Patagonia Argentina
PoesĂas
Juan Carlos CĂĄrdenas
Obra declarada de Interés Municipal por el Concejo Deliberante de la ciudad de Allen, Provincia de Río Negro. Libro Artesanal: -Diseño de Tapa -Diagramación General -Impresión -Encuadernación -Registro Hecho por el propio autor. Edición en papel 2000 Edición digital 2012
ISBN:987-43-2544-5
Otros títulos: -2000: La Memoria de los Otros (cuentos breves) -2003: Conjurando Demonios (cuentos breves) -2003: Un par de ojos abiertos (poesías) -2004: Cuerpos (prosa poética) -2008: El Maldito (novela)
Si bien suele asociarse a la poesía con el romanticismo, no he querido mostrar del hombre tan sólo ese costado. El hombre es un todo, pero tanto éste hombre como su realidad se perciben fragmentariamente, aún el amor, por lo que considero que la palabra debe hallarlo en estos fragmentos, débil, contradictorio y con esa sensación casi constante de sentirse extraviado o perdido. La poesía nos exige dos estados: Uno de lucidez y otro de crítica. De lucidez, para reconocer los elementos y el lugar al que quisiéramos llegar, y de crítica, para despojar a la poesía de cierta realidad ilusoria en la que comúnmente nosotros solemos transcurrir.
Al Vuelo de Halcones por cuyo vuelo aprendĂ a no salvarme aunque en ello se me fuera la vida o perdiera el rumbo.
A Silvia Arias por haber estado en los momentos en el que ĂŠstas poesĂas eran apenas una forma inconclusa.
A mis dos hermanas NoemĂ y Marisol
No soy dueño de las palabras, las palabras se han adueñado de mí.
Los ecos suelen ser voces o imágenes que nos llegan desde algún lugar que no alcanzamos a determinar. No sería necesario tratar de identificar la geografía de ese lugar, quién o quiénes nos han dejado esos ecos. Como fragmentos perdidos de voces que están o que ya se encuentran ausentes, los ecos nos despiertan y nos descubren a una nueva visión. He aquí lo que le da sustancia a un verso y también, lo que más nos asusta: La incertidumbre de no saber quién nos habla, por qué, y qué quiere de nosotros.
Ecos Interiores
Hay voces a las que no les he podido encontrar el origen. Puede que hayan nacido conmigo, o bien sea aquello, que a lo largo de los a単os he preferido callar
No Hay
No hay rastros anteriores ni posteriores, s贸lo encuentros furtivos de insondables miradas. No hay entregas absolutas, s贸lo inciertos espacios de manos abandonadas. No hay rostros en el recuerdo ni el olvido, s贸lo im谩genes paganas de silenciosos abismos.
Encierro
Encierro al silencio y lo rodeo de palabras. Pero sé, que por el filo de una duda podría escaparse si quisiera. Abandono mis ojos y embriago de visiones sus miradas. Pero sé, que bastaría una hebra de luz para que la verdad aflorara. Camino la tierra y voy sepultando heridas. Pero sé, que aún con las manos limpias no podré ocultar el rastro de la tierra removida.
Mañana
Mañana vendrá el día que no espero. Mañana sucederá lo que no quiero. Mañana despertaré y no sabré qué hacer. En esta expectativa de esperar a que algún mañana me devuelva mis deseos, sospecho, que en algún intervalo de mi vida, ya pasó lo que quería.
Un grito
Engendré desde mis huesos los fantasmas de mis penas y amparado detrás de mi sombra, parí mis gigantescos miedos. Hilvané con mis manos, la trama de un tejido cargado de memorias. Y me arrojé al cuerpo sudoroso, de un grito.
Callar
Hay silencios que prefiero callar. Sujetarlos entre mis dedos. Agazaparlos en la mirada y que deambulen por mis gestos, como fantasmas.
En el margen
Estoy puliendo las imitaciones de mis afectos para extraviarlas, para que a la deriva no puedan dar conmigo. Estoy intercambiando culpas para que las mías sean menos injustas, aunque el otro ignore que se lleva todas mis miserias. Pero temo que un día y en cualquier lugar, me sorprendan, y ya no pueda evitar permanecer en el margen.
