GABRIEL MEJÍA ABAD
LAS ENTRAÑAS DEL MUNDO
CONTENIDO
I. TERCER MUNDO 3
II. CORPORATIVISMO TOTALITARISMO Y PRIMOR 13
III. RED DE REDES 19
IV. LA DISCOTECA FUGAZ 25
I. TERCER MUNDO
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STALINGRADO
Abro la puerta, huele a mortecina. Hoy mi apartamento no está tan callado como siempre, hay dos o tres moscas grandes llenando el ambiente con ese sonido insoportable. Dejo la maleta en el sofá de la sala y voy a la cocina. La basura sigue intacta, exactamente como la dejé hace seis días. De la bolsa gris salen pedazos de tomate, pedazos de pepino, bolsitas de té, una caja de leche, papel periódico que venía en una de las maletas que compré para el viaje. Todo se está pudriendo. Parece haber pasado una eternidad, tanto que los gusanos que salieron de una de las bolsas ya se están descomponiendo, son sólo cadáveres café oscuro un poco más pequeños que un maní. Pero sólo han pasado seis días. Con la escoba los pongo en el recogedor plástico y los llevo a la caneca del baño. Hay uno blanco, está vivo pero parece deshidratándose, secándose rápidamente. Abro las ventanas, las puertas, insulto con fuerza a todo y a todos, tengo asco, puedo oír a los gusanos sobrevivientes moviéndose dentro de la bolsa.
Un escalofrío me recorre la espalda, tengo ganas de cagar pero prefiero arreglar este desastre primero. Unos pequeños mosquitos salen de otra de las bolsas, son negros y silenciosos. Vi unos así en donde estaba hacía doce horas: amontonados sobre frutas podridas. Recuerdo haber pensado en las ventajas de vivir en una ciudad de clima frío y seco en donde estos insectos no existen. Ahora tengo que desmentirme, dar un paso para atrás y retractarme. Pero, ¿de dónde vienen?, ¿los habré traído en mi maleta? Eso es una grandísima estupidez pero es lo único que tiene sentido. Detrás de la lavadora encuentro uno de los guantes de plástico, el otro lo botó la señora que viene cada ocho días a limpiar. Estaba roto en un dedo y se le metía el agua; a mí no me importaba pero ahora voy a tener que tocar esa maldita bolsa llena de gusanos con la mano desnuda. Voy a la estantería por uno de los rollos de cinta de enmascarar que ni siquiera he destapado y me arrodillo en la cocina, no estoy rezando aunque
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parezca. No tengo ganas de vomitar, pero tengo terror, la bolsa se mueve ligeramente y yo sólo quiero que esto acabe ya. Un soldado alemán apila los cuerpos lentamente, primero el cadáver de un alemán, luego el de un ruso, luego un poco de tierra encima de los dos. La nieve congela los cadáveres, los endurece como piedras. Nuestras trincheras eran construidas con cadáveres, dice el ex soldado alemán mirando a la cámara, sus labios tiemblan y por un segundo parece sentir vergüenza y sus ojos titubean. Agarro la bolsa con las manos, está mojada. Hago un nudo rápido para cerrarla, algo se descuelga por dentro, tal vez la caja de leche, siento pánico y la suelto. Podría ser una rata, ¿por qué no? Me lleno de lo que me queda de valor y rodeo la bolsa con la cinta, lo hago con fuerza así puedo asfixiar la maldita rata que vive en esas oscuridades pútridas. “Ratas del tamaño de un gato”, dice el ex infante de marina alemán mientras en la pantalla aparecen zanjas llenas de pedazos de ropa; todo está en blanco y negro, le siguen a esas imágenes otras de explosiones que tumban árboles y la voz del narrador dice: el órgano de stalin. Buen nombre para una película porno. Lo más tonto fue pensar en eso, pensar
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que serviría para el título de una película porno, no tengo un milímetro de inteligencia. Asfixio a la rata y a los gusanos con la cinta de enmascarar que no va a durar mucho. Pienso: esta cinta no resiste la humedad. Otra vez el pánico, otro movimiento dentro de la bolsa, esta vez puede ser el pepino reacomodándose; corro a la sala y abro el computador portátil, lo conecto al equipo de sonido: Firefox, Grooveshark, Playlist, Ternura, Cien metros para el cementerio de los Punsetes. Suena con mucho bajo, los vidrios tiemblan. Busco las llaves para salir corriendo, tengo una idea. Las Katiushas resuenan a lo lejos, cruzan Europa y llegan hasta este barrio del Tercer Mundo, tengo que esquivarlas para llegar hasta el supermercado. Una esquirla corta la yugular de un soldado, el corte es pequeño pero se desangra rápidamente. Los caballos muertos rodean el campamento, sirven de comida para los alemanes. Una medalla sobre la carne congelada. En el supermercado quiero disimular pero los productos que llevo en la mano me delatan: Ambientador Glade Paraíso Azul, un velón blanco grande y una vela blanca pequeña, una lata de Raid Mata Voladores, un paquete de bolsas grises
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grandes. Hablo a los encargados de la tienda evitando mirarlos a los ojos, les cuento de mi viaje al Eje Cafetero, miran con recelo los productos ¿qué pasará por sus cabezas proletarias? En mi casa de nuevo, no hubo bombardeos, las ametralladoras se trabaron con cualquier partícula de arena. Fumigo todo, ambiento todo, cierro las ventanas y me intoxico, prendo una vela, saco la ropa sucia de la maleta, le tomo una foto a los productos que compré en la tienda y se la mando a Susana. Su respuesta es un
mecánico jajajaja, la onomatopeya del órgano de Stalin. La bolsa deja de moverse y miro por la ventana, el vecino lava su carroorgullofamiliar. El camión de la basura va a pasar hasta el lunes así que voy a tener que esperar con esas bolsas dos días más. Vuelvo a fumigarlas con saña, aun quedan algunos de esos mosquitos pequeños y negros, por lo demás mi casa está limpia y en silencio de nuevo, es una tumba de ratas, gusanos y cajas vacías de leche. Ya me puedo relajar un rato. Me duele la cabeza.
