Del Cielo a la Arcilla. Representaciones de Astros en Arqueología

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Artículo originalmente publicado en: Chachapuma. Revista de Arqueología Boliviana, Nº 3, Junio de 2008. Pp. 37-49. La Paz. DEL CIELO A LA ARCILLA. Una Aproximación a la Representación de Fenómenos Astronómicos en la Cerámica Votiva de Pariti Javier A. Méncias Bedoya* Introducción. El presente trabajo busca ser una primera aproximación al análisis iconográfico de los fenómenos astronómicos que pudieron haber sido representados en la cerámica Tiwanaku encontrada en la Isla Pariti del lago menor – o Wiñaymarka - en el contexto del proyecto arqueológico “Chachapuma”, durante las temporadas de campo 2004 y 2005. Creemos necesaria una aproximación de este tipo debido a la carencia de trabajos, con excepcionales casos1, relacionados a la astronomía cultural en nuestro territorio. La mal llamada arqueoastronomía, como disciplina encargada de recuperar los datos que refieran al conocimiento de los astros que poseían los antiguos pobladores de un espacio geográfico determinado2, es capaz de aportar mucho al conocimiento de las culturas, y restos culturales, que los arqueólogos estudiamos3. Según Edwin C. Krupp4 “la arqueoastronomía es el estudio interdisciplinario a nivel global de la astronomía prehistórica, antigua y tradicional, en el marco de su contexto cultural.

En este estudio se incluyen tanto fuentes escritas como

arqueológicas, abarcando los siguientes tópicos: calendarios; observación práctica; cultos y mitos celestes; representación simbólica de eventos, conceptos y objetos astronómicos; orientación astronómica de tumbas, templos, santuarios y centros urbanos; etc.” Sin embargo, como Belmonte5 indica, el tópico de la etnoastronomía es dejado de lado por esta conceptualización “global”. Dicha observación es importante toda vez que consideramos a las fuentes escritas de culturas vivas y extintas –o aquellas referidas a culturas del pasado que aún poseen cierta descendencia en la actualidad- como es el caso de los Inkas6, como un aporte importante para nuestro estudio.

1 2 3 4 5 6

Véase Teames 2002 sobre las representaciones de la explosión de Belmonte y Sanz de Lara 1998. Belmonte 1999, s/f; Gurshtein 1995. Krupp 1997. (traducción y cursivas propias) Belmonte 1997. Ver Ziolkowski 1991. *

Carinae en un monolito Tiwanakota.

Egresado de la carrera de Arqueología de la UMSA, investigador del Proyecto Chachapuma y director del Proyecto Arqueológico Pumiri. javarq@gmail.com


Establecida la anterior discusión, consideramos pertinente enfocar los problemas relativos a nuestro trabajo desde una óptica astronómico-cultural, en cuyo caso realizaremos el estudio a partir de los tres niveles que sugiere Belmonte7: a) el nivel arqueológico e histórico, encargado de proporcionar toda la información básica sobre los desarrollos culturales y los restos que estudiamos de los mismos; b) un nivel arqueotopográfico, que nos permite el acceso a información sobre la localización de nuestro material de estudio, justificado –la mayoría del tiempo- por elementos geográficos (en relación al paisaje) y c) en el que la arqueoastronomía entra en juego relacionando la información arqueológica, etnohistórica –a la que deberíamos sumar la analogía cultural diacrónica- con la arqueotopográfica, encontrando en la bóveda celeste, y en los fenómenos que suceden o han sucedido en ella, interpretaciones razonables de los datos de que disponemos. Pariti en el contexto arqueológico Tiwanaku En los últimos años, la isla de Pariti –situada en la porción menor del Lago Titikakaha pasado a ser una parte importante del mapa arqueológico que conocemos en la actualidad sobre el fenómeno cultural y, principalmente, de culto que denominamos Tiwanaku. Dicha importancia se remite al hallazgo de 556 piezas cerámicas de finísima factura que dan cuenta de un interesante momento, si no un proceso, dentro de lo que podríamos calificar como uno de los últimos indicadores que conocemos en el registro arqueológico para el citado fenómeno acaecido durante el Horizonte Medio (400 – 1100 d.C.). Dentro de la concepción clásica de Tiwanaku8 existen, en general, tres momentos importantes en el desarrollo de este fénomeno. Los mismos podrían resumirse en: a) el surgimiento (Primitivo, época I y II), b) el desarrollo y cúspide (Clásico, época III y IV) y c) la decadencia y desaparición (Decadente, época V). Las características de la cerámica que ambos autores apuntan, exceptuando aquella perteneciente al primer momento, han sido reconocidas en los artefactos obtenidos en la estratigrafía de Pariti.