Perdido
¿Dónde se esconderán los rastros de todo cuanto he perdido? ¿En qué lugar la memoria oculta lo que cree olvidado? ¿Dónde estarán las manos que me continúan ignorando? ¿En qué momento mis ausencias decidieron definitivamente no llegar? ¿Hacia dónde irá el sueño que pasó mientras dormía? Abriré los ojos con los ojos cerrados, quizás encuentre en esta oscuridad mi propio destino. Continuar perdido.
Temores
Temo a las manos que pueda extraviar en la rutina y volverlas a encontrar pero vacĂas. Temo a las palabras que no pueda llegar a pronunciar y me enmudezcan la vida. Temo a las voces que me nombrarĂĄn desde el eco mismo de mi ausencia. Â
Ecos Reales y Ficticios
ÂżCon quĂŠ nombre, nombrar lo que estoy mirando, si de aquello que miro, no tengo memoria?
Sombras La lágrima que estalla en gritos. La herida absurda que se abre, que enmudece al corazón en su latido. La angustia pavorosa del infierno y sus abismos. La mirada que se quema, que no puede evadirse de la llama enloquecida, que va desgarrando desde la pupila la imagen de lo que ama. El rostro agrietado del hombre que se quiebra, que fracasa, en su intento imposible, en su desesperada agonía, cuando las manos brotan desde su propia sombra y se arrebata a sí mismo, la vida.
Coincidencias
Desde esos espacios que nos mantienen con la sensación de respirar siempre un mismo aire. Desde aquellos silencios que surgen más por lo que callamos que por el silencio en sí. Desde las imágenes que surgen como ecos para no sabernos tan solos, nos llega desde lejos el destello que nos descubre en otros y te encuentra en mí.
Siempre
Siempre quedará en la escritura el perpetuo misterio del hombre. Siempre quedará en la memoria la imagen sombría de todas sus derrotas. Siempre quedará en la vida la mano fecunda de su corazón abierto. Siempre quedará, y aún en su muerte, el silencio conmovedor de su alma.
Alguien
Alguien me ha pronunciado las palabras que escribo y a medida que el poema avanza, temo que al encontrarnos aquella voz se apague. Alguien me ha llamado sin conocer mi nombre y a medida que el llamado me llega en gritos, presiento que de tanto ignorarlo, cuando decida detenerme solo habrรก un eco.
MirĂĄndonos A veces, quisiĂŠramos no mirar lo que nos duele. No mirar lo que apenas comprendemos. Y entonces, quisiĂŠramos estar a tiempo para desviar la vista. Pero cuando esto no es posible. Cuando mirar se hace inevitable, algo se quiebra en nuestros ojos y una grieta nos rasga la mirada.
Un dĂa cualquiera encontramos a alguien que nos mira, y en un intervalo apenas percibido, reconocemos nuestras heridas nuestros ojos quebrados, escondidos en aquellos ojos que nos miran. ÂżPodremos, en este encuentro fugaz, pero revelador, mirar lo que nos duele y mirar, aunque no comprendamos lo que miramos?.
Todo
Todo lo que sabrás de mí es todo, lo que yo sabré de vos.
Ecos
La noche me traerรก una imagen indefinida de tu ser, creando entre vos y yo, simplemente. Ecos.
Mundos Alertas
Hay mundos inventados al azar, que viven, mientras alguien los nutre. Pero hay otros mundos que nacen, sin ser inventados. Mundos que siempre han estado alertas.
Buscando
¿Quién sabe de cordura de ilusiones, de locura? ¿Quién sabe de tristezas? ¿Quién sabe con certeza cuando llega el despertar a la vida o su inesperado ocaso? Las flores en la mesa. Los pétalos marchitos. La espera silenciosa buscando... En el vacío.
Condenas
El rostro que buscamos no siempre suele ser tan distinto al nuestro, aunque a veces, para evitarnos la angustia de llegar a comprenderlo, lo condenamos.
Imagen
La imagen del hombre que naufraga en su propio laberinto terminarรก por confundir a la imagen de la muerte, con su propia muerte
No sería
¿Cómo podríamos justificar la vida, sin las mismas palabras sin el mismo gesto enardecido con el que argumentamos la muerte? Humanidad, no sería la respuesta.
Más Humano
Me duelen los pies descalzos que deambulan la aridez de la tierra. Me duelen sus manos cansadas de pedir, de sembrar o de matar, pero que jamás han sido abrazadas. Me duelen sus miradas que padecen en silencio la indiferencia colectiva de un mundo que prefiere, que no vivan. Y sé que a este dolor solo puedo acudir con un verso, que no alcanza, que no basta, que no me hace, más humano.