UTRECHT
Hace frío en los Países Bajos. Los trabajadores se dirigen a la estación de tren. En verdad hace un día de mierda y la mayoría de los trabajadores solo tienen en mente estar en el Caribe. Es una estación importante esta de Utrecht, desde allí no sólo se puede viajar a todas las ciudades importantes de los Países Bajos sino también a casi toda Europa. Hace un frío de mierda, unos niños esconden debajo de sus gorros de lana unos tupidos pelos rubios y despelucados marcados por la forma de la almohada.
Aquí también hace frío, es de noche, para ser más exacto son las 10:04 pm. Tengo hambre, en la olla se hace un arroz con un poquito de mantequilla y sal. Tengo listas las salchichas y el jamón para cuando el arroz esté. No soy muy imaginativo con la cocina, la verdad la idea se me ocurrió mientras hacía el amor hace un rato. Arroz con salchicha, la boca se me llenó por un momento de babas; dejé de pensar en eso, estaba haciendo el amor. Cuando venía para acá, en la esquina vi la bolsa negra medio abierta
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al frente del Hotel Embajador, el aviso luminoso rojo le daba a todo una apariencia medio cinematográfica: como esas habitaciones donde se queda el detective cerca de un casino o algo así, la luz fluctúa entre rojo y azul, tal vez verde. De la bolsa de basura negra salían varias papas que estaban tiradas en el piso. A esta hora una papa bien lavada por la lluvia en la acera no parece una papa, parece un huevo, un embrión. Las miré por un segundo, no les presté mucha importancia: la calle está llena de basura. Es cierto que me da rabia que las calles estén sucias; cada día salgo y en el portón de mi casa encuentro una buena cantidad de desperdicios. El viento se arremolina y duran varios días ahí. Tal vez esos empaques de dulces o toallas higiénicas vengan de la esquina, el viento que sopla desde las montañas las trae hasta aquí. ¿Qué pasará cuando logren superar el remolino que las detiene y las acumula en el portón de mi casa? No sé, me imagino que seguirán su camino hacia el occidente, al final de la ciudad, allá en los límites entre los edificios y la naturaleza se detendrán, su viaje habrá terminado. La basura en el campo no tiene ningún sentido. En la estación de Ultrecht son exactamente las 05:04 am, siete horas más que aquí. Quise ponerle ají
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a las salchichas y se me regó toda la botellita, quedaron prácticamente incomibles. Aún así las revolví con el arroz e intenté saciar el hambre. Resultado: un dolor quemante en la barriga. Resultado 2: rabia. Resultado 3: hambre. Resultado 4: inseguridad al cocinar. Hay un hombre extraño en la estación de tren de Utrecht, tiene cara de borracho, camina como borracho. Es el doctor Diedrik Stapel. Mira a su alrededor buscando signos de racismo. Según sus novedosas teorías, los días en que se acumula la basura en la estación de Utrecht el odio hacia los migrantes aumenta considerablemente. Reparte encuestas a diestra y siniestra entre los anglosajones, también entre los negros y los latinos, a estos últimos les cuesta más que al resto sacar las manos de los bolsillos, tienen frío y recuerdan con cariño el tercer mundo, parece tan lejano. Llenan las encuestas sin entender mucho. El doctor Stapel es un timador, claro está. Todas las pruebas que ha encontrado para demostrar sus teorías han sido plantadas por él mismo. Su afán de organizar el mundo de manera esquemática, su compulsión, lo ha llevado, durante años, a botar las encuestas a la basura y generar unas nuevas que soporten sus tesis.
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Sin embargo a estas alturas no me parece tan descabellado pensar que desde un principio tuvo razón: siento una especie de odio racial cuando salgo y veo todos esos papelitos en el portón de mi casa. No puedo decir con certeza hacia quién va dirigido ese odio, pero tengo pistas: 1. A los que sacan la basura los días que no pasa el camión 2. A los recicladores que rompen las bolsas para buscar material 3. A los indigentes que rompen
las bolsas para buscar comida 4. Al viento Es un grupo heterogéneo y complejo que tal vez no tenga que ver mucho con la raza pero sí con el odio y el odio, como el amor, es irracional baby. Es tan sincero, tan cortante, como una navaja, e igual de peligroso y creativo. Sigo con la boca picada, la tráquea también. Las ratas deben estar comiéndose las papas de la acera, tal vez, como yo, tengan una severa indigestión, eso me alegraría mucho.
