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Una historia muy hermosa
Desde pequeña empecé ayudar a mi madre en la cocina preparando platos árabes, un día, llegan sus amigas a visitarla y yo las atendí haciendo empanadas, recuerdo que me coloque un pañuelo para evitar que le cayeran cabellos a la comida y fue ahí donde comenzó mi amor al arte.
Después de ser comerciante, me dedique primero a realizar mesas de dulces.
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Un día me llama una amiga y me pregunta: "¿Mónica eres capaz de hacer comida para el cumpleaños de mi sobrina?", yo pensé: "sí, ¿porque no?”, ahí realicé mi primer evento, todo el mundo estaba encantado y muy feliz.
Desde ese momento, comencé a tomar pedidos y cada día fui mejorando, eso sí, pedía opinión a la gente ¿Qué le pareció?, ¿Está salado?, ¿Le falta azúcar?, etcétera.
Hoy en día disfruto lo que hago y distribuyo mi comida en panaderías, bodegones y a clientes exclusivos, aquellos que desde un principio confiaron en mí y que ahora son parte del sueño que logré cumplir, tener mi propio negocio con todas mis Delicias.