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SIERRA DE GUARA
EL LEGADO DEL ÉXODO RURAL Olvidada, y a veces menospreciada, la sierra de Guara ha sido, durante años, un alto en el camino hacia los terrenos más verticales del alto Pirineo. Tildada con desprecio injustificado de prepirenaica, actualmente vive un renacimiento espectacular gracias a sus terrenos cársticos, con los mejores cañones de Europa, buen clima y, para nosotros, increíbles singletracks ciclables todo el año que los locales conocen desde hace muchos años. Texto y fotos: Marc Gasch
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El Parque Natural de la Sierra y los Cañones de Guara, situado en la provincia de Huesca, es un enclave predominantemente cárstico, proclive a la formación de cañones, simas, mallos, grutas, dolinas y barrancos por su terreno calcáreo, que los numerosos ríos y el agua han erosionado durante miles de años. Todo este proceso ha dado lugar a magníficas formaciones, que se presentan como una rareza inusual en esta zona del Somontano prepirenaico, y que la han convertido en una de las capitales europeas para la práctica del descenso de barrancos. Creado en los años 90 como figura de protección de toda la fauna y flora que ahí se desarrolla, el parque abarca las comarcas aragonesas del Alto Gállego, Hoya de Huesca,
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La erosión natural a lo largo de centenares de años ha creado un terreno perfecto para nuestras ruedas Sobrarbe y Somontano de Barbastro, con su característico clima híbrido, una mezcla entre atlántico y mediterráneo, fruto de su emplazamiento a los pies del Pirineo y su proximidad con el valle del Ebro. Además de sus actividades acuáticas, en los últimos años se ha revelado también como un terreno
idóneo para la práctica del mountain bike, ya sea entre sus bosques mediterráneos de encinas y pinos, como en su vertiente norte y sus bosques caducifolios de mágicas hayas sacadas de los mejores cuentos de fantasía. Un terreno dominado por el Tozal de Guara (2.077 metros), que se erige en vigía del parque, que vive ahora en pleno apogeo cultural, social y económico después de un éxodo rural que diezmó los pueblos de la zona ante la falta de oportunidades, especialmente en los años 50 y 60, y dejó pueblos abandonados, algunos de ellos aún en estado de ruina (Nasare, Cheto, etc.). Otros fueron recuperados, y devuelta completamente su grandeza arquitectónica románica y gótica, ayudados
por una gran afluencia de turismo francés en las décadas anteriores y la llegada de los primeros espeleólogos y barranquistas galos en la época de los años 60 y 70.
Alquézar, punto de partida Siguiendo la invitación de los locales de la zona y de Huesca, la Jabalí Enduro Crew iba a ser esta vez invitada de lujo en la sierra de Guara, así que, tras coordinaciones logísticas varias, se optó por la opción camper al abrigo de la villa de Alquézar, que nos recibe imponente con su colegiata en lo más alto, divisada desde el mirador donde íbamos a poder pasar la noche. Una noche fresca y estrellada, y en la que Eolo ya daba sus primeros signos de
Grandes balcones naturales nos esperan durante toda la ruta para poder asomarnos a este paraíso abrupto. El terreno es rocoso y técnico, pero hay rutas para todos los niveles eligiendo con cuidado. Vestigios de un pasado rural nos saludan por el camino. SoloBici ENERO
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SIERRA DE GUARA Aunque sopla presencia. Antes, visita obligada al precioso el viento, la pueblo, calles mágicas y edificaciones perfectamente restauradas, que dejan con temperatura es la boca abierta a multitud de turistas, la mayoría de ellos franceses, que nos vamos perfecta y las horas encontrando durante el paseo. Y es que, como decíamos, los franceses han tenido pasan rápidas un papel determinante en la recuperación de la zona, no sólo por su afición a la espeleología y a los barrancos, sino de una forma más estable, asentándose e invirtiendo algunos de ellos en la zona, y poniéndola en el mapa mundial de la especialidad. En la plaza tenemos dificultad para escoger restaurante, todos apetecibles y acogedores, con cartas tentadoras. Pito, pito colorito y al primer establecimiento con buena pinta que tenemos delante. Gran ensalada, algo de carbohidratos y directos a hacer un
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poco de vida tipo California, que tanto nos gusta: un té en la furgoneta, algún vídeo de bicis en el iPad, para ir aclimatando al cuerpo, y últimos ajustes en las monturas, que hoy dormirán al raso. Saco de dormir, linterna, pis y buenas noches. Con las primeras luces de la mañana, los cuerpos se resisten a abandonar el calor del saco de plumas, y el viento, sin ser violento, se deja notar, por lo que añadimos
un chaleco a la ropa prevista para hoy. Nutella, té (Earl Grey, por supuesto), galletas, plátano y a prepararse, que los de Huesca van ya llegando uno a uno. Se suceden las presentaciones entre los nuevos, los abrazos entre los conocidos y los nervios y las ganas de rodar se van apoderando del grupo. En marcha.
