Pasión — Biografía de Karla Dardón

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Fotografía, edición y diseño Sharon Lapola Francisco Martínez Mario De Paz


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Deberíamos considerar perdidos los días en que no hemos bailado al menos una vez. Friedrich Nietzsche





El ballet para mi es mi vida, está intrínseco a mi persona, es como los latidos de mi corazón, el pulso de mi sangre, yo vivo ballet desde que desayuno hasta que me acuesto y así ha sido durante más Karla Dardon de 30 años.




A veces veo atrás y veo todo lo que he hecho y me asusto. Me pongo a pensar, pareciera que acabo de estar como las jovencitas que recién comienzan su carrera pero ahora soy de las que ya está por irse. Es increible como pasa el tiempo de rápido a veces, si uno no aprovecha cada instante que tiene la oportunidad de estar en el escenario y bailar, si uno pierde el tiempo en tonterías y deja pasar esas oportunidades después uno sufre y que triste pasar la vida aquí y ver que no has hecho nada, debe ser frustrante pero yo puedo decir que estoy satisfecha y feliz con mi carrera, sobretodo que hice mucho y a veces pienso que hice más de lo que me imaginé.


Sus inicios Mis papás eran obreros, gente muy sencilla; vivíamos en la zona 3, barrio el gallito. Estudié en la Casa Central toda mi vida, desde primero primaria hasta que me gradué. Vine a parar a la escuela de danza a los 8 años porque mi vecina, que en ese momento era una de mis mejores amigas, ella sabía de ballet. Yo no sabía que existía el ballet, no tenía ni noción. Pero a dónde iba ella iba yo. A dónde va Vicente va la gente, entonces yo le rogué a mis papás. Vinimos, nos hicieron el exámen de admisión y ganamos.


El primer año estuvimos juntas. Mi maestra era Sonia Villalta, una de las primeras del Ballet Guatemala, lo irónico de la vida es que mi vecina, era la que estaba más Ilusionada del Ballet y en el segundo año se fue. Yo que no tenía ni idea de que existía el ballet ni sabía que era aquí me quedé. Comencé a encontrarle un poco de gusto y así fue creciendo el amor y las ganas de bailar, gracias a Dios yo tenía buenas condiciones para eso, me quedé aquí y ya no salí. Estudié 9 años en la escuela de danza, entre mis maestros estuvieron Sonia Villalta, Sonia Juárez que actualmente sigue dando clases, Gladis García, Ana María Moncrief, algunas veces recibí clases con Antonio Crespo y con Hipólito Chang.


Las clases teóricas me las daba el maestro Roberto Castañeda, que él nos daba historia de la danza y él es de los fundadores del Ballet Guatemala, o sea de la primera generación que estuvo; él falleció el año pasado, el mes de agosto. Pasamos todas, las que éramos grupos avanzados de quinto, los tres grupos quinto, sexto y séptimo estábamos con el maestro Manuel Ocampo. Entonces, desde ese momento comenzamos a trabajar con él. Ya estando con él comenzamos a participar en las temporadas que antes tenía la escuela que eran domingos familiares, en la mañana eran programas para niños y en la tarde eran programas más serios. Con él estuve tres años y me gradué en octubre de 1986.


En ese mismo año en el mes de junio, hubo audiciones. Nos metimos todas las que estábamos por graduarnos, fue una audición un poco extraña porque aquella vez el jurado calificador era sólo un maestro extranjero. Yo me metí para ver que era un audición porque no tenía ni idea. Al final salí ganadora, nunca lo imaginé, yo me metí porque quería probar, pero fui una de las escogidas. Afortunadamente ese mismo año yo cumplía 18 años, entonces ni bien me gradué de la escuela yo comencé a hacer clase al Ballet Guatemala porque yo ya había ganado. Y ese noviembre tomé posesión de mi plaza, ya como bailarina integrante del ballet Guatemala, cuerpo de baile y aquí me quedé. Este año el 6 de noviembre cumplo 31 años de estar acá, en este momento soy la que más años tiene de estar en la compañía y que aún baila.



Todo este tiempo, he visto pasar a muchas personas. Tuve el gusto, al principio de mi carrera de bailar con Carlos Marroquín, Gladis García, bailé con personas que fueron mis maestros. Me dio clases estando acá la maestra Crista Mertins, a quien le tengo mucho cariño y gratitud, ella nos ha enseñado muchas cosas, bailé junto con Amalí Selva y Eddy Vielman, que después fueron directores del Ballet. He visto pasar también maestros extranjeros, con los que hemos hecho clases, Brydon Paige quien era canadiense que en su momento fue uno de los mejores coreógrafos internacionalmente, él es el coreógrafo de Carmina Burana, que es una de nuestras mejores obras, que él la hizo especialmente para el Ballet Guatemala. Nosotros en eso tenemos una joya de coreografía, porque es de el Ballet Guatemala.


