde estaba la música, comencé a ver la lista y ¡estaban todos los grupos que me encantaban! Coldplay, Radiohead, Keane, Band of Horses, era simplemente perfecto. Me quede recostada en el sofá mientras cantaba a todo pulmón mis canciones favoritas y solo fui interrumpida cuando Francesca me trajo una bandeja con la cena, lo que agradecí un montón, y claro, ella luego se fue sonriendo, no era como si yo tuviera una hermosa voz. Comí bastante alegre de tener la casa para mi sola y que no iba a ser sorprendida por ningún vampiro, también ¡iba a dormir sola!...esa cama, completamente para mí, eso me hacía muy feliz y sin dudas…el Ipod había tenido su efecto en mi humor, todo gracias a Javier y Ezequiel.


Después de haber comido, saltado por la casa cantando y haber corrido por cada lugar sin ningún preocupación, cansada me fui a la habitación y me puse mi pijama, estaba recién oscureciendo pero estaba agotada, había nadado mucho…y luego, bueno, estaba cansada. Me leve los dientes y me fui directo a la cama aun con los audífonos puestos, era hora de dormir con música, así me quedaba más tranquila y me dormía más rápido, pero al arrojarme en la cama noté que había una caja color rojo oscuro, que apropiado, había una nota encima, la tomé con rapidez. “Victoria: No trates de hacer nada con él, no puedes, no soy estúpido. Quiero que lo traigas siempre a tu lado, en cada momento y si necesitas algo solo marca el número que está guardado ahí, es el mío. Ahora deja de perder el tiempo y duerme ya que luego que seas mía, no lo harás con frecuencia. Con aprecio Alex” Deje la nota de lado, recordando lo idiota que era Alex con esa parte de que no iba a dormir mucho cuando fuera suya…Idiota, de todas formas sonreí. Guardé la nota donde tenía las demás, me puse de pie en la cama y la metí entre un espacio que había arriba en el dosel de la cama, aun no descubría su uso, pero ahí guardaba las notas. Abrí la caja con rapidez y vi un hermoso artefacto….que no tenía ni un solo botón, como milagro lo prendí y encontré el numero guardado como “Tu Dios” y me arme de valor para apretarlo. Comenzó a llamar en un segundo ¡diablos!...traté de marcar todas las opciones para cortar, pero no pasó ni un segundo cuando el celular empezó a sonar con una melodía bastante linda, miré el numero y estaba llamando “Tu Dios” maldito arrogante. Le apreté el botón de contestar y lentamente me lo lleve al oído. — ¿Hola? –dije nerviosa. —Supongo que estás jugando con el aparatito, espero que no lo trates mal…por si acaso vibra, te puede servir cuando te sientas sola –ya me podía imaginar su expresión al decir eso. —Eres un asqueroso… —De todas formas te gusta este asqueroso –rodeé lo ojos. —Bien…me iré a dormir como han sido tus órdenes, salúdame a Ezequiel y Javier. — ¿Por qué tengo que hacer eso? –Su voz era ruda –no lo haré. —Da lo mismo, tienen que estar cerca y escucharon de todas maneras –desde ahí pude escuchar las risas de los chicos. — ¡Silencio! –no hubo ni un ruido luego de que Alex gritara.


—Que melodramático…espero con todo mi corazón que el avión no se caiga y justo te pase algo –hubo un silencio de su parte. —Duerme –su voz fue indiferente, no como había sido hasta hora —Estás sensible…no lo digo en serio, Ezequiel y Javier me caen bien, no quiero que se caiga el avión. —Adiós… —Que estés bien —lo último me salió tan natural. Alex colgó. Dejé el celular en la mesa de noche y luego me recosté en medio de la cama, estaba de tal manera que trataba de abarcar toda la cama y luego lentamente mis ojos se fueron cerrando, mientras que todavía sentía las manos de Alex en mi cuerpo….esto estaba muy mal, pero aun así me dormí con una sonrisa en los labios. Me desperté cerca del mediodía, de un salto fui al baño y me cambié a un bikini negro, tomé una toalla y fui corriendo a la piscina, el sol estaba arriba y los rayos del sol daban directo sobre agua. De un salto me sumergí y comencé a nadar, esto realmente era relajante, estuve aproximadamente unos treinta minutos en el agua, me encanta y era saludable. Después me fui a dar una ducha y elegí ponerme un vestido y ni siquiera me puse alguna sandalia. Fui a la cocina y Francesca estaba ahí sonriendo. — ¡Ciao! –dije alegre, ella me sonrió y me saludo igual. Arreglo un poco la cocina y comí con su compañía, aunque ella se movía de un lado a otro. Tomé mi desayuno/almuerzo bastante nerviosa por ver tanto movimiento, pero me dio la oportunidad de ver mejor a Francesca. Estaba con su uniforme gris, con un delantal blanco, se veía adorable. Llevaba el pelo tomado y ahí algo me llamó la atención — ¿Francesca? –ella se volteó curiosa. Rezaba porque me entendiera — ¿Qué es eso? –dije apuntando a su cuello. Ella sonrió avergonzada y se puso colorada. Había dos marcas en su cuello, lo que hizo que me saltara el corazón. —Vampiro –su acento tan marcado y su tono de ingenuidad hicieron que me pusiera helada ¿ella sabía todo? — ¿Alex te hizo eso? –Ella negó, debo decir que eso hizo que me relajara, no tengo idea el porqué –guardia –su voz se entristeció y llevó una mano a su corazón. —Oh ¿estás enamorada de uno de ellos? –ella asintió –pero… ¿se alimenta de ti? –Hizo una mueca y luego asintió otra vez –eso es muy triste ¿piensa convertirte? – Ella levantó los hombros, supongo que no tendría idea de cuales serian sus planes a futuro — ¿Cómo se llama? —John —ese nombre no era de estos lados. — ¿Ingles? –ella negó. —Yanqui.


—Oh… norteamericano –me quedé callada y ella siguió con todo, pero mantuve la duda — ¿Alex sabe esto? –Ella se volteo y asintió –Francesca, recuérdame enseñarte a hablar español, lo necesito –ella río alegre y luego asintió otra vez. Terminé mi comida y traté de ayudar a Francesca pero no me dejó, así que me aleje otra vez y fui a la sala y me quede mirando a todos lados, sin saber qué hacer, no me quería ni asomar a la puerta para ver que guardias estaban, pero me distraje de eso cuando el teléfono sonó, miré y había uno a mi lado ¿Cómo no lo vi antes? Esperé unos minutos y no quise contestar, no sabía con quien me podía encontrar al otro lado de la línea, pero al ver a Francesca apareciendo con un teléfono inalámbrico supe quien era, asentí a Francesca y tomé el teléfono. — ¿Hola? –aun estaba nerviosa. — ¿Por qué tienes ese tono? –la voz de Alex era tan clara como si lo tuviera aquí al lado. —No sé…—me relaje un poco, cada vez esto era peor, me alivie al escucharlo. —Bien ¿Qué parte de llevar el teléfono que te deje por todos lados no entendiste? –se escuchaba un poquito alterado. —Bueno, no tengo bolsillos –me enojé por su tono. — ¿Andas desnuda? –ya podía ver su sonrisa marcada. — ¡Deja de ser tan pervertido! —Me es inevitable contigo…ahora recuerda, el teléfono siempre a tu lado. —Está bien –dije de mala gana, pero recordé algo para aprovechar su llamada – Alex ¿tienes un guardia llamado John? —Así es ¿Por qué? ¿Qué hiciste? –me sorprendieron sus preguntas, pero era algo obvio, para conocer a algún guardia tenía que estar haciendo algo indebido. —No, nada…hablé con Francesca. —Oh si, él está con ella y se alimenta también de Francesca, a ella le gusta. — ¡Alex! ¿Pero planea convertirla? –casi escuché una risa del otro lado del teléfono. —Claro que no…eso es más complicado de lo que piensas. — ¿Y se puede alimentar de ella sin herirla? —Así es ¿quieres probar cuando llegue? — ¡no podía ser tan pervertido! —No…le voy a pedir a John que lo haga –hubo un silencio de su parte –Idiota. —Sabia que mentías, pero si, se puede… ¿y qué pasa con eso? —Él está jugando con ella. — ¿Y?...es solo una humana –ahora fue mi turno quedarme en silencio – Dios…las mujeres son tan complicadas, no te lo tomes personal, yo no te estoy engañando, te voy a convertir, pero no puedo obligar a John hacerlo.


— ¡Él está jugando con ella Alex!...ella trabaja para ti. —Lo sé, ambos lo hacen, son sus problemas, no míos. — ¡Eres un maldito gusano! — ¿Ya empezamos con los insultos de nuevo? lamento no estar ahí para hacerte callar solo como solo yo sé –mi corazón se aceleró ante la idea. — ¡Además eres un mentiroso! –Dije sin tomar en cuenta lo que me dijo –ella sabe que eres un vampiro ¿Por qué dijiste lo contrario? —Para ver si podía confiar en ti, aun no lo hago, pero por lo menos no me fuiste a delatar a Francesca. —Idiota… —dije luego de unos segundos –Que te vaya bien. — ¿Me extrañarás? –me quedé en silencio ¿Qué le pasaba ahora? —Adiós Alex. —Ciao –y corté de un golpe. Me puse de pie, enojada ¿Cómo Alex podía ser tan insensible con Francesca? Presentía que ella llevaba años junto a él trabajando, aunque no pasaba de los treinta. Me fui a la habitación y tomé el teléfono, lo presioné un poco y casi me tuve que sentar en la cama….había, una llamada perdida ¿tanto escándalo de parte de Alex por nada? Llevé el ipod junto con el celular y me fui escuchando música mientras recorría la casa, para ver si había algo entretenido, pero cada vez que abría una puerta o llegaba a una sala, no había muchas cosas con que entretenerme, eso pasó por media hora de recorrido, hasta que llegué a otra puerta y la abrí lentamente al igual que con las otras, temía encontrarme con cosas raras, como grupo de mujeres en el suelo, con marcas en sus cuellos o cosas que había leído antes, pero nada de nada, era la mansión de un vampiro más aburrida que podía existir….hasta que abrí esta puerta. Me quedé boca abierta mirando lo que había en su interior, había un escritorio hermoso de madera, atrás de este había dos ventanales gigantes, mientras que todo lo demás eran….libros, libros y más libros. Corrí adentro y vi que todas las paredes estaban llenas de ellos, debía haber cientos, quizás ¡hasta un millón! ¡Y estaban clasificados por tema!...no lo podía creer, esto era demasiado para mí. —Dios santo… —salió de mi boca, asombrada comencé a ver las clasificaciones, cosa que no era para nada profesional, Alex las había hecho, habían cosas como “Interesante, pero aburrido” “Para pasarlo bien” “Porno” y muchas más, pero la que me llamó la atención fueron dos “Yo” y “Estupideces”, del primero saqué un libro, que era más como un cuaderno y se titulaba solo con un “1715” lo abrí y noté que era de Alex, él lo había escrito. Comencé a leer. -“Otro año nuevo y estoy sin ella….se fue hace un par de meses y mis informantes han dicho que ha muerto…ya no se qué hacer” –mi voz salió como un


susurro ¿de verdad serian estos diarios de vida de Alex? Rápidamente lo guardé y saque otro, mas actualizado del 1951, lo abrí al azar –“Ya no se qué hacer para retenerla, Vanesa se ha ido, cada vez dura menos a mi lado” –lo cerré de golpe y lo guardé donde estaba. Miré el estante y noté que eran demasiado ¿Cuántas mujeres habrá tenido?...no pude evitar sentir un poco celos, él escribía como si fuera alguien sensible y preocupado, pero mis pensamientos no pudieron seguir por culpa de que “Mi Dios” estaba haciendo que mi celular vibrara. — ¿Qué sucede? –dije enojada. — ¿Dónde estás? –sonaba preocupado. — ¿Cómo que donde estoy? ¿Crees que pude escapar de tus guardias? —Sé que sigues en la casa, dime en que parte. —En tu biblioteca. — ¡Sal de ahí!...eso es privado —miré el teléfono con ganas de romperlo. —Puedo notar que lo es ¡bastante! –me sorprendí por mi tono de voz. —Sal de ahí Victoria, te lo ordeno… — ¡Que miedo! –Dije irónica — ¿Qué harás?....no puedes hacer nada. — ¡No me tientes! –su voz era furia pura. — ¡Vete al diablo Alex!...o perdón, mejor dicho ¡Alexander Lenardis! –lo llamé a como estaban nombrados los cuadernos. Presioné el teléfono donde fuera y corté. El teléfono volvió a sonar a los segundos, pero no contesté y luego lo apagué. Me senté en uno de los sofás que había ahí, no quería volver a leer algo relacionado con esos cuadernos. Apuesto que tenia cientos de mujeres en sus años, maldito bastardo, ahora sí que se habían acabado las esperanzas…si, quizás tuve la idea de estar a su lado, no era tan irreal, viendo que no tenía otra escapatoria, pero ahora no, ¡ahora sí que no! Salí de esa biblioteca y tomé un libro de la clasificación “Estupideces” ahí habían libros de vampiros, por lo menos vampiros que me gustaban, no como el que tenía en casa, que era arrogante, asqueroso, pervertido, sádico ¡e hipócrita!....era dulce con las demás, ya podía verlo todo patoso y cariñoso con otras mujeres, bueno, yo no iba a ser una más de su lista, mejor muerta antes que eso. Entre a la habitación y cerré las cortinas, hora la de “autocompasión”. Prendí la lámpara de mi mesita de noche y me puse pijama, no volvería a salir de ahí. Abrí el libro y comencé a leer, estuve así unos momentos, hasta que entró Francesca corriendo con un teléfono en las manos. — ¡Sr. Lenardis! –gesticuló con las manos, quizás como estaba de enojado puso nerviosa a Francesca. Lo tomé enojada. — ¡¿Si?! –grite.


—Victoria si estas… —ni siquiera se preocupaba por mí. Ahora si vería quien era Victoria Guzmán. — ¡Oh si!... ¡tengo todos tus cuadernos en mis manos y los leeré! –dije para hacerlo enojar. — ¡Te prohíbo que hagas eso victoria! –no le dije nada más y le corté por haber gritado. Francesca me miraba con los ojos como plato y la boca abierta. —Francesca, te agradecería que me dejaras sola por favor –ella asintió y salió rápido de la habitación. Ella no volvió de nuevo con el teléfono. ¡Que rabia!...jamás me había sentido así por alguien, ¿Por qué Alex era tan pesado y rudo conmigo? Se notaba por sus escrituras que él era tierno y amoroso con las demás… “las demás” que mal sonaba eso, pero yo no sería otra, hasta aquí le llegaba su jueguito de Don Juan. Me levanté y para que Francesca no molestara con el teléfono otra vez le puse seguro a la puerta y decidí irme a la cama. Me quede leyendo hasta que el libro cayó en mi cara, debo decir que era un excelente libro y que ni siquiera me dio hambre, me dormí hasta que me faltaron unas cuantas hojas para terminarlo, ya estaba oscureciendo cuando caí en un profundo sueño. El libro sin dudas me tranquilizó. Escuché un golpe en la puerta y salte preocupada, mientras se prendía la luz de la habitación provocando que me cegara por unos segundos. La puerta estaba abierta y había un vampiro furioso mirándome al frente de la cama. Rodeé los ojos al verlo. — ¿Pero si no es Romeo? –dije enojada de nuevo, recordando esos dos trozos que leí sobre sus amores pasado. — ¿Qué te dije Victoria? –Por su tono podía notar que él también estaba enojado — ¿Cuánto leíste? —No lo sé —me puse de pie y deje un dedo en mi mentón –solo para notar que eres un ¡farsante! ¿Cuántas han sido…Alexander? —Él frunció el ceño al oírme — ¡¿Cuántas?! — ¿Es por eso que estas enojada? ¿Solo por el número? ¿Cuánto leíste en verdad? –de un momento a otro pareció relajarse un poco. —Fueron solo dos trozos, alguien te abandonó…para su suerte y Vanesa, quien también escapó de tus garras ¡eres un hipócrita! podía notar por como escribías que no eres como me demuestras ser ¡solo eres así para torturarme! ¡Toda oportunidad que tuviste conmigo ahora sí que la arruinaste Alex! ¡La arruinaste! no seré una más de tu lista, eso ni lo pienses –no iba a salir de aquí, ninguna salida dramática de película. Me metí de nuevo a la cama y me quede sentada ahí, viendo como por primera vez dejaba completamente sorprendido a Alex.


—Dios…. –dijo masajeando con una mano sus sienes — ¿eso fue todo lo que leíste? –No le respondí nada — ¿Sabes?...tenía un tema importante en Italia y volvimos aquí para ¿ver este escándalo? –Apagué la luz de la lámpara que seguía prendida y me acosté —¿Cuántas veces te he dicho que no me dejes hablando solo? ¡Es desagradable! — ¡Cállate! –Me senté y le grité — ¡vete de aquí, no te quiero ver! — ¿Me estas echando de mi propia casa? –lo dijo de un tono arrogante y con esa estúpida sonrisa. — ¡No, te estoy sacando de esta habitación! –él frunció el ceño. — ¡Bien! –Gritó enojado –pero… —comenzó avanzar hacia mí –no pienses que te dejare con mi almohada –lo miré enarcando una ceja. —Eres lo mas infantil que existe en este planeta –la sacó y luego desapareció apagando la luz y cerrando la puerta. Me acosté de golpe y me quede ahí, tratando de reconciliar el sueño. No dormí nada durante toda la noche, lo que fue un martirio, no podía creer que Alex ni siquiera se inmutara por mi descubrimiento, solo lo vio como una estupidez y luego se fue, idiota. Me levanté y me di una ducha, cansada y me vestí con un pantalón deportivo blanco, una camiseta blanca y un suéter negro; me tomé todo el cabello y bajé cansada a la cocina, donde estaba Francesca y gracias al cielo me tenía un café cargado, era muy temprano por lo que me dio frío. — ¿Estar bien? –ella me miró preocupada y solo asentí. Que estupidez, me veía peor de lo que me había visto los días anteriores, incluso cuando me había secuestrado. —Estoy bien –al decir eso, me quebré y me puse a llorar ahí mismo. Francesca corrió a consolarme — ¡estoy tan casada!....creo una cosa y luego él sale con otra, no puedo confiar en él, es imposible…no me dice la verdad ¡yo no sirvo para ser una más de sus listas! —Ya….ya, tranquilidad —repetía Francesca mientras yo seguía llorando y hablando estupideces. Luego de unos minutos me tranquilicé y me tomé mi café rápidamente, no comí nada. Salí de la cocina y fui a la puerta principal, la abrí decidida y dos vampiros conocidos me esperaban ahí. —Lo siento —habló Javier, mientras que Ezequiel igual me miraba preocupado. — ¡Él no es capaz de entender nada! –no podía parar de llorar y mientras más me miraban con cara de pena, mas me hacían llorar. —Oh —dijo Javier abrazándome –te entiendo, igual desconfiaba de Ezequiel, no sabía qué vida tenía antes.


— ¡Pero tu estas enamorado de él! ¡No te rapto!...eso es diferente, más cuando luego se trata de confiar –tenía todo un enredo en mi cabeza. —Nunca te había visto así Victoria –escuché la voz de Ezequiel –Ni siquiera cuando llegaste el primer día ¿eso no te sorprende? –lo mire con odio. — ¡Claro que me sorprende! ¿Crees que no lo he pensado? ¡Aun así no puedo controlar el llanto! –Javier se sentó y me quedé abrazada por él. —Solo quería estar seguro…no era para que me gritaras –dijo Ezequiel sentándose a mi lado y pasando su mano por mi espalda. —Ustedes no entienden…él es diferente conmigo, la otra noche vi como les sonreía de una forma que nunca ha reído conmigo. —Quizás no eres tan graciosa como nosotros –dijo Ezequiel, lo mire con odio…otra vez. —Eres muy poco sensible para ser gay…. —Ahí es nuestro problema –dijo Javier, también mirándolo feo. Pasó un segundo y seguí. —Y luego quizás…solo quizás había una posibilidad de que nosotros ¡soy una estúpida!...no sé cómo pensé que podía ser diferente…especial —si, lo había pensado hace días, creo que desde la primera vez –pero solo soy una más de su lista. —No digas eso Victoria —dijo Ezequiel –tu eres especial, sin duda tu eres diferente y no tengo la menor idea del porque, no debería ser así… —lo miré confundida, pero luego tuvo esa mirada rara. —No digas nada –dije sollozando –no le diré que dijiste eso, estoy cansada –me apoyé en Javier. —Apuesto a que no dormiste nada –dijo mi almohada humana, asentí – bien…quizás es hora de hacerlo, te ves muy agotada. —Sí y nosotros tenemos que seguir trabajando –de nuevo mire enojada a Ezequiel y me puse de pie. —Gracias J-a-v-i-e-r –dije mirando a Ezequiel. —No te preocupes sé que no tienes preferido… —me sonrió y luego cerré las puertas, mientras que Javier le daba un golpe a su novio en el brazo… ¡apostaba que ellos estaban muy enamorados! ¿Por qué tenía este tipo de pensamientos? En vez de estar llorando por Alex, debería estar planeando algo para escapar ¿Qué demonios me sucedía? Iba en dirección a las escaleras para sumirme en la cama, cuando escuché cierta voz que muy a mi pesar, causo escalofríos en mi columna. —Victoria —dijo con tono dominante, esa voz ronca que me provocaba sensaciones que no debería tener. Me detuve y mire a mi derecha y ahí estaba Alex,


sentando en el amplio sofá –ven…y no te atrevas a irte –rodeé los ojos y me dirigí hacia él. Lo miré seria, sabía que debía estar desastrosa –te ves desastrosa…no me agrada. — ¿Y eso me importa? –mi voz salió ronca. Él frunció el ceño, lucia como si se preocupara, pero no le creería, Alex era una mentira –Si es solo eso me voy Sr. Lenardis –me fui como un muerto en vida, di media vuelta y caminé, pero Alex estaba al frente mío. —No tomo riesgos, es eso…por eso me comporto así contigo. —No me importa, no quiero saber nada de ti y de tu trauma amoroso. — ¡Ey!...no me hables así —rodó los ojos cansado —Dios, ven conmigo –me tomó del brazo con fuerza y me hizo sentar en el sofá –Nunca voy a cambiar contigo, pero quiero que sepas que me preocupas…y que si eres especial, por eso estas aquí conmigo –levante la mirada y pude notar que estaba nervioso. —No seré una más de tu lista. —Vittoria…no hay lista –me miró preocupado y llevó su mano a mi mejilla, pero me alejé –solo quiero que te quede claro –su voz era dura –ahora puedes retirarte – me puse de pie y me apresure en llegar a la habitación. Me saqué las zapatillas y me recosté, cansada y con los ojos llenos de lágrimas, ahora quería a mi mamá, sentía como si mi corazón estuviera roto en mil pedacitos, pero antes de poder tener a mi mamá, sentí como la cama tenia a otro invitado. — ¿Por qué no me dejas en paz? –dije sollozando. —Esto lo haré solo una vez, no harás preguntas y que te quede claro, no volverá a pasar...y que no eres parte de ninguna lista porque no existe tal cosa ¿escuchaste? –me volteé enojada a ver a Alex, pero él estaba arreglando su almohada en mi lado, tomó mi brazo y me hizo llegar a su lado, muy cerca. Me quede estática viendo, como se acomodaba mejor y me rodeaba con sus brazos –no digas nada, te gusta como soy y eso no incluye ser romántico…esto no volverá a pasar —Descanse mi cabeza en su pecho –dime si tienes frió luego de un rato — ¡ni loca le diría!...esto no lo podía creer, él tenia su lado tierno. Me acomodé a su lado de mejor forma y luego de unos segundos mis ojos se cerraron y no quería que esto pasara porque de seguro cuando despertara, él no estaría a mi lado. Me aferré a su camisa para que no escapara. Mis ojos se abrieron y las cortinas estaban abiertas por lo que pude notar que estaba atardeciendo, la apuesta de sol se veía hermosa desde este lado. Me moví un poco y note que no estaba sola, lo que hizo que mi corazón saltara. Levanté la mirada y me encontré con Alex mirándome.


—Bien…creo que no me he podido mover, sin despertarte, me tenías agarrado demasiado fuerte, sé que me quieres cerca, pero un poco de libertad no me molestaría –lucia nervioso y sabía que su tono relajado no representaba lo que verdaderamente sentía. —Quiero un trato… —dije sentándome, fue una idea que se me vino de repente. El enarcó una ceja. —Nada de tratos…tú no estás en una posición de hablar de tratos. —Claro que lo estoy y no quiero volver a sacar el tema de esos extraños cuadernos, quiero un trato –él me miro serio. —Esto no me agrada, pero escucho… —Yo aceptaré tu nuevo tú…claro, para mi es lo más normal, pero aceptare que seas depravado y asqueroso —me estaba metiendo en la boca del lobo con esto. — ¿Y? —Pero cada noche, cuando duermas conmigo, debe ser como ahora. — ¡No! eso es injusto, tu no me das nada a cambio. — ¡Te acepto, eso es bastante! —No lo es –fruncí el ceño —Quiero a cambio de eso… —dijo serio y sentándose —…practicas –lo miré confundida, sin entender a que se refería con eso –tu vas a ser mía Victoria, de eso que no te quepa duda, sabemos que hay una atracción bastante fuerte entre los dos –lo seguí mirando confundida y sintiendo unas pequeñas mariposas en mi estómago –tu solo tendrás esto en la noche, antes de dormir, pero yo antes de eso obtengo practicas entre los dos, para que cada noche se te haga más fácil la idea de ser mía. — ¿Qué? ¡No! —Eso o nada… —su mirada era firme, sabía que sería lo único que obtendría de él. —Bien… —de todas formas salía casi ganando en mayor parte. —Un trato entonces, no puedes deshacerlo –estiro su mano a la mía y la tome con cuidado. Sin dudas estaba haciendo un pacto con el diablo.


CAPÍTULO 7

Alex había dicho lo mal que me veía vestida, pero me daba bastante flojera cambiarme de ropa, así que no le hice caso y bajamos al primer piso, porque ahora tenía hambre, era tarde y no tenía nada en mi estómago. —Quisiera saber cuánto leíste en realidad –íbamos bajando las escaleras mientras que su voz era indiferente, pero pude notar que me miró de soslayo. —No quiero hablar de eso –mi tono era seguro, de verdad no quería hablar más de ese tema porque solo lograba que mi cabeza creara teorías de cómo él tenía una lista de mujeres con las cuales había acabado. —Pero yo si…dime cuanto fue y no te pongas altanera, yo sigo siendo el jefe aquí –rodeé los ojos y me detuve. Lo miré y estaba bastante serio. Puede ser que por un momento olvidé que era un vampiro, el cual me había raptado. —Solo lo que te dije, nada que me revelara el número exacto de tus… -no tenía un nombre especifico para sus parejas pasadas -lo que sean –lo mire seria y no tuvo ninguna expresión a lo que dije. Siguió bajando sin ningún problema. —Francesca preparó tu cena…ve a comer –me sentí como una verdadera mascota cuando dijo eso y me sorprendió la facilidad que tenia para cambiar de personalidad. Estaba loco. Fui a la cocina y Francesca me recibía con su amable sonría, mientras me servía un plato con una comida que no supe saber que era. La comí con recelo al principio, pero luego casi me la devoré, era exquisita. Me iba a quedar para poder “hablar” con Francesca, pero Alex irrumpió en la cocina como dueño y señor del lugar. —Francesca –asintió levemente hacia ella, quien lo miro sorprendida. Presentí que Alex no venia mucho para acá –Victoria, veo que has terminado –lo mire confundida. —Sí. —Bueno, es tarde…quizás quieras ir a dormir, ya que anoche no lo hiciste bien – levante la mirada buscando el reloj de la cocina y era temprano. —Son recién los ocho Alex ¿Qué pretendes? —Es tarde, está terminando de oscurecer… —Francesca se dio media vuelta y comenzó a ocuparse en algo. —Exacto es temprano aun, no quiero ir a la cama. —Bien, pero yo te lo estoy diciendo —me quede boca abierta al escucharlo ¿Qué le pasaba?...siempre me ordenaba cosas, pero ahora se veía como ansioso.


—No iré –mi voz era segura y no pensaba salir de la cocina o por lo menos esa era mi idea. Alex respiro audiblemente. —Francesca —ella se volteó y asintió casi como una reverencia hacia él y luego se fue de la cocina. — ¿Qué…? –mire desconcertada el espectáculo, esto me estaba dando un mal presentimiento. —Ven –Alex tomo mi brazo y me llevo a salida de la cocina a arrastras y siguió el recorrido por toda la sala. — ¡Ey! ¿Qué te pasa? –me removí a su agarre, ya que estaba siendo brusco. —Tu… —dijo ahora mirándome –tienes que dormir. — ¡No quiero dormir!...ni siquiera tengo sueño ¿Qué te traes? –mi corazón latía con fuerza ahora, me estaba asustando. —Solo te quiero a ti…durmiendo, en un rato más —mi boca marco una “O” por la sorpresa y de un movimiento bastante rápido me solté de su agarre, dándome cuenta de todo. — ¡Quieres esas prácticas! –di unos pasos hacia atrás, chocando con unos muebles ¿Cómo siempre terminaba acorralada? — ¿Quieres que se cumpla el trato? –No le respondí, siempre supe que las ideas de un segundo a otro, nunca eran buenas — ¿Victoria, quieres? —Yo…no sé –me mordí mi labio inferior abrumada por todo esto –no pensé que fuera luego de treinta minutos. —Bien, lo es, así que vamos. — ¡No! –di otros pasos hacia atrás, aun chocando con un mueble. ¡Vamos! esto me ponía nerviosa. —Victoria

–sus ojos se veían amenazadores –No me gusta que jueguen

conmigo –dio un paso hacia a mí. —No estoy preparada…no hoy. — ¿No hoy? –negué. Alex enarcó una ceja y me tomó del brazo, pero esta vez fue más delicadamente — ¡Alex no! –trataba de moverme hacia atrás, pero él comenzó a caminar y claramente él tenía más fuerza que yo, por lo que la única idea fue botarme en el suelo. —No puedo creer que estés haciendo esto –sus labios marcaron una sonrisa, mientras yo lo miraba desde abajo. Estaba demasiado nerviosa. —No estoy preparada para eso –mi voz hacía notar el pánico a lo que se podía venir.


—Son solo practicas —Alex estaba mirándome preocupado –no te haré nada malo…es sin dudas todo lo contrario —me quedé hipnotizada por lo que dijo. Lentamente me fue levantando hasta que quede al frente de él — ¿Vamos? — ¿No puede ser aquí? ¿Por qué en la habitación? –no sabía lo que estaba diciendo, solo quería ganar tiempo. —Porque ahí va pasar todo en un futuro ¿Por qué te comportas de esta manera? habíamos quedado en un trato. —No quiero… ¿eso no basta? –Él negó y me tomó de la cintura y después me levantó — ¡Alex! ¡No! –me subió al hombro de un movimiento, mientras yo pataleaba y golpeaba su espalda con mis manos. —Creo que después de todo si te tengo que llevar como un animalito… —antes de poder contestarle o poder otro golpe, estábamos ya entrando a la habitación. —No, no quiero…Alex por favor…no lo hagas –el pánico comenzó a aumentar aun mas. Se detuvo un segundo y luego me bajó. —Está bien, tu ganas, solo por esta vez –me sorprendió su cambio de opinión, pero busqué su mirada esperando algún rastro de enojo….no la había. Suspire aliviada. —Gracias. —Pero aun así, no quiero que estés fuera de aquí, porque no tienes nada que hacer, así que presiento que podríamos…conversar en la cama –fruncí el ceño, algo estaba mal aquí. — ¿Conversar? –dije confundida. —A menos que quieras hacer otras cosas –su mirada me decía de inmediato a lo que se refería. Negué y me apresuré en llegar al guardarropa y al baño. Me cambie pensando en que podía preguntarle a Alex, mientras estábamos en la cama. Esto sonaba tan sospechoso, incluso para él que era tan bruto y desagradable. Salí de baño lista y mire a la ventana, donde siempre encontraba a Alex, pero ahora no estaba, lo encontré cómodamente recostado en la cama. Las cortinas estaban cerradas y la habitación solo estaba iluminada por las lámparas de las mesas de noche. Alex se veía perfecto a esa luz tan tenue. Avance a la cama desconfiada a todo esto y luego me recosté. Como siempre él no llevaba nada para arriba y podía ver claramente lo perfecto que era su torso, nunca había visto algo así. — ¿Sucede algo? –su voz era indiferente, mientras me miraba de la misma forma. —No…nada –me recosté con cuidado y tome mi distancia de él –Bien ¿qué quieres que conversemos?


—Infórmame de tu vida –su voz era clara y dura, como siempre era cuando daba una orden. —No creo que haya nada nuevo que nombrar –de un segundo a otro sentí ese remordimiento contra él por haberme alejado de mi hogar y mi futuro –además de quitarme mi futuro…no veo otra cosa que decirte. —No hice tal cosa, te estoy dando un futuro mejor. —No, no lo haces… —fruncí el ceño por notar que a él no le importaba nada de lo que yo había perdido. —Aun así te gusta estar a mi lado, no lo puedes negar –su mirada era fría, parecía que si se había enojado por rehusarme a las practicas. —Lo admito, pero aun así…yo iba a ir a la Universidad, tenía mi futuro planeado, me quitaste la posibilidad de encontrar a alguien por cuenta propia…y librarme de sentir algo por ti. —Eso no me gusta, conmigo no te falta nada… —hablaba como si de verdad creyera todo lo que decía. —No es cierto, si me faltan cosas –él frunció el ceño. — ¿Qué es lo que falta?....te he dado comida, techo, ropa y lujos que jamás podrías haber costeado. —Necesito mis cigarrillos –había estado de muerte en algunos momentos por no tenerlos, pero tanto cambio de escenario y tanta adrenalina hizo que pasara por alto mi única adicción. —Esos no los volverás a ver…no me gustan, te hacen mal y te dejan mal sabor en la boca…cosa que no permitiré –levantó los hombros. — ¿Qué te importa mi salud si me vas a convertir? —Si lo haces en mejores condiciones todo se percibe mejor –entrecerré los ojos. De una u otra manera iba a tener mis cigarrillos antes que anocheciera de nuevo. Lo que había dicho Alex me había dado una idea. —Entonces… ¿eso quiere decir que no es solo convertir a alguien? –él negó. —Si estas en mejores condiciones físicas, serás un mejor vampiro… —Oh ya veo… ¿y qué pasa con el sol? –aun no era capaz de contestarme como se debía todas mis dudas. —No nos hace nada…solo nos cansa, eso es lo que nos permite poder dormir, lo que es agradable para pasar el tiempo. — ¿Entonces si no te expones puedes pasar días sin dormir? –Asintió –genial… —no pude evitar emocionarme, era fanática de los vampiros y sus mitos. —Creo que puedes usar esta oportunidad para tus dudas…si más informada estas, bueno es menor el shock para cuando te conviertas.


— ¿Por qué me quieres convertir? –lancé de un momento a otro. Pude ver cómo le incomodo la pregunta. —Eso…bueno, porque te quiero tener —no lo dejé terminar, siempre hablaba de lo mismo. —Lo puedo entender, pero no indica que me quieras tener para siempre…John solo utiliza a Francesca, tú podrías hacer lo mismo sin necesidad de convertirme. — ¿Quieres que haga eso? –me miró enarcando una ceja. Negué de inmediatamente. —Solo digo…aun no me das una explicación como se debe —él se volteo a verme y pude notar mejor su cuerpo. Suspiré sin poder evitarlo. — ¿Sabes? has sacado ese tema por segunda vez, estoy comenzando a creer que quieres sentir mis colmillos en tu cuello –me sonrió seductoramente, inconscientemente me mordí el labio inferior. ¿Cómo se sentiría? Siempre leí que era lo máximo, que con la mordida de un vampiro solo sientes dolor al principio y luego, bueno, solo placer… —No habría problema si es que quieres una mordida —curvo su sonrisa y fue como si estuviera hipnotizada –Es verdad…lo quieres. —No —dije rápidamente. —Oh…si, lo quieres, te adelanto que soy bueno, a las mujeres que he mordido, lo sienten magnifico –eso no ayudaba a mi autocontrol. —Nunca seria mordida de esa forma —él iba a decir algo, pero me adelante –A propósito de eso ¿solo muerdes a mujeres? ¿Cualquier mujer en la calle? –él rodó los ojos y asintió. —No es tan así, busco algo… bueno, siempre —enarqué una ceja al ver su confusión. — ¿Y qué pasa si sientes hambre aquí en casa? –él frunció los labios. —Eso no te lo diré –iba a decir algo, pero note que algo estaba extraño aquí. —Estas más cerca que hace un minuto… —levanté la mirada para ver su expresión, pero solo sentí su mano en mi pierna y haciendo con su fuerza delicada, que me fuera recostando lentamente ¡¿Cómo había sido tan ingenua?! –No querías conversar… —lo miré mientras mi corazón latía con fuerza. Realmente no quería prácticas con Alex…no por miedo y cosas así, sino porque…bueno, quería aprender a tener autocontrol de mis acciones –Alex…no —mi voz apenas salió, mientras que él seguía acercándome, sin ningún problema, su sonrisa reflejaba lo manipulador que era. — ¿No qué? — ¡Dios!...su voz. —No quiero, aléjate… —no podía sacarle los ojos de encima, se veía tan seductor.


— ¿Y porque no me alejas? –se fue posicionando lentamente sobre mí. —Yo…yo…Dios…como te odio –susurré. —Lo sé —respondió con un susurro, mientras sus manos subían por la cama ahora alcanzando las mías e inmovilizándolas. — ¿Por qué no dejas…moverme y poder tocarte? –mi respiración era fatal y más si podía sentir como Alex pasaba su nariz por mi cuello. —Porque ese es un privilegio que te costará ganar –su voz era ronca y seria, como siempre. —Alex —mi pecho subía y bajaba rápidamente –no hagas esto, es tortu… —Tortura, si, me gusta eso –luego de eso sentí como los dientes de Alex mordían un poco mi cuello, pero solo superficialmente. No pude decir palabra alguna a lo que sentí ahí, pude apreciar sus colmillos en mi piel de una forma que jamás imaginé, no importaba cuántos libros hubiera leído, nada, pero nada se parecía a lo que sentía ahora. —Vas a matarme —lo único que pude decir. Él sonrió contra mi piel. —Aun no, pero pronto… —subió lentamente hacia encontrar mis rostro y sus labios formaban una sexy sonrisa — ¿Y me dijiste que no querías esto? te puedo leer por completo Vittoria —al decir eso solo se fue acercando a mis labios. —Alex, me estas distrayendo —sonreí al notar donde comenzó todo esto, una parte muy lejana en mi cerebro seguía pensando en

el porqué su deseo de

convertirme y porque no me daba un buen argumento. —Así es…cuando yo lo desee hablaré, así que no tientes tu suerte Vittoria – paso suave y lento sus labios por mi mejilla hasta que luego de unos segundos pude sentir sus fríos labios contra los míos. Cerré mis ojos y solo me deje llevar, era lo único que podía hacer. Apenas rozaba su boca, apenas podía sentirlo y eso no me agradaba, levanté mi cabeza para encontrarlo, pero el solo se alejó un poco ¡estaba volviéndome loca! — ¡No juegues! –fruncí el ceño, pero él solo me quedo mirando. —Puedo jugar contigo cuanto se me dé la gana –eso me hizo enojar, una cosa era ver lo sexy que se comportaba, pero otra cosa era escuchar cómo se ponía arrogante. — ¡Suéltame! –Él me miro confundido –Alex…no me gusta que… —y lo hizo de nuevo, me hizo callar, pero con sus labios. Creo que había encontrado la forma de manipularlo, punto para mí –Alex —dije contra sus labios. —Shhh… —luego la presión aumentó y no me importó. Alex llevó mis manos arriba de mi cabeza, mientras seguía jugando en mi boca, podía sentir su fría lengua uniéndose a la mía, mientras que mi cuerpo iba moviéndose lentamente, junto al ritmo


del beso, era demasiado lento y eso me estaba volviendo loca. El agarre en mis manos solo paso a una de las suyas y automáticamente la otra comenzó a recorrer mi cadera y la empujo levemente hacia él, lo que hizo que saliera un gemido de mi garganta –Mmm… te gusto eso ¿no? –No pude responder, me encantaba cuando hacía “Mmm” salía tan profundo de su pecho, que me causaba escalofríos –Quiero que respondas –buscó bruscamente mi mirada, sentí como mis mejillas se sonrojaban. —Alex… —eso fue como un quejido, quería seguir sintiendo sus labios, pero no me gustaba como salía mi voz, estaba expuesta completamente. —Responde…quiero que digas que soy el primero que te hace sentir así — ¡claro que era el único! ¡Diablos!... ¿quién mas podía tener colmillos que me volviera loca? Me removí bajo su cuerpo, lo que hizo que saliera un gruñido de su parte. Eso hizo que mi pecho se inflara de orgullo. —No me tientes –dijo mirándome fijo, pero yo no respondía nada –A menos que esto sea más que una simple practica –se acercó a mi oído izquierdo y paso lentamente sus labios por el lóbulo de mi oreja —¿es eso lo que quieres? –su aliento frío contra mi oído hizo que me dieran escalofríos. No quería que esto terminara. —Quiero mis manos libres…. –volvió a acercase a mis labios y volvió a besarme, pero ahora estaba más ansioso. Note como su mano ahora iba subiendo mientras pasaba por mi cintura, pasando por arriba de la tela, su mano era tan grande, me encantaba como se sentía contra mi cuerpo. No sabía qué hacer para poder tocarlo, no tenía mis manos libres, pero luego de unos segundos….pude notar que tenía mis piernas libres. Lentamente mi pierna derecha se fue alejando de donde estaba y la fui flexionando, quedando al lado de la cadera de Alex, sentí como sonrió ante mi movimiento –mis…manos…por favor…Alex –dije apenas entre besos. —No puedo…me… –me quedo mirando solo una fracción de segundo y no siguió hablando, volvió a besarme, pero ahora había un poco de descontrol, ya que sus besos eran con más fuerza, solo hacía que me desesperara por querer moverme. — ¡Alex! –Dije con voz alta, él se separó de golpe mirándome con el ceño fruncido –mis brazos duelen –era cierto, tener las manos así era verdaderamente agotador. —Oh… —soltó su agarre y lo mire sonriendo –creo que la práctica se acabó. — ¡¿Qué?! –lo miré sorprendida, por fin había obtenido lo que quería y ahora no podía tocarlo. —Sí, corres peligro con…tus manos libres –paso suavemente su dedo índice por mi mentón y me guiño un ojo, para luego separarse de mí. —Alex… —lo mire frunciendo el ceño y mis labios formaron un puchero.


—No me mires de esa forma y en esa posición… —ahí me di cuenta de cómo estaba. Mi pierna seguía flexionada, mi pijama estaba levantado y tenía mi cabello completamente desordenado. —Yo solo quería tocarte —me moví rápidamente y me arrodille arreglando mi cabello. —No…ya te lo dije y…—me quedo mirando sin decir nada –recuéstate pronto – él lo hizo a la velocidad de la luz –Eres una hipócrita Victoria –dijo mientras yo me metía bajo las sabanas. Lo mire esperando más de su comentario –Se que querías más y eso que antes te negabas. —Eso lo decía por mí, necesito autocontrol –me quedé muda luego de eso ¿Cómo diablos se lo dije? –bueno….yo… —Ahora veo –su sonrisa era burlona –bien, de todas formas, es hora que descanses, además mañana llegarán visitas, pronto es año nuevo –me tapé con las sabanas y sentí nostalgia al escuchar que pronto se acabaría el año 2010. Sin dudas extrañaría a mis padres –ven –su mano fue a mi otro extremo de la cintura y me atrajo a él de golpe. — ¿Qué haces? —Soy hombre de palabra y cumplo con mi parte del trato –quede muy cerca de él mientras sus labios se unieron a los míos en un corto beso, eso me sorprendió – buenas noches… —aproveché que lo tenía cerca y mis manos se fueron a su torso ¡como deseaba tocarlo hace unos segundos! Pasé mis dedos lentamente por ahí, pero Alex se removió nervioso –Victoria…hora de dormir, no de tentarme para que luego saque mi nombre de tus labios con gemidos –lo miré con la boca abierta a lo que había dicho. Le di un golpe en su estúpido torso y me trate de separar de él, pero su agarre me superaba. Rendida, lo cual fue muy fácil, me quedé a su lado y me dormí.


CAPÍTULO 8

Mis ojos se fueron abriendo poco a poco mientras bostezaba. Pude notar que ya estaba de día, un hermoso día para ser específicos. Me volteé para ver si estaba acompañada, pero no, la cama estaba vacía. Creo que esto de que “Alex sacara su otro yo de noche” no estaba funcionando si no tenía idea como era porque estaba dormida, era bastante injusto, aunque anoche…lo pase bastante bien, tenía que ser honesta. Como estúpida marqué una sonrisa al recordarlo. Me levante y mire la hora en el teléfono que me había regalado Alex, era más de medio día, cosa que me sorprendió, sabiendo que no me había dormido tarde anoche y también porque aun mi cabeza me hacia estar concentrada respecto a cómo me estaba tomando todo y eso se estaba haciendo demasiado…fácil. Fui al baño tratando de no pensar en lo que pasaba, porque no podía hacer nada para cambiarlo, Alex tenía razón en eso, no había forma de obtener mi libertad de nuevo y analizando a como estaban yendo las cosas…no era tan malo como realmente debería ser, sacando la parte de que un vampiro me quería convertir y no me daba una buena explicación del porque quería hacerlo. — ¿Victoria? –me quede quieta bajo la ducha al escuchar la voz de Ezequiel. — ¡¿Qué haces aquí?! –me empine un poco para verle la cara, la ducha tenía ese vidrio que evitaba que se notara más de lo debido, pero era solo una parte, si me empinaba un poco podía ver claramente el baño y ahí estaba Ezequiel con su traje de siempre, mirando impaciente —¡¿no ves que me estoy duchando?! –sí, quizás para los ojos de un humano el vidrio cumplía su función de cubrir todo, pero no tenía la menor idea si un vampiro podía traspasar esa protección. —Tranquila… —ahora se veía sonriente, como si todo esto le causara gracia – no es como si me fuera a convertir a heterosexual solo por verte –entrecerré los ojos, pero tenía razón. Gracias al cielo que Ezequiel y Javier eran gay, me daba cierta confianza que no podría tener si hubieran otros guardias –Solo vine a ver si estabas bien, porque es tarde…raro en ti levantarte a esta hora y además porque el Sr. Lenardis preguntó por tu estado y se sorprendió que durmieras aun y quiso que verificaba que estuvieras aquí. — ¿Y que no escape de su mansión/cárcel traspasando a todos sus guardias y luego haber llegado mágicamente a mi casa? –ladeé un poco la cabeza, esperando su respuesta. Era imposible escaparse de aquí, no a menos que fuera fuerte y rápida…muy rápida.


—No me trates como estúpido, solo cumplo órdenes, así que aquí estoy… —no le respondí nada, no había nada más que hablar, pero él se quedo ahí, mirando, esperando. — ¿Qué sucede? –mi expresión se volvió a confusión y más cuando paso la idea de que el vidrio no me estaba cubriendo como quería. Mis mejillas me delataban. —Solo que… ¿ya sabes lo que vas a vestir hoy? –sus ojos tenían cierto brillo. Ezequiel al haber arreglado mi guardarropa presentía que quizás, podía jugar a las muñecas conmigo. Quede unos segundos en silencio, barajando la idea de darle en el gusto. —No ¿podrías buscar algo para mí? ¿Por favor?...además no sé cuando lleguen, bueno Alex dijo algo relacionado con unas visitas –los ojos de Ezequiel, si es que era posible, brillaron más –y no sé si debo ponerme lo mismo o algo más formal ¿estaré presente? –ahora llegaba esa duda, ¿Alex dejaría que alguien supiera que me tenia?...quizás estaba prohibido tener humanos secuestrados. Deseché esa idea en un segundo, los vampiros se alimentaban de humanos, dudo que tengan reglas que nos resguarden. —Bueno…creo que por ahora te puedo ayudar y luego con Javier podemos elegir algo para ti, porque si, tú estarás presente –lucia un poco preocupado al decir lo último, pero aun así sus ojos brillaban de la emoción. —Bien…entonces ¿me puedes elegir algo de ropa? —Excelente, porque ayer estabas desastrosa –salió rápidamente del baño y me preocupe de bañarme, no sé que me pasaba pero esta vez me quede más de media hora bajo el agua. Salí con el cabello seco y cubriendo mi cuerpo con una toalla blanca al ver que no estaba la ropa en el baño, quizás Ezequiel tenía algo más importante que hacer, pero al llegar al guardarropa pude notar que no tenía nada que hacer porque estaba todavía eligiendo mi atuendo. — ¿Todavía estas en esto? –lo mire sorprendida. — ¿Ya saliste? ¿Es que tú no te sabes bañar? –Me miro aparentemente enojado –bien, solo que no encuentro una camiseta, era linda, con unos estampados de líneas negras a un lado. —Oh eso…bueno, lo ocupé ayer ¡lo iré a buscar! –me voltee para salir. — ¡No! –me quede estática y volví a girar para verlo –jamás ocupas dos veces seguida un atuendo, tú no te darás cuenta, pero tu ropa…cada vez se repone por nueva, no puedo creer que hayas arruinado esa hermosa camiseta ayer, ese suéter sin dudas no iba con aquello.


—Creo que te estás tomando esto a pecho ¿Qué cada vez hay ropa nueva?...ese es un gasto inútil, se lo diré a Alex –su boca se entreabrió a la sorpresa de lo que dije. — ¡Claro que no lo harás!....además de estar de guardia, yo me encargo de eso…y es mi única entretención luego de estar en la casa. —Pero… — ¡No hay pero! —se giró a un estante –ahora… —se empino y saco otra camiseta, pero esta era más como una blusa, color azul con tiras, la caída era más suelta –bien, no elegí nada raro, solo quería esa camiseta de ayer –paso una brisa de tristeza por sus ojos pero luego miro la blusa y era muy linda –bien, toma –me sonrió y quedo esperando. — ¿Por qué no sales? –enarqué una ceja al ver que no se movía dándome algo de privacidad. Ezequiel solo rodó los ojos y salió en un segundo de ahí, fue verdaderamente un segundo. Me quede nerviosa, no me acostumbraba a eso de que ellos fueran súper rápidos y fuertes. Me cambie con rapidez y me miré al espejo, era normal y cómodo, me gustaba. Salí para que uno de mis guardias favoritos vea su creación, pero como se estaba haciendo costumbre, no estaba, había otro vampiro apoyando su espalda en una esquina de la cama. —Buenas…tardes –dije dudando por la hora que era. —Hola…eso te queda bien, me alegra que hayas despertado –Alex se veía increíble, nunca me acostumbraría a verlo. Andaba bastante informal, con unas bermudas negras y una camiseta muy apretada a su cuerpo del mismo color. —De verdad te gusta el negro, debí suponerlo –siempre llevaba algo negro, le quedaba sin duda alguna, además de darle un toque misterioso. Alex rodó los ojos, de seguro mi comentario era en contra de lo que los vampiros eran, como siempre él era el experto. —Hoy estaré poco en casa –lo miré un poco desconfiada, quizás que iba a ser afuera –tengo que hacer ciertos preparativos para nuestras peculiares visitas, así que solo te informo para que no te metas donde no debes esta vez, no puedo estar siempre a tu lado controlándote –levanté ambos hombros, quitándole importancia, pero inevitablemente recordé cuando encontré esos diarios y me puse furiosa, probablemente debí leer más, pero no me gustaba ver que Alex solo se comporta de esta manera por elección propia. Se dirigió a la puerta, sin siquiera decir un adiós, pero mis esperanzas no se fueron cuando se volteo a verme.


—Estaré yendo y viniendo…así que de todas maneras sabré que andas haciendo…no hagas nada que me haga enojar –no le dije nada y salió. La relación de odio y “otra cosa” con Alex era tan rara, porque de noche era como si me pudiera controlar a su manera y yo aceptaba, pero en el día volvía ese resentimiento por quitarme lo que era mío. Arreglé la cama, para así no darle trabajo a Francesca y luego bajé a donde ella, sin antes saludar a Javier. Ezequiel estaba ahí y dijo que Alex lo había corrido de la habitación que por eso no estaba cuando salí vestida, pero que luego en la tarde volveríamos a probar otras cosas, para que me viera algo “decente” para la noche. No tenía la menor idea de quien venía, pero se estaba haciendo bastante trabajo para que Alex tuviera que estar preparando todo para sus invitados. Realmente no tenía ni un poco de curiosidad por estar entre vampiros y creo que en estos días llegaban más y más a mi vida, eso será como estar caminando descalzas en una habitación llena de trampas para ratones. Llegué a la cocina y pude notar que estaba vacía, espere unos minutos, pero Francesca no apareció, quizás era su día libre o estaba ocupada con todos los arreglos para los famosos invitados. Fui a la nevera y me encargué de comer lo que yo quería, ningún plato raro de Italia que me hacia querer comer más, pero si un rico plato de frutas, el cuales devoré, las extrañabas. Me tomé mi tiempo en comer para ver si llegaba Francesca, pero eso no ocurrió y me comencé a preocupar por ella, quizás John, el vil guardia que no conocía pero odiaba por estar usándola para beber su sangre no había tenido cuidado con ella o quizás Alex la corrió de la casa, no tenía idea que podía ser, pero me preocupé. Me apresuré en llegar a la puerta principal donde estaba Javier y Ezequiel. —Tengo una duda –dije al abrir la puerta de sorpresa, de seguro ya me sentían venir — ¿Dónde está Francesca? — ¿La humana de la cocina? –Javier habló con cierto tono extraño. Asentí –De seguro salió con el Sr. Lenardis ha hacer las compras…para tu alimentación –tuve un momento de sorpresa ¿Alex iba por mi comida igual? —No —intervino Ezequiel rodando los ojos –estamos a jueves, eso indica que fue sola, además el Sr. Lenardis está ocupado con cosas más importantes ¿Por qué preguntas, Victoria? ¿Quieres algo en especial? –una sonrisa se marcó en mis labios y asentí. —Ella tiene celular –afirme, sin titubear. —Sí, pero no debemos dártelo –miré a Javier frunciendo el ceño. —Es completamente valido que me lo den, ella no hará nada para ayudarme a escapar, pero si me ayudara para relajarme aquí, necesito chocolate…de cierta marca.


—Oh…bueno, no creo que haya problema en eso —Ezequiel rodó los ojos al escuchar a Javier, pero no dijo nada. Javier saco un celular que se veía incluso más complicado que el mío y luego me dio calmadamente el número. Si mi cabeza funcionaba bien, estaba segura que Alex no había bloqueado el numero de Francesca, era ridículo hacerlo, ella solo me ayudaría a sentirme más cómoda en casa, no ha escapar. Me fui al tercer piso, así no me arriesgaba a que nadie me escuchara y marqué el numero, solo pasaron dos tonos para que ella contestara. — ¿Ciao? –sonreí a su tono, me encantaba. —Francesca…soy Victoria. — ¡Srta. Victoria! –su tono era alegre, eso me agrado, ella me hablaba como si se preocupara de mí. —Necesito un favor Francesca –al decir eso hubo un silencio, no sé si era porque no me había entendido o pensaba que el favor era algo que le costaría su trabajo…o su vida –cigarrillos ¿puedes traerme? — ¡Cigarrillos!... ¡sí! –casi comencé a saltar ahí mismo, esto se había dado más fácil de lo que había pensado. —Por favor ¿podrías comprarme? — ¡Claro Srta. Victoria! –suspiré aliviada. —Bien, nos vemos, adiós Francesca. — ¡Ciao! La llamada se cortó y por fin mi maldito nombre me traía algo de suerte, esta batalla la estaba ganando y me iba a relajar solo en unos momentos más cuando Francesca llegara, pero por mientras, no tenía nada que hacer. Baje las escaleras yendo a no sé donde, Alex me pudo haber llevado a donde fuera, me aburría tanto aquí, no tenía nada que hacer, además ni siquiera tenía una laptop para poder comunicarme con el mundo exterior o solo para ver algo entretenido, aunque no tenia porque necesitarlo, aquí estaba todo, libros, música, películas, televisión, todo lo que Internet me daba, pero yo quería conversar con alguien, no tenía problemas en hacerlo con Javier, Ezequiel y un poco con Francesca, pero aun así, extrañaba a Ana, mis padres, incluso a Laura y Mariana, pero no podía hacer nada para verlos o escucharlos. Con un suspiro decidí que mejor sacaba esos pensamientos de mi cabeza y mejor me iba a la biblioteca, quizás había algo entretenido que leer ahí, ni siquiera notaria los cuadernos de Alex, eso me haría pasar un mal rato. Entré sin problemas, tuve la idea que quizás Alex podía tener esa parte con llave, pero no, lo que si me sorprendió fue que toda la sección de “Yo” había


desaparecido por completo, estaba el estante de madera vació. Saqué un libro cualquiera de “Estupideces” y me senté en un sofá. Comencé a leer, pero mi cabeza inició a traer ideas que no quería. ¿Por qué Alex no deseaba que supiera nada? Y ahora los cuadernos habían sido escondidos en Dios sabe dónde, aunque no me interesaba leerlos. Estuve horas leyendo, eso me entretuvo bastante, pero realmente estos libros se estaba convirtiendo en estupideces, ahora que sabía que los vampiros hacia esto y no lo otro, me quitaban toda ilusión que había tenido, además siempre los estúpidos personajes se enamoraban de la humana, eso tampoco era posible, Alex sería incapaz de amar a quien fuera, incluso a esas mujeres de los cuadernos, estoy segura que las tenia de muñecas, como me estaba tocando vivir a mí. Rodeé los ojos porque no podía dejar en paz esas historias y guardé el libro cuando ya iba a más de la mitad. Iba en dirección a la puerta cuando esta se abrió antes y apareció un completo desconocido, que claramente no era humano. Era alto, con el cabello hasta un poco más debajo de los hombros, color castaño, su piel era muy blanca al igual que Alex, era alto y se veía de una contextura musculosa. — ¿Quién eres? –mi corazón sin poder controlarlo se asustó y comenzó a latir más fuerte. —Estaba verificando donde se encontraba Srta. Victoria –su tono era extranjero, pero no como Ezequiel o como Alex, pero era más conocido que los de ellos. Luego de un segundo noté que el tenia la misma vestimenta de mis dos vampiros favoritos —Eres parte de los guardias de Alex. —Del Sr. Lenardis, si –me miro feo, eso no me agrado, lo hizo cuando nombre a Alex por su nombre. — ¿Y puedo saber cómo te llamas? –no me gustaba ni un poquito, pero por lo menos quería identificarlo. En estos dos últimos días, había pensado que Alex mentía con que tenia a vampiros que “cuidaban” de mí, pero por lo visto, era verdad. Aunque no serbia de nada que fuera mentira, no me ayudaba en nada, sabía que Javier o Ezequiel no permitirían que me escapara, eran demasiado fieles a Alex. —Mi nombre es John, con eso basta –bien, al escucharlo mi corazón comenzó a latir más fuerte, pero no de miedo, sino de rabia. — ¡Tu! –lo apunté, sin siquiera importarme que era un vampiro que podía matarme en un pestañear de ojos — ¡tú eres el que juega con Francesca! –se vio que lo tome por sorpresa, pero su rostro fue solo inexpresivo luego de otro segundo. —Ese no es su problema Srta. –sentí la rabia en sus palabras.


— ¡Claro que lo es!...ella no es tu juguete ¡y dejaras de sacarle sangre e ilusionarla sobre convertirla! –me fije a como tensaba su nariz y su mandíbula, me miraba con ganas de matarme ahí mismo. —Es solo una humana, además usted no tiene ningún mando sobre mí, yo trabajo para el Sr. Lenardis y si a él se le ocurre traer a una humana de mascota como a usted, no me entrometo como él tampoco lo hace sobre mi vida privada ¿escuchó bien? –esto último lo dijo acercándose más a mí, haciendo que ahora el pánico reinara mi cuerpo. — ¡Aun así!... ¡es malo lo que haces! — ¿Cómo se me ocurrió decir eso?...no tengo la menor idea. —Le pregunte si ¿escuchó bien? –se estaba acercando peligrosamente a mí, ahí no pude pronunciar palabra. — ¡John! –escuché la voz firme de Ezequiel. Estuvo a mi lado en un segundo — ¿Qué haces dentro de la casa? –John se tranquilizó y miró a Ezequiel con desprecio. —Esto verificando donde estaba la humana –su tono era como su rostro, hablaba con asco de los humanos. —Bueno, sabes que esa no es tu función y no harás más que hacer enojar al Sr. Lenardis, uno, por entrar a la casa, sabes que no le agrada eso y segundo, por hablarle así a la Srta. Victoria, pero si te vas ahora, no le diré nada al Sr. Lenardis –vi a Ezequiel y él tenía una expresión amable. —No me hables en ese tono, si no fuera porque ustedes hacen mal su trabajo el Sr. Lenardis no habría tenido problema con las demás –me quede sorprendida con lo que dijo, de nuevo había información sobre las otras chicas. Ezequiel se posiciono ahora adelante mío, tapándome la vista. —Estas solo hablando demás John –la voz de Ezequiel era muy tranquila, pero algo me decía que estaba fingiendo –Tu solo llegaste hace dos años aquí, no tienes idea de nada. —Tengo lo necesario para ver quien hace mal su trabajo, y ese eres tú y tu marica de compañero ¿crees que no me he dado cuenta?...los otros serán idiotas, pero yo no –no podía creer como era de desagradable este John, hablar esas cosas al frente de cualquiera. No era como si la relación de mis vampiros favoritos tuviera que ser un secreto, pero Ezequiel y Javier así lo querían. Mi pobre Ezequiel se quedó sin palabras, lo había agarrado con la guardia baja. — ¿De dónde sacas eso? –salí de atrás de Ezequiel. John algo iba a decir, pero me adelante — ¡No te atrevas a hablarle así como si lo conocieras! ¡No eres más que un simple guardia escondido entre los jardines del patio trasero!... ¡por algo tienen a Ezequiel y Javier en la puerta principal! ¡Es porque son mejores que tú!... ¡así que


mejor lárgate de aquí, no eres nada más que un simple vampiro con una mala actitud! –sentí la mano de Ezequiel en mi hombro. Sabía que su silencio había otorgado a la acusación de John, pero aun así, me dio mucha rabia que lo tratara de humillar. John nos quedo mirando sin decir nada y cuando pensé que estaba siendo mi día de suerte por ganar batallas, John me mostró sus dientes, específicamente sus colmillos. —Escóndete de estos humana –dijo refiriéndose a sus feroces colmillos –mira que no creo que al Sr. Lenardis le importe perder a una simple y vulgar chica –di un paso para decirle algo, pero note que ahora no estábamos solo los tres y pude ver la cara de pánico de John al ver a…..Alex. — ¿Qué haces aquí arriba John? –estaba afirmado en el marco de la puerta, con sus brazos cruzados en su pecho y sus piernas también estaban cruzadas, se veía bastante relajado, pero eso mismo lo hacía ver demasiado poderoso. —Estaba verificando donde estaba su humana Sr. Lenardis, para que no tuviera que pasar algún mal rato –una leve sonrisa se marco en los labios de Alex, pero supe de inmediato que no era de agradecimiento, sino que estaba soportando no perder la paciencia. — ¿Cómo te has referido a ella John? –seguía en la misma posición, todos en realidad. No corría ni una brisa, ni siquiera me había dado cuenta que yo misma había dejado de respirar. —Lo siento, es la Srta. Victoria –mi mirada iba como en los juegos de tenis, de Alex a John y de John a Alex. Sentí los ánimos de decirle a Alex todo lo que dijo John ahí mismo, pero sentí el apretón de Ezequiel que me indico que me quedara tranquila. — ¿Y que ha sido lo último que has dicho? ¿Algo relacionado con que se cuide?... creo que los años me están empezando a dejar sordo ¿no crees, Ezequiel? –Alex solo miraba a John, era increíble verlo en su faceta de jefe, no me gustaría trabajar para él, ahora veía porque todos lo trataban con tanto respeto. —Fue mi error Sr. Lenardis, no volverá a pasar, solo que…ella me perturbo –me dio una leve mirada y luego miro hacia abajo. ¡John maldito cobarde! — ¿Qué te ha dicho? –Alex no me miro, lo que me relajo un poco, recién ahí comencé a respirar de nuevo. —Se entrometió en mi relación con Francesca –Oh Oh…aquí iba a estar en problemas, Alex me había dicho que dejara ese tema en el pasado. — ¿Es eso cierto Victoria? –me sorprendió que haya ocupado mi nombre con ese tono, no me agrado, era como si le estuviera hablando a una más de sus empleados.


—Así es…solo velo por la vida de una persona –está bien. Mi actitud de heroína aun no se iba. — ¿Por qué dices eso? –Alex tenía su mirada concentrada en mí, pero la esquive, para así concentrarme. —Porque Francesca es una humana y John –casi vomite su nombre de mis labios –la esta drenando de a poco…eso va en contra de todo lo que se conoce –mire a John enojada, aunque estaba segura que mi mirada no lo iba a matar. —De cierta forma tienes razón –mire a Alex sorprendida al escucharlo –no por esa estupidez que acabas de decir, pero si con que no está bien el tema sobre Francesca, ella es mi empleada y la he visto más desanimada, lo más probable que sea porque le estas sacando sangre a tu gusto John –su mirada nuevamente se volvió a concentrar en John –así que creo que bastara con decirte que no lo hagas… —mi corazón latió de felicidad –por un tiempo –y volví a caer en lo mismo, Alex no tenia arreglo, a él no le importaba ni un poco las personas –ahora, te adelantare que no le vuelvas hablar así a Victoria y menos amenazarla porque ella es mía, sabes que solo tengo que dar un llamado para obtener una autorización –me giré un poco para ver a Ezequiel ¿De qué diablos estaban hablando? ¡No entendía nada! —Si Sr. Lenardis, no volverá a ocurrir –di un paso para decir todo sobre como trato a Ezequiel, pero dos cosas pasaron, Ezequiel me retuvo…otra vez y Alex se adelanto. —Y por ultimo no vuelvas a entrar a la casa, sabes las reglas y recuerda que esta humana, como la has nombrado tu –en menos de un segundo me sobresalte al ver a Alex a mi lado –tiene razón, tú no eres más que un guardia del patio trasero…recuerda eso –mire sonriendo a Ezequiel, que se mantuvo inexpresivo, pero no importaba ¡Alex lo había defendido!...de una forma, muy, pero muy sutil –ni una palabra de lo ocurrido aquí ¿esta entendido? —Si Sr. Lenardis –John miraba solo a Alex, pero estoy segura que él me hubiera matado ahí mismo. —Puedes retirarte –en un segundo ya no estaba John –y tu igual Ezequiel –el apoyo que tenia de mi nuevo amigo había desaparecido en menos de un segundo. Alex luego dirigió su mirada a mi — ¿Qué pretendes? ¿Estar salvando el día con tu ayuda a Francesca? –Estaba serio, creo que lo había molestado un poco –No es regular para mi tener problemas con mis empleados y no lo haré ahora por tu culpa. — ¡No fue mi culpa!... ¡el tipo trato mal a Ezequiel y eso me hizo enojar! —Aun así, tú lo provocaste con ese temita de Francesca, te di la orden de que olvidaras de eso y mira ahora… —esquive su mirada enojada.


—Como sea, no permitiré jamás que le hagan daño a alguien y menos olvidarlo así como así. — ¡Claro! ¡Lo olvidaba, si estoy hablando con la que iba a ser una excelente doctora! ¡Ayudar a los demás y toda esa estupidez! –esto no era posible, no podía creer lo que dijo. Lo mire y sentí como mis mejillas se ponían rojas de rabia. —Me habrás quitado eso, pero no me harás cambiar como persona ¡no seguiré tus estúpidas órdenes Alexander! –él sonrió curvando sus labios, esta vez no causo ningún efecto en mi más que el querer borrársela con un golpe. —Eso es por poco, luego serás bastante sumisa, ya verás… —rodé los ojos enojada y le di la espalda. Él no me iba a dominar y no me iba a cambiar en ningún sentido. —Vete al infierno, espero que choque tu estúpido avión o lo que sea cuando salgas de nuevo –me cruce de brazos, digna y segura a no ser rebajada por Alex, él no tenía ningún derecho. —Bien, que mal que elegiste eso, porque indica que quieres tu muerte –analicé un segundo sus palabras y luego me voltee a verlo. — ¿Qué quieres decir? –una sonrisa se marco en mis labios por arte de magia. —Que no quiero seguir teniendo problemas con el resto de mis empleados, así que vendrás conmigo, solo tengo que hace un viaje más y estará todo listo…vamos – como si fuera posible, amplié aun mas mi sonrisa y mi corazón latió con más fuerza y rapidez al escucharlo, no pude evitar saltar de alegría. — ¡¿Dónde vamos?!


9

— ¡¿Dónde vamos?! –sabia que mis ojos tenían que estar brillando de la emoción. —Está claro que no te lo diré, te puedes ubicar geográficamente, sé que eres bastante astuta, así que no me arriesgaré — ¿me importo su comentario? No, iba a poder salir, Alex no me arruinaría esto. Él comenzó a caminar y lo seguí en un segundo. No dijimos nada hasta que salimos por la puerta principal, me llamó la atención la cara de preocupación tanto de Javier como de Ezequiel, no me dijeron nada cuando me despedí, pero bueno, no importo. Seguí caminando, hasta ir por el lado izquierdo de la casa y encontrarme con una estupenda avioneta, donde estaba un…si, era un vampiro, lo que era conveniente si es que te proponías viajar a cualquier hora, apoyado en ella. —Hola… —le dije sonriente cuando nos acercamos. El piloto era mayor que Alex, pero presentía que solo en apariencias. Si Alex fuera astuto, como sé que es, no tendría a vampiros mayores que él, no correría ese riesgo. —Buenas tardes Srta. Victoria, yo soy Raúl, un gusto conocerla, el Sr. Lenardis habla mucho de usted –él me tendió la mano y la tomé confiada, mienta miraba a Alex, su rostro expresaba que el comentario no le había agradado. —A alguien tengo que contarle de cómo por arte de magia, ahora tengo dolores de cabeza –Alex se subió a la avioneta sin decir nada más. Mire a aquel vampiro mientras me soltaba de la mano. — ¿Es eso posible? ¿Los dolores? –Raúl rió y negó. Me llamó la atención que no le siguiera el juego a Alex, no le importó, de seguro era un vampiro de confianza, como Ezequiel, deberían llevar años trabajando para Alex. Me subí a la avioneta, muy emocionada, esta sería mi primera vez sobre una, no tenía idea a dónde íbamos, pero no importaba. Los primeros minutos del viaje estaban siendo en silencio, cosa que no me importaba, estaba demasiado emocionada viendo como todo se veía en miniatura, ni siquiera me importaba hacia dónde íbamos, solo que estaba afuera de esa mansión. Amaba esos aparatitos que servían para escuchar al otro. — ¿Nunca habías viajado en avioneta? –preguntó Alex a mi lado. No le dije nada, solo negué –bueno, creo que soy el encargado de darte tu primera vez en todo…eso me gusta –me gire a ver a Alex, para luego mirar a Raúl que solo iba concentrado en manejar. Le di un golpe con la mano en la brazo, o eso trate de hacer,


me detuvo antes de poder hacerlo y me negó serio. ¡Qué desagradable era Alex! Pero no iba a dejar que me arruinara esto. — ¿Por qué no está Ezequiel y Javier aquí?....ellos te acompañan en los viajes. —Porque iremos cerca y me puedo cuidar solo…aquí no haya nada peligroso – rodeé los ojos. —Eres bastante arrogante, no sabes que te puedes encontrar a la vuelta de la esquina –o al a vuelta de tu puerta en tu misma casa como me paso a mí. —De todas formas te tengo a ti –lo miré curiosa, no entendía a que se refería –si aparece alguien peligroso te entrego, fácil. —Eres un asqueroso y cobarde ahora, estas solo ampliando tu lista de adjetivos negativos –me volteé a ver hacia afuera, pero escuché una risa desconocida y noté que era Raúl quien se reía, parecía que había pasado una eternidad que no escuchaba a alguien reír, de esa forma, porque había escuchado a Alex, pero eso…no era lo mismo — ¿Qué sucede? –le pregunté, pude notar que Alex estaba tenso. —Jamás la entregaría Srta. Victoria…Alex miente –me llamo la atención a como lo llamo. —Cállate viejo loco –en eso Raúl miró hacia tras serio y movió una palanca haciendo que la avioneta se moviera de un lado a otro, muy rápido. En menos de un segundo estaba tomada del brazo de Alex, quien me miro extraño –no te preocupes, este viejo cree que soy su hijo, daría su vida antes que me pasara algo –mire a Raúl y sonreí, se veía que Alex si podía tener una relación linda con alguien. —Es verdad…pero siempre hay excepciones. Me quedé al lado de Alex, no me importó que dijera que era una cobarde por no soltar su brazo, pero no me iba arriesgar a que de nuevo se moviera la avioneta y no tuviera de que apoyarme. Llegamos a una ciudad de la cual no conocía, buscaba en todos lados donde podía haber un nombre, pero no había nada. Estábamos en el aeropuerto, que era privado y por lo que noté, era solo de Alex. Había una chica que lo quedo mirando babosa, indicándole cosas que no tome atención. Salimos de ahí y un auto negro estaba esperando. Raúl quedo atrás y vi que ahora había un chofer en el auto. —No trates de mirar el nombre de la ciudad porque mande a sacar todos los nombres –me quedo boca abierta mirándolo. —Tú no puedes hacer eso, es imposible, no te permitirían hacerlo –el solo sonrió e hizo un movimiento con su hombro que daba a entender que para él todo era posible.


