Miércoles 26 de Febrero de 2014 www.hsbnoticias.com
Diario del Cauca
Editorial
Imagen del Día
Exclusión generadora de vías de hecho Campesinos de diferentes regiones del departamento del Cauca se tomaron las instalaciones del Incoder en Popayán, con el objetivo de protestar en contra de las políticas de tierras, para ellos injustas e inequitativas, por cuenta de las garantías y beneficios que gozan comunidades afros, pero sobre todo indígenas. El tema, tanto de los reclamos, como la toma de la entidad, no es nuevo, y tiene que ver con el fuerte enfrentamiento étnico por tierras que se vive en diferentes regiones del País, por cuenta de las concesiones que ha hecho el Gobierno con ciertos grupos, en una manera de restituir hechos de violencia, o de reivindicación social o por interés, soluciones que por su puesto han culminado con la exclusión de otros que son los que se ven en la obligación de reclamar los mismo derechos. Infortunadamente para los campesinos que al cierre de esta edición mantenían la determinación de tomarse el lugar, la solución dependerá de abandonar las vías de hecho y sentarse a negociar, y es infortunada porque de seguro se sentarán con algún delegado del Estado que no tiene otra labor que recoger las inquietudes y llevarlas al Alto Gobierno, y de ahí en adelante será un acto de fe. La problemática de la disputa de las tierra en los últimos 10 años se ha trasladado de los actores armados, a la misma comunidad quien exige igualdad de derechos, como consecuencia de la mano complaciente de anteriores gobiernos quienes parecen haberse puesto como objetivo, aumentar la brecha diferencial, entre unos y otros. Ya eso se pudo evidenciar en el Cauca cuando se creó al Opic como una línea aparte del Cric, quienes pelean por su autonomía, a cambio de los primeros quienes reconocen en mayor medida la autoridad del Gobierno, lo que ha ocasionado fuertes enfrentamientos sobre todo en ideología entre las dos organizaciones. Lo mismo está pasando con los campesinos, quienes además de soportar que se les ignore por su condición, han terminado de alejarse de los gremios que se han politizado, y que hoy no representan a nadie, como se evidenció en las manifestaciones que paralizaron al Cauca en el año anterior. Hoy en La Habana se habla de inclusión sobre todo de la organización de las Farc en la vida legal como una manera de terminar con el conflicto armado en el País, que tiene sus orígenes en la exclusión. De ahí la importancia que como conclusión de lo que se esté negociando, se extraigan políticas que sean incluyentes para toda la población y no para unos cuantos, normas que van a permitir construir una paz verdadera.
Yerly Xiomara Aranda, una de las estudiantes de Piendamó que realizó el proceso de inscripción para acceder al programa del Gobierno Nacional, Jóvenes en Acción, que en este sector beneficiará a 500 personas. Según el Enlace Municipal el único medio de acceder a este beneficio es a través de esta Dependencia.
GRUPO EDITORIAL EL PERIÓDICO S.A.S.
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Editorial
La rodilla de Falcao hace ¡milagros!