TARIFA
Muy al sur, lo más al sur posible de Europa está Tarifa. En Google Maps se ve que la tierra es algo seca, en la costa hay un faro desde donde se pueden ver los dos mares, el Mediterráneo y el Atlántico; en realidad los dos mares son uno solo en las costas de Tarifa, uno es más frío que el otro pero a fin de cuentas mar es mar. En la esquina de mi casa está Corner, una tienda de esas que sustituyeron a las antiguas, de esas que tienen datáfono para pagar con tar-
jeta y muchos productos empacados. Corner es como Tarifa: desde allí se pueden ver todas las calles que confluyen en una sola, calle es calle, miedo es miedo. Cruzar esas calles es difícil, no hay semáforos y uno siempre tiene la sensación de que lo van a atropellar, de que uno ya murió allí mismo. Debe ser culpa de mi nuevo nerviosismo, mi nuevo nerviosismo, mi nuevo nerviosismo, mi nuevo nerviosismo. Suena a consigna política, suena a venta
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de helados callejera, a avioneta con pancarta, suena a grito desesperado, suena a grafiti en las inmediaciones de una calle abandonada: mi nuevo nerviosismo, suena a nombre de un periódico de derecha. El caso es que casi nunca me siento a gusto en la calle. Alguna vez no fue así, alguna vez recuerdo estar de noche en cualquier sitio caminando al lado de mi especie de pandilla de perdedores, mirábamos la oscuridad de otra forma, como si fuera una aliada de las tonterías que hacíamos, de las cosas que queríamos contar al otro día los unos a los otros para reírnos de nuevo. Las veces que corrimos y nos persiguieron, las veces que perseguimos, las veces que nos agarraron y nos hicieron comer mierda, sangrar mierda. Ahora no, ahora la calle es sólo un pasadizo indispensable para el recorrido, un medio y no un fin. Un recorrido que tiene que llevar a algún lado, eso es asustador, me hace sentir viejo y patético en extremo. La seguridad burguesa de la casa con todas esas cosas que he venido recolectando, dispuestas para el confort, para la apatía me parece ahora mucho más alentadora que las promesas de la calle. Las costas de África están a sólo doce kilómetros de Tarifa. En días despejados desde Tarifa se puede ver
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Tánger y a todos los artistas babosos que pasan por allí y tratan de imitar la luz que pintaba el baboso de Delacroix. Los del primer mundo mirando al tercero, los del tercero mirando al primero, sólo doce kilómetros de mares unidos separan a la humanidad. Yo también estoy separado, me separan tres metros de la cocina, dos metros del anaquel, uno de la ventana, cinco metros de la puerta, tal vez cincuenta de Corner, un millón de millones de kilómetros de mi jubilación, de la tranquilidad en alguna finca a las afueras de la ciudad, me separa un mar de la tranquilidad, un mar negro, un mar muerto. Me pasa un escalofrío por la nuca, se me ponen duras las bolas así que voy y me las afeito, siguen duras. El miedo me parte en dos, no deja de resonarme en el cerebro el número treinta y seis: son los años que acabo de cumplir, ese número me condenó a la vejez, a la parálisis; puedo sentirlo: los bellos creciéndome en los hombros antinaturalmente, los dolores en las articulaciones, los polvos sin ganas y de fondo la novela, yendo a Corner por comida enlatada y saludando a la vieja esa del perro con el que converso; me dice siempre que lo ayude, que está cansado de comerle la vagina a ese cuerpo flácido. No
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puedo hacer nada por él, es un caso perdido, un soldado del tiempo, ya su espíritu se encuentra del otro lado, del lado de los muertos, de los suplicantes. Un french poodle con los ojos perdidos. Los árabes se toman Tarifa, en sus aparatos reproductores escuchan Love Buzz de Nirvana a todo volumen, no necesitan barcos, pasan nadando por el mar que son dos mares, sendos gran daneses los guían en el camino, no tienen miedo al llegar a las costas, la arena se pega en sus
pieles morenas, es un buen presagio, saben que van a estar allí por siglos. Saben que ya nada puede detenerlos, son jóvenes y osados, son rosados, son sados, son ados, son dos, son miles. Un grupo de travestis se toma en el mismo instante de tiempo el Corner, se preguntan si serán seguras estas tierras, si la soledad de este barrio les convendrá en sus planes de expansión, son miles, están sentados sobre unas bancas de metal labradas, no distingo muy bien sus formas, parecen arabescos.
EL PUEBLO DE NUESTRA SEÑORA LA REINA DE LOS ÁNGELES DEL RÍO DE PORCIÚNCULA
Mi amiga se comió una tortica de marihuana y llegó flotando a su casa en California. Según ella, la marihuana allá es mejor que la de aquí. A mí, la marihuana me da paranoia, siento que Bogotá es una culebra venenosa y gris. En Los Ángeles la gente escucha la última canción de Pharrel debajo de las palmeras, aquí hay algunos de esos árboleos en los centros comerciales, uno cree al ver-
los que son de plástico, hay que mirarlas muy de cerca, tocarlas, y ni así está uno seguro. Yo no estoy seguro. En el cielo un grupo de científicos vuela al lado de una bandada de pájaros en un ultraliviano, según ellos les están enseñando la ruta para que migren; son estos pájaros huérfanos que ya no saben volar y se posan sobre las palmeras de plástico en algún centro comercial, en nidos de petróleo
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empollan huevos de silicona que no son otra cosa que vibradores para señoras gordas en algún barrio de Los Ángeles. Esas señoras pagan miles de dólares por menjurges que las hagan ver más jóvenes, hacen yoga, leen los horóscopos en los periódicos, se inyectan, se perforan, se penetran: Capricornio: Emocionalmente te sentirás bien. Trata de evitar los excesos en el comer o beber, pues podrían afectar a tu salud. Por último, estarás muy sensual.
Entonces miran su huevito de pájaro huérfano y se sienten cada vez más sensuales, se acarician las tetas a medio broncear, se aprietan los pezones y piensan en sus hombres del pasado, también ellos a medio broncear, también ellos huérfanos, también ellos de plástico y silicona. Se masturban con sus huevitos importados de centros comerciales pero nunca sienten un orgasmo, esas son cuestiones de otras épocas, ahora sólo se concentran en algún tapete de colores, o en un nuevo filtro para
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que el agua salga más pura. Se quedan mirando fijamente y se pierden en esos objetos, son un solo ser, al fondo, en el cielo de postal, se ve una formación de ultralivianos, ya no hay pájaros, sólo científicos, vuelan en V, dejan una marca casi imperceptible, llevan parlantes de los que sale la última canción de Pharrel. Mientras tanto aquí abajo la información corre, fluye hacia nuestros computadores, de los computadores a los teléfonos, de los teléfonos a la lengua, de la lengua al aire, del aire a los satélites y así el ciclo se completa, de nuevo a los computadores. Es el segundo mundo, el mundo de las noticias, de los discursos, de los gráficos. También hay niños muertos y quemados en este mundo, hay tragedia y dolor pero no nos toca, parece todo una película mala, una versión eterna de Robocop, con pandillas, drogas inyectables y niños asesinos, todo esto ambientado apocalípticamente en la ciudad de Los Ángeles, todos creemos que se trata de nuestras ciudades, creemos que es Bogotá o Caracas o Lima y tenemos miedo.