—Contactos…solo eso te diré –lo mire sorprendida. Estaba sentada al lado de un vampiro que me secuestró y que más encima era un gánster. Miré hacia afuera y mi cerebro hizo un clic, advirtiendo una nueva idea. — ¿Entonces tenias planeado traerme?...eso de los anuncios debió tomar tiempo –él me miró y no dijo nada, y para su maldita suerte yo tampoco pude decir nada, porque su celular comenzó a sonar y contestó con bastante rapidez. Su expresión cambio de inmediato a escuchar la voz del otro lado, esos cambios de personalidad nunca le pasaban conmigo, siempre con otros. Ahora estaba contento. —Sí, yo igual estoy feliz que vengas a casa, te estaré esperando, sabes eso – sonrió al escuchar algo que le decían –No, eso es privado, no te lo diré –se veía entre una especie de coqueto y de niño hablando Dios solo sabe con quién –bien, siempre sabes lo que pienso, nos vemos entonces, que viajes bien –cortó y una sonrisa bastante linda se le marcó en los labios. Lo miré y luego esquivé su mirada, no quería saber con quien hablaba ¡no quería!...bien, quizás solo un poco. — ¿Quién era? –me aventuré a preguntar, Alex me miró y su sonrisa se borró. —Claramente alguien que no te debería interesar Victoria, entretente con el paisaje –no le respondí nada, como dije antes, Alex no me iba arruinar esto. No le daría importancia a quien fuera la persona que podía leer su mente, aunque con esa sonrisa, podía deducir que era una mujer. El chofer, que por lo que vi era humano, estacionó en el centro de la ciudad “Desconocida” y me encantó. Haber estado sin contacto con los de más trajo sus consecuencias ahora, extrañaba la gente, los autos, los negocios, extrañaba estar en una vida normal. Me arrepentía de no haber salido tanto antes, ahora no podía al estar encerrada. —Ven conmigo –Alex salió del auto, mientras que el chofer abría mi puerta. Ahí note que era humano. Me quede un segundo mirando todo, podía empujar al humano y salir corriendo, Alex no me atraparía porque no podía correr como vampiro entre las personas. Mi corazón latió extrañamente, mientras no descubría que elección tomar. —Ni lo pienses –sentí como Alex entrelazaba su mano a la mía, lo que hizo que mi corazón latiera demasiado fuerte –ahora aparenta que estas con tu novio… — “aparenta” eso lo dijo muy serio, haciéndome ver qué era lo que sucedía. Debía tener claro que Alex era mi secuestrador, nada más ¿Por qué no podía meter eso en mi cabeza? El chofer cerró a puerta y entró al auto. Me pregunto qué pensaría al escuchar lo que dijo Alex. Acomodé mi mano en la de Alex y comenzamos a caminar a una tienda de antigüedades, no sé que podíamos comprar aquí, pero no me sorprendía, no es como si fuéramos a ir a un supermercado a comprar cosas para comer.


— ¡Carlos! –se dirigió a un hombre mayor que estaba detrás de un mostrador. La tienda le hacía honor a lo que era, podía sentir el polvo en todos lados, todo era demasiado…antiguo. —Sr. Alex –se saludaron de la mano, pero Alex no me soltó en ningún momento, su agarre era firme –señorita –dijo mirándome, solo le sonreí y mire a otro lado. No era experta saludando a extraños. —Bien…necesito los candelabros que te pedí hace unas semanas –me preguntaba si él tenía planeado en ese entonces tener a alguien secuestrado. Comencé a observar la tienda, mientras Carlos iba por según yo, los candelabros – ¿estás nerviosa que no saludas? –miré a Alex y me llamó la atención. —No se me da tan fácil ser tan extrovertida como a ti, que tiene tantos conocidos y puedes cambiar de ser un idiota a ser simpático con los demás –iba a decir algo, pero para mi suerte llego Carlos con un pequeño baúl negro. —Aquí están –los dejo arriba del mostrador, Alex miro mi mano y me soltó precavido para luego mirar el interior del baúl. Creo que su agarre a mi mano no se diferenciaba mucho a unas esposas. Observo lo que había adentro un poco y luego sonrió satisfecho. —Son exacto lo que necesito…—tomo el baúl, lo que me indico que estaba libre de su agarre por unos segundos –un gusto hacer negocios contigo Carlos, nos veremos pronto –le sonreí de nuevo al vendedor y me apresuré en salir, Alex iba a mi lado, sin darme un poco de ventaja. —No se te ocurra hacer una tontería cuando salgamos –asentí de mala gana rodando los ojos mientras nuevamente estábamos en el exterior. Alex metió el baúl en la parte de atrás de automóvil y luego me quedo mirando, sin decir nada unos segundo –Entiendo…que quizás quieras hacer algo en particular ya que estas afuera. — ¿Estás hablando en serio? –él asintió con indiferencia. Lo pensé un poco, mientras mi corazón latía con fuerza, pero no se me ocurría nada. Alex se apoyó en el automóvil esperando, se veía divino y pude notar que no era la única que pensaba lo mismo, porque un grupo de chicas que pasaron por al lado de nosotros reían coquetamente mientras lo miraban. Las quede mirando feo. — ¿Por qué esa mirada? –su voz estaba con ese tono que demostraba que le hacía gracia mi actitud. —Por nada…necesito que me compres algo –estaba segura de su respuesta, pero no perdía nada, me tenía que asegurar. —No te comprare cigarrillos, eso dalo por hecho, prefiero que compremos los parches de nicotina a tener que sentirte con ese desagradable olor a cigarros.


—Eso es injusto, yo te acepto…tal como eres –sin nada que reprocharle, a parte de su actitud, no podía decir que tenía un mal hábito —Quiero ir a un parque entonces –si, hasta a mi me sorprendió lo que dije. Alex se veía sorprendido –quiero ir y sentarme, mientras cómo un helado. —Está bien –abrió la puerta del auto y entré de inmediato. No nos demoramos nada en llegar a uno y nos bajamos. Alex me ofreció su mano y la tomé, claramente no era una opción. Compramos el helado de crema con chocolate y nos dirigimos a una de las bancas del parque. No había mucha gente, incluso para ser verano y siendo una hora libre para todos. — ¿Qué piensas? –la voz de Alex me distrajo, me miraba curioso, el agarre a mi mano seguía entre nosotros. —Que hay muy pocas perso… —me quede hasta ahí, al notar que detrás de Alex, venia una chica tomada de la mano de un chico, su novio, a ella la conocía, alta de cabello negro, de tez trigueña, con ojos verdes; era Camila con su novio para ser específicos, ella había sido mi compañera cuando éramos pequeñas en el colegio, pero se había ido antes de terminar con nosotros los estudios. No tenía la menor idea a donde se había mudado. — ¿Qué sucede? –Alex se volteó y miro hacia donde venia Camila, pero antes de poder decirle quien era él se acercó a mí y me besó. El agarre a mi mano seguía ahí, pero con su otra mano hizo que mi rostro se girara más hacia él, mientras sus labios se movían suavemente contra los míos, no me tomo nada responder, no había sentido sus besos desde hace mucho tiempo. Mi mano dejo caer mi helado para ir a tocar su rostro, pero no pude disfrutar de aquello por mucho, porque él se alejo de mí. — ¿Qué fue eso? –estaba aun abrumada y me tuve que concentrar bastante para poder decir tres palabras. Alex quedo mirando hacia otro lado, viendo como Camila se alejaba. Ahí entendí todo. —Mejor nos vamos…además has arrojado tu helado –se veía algo extraño. —Pero… —no me dio tiempo de decir nada, ya que se puso de pie y comenzamos a caminar hacia el auto – ¡no tan rápido! –me resistí a caminar un poco y Alex bajo la velocidad a su caminata. —No pensé que aquí tendrías conocidos…creo que otra salida está fuera de planes –suspire triste, esto después de todo había sido lindo. —Me besaste para que no me vieran –concluí mirándolo, esperando una respuesta. —Claro ¿Qué pensabas? ¿Que había salido de mi muerto corazón para tener una escena romántica?


—Obviamente para ti eso es imposible…no conoces la palabra amor –me miro con una expresión nuevamente desconocida para mí y no dijo nada, supongo que no tenía que, esta vez había ganado. Subimos al auto y nadie dijo nada, incluso cuando llegamos al aeropuerto. Subimos a la avioneta y ninguno de los dos habló cuando Raúl preguntó cómo había estado nuestra “cita” claramente siendo irónico. El viaje de regreso no fue mejor, ni una sola palabra de parte de nadie, ni siquiera me fije en el paisaje, fui mirando hacia al frente, pensando en cómo tuve la oportunidad de escapar y no la había aprovechado, eso solo hacía que mi mente se confundiera aun más. Bajamos y Alex no me esposó a su mano, me dejo libre mientras se encargaba del famoso baúl con los malditos candelabros. Me dirigí a la puerta principal y Ezequiel con Javier se alegraron de verme de vuelta. —Regresaste… —la voz de Ezequiel era de alivio, me sorprendió. —Claro, no es como si tuviera muchas formas de escapar –al hablar me di cuenta que mi humor había bajado bastante. Salude de beso a los chicos y entre sin decir nada más. Fui a ver a Francesca y ahí estaba ella, dando vueltas de un lado a otro. — ¡Francesca! –me estaba acostumbrando a saludarla más efusivamente de lo que se debería. Ella se volteó y me miro seria. —Srta. Aquí, encargo –de su bolsillo sacó una hermosa cajetilla y la dejó en la mesa. Fui y la tome con rapidez antes que Alex la viera. Volví a mirar a Francesca y eso hizo que mi emoción por mis cigarros se disipara. — ¿Qué sucede? –me miraba enojada, bastante para ser Francesca, aunque recién la conocía. —Usted…John —Oh…no me tomó nada saber lo que había pasado. No iba a sentir lástima por aquello, Alex le había prohibido a John alimentarse de ella por un tiempo, pero eso era lo mejor. —Ya veo…de seguro me odias por separarte de él ¿no? –ella no me respondió ni si o no. — ¿Por qué? —respiré profundamente y decidí que por ahora no era bueno hablar con ella, no quería que me arrojara un sartén por la cabeza. —Solo te estoy dando tiempo, ve que él solo está jugando contigo, si llega a ti sin querer alimentarse, bueno…fue mi culpa y lo juzgue mal, pero John no es bueno para ti Francesca y no te quiero ver sufriendo con él, siendo que tu eres hermosa…puedes conseguir algo mejor –me quedo mirando, me pregunté si había entendido, pero por su expresión de enojo, creo que si –gracias por esto –le mostré la cajetilla y luego salí de la cocina.


Corrí a las escaleras para esconder la cajetilla, pero para mi mala suerte, me retuvieron. Metí la cajetilla entre mis shorts, en mi cadera. —Victoria –Alex estaba al frente mío y quedo pensando unos segundo. — ¿Si? –demostraba completamente que estaba nerviosa, pero bueno, quizás Alex lo tomaba como que él era el causante, era demasiado egocéntrico. — ¿Tienes algo que decirme? — ¡diablos! Me había descubierto. Suspire derrotada –un gracias no estaría mal –ahora me confundí ¿de que estábamos hablando? — ¿Por qué? —Por dejarte salir…luego del lío que hiciste con John –rodeé los ojos y para salir luego de aquí, se lo concedí. —Muchas gracias por permitirme tener algo de libertad secuestrador –no deje que dijera nada, subí las escaleras como un rayo, Alex no me interceptó. Entré y miré la cajetilla, lentamente pasé mis dedos por ella. –Como los extrañé –quería fumarme la cajetilla entera de inmediato, pero sabía que sería un error, así que corrí y la escondí en el baño, donde Alex no la pudiera oler, o sea entre unos perfumes que estaban en el mueble. El no se metía ahí, no tenia como averiguar algo. Salí y me arrojé contra la cama, feliz, si, se podía decir que me sentía medianamente feliz. Había salido y tenía mi cajetilla de cigarros, las cosas quizás podían empezar a mejorar o eso es lo que pensaba yo. —Victoria –Alex entro a la habitación a paso lento para luego quedar al frente mío. Lo mire un poco soñolienta –creo que deberías dormir algo porque hoy nos acostaremos muy tarde debido a mis invitadas y ellas…bueno no acostumbran a dormir de noche –me senté en la cama intrigada ¿a qué se refería con eso? ¿Eran como vampiros de los libros? Y lo principal de todo ¿dijo “ellas”? — ¿Ellas? –ni siquiera tome atención a las otras preguntas que me había hecho dentro de mi mente. —Si…ellas llegan antes, son dos de mis amigas, te debes comportar –lucia muy correcto al nombrar a sus tales amigas. Me quede analizando todo unos segundos más. — ¿Y porque tengo que estar presente? –no entendía nada de eso, además me asustaba. —Simple, porque yo lo digo –esquive la mirada de Alex, tratando de encontrar alguna respuesta a todo esto, creía que cada vez que aparecía Alex, más me complicaba las cosas, porque mi cerebro me inundaba con preguntas que no podía responder –Me encantaría saber qué es lo que estas pensando en este instante, así te


descubro si me estás dando mil insultos –rodeé los ojos. Sin dudas este vampiro era uno de los más ególatras del mundo. —No todo es sobre ti, además dudo que alguna vez tengas la habilidad de saber lo que pienso –una amplia sonrisa salió de sus labios. Sentí como se me iba el color de mis mejillas ¿él podía…leer la mente? Si era así, estaba frita. —Pronto la tendré, solo te debo convertir, la conexión que hay con tu creador, te permite saber tanto sus pensamientos como él los tuyos, y además si tienes años de práctica…te puedes comunicar con él desde distancias inimaginables –helada, así era como estaba, si Alex me llagaba a convertir perdería todo tipo de privacidad, no podría esconderme entre mis pensamientos –no te lo tomes a mal, luego de un poco de practica los puedes bloquear, creando tu propio espacio…y créeme no toma mucho tiempo –sí, pero quizás esa práctica tomaría millones de años en cumplirse. No dije nada y Alex no se tomo mi respuesta muy bien — ¿Qué estas pensando que no quieres que nadie lo sepa Victoria? —Nada, nada que a ti te incumba…por lo menos tengo mis pensamientos y esos a ti no te interesan y por ahora no tendrás nunca acceso a ellos –una linda sonrisa se marco en sus labios, haciendo que mi actitud hacia el cambiara. —Bien, como sea, no ganaras en eso tampoco y descansa, Ezequiel y Javier se han… —se puso un tanto nervioso, esquivando mi mirada. Eso llamo mi atención por completo –ofrecido a prepararte para esta noche. — ¿A qué te refieres a “prepararme”? ¿Como dijo exactamente Ezequiel? –sabia porque se había puesto nervioso, creo que el tema de la homosexualidad de sus guardaespaldas no era muy fácil de llevar. Alex tenía que venir de una época muy antigua, lo más probable que una relación entre hombres no hubiera ni estado en su imaginación en ese entonces. —Bueno… —su mirada iba de un lado a otro lado de la habitación, se veía muy tierno –dijo algo de un nuevo look, algo así, no lo escuché mucho, solo le dije que no te dejara como un Troll al final de la noche –al terminar lo que dijo, tenia de nuevo esa actitud arrogante que no me agradaba. — ¿Un Troll?... ¿crees que necesito un cambio de look? No estoy bien como soy ¿cierto? –solo estaba bromeando con él, quería ver sus reacciones. Alex me miro fijo al escuchar las preguntas. —Claro que no…estas bien como eres, pero…bueno, Ezequiel insistió mucho. —Está bien, si quieres que me cambien entera… — ¡No he dicho eso! –No pude evitar sonreír al verlo — ¿Estás jugando con esto? –No le respondí nada, solo me reí de él –No me agrada cuando me toman el pelo –se dio media vuelta y se fue, mientras yo seguía riendo. Su actitud era muy


tierna para ser Alex, preocuparse de que no me sintiera mal, si, a fin de cuentas había sido eso. Dormí como me dijo Alex, pero solo fueron un par de horas porque Ezequiel y Javier comenzaron a salir y a entrar de mi habitación. Se veían muy emocionados con esto, pero no me decían palabra alguna, solo noté que estaban convirtiendo la habitación en un salón de belleza. Esto tomaría mucho tiempo.


CAPÍTULO 10

Comenzaron con cortarme el pelo, lo había siempre mantenido a un nivel justo arriba de mi cintura y lo cortaron hasta unos centímetros bajo mis hombros. Ahora lo tenía recto y un….flequillo. No me había visto y no quería, jamás me había hecho un flequillo, que estaba justo arriba de mis ojos, era extraño, pero no quería ni verlo. Me tiñeron el cabello, les grité que no lo hicieran, pero dijeron que era necesario darle algo mejor a mi “hermoso” cabello, esas fueron palabras de Javier, ni siquiera tenía idea de qué color lo dejaron. Luego me fui a dar un baño de tina, cuidando las cosas que tenía en el pelo y luego, para mi gran vergüenza, ambos entraron sin siquiera preguntarme algo, me trate de tapar, pero ambos se miraron como si fuera lo más estúpido del mundo lo que estaba haciendo. Me pusieron la toalla y me llevaron de nuevo a la habitación para terminar de jugar con mi pelo. Lo lavaron, secaron y alisaron para terminar maquillándome. Esperaba que Alex fuera muy respetable y que no me dejaran verdaderamente como un troll. Por último me llevaron al guardarropa. — ¿Por qué hacen todo esto? –los quede mirando, mientras recorrían los cajones buscando no se qué cosas para ponerme. Yo seguía ahora en una bata. —Tú no haces nada, nosotros te vestiremos…y no pongas esa cara de vergüenza...no es como si fuéramos dos tipos vistiéndote depravadamente, eres nuestra obra maestra, Javier deberíamos ganar un premio –Ezequiel uso un tono serio, pero estaba mostrando su lado femenino a lucir completamente. — ¡Lo sé! ¡Esta hermosa Victoria!...ningún vampiro te opacara –Oh…ahora veía. Esto tenía algo de lógica, realmente me estaban haciendo un favor. Las invitadas de Alex eran vampiros y por lo que supuse ahora, eran hermosas vampiros. —Está bien ¿pero aun no me puedo ver? –Ambos me miraron al mismo tiempo y Javier se acerco al espejo y lo fue alejando de a poco –entiendo el punto, bien, ya está de noche, creo que si no se apresuran Alex se enojara. —Eso es cierto –Ezequiel casi gritó al encontrar lo que sea que estaba buscando y Javier se puso de pie en un segundo. —Mira y admira Victoria –me mostró un vestido de los que estaban en la clasificación de etiqueta y era hermoso, color negro, largo y de una tela maravillosa, aquel vestido gritaba “valgo mucho” la parte de atrás era maravillosa, porque se ajustaba con tiras ¡me iba a volver loca! ¡Era perfecto! —Dios santo… —apenas pase mis manos por él y Javier lo alejó de mi –lo quiero en mi…


—Jamás había visto esa cara por un vestido, no lo puedo creer, soy tan bueno eligiendo tu vestimenta –Ezequiel estaba a mi lado admirando la perfección hecha vestido. Javier saco otras cosas de las gavetas y me las lanzo, las tomé con bastante agilidad. Las mire bien y era mi ropa interior. Era color negro y era bastante provocativa. —No me pondré esto… —dije tomándola más con cuidado –parece que fuera la ropa interior de una pu… — ¡Ey! –dijo Ezequiel mirándome enojado –esa es una ropa interior sexy, cosa que tu no conoces, no puedes llevar algo normal si llevas ese hermoso vestido –lo mire creyendo que era broma, pero nada en su expresión me decía que así fuera. Suspiré y comencé a ponérmela, menos mal que estaba con bata y que los chicos me dieron esa libertad, ya que no había hecho nada por mi misma esta tarde. —Bien… —Javier me miro esperando –sácate la bata –le hice caso. Me puse nerviosa, no tenia ropa interior arriba, pero me cubrí con mis manos. Por lo que note, el vestido hacia su magia arriba. Los chicos se ganaron detrás de mí. Estaba más y más nerviosa, pero luego me di cuenta que era solo Ezequiel con Javier. —Bien, esto se hace con cuidado, así que pone una pierna primero y luego la otra –dejaron el vestido abajo, los tenía uno a cada lado e hice lo que me ordenaron y lo subieron al mismo tiempo. Me quedaba como guante, estaba hecho para mí, ni siquiera me había visto al espejo, pero esto se tenía que ver bien, no importaba como, solo se tenía que ver muy bien. —Bien, ahora comenzaremos a ajustarlo, te costará un poco respirar, pero como dicen, para ser bella hay que ver estrellas –tome un poco de aire por la advertencia de Javier y sentí como comenzaban a arreglar todo atrás, hasta que pararon de un segundo a otro y hubo un extraño silencio, pero luego siguieron con su trabajo. —Espero que esto me haga ver un poco más presentable, no sé que espera Alex, pero estoy segura que cuando me vea, no dirá nada, él siempre es así –los ajustes comenzaron a ser un poco más bruscos, incluso hasta el límite de moverme hacia atrás con fuerza — ¡cuidado!...necesito mi cuerpo para seguir el resto de mi vida o…lo que quede de ella…—parecía que todo había terminado allá atrás, porque no hubo ningún otro movimiento. Dejé que mi pelo cayera hacia adelante, llegaba hasta un poco más abajo de mis pechos y pude notar que estaba recto, color negro azabache –Wow…mi pelo ¿están seguros que Alex no se enojará? aunque me da lo mismo, es mi cuerpo, no de él –fruncí el ceño al notar que no había respuesta — ¿Qué sucede con ustedes? –me volteé para verlos, pero unas manos en mi cintura no me dejaron.


— ¿Cuántas veces te debo decir que tu eres mía?...y eso incluye tu cuerpo –me quede paralizada, sintiendo como las manos de Alex seguían en mi cintura. Solo al saber que era él mi corazón se aceleró. Me traté de voltear pero Alex nuevamente no me dejó. — ¿Qué pretendes? –me sorprendí al sentir su rostro en mi cuello. —Nada, solo no quiero verte aun… —eso me dolió —prefiero verte completamente en unos minutos, cuando te reúnas con nosotros –su voz era ronca, como en nuestra pasada practica. — ¿Ya han llegado? –mi estómago se revolvió un poco por los nervios. —Toma, quiero que te pongas esto –llevó algo a mi mano izquierda y dejó una pequeña cajita en ella –nos vemos después –corrió mi cabello, exponiendo mi cuello y paso sus labios por ahí, lentamente –creo que tu cuello está demasiado apetecible para estar rodeada de vampiros…pero me gusta –luego decir eso y dejarme con la presión por arriba de las nubes, desapareció. Mire la cajita, color rojo vino y la abrí, había un hermoso anillo, con una especie de piedra preciosa o quizás de verdad era un diamante, color negro, era perfecto y me combinaba. Salí de la habitación y ya no había ninguna muestra de que esto se había convertido en un salón de belleza, los chicos se habían ido, justo ahora que necesitaba que me tranquilizaran. Las invitadas de Alex ya estaba aquí, diablos, necesitaba hacer algo. Fui corriendo al baño, lo que se me hizo fácil porque aun no tenía mis zapatos puestos y tomé un cigarro y mágicamente lo escondí en mis pechos, entre el vestido y mi piel. Me puse un poco de perfume, lo que ayudaría bastante y antes de salir del baño me miré al espejo y Wow…mis ojos estaban delineados color negro, mis pestañas del mismo color, al igual que mis parpados, tenía una mirada intensa. Mientras que mis labios solo tenían un poco de brillo. Miré por unos segundos y luego me puse los tacos negros. Me tranquilicé un poco y ordené mi cabello. Bajé las escaleras con cuidado para no rodar por ella y antes de poder dar un giro hacia la sala que me guiaba hacia la salida trasera, me llamaron. — ¿A dónde vas Victoria? –me giré lentamente hacia Alex. Estaba sentado en el sofá, solo, lo más probable que sus amigas estuvieran al frente de él, donde no podía verlas hasta que me acercara. Alex me quedó mirando unos segundos sin decir nada y sonrió curvando sus labios, era encantadora esa sonrisa. –Si me disculpan un momento –miró hacia alguien que estaba al frente de él y luego estaba al frente mío tan rápido como un rayo –luces sin dudas hermosa, Ezequiel y Javier hicieron un magnífico trabajo –mi mandíbula estaba completamente


tensa por los nervios, no quería conocer más vampiros, no lo deseaba ni un poquito – Tranquila… —ni siquiera Alex que nunca mostraba actos de preocupación hacia mí pudo hacer que mi respiración se tranquilizara, y menos lo hizo cuando pasó su mano por mi mejilla –sé que eres tímida con otros y que mágicamente te sale la personalidad conmigo pero no tienes nada de… —puse su mano en su boca, haciéndolo callar. —Shhh… —lo mire desesperada, no quería ir a conocerlas por nada en el mundo y si Alex seguía hablando lo más probable era que lo escucharan claramente – Shhh… —volví a repetir. Alex no tenía ninguna expresión en su rostro, él tomó mi mano y la bajó lentamente para luego comenzar a caminar en dirección apuesta a donde estaba, por lo menos no fuimos a donde no quería ir. Llegamos bastante lejos hasta que paró en seco, cerca de la salida trasera. Se volteo a verme y puso delicadamente su mano en mi cuello, mientras que mi respiración aun no se controlaba por los nervios. — ¿Sabes?...Esta noche no habrá practicas, quizás podemos ahora… —mi concentración se fue a lo que dijo Alex, no podía creer lo que estaba diciendo. — ¡No!...ni se te ocurra –dije susurrando, pensando que aun podían escuchar — están solo a metros de nosotros. —Me da lo mismo, yo quiero ahora…y ahora será –negué, no, esto no iba a pasar, menos cuando tenía que presentarme allá después, no podría mirar a la cara a quien fuera. —Alex —lo mire desesperada, pero una sonrisa se marco en sus labios y tomo mis manos, dejándolas contra la pared. Como amaba hacer eso, siempre que tenía la oportunidad lo hacía –ni siquiera me dejas tocart… —nuevamente me hizo callar y sus labios se movían con ferocidad contra los míos y como me estaba pasando últimamente, no me podía negar a ellos y respondí de inmediato. Leves gemidos salían de mi boca, los trataba de controlar por si alguien escuchaba pero me era imposible, más cuando los dientes de Alex estaban en mi cuello y sus colmillos rozaban mi piel. —No…Alex, para…—sorpresivamente lo hizo, de golpe y soltó mis manos, me miraba frunciendo el ceño. — ¿Por qué siempre paras todo?...no puedes negar que te gusta lo que hago – me estaba reprochando, justo en este momento. No podía tener más mala suerte, justo cuando él sacaba algo de lo que pasaba por su mente, no teníamos tiempo para hablar. —Alex hay personas que nos pueden oír…además no entiendes, ya es bastante difícil dejarte hacer esto conmigo, siendo que me secuestraste…y dudo que sea este


el momento adecuado para conversarlo –puse mis manos en mi cintura para darme más seguridad. Alex me miro y no dijo nada. Tomo mi mano con fuerza al igual como lo hacía hecho esta tarde y caminamos hacia la sala, llegamos a las escaleras y mi corazón salto de nuevo, pero me detuve. — ¡Ey! –le dije frenando en seco. Alex paro y se volteo a verme, no me dijo nada cosa que agradecí. Me empine un poco y pase mi pulgar por sus labios –tenias brillo – él me quedo mirando unos segundos y luego comenzó a avanzar de nuevo. Ahora no había salida ni nada, llegamos a la sala y ahí estaban sus invitadas. Dos diosas de pie mirándonos, eran hermosas vampiros, las cuales me hicieron sentir muy pequeña y como si no estuviera vestida apropiadamente.


CAPÍTULO 11

Una vampiro me sonreía ampliamente, mientras que la otra me daba una mirada inexpresiva, no la culparía si había escuchado algo entre Alex y yo. —Elizabeth… —Alex caminó un poco haciendo que avanzara con él por obligación por culpa de su agarre en mi mano, llegamos al frente de ellas –ella es Victoria –Elizabeth, era alta, se veía como de unos cincuenta años, pero era espectacular. Lucia un hermoso vestido color crema, que me hacía sentir que yo tenía el peor cuerpo de todo el mundo, esta mujer era escultural. —Es un gusto conocerte finalmente querida –era inglesa, su acento la delataba. Su mirada era negra como la de Alex, pero más dulce, su piel tan blanca como la nieve y su cabello negro tenían líneas blancas, lo que la hacían solo espectacular. Se acerco a mí y me dio un abrazo, lo que me dejo helada, sentí un apretón de la mano de Alex cuando ella se separó de mi. —Un gusto –ella amplió su sonrisa para luego mirar a la chica que estaba a su lado. Se veía solo un poco mayor que yo, quizás unos veinte. —Ella es Charlotte, es mi protegida –dijo muy orgullosa de la chica que estaba a su lado. Tenía su cabello rubio y piel blanca al igual que el resto de los vampiros, una mirada que era extraña pero negra como la noche. Vestía un lindo vestido ajustado a su piel color violeta, se veía hermosa. Ella solo inclinó la cabeza sin decir nada en forma de saludo. Mire a Alex, sin tener idea a como saludar a eso, pero no me dio ni una pista. —Un placer conocerte –trate de controlar mi tono nervioso, aforrándome a la mano de Alex. Luego nos fuimos a sentar al frente de ellas, donde estaba antes Alex, ahí el soltó mi mano. No me aleje de él, ya estaba bastante asustada con ellas dos mirándome, como si me estuvieran examinando. Me preguntaba si ellas sabían que estaba secuestrada aquí. —Y dinos Victoria ¿Cómo te ha tratado este animalito?...sé lo que hizo, lo cual desapruebo –Elizabeth miró a Alex con una expresión de desagrado a sus acciones y después me miró a mi sonriendo. —Bueno…—tomé aire nerviosa –para estar secuestrada ha estado bien –ahora mi pregunta era ¿Por qué estaba tratando de dejar bien a Alex? ¡Era mi secuestrador! Pero bueno, realmente mis acciones son muy diferentes a la de una persona secuestrada. —No lo dudo –mire sorprendida a Charlotte por su comentario, además por su acento, a diferencia de Elizabeth, ella era americana. Lo que dijo hizo que estuviera


segura, nos había escuchado hace unos minutos atrás. Mis mejillas se pusieron coloradas en menos de un segundo. — ¡Te has sonrojado! Es lo más tierno de ser humana, al igual que los ojos de distintos colores, me encantan ¡míranos a nosotros! Todos con las mismas facciones, expresiones y colores, no hay mucha variedad –traté de respirar luego de que Elizabeth tratara de cambiar de tema, se lo agradecí de todo corazón. —Aun así somos superiores a los humanos –vi el desprecio en los ojos de la “protegida” que ya no era de mi agrado. —Recuerda querida que todos hemos sido humanos alguna vez y no hay nada malo con eso, es más…es lo natural. —Según ellos… —la chica era prepotente y mal educada, se me pasó por la mente que era perfecta pareja de Alex, pero luego me arrepentí de ese pensamiento. —Ni siquiera recuerdo como era ser humano y realmente no me gustaría hacerlo, ser vampiro siempre ha sido algo mejor –Alex hablo con el tono que se habla cuando te preguntan cuál es tu color favorito. Sin ninguna emoción. —Eso lo veo claramente cariño, por algo tienes aquí a la pobre Victoria, quitándole su futuro para poder convertirla en vampiro… ¿Qué opinas de eso Viky? – me llamó la atención a como me llamo, nadie aquí lo hacía. —Me han dejado en claro que no… —tragué saliva ¿Por qué hablaban de esto justo ahora? –que no tengo opinión sobre el tema. — ¿Le has hecho daño Alex? –su voz era dura, como si lo estuviera regañando. —No –lo miré sorprendida por su mentira. Elizabeth lo miró por unos segundos, como si estuviera concentrada en algo. —¡Me estas mintiendo!...sabes que odio eso y que de todas maneras te descubriré –Alex río al ser descubierto, cosa que me dio escalofríos, porque estaban hablando de mi. —Oh…vamos, ha sido lo justo y necesario para traerla conmigo, luego solo…le he dado lo mejor –ni me miró al decir eso y ahora me sentía como si estuviera pintada, un simple cuadro. Me llamó la atención a como Elizabeth quedo mirando a Alex, como si estuviera revisando algo, tratando de descubrirlo. Ahí me di cuenta a lo que estaba ocurriendo ¡Oh Dios mío! ¡Ella había leído su mente!...lo que me hizo pensar un poco más… ¡Oh Dios mío!... ¡Ella era la creadora de Alex! —Usted es la creadora de Alex –antes de que me pudiera contestar con esa característica sonrisa, la “protegida” o sea Charlotte se entrometió. — ¿Alex?...veo que te estás suavizando, antes tus “compañeras” te tenían que llamar Sr. Lenardis – me miraba con burla, para luego mirar a Alex desafiante.


—Pero que comentario más desagradable Charlotte ¿Qué pasa hoy contigo, querida? –Elizabeth la miraba con el ceño fruncido. Mire a Alex, pero él solo estaba serio, como cuando se enojaba conmigo. —Quizás fue el viaje, no tengo la menor idea –no se dejaban de mirar como si hubiera un odio entre ellos. Extrañamente fui yo la que se sintió incomoda hasta que nuevamente Elizabeth trataba de calmar el ambiente. —Dios…Viky, que hermoso anillo –en un segundo la tenía a mi lado tomando mi mano ¡ni siquiera la sentí tocando mi piel! –me encanta, Alex te lo ha reglado ¿no? – obviamente, ya que no podría comprar en mi vida algo como eso. Asentí educadamente a su estúpida pregunta –es verdaderamente hermoso. —Lo es de verdad –mi corazón latía con fuerza y Alex dejó su mano sobre la mía sonriéndome….como nunca lo había hecho, como si tratara de tranquilizarme. Esto se estaba poniendo extraño. —Creo que necesito otro trago –Elizabeth se puso de pie y desapareció para volver en tres segundos más tarde, con una copa llena de un líquido…rojo. Mi estómago se revolvió. —Pudiste decirle a Francesca que te lo trajera –Alex frunció el ceño como si estuviera preocupado de que sus invitadas no pasaran ningún mal momento. Mire a su lado y pude ver que él también tenía un trago de esos rojos, al igual que Charlotte. —Para que molestarla…si lo puedo hacer yo –bien, la conocía hace como veinte minutos, pero Elizabeth era de mi agrado total y antes que Charlotte diera algún comentario desagradable de los humanos, para la suerte de todos, llego alguien a quien me sorprendió ver. — ¡Raúl! –Elizabeth casi dejo caer su vaso al verlo. Lo dejo rápidamente en la mesa de centro para ir a abrazar a Raúl. Que lucía esplendido… ¡vampiros! Con lo que fuera se veían estupendos. Raúl tenía la edad de Elizabeth y era bastante guapo, se me imaginaba que cuando era joven debió romper muchos corazones. Luego de abrasarse ambos se quedaron mirando para darse un dulce beso en los labios. Miré atónita a Alex, él solo rodó los ojos, pero no me miró. Se separaron para poner algo de atención a quien estaba a su alrededor. —Hola diablillo –Raúl pasó su mano desordenando el cabello de Charlotte la que se quejó y quiso matarlo con la mirada. Luego él se acerco a nosotros –Srta. Victoria – se sentó al frente mío y me ofreció su mano, lo mire confundida, pero deje mi mano sobre la suya, la cual beso muy educadamente, como todo un seductor. Después se dirigió a Alex –Sr. Alex ¿Cómo está usted esta noche? –en su tono había algo burlón. —Muy bien Raúl, pero espero que no beses mi mano, viejo verde aprovechador –al escucharlo no pude evitar reír bastante fuerte. Lo que llamó la atención de todos.


—Pero que risa más encantadora tienes Victoria –Elizabeth me miraba casi con sus ojos brillando. Toda risa se fue en ese segundo, quizás yo le estaba encantando tanto que me quisiera drenar por completo. —Gracias… —en mi tono se notó el nerviosismo, pero nadie dijo nada para mi suerte.

La noche y madrugada se paso en cómo habían estado todos este tiempo, las cosas que habían hecho. Por lo que note a Charlotte no le agradaba tanto Raúl como me agradaba a mí, y en especial, yo no le agradaba a Charlotte, siempre sentía una mirada de rechazo de su parte. Alex por otro lado, se la pasó conversando como jamás había visto, no tomo atención alguna en mí, pero eso no me importó, estaba bastante fascinada con ver a Elizabeth y Raúl juntos, coqueteaban en todo momento, lo que hizo que sonriera bastante. Eran más de las cuatro de la mañana y suponía que en un par de horas amanecería, llegando la noche para todos los vampiros presentes, aunque Alex y Raúl no tenían esa costumbre, Elizabeth y su “protegida” si la tenían, por lo que nos habituamos a ellas, pero para mi pesar, yo estaba de muerte, tenía mucho sueño y no había podido fumar ni un cigarrillo. —Alex –Elizabeth llamó su atención –creo que deberías llevar a la cama a Viky, mírala como esta, ella no tiene porque seguir nuestro ritmo. —Estas siendo muy poco considerado –Raúl de nuevo con su tono burlón me saco una leve sonrisa. Me sorprendía que él le hablara así a Alex, nadie más lo hacía. —Bueno…creo que tienen razón ¿Victoria? –asentí mientras mis ojos pesaban. —Buenas noches a todos –me puse de pie y me tambaleé un poco, pero Alex me tomó antes de poder caer, de verdad moría de sueño. Si…bueno, quizás omití la parte que durante estas horas, Elizabeth dijo que era injusto que yo no tomara nada, por lo que Alex me traía cada cierto tiempo un trago, color rojo, al cual me rehusé a tomar al principio, pero me dijeron que no había nada peligroso en el, era verdad, era dulce y me había encantado, no era sangre. Mi coordinación por aquello, no estaba en su mejor forma. Alex me llevó calmadamente de la cintura por las escaleras, para llegar a la habitación. —Quiero ir…al baño primero –me saqué de golpe los tacos, mientras me apoyaba en Alex. — ¿Crees que tengo todo el tiempo para estar aquí contigo? –lo mire y asentí. Él no dijo nada. Fuimos al baño, donde me saque el maquillaje con cuidado, mientras escuchaba los reclamos de Alex porque yo estaba haciendo esto ahora. No lo tome en cuenta


¿Por qué seguía aquí? Si yo me podía acostar sola, no era un bebé. Después me lave con mucha paciencia mi dientes y recién ahí decidí ir a la cama. –No tomas muy seguido, ahora lo noto –no tenía ganas de responderle a su mal humor, que salió a flote conmigo, así que solo me recosté en la cama, ni siquiera me puse pijama y sabia que no corría peligro de que Alex lo hiciera, estaba ansioso de ir al primer piso y así lo hizo.

Estaba durmiendo plácidamente de panza cuando sentí algo frío por mi cuello, me removí tratando de taparme con las sabanas pero no las encontraba. Sentí más frío que iba subiendo por una de mis piernas y me di cuenta que ese frío tenia forma, forma a una mano, exactamente a la de Alex. — ¿Qué haces? –apenas abrí los ojos, pude ver por las cortinas que el sol ya había salido. —Solo sacándote este incomodo vestido para que puedas dormir bien – comenzó a desabrochar todo atrás, pero no lo podía dejar, no andaba con nada arriba — ¡No Alex! — ¿Qué sucede ahora? ¡Estoy siendo amable! –abrí mejor los ojos y note que él estaba ya en su pantalón de pijama. Me trate de voltear, pero no me dejo –dime… —Es que…no tengo nada arriba –hubo un silencio por unos segundos. — ¿Crees que con eso me harás parar?...—lo pensé un poco y tenía razón, había sido una tonta. —Alex…solo que... –me puse nerviosa. —Victoria…si no ha pasado nada aun es porque soy alguien muy paciente –si claro, pensé en ese momento, pero en parte tenía razón, me había dado la posibilidad de las practicas –hoy no pasara nada, solo avanzaremos un poco –me volteé un poco a verlo, se veía con una expresión extraña, como cuando me sonrió hace un par de horas, se veía bastante sincero, pero luego su mirada y sonrisa fueron más coquetas – Sé que quieres, solo eres demasiado orgullosa, y a mí no me agra.. —Está bien –lo interrumpí sorprendiéndolo –hazlo, sácame el vestido –su rostro cambio a más seriedad, mientras asentía ¡¿En qué demonios me estaba metiendo?! ¡Dios! Me desconocía, esta no era la misma Victoria de antes. Tomó mi cintura e hizo que me arrodillara, quedando al frente de él, claramente un más baja, pero lo bastante cerca como para que él llevara sus labios a los míos y lentamente sus manos fueran a los tirantes de atrás, mientras que las mías iban a su cuello, estaba siendo dulce, cosa que me sorprendió, pero me alegre bastante, Alex era diferente cuando estábamos en la habitación.


Pasó sus manos lentamente por mi espalda y comenzó desabrochando el vestido, mientras separaba sus labios de los míos y bajaba a mi cuello, suave, solo estaba rozándolos contra mi piel, no había contacto alguno con sus colmillos. Me apoyé en su hombro, cerrando los ojos y sintiendo sus manos en mi espalda. Le tomó unos minutos terminar, pero no me importo, estaba tan cómoda entre sus brazos, esto se sentía tan extraño, no debería sentir más que repudio hacia él, pero me era imposible, era algo que no podía controlar. —Levanta tus brazos, Vittoria –amaba que me llamara así, además siempre que era así su acento se marcaba más. Hice lo que dijo un poco temerosa. Cerré los ojos, sentía como mis mejillas se iban sonrojando –Estas nerviosa –asentí, no era capaz de mirarlo, mientras levantaba el vestido de a poco, con cuidado –No lo estés… —cuando dijo eso ya estaba por sacar el vestido. Abrí lentamente mis ojos cuando sentí que sacaba y dejaba a un lado el vestido, al hacer eso casi me pegué a él de pura vergüenza, no quería que me viera. — ¿Qué hace esto aquí? –giré solo mi rostro y pude ver que en su mano tenía el cigarrillo que había escondido en mi cadera. Lo tome rápidamente y lo arrojé lejos. —Shh… —fue lo único que dije para despistarlo y gracias al cielo Alex no dijo ningún comentario sobre aquello. Podía sentir su pecho contra el mío y como un leve gruñido salía de su garganta cuando me acomodé mejor en él. Mi corazón latía con rapidez y fuerza, lo sentía en mi garganta. Alex llevo su mano a mi cuello e hizo que lo mirara, ya que yo apoye mi rostro en su hombro. Mis ojos se encontraron con los suyos, tan negros como la noche, pero esta vez se veían de otra forma, algo que no podía identificar. —Non può essere più bella Vittoria –no le entendí nada a lo que dijo, pero por su mirada, no parecía ser algo malo. — ¿Alex…? –mi voz demostraba mi confusión, pero él no tomo en cuenta eso. Volvió a unir nuestros labios con cuidado, como si cuidara de no hacer ni un movimiento brusco, mientras sus manos seguían en mi cuello. Yo tenía mis propias manos apoyadas con cuidado en su cadera, aun estaba nerviosa, pero mientras sus labios se movían contra los míos hicieron que me fuera relajando y pudiera responder de mejor manera a sus besos. Era un beso que iba muy despacio, lo que me gustaba. Esta era la primera vez que veía así a Alex, tan tranquilo y como si muy en el fondo, él estuviera preocupado de que esto no fuera más difícil para mí. —Bien…es un excelente comienzo –dijo cuando se separó de mi luego de unos minutos, sentía mis labios hinchados y como si necesitaran de los suyos. Agradecí que no se separara completamente de mi cuerpo –ahora, arriba los brazos de nuevo –le


hice caso de nuevo sin chistar y él tomo una prenda a nuestro lado y lo paso por mis brazos y fue cubriendo mi cuerpo de nuevo. Cerré mis ojos, inevitablemente sintiendo vergüenza de nuevo, era obvio que me había visto en parte desnuda. —Bien… —dije mientras sentía como mis mejillas se sonrojaban, aun no era capaz de mirarlo, esquive sus ojos, cerrando los míos –No fue para nada a como pensé que sería…no fue tan incomodo, aunque si…pero –él nuevamente tomo mi rostro con su mano sin dejarme terminar, abrí mis ojos ante la sorpresa de su toque. Una sonrisa se marcaba en sus labios y era de esas que nunca había visto. —Es porque…soy excelente con mis manos –rodeé los ojos al notar que el Alex de siempre estaba de vuelta, pero antes de poder recostarme, él tomó mis labios de nuevo, pero dio un corto beso, era algo tierno. Lo mire sorprendida. — ¿Qué fue eso? –él tensó su mordida, notoriamente nervioso. —Nada…solo pensé que te podía…gustar… —sonreí al verlo así. Me arrojé en la cama, esto era demasiado para seguir en la misma posición por mucho tiempo. Alex me miraba curioso mientras seguía de rodillas. Se veía maravilloso, su torso era magnifico, no había forma de negar aquello, pero verlo así, en este momento hizo que en mi cabeza se produjeran dudas, que no podía contestar. — ¿Sabes que te odio por quitarme mi vida cierto? –Él frunció el ceño al escucharme, no dijo nada, solo esquivo mi mirada — ¿y qué me odio a mi misma por estar sintiendo algo que no identifico por ti? –estaba con una expresión seria hablando, pero por dentro solo rogaba para que no me cambiara de tema. —Lo sé…pero eso cambiara, ya veras, te lo digo porque tú eres… —Yo soy tuya, si, lo has repetido muchas veces –dije interrumpiéndolo –y nunca me has dicho porque –no le sacaba la mirada de encima y él tomo esa actitud que siempre tenía conmigo. —Porque yo lo digo…solo eso te debería bastar –entrecerró los ojos y luego se recostó a mi lado, bueno realmente en su lado, no estaba ni un poco cerca de mí. Supe que no le sacaría ni más información. Me cubrí con las sabanas, él hizo lo mismo –Mañana llegara el resto de los invitados para celebrar la última noche de este año, solo te aviso para que no te sientas nerviosa como hoy

–al decir eso se volteo

dándome la espalda completamente. Fruncí el ceño al notar lo que estaba haciendo. — ¿Y mi parte del trato? –ni siquiera se volteó. —Esta noche no –sin decir nada más me quede ahí en la cama, que de un momento a otro, ahora se veía gigante. Creo que después de todo, no había salido tan bien esta práctica. Me acomodé dándole la espalda y rogando para quedarme dormida. No pude evitar como cada noche, traer a mi mente mi familia.


Me desperté solo unas pocas horas después, calculé que podían ser unas dos o tres, había dormido muy poco hoy. Miré a mi lado y confirmé que no había pasado mucho tiempo porque Alex seguía ahí, respirando pausadamente, eso me aseguraba que estaba durmiendo. Me fui al baño, lave mis dientes, solo tomé mi cabello, me duché y me puse algo cómodo de ropa. Salí del baño y Alex todavía dormía, supongo que ya no temía que yo me fuera corriendo o tratara de golpearlo mientras estaba así de vulnerable. Antes de salir de la habitación me voltee a verlo, lucia tan tranquilo, como si fuera una excelente persona, tierna y preocupada, todas los atributos que él en realidad carecía. Salí de ahí suspirando al recordar lo de que había pasado. Alex podía ser tan tierno en las noches y a la vez tan hiriente, no me gustó nada que no haya cumplido su parte del trato, justo esta vez que había sido preocupado y tierno. Caminé por el pasillo como siempre lo hacía. Tendría que encontrar alguna entretención aquí o si no me moriría por la monotonía, no era como estar haciendo lo mismo en mi casa, eso era diferente. Iba doblando para encontrarme con las escaleras principales cuando pude ver a Francesca que caminaba apresuradamente mirando a todos lados, me escondí para que no me viera o sino quizás que me obligaría a comer, llevaba una bandeja de plata con comida, exactamente como las que me llevaba a mí. Me quede unos segundos analizando aquello y mejor decidí bajar, quizás le llevaban algo a Elizabeth o a Charlotte. Iba a mitad de las escaleras cuando me quede quieta ¡esto era estúpido!...ni Elizabeth o Charlotte se alimentaban con verdadera comida. Me volteé y subí corriendo las escaleras y me fui al pasillo que se fue Francesca, quizás me traía comida. No estaba, me había demorado mucho, pero me apresure en el paso de mi caminar y comencé a mirar a todos lados, hasta que en un nuevo pasillo pude ver como Francesca volteaba. Corrí hacia ella, teniendo cuidado de no ser descubierta, algo aquí iba mal, ya había pasado desde un principio mi habitación. Con precaución solo asome mi cabeza mientras escondía mi cuerpo y pude ver que Francesca miraba nuevamente a sus lados, lucia sospechosa, estaba haciendo algo malo, eso era obvio. Segundo después entro a una habitación. De inmediato me adelante para poder saber que había ahí. Puse mi oído en la puerta y no pude escuchar nada, ni un solo ruido ¡malditas puertas de buen material! Me comencé a alejar rendida, cuando pude escuchar claramente un quejido…eso si que la puerta no lo pudo ocultar y menos pudo ocultar los pasos de Francesca. Corrí con toda la velocidad que me podían dar mis piernas y me quede


escondida en el pasillo, si tenía suerte Francesca se iría por el otro lado. Salió sin bandeja, pero si con una mirada triste. —Bianca hai amato di sostegno — ¡diablos! Tendría que aprender italiano o no me enteraría de las cosas que pasaban a mí alrededor. Francesca cerró la puerta y como si tuviera que hacer la última cosa del mundo para salvar su vida se dispuso a caminar muy, muy rápido a mi dirección, para mi mala suerte. Me voltee casi histérica y comencé a correr, no tenía idea a dónde meterme, así que abrí la primera puerta que encontré y me escondí ahí. Sentí como paso por el pasillo, mi corazón se tranquilizo. Me gire al notar que esto estaba muy oscuro para ser de día y note que estaba en una habitación que nunca había visto. Estaba muy oscuro y solo unos candelabros, que estaban en ciertos puntos del lugar mantenían la habitación a una luz tenue. Mire la cama que estaba en el centro y vi que alguien estaba ahí recostado…bueno, habían dos personas. —Dios… —susurre al notar que ahí estaban Elizabeth y Raúl durmiendo ¡diablos! Tenía que salir de ahí lo más pronto posible. Abrí la puerta con cuidado y antes de salir pude ver que Elizabeth tenía sus ojos abiertos y me miraba fijo ¡mierda! Ahora estaría muerta ¡de seguro me desangrarían de a poco y dolorosamente! Me quede en el pasillo, estática, ahora sí que había arruinado más las cosas y lo peor era que estaba entre correr a mi habitación, esconderme debajo de la cama o en ir a donde fue Francesca. Mi curiosidad gano, me dirigí con cuidado a la puerta de la humana desconocía que por lo que escuche se llamaba Bianca. Estaría perdida, siempre se ha dicho que por la curiosidad muere el gato. La abrí lentamente y pude notar otra cama, a diferencia de la última donde estaba, la luz era la gran señora de aquí, las ventanas iluminaban todo y pude notar que era una hermosa habitación con televisión, un computador, todo lo que se necesita para solo mantenerse en el mismo lugar. Entre y nuevamente vi un cuerpo en una cama, color blanca, exactamente como la mía. Me arme de ánimo y saque la voz.


CAPÍTULO 12 — ¿Hola?... ¿ciao? –pregunte recordando como Francesca había hablado en Italiano…de seguro aquí estaba la otra sirvienta de la cual Alex me había hablado, no la había visto en todo este tiempo, creo que era hora de conocerla. Lentamente alguien se incorporo en la cama y vi como apareció… un ángel, así podía describirlo, la chica era hermosa, tenía su cabello rubio, largo y liso, sus ojos azules como el cielo y su piel tan blanca como la de un vampiro, sus ojeras eran lo único que salía de la perfección. — ¿Hola? –entrecerró los ojos al verme, se veía sorprendida. Su acento era italiano, pero por su saludo podía deducir que hablaba español. Se trato de sentar mejor y volvió a quejarse, era el mismo quejido de antes. — ¿Estás bien? –me acerqué bastante rápido para mi sorpresa. Ella marco una sonrisa triste en sus labios — ¿Estás bien? –llegue a su cama en un segundo. Una leve risa salió de su boca. —Eres nueva… —era como si le hubiera costado hablar –eres linda… —no podía articular palabra al verla tan débil –mi… —suspiro cansada –mi nombre es Bianca…es tan agradable ver a otra humana que no sea Francesca –sus ojos brillaban, realmente era agradable a la vista, notaba que era sincera en lo que decía ¡además tenía un rostro muy tierno! — ¿Qué sucede contigo? ¿Estás enferma? –trato de arreglar su cabello, moviéndolo hacia atrás. Me quede estática, era todo lo que necesite para entender lo que pasaba aquí, solo ese movimiento me mostró lo que sucedía. —Se alimentan de ti –no pude controlar lo que dije al ver sus marcas en su cuello. —Si….no es tan terribles como lo ves…noto que tu aun no has sido marcada ¿de quién eres?...es la última noche del año, de seguro habrán muchos invitados, sin duda se pelearan por ti –me quede boca abierta mirándola. No podía articular palabra, me era imposible. Fue como si me hubieran golpeado muy fuerte en mi estómago, incluso sentí ganas de vomitar al ver lo que me esperaba –Oh, no luces nada bien…siéntate –ella trato de alcanzar mi brazo, pero estaba tan débil que no pudo, fui yo quien se sentó, no supe cómo me pude mover. — ¿Eres solo de uno? –mi voz se quebró al decir eso. Sabiendo su respuesta no pude evitar preguntar. —Si…el Sr. Lenardis, es bastante mejor que ser de los guardias, Francesca es de ese tal John, no me agrada nada, en cambio el Sr. Lenardis es magnífico, de seguro cuando algún otro vampiro te marque como suya sabrás lo agradable que se


siente…el costo es bastante caro, como puedes notar al verme, pero… —tomo algo de aire para sacar fuerza, así podía seguir hablando. La mire atónita —…estoy en lo que se podría decir, tiempo de “vacaciones”…en una recuperación –no dije nada. No podía decir nada para ser específicos. Mis ojos se llenaron de lágrimas, la rabia y el rencor crecían más y más en mí. — ¿Qué edad tienes? –no tenía idea como podía seguir hablando, pero mis lágrimas no cayeron de mis ojos. Ridículamente ahora tenía un poco de resentimiento hacia Bianca. —Tengo 18…estoy aquí hace un año –cada palabra que Bianca decía me dejaba aun más asombrada –Y bien…dime ¿alguna idea de quien puedes ser? sé que Lady Elizabeth y Charlotte, que no es nada agradable, están aquí, si conociste a Elizabeth te debe haber encantado, ella es muy agradable con nosotros los humanos. —Si las conocí, tienes razón –mi voz era como de robot, era como si me hubiese puesto una máscara en el rostro –Dime Bianca, así es tu nombre ¿no? –ella asintió sonriendo. Parecía un ángel caído, me daba pena verla en tan mal estado — ¿Qué te dice Al…el Sr. Lenardis? ¿Te va a convertir? –ella hizo una mueca. —Bueno al principio no me respondía porque me había traído aquí… —una sonrisa coqueta se marcó en sus labios –pero el poder de seducción en aquel vampiro es extraordinario, si no es porque yo soy suya…tendrías mucha suerte en tenerlo – saqué una sonrisa, manejando mi ira como nunca lo imagine. —Bianca…ha sido un placer conocerte, vendré a visitarte en otro momento ¿sí?...antes que me lleve algún vampiro –ella amplio su sonrisa al escucharme. —Por favor, así tengo alguien de mi edad para conversar…un gusto ¿Cómo te llamas? —Victoria… —me pare de la cama. —Eres de aquí, eso me sorprende, el Sr. Lenardis acostumbra a traer mujeres de Italia, yo soy de ahí –eso fue otro golpe a mi estomago. Cerré mis ojos un segundo para controlarme. —Creo que alguien quiere algo más exótico ¿no? –Ella asintió con entusiasmo – bien, nos vemos, come lo que tienes en tu bandeja para que te mejores ¿sí? –mire su bandeja que estaba intacta. Ella asintió de nuevo –nos vemos, adiós. —Adiós Victoria, un gusto conocerte –di media vuelta y me apresure a salir de ahí. Al cerrar la puerta se me vino el mundo encima. ¿Alex estaba probando la mercancía para mandarme a donde él quisiera con algún vampiro extraño?... ¡mierda! ¿Cómo caí en su juego? ¿Cómo era posible que él tuviera a esa niña en esas condiciones?...ese no podía ser mi futuro, no tengo idea como deje que esto avanzara tan pronto, pero ahora tenía que salir de aquí como


fuera y hoy, antes que cayera la noche y con ello viniera “la última noche del año” ahora veía esas palabras desde una perspectiva muy diferente. Era el final de mi año como una simple humana, luego seria de algún vampiro que me drenaría de a poco, engañándome con lo que se sintiera en una mordida de ellos. Corrí hacia mi habitación, Alex tendría que seguir durmiendo, no había pasado tanto tiempo. Entré con cuidado y estaba en lo correcto, no se movió ni un poco, estaba exhausto. Para mi sorpresa me agrado que tuviera otro estilo de vida y que estar despierto de noche le pesara en estos momentos. Lo mire con asco, no sé como deje que él me empezara a…agradar. Era hora de escapar y pronto, no sé como permití que esto llegara tan lejos.

Pasé al baño de inmediato y puse mi plan en acción, no tenía idea cómo pero mi mente planeo todo para tener un escape exitoso, claro…necesitaba mucha suerte en esto y esperaba que alguien allá arriba en el cielo le hiciera honor a mi nombre y saliera de aquí con una limpia victoria. Tomé mi maquillaje y comencé a aplicarlo en mi cuello. Había visto muy bien esas heridas, las marcas que deja ser mordida por un vampiro eran horrendas, Francesca y Bianca habían ayudado como evidencia al estar alimentando a vampiros. No me pude tomar mucho tiempo en hacerlas, ya que me arriesgaba a que Alex despertara. Mi cuello quedo horrible, estaba morado como el de las chicas, como si alguien te hubiera tomado una muestra de sangre de una pésima forma y hubiera dejado morado todo alrededor de unas muy “variables” heridas. Trate de hacer la simulación de los orificios, pero no salieron nada bien. Rendida fui al guardarropa y me cambie de atuendo, algo más “sofisticado” a lo que traía puesto. Unos jeans y una camiseta ajustada color azul fueron mis aliados. Zapatillas deportivas y una chaqueta, tendría que protegerme del frío al anochecer. Sabía que iba a estar perdida por horas, Alex había demorado más de cuarenta minutos poder llegar aquí a una velocidad que era impresionante, así que no tenía otra opción, era perderse en hectáreas de césped o era perderse en los colmillos de un vampiro y la ultima realmente no debería ser ni una opción. Salí de la habitación con el cabello suelto, el nuevo cambio de look ayudaría mucho esta vez. Ni siquiera mire a Alex al escapar de ahí, no lo quería volver a ver en mi vida.

Con sigilo me fui por las escaleras para llegar al primer piso. Ya mi suerte

estaba cambiando, Javier y Ezequiel no deberían estar de turno en la entrada, siempre que Alex estaba despierto ellos igual lo estaban, y hoy la fiesta comenzaba de noche,


ellos debían estar descansando, realmente ahora ni siquiera sentía algo por dejarlos, ellos me ocultaron la verdad desde un principio, aquí nadie era mi aliado. Mi objetivo era salir por el lado principal, si alguien quería escapar no sería por la entrada principal. Tomé aire para ocultar el miedo que estaba acumulando, pero solo necesite recordar a Bianca para abrir de golpe. —Hola chicos… —dije sonriendo. Habían dos vampiros que nunca había visto, eso ayudaba, ellos no me reconocerían. Ambos al verme fruncieron el ceño. — ¿Qué haces aquí? — ¡bingo!...como lo había notado antes todos por aquí me trataban de usted y estos dos ni les importó si quiera saber mi nombre. — ¡Vengo a ver como es el lugar! ¡Es una gran mansión! –mi voz era tan relajada que me asusté por lo buena actriz que estaba siendo –esto de verdad es merecedor de vampiros ¿no creen? –ambos se miraron y luego sonrieron. —Sí que lo es, el Sr. Lenardis es un gran y poderoso vampiro dentro de nuestra especie… —dijo el de la derecha. El otro le dio un golpe en el hombro. — ¡Claro que lo es!..Si es nuestro gobernador, es como si fuera nuestro… — ¿Rey? –concluí yo, aun sorprendida por lo que estos dos estaban diciendo. Me quise morder la lengua para no seguir sacando información —Pero…no es muy bueno reteniendo chicas por lo que supe –sonreí y ellos borraron toda muestra de amabilidad en sus expresiones. —Ese tema no se habla —ambos se veían más afectado por el tema de lo que me pude imaginar, pero ya era mucha pérdida de tiempo. —Bien…como sea…tengo que recorrer este lugar –se miraron de reojo, pero levantaron los hombros quitándole importancia — ¡excelente! –dije poniendo más emoción de la que se requería. Avance para salir de ahí, pero uno tomo mi hombro izquierdo. —Tú eres una proveedora ¿no? –así es como se les llama pensé de inmediato. Mi corazón latió de miedo, sabía que ellos podían escuchar. Cerré los ojos un segundo y me voltee a encararlos de nuevo. — ¡Chicos, chicos!...—me alejé un poco de ellos –saben que esto es más complicado de lo que parece…y bueno, ya me han dado una mordida, aunque no me molestaría hacerlo por ustedes —ambos sonrieron al escucharme –pero debo estar lista para la noche –saben…Raúl pide mucha sangre en poco tiempo –me arriesgué en nombrarlo, pero si no les decía que era de alguien estaba segura que esto no iba a resultar. — ¿Raúl?...pero si él es el piloto del Sr. Lenardis, nosotros no podemos tener a alguien personal, a menos que la encontremos por si solos…y la mantengamos -El de la derecha me miro curioso.


— ¡Por favor chicos!...saben que Raúl tiene cosas que no debería tener… — ambos se miraron e hicieron una mueca –la vida no es justa, lo siento y hace poco fui mordida ¡miren! –moví solo un poco mi cabello evitando mostrar las malas copias de heridas, pero los cardenales estaban muy bien hechos. —Wow… —dijo uno haciendo una mueca de dolor –sí que es bruto…claramente la vida no es justa para ti, aun así han cerrado bien, no hay rastro de olor a sangre – levante los hombros quitándole importancia –mejor ve a distraerte un poco…pásalo bien –me voltee de inmediato con una sonrisa, la cual se borro al darle las espalda. Avance rápido, pero el otro que se mantuvo un poco más callado llego a mi lado. —Espera… —dijo tranquilo — ¿sabes? por el lado izquierdo de la casa hay unos pequeños carritos, este lugar es gigante, el Sr. Lenardis juega golf con sus amigos, así que lo puedes recorrer en alguno de ellos…así no te cansas más de lo debido –si no supiera que estos vampiros hacían las cosas que sabía, hubiera suspirado por la amabilidad de este chico, que no pasaba de los veinte, era demasiado joven. —Muchas gracias bombón, quizás nos podemos ver por ahí sin que Raúl se dé cuenta ¿no? –él sonrió ampliamente. Juro que si hubiera sido humano sus mejillas estarían sonrojadas. Desapareció con una sonrisa y yo me dirigí a donde él me había dicho. Me apresure en caminar al perderlos de vista. No me tomo mucho tiempo encontrar los carritos, eso me daría bastante ventaja, había cuatro de ellos y ningún vampiro cerca. Me subí a uno que tenia la llave puesta, en realidad todos lo tenían. Esto iba a ser difícil, no sabía manejar. Prendí el motor y presione algo abajo que me dejo ahí mismo, lo volví a hacer con el otro, pero tampoco pude ¡no sabía cómo manejar esto! —Disculpe ¿Qué hace aquí? –me quede helada al notar que un vampiro estaba al frente mío ¿Esta cosa estaba llena de ellos? —Solo tratando de manejar esta basura –lo mire muy segura. Tampoco lo reconocía, suspire de alivio, pero eso él lo interpretó como agotamiento. —Tus marcas… —me cubrí “avergonzada” con mi cabello –oh tranquila, mira, yo te enseño, si quieres te puedo servir de chofer. —Creo que solo necesito un tiempo sola…es un mal momento —dije con voz de víctima. —Ya me lo imagino –dijo mirando mi cuello de nuevo –bien, mira, este es el acelerador –me indico con el dedo –y este el freno, estos carritos son muy simples, pero debes presionar fuerte, ahí estaba tu error, están hecho para fuerza de vampiro, varios se han roto por lo mismo –sonreí al ver su amabilidad –y luego el volante y


listo…a ver prueba –dijo mientras se alejaba del carrito. Hice lo que me dijo y funcionó a la perfección. Avance y mire hacia atrás, aquel vampiro desconocido me sonreía, parecía orgulloso del producto de su enseñanza. Mire hacia adelante para ver por dónde iba, claramente ahora veía el motivo de tanto jardín trasero si Alex ocupada esto de campo de golf. Volví a mirar atrás, pero el vampiro ya no estaba. Comencé a manejar a través de los jardines, no vi ningún vampiro, quizás estaban descansando o algo por el estilo debido la gran fiesta de hoy. Sin duda hoy era mi día de suerte. No paré en ningún momento, solo manejé en línea recta, ni siquiera podía pensar en algo, solo miraba hacia el frente y nada más, agradecía que estuviera de día para así poder ver todo a mí alrededor y no chocar con alguna pileta o algo así. Me tomó como unos veinte minutos poder salir de los jardines y llegar a la línea recta del césped, solo seguí y seguí, nada parecía que me haría parar, aun tenía mi estomago revuelto por los nervios, pero todo lucia bien. Incluso cuando mire hacia atrás no vi a nadie que me hiciera pensar en que esto no funcionaria. Si que era astuta, esto estaba siendo una victoria limpia y me agradaba, pero luego de unos minutos mi mente trajo a flote todo lo que había pasado en menos de dos horas. No podía creer aún que Alex estuviera haciendo todo esto, solo un juego, me estaba mintiendo exactamente como lo hacía John con Francesca, sin dudas yo no tenía ninguna ilusión en convertirme en un vampiro y tener que beber sangre, pero estaba siendo engañada de la misma forma que critiqué a Francesca, pensando que jamás podría estar en su lugar. Gracias al cielo que había encontrado a Bianca, ella de verdad parecía un ángel caído con todas sus heridas, lucia tan enferma. Alex había traspasado todo límite que me pude imaginar, pero eso solo ayudó a que yo ahora estuviera aquí, afuera de ese lugar y escapando de su lado, ser más despreciable y malévolo que pude haber llegado a conocer.

Esto parecía ser interminable, no estaba llegando a ningún lugar, solo estaba viendo césped y más césped, ya había pasado más de una hora, agradecía mi taller en el colegio relacionado con naturaleza o no hubiera podido saber la hora por el sol. No veía nada conocido, mi paciencia se estaba acabando, lo único que me animaba era que iba cómoda en el carrito y que me alejaba cada minuto de Alex. Estaba observando a todos lados por si veía una casa o alguna carretera, pero no era más que campo y más campo ¿Cuánto se había demorado realmente Alex en llegar a la


mansión desde la ciudad?....esto no lucia bien y menos cuando mi querido carrito por arte de magia comenzó a botar humo del motor. Paré bruscamente, levantando polvo. Abrí el capo del carrito, no sé para qué hice eso si no era ninguna experta en mecánica. Mire a todos lados sintiendo como el calor me estaba matando, no sé cuantos grados hacían, pero parecía como si el sol estuviera lanzando rayos que se concentraban solo en mí. Luego de agudizar mi vista note que a un par de metros había un portón, lucia de alambres. Mis ojos se fueron del carrito al cerco y del cerco al carrito ¿cuán alto seria el cerco para saltarlo? Rendida comencé a empujar el carrito desde atrás, era bastante pesado, pero me lo podía, con todas mis fuerza. Me tomo de nuevo más de lo pensado llegar al maldito cerco, por fin, completamente sudada llegue a él, note que estaba electrificado…esto no podía estar bien, ni con la ayuda del carrito saldría ilesa, pero al ver hacia ambos extremos solo podía ver kilómetros de cerco, noté que mi mejor opción era dar un muy buen salto desde el carrito al otro lado. Eso sería maravilloso de ver con mi cero habilidad gimnasta. Acerqué el carrito lo más que pude al cerco y me subí con cuidado a él, no sé cómo me soporto siendo que el techo no era para nada duro y grueso. Nuevamente miré para todos lados, para ver otra opción, pero nada, ni siquiera un árbol cerca para treparlo y saltar, así que me di ánimos pensando que cada vez estaba más lejos de Alex. Respiré hondo concentrándome como veía antes que lo hacían en los juegos olímpicos y luego miré los alambres que iban en círculos bastante grandes con púas. Dios…esto iba a doler, solo tenía que contar y saltar. Tres, dos, uno, y listo, nada más que eso ¡yo lo podía hacer!...si había llegado hasta aquí, nada más me pasaría, incluso en la caída de más de dos metros que me esperaba.

Era ya la séptima vez que estaba flexionando mis piernas para poder saltar, pero no podía, me daba miedo, era algo relacionado con sobrevivencia que no me permitía saltar. Cerré mis ojos tratando de concentrarme de nuevo y solo se vino a mi mente los ojos de Alex, anoche, cuando me miró tan tierno y dijo algo que no tuve idea que fue, pero presentía que era lindo ¡pero luego venia la imagen de Bianca, toda débil y herida!...quizás le dijo lo mismo que a mí. Bien, solo ese pensamiento hizo que llegara a mí el valor que faltaba. Flexione mis piernas por octava vez, respiré profundo y con todo el impulso que pude tomar salté ¡salté el cerco electrocutado que me podía matar!...y lo que vino después no fue muy distinto a eso.


Estaba tendida en el suelo, mientras mis manos se hacían un puño en la tierra por el dolor en mi espalda, esto se sentía horrible, ni siquiera podía llorar porque me dolía más. La caída había sido fatal, pero la leve corriente eléctrica que pasó por mi cuerpo no ayudó en nada. Ni una sola palabra salía de mi cuerpo, el cual también tenía leves convulsiones…esto había salido peor que quedarme con Alex, por lo menos Bianca tenía un computador, televisión en su cama y le iban a dejar almuerzo en su cama…ahora parecía que estar siendo drenada no era nada comparado con el dolor en mi cuerpo. Moví mi pierna un poco, pero eso no ayudó en nada, sino que lo empeoró todo porque una ola de dolor recorrió mi cuerpo hasta que hizo que mi cabeza doliera, haciendo que mis ojos rodaran y me desmayara en ese mismo momento.