Además, se ha observado la replicación de cierta iconografía

“estandarizada” del período, este es el caso –por ejemplo- de las imágenes radiadas, un rasgo con significación evidentemente solar, que se observan tanto en las obras más llamativas de la escultura Tiwanaku9 así como en algunas piezas de la colección10.

7

Belmonte 1997. Bennett 1956, Ponce 1976. 9 Como por ejemplo la Puerta del Sol. 10 Para una mejor referencia remitirse a Sagárnaga 2007. 8


Aunque el material arqueológico del hallazgo efectuado en las temporadas de campo 2004 y 2005 del Proyecto ha sido tratado en anteriores publicaciones 11, deseamos hacer énfasis en algunos aspectos relativos al contexto arqueológico del descubrimiento, la mayoría de ellos relevantes para nuestro trabajo. En primer lugar, el total de las piezas halladas proviene de dos rasgos arqueológicos distintos –aunque no distantes- que juntos hacen el total de piezas que constituyen nuestro universo de estudio.

Es necesario aclarar que una serie de piezas

provenientes del rasgo 1 se “completan” –encontrando su par “exacto”- en el rasgo 2, de manera que consideramos que si dos piezas “idénticas” constituyen parte de nuestra muestra, las mismas constituyen un todo a pesar de haberse encontrado en dos rasgos distintos. En segundo lugar, el contexto arqueológico del descubrimiento responde a un patrón votivo, es decir que las piezas fueron ofrendadas de forma ritual –en un acto de “sacrificio”- y no responden a características que señalen que las mismas son el producto de un proceso de desecho o eliminación. Nuestros indicadores son varios, entre ellos los puntos de impacto que demuestran que las piezas fueron golpeadas con –o contra- objetos contundentes, por lo que su ruptura no es el resultado de accidentes o procesos postdeposicionales antrópicos o naturales12. En tercer lugar, nunca está de más recalcar que según las inferencias realizadas al tipo de cerámica y sus componentes, la misma responde a una filiación Tiwanaku indiscutible, inclusive desde la procedencia de la arcilla con la que las piezas fueron confeccionadas13. Finalmente, se ha datado radiocarbónicamente ambos rasgos entre el 800 y 1150 d.C.14, que equivale al Decadente de Bennett15 e Imperial de Ponce16, con lo que nos situaríamos, muy probablemente, en una de las últimas grandes ofrendas generadas por actores relacionados al culto dominante –por lo menos hasta el momento- de Tiwanaku. Crónicas y otras fuentes escritas Aunque es por todos conocido que las crónicas son documentos muy posteriores al momento en que Tiwanaku existía como entidad político-religiosa, las mismas constituyen una poderosa fuente de información y aproximación a la percepción de

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Ver por ejemplo Sagárnaga y Korpisaari 2005, 2007; FCBCB 2006 y anteriores números de Chachapuma. Schiffer 1996. 13 María Soledad Fernández realizó el estudio de pastas de las piezas de la colección, su informe recalca la filiación Tiwanaku de las mismas. 14 Sagárnaga y Korpisaari 2005. 15 1956. 16 1976. 12


varios aspectos sociales, políticos, rituales y cosmogónicos de los actores que por entonces ocupaban el territorio. Desde este punto de vista, es uno de los cronistas el que mayor información gráfica puede proporcionarnos: Felipe Guamán Poma de Ayala17. Su crónica, además de ser una fuente inacabable de información escrita desde el punto de vista de la Paleografía, constituye, incluso hoy en día, una fuente primordial en el acercamiento de los investigadores a diversos aspectos de la vida diaria de los pobladores del Alto Perú, todo ello con una simple revisión de los gráficos que el mismo nos proporciona. Una revisión primaria nos permitió constatar que de entre sus 398 dibujos 43 tienen representaciones de cuerpos celestes (siendo los únicos representados el sol, la luna y una o varias estrellas en varias combinaciones). En ningún caso estos astros se representan acompañados de individuos españoles, sino más bien de indígenas y en una mínima proporción de imágenes católicas (Dios, la crucifixión de Cristo). Dos de las imágenes (en la foja 79 y 897, imágenes 1 y 2) son gráficamente impresionantes y sugestivas desde el punto de vista de la astronomía cultural.