II. CORPORATIVISMO TOTALITARISMO Y PRIMOR
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PERSONAS SIN PROTECCIÓN OFICIAL Hay un hoyo, hay un hoyo a la orilla del mar, una chica en bikini se pavonea en los televisores exhibidos sobre un fondo azul oscuro. El almacén está lleno de productos como cualquier otro almacén, pero este tiene algo especial, una decadencia sombría, un halo de tristeza y de mediocridad. Aquí tengo que venir cada mes a cumplir con las obligaciones que el estado me imputó por el sólo hecho de haber nacido en estas brillantes tierras. Hice de esto un ritual; me baño temprano y me lavo muy bien los dientes, me pongo ropa cómoda para caminar y salgo. Siempre voy por las mismas calles que ya me sé de memoria, en el camino dejo que mi rabia fluya, es parte del ritual. Veo las sedes de los políticos con sus colorcitos retorcidos, veo las empanadas, los restaurantes típicos, calles enteras cerradas por policías que cuidan alguna sede ridícula del gobierno, veo cómo las palomas le sacan los ojos a la estatua de algún prócer maldito en busca de un residuo de comida que quién sabe como llegó hasta la cuenca del hijueputa. Camino sin gracia y precavido, por estas calles roban mucho, dicen los comentaristas de radio por sus megaparlantes excesivos; yo les creo
como casi siempre. Claro que roban mucho, claro que cierran las calles para poder robar mejor sin nadie que les joda la vida. Yo mismo estoy robando, en este momento me robo a mí mismo. Me levanto temprano y me baño muy bien, me pongo los tenis para caminar y voy a entregarles mi plata, furioso pero con la cabeza abajo, resignado y patético. Cuando llego al almacén camino hacia las neveras y agarro algo que me calme la sed, subo las escaleras mientras destapo el recipiente plástico que obviamente no voy a pagar y me encuentro con algunos maniquíes viejos, jóvenes y viejos como todos los maniquíes; deben llevar aquí años pero siguen siendo un modelo juvenil, piernas delgadas, tetas duras y grandes, gafas negras; tal vez algún día encuentre una chica así, mientras tanto me conformo con la bebida que llevo en la mano. Luego la papelería, tristemente dotada de papeles sucios y cuadernos con alguna modelo barata en la portada. Hay un hoyo, hay un hoyo en la orilla del mar, una chica en bikini. Hago la fila juiciosamente, Todo es repetición, hasta el amor es repetición.
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PERSONAS SIN HOGAR Y MENDIGOS No sé cuántas veces he pasado por ahí, tal vez miles. Generalmente es de noche y siento rabia; generalmente todo está tan oscuro. Cuando llego a la esquina me repito a mí mismo que no quiero verlo, que de verdad no es un buen momento para verle la cara sucia y la boca sin dientes. Nunca es un buen momento para ver a ese hombre. El cielo me castiga, supongo que por mi incomprensión de la bondad y la compasión, y tengo que volver a verlo esa noche. Él también me mira pero no sabe quién soy, he pasado mil veces tratando de evitar su mirada pero al mismo tiempo con morbo de sentir la ira que siempre siento. ¿Por qué en ese lugar, por qué justo en esas noches en las que siento que cada palmo del camino se repite? Veo sus pies descalzos y llenos de algo como hollín, me dice algo que no entiendo pero que suena a una especie de ruego, una súplica descarnada y llorosa. Sé donde esconde sus zapatos porque el otro día vi cuando se los quitaba y los metía detrás de los matorrales. Me pregunto si siente frío o si simplemente se burla de todo. No lo odio, ni lo quiero, ni lo entiendo,
tampoco me importa entender nada en esas noches de mierda cuando camino esperando llegar rápido a mi casa, llegar y olvidarme de la violencia del mundo detrás de las cuatro paredcitas de miedo. No lo culpo ni me culpo a mi mismo por tener que verlo, por querer que la próxima noche ya no esté ahí ni la siguiente ni la siguiente ni la que sigue después de esa. Me culpo por sentirme tan débil, por seguir pensando en él incluso cuando me como los cereales franceses que compré en el supermercado que tienen pedacitos de fresas y de moras y que saben tan bien; incluso cuando me restriego en mi almohada y siento que me estoy durmiendo y todas las angustias se están derritiendo entre las melcochas de una vagina húmeda puedo verle la cara y puedo oír su queja ante el mundo; lo vuelvo a ver quitándose los zapatos despacio, como un trabajador se pone el overol, juiciosamente, los esconde dentro de los arbustos y se sienta a cumplir su turno de noche, lo veo tan miserable y verdadero que quiero matarlo alguna noche de esas cuando toda esperanza se ha ido.