CAPÍTULO 13

— ¡Vittoria! —parecía como si alguien me hablara desde muy lejos, a metros de distancia. Sentí unas frías manos en mi rostro, lo que me agradó bastante porque sentía que estaba a mil grados de temperatura provocando que cada sensación de dolor se sintiera mas fuerte; luego todo se convirtió en insultos y gritos que no podía entender ya que estaban italiano, por el tono de voz sabia que todo lo que estuvieran hablando eran insultos. Hubo un silencio repentino, no sentí nada por varios segundos, hasta que las frías manos tomaron mi mentón e hicieron que abriera mi boca, un liquido espeso y extraño se comenzó a aglomerar en ella. — ¡Traga! –eso lo pude escuchar claramente y sin pensarlo lo tragué, estuve varios segundos así, no sabía qué era lo que estaba tomando, pero de un momento a otro me volví a perder en la inconsciencia. Me removí un poco y sentí de inmediato como si a mi cuerpo le hubieran dado muchos golpes, pero no era ni parecido al dolor que sentí antes. Abrí los ojos perezosamente y sentí de inmediato que estaba en una cama….demonios, tenia grabada la sensación de las sabanas de la cama en la mansión de Alex que hicieron que no me tomara nada de tiempo saber donde me encontraba. Mire a todos lados y estaba todo bajo la oscuridad, una leve luz iluminaba tenuemente la habitación, supuse que era la lámpara, al voltearme lo comprobé. —No pienses que después de esto tendré un poco de confianza en ti –me senté en un segundo en la cama, me sorprendió mi movimiento por el dolor que tenía hace unos momentos había desaparecido. Alex estaba al frente de la cama, su imagen me tomo desprevenida, parecía hace mucho tiempo que no veía lo maravilloso que era, más cuando ahora vestía elegantemente. Estaba de traje, color negro, con una camisa blanca, sin corbata y su cabello lucia mas desordenado de lo habitual. Lucia importante y poderoso, la misma percepción de siempre, pero ahora su mirada hacia mí era de odio, se veía claramente. —Eso va para ti igual –mi voz salió ronca y tenía un sabor raro en mi boca lo que me hizo hacer una mueca. —No me importan tus motivos…solo te diré que si querías que esto empeorara, lo has conseguido…pero esta noche te tendrás que presentar ante todos como lo tenía planeado… ¡no puedo creer lo que me haces pasar justo hoy!...cuando tengo a la mitad de vampiros más importantes en mi sala ¡esperando! –lo miré con odio por sus palabras, recordé de inmediato porque escape de aquí.


— ¡No me interesa que ellos vean la mercancía Alex! ¡No seré la proveedora de nadie! –bien, su expresión me tomo desprevenida, ya que todo el odio se fue y me quedó mirando sorprendido. — ¿Qué has dicho Victoria? –su voz demostraba lo sorprendido que estaba. Me senté mejor, porque cada vez tenía más fuerza. — ¡Claro!...no seré como Bianca, así que dile a tus famosos vampiros que no tendrán mi sangre por nada en el mundo. — ¿Bianca? ¿Cuándo la viste? ¿Hoy? –di un paso hacia mí, pero me trate de alejar desde la cama. Alex entrecerró los ojos al ver mi reacción — ¡Javier! –gritó en dirección a la puerta. Javier llegó de inmediato, estaba cerca –No tengo tiempo para estas tonterías…como Ezequiel no te quiere ver porque está muy enojado contigo — dijo mirándome— Javier accedió a ayudarte en tu vestimenta, estarás lista y luego bajaras con nosotros, no quiero ver ninguna escena abajo ¿has escuchado? –esquivé su mirada. Me sorprendió lo que dijo de Ezequiel — ¡te he preguntado si me has escuchado! –lo mire con ira ¡se le hacía tan fácil hacerme enojar! — ¡Si escuche Sr. Lenardis, maldito mentiroso y….y…sádico vampiro! –Alex me miro enojado al escucharme. Cerró los ojos parecía que estaba contando hasta diez. Me miró y sus labios estaban tan presionados que solo parecía una línea. —No tengo tiempo para esto –solo dijo eso y desapareció. Me quede recostada mientras Javier se acercaba a mí, lo miré y él tenía una expresión fría hacia mí. Perfecto —Genial…ahora yo soy la mala en todo esto –salí de la cama y fui al baño. Para mi sorpresa el dolor casi ni se notaba, me sentía bastante bien, solo tuvieron que pasar segundos luego de despertar, por lo visto la caída no fue tan mala como pensé…aunque el dolor fue demasiado como para dejarme inconsciente. Me duche con rapidez sacando las marcas de mi cuello y me seque el cabello. Salí y Javier me llevó al guardarropa sin decir nada. El vestido de esta noche estaba listo, era plateado, bastante lindo, era entero nuevamente, pero mis hombros y espaldas quedarían al descubierto. A nivel de mi pecho parecía que tuviera diamantes blancos incrustados por todo el borde, mientras que luego iba cayendo a través del vestido hasta mis caderas, de ahí la caída era hermosa, parecía de princesa, pero no tan voluminoso. Me puse mi ropa interior, esta vez tenía un sujetador, uno hermoso que mágicamente no se notaba con el vestido puesto. Javier me ayudo en todo, sin decir ni una sola palabra, hasta que al final volvió a aprender el arte del habla. —Tus pies –tenia los zapatos en las manos, eran de taco y eran color plateado igual, me gustaba este color, no era fuerte…sino neutro.


— ¿Solo porque él lo dice soy la mala? –Javier me miró y movió los zapatos. Rodeé los ojos y metí mis pies ahí. Me miré al espejo y Javier desapareció en unos segundos para luego volver con una silla. —Siéntate –lo hice y el comenzó a arreglar mi cabello, esta vez iba todo tomado. —Muy estratégico mostrar el cuello ¿no?...eso tienta ¿a Alex le pagan por esto? –Javier suspiro audiblemente. —Creo que no es conveniente que sigas hablando ¿sí?...solo quedas como una estúpida –rodeé los ojos al escucharlo. —Para ustedes los humanos son estúpidos ¿no?...puedes hacer lo que se les frunza con ellos ¡pensé que estábamos empezando a ser amigos Javier! –me volteé a verlo, pero él me indico con la mano que volviera a mi posición inicial. —Yo igual pensé lo mismo…pero tus actos de hoy demostraron que eso no es cierto, Ezequiel ni siquiera te quiere ver. — ¡Porque sigo siendo la mala en todo esto! ¡Ustedes no me iba ayudar, adoran a Alex! –mis ojos estaban empezando a llenarse de lágrimas. —Si vas a llorar y ser una débil hazlo ahora…porque luego te tengo que maquillar –mi mordida se tensó y pasé mis manos por mis ojos, evitando que cayera alguna lágrimas por todo esto –y si, nosotros somos muy fieles al Sr. Lenardis, pero por lo menos pudiste recurrir a nosotros para saber lo que de verdad estaba pasando –rodeé los ojos. —Como si fuera muy fácil contactarse con ustedes. —Se te hizo bastante fácil poder escapar de aquí ¿no?....eso le costó el trabajo a buenos amigos de nosotros, amigos que no se encuentran fácilmente y amigos que claramente tu no tendrás –después de lo que me dijo, no pude articular palabra, lo del final había dolido. Javier terminó de arreglar mi cabello y luego mi maquillaje que siempre tenía un estilo natural, no le tomó nada en terminar de hacerlo. —Estas lista…por lo menos no tengas esa cara abajo, hay mucha gente interesada en conocerte, así que se mujercita para esto, exactamente como fuiste para escaparte –se alejó de mi y no pude quedarme callada. Me puse de pie y levante la voz al hablarle. —Esto no es nada fácil ¿sabes? ¡Alex me secuestra, dice que me quiere convertir y lueg… — ¡Victoria! –era la primera vez que Javier me llamaba así y era la primera vez que me levantaba el tono –en este lugar no encontraras ningún vampiro que haya querido ser convertido por su voluntad…pero todos nos adaptamos, porque eso es lo que hay que hacer ¡deja de sentir autocompasión! –después de decir eso desapareció.


Fruncí mi labio inferior haciendo un puchero, pero solo por Javier no me puse a llorar ahí mismo, él se enojaría más si arruinaba su trabajo. Me miré al espejo antes de salir y solo pude ver en el reflejo alguien que no era yo. Me sentía digna a una chica que estaba secuestrada. Rápidamente ahora escondí la cajetilla completa de cigarrillos en mi vestido, necesitaba más de uno. Me fui a la puerta de la habitación lista para tener que bajar y se expuesta para que cualquier vampiro me tomara e hiciera lo que quisiera conmigo. Abrí la puerta y se escuchaban a lo lejos murmullos, de seguro había muchas personas abajo, según lo que dijeron los otros vampiros, Alex era un estilo de gobernador, era adecuado que la “exposición” de humanos se realizara aquí. Di un paso hacia la luz del final del pasillo, donde me encontraría con las escaleras que me llevarían a mi final, pero no pude. Me fui hacia el camino contrario, tenía que hacer algo antes de bajar a mi perdición. Me apresuré en llegar al otro extremo de la casa antes que un ejército de vampiros saliera en mi búsqueda. Encontré la habitación que necesitaba en un par de minutos, abrí la puerta, pero no estaba lo que buscaba…no había rastro de Bianca. Entré a la habitación, ahí estaba su televisión, el computador, incluso había una bandeja en la cama con una nueva porción de comida que no había sido tocada. No había nada que importara aquí. Rendida salí de ahí y me fui hacia las escaleras, pero al doblar al pasillo que me llevaba a las escaleras por el lado contrario al que salía usualmente, me encontré a cierta persona mirándome sonriente. Solo de ver a alguien sonriéndome me dieron ganas de llorar. — ¿Algo que decir Elizabeth? –ella lucia fantástica, esta vez llevaba un vestido largo, rojo oscuro, intenso, que se apegaba a su cuerpo. Ella amplio su sonrisa. —Solamente que envidio como te queda ese vestido…te ves preciosa, Alex no tiene que mirar a otra persona que no seas tú cuando bajes las escaleras… —bufé a lo que dijo. —No tengo planes de relacionarme con Alex ni siquiera en un mundo paralelo – la miré curiosa a cómo iba a reaccionar, ella de seguro era fiel defensora de su casi hijo. —Ya verás que todo se arreglará Viky, de todas formas no te preocupes, esta noche es tu noche para brillar –fruncí el ceño al escucharla, todos hablaban como si fuera tan normal lo que iba a ocurrir. — ¿Qué tiene de especial la noche donde todos los vampiros casi apuestan por humanos para que sean sus proveedores? –salió un pequeño grito ahogado de la boca de Elizabeth.


—Querida ¿Dónde has escuchado eso?...Dios…estamos yendo a una fiesta muy diferente si es así…eso no ocurre en nuestra especie… ¡Dios!...Alex me dijo que amabas los libros sobre nosotros, pero ni siquiera eso había llegado a mis oídos ¿han inventado algo así? — ¿Inventado? –mis ojos se abrieron a la sorpresa de lo que decía –Bianca me dijo todo… — ¿La niña loca obsesionada con Alex que estaba atrás? – ¿niña loca? ¿Obsesionada? eso no era posible, Bianca se veía muy cuerda –Oh…aquí hasta Francesca estará en problemas, ella había tenido tanto cuidado de que no la descubrieras –su expresión se sorprendió a un más un segundo después –por eso estabas hoy en la mañana en mi cuarto… —negó con su cabeza –Cariño…tendrás mucho que hablar con Alex, hoy luego de todo…o mañana –la miré curiosa. — ¿Por qué nadie me dice nada?...siempre hacen que le saque todo a Alex, pero él jamás dice nada tampoco –una amable sonrisa se marcó en sus labios nuevamente, haciendo que leves arrugas se marcaran en su piel, lo que la hacían ver aun más bella, si es que eso fuera posible. —Lo supe desde que te vi…eres un poco lenta en deducir otras cosas, tu mente es muy estratégica, piensas en lo que necesitas y lo obtienes, hoy lo demostraste…pero con Alex…bueno, es muy especial…más ahora, antes era más accesible…solo te diré que es diferente. —Sé a lo que se refiere, leí sus diarios…él era tierno y preocupado, me basto leer un poco de sus diarios para enterarme. — ¿Los leíste? –en su voz se mostró la sorpresa. Asentí. —No mucho…solo algo de una Vanesa, leí que perdió a dos mujeres…una más de la lista supongo –una cantarina y relajada risa salía de su boca. —Pequeña…tienes mucho que saber, ahora… —me mostró su mano y la estiró, exponiendo el hermoso anillo que Alex me había regalado la noche anterior. — ¿Cómo pudo…? –dije sorprendida. Volvió a reír. —Lo vi en la mente de Alex, está muy perturbado así que bloquear sus pensamientos no es su principal objetivo y te vi a ti sin el…toma –lo puso en mi dedo y me sonrió –ahora, solo te daré un pista Viky….si nadie te dice nada –la mire fijo a lo que estaba diciendo –es para que crees una relación con Alex y no le temas…aunque eso no sucede contigo ¿no? –pasó su mano por mi mejilla amorosamente –pero es para que converses mas con él y…otra pista que te doy es que aquí no se venden proveedoras, Alex no lo permitiría…todo humano que ayuda en la alimentación permanente de un vampiro lo hace voluntariamente, pero si entras no sales…y mi querida –tomó mi mano con el anillo –tú no eres una proveedora…ni nunca lo serás,


recuerda que esta noche es para ti, al última noche de este año, de tu año… — demasiada información para ser solo pistas, pero eso solo quiso que me revelara más y más cosas –ahora…basta de conversaciones aburridas y ve a conquistar a esos vampiros y vampiras, recuerda que no tienes porque sentirte mal, todos hemos sido humanos…¿sí? –Asentí y ella se acercó y me dio un beso en la mejilla –suerte –dijo eso desapareciendo. Ahora estaba más confundida que hace cinco minutos. No entendía porque esta era mi noche y lo de Bianca me perturbó demasiado, pero no sabría nada hasta hablar con Alex, eso me recordó que mejor me ponía a caminar antes que se preguntaran donde estaba. Corrí para llegar al final del pasillo, había música clásica, de seguro había toda una orquesta, esto parecía ser importante. Asomé mi cabeza y note que estaba todo decorado con colores oscuros, estaba hermoso, unas preciosas y gruesas cintas adornaban la escalera, eran color rojo vino, se veía espectacular y solo había visto la escalera. Respiré profundo y recordé lo que dijo Elizabeth, todos habían sido humanos alguna vez y no me tenía que sentir mal. Claro, excluyendo la parte donde me podían drenar a su antojo porque eran más fuerte, rápidos y quien sabe que otra habilidad tenían. Boté el aire y me armé de valor. Comencé a caminar hasta llevar al centro, o sea las escaleras. No sé porque, pero todas las conversaciones pararon y las miradas se concentraron en mi…Dios santo ¡esto era peor de lo que me hubiera imaginado! ¡Había mucha gente!...me iba a poner histérica como me pasó con Elizabeth y Charlotte. Busqué rápidamente solo unos ojos que me podían tranquilizar en estos momentos y los encontré al final de la escalera. —Alex… —me salió en un suspiro. Él tenia un sonrisa levemente marcada en sus labios y su expresión se veía suave, pero solo pasaron unos segundos para que me volviera a mirar enojado, o peor…con odio, a como me había mirado cuando desperté hace un tiempo atrás. Esta iba a ser una noche muy, pero muy larga. Alex llegó a mi lado en menos de un segundo, su expresión me demostraba lo enojado que estaba conmigo, siendo que aquí yo no era la culpable de nada. Miré a nuestro alrededor y todos, pero cuando digo todos, es hasta la planta de la esquina estaba dirigida hacia nosotros, esto era ridículo, demasiada atención en una simple humana. — ¿Qué esta…? –Alex solo me negó con la cabeza haciendo que me callara y se dirigió a los demás. —Ella es Victoria Guzmán…prontamente un miembro más en la familia Lenardis –mi boca se abrió ¡¿Qué había dicho?! Todos aplaudieron con sonrisas en sus labios.


Alex me miró y llevó su mano a mi cuello para acercarme más a él. Sus labios estaban solo a milímetros de los míos, no me importo ni un poco estar rodeada de vampiros, como siempre él tenía cierto poder sobre mí. Unió nuestros labios, pero este beso no era nada en comparación a los otros, era frió y podía sentir lo molesto que estaba Alex conmigo, no respondí a tal beso. Se separo de mí a los pocos segundos y su mordida estaba tensa. Esquivé su mirada, sintiéndome asqueada por aquel beso. Comencé a bajar sin esperarlo, no me importaba tener que estar rodeada de vampiros, era preferible que estar a su lado. De inmediato al llegar abajo Elizabeth llego a mí y tomó mi brazo mientras me regalaba otra de esas sonrisas amables que ella tenía. Agradecí un millón su gesto, ya que varios vampiros se vinieron a mi lado y me saludaron a lo cual solo respondí a todos “un gusto en conocerlo” con una sonrisa cortés. Estaba llena de vampiros la casa, para cada lugar que iba había gente que me saludaba y me conversaba como si fuéramos íntimos amigos, debo decir que agradecía que Elizabeth fuera vampiro, porque cada vez que alguien se nos acercaba, presionaba con mucha fuerza su brazo, ella solo sonría a mi reacción. —Entonces… ¿Cómo te has lo has tomado? –una hermosa vampiro, se veía como de unos veinticinco años. Su expresión estaba mezclada con preocupación — ¿todo esto del mundo vampiro? tu aun sigues siendo humana, debe ser difícil. —Sí, lo es, pero creo que me estoy adaptando –o no tenía otra opción esa era mi respuesta. —Oímos que había problemas contigo en el atardecer ¿te sientes mejor? –no tenía idea si se había sabido mi escape frustrado. —Claro…por eso estoy aquí –sonreí nerviosa. —Y hermosa…te ves increíble –sentí como mis mejillas se sonrojaban, no era como si recibiera este tipo de halagos muy seguido. Quería escapar de aquí, además no veía Alex en ningún lado y ya había pasado mucho tiempo, me preguntaba dónde podía estar. Con Elizabeth ya estábamos un poco aburridas de que nos interceptarán en cada paso que dábamos, lo podía notar por las miradas que me daba. —Entonces… —ahora fue un hombre mayor que venía a hablarnos, su cabello era negro y era de contextura gruesa — Alex te ha elegido específicamente a ti ¿no? – miré a Elizabeth nerviosa. La actitud de ese hombre no era ni un poco amable. —Eso es lo que he dicho, Roberto –me quede helada al escuchar la voz de Alex a mi espalda. No me voltee a verlo, solo como me estaba acostumbrando en este último tiempo, sonreía amablemente a todos.


—Pero escuche rumores que no la puedes controlar –su voz era burlona y miraba a Alex como si tuviera una trampa lista para él. Eso no me agradó ni un poco – tanto que hasta escapó de tu lado –no era necesario ver el rostro de Alex para saber lo enojado que tenía que estar. Todos se voltearon a ver el espectáculo. Estaba claro, era un secreto a voces. No me gusto que haya expuesto así a Alex. —Aun sigo aquí ¿no? –mi respiración comenzó a acelerarse porque me estaba enojando –y ese no es un problema donde usted este invitado ¿no le parece? –la expresión de Roberto era tanto de desprecio hacia mí como de ira. —Deberías controlar la boca de tu humana –sentí como Alex se ubicó a mi lado. —No debo porque, cuando tiene razón en lo que dice –por lo que notaba Alex no estaba acostumbrado a que lo retaran de esa forma, porque no le importaba nada que estuviera rodeado de sus propios invitados. Así que no sé de donde salió esta actitud de mi parte, pero ya había arruinado bastante la fiesta hace un momento como para que por mi culpa empeorara. —Bueno…todo ha quedado claro, espero Sr. Roberto que pase un agradable momento ya que pronto será medianoche –le sonreí amablemente. Él frunció el ceño al ver mi actitud y me sonrió falsamente. —Que tengan una agradable velada –rendido Roberto se alejó. Sentí como Elizabeth presionaba mi brazo, la miré y me observaba bastante emocionada, supuse que mi forma de afrontar esta incómoda situación había sido exitosa. Mire a Alex para ver su reacción pero ni siquiera me miró, solo dio media vuelta y se alejo de nosotras. —Necesito aire –miré a Elizabeth y ella asintió. Solté su brazo y me apresure a salir de entre la multitud por la puerta trasera. Pude notar antes de salir que solo faltaban cinco minutos para las doce. Llegué a fuera y di un gran suspiro, eso me relajo un poco. Mire a todos lados y estaba desierta la terraza. Metí mi mano por debajo de mi vestido y saque mi preciada cajetilla de cigarros. Saque rápidamente uno y me quede con él en la mano, sin hacer ningún movimiento al notar algo. — ¡Diablos!...no tengo fuego –susurré cansada de mi mala suerte. Me senté en una de las sillas que me gustaban tanto, rendidos. Miré hacia los jardines y recordé de inmediato cuando me estaba escapando, no pude evitar sacar una sonrisa, le había ganado de cierta forma a Alex y a un montón de vampiros. — ¿Recordando grandes hazañas? –miré a mi acompañante que se sentaba al frente mío. —No lo puedo evitar Raúl, siento haberte metido en el problema…


—Oh, no te preocupes…toma –lo miré y saco un encendedor, sin pensarlo dos veces acerqué mi cigarrillo y le di una larga sorbida, para luego botar el humo. —No sabes cómo me has ayudado en este momento –nuevamente sorbí el cigarro como si fuera el mayor de mis tesoros. —A veces fumo…solo para recordar viejos tiempos, ya de vampiro no sientes mucha diferencia en el efecto que hace el cigarro, pero aun sientes el sabor –lo quede mirando sonriendo. —Elizabeth y tu son geniales…ningún ha reprochado nada…ha sido un largo día. —Me lo imagino y no tenemos nada que decir Viky –me gusto que él me llamara así —…ese es un problema entre Alex y tú, aunque la perdida de los chicos fue triste, ellos no se querían ir –al escucharlo me sentí mal por los vampiros que amablemente me habían ofrecido su ayuda y había hecho que los despidiera. —Quizás pueda hablar con Alex –él sonrió, como si fuera lo que quería escuchar. —Claro que puedes…de verdad no se lo merecían, trabajar para Alex te da una paga que no encuentras en otro lado. —Bueno…trataré, no me dirige la palabra, así que supongo que para él es un estilo de castigo –levante los hombros mientras nuevamente sorbía de mi cigarrillo. —Bien Srta. Victoria, le dejo mi encendedor, no fumes demasiado –casi le arrebate el encendedor de metal y él se despidió con un beso en mi mano. Raúl era un coqueto sin dudas –iré a dar los abrazos correspondientes, ya falta solo un minuto para las doce –asentí y el desapareció. Me puse de pie y decidí caminar, no quería estar cerca de toda esa celebración de vampiros. No me podía imaginar cómo lo estaban pasando mis padres, quizás ni siquiera habían celebrado, pensando que estaba muerta, arrojada en algún río, porque claramente supieron que alguien me había llevado, no me tomo mucho tiempo poder ver que Alex había destrozado la casa solo para hacer más notorio todo. Llegué a un estilo de pequeño laberinto, lo había notado cuando escape, pero claramente no me detuve a ver de qué se trataba. Iba con mi cigarro, me sentía mucho más relajada, iba caminando hasta que encontré el centro y escuché como gritaban de alegría en la mansión al ser ya el año 2011. Me acerqué a la banca que había y me senté, había una linda pileta. —Feliz año nuevo Viky –me dije. Levanté la mirada y la luna estaba gigante, todo era perfecto para una linda noche. —Espero que no estés tratando de escapar de nuevo –escuché su voz y arroje el cigarro a la pileta, no le quedaba casi nada así que no me dolió tirarlo.


—Deberías estar adentro Alex… —mi voz sonaba tranquila o eso quería para que no me descubriera que estaba haciendo algo en contra de sus reglas. Escondí la cajetilla bajo mi vestido. —Victoria, soy un vampiro, sé a kilómetros de distancia que estas fumando – suspiré rendida, a Alex no le podía esconder nada, eso no me gustaba. Todos necesitan sus secretos –no te culpo eso sí, ha sido un largo día, más con tu estúpido escape que solo me hizo perder el tiempo. — ¿Qué no tienes que ir a dar abrazos? –se sentó a mi lado y saco la cajetilla de donde estaba provocando que me exaltara. Para mi sorpresa, sacó un cigarrillo y estiró su mano. Le pase el encendedor rodando los ojos. Lo prendió y le dio una larga sorbida. —Nunca será como cuando lo fumas siendo un humano –botó el humo y el cigarro, pero aun así no me devolvió la cajetilla –ahora…Elizabeth me dijo que tienes una muy, pero muy buena explicación para lo que paso hoy…comienza –ni siquiera me miraba, su vista solo iba hacia la pileta. Suspiré tratando de concentrarme para hacer una buena narración de los hechos. —Bien…hoy en la mañana me levanté antes porque no tenía sueño, me encontré a Francesca y la seguí, llegué a donde una tal Bianca. — ¿Hermosa con rostro de ángel? –tomé aire para su muy subjetiva opinión sobre ella, ahora me parecía demasiado flaca con cara de muerta. —Ella, la encontré muy débil, tenia recientes marcas de mordidas, le costaba respirar –miré a Alex pero él no tenía ninguna expresión –entonces me dijo que aquí, en la noche casi se hacia una venta de humanos para abastecer a los vampiros con sangre, dijo que ella era tuya…—mi mordida se tenso al recordar eso –y que…y que algún vampiro me iba a marcar como de él, fue lo que necesité para hacer las marcas en mi cuello…y engañar a aquellos vampiros…que Alex, de verdad, ellos no pueden perder sus trabajos, no es justo…ellos fueron muy amables conmigo. —No les pago para que sean amables Victoria –su único comentario fue ese. Rodeé los ojos, quizás aun era muy pronto para pedirle aquello. —En fin, me escape, hasta que quise saltar el cerco…y quede tendida en el suelo, hasta que llegaste tu…creo –ahí me miró de inmediato. — ¡Claro que llegue yo!...estabas muy mal herida, no sé como habrás saltado, pero tu habilidad física apesta Victoria, tuve que darte de mi sangre para que sanaras, quizás como estarías ahora si no lo hubiera hecho –me encogí donde estaba sentada. — ¡Qué asco Alex! ¿Cómo me diste eso? ¡Qué asco!... —Estas siendo melodramática, estoy seguro que recuerdas como fue, es un sabor raro, pero no malo.


—Aun así… — ¡Aun así estarías muerta si no te lo hubiera dado! ¡Es un verdadero milagro que funcionara tan rápido y pudieras asistir a la velada de hoy! —Como si me importara… —mire hacia el césped —tienes cosas que explicarme Alex ¿Cómo es que pronto me llamaré Victoria Lenardis? –volví a mirarlo. —Si te hubieras quedado, si quizás por tu mente pasara la idea de preguntar todo lo que Bianca dijo, te lo hubiera comentado antes, pero creo que…tú no tienes nada de paciencia o un poco de inteligencia, al salir así como así de aquí…no entiendes nada –miré atónita a lo que dijo. No era como si pudiera llegar a cualquier persona y preguntarle qué rayos pasaba, estaba secuestrada. Siempre lo único que salía de la boca de Alex a mi eran insultos. —Tú no eres capaz de entender a nadie Sr. Lenardis, por eso esta solo… —me puse de pie para irme. Había sido un día verdaderamente agotador como para soportar que mi cabeza explotara ahora –Feliz año nuevo a todo esto…tú ganas, haré lo que quieras. No lo miré y me alejé de su lado. Ahora podía ver mejor mi situación, estaba secuestrada, no tenía porque tener una vida placentera ahora, solo tenía que aceptar lo que se me dijera. Había tratado de escapar y no había resultado, había tratado de comprender a Alex y tampoco había funcionado, esto no daría resultado de ninguna manera, esa era la verdad. Me aleje del laberinto y me fui hacia la mansión. Ahora había música y todos estaban bastantes enfocados en pasar un buen momento. Cautelosamente escape de las salas principales y subí al segundo piso. Me fui a cambiar pijama, pero no tenía nada de sueño, así que me dirigí al tercer piso. Ahí estaría todo tranquilo y como supuse así fue. Me senté en el sofá al lado de todos los ventanales y me quedé ahí recostada, mirando como las estrellas brillaban una más que otras. Estaba verdaderamente perdida y sentía como si mi corazón se estuviera apagando, ya ni siquiera tenía fuerzas como para pelear con Alex. Tendría que convertirme en una más de sus empleados, empezar a soportar que todas mis preguntas quedarían sin respuesta. Alex ni siquiera me dio una explicación a lo de Bianca, así que supuse que todo lo que ella dijo no era cierta, pero tampoco todo había sido una mentira.



CAPÍTULO 14

Después de estar un tiempo indeterminado pensando en que haría con todo esto, mis ojos se cerraron y esperaba de todo corazón que no tuviera que abrirlos de nuevo. Sentí que alguien me llevaba en brazos, abrí solo un poco los ojos y pude ver que era Ezequiel que me llevaba así. —Ezequiel… —sonreí al ver que él me sonreía. Abrió la puerta y entramos a mi habitación. —Javier me dijo tus comentarios sobre Bianca, él no se tuvo que comportar de esa manera, se sintió fatal cuando le expliqué que todo debió ser un mal entendido, no pensé que habías pasado por aquello –me recostó en la cama y pude ver por las ventanas que ya había amanecido, el sol entraba deslumbrante por toda la habitación. —Ya no importa eso… —me encogí en la cama, quedando en estado fetal. —Lo siento Victoria por no haber estado para ti, realmente con Javier nos importas mucho –asentí sin ánimos. Era como si no tuviera fuerzas para explicarle que me hacia feliz todo lo que decía –el Sr. Lenardis dormirá en su habitación –volví asentir sin ánimos y sentí como mis ojos se volvían pesados de nuevo y me dormía por completo. — ¿Srta. Victoria? –pude escuchar claramente la voz de Francesca a mi lado. Abrí un poco mis ojos y ella me sonreía bastante mientras sostenía una bandeja con comida. Me sorprendió su amabilidad sabiendo que ella estaba enojada conmigo por lo de John –su comida –sonreí de nuevo sin ganas. —No tengo hambre Francesca, solo tengo sueño, gracias –me volteé dándole la espalda y cerré mis ojos. No estaba durmiendo pero no sentía ni un ánimo de abrirlos para darme cuenta donde me encontraba. No era capaz de pensar en nada, solo sentía como si me estuviera hundiendo en la cama y todo a mí alrededor fuera color negro, pero eso ultimo de seguro era porque tenía mis ojos cerrados. El tiempo pasaba durante el día y yo seguía recostada. Había venido Ezequiel con Javier, quien pidió disculpas, pero solo asentí, lo que lo hizo sentir fatal. No tenía ánimos de dar explicaciones de que prefería que todo lo pasado se olvidara, así que solo les di la espalda y traté de dormir. En todo el día no vino Alex, ni siquiera cuando estaba comenzando la noche…el día, ya ni siquiera sabía que día era ¿Cuánto había dormido? — ¡Basta Victoria!...no permitiré que una jovencita como tu se quede recostada en esa maravillosa cama sin hacer nada –entró a gritos Elizabeth, bastante animada.


—No tengo ánimos, por favor, déjeme sola –también le di la espalda, pero a diferencia de los demás, ella sacó todas las sabanas hacia atrás dejándome solo con mi pijama. Tomó mi brazo e hizo que me sentara. —Escúchame bien, ahora te irás a bañar, te pondrás linda y bajaras con nosotros y tomaras un trago, eso siempre ayuda –me fui hundiendo en la cama de nuevo — ¡Llevas aquí dos días y una noche!... –fruncí el ceño al escucharla, eso no era posible –No dejaré que arruines mis días aquí, me encanta compartir contigo, así que vamos ¡arriba, arriba! —Charlotte estará encantada de compartir con usted –ella bufó. —Ella está más interesada en que le puedo comprar y en Alex, así que por favor, él dice que bajes –abrí los ojos sorprendida por lo que decía, tanto lo ultimo a como Charlotte estaba interesada en Alex –él salió un momento, no sé a dónde, pero volverá ¡así que vamos! –la expresión que tenia Elizabeth era graciosa, me hizo reír. Parecía una niña pidiendo un dulce a un mayor — ¿sí?... ¡te hice reír!...eso merece una recompensa –suspire rendida y asentí. —Está bien –me paré de la cama y me fui hacia el lado. —Querida no te sorprendas, no has comido nada…ve a darte una ducha rápida y luego bajas a comer –su tono ahora era más preocupado. Me concentré y fui al baño. Como dijo Elizabeth me di una ducha rápida, ni siquiera me sequé el cabello, solo me lo tomé, dejándolo húmedo. Me puse una camiseta blanca y unos jeans con mis zapatillas de siempre. Al bajar pude ver que todo estaba normal, no había nada de la decoración. Iba en las escaleras cuando una cabeza se asomó por la puerta. —Javier –dije sonriendo. Él lucia preocupado pero al nombrarlo sonrió ampliamente y entró a la casa, a mi lado en la escalera para ser específicos. — ¿Ya se le pasó el enojo? –fruncí el ceño al escucharlo. — ¿Qué enojo?...no estoy enojada, solo cansada –no sé de que, porque no había hecho nada y aun seguía abrumada con el tiempo que había pasado en la cama. —Lo siento, Ezequiel me dijo lo que pudo haber pasado y siento haberla regañado. — ¡Ey! ¡Ey! –Dije levantando las manos –no me trates de usted, me haces sentir vieja, ya me acostumbré a que me digas Victoria. —Muy bien –sonrió mientras seguíamos bajando la escalera. —Luego tenemos que conversar ¿está bien? —Claro…ahora iré a comer algo –él asintió y desapareció.


Fui directo a la cocina. Sentía que había mucho movimiento por lo que entré más apresurada de lo común. Me quedé mirando la mesa, que siempre me había encantado porque era ese estilo americana. — ¡Francesca! –ella se volteó asustada y luego sonrió. Estaba toda la cocina llena de comida, pasteles, frutas y otras cosas que ni siquiera comía. Ella levantó ambas manos para indicarme que me callara. —Yo prepare esto para que coma todo lo que no comió en este tiempo –me quedé boca abierta al escucharla. Era la primera vez que me decía una frase completa en español, sin sonar como una troglodita. — ¡Lo has dicho sin interrupciones! –Aplaudí emocionada, mientras que Francesca sonría bastante orgullosa –pero aun así no me comeré todo eso –dije mirando a mi alrededor, había demasiada comida. Tome solo un plato con frutillas y las comencé a comer, pero Francesca de inmediato me dejo un pequeño pocillo con chocolate –me quieres solo matar –hundí la frutilla mientras que Francesca se sentaba a mi lado y me miraba comer — ¿Ya no estás enojada por lo de John? –no pude evitar preguntar, pero ella suspiró y me indicó con la manos que todavía, pero no tanto, eso me animó honestamente. Estuve con Francesca mucho tiempo y me encantaron las frutillas…y luego unas frambuesas que comí, estaban exquisitas, siempre había amado esas frutas. Me despedí de ella, porque iba a dormir. Yo estaba recién despertando, pero de seguro ella llevaba todo el día despierta y era tarde. Llegué a la sala, donde estaba Elizabeth hablando por teléfono, pero antes que llegara cerca de ella, colgó. —Veo que te has alimentado…debo advertirte que cuando te conviertas, extrañaras la comida, la tendrás ahí y no la pondrás comer, es bastante frústrate, sabe asquerosa en tu boca de vampiro –se sentó. Estaba vestida casualmente, era la primera vez que la veía así ahora que lo pensaba mejor. — ¿Y Charlotte? –pregunté mirando a todos lados por si no la había visto, pero no estaba. Me senté al otro extremo del sofá donde estaba Elizabeth. —Esta con Alex, no sé que andan haciendo esos dos últimamente –no dije ningún comentario respecto a eso, me daba lo mismo lo que hiciera Alex –Si que estas enojada con él –levante los hombros quitándole importancia. —No gano nada enojándome o siendo agradable, siempre es lo mismo, solo me debo adaptar, para nadie ha sido fácil supongo –recordé lo que me dijo Javier cuando se enojó conmigo días atrás. Tenía razón.


—Supongo…pero Alex se compromete de verdad cuando lo hace, por algo tienes ese anillo en tu mano –sí, me era imposible sacarme el anillo, ahora estaba siendo parte de mi. —No tengo la menor idea de cómo es él y honestamente el Sr. Lenardis puede hacer lo que se le dé la gana, yo no tengo opinión sobre eso y aunque la tuviera a él no le importa, soy una simple empleada más –Elizabeth desvió su mirada de la mía sin poder decir nada y me di cuenta de inmediato que ya no estábamos solas. —Eso está muy bien Victoria, creo que haber desaparecido y haber estado vegetando en tu habitación hizo que comenzaras a pensar más –Alex pasó por el lado de nosotras, sin mirarnos. A su lado iba Charlotte. —Creo que la humana está aprendiendo a tomar su lugar finalmente –el tono desagradable que tenía la “protegida” era como siempre, desagradable. De un delicado salto se sentó en uno de los sofás. Llevaba un lindo vestido color blanco, se veía hermosa….estúpida. —Charlotte… —Elizabeth le dio una mirada correctiva, pero ella no la tomó en cuenta, aun no me entraba en mi cabeza el motivo de Elizabeth para tener a Charlotte como su “protegida” No paso más de un segundo cuando Alex se sentó al lado de Charlotte, tampoco le tomaba mucha atención, pero aun así estaba al lado de ella, como si ahora fueran los mejores amigos del mundo, siendo que antes solo se miraban con odio. No quise ni pensar en lo que pudo pasar entre estos dos. — ¿Cómo te ha ido querido? –Elizabeth nuevamente con su sonrisa amable. Alex le sonrió de vuelta, esas sonrisas que le daba a todos, menos a mí, típico. —Bastante bien, con Charlotte hicimos algunos arreglos, pero quedo todo perfecto, es mucho mejor hacerlo con anterioridad –miro sonriendo igual a Charlotte y desde ahí, comenzaron todos a hablar sobre algo que no sabía, así que mi mente los abandonó, pensando en cualquier otra cosa que no incluyera a Alex, pero no me estaba dando resultado con él cerca, así que me puse de pie para retirarme. —Disculpen, pero me retiraré –la expresión de Elizabeth se entristeció un poco, mientras que Alex y Charlotte seguían conversando, así que le sonreí a Elizabeth y di media vuelta para irme a otra parte. —Victoria detente –Alex tenía esa voz de mando de nuevo. Me giré a verlo, pero me lleve la sorpresa de que estaba al lado mío. — ¿Qué necesita? –frunció el ceño levemente. Ya me había rendido, si todos aquí lo trataban de usted, yo haría lo mismo, yo no era nada especial para poder estar a su altura.


—Ven conmigo –comenzó a caminar y lo seguí sin decir nada. Pasamos por las otras salas hasta la salida trasera –creo que esto…es importante que lo veas –su actitud fría me cansaba, era como si tenerlo cerca me fuera comiendo y agotando de a poco. Salimos a la terraza y las luces estaban prendidas esta vez, siempre en el día tenía que haber algo que me sorprendiera de nuevo en este lugar. Las luces hacían todo más mágico. Avanzamos solo unos pasos y pude notar de inmediato que no estábamos solos. Al terminar los escalones de la terraza habían tres vampiros, que claramente conocía, eran aquellos que me habían ayudado el día de mi escape. Esquivé sus miradas avergonzada por haberlos metido en problemas. —Bien… —Alex se apoyó en un pilar de la terraza, mientras yo quede al frente de ellos –esta es tu única oportunidad Victoria para hacerme cambiar de opinión y no arrojar a estos tres inútiles afuera de este lugar –mis ojos se abrieron sorprendida a lo que dijo –Así que ahora es completamente tu responsabilidad estos tres vampiros –los miré aterrorizada, pero los tres tenían expresiones neutras. Debían odiarme — ¿algo que decir Victoria o solo los dejo ir? –recordé de inmediato a Javier, Ezequiel y Raúl, que decían que estos tres vampiros eran perdidas muy valiosas. — ¡No!... –lo miré preocupada. Respiré profundamente para concentrarme –Sr. Lenardis, estos guardias no tuvieron nada que ver con mi escape de hace unos días. —Pero si ellos hubieran hecho su trabajo bien, tú no hubieses salido de la mansión. —Ellos no me reconocieron, fue imposible, siendo que no tienen ningún trato conmigo, quizás hayan tenido una foto, pero con mi nueva apariencia ellos no me podían reconocer…menos con las marcas que tenía en mi cuello –Alex se cruzo de brazos, como si todo esto no le importara. — ¿Me estás diciendo que tomas responsabilidad de todo lo sucedido? –que pregunta más estúpida. —Claro que sí señor, yo fui la que me escapé, no ellos –los tres guardias dieron una mirada curiosa a Alex al escuchar mi respuesta –ellos no fueron nada más que amables, si no hubiese habido esa fiesta ese día lo más probable que se dieran cuenta que era yo, era posible que llegaran proveedoras con los vampiros invitados. —Ese si es un buen punto…—Alex miró a los vampiros — ¿tienen algo que decir en su defensa? –Los tres negaron de inmediato, eso me sorprendió –entonces admiten que hicieron mal su trabajo –nuevamente ellos asintieron. Rodeé los ojos por sus respuestas, yo me estaba esmerando bastante en ayudarlos –pero Victoria dice que no es así ¿algo que decir señores? –ni una sola palabra. Me rindo, no tengo por


qué estar haciendo un gran espectáculo para ayudarlos si ellos se quedaban callados –Se quedan, vayan a ver sus nuevos turnos y este tema queda en el pasado –los tres me miraron, luego a Alex, asintieron como robots y se fueron. Por lo menos no tenía la culpa de hacer que perdieran sus trabajos, por lo que había escuchado eran buenos vampiros. — ¿Necesita algo más? –dije al ver que Alex no decía nada por unos segundos. —Quiero saber que pretendes –se giro a mí y su mirada seguía tan fría como siempre –con eso de ¿Sr. Lenardis?...te conozco Victoria, tú no tienes ese carácter conmigo –tensé mi mordida al escucharlo, pero traté de estar completamente enfocada a no distraerme con lo maravilloso que era, su cabello desordenado que le daba ese toque como serio pero rebelde, tampoco a su posición, se había vuelto a apoyar en el pilar de la terraza, lo que me daba una excelente vista. —Disculpe, pero usted no me conoce ¿me puedo retirar ahora? –miré al suelo, no podía seguir mirándolo. No me respondió, así que decidí irme –permiso –di media vuelta para dejarlo. Solo alcancé a avanzar hasta la puerta, donde me detuvo y me hizo mirarlo. — ¡Deja de hablarme de usted, Victoria!...tú no eres así –me estaba dando una orden, aquí si notaba el Alex que me había secuestrado, aquel que no le importó amenazarme para ir con él, el Alex que pudo dañar a mis padres. Lo miré directo a los ojos. —Le vuelvo a repetir que usted no me conoce ni un poco… —su mirada era fija a la mía, no pude callarme cuando debí —…y menos lo hará si no me da respuestas – no pude evitar decirle lo último, él era culpable de todo, por lo menos él tenia que comportarse en un aspecto generoso conmigo, pero ni siquiera era capaz de responder a mis dudas. Alex se quedó mirando mis ojos tan intensamente como yo le estaba mirando los suyos, pero luego de un segundo su mirada bajo a mis labios. No sentía ningún deseo hacia él, ni siquiera de sus labios cuando estaba tan enojada. —No trate de cambiar el tema –mi voz seguía dura. Enojada porque él siempre trataba de engañarme, dejándome sin respuestas de esta forma, encantándome. —Frutillas y frambuesas –levemente su mirada se suavizó, eso me tomó desprevenida por completo –siempre te han encantado, te atrae más comer frutas que comidas caseras o cosas por el estilo. —No…no lo hagas –levantó la mirada curioso –Yo no recibo migajas de nadie, me cansé, cambias de un momento a otro, dejándome con la ilusión de que puedes ser una mejor persona, pero no la eres, ya lo comprobaste….—él nuevamente se quedó en silencio, no pude desaprovechar esta oportunidad —…ella no mintió


completamente ¿cierto? –la expresión de Alex no cambió para nada cuando me referí a Bianca. —No, no mintió del todo, yo sí me alimentaba de ella –como reflejo mis ojos se entrecerraron. No sé por qué diablos sus palabras eran como si me dieran golpes en el estomago ¡yo no debía sentir nada por Alex! ¡Nada!...toda esta situación era anormal. —Creo que solo hay que saber eso –traté de salir de ahí, pero Alex dejó ambos brazos a mis costados, indicando que no me iba a mover a ningún lado –es bastante malo para seguir escuchando ¿no? —No…ella, Bianca, me alimenté de ella hasta el día que tu llegaste aquí, pero luego, bien, se notaba lo mal herida que estaba, no seguí haciéndolo, solo por eso…pero ella –hizo una mueca de desagradado al recordar lo que estuviera pasando por su mente en este instante —…digamos que consiguió tener otros colmillos en su cuello, no la descubrí hasta unos tres días después que la deje, sus heridas habían empeorado y decidí que mejor era que se quedara en una de las habitaciones de invitados hasta que sanara, pero cada vez que le preguntaba a Francesca como estaba decía que había un comportamiento extraño, digamos que la chica se obsesionó conmigo –sacó una sonrisa torcida –no la culpo… —Alex… —negué, no era tiempo de sus bromas. Rodó los ojos. —Como sea, le di la orden a Francesca que no permitiera que la encontraras, claramente falló y pasó todo lo que pasó cuando escuchaste lo que dijo. —Dijo que era tuya…es eso verdad ¿cierto? –Alex volvió a esquivar mi mirada – la sedujiste. —Soy un vampiro Victoria, yo no me pondré celoso cuando tengas un humano al cual le saques sangre…claro no está la parte de la seducción, eso no es necesario – no pude evitar sonreír a lo que dijo. Él me miró curioso — ¿Qué? –me concentré de nuevo, tenía que mantener mi actitud hacia él. —¿Quién te dijo que yo podía estar celosa?...estas muy equivocado, si estoy enojada es porque no pude escapar de tu lado Alex, porque me estas desposando sin siquiera tomar en cuenta mi opinión, me vas a convertir en un vampiro sin decirme de que se trata todo esto…y ¿esperas que comprenda que no podías evitar hacerle daño a una chica?...aunque estuviera loca, hay límites que no se traspasan….como tener a una sola persona para alimentarte, sabiendo el daño que eso le causa, como si se le fuera la vida de a poco…Alex, que te quede claro que yo no estoy celosa —¡Dios Santo!...no tenía idea como había sido capaz de decirle todo eso sin siquiera desconcentrarme al tenerlo tan cerca, pero estaba en lo correcto –para sentir celos debes sentir algo por la otra persona y yo no siento nada por ti, recuerda que te lo dije


el primer día –Alex me miró frunciendo los labios. No dijo nada por varios segundos, pero después sacó una coqueta sonrisa. —Victoria…. –alejó sus brazos de mis lados –te tendrás que comer todas tus palabras –dio media vuelta y se comenzó a alejar de mi. — ¿Alex? –se volteó y me quedó mirando. Saqué el anillo de mi mano y se lo dejé en una pequeña mesa que había a mi lado –alguien no puede llevar un anillo de compromiso si ni siquiera hay un poco de amor. No lo volví a mirar y avancé por su lado, mi corazón me latía a mil por horas por la reacción que él podía tener. Debo decir que no me podía mentir a mí misma, no quería sentir nada por Alex, nada, ni un poquito, pero me costaba, había algo que no podía comprender, era como si mis acciones no coincidieran a las que deberían ser, por ejemplo, ahora que Alex me había detenido, poniendo su mano en la mía y haciendo que voltee a verlo, mientras que su otra mano iba a mi cuello, teniendo fija su mirada en la mía, haciendo nuevamente mi escape un fracaso, mi corazón no debería estar latiendo descontrolado en mi pecho, mi respiración tampoco se tendría que ver afectaba….no había caso, solo tenía que haber un roce entre nosotros, para que todas mis palabras se fueran a los mil demonios, quizás si reaccionara a él normalmente, que serian los mismos efectos en mi corazón y respiración pero por miedo y no deseo, mis palabras podrían tener alguna llegada en Alex….pero no era así. Tenía sus labios cerca y no sé cómo pude pensar que si me besaba lo rechazaría… eso era imposible. —Te conozco….eres demasiado testaruda, conmigo en especial Victoria –solo nos distanciaban milímetros, casi podía rozar sus labios, lo que hacía que ni siquiera pudiera decir alguna palabra –te he dicho que eres mía…y no hablo solo a un nivel físico, tu ser es mío igual, veras como no te darás cuenta cuando no te quieras separar nunca de mi lado…y me encargaré de que sea pronto –sus palabras me dejaron atónita, pero sus labios me desconcentraban. —Eso solo pasa…— ¡sus labios! Dios —de a dos Alex, es defectuoso lo que… —sus dedos pasaban lentamente por mi piel –lo que dices si solo una persona… ¡si una persona está involucrada no funciona! –lo ultimo lo dije levantando la voz para poder decirlo, él me desconcentraba demasiado. — ¿Cómo me dices esto luego de dejar en claro que no sientes nada por mí? – Me empiné un poco solo para sentir sus labios, pero Alex fue más astuto y se alejó – responde Victoria –pasó suavemente su nariz por la mía –solo responde ¿tengo la razón?...tú serás completamente mía ¿cierto? –su frió aliento rozaba mis labios y haciendo que mis piernas se debilitaran — ¿me estabas mintiendo hace un momento?


— ¿Qué haces? esto no es…justo —trataba de empinarme para besarlo, pero él no me dejaba —no puedo…tu me quitaste todo, te debería…odiar –Alex solo estaba jugando conmigo, estaba acariciando su rostro con el mío, tan delicadamente. — ¿Quién lo dice? –su voz vino directo a mi oído porque sus labios estaban cerca de mi oreja ahora. —Yo…tu…tu no me respondes nada —mis manos se aferraron a su camisa gris –las cosas no se hacen de uno Alex…ya te lo dije –fruncí el ceño. Me estaba sacando todo lo que ni siquiera yo me decía en pensamientos –esto…es injusto —me tomó por sorpresa cuando atrapó mi cintura y me levantó, creo que nadie me tuvo que decir que rodeara mis piernas en su cadera. Segundos después Alex mientras caminaba me dejo sentada en algún mueble, pero no se alejó. — ¿Por qué repites siempre eso? –apoyó su frente con la mía mientras me perdía mirando sus ojos. Esto se me estaba saliendo de las manos y ni siquiera estaba en mis planes terminar así con Alex ¡supuestamente estaba muy enojada! —La…única que responde soy yo, siempre….y tu –mi respiración estaba pesada viéndolo tan cerca, ya ni me atrevía a tratar de alcanzar sus labios, me sentía extraña…antes era como si estuviera en modo pause, estaba como una muerta en vida, pero ahora…sentí cada parte de mi cuerpo estaba viva. Seguí con lo que estaba diciendo –y tu…solo me manipulas así y no me debería dejar tan fácil –una leve sonrisa se marcó en sus labios. —Lo que menos eres, es fácil Victoria, eres demasiado diferente a como pensé que sería todo esto —mi corazón latió a un diferente estimulo esta vez. Alex estaba hablando y dándome respuestas. — ¿No llegaste de casualidad esa noche cierto, la primera vez que nos vimos? – una sonrisa curvada se marcó en sus labios. Me mordí mi labio inferior inconscientemente –Alex…responde. —Nunca nada es por casualidad Victoria… —levemente se puso bastante tenso, creo que responder a mis dudas lo preocupaba y no sabía el porqué, pero no lo iba a dejar ir. Alex se alejó un poco, pero mis manos llegaron a su rostro de inmediato. —No… —una sonrisa salió de nuevo en sus labios, pero no llego a sus ojos. Generalmente cuando él se reía o sonreía, jamás llegaba la felicidad a los ojos, ni conmigo o con otras personas, jamás — ¿Por qué no me lo dijiste? –esquivó mi mirada, creo que repentinamente estábamos cambiando de mando. —Hay cierta información que nunca te diré Victoria, en absoluto –eso no me gusto mucho, pero creo que fue bastante astuto decirlo mientras sus manos ahora iban subiendo por mis piernas. Decidí no presionar mucho o corría el riesgo que no me dijera nada.


— ¿Por qué siempre me hablas así en estos momentos? –busqué de nuevo sus labios pero él se alejó. Fruncí el ceño a lo que hizo, él solo sonrió. —Porque en estos instantes es cuando eres vulnerable…cuando te toco, al igual que cuando viajamos a la mansión, tu encima mío, incluso ahí te quedaste tranquila apoyada en mi hombro –volvió a sonreír. —Alex…eres tan bruto de día, eso no ayuda —él saco de nuevo esa sonrisa que amaba. Me miro fijo a mis ojos y la sonrisa se borró por completo. —Es porque no estás así todo el día conmigo…nunca he dicho que estás sola involucrada en esto —me quedé estática. Lo miré sin saber que decir ¿él estaba asumiendo que sentía algo por mi?....esto era increíble. Elizabeth tenía razón, para tratar con Alex había que ser muy especial. Era como si este fuera el verdadero Alex, no el que se esconde en su tosquedad e indiferencia. Al ver sus ojos, solo recordé algo que dijo antes cuando me enojé mucho. —No hay lista –dije finalmente. Alex se tensó de nuevo, sabiendo que me refería a cuando leí sus diarios y habían dos mujeres de una cantidad que no podía imaginar —…no hay lista, tu solo las perdiste… —pase lentamente mis manos por su rostro. Alex estaba enojado o nervioso, pero no estaba ni un poco parecido a lo que estaba hace tres segundos. —Ese tema no lo hablaré contigo –se separó de un solo movimiento de mi lado. Si, se había enojado, me miró con el ceño fruncido –no vuelvas a nombrar aquello ¿has escuchado? –no dije nada, solo asentí. Él se podría haber enojado, pero yo aun seguía en las nubes con este momento. El había sido tierno y preocupado conmigo, ya no era una duda, él de verdad lo había sido y solamente mientras pasaba mis manos por su rostro — ¡Victoria! ¿Has entendido? —Así es Sr. Lenardis –no estaba enojada, pero igual lo llamé así. —Y no me llames de esa forma, no eres ninguna empleada para que me nombres de esa manera –dio unos pasos lejos de mi enojado, pero se volteó y vio algo que estaba más atrás de nosotros. Desapareció y volvió a mi lado –esto me lo llevo – tenía en su mano el anillo que yo había dejado atrás. Antes de voltearse e irse enojado como sabia que lo haría, me concentré en ver sus labios ¡en todo este tiempo no lo pude besar! Pero sin dudas había sido un muy buen momento, hecho que hizo que ahora mi cabeza este hacia arriba y me confundiera más, pero de algo podía estar segura. Alex sentía algo por mí y había encontrado la técnica para sacar al verdadero Alexander Lenardis.


CAPÍTULO 15

Estaba recostada sola en mi cama, ya estaba amaneciendo, o sea que los vampiros se van a la cama y el vampiro con el cual me interesaba conversar, no estaba a mi lado, seguía durmiendo en su habitación y sabia… ¡no!...estaba segura que él no iba a llegar por si solo aquí de nuevo, menos ahora que habíamos hablado mucho más. Alex tenía planeado todo aquello del secuestro, porque me conocía de antes, nunca intento alimentarse de mí en ese primer momento, pero por lo que él había dicho, no me daría más información sobre eso. También admitió que sentía algo por mí, claramente eso me sorprendió, porque nunca pensé, jamás imaginé que él sentiría algo por mí, asumí que era algo más físico o alguna locura de él, en la cual yo no estaba poniendo mucha resistencia. Lamentaba haber hablado de las mujeres que había perdido antes, en su vida, si no hubiera sido por eso quizás ahora él estaría a mi lado y seguiríamos hablando. Me revolvía de un lado a otro en la cama, me era imposible cerrar los ojos y dormirme. Vencida me puse de pie y salí de mi habitación. Iría a ver un hermoso espectáculo, era mejor que estar revolviéndose en la cama. Subí al tercer piso, donde estaba la piscina y me fui a recostar al sofá, ese lugar me daba una hermosa vista del amanecer. No podía sacar una estúpida sonrisa de mis labios, aun seguía confundida, pero me sentía bien, era agradable tener esa sensación. — ¿Qué haces aquí? –Me volteé asustada al notar que no estaba sola – deberías estar durmiendo. — ¿Qué haces tú aquí mejor dicho?...te hace mal estar tanto tiempo despierto Alex –levantó los hombros quitándole importancia y se sentó a los pies del sofá. Él solo llevaba puesto su pijama, que consistía en un pantalón azul. —Digamos que no estar expuesto ante el sol, hace que sea más fuerte y esto de dormir solo se haga una rutina. —Oh…verdad, recuerdo que dijiste algo sobre no dormir nada –él asintió –eso no te agrada. —No…te hace más anormal, aunque requiere un gran gasto estar al sol, hay que alimentarse regularmente, eso es lo que te va ayudando a sobrevivir, la sangre, ya que tu corazón no late –sonreí ampliamente a lo que dijo — ¿Por qué sonríes? — ¿Me estás dando una clase sobre vampiros? –él miro hacia la ventana. El sol aun no subía.


—Supongo… —dijo con un suspiro. Se veía preocupado, supe de inmediato lo que sucedía aquí, Alex por lo que había dicho, en estos años había cambiado a su forma original de ser. —Estas así porque me diste información que no deberías hace un par de horas ¿no? –él me miro frunciendo el ceño. — ¿Qué te hace pensar eso? –su expresión era dura, creo que él deseaba que específicamente yo lo viera así, jamás había visto que mirara a otra persona de esta manera, claro…exceptuando a John. —Porque estas incomodo a mi lado, se nota… —esquivó mi mirada, llevándola de nuevo a los cerros que aun escondían al sol. —Eres muy perceptiva —reí despacio a lo que dijo. Eso no era cierto, jamás había tenido esa habilidad de saber que pasaba con las personas a menos que me lo dijeran, pero con Alex era diferente, si alguien me preguntara el porqué…no podría responder, no tenía la menor idea. —Supongo entonces no está cansado, Sr. Gobernador –se volteó de inmediato a verme. —Presumo que quieres saber algo sobre eso igual ¿no? —Estas en lo correcto…todo lo que pasó esa noche de año nuevo, fue demasiado confuso, no entendí nada, tu solo tienes veinticuatro, es imposible que seas… —Bueno, realmente no importa que sepas como es todo, si no llevas el anillo – me miró de soslayo y esquivó mi mirada. —Sigo sin querer llevarlo Alex…eso es una locura —se volteó más bruscamente a ver el sol. —Te adelanto que no tienes opción, ese día llegara más temprano que tarde, por las buenas o por las malas ¿has escuchado? –sonreí, pareciera que no duraba nada un Alex más…tranquilo. —No te alteres…y si escuché, pero no opino igual que tu y en eso no puedes interferir, incluso si me conviertes, es mi decisión a final de cuentas… —suspiró. —Eso realmente está fuera de mis prioridades, aceptarás de todas maneras cuando llegue el momento, te preocupas por mi aunque no lo quieras, lo sé…— ¡maldito! tenia la razón. Me preocupe bastante en que ese vampiro, llamado Roberto, no humillara a Alex con mi escape el día de la fiesta. —Cállate… —mi vista se fue de nuevo a los ventanales y los primero rayos del sol estaban apareciendo de una forma maravillosa. No pude evitar sonreír al notarlos – es perfecto…


—Sí lo es —el tono de Alex estaba diferente, pero no me fije en él. Seguí mirando hacia el sol por varios minutos, mientras iba subiendo y subiendo. — ¿Alex que sucede si te expones al sol sin tener a alguien para alimentarte? —Muero… —mi mirada dejó el amanecer para verlo preocupada, él ya me estaba mirando –esa es un forma de morir, es bastante cruel si lo piensas, debe ser bastante tiempo eso sí, sería más rápido si no tienes ni una sola gota de quien alimentarte. Tu cuerpo se va degenerando de a poco, los vampiros más jóvenes mueren más rápido de esa forma, no tienen tan buen control con la abstinencia de la sangre –me quede en silencio por unos segundo. Alex no dejo de mirarme. — ¿Cuál es la otra forma? –tragué saliva, esta conversación se estaba poniendo muy oscura. — ¿Quieres ver cuáles son tus probabilidades de vencerme? –negué de inmediato, no dije nada, solo quería la respuesta. Alex suspiro, tenía ese habito últimamente, ya que para un vampiro un suspiro no tenía el mismo efecto de relajación como para un humano…supongo –la otra forma de morir es…bueno, sádica, pero no cruel, sale en los libros que has leído, es cortando…la cabeza –me miró curioso, se notaba incluso un poco incómodo, bueno, bastante. —Que horrible, debes estar seguro que ninguna de esas formas usaré para eliminarte –sonreí al decirlo, pero el no, parecía como si estuviera recordando algo. Me preguntaba cuantos recuerdos podía haber en la memoria de Alex. —Alguien ha tratado de…¿asesinarte? –una sonrisa se marco de inmediato al escucharme. —Sí, varios…pero como ves no ha dado resultado, siempre estoy rodeado de vampiros que son bastante fieles, ellos cuidan mi espalda cuando lo necesito. —Pero debes ser…así, como súper fuerte por tu edad ¿no? —Sé lo que quieres saber Victoria, solo te diré que son más años de los que te puedes imaginar y solo unos poco menos que Elizabeth, ella era la antigua gobernadora… —Me gusta más que te nombren como Rey… —una leve risa salió de sus labios…lo quede mirando sin sonreír, esta vez su risa por primera vez había llegado a sus ojos, jamás lo había visto así, sus ojos brillaban. — ¿Qué sucede?... ¿te has dado cuenta que te nombrarían reina? –eso me trajo de nuevo a tierra, de donde fuera que estuviera. —Como sea… —dije dándole termino a ese tema, ya que yo tendría que ser algo así como su primera dama — ¿Elizabeth era la antigua gobernadora de tu especie?


—Sí, digamos que utilizo su única conversión para poder tener a su sucesor, le cuesta mucho confiar en las personas, claro…contigo, se le dio bastante fácil, ni siquiera Charlotte obtuvo una Elizabeth amable en bastante tiempo –sonrió levemente, lo estaba haciendo más seguido de lo que había hecho antes. —Ella es genial…me agrada mucho, me hace más fácil estar aquí. —Supongo que le agradas…aunque luego de un tiempo volverá a Inglaterra, ella ama Londres –me acomodé mejor en el sofá –muévete –lo miré confusa, pero me cambié un poco más al lado. El se recostó, lo miré sorprendida, pero de todas formas me acomode mejor a su lado, no lo mire eso sí. El sol ya estaba a la mitad. — ¿Por qué dijiste algo de su única conversión? –dije recordando las palabras de Alex. —Solo podemos convertir a una persona en vampiro, no más, solo se puede hacer esa conexión una vez… —me senté un poco para verlo. —Pero tú… —eso era imposible. —A menos que aquella persona o sea el vampiro muera, puedes volver a convertir a alguien otra vez –me miró sin decir nada más. — ¿Cuántas has convertido Alex?... –hice mis manos puño, preparada para el numero. —Supongo que menos de las que crees… —esquivó mis ojos y se concentró en el paisaje –te estás perdiendo el amanecer –tomó mi mano y me hizo recostarme. Tenía razón, era hermoso ver como el sol salía. Nos quedamos así por mucho tiempo, fue agradable hasta que mi cansancio provocó cerrar mis ojos, pero Alex no se movió ni un poco. Cuando volví a abrirlos, vi que estaba en mis suaves sabanas, pero estaba solo…Alex nuevamente no había dormido a mi lado. Me quede mirando mi reflejo, luego de haberme duchado y vestido, estaba más arreglada de lo común en estos días, realmente no me agradaba ver tan hermosa a Charlotte. El espejo ahora mostraba a una diferente Victoria de hace unas semanas atrás, lucia diferente, y a pesar que no debería estar feliz, ni siquiera cómoda sabiendo cómo estaban mis padres, lo hacía, me sentía generalmente bien, a pesar de sentir esa espina en el corazón por perder a mi familia, pero ya no había vuelta atrás. Salí del baño mientras me arreglaba mi vestido color azul, que había elegido con bastante cuidado y note que ya estaba anocheciendo, de seguro no había nadie levantado. Cerré mi puerta tranquila hasta que escuche una muy conocida voz. —Buenas noches –me voltee sobresaltada, aun sabiendo que era Alex –Te ves nerviosa.


—No es nada –puse mis manos en mis espalda, nerviosa al recordar cómo había sido este amanecer y como había sido el día anterior en realidad. Alex me estaba mostrando cada vez más de él — ¿Cómo has despertado? –tuve que hablar al notar la mirada de Alex. —Bien…pero ahora —se acercó a mi peligrosamente, acercándose a mi rostro, mientras yo daba un paso atrás, nerviosa, sus labios pasaron con suavidad por los míos. Mi corazón se acelero demasiado, pero no alcancé a sentir muchos sus labios, apenas fue un roce. Lo mire enfadada, no sé que estaba pretendiendo, pero él… ¡él no era capaz de besarme! Alex me miraba sonriendo —Ahora estoy mucho mejor –traté de tranquilizar mi mente, así que cerré los ojos y respiré, logrando mi objetivo. —Iré a comer –comencé a caminar alejándome de él, pero llegó a mi lado sin ningún esfuerzo. —Te acompañaré —lo miré sorprendida, pero no le dije nada, solo sonreí, aunque estaba descubriendo que a Alex le gustaba verme comer o besarme luego de comer. Elizabeth me dijo que la comida luego de ser vampiro sabía asquerosa, aunque desees comerla, así que supuse que Alex sentía otro sabor en las comidas cuando me besaba. Bajamos en un silencio bastante cómodo, pero me adelante unos pasos para llegar más rápido a la puerta. La abrí de golpe, ahí estaban mis dos vampiros favoritos. — ¡Buenas Noches! –dije animada, ellos me esperaban sonriendo. Saludé a Ezequiel y Javier, pero ambos se veían un tanto nerviosos, supe de inmediato el motivo — ¿Por qué están tan tensos?...no es como si Alex les fuera a decir algo por saludarlos ¿cierto Alex? –me giré a verlo. Estaba serio como una piedra, mirándonos. —Eso es algo que no sabes Victoria –su voz demostraba que estaba un poco enojado. Rodeé los ojos y los ignoré. —Pequeña, creo que deberías ir a comer –dijo Ezequiel, sonriendo, no se veía tan preocupado como estaba Javier. Suspiré derrotada, no los quería meter en problemas con Alex. —Está bien, luego volveré –mire a Alex para que siguiéramos, pero él no me miró, solo miraba a los chicos. —Iré en unos segundos, adelántate –mi corazón salto al escucharlo decir eso, miré a los chicos preocupada, pero ambos me sonrieron, supe de inmediato que lo hacían solo para no preocuparme. Salí de ahí rápidamente, llegue más rápido que nunca a la cocina. No podía creer que Alex fuera así de posesivo, sabía que ellos nunca iban hacer nada que él no deseara, Ezequiel y Javier, casi besaban el suelo por donde caminaba Alex y aun no


tenía idea del porque, ningún otro guardia se veía tan cercando a él, era raro, pero no tenía muchas opciones para descubrir que pasaba, ellos no me dirían nada que Alex no quisiera revelar y Alex tampoco hablaría. Mire a todos lados en la cocina, sin ver a Francesca, pocas veces venia aquí y ella no se encontraba y cuando eso pasaba siempre entraba a los segundos después de mi llegada, sin embargo no me preocupé ya que mi atención se fue al constante ruido que había, era como si golpearan la pared con algo. Me acerqué a la fuente de origen del sonido, la cocina ahora si se veía demasiado grande, ya que me costó descubrir que venía de la puerta por donde siempre salía Francesca. La abrí sin siquiera decir “permiso”….lo que fue un grave, pero grave error al notar de donde venia aquel ruido. Era la cama de Francesca, esta era su habitación y yo tenía fija la mirada en lo que John estaba siendo, sobre Francesca, el ruido venia del golpe de la cama contra la pared. Pude ver al mirar el rostro de Francesca que no me notó, porque tenía sus ojos cerrados, mientras salían leves gritos de su boca al ser penetrada por John, que estaba completamente desnudo. Lo mire con pánico al notar la escena, no podía decir que Francesca lo estaba pasando mal, pero me sorprendió demasiado ver algo así. John me miró y sonrió mostrando sus colmillos, creo que ese fue la gota que rebalsó el vaso a todo lo que estaba sucediendo. Cerré la puerta, tomé una manzana para despistar a Alex y salí corriendo de la cocina, pero para mi mala suerte, solo al abrir la puerta me encontré con Alex, en realidad choque contra él. — ¿Qué te sucede? –me miró preocupado, pero se quedo en silencio y miró hacia la cocina, su ceño se frunció de inmediato y note que se estaba irritando. —Ni se te ocurra…vámonos por favor, no los molestes –lo empujé con mis manos, tratando de alejarnos, pero como siempre, era como empujar un muro. —Te han incomodado, eso no me gusta, solo lo puedo hacer yo –seguía mirando hacia la cocina. —Alex, vamos…ellos están ocupado, si quieres después pero no ahora…por favor —me miro y dio un paso hacia atrás, lo que me tranquilizó. Sonreí aliviada. —Está bien –comencé a caminar rápido, para que él con su audición anormal, no siguiera escuchando lo que pasaba en la habitación de al lado. Llegamos a la terraza de la casa, ninguno dijo nada, yo no quería que saliera algo de su boca en este instante, porque sabía que iba a avergonzarme. —Entonces… —dijo mientras se apoyaba en la mesa y yo me sentaba, me miraba sonriendo, eso me daba un mal presentimiento –se podría decir que estamos hablando mientras John y Francesca están teniendo sexo ¿no? –estaba en lo correcto,


un pésimo presentimiento. Mis mejillas se sonrojaron al instante de escucharlo e imágenes de lo que vi volvieron a mi mente y me puse aun más roja. —Alex… —lo miré enfadada, mientras su sonrisa se ampliaba aun más –hace un minuto estabas enojado. —Aun lo estoy e iré hablar con ella —eso me asustó. —No, no puedes, harás que se sienta mal –su mirada solo indicaba que estaba aburrido escuchándome y que no le importaba lo que yo dijera ¡estúpido! —Victoria…no le pago para que se ande revolcando con cada guardia que existe aquí. — ¡Eso solo uno!... ¡estas siendo muy machista e injusto! –me puse de pie para tener más seguridad en esto, sabía que iba a ser difícil. —Claro que no es injusto…y está bien es solo John, pero no le pago para eso, además te alteró –esquivó mi mirada y solo por un segundo sentí ternura por lo que dijo al final, pero luego se me quitó. —Alex…no puedes ser así, tú me alteras a cada segundo con tus comentarios que me avergüenzan. —Eso terminara en un fututo muy cercano, no te preocupes, es porque eres virgen, encuentras todo con el triple de importancia que en realidad tiene…pero no te preocupes –marco esa sonrisa coqueta que me hacia confundir en las cosas que decía o pensaba —…yo me encargare de que te tomes todo con mucha tranquilidad – roja, ahora si estaba aun más roja que antes, un rojo fosforescente, nuevamente no sabía si ese color existía. — ¡Alex basta! –me volteé enojada, todo lo que decía lo hacía apropósito para avergonzarme. —Victoria —su tono de voz había cambiado, estaba más seductor de lo normal y ahora pasaba su dedo índice por mi cuello que estaba expuesto, bajando por mi hombro derecho. Solo eso basto para que mi corazón se acelerara — ¿ves? –Dijo cerca de mi oído –no me tomará mucho tiempo –noté a lo que se refería y me enojé aun más por su confianza. Me dirigí caminando rápido hacia adentro. Estaba realmente más alterable de lo común y debo ser lo bastante honesta para decir que era porque ¡él me frustraba!...siempre provocando y sin hacer nada, sobre todo ayer cuando solo me tentaba pero nunca me besó. Solo tuve que tener ese pensamiento para notar lo mal que estaba, me estaba dejando llevar demasiado por Alex. –Espera –dijo tomando mi vestido desde atrás y haciendo que retroceda –no sacas nada con enojarte, así no me manipularás jamás, así que te conviene buscar


alguna otra estrategia…ya no eres una niña Victoria —tenía mi vista fija hacia adelante, mientras escuchaba su voz en mi oído. —Cállate

–traté de avanzar de nuevo, pero como siempre, solo él decidía

cuando me iba o me quedaba. Esta vez me acercó bastante hasta chocar con su cuerpo, sentí como sus labios estaban en mi cuello, respiré profundo por la sorpresa. Subió con cuidado hasta llegar a mi oído. —No tienes porque enojarte porque tengo razón —ahora podía sentir su nariz por la parte superior de mi oreja. —Solo me quieres matar —de verdad él quería hacerme eso y no lo decía solo por el hecho que me quería convertir en una vampiro, donde sería una muerta andante, sino que él quería que mi corazón explotara por su culpa, que mi respiración no fuera capaz de sostener mi cuerpo….él me estaba matando. —Mmm…. –pocas veces lo había escuchado decir “mmm” y me encantaba, salía desde su cuerpo, tan profundo que me hacía temblar y él lo notó porque rodeó mi cintura con su mano –aun así hablaré con Francesca –no estaba consciente y ahora no me importaba lo que hiciera con ella, solo estaba concentrada en su mano en mi cuerpo ¡Odiaba que tuviera tanto poder en mi! aun así no era capaz de decir nada — ¿recuerdas la expresión Francesca hace un rato? — ¡Alex! –me traté de mover, pero él no me dejó. Sin poder evitarlo traje esas imágenes a mi mente. —Bien, será mucho mejor entre nosotros –me quede helada, siempre que él hablaba de esas cosas hacia que me cohibiera por completo, Alex tenia cero pudor – ya verás que será completamente natural. —Cállate, por favor —escuché su risa en mi oído. De un movimiento Alex me hizo quedar al frente de él, viéndolo claramente. Sonreía, sus colmillos se veían y como ya me era costumbre, no causaban miedo, ni un poco. —Ven conmigo –tomó mi mano e hizo que entráramos, no tenía idea a dónde íbamos, pero luego de unos segundos descubrí su objetivo…Francesca. —No lo hagas –dije deteniéndome, pero él solo me miró y me hizo seguir caminando, entrando a la cocina. Francesca estaba ordenando y limpiando el lugar. —Francesca… —dijo Alex, sobresaltándola y haciendo que volteara a vernos. —Sr. Lenardis –su sonrisa era siempre amable, me estaba sintiendo mal por todo esto, era mi culpa. No debí haber dejado solo a Alex con Javier y Ezequiel. Alex soltó mi mano y dio unos pasos hacia adelante, mientras yo sentía que me hacia pequeñita. —Seré directo, sabes que no me gustan los rodeos…llevas años trabajando para mí –Francesca frunció el ceño, de seguro estaba confundida, más si él no le hablaba


en su idioma –solo por eso no te despido — ¡Porque ahora Alex no hablaba en Italiano!... ¿es que acaso quería que me enterara lo que le decía? —Yo… —ella iba a continuar, pero Alex levantó la mano, haciéndola callar, ella asintió y obedeció a la orden de Alex. —No quiero volver a saber que estas involucrándote con John en tu horario de trabajo, y menos quiero saber que alguien abrió la puerta y te descubrió…. –la mirada de Francesca pasó de inmediato hacia a mí, la esquivé al segundo de contacto —¿se ha entendido? –de soslayo noté que ella asintió, mientras sus mejillas se teñían de rojo. Salí antes que Alex de ahí, él se tomó unos segundos adentro para luego salir de ahí. —No puedo creer lo que le has hecho, no es tu problema lo que Francesca haga con su vida Alex –él solo siguió caminando sin hacerme caso, lo que me ofendió bastante — ¿Supuestamente no te eligieron de gobernador por ser sabio y justo y un montón de mentiras más? –se giró de inmediato. —Victoria, no me gusta ni como me estás hablando ni tampoco que los empleados hagan lo que se les apetezca bajo mi techo. — ¡Debes ser justo!...y no lo estás haciendo ¡oh gran gobernador! –dije sarcásticamente, él no estaba cumpliendo su papel, por el cual fue elegido. —Victoria, cuidado… —me miró intensamente, pero esta era una mirada furiosa, sin embargo, con el tiempo esas miradas no estaban causando el mismo efecto que el de antes. —Alexander Lenardis, si tanto dices ser un buen gobernador, te toca a alguien más a quien humillar –de inmediato mis palabra causaron confusión en él. — ¿A qué te refieres? –sonreí triunfadora. —Que tener sexo no se hace de a uno, falta que hables con John, él también estaba en esa cama, y estas siendo muy injusto al solo regañar a Francesca –él iba a decir algo en contra, pero ya no estábamos solos. Elizabeth caminó tan delicadamente hacia nosotros, lucia casual, con unos jeans y una blusa blanca, su cabello entre canoso y rubio lo llevaba suelto esta vez, le llegaba hasta los hombros, lucia fantástica, se veía, aun vestida así, muy importante, creo que lucir así se lleva por dentro, exactamente como Elizabeth, ella no necesita ropa cara o cosas por el estilo para llamar la atención cuando entra a un salón. — ¿Qué sucede aquí? –nos miró sonriendo, como si todo esto le causara gracia. Iba a hablar, pero Alex se adelantó. —Nada, no sucede nada y no tienes porque entrometerte –me miró advirtiéndome que no dijera nada.