Día de caza Nada más salir, primer susto: hoy se celebra una batida de jabalíes, así que el grupo está en peligro. Los locales nos aseguran que no hay peligro y vemos que se trata de una batida de jabalíes de verdad, de los de 4 patas, como lo demuestra el primer cadáver que encontramos tirado encima de un remolque, sin vida. Vemos multitud de puntos naranjas, cazadores inmóviles,
escopeta en mano, haciendo ver que disfrutan de la naturaleza. Esperando a que pase un bello e imponente animal por delante suyo para abatirlo. Después lo celebran subiendo con sus 4x4 a una caseta donde beberán y fumarán hasta altas horas de la madrugada. El ser humano es muy extraño... Nosotros preferimos disfrutar de la naturaleza y protegerla, así que intentando causar la mínima irrupción posible, y disfrutando de la visión de gigantescos buitres leonados que remontan las corrientes térmicas, igualmente remontamos nosotros las primeras y duras rampas de la sierra de Sevil, por una pista ancha que nos lleva a un primer mirador, donde los novatos de la zona podemos disfrutar de la increíble vista de un cañón como el de Balced, esculpido por miles de años de erosión continua. Una obra de arte. De las de verdad, no las de galería. Como agradecido por nuestra parada y contemplación, el cañón de Balced nos da paso inmediatamente a una preciosa y rápida pista estrecha y técnica tipo singletrack, que desciende por un bosque tupido y oscuro hasta Santa María de la Nuez, donde reagrupamos. Historietas sobre el descenso, sobre las múltiples casicaídas y sobre la excepcionalidad de que en noviembre estemos aún haciendo una ruta de estas características con tan poca ropa. Desde aquí hay que compensar tanto descenso y disfrute con un poco de pedaleo y sufrimiento, así que seguimos la ruta hasta
PUNTOS DE VISITA OBLIGADA
ALQUÉZAR: Precioso pueblo que
sirve de núcleo aglutinador de la sierra de Guara, y que justifica una visita, aunque sea sin bicicletas de por medio. Una colegiata que da la bienvenida dominando el horizonte y callejuelas donde perderse con sabor medieval, con restauraciones bastante respetuosas con la arquitectura original. CAÑÓN DEL VERO-PUENTE DE VILLACANTAL: Accesible con un
descenso (que luego se convertirá en ascenso...) desde el mismo núcleo de Alquézar, el puente de Villacantal, del siglo XVI, se emplaza en un estrechamiento del cañón del Vero, que recibe al visitante con unas espectaculares formaciones rocosas y un agua cristalina, que bien valen un baño. ENCINA MILENARIA DE LECINA:
La arquitectura de los pueblos de la zona se camufla con el entorno, y la coordinación de colores es perfecta. Roca y vegetación son las dos claves que definen el paisaje de la sierra de Guara, con simas y acantilados con mucha historia y gigantes arbóreos de edades milenarias.
Impresionante ser vivo con más de 1.000 años de vida, este Quercus Ilex, característico de la zona de influencia mediterránea, es un gigante con casi 20 metros de altura y un diámetro medio de 30 metros. Los habitantes de la zona la llaman la castañera porque sus bellotas tienen el tamaño de castañas...
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El detalle
“TRES VIAJES EN UNO”
Betorz, donde hacemos una primera parada para recuperar fuerzas y carbohidratos. A pesar de ser muchos, el grupo va fuerte y compacto, como una unidad, sus miembros muy bien coordinados, y sin flancos débiles. Buenas monturas se gastan en el batallón, Bronsons, Yetis, Mojos, Intenses y muchos otros son sus nombres que nos permiten disfrutar de este duro terreno.
