Sierra negra

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EXPERIENCIA

SIERRA NEGRA

Cicloalpinismo en la Luna

SIERRA NEGRA Tan visible y a la vez tan oculta. Nexo de unión entre los gigantes pirenaicos de Posets-Maladetas y los picos más modestos del valle de Benás y Cerler, la Sierra Negra es un oasis de pizarra y tierra volcánica en una atalaya privilegiada que ofrece una de las mejores vistas del valle. Y también ofrece el acceso, con mucho sudor, a un largo descenso de 1.200 metros en uno de los mejores singletracks de la zona. Texto y fotos: Marc Gasch

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Siluetas con bicis al hombro serán una constante que se repetirá en la ruta de forma intermitente. El agua, siempre presente en la parte baja de la ruta.

El viento frío nos corta la cara sentados en la cima del pico de Estibafreda, y las chaquetas de Gore-Tex van emergiendo de los mochilas de forma apresurada. A pesar de ser un día de sol radiante, el frío que nos lanza el cercano Aneto nos obliga a dar cuenta de nuestros últimos víveres de forma acelerada, antes de emprender el largo descenso de 1.200 metros por el que hemos ascendido hasta aquí cargando nuestras pesadas bicis. El sufrimiento ha terminado, sólo queda disfrutar del descenso final.

Usaremos todos los medios posibles para llegar a nuestro objetivo final: el descenso

La sierra negra El nombre de Sierra Negra llevaba retumbando en nuestras cabezas desde que en verano su accesibilidad se había visto incrementada con la construcción de una nueva pista forestal que permitía acceder a esta zona del Pirineo aragonés desde la Cabana de Ardonés, en la zona de Ampriu de Cerler. Estamos otra vez ante la clásica dicotomía entre acceso

al medio natural y destrucción del entorno, agravada por el hecho de que la pista se había creado con fines de reforestación; una reforestación que parece no tener mucho sentido si apreciamos que la línea de vegetación queda por debajo de la zona de trabajo, y que el suelo y sus características volcánicas no parecen las más adecuadas para

el crecimiento de grandes abetos. Tampoco somos expertos en el tema, así que daremos el beneficio de la duda y esperaremos unas décadas para ver el resultado... Este bello paraje, enclaustrado entre algunos de los picos de 3.000 metros más altos del Parque Posets-Maladeta, y la zona alta de la estación de Cerler, ha sido siempre una zona poco visitada. Desgraciadamente, mucha gente viene al valle de Benasque a hacer picos y coleccionar tresmiles, y pocos a pasear o descubrir nuevos rincones inexplorados.

Zona de pastoreo y actividad ganadera desde hace décadas, los vestigios de antiguas cabañas nos recuerdan la dureza de la vida en otros tiempos en estos valles, y especialmente aquí, en la Sierra Negra, donde su descarnada orografía nos trae a la mente imágenes de terrenos y paisajes que ya hemos vivido en otras zonas como Islandia o incluso en el Himalaya, con su variedad de tonos amarillentos y verdes esparciéndose entre el árido suelo, luchando por crecer hacia el sol. El contraste del negro suelo con los colores de las pocas plantas y líquenes que allí se atreven a habitar forma un bonito espectáculo cromático. Y es que su nombre se debe a la curiosa formación del terreno, una mezcla ruda de pizarra y materiales de aspecto volcánico, lajas cortantes y arena blanda, no siempre el mejor terreno para andar en bicicleta, pero sí para soñar ser un intrépido explorador que pisa nuevos planetas y territorios... Transitar por la Sierra Negra es un anhelado paréntesis al clásico paisaje de abetos y granito al que nos tiene acostumbrado nuestro Pirineo, y también un chorro de aire fresco en nuestras exploraciones a dos ruedas. Todo ello nos recuerda que no hace falta coger aviones y viajar durante días para vivir experiencias y rutas excitantes. La aventura y la exploración están normalmente mucho más cerca de lo que pensamos... es cuestión de actitud.

Unas últimas cervezas en el Hot Chili Grill ayudan a ultimar los detalles de la ruta, que comienza en Vallibierna a primera hora de la mañana.

