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LA MIAMI DE CAMILA MENDOZA

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BON APPETIT

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Mientras en la acera izquierda de una calle de Brickell, los transeúntes contemplan las vitrinas de las tiendas de ropa y expresan en español (de distintos acentos y nacionalidades) su ansiedad por cumplir la sagrada cita con el mar y la arena en esta época del año Camila Mendoza, periodista del prestigioso Diario Las Américas, concentra la mirada en una escena minimalista y poco interesante para los amantes de esa Miami dibujada con trazos de glamour, playa y fiesta.

Parada en la acera derecha, contempla casi sin pestañear la valiosa labor de un grupo de mujeres latinas en un pequeño salón de belleza. Mientras unas esculpen cabellos, otras convierten un simple manicure en arte puro. Aunque la fatiga embadurna los rostros, las ganas de salir adelante no se dejan amilanar por un cansancio que ha fundado su poderío en lo más íntimo de aquellas miradas tatuadas delicadamente por las huellas indelebles de la migración.

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Verlas trabajar como hormigas, con una sinergia inspiradora, proactivas y apoyándose mutuamente, le permiten reafirmar que ella vive en una ciudad fascinante y perfumada de un realismo al que no le interesa broncearse en South Beach ni comprar en Giorgio Armani.

Tras escucharla tejer esa memoria peculiar en el intercambio de palabras, es innegable imaginar que la Miami de Mendoza es una ciudad por descubrir, alejada de los estereotipos que se fabrican alrededor de ese anhelado sueño americano. Sueño que muchas veces viene acompañado de lejanía y sacrificio.

En esa ola de recuerdos repentinos que la asaltan de repente una y otra vez, la Ciudad del Sol llega a hacerse tan minúscula y mágica que parece un pueblito acogedor en sus labios. Y es justamente en ese escenario minimalista donde habitan los emprendedores que protagonizan sus reportajes y contenidos para redes sociales. Ellos llegan a los Estados Unidos para conquistar metas e inspirar a otros.

“Es muy fácil pensar que esta ciudad es el paraíso, cuando los medios de comunicación y las redes sociales te muestran a diario la imagen más sofisticada. Pero Miami es mucho más que playa y tiendas de diseñador. Es un lugar de muchos contrastes porque alberga dolor, exilio y división familiar, como ninguna otra ciudad, ya que somos cuna de muchas diásporas”, afirma sin titubeos. “Aquí

he podido resignificarme como mujer, latina y ser humano. Por ello dedico mi trabajo a resaltar el trabajo incansable de esa gente real que me educa a diario con sus historias de éxito y me permite construir una visión empoderada y líder de la comunidad hispana en este país”.

Líderes y dueños de su destino

En esa travesía diaria por la Miami cotidiana, esa que se cuela en el aroma del exquisito café de Hialeah y aprende a cogerle el paso a las preocupaciones cotidianas en el baile de la supervivencia en La Pequeña Habana, Mendoza se ha topado de frente con un empoderamiento mental, emocional y cultural de los latinos, cuya semilla se siembra en décadas pasadas.

Según datos de la Universidad de Stanford, la cifra de pequeños empresarios latinos aumentó un 34% en los últimos diez años. Dentro de este porcentaje, Miami constituye un epicentro importante. Cabe destacar que la Ciudad del Sol es elegida en 2020 como una de las mejores ciudades para el emprendimiento.

Si algo resalta Mendoza es que los hombres y mujeres que inspiran los artículos impresos y publicaciones digitales para la sección ‘Miami emprende’, tienen el deseo de convertirse en algo más que simples emprendedores. Ellos quieren más: ser los dueños de su destino y educar a otros hispanos con su historia de vida.

“Por lo general se relaciona el emprendimiento con una actividad económica, pero el concepto va más allá. Se trata de un proceso introspectivo donde las personas superan sus miedos y comienzan una transformación mental a partir de perseguir sus propios sueños”, explica.

Y antes de que se le cuestione por esa transformación, agrega casi inmediatamente: “Cuando un latino emprende, se reconoce como una persona participativa e influyente en el desarrollo económico y social de su comunidad. Esta visión le otorga un nuevo significado a la definición de ser un latino en los Estados Unidos. Es momento de priorizar en la formación de líderes en las escuelas y universidades que puedan crear empresas y negocios productivos de alto impacto donde puedan darle oportunidades a otros latinos para crecer en conjunto”. Verdad necesaria

Mientras conoce y escribe sobre tantas historias de éxito, la travesía cambia de rumbo. Deja de ser algo externo para convertirse en un tema subjetivo donde se cuestiona sobre esas metas pendientes en su vida. Pero a diferencia de lo que pueda pensarse, en ese diálogo

consigo misma ha escuchado la necesaria carcajada cruel de su honestidad.