Descenso a los infiernos De aquí, un descenso rápido y con mucho flow nos lleva hasta Almazorre, y toca de nuevo remontar hasta Lecina, donde hacemos un poco de turismo (no sólo de enduro vive el hombre) y visitamos la impresionante encina milenaria que allí crece, posiblemente desde mucho antes de que los hombres se asentaran en la zona. Otra obra de arte de la naturaleza. Poco a poco nos vamos acercando a
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Como siempre, los descensos con mucho singletrack y flow son nuestro objetivo, y Guara nos los ofrece gustosa los cañones más espectaculares de la zona, a los que teníamos la intención de descender con nuestras bicis, esperando encontrarlos secos y poder ciclar entre paredes interminables de roca calcárea. Estrechos senderos al borde del abismo, paredes de centenares de metros de caída y nosotros de momento en la parte superior, encomendándonos a unos centímetros de goma fabricada en Taiwán, deseando haber comprado la versión Supertacky e intentando no errar la trazada, de consecuencias, por
decirlo de alguna manera, muy feas. Algunos tramos de porteo también van llegando, aunque no muy largos, que nos sirven para no perder la práctica en dejarnos los hombros y lumbares para futuras rutas cicloalpinistas. En Guara, el terreno es casi siempre ciclable, excepto tramos concretos, e incluso muchas veces no requiere de bicis de mucho recorrido, hay tramos y rutas de todos los niveles, es cuestión de elegir bien.
Nuestro Moab particular Después de remontar hasta el Alto de San Caprasio, y de reparar alguna que otra avería sin importancia, llegamos a una de las sorpresas del día, el cañón de Lumos, una zona de preciosas laderas calcáreas, al estilo de Moab o Sedona, pero con un terreno árido, resbaladizo y peligroso, que requiere de toda nuestra atención. Grandes escalones ponen un punto extra de dificultad
a un tramo ya de por sí adrenalítico, y después de una breve pausa para reposar las hormonas transpiradas, nos adentramos en rocoso descenso hasta lo más profundo del famoso barranco del Vero, atravesando paredes enormes, de luminosidad escasa y vegetación incrustada, que lucha por surgir de la roca y buscar la luz del sol, esperando el regreso de la temporada de agua. Desde el puente de Villacantal ya se adivina, a lo lejos, la bella silueta de la colegiata de Alquezar, punto de partida y llegada de nuestra ruta, pero nuestra bajada anterior se paga cara: nos espera un largo porteo de bicis, sin pausa ni descanso, hasta remontar a pie todo el desnivel que habíamos perdido antes en el Lumos. Aceptamos el castigo con gratitud, ya que el placer que nos había proporcionado el descenso anterior compensa todos los sufrimientos que el terreno quiera imponernos ahora.
Echamos la vista atrás una última vez antes de adentrarnos en Alquezar y vemos los últimos rayos de sol golpeando simultáneamente las paredes del barranco, y las paredes de la Colegiata de Alquézar, de donde partimos 9 horas antes. 9 horas de disfrute, alternancia de paisajes, amigos y buen tiempo. Desde luego, la sierra de Guara queda apuntada en nuestra lista de pendientes para una nueva ruta en cuanto la época de caza de jabalíes termine...
La peculiaridad de la sierra de Guara, tanto en el aspecto orográfico como de clima, se debe a su posicionamiento intermedio entre el Ebro y el Pirineo, lo que le hace recibir influencia de los dos climas, y podríamos decir que recibe lo mejor de cada uno. Aunque es evidentemente un enclave frío en invierno, el clima es mucho mejor que en sus vecinos pirenaicos, y su terreno es ciclable prácticamente todo el año. En verano la abundancia de agua hace las rutas más llevaderas, y un bañito fresco es una poza de agua cristalina antes de acabar la ruta no tiene precio. En invierno, la nieve aparece pero no suele quedarse mucho tiempo, por lo que se puede pedalear con un poco de ropa extra sin problemas. La variedad de terrenos fue lo que más nos sorprendió, al pasar de unas aristas escarpadas a bosques oscuros de pinos en cuestión de minutos, para seguir ciclando por un precioso bosque caducifolio que explosionaba en pleno otoño. Por último, rodar por las formaciones del interior de los cañones es una nueva experiencia para mucha gente y algo que justifica el viaje en sí mismo.
Anfitriones Como ya comentábamos, aunque esta ruta es Jabali Enduro Crew Approved, en esta ocasión los jabalíes (Diego, Manu, David, Luis, Roberto y Marc) estuvimos guiados por los locales de la zona: Rafa, Quiri, Bego, Lola, Marco, José, Oriol y Jesús, entre otros, que se ocuparon de mostrarnos su terreno. Gracias por enseñarnos vuestro tesoro. SoloBici ENERO
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