—Supongo que crees que no tengo tan buena audición como tu ¿no? –Alex rodó los ojos. Había sido descubierto, de seguro ella hizo aquella pregunta solo por cortesía y no parecer una imprudente –Alex, solo te diré que dos cabezas piensan mejor que una y que nuestra pequeña Viky, está haciendo su trabajo –llegó a mi lado y dejó su mano en mi hombro. Podía decía oficialmente que le había ganado a Alexander Lenardis. —No tienes porque meterte en estos problemas –se defendió Alex, mientras su mirada iba entre Elizabeth y yo. —Claro que puedo, soy parte del consejo, que esta para ayudarte en tus decisiones, y también sabes que tengo otros dos motivos que me respaldan para decirte lo que debes hacer, ahora…sal con Viky y haz las cosas como se deben. — ¿Qué? –dije mirándola. No tenia porque ser partícipe del regaño a John, ese vampiro ya me odiaba bastante como para aumentar ese sentimiento por mí. —Está bien –Alex me miró sonriendo sarcásticamente, al notar que en su caída, no había ido solo –vamos… —comenzó a caminar hacia la puerta y tuve que seguirlo, ya que también Elizabeth me había dado un leve empujón. Javier y Ezequiel me miraron sonriendo, creo que me daban animo, de seguro habían escuchado todo, pero presentía que igual les sorprendía que me dejaran salir más allá de lo que conocía, por mi último intento de escape. Caminaba unos pasos detrás de Alex, mientras el no decía nada, lo más probable era que estuviera enojado, porque termine ganándole, sin embargo su enojo no duró mucho, ya que se detuvo en seco haciendo que chocara contra él por el brusco movimiento que no alcancé a esquivar. —Tenias razón –me miró serio –dos son culpables aquí y solo me centré en una parte del problema –evite sonreír al notar que había aceptado su derrota. —Generalmente tengo la razón, el problema es que no te acostumbras – orgullosa seguí caminando, aunque no tenía idea a dónde íbamos, porque ya estábamos fuera del portón principal de la mansión. —Veo que tendremos bastante problemas si mantienes esa actitud… —ahora caminaba a mi lado, pero su mirada estaba ahora en dirección hacia las estrellas. Decidí que mejor el tema de quien tenía o no tenía razón debía quedar en el pasado, ya que algo más vino a mi mente en ese mismo momento. —Alex… ¿a qué se refería Elizabeth a que estaba haciendo mi trabajo? –una sonrisa se marcó en sus labios al escucharme. —Sabia que eso no se te iba a escapar…—suspiró y su atención cayó sobre mi –como mi futura compañera, tu labor también es de consejera, al igual como los integrantes del consejo, pero a mayor escala, ellos no pueden llegar al nivel de


percepción que tengo contigo –mi corazón se aceleró al instante de escuchar aquello y él lo notó –no te emociones, eso no significa que haré lo que se te ocurra porque si eso fuera así, no estarías aquí –no me importaba lo que dijera, como era Alex de seguro lo estaba haciendo para mantenerse seguro con que yo pensara que era inferior a él o algo por el estilo. —Eso me gusta… —No lo veas como un beneficio —lo miré confundida —ya verás porque, se te culpará por algunas cosas, no te debe afectar, nunca todos están felices –levantó los hombros quitándole importancia. Seguí caminando con la mirada hacia el suelo, esto era demasiada responsabilidad –te recomiendo que no sigas pensando en eso –Alex me dio un leve codazo para llamar mi atención, no pude evitar sonreír al verlo. —Supongo que no tengo porque, aun no pasa nada –sonreí con suficiencia, Alex no dijo nada. Seguimos en silencio por unos segundos, hasta que recordé de nuevo lo que dijo Elizabeth –oye… ¿y porque Elizabeth es especial y te puede decir lo que hacer? –de inmediato él se sintió incomodo, lo noté por la posición de sus hombros, se tensó de inmediato. —Como dije, Elizabeth habla demás…bien, lo que sucede es que ella es parte del consejo…y como también sabes es mi creadora –asentí a lo que decía –Elizabeth era la antigua gobernadora –mis ojos se abrieron como platos a la sorpresa –si, bien, ella fue convertida por Raúl hace ya muchos años y cuando él se retiró…quedo ella, ambos son parte del consejo ahora, todos los gobernadores son parte del consejo cuando se retiran. — ¿Hace cuanto que ella se retiro? —Unos 170 años… —mi boca se abrió al saber que ya tenía una pista de su edad, realmente no me importaba, para mi él tenia veinticuatro y con sus actitudes no demostraba demasiada diferencia, pero aun así, me gustaba molestarlo. —Dios, si que eres viejo –él frunció el ceño, sabía que eso le molestaba, claramente él no tenía idea que a mí me daba lo mismo. —No tanto, además… —se quedó sin decir nada –en fin, por eso ella tiene cierto poder sobre mí. —Si crees que soy estúpida estas equivocado, la razón del consejo la dio Elizabeth y ella dijo que faltaban dos más, me has dado solo una ¿Cuál es la otra? no te dejaré tranquilo hasta que me lo digas o mejor, le diré a Elizabeth que me diga. — ¡Bien! –Negó con la cabeza, lucia bastante derrotado –Elizabeth, además de ser mi creadora y parte del consejo…ella es mi…madre –bien, eso jamás, pero nunca en mi vida o en mi un mundo paralelo pensé escuchar aquello. Ni siquiera pude seguir


caminando, me quede parada mirando a Alex, que también paró y se giro un poco para verme –no hay mucho de que sorprenderse. — ¡Estas mintiendo!....ella tiene acento ingles Alex. —Lleva bastantes años viviendo en Londres, es solo por eso, pero ella es Italiana — ¡esto era una verdadera locura! ¿Cómo su madre fue capaz de hacerle eso? –No tengo nada que decir, ella ha sido una gran madre y nunca le he reprochado algo –tragué saliva, al notar que sabía lo que estaba pensando, de seguro mi cara lo decía todo. Su mirada lucia incomoda, me llamó la atención aquello y no me agradó, él estaba nervioso diciéndome todo esto, así que preferí ayudarlo. —Alex…eso quiere decir que ¿tu mamá puede estar teniendo sexo con Raúl en este instante? — ¡Ja!...no dejaría que me avergonzara cuando él quisiera, esta era mi venganza. —Muy graciosa…muy graciosa —a mi pesar, ni siquiera se enojó, solo curvo un poco sus labios formando una leve sonrisa. Pero aunque no lo quisiera yo si estaba entre un estado de confusión y enojo con Elizabeth, aun no entendía como ella le hizo esto a Alex, no le veía el lado positivo a ser vampiro ahora que conocía a más de uno, vivir por una eternidad, donde podías estar completamente solo, me parecía que había sido lo más egoísta que pudo haber hecho, Elizabeth que era su madre. —Bien… —dijo Alex trayéndome de nuevo a tierra –deberás subir sobre mí de nuevo. — ¿Qué? ¿Por qué? –él se acercó más a mí, sin evitar ponerme nerviosa esquivé su mirada. —Porque yo lo digo y porque debemos ir donde John y eso no es muy cerca…para ti…ahora —puso una manos en mi cintura –arriba —lo miré un segundo y sonreí nerviosa. Como la ultima vez no se me hizo difícil subir a sus caderas, quede cómodamente entre sus brazos y acomode mi cabeza en su cuello. Alex olía increíble, me gustaba, no sé si era su perfume o su olor natural. Comenzó a correr a una velocidad increíble, mientras mantenía mis ojos cerrados, pasó más de uno dos o tres minutos cuando se detuvo. —Hemos llegado —me bajó con cuidado y abrí mis ojos. Al frente de nosotros habían varias casas, todas iguales y algunas mantenían sus luces prendidas. — ¿Aquí viven los guardias? –pregunté asombrada, ahora veía que era bastante favorable trabajar para Alex después de todo, te daba todo lo que necesitabas. —Si…todos, este es su lugar cuando terminan su turno –comenzó a caminar hacia las casas, lo seguí sin titubear. A pesar que no me gustaba que John me odiara


aun más porque me daba más desconfianza de la que ya le tenía, debía admitir que verlo humillado y regañado me animaba bastante. — ¿También provees a los guardias? –“proveer” ahora en mi vida tenía un significado completamente diferente; quería saber si Alex también se encargaba de que tuvieran una humano de quien los guardias pudieran alimentarse. —Claro que no, sería un gasto enorme, además que no es como si los humanos se ofrezcan fácilmente, para eso tendríamos que revelar nuestra existencia y eso está completamente fuera de nuestras leyes, es algo que sabrás más adelante. — ¿Entonces de quienes se alimentan? —Lo hacen como todos los vampiros en el mundo, solo buscan, muerden y se van, tener una humano voluntariamente es un privilegio que algunos se dan, lo que me hace sospechar que eso es lo que quiere John de Francesca, estas en lo correcto sobre sus malas intenciones, pero no puedo hacer nada, es su vida –él levantó los hombros haciendo que no tuviera tanta importancia. —Pero él…él estaba en la cama con Francesca, eso es importante ¿estás diciendo que aun así él está jugando con ella? –un leve ardor comenzó en mi cabeza debido a la rabia que se estaba formando al darme cuenta que John no se rendía nunca, solo quería utilizar a Francesca. —Si…seducción, así es como se conquista a un proveedor, pero no me agrada que esa proveedora sea Francesca, su trabajo se tornaría mediocre por la pérdida de sangre a largo plazo. — ¿Solo por eso? –enarqué una ceja al notar lo que decía Alex, no podía creer que ni siquiera se preocupara por la vida y estado de salud de Francesca. —Claro, es solo una humano, y no te sientas identificada con aquello, ya te dije que es diferente en tu caso –era imposible que él pensara de esa manera. —Aun así está mal Alex, son personas, no es como si fueran un objeto. —Lo son para nosotros, es como…una bebida para ti, dudo que te preocupes de lastimar una botella al abrirla ¿no? — ¡Alex! –Él me miró sin ninguna preocupación a mi enfado –tu igual fuiste humano. —Eso fue hace mucho tiempo y está en el pasado, olvidado…eso te lo aseguro. —Suenas como si de verdad hicieras mucho esfuerzo para olvidar aquello ¿no? —No hablaré de ese tema contigo y menos aquí donde hay más de una decena de vampiros quizás escuchándonos…así que controla tu boca por un momento. — ¡Me da lo mismo que…! —Victoria —ahora si estaba enfadado, su voz me fue intimidante. Esquivé su mirada y me calle, no tenía otra opción.


Llegamos en silencio hacia la puerta de una de las casas, era una de las que estaba más atrás. La luz estaba prendida y Alex ni siquiera tuvo que tocar para que saliera nuestro objetivo de ahí…aunque como lo hizo si fue realmente sorprendente. —Sr. Lenardis –John se apoyó en la puerta, mientras tenia puesto solo su ropa interior, unos bóxer…mire hacia otro lado de inmediato. —John —Alex se veía molesto por la particular vestimenta de John. Me miró y luego habló –tienes menos de tres segundos para vestirte apropiadamente –él involucrado asintió y desapareció. Alex me miro serio en todo el momento. — ¿Qué? –susurré, pero no alcanzó a responder cuando ya había vuelto John con pantalones y una camiseta. —Señor ¿A qué debo su real presencia? –estaba segura de que John era del tipo rebelde, no tenía idea porque Alex lo mantenía, tenía que ser muy bueno en lo que hacía, ya que siempre tenía esa actitud arrogante con él. John me dio una rápida mirada la cual esquivé de inmediato, él de verdad me intimidaba, mucho, pero mucho más que Alex. —John ¿tiene alguna apuesta? –la expresión de Alex era de completo enfado, con John lo miramos confundidos por su pregunta. — ¿A qué se refiere? —Hablo sobre si tienes alguna apuesta con alguien para ver que tan rápido estas despedido, porque si quieres te puedo ayudar a ganar y te saco de aquí de inmediato. —No sé de qué habla, su actitud conmigo está siendo injustificada –el ambiente se torno tenso de un segundo a otro. Se sabía que John estaba al tanto de todo. —Creo que sabes muy bien sobre que hablo, has desobedecido mis órdenes y sabes que eso no lo soporto –John solo me miro a mí, ¿creería que no le iba a decir a Alex lo que vi?...bueno, no lo iba a ser, él me había descubierto, pero mi odio hacia John no era un secreto, él pudo haber deducido lo que iba a pasar. —No me he alimentado de ella, he seguido las ordenes –ahora John ya no estaba apoyado en el marco de la puerta, se había puesto rígido, mirando casi con enfado a Alex. — ¿Crees que no conozco a los de tu clase? —Eso no se aplica a mí, pero dudo que no conozca “esa” clase, siendo que usted está dentro de ella –me miró dos segundos para luego mirar a Alex. ¿A qué se refería con “esa clase”? —Cuidado chico…no juegues conmigo, lo sabes bien –“chico” era algo bizarro ver a un hombre de veinticuatro llamar así a otro que lucía de unos treinta más o menos, claramente Alex era mayor que John, como vampiro.


—No estoy jugando con Francesca… —solo con mirarlo se notaba que mentía. ¡Como lo odiaba! —Escúchame bien John porque esta es la última oportunidad que te daré, no quiero saber que te andas revolcando con mi empleada bajo mi techo, no quiero que tu actitud arrogante siga o si no serás despedido y sabes que eso no te conviene para nada ¿ha quedado claro? –John frunció los labios, lleno de rabia, pero asintió –eso es todo. Alex tomó mi mano y nos hizo salir de ahí, miré hacia atrás y John aun seguía en la puerta de su casa, eso fue incómodo y escalofriante. Ninguno de los dos dijo algo al alejarnos de los guardias, creo que Alex estaba cuidando que nadie supiera nada de lo que habláramos. —Bien, ahí está, los dos han sido regañados… —me miró sonriendo. Noté que no soltaba mi mano, eso fue agradable. —John…es especial ¿no? Porque aun lo mantienes aquí siendo que es muy desagradable –soltó un suspiro, como si estuviera cansado. —No es eso, con John jamás había tenido un problema, no me interesaba que hiciera con Francesca, pero desde que te proclamaste como su nueva defensora…he notado otra perspectiva, Francesca puede bajar su rendimiento –bufé sin poder evitarlo, lo que decía Alex era mentira. —Estas mintiendo, lo más probable que esto tenga que ver con Bianca ¿no? — ¿Ella?...no sé porque la traes a colación, ella debió quedar en tu olvido – sonreí al notar que yo estaba en lo correcto. No decía que Alex podía tener una preocupación sentimental, pero hasta un vampiro siente remordimiento y haber dejado en tan mal estado a Bianca tenía que pesarle en su conciencia de alguna manera, y cuando yo defendí a Francesca la primera vez, de seguro le trajo a su mente aquella chica, que había perdido hasta la cordura por él, quien no fue capaz de saber cuándo parar de alimentarse de ella….y bien, luego ella no supo cuando dejar de alimentar a los demás. —Alex, no tienes que mentirme, lo sé, tienes cargo de conciencia, además Francesca por lo que supongo lleva años trabajando para ti, es imposible que no sientas algo de cariño y preocupación por ella, al igual como lo sientes por Ezequiel, Javier, Raúl…no me lo puedes negar –cuando termine de hablar, él solo estallo en risas, soltando mi mano. —Creo que has pasado demasiado tiempo sola Victoria ¿tanto me extrañas por las noches?


— ¡¿Qué?!....eso ¡eso es mentira! además no estamos hablando de aquello, así que no trates de cambiar el tema –con una amplia sonrisa Alex me quedó mirando, mientras ahora caminaba de espalda hacia adelante, quedando al frente mío. —No te preocupes, poco faltara para que compartas mi habitación, donde serás una más de nuestra especie y serás completamente mía –me confundí a lo que decía, sabia cual era sus propósitos conmigo, cosa que se le estaba haciendo mucho más fácil cada día, sin embargo, jamás había dicho una fecha o algo por el estilo. — ¿A qué te refieres? –dejo de caminar, para quedar al lado mío, ya no estaba sonriente. —A que al final de este mes, serás mía, tendrás que ser convertida y pasar por el rito de unión para ser mi compañera de por vida… —me detuve en seco –y espero que no hagas un gran drama ahora porque sabias lo que te esperaba –no pude evitar que mi corazón latiera con rapidez y esta vez podía decir segura que no era por emoción o por Alex. — ¿Cuándo? –mi mirada quedo fija en el suelo. —En unos veinte días, esta todo preparado, será en Italia….te dije que ese anillo lo usarías por las buenas o por las malas –todo mi ánimo llego hasta mis pies, yo no me quería convertir en un vampiro, quería seguir con mi vida, vivir de verdad, incluso tener una familia, para luego envejecer…pero ahora solo me quedaban veinte días donde podría seguir sintiendo el latido de mi corazón.


CAPÍTULO 16

De mi boca no había salido palabra alguna, no había sido capaz luego de haber entendido el poco tiempo que me quedaba para ser vampiro. Con Alex ya estábamos en casa, nos habíamos demorado en llegar, ya que yo no quise viajar a su velocidad, agradecí que no dijera nada, creo que estaba comprendiendo cuando tenía que callarse. —No quiero ningún drama como te dije antes, no quiero incomodar a nuestras invitadas ¿está claro? –estaba equivocada, aun le costaba guardar silencio. Asentí y me dirigí hacia la sala –no sé por qué haces tanto escándalo Victoria, sabias lo que iba a pasar, me sorprende tu actitud –me senté completamente abatida en el sofá, mientras que Alex se sentaba en el otro extremo de este. No era capaz de entender su actitud, no comprendía lo que me podía estar pasando en este momento con su noticia. No pude responder a sus palabras porque ya no estábamos solos, a nosotros ahora se unía Elizabeth y Raúl, quienes se sentaron en el sofá de al frente. —Buenas noches –dijo Raúl, mientras tomaba la mano de Elizabeth. Solo lo mire y sonreí. — ¿Qué sucedió?... ¿hizo algo ese John? –La mirada de Elizabeth era preocupada, pero luego miró a Alex, supongo que Alex le dijo a través de sus pensamientos lo que había sucedido de verdad –Victoria… —ella se sentó en un segundo a mi lado, mientras pasaba su mano por mi espalda, consolándome ¿Por qué Alex no podía entender que eso era lo que necesitaba? —Le está dando una importancia ridícula a esto, ni siquiera va a morir…bueno, solo su corazón no latirá más –ya me estaba cansando de Alex y su poca sensibilidad, por no decir que era completamente nula. Estaba tratando de ser lo más paciente para no estallar y gritarle, odiaba que Alex sacara lo peor de mí. Me puse de pie para irme o si no iba a terminar por tomar alguna estaca y partirlo en pedacitos….seria entretenido si de verdad pudiera hacerlo. —Viky —dijo Elizabeth preocupada, pero seguí hacia adelante, no obstante una mano me detuvo. —Te dije que nada de espectáculos, ahora ven a sentarte, porque Elizabeth Y Raúl están aquí por ti —comenzó a caminar llevándome con él, hasta que hizo que me sentara a su lado. Elizabeth había vuelto a estar con Raúl. —Alex, no creo que sea el momento, puede ser mañana o cuando Viky se sienta bien –Raúl me miraba preocupado, pero Alex no lo tomó en cuenta y menos lo hizo cuando llegó a la sala Charlotte. Vestía pantalones negros ajustados y una ramera gris


que se movía a su alrededor de una forma envidiable mientras caminaba, llevaba su largo y rubio cabello suelto…como me desagradaba. —Buenas noches a todos, veo que hay un ánimo increíble por aquí –me sonrió de esa forma que me apestaba en ella. Esperaba que nunca en mi vida estuviera sola en una habitación con Charlotte. — ¿Cómo has despertado? –Alex le sonrió mientras se separaba de mí e iba saludarla con un beso en la mejilla, realmente no me importó, solo esquivé la mirada de esa imagen, no tenia ánimos para soportar las tonterías de Charlotte. —Muy bien, gracias Alex –no pude evitar volver a mirar y note claramente como ella apoyaba su mano en el pecho de Alex, sonriéndole coquetamente. —Alex, estamos aquí por algo ¿no? –Raúl lo miro serio y Alex asintió, apoyándose en la chimenea que estaba a su lado, mientras que Charlotte iba a mirar por la gran ventana. Raúl sigue hablando, pero ahora se dirigía hacia mi —Bien pequeña Victoria, creo que te debes enterar más sobre nosotros siendo que serás una más ¿no? —Supongo —suspiré cansada, cada vez que me desanimaba y tenia momentos de verdadero odio hacia Alex, era como si mi cuerpo entero estuviera agotado después de hacer demasiado ejercicio. —Deja de hacerte la víctima —Charlotte me miro fijo a los ojos –aquí eres todo, menos una víctima, eres una simple y ordinaria humana que le ha tocado la suerte de ser convertida por Alex –repentinamente se comenzó a alterar, y parecía una verdadera fiera mientras caminaba hacia la parte detrás del sofá, donde estaba Elizabeth y Raúl –y ahora te daré tu primera lección…no pienses que eres especial, no lo eres, Alex solo tiene que tener una compañera para montar apariencias ante todo el consejo y los vampiros, así que no esperes que te sea fiel….menos a ti niña –mi vista fue de inmediato de Alex a Charlotte. — ¡Basta Charlotte! ¡Vete de esta sala de inmediato! –Elizabeth se puso de pie y miró enfadada a Charlotte, quien tenía una expresión de sorpresa por un segundo, pero luego sus labios marcaron una perfecta línea por culpa de la presión de la rabia que sentía. Desapareció en un segundo – ¡Dios!...me volverá loca –se sentó acariciando su frente, mientras Raúl acariciaba su otra mano. Miré a Alex, quien no tenía ninguna expresión, pero por lo menos tenia la decencia de mirarme. —Por lo menos ahora tengo algo claro –no esquivé la mirada de Alex –ya sé porque hiciste todo esto, estas lecciones por lo visto serán memorables…todo esta cuadrando ahora. —Pequeña, no creas lo que dice Charlotte, esa chica está loca…de verdad – Raúl miró a Alex luego de decir eso, pero este ni siquiera se inmutó en decir algo.


—Si me disculpan –miré a Elizabeth y Raúl, mientras me ponía de pie –necesito ir al baño y vuelvo ¿sí? –les sonreí para que no se preocuparan, ambos asintieron. Me apresure en subir las escaleras y llegar a mi habitación. Cerré la puerta y me senté en el suelo de inmediato, dando un largo suspiro, esto era demasiado para mi ¿Qué pasaba si Charlotte decía la verdad?...aunque Elizabeth sinceramente se enojó con ella, siempre ha defendido a Alex diciendo que debo entenderlo o cosas así, pero Alex ni siquiera se preocupó de desmentir lo que Charlotte dijo. —Debes saber que esto lo hago por tu propio bien –al escuchar su voz me puse de pie de inmediato. Charlotte solo estaba a unos metros de distancia de mí, apoyada en un pilar de madera de mi cama. — ¿Qué haces aquí?...sal, llamaré a Alex –su risa salió de inmediato. — ¿Crees que él me dirá algo porque te he incomodado? una cosa es regañar a sus empleados para engañarte, pero otra es regañar a un vampiro de verdad –cada palabra que salía de su boca iban directo a mi estómago. —No me importa lo que digas, sal de aquí, por favor –abrí la puerta esperando a que desapareciera, pero solo se escuchó el golpe de la puerta cerrándose, mientras perdía el tacto con la madera — ¡Sal de aquí Charlotte!...Alex escuchará o por lo menos lo hará Elizabeth…y dudo que quieras seguir siendo regañada por ella –la tenia al frente, mirándome enojada. —Eso no lo creo, estas habitaciones se mandaron hacer con la cualidad de ser aislante del sonido, a mi parecer solo Alex estaba arreglándoselas para poder tener a más de una mujer en diferentes camas sin que se dieran cuenta –eso si me hizo enfurecer. — ¿Cuál es tu problema? yo no te he hecho nada. —Eso es cierto, aun así no me agradas, pero tampoco me gusta ver como todas andan humillándose con Alexander. —Muchas gracias por tu preocupación, pero no lo necesito, así que puedes dejar de actuar como la perra que eres –hice mis manos un puño para seguir con mi tiempo de coraje. Entrecerró los ojos, pero duro solo un segundo, ya que dio media vuelta y comenzó a caminar por la habitación. —No puedo negar que eres valiente, eso es cierto, pero estas siendo muy ingenua al pensar que puedes enamorar a Alexander. — ¡¿Qué?! eso…. –la miré sorprendida por lo que había dicho –Wow…tranquila vampirito, mira que por lo visto la equivocada aquí eres tú, yo no trato de hacer nada con Alex –una amplia sonrisa se marcó en sus labios, supuse que no me creyó. —Está bien, lo que tu digas…veras –se dirigió hacia la cama –mi temperamento no siempre es agradable para los demás.


— ¿En serio? –dije irónicamente. —Mira, no me has hecho nada, pero me eres desagradable, es algo de química…ahora bien, eso no quiere decir que soporte verte como estúpida con Alexander –me llama la atención a como lo llamaba “Alexander”…sonaba como si no hablara de solo Alex –solo te haré ver que tengo razón…me gusta demostrarlo y si tengo que darte una leve ayuda, lo haré –esto no me estaba dando un buen presentimiento, para nada –pero tú debes hacer lo que yo te diga ¿te parece? –no pude evitar reír a lo que dijo. — ¿Qué te hace pensar que haré eso? —Porque estas en desventaja, tengo más información de la que crees, llevo mucho tiempo dentro de esta familia. —No te creo y no caeré en tu juego, eres la típica malvada que trata de realizar un plan, así que ahora vete…te lo estoy pidiendo amablemente –ella rodó los ojos. —Alexander tenía razón, esto no es un libro Victoria, es la vida real y te estoy dando una oportunidad que no volverá a ocurrir, ni siquiera te estoy dando la opción de traicionarlo, sino de que sepas la verdad de todo ¿no crees que estoy siendo ya muy generosa? —Por Dios Charlotte, eres la típica víbora malvada, en lo ficticio tanto como en lo real –suspiro un poco irritada. —Victoria, escúchame bien, Alexander te esconde una cantidad de cosas que no tienes idea, hay muchas partes de la conversión que ni siquiera se te han revelado. —Para eso me está dando estas tan especiales “clases” — ¡Bien! –Se puso de pie y comenzó a caminar hacia mi –te lo has perdido, tuviste la oportunidad y la has rechazado, nunca debí si quiera querer ayudarte –me miro con suficiencia y abrió la puerta. Debo admitir que sus palabras lograron que entrara el pánico en mí, ella era mi atajo, encontrar toda la verdad solo a un paso, ya que si tomaba el camino largo significaba tener que sacarle información a Alex –solo te diré algo más, cuando estés… —llevó su mano a su mentón —más cerca de lo normal con Alexander, te recomiendo que pases solo la punta de tu lengua por el lóbulo de su oreja izquierda –abrí mi boca por culpa de lo que dijo. —Vete de aquí Charlotte –ella rodó los ojos y siguió su camino. —Cuando lo hagas, sabrás que todo lo que dice Alexander o los demás no siempre es cierto –al decir eso desapareció. Cerré la puerta de golpe, pero miré a mi alrededor y ya no quería estar ahí, por lo que me apresuré en dar la vuelta más larga a través de la casa para poder tener más tiempo para cuando retornara con los demás. Estaba en problemas y en unos muy grandes. Quizás después de todo, Charlotte si quería mostrarme la verdad sobre Alex,


pero ella no era de confiar, tampoco lo era nadie en esta casa en realidad…estaba sola, esa era mi verdad, yo no tenía por qué serle fiel a nadie, específicamente a Alex ¿en qué estaba pensando al rechazar la oportunidad que me estaba dando Charlotte? Alex había sido quien me había quitado mi vida, me quería convertir en un vampiro y no era capaz de ser un poco sensible, le daba lo mismo lo que yo sintiera. Baje las escaleras más compuesta y decidida, solo tenía que probar algo para confirmar mi decisión. Llegué con los demás, donde conversaban amenamente, Alex me dio una larga mirada. — ¿Qué? –dije arisca cuando me senté a su lado. —Nada… —no fue capaz de decir algo. Tenía que concentrarme en ver que él era el enemigo, en realidad todos, no tenía porque ser amable o tener que empezar a preocuparme por alguien aquí, esta era mi cárcel y no sé qué había pasado, pero había perdido esa visión por un tiempo. —Veo que estas mejor –evité que la sonrisa de Elizabeth me desconcentrara. —Así es…podemos seguir. —No creo que eso sea lo correcto, Raúl tenía razón, ha sido muy pronto para ti – miré a Alex confundida al escucharlo. —Pero tú dijiste. —Sé lo que dije, me equivoqué — ¡no podía seguir aguantando esto! no me volvería bipolar con mis pensamientos, solo por dejarme llevar por las hormonas de adolescente. — ¡Bueno, me da lo mismo! —le grité sin que me importara nada ¡estaba ya harta de sus cambios de humor! –no puedes decidir qué hacer conmigo en cada minuto ¡es mi vida la que está en juego! –creo que todo esto me estaba arruinando. Me gire para largarme de aquí, pero no pude, tenía más cosas que decirle al idiota de Alex — ¡Dios! a ti no te importo nada Alex, por eso tampoco me debes importar ¡quédate con tus estúpidas lecciones y haz lo que quieras! Bueno, podía decir que por primera vez había sorprendido a tres vampiros, ya que todos me miraban con los ojos abiertos como platos. Salí de ahí corriendo, sabía que todo había sido demasiado dramático, pero mi paso normal no era una opción para salir de ese lugar. Traspasé la terraza corriendo y fui directo al pequeño laberinto que había encontrado hace ya días atrás. Me senté en la banca de piedra blanca y llevé mi rostro a mis manos…estaba agotada. Me tomó unos minutos regular mi respiración y poder tranquilizarme. —Realmente te asentara ser una vampiro, la luz de la luna se ve maravillosa en tu piel —mire asustada y note que ahí estaba Elizabeth. Suspiré rendida, no podía tener un momento de privacidad en este lugar.


— ¿Qué haces aquí Elizabeth? ya no quiero saber nada. —Estas muy alterada ¿Qué sucedió? –me enfadé de nuevo por tu estúpida pregunta. —Oh, no sé quizás sea por el hecho de que ¡me van a convertir en un vampiro! ¡Qué Alex solo me está utilizando! ¡Y que me puede manipular a su gusto! ¿Cómo nadie es capaz de entender que esto no es normal? –estaba furiosa, estaba cansada de toda esta estupidez, como nadie entendía lo que de verdad pasaba. —Victoria…respira –se sentó a mi lado y me rodeó con su brazo, acercándome a ella. Solo eso bastó para romper en lágrimas, como una niña de cinco años –estas bajo mucho estrés…es entendible que actúes así y más con la confusión que estas sufriendo, solo respira, trata de no pensar en lo que pasa –sabias palabras, las tomé de inmediato y me concentré en flores, era el perfecto lugar para hacerlo. Respiré profundamente varias veces mientras que las lágrimas salían y salían como si no tuvieran fin. —Él solo me está usando, nada más… —ella me presionó más contra sus brazos, no dijo nada, lo que me hizo llorar aun más. Tuvieron que pasar largos minutos para que me tranquilizara por completo. Me separé de Elizabeth y sequé mis mejillas con mis manos. — ¿Mejor? –asentí, sentía que mis ojos me picaban –Bien, creo que te debo informar de varias cosas…tu confusión llega a niveles estratosféricos –aquello lo dijo sonriendo. —Discúlpame Elizabeth, pero no eres tú la que debes decir nada en realidad, ni siquiera eres tú la que deberías estar aquí –frunció sus labios, sabía que yo tenía razón. —Bien…pero no siempre obtienes lo que quieres querida, eso ya lo tendrías que saber ¿no crees? –sí, claro que conocía esa frase y en estas semanas esa misma frase me ha dado bofeteadas cada día. —Escucho… —no tenía nada que perder, aparte de confundirme más. —En realidad la que debe hablar eres tú ¿Qué te sucedió hace un momento atrás? –esquivé su mirada. No podía decirle que todo pasó por culpa de Charlotte, ya que si la delataba perdía mi oportunidad de saber todo de una buena vez. —Nada, solo que es demasiado que soportar, no es como si me tomara esto como una etapa de mi vida que tenía que pasar. —Victoria…no me mientas, esto lo sabías de hace mucho tiempo y jamás has explotado como lo hiciste antes, además tú te has dejado encantar por Alexander, dudo que sea todo esto por ser convertida.


—Creo que no eres la más indicada para dar esa opinión, siendo que fuiste capaz de convertiste a tu propio hijo —la miré directamente. Le tomó unos segundos volver hablar. —Alex y yo, eso éramos antes cuando fuimos humanos, solo los dos, su padre desapareció al instante de saber que yo estaba embarazada, notaras que en los tiempo que te hablo, ni se pensaba en una madre soltera, fue muy difícil tanto para él como para mí y luego cuando Alex tenia tu edad llego Raúl, no preguntó ni hizo nada de lo que Alex ha hecho contigo, solo me convirtió…tuve que estar lejos de Alex durante largos meses por el miedo de matarlo, Raúl me explicó que podía verlo de nuevo, que solo tenía que ser mas paciente…y lo hice, me tomó mucho más que unos simples meses…me tomó dos años poder verlo y me tomó otro año poder hacer que confiara en mí, fue la peor época de Alex, solo imagínate sola en un lugar donde se te discriminaban por no tener familia, sin tener a donde recurrir –no le respondí nada, estaba realmente sorprendida por lo que me estaba diciendo –Alex no sabía lo que era yo, ni tampoco lo que era Raúl, al principio le dije me había ido porque había sufrido un accidente, que Raúl me había encontrado y cuidado, tomándome dos años poder volver a él…claramente es la historia más estúpida que pude haber inventado, pero creo que Alex se hizo el desentendido porque me creyó, pero aun así no confiaba, Raúl nos sacó de donde vivíamos y nos llevó a su hogar, con el tiempo me fui enamorando de él, sabes lo magnifico que es…no se le hizo difícil robarse mi corazón, después de todo, jamás sentí algún remordimiento por haberme convertido ¡es fantástico! lo que si lamentaba era perder dos años al lado de Alex…él era muy diferente a lo que es ahora, encantaba a varias chicas, pero…bueno, dejemos con que era lo opuesto a lo que es en este momento –asentí. —Eso ya lo sé…solo parece que me toca trazas del Alex antiguo, pero como dijiste, no siempre obtienes lo que quieres, menos cuando Alex esta coqueteando con Charlotte –entrelacé mis manos, presionando levemente al recordar como la saludó tan amablemente. —Oh…bien esa es mi culpa –la miré curiosa, nadie me daba una explicación sobre que hacia aquí Charlotte —luego de varias décadas donde estábamos Raúl, Alex y yo…pensé que sería bueno que él encontrara a alguien, Alex ya no vivía cerca de nosotros, por lo que cuando me encontré con Charlotte fue como encontrarse con un cachorrito herido, además su creador está muerto, ella no tiene conexión, así que de inmediato pensé que ella era perfecta para él porque serviría igual para distraerlo de su ultima perdida, pero cuando llegamos, era muy tarde, él ya tenía a alguien y lucia muy feliz, eso devastó a Charlotte, pero por ahora supongo que ya lo superó, ha tenido parejas, pero nada importante y no ha hecho ninguna conexión con un humano


–suspiró, parecía que de verdad se arrepentía de esa decisión –ella se ilusionó mucho con lo que le comente sobre Alex, estaba tan segura… él fue una gran desilusión, pero no por eso dejaré que hable mal de él adelante tuyo. —Claramente no siempre obtienes lo que quieres –eso era deprimente. —Así es Victoria…y Alex tampoco lo obtuvo siendo humano, pasaron ciertos hechos que lo llevaron al extremo de la muerte, donde no tuve otra opción que convertirlo, eso hizo perder mi conexión con Raúl…amo ser vampiro, pero Alex no tenía idea de nada, por lo que sin su decisión yo jamás lo hubiera hecho, a menos que me viera obligada, no lo podía perder, era mi única razón de vivir…él es todo para mi Victoria, siempre lo querré ver feliz. No pude evitar sentirme mal, por haber pensado que ella lo había hecho por ser la persona más egoísta del mundo, pero aun así sabia que ahí había algo que no me estaba diciendo y no iba a dejar que se me escapara. — ¿Qué hechos importantes lo llevaron a la muerte? –ella sonrió ampliamente. —Alex no miente sobre que no se te escapa nada –levanté los hombros sin poder evitarlo, no era algo que contralaba, ponía atención a las cosas que me decían, siempre, cada detalle. —Supongo… —Aun siendo muy astuta Victoria, no te lo puedo decir, no me han “autorizado” – dijo haciendo las comillas con sus dedos –tuve suerte que me dejara venir hablar contigo –suspiré rendida, cada vez el camino corto que me ofrecía Charlotte me gustaba más y más. —Tengo una duda…algo que me puedes contestar, porque es relacionado con vampiros y tu vida –dude un poco, pero al verla asentir me arme de valor — ¿Por qué no estás con Raúl ahora? —Bueno…Charlotte no mentía en algo, es muy raro encontrar a un vampiro fiel y Raúl no lo es y luego…bueno, yo tampoco, mi único objetivo que mantengo es Alex. —Dijiste que tu conexión con él era muy fuerte antes, pero Alex ha convertido a otras ¿Cómo sigues teniendo esa conexión? —Porque cada vez si el vampiro que has convertido muere, vuelves a tu conexión anterior –eso me hizo pensar en algo demasiado grave. — ¿Todas han muerto? –era obvio, por algo yo tendría una conexión con Alex ¿él habrá sido capaz de…? —Sí, pero él nunca le ha hecho daño a ninguna, como te dije antes, es raro encontrar vampiros fieles y…Alex jamás ha sido infiel a una de sus compañeras –eso si me sorprendió de verdad.


— ¿Ellas lo han dejado? –Ella asintió — ¿pero porque están muertas? ¿Tú has…? —¡No! por favor, amo ver a mi hijo feliz, pero si alguien lo deja, no sería capaz de matarle, recuerda que fui gobernadora, se vería muy mal de mi parte…Victoria, ahí está lo que le debes sacar a Alex, yo no te lo puedo decir, pero es algo que no puede controlar y por aquello él ha cambiado hasta ser la persona que es ahora…ha perdido demasiadas conexiones, de alguna forma eso te marca, es como si en cada perdida que tuvo, era una parte de él que se llevaban con él –tragué saliva nerviosa, jamás pensé que Alex pudo pasar por todo eso “en cada perdida que tuvo, era una parte de él que se llevaban con el” aun así no podía confiar del todo en Elizabeth, ella misma dijo que Alex era todo para ella, lo más posible era que podría mentir por él también. —Elizabeth necesito un poco de tiempo a solas —ella asintió y me dio medio abrazo para luego desaparecer –Dios… —suspiré cansada. Esto era demasiado para digerir. No me podía imaginar todo el dolor que ha pasado Alex, era injusto, pero tampoco entendía como ellas, cada una de sus compañeras, que deducía que no eran pocas pudieron abandonarlo y terminar muertas, quizás era algún estilo de infortunio que le perseguía, aunque eso era completamente ridículo. Por lo menos tenía algo en lo que podía estar segura, y era sobre las conexiones. Habían tres formas de perderla, la primera era la natural, como Raúl, que perdió su conexión con Elizabeth cuando ella convirtió a Alex, quedando completamente libre de que alguien se metiera en su cabeza; la segunda era la de Charlotte, donde su creador había muerto, también perdiendo la conexión, aunque ella podría encontrar a un humano con el cual pasar una eternidad si lo convertía en vampiro; y por ultimo Alex, para mí era la peor, perder aquella conexión porque al vampiro que convertiste ha muerto llevándose parte de ti, eso debe ser horrible. Luego de quedarme analizando todo lo que me dijo Elizabeth, ahora estaba entrando a la casa y con una nueva actitud, estaba decidida…no tenía tiempo para sacarle información a Alex, así que la opción de Charlotte era mucho más factible, aunque al llegar a la sala, sentí como toda esa determinación se iba al ver a Alex, que estaba dándome la espalda, ya que miraba por la ventana, se volteó a verme y note que tenia uno de esos “tragos” carmesí. — ¿Estas más tranquila? –asentí y con todas mis fuerzas trataba de mantenerme fuerte, tenía que convencerme que Charlotte tenía razón, no obstante, me sorprendí por su pregunta.


— ¿Ahora estas preocupado? –de un trago termino de bebe su copa, me sentía mal porque cada vez se me hacía más normal que estuviera bebiendo sangre…humana. Me ayudaba pensar que no había matado al dueño de su trago. —Si –bien, si antes me había sorprendido por su pregunta, ahora estaba en estado de shock al escuchar su respuesta –creo que te debo una disculpa, se cuando me equivoco, y estos días al verte tan tranquila, pensé que habías asumido lo que pasaría con tu futuro, por eso se me era incomprensible tu actitud. —Que esté tranquila no significa que acepte todo lo que tendré que pasar. —Ahora lo sé, siento mi descuido —aun estaba en estado de shock, aunque haya hablado hace un segundo, no me era fácil recuperar mis habilidades léxicas –Lo siento. —Ya lo dijiste –no pude evitar ponerme a la defensiva, a mi mente vino la conversación con Charlotte y lo que dijo también cuando estábamos todos juntos, que Alex solo me estaba utilizando. —Estas enojada. —Claro que lo estoy sabiendo las noticias que se me han revelado últimamente –de inmediato mi corazón me estaba avisando que me estaba alterando. — ¿Es por lo que te ha dicho Elizabeth? –me sorprendía que ni siquiera se esforzara por desmentir lo que dijo Charlotte. —No, eso me aclaró muchas cosas, sobre ella más que de ti, ya que cuando pregunté que pasó contigo cuando se acabó tu vida, me dijo que no la habías autorizado a hablar. —Eso es muy pronto para ti. —Claro que no lo es Alex, pronto es ser convertida en vampiro y perder mi vida, lento es saber los motivos de mi secuestrador y como ha sido su vida…eso es un proceso bastante lento y me estoy cansando. —Bien, no sacas nada con ponerte de mal humor, porque no hay forma de que sepas las cosas antes y tampoco hay forma de que tu conversión se realice más tarde, aunque quisiera, está fuera de mis manos –claro que había una forma más rápida de saber de su vida. — ¡Eres el gobernador de los vampiros!...no hay imposible para ti. —Claro que los hay, ni siquiera has escuchado lo que te he dicho, por algo hay un consejo, me controlan y la fecha de tu conversión es algo que controlan igual. — ¡¿Como también haberme elegido?! ¡¿Ellos son el motivo de mi secuestro?! – Di unos pasos para acercarme — ¿es por eso cierto?...di que si, hazlo —se me haría todo más fácil si él aceptaba lo que había dicho Charlotte –lo has hecho porque


necesitabas alguien, solo por eso –los ojos de Alex me miraron intensamente, mientras los entrecerraba. —Si estuviera en mi poder, tu conversión seria más adelante, aun eres demasiado inmadura para mantenerte en esta edad…aunque madures en un futuro, tomará tiempo –por un momento me dejó atónita lo que dijo, pero me tuve que exigir ir más cerca de él porque se estaba alejando, marchándose de la sala. — ¡No, no, no y no! –Tomé su brazo para que se detuviera –no más misterio y cosas por el estilo, quiero saber todo y ahora Alex….me lo debes –movió su brazo soltándose de mi agarre. —Yo no te debo absolutamente nada Victoria, ahora si me lo permites, debo salir a alimentarme de verdad, iré con los demás –sin más desapareció, dejándome sola, sin ninguna respuesta. ¿Cómo de un momento a otro parecía que me alejaba más y más de lo que había logrado avanzar con Alex? —Te lo dije –me volteé de inmediato. — ¿Qué haces aquí Charlotte?....deberías ir a cazar igual. —Estas confundida, lo sé —me arrojé contra el sofá, agotada. —No sé de que hablas, vete —cada vez se me hacía más fácil poder hablar con ella, su intimidación se estaba volviendo inútil. —Victoria, Victoria…escúchame, pronto nos iremos, Alex no piensa que estaremos aquí muchos días, menos cuando pronto todos tendremos que viajar a Italia para la unión de ambos, por lo que solo te estoy dando una idea –me senté para verle la cara, esa víbora tenían que delatarla sus ojos si es que mentía –si no aceptas mi proposición, puedes hacer que las cosas avancen más rápido, si fueras capaz de hacer que no haya ni un guardia en la mansión, ni siquiera que estuviera Francesca o cualquiera, hacer que tengan la casa solo para los dos…eso ayudaría bastante, Alex no tendría con quien hablar o tener que retenerse porque alguien los escucha o ve. — ¡¿Estás loca?! –la miré con pánico, su idea era una locura objetiva, pero imposible. —Tendrías que optar por tus propias técnicas para sacarle la información…él cede bastante a ti –eso era cierto, cada vez que me decía algo, era cuando…bueno, estábamos más cerca de lo habitual. —Eso es imposible Charlotte, él no aceptaría nunca aquello, además…—bien, iba a completar la frase aceptando su propuesta, pero aun así me sentía como si traicionara a Alex, eso no me gustaba, pero si me agradaba de tener la casa solo para los dos, aunque hace unos minutos pensara que traicionarlo era una perfecta idea – como te dije es imposible.


—No tanto, la mansión se ha quedado sola antes con Alex y bueno…su compañera. —Eso no es posible –me alteré un poco ante esa información. —Sí lo es, solo déjamelo a mí, tomará tiempo y debes ser paciente. —Eres una víbora Charlotte, no sé porque me ayudas pero… —Oh, oh, oh –levanto su dedo índice haciéndome callar –yo no te estoy ayudando, solo te estoy tratando de mostrar la verdad de cómo es Alexander Lenardis, solo eso. —Bien, entonces te creó un poco más ¿Cuánto te demoraras? —Mmm…haré todo lo posible para que sea antes de tu conversión, eso está claro, no sé si antes de que llegues a la cama de Alex, pero si antes de tu conversión y tu unión con él –esas palabras me llamaron la atención. — ¿Qué ganas con esto Charlotte? —Fácil, demostrar lo canalla que es Alex y que por lo menos sepa que hay más de alguien desilusionado de él y por la conexión que tendrás con él, sé que sabrá cada día como te sientes sobre él, haciéndole un martirio su existencia –bien, eso era sádico, pero viniendo de ella no me sorprendió mucho. No me preocupaba lo que podía pasar después, dudo que hiciera un martirio la vida de Alex, no creo que sea tan terrible la verdad. —Está bien, trato hecho –estiré mi mano hacia ella, quien la estrechó con fuerza. Estaba haciendo un pacto con el mismo diablo, me estaba condenando de verdad, pero aun así, necesitaba una prueba de lo que ella había dicho y eso sería cuando Alex regresara. —Ahora…–dijo poniéndose de pie –debo ir a alimentarme, nos vemos –dio solos unos pasos dándome la espalda para desaparecer. Me recosté en el sofá, pensando en lo que acaba de hacer, estaría en muchos problemas si alguien se enteraba de esto, fue ahí cuando entendí que estábamos hablando de nuestro plan en la sala, a varios metros de la puerta principal, pero no lo necesario como para Ezequiel y Javier escucharan… ¿o sí? Corrí hacia la puerta, para ir a verificar que todo seguía bien con ellos. Ambos me quedaron mirando. —Hola chicos —dije mientras avanzaba y me quedaba al frente de ellos. — ¿Escuchaste como nos llamo Javier?... “chicos” –Ezequiel le dio un suave codazo en el costado a Javier, que lo hizo sonreír. —Si lo noté ¿Qué quieres Victoria? algo tramas. — ¡Que mentira! –Dije defendiéndome, por lo que notaba, no habían escuchado nada –solo los vine a ver y a saber que les dijo hace unas horas atrás Alex.


—No tenemos permitido hablar de esas cosas –se escudó Javier. — ¿Tiene que ver conmigo? –ellos se miraron y negaron. —Victoria, solo nos pidió que le diéramos un informe de lo que pasaba a su alrededor, el Sr. Lenardis estará de vacaciones por ti, pero no deja su trabajo –las palabras de Ezequiel me dejaron atónita. — ¿Qué dijiste? –de nuevo esa expresión, odiaba cuando ellos decía algo que no tenían permitido y me dejaban con la duda. Ezequiel llevó su mano a su boca — ¡no me hagas esto! ¡Dilo de una vez! –nuevamente se dieron una mirada sospechosa, hasta que habló Ezequiel. —Bien… —Wow…eso si me sorprendió, ellos usualmente me dejaban más confundida e intrigada de lo común, nunca me respondían nada –lo que pasa es que el Sr. Lenardis está de vacaciones por ti, para ¿cómo se diría? para cuidarte… —Y conquistarte claramente –interrumpió sonriente Javier –es tan romántico, siendo que él es el gobernador de todo un mundo de vampiros, no es fácil tomarse vacaciones, la última vez fue hace años. —Claro, lo más probable que para cuidarte de otra perdida ¿no? –Ambos se miraron e hicieron una mueca –lo sabía, pero bueno, creo que lo entiendo…él ha perdido bastante. — ¿Qué sabes? –Javier me miró con los ojos muy abiertos, sorprendido por lo que había dicho. —Elizabeth me dijo sobre las pérdidas de Alex, es una pena de verdad…no sé como ellas pudieron dejarlo —fruncí el ceño a recordar cómo me contaba todo Elizabeth. —Tú también trataste de escapar ¿no? –Ezequiel me miraba serio. —Sí, pero no fue porque… —Oh…eso no se los diría, ni siquiera yo me lo decía con frecuencia. La razón de haber escapado había sido Bianca, por todas las locuras que me dijo –tienes razón —dije para despistarlos. —Bueno, creo que esto te debería servir para apreciar más lo que tienes alrededor ¿no? –Ezequiel me miraba intrigado. Esto era sufrir de demencia, aun no comprendía como todos veían de lo más normal traer a alguien aquí contra su voluntad. —Creo que entraré –me enfadé un poco con ellos –nos vemos –dije cerrando las puertas, de nuevo ambos se miraron confundidos. Mire a mí alrededor y no tenía la menor idea que hacer, pero como dijo Ezequiel una vez, mejor para entretenerme iba a la piscina. Rápidamente me fui a cambiar y me dirigí al tercer piso. Me quede varios minutos viendo por los gigantes ventanales que rodeaban la piscina, tanto por los lados como por arriba. Las estrellas se veían


hermosas. Apagué las luces del piso y todo quedo iluminado por las estrellas y la luna, se veía hermoso. Me arroje al agua de un solo salto, estaba tibia, las luces dentro de ella hacia todo mas mágico, jamás antes pude pensar en estar así, bañándome en un estilo de casa como esta. Comencé a nadar de espalda, viendo las estrellas, pensando en cómo estarían mis padres, ya había pasado un tiempo, pero aun así debería ser poco para ellos, deberían estar sufriendo y no podía hacer nada para ayudarlos, no podía avisarles que estaba bien, que nada malo había pasado conmigo…por ahora, creo que en estos momentos no lucia nada de mal pasar mi vida con una mirada desilusionante de mis padres, al creer que había escapado con alguien a tener que convertirme en un vampiro como dijo Alex. No podía imaginar cómo sería una vida siendo vampiro, no conocía nadie que me dijera que era lo mejor que le había pasado en el mundo, o sea, Elizabeth lo había dicho, pero ella…no sé, creo que teníamos diferentes perspectivas de lo que es la verdad felicidad, sin embargo, esos pensamientos fueron enterrados al recordar lo que dijo Alex “aun eres demasiado inmadura para mantenerte en esta edad” no podía ver la forma madura de tomarme las cosas últimamente y no tenía la menor idea a que se refería; antes le había preguntado sobre si era cierto que me estaba utilizando para mantener apariencias, lo único que respondo fue aquello. Si era consecuente, Alex debió responder que aquello era mentira, antes había dicho que sentía algo por mí y tiene ciertos comportamientos a veces que me hacen pensar que de verdad se preocupaba, pero esas veces eran muy pocas y las arruinaba diciendo algo luego. — ¿Qué estás haciendo aquí?...es tarde Victoria –miré a mi lado y pude ver de pie mirándome desde un extremo de la piscina a Alex. —Solo hace un rato te fuiste… ¿Cómo volviste tan rápido? –nadé hacia el costado más cercano y salí del agua. —Fue hace más de dos horas, pensé que te irías a dormir o estarías leyendo, pero no nadando. — ¿Qué tiene de malo que lo haga? me relaja –caminé directo al sofá blanco, donde estaba la toalla. Alex ya me estaba esperando sentado en él cuando llegué. Suspire derrotada, siempre me dejaba boca abierta, y ahí sentado, con su camisa blanca y unos jeans, lucia muy bien. —Luces bien –dijo con la toalla en su mano. —Gracias –estiré mi mano para agarrar la toalla, pero Alex la movió hacia la derecha, con una velocidad sobrenatural.


—No veo el porqué quieras cubrirte –me estaba comenzando a enojar, mi irritación con él aun no se había ido. Moví mi mano para tomar la toalla de nuevo, pero esquivó mi agarre con demasiada facilidad. —Alex, pásame la toalla, no quiero estar contigo —traté de tomar la toalla de nuevo, pero nuevamente se escapó de mi agarre y en cambio sentí como su otra mano, tomaba la mía con delicadeza — ¿Qué haces? –En mi tono había un poco de pánico, mientras que mi corazón comenzó a latir con más fuerza y como se hacía más frecuente, no era por miedo –Basta, déjame. —Te has puesto más rebelde últimamente, no me agrada –al decir eso, no sé qué movimientos hizo, pero terminé recostada en el sofá, mientras que él estaba sentado a mi lado, dejando una mano apoyada al lado derecho de mi cintura. De inmediato mi corazón y respiración se volvieron locos. —Bueno…no siempre obtenemos lo que queremos ¿cierto? –me traté de poner de pie y salir de ahí, pero él no me dejó. —Estas verdaderamente enojada, creo que la última vez que esto paso fue el primer día que llegaste aquí ¿recuerdas? –claro que lo hacía, había sido tan estúpida de pensar que la puerta del baño era mi escape. —Alex, no estoy de ánimo de soportar tus cambios de humor ¿no puedes entenderlo? —Claro que no, siempre dices que no te comprendo —sus ojos estaban fijos en los mío y eso ya estaba provocando su efecto. —Estoy cansada, solo es eso…de ti para ser específicos, me agota estar peleada contigo y me agota que seas un idiota que cambia su humor cada segundo ya no puedo seg… —demonios…de nuevo me había hecho callar, besándome. Su mano libre que tenia la toalla, ahora estaba en mi cuello, haciendo que me levantara un poco para acercarme más él, mientras que mis manos ahora estaban tomando firmemente su camisa. Dios…había extrañado sus besos, estos días solo me estaba tentando, nada más, ahora podía sentir como sus labios se movían con suavidad contra los míos, exactamente como se movía su lengua contra la mía, una perfecta sincronía. Mis manos ahora comenzaron a bajar, para poder meterlas bajo su camisa, no me tomó mucho hacerlo, extrañaba su piel…sí, lo extrañaba él y bastante. Luego de unos segundos se separó, dejándome en las nubes. —No te debería besar, estas enojada ¿no? —Alex —no me gustó que separara, y más dejándome en este estado. Me senté para poder besarlo, pero él se alejó –esto lo haces apropósito.


—Sí, todo es parte de un increíble plan –me rodeó con la toalla y luego comenzó a alejarse de mí, eso me molesto de verdad — ¡Alexander Lenardis! no eres más que un poco hombre –se giró a verme, frunciendo el ceño. — ¿Qué has dicho? —Sí, eres un poco hombre, solo te gusta jugar conmigo, nada más, dejándome…en un pésimo estado –tiré la toalla a mi lado, realmente no tenía nada de frio, sino todo lo contrario. —Creo que estoy en la obligación de hacer que te retractes –estaba al frente mío, mientras tomaba mi cintura y me acercaba a él, debo decir que ese movimiento fue bastante delicado, Alex en su mayoría de las veces era bastante cuidadoso –yo no soy el que anda tentando solo con caminar –me sonrojé al escucharlo. Me empiné más y no le tomó nada tomar mis labios de nuevo, haciendo que mi corazón latiera con más fuerza que antes por su agarre en mi cintura que hacía que sintiera su cuerpo. Comenzó a avanzar, haciendo que tuviera que caminar, pero no me importaba ver a donde me llevaba, estaba bastante concentrada sintiendo sus labios contra los míos. Sentí como el sofá chocaba con mis pantorrillas, haciendo que cayera sobre este, Alex también lo hizo, pero cuidó de que yo no recibiera todo el peso. Nos acomodamos mejor sobre el sofá, en ningún momento separando nuestros labios. — ¿Es idea mi o estas bastante…ansiosa? –marcó una sonrisa, de esas que me gustaban, curvando sus labios. —Esto es tú culpa –me mostró aun más sus dientes sonriendo, pero no le di tiempo de decir nada, porque mis manos fueron a su camisa y lo atraje a mí de nuevo, me gustaba que él me dejara algo de control, era obvio que nunca podría empujarlo o atraerlo a mí, siendo humana. Sus manos comenzaron a recorrer mi abdomen a su gusto, haciendo que miles de escalofríos pasaran por mi cuerpo, lo que solo provocaba que necesitara tenerlo más cerca de lo que ya estaba. Esta vez que sus labios se separaron de mí, no dije nada, ya que ahora iban bajando por mi cuello, haciendo que mi corazón latiera mucho mas fuerte al sentir suavemente sus colmillos por mi piel, sabía que eso él lo hacía a propósito. Siguió bajando hasta llegar a mi clavícula y no tengo la menor idea como en ese momento me acordé de...Charlotte, si, de ella, este era el momento que tenia para poder comprobar lo que ella dijo, por lo que cuando Alex siguió bajando hasta pasar sus labios por sobre la parte superior del bikini, haciendo que mi espalda se arqueara y me fuera más difícil poder concentrarme y cumplir mi objetivo. Mis manos se hicieron


un puño en su cabello, mientras que él recorría con sus manos mis piernas, me estaba volviendo loca…y eso era nuevo, si, porque nunca habíamos llegado a este nivel con Alex, ahora me pasando sus labios por mis pechos y aunque fuera sobre el bikini, esto era nuevo. Con mucha fuerza de voluntad tomé el rostro de Alex e hice que volviera a mis labios, no le tomó nada de tiempo concentrarse en ellos, pero deje mis manos en su torso y lo aleje un poco, separándolo de mi. Alex frunció el ceño sorprendido, pero no lo deje hablar primero. —Quiero arriba —sonreí entusiasta, no podría llegar a besar su oreja, si no tenía cierto poder en él. — ¿Qué? –se veía confundido, pero solo lo empujé un poco y lo cambié de posición, amaba que el sofá fuera amplio. Me senté sobre él, mientras Alex marcaba una sonrisa coqueta. De inmediato me fui a sus labios y seguí besándolo por unos segundos, para luego hacer lo mismo que él había hecho antes, bajar por su cuello, me desconcentre bastante cuando las manos de Alex comenzaron a masajear mi trasero, pero gracias a mi control sobre natural, pude llegar a mi objetivo. Me mordí el labio inferior antes de pasar la punta de mi lengua por el lóbulo de su oreja izquierda. Bien, lo primero que pasó fue un sonido y ese fue un gruñido desde el pecho de Alex, y bueno ahora ya no tenía nada de poder y Alex me estaba besando con bastante pasión, mientras mágicamente él había quedado entre mis piernas. Ni siquiera me di cuenta como había pasado todo, fue muy rápido. Alex volvió a bajar por mi cuello, mientras que sus manos iban a mi espalda y desabrochaban mi bikini, esta vez no puse nada de resistencia, y vi como caía parte del bikini al suelo. Él me quedo mirando y sonrió, me sonrojé completamente, pero no tuve tiempo de decir nada cuando pude sentir de verdad los labios de Alex en mi pezón mientras que su mano abarcaba el otro pecho. —Alex… —su nombre me salió como un susurro, porque me estaba faltando el aire y para mi sorpresa, eso le gusto a Alex, porque sentí como sonrió contra mi piel, mientras seguía chupando, dando leves mordidas y apretando mis pechos, eso solo hacían que mi cabeza volara, no quería que parara nunca, era magnifico en esto y jamás lo había sentido, todo esto era nuevo para mí. Casi le grite a Alex cuando se separo de mí. —Eres exquisita, prométeme que podré beber de tu sangre –aun estaba bajo el efecto de sus caricias, así que…bueno no era responsable de las cosas que dije. —Sí, haz lo que quieras, pero sigue… —Promételo —dijo sacando una de esas sonrisa, mientras mi concentración se iba a como se sentía su pecho contra la tela de su camisa.


—Sí, lo prometo, ahora… —no me dejó decir nada más, estaba contra mis labios y sus caderas se movían suavemente contra las mías. Me estaba volviendo literalmente loca, porque necesitaba alguna forma de…liberarme, pero no sabía cómo hasta que sentí como la mano de Alex que estaba en mi pecho comenzó a bajar, hasta llegar a mi vientre, presioné bastante mi mano en su brazo cuando sentí que su mano estaba bajo la única prenda que tenia. Agradecía que Alex me estuviera besando mientras hacía esto, porque sentía como mis mejillas estaba muy sonrojada. Comenzó a mover su mano contra mí, haciendo que mi cuerpo subiera a cien grados de temperatura, hasta que segundos después sentí como un dedo se introdujo en mi cuerpo, lo que me saco un gemido bastante fuerte, mientras mi pecho subía y bajaba rápidamente. Me tuve que separar de sus labios para respirar mejor. —Alex, más rápido… —dije mientras me encontraba con sus ojos. No movió más rápido su mano, pero si añadió otro dedo –Alex —era lo único que podía salir de mi boca, nada más. Él me dio una de esas sonrisas arrogantes, mientras me hacia sonrojar aun más. —Te ves increíble de este ángulo –fruncí el ceño al notar que su voz era lo más tranquila del mundo, mientras que ahora yo me movía mis caderas contra él y como arte de magia, Alex comenzó a moverse más rápido, haciendo que una bola de fuego se formara en mi vientre, donde no paso más de diez segundo cuando pude sentir como si mi cuerpo se liberara. Me tuve que morder el labio para no gritar. —Dios… —Alex sacó su mano de donde estaba y pasó dos dedos por sus labios para luego saborearlos. Me quedé boca abierta mirándolo y pensando como seria tener su boca en la parte más intima de mi cuerpo. —Sí, eres exquisita —no le dije nada, en estos momentos era como si fuera una muñeca de trapo y me sentía bastante cansada –estas agotada. —Si… —mis ojos pesaban. Alex se acercó y me dio un corto y dulce beso en los labios para luego con cuidado poner la parte de arriba de mi bikini y tomarme en brazos –gracias… —dije mientras dejaba mis brazos alrededor de su cuello. — ¿Por qué? –su voz ahora era dura, siempre la utilizaba cuando el Alex tierno o el Alex sexy se iba. Se dibujo una tonta sonrisa en mis labios, él sabia porque. No dijo nada y me apoyé mejor en él. Segundos después estaba abriendo la puerta de mi habitación y dejándome sobre la cama –dame un segundo –literalmente fue un segundo, porque solo pasó eso para sentir como me ponía un pijama –terminé, estas lista para dormir –me tape con las sabanas, mientras podía ver lo claro que se estaba comenzando a poner la habitación. Alex cerró todas las cortinas.


—Alex… —susurré llamándolo, mientras me quedaban las últimas energías. Sentí como se paró al lado de la cama –no te vayas —estiré mi mano hacia él, quien la tomó de inmediato. —Lo siento, pero hoy no –dio un suave beso en mi mano y luego la dejó en mi cama –ahora me tengo que preocupar de mí, aquí solo tu tuviste tu liberación –se acercó a mis labios y me besó, esta vez no fue nada dulce, pero me dejo queriendo desear más sus labios; después de eso, solo sentí el golpe de la puerta. ¿A qué se refería Alex a que se tenía que preocupar de él? no quería seguir pensando en aquello, primero porque moría de sueño y segundo, porque una de las ideas que me traía aquella frase, era que se iría a meter a la habitación de Charlotte, pero no tenia cabeza para aquello. Hoy me di cuenta de que en verdad comenzaba a desear el momento en que Alex me hiciera completamente suya porque me imaginaba que debería ser increíble; y también me di cuenta de que Charlotte si me dio un dato sobre el lóbulo de la oreja de Alex, ella decía la verdad…y no quería pensar en cómo lo descubrió, así que me rendí y me entregué a los brazos de Morfeo, prefiriendo por ahora, ser una completa ingenua.


CAPÍTULO 17

—Despierta… —sentí como una mano me movía para que despertara, pero solo me di media vuelta y seguí durmiendo –Victoria, despierta…has dormido todo el día. —Alex, déjame tranquila, quiero dormir –me abracé a la almohada, pero solo sentí como de un tirón Alex me la quitaba. Me volteé a verlo enojada. — ¿Aun sigues molesta conmigo? — ¡Claro!

–era verdad, anoche fue solo un lapsus –te dije que me estaba

aburriendo de tus cambios de humor. —Pensé que lo de anoche… —se veía confundido y no lo culpaba. Me senté en la cama. —Me iré a bañar —no le dije nada más y salí de la cama para ir al baño. Me bloqueé de inmediato, me bañé sin pensar en nada, Alex me confundía más y más, estaba furiosa y no furiosa al mismo tiempo. Salí del baño, pensando que Alex se había ido, pero no, estaba sentado en la cama mirándome mientras cruzaba hacia el guardarropa. Me vestí en un segundo, curiosa por saber que hacia ahí; solo unos short, una camiseta negra, unas sandalias y listo. Abrí la puerta de golpe para encontrarme con Alex en la misma posición que estaba antes — ¿Qué haces? –pregunté mientras me acercaba a él. —Nada, solo te esperaba. —Nunca lo habías hecho ¿Qué pasa? –él rodó los ojos, como si le aburriera mis preguntas. — ¿Es que debo tener un cronograma con mis acciones en el día? —No, pero si me deberías dar un diccionario para interpretar tus acciones, no me vendría mal. —No puedo creer que aun estés enojada, pensé que estarías de mejor ánimo. — ¿Por lo que pasó anoche? –sí, había sido fantástico y lo disfruté a mil, es más quería repetirlo ciento mil veces más, era mucho mejor a lo que había escuchado, y ni siquiera me quería imaginar cómo era llegar al final del camino, tenía que ser aun mejor. —Si —me miró como si fuera algo obvio. —Bueno, fue fantástico, pero aun así, no harás que mi humor se mejore con eso, quizás por un rato, pero no olvido las cosas. —Claramente lo has hecho, porque estas muy tranquila siendo que me prometiste algo –lo miré confundida –creo que ahora podrías ser mi proveedora ¿no?


