Este fascículo trata de la dramática situación que atraviesa Piero Jilguero, Arón Gorrión y Andrés ciprés que vivían en un parque que repentinamente las aves tuvieron que fugar en busca de un lugar donde habitar en paz; pero el ciprés tuvo que quedarse plantado, dejando su suerte en manos del destino. Las dos aves fugaron uno para la sierra y otro para la selva; pero se dieron cuenta que en todos lugar se estaba viviendo la misma situación de peligro de extinción. Después de una incómoda travesía, tuvieron que regresar al mismo lugar porque nunca dejaron de pensar en su amigo Andrés Ciprés que lo encontraron en el mismo lugar.