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FAMILIAS DESESTRUCTURADAS
Cambiando de canales llego al 48 o tal vez 471. La hija de Michael Jackson da un discurso frente a una multitud y a un micrófono. Las personas a su alrededor esperan a que se desmorone para tocarle la cabeza. Muchas manos encima de su pelito lo están engrasando y despeinando sin piedad. Gafas negras, grandes y ostentosas, nuevas y caras observan neutralmente la escena, las mías están en la mesita de noche, no son caras ni están
nuevas pero sirven para lo mismo: el sol es muy fuerte allá afuera, el brillo ciega y distrae del objetivo, no es bueno parecer dudoso, no está bien visto trastabillar ni parpadear demasiado. La niña tiene la cara empapada y sigo cambiando de canales, ya no quiero saber más de estas historias pasadas, el muerto muerto está, las flores ya se pudrieron hace rato en la tumba del señor Jackson, a sus hijos les deseo lo mejor.
1 Cada vez que muevo algo otra cosa se cae, igual pasa con el mundo. Si en algún lugar construyen un edificio en otro lugar un edificio se cae, si Angelina y Brad alquilan cinco niños, en otro lugar cinco niños se quedan sin papás. Un movimiento natural y catastrófico nos condensa, edifica la historia, la convierte en verdadera tragedia. Sería mejor simplemente quedarnos quietos, encerrados en un cuarto mirando las cortinas día y noche, impedir el movimiento del universo.
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ANCIANOS DESAMPARADOS
Nunca he podido mirarla a los ojos; vende limones a la salida del supermercado, unos limones viejos como ella, secos y casi amarillos, a los limones sí los he mirado: son aterradores. También he mirado sus manos, arrugadas, casi translúcidas, la piel delgada y fina, un poco gris, un poco beige. Generalmente hace frío cuando paso por su lado pero no he sentido su olor; me lo imagino triste y quieto como un armario viejo, lleno de cosas que funcionan medianamente bien pero que ya nadie necesita. Voy con mis bolsas llenas de otras bolsas que están llenas de empaques y cajitas y subcajitas y subbolsitas y subempaques, capas y capas de tecnología de la conservación; alimentos duraderos en pequeñas cantidades, perfectos para solteros de los que no depende nadie y a los que el exceso de alimentos en la nevera sólo les deja una cosa: podredumbre. Todo en esas bolsas tan bien conser-
vado y ella ahí afuera tan vieja, tan expuesta a la oxidación, al hidrógeno, al CO2, a lo frentes fríos y a las miradas de los perros que sus dueños dejan a la entrada del supermercado; perros burgueses que no están acostumbrados a ver a nadie tendido en el cemento húmedo, ni siquiera ellos mismos lo hacen, para eso tienen sus tapetes para perros de casa. Ahora que lo pienso, ella también lleva puesta una ruana gris y tal vez un gorro de lana. Ya no estoy seguro pero tal vez lleva un anillo. No sé de dónde viene y seguramente pronto la dejaré de ver, la ley natural de la vida, baby, uno se muere y nada se lleva. Unos limoncitos en mi memoria como las teticas de las colegialas, como las cosas bonitas del mundo, como los limones verdes y prósperos que compro en el supermercado. Como las plantaciones y los dos océanos que bañan este país feliz y maldito.
III. RED DE REDES
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R.E.D
Angela Bennett es una analista informática especializada en detectar virus informáticos y anomalías en los sistemas. Su rutina diaria, alejada de cualquier contacto con otras personas, excepto con su madre, se convierte en una pesadilla al descubrir un programa de Internet que permite al usuario acceder a bases de datos secretas. Desde ese momento la vida de Angela corre un gran peligro, será perseguida por Jack Devlin, un hombre sin escrúpulos que tiene orden directa de acabar con ella lo más rápido posible, antes de que ésta desvele toda la trama de corrupción y conspiración en la que se encuentra envuelta. Inexplicablemente, La Red deja de dar estrenos en su pantalla, y además comienza a disminuir la producción nacional, y por consecuencia el índice de audiencia. La notoria debilitación de su parrilla programática, y la arremetida de Chilevisión y Mega fueron claves para desencadenar la lenta caída de la estación privada, que desde 2007 a la fecha solo vio números rojos en sus arcas y más problemas administrativos de los que habían. Sólo algunas estirpes han logrado desarrollar la pluricelularidad en
el curso de la evolución, y de éstas en sólo dos se reconoce únicamente la existencia de tejidos, a saber, las plantas vasculares, y los animales (o metazoos). En general se admite también que hay verdaderos tejidos en las algas pardas. Dentro de cada uno de estos grupos, los tejidos son esencialmente homólogos, pero son diferentes de un grupo a otro y su estudio y descripción es independiente. Angela dispone de la ayuda de una persona llamada El Hechicero, con el que conversa a través de Internet. Con su ayuda y por medio de ordenadores, consigue frustrar muchos planes de Los Pretorianos y desea recobrar su verdadera identidad, mientras tiene que huir a la vez de Los Pretorianos y del FBI. Angela se entera de que la clave estaba en el Cañón del Cobre y decide ir a ver a una persona llamada Phillip Wayland. Éste le informa de que en varias personas (militares, filósofos, analistas, etc...) se reunieron en el Cañón del Cobre para trabajar en un sistema de comunicaciones mundial. Angela descubre en una foto que su padre se fue al Cañón del Cobre. Wayland y Angela van allí seguidos
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por Los Pretorianos, que activan un sistema de autodestrucción y Wayland muere aunque Angela consigue huir. Con una identidad falsa, Angela se ve obligada una huida constante. Diva con su estilo y voz únicas, complementa los fines de semana de La Red. Se retira del programa el 3 de noviembre de 2013, sorprendiendo a todos sus seguidores en la pagina web twitter, incluyendo a sus compañeros de set. El resultado de todo esto es lo que experimentamos hoy en día: la
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transformación de lo que fue una enorme red de comunicaciones para uso gubernamental, planificada y construida con fondos estatales, que ha evolucionado en una miríada de redes privadas interconectadas entre sí. Actualmente la red experimenta cada día la integración de nuevas redes y usuarios, extendiendo su amplitud y dominio, al tiempo que surgen nuevos mercados, tecnologías, instituciones y empresas que aprovechan este nuevo medio, cuyo potencial apenas comenzamos a descubrir.