Andar a cuestas
Andar a cuestas con las excusas y las justificaciones. Andar a cuestas con las mentiras y las explicaciones. Andar a cuestas con la muerte y con un trozo de vida. Andar a cuestas con las manos que simulan despedidas y con el alma que resiste. Andar a cuestas por sobre todo y con todo. No vaya a ser cosa que no tengamos cómo probar que aún no hemos muerto.
QuizĂĄs A veces, quisiĂŠramos estar en otro lugar y no en el que estamos. A veces, nuestras manos comienzan a temblar aunque no tengamos miedo. A veces, el amor nos roza como un aroma y se nos va como un destello. A veces, el alma se nos escapa en un beso y sin embargo se resiste a quedarse para siempre.
Â
A veces, la vida cierra sus ojos y se aletarga en el recuerdo de lo que preferirĂamos olvidar. QuizĂĄs, en este laberinto por el que intento intercambiar un gesto, una mano o un verso, se encuentren todas las respuestas, disfrazadas.
Realidad
La realidad es lo que imagino que soy. Lo que soy. Lo que tendría que ser. La realidad es lo que quiero oír. Lo que oigo. Lo que oiré. La realidad es siempre la misma aunque parezca que haya tres.
Ecos Intempestivos
Me reclaman a m铆 mismo la pasi贸n y la audacia, m谩s que la raz贸n y la certeza.
A la mitad
No podré contener un poco más el grito que me arrebatará la voz. No podré abreviar la distancia y mucho menos dejar de temblar ante esta incertidumbre, de no saber en qué momento estaré a la mitad, de mi vida.
Vuelve
La mano que se extiende es un eco que siempre vuelve a vos, como quien olvida si alguna vez se entreg贸 y repentinamente encuentra la imagen que buscaba.
A mi mismo
Algo que decir aunque nadie reclame que lo diga. Algo que escribir aunque nadie lea lo que escriba. En lo sucesivo todo será para nadie y que a nadie le importe más que a mí mismo.
Iguales
Ambos nos buscamos pero ninguno sabe al encontrarnos si el otro es lo que esperábamos. Ambos nos embriagamos en una cama, pero ninguno querrá quedarse hasta la mañana por si el amor brota desde una habitación iluminada. Ambos reconocemos en el gesto ausente que a éste corazón nuestro no le alcanzarán las razones por las cuales ya no habrá después.
Nos rozaremos el alma Nos rozaremos el alma desde la punta de los dedos, de una palma a otra palma con la urgente necesidad, de acallar en este desvelo la soledad que nos embarga. Evitaremos pronunciar una palabra y en todo caso, fingiremos que no la pronunciamos para que luego no tengamos que volver por una respuesta. Nos rozaremos el alma de un abrazo a otro abrazo con el miedo entre los labios para que la ternura se desborde aunque mutuamente nos estemos entregando, despedidas.
Necesidad
Necesidad intolerante precipitada. Que me arrebata, que me brota desde las sombras, de mis manos vacĂas de mis ojos opacos y te llama angustiada y te espera ansiosa, para que no atrases tu abrazo y ya no me hiera esta soledad tan obstinada. Y ya no me pierda en esta necesidad de necesitarte tan imprevistamente apresurado.
Día tras día Días en que me pierdo y no encuentro mi sueño. Días en que permanezco quieto y tengo mucho miedo. Días que vuelven del olvido y se meten a tientas por lo que miro. Días en que me despido de todos y hasta de mi mismo. Días de heridas leves y gestos en calma. Días de historias cortas y voces que callan. Días que me condenan desde lo que escribo. Días en que me parece imposible continuar vivo.
Rostro
Hay un rostro entre la multitud. Un rostro que no se definir. Sólo sé, que hoy debería estar aquí. Hay un rostro que me llama desde sus heridas. Heridas que no se cómo ni cuándo sólo yo podré sanar. Hay un rostro que nace y muere al mismo tiempo como si vivir fuera sólo un parpadeo dentro de los ojos del vacío.
Me pierdo
Me miro en el reflejo de una sombra en el espejo. Me miro en esta sombra que me extirpa el aliento y caigo moribundo sobre la mirada en el espejo, y me pierdo.
Delirio
Hay palabras que a falta de letras no llegarรกn a serlo. Hay pensamientos que no llegarรกn a ser a falta de alguien que los piense.