Imagen 118. Gráfico de la foja 79, Las primeras armas del Ynga.

17

Imagen 219. Gráfico de la foja 897, El astrólogo andino que estudia el sol, la luna y los demás cuerpos celestes para saber cuándo sembrar las tierras.

El Primer Nueva Corónica y Buen Gobierno (1615). Tomado de http://www.kb.dk/permalink/2006/poma/79/es/text/?open=id3082991 19 Tomado de http://www.kb.dk/permalink/2006/poma/897/es/text/?open=id3089751 18


En la primera imagen observamos tres símbolos relacionados al escudo de armas Inka, el sol, la luna y una estrella. En la segunda, el sol y la luna, como en muchos otros dibujos del autor, se hallan al mismo nivel en el cielo siempre en el horizonte. Ambas imágenes ilustran, por demás, la importancia de los astros para los Inkas y, lógicamente, los pueblos asociados al imperio. Aunque ésta constituye una tímida aproximación a la iconografía de los facsímiles de Guamán Poma, no deseamos –por lo menos por ahora- inmiscuirnos en estudios más profundos de su obra pues ella nos sirve solamente como una herramienta introductoria. Pero no solamente Guamán Poma puede darnos un esbozo de la percepción astronómica en la región. Otros autores como Ziolkowski20 han empleado las ricas fuentes textuales de las crónicas en trabajos que involucran la temática de la astronomía cultural. En su artículo, el autor platea la existencia de dos tipos de fenómenos astronómicos: los cíclicos (movimiento del sol, las estrellas, los planetas y las fases lunares) y los acíclicos o extraordinarios (como la aparición de cometas o los eclipses). En base a estas categorías, experimenta con varios cronistas en la información que brindan sobre un fenómeno astronómico acaecido en la época de la conquista. El fenómeno abarcaría la aparición de un cometa que Atawallpa habría interpretado como un presagio de la derrota, muy cerca a la fecha del cerco en Cajamarca. El autor postula que dicho “signo del cielo” habría influido en parte en el calendario Inka y las decisiones conservadoras tomadas por el Monarca, decisiones que finalmente terminaron por darle un pequeño empujón al montón de acontecimientos (la lucha por el poder imperial y las batallas perdidas) que precipitó la caída del imperio. Pero, ¿qué grado de importancia tienen los fenómenos astronómicos en la vida de los grupos culturales en el Altiplano?. La observación de los cuerpos celestes en las comunidades actuales del Altiplano. Sin duda alguna, la vida de las comunidades actuales ha cambiado mucho desde la época precolombina. El Calendario Católico y el acceso a otras fuentes informativas ha hecho que muchos grupos culturales dejen de ver al cielo y calculen sus propios tiempos en base a los astros. Sin embargo, muchas actividades en la actualidad respetan el movimiento de los cuerpos celestes y se autodeterminan, en muchos casos, en base a los mismos.

20

1991.


Ziolkowski21 esbozó de manera muy clara, para el período precolombino, la existencia de un calendario Inka basado en los movimientos lunares, aspecto que los españoles comprendieron pronto y aprovecharon para su triunfo. En la actualidad, podemos observar la importancia de la luna y el sol para los períodos de siembra y cosecha22, relacionados íntimamente con el solsticio de invierno –como en el caso de Tiwanaku. Otros grupos como los Urus utilizan los astros nocturnos, principalmente las constelaciones andinas (fig. 1), para la actividad pesquera23.

Figura 124. La vía láctea y las constelaciones andinas.

Los ejemplos, aunque muchos menos de los que probablemente existieron en el pasado, sobran para recalcar la importancia de los astros y sus movimientos –así como sus excepciones- en la vida de las comunidades actuales de nuestro entorno. La muestra observada. Con todo nuestro marco histórico-contextual desarrollado, podemos explicar la muestra de piezas escogidas que nos permitirá comprender parte de lo que los fenómenos astronómicos significaron para la población inmersa en el acto ritual que

21

Íbid. Aveni 1996. 23 Portugal 2002. 24 Tomado de http://www.educarchile.cl/medio/20030910123626.gif 22


estudiamos, es decir el sacrificio ritual que llevó a la cerámica de Pariti a su contexto deposicional primigenio. Primero, se revisó la base de datos de la colección de piezas arqueológicas de Pariti.