Circular integral Una vez atravesamos la Palanca de Riberetes, al finalizar el largo ascenso de la pista de Vallibierna, ya se intuye en lo alto, majestuoso, un nuevo mundo de tonalidades marrones y negras, que parece inalcanzable con nuestras mountain bikes desde esta posición. Pero tras haber dejado la comodidad de la ancha pista ciclable en el refugio de pescadores, el cruce del barranco de Estibafreda supone la entrada a un nuevo mundo. En breve se acaban nuestras pedaladas y comienzan los porteos de bicis al hombro. Primero esporádicamente, y pronto ya de forma casi continua, ganando elevación paulatinamente con mucho sufrimiento y sudor. Nuestras resistentes y reforzadas bicis de enduro se convierten ahora en enemigas, una carga pesada, pero parte del peaje a pagar por acceder a la Sierra Negra, y al tesoro que oculta desde lo más alto de su atalaya privilegiada.

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El primer ascenso por una pista ancha y cómoda no hace prever lo que se aproxima. Puro Pirineo La ruta asciende hasta los casi 2.700 metros de altura del pico de Estibafreda, después de pasar por el balcón natural que es la Tuca de Roques Trencades, y que nos ofrece un panorama brutal de 360 grados del Posets, Aneto, valle de Castanesa y la zona de Cerler. Desde aquí la vista se pierde y se regocija en todas las variedades cromáticas: el brillante granito y el blanco hielo del Aneto, de Coronas y de las Maladetas; los verdes pastos del valle de Castanesa y los frondosos

bosques del fondo del valle de Benás. Pero nuestros pies siguen hundidos en la negra pizarra, y la ascensión se hace dura. Las quejas de nuestros cuerpos después de más de 4 horas pedaleando y 2 horas porteando bicis de 15 kg comienzan a ser frecuentes. Beber, comer, descansar y volver a levantar la bici para caminar. Resbalar. Volver a comenzar. No hay prisa, pero tampoco puede haber pausa. Las nubes de evolución diurna comienzan a aparecer amenazadoras en el horizonte desde Castanesa, atraídas por el gran Aneto

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El camino se hace inexistente y sólo nuestro instinto (y el GPS) nos guía en un mar de piedras. La naturaleza nos recibe dura y generosa a la vez. La recompensa tiene esta vez forma de largo descenso.

Opinión

¿Cicloalpinismo es ciclismo? y sus compañeros, y hacen poner un punto de velocidad a la expedición, ya ansiosa por recibir la recompensa del descenso.

Cicloalpinismo pirenaico Después de haber explorado todas las combinaciones posibles para cargar la bici encima nuestro, los dos hombros están resentidos por igual, los lumbares se comprimen por el peso del material y, mientras subes, vas jugando a ser ingeniero, diseñando mentalmente una bicicleta de enduro pensada para ser

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Los gigantes del Parque PosetsMaladeta supervisan nuestra ascensión sin quitarnos ojo porteada en rutas de cicloalpinismo. El tiempo así pasa más rápido y la cima parece más cercana allí a lo lejos. ¿O quizás esa cima no es la última, sino la

otra que se ve al fondo? Mejor no indagar, bajar la cabeza y seguir caminando. De todas formas sólo hay una opción, seguir adelante. EL GPS nos ayuda con su track digital en este terreno sin marcas de camino ni hitos que ayuden a no perderse. Nuestra experiencia en la montaña, y los años de leer el terreno, ya nos hacen intuir por dónde va a ser la ascensión a lo más alto de la zona, buscando las laderas más suaves y cómodas, aunque a veces suponga un kilometraje extra en forma de zigzags que nos dan un cierto respiro.

LA RECOMPENSA De repente todo ese camino que parecía tan largo hace unas horas se acelera en el tiempo, y cuando te quieres dar cuenta, ves enfrente de ti a tus compañeros de ruta abrazándose efusivamente. Ése es el momento en que te das cuenta de que por fin has llegado a la cima final. Suenan las palmadas y se empieza a vislumbrar un cambio de actitud. Las caras de cansancio dan lugar a sonrisas y carcajadas, y los cuerpos se apresuran a abrigarse y comer después del esfuerzo. El sudor se enfría,

Después de haber realizado muchas salidas de lo que ahora se ha venido a llamar cicloalpinismo (aunque muchos de nosotros lo hemos hecho toda la vida sin ponerle nombre), siempre surge la duda sobre la validez de esta modalidad de montañismo. Algunos lo consideran un hijo bastardo del mountain bike que no debería haber nacido, ya que las bicis están hechas para pedalear y no para ser porteadas incómodamente en la espalda durante horas. Para otros, es una forma estúpida de subir a la montaña innecesariamente cargado, cuando puedes subir corriendo o caminando, con una pequeña mochila y una botella de agua.

