Ana Claudia Díaz, «Tapera»

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Tapera


Tapera © Ana Claudia Díaz ISBN: 978-956-6005-06-3 De esta edición: © Jámpster Libros Primera edición Diciembre de 2020 Jámpster eBooks Colección Poets jampster.cl Este objeto inmaterial es resultado del trabajo de Constanza Fuenzalida, Matías Fuentes, Tito Manfred y Álvaro Gaete.


Tapera Ana Claudia DĂ­az




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en donde balbuceรณ tiene que ver con este verso?


espanto de morir la lengua hace un santo y seña y mientras añuda turba la vista rudimentaria sobre las cosas adquiridas eterno vientre de la palabra que la traba que la encuentra en la tierra, fértil y debajo de ella abre un plan, un argumento el pecho como rodeo ajeno como toro que deja huellas en el barro y titubeando, y aún así, igual, asoma la pata 10

víbora que se quema que se fríe frente al sol como un pejerrey recién sacado del horno corcoveando sobre pedazos de ruidos la astucia en el cuero que se secó y entonces, abierto descascara la matriz, la desnuda, la deja expuesta, montada sobre sus propios rieles barajando las posibles aporreada, pero a la vista lengua como carne carbonizada como destino de barbarie como quien frunce el hocico


porque llegó a un punto muerto pero bolea y sigue pero pelea y pincha ligereza que a golpes lastima lo que amarra cepo de desgracias que se salvan en las fronteras perdida parece padecer sosegada buscando su tapera un batallón de males dentro de la vertiente que se disparan, mansos en el arreo de la palabra para guarecerse voz, sierra de flor riada, contingente alzada como altar donde proclama aún promesas de algunos meses el resto, un bozal bolas meneándose pareciendo rozar enardeciendo armas y la invasión criando atrevo a sus espaldas malevos del lenguaje infiel

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en el corral de adobe en un quincho de paja en el enrede de esa paja en el lomo hinchado en el infierno en lo que los perseguía la palabra rastrillada yegua en orden reunión de afán de puro vicio de ejercicio recluta de bruto oficio

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chamuscada la lengua como atravesada por navajas como quien caza con balas y va detrás de un avestruz hallando lágrimas lanzas y latones, ataduras munición de idiomas en el furor del grito que pierde la rienda y se suelta cerda boca abre brecha sale a trote del fondo del desierto llena de sed, se fatiga vuelve y despierta acrecienta el hormigueo


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no rociรณ el apero el รกnima? no se hizo jabรณn el chajรก?


destripar duro el enojo lo que encoge lo que se agacha para disparar arriba las cautivas descarnadas con el corazón cubierto de miseria lejos de galopar las jornadas diarias de la industria malón de rezagadas sonoras caballadas lanzadas al abismo desde el cerro y como un fierro

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la palabra golpeándose la boca delante del tropel que la hace temblar como manco de guerra como remendón baleado un vocerío, un barullo y da carrera el alarido, otra vez, ligero, entreverado mezcolanza de lenguajes que se siembran como maíz cencerro que dispone bastante de destreza pero que igual, no le alcanza


serĂĄ el dialecto el que tendido como un cristiano sobre la entrada de una iglesia con las costillas en las manos y la garganta en plena bulla desate las propias achuras cacique que engatuse a la santa que se haga cargo del mortero mientras en trance amargo atrinchera la palabra el valor cotizando sobre mugrientos cobres dolor mayor del horror trapos para cubrir el fortĂ­n poncho que perdiĂł los botones dentro de tanta pobreza prenditas por doquier manta peluda que tapa el bulto y el aguante o el indulto menos lerdo el que muestre el ombligo como destocando plumas en plena pulperĂ­a

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y tĂş, en esa pereza de la yertez, no jalas? jalas de crestas cristalinas y empenachadas?


cuentas de un rosario empeñadas en el horcón para sostener las vigas los aleros del tejado el comezón de la metáfora que atraca y hace de animal el pleito reculando la oración que se retira no es tiempo de rosas de alborotar la cuestión el indague yace sobre el papel y la virtú que muerde como zorra preñada que recostó el tiempo para esperar 18

guayaca que engorda y brama la estaca como un soldado fundido, desesperado que aguarda un sable nuevo cuando la paga ya se acabó sepultura que cuando la mudan cura la culpa, la gresca pendenciera más valga rastrillar a los chumbos el avispero y el estrago tendido en el suelo pícaro, declamando hartazgo que no sé qué pingo se creerá la fiera difícil de ensillar


pico a pico pico a pico lengĂźeteando a los hijos del ardor de la voz bajo el calor que la hiela tiritan, pescan, pitan unos y otros quitan bayoneta volteada entre las redes no gana el susto serĂĄ lagarto entonces, o fusil sin rumbo

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lenguas vivas lamiendo lenguas muertas lenguas menguadas como medias


bichar como ciegos echarle al tendal un saco salir del peligro sin que se espante el amago sin que retumbe el lenguaje desierto procura una especie de suerte enluta la cueva en donde tanto tiempo guareciรณ como gato que se salvรณ de vuelta o como vecino que regresa todito el haber y vuelve arremendado al vecindario 22

sin rigor, enjambre de hambre prenda de protecciรณn lengua ramada en un rincรณn sin perro que ladre sin padre ni madre que estorbando espanta con la cola entre las piedras y al sacudirse abolla por todos lados sale nauseabunda la voz para buscar lenguas mรกs tiernas


en algún perdón que ni manso ni primero ni en circunstancias trata de deshacer la madeja del ánima que engorrada se aprieta sin compasión como tigre recién domado que anca en la morena para castigar lo retobado campo santo luz mala que amaina la pena como quien oye un trueno sobre sus espuelas. 23





A orillas del río San Clemente, frente a la bahía de Samborombón, se encuentra la Tapera de López, como dije alguna vez, la costa de los domingos de mi infancia, su borde, mi ribete. Este libro lleva como título «Tapera», en parte como homenaje a ese lugar, en parte reivindicando esa casa abandonada y en ruinas que de a ratos podría ser la lengua. Dedicado, especialmente, a Gabriela Cabezón Cámara, porque de sus palabras se desprendió mi incentivo, a Celeste Diéguez y Mónica Rosenblum, grandes compañeras del boceto y del camino. A mi papá, Eloy, por las lecturas nocturnas y la cadencia. A mi mamá, Ana, y mi hermana, Paula, por el transitar constante entre las cortaderas y los cangrejales, por las risas que desarticulan la intemperie. A Diego, por el diseño hermoso en la versión de papel, por ser mi cómplice. Al equipo de Jámpster, mi guarida favorita, por la edición. GRACIAS

Todos los epígrafes en cursiva pertenecen al poema «Tuyú» de Néstor Perlongher, todas las palabras se contagiaron de las coplas del Martín Fierro.

lenguas, luengas, fungosas: este lenguaje de la historia / cuál historia? si no se tiene por historia la larga historia de la lengua



Ana Claudia Díaz (Buenos Aires, 1983). Publicó los libros Limbo (Pájarosló Editora, 2010 / La One Hit Wonder Cartonera, 2012), Conspiración de perlas que trasmigran (Zindo & Gafuri, 2013), Una cartografía de la insolación (Club Hem, 2015) y El hemisferio del lado en que quedamos (Baltasara, 2018). En 2018 obtuvo la Beca de creación del Fondo Nacional de las Artes para su proyecto Yacer en el Tuyú: poetas del Partido de La Costa y General Lavalle (El Suri Porfiado, 2020).



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