Una vez reconocidas las piezas con probables representaciones de

fenómenos astronómicos, se obtuvieron fotografías de las mismas y se ampliaron las partes de las mismas que fueron necesarias para una clara observación de los íconos. La presencia de motivos circulares, que se podrían relacionar con astros, en la cerámica de Pariti es alta (creemos que en un 40% de las piezas de un número de 556), por tal motivo nos vemos obligados a seleccionar sólo aquellas que presentan motivos atípicos o que presentan íconos con características fuera de lo común en las piezas. La revisión de la base de datos nos permitió escoger las piezas PRT 00082 y PRT 00212 (que conforman un par), PRT 00241 (única), PRT 00318 y PRT 00319 (par), PRT 00340 y PRT 00341 (par), y PRT 00215 y PRT 00217 (par). Debido a que los pares son “idénticos” (particularmente a nivel iconográfico) exceptuando PRT 00215 y PRT 00217, una de las piezas de cada par servirá para su estudio. provienen del rasgo 1.

PRT 00212 y ampliación del detalle en la base

Todas


Comparación iconográfica en PRT 215 (izquierda) y PRT 217 (derecha)

Iconografía del borde interno en PRT 215 y PRT 217


PRT 241 y ampliaci贸n de detalle en el borde

PRT 00318 y ampliaci贸n del detalle en el borde

PRT 00341 y ampliaci贸n de detalle en el borde


El contexto arqueotopográfico. Aunque no existen estudios específicos sobre formaciones geológicas o comportamiento de las aguas en la costa de Pariti, es por todos conocido que el Lago Titikaka sufre fluctuaciones en el nivel del agua con variaciones muy dramáticas en el tiempo, que actualmente alcanzan rangos de 50 años solamente. Es muy probable que durante el período Tiwanaku, de más o menos 600 años de duración, el Lago también haya sufrido este tipo de fluctuaciones, razón por la que se encuentran restos de cimientos y ocupaciones humanas dentro del Lago en la actualidad. Por lo tanto, podríamos suponer que Pariti no fue la excepción. Actualmente, podemos caracterizar a Pariti como una Isla (imagen 3), circundada por el Lago Titikaka, con una superficie total de 2 km 2. La mayor superficie de la Isla se encuentra en la porción noroeste. Desde el punto de vista del hallazgo, realizado en la cancha de fútbol en el lado este de la isla, la visión del lago al norte y este es clara y abierta. Al oeste, el paisaje es dominado por la huaca más importante de la Isla (el cerro Ch’atisi) y al sur por la segunda huaca más importante: el cerro Kacheña.

Imagen 325. Foto aérea de la Isla Pariti. Nótese al oeste una serie De terrazas agrícolas emplazadas en el cerro Ch’atisi. Al este La superficie más visible representa el núcleo poblado actualmente.

Aunque otros investigadores han llamado nuestra atención sobre la posibilidad de la existencia de caminos precolombinos, debajo del lago, que conectarían Pariti y 25

Facilitada por Antti Korpisaari, director del Proyecto Chachapuma por la parte Finlandesa.


Qiwaya –la isla más cercana- lastimosamente no pudimos tener acceso a sus imágenes satelitales para la presente publicación26. Los modelos virtuales de simulación. En la actualidad, las computadoras se han convertido en una poderosa herramienta tanto en el manejo de datos como en la capacidad de las mismas para realizar cálculos matemáticos simulando situaciones probables a futuro o, con una exactitud sorprendente, aquellas acaecidas en el pasado. Este tipo de simulaciones son especialmente útiles en el campo de la Astronomía, de otra manera la capacidad para prever situaciones como eclipses, explosiones estelares o rutas de cuerpos como los cometas serían tareas titánicas. Para nuestro caso empleamos datos obtenidos mediante un modelo de simulación de comportamiento astronómico creado por el Lic. Gonzalo Pereira 27. Dichos datos sugieren que un eclipse total de sol se observó en nuestra región (Andes Centro-Sur), con éstas características: Fecha: 30 de agosto del 992 d.C. Duración de la totalidad: 4 min, 57.8 seg. El eclipse se inició a las: 09:30:16, altura del Sol sobre el horizonte: 39.6º La fase total se inició a las: 10:51:51, altura del Sol: 56.1º La mitad del eclipse fue a: 10:54:20, altura del Sol: 56.5º La fase total acaba a: 10:56:49, altura del Sol: 57.0º La fase parcial (final del eclipse) acaba a: 12:25:17, altura del Sol: 66.5º