“Sería absurdo negar que me he confrontado y me he criticado muchas veces. Pero en ese proceso he entendido que no todas las personas nacen para emprender”, declara y hace una breve pausa. “Hoy en día, muchas personas emprenden porque está de moda pero no tienen la vocación ni las competencias para sacar adelante una idea de negocio. Podría decir que eso es una cualidad que te obsequia la vida y no puedes obligarte a convertirte en algo que no eres”.

Un oficio de respeto

Conversar con una mujer que ha convertido sus redes sociales en una ventana para visibilizar y destacar el trabajo de la comunidad latina decidida a dejar huella y hacer historia en este país, contenidos que gozan de aceptación y comentarios favorables por parte de sus seguidores, y no preguntarle por los influencers que a diario venden y promocionan productos, servicios, estilos de vida y formas de pensar, sería imperdonable.

“Ser influencer es un oficio de respeto. En lo personal, me defino como creadora de contenidos porque influenciar a otros es una gran responsabilidad. Desde mi experiencia y después de esta pandemia que nos cambió la vida, pienso que la gente quiere ver honestidad y esencia en un post o en un vídeo, independientemente de que sea acerca de belleza o política. El tema no es el contenido que se comparte, sino que realmente la gente pueda escuchar la voz de esa persona y no un discurso falso para ganar seguidores”.

Los latinos que viven en esa ciudad glamorosa

Así como en la vida, en las charlas todo sucede en el momento preciso. Y este es el momento donde Mendoza es justa con la otra cara de la moneda: aquella Miami donde los cuerpos bronceados, las casas lujosas y los bolsos Louis Vuitton saturan las cuentas de Facebook e Instagram de latinos con estatus y estabilidad económica.

“Muchos de los hispanos que hoy gozan de esa Miami glamorosa no obtuvieron lo que tienen por suerte o por nacer en cuna de oro. Llegaron a este país sin nada y se hicieron un nombre con mucho esfuerzo. No podemos juzgar a una persona por mostrar sus lujos en las redes sociales, cuando ha luchado para dárselos. Lo verdaderamente valioso es que ellos son una inspiración tanto para los emprendedores que están empezando como para mí”, expresa.

Diálogo intercultural

Si algo le agradece Camila Mendoza a esos caprichos del destino es vivir en Miami. En este pedacito de La Florida deja de ser exclusivamente chilena para convertirse en una mujer que aprende a diario de las distintas nacionalidades y tradiciones culturales que existen en Latinoamérica, a través de la interacción cotidiana con amigos, conocidos y los emprendedores que entrevista en su faena laboral.

“Me criaron en Chile, pero me malcriaron en Miami, así que soy una chilena con corazón de croqueta, como me dicen mis amistades. Desde 2008, tengo un estrecho lazo con los cubanos. Los admiro y respeto mucho, les debo mi carrera en esta ciudad y eso se los agradeceré siempre”, comenta con una sonrisa fugaz pero contagiosa. “Pensar en mantener una identidad primaria sin ninguna interacción con otras culturas latinas es impensable. Ese diálogo es necesario y sano. Hoy tengo una visión más amplia de lo que significa para un colombiano, un peruano o un argentino estar lejos de su tierra y preservar sus raíces. Me honra ser una inmigrante hispana, me hace feliz y me siento una digna representante de la resiliencia y pujanza de nuestras mujeres”. Más realidad que sueño

Próxima a cumplir diez años de vivir en Miami, vestida de esa sensatez que dan los años y las experiencias, Mendoza no coquetea mucho con las palabras para definir su propio sueño americano.

“Mi único anhelo es tener independencia financiera para vivir de forma más holgada, pero no soy una mujer que se genere grandes expectativas, no me gustan. A veces, las personas pueden hacer muchas cosas en nombre del ‘sueño americano’: tener trabajos tóxicos o someterse a disciplinas ciegas, innecesarias y duras”, admite. “Yo prefiero vivir cada día como si fiera el último, observarme en mis sombras, mis lados difíciles, mejorar como profesional y madre y contribuir positivamente a la vida de las personas que leen las historias que narro”.

Dicho esto, es momento de retomar la travesía. Quizás, mientras conduce su automóvil en búsqueda de nuevos emprendedores, Camila Mendoza tenga que admirar la Miami glamorosa, la Miami de las luchas infatigables o la Miami del exilio cubano. En últimas, todas forman parte de un todo que ejemplifica la complejidad de las realidades humanas.

Lo que si queda claro es que la Miami de Camila Mendoza es una modesta vecindad de soñadores. Una vecindad en la que ella puede abrazar su propia historia a través de las historias de otros.

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