— ¡¿Qué?! –Lo miré con los ojos abiertos – ¡yo nunca…! –oh, solo tuve que tener un segundo para recordar. “Eres exquisita…prométeme que podre beber de tu sangre” había aceptado a aquello. —No serás mi proveedora, solo pido una vez —lo miré asustada –no ahora, solo te vine a buscar para que bajes a comer, hice que te sirvieran en el salón, así no te incomodas con Francesca y lo que sucedió ayer –me quedé unos segundos mirándolo sin decir nada ¿Cómo era que hoy aparecía todo comprensivo? Me senté en la cama más confundida que antes — ¿Qué sucede? –se sentó más a mi lado. —Tu sucedes, eso…no puedes cambiar de actitud tan rápido, me confundes y me haces todo mas difícil, eres un engreído, luego me tratas como una mascota, para después pedir disculpas e irte al segundo llamándome inmadura y por último, me haces sentir cosas que nunca sentí antes y ni siquiera eres capaz de quedarte a dormir conmigo, porque quizás que hiciste anoche para poder… —no terminé la oración, me puse roja al recordar lo de anoche. —No voy a cambiar por ti Victoria, soy así –eso me dolió, él había sido diferente con las demás, menos conmigo. —No, no lo eres…tu puedes ser dulce y tierno –tomé su mano que estaba apoyada en la cama –es como si…te preocuparas por mí, como si te importara, pero ese Alex solo sale a veces, yo lo quiero todo el tiempo. —Eso no ocurrirá, debes entenderlo…Victoria, eres tan inmadura y olvidadiza a veces, creí que eso había quedado claro, pero solo bastó una palabra de Charlotte para que no creyeras que me importas…es más… —cerró los ojos mientras negaba y soltaba un suspiró, para luego volver a mirarme —¿es qué crees que tu actitud hacia mí es normal? sé que te traje contra tu voluntad, deberías odiarme…no preocuparte por mí –tragué saliva, creo que Charlotte tenía razón, Alex me daba más información mientras estaba más cerca de él, al parecer le daba a entender que iba confiando en él, cosa que no era verdad, porque era imposible –entiendo que estés molesta porque no fui capaz de comprenderte anoche, fue mi error, lo admito, apresuré las cosas, pero fue tu culpa dejarte llevar por Charlotte —con toda la fuerza de voluntad evite suspirar al notar cómo se preocupaba. —Entonces…eso quiere decir que no me estas utilizando para aparentar y ¿qué hay algo especial porque me siento atraía a ti? –se puso de pie, yendo a la puerta, me apresuré para alcanzarlo y lo detuve –responde algo bien de una vez por todas. —Pero si ya lo he hecho. —Lo quiero escuchar, eso es lo que necesito, respuestas concretas saliendo de tu boca —Me miró y no dijo nada, solo me acerco a él y me besó, bien, eso no lo


esperaba y me agradó bastante por lo que aferré mis manos a su camisa, pero segundos después me separó de él. —Ya te he dicho todo, me importas y bueno…creo que la segunda pregunta te la puedes responder tu sola —siguió caminando y abrió la puerta, esperándome para salir con él. Alex tenía razón, él me lo había dicho antes, todo estaba empezando a ser más claro, pero desde que me dijo que mi conversión tenia fecha, bueno…eso hizo que me cegara, porque él no era capaz de comprender mi situación, pero luego se disculpó, admitiendo que se había equivocado; Alex cada vez me iba dando más información y en el camino lo disfrutaba más que tener un atajo como el que Charlotte me ofrecía. Aquello me hizo pensar que lo mejor era seguir por el camino normal, nada de caminos cortos y nada de aceptar tratos con ella. Me acerqué a Alex y sin que él pudiera evitarlo, entrelacé su mano con la mía. —Creo que tendré la labor de sacar al Alex tierno mucho más seguido –apoyé mi rostro en su pecho. Se tensó por completo, pero cerró la puerta y dejó que su brazo me rodeara –Elizabeth dijo que era de los pocos vampiros fieles… espero que anoche no hayas ido a desahogarte con Charlotte –escuche claramente su risa. — ¿Sabes?...me dices a mí que no me sé comportar, cuando tu también tienes reacciones extrañas, primero te enojas y mira como estas ahora –levanté mi rostro para ver el suyo. — ¿Qué parte de “me confundes” no entiendes? –él sonrió por unos segundos, pero su expresión seria volvió a su rostro. —Lo podemos hacer ¿sabes? a ti solo te retiene tu familia, podemos hacer que se sientan mejor en un tiempo más, hacer como si encontraran tu cuerpo para que estén tranquilos o engañarlos de alguna forma, pero al final que se tranquilicen –su mano presionó más las mía mientras me decía aquello. — ¿Los has visto? –él asintió, mi corazón latió con fuerza de inmediato — ¿Cómo están? —Tristes…con rabia, han creído que alguien te secuestró, jamás lo quise esconder, por eso dejé tu casa desordenada, para que no creyeran que te habías escapado…no quería que pensaran que todo tu comportamiento no era más que una farsa, que después de todo eras una rebelde, no lo eres –esquivé su mirada pensando en cómo se podían sentir mis padres y como Alex tenía todo absolutamente planeado antes de siquiera hablar conmigo. —Tenemos que hacer algo…rápido –lo miré y él asintió. —No te preocupes, yo me encargare de eso.


—Pero estas de vacaciones… —ahí recordé lo que me había dicho Ezequiel – las vacaciones que pediste por mí –de inmediato el ceño de Alex se frunció y lamenté haber hablado porque podía meter a Ezequiel en problemas. —Claro que tuve que pedir vacaciones por ti, si no lo hacía te podrías escapar fácilmente engañando a estos idiotas de guardias que tengo…eres muy inteligente – sonreí por su halago. Me solté de su mano para seguir hacia la puerta, me giré a verlo. —Bueno, no volveré a escapar y gracias por pedir vacaciones para conquistarme…lo sé –Alex entrecerró los ojos y yo abrí la puerta para poder dejarlo solo, me gustaba sorprenderlo. Dios, estaba loca, dejar que el vampiro que me secuestró y alejó de mi familia me conquistara. —Un momento —solo dijo eso, para después cerrar la puerta y dejarme atónita contra ella mirando sus increíbles ojos — ¿así que no volverás a escapar?... ¿y ese cambio de parecer? — ¿Por qué dices eso? solo escapé la vez anterior por lo de Bianca, no me gusta saber cosas malas de ti –mis ojos se abrieron como platos, sorprendida porque lo que había dicho, jamás lo había hecho. —Bueno…entonces evitaremos eso, me encargaré –en eso unió con bastante rudeza sus labios a los míos, de inmediato dejé mis dedos entre su cabello, me encantaba hacer eso, porque levemente lo tironeaba. Alex tomó mi pierna derecha y me hizo levantarla, quedando en su cadera, sabía lo que quería hacer y no me iba a negar. De un salto quede enrollando su cadera con mis piernas mientras que él me sostenía y se dirigía hacia la cama. Me recostó delicadamente; sus labios se movían contra los míos con bastante pasión, su lengua me estaba haciendo ver el cielo – realmente te gusta esto ¿no? –dijo separándose de mí, no pude evitar sonreír, era verdad, él me estaba empezando a encantar, exactamente como lo dijo Elizabeth. —Sí. — ¿Por eso también estabas enojada? ¿Por qué no te había besado? Eso dijiste ayer en la noche –no pude evitar ponerme roja como un tomate al darme cuenta de que era cierto y que lo había dicho –Es verdad… —iba a decir algo relacionado con lo injusto que era que él supiera mis respuestas antes de saberlas o de omitírselas –No lo volveré hacer –volvió a unir nuestros labios. —Alex —dije entre besos, él se separó un poco de mí –quiero la casa solo para los dos –bien, lo había dicho, nuevamente recordé a Charlotte mientras Alex me besaba, eso no me estaba agradando, me desconcentraba. — ¿Qué? –Notoriamente estaba sorprendido –pero si estamos solos el mayor tiempo, ahora esta Elizabeth y Charlotte, si quieres las puedo echar…eso no me haría nada de mal.


—No…yo digo todos, solo por unos días –frunció el ceño –incluidos los guardias. — ¿Y por qué quieres eso? –bien, uno de los motivos era para poder sacarle información, Charlotte tenía razón, de esta forma funcionaba bastante y la otra razón era para no ponerme nerviosa cuando estaba con Alex, siempre pensaba que podía haber alguien cerca y escucharnos. —Solo para nosotros —lo miré sugestivamente para que entendiera que era algo que no podía decir con palabras. — ¿Por qué? –seguía sin entender. Me moví un poco para que no siguiera sobre mí, él se sentó y espero a que hablara. Me senté al frente de él. —Me da nervios que alguien nos escuche, entonces si queda…tan poco tiempo, para lo que tú sabes que, bueno…no quiero estar pensando en las personas que pueden escuchar –una amplia sonrisa se marcó en los labios de Alex. —Eso es imposible, esta casa tiene habitaciones que tienen aislante de sonido, excepto en las salas de abajo. — ¿Y qué pasa si quiero estar contigo en una de las salas? Ezequiel y Javier nos escucharan –me lleve la mano a la boca al instante de decir aquello, lo que hizo reír a Alex. —Dudo que se queden a escuchar —repentinamente la mirada de Alex se volvió más atractiva de lo que era –no creo que sea buena idea despachar a los guardias, no me lo permitirían, la última vez fue hace bastante tiempo. —Oh —le había dicho a Charlotte que esto no funcionaria, era ridículo, jamás haría que todos los guaridas tuvieran tiempo libre al mismo tiempo. —Pero si quieres puedo hacer algo para sacar a Elizabeth y Charlotte –rodeé los ojos. —No, no serviría de nada. — ¿Serviría?... ¿es qué tienes algo con las salas de abajo que las quieres desocupar? sin nuestras visitas, podemos ocupar todas las habitaciones de acá —me estaba comenzando a realmente avergonzar por lo que estábamos hablando. —No, da lo mismo, ni siquiera sé donde estas tú durmiendo –bien, eso lo dije con segundas intenciones, quería saber donde estaba mientras todos dormían…por si pasaba algo. —Nadie sabe dónde está, claro tu lo sabrás…cuando llegues a aceptar el anillo, aunque de todas formas no tienes opción –rodeé los ojos, siempre trataba de poner esa armadura conmigo, como si temiera de algo, por eso decía esas frases desagradables. — ¿Cómo que nadie? ¿Ni siquiera Elizabeth? –él negó — ¿Por qué?


—Porque podré ser el gobernador y ser bastante fuerte, tener una simpatía inigualable, pero para tu sorpresa, no todo el mundo me ama, ha habido ciertos problemas en distintos países, sobre revoluciones en las últimas décadas, las hemos controlado, no es nada importante, pero aun así el consejo teme por mi “vida”…no quieren que salga herido y dieron la idea de hacer una habitación especial –al instante me preocupé al escuchar que Alex podía tener enemigos que quisieran lastimarlo. — ¿Y porque yo lo sabré? —Porque….supuestamente tu eres de confianza, tendré una conexión contigo – enarqué una ceja al escucharlo. — ¿Supuestamente? –él asintió. —Digamos que no tengo la habilidad para escoger buenas compañeras —en ese momento recordé de inmediato lo que me había dicho Elizabeth, sobre los engaños y pérdidas que había tenido Alex en el pasado y lo que dijo me hizo enfadar. — ¡Bueno, no tienes que andar comparándome con esas cualquieras que hacen lo que se les frunce! –me crucé de brazos y miré hacia otro lado, dramáticamente ofendida. —Eso es gracioso, creo que es la primera vez que lo escucho. —Me da lo mismo, además me tienes bastante controlada aquí, la única persona de la que no se puede confiar es en ti. — ¿Aunque estés empezando a hacerlo? –Lo miré como si no me interesara lo que estaba diciendo, pero tenía razón, estaba pecando de ingenua y estúpida al confiar aunque sea un poco en él — ¿Y bien? —Sí, soy culpable de esa estupidez –él iba a decir algo, pero mi estómago sonó y eso lo distrajo. —Creo que esto quedara para otra ocasión, tienes que alimentarte. —No —no quería, él iba a cambiar al momento que saliéramos por esa puerta. — ¿Cómo que no? debes comer. —No, no quiero bajar… ¿no nos podemos quedar aquí por un tiempo? –Alex no dijo nada por unos segundos, pero luego sacó su celular y llamó a alguien, solo dijo que suban la comida y pasaron unos cuantos segundos más para sentir un golpe en la puerta, Alex fue a abrir y Javier llegó con una bandeja que dejó en la cama. —Buenas noches Victoria –me puse de pie y lo fui a saludar. —Javier ¿Cómo ha estado tu descanso? —Bastante entretenido –de inmediato capté que aquello estaba relacionado con Ezequiel. —Me alegro, mi descanso también estuvo bastante interesante —lo miré sonriendo y Javier abrió los ojos sorprendido.


—Bien…basta, has hecho lo que te he pedido, gracias Javier –Alex se ubicó a mi lado y Javier asintió para después salir de la habitación. — ¿Sabes? –Dije mirando a Alex –me gusta conversar con Javier y Ezequiel, pero siempre los espantas, siendo que ellos cumplen todas tus ordenes, deberías darles un premio. —Realmente me da lo mismo lo que pienses sobre ellos –dejó su mano en mi espalda y me empujó hacia la cama para que comiera. Lo mire extrañada por su insistencia, pero después pensé que podía ser bueno comer algo, a Alex le gustaba – entonces…noto que estas bastante cómoda con el tema de que te hare mía –casi me atragante con el pedazo de lo que fuera que me llevaba a la boca, comida que no conocía pero era rica. — ¿De qué hablas? –me puse roja como tomate, él sonrió al notar lo nerviosa que me ponía con el tema. —Sí, ya hablas de aquello, lo de anoche te debió dar una idea ¿no? –muchas, muchas ideas, eso había provocado lo de anoche. —No sé de lo que hablas —me hice la desentendida. —Victoria, creo que antes de convertirte deberías aprovechar lo que te puede ofrecer ser humano. —Si dijeras eso en serio, no estaría aquí siempre encerrada. —Bueno, que escaparas me da desconfianza en ti, además que tenemos este nuevo estilo de vida por ahora —eso me llamó la atención. —Alex…cuando yo sea, bueno, cuando me conviertas –seguía sin gustarme la idea — ¿Cómo lo haremos? –él frunció el ceño. — ¿Cómo lo haremos? Fácil, se sentirá mejor siendo vampiro, solo quiero que sepas que es estar con alguien como humano –rodeé los ojos, pensando que él solo tenía escrito “sexo” en su cerebro. —No hablo de eso, me refiero a ¿Qué haré yo mientras tú estás haciendo tu trabajo?...no soy de quedarme todo el día aquí, solo lo he soportado unas semanas, pero no podre de por vida. —Oh…eso, bueno Elizabeth te iba a explicar eso mejor hoy, pero te daré una introducción, cuando te convierta y ocurra el rito de unión tenemos tres meses para nosotros, luego tenemos que comenzar a viajar bastante para que se te reconozca como la compañera del gobernador. — ¿Viajes por todo el mundo? –él asintió — ¿y eso toma…? —Meses, bastantes, hay que ir a todos los lugares posibles…no estarás tranquila en bastante tiempo.


—Pero tú siempre estarás ¿cierto? no es como si me fueras a abandonar en algún lugar –él sonrió al escucharme, creo que le había gustado, pero no tengo la menor idea del por qué. —No, eso sería imposible, se vería mal para los demás. —Oh…ya veo, los demás –Alex rodó los ojos, sabiendo que me refería también al comentario, ahora sin importancia, de Charlotte. —No, tampoco te podría dejar sola entre tanto vampiro, no soy capaz de dejarte con dos que son gay y ¿crees qué te dejaría con otros? — ¿En serio? –él asintió. —No es tan terrible como piensas Victoria, ser vampiro no está mal, el único sacrificio que tienes que hacer es beber sangre…humana, pero no te das cuenta como te acostumbras a ella –lo que dijo me recordó a Charlotte, con otros de sus comentarios ácidos. —Charlotte me dijo que había temas que no me habías dicho sobre la conversión. —No…no hay nada –respondió de inmediato –que recuerde ahora, solo serás mordida y debo beber hasta la penúltima gota de sangre, la última es la que se utiliza, pasó mi lengua por la mordida y comienza el cambio celular…solo es eso, al otro día despiertas y no sientes el latido de tu corazón, pero si un cambio en todos tus sentidos y ahí está, eres inmortal –no se escuchaba tan mal como lo había pensado. —No suena tan mal si lo pones así ¿es doloroso? –él frunció sus labios, eso me bastó como respuesta. —Cuando vas perdiendo la sangre, eso sí es doloroso tanto para ti como lo será para mí. — ¿Qué? –bien, tenía una idea de la conversión, pero no sobre lo que pasaba con él. —Sí, es demasiada sangre, tampoco podemos beber toda la sangre de un humano, si hay muerte de ellos es porque hay vampiros poco astutos que muerden a humanos que los pueden recordar, lo que no es bueno si rompes una regla de tu especie, jamás deber hacer que te descubran, a menos que quieras un humano como acompañante o proveedor, a mí se me permite tener a Francesca como empleada…solo porque soy yo –lo que dijo provocó cientos de dudas en mi cabeza, pero noté que dejé mi plato de comida vacio durante este tiempo y comencé a comer unas frutillas que habían ahí. —Ahora veo ¿pero es mucho lo que sufres? –él negó. —Solo durante la conversión, mientras te muerdo, luego aquello desaparece.


—Lamento que seas un experto en conversiones –él sabia a que me refería, nadie podía tener más información sobre las conversiones que él, ya que los vampiros solo podían convertir una vez en su existencia. — ¿Cuánto te dijo ella? –“ella”, me llamó la atención como se refirió a su madre. —Bastante como para pensar que no existe una lista a como yo pensaba y que…bueno, eres un Alex diferente al que ella vio de bebé, aunque no lo necesario para saber el motivo de tu conversión, más que solo un accidente o algo por el estilo, ni tampoco sobre tus compañeras pasadas. —Averiguaste bastante con tu ataque de histeria que tuviste ayer, pero… —dijo antes que me alterara por su comentario –como dije antes, fue justificado. —Claro que lo fue —comí otro pedazo de frutilla, noté la mirada de Alex al hacer eso. —Frutillas —sonreí de inmediato al saber que significaba eso, no estaba de ánimos de discutir con él. — ¿Quieres? –tomé una frutilla y se la ofrecí, pero Alex tomó mi mano y movió la bandeja para poder acercarme a él. —No, no quiero “esa” frutilla —me atrajo más a él hasta que tuve que sentarme a horcajadas sobre él. —Te gusta besarme después de comer ¿Por qué? –dije a milímetros de sus labios. —Fácil, porque sabe fantástico con tu sabor —me mordí el labio inferior al recordar lo que había hecho ayer luego de tener mi orgasmo. Solo ese recuerdo tuve para besarlo, pero antes que sacara mi camiseta me separe de él, eso había sido demasiado rápido, sus frías manos se colaron sobre mi piel sin siquiera poder controlarlo. —Hay más personas —tomé mi camiseta y la bajé. Alex me miró serio. —Está bien, ellas no duran más de dos días aquí, las correré de la casa –mi boca se abrió las escucharlo. — ¡¿Qué?! Elizabeth me odiará, no son ellas Alex, es todo. —Bien, pero ellas comienzan, dos días más y se van –iba a decir algo, pero él me calló con un corto beso en los labios y bajándose de la cama –es mejor que bajemos porque así recibirás las lecciones, ahora que estas más tranquila –tomé la bandeja y asentí. Ahora si estaba más tranquila. —Alex —dije antes que saliéramos. Me empiné un poco, él entendió de inmediato, y me besó –Tienes que arreglar lo que arruinaste con mis padres –dije cuando nos separamos, el asintió y salimos de la habitación. Alex tenía esa labor, me


la debía, además que pensando en ellos, siempre me sentiría fatal por cualquier cosa que hiciera acá. Bajamos las escaleras y me encontré con Javier, quien tomó mi bandeja a pesar que le reclamé que no lo hiciera, pero se la llevó. Antes que me dirigiera a la puerta a saludar a Ezequiel, Alex tomó mi mano e hizo desviarme para ir a la sala. No dije nada, luego saludaría a Ezequiel, antes que llegáramos al salón Alex soltó mi mano. —Buenas noches —dijo a Raúl y Elizabeth, ambos sentados en uno de los sofás. —Se han demorado —Elizabeth se acercó a nosotros y nos saludos. —Buenas noches —con Alex nos sentamos en el sofá de al frente al de ellos. Lo miré y note que estaba en esa actitud de indiferencia, demostrando que no le importaba nada o nadie, esa actitud era la que lo hacía verse poderoso y que hacía que a Alex lo respetaran mucho, pero para mí solo era la máscara donde se escondía y a pesar que me gustaba, no era bueno para nosotros, porque guardaba todo lo que pensaba o sentía y hacia que me confundiera. —Bien, creo que es hora de dar información ¿no pequeña Viky? –Raúl me sonrió y asentí segura –bueno, en esta etapa creo que la más indicada de informarte es Elizabeth. — ¡Exacto! –dijo ella alegre –no hay mucho que contar en realidad, porque Alex se ha encargado de decirte todo sobre la conversión y qué papel jugarás como la pareja del gobernador, pero te tengo que decir sobre el trabajo que tendrás los tres meses libres antes de salir. — ¡¿Qué?! — ¿trabajo? no era como si estuviera contra del, pero sí, bueno, había pensado que sería un momento de solo Alex y yo. —Sí, deberás estudiar idiomas, debes aprender tres, Italiano obviamente, Ruso e Ingles, con aquellos estas más que segura — ¿idioma por mes? ¿Eso era lo que ella quería? estaba loca, no lo iba a ser, eso me tomaría todo el día durante todos los meses. —Tendrás tu tiempo con Alex –dijo Raúl sonriendo, creo que notó mi sorpresa – pero eso es durante unos días, luego deberás prepararte, como actuar en ciertas situaciones, como socializar con los demás, lo que debes decir y lo que no, me refiero a que hay temas que no se tocan, puedes usar ciertas palabras y otras no, es sobre ciertos…problemas del pasado ¿sí? –asentí y lentamente dirigí mi mano hacia donde estaba Alex, todo esto me estaba intimidando bastante,

pero antes de poder

alcanzarla él la movió. Rodeé los ojos a lo que hizo y me tomé la libertad de tomarla descaradamente. Noté como Elizabeth sonrió a aquello.


—Ahora —dijo Alex –creo que debes saber sobre lo que más se acerca a nosotros respecto al poco tiempo que tenemos, el rito de unión, es corto y simple, pero significa mucho, se ha hecho durante siglos y espero que lo aprendas bien en su momento para que así no quedes mal antes una especie entera –eso hizo que mi estómago se revolviera –pronto deberás dejar de ser tan orgullosa y deberás usar el anillo –eso aumentó mis nervios, por lo que presioné su mano y él lo único que hizo fue cerrarla contra la mía, eso me dio más ánimos y descubrí que la bipolaridad podía ser contagiosa. Era imposible al recordar cómo estaba ayer a como estoy ahora, pensar que no soy bipolar. En cada momento Alex estaba avanzando más y más, no me agradaba, porque era como si me sintiera cada vez más a gusto en su compañía y que cuando él estaba lejos, era como si fuera una agonía, esto era ridículo, más cuando pensaba en los momentos de enojo que tenia con él, era como si se me fuera la vida en ello…ridículo. —Lo sé, dijiste que no tenía opción. —Así es —siendo que se veía molesto con todo, él no soltaba mi mano, eso me hacía pensar que no estaba enojado o algo por el estilo. —Bueno, no sé que más podemos enseñarte –habló Raúl –mejor que preguntes tus dudas, ser vampiro para mi es demasiado normal. —Está bien –esta era mi oportunidad para hacer mil preguntas — ¿Qué me hará daño? —El sol si lo tomas sin un proveedor –me contesto Raúl. —Sí, pero eso implica otra pregunta –aquí miré a Alex — ¿tendré más libertad contigo? o sea ¿tendré que andar con esposas o algo por el estilo? —Claro que no –respondió de inmediato –para eso tengo una esposa mental, se lo que estarás pesando en cada segundo aunque te moleste. —Entonces tendré la libertad de tener un proveedor y seducirlo para poder alimentarme cuando tenga que salir. —No, esa parte de seducirlo esta demás, muerdes y listo. —Pero tú dijiste… —Sí, se lo que dije antes, pero ahora es diferente, no ando seduciendo a nadie – sonreí al verlo tan a la defensiva con ese tema. —Bien, entonces, volviendo al tema, no tengo que temer de nada cuando sea vampiro, a menos que me corten la cabeza o me dejen horas al sol ¿es eso? –no dejé de mirar a Alex. —Estas en lo correcto, pero en tu caso igual tendrás que temer o mejor dicho, tener cuidado con las personas que no apoyan nuestro estilo de gobernar –asentí, eso lo tenía claro igual, desde que Alex dijo que hubo veces que lo trataron de asesinar.


— ¿Cuánto tiempo después que me muerdas estaré lista? —Un día, nada más, pierdes la conciencia durante un poco más de veinticuatro horas y luego despiertas siendo completamente una nueva persona –eso me llamó la atención. — ¿Nueva persona? ¿Voy a ser otra? —Claro, pero solo físicamente, lamentablemente no podremos mejorar tu mal humor –no le hice caso a su comentario acido y seguí pensando en más cosas que preguntar. — ¿No debo correr de la plata o cruces? –Alex negó — ¿y del ajo? –eso lo hizo sonreír, recuerdo cuando dijo que su mentira favorita sobre los vampiros era la del ajo. —Creo que estas divagando, no hay mucho que debas aprender en realidad, solo unas pocas cosas claves, como las reglas que hay en nuestra especie. — ¿Reglas? –él asintió. —Si no fuera por ellas, creo que ya no habrían humanos…y eso no le conviene a nadie –lo miré confundida –como notaras los vampiros, en su mayoría los jóvenes tienen cierto rechazo a los humanos, es más resentimiento, pero aun así los odian y si no fuera porque las reglas se deben cumplir, matarían a los humanos que utilizan para alimentarse y eso no favorece a nadie porque, primero se revelaría que existen los vampiros y segundo, comenzaría algún estilo de guerra por ambos lados y al final acabaríamos con los humanos…y no tendríamos de que alimentarnos. — ¿Acabarían con los humanos? –Pregunté un poco escéptica por su confianza –los humanos son mucho más que ustedes. —Sí, pero no tienen la fuerza, ni la rapidez que nosotros. —Bueno, para eso tienen armas —me estaba comenzando a molestar por su arrogancia –no somos estúpidos, lo más probable es que alguna gobierno ubique donde hay mayoría de ustedes, por ejemplo, las casas de los guardias, son muchas…las descubren y lanzan bombas o… —no se me ocurrió nada más –en fin, los matan. —Bueno, pensé que ibas a suponer que nos podemos regenerar –bien, podía tener la idea en mi cabeza, pero era raro poder saber que de verdad existía. —Aun así, no creo que puedan contra los humanos, es una ilusión, una bomba los destruye a todos, imposible de regenerarse –Alex rodó los ojos, creo que esta discusión no avanzaría nada, aunque sabía que yo tenía la razón — ¿es qué acaso tienes todo planeado? —No…bueno si, pero no pasará porque no le conviene a nadie, así que no hay que preocuparse, además no tienes idea de las personas que son vampiros,


dominamos este mundo, ahora haz otra pregunta –por lo visto ahora estaba más dispuesto a hablarme sobre los vampiros. —Tengo una duda, cuando tú me conviertas…y pase el tiempo ¿yo podre convertir a alguien? —No —esa fue una respuesta rápida. — ¿Por qué? ¿Qué pasa si te quieres retirar? Me dejarías el cargo a mí y yo no lo quiero, tendría que convertir a un humano. —No, eso no pasará, no tienes de que preocuparte. — ¿Pero qué pasa si no quiero seguir teniendo una conexión contigo? –está bien, esa pregunta solo la hice porque me había desagradado su respuesta, me obligaba a hacer todo. —Porque yo me encargare de que eso no ocurra –se veía más molesto de lo normal, creo que de verdad le desagradaba el tema, aunque era algo obvio sabiendo que él había perdido a sus compañeras por irse con otro. —Está bien, no tienes para que enojarte —esquivé su mirada, cada día me tenía que amoldar mas a él, todo para que no se enojara y tener que empezar a sacarle información se convirtiera en algo más difícil. Delicadamente saqué mi mano de la suya, ya que aun la había dejado entrelazada. Miré a hacia donde tenía que estar Elizabeth y Raúl, pero no se encontraban. — ¿Dónde se han ido? —Vieron que no servían de nada, por eso se han ido –lo miré de soslayo, él lo notó –daría todo para que tu conversión fuera en dos o tres años, eres demasiado inmadura –tuve que contar hasta diez para poder controlarme y actué como lo hubiera hecho antes, Alex tenía el poder de sacarme de quicio fácilmente. —Solo me molesta que creas que puedes controlar mi vida a tu gusto, eso es todo. —Pero Victoria, yo controlo tu vida a mi gusto –lo miré sorprendida. —No, no es así, no puedes controlar lo que siento —sonreí con suficiencia. —Claro que puedo —sin más tomo mi camiseta desde atrás y me hizo quedar aun más cerca de él, haciendo que mi corazón latiera con rapidez — ¿Ves? –Alex sonrió arrogantemente. —No —apenas salió la voz de mi boca, ya que me estaba perdiendo en la mirada de Alex. Idiota, se le estaba haciendo todo más fácil ahora. —Si –se acercó a mis labios y los besó con cuidado, lentamente. Cerré mis ojos respondiendo a él. No había caso siempre haría que me alterara con sus besos,


haciendo que todo mi cuerpo se viniera en mi contra, sin poder controlarlo — ¿ves? – se separó sonriendo. —Bueno, no –no me respondió nada. — ¿Nunca? –repentinamente su expresión cambio a algo más preocupada, eso no me gustó, debo admitir que soy una tonta a que me importe su estado de ánimo, siendo que a él no le importaba mucho el mío. No pude evitar pensar que recordó a las demás que lo dejaron. —Eso depende, si sale más el Alex tierno no te podría asegurar que me negaré. —Suena bien, pero creo que tomare el camino largo, no tengo otra opción –tomé su mano de inmediato. —Si la tienes y lo sabes, solo que no quieres porque te sientes más seguro de esta manera, siendo que cada mujer es diferente. — ¿Me estas psicoanalizando? –tenía su ceño fruncido. —Claro que no, solo te digo lo que pienso. —Bueno, estas equivocada, cada mujer es igual, aunque tú tienes ciertas actitudes bastante extrañas, pero sigues siendo igual a todas –rodeé los ojos, pero en mi cerebro hubo un “clic” Alex estaba hablando de las parejas que tuvo antes, eso me daba alguna libertad para hacer más preguntas. — ¿Por qué te enojaste tanto cuando encontré tus diarios? –de inmediato se tensó. —No hablaré de eso contigo, ya te lo dije antes –como siempre hacia cuando yo sacaba este tema, se puso de pie y comenzó a alejarse. —Me lo tendrás que decir si quieres que confié en ti –no dio un paso más y se giró a verme, mirándome enarcando una ceja –lo digo en serio. — ¿Eso es una amenaza? –negué. —Te doy una pista para un camino más corto, solo eso –me quedó mirando sin decir nada, supuse que estaría pensando en las alternativas que tenia. —Es algo privado, por eso no quiero que lo leas. —No tenías porque esconderlos, si me decías, en buenas palabras que no lo hiciera, no lo iba hacer. —Lo dudo, eres bastante curiosa —negué de nuevo. —Entiendo que es algo importante, que no quieras compartir, todos tienen secretos Alex, tú los tuyos y yo los míos. —No, tu no, los sé todos –no había forma de ganarle. —Aun así, no todo, pero entiendo que no quieras que lea aquellos cuadernos, tengo dudas –desde que había leído esos trozos de sus cuadernos y desde que Elizabeth había hablado conmigo, vinieron bastantes preguntas a mi mente.


— ¿Cuáles? — ¿Todas han muerto? –frunció el ceño, pensé que no me iba a contestar nada, pero su movimiento me sorprendió. Se volvió a sentar pero de una forma que demostraba que estaba cansado, literalmente se arrojo en el sofá, hundiéndose en el. —Si, por eso puedo hacer la conexión contigo –no era capaz de mirarme, solo tenía sus ojos fijos hacia al frente. — ¿Cómo todas murieron, tú…? —No, jamás haría eso, sé que crees a veces que soy un monstruo, pero no, no las mandé a matar…solo pasa, no lo puedo controlar. — ¿Eso quiere decir que si me separo de ti voy a morir? –mi boca se abrió sorprendida dándome cuenta ahora de verdad de lo que estaba sucediendo. Alex me miró son decir nada — ¡debes estar bromeando! ¿Cómo mueren? —No lo sé, solo pierdo la conexión y luego me informan que la han encontrado o algo por el estilo. — ¿Qué es esto Alex? –me comencé a asustar. Me quedó mirando sin decir nada por varios segundos, hasta que suspiró como si se estuviera rindiendo. —Bien…tu ganas, te diré todo, ya me cansé de tus preguntas todo el tiempo, además que el reloj esta en nuestra contra –esto no me estaba gustando, quizás no quería saber la verdad después de todo –siempre un vampiro encuentra a un humano para que sea su compañero, Raúl lo encontró con Elizabeth, y así muchos otros, bien, tu eres esa humano para mí, es un estilo de unión bastante fuerte, por lo que al verse separados, las cosas se ponen complicadas, nunca he estado presente en la muerte de una mitad, pero se dice que la vida se les va desvaneciendo de a poco, hasta que solo se desmayan cayendo sin vida. — ¿Estás hablando de almas gemelas? ¡Eso no existe! –me miró sin decir nada, ahí supe que me tenía que mantener callada –sigue… —Gracias, bueno, esta unión claramente no está hecha por amor, yo soy la prueba viviente –lo que dijo hizo que me diera una punzada en el pecho, él decía algo, pero yo sabía que pensaba diferente, en sus cuadernos podía sentir el dolor de Alex al escribirlas, fue extraño, pero eso fue lo que me enfureció en su momento –al principio todos pensaban que lo era, por lo cual tu encontrabas tu conexión y eso era todo, podías estar una eternidad con ella, todavía hay vampiros que tienen sus parejas de hace miles de años, pero ahora ultimo…y hablo de unos siglos atrás, las cosas cambiaron, Charlotte tenía razón en que hay pocos vampiros fieles, nadie se opone a que se engañe a su conexión, porque bueno así sigue aumentando la cantidad de vampiros, tu eres mi conexión, por eso estas aquí –tragué saliva nerviosa, mientras mi labio inferior temblaba.


—Estas mintiendo, es imposible, tú has convertido a varias personas y sigues vivo, aunque te hayas separado de tu conexión. —Si…bueno no soy yo el que se aleja –esto lo dijo enojado mientras me miraba –no soy yo el que encuentra mágicamente otra conexión ni tampoco soy yo quien convierte a otro humano solo por capricho y luego muere, dejando a un vampiro demás –tensó la mordida mientras me miraba y decía todo esto. —Me lo debiste decir el primer día Alex ¡Ahora entiendo porque me canso cuando me disgusto contigo! ni siquiera la primera noche que me trajiste aquí lo sufrí más que cuando te odie por lo de Bianca. — ¿De qué estás hablando? –me senté mejor en el sofá. — ¡Diablos! esto no me puede estar pasando, ¡vamos! ¡Esto es la vida real!..las almas gemelas no existen ¡y menos si me entero de esta manera! — ¿Por qué estas siendo tan melodramática? ¿Querías que te lo escribiera en una carta? ¿Qué te lo dijera mientras tú estabas en un balcón?...te dije que estas eran las lecciones. — ¡Es imposible que tú seas mi alma gemela! Si ni siquiera me conoces bien, no me comprendes y tampoco me amas –me miró sin decir nada, espere varios segundos pero no fue capaz de decir una palabra –Alex…te has equivocado de persona. — ¿Crees qué esto es a la suerte? ¿Qué lo elijo yo? –esto era demasiado para mí. —Alex…estas mintiendo, Raúl y Elizabeth siguen vivos y están separados, me estas mintiendo. —No lo estoy haciendo, ellos se ven bastante seguido. — ¡No puede ser!...hay miles de vampiros que no están con sus creadores, además tú fuiste convertido por tu madre ¡esto no cuadra! —Cuando encuentras a tu conexión solo eso basta, si conviertes a alguien más no importa que conviertas a otro humano, sigue teniendo tu conexión, el humano que convertiste queda libre para encontrar a su otra mitad –se puso serio al decir lo último, como si le incomodara hablar de “mitades” “almas gemelas” o cosas por el estilo. — ¿Y Ezequiel y Javier?...ellos son ambos vampiros y ¡hombres! —Eso no importa, puede ser que puedan estar juntos o puede ser que ambos encuentren a alguien más. — ¡Me estas mintiendo! –me puse muy nerviosa, trataba de encontrar el “pero” a todo esto. —No desesperes… —se notó que se estaba preocupando, porque incluso se acerco a mí y dejó su mano en mi hombro, mientras yo respiraba agitadamente — ¿A


qué te refieres con que te cansas cuando te enojas conmigo? –me quede mirándolo unos segundos, pensando que todo esto era una locura. —Es como…si me cansara demasiado, sin ganas de hacer nada cuando te odio, no es una sensación agradable. —Eso es nuevo —llevé mis manos a mi rostro. —Si todo esto es cierto ¿Por qué eres tan idiota conmigo? —Eso es ahora ultimo…realmente no recuerdo como era las primeras veces, pero si no era como ahora. —Esta conexión es una farsa —dije cansada –has sido capaz de tener más de una, esto es una locura. —Soy el único, no se conoce a alguien más que pierda su conexión y pueda reanudar otra. —El afortunado —no fui capaz de mirarlo al decir eso. —No es nada bueno, si cada vez que se van… —se notó la tristeza en la voz de Alex. Levanté la mirada y suspiré derrotada, odiaba preocuparme por él. —Lo siento —se sorprendió al escucharme y me volvió a mirar —tienes razón, actúo bastante inmadura contigo a veces, pero esa fue demasiada información en muy poco tiempo. —Lo sé, por eso no te lo quería decir…aun. —Esto explica muchas cosas —sonreí nerviosa. — ¿Cómo lo fácil que estas cediendo a mi?...porque anoche cediste bastante –le di un golpe en el hombro. — ¡Alex! –me puse roja como tomate. —Creo que la sesión de lecciones ha terminado por hoy ¿no? –asentí. —Por favor, eso fue demasiado, nunca me dices nada y ahora sin más me dices que tenemos alguna…conexión, estoy aun confundida. —Sé que te es difícil de entender y te lo hubiera dicho en semanas o meses más, pero con la presión del consejo por nuestra unión, bien…eso complica las cosas –lo que dijo trajo a mi memoria el día que me escapé y les pronuncié a los guardias sobre las “otras” y ambos se pusieron serios, como si el tema fuera un tabú. — ¿Por qué todos esconden el tema de tus perdidas? –solo me miró un segundo para esquivar mi mirada. —Si no morí con mi primera conexión o con las demás, no significa que pasara desapercibido aquella perdida para mi…la última vez que la perdí fueron tiempo difíciles, para todos, necesitaban un líder y yo no estaba en condiciones de serlo, solo eso –no fue capaz de decírmelo a la cara. Me sentí mal por él, ahora veía mejor todo


lo que Alex había sufrido, con las pérdidas de sus conexiones, él había cambiado y no había sido su decisión. —Quiero leer tus diarios, eso me ayudaría mucho a comprenderte. —Eso no pasara, no los tendrás en tus manos nuevamente –repentinamente se volvió molesto; odiaba cuando hacia eso, pero me controlé para que no se molestara aun más. —No tienes para que enojarte, solo te lo estoy pidiendo, sé que son muy privados para ti…no lo hagas, pero me tienes que hablar de todo lo que no sé, así entiendo mejor porque eres tan desagradable conmigo, siendo que tenemos una supuesta “conexión” –una leve sonrisa se marcó en sus labios. —Estas entiendo mal, yo no soy desagradable contigo…solo soy así, con todos. —Eso es mentira Alex y lo sabes, sé que me estás haciendo pagar por algo que no he hecho, también sé que a veces sale el lado tierno de ti porque no lo puedes evitar, pero me tratas de esta manera solamente porque perdiste a las demás, no es difícil de adivinar. —No es cierto, estas equivocada –su ceño se frunció, molesto. Tenía la razón, desde que habló esto de la conexión lo descubrí, incluso tenia las sospechas antes. —Tienes razón, creo que si a mí me hubiera pasado lo mismo que a ti, no confiaría en nadie. — ¿Me comprendes? –me miró confundido. —No he esperado más de ti, porque no conozco más, tampoco lo he hecho porque no debo, tú me secuestraste y creo que esas pequeñas partes donde eres tierno y preocupado, completamente diferente a lo que de verdad eres, ha hecho que me…atraigas, cosa que es enferma, notando que me has quitado todo y solo debería odiarte. —Pero ¿no lo haces? –negué. —La mayor parte del tiempo, hay partes que desearía sacarte cada hueso y quemarlos mientras bailo alrededor de tu fogata. —Eso es sádico y malvado ¿Cómo me odias a ese nivel? —Cuando eres testarudo y no eres capaz de escuchar a nadie, me frustras…tengo derecho a odiarte de esa manera –me sorprendía que estuviera hablándole tan relajadamente como si estuviera hablando con un amigo de años. —Yo no soy testarudo –se sentó mejor en el sofá y se acomodó en el respaldo, quedando un poco recostado. —Claro que lo eres, conmigo, otra prueba que lo haces apropósito.


—Victoria, no me comporto así contigo apropósito —trataba de convencerme que eso era cierto pero desde el primer día lo noté, él es diferente en especial conmigo. —Si lo haces, te ríes y eres simpático con los demás, Ezequiel, Javier, Elizabeth, Raúl, incluso Charlotte que es una estúpida. — ¿Es que acaso estas celosa? –rodeé los ojos. Alex podía llegar a ser tan ególatra. —No, solo que se nota la diferencia que hay entre ellos y yo…a mi me tratas como si fuera cualquier cosa, aunque claro, no dejas que me traten mal los demás, así que estoy segura en decir que te estás vengando conmigo. —No lo hago, si lo hiciera no estarías tan cómodamente sentada aquí. — ¿Daño físico?...jamás serias capaz de golpearme y estoy segura, quizás el primer día tomaste mi brazo para amenazarme, pero no lo hacías por ser malévolo. — ¿Y de donde sacas tanta información? te veo muy segura –sonreí con suficiencia. —Solo observo, tú podrías notar muchas cosas de mí si lo hicieras igual, pero no eres capaz, porque parte de ti me odia, todo por lo que ha pasado antes, cosas que no tengo idea. —Yo no te odio —se sentó mejor para mirarme realmente serio — ¿de dónde sacaste esa idea? estas delirando Victoria, es mucho tiempo que tienes para hablar solo contigo –se veía bastante sincero al decir aquello, eso me daba la idea a que ni siquiera él se daba cuenta de lo que sentía. Lo miré unos segundos sin decir nada, sus ojos oscuros, sus rasgos jóvenes, Alex a pesar de tener una personalidad de un hombre mucho mayor, solo tenía veinticuatro, seis años más que yo, no era nada, bueno un poco, sin embargo había vivido más que muchos ancianos juntos; su cuerpo era de un hombre alto, fuerte, pero cuando sonreía se notaba que físicamente era joven. No podía imaginar cómo alguien lo pudo dejar solo por capricho, más cuando en ese entonces él sonreía más. — ¿Has quedado muda? —No, solo estoy cansada de decirte todo sin que me des crédito, tengo razón y algún día deberás aceptarlo –frunció los labios haciendo que mi atención se fuera a ellos, me encantaban los labios de Alex, eran tan suaves pero a la vez dejaban en claro quién mandaba, haciendo que mi cerebro se volviera loco cuando decidía besarme. —Yo igual puedo decir mucho de ti —volví a concentrarme en él y lo miré como si hubiera dicho lo más estúpido del mundo. —No, no eres capaz —me sonrió y comenzó a hablar sobre mí.


—Eres testaruda, por eso tenemos tantos roces, pero eso mismo te prende cuando te voy a besar y luego provocar que tengas un orgasmo. — ¡Alex! –suspiré derrotada, siempre salía lo más idiota de él conmigo ¿Cómo era posible que él fuera el gobernador por su sabiduría? Comenzaba a creer que su elección fue turbia. Me levanté del sofá, no iba a seguir escuchándolo. —Alto –su voz era tranquila mientras rodeaba mi cintura con sus brazos y me hacia caer a su lado –bien, bien…te diré cosas más aburridas –lo miré desconfiada, me quise mover de su lado, pero no me dejó, no seguí insistiendo –eres muy inteligente, descubres cosas en mi que no todos lo hacen, te preocupas por los demás…. –no me estaba mirando mientras decía esas cosas lindas de mí –odias las injusticias y eres graciosa cuando te enojas conmigo, cuando me extrañas en las noches o cuando me quedas mirando con ganas de…. –me miro sonriendo –no sé de qué, pero tienes ganas de algo, exactamente como me estas mirando ahora –me sonrojé de inmediato, no había notado que lo estaba mirando raro —¿Ves?...hay más cosas, pero esas me las guardo para mí –lo quede mirando casi babeando, pero recordé algo que me ponía bastante nerviosa. — ¿Ves que tenemos que estar solos? los chicos pueden escuchar ahora — sonreí confiada en que tenia la razón. Alex se acerco más a mí. —Dudo que les importe. —Pero a mi si —me puse de pie para evitar problemas. Él frunció el ceño, pero me alejé bastante rápido, pasé por al lado de la puerta principal y me fui directo a la salida trasera, agradecí que Alex no me siguiera. Llegué a la terraza y me senté un poco más relajada a lo que estaba hace minutos atrás. Cerré mis ojos por un segundo y después miré hacia el cielo estrellado, hacía calor, eso hacía que toda la información que me había dado Alex se sintiera el doble de pesada en mi cabeza. Agradecía que ahora él me diera un tiempo a solas para poder procesar todo. Almas gemelas, aun no lo creía, menos por parte de él, siempre las almas gemelas de los libros se llevan bien, son como dos piezas de un rompecabezas adyacentes, encajan perfectamente, pero eso era claro que no se aplicaba a Alex y a mí, menos si ahora él era diferente a lo que era, quizás antes seriamos perfectos el uno para el otro, pero ahora…lo dudaba, aunque habían ciertas características de ambos que teníamos en común, como lo testarudo o nuestra bipolaridad única en los dos. Me puse de pie inquieta, no sabía qué hacer. Me apoyé en el hermoso diseño de madera que había en la terraza, mirando a todos los jardines de Alex, estaban


iluminados solo por la luna. Me encantaba poder venir a pensar aquí, no sé cómo, pero todo aquí me gustaba, tenia los colores que a mí me agradaban y… —Muy buenas noches Srta. Victoria –me volteé de inmediato al notar de quien era esa voz. — ¿Qué haces aquí John? –una leve sonrisa salió de sus labios, mostrando sus filosos colmillos, no me gustó ni un poco. En otras personas no me acostumbrar a ver esos colmillos, solo en Alex –no deberías estar tan cerca da la casa, Alex tiene otras órdenes para ti. —Solo quería ver como se encontraba, ese es mi trabajo –dio un paso más hacia mí. —Aléjate —me estaba empezando a asustar, John jamás me había dado confianza. — ¿Es qué acaso no puedo molestarla como usted lo ha hecho conmigo? —John, si no te alejas gritaré y Alex me escuchará, ahí tendrás verdaderos problemas –sentí un escalofrió a hablarle, él de verdad era un poco aterrador. —Creo que deberías saber que eso no me importa… —en un segundo se acerco a mí a tal extremo que podía sentir su fría nariz en mi mejilla –Ya me has cansado, si no puedo tener a Francesca de proveedora, bueno, lo tendrás que ser tú, tendré bastante prestigio cuando se enteren que probé la sangre de la futura gobernadora. —Solo estarás en problemas, así que déjalo ya, vete, dudo que quieras más inconvenientes con Alex. —El Sr. Lenardis me importa muy poco en estos instantes, más cuando he pasado bastante tiempo sin alimentarme –no podía creer que mi rabia cada vez aumentara con John, él solo pensaba en Francesca como un pedazo de carne, nada más ¡y ella era mi única humana cerca! No pude más, con toda mi fuerza trate de empujarlo, mis manos se fueron a su pecho y con toda la fuerza trate de alejarlo, pero fue inútil y como no tenía otra opción para salvarme de él, mi otra opción era gritar. —Estás perdido –tomé todo el aire que pude para que saliera un grito bastante audible — ¡Al –John tapó mi boca bruscamente, de verdad sentí como si mis dientes se hubieran dado un vuelco. —No lo creo lindura, la única perdida aquí eres tú –tomó mi cabeza y la movió hacia un lado, dejando mi cuello expuesto, en ningún momento dejó mi boca descubierta para poder gritar. John se acercó a mi cuello y pasó su lengua, comencé a mover mis manos contra él para alejarlo, pero era inútil, era demasiado fuerte para mí. Tensé mi mordida, esperando sin derramar ni una sola lágrima por este maldito vampiro que enterraría sus dientes en mi piel, y fue ahí, en ese segundo que pasó todo.


Sentí los colmillos de John contra mi piel, empezando a traspasarla, pero antes de que pudiera avanzar un centímetro más sentí que alguien me empujaba hacia atrás y me liberaba del agarre de John. Abrí los ojos de inmediato para ver de quien se trataba. — ¡Srta. Victoria ¿está bien?! –un guardia que no conocía estaba al frente mío, dándome la espalda, solo había girado su cabeza hacia mí. Me moví un poco hacia al lado y pude ver que otros dos guardias tenían de los brazos a John, que estaba bastante tranquilo entre su agarre, mirándolos como si fuéramos los mas idiotas del planeta. —John Fletcher estas en serios problemas –el guardia que estaba adelante mío le habló, y creo que por su tono, no estaba tan apenado por encontrar en algo que pondría en problemas a John – ¡llévenselo de aquí! –los otros dos guardias tomaron a John y se lo llevaron en menos de un fracción de segundo. El otro guardia acercó la mano a su boca, creo que tenía en su ropa algún aparato tecnológico porque comenzó a hablar por ahí, no pude entender nada, pero no demoró mucho. Aquel guardia se volteó a verme con su mirada preocupada. —Sentimos la demora Srta. Victoria, él se encargo de distraernos –lo quedé mirando sin decir nada, el tipo me era conocido pero no lo podía traer a mi memoria completamente en este momento. — ¡¿Qué diablos sucedió aquí?! –Llego Alex gritando a la terraza — ¡¿Cómo es posible que un simple y joven guardia se las haya arreglado para hacerte un inútil?! ¡Vete en este instante!...pronto hablaremos los dos Aníbal –el guardia desapareció en un momento. Alex se acerco a mi rápidamente — ¿Victoria estas bien? ¿Qué te hizo? –Movió mi cabello para dejar expuesto mi cuello –no te preocupes, solo dejó rosado, no alcanzo a hacer nada –pasó su mano con cuidado por mi piel –di algo Victoria –no era capaz de decir nada, en mi mente se repetía una y otra vez lo que había pasado ¿había sido cierto? Todo fue muy rápido – ¿Victoria? –sentí como mis piernas se iban debilitando hasta el punto que no fueran lo bastante fuerte como para poder sostener mi cuerpo. Me desvanecí perdiendo la conciencia sin saber en dónde o como había caído.


CAPÍTULO 18

Me comencé a remover sobre la cama de a poco, sintiendo como mi cabeza pesaba más de lo normal. Me senté lentamente sujetando mi cabeza con ambas manos. — ¿Estás bien? –abrí mi ojos, notando como todo desenfocaba al principio, pero luego de unos segundos, ahí estaba Alex, sentado al final de la cama. — ¿Cuánto tiempo me quede aquí? —Solo unos minutos, nada más, te has desmayado –los labios de Alex estaban levemente fruncidos, al igual que su ceño, haciendo que su preocupación fuera notoria. — ¿Dónde está John? —Ya nos hemos encargado de él, está encerrado y protegido por otros guardias –llevé mi mano a mi cuello al recordar lo que había pasado. —Siento haberme desmayado –eso me hacía ver muy débil al frente de quien lo viera y dudo que eso ayudaba a la imagen de Alex. —No tienes que disculparte, esto ha sido mi culpa, no debí dejarte sola, es más, te debí escuchar cuando me dijiste todas esas cosas negativas de John, pero no te preocupes, no se volverá a acercar a ti de nuevo ¿sí? –suspiré al notar lo rápido que mi vida había estado en peligro, apenas me había dado cuenta de lo que había pasado –Victoria… —Lo siento, solo estaba pensando –lo miré más concentrada en lo que pasaba ahora — ¿Francesca se enteró? –Él asintió — ¿Cómo esta? —Bastante afectada, sabiendo los resultados de las acciones de John, claramente sus días con vida están contados. — ¡¿Qué?! –bien, no era como si quisiera a John junto a mí todo el tiempo, pero no quería tener en mi conciencia la culpa de la muerte de una persona. —Sí, ya se está arreglando todo para eliminarlo, todos aquí deben saber que no se juega ni conmigo o contigo, solo es un mensaje para los demás, no hay nada que puedas hacer, aquí no existe la compasión Victoria –lo miré asustada, esas palabras habían sido muy frías, incluso para Alex. — ¿Es que no lo puedes encerrar solamente? –él negó. —Lo que hizo no es como matar a un montón de humanos o algo por el estilo, atentó contra su líder, eso es lo que se necesita para que su cabeza sea cortada y agradece que no lo dejaremos al sol, pensé que eso sería más doloroso para ti, así que lo haremos rápido.


— ¿Por mí? –él asintió –no entiendo. —Bueno, era claro que te ibas a preocupar por el tipo que te trató de drenar – sus palabras no me gustaron, esa no era forma de decirlo, lo hacía lucir…peor de lo que ya era –así que cortar su cabeza y que eso se haga noticia, es rápido y menos preocupante para ti. —Alex, aun así va a morir. —Él ya está muerto –dijo extremadamente serio –al igual que yo, esto es solo otra forma de existir, no de vivir –tragué de nuevo saliva nerviosa por cómo me estaba diciendo todo, esto era frio y malo, no me gustaba –así es cuando se desobedecen las reglas y ordenes Victoria, solo es eso, tendrás que acostumbrarte. —No puedo creer lo que hizo John, sabía que era malo, pero no a ese extremo –Alex sacó una media sonrisa, mostrando solo parte de sus colmillos. —Eres demasiado ingenua Victoria, lo que hizo John no es nada a lo que han intentado hacer o a lo que han hecho, lo de John fue solo estupidez, no maldad. — ¿No maldad? ¡Casi me drena! –lo miré sorprendida por sus palabras. —Es verdad, pero si fue un idiota, no fue malo, la maldad conlleva ser inteligente, hacer tus movimientos con astucia, no de la forma que lo hizo John, estaba claro que lo iban atrapar antes que pudiera hacer algo, esta casa está rodeada por guardias, que haya distraído a otros con inventar algo no es astucia, es el mal intento de hacer algo mejor –me quedé pensando en las palabras de Alex, en parte tenía razón, pero aquí había un cabo suelto, John si era malo, siempre me dio un mal presentimiento ¿estúpido? No creo que era la mejor definición para él, estaba a un nivel superior, y lo que sucedió abajo hace unos minutos, no calzaba con el perfil que tenia John, pero por lo visto estaba equivocada ya que Alex tenía razón, John sabia que aunque distrajera a un par de guardias, al final igual seria descubierto, son demasiados… un acto estúpido. —Supongo que tienes razón, sigo pecando de ingenua –me quede otros segundos sin decir nada, solo pensando una y otra vez en lo que había pasado, había sido tan… rápido, no tenía otra definición a aquello. —Sigues pensando en lo que sucedió, debes distraerte para que luego pase a tu olvido Victoria –me concentré en ver a Alex, aun mantenía su mirada preocupada y nunca me ha gustado verlo así. —Tienes razón, John esta bajo vigilancia y no pasó nada malo. —Eso está mejor, para cambiar el tema, te informo que Charlotte y mi madre parten mañana, ya les he dicho que las quiero afuera –bien si Alex quería ponerme histérica para olvidar lo que paso con John, lo logró.


— ¡No pudiste decirles!...eso era una idea, nada más, menos lo cumpliremos ahora que los guardias no se podrán alejar de nosotros –enarcó una ceja al escuchar lo último. —Le acabo de decir a Elizabeth para que lo hable con el consejo, sería algo como unos tres días solamente, nada más, no tienes de que temer, soy bastante fuerte para derrumbar a cualquier vampiro, los que podrían eliminarme están de mi lado o son tan poderosos que no tienen ningún interés en acabar conmigo con sus propias manos, además solo quedan quince días para que ocurra nuestra unión y recuerda que tienes que ya ser parte de nuestra especie, por lo que…. –tosió un poco nervioso, no sé para que lo hacía siendo que era un vampiro, sin necesidad de debilidades humanas, como toser, por lo visto se estaba tomando las cosas con más calma cuando se trataba de informarme –por lo que tu conversión debe ser luego –aun no me sentía ni un poco cómoda con pensar en que sería una vampiro dentro de poco –además podemos ocupar los días sin Elizabeth y Charlotte para más practicas y los días cuando estemos completamente solos, bueno…podríamos utilizarlos en algo aun más entretenido —mis ojos se abrieron como plato, si, Alex lo había logrado, me había distraído por completo. Mis mejillas se sonrojaron al escucharlo –tanta vergüenza que te da el tema, presiento que solo es por fuera y que estas bastante ansiosa a lo de nosotros ¿no? –me puse lo más seria que pude con él, siempre me hacía lo mismo, me trataba de avergonzar lo que más podía. —Eres un ególatra, jamás pensé que iba a conocer a alguien de esa manera y no es un cumplido –me sonrió mostrando ambos de sus colmillos, aquello tenía un efecto completamente diferente a como lo tenía los colmillos de John. —Para mí es un cumplido, gracias…ahora ¿quieres bajar? –negué de inmediato, no tenía nada ánimos de encontrarme con alguien en el camino, prefería quedarme hoy aquí, en la habitación –Entonces que quieres hacer. — ¿Hoy no te puedes quedar conmigo cuando empiece a amanecer? ¿No volverás más aquí? –sabia que esas preguntas ayudaban a aumentar el ego de Alex, como también hacían que me avergonzara aun más por delatarme sobre la necesidad que tenia últimamente a que durmiera conmigo. —No, en realidad no lo tengo permitido –esquivó mi mirada, lo que me llamó la atención, porque lucia un tanto avergonzado. — ¿Cómo? –mi tono mostro lo perdida que estaba — ¿A qué te refieres con que no lo tienes permitido? —Bueno…esto es algo vergonzoso, incluso para mí –paso a morder levemente su labio inferior, pocas veces lo había visto hacer aquello –Elizabeth se enteró de que


dormía aquí –lo ultimo lo dijo rápidamente y sin mirarme. Lo quedé mirando sin saber que tenía que ver Elizabeth en esto. — ¿Y? –volvió a mirarme. —Existe un estilo de regla, no puedo dormir contigo hasta nuestra unión –mis ojos nuevamente se abrieron de forma exagerada. — ¡¿Qué?! Debes estar bromeando –marqué una amplia sonrisa, esto era ridículo — ¡son vampiros! Dudo que estén preocupados por dormir juntos antes de esa unión, es más, según tú, lo haremos –Alex levantó una mano al nivel de su pecho para hacerme callar. —Si me dejaras terminar seria todo más fácil –pasé mi mano por mis labios, haciendo parecer que cerraba mi boca por completo –no está relacionado con “eso”, es algo que no te puedo decir en realidad, es un estilo de prueba, ya verás porque, vas en muy buen camino –entrecerré los ojos, su información era inútil. — ¿Una prueba? ¿Para mí? –él asintió bastante concentrado a como era mi reacción –creo que ya deberías estar más seguro siendo que sigo en este lugar ¿no crees? ¡Yo tengo más derecho de dudar de ti! —No tienes para que hablarme en ese tono Victoria. — ¡Me importa un comino como te hable! ¿Pruebas? ¡Dios! —negué pensando que esto era inaudito ¡no podía tener a Alex cerca por una estúpida prueba! ¡Esto era estúpido! ¡Y más estúpido era que estuviera enojada por ello! —En su momento lo solucionaras, ahora a menos que me quieras ver inquieto por estar aquí contigo solos es preferible que vayamos a no sé…es mejor salir de aquí –tomó mi mano y me hizo salir de la cama, a veces Alex podía ser bastante bruto. No entendí lo último que dijo Alex, pero ahora íbamos caminando por los pasillos de la casa, él ya había soltado mi mano y solo iba a mi lado. —No entiendo porque vamos caminando por toda la casa, sin hacer nada –me miró sonriendo con arrogancia, de seguro nuestra otra opción no me agradaría. —Es esto o estar abajo con Elizabeth, contándole lo que pasó con John y claramente yo te puedo distraer de mejor manera –no le respondí, tenía razón… en que no quería estar con Elizabeth, claro. —Está bien, pero… –me acerqué más a él y tomé su mano. Él ni siquiera me miró, como era costumbre cuando yo tomaba su mano, pero aun así, presionó mi mano con la suya. Estuvimos caminando y conversando cosas sin importancia, hasta que él decidió frenar y quedar al frente de una pared, sin nada, solo era pared, ni siquiera habían más puertas a los lados, nada de nada. Había pasado miles de veces por aquí. — ¿Qué sucede? –pregunté curiosa.


—Estaré en problemas por esto, pero no debes decírselo a nadie ¿sí? –asentí, impresionada porque Alex me estaba confiando algo, creo que desde que me informó sobre las almas gemelas, él estaba más tranquilo conmigo. Mis pensamientos sobre su actitud quedaron atrás al ver que Alex estiraba su mano y tocaba un diseño de la pared para que luego un cuadrado no muy pequeño se abriera y dejara en descubierto un tablero con varios números. Alex marco alguna clave con una rapidez impresionante, solo con eso ahora la pared que teníamos al frente se abrió, yendo una mitad hacia la derecha y la otra a la izquierda, dejándonos ver una impresionante habitación. Alex me dio un leve empujón para que entrara –Pasa…. –le hice caso y ahora las puertas que salieron de la pared se cerraron. — ¿Esto es lo que creo que es? —Sí, mi habitación, que en realidad será nuestra — ¡I-n-c-r-e-i-b-l-e! esa era mi definición. Era completamente de madera oscura, mientras que las cortinas tan grandes como la de mi habitación eran de color vino, igual al color de la alfombra que cubría completamente la habitación. Tenía varias puertas que supuse que eran el baño, el ropero y otras que no tenía idea que podían contener, pero lo que más me llamó la atención era la cama… verdaderamente hermosa, con un cubrecamas gigante color marrón, como las paredes, y almohadas como las del color de las cortinas, estaba todo a tono, era impresionante, no sé cómo, pero era obvio notar que esta era la habitación de Alex, se notaba poderosa y me quería quedar aquí siempre, exactamente como era con Alex. —Es hermosa –fue lo único que dije al notar que él me miraba esperando alguna respuesta. —Por si estas en peligro, la clave es 2303150324 –lo quedé mirando como si fuera el hombre más estúpido que podía pisar esta tierra. — ¿Quieres que me aprenda ese número tan largo? –él asintió. La verdad es que había memorizado cosas más largas en mi vida, pero ¿un número? Nunca me vi obligada a hacerlo. —Es mi cumpleaños más mi edad, fácil, nací el 23 de marzo del año 1503 – ahora una amplia sonrisa se marcó en mis labios ¡lo había hecho! ¡Alex me había confesado cuando nació! —2303150324 listo –dije sonriendo. Alex se sonrió para luego borrar aquella sonrisa y quedar concentrado en…mí, si, me estaba mirando sin decir nada. No pude evitar sonrojarme y esquivar su mirada. — ¿Por qué te sonrojas?


—Eso es tu culpa –aun seguía con esa mirada. Mi corazón se acelero rápidamente. — ¿Por qué es mi culpa? –dio un paso hacia mí, poniéndome más nerviosa, estaba empezando a pensar que lo hacía a propósito. Traté con todas mis fuerzas concentrarme en dar una respuesta. —Porque me miras de esa forma –ahora estaba realmente más cerca de mí. Posicionó sus manos en mi cintura con esa sonrisa tan particular de él, causando que mi corazón se acelerara. Apoyé mis manos en su pecho sonriendo por tenerlo así, pero Alex se puso serio al quedarse mirando mis ojos, una de sus manos llegó a mi cuello, solo la dejó ahí, nada más mientras me miraba. — ¿Qué estas pensando? —Nada importante en realidad –y sin más se acercó a mis labios, acortando toda distancia entre nosotros, este beso era dulce….no recordaba alguno como este, sus labios se movían lentos contra los míos, quitándome el aire y provocando que mi corazón se alterase por completo, lo que hacía que me pusiera levemente más ansiosa por ahora. La fría lengua de Alex pasó por mi labio inferior haciendo que la mía fuera a su encuentro, su mano que no estaba en mi cuello, sino en mi cadera, ahora subía lentamente y se metía por debajo de mi camiseta, llegando a mi piel y haciendo que me acercara más a su cuerpo, sacándome un leve suspiro, pero unos segundos más y Alex me separó con delicadeza de su lado. —Es mejor que bajemos –dije ahora más tranquila, estando sola con Alex, corría peligro. Él se solo me sonrió y asintió. El resto de la noche comenzó a ser exactamente igual a las otras, estuvimos con Elizabeth y Raúl, la conversación ahora era diferente eso sí, John se había vuelto el centro de todo lo que hablamos, quise averiguar qué era lo que pensaba Charlotte sobre todo esto y su increíble idea de que no hubieran guardias, pero ella no se encontraba. Bostecé cansada por el ajetreo de este día. —Deberías ir a dormir querida, no tienes que temer de nada, Alex no dejaría que nada te pase –la sonrisa de Elizabeth era agradable, pero sus ojos se notaban un tanto preocupados. —Sí, muero de sueño. —No eres la única, ya va a amanecer –dijo Alex mirando a los ventanales – muy bien, te iré a dejar a tu habitación –asentí más entusiasmada.


—Buenas noches Elizabeth –ella asintió educadamente, pero Raúl que estaba su lado se puso de pie y se ubicó a mi lado, dándome un abrazo. —No te preocupes de nada pequeña, mira que Alex y nosotros nos encargaremos de ese canalla –asentí mientras lo abrazaba igual. —Buenas noches Raúl –dije cuando me separé de sus brazos. —Buenas noches pequeña. Alex tomó mi mano y casi me tironeo hacia él. Caminamos en silencio, personalmente estaba cansada, había sido demasiado por hoy, pero Alex se veía pensativo. — ¿Qué es lo que le sucede al Sr. Lenardis? –pregunté más bromista, ya que lucía demasiado serio. —En que debes descansar, hasta aquí te dejo esta vez, hay asuntos que resolver –fruncí el ceño al notar que estaba hablando en serio. —Está bien –miré hacia abajo, cuando sentí que Alex estaba a centímetros de mi rostro. —Buenas noches –ahora sus labios estaban al nivel de mi oreja –nos vemos – dio un paso hacia atrás para alejarse, pero no lo dejé. Tomé su camisa entre una de mis manos y lo quede mirando a los ojos. — ¿No te puedes quedar? –una leve sonrisa se marcó en sus labios y negó – mmm… bueno, entonces buenas noches. —Que duermas bien, no vayas a olvidar claves o cosas por el estilo –no entendí lo último que dijo, pero no pude ni siquiera responderle, porque se acercó más y esta vez a penas rozó sus labios con los míos, dejándome con ganas de besarlo un poco más pero desapareció. Suspiré derrotada, Alex siempre me dejaba en ese estado. Entré a la habitación y noté lo amplia que se veía ahora, me estaba dando incluso un poco de miedo al pensar que cualquier vampiro se puede meter por aquí y hacer lo que se le frunza conmigo. Pasé directo al baño y me preparé, lavando mis dientes y poniéndome el pijama, tratando de distraerme y no pensar en John y como casi estuvo a punto de morderme. Alex me serviría mucho como distracción si estuviera aquí. Salí del baño y mi estómago se revolvió, no quería estar en esta habitación y no lo haría. Me fui directo a la puerta, caminé lo más rápido que pude, casi corriendo, recordando una y otra vez el número. Llegué hasta esa pared misteriosa e hice lo mismo que hizo Alex, puse la clave y entré a su habitación, me importaba un comino que se enojara, pero por lo menos aquí dormiría tranquila.


Sonreí triunfante al notar que estaba vacía, así que cerré la puerta y corrí a meterme en la cama…era cómoda, me gustó. No me costó nada poder cerrar mis ojos y quedarme dormida, pensando en que al otro día podía despertar con Alex a mi lado, solo de imaginarlo eran como mil mariposas revoloteando en mi estómago.

Abrí mis ojos de un solo movimiento, al sentir un peso extraño en la cama, vi una perfecta espalda que se estaba recostando y noté que la habitación estaba completamente a oscuras. Cerré mis ojos para que así Alex no me hiciera salir de la habitación y traté de tranquilizar mi corazón. —No necesitas hacerte la dormida, sé que te he despertado… así que te acostumbraste a dormir sola ¿eh? –abrí los ojos y ahí estaba mirándome Alex, con una sonrisa tentadora. —Claramente no me acostumbre a dormir sola. —Despertaste al instante que me senté en la cama —sonreí, eso no era porque estaba acostumbrada a dormir sola, sino que era porque…bueno, cada noche esperaba por si él iba a mi dormitorio. —Puede ser que me haya acostumbrado –no le iba a dar el crédito de que lo esperaba por las noches. — ¿Y qué haces aquí? –su tono era como si se estuviera burlando de mí. —Solo….me dio algo de miedo, estar sola en mi habitación. —Bien –se recostó en la cama, lucía cansado. — ¿Qué sucedió? ¿Qué hora es? —Son más de las tres de la tarde –dijo con los ojos cerrado, los míos se abrieron al instante. — ¡¿Qué?! ¿Por qué te has venido a dormir tan tarde? –volteó su rostro hacia mí y abrió los ojos. —Dije que había un problema, eso me ha retenido bastante. — ¿Qué pasó? –su mirada se fue hacia arriba. —John escapó —mi estómago se volvió a revolver por miedo, esto era imposible, estaba en custodia –No sé cómo pero se las ingenió para poder escapar, estamos seguros que alguien lo ayudó –de inmediato se vino un nombre a mi cabeza, pero no se lo podía decir a Alex, no quería que Francesca corriera peligro, además que no estaba cien por ciento segura que fuera ella, solo era una humano, no tendría la fuerza para ganarle a tantos vampiros. —Bueno, de seguro lo atraparan –me miró confundido. — ¿No estás asustada? –lo pensé un poco y asentí, era imposible mentirle a Alex.


—Sí, pero dudo que me pase algo, para eso estás tú ¿no? –Sonrió levemente pero cerró los ojos, lucía muy cansado –mejor duerme, ya es tarde me levantaré –me estaba saliendo de la cama hasta que sentí su brazo rodear mi cintura y hacer que volviera a la cama de un solo movimiento, siendo bastante brusco — ¡Alex! –le grité por lo poco delicado. —Cansado no controlo muy bien mis movimientos, no es mi culpa que seas una frágil humano, ya arreglaremos eso –rodeé los ojos por su tono desagradable. Me acercó a él y me dejó recostada a su lado –ya estás aquí, no tienes para que irte —lo miré y no pude evitar sonreír, pero cuando abrió los ojos borre esa sonrisa –te quedas, es mi última palabra –me gire dándole la espalda y me quede tranquila, solo podía sentir su brazo rodeándome, me alejé un poco de él, pero nuevamente de un solo movimiento, sin costarle nada, me acercó aun más a él. Me gire hacia él, quien tenía sus ojos cerrados, parecía que dormía, se veía perfecto así, como si fuera un ángel, claramente las apariencias engañan. Luego de quedarme bastante tiempo admirando la perfección del “hombre” que me tenia rodeada con un brazo en su cama, mis ojos nuevamente se cansaron y me quede dormida, pensando que no me podría pasar nada si Alex estaba a mi lado, no me quería preocupar de John, no podía hacerlo o sino no estaría tranquila, dudo que vuelva por estos lados, seria vampiro muerto si trata de hacerlo, John de verdad había arruinado su existencia, por algo tan menor, ¿tratar de beber mi sangre?...eso era una locura, siendo que iba a ser la compañera de Alex, esto no calzaba a la perfección, pero lo más probable era porque John es un idiota. Sentí una mano en mi pierna izquierda, que subía y subía hasta llegar a mi cadera, me revolví un poco en la cama y de inmediato tomé la mano que estaba contra mi piel. —Alex —dije sonriendo y abriendo mis ojos. Ahí estaba, solo con sus bóxer negros, apoyado en sus rodillas, mirándome serio. No solté su mano y le sonreí coqueta. — ¿Estas en plan de prácticas? –mi corazón comenzó a latir con fuerza al recordar la ultima. — ¿Las necesitas acaso? –no sé de donde estaba saliendo esta Victoria, Dios… estaba pasando demasiado tiempo con Alex. —Estás atrevida —su expresión seria me gustaba en este momento, se veía sexy, más cuando una sonrisa se marcó en sus labios, haciendo que me comenzara a derretir ahí mismo, sin poder sacarle la mirada de encima. —Puede ser —Alex negó lentamente con su mirada fija en mí.