ARPANET* 1962, los gringos estaban muertos del susto, los rusos también. Tenían un miedo que les helaba la sangre, las mentes y las huevas. No podían hacer más que pensar en ataques, conspiraciones y planes para terminar con su estilo de vida. Temían por sus vidas, por la de los ancianos y los niños, pero sobre todo temían por sus comunicaciones. Estaban paranóicos con no poder hablar los unos con los otros a través de sus teléfonos. Claro, tremendos países tan grandes,
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http://es.wikipedia.org/wiki/arpanet
con tanta tierra, tan separados todos por kilómetros y kilómetros de productividad pura. Así que en caso de un ataque decidieron poner todo su empeño en una red de palomas para transmitir mensajes. La red de Palomas Advanced Research Projects Agency Network (arpanet) fue creada por encargo del Departamento de Defensa de Estados Unidos (dod por sus siglas en inglés) como medio de comunicación para los diferentes organismos
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del país. El primer nodo se creó en la Universidad de California, Los Ángeles y fue la espina dorsal del Palomar hasta 1990, tras finalizar la transición al protocolo tcp/ip iniciada en 1983. El concepto de una red de palomas capaz de comunicar usuarios en distintos palomares fue formulado por j.c.r. Licklider de Bolt, Beranek and Newman (bbn) en agosto de 1962, en una serie de notas que discutían la idea de Red Galáctica. En octubre del mismo año, Licklider fue convocado por arpa (Agencia de Investigación de Proyectos Avanzados) perteneciente al Departamento de Defensa de los Estados Unidos. En este foro, convenció a Ivan Sutherlan y Bob Taylor de la importancia del concepto antes de abandonar la agencia, y antes de que se iniciara trabajo alguno. Mientras tanto, Paul Baran estaba trabajando desde 1959 en la rand Corporation en una red segura de comunicaciones capaz de sobrevivir a un ataque con armas nucleares, con fines militares. Sus resultados se publicaron a partir de 1960, y en ellos se describían dos ideas clave: - El uso de una red descentralizada con múltiples caminos entre dos puntos.
- La división de mensajes completos en fragmentos que seguirían caminos distintos. La red estaría capacitada para responder ante sus propios fallos. El resumen final de este esquema se presentó en 1962 y se publicó en 1964. En la misma época, Leonard Kleinrock ya trabajaba en el concepto de almacenar y reenviar mensajes en su tesis doctoral en el mit. Esto incluía un importante análisis de la teoría de colas aplicada a las redes de comunicaciones (publicado como libro en 1964). Su trabajo aún no incluía la idea de fragmentación en paquetes. Por último, Donald Davies, del Laboratorio Nacional de Física comenzó a relacionar todos estos conceptos en 1965, después de asistir a una conferencia en el Reino Unido sobre multiplexación en el tiempo. Su investigación tuvo lugar independientemente de los trabajos de Baran, de los que no tuvo conocimiento hasta 1966. Casualmente, fue Davies quien empezó a usar el término paquete. En este estado de las cosas, cuatro centros de investigación independientes (darpa, la corporación rand, el mit y npl en el Reino Unido) acabarían convirtiéndose en los primeros nodos experimentales de arpanet.
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Mientras todo esto ocurría, arpa y Taylor seguían interesados en crear una red de palomares. Al final de 1967, Taylor contactó a Lawrence G. Roberts (del Laboratorio Lincoln, en el mit) con el objeto de que liderase el proyecto de creación de la nueva red. Roberts ya conocía a Davies gracias a la mencionada conferencia sobre multiplexación en el tiempo. El concepto original de Roberts consistía en utilizar la técnica de multiplexación en el tiempo, uniendo palomas directamente con líneas telefónicas. En una de las primeras reuniones (de 1967), muchos participantes no estaban dispuestos a que sus palomas tuvieran que gestionar líneas telefónicas. Uno de estos participantes, Wesley A. Clark, tuvo la idea de usar pequeñas palomas separadas sólo para gestionar los enlaces de comunicaciones. Esta idea permitió descargar de trabajo a las palomas principales, además de aislar la red de la distinta naturaleza de cada paloma. Sobre esta base comenzó el diseño inicial de arpanet. Roberts presentó su primer plan en un simposio de 1967. En este mismo evento se encontraba presente Roger Scantlebury, colaborador de Davies. Gracias a este encuentro discutieron la idea de la conmutación de paquetes y per-
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mitió a Roberts conocer el trabajo de Baran Holl. En el verano de 1968 ya existía un plan completo y aprobado por arpa. De manera que se celebró un concurso con 140 potenciales proveedores. Sin embargo, solamente 12 de ellos presentaron propuestas. En 1969, el contrato se adjudicó a bbn (donde había trabajado Licklider, creador del concepto de Red Galáctica). El 29 de octubre de 1969 se transmite el primer mensaje a través de arpanet y en menos de un mes (el 21 de noviembre de 1969) se establece el primer enlace entre las universidades de Stanford y la ucla. La oferta de bbn seguía el plan de Roberts rápidamente. Los pequeñas palomas se denominaron procesadores de la interfaz de mensajes (imp). Éstas implementaban la técnica de almacenar y reenviar y utilizaban un módem telefónico para conectarse a otros equipos (a una velocidad de 50 kbits por segundo). Los palomares centrales se conectaban a los imps mediante interfaces serie a medida. Los imp se implementaron inicialmente con palomas ddp-516 de Honeywell. Contaban con 24 kilobytes de memoria principal con capacidad para conectar un máximo de cuatro palomares centrales, y comunicarlos con otros seis imp remotos.