Una Razón
Aparté de mí todas las razones. No quise responder por todas mis excusas. Inauguré la duda frente al espejo y se me fue la vida, preñada de miedos y sin razones.
Signos
Bajo las estrellas hay signos inconclusos, imperfectos. Que nos acercan o nos alejan, pero que en definitiva forman parte de nosotros. QuizĂĄs, sean el Ăşnico vĂnculo que nos una, signos inconclusos de nuestra existencia Pero que al mismo tiempo nos permiten comunicarnos.
Ecos Fundantes
Lo Ăşnico que tengo como verdad es la mano que escribe e ignora lo que va dejando escrito.
La palabra
La palabra subyace quieta, oculta, solapada en la textura de una hoja que finge estar en blanco. La palabra convive eternamente, en este silencio simulado hasta que alguien oye que lo llaman, desde lejos, desde el centro impreciso de un texto que aĂşn, no ha sido escrito.
No lo hagas
Si acaso, en algĂşn intervalo de tiempo te sucede. No las retengas en la memoria ni las escribas. PodrĂan vaciar tu contenido. Si acaso, al salir a caminar te pierdes. No te preocupes en buscarte ni preguntes por tu ausencia. PodrĂan no regresar tu alma.
Herir a la palabra Herir a la palabra en la mano que la escribe para que ya sin apoyo ni sustento pueda expresarse por sĂ misma. Refugiar a la palabra en los ojos de quien nos mira, para que ya sin evasivas podamos quedarnos en el otro. Llamar a la palabra desde sus extremos, siendo para ella, solo un eco, y evitarnos el abismo de pronunciarla por completo. Abstraer de la palabra el concepto y leerla con el texto cerrado para ver si existe la llama que debiera quemarla por dentro.
1. ¿Si alguna vez la vertiente del lenguaje se secara, acaso ya no sería posible comunicarnos el alma?
Ocultos
Entre palabras y palabras, algo nos mantiene ocultos. Peque単os espacios, surcos de silencios inventados. Espacios imperceptibles que nos revelan siempre la esencia de nuestra verdadera naturaleza.
2. Encuentro en la palabra mi más temida desnudez. Aunque suela ser ella mi engaño más audaz.
Ecos Decisivos
No basta con darse cuenta, hay que tomar una decisiĂłn y la mĂĄs importante de mi vida, ha sido ĂŠsta.
1. Herir la realidad en lo profundo de sus máscaras. Herir las formas en lo endeble de sus líneas. Herir la mentira en la mitad de las palabras. Y dejar abierta la herida hasta que las máscaras se desangren en su propio reflejo. Hasta que las mentiras se desarraiguen de nosotros.
2. Desterrar del silencio la herida más cruel. La que nos ha quemado el alma, la que aún sangra. Desterrar de la memoria la sombra del recuerdo más atroz. La que nos quita la mirada, la que aún nos asusta. Desterrar del cuerpo la llaga más absurda. La que nos impide respirar, la que aún nos mata desde adentro. Pero si ya se nos hacen difíciles más intentos, habría que inaugurar una nueva visión, en la que la vida y la muerte no tuviesen referencias y la memoria no nos esperara más, y se volviese a su propio infierno.
3. El cansancio de los años se abalanzó sobre mí y la pluma que sostengo ya no se agita, en lo que va escribiendo. Me he quedado con este silencio abultado en sus recuerdos que a pasos lentos me cuenta las últimas horas de este pensamiento en el que a duras penas me sostengo. Hoy he despertado con la mitad de mi vida tendida sobre la cama, pero aún no estaba preparado para responder por lo que reclama. Y se recuesta nuevamente sobre un costado de la almohada al no encontrar en mí, lo que buscaba.
4. Acudir al grito de las manos y abrazarlas con el corazón desnudo, con la ternura avasallante de un enamorado, para que su clamor sea desterrado de vocablos y ya no sea posible herirnos. Acudir a los gestos de las manos con el propio gesto de las nuestras y comunicar el alma con su abismo para que ya no sea posible distanciarnos. Acudir al llamado de las manos y sujetarnos a ellas para que ya no sea posible continuar ignorándonos.
5. Â Â Embriagar el alma o desocupar del alma a nuestro cuerpo. Quedarnos en la sombra o hacer de la sombra nuestro propio fantasma, para confundir a la muerte y no encuentre en nosotros su morada.