—Respuesta incorrecta —no quería salir perdiendo hoy, había despertado de otra forma, lo más seguro era porque había dormido con Alex. — ¿Y qué me puede suceder? –Alex amplió su sonrisa. —Te estás adaptando a mí, me gusta —sin más comenzó a acercarse, de verdad que extrañaba sus besos, más cuando me dejaba con las ganas de besarlo. Alex se fue directo a mis labios, atacándolos como si fuera el último beso que me iba a dar, su lengua batallaba con la mía, no me quedé quieta, le respondí de la misma manera, cada vez me iba relajando sobre el tema de “nosotros”, por lo que un beso así, no me sonrojaba como lo hubiera hecho hace unas semanas atrás. Alex comenzó a besar mi cuello, mientras mis manos recorrían sus brazos y luego su torso, pasando mis dedos por cada marca en su cuerpo, sintiendo como sus besos aumentaban cuando hacia eso, pero cuando mis manos fueron a su cabello, Alex se separó un poco de mí y llevó sus manos a mi pijama, el cual se le hizo muy fácil levantarlo y sacarlo con rapidez, dejándome casi desnuda ante él, ahí no pude evitar ponerme nerviosa, a pesar de estar así con él antes. Me miró y sonrió, yéndose directo a besar uno de mis pechos, mientras que atendía el otro con su mano, aquello hizo que me arqueará al sentir su lengua, pero fue un gran error hacerlo, porque mis caderas tuvieron contacto con su ya endurecido miembro, haciendo que ambos gimiéramos ante el contacto. —No juegues Victoria —dijo serio, para luego volver a concentrarse en mí, pero al hacerlo nuevamente me moví bajo él, las sensaciones que llegaban a mí, me estaban volviendo loca, me volví a mover contra él, para encontrar algo de fricción entre nuestros cuerpos. Alex llevó una de sus manos a mi cadera, haciendo que me detuviera, pero luego de eso, comenzó a bajar mi ropa interior hasta sacarla por completo, aquello casi puso mi rostro de color morado por la vergüenza. Los besos de Alex abandonaron mis pechos y comenzaron a bajar por mi abdomen, jugó ahí un tanto, hasta que siguió bajando, yo ya había perdido el control de mi cuerpo, me movía de un lado hacia otro, sintiendo como cada célula de mi cuerpo comenzaba a arder, lo necesitaba con urgencia. Alex llegó a mi vientre y bajó con determinación, quedándose al nivel de la parte más sensible de mi anatomía, no podía creer que iba a hacer aquello. Suspiró haciendo que llegara aquella brisa a mis terminaciones nerviosas, haciendo que me removiera bajo su agarre, segundo después, sentí como su lengua me comenzaba a recorrer, al principio fue lento, paso por la longitud de mis pliegues, haciendo que saliera un suspiro bastante sonoro de mis labios, mis caderas perdieron el control y se comenzaron a mover contra los labios de Alex.


— ¡Victoria quédate quieta! –pasó una de sus manos bajo mi pierna izquierda dejándola sobre su hombro y deteniendo mis movimientos, pero me era imposible quedarme quieta al sentir como se movía su lengua, y todo se volvió peor cuando su boca encontró aquel botón más sensible de mi cuerpo, al cual comenzó a estimular con su lengua, con movimientos circulares, longitudinales, haciendo que mi cabeza se volviera loca, sentía como un bola de fuego se estaba formando con rapidez en mi vientre y sin poder controlarlo, llevé mis manos a su cabello, exigiéndole por mas, exigiendo para que no se alejara. —Alex…más rápido…más –como si le hubiera dado una orden alguna otra persona menos yo, Alex comenzó moverse aun más rápido. Presioné aun más mi agarre en su cabello, hasta que bajó un poco y todo comenzó a moverse a mi alrededor, al sentir que Alex entraba en mi con su lengua a una velocidad impresionante, me quedaba poco, solo un poco más, pero parecía que él tenía alguna apuesta con alguien o algo por estilo, porque se dedico a hacer que mi cabeza explotara, ya que a pesar de sentir su lengua entrar y salir, su mano izquierda abandonó mi cadera y comenzó a estimular mi clítoris, haciendo que solo unos movimientos más hiciera que mi corazón explotara. —¡Alex! ¡Dios!—él no paró, siguió mientras mi orgasmo llegaba por completo. Me quede sin nada de fuerzas mirando cómo se levantaba y me miraba sonriendo, tenía una actitud bastante arrogante, pero en estos momentos me daba lo mismo si se empezaba a burlar de mí o lo que sea. — ¿Estás bien? –sorpresivamente, su voz cambio a un tono más dulce. Asentí sonriendo –Muy bien –se comenzó a alejar de mí, pero no lo dejé, tomé su mano y lo detuve — ¿Sucede algo? — ¡¿Cómo hacia esa pregunta?! recién me había hecho sexo oral y ¿todo seguía como si nada? Mordí mi labio inferior un tanto nerviosa, una porque aun seguía desnuda al frente de él y segundo, porque lo que quería hacer jamás en mi vida lo había hecho. —Yo quiero hacer…. –Alex sonrió y puso un dedo en mi boca, sin dejarme hablar. —No necesito que me devuelvas lo que hice –lo dijo muy serio y como si para mi fuera algo obvio entender aquello. Me senté en la cama y me aproveché de tapar con la sabana. —Wow…eres bastante resistente –no tenía idea porque dije eso, es más, no debería ni siquiera mantenerme cerca de él en estos momentos, me estaba haciendo sentir mal porque era como si él no sintiera nada conmigo. Yo me puedo volver loca bajo sus manos ¿pero él no?


—Lo soy, además yo puedo hacer lo que quiera contigo…eres mía –mi ceño se frunció de inmediato al escucharlo ¡¿Por qué no se podía mantener callado?! Alex se sentó en la cama y me miró un tanto sorprendido. —Creo que sigues confundida respecto a nosotros… —rodeé los ojos, no quería escucharlo, no ahora. Tiré un poco de la sabana y tomé mi pijama que estaba en el suelo, me lo puse rápidamente y me dirigí hacia la puerta — ¿Dónde vas? –dijo apoyado en mi única salida de escape. —Me voy, no tengo humor para soportar tus sermones sobre tu gran poder y mi nivel inferior al tuyo ¡está bien! fue increíble lo que pasó hace un rato, quería probarlo contigo…no quieres, bueno, allá tu, te lo pierdes –me miró con los ojos levemente más abiertos, tragué saliva nerviosa, ya que jamás pensé que esas palabras iban a salir de mi boca –permiso –estiré la mano para tomar la manilla, pero Alex me tomó de la muñeca y me hizo girar, quedando ahora yo apoyada en la puerta. —Este es tu gran problema ¿sabes? –me giré para abrir la puerta, pero no me dejó, se apoderó de ambas de mis manos, y las dejó contra la pared ¡y la maldita sabana se cayó!, dejándome atrapada, porque si me movía, me dolía –No creas que me conoces….y no adelantes mis palabras, no te iba a hablar sobre eso, te he dicho ciento de veces que eres mía y como tal, no permitiré que te adelantes a pasos porque te puedes asustar…si al final solo falta un poco para tener tu boca en todo mi cuerpo – levemente sonrió y aquello me hizo sonrojar completamente –pero si no controlas tu maldito temperamento, esto no se hará nada fácil –soltó mis manos y me dejó libre de su agarre –me iré a dar una ducha –dio media vuelta dejándome atónita, mientras se iba al baño. Tomé la sabana y me cubrí lo más rápido que pude. –Por si acaso –dijo volteándose hacia mí, pero sin dejar de caminar –no puedes salir de aquí, hasta que yo te acompañe, recuerda que hay un vampiro que te quiso matar suelto –después de decir eso desapareció hacia la puerta que llevaba al baño. —Idiota —fue lo único que dije. Tenía razón, no me tenía que alejar mucho, porque no se sabía el paradero del maldito de John, ahora volvía a pensar mejor lo que me dijo anoche Alex…bueno, hoy en la tarde. John se había escapado ¿cómo lo habrá hecho? imposible solo, como dijo Alex, alguien debió ayudarlo ¿pero quién? No sacaba nada con empezar a hacer un remolino mi cabeza y tratar de descubrir cosas que para mí, serian imposibles, no tenía idea los motivos de John, tampoco el mal movimiento que hizo al tratar de beber mi sangre, esto era raro. Minutos después salió Alex y me fui a la ducha, él dijo que iba a ver algo y que luego volvía, que no saliera, así que me tomé todo el tiempo en limpiar cada parte de


mi cuerpo y relajarme, después salí con el cabello mojado, porque no tenía nada “mío” en este baño. Tomé una bata de Alex que me quedaba gigante, parte de mi espalda se veía. Salí del baño y no había nadie, me senté en la cama, esperando, pero los minutos pasaron y Alex no volvía, por lo que me aburrí y salí de la habitación. Miré para ambos lados por si venia alguien desconocido, pero era imposible ver a un guardia por aquí, no tenían permitida la entrada, así que nada malo podía salir. Comencé a caminar hacia mi habitación, porque ahí tenía ropa, secador de pelo y otras cosas. Estaba doblando hacia el pasillo donde mi habitación se encontraba cuando me quede helada, al ver que ahí venia Alex y no venia solo. —Veo que no me has escuchado…. –me quedó mirando enojado, presentía que no era porque no le había hecho caso. —Srta. Victoria —dijo un guardia a su lado, el mismo que me salvó ayer de John y el mismo que había engañado cuando me escape, era el más joven de los que estaban en la puerta, ¿Cómo no lo había reconocido? —Él es Aníbal –sentí como mis mejillas se pusieron rojas de vergüenza. Aníbal levantó la mirada luego de haber saludado y se quedó mirándome –Ve a mi oficina, ahora –Alex usó ese tono de jefe con Aníbal, el chico asintió y desapareció. Tragué saliva nerviosa al notar que Alex me miraba, molesto. —No digas nada, te demoraste en llegar —dio un paso hacia mí y comenzó a juntar más la bata, tapándome completamente con ella. — ¿Cuál es tu objetivo?... ¿tratar de hacer que todos mis guardias se vengan en mi contra para poder tenerte? –lo miré sorprendida por lo que dijo. —Estás hablando estupideces —di unos paso hacia el lado para poder seguir con mi camino, pero Alex se quedó a mi lado. —Es verdad…hasta ahora eres la mujer más deseable por aquí –rodeé los ojos. —Ya basta Alex —le encantaba burlarse de mí. —Y la más misteriosa —estaba haciendo que mis mejillas se volviera aun más roja –la más importante. —Por favor, como si hubiera otra mujer por acá, pronto quedaré solo yo –di unos pasos para irme de una vez por todas, no quería que por arte de magia saliera otro guardia de la nada. —Pero si lo eres —dijo tomando mi bata y haciendo que volviera hacia él. — ¿Ahora quieres que quede desnuda aquí? –movió bastante mi bata al acercarme a él. —Has amanecido de pésimo humor —dijo soltándome. Lo miré amurrada ¡maldita sea! Tenía razón. Alex pasó su dedo pulgar por mi frente haciendo que mi


ceño fruncido desapareciera –mejor ve a arreglarte y a comer algo, no te preocupes por Francesca…ella se ha tomado unos días libres y luego podemos salir de aquí —lo miré con los ojos como plato. — ¿En serio? ¿podemos hacerlo siendo que John anda suelto? –él sonrió. —Claro…él no es de temer, no te preocupes, además nunca estamos solos, eso sería poco prudente de mi parte hacia ti, tengo varios enemigos, no te puedo poner en riesgo –se marcó una “o” en mis labios, sin duda Alex estaba demasiado amable este día. —Muy bien, entonces nos vemos luego –él asintió –bien –di media vuelta para irme, pero Alex me hizo nuevamente lo mismo que hace unos minutos, dejándome delante de él, mientras me daba una sonrisa coqueta y atacaba mis labios con los suyos, metió su mano por mi bata al nivel de mi espalda y me acerco mas a él. Mi corazón casi se salió de mi pecho por esos movimientos tan inesperados y mi respiración quedó en el aire al notar que Alex se separó de un momento a otro de mis labios. —Nos vemos…ponte linda, quizás es hora de salir a algún lado más divertido, siendo que ya la noche ha llegado –dio media vuelta con aquella sonrisa que hacía que me derritiera y desapareció dando la vuelta al pasillo. ¿Salir? ¿Eso quería decir que iríamos a bailar? Alex estaba extrañamente de muy buen humor, quizás haberme encontrado hoy en la tarde en su habitación allá tenido algo que ver en eso, en realidad eso no importaba ahora, porque ¡iba a salir de aquí! Me fui directo a mi guardarropa y saqué un vestido que era bastante corto, pero no encontré algo mejor para salir en la noche, lo otro era demasiado elegante. Me vestí después de haber arreglado mi cabello que estaba todo mojado, solo lo sequé y aplique una crema, nada más ¿maquillaje? casi nada, solo sombras y brillo, lo necesario. Me miré al espejo y pude notar que no lucia nada mal. Sin dudas el vestido me quedaba corto, no al extremo de parecer una cualquiera, pero si a lo que no había estado acostumbrada antes. Unos tacos no tan altos terminaron por combinar el atuendo….no, no lucia nada mal, y no me había demorado nada, en realidad quería salir a la civilización pronto. Salí de mi habitación mirando a los lados y en ese momento venia de vuelta Aníbal, el guardia de hace un rato atrás. —Srta. Victoria, luce magnifica para esta noche –dijo sonriendo cortésmente. —Gracias —mi tono delató lo nerviosa que me puse, no era que todos los días recibiera halagos de algún vampiro.


—Bien, con su permiso –asintió para luego comenzar a alejarse de mí, pero tenía que detenerlo. — ¿Aníbal? –él se volteo de inmediato. —Dígame ¿necesita algo? –negué nerviosa. —Para nada, solo te quería decir, muchas gracias por lo de ayer…con John. —No tiene que dar las gracias Srta. Victoria, es mi trabajo y fue un placer ayudarla –tenia marcada una sonrisa amable en su rostro. Me agradó, así que aproveche para agregar algo más. —Y lo siento –dije aprovechando esta oportunidad. Aníbal frunció el ceño, notoriamente confundido –por…haberte metido en el problema del día de año nuevo – volvió a sonreír. —No

se

preocupe,

eso

fue

mi

culpa,

no

fui

lo

necesariamente

competente…ninguno de los guardias involucrados, si no fuera por usted, ahora no tendríamos trabajo, así que el que le debe dar las gracias, soy yo…así que gracias Srta. Victoria — ¡que tierno era! luego de unos segundos en silencio, sin saber que decir, él volvió a asentir y se retiró en menos de un segundo. Al parecer este día iba mejorando de a poco, me había gustado tener esa conversación con Aníbal. Él lucia agradable. Bajé hacia el primer piso y antes de ir a la sala o a otra parte, pasé a ver a mis chicos favoritos. Abrí la puerta y ambos me miraban sonriendo. —Sí que nos has tenido abandonados –dijo Javier, mientras me daba un abrazo. —Hola Victoria –dijo Ezequiel. — ¿Vienen hoy en la noche con nosotros? –ambos se miraron extrañados. — ¿Van a salir? –se notaba que no tenían idea de nada cuando Ezequiel habló. —Sí, eso me dijo Alex, por eso estoy vestida así –ambos se miraron cómplices. — ¿Saldrán a bailar? –Ezequiel casi se estaba riendo. Asentí sin entender aquella reacción. — ¿Por qué? ¿Qué sucede? –Ambos rieron al mismo tiempo — ¡chicos! –dije más mal humorada, porque no tenía idea de que se reían. —Bueno —dijo Ezequiel –se puede decir que el Sr. Lenardis en una ecuación de la música de estos tiempo y usted, no tiene mucho sentido para mantener su autocontrol… —eso no podía ser cierto porque él me había invitado, a menos que haya mal interpretado todo. —Pero se nota que no necesitas nuestra ayuda, luces perfecta, buena elección –dijo Javier mirando mi vestido, pero aun seguía confundida por lo que dijeron.


—Ezequiel…eso es imposible, Alex me invitó ¿Dónde están los demás? —Bueno, la Sra. Elizabeth y él Sr. Raúl se han ido a no sé donde, Charlotte salió hace unas horas, la casa está sola para ustedes, pero si van a salir, no sé cómo porque Raúl no está como para usar la avioneta…a menos –dijo Ezequiel abriendo los ojos sorprendido –sería muy arriesgado que te lleve a… —Muy

buenas

noches

jóvenes

—dijo

Alex

hablando

desde

atrás,

sorprendiéndome. Me volteé de inmediato asustada, y no tenía idea del porque, no estaba haciendo nada malo. Segundo después el miedo se fue al ver como lucia Alex, no estaba vestido como hace un rato, ahora llevaba una camisa blanca, con una corbata negra y pantalones negros de tela, se veía increíble. —Sr. Lenardis –dijeron ambos, asintiendo respetuosamente. —Javier, arregla el auto que saldremos con Victoria –este desaprecio en menos de un segundo. — ¿Señor? –Llamó Ezequiel — ¿nos necesitará esta noche? –Alex negó. —No, Ezequiel, llevare…a los “otros”, ellos ya se han ido. —No era necesario que hiciera aquello señor, con Javier hubiéramos hecho un excelente trabajo –noté de inmediato que le había molestado “los otros” a Ezequiel. Me quedé callada notando que pasaba aquí. —Lo sé, Ezequiel, solo que no quiero subestimar lo que está sucediendo, pero tampoco quiero que estemos aquí encerrados, sabes que no soy del tipo temeroso. —Claro que lo sé Sr. Lenardis –la mirada triste de Ezequiel, no se la podía quitar nadie. El bocinazo que vino a metros de nosotros hizo que dejáramos de lado lo que sucedía. Avancé unos pasos para ver que lo tenía al frente no era una ilusión. — ¡No podemos ir en eso Alex! ¡Es demasiado ostentoso! –casi le grité, era un Porsche plateado, estaba segura que eres uno, eso era cultura general, no había visto jamás uno, ¡jamás! Y no me quería subir en él para salir, era demasiado. —Javier —dijo tranquilo Alex –ese no, el camino para allá no es para esa joya –lo miré enojada, por lo visto Alex era de esos hombres que amaban con todo su corazón los autos –el Jeep es mas adecuando –Javier rio y se llevo el auto. —Carrera GT…que hermoso es –dijo Ezequiel a nuestro lado –Javier siempre hace lo mismo, solo para subirse en él y manejarlo –hombres…son todos iguales. Minutos después volvió Javier, nuevamente mi boca se abrió al ver lo que tenia al frente, era un Jeep…claro, pero una Wrangler, a todo terreno, color negro, hermoso, poderoso, era increíble verlo ¿Por qué estaba admirando casi babeando un Jeep? —Lindo ¿no? –dijo Alex a mi lado, solo lo miré y negué con falsa desilusión, él solo rodó los ojos –bien vamos, chicos –dijo mirando a Javier y Ezequiel —nos vemos, espero que todo este en perfectas condiciones cuando volvamos –ambos asintieron.


Caminamos hacia el Jeep, Alex abrió la puerta del copiloto y me ayudó a entrar ahí, era demasiado alto. Luego llegó rápidamente a su lugar y partimos sin ningún problema. Sin dudas el Jeep era genial, no sentías que ibas en un camino de piedras, tu solo te dejabas llevar por quien manejaba. — ¿Quiénes son los “otros”? –dije mirando a Alex, él sonrió de inmediato. —Ya me preguntaba por qué demorabas tanto en preguntar, son un tipo de guaridas…especiales, más preparados y más despiadados también –abrí levemente la boca al notar lo que decía. — ¿Y por qué Ezequiel se puso triste? —Claramente se siente inferior a ellos, a pesar que él ha estado a mi lado desde que tengo memoria. —Entonces eso quiere decir que corremos mucho más peligro al salir ¿no? –Él asintió –deberíamos volver, no deberías exponerte de esta manera –Alex me miró sonriendo. —Realmente estaremos solos, los mandé a otro lugar, no me gusta estar rodeados de guardias, la casa generalmente no tiene más de diez, pero con tu llegada tuve que pedir más. —Por si escapaba –dije sonriendo con suficiencia, él solo rodó los ojos — ¿así que estaremos solos? —Así es, es preferible engañar al enemigo que decirle donde estamos rodeándonos con guardias. —Ingenioso –dije analizando lo que decía. —Bien, trata de sentirte lo más cómoda porque el viaje es largo y son recién las once de la noche, por lo que llegaremos a la una allá –asentí y me senté un poco de lado, para verlo. Tuve máximo cuidado de que mi vestido no se subiera. — ¿Me dirás donde me llevas? —Creo que tu vestimenta me dice que sabes a donde vamos. —Claro, eso pensé hasta que Ezequiel me dijo que no ibas a bailar –tensó su mandíbula, creo que estaba ocupando de pretexto tener la mirada fija hacia adelante. —No lo hago. — ¿Entonces para que vamos ahí? —Para que así te distraigas, hoy tu mal humor me demostró que estás muy encerrada –enarqué una ceja un poco molesta, eso es algo obvio de pensar. —Creo que si lo hubieras hecho antes seria aun mejor. —Siempre hay un pero contigo ¿no? –conté hasta diez para no alterarme, Alex no me iba a arruinar la noche que salía de esa casa.


—Como sea…eso quiere decir que ¿tendré que bailar sola? –se quedó pensando unos segundos. —No lo había pensado realmente. —Entonces tendrás que bailar conmigo –él negó. —No bailo, no me siento cómodo haciéndolo –enarqué una ceja, que excusa más cobarde para ser él. —Bueno, eso ya lo veremos –me miró con una expresión que no conocía aun, lo dejeasar –entonces, a donde vamos no debe quedar muy lejos como para no tener que usar la avioneta. —Santiago –mi boca se abrió de inmediato al entender donde nos encontrábamos. —No pensé que me habías alejado tanto de mi casa, de verdad corres rápido y no pensé que estuviéramos tan cerca de una ciudad –me senté hacia delante. No tenía idea que estábamos cerca de una ciudad ¿pero hacia donde?...ahora no me había dado cuenta la dirección que tomamos ¡diablos! Debí verla. — ¿Sucede algo? –negué de inmediato. Hubo un silencio incomodo hasta que me dediqué a buscar algo de música en la radio del Jeep. Sonreí al encontrar una estación que siempre escuchaba cuando estaba en casa…..en mi casa, con mis padres. Mantuve mi mirada hacia la oscuridad, pero no pasó mucho tiempo más cuando las luces de una carretera iluminaron todo….una carretera, hace tanto que no venia nada de un mundo normal, no me había dado cuenta de eso, creo que Alex evitaba que mi cabeza fuera para esos lugares. —Aun no encontramos una solución para lo de tus padres, pero no te preocupes Victoria, ya habrá algo, no tendrás que pensar que sufren buscándote –lo miré sorprendida por su comentario fuera de contexto. — ¿Cómo te diste cuenta? –levantó los hombros. —Solo hay que ver esa carita de cachorro abandonado. —No puedo evitar pensar en ellos –dije mirando hacia la ventana, pero volteé mi rostro hacia Alex cuando sentí su mano tocar la mía, mandando cientos de cargas eléctricas a mi piel, cada vez que me tocaba era lo mismo. —Ya pasará, solo un tiempo más…algo se me ocurrirá, y todos estaremos más tranquilos ¿sí? solo un tiempo más –casi me derrito al ver su mirada preocupada ¡cada vez salía mas el Alex tierno! no podía creerlo. —Está bien –dije hipnotizada por su mirada, tan oscura que mataría de miedo a cualquiera, pero lo que menos sentía cuando estaba a su lado era eso, miedo.


CAPÍTULO 19

El camino se hizo bastante agradable luego de aquel momento triste. Conversamos de cientos de temas, como música, lo que estaba sucediendo a nuestro alrededor, no tener nada que me diga lo que pasa en las noticias me hace la vida más aburrida. Descubrí que tenemos muchos gustos en común, lo que me sorprendió, siendo que él era de 1503 y yo de 1993…eso me gustó. Al llegar a Santiago mis ojos casi brillaban al ver nuevamente una ciudad, luces, calles, negocios ¡personas! como extrañaba esto. —Ya quiero ver en un tiempo más cuando ruegues volver a casa. —Estar recorriendo cada comunidad vampírica en el mundo para que me conozcan no tiene que ser tan divertido como caminar bajo los árboles de una plaza. —Si tú lo dices –dijo doblando en una esquina. Había bastante gente en las calles, por lo que me dediqué a mirar a cada una, como también pasaban los autos, cuando estaban detenidos ¡esto era genial! y tan simple, siempre viví con esto, pero estar privada de ello por un tiempo, bueno, tiene sus consecuencias. —Ahora recuerdo que me tienes secuestrada en tu casa –dije sin pensar muy bien en lo que decía. Seguí mirando a todo lo que pasaba a nuestro alrededor, hasta que noté que Alex no dijo nada sobre mi comentario, fijé mi mirada en él y estaba serio, concentrado en manejar. No le dije nada, quizás así arruinaba más todo…Dios, yo y mi bocota. Más de media hora manejando y Alex paró al frente de un edificio, lucia tan normal como cualquier otra estructura, es más, su apariencia era de un edificio un tanto abandonado ¿A dónde íbamos? —Bien, hemos llegado –dijo bajándose del auto, en ese momento alguien salió por el costado del edificio y salieron luces de muchos colores desde la puerta…no puede ser ¿esto era donde vendríamos a bailar? lucia extrañamente privado. Alex abrió mi puerta y me ayudó a bajar, un chico no más joven que yo recibió la llave de Alex para luego mirarme unos segundos, en los cuales Alex me tomó de la mano y me acercó a él. —Sr. Lenardis –le dijo un guardia que estaba al lado de la puerta, no lo había notado. A pesar de que su melena tapaba un poco sus ojos pude ver que eran muy negros y su piel tan blanca como la de Alex. Vampiro. —Buenas Noches —dijo Alex serio. —Hace mucho que no lo vemos por aquí ¿y la Srta. Charlotte? –abrí los ojos al escuchar lo que dijo aquel hombre. —No ha venido esta vez.


—Pero ahora está mejor acompañado, buenas noches Srta. Victoria –aferré mi mano a la de Alex. —Buenas noches –dije nerviosa. El guardia me sonrió, cosa que me puso incomoda. —No les quito más tiempo, adelante mis señores –mis mejillas se sonrojaron al escuchar lo que decía. Alex le sonrío amablemente y pasamos a través de esa puerta. — ¿No ha sido fantástica tu primea aceptación? –lo miré extrañada mientras íbamos por ese pasillo hacia las luces que se movían de un lado hacia otro. — ¿Aceptación? –él asintió. —Cada vez que te digan o te incluya en frases como la que dijo Oscar es porque ya te consideran como su líder –esquivé su mirada llevándola hacia el suelo. Que nervios me daba todo esto, era demasiada responsabilidad, por lo visto – tranquila, luego se te hará algo muy normal, ya verás. —No pensé que otros vampiros sabían de tus planes –él rió, lo miré confundida. — ¿Para qué crees que fue la fiesta de la última noche del año? –ahí entendí, claro, habían muchos vampiros ahí. —Ya veo, pero Javier y Ezequiel no me han dicho nada de esas palabras –Alex se detuvo antes de que entráramos a las luces. —Claro, para ellos es más difícil aceptar a su futura líder, han visto lo que ha sucedido en el pasado. —Ah –eso tenía lógica. —Bueno, vamos a pensar en otras cosas y a divertirnos, nos hace falta ¿no? – sonreí y por fin entramos hacia donde estaban las luces. Bien, nunca pensé que esto podía ser tan grande. Había toda una pista bajo de nosotros, era gigante. Estaba rodeada de sofás y de mesas donde había varias personas con un trago en sus mesas, pero en su mayoría, todos estaban bailando en la pista. — ¿Habrán más vampiros aquí? –pregunté al notar que habían varios con las mismas características de Alex. —Así es, este lugar es para nosotros, hay muy pocos humanos, uno que otro que desconoce estar rodeado de vampiros…los cuales sirven para alimentarnos, sin que se den cuenta y otros que no se puede tocar porque son de algún vampiro…como tu –lo miré de mala forma, no me gustaba esa parte donde me hacían una propiedad. Bajamos las escaleras, mezclándonos de a poco entre las “personas” que había ahí, hasta que llegamos a uno de los sofás, que rodeaba una mesa.


—Esto es increíble –dije mirando a todos lados, este lugar era genial. Había una pantalla gigante, arriba, en un extremo de la pista mostrando videos musicales, mientras la música era espectacular. En un lado de la pantalla, debajo estaba el DJ haciendo que todos se movieran a distintos ritmos. —Estoy feliz que te haya gustado…este lugar es de un amigo, creo que desde que lo tiene han pasado décadas, vengo desde entonces. —Pero ¿sin bailar? –pregunté con la esperanza de que me diera una respuesta positiva porque me estaban dando ganas de ir a la pista. —Exacto…sin bailar, nunca –me miró intensamente, supuse que era para convencerme de que no lograría sacarlo de ese asiento. Miré a mis lados para ver que sucedía a nuestro alrededor, me quede de una pieza al ver como un vampiro se acercaba al cuello de una chica que se veía bastante tranquila, esquivé la mirada de inmediato y me concentré en Alex que me miraba sonriendo. —Dijiste que esto era de un amigo tuyo ¿cierto? —Así es –nunca en todas estas semanas, Alex me había hablado de algún amigo de él — ¿Pasa algo con eso? —Jamás te había escuchado hablar de un amigo ¿tienes más? —Solo unos cuantos más, en su mayoría viven en Italia ¿pensabas que no tenía amigos? –Asentí, a lo cual él frunció el ceño –no soy un malvado que trata mal a todas las personas. —Claro…solo a mi –dije en son de broma, pero él se quedo serio –no te pongas de mal humor ahora. —Tengo amigos y lo paso muy bien con ellos –rodeé los ojos, a veces Alex podía ser tan infantil. —Sí, bebiendo sangre de jóvenes virginales en los montes de Italia ¿no? – seguía tratando de molestarlo y para mi sorpresa el cayó. —No, no cosas como esas…cosas normales –me reír de él y luego tomé su mano. —Estás loco, solo te estoy molestando…es obvio que tienes amigos, solo no se me ocurrió –él quedó mirando nuestras manos y luego las fue separando de las mías de a poco. Aquello me confundió. Miré hacia el frente y había varios rostros mirándonos, pero luego esquivaron su mirada y noté que ahora Alex los miraba con el ceño fruncido — ¿vamos? –dije instándolo a que fuéramos a la pista, pero él negó. —Si quieres puedo ir para que tomes algo ¿te parece? –Suspiré rendida, no lo podría sacar del asiento para bailar –además va a venir Elizabeth con Raúl, debemos


esperarlos –de verdad que tenía todas las ganas de salir a bailar, Alex me estaba desilusionando — ¿Voy por tu trago? —Está bien –salió del sofá tranquilamente, mientras se perdía en la multitud. Quedé mirando como todos bailaban y bailaban, era demasiado llamativo ir hacia allá. Miré hacia donde se había ido Alex y decidí que no tenía porque quedarme sentada mirando a todos divertirse mientras esperábamos a los demás. Avancé solo unos pasos lejos del asiento cuando un tipo se me acercó. —Buenas noches Srta. Victoria –vampiro, de inmediato se vino a mi mente. —Buenas noches –lo miré tranquila, no quería que se notara que me estaba dando miedo hablar con él. Pude percibir que lucía un poco nervioso. —Yo…el Sr. Lenardis fue por un trago para usted ¿no? –Asentí sin entender porque estaba tan nervioso – ¿Me permitiría bailar con usted solo una canción? —Creo que hay muchas chicas aquí como para que me elijas. —Es que…nunca más tendré esta oportunidad, bailar con nuestra futura gobernadora, por favor, mi nombre es Samuel –dijo estirando su mano hacia mí. La estreché con cuidado… ¿Qué mal iba a hacer bailando con el chico? Se veía de unos veinte, un par de años mayor que yo, físicamente, puede que psicológicamente tenía más de cien años, quien sabe. —Está bien, pero solo una canción ¿sí? –Me sonrío emocionado y tomó mi mano con cuidado –no movimientos bruscos mira que me puedes quebrar…y Alex sí que se enojaría –aquello lo hizo reír y después asintió. Tuvo más cuidado con mi mano y nos mezclamos entre los demás que estaban bailando. Diez minutos después estaba con Samuel sin parar, claramente había pasado más de una canción, pero esto era estupendo. Samuel solo bailaba y bailaba sonriéndome, no hacía nada que dudara de seguir bailando con él. Lo que era muy agradable. —Es increíble bailando –me dijo más fuerte de normal por culpa de la música. —Y eso que no lo hacía desde hace mucho –no tuve que levantar la voz, sabía que él podía escuchar lo que decía. — ¿Cuándo es la unión?...aun no lo sabemos –dijo mas cerca. —Creo que en quince días más, entenderás que no tengo mucha informaron – él frunció el ceño, sin entender claramente. Supongo que creía que estaba de voluntaria. — ¿Y por que eso? –ahora yo era la confundida ¿es que no sabía que no tenía mucha opinión en ello? Sus ojos se fueron a mi mano –Oh… ¿aun no ha aceptado el anillo? ¿No lo hará? –miré mi mano, era verdad, le había casi tirado el anillo a Alex por


la cabeza. Diablos…tenía que darle una respuesta a este vampiro o podría meter a Alex en problemas. —Sigo siendo humana por unos días más, no me arriesgaría a perder el anillo más importante de mi vida ¿no crees? –Samuel cambió su expresión de desconcierto hasta relajarse y sonreír. —Toda la razón…mi Señora –una inevitable sonrisa se marcó en mis labios. —Bueno, creo que volveré con Alex, no me gusta dejarlo solo –Samuel asintió. —La iré a dejar para que no se pierda entre toda estas personas. —Muchas gracias –tomó mi mano, pero alguien más se adelanto y con un poco de brusquedad atrapó mi mano. —No creo que eso sea necesario –aquello ronca voz que salió desde mi espalda hizo que me recorriera un escalofrió por la espalda y no era de miedo necesariamente. —Sr. Lenardis… —dijo Samuel asintiendo, como fiel súbdito. Rodeé los ojos por tal exageración. — ¿Qué crees que estás haciendo, chico? –Alex lucia enojado, pude notar que algunos vampiros a nuestro alrededor se detuvieron de bailar y quedaron mirando hacia nosotros, tenía que intervenir. Primero por Alex y segundo para que Samuel no saliera mal. —Solo estábamos bailando –dije tranquila a Alex –mientras tu ibas por mi trago, todo está bien amor –mi corazón latió con fuerza al llamarlo así, pero tenía que llamar la atención de Alex de alguna forma y sí que lo hice, me quedó mirando casi en estado de shock. —Permiso….fue un gusto Srta. Victoria –le sonreí a Samuel. —Igualmente, en un futuro nos vemos, adiós –él asintió y luego desapareció entre los demás, pude notar que todos volvieron a bailar. —Victoria —me llamó Alex, me sentí mal por haber utilizado algo así con él — ¿Tú…? –lo miré y negué. Tomé sus manos e hice que nos fuéramos a un lugar más solitario, cosa que era casi imposible, pero lo logré. —No tenias para que asustar a Samuel así que solo lo hice para no llamar la atención de los demás –expresión de póker, así se le llama a quienes no demuestran sus emociones, era exactamente la máscara que se puso Alex y de verdad me sentía mal y no tenía idea del porque, solo me sentía así. —Pues lo lograste, felicitaciones, actuaste como se debía –sentía como si mi corazón se estuviera partiendo, sabía que Alex no estaba así de relajado.


Se soltó de mi agarre y comenzó a avanzar, alejándose de mí, me comencé a desesperar al notar cómo se iba enojado. Por lo que tomé su mano, lo que lo hizo detenerse. —Vamos —dijo con tono frio. Negué, mientras me acercaba a él y lo rodeaba con mis brazos, él se tensó de inmediato — ¿Qué haces Victoria? –jamás lo había abrazado de esta forma y no pensaba hacerlo jamás, hasta ahora. —Siento haber utilizado esa palabra para llamar tu atención, no fue correcto aunque políticamente haya estado bien para salvar la situación no lo es jugar con tus sentimientos, lo siento –él tenía sus brazos a los costados sin hacer algún movimiento. —Victoria —dijo un tanto incómodo. —Cállate, te estoy abrazando dulcemente, haz lo mismo –sentí como se rió porque tenía mi rostro apoyado en su pecho, después lentamente sentí como sus brazos se movían hacia mí y me abrazaba. Acerco sus labios a mi oído y me susurro. —Harás que no me teman si sigo así contigo –levanté los hombros. —No me importa, el respeto se gana haciendo lo correcto, no asustando a los demás. —Por fin está saliendo la Victoria más madura —busqué su rostro para ver sus ojos, ahora me estaba sonriendo y sin dudas lo que le sucedía a mi corazón había pasado, me sentía tranquila ¿habré sentido todo eso por lo de las almas gemelas? —Creo que ambos tenemos nuestros dos lados, como el Alex tierno que está ahora –dije sonriendo victoriosa. —No lo creo –se acercó y sus labios aprisionaron los míos con delicadeza, haciendo que mi corazón saltara de alegría, era sin dudas un beso dulce –Muy bien — dijo separándose tanto de mis labios como de mí, tomó mi mano y nos llevó nuevamente al sofá, donde estaba Elizabeth y Raúl. — ¿Charlotte no viene? –dije sentándome luego de saludarlos. —No –dijo sonriendo Raúl. —Eso es una buena noticia –que alivio no tener que ver a esa vampiro. —Victoria… —dijo Elizabeth reprobatoriamente. —No lo puedo negar, cierta persona la invitó aquí antes ¿no Alex? –Él estaba mirando hacia la mesa que tenía varios tragos, en su mayoría de color carmesí — ¿Alex? –no me tomó en cuenta, hasta que un hombro alto y delgado le dio un golpe el hombro. Alex despertó de donde estaba mientras mi expresión se llenaba de pánico al notar lo que ese vampiro le había hecho a Alex. — ¡Hombre! Que no me puedes hacer eso aquí ¡hay más gente! –dijo Alex…riendo, si, lo hacía y con fuerza, mientras abrazaba a aquel desconocido.


—Él es Marco –dijo Elizabeth cerca de mi oído con un susurro. La mire extrañada, pero no me dieron tiempo de nada. —Supongo que esta es la afortunada Victoria ¿o me equivoco? –su cabello rubio y desordenado resaltaba dentro de sus ojos oscuros y piel clara como la de Alex, aquel vampiro era muy delgado y unas marcadas ojeras estaban exponiéndolo de una pésima hambruna. Era guapo, sin duda alguna, lucia atractivo con esos pantalones negros, camisa del mismo color y una chaqueta de cuero marrón con varios bolsillos. —Así es –dije un tanto incómoda. —No la pongas nerviosa Marco –dijo Alex a su lado, estaba bastante relajado para ser Alex. —Pues un gusto, eres tan hermosa como Alex me repitió por años –un fuerte empujón vino desde Alex hacia él, haciéndolo reír. —No hables estupideces —lo regañó, el famoso Marco rodó los ojos y luego se acercó a mí. —Marco Dangelo

a sus órdenes, mi futura gobernadora –dijo tomando mi

mano y dándole un suave beso. Aquel movimiento me puso más nerviosa. —Ella no necesita nada tuyo, así que aléjate —Alex lo tomó desde la camisa por la espalda y lo levanto alejándolo de mi. — ¡Tan celoso! –dijo riendo. Dejo su mano en el hombro de Alex, mientras este lo miraba bastante feliz. — ¿Cómo has estado? –le dijo Alex ahora borrando su sonrisa y mirándolo más preocupado. —Creo que eres el indicado para saber que esa pregunta no se hace, no sirve de nada mi querido amigo –Marco tenia marcada una sonrisa que ni por si acaso le llegaba a sus ojos, esquivó la mirada de Alex y volvió a concentrarse en mí, para mi mala suerte –espero que este troglodita le esté haciendo pasar un excelente momento. —Está haciendo todo lo posible, pero se rehúsa a bailar conmigo…lo que más quiero en este momento –Marco miró a Alex, como si no entendiera lo que acaba de decir. —Eso es imposible ¡Alex siempre…! — ¡Ey! –lo interrumpió Alex, dándole unas palmadas en la espalda. — ¿Alex no quiere bailar, Victoria? –dijo Elizabeth, yo asentí. —Hasta Ezequiel me dijo que no lo hacía nunca. — ¡Claro que no lo ha visto, si nunca trae a Ezequiel aquí! –miré enarcando una ceja a Alex, al escuchar a Marco. — ¿Cómo es posible que te considere mi amigo? –Alex miró a Marco.


—Bueno, si él no quiere bailar conmigo, no hay nada más que hacer –mi voz sonó tranquila –tendré que bailar con alguien más ¿no? —Eso no es necesario –dijo Alex de inmediato, mirándome serio. —No vine aquí a sentarme para ver como todos lo pasan bien –me defendí. —Yo opino lo mismo –dijo Marco –Así que bailarás conmigo, al igual como saldrá a la pista Elizabeth y Raúl ¿no, chicos? –estos últimos asintieron y se empezaron a mover para salir del sofá. También me puse de pie y me ubiqué al lado de Marco. —Muy bien, creo que tú tienes más agallas de bailar conmigo ¿cierto? –Alex miró con rabia a Marco, mientras este sonreía. —Claro, solo soy un simple súbdito cumpliendo con sus órdenes –tomó mi mano con cuidado y nos dirigimos no muy lejos de Alex, entre las personas a bailar. — ¿De verdad siempre baila? –le pregunté a Marco que se movía bastante bien. —Sí, siempre, pero contigo tiene un buen argumento para no hacerlo, solo lo molesto con hacerlo quedar mal al frente tuyo –lo miré por unos segundos, para esperar un argumento –no sé si te lo deba decir –dijo mirando a Alex –muy bien, me convenciste –ahora se reía, este tipo era extrañamente simpático –Tengo claro, que…debe contenerse mucho contigo. — ¿Y con eso te refieres a?.. —A que… —me miró un poco incómodo, pero no podía entenderle. Miré a Alex y este estaba sentado y casi podía decir que tenía sus ojos entrecerrados como si quisiera saber lo que sucedía aquí –a que no han podido… ¡esto no es para hablarlo entre todas estas personas! –dijo riendo, eso fue lo que bastó para que pudiera entender. Llevé mis manos a mi boca. — ¡¿Él te ha dicho esas cosas?! —Es mi amigo, necesita con quien desahogarse…no cuenta nada de detalles, pero sí que está un poco intranquilo cuando esta a tu lado, pero sé que hace lo posible para que no te sientas presionada –me detuve de bailar, eso tenía que ser mentira, de inmediato vino a mi mente lo que pasó hace horas atrás, a él se le dio tan fácil alejarse de mí. —Sin dudas estas mintiendo –Marco se detuvo de bailar. —Debes descubrir lo que siente, Alex es muy reservado a penas me cuentas sus cosas a mí, por lo que a veces te dice una cosa cuando siente otra, tu eres muy importante para él, no lo puedes olvidar –se veía tan serio diciéndome eso, como si estuviera esperando esta oportunidad para decirme todo.


— ¿Y por que han parado de bailar? ¿Este pervertido te hizo algo? –miré asombrada a Alex, que miraba reprobatoriamente a Marco. —Nada, yo soy un caballero, no como tu Alex –ambos se miraron por unos segundos, lo que me puso nerviosa, ya veía que Alex le gritaba algo a Marco. —Bien, ya estás aquí, baila conmigo –Alex me miró con los ojos abiertos, no sé porque se le hacía tan difícil bailar, en especial conmigo. — ¡Excelente idea! –Dijo Marco apoyándome y dándole unas palmadas en el hombro a Alex –Suerte –se alejó en menos de un minuto, mientras Alex seguía estático al frente mío. — ¿Por qué estas así? ya me dijeron que bailas, no te puedes escapar –tomé sus manos. Sus ojos estaban fijos en mí. —Así está bien —dijo un tanto nervioso cuando lo acerqué. — ¿Qué te sucede? tú no eres así Alex, no tienes nervios o cosas por el estilo al estar cerca de una mujer –tenia fija mi mirada en la suya, exigiendo una explicación, pero me llamó la atención como la música paso de estar tan rápida a una tan lenta, ambos miramos al DJ y a su lado estaba Marco y nos levantaba ambos dedos pulgares, no pude evitar reír — ¿Ahora si? –Alex me regaló esa sonrisa tan suya y me acercó a él de un movimiento. Dejó sus manos en mi cintura, mientras las mías rodearon su cuello y ambos nos empezábamos a mover de un lado al otro. —Conseguiste lo que querías ¿no? –me susurró al oído, mandando descargas eléctricas a mi cuerpo. —No lo que quería, sino lo que me correspondía, claramente quería algo más rápido, pero por lo visto te pones nervioso –encontró mi mirada y sonrió mostrando levemente sus colmillos, no sé cómo se acostumbraba a mantenerlos bajo sus labios para que no los descubrieran los humanos, aunque a mí me encantaba que los mostrara. —Marco es un pésimo amigo, miente sobre mí, no debes creerle nada –su sonrisa me indicaba que estaba mintiendo. —No del todo –esquivé su mirada porque casi me estaba derritiendo en sus brazos, por lo que apoyé mi cabeza en su pecho, mientras nos seguíamos moviendo — ¿Qué son esos? –dije mirando hacia arriba, viendo como un millón de pequeñas pelusas de colores caían hacia nosotros. Alex miró hacia arriba y luego gruño. —Maldito seas Marco –miró para todos los lados — ¡hay demasiados humanos aquí! –en ese momento las pelusas llegaron a nosotros y sentí como arriba sonaba algo y miles de gotas de agua venían a nosotros ¡esto era genial! pero Alex se comenzó a alejar.


—No —dije tomando su mano para que se detuviera, me miró y negó, dando un paso para seguir alejándose de mí, pero lo volví a detener, aferrándome a él –baila conmigo –la canción seguía sonando, lo que encontraba demasiado lindo mientras gotas caían sobre nosotros. —Esto me va a matar —no sé si fue mi idea o eso le entendí a Alex, pero se quedó ahí, al final me rodeó con sus brazos mientras sentía como se tensaba. Algo volvió a sonar arriba y de un momento la lluvia que había se tornó más fuerte, haciendo que ya no fuera tierna y yo no pudiera bailar con él. — ¡Vamos! –le dije riendo a Alex, él me tomó de la mano y me llevó a través de esas personas a un lado de la pista. Llegué y me apoyé en la pared, Dios…estaba mojada completamente y llena de pelusas de colores. Segundo después Alex se apoyó en la pared al frente mío, dejándome casi escondida bajo su cuerpo, sentía como su frio aliento llegaba a mi frente, busqué sus ojos y me estaba mirando. —Así no es fácil controlarse —su voz estaba ronca, mientras me miraba. — ¿De qué hablas? –apenas salió como un susurro mi voz, tenía a Alex demasiado cerca, lo que estaba haciendo que mi temperatura aumentara notoriamente. —Te ves tan…sexy, toda mojada, con esas malditas cosas de colores por todo tu cuerpo y tu ropa –pude sentir como su mirada iba de mis ojos a mis labios, haciendo que automáticamente estos se abrieran un poco, como si anticiparan lo que iban a sentir. —Ya veo que no se te hace muy fácil alejarte de mí –sonreí ante esa idea, ya no me sentía nada de mal al lado de Alex. —Claro que no —llevó su mano libre a mi mentón y me hizo mirarlo fijamente, pude notar ahora que Alex tenía una ojeras bastante parecidas a las de Marco…quedé pensando unos segundos y saqué la conclusión ¡no se había alimentado! ahí estaba la razón de esas ojeras. —No te has alimentado –mis ojos se estaban cerrando de a poco, era como si solo me estuviera dejando llevar por Alex. —No lo he hecho, solo debo salir para encontrar a alguien ya que cierta persona me ha tenido bastante ocupado en casa –mordí mi labio inferior por tenerlo tan cerca, sus labios solo estaban a milímetros de los míos. —Bien, me hago responsable de eso —dije nerviosa, mientras giraba mi rostro, exponiendo mi cuello. —Victoria… —escuché su voz bastante deformada, como si estuviera en un estado de agonía y excitación al mismo tiempo —no juegues con eso –no me giré a verlo.


—No estoy jugando…hazlo –mentiría si dijera que jamás me llamó la atención esto, desde que leí el primer libro de vampiros quería saber de qué se trataba ser mordida por uno, y ahora tenía la oportunidad….además de poder ayudar a Alex y hacer cumplir la promesa que hice la otra vez. — ¿Es en serio?... ¿harías eso por mí? –lo miré con más coraje, se estaba demorando demasiado y no me quería arrepentir. —Solo hazlo –Alex sonrió mostrándome sus colmillos que hicieron ponerme más nerviosa. Repentinamente volvió a ejercer presión en mi mentón con su mano y me hizo levantar un poco mi cabeza, dejándome más cerca de sus labios. Acercó su cuerpo al mío, dejándome completamente acorralada y sin previo aviso unió nuestros labios, haciendo que mi cuerpo entero reaccionara al contacto con su lengua. Llevé mis manos a su tórax, mientras él me besaba con aun más ímpetu, solo quería que nadie me viera así con Alex, no era muy correcto que digamos, pero entre los brazos de él, no era como si me importara demasiado. Cortó el beso para quedarme mirando, solo giré mi rostro de nuevo para darle toda autorización a que hiciera lo que tuviera que hacer. —Solo dolerá un poco, luego lo olvidarás –una mano quedó tomando mi mentón, mientras que la otra iba a mi hombro. Fue dejando pequeños besos a través de mi cuello, lo que me estaba haciendo que suspirar sonoramente hasta que sentí como sus colmillos tenían contacto con mi piel, llevé de inmediato mi mano a su pecho e hice un puño mi agarre en su camisa, después Alex, al notar que no me había alejado, fue bastante rápido. Traspasó mi piel de un movimiento sacando de mi boca un leve grito, pero no era nada que no pudiera controlar…hasta que sentí como Alex se estaba alimentando de mi sangre, fue como si toda una ola de calor subiera desde mis pies hasta mi cabeza, haciendo que me removiera un poco, tratando de encontrar más contacto con Alex. —Mmm… —escuchar eso de Alex casi me descontroló aun más, pero me concentré para hacer lo que fuera necesario para llevar mi mano a la de él que acunaba mi mejilla, la tomé y él de inmediato entrelazó sus dedos con los míos, pero yo la llevé hasta mi pecho, lo que hizo levemente gruñir a Alex, pero no se detuvo, comenzó a acariciar esa zona mientras seguía bebiendo de mi sangre, hasta que mis ojos se comenzaron a cerrar, no quería pero mis parpados se volvieron muy pesado, fue en ese momento donde Alex se alejó, tomándome de la cintura y teniendo cuidado que no cayera –Dios…eres…eres demasiado dulce, como nadie —dijo Alex apoyando su frente en la mía. —Eso fue…increíble —dije afirmándome en sus brazos. Sentía completamente mi cuerpo demasiado sensible a cada roce de Alex.


—Creo que es hora de volver a casa —asentí, aferrándome a sus brazos. —Alex —dije buscando sus labios, él de inmediato encontró los míos y me besó, despacio, amaba esos besos, era como si prolongara cada segundo. Se separó después de unos segundos, delicadamente – ¿alguien nos habrá visto? –su risa llego a mi directo a mi oído. — ¿Ahora te preocupas por eso? –miré hacia el suelo avergonzada –no te preocupes, que si seguimos así nadie nos notara…y además estamos al lado de la salida de escape, así que vamos –tomo mi cintura y me hizo avanzar mientras abría la puerta. Una brisa de aire llego a mi rostro, haciendo que despertara de donde estuviera. Con Alex avanzamos hasta llegar a la entrada, lleve mi cabello a mi cuello para que no se notara nada. El auto de Alex ya nos esperaba ahí, me ayudo a subir y me acomode completamente agotada en el asiento. — ¿Todo bien? –me pregunto mientras me giraba a verlo, tenía una sonrisa de oreja a oreja, y cero marcas bajo sus ojos. —Todo muy bien, ahora solo quiero dormir… —dije cansada. Alex paso su mano por mi mejilla dulcemente, lo que me sorprendió, pero no tuve energía alguna para siquiera abrir los ojos. Me quede dormida, sintiendo aun la caricia de Alex. Esta sí que había sido una salida extraordinaria y completamente perfecta.


CAPÍTULO 20

Me removí de un lado a otro en la cama, hacia demasiado calor. No tenía idea que hora era, ni siquiera me había dado cuenta cuando llegamos anoche. Abrí mis ojos más cansada de lo común y pude notar que Alex me miraba sonriendo. Estaba descubierto, podía ver como su pecho quedaba ante mi vista. —Buenas noches Srta. Victoria –sonreí, pero seguía teniendo demasiado calor, lo que Alex notó y provocó que me tomara mi cintura y me acercara a él. —Eso se siente bien –dije al apoyar mi rostro en su pecho. Estaba helado. —Esa es la idea de que estés aquí a mi lado –cerré mis ojos sin tomar en cuenta sus pesadas palabras. Moví mi cabeza otro poco más para acercarme a él, pero al hacer eso sentí cierta incomodidad en mi cuello, lo que me hizo abrir mis ojos de golpe y separarme de Alex al recordar lo que había pasado. En menos de un segundo estaba sentada en el otro extremo de la cama. –Yo que tú no me tocaría el cuello –sin hacerle caso llevé mis manos a mi cuello y pude notar algo extraño. Fui corriendo hacia el baño y ahí pude ver claramente con tenia dos pequeñas marcas en mi cuello, eran casi imperceptibles. Me quede estática sin saber en qué pensar ¿Cómo lo había dejado hacerme esto? —Eso desaparecerá en un día, es la primera marca, con mi saliva se sanará — miré a Alex que estaba apoyado en la puerta mirándome bastante serio. —Yo… —sentí como a mis mejillas llegaba la sangre en un segundo, estaba avergonzada por lo que había hecho. —No es nada malo Victoria. —Claro que si –esto no podía estar bien, lo estaba dejando avanzar demasiado para conocerlo tan poco –esto…Alex, esto fue demasiado pronto –dije avanzando ahora hacia la puerta. — ¿A dónde vas? –preguntó con el ceño fruncido, notoriamente enojado. —Lejos de ti…esto fue demasiado y es tu culpa. — ¡No recuerdo haberte puesto un gatillo en la sien! –me volteé para esquivar su mirada, no quería verlo, como dije antes, esto había sido demasiado pronto. Estaba entregando más ¡a Alex! —Lo sé, pero yo… —me apresuré en ir a tomar la manilla de la puerta. —Estas siendo melodramática –tomó mi mano evitando que escapara de ahí.


—No, esto no tenía que pasar hasta en mucho tiempo más –seguí mirando hacia la puerta, no lo podía mirar, tenía un sentimiento de vergüenza y de coraje por caer solo con una mirada de Alex. —Da lo mismo en que tiempo sea Victoria, tú ya eres mía –lo miré enojada, odiaba cuando hablaba de mi tan seguro. — ¡Es injusto que de más de lo que das tu! –se sorprendió por mi tono y mi rabia al hablarle. —Victoria. — ¡Ni siquiera bailaste conmigo!...y yo te lo pedí, te obligaron —soltó mi mano y por lo que note, se veía bastante confundido. — ¿Este espectáculo es por eso? —Claro que no, eso y mucho más, siempre hay algo –abrí la puerta y decidí salir de ahí lo más rápido posible. Miré hacia atrás y gracias a Dios, Alex no me detuvo. Estaba solo a centímetros de abrir la puerta de mi habitación cuando alguien me llamó. — ¡Viky! –miré hacia atrás y pude notar que ahí venia Elizabeth y Charlotte. Elizabeth venia con un traje bastante elegante, color gris, se veía espectacular, ni siquiera debo decirlo, pero Charlotte, ella, sentía envidia, no lo podía evitar, su cabello rubio estaba tomado completamente, tenía una perfecta blusa blanca que se ajustaba a su escultural cuerpo; sus pantalones negros hacían juego con la chaqueta sin mangas que tenia, adornada por una pequeña flor del mismo género, me hacía sentir realmente diminuta. —Hola —dije un tanto nerviosa, ya que solo estaba en pijama. —Lindo pijama –Charlotte me sonrió. —Querida, ¿Dónde está mi hijo? –fruncí el ceño ¿Por qué tenía que saber eso yo? —En su habitación. —Oh… —sin entender porque Elizabeth me sonrió al tener esa expresión. —Ya has pasado aquella prueba, pensé que serias más fuerte Victoria –dijo Charlotte. La miré sin entender, pero Elizabeth se dedicó a explicarme. —Por eso no podían dormir en la misma habitación, tú tenias que ir a buscarlo, llegar sola a la que será tu habitación. —Ya veo — ¿contaba que él me haya dado todas las herramientas para llegar e incluso una indirecta? — ¿Y qué haces aquí? –preguntó Charlotte enarcando una ceja. —Vine a buscar algo ¿Por qué?


—Es que bueno, luego de llegar a su habitación, casi te tendríamos que ver siempre por esos lados, eres humana…y bueno, deberías estar feliz de estar con Alex y no deberías salir en mucho tiempo de ahí —¿ella se estaba refiriendo a lo que yo estaba pensando? o ¿mi mente era una pervertida? —Sí, bueno —no podía creer que ellas creyeran que ya me había acostado con él, bueno, lo hago cada noche, pero no llevando a cabo todo lo que conlleva esa palabra. — ¿Por qué están interrogando a Victoria? –ambas se voltearon de inmediato y quedaron mirando sorprendidas a Alex ¿de verdad no lo sintieron?... ¡eran vampiros por Dios santo! —Aquí estás hijo –Elizabeth se acercó y le dio un beso en la mejilla. —Elizabeth… —le dijo ¿avergonzado? no pude evitar sonreír al verlo así, parecía un niño –los estábamos buscando porque ya nos vamos. — ¡¿Ya?! –dije asustada, debo admitir que no me acomodaba la idea de quedarme completamente sola con Alex…bueno si, pero aun así me daban demasiados nervios. —Así es —Charlotte me miró y sonrió otra vez. Elizabeth y Alex comenzaron a hablar cosas sin importancia, mientras yo miraba a todos lados, quería entrar y poder cambiarme, estar en este pijama, no era algo agradable en esta situación. Miré a Charlotte y ella se llevó su dedo índice a su cuello, lo que hizo que mis mejillas se pusieran de todos colores y sin importar nada, entré a la habitación. Me dirigí a la ducha, me saqué la ropa en un segundo y sin pensar otra cosa, solo me quede ahí recibiendo el agua tibia, no sé cuánto me habré demorado. Me tomé el cabello húmedo para tratar de controlarlo, ya me había vestido, no elegí nada lindo, solo unos pantalones negros y una camiseta blanca. Me puse un poco de brillo mientras miraba mis marcas en el cuello, no podía parar de tocarlas, pero decidí que mejor salía y dejaba de ser una mal educada para poder ir y despedirme de Elizabeth y Charlotte. Salí del baño y no di ni un paso más. Elizabeth estaba sentada en mi cama, esperándome con una sonrisa. —Me debiste decir que estabas aquí, hubiera salido más rápido –ella dio unas palmaditas en la cama, a su lado, para que me fuera a sentar. Lo hice rápidamente — ¿Qué hice? –sí, ella tenía esa expresión, cuando las personas te vienen a hablar porque hiciste algo mal. —Entonces sabes qué hiciste algo mal —asentí. Haberme alejado así de Alex no era lo correcto, lo había pensando en todo este tiempo, pero no podía, en cada


discusión pensar que para él las cosas no eran fáciles, para mí tampoco lo eran y claramente él no pensaba en mí. —Esto sucedió demasiado rápido y lo sabes —le mostré mi cuello y ella sonrió. —En realidad no, me estaba sorprendiendo de no ver esas marquitas de confianza en tu cuello — ¿Por qué ella lo estaba haciendo sonar tan tierno? — ¿Marquitas de confianza? ¿Estás hablando en serio? –ella se rio suavemente, como la dama que era. Me incomodaba un poco. —Victoria, tienes tanto que aprender de Alex…como él de ti, ya verás que permitir a mi hijo esas mordidas solo te abre más su corazón y pronto serás recompensada. — ¿Quién te dijo que quiero saber lo que siente su muerto corazón? –ella frunció el ceño. —Haré como que no has dicho eso, siendo que pronto entraras al club también. —Si —dije de mala gana. —Sé que Alex no es del tipo que dice o siquiera demuestra lo que siente, pero cuando lo hace, lo hace de verdad ¿Cuántas veces lo ha hecho contigo? –la miré con los ojos como plato –Hablarte de lo que siente Victoria, sé que no has llegado a ese nivel con él –esto era incómodo, su madre sabe mi nula vida sexual con su hijo, cosa que para mi sorpresa podría pasar a estar más activa y estoy segura que ni siquiera me daré cuenta de aquello hasta que esté en el acto. —Mmm… —dije pensando –como dos o tres, creo –si las recordaba, cada una fue tan intensa como la anterior, mi favorita fue cuando me dijo que yo no estaba sola en esto ¿Por qué no salía más ese Alex? ya sería completamente suya si así fuera. —Victoria, Alex me ha hablado de lo que sintió una vez luego de que se convirtió y soy su madre…llevo cientos de años junto a él –la miré sin entender a donde iba con todo esto — ¿no ves que confía mucho en ti? hay cosas que él te ha contado que ni siquiera sus mejores amigos lo saben y llevas poco más de tres semanas. —Eso no es suficiente para mí —ella negó triste. —Jamás es suficiente, ese el problema, el cual deberás aceptar o esto terminará muy mal Victoria –no entendí lo que dijo, pero no me dio tiempo de decir nada más, ya que se puso de pie –vamos querida, que nos despediremos, es hora de nuestra partida. —Bien –me dirigí hacia la puerta y salí con ella.


Llegamos al primer piso y estaban todos abajo, Alex, Charlotte, Raúl y ahora nosotras. Raül lucia solo un pantalón ancho y una camiseta negra, se veía muy bien. Alex en cambio, se veía perfecto, pero me extraño que estuviera tan formal, siendo que estos días solo usaba jeans, ahora había vuelto a usar pantalones de tela, tenía unos gris claros y una camisa blanca. Me miro un segundo para luego mirar a Elizabeth. —Ya es la hora —la madre de Alex me sonrió y tomó mis manos –querida, ha sido un gusto conocerte y la próxima semana nos veremos si todo sale como esta planeado, te deseo la mejor de las suertes –me abrazó, movimiento que me puso nerviosa, pero luego me relajé y le devolví el abrazo sinceramente, se quedó conmigo así unos segundos. Miré a Raúl sin saber si se iba o se quedaba pero él me sonrió coqueto como siempre. —Me seguirás teniendo por estos lados, son estas dos señoritas que se van hoy, yo las iré a dejar solamente. —Excelentes noticias Raúl –miré a Charlotte, ella se iba a acercar para despedirse, pero se detuvo en seco. —Voy y vuelvo, olvide algo en mi habitación –dijo desapareciendo en menos de un segundo. —Alexander –él miró a su madre sonriendo –ven aquí –él rodó los ojos e hizo lo que ella le pidió. Lo rodeó con sus brazos y él hizo lo mismo, pero de forma mecánica, era tan frio –nos vemos, haz las cosas como se deben, ya te he hablado todo ¿no? —Sí, dejaste todo muy claro –noté como él me miró, pero luego se separó de su madre –ya, no seas dramática, nos veremos la otra semana ¿y dónde está el otro aro que te he regalado? –ella tocó de inmediato su oreja. —Se me ha de haber caído –frunció el ceño preocupada –iré por él. —No, deja –dijo Alex tomando su mano para que no se moviera –yo voy – desapareció rápidamente. Me quedé sola con los dos antiguos gobernadores, los quedé mirando, como sus miradas se encontraban y pude notar que Elizabeth tenía una expresión triste, no pude evitar lo que salió de mi boca en ese momento. — ¿Por qué no vas con ellas Raúl? –él desvió su mirada a la mía. —Me voy…por unos días, luego vuelvo al igual que los guardias, se quedaran solos, una locura sabiendo que esta John suelto, pero sabes cómo es Alex de testarudo —sentí como si mil baldes de agua cayeran sobre mi espalda. — ¿Viky? –Preguntó Raúl –no debes preocuparte tanto. — ¿Es que todo saben qué…? –esto me estaba incomodando de sobremanera.


—No –dijo Elizabeth –solo con mirarte sabemos que será tu primera experiencia. —No lo hagas por favor, esta Raúl –dije avergonzada. —Eso no es nada pequeña –dijo el involucrado, lo miré y sus ojos me miraban de una forma distinta a como lo hicieron alguna vez, ahora se veían como protectores y dulces, como una mirada paternal. —Viky, no tienes que preocuparte de nada, solo te diré eso, las cosas se dan instintivamente –sentí como mis mejillas se sonrojaban, pero ahora Elizabeth habló. —Y es lo correcto, ustedes son el uno para el otro, solo debes recordar eso, ya verás que te estás preocupando mucho por nada. —Esto es muy rápido, tú misma lo dijiste, un poco más de tres semanas a su lado. —Y pareciera que han sido meses y meses de conocerlo ¿no? –Elizabeth me sonrió, para después tomar la mano de Raúl, creo que ambos recordaban a través de nosotros su propia experiencia ¿Por qué ellos nos estaban juntos? Miré sus manos como si eso me diera la respuesta y no sé si era muy obvia mi duda, pero Raúl la contestó. —Uno se queda cuidado a Alex y el otro cuidando sus enemigos –Raúl miró hacia la escalera –no se lo digas, él cree que es porque uno engañó al otro, creo que me culpa, pero no, eso de que no hay vampiros con sus almas gemelas es mentira, yo tengo a la mía justo al lado, soy suyo –dijo sonriéndole dulcemente a Elizabeth. Casi me puse a llorar, yo quería eso, Alex jamás seria así conmigo. Se miraban tan intensamente que me sentí una intrusa al estar viéndolos. —Te dije lo mismo para que Alex no escuchara nada, nos preocupa, así podemos mantenerlo a salvo –se excusó Elizabeth. —Iré por los chicos —ambos me sonrieron y asintieron, no eran los únicos que querían un tiempo a solas. Subí lo más rápido las escaleras y me dirigí hacia el pasillo de la habitación de Charlotte, que estaba por el otro extremo. Miraba por todos lados, pero no había nada. Comencé a caminar más rápido, para encontrarlos porque quizás habían bajado y ahora Charlotte y Elizabeth se estaban yendo junto con Raúl y no me podría despedir de este último. No estaban por ningún lado, así que di la vuelta a toda la casa por el segundo piso, hasta que termine yendo por el pasillo de mi habitación, puerta que a todo esto estaba abierta. Me acerqué y la iba a cerrar, pero al acercarme pude notar que adentro no estaba vacía. Solo tuve que empujar la puerta un poco para que esta se abriera.


Él me quedó mirando de inmediato y su expresión me hizo ver lo sorprendido que estaba. Charlotte estaba sentada a horcajadas sobre él, sacándole su camisa, mientras que ella solo estaba con su sujetador. Su blusa y chaqueta habían volado por algún lugar. Cerré la puerta y sentí como mi corazón hacia un sonido extraño, mientras que las lágrimas comenzaban a caer, pero antes de llegar a las escaleras y encontrarme con Elizabeth y Raúl, me concentré para que esto no se notara, ellos tenían cierta visión de Alex y no los quería hacer infelices con lo que acaba de ver. Sequé mis lágrimas con mis manos y bajé la escalera con una sonrisa. Elizabeth me miro raro, pero no dijo nada. — ¿No los has encontrado? –pregunto Raúl. —No… —fue lo único que dije, al unirme con ellos. — ¡Ahí están! –siguió hablando Raúl, Elizabeth tenía su mirada fija en mi rostro, solo le sonreí para despistarla. No me pude girar para ver a Alex y Charlotte bajando. —Victoria… —escuché su voz detrás de mí pero no sé si fue un estilo de rescate o un homicidio, porque Elizabeth interrumpió. —Charlotte ve directo a la avioneta –la miré y pude ver el enojo que había en sus ojos, mientras que Charlotte no dijo nada e hizo lo que le ordenaron –Vamos Raúl, Alex nos vemos, adiós querida –dijo Elizabeth tomó mi mano. Sonreí y asentí. Al abrir las puertas principales pude notar que no estaba ni Ezequiel o Javier. Todos desaparecieron por aquellas puertas, dejándome sola con Alex. —Victoria, no es lo que estas pensando –sonreí, me giré y lo enfrente. Jamás, pero jamás pensé que un hombre me estaría diciendo aquello, pensé que al que tuviera al lado me iba a amar y respetar lo suficiente para no tener que engañarme. Su expresión estaba preocupada y al encontrarme con sus ojos volví a recordar lo que vi. Ella arriba de él, ambos sin su camisa ¡donde yo dormía!...no pude evitar que mis ojos se llenaran de lágrimas. — ¿Por qué no elegiste otro lugar? –dije dirigiéndome hacia las escaleras. Tendría que sacar esas sabanas o buscar otro lugar para dormir. —Victoria detente –no hice lo que me pidió, ya que no me importaba. Seguí caminando hacia la habitación — ¡alto! –dijo posicionándose al frente mío, sin dejarme avanzar, lo que no me animó, ya que me sentía cansada, aquello me hacía creer en eso de las almas gemelas, a cierto nivel, porque siempre que me desilusionaba de Alex, era como si mi cuerpo entero dejara de funcionar o lo hiciera a batería baja –no es lo que estas pensando, yo entré a tu habitación para buscar el aro de Elizabeth y ahí estaba, bajo tu cama, cuando me puse de pie ya sabía que ella estaba ahí, pero no


pensé que se me iba a lanzar como una gata…rasgó la camisa –ahí note que traía otra de un distinto color, esta era negra –ella se sacó la suya y me lanzo a la cama ¡ni siquiera la bese Victoria! –lo quede mirando enojada, por lo menos era distinto a sentirme apagada, pero tampoco era mejor a no poder controlar los movimiento de mi cuerpo. Levanté mi brazo y abofeteé su rostro. Pasé por su lado y me dirigí hacia el segundo piso lo más rápido que pude, sobando mi mano, me había dolido pegarle. Solo alcancé a llegar a pasos de mi habitación. —Como te atreves Victoria –dijo haciendo que volteara, supuse que recién había despertado de la sorpresa. — ¿Cómo me atrevo? –respiré profundo y luego fueron solo gritos — ¡Porque eres un maldito vampiro de siglos! ¿Y me dices que no pudiste alejar a Charlotte que tiene años menos que tú? ¡Eres un mentiroso! — ¿Qué querías? ¿Qué la golpeara? — ¡Muy fácil se te hizo presionar mi brazo como una astilla ¿no?! –dije recordando aquella vez, me dolió bastante. —Sabes que eso fue solo por… ¡solo para intimidarte y traerte aquí! — ¡Debiste usar esa intimidación con ella Alexander! —Victoria… —dijo sorprendido. Me giré para irme, pero no pude, me volví a girar para aclararle otras cosas más. —Ella no te puede tocar ¡¿me has escuchado?! La habrás utilizado tiempo atrás, pero mientras tú seas mío, nadie te podrá tocar –me giré de un movimiento y me fui hacia la habitación, cerré la puerta con llave y me dirigí al ropero, donde cerré con llave mientras las lagrimas corrían por mis mejillas, extrañada al notar también que no había nada en el ropero. ¿Qué había hecho? ¿“mientras tú seas mío, nadie te podrá tocar”? ¿De dónde salió eso? Dios ¿había abofeteado a Alex? Todas esas preguntas quedaron atrás, cuando mi corazón latió aun más fuerte al escuchar un ruido extraño en la habitación y luego escuchar pasos que se acercaban hacia mí. Alex tocó a la puerta pero no la abrí. Me puse de pie para que no me vea derrumbada por su culpa. Rompió la manilla y abrió la puerta, estaba serio, pero al verme sonrió un poco, sin embargo esa sonrisa no llegó a sus ojos. Se acercó decidido y tomó mis manos para acércame a él y unió sus labios a los míos sin ninguna advertencia, me quise alejar de su agarre, pero me tomó de los brazos y se detuvo, al ver que no tenia respuesta de mi parte me soltó y me quedó mirando.