IV. LA DISCOTECA FUGAZ
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gabriel mejía
PISCINAS Y CRISTIANOS
Un sol intenso. Me quemo aquí. Quisiera que en mi maleta hubiera una bomba y estallar en mil pedazos. Destruir esta iglesia cristiana. Soy un sospechoso, los cristianos pueden leer mis pensamientos; de vez en cuando sale alguno y me mira a los ojos. Hay uno pequeño de gafas, volteo y se esconde como en una cueva, analiza desde adentro cada uno de mis pensamientos; sabe que lo odio, sabe que estoy aquí por alguna razón. Todos ellos conocen mi pasado, también mi futuro; saben que atravesé ese horrible puente sobre la avenida para llegar hasta aquí, el número de la placa del taxi en el que vine, el nombre del taxista y las impresiones que sobre él tuve: demasiado viejo para manejar, algo educado, voz de mujer. Saben también que me he estado mirando en las vitrinas al caminar en los últimos días y he estado pensado en el mal. Eso no les gusta, piensan que es un despropósito con A. De todos modos yo trato de pensar en otra cosa, como en el agua de las piscinas sucias, en los bordes de las piscinas o en los bichos que se ahogan en las piscinas. Alguna vez
cuando era niño a salvé a un bicho de morir ahogado; con un palito lo saqué del agua inmunda. Sólo los murciélagos y los humanos tomamos agua viciada y orinada de piscina. Recuerdo estar con mi prima en el borde de la piscina. El viento hacía que los pezones se le pusieran duros. Yo era un niño y quería abrazarla. La abracé y sentí sus tetas mojadas en mi pecho; me aferré como si nunca más la fuera a ver. Nunca más la vi; ya no estoy seguro de que fuera mi prima. Mis brazos rodearon su cuello, tuve ganas de morderla, podía sentir como se reían todos a mi alrededor, también ella se reía nerviosa, alguien me jaló, había sido suficiente, el espectáculo ya no era tierno, tenía un matiz demasiado sexual. Intenté safarme pero todo estaba en contra, seguían las risas y lograron apartarme, sentí como se alejaba su olor y sus pezones duros. Odiaba entrar al baño que había en esa piscina. Era pequeño y olía a cloro seco. También había cucarrones y abejorros negros. Tenía los pantalones abajo, estaba cagando, sudaba. Estaba preocupado porque
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el seguro estaba dañado y alguien podía entrar, me preocupaba también que alguien oyera los sonidos de la mierda y los pedos, la mierda cayendo al agua como una ruina oxidada en el mar. Había una ventana pequeña por la que sólo podía ver más y más vegetación, verdes de mil tonalidades, verde y amarillo, verde y verde. Por la ventana entró este bicho asqueroso, una especie de cucaracha con alas de seda. Hacía un sonido horrible y profundo, batía las alas, las restregaba contra las paredes, se estrellaba y perdía el rumbo. Se escondió detrás del tubo de una aspiradora vieja y yo hice fuerza para que saliera la última mierda, el último pedazo de materia fecal que
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colgaba de mi culo. Saqué el papel higiénico y lo restregué con fuerza en círculos; otro y otro y otro pedazo y corrí, salí de ahí. En la piscina no había nadie y el sol alumbraba todo de manera exquisita y etérea: relativa al cielo. Las hormigas hacían filas cargando hojas, bajaban desde las copas de los árboles fruteros. La atmósfera era densa y caliente, llena de una sustancia viviente gelatinosa y colorida. Entre las cosas no había distancia porque todo estaba lleno de algo, todo interconectado y sin límites. Yo me sentaba en el piso y esperaba, tenía los pies sucios de polvo negro, muy diferente al polvo que sale a veces por la nariz en esta ciudad de mierda.
NOMBRES DE DESODORANTES PARA HOMBRE
Victory league, Fusion, Vice, Fresh, Cool nigth, Sport man, Soft confort, Cool wave, Sport, Original, Action 3, Miami play boy, Anarchy for him, Active, Superhero, Ice fresh, Dry impact, Rebellious, Extreme, Urban spirit, Excite, 2012 final edition, Stainguard, Men vs. tuning, Sport artic ice, Silver protect, Cool kick, Clinical, Glacier power, Cool fusion, Sportfan, Classic.
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I.D.
Karen
Entró a la habitación, revisó si estaba viva. ¿Cuál es su nombre? Había sido brutalmente asesinada. Sólo necesitaban tecnología que los ayudara. Una década perdida. Examinan la escena del crimen, era la habitación principal, sus pies contra la pared y la cabeza bajo la cama, tenía puesta la ropa interior y una camiseta para dormir que le habían levantado hasta el pecho. Muy probablemente se trataba de un hombre. Había rastros de una gran pelea, el televisor seguía encendido. Una varilla de la cama estaba salida, era de metal. Alguien había tratado de inmovilizarla. Alguien intentaba acceder y tocarla con una mano. Era posible que ella hubiera dejado entrar al asaltante a la casa. Quizá tenía una llave. Colocaron bolsas sobre las manos. El médico forense le examinó el estómago. El minuto en el que alguien murió. La última comida de Karen. La hora aproximada de la muerte, 1980. No usaban ADN
como ocurre hoy. Había rastros de sangre bajo todas sus uñas. El esposo. Habían estado casados tres o cuatro años. Ella era el tipo de chica que se tomaba en serio el matrimonio. Estuvieron separados por un tiempo. Ella vivió con su madrastra dos meses. Habían ido a cenar, vieron el show de Beny Hill. Se pusieron de novios. Al comienzo estaban enamorados. No se separaban nunca. Había mucho miedo y especulación, tenía que haber sido alguien cercano. Tenía muchos amigos, tenía una familia que le adoraba. Era una amiga. Me hacía sentir segura. Por supuesto había muchos vecinos que estaban preocupados. Los detectives vuelven con el marido. Cuando Karen se separa de Steve acude a Bac para tener alguien con quien hablar. La policía contacta a Bac, acepta responder las preguntas. Había hablado con Karen, le dijo que le diera otra oportunidad al matrimonio.
