Referentes icónicos clásicos

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REFERENTES ICÓNICOS CLÁSICOS



REFERENTES ICÓNICOS CLÁSICOS DE LOS AUTORES APARECIDOS EN LA CHARLA DE D. PALOMINO Los artistas sobre los que hablaremos en las páginas que siguen son: Francesca Woodman, Valie Export, Ana mendieta, Lisa Lyon, Robert Mapplethorpe, Félix González Torres, Cindy Sherman, Adrian Piper, Nan Goldin y, por último, Wolfgang Tillmans. Algunos de ellos los agruparemos en un mismo apartado por poseer referencias mitológicas muy similares o idénticas.

Francesca Woodman y Valie Export En el caso de Francesca Woodman parece bastante claro el personaje de Dafne y su transformación en árbol como referente principal en su obra artística, ya que se ve en ella un claro afán por mimetizarse con el entorno, por formar parte de él, por transformarse en él. En algún caso, incluso, ha llegado a tratar de hacerlo usando árboles o raíces como ambientación, lo cual la acerca aún más al mito que hemos mencionado.


En cuanto al mito, éste cuenta que, en cierta ocasión, Apolo quiso competir con Eros en el arte de lanzar flechas. Eros, molesto por la arrogancia de Apolo, quiso vengarse de él arrojándole una flecha de oro, que causaba un amor inmediato a quien hiriere; y lanzando otra de plomo, que causaba el rechazo amoroso, a la ninfa Dafne. Apolo, al ver a la ninfa se lanzó a perseguirla mientras ella, que lo rechazaba, huyó de él. Al poco tiempo Dafne, agotada por la carrera y viendo que cada vez Apolo se acercaba más y más, pidió ayuda a su padre, el río Peneo, quien decidió convertir a Dafne en Laurel para así librarla del persistente Dios. En lo que respecta a Valie Export, una de las principales vertientes de su obra consiste en fotografiarse tratando de mimetizarse con el entorno urbano (acerados, esquinas, etc), así que igualmente podemos relacionarla con el mito del que hemos hablado.

Ana Mendieta En la obra de Ana Mendieta es frecuente encontrar imágenes en las que la artista deforma su rostro pegándolo a cristales o distorsiona su feminidad utilizando atributos masculinos como barbas o bigotes postizos. Esto le da un aspecto confuso, indefinido y andrógino que, en mi opinión, la acercan a figuras mitológicas como Hermafrodito o Rebis.


El mito de Hermafrodito cuenta que la deidad, hijo de Hermes y Afrodita (de ahí su nombre), fue abandonado por su madre en el monte Ida nada más nacer debido a los remordimientos que la diosa sentía por la infidelidad que había cometido. Así pues, fueron las ninfas de este monte las que las que lo criaron. Pasado el tiempo, el entonces niño se convirtió en un joven de gran belleza. Un buen día, Hermafrodito decidió salir a recorrer las tierras griegas. El excesivo calor de aquel día le hizo aproximarse a un lago para tomar un baño desnudo y así refrescarse. Ocurrió entonce que la náyade Sálmacis, espíritu de aquél lago, sintió al verlo una atracción inmediata, y no tardó en acercársele para tratar de conquistarlo. No obstante, el joven se resistió. La ninfa no cejó en su empeño, y se abrazó a él bien fuerte, arrastrándolo al fondo sin remedio. Una vez allí, y mientras forcejeaba con él, suplicó a los dioses que no separaran sus cuerpos. Éstos, atendiendo sus plegarias, le concedieron su deseo, y ambos cuerpos se fusionaron para siempre en un solo ser, de doble sexo. En cuanto a Rebis, es el ser que cuenta la leyenda que creó Dios en primer lugar a su completa imagen y semejanza. Hermafrodita y perfecto como él, era tremendamente poderoso. Dios, receloso de su poder, se arrepintió de haberlo creado, por lo que decidió dividir a Rebis en dos sexos que, de forma independiente, resultaban menos peligrosos que el Rebis original. Los dos seres imperfectos resultantes podían, como contrapartida, reproducirse y aumentar su número. En el cristianismo se identifica normalmente a Rebis con Adán, que en este caso sería Hermafrodita hasta que la mujer se forma a partir de su costilla, aunque sólo es una interpretación.. Por último, Ana Mendieta tiene otra serie de obras en las que, ella también, trata de mimetizarse, de envolverse, de formar parte de la naturaleza. Por esta razón también se la puede vincular al mito de Apolo y Dafne del que hablábamos en el epígrafe anterior.


Lisa Lyon y Robert Mapplethorpe Ambos artistas basan su trabajo esencialmente en fotografías en las que aparecen modelos masculinos y femeninos muy musculados, por lo que nos es posible vincular su trabajo a pseudodeportes como el culturismo. Esta disciplina de exhibición trae consigo implícitamente el ansia por alcanzar un determinado canon de belleza. Esta avidez llega, en algunos casos, a convertirse en una obsesión que priva a los sujetos de una visión cabal de la realidad, y los convierte, finalmente, en pequeños monstruos.