Hice clase con maestras cubanas. La maestra Amalí Selva fue primera bailarina del Ballet y luego subió a ser directora, ella hizo todo un esfuerzo y trajo a los bailarines de la Ópera de París. No eran primeros bailarines pero eran bailarines extranjeros, con ellos bailamos como 4 temporadas, la primera vez vinieron Eve y Nicolas, luego Eve volvió con Jean Sebastien Colau y luego Lise Marie Jourdain con Sebastien dos veces. Bailamos el lago de los cisnes, Giselle, Romeo y Julieta y Bayadera con ellos y algunos bailarines rusos.


Para eso Amalí trajo a una primera bailarina del Bolshói. Anna, ella era una bailarina internacional de renombre. Ganó competencias de ballet a nivel internacional en sus mejores años y todas esas experiencias fueron gratificantes y el poder estar al lado de figuras tan importantes a nivel internacional y que están en otro estatus y otra realidad de la danza porque nosotros estamos todavía comenzando a dar primeros pasos a pesar de que es una compañía que ya el otro año cumple 70 años, pero el poder codearnos con esos bailarines tan a otro nivel es algo que nos enriquece y de lo que podemos aprender mucho.



Entre el 92 o 94 ascendí a bailarina solista y en esa escala me quedé. Todas cuando ingresamos al ballet la ilusión es ser primeras bailarinas pero para llegar a ser primera bailarina se necesitan tener muchas cualidades. No todas podemos llegar a ese nivel pero yo estoy feliz porque llegué a ser bailarina solista, bailé hasta decir ya no. He bailado demasiados ballets, porque en los 90’s tomó la compañía el maestro Carlos Marroquín y cuando él subió a la dirección se retomó la temporada oficial que es donde se ponen ballets completos y el cascanueces, yo estoy desde el primer cascanueces, antes el Ballet Guatemala presentaban cascanueces pero no era una temporada como la que tenemos ahora que es ya una tradición y la temporada oficial que es lo que nos motiva más porque es donde se presentan ballets completos.


Trabajé junto con Jennifer Pérez, Amalí Selva y Sandra Mazariegos, en la comisión que trabajó para que el congreso nombrara al Ballet de Guatemala, patrimonio cultural de la nación. Para que nadie pudiera tocar la institución, no a los bailarines sino a la institución y que estuviera protegida para que todas las nuevas generaciones tuvieran un lugar donde venir a desarrollarse y desenvolver como bailarines profesionales.




El apoyo de su familia El apoyo fue incondicional. Mis papás eran bien sencillos, mi mamá vendía comida en la casa, los domingos vendía comida típica, igual si le pedían para una boda mi mamá iba a cocinar. Mi papá era mecánico, y para ellos fue bastante difícil mantenerme acá porque las zapatillas no son muy baratas, entonces me tenían que mantener el colegio y mantener el ballet, fue un desafío para ellos pero sí me apoyaron porque me mantuvieron los dos estudios hasta que me gradué de las dos cosas. El mismo año que me gradué de maestra de primaria me gradué de acá entonces fue difícil.


Sus hijos Los primeros meses de embarazo los doctores le dicen a uno que no tiene que saltar porque es peligroso, entonces los primeros meses hay que evitar cualquier riesgo y exponerse uno o exponer al bebé. Hay cosas que el estómago, al menos a mí, hacía que se me dificultaran, pero seguía con las clases lo cual ayudaba a la hora de tener el bebé por el ejercicio. Eso servía como de estímulo para mis hijos, creo que eso los hace bastante activos, me doy cuenta con los hijos de mis demás compañeras, todos nuestros hijos son un poco hiperactivos, porque uno los estimula mucho auditivamente al llegarles el sonido de la música de piano y nuestros movimientos al bailar. Al principio fue bastante sacrificado para ellos, porque hasta cierto punto uno los deja de lado a veces porque esto requiere mucho tiempo, mucho esfuerzo, mucho sacrificio físico y emocional. Entonces vida social no hay mucha, a veces había cosas y yo no podía ir porque tenía función. Mis hijos se fueron como acostumbrando y se volvieron fans del ballet, les gusta ir a las presentaciones; aunque ninguno de ellos hasta el momento, quiso dedicarse a bailar.