6. Dudar, de tanta prolijidad en un texto y de sus errores simulados. Dudar, de las abreviaturas, de los acentos y de los signos mal ubicados. Dudar de los márgenes y de los renglones, incluso, de la hoja que aparece escrita, de lo que representa y de la persona que escribió. La verdad podría estar, en una caligrafía defectuosa y su arritmia al leerla.
7. Â Â Olvidar aquello que por recordarlo nos distancia. Olvidar aquello que por olvidarlo nos lastima. Olvidar aquello que por ser aquello no podamos olvidarlo. Olvidar como una excusa para continuar viviendo.
8. Acudí a mi propia muerte con una mordaza en la boca y con las manos atadas, pero aún así alcancé a pronunciar algunas palabras. Acudí con el cansancio de verme morir nuevamente y aunque la tierra ya estaba preparada supe con el primer puñado que esta vez, sería la última.
(1 de Julio 1999)
9. Estoy quitándome la piel y vendándome los ojos. Quitándome la piel para ser otro y vendándome los ojos para no ver la muerte del que fui. Estoy quitándome los ojos y vendándome la boca. Quitándome los ojos para no conservar viejas imágenes y vendándome la boca para no repartir maldiciones mientras continúo desmenuzándome. Estoy quitándome el corazón y vendándome el alma. Quitándome el corazón para darle la oportunidad de latir por sí solo, y vendándome el alma para que en el infierno no se consuma tan pronto.
10. Hay que herir a la memoria en su caprichoso olvido para que ningún gesto se agazape de nosotros y pretenda luego ser tan sólo una sospecha.
Libro Artesanal: TODO lo referido a la edición del libro en papel ha sido realizado por el propio autor. Las hojas han sido dobladas, una por una, a mano. Edición digital: El propio autor se ha encargado del diseño y la utilización de las herramientas aportadas por el sitio a través del cual fue posible esta edición.
J ua n Ca rlos Cá rde na s
OTROS TITULOS:
Cuando termines de leer este libro la pregunta no será, ¿dónde están los demonios?, la pregunta será: ¿Seré yo o vos, uno de ellos?... Aquí los demonios tienen un rostro descaradamente humano, pero no habla de ese costado humano que cualquiera podría ver, sino de ese costado donde se anidan nuestros propios prejuicios y hace que rechacemos a unos y aceptemos a otros. Cuentos para el asombro y con finales inesperados. No recomendado para antes de irte a dormir…
Este es uno de los primeros libros, junto con “Ecos” nacido en Junín de los Andes, año 2000. La idea es que el “prologuista” es un personaje que, a través de la memoria de los otros, nos cuenta una serie de historias. ¿Realidad o ficción?, no sería la pregunta… Después de leerlo harás un paralelo con la realidad y puede que todo lo leído, coincida con algún tipo de realidad… Con este libro bajo el brazo he recorrido toda la zona de los lagos, en Neuquén, la zona del Alto Valle, El Chocón, Las Coloradas, Viedma, Bahía Blanca y Mar del Plata. El cálculo de ventas de este libro ronda en los 1000 ejemplares.
Un libro visceral, sexual, donde el goce y el sufrimiento tienen la misma intensidad. Viedma, año 2004, un artista plástico me hizo el dibujo de la tapa. Prosa poética: “Cuerpos mudos, entregados o sometidos, heridos a la altura del pecho…”
Cuando ya no queden recuerdos. Cuando ya no quede memoria. Cuando ya no queden lugares, ni conocidos ni extraĂąos a los que uno pudiera sujetarse. Cuando nada ni nadie parezca detenernos. Cuando la ausencia de las manos estrangulen nuestros gritos. Cuando el amor ya no te llame ni nos convoque. Cuando Dios se pasee como un perro herido entre malos pensamientos. Cuando ya no queden, otras imitaciones posibles, siempre habrĂĄ una cerradura por la que alcanzaremos a espiar. Un par, de ojos abiertos.
“El Maldito” Una novela ambientada en la zona del Alto Valle, (General Roca, Allen, Neuquén) Cruda, realista en su máxima expresión, por momentos aterradora, voces que se entrecruzan, y hasta se odian a sí mismas. Un muchacho con odio… Un hombre buscando… Un niño con miedo… Todo quedará reducido a un juego destinado a perderse… Si creías estar preparado, para cuando llegues al final: HABRAS DESEADO NO JUGAR HABRAS DESEADO NO LEER. Oscar Dari, es la página en Facebook que el autor ha creado para que, a través de las publicaciones de su personaje principal, se puede seguir su lectura.
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