Esta obsesión por la belleza hace que podamos relacionar su trabajo con figuras mitológicas como Narciso. En la versión contada por Ovidio, Narciso era un joven de gran belleza del cual se enamora la ninfa Eco. Esta ninfa, no obstante, había sido maldecida por Hera a no poder hablar: sólo podía repetir las últimas palabras de la persona que le hablara. Pese a contar con estas dificultades, un buen día se decidió a acercarse al hermoso joven, pero éste la rechazó cruelmente, lo que empujó a la desolada joven a adentrarse en una cueva hasta que el tiempo la consumió y sólo quedo de ella su voz. Enfurecida por estos acontecimientos, la diosa de la venganza, Némesis, quiso castigar a Narciso haciendo que se viera reflejado en un estanque y se enamorase de su propio reflejo. Narciso murió contemplándose así mismo y en el lugar en el que murió apareció una flor a la que se le dio su nombre.

Felix González Torres Este artista suele trabajar habitualmente con instalaciones compuestas (en la mayoría de los casos) de caramelos que plantea formando alfombras o pequeñas montañas. La obra se completa permitiendo al público que retire, si quiere, algunos de los caramelos que la conforman para que así, poco a poco ésta vaya desapareciendo hasta que al final no queda nada. Cuando esto ocurre, los caramelos se vuelven a reponer.


Estas pautas conforman un ciclo que, de forma general, se relaciona con el propio ciclo de la vida (nacimiento - vida - muerte - renacimiento) y, de una forma un poco más específica (aunque algo más lejana en cuanto al significado) a algunas de las condenas clásicas del Tártaro mitológico, cíclicas también. Los ejemplos más claros de estas torturas serían quizás los de Sísifo, obligado a empujar eternamente una piedra cuesta arriba sólo para verla caer por el otro lado y volver a empezar; y el de Ticio, condenado a que dos buitres devorasen una y otra vez su hígado, que se regeneraba cada vez que terminaban con él.

Cindy Sherman y Adrian Piper La característica más particular de Cindy Sherman quizás sea su gusto por adoptar en sus fotografías diferentes identidades mediante el uso de disfraces y maquillaje mayoritariamente. De esta forma plantea nuestra personalidad como una máscara que nos colocamos para mostrarnos al mundo y nos provoca el problema de no saber finalmente qué disfraz, qué máscara, qué identidad de todas las que nos muestra es la verdadera.


El referente mitológico clásico más claro para este concepto probablemente sea el gusto de dioses olímpicos como Zeus por adoptar multitud de formas (Toro, cisne, delfín, lluvia de oro…) sobre todo para lograr los favores amorosos de la doncella de turno. Con este concepto de identidad confusa y este referente que hemos mencionado también se puede relacionar a la artista Adrian Piper, quien ha hecho de su ambiguo aspecto (se considera negra, aunque es fácil confundirla con una mujer de raza blanca) la materia troncal de su trabajo.

Nan Goldin Esta artista estadounidense basa su trabajo sobre todo en la fotografía documental de su entorno más cercano (sus amigos y familiares) y de movimientos contraculturales como el Punk. Para ello plantea imágenes muy intimistas en las que la violencia, el sexo y la enfermedad están muy presentes.


Este gusto por representar de forma tan explícita aspectos de la realidad y de la vida tan crudos y segmentos de la sociedad tan “ocultos” o “marginales” nos hace que podamos vincular su obra a figuras míticas tradicionales como Dionisos. Se trata de un dios considerado marginal, que lo desordena todo al pasar y que se burla de las leyes y las costumbres. Trastorna las jerarquías, se alía con amos y esclavos, le gustan los bailes libertinos, los lugares salvajes, la desmesura y la locura. Es una deidad extranjera y mal acogida, en cierto modo vulgar, pero que no se molesta por ello. Por otro lado, podríamos considerar la visión edulcorada e idealizada de la realidad como lo más opuesto posible al arte que Goldin practica, así pues, podemos relacionar su obra de forma general con la concepción clásica de la mitología griega, compuesta por seres divinos pero con debilidades humanas; y, de forma algo más particular y específica, con aquellos dioses que además son, pese a su divinidad, eminentemente imperfectos, como Hefesto (feo y tullido) y Pan (un híbrido igualmente deforme y de aspecto algo grotesco) entre otros.

Wolfgang Tillmans Las imágenes de Tillmans, con altas dosis de abstracción y suaves gradaciones tonales parecen hacer de la “falta de contenido”, de la ausencia del objeto el auténtico protagonista. Así pues, parece lícito relacionar su trabajo con pasajes mitológicos referentes a la cosmogonía griega clásica, un tiempo en el que el vacó era el protagonista, en el que no había nada y en el que el mismo tiempo carecía de sentido. Como sabemos, tras esta etapa aparecería Gea, la tierra, que engendraría a Urano que posteriormente la fecundaría propiciando la llegada de los titanes, etc.




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