Ave mágica

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AVE


Créditos: Ilustración: Brian Amperez Diagramación: Brian Amperez Leyendas: Varios autores






Los Orígenes del

Quetzal

R

emotas leyendas mayas aseguran que en la mañana en que los Altos Señores del Alba y del crepúsculo crearon el mundo americano, los vientos, soplando en círculos mágicos sobre la cimera de un árbol de guayacán o de guayaco, condensaron su espíritu, y que enseguida del remolino de las hojas verde azules, como una flecha, voló el primer quetzal. Por eso, desde los más mitológicos tiempos, su augusta belleza está presente en los fastos y tradiciones del Nuevo Mundo. Admirado de su galanura y señorío, el guatemalteco maya y mestizo lo hizo vivir en sus leyendas, al lado de sus deidades, representándolo con mucha frecuencia en sus códices y pictogramas.

Los dioses del antiguo Quiché visten la capa verde para presidir la formación y el ordenamiento del universo, y en recuerdo de ese acto, sus sacerdotes también la visten en las grandes ocasiones equiparándose por ese ritual, con el refulgente Q’uq’Kumatz. El quetzal es adorno y recreo de príncipes soberanos. El simbolismo del rayo solar que establece relaciones mágicas entre el divino plumaje y los ropajes vegetales con que se cubren cada año sideral las montañas y las llanuras, tiene, según parece, un sentido creativo.


Nahual del

Tecún Umán E

n el siglo XVI, el Quetzal, Nahual de Tecún Umán, defensor del territorio Quiché, participó en la defensa de la tierra invadida por los hombres del Viejo Mundo, los Españoles Vino el Adelantado Don Pedro de Alvarado con todos sus soldados y entraron por Chuaraal; traían doscientos indios tlascaltecas y taparon los hoyos y zanjas que habían hecho y pusieron los indios de Chuaraal, con lo cual los españoles mataron a todos los indios de Chuaraal que eran por todos tres mil los indios que mataron los españoles. El gran capitán llamado Tecún a llamar a los españoles diciéndoles que estaba muy picado porque le habían matado a tres mil de sus soldados valientes. Y así que supieron esta nueva los españoles, se levantaron

y vieron que traía al indio capitán Izquin Nehaib consigo y empezaron a pelear los españoles con el capitán Tecún y el Adelantado le dijo a este capitán Tecún que si quería darse por paz y por bien, y le respondió el capitán Tecún que no quería, sino que quería el valor de los españoles. Y luego el capitán Tecún alzó el vuelo, que venía hecho águila, lleno de plumas que nacían... de sí mismo, no eran postizas; traía alas que también nacían de su cuerpo y traía tres coronas puestas, una era de oro, otra de perlas y otra de diamantes y esmeraldas. El cual capitán Tecún venía de intento a matar al Tunadiú que venía a caballo y le dio al caballo por darle al Adelantado y le quitó la cabeza al caballo con una lanza.



K

K´UK el Quetzal

ukulkán, el dios más importante del panteón maya, cuyo nombre significa Serpiente de Plumas, y precisamente de plumas de quetzal, se conoce en la mitología quiché con el nombre de Gucumatz. A este omnipotente dios se le veneraba mucho tiempo antes del asentamiento maya en la Península de Yucatán, y aun incluso antes de la formación de Chichén Itzá en el siglo VI. Gucumatz junto con Tepeu, quienes, después de varios infructuosos intentos, dieron forma al mundo donde no existía nada sino un tranquilo y apacible mar. Inventaron la Tierra y la poblaron de animales y de seres humanos. Antes de la Creación, TepeuGucumatz, la dualidad sagrada, vivía enterrada en plumas de quetzal.


Un cierto día el dios triple llamado Uk’ux Kaj, Corazón del Cielo, dios del Viento, las Tormentas y el Fuego, les despertó de su divino letargo con el propósito de inducirlos a realizar el acto supremo. En el templo dedicado a Kukulkan, ocurre un curioso fenómeno acústico.