Otros datos obtenidos con el mismo modelo, sugieren un eclipse parcial de sol que se observó en nuestra región (Andes Centro-Sur), con estas características: Fecha: 18 de abril del 999 Visto como parcial desde Tiahuanaco El eclipse se inició a las: 11:47:45, altura del Sol sobre el horizonte: 59.6º El máximo del eclipse fue a las 13:12:06 (cuando el Sol fue cubierto por la Luna un 96.6%), altura del Sol sobre el horizonte: 59.6º El eclipse finalizó a las 14:36:29, altura del Sol sobre el horizonte: 47.3º

La siguiente gráfica (fig. 2) muestra la trayectoria de la sombra de ambos eclipses (las bandas azules) sobre la geografía de Sudamérica. Según el modelo de Gonzalo Pereira “el ancho de la sombra en el caso del eclipse del 992 fue de 215 km. Mientras que el ancho de la banda del eclipse del 999 fue de 258 km. Todos los que

26

El año 2006 y 2007 Eduardo Pareja –investigador de la UNAR- aseguró tener una serie de imágenes satelitales que mostraban caminos precolombinos conectando ambas islas. Existe una posibilidad de que aquello s ea cierto puesto que el lago en estas riveras no es muy profundo y las imágenes satelitales podrían brindar cierto grado de claridad. 27 Director del Planetario Max Schreirer de la Universidad Mayor de San Andrés.


estaban dentro de las bandas vieron el eclipse como total. Los que estaban fuera como parcial.”28

Figura 229. Nótese el punto central en el caso del eclipse total y la convergencia del ancho de bandas en ambos casos.

Representaciones de fenómenos astronómicos en Pariti. Tal como Ziolkowski30 señala en su documento, los españoles llegaron con una larga tradición de estudiosos de la astronomía en Europa, hecho con el que aventajaban en mucho a los pobladores de la región puesto que el cálculo de fenómenos como Eclipses era improbable sin las herramientas adecuadas. Sin embargo, la falta de herramientas o la incapacidad de prever ciertos fenómenos celestes no imposibilita al observador de poder apreciarlos. Es más, siendo que los ceramistas de Tiwanaku tenían una gran capacidad para plasmar su entorno y los elementos relativos al mismo –como hemos verificado en Pariti- es altamente probable que no hayan padecido de ningún problema al momento de plasmar el disco solar y el cambio dramático del mismo en la cerámica, además de haberlo representado con un alto grado de realismo y exactitud.

28

Pereira, comunicación personal 2006. Gentileza de Gonzalo Pereira, planetario “Max Schreirer” UMSA. 30 1991. 29


Basados en este precepto, consideramos que la comparación de los íconos con imágenes actuales de fenómenos astronómicos puede permitirnos un acercamiento bastante preciso a dichas representaciones, tal como vemos a continuación:

PRT 00241

PRT 00318

Fotografía actual

Como puede apreciarse, las semejanzas vienen dadas por el círculo negro central que presenta un halo blanco alrededor y del que sale, además, un “radiado” circunscrito a un semicírculo delimitado con línea blanca. Es sugerente el hecho de que el color del semicírculo mayor sea un rosa, en fuerte contraste con un fondo negro (probablemente sugiriendo luminosidad). En el caso de PRT 00318, los iconos han sido universalmente representados de esta forma (círculo negro, halo blanco, radiado, etc.), mientras que para PRT 00241 observamos la representación del mismo icono en tres distintos tonos: negro con rosa, negro con naranja y negro con verde-grisáceo. Esta diferenciación bien podría responder a diferentes estadios de luminosidad durante el fenómeno, siendo el naranja el más luminoso y el verde-grisáceo el menos. Por otra parte, debido a su evolución a través del tiempo, los iconos -que en principio tienden a ser naturalistas– empiezan a estilizarse en la representación debido a la concepción del artista que los plasma, de tal manera que muchas veces aparecen de forma “abstracta”, aunque la intención y el significado de la imagen no se haya


transformado. Estos “iconos” pasan entonces a ser “símbolos”, cuyo lenguaje es socialmente aceptado y manejado por los componentes del grupo, si no es que por los especialistas -encargados de las representaciones– por lo menos31. En nuestro caso nos remitimos a las imágenes de la pieza PRT 00082, PRT 00341, y PRT 00215 y 00217.

