Las 4 brujitas

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Rocsana Elizabeth Ruiz ChĂşn




La creatividad, diseño, diagramación, ilustración, y proceso metodológico para la realización de este libro fue llevado a cabo por el estudiante Jacob Roman, como parte de la asignatura Diseño Visual 7 del octavo ciclo del año 2020 de la Licenciatura en Diseño Gráfico de la Escuela de Diseño Gráfico de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de San Carlos de Guatemala para la Biblioteca Bernardo Lemus. Asesor Lic. Jairo Choché. Las cuatro brujitas, historia de Rocsana Elizabeth Ruiz Chún. Con colaboración de la familia Ruiz Chún. Edición colaboración Brenda Lemus.




En un campo bello y pintoresco, a la orilla de un río, había una cabaña vieja. Todos los niños de los alrededores tenían miedo de ir a la cabaña porque existían rumores de que allí vivían cuatro brujitas.

Un día de sol, un niño llamado Manuel les contó a sus amigos, Luis y José, sobre esa cabaña y decidieron ir a explorarla. Los amigos de Manuel eran muy miedosos y solamente de imaginarse lo que había dentro, les temblaban las piernas como gallinas. A pesar de ello, decidieron ir.


Luis escuchó una risa tenebrosa pero no quiso decir nada, luego encontraron un libro de hechizos y encantamientos. ¡Qué increíble aventura!


De pronto escucharon ¡pum! José había caído dentro de un caldero grande. Las luces se encendieron y vieron que las brujitas eran Conchita, Triquilis, Camila y Chipi, unas compañeras de la escuela donde iba Manuel y sus amigos; ellos nunca imaginaron que ellas pudieran ser las brujitas que los niños tanto temían.

Las pequeñas brujitas, por precaución, advirtieron a los chicos que no contaran a nadie este secreto o los convertirían en gallinas. Ellos, atemorizados, prometieron no contarlo a nadie.


Las niñas les contaron la aventura de una vez que un gran brujo, a quien apodaban el cuervo, quería atraparlas; durante la historia los chicos notaron que el brujo era nada más y nada menos que el mejor amigo de Manuel. Esa vez, ellas queriendo escapar sintieron como les cayó un balde de agua sobre la cabeza.


Manuel, Luis y José, impresionados y curiosos con las historias de las brujitas, regresaron al siguiente día.

Conchita, la hermana mayor de las brujitas, se acercó a Manuel y le contó de cómo fue que ellas eran brujas: Su padre se había casado con una bruja y de ese matrimonio nacieron ellas, pero ambos murieron en una pelea de brujas y ellas se quedaron solas.


Manuel intentaba desimular el miedo que sentía, temía ser convertido en gallina u otra cosa. Entonces habló con El Cuervo, su amigo, y le preguntó si creía en brujas. Manuel quería saber si su amigo sería capaz de creer en esa historia, pero no pudo investigar puesto que él cambió de tema. Luego Manuel le preguntó si conocía a Conchita y le dijo que sí, que era su hermana.


Manuel quedo impactado por lo que había escuchado, pensando en que Conchita le habría confesado que su hermano era su peor enemigo. Turbado por el miedo, accidentalmente le contó toda la historia a El Cuervo.


Notablemente furioso, El Cuervo dio una vuelta y así, de la nada, apareció una barita mágica y un escudo. Manuel, impresionado y sin poder decir una palabra. quiso huir pero Cuervo lo atrapó, para tener ventaja. Manuel sentía tanto temor, que le empezaron castañear tan rápido los dientes, que emitía un sonido como de un grillo.


Cuervo se molestó tanto que lo convirtió en un Chinecho. Cuervo había inventado ese animal mitad mono y mitad cerdo y ratón. ¡Era el animal más horrible que puedas imaginar!

En la cabaña, Conchita, Triquilis, Camila y Chipi se enteraron y se prepararon para ir hacia la cueva de cuervo. Al llegar se dieron cuenta que él había puesto un hechizo en la entrada. Chipi logró entrar, pero en el ingreso el hechizo la convirtió en un flamenco montado en una escoba.

Las otras tres brujitas luego de un rato, pudieron quitar la trampa y lograron entrar; al fondo de la oscura cueva, encontraron un horrible animal.


Ni siquiera imaginaban que era el pobre de Manuel. Él, comenzó a hacer ruidos intentando que lo reconocieran. Las brujitas, conociendo los trucos de El Cuervo, imaginaron que era su amigo y lo volvieron de nuevo a humano. Él les contó lo que había sucedido.

Ellas le dijeron que estaban muy enojadas por lo que había provocado, pero Manuel les pidió perdón y les dijo: – Agradezco que esten aquí, pero además les confieso que no me dio nada de miedo lo que pasó– ¿Cómo no? ¡Si no te dejan de temblar las piernas!- dijeron ellas.

! nk ! i ¡O i n k ¡O i n k ! ¡O


Mientras, Camila le lanzó una bola de goma de mascar con la que Manuel quedó pegado a la pared. Haciéndose el valiente, él les dijo: – ¡No lo lograrán sin mí! – – ¿Ah sí? Pues no te despegaremos hasta que dejes de temblar, respondió Conchita.

Ellas tomaron camino para buscar a Cuervo y Manuel quedo allí, pegado. Le comenzaron a temblar las piernas, luego los dientes y así cada parte del cuerpo.


Las brujitas encontraron a cuervo varado y él se reía de forma macabra. Luego, por un largo tiempo, las hermanas discutían, las cuatro hermanas, hasta que se escuchó a Cuervo decir: ¡No saben cuánto he esperado este momento!-

Las cuatro brujitas no lograban comprender lo que él decía, entonces prosiguió: – ¿Recuerdan aquel día en la escuela, cuando me dejaron en ridículo colocándome una trompa de caballo, una cola de cerdo, orejas de burro y dientes de conejo?

Ellas respondieron que no lo recordaban pero que pedían disculpas y preguntaron: – ¿Existe algo que nosotras podamos hacer para que cambies de opinión? Haremos lo que podamos por restaurar la paz., cuervo les dijo: – ¡Claro que lo hay! — — ¡Lavando mi ropa todos los días, por un año! –

¡Wuajajajaja! ¡Wuajajajaja!


Las brujitas, sorprendidas preguntaron al unísono: – ¡¡¿Quéééééé?!! —y le preguntaron: ¿Qué pasaría si no lo hacemos?- él respondió– – ¡Cocinaré a Manuel! Lo tengo preso en un lugar que nunca encontrarán.

Ellas le explicaron que Manuel ya estaba a salvo y que él no podría hacerle daño. También le explicaron que comprendían que ellas lo habían lastimado de nuevo le pidieron disculpas.


Cuervo reflexionó y se arrepintió de todo lo que había hecho. En ese preciso momento escucharon una voz que salía de la oscuridad: ¡Era un mago! El mago les confesó: – Todo lo que les sucedió, fue un hechizo. En realidad sus padres no han muerto sino fueron víctimas de una maldición. Ustedes no son brujitas, son unas niñas y han acabado con una maldición que les lancé a sus padres y solo la fuerza del amor y de la mistad podría romperla.

¡Ahora pueden ser libres!


El mago dibujó al aire una especie de círculo y así aparecieron el papá y la mamá de las cuatro chicas y El Cuervo. Ellos, felices de ver el valor de sus hijos, les dieron un fuerte abrazo y les dijeron cuánto les aman, dejando todo atrás.

Ahora son una familia como las demás, ellos se cambiaron de nombre, de país, se dirigieron a Guatemala, un país hermoso y viven felices.





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