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Tommy Debió asesinar a unas 70 personas. Era un vago que recorría el país asesinando hombres, mujeres y niños. Sentenciado a muerte en el 2000. La cita del infierno de Dante, abandonen toda esperanza quienes entran. ¿Cuántas personas mató? Unas tres por aquí otras dos por allá, durante 20 años. Evidente frialdad. ¿Usted
cree en dios y es un psiquiatra? Asesinos salvajes, matar niños. Nunca le interesó ninguna forma de canibalismo. Un gran misterio, sus actos nos aterrorizan y dan énfasis a nuestro concepto de maldad. El recurso más eficaz para que se revele la verdad. Cientos de criminales a través de décadas. Maldad extrema.
El hombre del bigote ¿Hay alguna definición que se pueda aplicar? Un asesino de niños. La idea era estar con un chico otra vez, recorrió parques y plazas de juegos.
Tenía un cuchillo de 15 centímetros. Secuestró un muchacho y lo llevó a su casa. Mantuvo el niño cautivo; a eso de las 5:30 am tenía que matarlo.
XXX Está en el piso del supermercado. En una mano tiene un cuchillo, en la otra un paquete de papas y un jugo
de naranja, hay sangre en su cara. Tiene hipotermia leve y una especie de estado psicótico.
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CARRUAJES
Como quisiera salir a la calle en este día de mierda en el que sólo llueve, y entre los charcos ver venir el carruaje frío de la muerte, con siete caballos negros jalando poseídos por el diablo; que el carruaje frenara frente a mí y la puerta se abriera; que adentro la sombra conocida de siempre me hablara y me dijera que a donde voy, va ella. Le diría que agarrara la carrera treinta y subiera por la novena, también me sentiría poseído y gritaría de rabia, hablaría con ella del destino de los humanos, de los perros, de las piedras, las fábricas, de las ratas y los canarios, lle-
garía a la séptima por la ciento dieciséis y voltearía a la derecha, por la ciento doce voltearía a la izquierda y de nuevo a la izquierda por la primera cuadra, me bajaría con los ojos llenos de fuego y gritaría tan fuerte que se oiría en el infierno, en el cielo y en el purgatorio, también en los cerros donde viven los muertos de un accidente aéreo. Tú no estarías y saldría tu hermano y asustado, me extendería la mano. Con ternura yo le entregaría, para que te la diera a ti en la noche, la gomita en forma de perro caliente que te compré en la Panamericana.
NARCÓTICOS ANÓNIMOS
Domingo en la mañana, bueno, media mañana. Son las 12:30 del día. Puse una hamburguesa en la parrilla. Con mis manos manoseé la carne. Ese olor insoportable. Hay un monumental trancón en la frontera entre México y Estados
Unidos, hace sol. El 80% de esos vehículos están cargados con cocaína, los perros pueden olerla, también ellos son adictos. El calor derrite todo, derrite la civilización occidental. Hay un olor químico que hace hermoso juego con las oleadas de ca-
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lor que ondulan la visión. Con tensa calma unos a otros se miran a los ojos y sudan. A lo lejos el sonido penetrante de un helicóptero. De cerca, el polvo, la tierra, los mocos, las tripas. Volteo la carne, le pongo sal, con un palito chino de madera revuelvo la mayonesa con la salsa picante y un
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poquito de curry. Parto los tomates, saco el pan integral de la bolsa y lo pongo sobre la tabla de madera y espero a que la carne esté por el otro lado. Juan dice que uno sabe cuando está la carne porque empieza a brotar la sangre por el lado que está sellado. La carne sangra.
DISCOTECA FUGAZ
Hay en mi corazón una discoteca. Sórdida discoteca fugaz. En las columnas mujeres de neón, en las paredes grasa negra y mierda de hormiga. Hay en todo un gran dolor. En esta discoteca maldita, oscura y voraz nadie se calla, nadie tiene nada que decir. Días de niebla y sangre en los ojos. Caminé desde allá hasta aquí y en el camino, tosiendo, me cagué en los pantalones. Miré a mi alrededor, nadie notaba que me había cagado, únicamente yo y mi mierda de aguardiente, cerveza y perico, sólo yo y mi nuevo dulce olor a perfume nuevo que me regaló Angélica. No me desesperé, busqué opciones; pensé en cada uno de los objetos que metí en mi maleta esta
mañana: un impermeable, un gorro de lana ¿me iba a tener que limpiar el culo con un gorro de lana? ¿Me voy a tener que limpiar el culo con glorias pasadas?. Entré a un café. No hablé con nadie, no miré a nadie. Subí al baño del segundo piso y me bajé los pantalones. Revisé con cuidado los calzoncillos a rayas. No había nada. Miré en el bolsillo pequeño de la maleta, me metí el dedo en el culo. Me miré en el espejo, no estaba sudando. Encontré la libretica azul y arranque una hoja, la doblé en dos y me limpié. Me lavé las manos y salí de ahí otra vez sin ver a nadie. Dulces días de mierda y lluvia, cielos amoratados y rayas en mis calzoncillos.
Gabriel Mejía Abad las entrañas del mundo Edición de 300 ejemplares Editado por Jardín publicaciones www.jardinpublicaciones.com Impreso en Colombia octubre de 2015