Se dice que en la famosa escalinata donde aparece en los equinoccios de primavera y otoño la Serpiente Emplumada descendiendo, si una persona hace palmas en la parte de enfrente de la escalinata, el sonido se propaga en el peralte de los escalones y se produce un eco distorsionado que se escucha como el suave canto del quetzal…





Rey de los

Pájaros U

n día, el gran espíritu Halach Uinic, cansado de los constantes parloteos y peleas entre los pájaros, decidió organizarlos en un reino. Envió a sus mensajeros ordenando que todos se presentaran para escoger un rey entre ellos mismos. Cada pájaro creyó tener los mejores atributos para ser elegido rey. Habían distintas aves, tales como el Cardenal, el Zensontle, el pavo silvestre, entre otros. El único que estaba callado era Kukul, el Quetzal. Escuchaba todo pacientemente pero no se atrevía a competir. Era un pájaro muy ambicioso y orgulloso. Kukul pensaba que era imposible que lo escogieran como rey. Pero después de pensarlo cuidadosamente, voló hacia donde estaba su amigo Xtuntun-kinil, el correcaminos. “Quiero hacerte una propuesta mi querido amigo”, le dijo:

“Tus plumas son tan bellas como las de la más bella ave, pero tú estás muy ocupado con tu trabajo como mensajero de los caminos, para desempeñar el cargo de rey. Además no creo que tengas el empuje y los conocimientos necesarios. Me temo que no puedo prestarte esas cualidades, pero tú, en cambio, sí puedes prestarme tus plumas, únicamente para esta ocasión; y cuando yo sea rey te invitaré a compartir conmigo los honores y la riqueza”. Kukul continuaba persuadiéndolo, pintándole un panorama muy halagador. Hasta que lo convenció. Una por una, las plumas del corre-caminos se desprendían y Kukul hábilmente se las ajustaba. El quetzal se presentó ante las demás aves y todas la aclamaban, impresionados de su aspecto. Súbitamente fue declarado Rey de los Pájaros. De inmediato empezó su gestión y se ocupó muchísimo, dejando en el olvido la devolución del plumaje.


Árbol Quetzales

El de

E

n un pueblo de Guatemala se comentaba que en lo mas profundo del bosque de encinos y robles, había un árbol habitado por muchos quetzales.

Los pobladores hacían historias de lo que harían si encontraran ese árbol. Pero nadie tenia el valor de ingresar al bosque porque era denso y nuboso. Solo se conformaban con inventar leyendas del árbol de quetzales. Un joven de espíritu aventurero quiso explorar el bosque para averiguar si existía el árbol de quetzales.


Por varios días camino en la arboleda hasta que las ramas entorpecieron la entrada de luz. Allí cayo al suelo rendido por el cansancio. En la madrugada, un sonido peculiar lo levanto y sus ojos admiraron un paisaje nunca antes visto. Unas gallardas aves de pecho rojo alzaban su vuelo y sus colas se confundían con el color verde azulado del follaje. El joven se quedo quieto admirando la belleza natural de aquel espectáculo. Al regresar, los pobladores lo esperaban organizados para emprender la expedición, pero el joven les dijo que regresaran a sus casas porque todo era un mito y no había encontrado el árbol. Los pobladores regresaron desilusionados pero el joven se quedo tranquilo de mantener el secreto, para conservar intacto el árbol de quetzales.


Quetzal

Tecún Umán y el

T

ecún Umán, era un príncipe y guerrero de los mayas quichés durante las últimas etapas de la conquista española de la región . El quetzal era su nahual, su espíritu guía.

Tecún Umán carga a pie contra el conquistador y logra derribarlo del caballo. Alvarado monta otro caballo y en un segundo ataque atraviesa el pecho de Tecún Umán con una lanza.

Los Quiché habían repelido varios ataques del ejército español, aunque eran superados en armamento.

El quetzal voló y aterrizó sobre Tecún Umán, metiendo el pecho en la sangre del príncipe guerrero.

La leyenda cuenta que en el día en que el conquistador Pedro de Alvarado luchó contra Tecún Umán, un quetzal voló sobre su cabeza.

Es allí donde el pájaro adquirió sus distintivas plumas rojas del pecho.








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