Para nosotros, este tipo de salidas suponen un paso más en nuestra inmersión en la montaña y que sobrepasa o elude cualquier tipo de definición al uso. Llámalo como quieras, simplemente se trata de disfrutar con la bici, sufriendo unas veces, riendo otras. Al fin y al cabo lo que nos gusta a todos los ciclistas es una buena bajada esperándote al final de una dura subida. Y si para eso hay que caminar un poco, pues se camina. Y si lo que hay que caminar es mucho, pues también. Desde luego, el cicloalpinismo no es para comodones ni débiles. Esto es alta montaña y se sufre, pero la recompensa final es proporcional y los recuerdos mucho mas duraderos.

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claves del  cicloalpinismo

CICLO: El primer gran dilema: ¿una bici

más ligera para poder portearla más cómodamente, o una más gorda para poder descender con autoridad desde la cima de montañas remotas? Todas las opciones son válidas, cada una con sus ventajas e inconvenientes... pero las bajadas en estas zonas suelen ser pedregosas, técnicas y duras para el material.

La subida nos hace esforzarnos y disfrutamos en ese sufrimiento, esperando ansiosos el descenso

ALPINISMO: El objetivo último de

todo mountainbiker que se precie debe ser la búsqueda de los mejores singletracks y senderos ocultos. No se trata de caminar por caminar. El cicloalpinismo propone sacrificar en parte la ciclabilidad de la ruta, caminando y porteando tu bici, a veces durante horas, a cambio del acceso a esos senderos vírgenes del paso de ruedas gordas. TERRENO: Los Pirineos, Alpes, Andes,

Himalaya, y en general todas las grandes cordilleras montañosas, son el mejor campo de juego para esta modalidad, por sus grandes desniveles y por la multitud de caminos tradicionales que llegan hasta emplazamientos de carácter alpino con acceso a multitud de senderos vírgenes. EQUIPO: Mochilas de un mínimo de 20

litros, zapatillas con taco y cómodas para caminar durante horas, Gore-Tex permanente en la mochila, rodilleras para el descenso, herramientas y recambios para ser autosuficiente en caso de avería, un pequeño botiquín, un buen GPS y conocimientos de cómo usarlo, un buen mapa de la zona en papel, etc. Recuerda, esto es alta montaña, no el bike park de tu estación de esquí en agosto. ACTITUD: Lo más importante. El

las manos se congelan y empiezan los nervios para iniciar el descenso de 1.200 metros non stop que nos llevaría de vuelta a los coches. Rodilleras, cascos apretados, amortiguadores abiertos, cámara lista y en marcha, el descenso se inicia aún en pleno terreno de la Sierra Negra, con lajas difíciles de negociar, grandes campos de piedras y terreno volcánico que nos hacen soñar con ser Wade Simmons en la época dorada del freeride, derrapando nuestros

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neumáticos al estilo de los mejores esquiadores de nievo polvo y dejándonos llevar por la gravedad. Como niños en un skatepark, nuestras pesadas bicis, parecen ahora bicis de BMX en un terreno lleno de olas, curvas, peraltes y wallrides de pizarra y actividad volcánica. Pero por muy divertido que sea este terreno, nuestro cerebro sólo tiene un objetivo final: singletrack, singletrack, singletrack. Los estrechos senderos revirados que

cicloalpinismo mezcla mountain bike y alpinismo, o sea que te tienen que gustar las dos modalidades para disfrutarlo. A una ruta de éstas no se puede ir a medias. Se necesita dedicación y capacidad de sufrimiento para aguantar (y disfrutar) las largas jornadas y las dificultades que normalmente se suelen presentar. El premio suele ser más que jugoso en la mayoría de los casos.

surcan el bosque son en realidad nuestro terreno favorito y donde nuestras bicis se encuentran mas a gusto. Después de descender las últimas y empinadas palas conectamos enseguida con la línea de árboles, y nuestros ojos reciben los tonos verdes con especial apreciación, después de seis horas marchando por terreno lunar. El estrecho sendero, con apenas espacio para nuestras ruedas de 2,35,

comienza a surcar el bosque, sembrado a estas alturas del año de Amanitas y Rovellons, y de los últimos resquicios de hierba verde aguardando la llegada de las primeras nieves otoñales en el Pirineo. El terreno se pone cada vez más vertical, los frenos se calientan y emiten chillidos de queja, los músculos de los antebrazos empiezan a quemar, nuestra boca se llena de polvo y las sonrisas se hacen cada vez más grandes...

Gracias a la gente de Jabalí Enduro Crew, que planearon esta épica salida que quedará en nuestras retinas para siempre. (Y esperamos que también en las vuestras): www. jabalienduro.com.

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