—Estabas en la cama donde duermo… ¡con esa arpía! –dije finalmente, pero él ahí sonrió de verdad y pasó sus manos por mis mejillas, limpiando los rastros de lágrimas. —Si te digo que no paso nada es por algo, no me interesa besar otros labios que no sean los tuyos. Victoria, ella vino a mí –no lo seguí escuchando después que dijo que no le interesaba besar otros labios que no fueran los míos. No lo pude evitar, mi labio inferior formo un mohín, mientras mis lágrimas volvían a caer –Ya lo has dicho, Vittoria –dijo con ese acento que tanto amaba en él. —Tú eres mío —dije nuevamente. Él sonrió curvando sus labios y dejó sus manos en mi rostro y me acercó a él, haciendo que nuestros labios nuevamente se unieran. Su nariz rozaba con la mía, mientras sentía sus labios y como su lengua segundos después paso a tener contacto, haciendo que el frio de esta aumentara mi deseo por sentir sus besos. Sentí como sonreía –Alex… —dije separándome de él, mirándolo seria y recordando las palabras de Elizabeth, somos el uno para el otro, bien, era hora de probarlo –tú serás completamente mío –dije finalmente, pasando mis manos por debajo de su camisa. Alex me miró sorprendido, pero nuevamente unió nuestros labios, llevando su mano derecha a mi mejilla, acariciando mi piel con mucho cuidado, pero segundos después de hacer que mi cabeza comenzara a volar, se separo de mí.


CAPÍTULO 21

Usé toda la capacidad que mi cerebro me daba para poder controlarme luego de ese beso y de las palabras que dije. — ¿Qué sucede? –Mi respiración estaba acelerada — ¿Por qué te alejas? ¿Es qué tú no…? —No, estas entendiendo mal —di un paso hacia atrás sin poder creer que él me estuviera haciendo esto –Victoria no –tomó mi mano y me acercó a él –Es algo relacionado con Francesca —fruncí el ceño. — ¿Qué? –sacó su celular de su bolsillo trasero. —Estaba esperando una llamada sobre el paradero de Francesca porque estamos desconfiando de ella… — ¿en serio estaba haciendo esto? ¿Ahora? No podía articular palabra alguna al darme cuenta que Alex me estaba alejando por esto – Solo una hora Victoria…una hora –bufé sin poder creerlo. — ¿Una hora? –él asintió mirándome preocupado, creo que tampoco le agradaba la idea de irse, pero la llamada era sobre un tema importante. No podía creer que estuviera aceptando esto. —Solo una hora Alex, si te demoras un minuto más, olvídalo –me crucé de brazos y miré hacia otro lado, esta situación era estúpida. —Lo prometo —me quedó mirando sin decir nada hasta que dejo sus manos en mi cadera y me acercó a él para unir nuevamente sus labios contra los míos. Sin poder evitarlo rodeé su cuello con mis brazos; mi corazón comenzó a latir con fuerza nuevamente al sentir como me acercaba a su cuerpo al mismo tiempo que avanzaba hasta apoyarme en la pared y quedar atrapada entre esta y su cuerpo, pero antes de poder profundizas un poco más el beso él se separó dejándome completamente descompensada. —Eso…fue cruel –él sonrió y me guiñó un ojo, provocando que me sintiera peor y deseando que no fuera a ninguna parte. —Eso es para que esperes mi regreso –negué sin poder creerlo –no demorare nada y no te asustes que quedan algunos guardias, no te pasara nada ¿sí? –asentí aun en las nubes. Alex me volvió a dar otro beso, pero esta vez fue uno pequeño para después desaparecer ante mi vista. Miré a mis lados, pensando en lo que iba a hacer ¿de verdad iba a tener mi primera vez con Alex? bueno, sería lo “normal” él ha sido el único que me ha enseñado sobre este tema, él único que me ha tocado de esa forma…y al único que podría responderle de la misma manera, sí…él era con quien deseaba tener mi


primera vez y no me iba a sentir mal al respecto, aunque me haya secuestrado y separado de mi familia. Aquel pensamiento me trajo un tanto a la realidad, pero me negué a rendirme a la pena, hoy no. Salí del armario y comencé a recorrer la casa pensando en que podía hacer para matar el tiempo, deseaba que Alex estuviera aquí mismo, deseaba poder sentir sus labios de nuevo…volver a sentir su cuerpo. Bien, esos pensamientos no me ayudaban a calmar mi cuerpo, extrañaba a Alex. Renové mi caminata sin sentido por la casa pensando en sí tendría que utilizar alguna prenda en especial, no tenía la menor idea de lo que podía hacer, además mi ropa ya no estaba en mi habitación, quede pensando unos segundos y quizás podía estar en la habitación de Alex, sonreí ante esa idea. Me dirigí hacia la habitación para poder ir en busca de algo, pero en el camino me encontré con un nuevo pasillo de la casa, miré en dirección a la habitación y luego a aquella escalera que no había notado en mi tiempo aquí. —No me hará nada de mal seguir conociendo este lugar –si, sin duda no me haría mal si me quedaría aquí por un tiempo. Fui tranquila hasta la escalera caracol, estaba bastante escondida para ser sincera así que mi curiosidad aumento. Subí lentamente para no asustarme con nada que hubiera ahí, pero sucedió todo lo contrario. Era un nuevo piso, uno pequeño, donde había un nuevo escritorio, lucia como la oficina de Alex pero más privada. Mi atención se fue hacia las ventanas al mismo tiempo que los recuerdos de mis padres volvían a mi cabeza, no los había podido olvidar del todo y era algo que me molestaba, sí, ya no era cómodo ver cómo era mi vida antes porque me hacía sentir mal, pensar en el sufrimiento que ambos debían estar pasando por mi desaparición. Suspiré mirando hacia el paisaje que me brindaba la vista, este lugar estaba en la parte frontal de la casa, no sabía que había una habitación por este lado. — ¿Qué demonios…? –dije notando que algo blanco pasaba rápidamente a unos kilómetros de la casa, luego volvió a pasar algo más, pero de otro color. Me esforcé para poder ver de qué se trataba. Mis ojos se abrieron sorprendidos al ver que eran aquellas pequeñas cosas que se movían con rapidez –autos… —me quedé unos segundos mirando un poco más y pude ver un bus de transporte pasar ¡Dios Santo! Era una carretera. Como reflejo mis pies corrieron hacia la puerta y poder salir de este lugar. Bajé corriendo las escaleras para poder llegar a la puerta principal, pero cuando las abrí me quede helada. ¿Qué estaba haciendo? Fruncí el ceño al notar que mis deseos por escapar del lado de Alex no se habían ido del todo, aquello me entristeció…no me


quería ir ¿Por qué estaba actuando de esta manera? Suspiré sin encontrar respuesta, en realidad…me estaba mintiendo, sabía muy bien porque quería salir de aquí y creo que por nuestro bien, de Alex y el mío, era mejor que saliera con rapidez. Antes de seguir con mi cometido, subí a mi habitación y gracias al cielo las joyas no habían sido tomadas y cambiadas de lugar, por lo que tomé muchas de ellas y las guardé en mis bolsillos, debería salir a negociarlas para poder tener algo de dinero. Comencé a pensar en que podía hacer para poder escapar. Alex me había dicho que habían guardias, pero estaban distanciados, eso significa que aquella mini villa de casas donde los guardias se hospedaban estaba vacía, así que sin más temor sobre qué hacer, me fui por uno de los autos que estaban en la parte de atrás de la casa, ahí también se encontraban todas la llaves colgadas, Javier en su fascinación por los autos de Alex me había llevado a ver cada uno de ellos. Salí de la casa y miré hacia todos lados, me era extraño pensar que no habían los guardias necesarios para detenerme, me mantenían en constante alerta, aquí algo debía salir mal ¿no? Entre en el gigantesco garaje y busque en una tabla que estaba protegida por un vidrio, el cual tenía una llave para poder acceder a las demás llaves que me permitirían escapar de aquí…por unos momentos, iba a volver, pero para estar con Alex sin ningún problema tenía que arreglar mi situación con mis padres y Alex no había sido capaz de darle una verdadera solución, bueno, era mi turno de jugar mis cartas, esto sería por el bien de ambos. Rompí el vidrio con una palanca de metal que había al lado y las llaves quedaron a mi disposición. Miré todos los autos que ahí se encontraban, ordenados en filas y con un número en el cemento que me decía que llave tenía que elegir. Sonreí al ver que auto seria el elegido. Tome las llaves del Jeep Wrangler Sport 2011 y corrí hasta este para entrar sin dificultad y encender el motor, el carrito de golf que había utilizado antes me había ayudado como guía, pero no tenía la menor idea de cómo manejarlo. Presioné el acelerador y avancé de un solo golpe hasta chocar al jaguar negro que estaba al frente. —Lo siento –susurré pensando en que iba a decir Alex cuando viera lo que había hecho con su auto. Retrocedí para poder tomar la salida, pero choqué el Mercedes negro que estaba detrás –lo siento –volví a repetir, pero luego de chocar otra vez al Jaguar negro y al Mercedes negro, pude salir por el camino hacia la entrada del garaje. Sonreí al ver que esto no era tan difícil como creía. Miré a mis lados y no había ningún guardia, sonreí, esto quizás saldría bien… ¡por favor, Dios! Algo de honor a mi nombre, esto tenía que ser una victoria definitiva, no lo estaba haciendo por mí.


Presioné el acelerador hasta el fondo y avancé por el camino de entrada de la mansión Lenardis, la gran sorpresa vino minutos después cuando llegué a la villa de los guardias, sonreí al ver que esto estaba completamente vacío. Sin duda alguna Alex les había dado vacaciones, aunque fueran tres días. Disminuí un poco la velocidad porque luego siguieron curvas y más curvas, no me quería estampar contra un árbol y arruinar todo, a este tiempo mis manos estaba sudando y mi frente también estaba mojada. Me iba a meter en problemas, eso era seguro y ahora lo estaba pensando seriamente, pero tenía la mejor excusa de todas, así que su perdón no sería difícil de conseguir. Pasó alrededor de una hora cuando pude llegar a la carretera ¡estaba lejísimo de la casa! Suspiré al notar que tenía una increíble carretera al frente de mis ojos y para mi suerte, que no pudo ser mejor, vi como un gran transporte pasaba por al frente del auto y tenía un gran letrero que decía “Concepción” sonreí feliz al darme cuenta en qué dirección tenía que ir, de seguro hacia mi lado derecho llegaban a Santiago…esa ciudad no era la indicaba mi objetivo. Gire hacia la izquierda, lo que me costó, pero no vino ningún auto que me chocara. Adelante con dificultad al bus de transporte y presioné el acelerador al máximo, me tomaría alrededor de cinco o seis horas poder llegar a mi ciudad, donde estarían mis padres, llegaría de noche al parecer o quizás al atardecer. El viaje se desarrollo de una forma que mi adrenalina estaba por las nubes, casi choché con un camión al no frenar con prudencia, pero me salvé. Recé cada minuto, pensando por favor que alguien me escuchara arriba y me diera más tiempo antes que Alex me encontrara, entre los autos se le haría muy difícil y no quería encontrarme con un furioso vampiro antes de cumplir mi objetivo. Si llegaba a oscurecerse le permitiría a Alex viajar a su propia velocidad sin correr el riesgo de ser atrapado, por lo que mi corazón latió con fuerza al ver que esto podría salir mal, sin embargo, aquello no opacó mi alegría al ver el gran letrero que me indicaba que había llegado a mi ciudad natal. Volví a acelerar para llegar pronto a las joyerías, tendría suerte si encontraba alguna cerca. Sabía que mi suerte sobre chocar otro auto no eran las mismas en el centro de la ciudad, así que dejé el auto en un estacionamiento, debería guardar dinero para pagar. Salí del auto y luego de horas de haber escapado, me di cuenta que estaba libre. No pude evitar darme un minuto para sentir como la libertad corría por mis venas, la forma de sentir la brisa y saber que no habría nadie que me dijera que estaba haciendo mal. Caminé por las calles sonriendo como una loca, saludaba a las personas y ellos me respondían un tanto confundidos, sin embargo, este era mi


momento y lo estaba aprovechando al máximo. Muy poco me faltó para estar saltando como Laura Ingalls por la pradera, ese pensamiento me hizo sonreí, estaba loca. Miré a mi alrededor y sabía muy bien dónde ir, conocía esta ciudad como la palma de mi mano y entendía a qué lugar tendría que ir, hacia la periferia. Caminé unos cuarenta minutos más y pude llegar a mi cometido, este lugar era un tanto tenebroso, lo que no me agradaba, pero era necesario. Me quedé en una esquina mirando alguien que luciera sospechoso, no pasó más de cinco minutos cuando un hombre estaba haciendo lo mismo que yo, mirando a los demás. Se veía de unos cuarenta y tantos, tenía su cabello largo oscuro y vestía roñosamente, sin embargo cada vez que alguien pasaba por su lado él les decía algo a su oído, así que me animé y me acerqué a él, no tenia porque temer, me había enfrentado a un vampiro…esto no traería mayor problema. Respiré profundo antes de acercarme más. —Hola, muñeca —me tensé ante su voz. —Hola —él sonrió al ver que le había contestado. — ¿Deseas algo? –abrió disimuladamente su chaqueta y me mostro unas cuantas joyas. —No, necesito que me digas quien me puede comprar joyas a un buen precio – necesitaba algo rápido, por lo que este hombre me sería fácil de convencer –son reales y muy antiguas –le mostré solo dos anillos. — ¿Eres detective? —fruncí el ceño. —Claro que no, solo necesito dinero rápido… —jugué con mi brazo nerviosamente, lo que no pasó desapercibido para él. —Ya veo —me miró sonriendo –también sé quién te pueden vender algo de eso –dijo apuntando a mi brazo con su boca. Recién ahí entendí que creía que era una drogadicta. —Eso sería estupendo —él sonrió de manera desagradable. —Niñita bonita en barrio bajo —lo miré incomoda, jamás había sido parte de esa clase social. —Hago lo que se puede –él asintió. —Bien ¿Cuánto por los dos? —Son originales —él asintió de nuevo. —Quédate aquí –se fue a un par de cuadra hacia abajo y se metió a un callejón, cinco minutos después volvió a aparecer y esta vez no venia solo, un hombre más peligroso venia con él. — ¿Y tú? –me preguntó levantando el mentón. —Tengo dos anillos de oro…antiguos, vienen en mi familia desde hace mucho. —Cien –negué.


—Es muy poco. —No te daré más. —Bueno, entonces iré a una casa de empeño, no soy estúpida –me giré pero aquel hombre me volvió a hablar. —Quinientos por los dos, no más –me quede quieta, con eso bastaría por ahora. —Bien, es un trato. —Vamos –los dos se giraron y comenzaron a caminar, los seguí sin decir nada. Esto se podía poner peligroso y quería que Alex estuviera a mi lado. Desaparecimos en el mismo callejón que lo hizo el hombre minutos atrás y entramos a una pequeña habitación, el olor era asqueroso. El segundo hombre se sentó detrás de un escritorio y saco un maletín desde un cajón, de donde saco varios paquetes de dinero. —Ahí tienes —me los tiró en la mesa y dejé los anillos en la mesa. —Debería cobrarte mucho más pero necesito el dinero —volví a rascar mi brazo de forma nerviosa para aparentar que estaba con síndrome de abstinencia. —Puedes volver cuando lo desees, bonita –asentí y salí de ahí lo más rápido posible, mi cuerpo entero estaba transpirando. Esto había salido sorprendentemente bien, era extraño, pero había sido fácil ¿tan rápido era hacer malos tratos con gente mala?

Fui a una joyería que era donde mis probabilidades de ganar dinero eran verdaderamente menores, pero fui de todas maneras. Entré haciendo sonar las campanas de viento que había en la parte superior de la puerta, un anciano de espalda encorvada salió desde detrás del mostrador. —Señorita —por su voz podría decir que fácilmente este hombre tenía mil años. —Buenas tardes. —Buenas noches. —me corrigió. Miré hacia la ventana y si, ya estaba de noche, era mejor que mis expectativas iniciales. —Buenas noches –respondí correctamente –vengo para ver si está comprando joyas. —Oh… ¿Qué tiene que ofrecerme? –el hombre se sentó en un banquillo y sacó un objeto que utilizaban los joyeros para ver la calidad del producto. —Es de mi familia, hemos estado pasando por malos momentos –él asintió. —Eso se está haciendo más común de lo que desearía —llevé mis manos a los bolsillos y le mostré el par de collares y unos anillos de diamantes que había sacado


—Oh creo que no tendré que utilizar esto –guardo su extraño objeto —esto es ciertamente parte de una herencia, no podría costear lo que valen ni en sueños señorita, pero debería ir a joyería Lenardis –abrí mis ojos sorprendida al escuchar cómo se llamaba la joyería. — ¿Dónde queda? —Está en el centro de la ciudad, es la más importante aquí por lo menos… y también tienen unas cuantas en otras ciudades. —Ya veo. —Debe estar cerrada a esta hora –asentí. —Tendré que ir mañana, muchas gracias –el señor me entrego las joyas y salí de ese lugar con rapidez. Miré a los lados y supe que ya no había otra salida que ir donde mis padres con lo que tenia, ellos se encargarían de ir a cambiar las joyas, pero ya no iba a perder más tiempo de esta manera. Lo más probable es que Alex me estuviera buscando o que más vampiros lo estuvieran haciendo, así que era hora de ir a casa de mis padres. Por poco terminé corriendo para llegar al estacionamiento donde había dejado el auto de Alex, pagué mi estancia ahí y comencé torpemente con mi recorrido hacia casa. No podía evitar alegrarme al pensar que podría verlos de nuevo, era algo que había deseado hace demasiado tiempo. Gracias a todos los santos o a quien sea que estaba cuidado de mi durante el transcurso a casa nada había salido mal, no había chocado a otro auto o una persona, por lo que era todo un orgullo decir que estacioné sin problema el auto a varias cuadras de mi casa. Miré hacia atrás y sonreí al ver una sudadera de Alex, nunca lo había visto con esto, era gigante así que lo use para cubrir mi rostro con el gorro, aquí era fácil que me reconocieran. Salí a comprar lápiz, papel y un sobre gigante, así que tenía que ser precavida, dejé con seguro el auto y caminé por varios minutos para llegar a la tienda más alejada que había. Cubriendo mí rostro como un verdadero delincuente compre lo que necesitaba y salí de ahí más rápido de lo que entré. Mis manos me temblaban al pensar en lo que haría y peor era pensar que estaría pensando Alex, debí traer el celular conmigo, así le habría explicado mi misión. Estoy segura que no se habría enojado, demonios… ¿Por qué hice todo tan impulsivamente? Bueno, ese problema sería en otro momento, ahora me tenía que concentrar a lo que venía. Volví al auto y me senté. Agradecí que Alex fuera tan misterioso y tuviera los vidrios polarizados porque las personas que pasaban cerca, quedaban mirando el auto.


Apoyé el sobre y el papel sobre mis piernas y comencé a escribir mis explicaciones en la carta, no iba a quedar como una hija muy decente, pero era mejor eso a seguir sufriendo por mi muerte, dejarlos pasar por eso era demasiado egoísta. —Me encantaría que me dieras una explicación antes de llevarte a casa de nuevo y encerrarte de por vida –todos los vellos de mis brazos se erizaron al escuchar esa voz y antes de pudiera controlarlo salté como un gato al que se le arroja agua y grité aterrorizada. Me giré de inmediato para ver al portador de esa voz, quien prendió la luz del techo del auto. —Alex —hice mis manos un puño al ver su expresión de molestia. — ¿Sabes? Al ver el auto aquí fui de inmediato a la casa de tus padres, pero…vi que no estabas, me llamó la atención –su mordida estaba tensa y notaba que estaba usando todo su autocontrol. —Alex… —Silencio —levantó su mano al nivel de su pecho para que me callara –luego vengo aquí, luego de haber recorrido lugares bastante desagradables, siguiendo tu olor y me encuentro con esto ¿Qué demonios estabas haciendo cerca de narcotraficantes? Y ¿Qué significa esto? –levantó su otra mano y me mostró algunas joyas que había vendido. Mi rostro se sonrojó por completo y me sentí pequeña. Demonios, le había robado y escapado de su casa. Comencé a llorar avergonzada de mis acciones y por haber preocupado a Alex. –No sacas nada llorando ¡¿Qué pretendes escapando?! ¿Ah? solo me has engañado, no eres nada diferente a las demás, lo sabia… —se movió hasta quedar sentado en el lugar del chofer y yo en el copiloto –has sacado joyas que son más antiguas que esta ciudad y te vas… ¡Arruinando mis autos! –traté de controlar mi llanto para explicarle, pero era inútil...no podía — ¡Di algo!...esto me servirá para no darte ninguna libertad ¡Mira bien a tu alrededor Victoria, porque no volverás a salir de las cuatro paredes que te esperan y necesitaras recuerdos de cómo es una ciudad! –No sé cómo pero simplemente cuando Alex llevó su mano a la llave para prender el motor de auto, yo lo detuve dejando mi mano sobre la de él y negué con mi cabeza, para que no nos llevara lejos de mi casa, no antes de poder completar mi misión — ¿Qué sucede ahora? –llevé mi mano a su boca y la cubrí con esta, no quería que siguiera hablando porque me estaba hiriendo, además que aun seguía avergonzada por lo que hice. —Yo… —tensé mi mordida para poder encontrar control en mi cuerpo, deseaba dejar de llorar para explicarle. Alex alejó mi mano de su boca.


— ¿Tu qué?... ¿seguirás mintiendo? –le pasé la carta que había escrito, realmente casi se la arrojé contra su pecho. Él la tomó y mi llanto comenzó a disminuir mientras él la leía. —Dios, siento tanto haber sacado y roto tus cosas, pero tenía que hacerlo –él me miró sin entender nada –Alex, si me escape fue para solucionar el tema de mis padres…y poder estar tranquila –su ceño se frunció –fui a vender algunas joyas para dejar algo de dinero…no lo sé… —hice un mohín por sentirme avergonzada de nuevo, pero Alex levantó mi rostro –iba a volver, sería estúpido que hubiera escapado y me quedara aquí. —Hiciste esto ¿por…nosotros? –no pude evitar sonreír al escuchar el “nosotros” eso había sido algo nuevo. —Para quedar tranquila…no puedo pensar en el sufrimiento de ellos y tú no has encontrado solución –miré hacia un lado apenada, sabía que había sido una irresponsabilidad salir de la mansión de Alex sin pensar en nada más, pero solo imaginarme de no llevar la carga de la pena de mis padres, me aliviaba demasiado. —Vittoria —alejé mi rostro de su mano cuando quiso tocarme. Me sentía mal conmigo porque no debería estar deseando quedarme con Alex en vez de mi familia – yo pensé que te habías escapado para no volver –sonreí triste. —Claro que no, yo no te hubiera engañado para luego escapar Alex –dejó su mano en mi mejilla e hizo que lo mirara. —Lo siento, sabes que no he tenido las mejores experiencias en este estilo de cosas –asentí. —Debí avisarte, llevar el celular por lo menos. —Eso es cierto —al mirar la expresión de Alex, que ya no estaba enojado me tranquilizó mucho más –si que te has escapado esta vez. —Choqué tus autos. —Eso no importa –apagó la luz del techo del auto. —Y las joyas. —Eso es más importante pero por un valor sentimental ya que muchas son de Elizabeth, así que iremos por algo más ¿sí? Deja eso atrás –indico él sobre con las joyas. Hice lo que me pidió y lo miré asustada cuando partió el auto –volveremos Victoria –mi corazón volvió a latir más tranquilo. No tengo la menor idea a donde me llevaba Alex, pero dejé que condujera sin darle problemas. Me había dicho que volveríamos y le creía. — ¿A dónde fuiste en la tarde, Alex? –recordé cuando a mi mente vino el último momento que había tenido con él. Mordí mi labio sin pensarlo.


—Fue una reunión rápida sobre John, dicen que lo vieron…además del tema de Francesca. — ¿Aquí? —Es difícil decirlo, porque fue en las fronteras con Argentina. —Oh… ¿pero aun no lo atrapan? –él negó, mientras giraba el auto con el volante, me quedé mirando como su hombro se marcaba con su camiseta blanca y miré hacia otro lado antes de ser descubierta. —No debes preocuparte, yo te protegeré –no pude evitar sonrojarme, tanto sea por quedarme mirando más de la cuenta a Alex como también porque esas frases simplemente me atrapaban. — ¿A dónde vamos? —A la joyería que tengo acá, tu solo quédate tranquila y descansa que debió ser un día muy agotador, pero –me miró –no quiero que vuelvas a hacer esto Victoria, te arriesgaste demasiado y la próxima vez que lo hagas no me importaran las razones que tuviste –tragué saliva nerviosa y asentí. Los minutos que recorrimos con Alex lo hice mirando hacia afuera, mucho más tranquila, hora estaba mucho más relajada al saber que Alex estaba enterado de todo esto, era algo que me sacaba un peso de encima. Miré atenta hacia afuera cuando Alex frenó el auto, estábamos al frente de una gran joyería. —Espérame aquí. —No, ni loca me quedare aquí sola…además quiero ver, soy curiosa –él sonrió, por lo visto le agrado mi respuesta. Bajamos del auto y él se adelanto abriendo la puerta con algo un tanto extraño, era como una llave…pero era circular y de metal. —Es una llave maestra, todas mis adquisiciones tienen un cerradura para que esta llave pueda entrar, tu tendrás también una llave… –abrió por completo la puerta luego de marcar unos número –adelante –pasé y Alex prendió las luces. De inmediato quede sorprendida al ver tantas joyas juntas, sin duda esta era la mejor joyería que había visto en mi vida…o televisión. — ¿Para qué tienes tantas adquisiciones, Alex? ¿De verdad las necesitas? –él enarcó una ceja mientras se iba hacia un cuadro. No me agradaba que fuera tan millonario, me intimidaba. — ¿De qué hablas? —Demasiados negocios, autos, joyas…es demasiado. —En algo debo invertir mi tiempo, se volvería muy aburrida mi existencia si no tuviera nada que hacer.


— ¿Nada que hacer? –Me apoyé en el mueble que exponía anillos preciosos – eres el gobernador de los vampiros, es imposible que no tengas nada que hacer –él me sonrió mientras se dirigía hacia el cuadro que estaba en la pared de al frente mío. —Puede ser, pero soy un tanto hiperactivo, así que solo un trabajo no me ayuda mucho, además tengo mucho que pagar, necesito estos negocios –no pude evitar reír ante su descaro. — ¿Mucho que pagar? Alex tienes cientos de hombres como empleados, por eso necesitas pagar tanto. —Eso no es tan cierto, solo pago a quienes trabajan en mis adquisiciones, los guardias o personas que has visto en la mansión son pagados por bueno, ciertos recursos que llegan de parte de todos los vampiros. — ¿Impuestos? –Él rio mientras negaba, pero antes de seguir preguntando mire como introducía la famosa llave en una de las esquinas del cuadro, recién ahí este se movió y apareció la caja fuerte –Te van a ver –dije mirando las cámaras. —No, porque el sistema de cámaras tiene una excepción conmigo…no me agrada que me conozcan muchos humanos, por lo que cuando entro aquí con la llave maestra, el sistema de seguridad se apaga. —Que cobarde eres. — ¿Disculpa? –metió la mano, donde dejo las joyas que había robado, cosa que provoco que me avergonzara de nuevo y saco un sobre color mostaza para guardar dinero en el. —Eres un cobarde por no crear lazos con tus empleados. —Mejor no vayas a ese tema, eres aun muy pequeña para entender —enarqué una ceja. — ¿Ahora soy pequeña? –Alex era muy descarado a veces — ¿Por qué no quieres hacer lazos con tus empleados? Siempre es bueno saber para quien uno trabaja —cerró la caja fuerte y volvió a mirarme. —Veras, los humanos se ven algo propensos al verse atraídos por vampiros, no me gustaría abatir la vida de alguna mujer…u hombre –dijo haciendo una mueca – porque me tienen como su amor platónico –lo miré unos segundos sin decir nada hasta que no lo soporté y me reí a carcajadas, no lo pude evitar. —Dios santo –dije tratando de controlar mi risa –eres un arrogante ¿crees qué eres tan irresistible como para ser el centro de todos tus empleados de por vida? –él no se rió ni un poco y aun estaba muy serio. —No estoy siendo arrogante, no quiero verme expuesto de nuevo a problemas —se dirigió a la puerta indicándome que nos fuéramos.


— ¿Problemas? –pasé mis manos por mis mejillas porque sentí que había llorado de la risa. —Hubo un tiempo que compartía con mis empleados, tratando de no pecar de arrogancia y altanería —abrió la puerta del auto para mí. Tuve que esperar a que entrara para que siguiera con la historia. — ¿No eres altanero? Discrepo con eso. —Deberías considerar por un minuto que no soy siempre la misma persona que soy contigo. —Oh muy bien –asentí –saco lo peor de ti, eso es excelente. —Victoria —dijo reprochando mi comentario, le hice una seña para que continuara –bien, veras…eso fue hace muchos años, estaba soltero igual que ahora o bueno, semanas atrás. Yo sabía que alrededor de unas cinco mujeres de las que eran mis empleadas, no solos se sentían atraídas, sino un tanto obsesivas –noté que aun no comenzaba a manejar así que supuse que lo que me estaba diciendo era algo importante, además su mirada estaba preocupada, recordando lo sucedido –no hice nada para dejarles en claro que no me interesaban, encontraba que estaba demás y que algún día se les pasaría, pero cuando…bueno, conocí a cierta mujer que se hizo mi pareja –fruncí el ceño. — ¿Cierta mujer? ¿Es que no tiene nombre? —Amparo, esa es otra historia –asentí porque no tenía ni un ánimo de escuchar sobre “Amparo” –bien, ellas al enterarse que bueno, me había unido a ella. — ¡¿Te uniste a ella?! ¿Con cuantas personas que has unido? –lo miré aterrorizada, es que odiaba que hablara de otras mujeres como si fuéramos partes de una lista, sabía muy bien que esa era mi impresión, pero no me podía pedir que no me preocupara sobre el tema si lucia exactamente como si coleccionara mujeres. —Victoria —suspiré frustrada. No le dije nada más porque quería que me dijera el problema con sus empleadas. —Sigue… —Bueno, a los días me enteré que las cinco en diferentes propiedades que poseía, se habían quitado la vida, todas dejaron el mismo argumento –él miró hacia al frente, pensando en Dios sabe qué

–que no soportaban que estuviera con

Amparo…es cierto que es extraño, pero eran vidas humanas las que se esfumaron por algo tan insignificante, si acepté ser gobernador, bueno una de las razones es para que la especie humana no desaparezca –podía notar por su expresión que aun pensaba en ello, lo que encontraba ridículo, él no tiene la culpa de contratar obsesivas. —Pienso que deberías hacer un examen psicológico antes de contratar personas Alexander, no puedes estar pensando que eso es tu culpa, además es


simplemente estúpido. No puedo negar que si no te conociera y trabajara para ti, me atrajeras de igual forma, pero llegar a ese extremo…bueno, es realmente sin sentido y no deberías sentirte mal –él me miró sonriendo. — ¿Un examen psicológico? ¿Es en serio? —Si –mire hacia al frente para que moviera el auto, pero no lo hizo. —Victoria —no lo miré, estaba concentrada en otra cosa que me dijo –Amparo fue hace muchos años atrás, no deberías comportarte de esa manera. —Oh…cállate, no estoy enojada ¿Por qué lo estaría? Mejor conduce. —Aun es muy temprano y claro que estas enojada conmigo, me has llamado Alexander —hice mis manos un puño por haberme delatado, pero era incontrolable llamarlo así cuando me enojaba. —Te has unido a muchas personas…has sido de muchas mujeres, es simplemente injusto, yo no he sido de nadie, debería tener la misma cantidad de hombres en mi pasado. — ¡Ja! No dudo que no lo tengas –dijo espontáneamente. Lo miré sorprendida sin poder creer lo que había dicho. — ¿Qué? ¡Alexander Lenardis! Para tu información yo jamás, pero jamás… — antes de terminar la frase él cubrió mi boca con su mano. —Lo siento, no debí decir eso —fruncí el ceño y moví su mano para que no me siguiera callando –es que debiste tener algún novio antes ¿no? –enarqué una ceja. —Es extraño lo que me dices ya que tú mismo me aseguraste que no he tenido a nadie —él bufó acomodándose aun más en el asiento. —Bien, me molesta que hables de esa manera de mi pasado, llevo muchos más años aquí que tú ¿no? No iba a ser casto y puro –lo ultimo lo dijo casi riendo. —Tienes razón –dije fríamente, no quería hablar de esto porque me molestaba –mejor maneja. —Aun es temprano, no han de dormir a esta hora ¿cierto? —No, más tarde… —jugué con mis manos nerviosa por lo que iba a hacer en un tiempo más, iba a abandonar a mis padres por este vampiro que tenia al lado, no tenía la menor idea de lo que me pasaba pero no había vuelta atrás. Estaba segura en lo que iba hacer –cuéntame eso de los impuestos que dan los vampiros por ti. —No son impuestos Victoria, yo no salgo elegido por votación recuérdalo, simplemente es un cargo otorgado por el gobernador anterior. —Oh verdad, bueno ¿entonces como lo haces? —La agrupación de consejeros que tengo, donde están Elizabeth y Raúl, han creado durante diferentes años servicios para vampiros, los cuales les va muy bien, aunque en este país no existe ninguno.


— ¿Y eso porque? —Porque no hay una gran cantidad de vampiros, por eso elegí venir aquí…entre otras razones. — ¿Y qué servicios? —Bueno, en Italia no se acostumbra ir a un pub y beber de los humanos, sobre todo con los vampiros mayores que lo encuentran un tanto…vulgar. —Tú eres antiguo y lo has hecho. —No tan antiguo –sonreí al ver cómo le molestó el comentario de su “antigüedad” –bueno, como sea hay centros donde se tienen humanos, preparados para ofrecer su sangre. — ¿Y ellos aceptan? —Si, como te he dicho hay muchos humanos que aceptan ser benefactor de un vampiro. —Ya veo… ¿y de ese tipo de centros te pagan? —No me pagan, sino que se mantiene los establecimientos bajo nuestro mando, hay mucho que deberás conocer Victoria. —Mmm…bueno, como sea –levanté los hombros quitándole importancia. No me gustaba la idea de mi destino sobre dejar de sentir como mi corazón latía, quería seguir viviendo, pero aun tenía una confusión por las sensaciones que me estaba causando Alex. —Sigues enojada –miré hacia adelante, no quería que me viera molesta por su Amparo –Victoria… —tomó mi mano y me hizo mirarlo ante su caricia, era la primera vez que me tocaba así luego de nuestro encuentro en el armario, me dieron nervios al recordar ese momento y que sucedería probablemente cuando llegáramos a casa – aun no te he dado las gracias. — ¿Gracias? —Por lo que estás haciendo, renunciando a tus padres –suspiré y alejé mi mano de su agarre. Esto me hacía sentir mal, pero no tenía idea que me pasaba con él que me estaba comportando de esta manera. —Si bueno…um no quiero hablar de eso Alex. —Nos preocuparemos que nunca les falte nada —sentí como mi pecho se comenzaba oprimir ante la idea de no verlos nunca más, esta sería la última noche – bien, cambiemos el tema –asentí –Entonces…me llamó la atención hace unas horas como decías que yo era solo tuyo ¿me podrías explicar eso un poco más? –lo miré enojada, estaba jugando conmigo. —Mejor volvamos al tema anterior.


—No, vamos, te has hecho la desentendida todo este tiempo ¿me lo podrías repetir? —Alex basta, a menos que quieras hablar de tu espectáculo con Charlotte ¿no? Hablemos de eso, es interesante. —Mejor no –dijo negando y prendiendo el motor, pero yo no quería irme todavía. Desde que se había ido lo había extrañado y a pesar de sentirme cómoda con él aun no me sentía con la confianza de hacer lo que quisiera con él. Lo que era muy diferente. — ¿Alex? —Victoria, no ha ocurrido nada con Charlotte y sabes que no importó… tú eres la que me... —No —dije negando –no es eso –después de lo sucedido hoy realmente me había atrapado con esa frase “no me interesa besar otros labios que no sean los tuyos” ¡Dios! ¿Es que aquello había sido real? — ¿Qué sucede entonces? –estaba sonrojada como un tomate, no me atrevía a tomar la iniciativa ante un simple beso. —Nada –negué sin atreverme a dar el primer paso –mejor vamos a mi casa para esperar tranquilos ¿sí? –él enarcó una ceja, mirándome curioso por mi comportamiento. —Dime que sucede ¿me escondes algo más? —No, claro que no…vamos. —Victoria, dime lo que sucede, no debes esconderme nada, si deseas decirme algo debes hacerlo, aunque tú no escondes nada –dijo sonriendo –ahora dime que pasa –lo quedé mirando por unos segundos ¿Cómo demonios iba a avergonzarme por desear besarlo? Habíamos hecho…realmente él me había hecho cosas más increíbles que un simple beso en los labios. —Bien, no es que quiera decirte algo, sino mas bien hacer –él frunció el ceño sin entender, pero cuando vio que me acercaba a él sonrió. Gracias a Dios no dijo nada. Tuve que tener cuidado para no perder el equilibrio, pero me acomodé mejor para poder besarlo. Él sonreía arrogantemente, odiaba cuando hacia esto, pero bueno…Alex era así. Apoyé mi mano en su pierna porque no sabía cómo acercarme más a él, simplemente Alex no estaba ayudando. —Así no debe funcionar –dije molesta por ver que tenía que hacer todo el esfuerzo.


—Lo sé, pero me agrada ver como tú tomas la iniciativa — iba a responder que era cruel de su parte hacerme pasar por esto, pero su mano llegó a mi cuello y con suavidad se acercó a mí. Agradecí con toda mi alma el gesto, pero me dio más seguridad para eliminar la distancia que había entre nosotros y unir mis labios a los suyos, lo deseaba tanto. Mis labios se movieron en los suyos, los cuales eran suaves y provocaban que quisiera seguir besándolo; no me tomaron muchos segundos para acercarme más a él y que el beso que comenzó tan dulcemente se volviera más…pasional, más cuando sin pensarlo o controlarlo mi lengua se unió a la suya, dejando salir un pequeño gemido de mi boca, me acerqué tanto a él que ya no era capaz de apoyarme bien, lo que hizo que mi mano resbalara y tocara cierta parte de su anatomía que lo hizo gruñir. Me separé de él como un saltamontes y lo miré aterrorizada, jamás había hecho ¡ay Dios, jamás había tocado…! —Victoria —me miró un tanto gracioso y excitado ¡Oh Dios! De seguro estaba roja como un tomate. —Lo siento, yo… —estaba avergonzada a más no poder. Este tiempo he sido muy desinhibida con Alex, pero siempre respecto a enfrentarme a él, sin embargo, al llegar a ese nivel, al que estábamos actualmente no era mucho mi aporte, no tenía idea de nada en ese campo y simplemente me avergonzaba. —Calla —no dijo nada más. Me tomó del brazo e hizo que saliera de mi asiento y quedara arrodillada, dejando cada pierna al lado de las suyas, para después volver a besarme, no me negué en ningún momento. Nos besamos por largos minutos que hicieron que mi corazón se volviera loco y que estuviera más nerviosa que antes ya que estaba…bueno, sentada sobre él. —Alex —me separé de él al ver que mi cuerpo estaba respondiendo ante sus labios, lo quería por completo en este momento, pero sabía que no podía ya que…bueno, estábamos en un auto. Miré sus ojos que estaban más negros de lo usual y no pude evitar dejar escapar mis pensamientos. — ¿Qué me estás haciendo? te extrañé estas horas –él sonrió satisfecho de mis palabras, lo que me molestó, él sabía lo que causaba en mi. Le di un pequeño golpe en su pecho. —Es como debería ser Victoria —suspiré apenada de que él no me respondiera de la misma forma, pero creo recordar lo enojado que estaba y que me haya buscado, tenía que haber extrañado mi presencia; además me cuidada de John o de cualquier vampiro que pusiera sus ojos sobre mí.


—Creo que deberíamos ir —él asintió, pero antes de que me pudiera separar de él, me acerco de nuevo y volvió a besarme, de una forma más intensa, dejándome sin palabras ante aquel movimiento y por poco acabando con mi corazón y mi razón. —Alex —me moví un poco sobre él y al notar lo que estaba haciendo, me sonrojé y me separé de él. Creo que la valentía de hoy en la tarde se había esfumado por completo, a pesar de que tenía muy claro lo que iba a ocurrir esta noche – deberíamos irnos. —Sí, es una buena idea –sonrió y me ayudó a sentarme nuevamente.

Nos fuimos a mi casa y quedamos estacionados en el mismo lugar que antes. Mis manos no dejaban de moverse y Alex me miraba preocupado. Mi estómago dolía de nervios y pena, la seriedad del asunto volvió con todo su esplendor, acabando con mi convicción y mis ganas de hacer esto. Estaba acabando conmigo. —Alex —lo miré nerviosa cuando tenía un nudo en mi garganta. —Dime si necesitas que haga algo –por lo visto él notaba como me encontraba, lo que agradecí de todo corazón. Sin decirle nada me pasé al asiento de atrás, el tampoco sin preguntar hizo lo mismo. Me acerque a él y quede apoyada en su hombro derecho, Alex me abrazo cuando las lágrimas comenzaron a escapar de mis ojos sin poder hacer nada. Esto era de verdad difícil, aferré mis manos a su camiseta por el dolor ante la idea de lo que iba a suceder. —Esto es lo que haremos –pasó sus dedos pulgares por mis lágrimas para secarlas –yo iré, dejaré la carta sobre la mesa con el dinero, solo necesito que me vean y decirles adiós en un segundo, dejaras el auto encendido y con tu rapidez me tomarás y nos iremos ¿sí? —Como tú desees Victoria. —Ahora solo haz algo, abrázame fuerte ¿sí? –me miró por unos segundos sin decir nada, para después tomar mis piernas y quedar como una niña llorando, apoyándome en su pecho y llorando en silencio. —Lo siento, por hacerte pasar por esto, pero no es como si fuera pan de cada día que alguien se vaya con un vampiro —asentí tratando de dejar las lágrimas de lado, pero era imposible. —Lo sé. —Te prometo que no es una mala opción lo que estas eligiendo, me encargaré de eso –asentí sin decirle nada, no quería hablar más de eso porque estaría aclarando lo que pasaba por mi cabeza y aun no estaba preparada para eso. Sabía lo que quería y deseaba ahora, eso era todo.


Pasaron alrededor de dos horas más, donde las luces de mi casa se fueron apagando paulatinamente y estuve segura de que ya era hora cuando Alex me informó que sus respiraciones eran pausadas, lo que indicaba que ya estaban durmiendo. Salimos del auto y me sorprendió que al avanzar hacia la casa, Alex tomara mi mano y entrelazó sus dedos a los míos. Lo miré sin poder evitar una sonrisa. No nos tomó nada llegar al portón. —Ven –él con astucia me tomo en sus brazos y saltó la cerca hasta quedar al frente de la puerta. —Esto me trae recuerdos –dije tratando de tranquilizarme. —A mi igual —se acercó a la puerta y rompió la cerradura de una forma sigilosa. No lo habría notado si no lo hubiera visto hacerlo –bien, toma –me pasó el sobre que no tenía idea cuando dinero tenia y la carta que había escrito para mis padres –debes ser rápida, solo nómbrame e iré por ti ¿sí? —Si —di un paso hacia la puerta, pero antes de entrar Alex tomó mi mano y se acercó a mí para darme un corto beso en los labios. —Gracias —mi corazón se partió, debía ser sincera y decir que estaba dividida, tenía unas ansias de quedarme aquí con mis padres, pero también deseaba dejar todo claro con ellos e irme junto a Alex, además que en realidad no tenía otra opción, él se encargaría de tenerme a su lado a toda costa. Empujé la puerta suavemente y esta se abrió sin ningún problema. Miré como mi casa estaba intacta, todo estaba en su lugar, miré hacia atrás y ahí estaba Alex esperando. Me saqué mis sandalias y las dejé en el suelo para poder caminar sin hacer tanto ruido. Crucé toda la sala, mirando por última vez estas paredes, viendo en la cocina las cientos de veces que comí en familia, notando como en las habitaciones de huésped habían dormido mis amigas cuando se quedaban aquí; llegué a mi habitación y sin poder evitarlo entré. Estaba exactamente como la había dejado, pero en mi escritorio de estudio estaba mi foto y una vela encendida. Mis ojos se llenaron de lágrimas al pensar en el dolor que estaba provocando. Dejé al lado de la vela

la carta y el dinero. Salí de mi habitación hasta

encontrarme con la de mis padres, que estaba al frente. Ambos dormían plácidamente, sin embargo, mi madre tenía su ceño muy marcado y se movía…como si estuviera soñando algo malo, una pesadilla. Me acerqué un poco más y estuve varios minutos mirándolos para recordarlos por toda mi vida, no quería que el tiempo fuera borrando la imagen que tenia de ellos. No lo pude evitar y simplemente pasé mi mano por el cabello negro de mamá. Hice un mohín y mordí mi labio inferior para no llorar.


—Lo siento —susurré antes de dar unos pasos hacia atrás, fue en ese momento que ella abrió sus ojos soñolienta y me vio, de inmediato despertó asustada y me miró como si aun estuviera soñando –Adiós… —me giré para irme con rapidez hacia el pasillo. — ¡Victoria! –gritó, pero no podía enfrentarla y explicarle todo. —Alex –susurré cuando ella se levantó de la cama. De inmediato sentí como unos brazos me rodeaban y una brisa desordenaba mi cabello. Luego vi como en un segundo ya estaba en el auto y este partía con rapidez. Miré a mis padres que habían salido de la casa a ver a donde me había ido, pero Alex fue más rápido y solo los vi un segundo más cuando el auto aceleró tan rápido que me alejó de ellos definitivamente…hasta que no pude ver más sus rostros. —Adiós —susurré.


CAPÍTULO 22

Ya había pasado alrededor de dos horas de lo sucedido con mis padres y ninguno había dicho palabra alguna. Alex manejaba concentrado en la carretera a pesar que no lo necesitaba, si quisiera podría manejar con sus ojos cerrados y evitaría todos los autos. La radio estaba apagada y yo estaba encerrada en mi propia burbuja, mirando como la oscuridad nos rodeaba. Aquello me sirvió para pensar en todo lo que estaba ocurriendo. Sabía que lo sucedido con mis padres era horrible, estaba siendo la peor hija del mundo, pero esto no tenía otra solución e ignorar a Alex no lo hacía mejor. Yo había tomado la decisión, pude haber ido a la policía o haber escapado fácilmente ahora, pero yo había sido quien había elegido a Alexander Lenardis. — ¿Qué pensaste cuando no me viste en casa, Alex? –él me miró por unos segundos y sonrió. —Que habías escapado. — ¿Después de lo que te dije en el armario? —Bueno, pensé que había sido una trampa —negué sin poder creerlo, pero después pensé que el pasado de Alex si le daba argumentos para pensar que escapar era una opción. —Yo no te hubiera engañado así, no luego de todo lo que ha sucedido. —Uno nunca sabe Victoria –fruncí el ceño molesta. —Espero que no me estés comparando Alexander, mira que no soy como tus… —ni siquiera pude decir algún nombre. —Bueno, en mi experiencia… — ¡En mi experiencia puedo decir que no eres más que un sinvergüenza! ¿Pero te estoy juzgando? ¡No! —No tienes para que enojarte. —Claro, como no eres tú a quien están comparando, no me sorprende porque te han dejado, tienes cero sentido común –me crucé de brazos enojada con él, pero me sorprendí al ver que frenó con fuerza y sin previo aviso. —Mira —miré hacia atrás por si venia algún auto y nos chocaba. — ¡Avanza, nos chocaran! —No quiero estar peleando en este momento porque no quiero llegar enojado…no hoy, porque has de tener muy claro que no llegaremos a dormir ¿cierto, Victoria? Esta noche se acaban las practicas porque te hare mía por completo —lo


quedé mirando sorprendida por la seriedad que estaba hablando sobre el tema. Mis mejillas se sonrojaron por su sinceridad — ¿has entendido? —Si –dije cohibida. No seguí recriminándole algo, solo me quede sentada, callada y sintiendo como los nervios se estaban apoderando de mí, sin embargo, al apoyar mi cabeza en el asiento y mirar hacia los árboles que veía entre la oscuridad, más la música que puso Alex mis ojos se estaban cerrando. —Alex —dije mientras me dormía –despiértame al llegar –no escuché su respuesta porque simplemente me dormí, había sido un día agotador. Mis ojos se volvieron abrir cuando sentí que el auto se estacionaba. Miré a mi alrededor y estábamos en el garaje, aun estaba de noche, lo que no era lógico ya que nos demorábamos unas cuantas horas en llegara aquí y ya debería estar amaneciendo. —Llegamos rápido –dije saliendo del auto. Alex me esperó hasta que ambos estábamos en la puerta del garaje. —Sí, bueno…creo que es hora de que descansemos, luces cansada –lo miré con los más abiertos. — ¿Qué? –no, no y no, no quería dormir…me había convencido de que ahora íbamos hacer otra cosa y no era dormir. —Ha sido un día complicado Victoria, es mejor que duermas —caminé sin esperarlo hasta la entrada de la casa y entré sin decirle nada más. No quería ir a dormir y ahora no tenía sueño ¿Por qué hacia mi vida más difícil? — ¿Ahora te has enojado? –Dijo alcanzándome en la escalera –pensé que te sentirías mejor. —Como tú digas, a dormir –no me respondió nada, así que desistí. Las ansias debían ser mayor en mí, quizás a él le daba lo mismo, de todas formas esta no sería su primera vez así que no iba a darle más vueltas al asunto. Iba a ocurrir cuando tuviera que ocurrir. —Iré a darme una ducha antes de dormir –dije entrando al baño. Alex no me dijo nada. Me desvestí y deje todo en el suelo para después meterme a la ducha, deseaba perderme bajo el agua, sintiendo como mis músculos se iban relajando y pensando en Alex… ¡Demonios! ¿Por qué me hacia esto? no pude evitar traer a mi memoria a Charlotte, ella lo más probable es que haya estado con él y no tenia que sufrir el suplicio que yo estaba sufriendo, estúpido ritual. Alex era demasiado cuadrado, creo que a pesar de que era tímida en este tema con él, tendría que ser algo violenta, si ella pudo tenerlo, yo igual, aunque tuviera que ser directa.


Me dediqué bastante a lavar mis dientes, depilarme, arreglar mi cabello y usar algo de perfume, no me iba a detener en buscar algo para ponerme porque era inútil ya que terminaría desnuda y además…bueno, no podía porque la ropa estaba en su armario. Tomé la manilla de la puerta decidida a salir desnuda a encontrarme con Alex, quizás así podía hacerle ver que todo lo que había hecho hoy era para que pudiéramos estar juntos sin que tuviera algún cargo de conciencia. Sin pensarlo más de una vez abrí la puerta y olvidé toda timidez que siempre me embargaba cuando él me hablaba de estos temas o cuando me tocaba de formas que jamás pude imaginar. Sin embargo, nunca pensé que me quedaría helada al ver como estaba la habitación. —Necesitaba que tú estuvieras segura, Victoria –no lo pude evitar y tomé la bata que tenía preparada al lado y me cubrí con ella. Alex estaba apoyado en la puerta de la habitación, con otra camisa, color blanco y unos pantalones negros. — ¿Qué es esto? –miré asombrada como toda la habitación estaba llena de pequeñas velas dentro de pequeños recipientes. La cama estaba llena de pétalos blancos ¿Alex había hecho todo esto? — ¿En qué momento…tú? —He sido rápido —su mirada tierna dirigida a mi hicieron que miles de mariposas revolotearan en mi vientre, deseando que él calmara mis nervios y ansias de tenerlo –es así como debe ser cuando encuentras a tu pareja Victoria, así es el primer ritual…las velas simbolizan el fuego que esta encapsulado entre ambas personas, vampiro y humana, es lo esencial. — ¿Y los pétalos? –mi voz estaba temblando, me sentía tan alejada de él por tenerlo distanciado, quería que me abrazara, que me contuviera…que me amara. —Eso es especial en tu caso, ya que me darás mucho más, tu entrega es completa, serás solo mía –sonreí ante sus palabras y mi ansiedad aumentó. Miré hacia el piso deseando poder caminar sobre las velas, no tenía mucho espacio sin que no pasara a llevar la bata con ellas. –Acércate, Vittoria —esta vez simplemente dejé caer la bata y avancé a él teniendo cuidado de no pisar una vela, me tomó minutos, pero él solo me miraba con una sonrisa en sus labios, sus ojos brillaban y solo estaba concentrado en cada uno de mis movimientos. Quedé a solo centímetros de Alex, quien dejó su mano en mi mejilla, acariciando con cuidado –has sido tan diferente esta vez, Victoria —fruncí el ceño sin entender de que hablaba, pero lo olvide cuando sus labios se dirigieron a los míos y me besó, siendo tan cuidadoso que me sorprendió. Sus manos viajaban por mi espalda, provocando que cientos de escalofríos llegaran a mis terminales nerviosas. Me tomó desprevenida cuando sus manos me rodearon y en menos de un segundo estaba recostada en la cama, sus besos fueron


subiendo de nivel mientras yo me concentraba en desabotonar su camisa, la cual él termino tirando hacia una esquina que estaba libre de velas. Él estaba de rodillas en la cama, por lo que hice lo mismo y quede mirándolo, mi cuerpo entero estaba respondiendo a sus caricias, me iba a volver loca y sinceramente deseaba que sucediera. —Alex —cerré los ojos al sentir como su mano envolvía uno de mis pechos, el sonrojo en mis mejillas fue inevitable –Alex... —Dime mi hermosa, Vittoria —sonreí y lo miré sin sentirme avergonzada o algo. Llevé mis manos a su pantalón y lo desabotoné para después bajarlo sin sentirme tímida, lo quería a él y no me iba avergonzar de algo como eso. —Te quiero a ti —sus ojos negros y profundos parecieron brillar al momento de escucharme –te quiero a ti por completo —sin decir algo más baje sus bóxer negros y apoyé mi rostro en su pecho, el cual besé dos, tres veces. Alex tomó mi rostro y me hizo mirarlo para unir nuestros labios en un beso que me dejo sin aliento, acariciando mi piel mientras sus labios me hacían suya, tuvimos que alejarnos cuando necesité aire. El aprovechó de sacar por completo el resto de su ropa y no pude evitar mirarlo...completamente. –Alex… —no me preocupe de esconder mi tono asustado ¿eso entraría en mi? — ¿Qué sucede? ¿No quieres seguir? –demonios, si quería seguir, pero estaba asustada. —Debes ser cuidadoso ¿sí? – él sonrió y asintió. —Jamás te haría daño, Victoria –me tomó de mi cadera y se acercó a mi mientras me recostaba en la cama –no tengas miedo, amor —me removí inquieta al escucharlo. —Dilo de nuevo –acaricié su mejilla con mi mano, siendo delicada porque estaba tan nerviosa que no podía controlar mis movimientos así que tenía que concentrarme demasiado para no temblar. Alex sonrió y se acercó para darme un beso en la mejilla, para después besarme los labios, atrapando estos de forma superficial, tirando suavemente sin profundizar nada. — ¿Amor? –volvió a besarme, pero dejándome a un límite que estaba por traspasar. —Alex… —dejé mi mano en su cuello y lo acerqué más a mí, su pecho presionó el mío de forma que mi cuerpo comenzó a arder por el contacto. Su mano bajó por nuestro cuerpos hasta llegar a aquella zona tan delicada que estaba rogando por tener la atención de Alex, con rapidez encontró mi clítoris y


comenzó a acariciar de una forma magnífica, provocando que mi respiración aumentara y mi corazón comenzara con sus saltos para escapar de mi pecho. Los besos de Alex no se detuvieron y mis neuronas simplemente comenzaron a colapsar, tener a Alex besándome y tocándome era demasiado. —Alex… —apoyé ambas manos en su cuello, atrayéndolo más a mí. —No quiero que te duela, por eso hago esto… —Es tortura –una maravillosa tortura, pero cada segundo quería sentirlo a él, todo miedo desapareció cuando mi cuerpo comenzó a arder. Cerré los ojos al sentir como introducía su dedo y seguía moviéndose sobre mi clítoris — ¡Alex! –Dios, iba a morir de un ataque cardiaco, esto no podía ser normal, todas estas sensaciones abordándome sin darme escapatoria, sin dejar que razonara lo que estaba pasando, solo concentrándome en lo que Alex me estaba haciendo –ya para… —él frunció el ceño sin entender –te quiero a ti y ahora. —Pero… —Pero nada, hazlo —él sonrió y asintió; quería que el primer orgasmo de esta noche fuera con él en mi interior. Se acomodó mejor entre mis piernas y apoyó sus manos a los costados de mi cabeza. Guió su miembro a mi entrada y no pude evitar gemir cuando sentí que forma círculos con su glande. Tragué saliva tratando de controlarme. —Relájate –asentí y me concentré en los ojos de Alex que estaban fijo en los míos. Con su mano guió su miembro para poder introducirse de a poco. —Alex —me queje suavemente, no sentía dolor…sino mas bien incomodidad. Alex tensó su mandíbula y cerró los ojos. Como si le sirviera de algo su respiración fue más profunda — ¿estás bien? –dije un tanto preocupada. —Sí, solo que, demonios...shh necesito —entró un poco más, me tensé al sentir que chocó con algo, supuse que lo que vendría iba a ser dolor –concentrarme – entró de un solo movimiento. — ¡Alex! –Mordí mi labio inferior con fuerza al sentir esa punzada de dolor – Demonios… —Pasará Victoria, pasará… —asentí creyéndole porque siempre me había dicho la verdad respecto a este tema –mírame —abrí mis ojos llorosos y sonreí un poco al ver su expresión, por lo visto tampoco lo estaba pasando tan bien. —Esto no está saliendo como pensaba –dije riendo –eres muy grande. —No te rías —no pude evitar seguir carcajeándome. –Pensé que… —mi sonrisa se fue de un segundo a otro al sentir como él se movió un poco –Oh…ya veo –él comenzó a retirarse lentamente, pero no salió por completo, sino que volvió a arremeter en mi interior y esta vez no dolió casi nada –


Así… —sentí como las punzadas desaparecieron y como el fuego volvía a consumirme. — ¿Dónde están tus risas ahora? –sonreí mirando sus ojos, él se acercó y me dio un beso en los labios, profundizando aun más, pudiendo sentir como su lengua se movía con la mía al mismo tiempo que sus embestidas se iban haciendo más llevaderas, mientras que mi cuerpo comenzaba a subir considerablemente de temperatura. Miré hacia un lado cuando nuestras bocas se separaban, hice mis manos un puño tratando de buscar la almohada, pero él no me lo permitió –Mírame —dijo tomando mi rostro y haciendo que me concentrara en él –ahora eres mía Vittoria, solo mía –me volvió a besar mientras que sus embestías aumentaron de velocidad, acabando con mi razón y mi control por completo. — ¡Alex! –Él sonrió al ver cómo me quejaba –más… —apoyó su frente junto a la mía y aumentó su velocidad – ¡Oh Dios! –Arqueé mi espalda bajo el poder de mis terminaciones nerviosas –Alex –grité desesperada, necesitaba liberarme, necesitaba poder alcanzar mi orgasmo. Alex se acercó y comenzó a besar mi pechos mientras yo arqueaba mi espalda al sentir como entraba en mi cuerpo, comencé a mover mi cadera hasta encontrar una sincronía con los movimientos de Alex, ¡demonios! Me iba a morir aquí mismo — ¡Alex! –una bola de fuego se comenzó a formar en mi vientre hasta bajar y presionar el miembro de Alex, pude sentir como él me llenó cuando encontré mi orgasmo, grité su nombre de una forma que me sorprendió, pero fue aun más increíble cuando sentí que el clavaba sus dientes en mi cuello y comenzaba a beber de mi sangre –Alex… —cerré los ojos, exponiendo más mi cuello para él, sentí como de nuevo su miembro se endurecía en mi interior. Mordí mi labio al sentir mi boca tan seca y como mi corazón latía con fuerza por las sensaciones post orgásmicas que había sentido. Sin embargo, mi cuerpo comenzó a reaccionar ante el de Alex, no tenía idea si esto era normal, pero ¡vamos! Nada en mi vida se estaba desarrollando normal. Llevé mis manos a su espalda y fui recorriendo su piel hasta llegar a su trasero, sin sentirme avergonzada lo empujé contra mí, lo que hizo reír a Alex mientras bebía de mi sangre. Cerré mis ojos y sonreí al ver que él comenzó a mover su cadera contra la mía mientras bebía de mí, esto se sentía aun mejor, pero él se separó de mí sonriendo. Cuando vi su expresión me quede muda, tenía algunas gotas de sangre en sus labios y su mirada estaba como si estuviera completo, sonreí y simplemente lo acerqué a mí para seguir besándolo. Sentir mi sangre en sus labios me descontroló un poco y me comencé a mover más rápido, buscando que él respondiera de la misma forma, pero todo fue aun mejor.


Alex me tomó de la cintura y me levantó, hasta dejarme al frente de él, mirándonos al mismo nivel, sentada sobre él y sintiendo como me tomaba de la cadera y me ayudaba a moverme, me acerqué a él y apoyé mi rostro en su cuello, mientras seguía sintiendo como entraba y salía de mi cuerpo de una forma arrebatadora. Él buscó mi mirada y siguió besándome, llamando por completo mi atención a su mirada ¡Demonios! Quería decirle tantas cosas y a pesar de que este era el momento perfecto, no podía, quería decirle lo que me hacía sentir y lo único que podía hacer era… responder con besos, entregándome a él por completo y dejando que me tomara y siendo suya como tantas veces me lo había repetido. Comencé a moverme más rápido, sintiendo como toda esta fricción estaba acabando conmigo, no había centímetro de mi cuerpo que Alex no hubiera tocado. Me sorprendí cuando se movió de tal forma que ahora él quedo cerca de la almohada, ambos aun mirándonos al mismo nivel, envolví mejor mis piernas a su cadera. Fruncí el ceño al ver que movía su mano hacia la almohada, de donde sacó una caja y sonreí al ver que de ahí mi anillo volví a estar frente a mis ojos. — ¿Qué está haciendo…Sr. Lenardis? –dije mientras me seguía moviendo. —Solo confirmando un hecho, que eres mía —mordí mi labio al sentir como él seguía moviéndose. Dejó el anillo al nivel de mi mano derecha. —Dilo o sino no acepto –dije entre besos. Él frunció el ceño y embistió más fuerte segundo después –vamos, dilo… —volví a besarlo. —Te gusta jugar conmigo –sonreí y comencé a besar su cuello, pero su movimiento si me tomó desprevenida, me levantó varios centímetros para después penetrarme más fuerte. — ¡Alex! –dije apoyando mi cabeza sobre su hombro –Solo dilo…. –me moví de forma deliciosa sobre él, sintiendo como estaba solo a un paso de mi liberación. Dejé mis manos entre su cabello y lo besé de forma cuidadosa, acariciando su cabeza. —Muy bien —tironeó de mi labio inferior y sonrió de forma atrevida –Victoria ¿quieres pasar una eternidad conmigo? –cerré los ojos y me acerqué a su rostro, pasando mi nariz por su mejilla hasta llegar a su oído. —Pon el famoso anillo –mordí el lóbulo de su oreja sintiendo como gruñía por el contacto de su piel con mis dientes. Dejé mi mano sobre su hombro y él dejó el anillo en mi dedo. Rodeé mis brazos en su cuello y ambos comenzamos a movernos más y más rápido hasta que alcanzamos nuestra liberación al mismo tiempo, callé mis gemidos en su boca como el silenció sus gruñidos. Mis parpados comenzaron a pesar considerablemente, Alex salió con cuidado de mi cuerpo y me recostó en la cama,


quedándose a mi lado. Fruncí el ceño al ver que no me abrazaba ¿aun seguía arisco? Bueno, daba lo mismo, yo cambiaria eso. Me giré un poco y tomé la mano de Alex para que me abrazara, él no puso objeción alguna. —Abrázame fuerte –él dejó su cabeza sobre la mía y nos cubrió con la sabana. — ¿Victoria? –Traté de mirarlo, estaba cansada –te ha gustado ¿no? –él sabía la respuesta, solo me quería refregar en la cara lo bueno que era, aunque no tuviera con quien compararlo sabia que él era mejor que cualquier hombre. —No –dije finalmente –me encantó –entrelacé mis dedos junto a los de él y mi ojos se entregaron a Morfeo –pero debes seguir intentando –susurré cansada.

Nunca en mi vida había dormido tan bien, rodeada por los brazos tan masculinos de Alex me hacían sentir segura, me giré y pude ver que él ya estaba despierto, con sus ojos fijos en mí. —Buenos días, ya estas despierto. —Así es —me separé de él tomando la sabana y tratando de ponerme de pie, pero no me alcancé a sentar en la cama cuando él me hizo volver a mi lugar –no te levantes aun ¿tienes hambre? — ¿Por qué? ¿Me prepararás el desayuno? –él bufó. —Ahora que lo preguntas no lo haré —me sonrió de esa forma arrebatadora, mirándome de forma intensa. — ¿Qué sucederá ahora Alex? —Por ahora solo quiero tenerte entre mis brazos –dijo para llevar su mano a mi rostro y besarme, sin preámbulos, luego comenzó a tocar mi piel como en el dueño que se había convertido, sin embargo algo me faltaba, sentía que Alex estaba tenso. —Alex –dije al sentir como iba bajando sus besos por mi cuello hacia mis senos –Alex… —llevé mis manos a su cabello e hice que me mirara — ¿Qué sucede? –él frunció el ceño, sonriendo. — ¿Qué va a suceder? Solo déjame disfrutar de ti, he estado años esperando por ti —sonreí nerviosa, pero seguía frustrada, quería decirle que me encantaba y que solo él me haría sentir de esta manera, pero…temía que me fuera a rechazar o algo por el estilo —¿me dejarás? –alejé mis manos y dejé que siguiera haciendo lo que quisiera, pero al darme cuenta a donde se dirigía me tensé de nuevo. Sus manos estaban en mi centro, excitándome aun más, me invadió la sorpresa cuando separó más mis piernas y sus dedos fueron reemplazados por su lengua. Su nombre escapaba de mis labios como si fuera lo más natural en mi vida y todo mejoró cuando luego de mi primer orgasmo, Alex se incorporó y se introdujo en


mi cuerpo causando que todo a mí alrededor diera vueltas, por lo visto este sería un gran día. Creo que estaba adquiriendo una obsesión por Alex, no me cansaba de tocarlo como tampoco él lo hacía conmigo, lo volvimos hacer en la ducha, de nuevo en la cama y en el sofá luego de que solo comiera una fruta. —Acabarás conmigo –dije aun en el sofá, tratando de tranquilizar mi respiración –no sabía que esto se sentía así. — ¿Por qué? ¿Lo habríamos hecho antes? —Sin duda alguna —cerré mis ojos y me apoyé en el pecho de Alex. —Siento no dejarte descansar por mucho tiempo, solo que he esperado años por ti –me giré y quede apoyada en mis manos sobre el pecho de Alex. —Me habías visto antes ¿cierto? –él asintió. —Esa noche solo me cansé de estar observando así que decidí traerte — comenzó a jugar con mis dedos, los cuales alejé porque ya sabía donde terminaría esto y ahora quería conversar más. — ¿Desde cuándo? —Eras muy pequeña aun, eras tierna en ese entonces –fruncí el ceño y le di un pequeño golpe en su tórax — ¿ves a lo que me refiero? –Dijo riendo –como sea, eras demasiado pequeña cuando te encontré así que tuve que esperar. —Ya veo, no estás involucrado en que nadie me invitara a salir mientras crecía o algo parecido ¿cierto? –Él tenso su mordida — ¿Alex? —En parte, tenía que cuidarte porque serias mía y… —abrí mis ojos sorprendida sin poder creer lo que me estaba diciendo –entiéndeme un poco, somos bastante posesivos, has encontrado… — ¡Oh calla! –Puse mi mano en su boca –no puedo creer que lo hayas hecho, no quiero hablar ahora de ese tema o terminaré realmente molesta. —Y no queremos eso. —No, no lo queremos… —él sonrió y pasó su mano por mi nariz. Quedé concentrada en sus ojos y sin poder controlarlo las palabras casi salieron por completo de mi boca. —Alex yo… –él me miró curioso. — ¿Tú qué? –no pude, traté pero no pude. Conocía a Alex y él tenia serios problemas para poder expresar lo que sentía y no me iba a exponer a decirle que lo amaba si él no me iba a responder de la misma forma. —Nada, te deseo de nuevo –dije acercándome a sus labios y volviendo a sentir sus labios.


CAPÍTULO 23

Me removí en la cama, llevando mi mano hacia un lado y sentir el cuerpo de Alex, pero al hacerlo simplemente me encontré con nada, solo la suave sabana que se dejaba acariciar por mi mano. — ¿Alex? –me senté cubriéndome con la sabana. Sentía como si mi cuerpo no pudiera reponerse nunca, mis piernas temblaban, mis manos no tenían fuerza y simplemente estaba agotada. Habíamos dormido un par de horas. Comencé sentirme nerviosa al ver que no aparecía cuando lo llamaba, pero antes de volverme paranoica la puerta se abrió, dejándome ver a este increíble vampiro traía una bandeja con mi desayuno. —Buenos días… —me sentí un tanto indefensa al estar solo cubierta con la sabana, quería mi ropa como él, quien llevaba solo sus pantalones de pijama azules. —Buenos días, me has traído el desayuno. Sin duda lo sucedido con Alex estos días había conseguido un cambio para los dos, él no se comportaba como solía hacerlo, siendo tan molesto y arrogante, creo que milagrosamente el sexo era la solución para ambos, ya que en mi caso podía estar mucho más relajada cuando estaba con él. —Hoy es nuestro ultimo día libre de guardias —dije acomodando mi bandeja sobre mis piernas sin que se cayera la sabana. —Te veo inquieta, podrías dejar de lado la sabana ¿no crees? —Claro que no, tu estas vestido y yo me quiero cubrir —miré mi bandeja y pude ver que había de todo –has exagerado, mira cuanta comida. —Te traje más frutas, sé que te gustan. Me quedé pensativa mirando las frutillas que había a un lado. Lo más probable era que estas comidas comenzaran a ser las últimas que tendría en mi vida. Haber aceptado a Alex significaba que también había aceptado ser convertida. Mi querido vampiro me entregó el babydoll que había usado anoche. Era muy lindo, de color rosa y con un estilo romántico. Tenía pequeños dobles verticales que terminaban antes de llegar a mis muslos, perdiéndose en el resto que era liso. Para ser una prenda atrevida me cubría bastante, ya que no tenía muchas transparencias, me sentía cómoda y sexy en el. Me lo puse con rapidez para que Alex no viera nada. Aun sentía vergüenza de estar desnuda ante él y también deseaba poder comer algo antes que me volviera a derretir con esos besos.


—No me gusta que no puedas comer nada…solo vives bebiendo sangre —él se recostó a mi lado, mirándome con esa sonrisa que me encantaba. Inevitablemente pasé mi mano por su enredado cabello oscuro. Mi corazón comenzó a golpear mi pecho cuando los ojos de Alex se enfocaron en los míos. —Te puedo comer a ti cuando quiera –acercó sus labios a mi cuello, donde dejó uno de esos besos que me dejaban loca –deberías seguir con tu desayuno –dejó su mano en la bandeja que se estaba comenzando a voltear cuando instintivamente me acerque más a él cuando su lengua paso por mi piel. —Lo siento –tomé la bandeja y la apoye mejor sobre mis piernas – ¿Qué haremos hoy? —Es nuestro ultimo día libre ¿quieres salir? –realmente no deseaba salir de esta cama, pero no sabía si Alex quería lo mismo. Tomé mi jugo de naranja consiguiendo más tiempo para ver si él respondía por mí, pero no lo hizo. —No quiero salir –tomé una de las frutillas y me la llevé a la boca, pensando en lo exquisito que era el sabor y no en la mirada tan penetrante del vampiro que tenia a mi lado, quien tenía su torso descubierto, dejando aquella tentación en el aire, haciendo que deseara poder tocar su piel…¡oh, basta! No había descansado de Alex en toda la noche ¿Cómo era que no me cansaba de desearlo? Estaba mal de la cabeza. — ¿Y que deseas hacer? –lo miré volviendo a comer de mi frutilla y notando al mismo tiempo como sus ojos se oscurecían. —No lo sé, has de sorprenderme ¿no? –Él sonrió y yo decidí tomar esta oportunidad para cambiar de tema — ¿Por qué te gusta verme comer? Siempre tus ojos se oscurecen cuando lo hago. —Bueno… —su mano comenzó a recorrer mi brazo izquierdo provocando que excitara todas mis terminaciones nerviosas –cuando te beso después de que comas una fruta, siento lo dulce en tus labios, es como si pudiera comer frutas de nuevo. — ¿Y eso es con todos los humanos? —No, solo contigo…tú me das lo que necesito, no conozco ningún vampiro que no extrañe sentir el sabor de una manzana o una frutilla en su boca, tú me das eso hasta que… —miró hacia la bandeja, lucía un tanto incómodo. —Hasta que me conviertas ¿y no podre sentir yo la fruta en los labios de algún humano? –su mirada se endureció al escucharme. No podía evitar decir comentarios como esos, era pura curiosidad tanto por la respuesta de mi pregunta como por ver la reacción de mi celoso Alex. —No, no podrás —se tensó y me castigó alejando su mano de mi piel.