¿Qué marcó su carrera? Desde el momento en que uno se sube al escenario eso te marca y yo tuve la oportunidad de tener el contacto con el público desde la escuela de danza porque teníamos temporada, desde allí dije esto es lo que me gusta. Requiere mucho esfuerzo llegar hasta ese momento de estar en el escenario porque muchos ensayos, salen ampollas en los dedos de los pies por las zapatillas de punta, dolores del cuerpo pero ese momento de estar en el escenario enfrentándose al público yo no lo cambio por nada. Es tan gratificante cuando uno sale a saludar y te aplauden creo que es la recompensa más grande. Ese contacto con el público es lo que me hizo no dejar esto, es lo que hizo que dijera yo quiero ser bailarina. Y que se dio el que recién me gradué del colegio no tuve que buscar otro trabajo antes, todo fue encajando y se me dio la oportunidad de seguir acá de una vez sin tener que ir a probar suerte a otro lado, dando clases en un colegio o escuela. Yo creo que eso de lo rápido que se me dio la oportunidad de venir al Ballet me marcó a pensar que esto era lo que me correspondía hacer, y lo que yo quería hacer.





¿Cual es la motivación para seguir bailando? Si se dan cuenta, yo ya estoy terminando mi carrera, ya normalmente a mi edad y con los años de experiencia que tengo en todos los países donde hay compañías grandes de ballet, ya a mi edad ya no bailan, ya son maestras, tomadoras de ensayo, hay gente que se especializa en vestuario o son directores de su compañía o alguna otra academia. Aquí tenemos la suerte de que como son plazas y no contratos, puedo seguir bailando pero mi expectativa ya no es tan a largo plazo, yo ya pienso en ir soltando poco a poco, de hecho lo he ido haciendo. Y entre un año o dos años y definitivamente voy a dejar de bailar.


¿Qué es lo que más le apasiona de bailar? El momento en que ves tanto esfuerzo de las clases y tanto ensayo es cuando uno llega al escenario. Es el momento culminante de todo, ese momento es como la graduación de todo eso que uno ha hecho durante meses. Es lo más satisfactorio y aunque todos los roles en ballet son importantes; el cuerpo de baile es difícil porque todas debemos movernos como si fuéramos uno, es un trabajo a veces hasta más difícil que cuando uno baila solo pero cuando te dan un solo o un principal es el momento en que uno se siente más pleno como bailarín porque es el momento en que tú demuestras y te demuestras primero a ti mismo y luego a los demás tus capacidades. Es el momento en que uno dice aquí es cuando, o puedo o tengo que poder.



Complicaciones con la danza Mi papá tiene 4 años de fallecido, estuvo grave en mayo y murió en junio y nosotros teníamos casi encima la temporada oficial. Estábamos en ensayos, montajes de los ballets y yo tenía que estar pendiente de él porque estuvo internado en el San Juan de Dios y yo era la responsable, entonces fue un tiempo un poco desgastante, fue difícil y anímicamente fue aún más difícil porque obviamente uno no quiere que ellos se vayan aunque él ya era una persona bastante grande; en ese momento tenía 89 años, pero era mi papá y para él yo era su satisfacción más grande.

Somos 5 hermanos, de los 5 yo soy la única que me gradué de la universidad. Me gradué de licenciada en danza de la Universidad de San Carlos, además tengo pensum cerrado de licenciatura en arte de la facultad de humanidades, solo me falta la tesis. Y él al verme graduada, para él fue ver su esfuerzo de tantos años, por lo menos una hija logró lo que los demás no. Verme en un escenario, ser parte del Ballet Guatemala, verme de solista. Todo eso fueron satisfacciones y por eso yo era su consentida. Fue muy duro para mí, acababa de pasar lo de mi papá, el duelo de él me costó mucho superarlo. No estaba preparada y tener que bailar, lo hice pero no me sentía plenamente dispuesta para bailar, pero así como me ha pasado a mi tengo otros compañeros que han tenido a un familiar en la funeraria y ellos bailando, son momentos bien difíciles pero el público quiere un espectáculo y la función tiene que continuar.






Planes a futuro En este momento lo único que quiero es que cuando deje de bailar pueda probar algo nuevo, hacer yoga o algo diferente en las mañanas y en las tardes seguir dando mis clases porque doy clases en una academia, entonces seguir con eso. Aquí dentro de la compañía no porque hace 5 años sacaron plazas de director técnico artístico para que uno optara a ellas y yo me metí a esos exámenes de evaluación, salió ganando una persona que ya no está, estuvo un año y se fué. Y después de eso dije ya no, hace poco hubo otra vez oposición para las mismas direcciones pero ya no me metí. Ya aquí prefiero quedarme de bailarina y jubilarme del ballet guatemala como bailarina. Yo siento que aquí ya aporté todo lo que pude en su momento y que otras personas sean las que aporten.



Un papel que más disfrutara Uno de mis favoritos fue cuando hice la gitana del ballet Don Quijote. Cuando se presentó por primera vez Don Quijote completo yo ya estaba acá en el ballet, yo hacía solo parejas que era lo de las solistas y cuerpo de baile en el segundo acto, otras compañeras son las que hicieron la gitana pero cuando lo vi me encantó y dije, yo eso lo quiero hacer algún día. Y se dio la oportunidad y es uno de los papeles que más he disfrutado, de verdad sí me gustó mucho, siento que es de lo que mejor hice. Ese era de un género porque era un papel de carácter, se bailaba a media punta.

