13/3/2018
Enrique Valdez ... o la gente que hace falta | Entre Escila y Caribdis
viernes, 28 de septiembre de 2012
Enrique Valdez ... o la gente que hace falta
Hace ya varios años, cuando apenas empezaba mi vida laboral, presencié un curso de Administración dictado por Enrique Valdez. Quien quiera que estuviera en el mundo de la gran empresa lo conocía. Yo y los participantes del curso no teníamos ni idea. Lo conocí en su casa unos días antes del inicio del curso. Entonces me dijo “Es la primera vez en mi vida que preparo un currículum” “Nunca me ha faltado trabajo” “Jamás he tenido vacaciones”. Me entregó una hoja mecanografiada con algunos datos y la copia de un diploma de ESAN de los tiempos en que ésta no era universidad. Los estrictos requisitos gubernamentales lo obligaban a presentar C.V. y título para el curso que se aprestaba a dictar en INICTEL, así que lo hizo. El título universitario no era obstáculo, Enrique Valdez era de aquellos que no necesitan cartones. El día de inicio de clases estuve temprano, sentado en la parte trasera del aula. Yo era su coordinador. Entre el público menudeaban los gerentes, jefes, secretarias de jefes e ingenieros A1 del MTC. Algunos estuvieron puntuales, los más llegaron con un poco de tardanza. Don Enrique Valdez ingresó al aula a las 9 de la mañana en punto. Se quitó el saco quedando en chaleco al estilo Los Intocables y empezó su clase. En verdad, aquél señor un poco anciano parecía un cristiano entre los leones de la Roma imperial; se aprestaba a enfrentar a la plana mayor de los ministerios de la dictadura: una pandilla de envanecidos mandamases, expertos en hacer esperar en la antesala de sus despachos y negar todo lo que se les pidiera. Estaban allí para cumplir una orden ministerial, pero, ¿qué se les podía enseñar si lo sabían todo? Enrique Valdez empezó diciéndoles “Quiero confesarles lo que deseo: quiero hacer perro chino con ustedes”. Perro chino, pensé, ¿Qué es eso?, ¿Alusiones al régimen? Don Enrique empezó a pasear junto a la pizarra su mediana figura. ¿Cómo se hace perro chino?, dijo, y continuó, “Se toma un perro de cualquier raza, recién nacido; abres el hocico al animal, introduces una mano, la ingresas sin miedo en el interior del perro deslizándola hasta que tomas la punta de la cola, agarras fuerte, y le das un tirón sacando la cola por el hocico del animal completamente. Y ya está, ya tienes perro chino”. “Eso quiero hacer con ustedes”. Los funcionarios se miraron sorprendidos. El viejito era cosa seria: quería cambiar completamente la forma de pensar de esos presumidos servidores gubernamentales. Yo pensaba entonces, “Esto será una guerra y el Profe la lleva perdida”. Luego les dijo cómo eran: “Estoy seguro”, “Que cuando les han dicho que tienen que ir a capacitación, muchos de ustedes han pensado: “Sábado en la mañana, ya me fregaron”. Varios de los presentes sonrieron. Luego continuó diciendo, “Miren señores, los hombres se dividen en dos clases: los chupes y los gerentes” “El chupe viaja en el ómnibus prendido del pasamanos, roncando; el gerente puede viajar en ómnibus, pero viaja despierto, atento a todo, dispuesto a http://entreescilaycaribdis.blogspot.pe/2012/09/enrique-valdez-maestro-o-la-gente-que.html
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