Norma Lucía Bermúdez diariodelcauca@hotmail.com No hay ningún espacio de prensa, radio o televisión en la que no se ocupen grandes porciones del espacio informativo en hablar de la milagrosa rodilla de Falcao. Hay gente escéptica que no cree en los milagros. Yo sí creo. Los medios me han sacado del escepticismo. Y a quienes creen que es una noticia sobreexpuesta o que se les ha ido la mano mostrándonos su interior, su exterior y su transmutación, les quiero decir que todo se debe a su falta de visión. Tal como se ha demostrado con creces en los noticieros, desde las 4 a. m. hasta pasada la medianoche, esta es una clara oportunidad para tener rápidamente nuestra segunda santa colombiana: Santa Rodilla o Santa Chocosuela, le dicen algunos en confianza. También se atribuye a la milagrosa coyuntura el impresionante avance democrático de Colombia en el último mes. La evidencia es el éxodo de todos los equipos de periodistas políticos a la vecina Venezuela, buscando conflictos para cubrir. Con horror hemos presenciado situaciones que nunca se han vivido en Colombia, como la persecución a la oposición y la represión al movimiento estudiantil. Como buen hombre de fe, nuestro expresidente Pastrana invitó al presidente Maduro a venir a Colombia a “conocer las garantías que se les deben dar a todas las posiciones políticas”. Es posible también que la santa rótula esté implicada en un milagro poco comentado por los medios: Aída Abella, la candidata presidencial de la Unión Patriótica, un movimiento político que surgió de negociaciones de paz en la década de los 80 y fue sistemáticamente exterminado por la ultraderecha del país, sobrevivió este fin de semana a un nuevo atentado en su contra. Todo es milagroso en este episodio: que atenten contra una candidata de oposición en un país tan democrático como anuncia Pastrana, que los asesinos tengan las rutas y coordenadas de sus desplazamientos, que los tiros parezcan provenir de sus propios escoltas, pero sobre todo es milagroso que la rodilla siga siendo más importante que este hecho, que puede estar marcando una peligrosa tendencia en esta campaña electoral, como en los tiempos de tres candidatos presidenciales asesinados en una sola coyuntura (no rodilla) electoral. Me atrevería a pedir al comité de canonización que investigue también si fue por obra de la santa prótesis de titanio, que no figura en los medios en esta época la documentación de más de mil historias de violencias infames contra las mujeres que realizó la Ruta Pacífica de las Mujeres, publicada en un Informe de la Verdad estremecedor, que aporta mil luces a la posible reconstrucción del país en el posconflicto. En fin: son tantos los problemas que han disminuido drásticamente en nuestros noticieros gracias a la intervención de los santos ligamentos: los feminicidios y crímenes de odio, los jóvenes que se matan por el color de una camiseta o por nada, la compra descarada de votos, el avance enorme del voto en blanco…. Gracias benignísima rodilla de Falcao.
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Nos atropelló la corrupción
Cecilia López Montaño
Definitivamente en Colombia se nos están acabando las opciones, nos estamos quedando sin nadie en quien confiar. Y más que personas esta sensación es muy grave porque se refiere a instituciones que deberían ser el pilar de nuestra democracia. Al paso que vamos pocas entidades con responsabilidades públicas de origen gubernamental o privado, están quedando libres de toda mancha. Es decir, todo ciudadano de la calle se está sintiendo ‘atropellado por la corrupción’. Lo más grave es que la terrible segmentación social de Colombia también se refleja en el pecado de la malversación de recursos públicos, es decir, en el uso para beneficio particular de fondos que pertenecen a la sociedad. Es la cúpula del país, donde se supone que están a quienes se les aplica ese inaceptable adjetivo de ‘gente bien’ la que está dando las mayores muestras de que se perdió el norte en cuanto a la cacareada responsabilidad social, tanto en el sector público como en el privado. Lo que es evidente es que se volvió aceptable el festín de recursos que no son propios porque es la muestra de riqueza lo que da poder y la rapidez para alcanzarla, lo que se identifica con eficiencia, inteligencia. Pero la pregunta que muchos se hacen es dónde estaban los honestos, que sin duda existen dentro de estos cuerpos,
cecilia@cecilialopez.com dónde estaban los ministros de Defensa, muchos de los cuales tienen hojas de vida impecables. Y más aún, donde estaban los instrumentos o instituciones de control que vigilaban la inmensa cantidad de recursos que se han destinado para la guerra. O es que no existen estos controles, lo cual es aún más grave. Manejar cifras que pueden representar entre el 5% y el 6% del PIB, monto con el que soñaría por ejemplo el sector salud, no puede haberse dejado al garete, como parece. Claro que ‘las manzanas podridas’ no pueden empañar esta institución que tantas vidas y sacrificios ha hecho para lograr que Colombia esté hoy ad portas de un acuerdo de paz con las Farc, pero es fundamental que se reconozcan los errores, que se castiguen a los culpables y sobre todo que se enderece el camino. La corrupción no puede seguir atropellando a la sociedad colombiana. No hay excusa posible, venga de donde venga. Por consiguiente, entre las muchas cosas que tienen que cambiar en la esperada era del posconflicto, son las formas de control del manejo de recursos tanto públicos como privados, acabar con la solidaridad de cuerpo en casos de corrupción, estrategia que debe ser precedida por la recuperación del valor de la honestidad.