En puntas cuando hice el Pas de Quatre. Es una danza de cuatro mujeres, en ese ballet eran las mejores cuatro bailarinas de su época, es un ballet muy tradicional, tiene un estilo muy marcado y era lo de la época en que se dio, esa coreografía requirió mucho trabajo. La maestra Amalí Selva nos lo puso, fue una satisfacción muy grande y tuvimos muy buenos comentarios cuando se presentó siendo uno de los momentos más bonitos. En el 2012 hice un Pas de deux que la maestra Crista Mertins desde que me conoció me dijo “ay chica, a usted le quiero dar aparición sombría” que lo bailó ella con Vincent Warren en la época de oro del ballet guatemala. “Yo se lo voy a poner y yo se lo voy a enseñar” decía hasta que se dio el momento y en el 2012 ella me lo enseñó. Lo bailé con Francisco Hernández.



Aprender otros estilos de baile Cuando estuve dando clases en la academia unlimited, es de jazz y tap principalmente. Yo daba clases de Ballet, estuve aprendiendo un poco de jazz, a veces me metía a las clases de las alumnas avanzadas porque me parece muy bonito. Es algo muy diferente, comencé a aprender tap pero ya no pude seguir. Es precioso, me hubiera gustado hacerlo más pero yo tuve dos lesiones fuertes en la rodilla entonces me comenzaba a doler la rodilla, se me hinchaba y ya no pude seguir, porque en el tap se golpean los pies contra el piso y repercute mucho en las rodillas así que me dolía mucho.


Personas que inspiran Dentro del ballet hay varios, uno que me ayudó mucho fue Carlos Marroquín, hubo más interacción con él porque participaba con él en lo del teatro musical, entonces se sentía como mi papá en el ballet. Él siempre nos aconsejaba que siguiéramos trabajando. Hubo un momento en el que yo me iba a ir de la compañía, en el 92 o 93 y él me habló, que no fuera tonta, que no dejara esto porque era mi vida, que después me iba a arrepentir y pues creo que si me hubiera arrepentido, hubiera sido una persona muy, muy frustrada.

Amalí Selva me inspiró mucho, ella era primera bailarina cuando yo comencé a trabajar en el ballet, era una bailarina muy dedicada, todo el tiempo ensayando y haciendo su clase. Si no había clase para la compañía por algún motivo ella se iba a un salón a hacer su clase solita y si no había ensayo ella ensayaba solita. Una bailarina muy disciplinada y que me sirvió de inspiración porque vi que siendo entregado y disciplinado es que uno logra hacer todo lo que se quiere en el ballet.

Crista Mertins, la maestra Crista es una persona que no es egoísta, enseña todo lo que ha aprendido. Viajó por el mundo, estuvo en Canadá, fue solista en Canadá, estuvo en Cuba conoció a Alicia Alonso y bailó con el ballet de Cuba y todo eso que fue aprendiendo ella lo transmitió, me ayudó y marcó mucho para querer seguir aquí.




Próximas metas Como bailarina ya no lo creo aunque uno de bailarín nunca termina de aprender porque como uno trabaja con su cuerpo y el cuerpo con los años va cambiando entonces siempre es un reto. Porque haces que el cuerpo haga cosas que no son naturales de hacer principiando por la posición que no es paralela sino es rotada hacia fuera entonces es un trabajo de diario porque si uno lo deja el cuerpo vuelve a perder esas calidades que ha ganado. Como profesional si quiero sacar mi licenciatura en arte porque solo tengo pendiente la tesis entonces creo que no está bien que no la saque pero nada más porque estoy muy satisfecha con mi carrera.


Aunque no llegué a ser primera bailarina del ballet bailé de todo porque incluso hice otros géneros de danza, en el tiempo que estuvo Carlos Marroquín fui parte de la compañía de teatro musical que era dirigida por él también. En aquel tiempo hacíamos espectáculos de baile, no había tanta gente bailando, entonces nosotros éramos los que íbamos a bailar a todo.

Bailé en todos los escenarios, conocí toda guatemala y bailé en todo tipo de escenarios, en gimnasios, en salones municipales, hacíamos shows para empresas privadas que hacían sus convivios y nos contrataban a nosotros, en ese aspecto me di gusto porque pude incursionar en otros géneros y fue una experiencia que como bailarina clásica también me ayudó porque todo eso, tener contacto con la gente sencilla, de los pueblos y probar otros géneros de baile también lo enriquecen a uno como bailarín profesional y creo que además eso le ayuda a uno a ser más expresivo en el escenario y poder desenvolverse en otros géneros, te enriquece el alma de artista.






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