— ¿Sabes? Eres muy celoso para la confianza en ti mismo que demuestras tener. —No soy celoso —tomé la bandeja y la dejé a un lado, mi apetito se había esfumado. Aunque tomé una de las frutillas y comí de ella. —Si lo eres…y mucho –miró hacia la puerta como si no hubiera nadie más a su lado. Alex podía cerrarse tan rápido que llegaba a ser sorprendente — ¿Por qué lo niegas? –susurré a su oído, sintiendo como aquello hizo que cerrara sus ojos. —No estoy negando nada, deberías seguir tomando tu desayuno. Podía sentir como mi cuerpo comenzaba a reaccionar y Alex ni siquiera me había tocado. Su simple cercanía terminaba dominando mi cuerpo, cada vez que notaba esa mirada furiosa cuando lograba acabar con su paciencia, cuando esa fuerte mandíbula se tensaba al igual que sus músculos. Si lucieran así de irresistible los hombres al enojarse, creo que las mujeres pasarían varias horas del día arruinando su día para poder ver esa mirada. —No quiero ahora, además ya debo comenzar a pensar cuál será mi futura comida –me senté a horcajadas sobre él, dejando que su pijama y la sabana separara nuestros sexos. Me dirigí a su cuello para poder besarlo. Esto era definitivo, jamás me podría cansar de desear a Alex, era prácticamente imposible. Sus manos comenzaron a subir por mis muslos hasta llegar a mi trasero, empujándome contra su erección cuando dejó de acariciar la zona. —No llevas bragas —susurró con mi oreja entre sus dientes. Me alejé un poco para ver su rostro y poder apreciar ese brillo en sus ojos, siempre que hacíamos el amor…porque para mí era eso, no solo sexo, siempre Alex tenía ese brillo en sus ojos, que me hacia desearlo aun más. Mis manos se mezclaron en su cabello, acariciando su cabeza de tal forma que el cerró su ojos, dejándose llevar por mis caricias mientras que sus manos subían por mi espalda. Sin pensarlo lo besé, dejando que mis dientes atraparan su labio inferior y tirara de este. —Si sigues así no seguiré siendo tan paciente —no le respondí nada, simplemente llevé mis manos por su tórax, dejando que mis uñas siguieran su camino y provocando que Alex se inquietara –te gusta jugar ¿no? No pude responderle nada, solo sentía que mi corazón iba a explotar porque él me encantaba, quería decirle lo importante que se había vuelto para mí, decirle que en simples palabras lo amaba y que realmente no me importaba ser convertida para pasar una eternidad con él. Sin embargo sabía cómo era y no quería que se sintiera


presionado, sabía que sus antiguas experiencias habían acabado trágicamente. Tenía muy claro que debía ir despacio con él, aunque me costara. Seguí con mi cometido y mis manos terminaron metiéndose en el pantalón de Alex. Sonreí al sentí que su miembro estaba complemente excitado, me gustaba saber que era yo quien provocaba esas sensaciones en su cuerpo y su mente. —Vittoria —gruñó, con esa voz ronca y ese acento italiano que hacían que me derritiera –cuidado, si sigues no me voy a controlar –lo silencié con mis labios, gimiendo cuando su lengua tuvo contacto con la mía. Mi respiración estaba acelerada y más lo hizo cuando comencé a mover una de mis manos por toda la longitud de Alex. Aun me sorprendía pensar que podía entrar en mi cuerpo de una manera increíble, estoy segura que debería sentir dolor por ser tan grande, pero simplemente no pasaba, solo era abrumada por el placer que Alex me daba. —No quiero que te controles –susurré ahora en su oreja, mientras seguía dándole placer con mi mano, obteniendo maldiciones y gemidos de su parte. Escondí mi rostro en el hueco que creaba su cuello y hombro, presa de la timidez que me provocaba estar haciendo esto. —Para amor…para… —sentí como se tensaba en mis manos, por lo que comencé a moverme más fuerte, pero después de unos segundos sentí como sus manos recobraban fuerza e iban a mi cadera para empujarme de tal forma que me recostó en la cama. De inmediato él se acomodo entre mis piernas para después levantar un poco mi babydoll y sonreír al verificar que no llevaba bragas. No fue necesario que me dejara desnuda como tampoco para él. Solo se bajó sus pantalones dejando libre su erección y yo enredé mis piernas en su cadera para luego sentir como de una sola embestida me penetraba. Mordí mi labio inferior para evitar que un grito se escapara de mis labios al sentir como él entraba profundamente en mi cuerpo. Me apoyé de sus hombros para tratar de sentirlo aun más, siempre deseaba sentir cada centímetro de su piel, era como si nunca bastara. —Alex… —arqueé mi espalda cuando se retiró un poco de mi cuerpo. Podía sentir como mi cuerpo estaba comenzando a quemarse por él. Volvió a embestir en mi cuerpo, pero esta vez aprovecho el momento para tomar de mis manos y alejarlas de su piel. Siempre hacia lo mismo, no podía estar mucho tiempo tocándolo — ¡no! –me quejé al verme inmovilizada. —Sabes que tus manos me descontrolan…y no quiero hacerte daño –miré hacia un lado sintiéndome frustrada, pero mi concentración volvió a Alex cuando


comenzó a moverse más rápido y fuerte. Saliendo de mí cuerpo para volver con mayor ímpetu que antes, mi espalda se arqueaba en cada una de sus embestidas como si de esa forma pudiera estar más cerca de su cuerpo. —Libera mis manos, Alex… —él negó y simplemente me desconcentró cuando sus labios llegaron a los míos. Besándome de una forma agresiva mientras seguía moviéndose contra mi cadera. Me deje llevar por lo que estaba sintiendo hasta que mi liberación llegó arrasando con mi cuerpo. Esta vez se acercó a mi cuello y pude sentir como sus colmillos rozaron mi piel y luego me miró. Solo la primera vez que lo hicimos me había mordido, el resto de las veces solo nos habíamos limitado a morder sin romper piel. — ¿Puedo? –susurró en mi oreja. Asentí de inmediato y expuse mi cuello para que segundo después sus colmillos se enterraran en mi piel hasta poder sentir como bebía de mí. Una ola de calor inundó mi cuerpo llevándome nuevamente al límite y sus siguientes embestidas hicieron que mi cuerpo volviera a alcanzar el cielo. Alex se dejó caer en mi cuerpo, apoyándose en sus codos y aun sin liberar mis manos que seguían entrelazadas a las suyas. —Esto se siente cada vez mejor —susurré tratando de normalizar mi respiración. Alex asintió contra mi hombro y luego nos giró para que yo quedara sobre él, aun sin separar nuestros cuerpos. Me apoyé en su pecho, siendo rodeada ahora por sus brazos. —Podría estar así para siempre. —Es una pena que no siempre tengamos lo que deseamos –ambos nos separamos al instante de escuchar esa voz. Me cubrí con la sabana al ver como Charlotte estaba sonriendo desde la puerta de la habitación. — ¿Qué haces aquí? –Alex se puso de pie al lado de la cama. — ¿No puedo visitar a la pareja del año? ¿A mi futura gobernadora? –me miró de tal forma que me dio escalofríos. Vestía con un estúpido vestido negro ajustado, le quedaba increíble y acentuaba su lado…más ¿maligno? —Solo te fuiste hace unos días y te advertí que no te quería aquí de nuevo. —Claro, ahora ha llegado alguien que puede estar en tu cama las veinticuatro horas del día —me seguía mirando sin siquiera pestañear –pero veras, cuando ella te abandone no seré tu paño de lagrimas Alexander, pero como te amo tanto acabaré con tu maldición y no sufrirás más.


Miré a Alex y simplemente lucia en estado de shock. ¿De qué estaba hablando Charlotte? ¿Maldición? —Vete de aquí antes que me enoje –Alex tenía todos sus músculos tensos. — ¿Sabes? Me alegra haber estado contigo ciento de veces en esa cama – hice mis manos unos puños por escuchar lo que había dicho –porque conozco tu cuerpo muy bien y sé que luego de tener tu liberación, mi querido Alex…tus sentidos no son los mismos. — ¿De qué mierda estás hablando? ¿Qué haces aquí? Por lo visto Alex se negaba a ver lo que estaba sucediendo con Charlotte, ella lo estaba traicionando. —Es hora de pagar por lo que has hecho gobernador –sin más sonrió de forma altanera y desapareció de la puerta. Alex me miró y habló demasiado rápido. —Tú te quedas aquí, cerraré con la clave, nada malo sucederá ¿sí? –corrió sin dejarme decir palabra alguna y me dejó encerrada bajo la clave en esa habitación. En un segundo me bajé de la cama y me puse mis bragas. Traté de alcanzar un albornoz para cubrirme, pero el sonido de la puerta me llamó la atención. Alex estaba regresando. El sonido del teclado siendo presionado y la activación de la clave me hicieron sonreír. La puerta se abrió lentamente y mi corazón dejó de latir al darme cuenta que era otro vampiro el que estaba sonriéndome. —Me alegra que me esperaras de esta forma –me miró de arriba hacia abajo y John se abalanzó contra mí. — ¡No! –Grité corriendo hacia el otro lado de la cama, pero fue inútil, el vampiro corría demasiado rápido como para poder tener una oportunidad de escape — ¡Alex! – volví a gritar cuando sentí que John me tomaba de la cintura y me subía hasta su hombro. Comencé a darle patadas y manotazos, pero me quedé helada cuando su mano toco el interior de mi muslo. —Haz de quedarte quieta perra, que no tengo ningún problema en hacerte callar dejándote la boca llena, si sabes a lo que me refiero –me quede quieta y más aun cuando sentí que me daba una nalgada. — ¿Qué está sucediendo? –cerré mis ojos que se estaban llenando de lágrimas al sentir como los dientes de John mordían la parte externa de mi muslo para que me quedara callada. —De seguro ahora Charlotte le está dando caza a Alex mientras yo te llevo a fuera para que veas morir a tu querido gobernador ¿sabes? Realmente pensé que él


era alguien que valiera la pena, pero Charlotte me abrió los ojos…no es más que un hipócrita. — ¡Eres un bastardo! ¡Lo has traicionado! — ¡Solo cállate! Que veras como Alex es asesinado lenta y dolorosamente… —me importó un carajo lo que tuviera pensado John. Lo único que comencé a hacer fue golpearlo mientras le gritaba insultos y llamaba a Alex. Él no podría ser derrotado por nadie, menos por Charlotte, él era mayor… ¡Era el maldito gobernador por todo los santos! — ¡Basta! –gritó John tirándome de un solo golpe al suelo. Miré consternada al maldito vampiro. — ¿Qué pretenden? –pude ver a mi alrededor como habían cadenas, velas, un par de cuchillas muy grandes y un par de espadas. Había dos centros gigantes de metal o lo que fuera, pero tenían la forma de un blanco, aquellos que usas cuando jugas con dardos, pero estos eran en tamaño gigante. John me tomó del brazo y me hizo volar contra de uno de las estructuras de metal, donde ubico mis manos extendidas sobre mi cabeza y donde encadeno mis muñecas, para después encadenar mis pies, también extendidos, pero separando mis piernas. Cerré mis ojos porque el sol llegaba con toda fuerza hacia mi rostro, era realmente molesto. —No creas que podrás siquiera luchar con Alex, te matará y te partirá en pedacitos…y me sentiré tan feliz porque terminarás en el infierno. —Tu vampirito ha de pagar por haber utilizado a mi Charlotte por tantos años – no pude evitar sonreír ante lo que dijo. — ¡Idiota! Solo te está utilizando –él sacó de su bolsillo un celular y apuntó la cámara de este hacia mí. —Solo ha de esperar y veras, ser la zorra del vampiro más importante no te servirá de mucho ahora ¡Francesca! –gritó exigiendo que aquella mujer estuviera a su lado. La humana apareció desde detrás de mí, junto a una estructura de vidrio que llevo hasta el otro circulo gigante de metal. La caja de vidrio rodeaba por todos lados el centro de metal, pero con una distancia de varios metros. Francesca terminó de acomodar los vidrios y me quedó mirando. No era capaz de decirle nada, estaba traicionando al hombre que la había contratado y ayudado. —Está todo listo –su acento italiano y la dificultad para hablar castellano seguía ahí. Su traición estaba al frente de mis ojos, pero aun así no podía creer que lo estuviera haciendo. Ella que se preocupó tanto por mí antes.


—Francesca… —ella no fue capaz de mirarme, simplemente se acercó al vampiro y le sonrió — ¡Él no te quiere traidora! Todo lo que está haciendo John es porque se acuesta con Charlotte…no seas estúpida. —Yo amo a John, él prometió no hacerle daño –me miró de forma lastimosa. El vampiro de su lado la tomó del rostro bruscamente y la besó. Giré mi rostro para no mirarlos, ya me basta con haberlos pillado en la cama hace semanas atrás. — ¡Camina! –mi cuerpo entero se tensó al escuchar la voz de Charlotte. Me traté de mover hacia todos lados buscando a Alex, pero aun no estaban cerca – Camina o John se hará cargo de ella. Sentí como un balde de agua fría caía por mi espalda al escuchar lo último. Cerré mis ojos para no ver lo que estaba sucediendo, no quería ver a Alex metido en todo esto, solo lo quería ver con la cabeza de John en sus manos para luego terminar con Charlotte. —Abre los ojos, puta –John me presionó la mandíbula con tal fuerza que tuve que abrir los ojos por el dolor. Vi como Alex estaba intacto, no tenía ni un rasguño…diferente a Charlotte que estaba completamente desaliñada. Su vestido estaba rasgado, estaba sucia con tierra y su cabello rubio tenía algunas hojas. Sin embargo no tenía ninguna herida. — ¿Estás bien? –John fue hasta donde ella y le sacó las hojas de su cabello para después acariciar su mejilla. Mire a Francesca, pero ella solo tenía sus ojos fijos en el suelo. —Alex… —vi como entraba sin que nadie se lo ordenara hacia esa caja de vidrio y como Charlotte dejaba las cadenas que eran mucho más brillante que las mías. —Debes tener cadenas de plata si piensas en cómo detener a un vampiro tan viejo como él –dijo apuntando John a Alex. Mire a mi vampiro que tenía la mirada fija y gruñía cuando las cadenas lo ataban y lo mantenían en alto, al igual que a mí. —¿Ves lo vidrios? así se tortura a los vampiro que han faltado al consejo, de esa forma me habrían torturado por haber tratado de morderte…la capacidad del sol para dañarte, se duplica, así debilita al máximo para luego matarte, aunque para eso necesitaríamos días, así que lo torturaremos con un dolor más profundo —miré a Charlotte que tomó una de las espada y la dejo al nivel del mentón de Alex, haciendo que levantara la cabeza y sin más presiono contra su piel y comenzó a bajar por su tórax, separando aquel tejido y dejando que un liquido negro escapara de su cuerpo. — ¡No! –Comencé a moverme desesperada por tratar de liberarme y matarla con mis propias manos a Charlotte — ¡Suéltalo! –Alex solo tensaba su mordida


mientras ella seguía hiriéndolo, el corte no era profundo, pero aun así parecía que su piel ardiera en los bordes de la extensa herida que le estaba infringiendo — ¡Para! – sentí como un golpe me callaba. John me había empujado hacia atrás golpeando mi pecho y dejándome sin aire. — ¡Déjala! –escuché la voz de Alex gritando por mí, pero la falta del aire y el ataque de pánico que me abordó me llevo a la inconsciencia un segundo después.

Abrí mis ojos al sentir la incomodidad de tener mis labios resecos, no sé cuánto tiempo había pasado, pero el sol había estado sobre mi durante demasiado tiempo. — ¿Victoria? –al escuchar la voz de Alex mis ojos terminaron abriéndose abruptamente. Lo busqué con la mirada y lo encontré en el mismo lugar donde había estado antes de desmayarme, pero esta vez había marcas por todo su cuerpo, heridas con diseños que no entendía, siendo aun más terroríficos por aquel liquido negro que había escapado de su cuerpo cuando Charlotte lo hirió. No poda decir nada, sentía que mi corazón se estaba destrozando por verlo en ese estado, era como estar sintiendo aquel dolor en mi propio cuerpo. Mis ojos se llenaron de lágrimas, sin poder decirle nada. Mi Alex estaba herido por culpa de esa maldita ¿Por qué nos estaba haciendo esto? ¿Tanto deseaba tener a Alex? —Victoria… —miré hacia un lado, no tenía la fuerza de seguir observándolo, su estado era insoportable, no podía verlo así de herido –lo siento… —las lágrimas comenzaron a caer por mis mejillas ¿Por qué me decía esto? —No lo sientas, no seas tonto —levanté la mirada y lo único que pude hacer, fue concentrarme en sus ojos, no era capaz de ver el daño que le habían hecho. —Esto es mi culpa, debí concentrarme en atrapar a John y no confiar en Charlotte, lo siento –al escuchar lo que estaba diciendo, varias imágenes de días atrás vinieron a mi mente hasta que una en particular llamo mi atención. — ¿Qué haces aquí Charlotte?....deberías ir a cazar igual. —Estas confundida, lo sé —me arrojé contra el sofá, agotada. —No sé de que hablas, vete —cada vez se me hacía más fácil poder hablar con ella, su intimidación se estaba volviendo inútil. —Victoria, Victoria…escúchame, pronto nos iremos, Alex no piensa que estaremos aquí muchos días, menos cuando pronto todos tendremos que viajar a Italia para la unión de ambos, por lo que solo te estoy dando una idea –me senté para verle la cara, esa víbora tenían que delatarla sus ojos si es que mentía –si no aceptas mi proposición, puedes hacer que las cosas avancen más rápido, si fueras capaz de


hacer que no haya ni un guardia en la mansión, ni siquiera que estuviera Francesca o cualquiera, hacer que tengan la casa solo para los dos…eso ayudaría bastante, Alex no tendría con quien hablar o tener que retenerse porque alguien los escucha o ve. — ¡¿Estás loca?! –la miré con pánico, su idea era una locura objetiva, pero imposible. —Tendrías que optar por tus propias técnicas para sacarle la información…él cede bastante a ti –eso era cierto, cada vez que me decía algo, era cuando…bueno, estábamos más cerca de lo habitual. —Eso es imposible Charlotte, él no aceptaría nunca aquello, además…—bien, iba a completar la frase aceptando su propuesta, pero aun así me sentía como si traicionara a Alex, eso no me gustaba, pero si me agradaba de tener la casa solo para los dos, aunque hace unos minutos pensara que traicionarlo era una perfecta idea – como te dije es imposible. —No tanto, la mansión se ha quedado sola antes con Alex y bueno…su compañera. —Eso no es posible –me alteré un poco ante esa información. —Sí lo es, solo déjamelo a mí, tomará tiempo y debes ser paciente. —Eres una víbora Charlotte, no sé porque me ayudas pero… —Oh, oh, oh –levanto su dedo índice haciéndome callar –yo no te estoy ayudando, solo te estoy tratando de mostrar la verdad de cómo es Alexander Lenardis, solo eso.

¡Estúpida, estúpida, estúpida! Yo había provocado esto. —Oh por Dios… — ¿Qué sucede? ¿Te duele algo? –la mirada preocupada de Alex empeoró todo. Sus heridas, su sufrimiento estaba siendo por mi culpa. —Yo…yo lo siento –ahora las lágrimas caían con mayor fluidez, nublando mi vista. — ¿De qué…hablas? –noté como Alex se retorció de dolor al hablarme y tratar de soltarse de esas cadenas que lo ataban. —Ella me dio la idea de que nos quedáramos solos, yo…caí e hice que aceptaras ¡Lo siento tanto Alex! ¡Si los guardias estuvieran nada de esto estaría ocurriendo! –mi mirada se fue al suelo, dejando que mi cabello me cubriera el rostro, no podía mirarlo, sabiendo que su sufrimiento era por mi culpa. —Vaya, vaya, vaya… —la voz de Charlotte llegó a nosotros sin dejar que Alex me dijera cuanto me odiaba o algo por el estilo –pero si la princesa se ha despertado – sentí como tomaba mi cabello y levantaba mi cabeza, tirando fuertemente de este —


¿Por qué lloras? ¿Es que te sientes mal por ver a tu príncipe herido? –se acercó aun mas a mí, dejando su rostro a unos centímetros del mío –si no fuera por ti, lo más probable es que Alex me asesinara, pero venir voluntariamente aquí al saber que tú estabas en peligro, fue ciertamente ventajoso. —Eres una traidora, el consejo te hará pagar –sabía muy bien que si no salíamos vivos de esta, ella pagaría de todas maneras, no era a cualquier vampiro al que estaba hiriendo, sino que al gobernador de esta especie –Elizabeth te hará pedazos –ella sonrió de una forma maquiavélica. — ¿Crees que soy así de estúpida? Elizabeth cree que estoy en la semana de la moda en Brasil, nunca se le pasaría por su mente que yo asesinaría a Alex, solo tendrían a John como sospechoso –traté de girar mi rostro y ver si John estaba presente, pero ella no me lo permitió –todo está perfectamente planeado para que yo, salga como ganadora. — ¡Suéltala Charlotte! Teníamos un trato –ella no me liberó, pero si se giró hacia Alex. — ¿Trato? ¡Por favor! Tú no tienes derecho a hacer algún trato conmigo, es mi turno de jugar contigo Alex y si eso involucra hacerle daño a Victoria, lo hare encantada… —miré a Alex y a Charlotte, sin entender mucho lo que estaba ocurriendo ¿Charlotte no hacia esto para vengarse por no tener a Alex? — ¿Por qué? ¿Por qué estás haciendo esto? –ella me volvió a mirar en un segundo, no me respondió de inmediato, solo sus ojos se concentraron en los míos. — ¿Sabes? Tú no tienes la mayor culpa de esto, solo naciste con un alma marcada, para que fueras de Alexander, pero no todo es para siempre ¿sabes? — ¡Cállate Charlotte! –él grito de Alex tensó a Charlotte, pero ella no se detuvo. —Antes de ti llegaron muchas más chicas, a las que hizo su pareja y nuestra gobernadora. —Eso no es nuevo, ya lo sabía. —Lo sé, aun no entiendo como sigues a su lado si después de un tiempo te aburrirás de Alex y lo abandonarás, acabando con un pedazo de su alma destrozada y acabando con tu propia vida, arruinando una especie durante meses hasta que él se recupere y me busque… ¿sabías que ese siempre es el ciclo? Me han llamado por cientos de nombres…ramera, puta, zorra, cada nombre denigrándome aun más, todo porque cada vez que la pareja de Alex lo abandonaba, yo tenía que estar ahí para consolarlo…y ya sabes de qué manera ¿no? —Tu sabias a lo que atenerte —tenía entendido que Charlotte era un estilo de reemplazo para Alex, hasta que volviera a encontrar a una humano que le atrajera.


— ¿Y crees que de esa forma no se siente dolor? ¿Sabiendo que sola te metiste en eso? ¿Qué tipo de mujer eres, Victoria? —Una que siempre apoyara a Alex, idiota —ella tiró aun mas mi cabello, provocando un dolor agudo. — ¿Sabes? De todas, eres la que más fiel se demuestra, además tienes el perfil de una buena gobernadora, pero tu debilidad está al frente de tus ojos –ella se movió hacia un lado, dejándome ver a Alex, quien me miraba fijamente –Alex siempre será tu debilidad y cuando él mismo rompa tu corazón…solo serás como una estrella muriendo, porque toda tu luz la absorberá él ¿de verdad quieres estar al lado de alguien así? Alex me miraba atento, esperando por mi respuesta. Estaba colgando de sus brazos por esas cadenas de plata. Todo lo que decía Charlotte era horrible y no podía confiar sobre sus mentiras, ella parecía decir la verdad, pero Alex no había sido así conmigo…no podía pensar de esa forma, no podía odiarlo y no podría dejar de apoyarlo jamás, lo amaba y nadie o nada terminaría con eso. —Claro que sí. — ¡Gran error, pequeña! –Tiró de mi cabello tan fuerte que me golpeó contra algo duro que estaba detrás de mí, no sabía lo que era — ¡John! –Gritó mirando hacia Alex –no te la mereces y lo sabes ¿cierto, gobernador? Pero has jugado bien tus cartas y ella responde a ti…bueno, digamos que la salvaré de un monstruo como tú. Esta vez tomó una navaja que tenía en el suelo y la acercó al rostro de Alex, pero antes de que pudiera gritar John llegó a mi lado y tomó las cadenas que me atrapaban, todas unidas en una que tenía en su mano. Comenzó a tirar de esta hasta que mis extremidades empezaron a estirarse aun más, a tal punto que un gran dolor llegó a mis principales articulaciones. — ¡No, para! –grité de dolor, pero la mirada de John me dejo helada, estaba disfrutando por hacerme sufrir. Miré a Alex y el solo tensaba su mordida, mientras Charlotte lo tomaba como lienzo de sus figuras, comenzando ahora por su cuello – Alex —susurré sintiendo como el dolor era demasiado. — ¡Ya para! –gritó hacia John cuando grité de dolor al sentir como mi tobillo izquierdo sufría de una luxación, al igual como lo hizo mi hombro derecho cuando John tiro más fuerte de la cadena que tenía en sus manos. — ¡No! –La voz de Francesca llamó mi atención, pero mis ojos ya se estaban cerrando por el dolor que me estaba abordando – ¡No la hieras! –ella golpeó en la espalda a John, tratando de detenerlo, pero era inútil. Él solo la empujó tan fuerte que la arrojó a metros de distancia para después seguir tirando, causándome más daño.


Mi cabeza se fue hacia adelante, dejando que la inconsciencia tratara de acabar conmigo. Mi vista se estaba nublando y solo podía ver como nuestro final estaba llegando, a través de mis cabellos que cubrían mi rostro. Por lo mismo, todo lo que siguió pareció ser un sueño. Entre los gritos de Alex hacia John, los de Charlotte recriminándole a Alex, sentí como el dolor disminuía rápidamente al ver como un bulto negro pasaba por mi lado y empujaba a John a varios metros de distancia, dejando que las cadenas me soltaran y cayera varios centímetros, provocando el ultimo dolor producto de ese agarre. — ¿Viky? –sentí como unas manos heladas tomaban mis muñecas pero mi conciencia se estaba perdiendo, el sufrimiento de mis articulaciones lesionadas era demasiado –mírame Viky… —aquel hombre con aquella voz conocida separó mis cabellos, dejándome verlo. Una sonrisa se marcó en mis labios al darme cuenta de quién era. — ¡No! –se escucho el grito de Charlotte cuando mis extremidades fueron liberadas en un segundo, dejándome caer sobre el suelo, con delicadeza gracias a Javier que me sostuvo. — ¡Ezequiel! –grito Javier hacia su lado izquierdo, sosteniéndome fuerte entre sus brazos, pero aquel agarre se perdió cuando pude ver como Charlotte llegaba rápidamente hasta quedar detrás de Javier y pasar aun más rápido, una cuchilla por el cuello de Javier, tomándolo con fuerza de su cabello separó su cabeza de su cuello de un solo movimiento. El agarre de los brazos de Javier se perdió mientras veía como Charlotte lanzaba la cabeza de aquel fiel guardia hacia un lado. No era capaz de moverme, solo escuchaba el latido de mi corazón, mirando como Javier había sido asesinado delante de mis ojos. Unos brazos me tomaron nuevamente, estos eran más débiles, pero me alejaban arrasándome de aquel lugar. Miré hacia el lado y pude ver como Charlotte volvía hacia Alex, a quien apuñalaba en su abdomen, provocando que más de su sangre negra escapara de su cuerpo. — ¡Victoria! –una voz lejana me llamaba, pero no tome atención. Solo miré el rostro de Ezequiel, quien estaba a metros de distancia. John lo empujó a varios metros más de un solo golpe —¡Srta. Victoria! –Miré a mi lado y vi que era Francesca la que me empujaba lejos de ese lugar –Lo siento mucho, yo la cuidaré…yo la sacare de aquí. No podía creer que estuviera sucediendo todo esto, ¿en qué momento todo se volvió una tragedia? ¿Cómo habían llegado Javier y Ezequiel a este lugar? ¿Cómo era


posible que mi Alex estuviera muriendo a manos de ese vampiro? ¿Cómo era posible que Javier estuviera sin vida? —Suéltame… —susurré –tengo que llegar hasta Alex, va a morir. — ¡No! es demasiado peligroso, ahora es su posibilidad de escapar –comencé a removerme entre lágrimas por el dolor de mis extremidades heridas, pero Francesca no me soltaba. Sin embargo, John llegó hasta nosotras y volvió a empujar a Francesca, me tomó de mi cabello y me levantó para llevarme otra vez a mi lugar, pero Ezequiel lo evitó. Me liberó y me dejó en el suelo. Pude ver con claridad como Ezequiel tenía su mirada nublada, bajo el poder de la furia que lo estaba atrapando. Alcanzó a John y tiró de su brazo hasta que escuché como varios huesos se rompían, pero ese no era el fin de John. Charlotte tomó a Ezequiel nuevamente y lo lanzó a varios metros lejos, no podía encargarse solo de él, ya que tenía que volver a Alex, quien estaba colgando de las cadenas, perdiendo cada vez más sangre. — ¡Es tu fin! –me gritó John. Se acercó y me tomó de los hombros, levantándome varios centímetros sobre el suelo y luego solo se concentró en mi cuello. — ¡No! –grite al darme cuenta que deseaba morderme, pero no me tomó en cuenta. Se acercó y clavó sus dientes en mi cuello, pero antes de que pudiera beber otra gota de mi sangre él se separó rápidamente con un grito de dolor. Miré hacia atrás y Francesca tenía un sable en sus manos. No le dio tiempo a John de reaccionar, por lo que la herida que le profirió en su espalda lo dejo sin fuerzas, dejándome caer en el suelo, causándome aun más dolor por mi tobillo. Francesca no titubeó y llevó el sable hacia arriba, aun enterrado en el cuerpo de John, rompiendo todo a su paso, a través de su columna vertebral, hasta que separó su cabeza en dos partes. — ¡Necesita de tu sangre! –me gritó Ezequiel. Lo miré sin entender luego de ver esa horrible escena de muerte, a manos de Francesca — ¡Victoria! –vi a Ezequiel, quien se lanzaba en contra de Charlotte, fue un golpe sorpresa, así que tenía la ventaja. Puse mi atención en Alex y mi corazón se detuvo, no había signo alguno de que siguiera con vida. —Francesca… —la miré desesperada, sintiendo como mi cuerpo entero comenzaba a temblar –ayúdame, necesito llegar hasta donde él –ella seguía con el sable en sus manos, mirando el cuerpo de John que no tenia vida. Su mirada trastornada por haberlo asesinado, me indicó que estaba sola en esto, ella no sería capaz de moverse por un largo rato.


Cerré los ojos y me tragué los gritos de dolor al tratar de ponerme de pie, todo en mi estaba ardiendo, pero no podía dejar de lado a Alex. Comencé a avanzar, dejando atrás a Francesca junto al cuerpo de John, dejando atrás a mi hermoso Javier que había sido asesinado bajo las manos de Charlotte, estaba dejando todo de lado para poder concentrarme en mi único objetivo. Mi Alex, mi vampiro que necesitaba de mí. Tomé atención en Ezequiel que seguía luchando junto a Charlotte, quien luchaba para liberarse de los golpes del guardia, para alcanzarme. Me tomó trabajo poder llegar a donde Alex, pero el dolor pasó a segundo plano cuando estuve lo suficientemente cerca para poder ver que sus ojos estaban cerrados y su rostro no tenía ninguna expresión. Mientras que su cuerpo y extremidades, estaban marcadas por el daño que Charlotte le había provocado, tenía una apuñalada en el abdomen que hacía que perdiera aun más sangre. Desesperada comencé avanzar apoyándome en mi tobillo herido, soportando el dolor de que este se doblara. Mis piernas ya no tenían fuerza, pero logré llegar a donde Alexander, entrando a esa caja de vidrio. — ¿Alex? –Susurré tomando su rostro, pero no había reacción –háblame amor, por favor…Alex —al ver que no había respuesta y que la única esperanza era mi sangre, decidí que tenía que dejar de lado a mi vampiro y concéntrame en sacarlo de esas cadenas. Tome un arma que estaba en el suelo, era un estilo de machete, brillante como la plata y lucia muy fuerte. Me moví hacia atrás de la caja de vidrio y pude ver que las cadenas de Alex también estaban unidas a una, pero por un candando. Con el dolor de mi hombro dislocado le di con todas mis fuerzas al candado hasta que este se rompió, le di gracias a Dios por lograrlo al primer intento ¿de qué estaban hechas estar armas? El cuerpo de Alex cayó sobre el suelo de madera, sin nada que me indicara que estuviera vivo. —Necesitas mi sangre… —susurré al llegar a su lado, me arrodillé a un costado de su cuerpo. Aun soportando la lucha interna que tenia por rendirme al dolor o seguir por Alex. Miré por última vez a Ezequiel, quien ahora no dejaba de luchar con Charlotte, pero ella parecía estar tomando ventaja. Tomé aquel cuchillo gigante que había tomado antes y sin pensarlo lo lleve a mi cuello, era el mejor lugar para obtener sangre y de forma rápida. Me acerqué a la boca de Alex y la abrí para que recibiera mi sangre y corté mi cuello con una


profundidad considerable para no dañarme tanto, lo suficiente para que la sangre brotara de mis venas y llegaran al amor de toda una eternidad. —Vamos —susurré al no ver respuesta de su parte, apoyándome con dificultad en el piso –Alex –sentía como mi cuerpo se iba rindiendo al dolor que había provocado John –te amo, no me hagas esto, por favor…Alex… —mi mirada se fue nublando, dejando que la debilidad ganara —Alexander Lenardis, despierta ¡maldito vampiro que has hecho que haga esto! –le grité acabando con mis últimas fuerza y rindiéndome. Caí sobre él y quede consciente unos segundos más, los suficientes para sentir como unos colmillos se clavaban en mi piel y comenzaban a beber de mi sangre. Tenía muy claro que la sangre que Alex bebiera de mi sería mucho más de lo normal, mucho más de lo que necesitaría para seguir siendo humana. El momento había llegado y no me importaba dar mi vida por Alex, no me importaba entregarme a una eternidad junto a él porque lo amaba y mi corazón estaba latiendo en estos momentos solo para poder entregarle sus últimos latidos y que de esa forma él pudiera existir. —Vittoria… —todo estaba color negro, no era capaz de salir de esa oscuridad. Mi cuerpo ya no sentía dolor y sabía que estaba ubicada entre la vida y la muerte. Todo estaba a punto de terminar para comenzar una nueva existencia –bebe, amor mío –no sentí nada, pero supuse que Alex me estaba haciendo beber de su sangre – arreglaré todo —luego de escuchar esas palabras, me entregué a la oscuridad, sin saber cómo sería este nuevo destino….esta nueva existencia.


CAPÍTULO 24

No sabía cuánto había pasado, pero ya estaba cansada de seguir perdida en esta oscuridad. No había sentido dolor, como tampoco nada especial, nada sobre las transformaciones de vampiros que había leído. Solo estaba en algún lugar, rodeada de oscuridad, durante demasiado tiempo, sin poder controlar mi cuerpo y sobre todas las cosas…sin saber qué demonios estaba pasando a mí alrededor. La desesperación estaba por ganarme, casi hasta el punto de llegar a la locura, aunque segundos después sentí como miles de agujas estaban subiendo desde mis dedos, tanto de los pies como de las manos, de una forma tan rápida y profunda que aquella sensación abordó mi cuerpo hasta que se concentró solo en mi corazón, acabando con los últimos latidos de este. Sentía que me podía mover, así que lo primero que hice fue abrir mis ojos, pero al hacerlo solo pude ver…mi cuerpo. Estaba recostada en la habitación de Alex, nuestra habitación. Estaba vestida con un nuevo pijama color negro, que era más corto de lo que usaría, pero lo deje pasar ¿Qué estaba haciendo ahí? ¿Cómo me podía ver de esa forma? — ¿Victoria? –al escuchar esa voz y notar como ahora me acercaba a mi propio cuerpo, pude entender lo que estaba ocurriendo. — ¿Alex? –estaba en la mente de Alex ¿es que así era la conexión? “Has despertado” esta vez no habló, simplemente pensó en esas palabras y estas llegaron a mí envolviendo mi cuerpo en una calidad sensación que me hizo sentir tranquila y mucho más segura “Solo te queda unos minutos en este estado, pronto serás arrastrada a tu mente…” “Esto es raro…” “Solo ocurre porque tienes tus ojos cerrados y estas perdida en tu conciencia, todo pasara…ya verás…” tomó mi mano y pude sentir como su toque ya no era frio, sensación que me agradó mucho. “No estoy frio porque tu ya no eres tibia, tenemos la misma temperatura, eres una vampiro…una muy hermosa” él me miró detenidamente mientras yo pensaba que esta invasión a mi cabeza no me estaba agradando tanto, cuando noté mejor mi cuerpo y mi rostro. Mi piel pálida se notaba suave y cremosa, mi cabello negro se veía brillante y sedoso, realmente perfecto, mi flequillo cubría mi frente por completo, dejando que


esas largas y hermosas pestañas resaltaran ¡Oh Por Dios! ¡Me veía muy bien!...e incluso, aunque suene ridículo, lucia mucho mejor que Charlotte…alto ¡Charlotte! —Siempre has sido hermosa, Vittoria –dijo Alex pasando su mano por mi mejilla y bajando por mi cuello hasta llegar al comienzo de mis pechos. “Alex no, estoy inconsciente” —Realmente no lo estas, por algo ahora hablas conmigo…y referente a tu pensamiento sobre Charlotte…ella está esperando por su castigo, Ezequiel y Francesca están bien. “¿Y Javier? ¿Cómo pudieron llegar a donde nosotros?” hubo un silencio de varios segundos por su parte. —Lo siento…él recibió la sepultura correspondiente, Javier y Ezequiel escucharon tu conversación con Charlotte, estuvieron vigilando la casa durante esos tres días, se habían rendido a que algo pudiera suceder luego que los primeros dos días no vieron nada preocupante, pero luego decidieron llegar antes y se encontraron con el ataque —ante sus palabras pensé que mi corazón se iba a estremecer de pena, pero no sucedió aquello…sino que fue un vacio desagradable el que abordó mi cuerpo –es hora de que despiertes, amor… —al escuchar cómo me llamó el vacio desapareció para ser reemplazado por una cálida sensación. Alex se acercó a mí y poso sus labios sobre los míos, cerrando sus ojos. Pude sentir aquel beso y abrí los ojos para ver si había recuperado mi cuerpo. —Alex… —suspiré al poder verlo. Rodeé su cuello y lo acerque a mí para poder sentir su cuerpo –Alex. —Tranquila, Vittoria —me senté de inmediato en la cama para poder verlo mejor. Estaba vestido con su camisa blanca y un pantalón de tela oscuro, su cabello también negro estaba fatalmente arreglado. —Pensé que te iba a perder –me arrojé sobre él, rodeando su cuello con mis brazos y apoyando mis piernas a sus costados –dime que ha sucedido ¿Cuánto tiempo ha pasado? —Una semana –rodeó mi cintura con sus brazos –tu conversión es diferente a la de una vampiro cualquiera, sabes que serás mi pareja, así que todo tu cuerpo y mente quedan unidos a mí, la transformación tomas más tiempo de lo requerido — asentí a lo que había dicho. — ¿Cómo estás? Tenías tantas heridas cuando…sucedió todo. —No es nada, gracias a tu sangre todo desapareció –Alex se movió de tal forma que terminé rodeando su cadera con mis piernas, mientras él rodeaba mi cintura con sus brazos. — ¿Cómo esta Ezequiel?


—Mal…le he dado unos días, se reunirá con nosotros en Italia…ya sabes lo que tenemos que hacer, aunque quizás hoy lo veas –mi mirada se fue a mi mano derecha, notando el hermoso anillo que me indicaba que estaba comprometida con el gobernador de los vampiros. —Lo sé muy bien —él asintió, con esa expresión seria que tenia, pero sabía muy bien que estaba contento, pues podía sentir eso en su mente, pero no podía escuchar lo que pensaba —No sé lo que piensas. —Me gusta tener mis pensamientos en secreto, tanto tiempo siendo un vampiro me hizo tener la habilidad de bloquear un poco aquella conexión –fruncí el ceño, eso no me había gustado, era injusto –no quiero que veas cosas desagradables de mi pasado, solo por eso. —No me gusta, debería saber todo de ti ¿no? –olvidé el tema de conversación cuando Alex me acercó aun más a su cuerpo y apoyó su cabeza en mi hombro. —No seas tan exigente, Vittoria…todo a su tiempo –cerré mis ojos al sentir como sus manos iban a mi trasero y me empujaban hacia él. —Todo a su tiempo –dije rozando mis labios sobre los suyos –nada de esto – me removí sobre su ingle provocando que me presionará aun más a su cuerpo –serás el único, pienso que podríamos tener una noche muy interesante luego de la unión ¿no te parece? Lo empujé con fuerza y me sorprendí de poder alejarlo, ¡ahora era fuerte! Sonreí y corrí hacia la otra esquina de la habitación, llegue en menos de un segundo. — ¡Oh Dios! Esto es increíble —Alex sonrió al verme –Bien, creo que deberíamos jugar a algo… —dije pensando en no tener sexo con Alex hasta que llegara el gran día, así sería mucho mejor. —No, no haremos eso, te quiero ahora mismo –corrió hacia mí y esta vez pude ver como se acercaba, así que pude escapar de su agarre. — ¡Victoria! –estaba serio, mirándome reprobatoriamente, pero no me interesó, quería jugar con él –Bueno, si no tendremos sexo cámbiate de ropa que tendrás tu primera acción del día como gobernadora —esta vez me dejó entrar en su cabeza y pude ver la imagen de Charlotte encadenada y bajo la luz del sol, exactamente como había tenido a Alex –debes hacerla pagar, el consejo te ha dado ese trabajo. —Bien –respondí, solo de recordar como ella había matado a Javier al frente de mis ojos, no me hacia titubear ante la idea de acabar con su existencia y eso mismo me hacia desplazar el tema de la maldita paciencia que tenia Alex, respecto al sexo ¿Cómo es que nunca podía inquietarlo?


Salí de la habitación, vestida una tenida bastante elegante. Era un vestido largo, de color crema y con una sobre tela con diseños plateados, tenía una caída de princesa, lo que me incomodaba bastante, pero el vampiro que se acercó a mí luego de que Alex me informa del castigo de Charlotte, me ayudó a llevar el vestido adecuado, creo que desde ahora, nada sería normal en mi vida. El vestido comenzaba con un corsé color crema

que cubría bastante mis

pechos, tenia eso diseños plateados, un tanto metálicos, para luego caer en un vestido más abultado y con la sobre tela plateada, era hermoso. Arregle mi cabello con un moño para que no me molestara si es que tenía que hacer movimientos bruscos. Luego de que Alex me viera y sonriera, se acercó y me beso. Él llevaba un traje completamente negro, lucia impecable. Así nos subimos a la avioneta, donde Raúl fue piloteando, ninguno decía nada porque en sí, lo que iba a ocurrir no era nada agradable, menos cuando sentía que estaba muerta de hambre, tenia sed y solo deseaba alimentarme, Alex me dio ánimos diciendo que tenía que ser fuerte, que pronto la sed se iría. Llegamos a Santiago luego de un largo rato, habíamos aterrizado al medio de la nada. Un jeep negro y muy amplio nos estaba esperando al bajar, así que lo que siguió solo fueron minutos en silencio junto a Alex, Raúl y el chofer. —Bien —dijo Alex al llegar a un edificio alejado de la ciudad. Nos bajamos y nos acercamos hacia el interior del edificio, pero en vez de subir, llegamos al subterráneo del lugar, donde se abrió una puerta gracias a la clave que Alex había ingresado y los muros de ladrillos se abrieron, dejando expuesta un salón gigantesco. —El consejo, Victoria… —Raúl se ubicó a mi lado, mientras que Alex se mantenía a mi otro costado, ambos dándome apoyo. —Y ahí, esta tu objetivo. Todo el lugar era de piedra, con un gran mesón, de varios metros de altura que resguardaba a cinco personas, donde se encontraba Elizabeth y donde segundos después, se les unió Raúl. Aquel altar, estaba dividido en dos, unidos solo por la escalera que estaba a la mitad, la que llevaba a un centro también de piedra, donde se encontraba Charlotte, encerrada en una caja de vidrio, sujeta de cadenas que no la dejaban moverse. Yo era la responsable de hacerla pagar por lo que había hecho, ya que había arruinado a personas que me importaban y eso…por lo visto era demasiado importante en el mundo de los vampiros.


—Es porque somos eternos, no tenemos muchas personas importantes en nuestras vidas —asentí al escuchar a Alex –date el lujo de ser soberbia y arrogante si lo deseas, ella se lo merece –paso su mano por mi mejilla, dándome una dulce caricia –y si no puedes hacerlo, solo dímelo, yo lo haré por ti con gusto –se acercó y me besó, rodeando mi cintura con su mano. —Bien, vamos… —sin preguntar si se podía, tomé su mano, estaba asustada y nerviosa. Era la primera vez que estaba presente al frente del consejo. Alex entrelazó sus dedos junto a los míos. Fuimos hacia un lado del gran altar y subimos las otras escaleras que estaban ahí. Miré en todo momento a Charlotte que me seguía con la mirada hasta que llegamos al centro del altar, donde daba las escaleras. —Aun no es nada oficial, pero usted es nuestra nueva gobernadora —dijo un vampiro de cabellos largos y blancos, que me miraba atento. Vestía con una capa color negra y unos signos extraños sobre su pecho que estaba recubierto con una tela negra; los signos eran de color verde. —No tienes de que preocuparte Viky ¿sabes lo que debes hacer? –Elizabeth me sonrió, pero podía ver en su rostro que la pena la abordaba. De todas formas, era Charlotte la que iba a ser asesinada. Ella vestía también con una capa, pero los signos en su pecho eran de color rojo. —Lo entiendo… —asentí y mire a la vampiro que nos había traicionado –sé muy bien lo que debo hacer. —Entonces hazlo –miré a la mujer que estaba en el extremo derecho del altar y pude notar mejor que el consejo contaba con tres hombres y tres mujeres. Todos llevaban las capas que había notado anteriormente, con signos de color rojo, verde, naranjo, violeta, blanco y azul; no tenía la menor idea sobre su significado. Alex presionó mi mano y asintió, dándome ánimos para seguir con la ejecución. Comencé a bajar las escaleras lentamente, mirando como Charlotte tenía su rostro manchado de un líquido negro, al igual como el que había brotado del cuerpo de Alex cuando ella lo torturó. Su sangre corría por su vestido negro, desgastado y mal trecho, exactamente como había sufrido Alex, a quien había utilizado de lienzo para marcarlo con esas cuchillas de plata. Al llegar al final de la amplia escalera, había un mesón con varias armas de plata, con el pomo de madera para no hacerme daño, pero no tome ninguna de ellas porque no las necesitaba, además que les temía, era primera vez que algo como eso podía hacerme daño de verdad…solo era plata. Me acerqué a Charlotte hasta llegar a unos centímetros de su cuerpo.


—Estás rodeada de mentiras —susurró sonriendo, con una mirada perdida de toda razón –ya verás que mi muerte no es nada, que todo debió seguir su curso…tu sufrimiento será aun peor, la maldición Lenardis acabara contigo como lo hizo con las demás, no tienes nada en especial, Victoria. La mire sin creer en sus palabras ¿la maldición Lenardis? ¿De qué estaba hablando? Negué pensando que la locura la había atrapado por completo. Sabía que ella había sido la culpable de la muerte de Javier, de que Ezequiel estuviera sufriendo y de que haya torturado a Alex, pero verla completamente herida…simplemente no sería mejor que ella si me dedicaba a torturarla, no era humano. — ¿Sabes porque se te acusa, Charlotte? –ella frunció el ceño al escucharme. Lo único que deseaba es que esto acabara, lo que ocurría aquí, este castigo hacia Charlotte no era solo mi primer “trabajo” como gobernadora, esto también era una prueba de mi comportamiento, era motivo para dar la última aprobación para Alex y su nueva pareja. — ¿De qué mierda estás hablando? ¡Comienza con la tortura ahora mismo! – negué ante sus palabras. — ¿Sabes cuál es la diferencia entre el héroe y el villano? –Ella me miró como si me estuviera volviendo loca –el villano siempre habla demasiado antes de actuar y por ello mismo perdiste, adiós Charlotte –tomé su cabeza con rapidez y la giré en el mismo eje hasta separarla de su cuerpo, provocando que mi vestido se manchara con su sangre color negra. No la iba a torturar, no era necesario…ya lo habían hecho y no iba a caer en su juego. Dejé caer su cabeza y mire hacia un lado, bajo el altar, donde estaba Ezequiel mirando. Me acerque a él en un segundo, me gusta esta nueva velocidad. —Limpio y certero –susurró mirando hacia el cuerpo de Charlotte –digno de una dama, de una gobernadora. —Lo siento, Ezequiel –él me miró y asintió. —Solo haz que la muerte de Javier valga la pena y no vayas a cometer algún error como las demás –se acercó a mí y me abrazó, era primera vez que Ezequiel tenia este tipo de acercamientos conmigo, así que le respondí gustosa –ahora ve hacia donde el consejo, que luego tienes que alimentarte.

Hice lo que me dijo, todos asintieron a mi forma de actuar, así que con Alex salimos de ahí rápidamente, porque mis colmillos estaban ardiendo, necesitaba alimentarme o terminaría mordiendo a Alex.


—Señorita… —miré hacia un lado cuando salimos de ese lugar y vi como la vampiro que me había ayudado antes, en casa, volvía ahora con una nuevo traje para mí, pero mucho más cómodo –aquí traigo unos jeans con una camiseta blanca y unas sandalias. — ¿Quién eres? –dije al notar que ya era la segunda vez que me ayudaba. —Soy su asistente, mi nombre es Alanna…y le he servido a las gobernadoras desde que comencé a ser una vampiro –miré a Alex sin poder creer lo que decía, pero no pude tomar mucha atención porque lo único que tenía en mi mente era beber sangre. Con Alanna fuimos a una habitación donde me pude cambiar de ropa con rapidez, le pedí que quemara ese vestido Valentino que había sido manchado con la sangre de Charlotte. Alex me indico a donde teníamos que ir, seguíamos en el mismo edificio, así que supuse que este lugar le pertenecía a los vampiros. —Ahí está tu alimento… —me dijo mirando hacia la puerta de al frente, habíamos subido al último piso para llegar a ese lugar. Me acerqué como si fuera víctima de un hechizo y abrí la puerta, después de eso y ver al hombre que estaba en una esquina de la habitación…todo se borró, para luego sentir como una sensación de éxtasis recorría mi cuerpo. Segundos después al abrir mis ojos me encontré con el cuerpo sin vida de aquel chico. — ¡Alex! –grité mientras movía el cuerpo de esa persona. Nadie me había dicho que acabaría matando a un ser humano — ¡Alex! La puerta se abrió y apareció mi vampiro, con una expresión de seriedad mientras yo trataba de traer a la vida a ese hombre. —No hay nada que puedas hacer, tu primera alimentación siempre será una víctima, ya luego de eso será una caza normal, bebiendo solo un poco de los humanos…no te lo dije porque sabía que no querrías alimentarte. — ¡Claro que no! ¡Soy una asesina! —No –llegó a mi lado y me separo de ese chico –no lo eres amor, solo eres una vampiro neófito, sedienta que solo cometerá una sola muerte en su existencia…además era un delincuente, pedí que eligieran un humano que tuviera una mala vida para que acabaras con él, nadie lo extrañará y realmente le has hecho un favor a la humanidad. —Oh Dios… —Alex me abrazó y cerré mis ojos, tratando de encontrar algún tipo de tranquilidad — ¿un humano que nadie extrañara? ¿Estás seguro?


—Lo pedí para ti, claro que estoy seguro, no dejaría que vivieras con la culpa, no es nada más que un bastardo que tuvo el honor de ser tu primer bocado –levanté la mirada para ver a Alex –tienes sangre en los labios. Me iba a limpiar con mi mano, pero sus labios me tomaron por sorpresa y me besó. Aferré mis manos en sus brazos al sentir como Alex sorbía mi labio inferior, bebiendo los restos de sangre que quedaban. — ¿Aun sigues sedienta? –negué de inmediato, para después llevar mis manos hacia su cuello, quería seguir besándolo. Lo acerqué y me removí bajo su agarre al sentir que aquel beso traspasaba mi columna vertebral por las sensaciones que provocaba. —Alex –susurré ahora alejándome de él, porque si no, el control se perdería y de verdad quería el día de nuestra unión fuera muy importante. —Está bien —susurró mirándome enojado. Me tomó de la mano y nos fuimos de esa habitación, olvidando a ese humano, para siempre.

Epílogo

Había pasado una semana desde el acontecimiento sobre la muerte de Charlotte, lo que estaba tratando de olvidar, no quería tener en mi memoria el asesinato de esa vampiro, como tampoco al humano que sería mi única víctima, jamás volverá a tomar una vida…o eso esperaba. — ¿Está nerviosa? –miré hacia mi lado. Alanna había resultado ser una excelente asistente, toda duda que llegaba a mi mente ella la respondía con rapidez, era simplemente perfecta. Para la ocasión Alanna vestía con un hermoso vestido negro que dejaba descubierto sus hombros y parte de su espalda. Se ajustaba debajo de sus pechos y luego caía libremente hasta sus pies. —Si –miré mi reflejo y no podía creer que esto estuviera ocurriendo. Al parecer no le había tomado el verdadero peso –dime de nuevo porque este vestido es rojo, Alanna. —Todos vestiremos de negro, incluso el Sr. Lenardis, esta ceremonia es para darle la bienvenida a nuestro mundo, un mundo que está marcado por el color que lleva puesto…el rojo. El vestido lo habíamos elegido hace dos días, no era que me complicara mucho para poder tener uno. Tenía que ser rojo y las opciones eran mínimas, así que elegí el primero que me pareció hermoso, no me arrepentía de mi elección.


Era ajustado a mi pecho, con varios dobles de tela que le daba un nuevo efecto al vestido, estos dobles seguían por todo el vestido, hasta llegar a la parte de mis caderas donde agrandaba y ahora los dobles eran tomados en pinzas que eran cubiertas por pequeñas flores del mismo color, no se notaban. Mi cabello lo había dejado suelto, completamente liso, caía sobre mis hombros, no quería ningún peinado, me quería sentir cómoda. —Necesito un trago, Alanna —ella asintió y fue al mueble que estaba cerca, donde saco una botella especial que ella había traído para mí; llenó el vaso del liquido carmesí. Me lo tomé de un solo trago, calmando los nervios que me habían atacado, la sensación espesa de la sangre se quedó en mi boca por un tiempo. —Es la hora, él la está esperando. Hace tres días que habíamos llegado a Italia, a un gran castillo que estaba entre las montañas, perdido de toda vista humana. Era gigantesco, tanto que en ningún momento de estos días había podido ver a Alex, lo que me tenia aun más inquieta, más cuando varios desconocidos me saludaban y hacían un estilo de reverencia, estaba demasiado incómoda y no tenía a Alex a mi lado, el maldito ni siquiera me había hablado mentalmente -cosa que ya me agradaba mucho más- para tranquilizarme. Sin embargo, este distanciamiento no era del todo malo, justo el día antes de viajar a Italia estuvimos demasiado cerca de romper el trato que yo había impuesto. Aferré mis manos en la silla que tenia al lado cuando recordé lo que pasó esa noche. —Ya no quiero seguir dando vueltas por todo el lugar buscando algo que me interese, esta es tu casa, para ti es importante que se quede algo atrás –me recosté en la cama de un salto. Esto del cansancio vampírico era serio cuando el sol llegaba a tu cuerpo durante todo el día, estaba cansadísima. —Te ves agotada, siendo una neófito debes ser más cautelosa –cerré mis ojos deseando poder dormir así, pero fue un gran error. Tenía que tener demasiado cuidado con Alex, porque si me encontraba desprevenida, él no dudaba en atacarme…y no me refiero a la violencia. —No… —susurré cuando él se recostó junto a mí y rodeó mi cintura, acercándome a él. —No me gusta este juego que traes, ya no esperaré más, te deseo ahora mismo –sus labios trataron de atrapar los míos, pero me alejé antes de que esa trampa mortal llegara a mi boca. —Alex, no…ya he dicho.


— ¿Has dicho? Vittoria, te deseo ahora y nada podrá evitarlo –sin más tomó entre sus manos mi camiseta negra con tiras y la rompió, dejando expuestos mis senos, que ahora solo estaban cubiertos con mi sujetador de encaje negro. Sus labios no demoraron en tomar mi cuello, tirando de mi piel con sus colmillos, dejando que todo en mi cuerpo comenzara a hervir. Con fuerza me acomodo en la cama mientras trataba de empujarlo para que no siguiera, pero no me tomó en cuenta. Se acomodó con facilidad entre mis piernas, empujando su cadera contra la mía, haciéndome entender cuanto me deseaba, ya que pude sentir cuan excitado estaba. —Ya para… —cerré mis ojos, tratando de concentrarme, si no lo hacía caería demasiado fácil. Alex me tomó de las muñecas y la llevó sobre mi cabeza – ¡No es justo! Yo también soy vampiro, no puedes manejarme así… —él alejó su cabeza de mi cuello y me miró directo a los ojos. —Lamentable que solo seas una vampiro bebé ¿no? –su nariz rozó la mía, haciendo que mi cuerpo comenzara a palpitar por lo que estaba haciendo. —No lo haremos, Alex, hemos durado días… — ¡Ni siquiera he podido besarte! ¡Esto es ridículo! Estoy ansioso y mal humorado, supuestamente ahora lo podría hacer contigo sin tener que preocuparme de matarte en el transcurso –se removió sobre mi cuando evitó caer sobre la cama, haciendo que su pelvis chocara contra la mía. Intuitivamente mordí mi labio inferior, tendría que utilizar toda mi fuerza de voluntad. —Quiero que sea especial, quiero que ese día sea importante en todo ámbito, sabes que esa ceremonia no es para nosotros…es para tus súbditos, las personas que te siguen, para el consejo…para todos, menos para los dos. —Para las personas que nos siguen, ese día serás mi compañera oficialmente y estaremos unidos, serás la gobernadora de los vampiros, su reina. —No Alex, nosotros ya estamos unidos, me has convertido…di mi vida por ti, ni siquiera deberíamos hacer esa ceremonia —él soltó mis manos, pero no se alejó de mí. —Estas nerviosa –sonrió al decir aquello –ya verás que todo saldrá bien, no te comportes como un bebé. — ¡Oh gracias! Pero que compañero me he conseguido –lo empujé por no tener tacto para darme ánimo, pero él nuevamente no me dejó escapar. —Amor, no debes preocuparte de nada ¿Por qué lo haces? Yo estaré ahí…esperando para que llegues a mi lado y lo haré más feliz si me besas ahora ¡esto es ridículo! –volvió a decir bastante serio.


—Hazlo por mí Alexander Lenardis, no me hagas caer porque deseo que ese día sea de verdad especial para los dos, por favor –sus ojos se detuvieron sobre los míos por varios segundos y luego acercó su rostro al mío, para darme un beso en la mejilla. —Cuando llegue el día, lamentarás hacer esto porque ahora estoy demasiado frustrado y perderé el control. —Me arriesgaré.

¿Me arriesgaré? ¿En qué demonios estaba pensando? Ahora por estar con esa abstinencia me sentía aun más nerviosa. ¡Oh Dios! Necesitaba apoyo moral o moriría en este mismo momento, aunque fuera prácticamente imposible. — ¿Viky? –la puerta de la lujosa habitación se abrió y entró Elizabeth, también traía un vestido largo, pero el suyo cubría sus hombros y se ajustaba mucho más a su perfecto cuerpo. —Elizabeth… ¿has visto a Alex? –ella negó. Solo me quedó mirando sonriendo. —Te ves hermosa… ¡oh Dios! No pensé que él podría unirse a alguien nuevamente, ha pasado demasiado tiempo —no puedo decir que me sentí cómoda con su comentario, pero sabía que Elizabeth jamás me lo diría para herirme — ¿Alanna? –La vampiro que no era más joven que yo la miró atenta –creo que ya deberías ir con los demás, está todo listo. —Muy bien, con su permiso –ella hizo de nuevo esa reverencia y se retiró. Tendría que hablar seriamente con ella si hacia eso cada vez que se retiraba de una habitación donde yo me encontraba, no me gustaba. —No tiene porque tratarme así, me pone nerviosa. —Debe hacerlo, tú eres parte de la elite de nosotros, es parte del protocolo, querida…y ahora he traído algo que te marcará como tal –fruncí el ceño, sin entender de lo que hablaba –es un amuleto. — ¿Amuleto? –miré curiosa cuando sacó un pañuelo negro de su pequeño bolso. Abrió la tela tomándola desde las puntas. Mis ojos se abrieron sorprendidos al notar lo que había en su interior –eso es de plata… —Plata y oro, Victoria –la mire sin entender –se podría decir que es tu joya real, Alex odia que nos refiramos a nosotros como tal, pero eso es lo que somos. —Él no me dijo lo mismo, esto está relacionado con… —Querida, Alex tiene que explicarte muchas cosas aun, ahora gírate para poder ponerte esto. —Pero es de plata…me hará daño.


—Solo por unos segundos, esta es tu forma de demostrar cuan unida estas a tu pueblo, el collar de plata, será parte de ti, uniéndose a tu piel para que no se pueda mover, exactamente como será tu lealtad hacia Alex y hacia los demás vampiros…no dolerá como la plata original, ya que ha sido modificada para que el oro cumpla un efecto de anestesia. — ¿Lealtad hacia Alex? ¿Él llevará algo por mí? –ella asintió. —El anillo de la unión, ambos tomaran las alianzas pero la de él está hecha con plata y oro… —miré la cadena; era fina y podía ver las marcas de plata, pero también las de oro. Terminaba en un trébol de cuatro hojas. —Supongo que no tengo opción –me giré para que ella lo pusiera. —Es un signo celta, desde ese entonces los vampiros comenzaron a organizarse, le debemos mucho. Ocupamos esto desde que Alexander perdió a su primera compañera, creemos que el vínculo es mayor de esta forma. Tensé mi mordida al ver que ella tomaba con el pañuelo, las puntas de la cadena y la pasaba sobre mi cabeza hasta posarla sobre mi pecho y ajustarla atrás de mi cuello. Un segundo después de que estuviera ajustada, un dolor se apoderó de toda la zona que el collar abarcaba, pero no era algo verdaderamente intenso, solo lo necesario para que la plata me dañara un poco. Me moví para ver si era cierto que no se movía. —Impresionante –dije al notar que era cierto –y ya no duele. —No, pero sabes que es tu alianza hacia tu pueblo y tu compañero, mi hijo – me giré hacia ella y asentí sonriendo –puedes dejar de usarla cuando estés en privado. —No te preocupes, no sucederá nada malo. —Eso espero Victoria, eso espero… —su mirada preocupada llamó mi atención, pero antes de poder decirle algo, nos interrumpió un vampiro, pude reconocer de inmediato que era parte del consejo. Era el canoso que me había hablado el día de la ejecución de Charlotte. —Señoras, ya es el momento, las estamos esperando. —Ya vamos, Eder –él asintió y se retiró con rapidez. —Muy bien, la hora ha llegado —ella se acercó y me abrazó –eres muy fuerte y has dejado mucho por Alex, deseo que ese amuleto sea beneficioso para ti y tengas toda la suerte del mundo.


Dicho esto ella desapareció. Ahora tenía que partir sola hacia al gran salón del castillo, donde se encontraban los clanes más importantes dentro de los vampiros, donde me esperaba Alex. Esperé varios minutos hasta que decidí salir de esa habitación y acabar con todo de una buena vez. Caminé por los pasillos, mirando los cuadros antiguos, sintiendo como la alfombra rozaba mis tacos, como ahora había llegado el momento por el cual Alex me había tomado esa noche, por el cual todo el mundo vampírico había puesto sus ojos en mí. —Lo amas —susurré, dándome ánimos al ver que estaba sola, caminando en un país desconocido, dejando atrás a mi familia y amigos, a pesar de que Alex ni siquiera me había dicho un “Te amo” –ya basta… —mis manos se hicieron un puño y giré hacia donde se encontraban las inmensas puertas de madera tallada, también con signos celtas. Estas se fueron abrieron lentamente, dejándome ver como el lugar estaba repleto de vampiros, atentos a mis movimientos, como las velas eran las únicas que le daban iluminación al lugar. Aquí seguían con la tradición de vivir de noche, no como lo hacíamos con Alex, que vivíamos normalmente. —Alex —susurré al verlo al final de ese camino que formaban los bancos. Esto debería lucir como una boda, un hermosa e increíble boda, pero más que eso…era como si fuera a entregarme para ser esclava de todos los que me estaban rodeando mientras avanzaba, pero no me podía importar, solo estaba concentrada ahora en el vampiro que me esperaba al final. Su mirada fría y penetrante me indicó que esto tampoco le agradaba, pero que lo iba a hacer de todas formas, estaba acostumbrado, ya lo había hecho antes. ¿Por qué vienen estos pensamientos a mi cabeza?... ¿Por qué debo llevar un amuleto que me hace daño para demostrar cuan unida estaba a Alex? —Esperemos que no lo deje esta vez –susurró alguien entre la multitud. Apariencias…eso era lo que estaba buscando Elizabeth al darme el amuleto. Dejar en clara la apariencia de mi compromiso hacia Alex, ya que ninguno podía saber que había en mi alma por él, nadie podía entender o ver cuánto amaba a Alex. “Yo estoy aquí…” sonreí al escuchar la voz de Alex en mi mente. Me había dejado sola todos estos días y ni siquiera podía tener una conexión a este nivel, se había alejado de mi cabeza y no me agradaba. Cerré mis ojos y seguí avanzando hasta dejar que mi mente se uniera a la de él. “¿Por qué me dejaste sola?” susurré en pensamientos.


“Para que supieras de que se trataba esta conexión…yo igual te extrañé” Sonreí al sentir que lo que decía era cierto “He escuchado tus pensamientos en el pasillo, Vittoria…no dudes de cuanto puedo dar por ti, me has atrapado completamente y siempre seré tuyo…” Sonreí satisfecha al escucharlo, no era un “Te amo” pero sin duda llegaba al nivel de estarlo.

Tomé la mano que me ofrecía y sonreí al poder sentirlo, mi cuerpo completo lo necesitaba como si fuera oxigeno para un humano. —Victoria Guzmán… —el hombre que me habló, era parte del consejo. Lucia más joven que el otro miembro de esa agrupación –ha llegado el momento donde dejas todo atrás, tu vida humana ha de pasar al olvido…ahora has de llevar el apellido Lenardis —presioné la mano de Alex al escuchar lo que decía –tu devoción es para tu compañero, exactamente como para la de él, eres tu…ambos han de comprometerse para seguir el camino que nos lleve a ser cada vez más fuertes. Ambos han de deberse lealtad, para poder sobrellevar cada obstáculo que llegue a sus existencias…ambos han de unirse esta noche ante todos nosotros, como muestra de su compromiso hacia el otro, como hacia su pueblo. Aquel hombre sacó una daga de plata y nos indico que debíamos dejar nuestros brazos izquierdos para su disposición. Enterró la daga en nuestros antebrazos hasta que provocó que escapara aquella sangre negra de nuestros cuerpos, cayendo sobre un recipiente de oro, donde se encontraban nuestros anillos. Cerré mis ojos hasta que el hombre saco la daga y mi piel cicatrizo con una rapidez sorprendente. Después tomó unas pinzas metálicas y sacó un anillo, el que era de Alex. Con la misma pinza ubico el anillo en su mano izquierda y luego hizo lo mismo conmigo. —Ambos han de estar unidos por una eternidad, donde su objetivo será tanto la prosperidad del otro como la de su gente –el miembro del consejo me sonrió y dio por terminada la unión. Miré a Alex y sonreí nerviosa, me llamó la atención que en ningún momento nombraron amor, ni nada por el estilo. —Siempre te amaré, Alex –el curvó sus labios en una sonrisa y sin preocuparme de nadie, me empiné para que sus labios se unieran a los míos. Él de inmediato me rodeó con sus brazos y me acercó más a su cuerpo.


Tuvimos que esperar una hora donde estuvimos conversando con todos los invitados, estaba cansada de esperar y Alex estaba enterado de ello, ya que podía sentir que él también estaba inquieto, así que colapsé. Estábamos cada uno en un extremo de la sala, hablando con desconocidos por mi parte, hasta que me despedí educadamente y me fui caminando muy segura hasta llegar donde Alex, quien me miró sorprendido. Sin preguntarle nada a nadie, tomé de la mano a mi vampiro y lo saqué de ahí bajo la mirada de todo el mundo. Ninguno de los dos dijo nada, hasta que pasamos por varios pasillos y escaleras, hasta que llegamos a la torre más alta. Nuestra torre. Esta vez Alex tomó la delantera y abrió la puerta con rapidez, haciendo que entrara. Al hacerlo el simplemente me empujó contra la pared y comenzó a besarme. Mis manos mágicamente se fueron a su chaqueta, la cual arrojé al suelo en un segundo. Comencé a sacar su camisa negra del pantalón mientras su lengua se movía contra la mía. Ambos estábamos sin nada de paciencia, así que no controlamos nuestra fuerza. Termine rasgando su camisa mientras él rompía mi vestido desde atrás, hasta que cayó sobre mis pies. Sus pantalones no demoraron en salir de mi vista tampoco. Me separé un poco de Alex para ver su rostro. Sus ojos negros y esa sonrisa altanera me hicieron sonreír. —Te extrañé —hace más de una semana que ni siquiera nos besábamos de esta manera. —Yo igual, esta cama había estado demasiado vacía sin ti –ni siquiera permití que dijera algo más, simplemente lo empujé hasta que se sentó en la gigantesca cama que había para nosotros. Ambos nos deshicimos de los zapatos y yo me acerque a él, quedando cómodamente sentada sobre él, volviendo a unir nuestros labios en un beso que me dio la sensación de perder el aliento que no tenia, él hacia latir mi corazón muerto…él me hacía sentir miles de sensaciones a la vez. Las manos de Alex rodearon mi trasero y me empujó con fuerza contra su pelvis. Mis manos de inmediato bajaron por nuestros cuerpos hasta meterme bajo sus bóxers. Mientras tanto él se deshacía de mi sujetador, dejando que cayera al suelo. Simplemente los dos terminamos destrozando lo último que quedaba de nuestra ropa interior y de un solo movimiento sentí como Alex entraba en mi cuerpo. Llevó su mano a mi rostro para que lo mirara, pero solo pude cerrar mis ojos y apoyar mi frente junto a la suya. Comencé a moverme contra él, obteniendo una sincronía junto a Alex, simplemente éramos dos piezas que se complementaban de forma perfecta.


Luego de unos movimientos, terminamos en el piso, yo sentada sobre Alex, enredando mis dedos en su cabello, acercándolo a mis labios y dejando que la llama de fuego que nos estaba envolviendo en este momento nos quemara. Nuestras sensaciones comenzaron a atravesar nuestra conexión, llegando a mi mente como se sentía Alex, toda esa satisfacción y gloria que sentía al entrar en mi cuerpo. —Te amo… —susurré contra sus labios, cuando sentí que ambos estábamos alcanzando nuestra liberación, entregándonos al nirvana que se había convertido esto para nosotros. Iba a un nivel que jamás podría imaginar, con nadie. Alex me recostó sobre la alfombra con cuidado, siguiendo con sus embestidas hasta que sentí como si mi mente se separara de mi cuerpo, sintiendo como si casi pudiera elevarme unos centímetros. Me aferré a Alex al temer una caída, sintiéndome protegida bajo sus brazos…sintiéndome donde debía estar, mi lugar, mi hogar. —Sé que me amas aunque no lo digas –dije atenta a sus ojos. —Tengo una eternidad para demostrártelo ¿no? –sonrió y volvió a besarme. Esta sería una noche bastante larga, junto al hombre que amaba, junto a un vampiro al que pertenecía. Continuará…


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