La primera presenta una serie de símbolos circulares

compuestos por un círculo negro central con reborde marrón claro circunscritos por un círculo marrón claro con radiados que en grupos de 3, y saliendo de cuatro puntos, conforman una suerte de grilla entre todos los símbolos. Los círculos se presentan en las porciones superior e inferior de la pieza. En la parte superior son de mayor tamaño y hay un mayor espaciado.

En la inferior el tamaño de los círculos es menor y hay menos espaciado. En las demás piezas, observamos una serie de iconos circulares en orden vertical, radiados, circunscritos a un círculo mayor blanco, realizados en negro o blanco. Los mismos se encuentran a los extremos de escenas con seres mitológicos que no hemos podido asociar a una narración de tipo astronómico. El tamaño de los iconos varía de acuerdo a su posición con respecto al borde (mientras más cerca del borde, son más grandes). Probablemente, estos iconos no estén representando un eclipse total de sol, sin embargo cabe la posibilidad de que representen a otro astro como Venus – debido a los radiados ondulados32. Probablemente, la asociación con otros íconos, como serpientes, podría hablar de ritos agrícolas relacionados con fenómenos astronómicos.

31 32

Panofsky 1979, 1984. Gonzalo Pereira, comunicación personal 2006.


Semejanzas en la representación de iconos de PRT 33 00341 (izq.) y PRT 00215 (der.)

Tanto PRT 00215 como PRT 00217 (figuras 3 y 4)34 muestran el icono circular radiado (vacío) circunscrito a un círculo mayor, en blanco sobre rojo. Este se asocia a animales míticos y a ofidios.

Figura 3. Se resaltan los íconos mencionados.

33 34

Elaborado por Juan Villanueva, investigador del Proyecto Chachapuma. Elaborados por Juan Villanueva, investigador del Proyecto Chachapuma.


Figura 4. Se resaltan los íconos mencionados.

Conclusiones. Durante el estudio se han logrado identificar una serie de patrones interesantes: 1.

Todas las piezas presentan morfologías que responden a una funcionalidad concreta: la de servir como contenedores de líquidos, lo que señala que probablemente serían utilizados para libar bebidas rituales.

2.

Un alto porcentaje de la muestra (81,8%) representa a la morfología denominada “ch’allador”,y de ellos un 45 % poseen un aditamento interno en forma de cruz – aditamento relacionado por algunos autores a la medición de los astros35.

Ello podría estar hablando de un fuerte contenido místico-

religioso inserto en la utilización de este tipo de morfología específicamente. En cuanto a los iconos se refiere, es importante señalar que los mismos no pueden ser interpretados de forma aislada a la asociación que presentan tanto con los colores de su representación, como con otros iconos o escenas pictóricas (para nuestro caso). Dicho de otra forma, es la estructura de asociaciones directas y “espaciales”, dentro de la misma pieza, lo que puede darnos ciertas bases a una aproximación correcta en cuanto a su significado, la “idea” subyacente a la representación. Creemos que el círculo negro con halo blanco, radiado y circunscrito a un semicírculo mayor – cuyo relleno es de color claro – representaría el momento en que el eclipse total de sol se ha consumado. La variación de colores en el relleno de 35

Posnansky 1945.


este icono podría responder tanto a una razón estética como a la representación de diferentes momentos de iluminación durante el proceso que sigue un eclipse total. Por otra parte, la existencia de iconos no directamente relacionables a los anteriores puede referirse a un proceso de abstracción mediante el cual el artista busca que el significado y contenido del icono se mantenga por medio de la transformación del mismo en un símbolo – más estético, manejable, representable y entendible por parte de aquellos especialistas, y otra gente, que conozca el código. La pieza PRT 00082 podría ser un ejemplo. Un caso tal vez más complicado, y menos evidente, que por la premura del tiempo no pudo ser analizado ni cotejado con datos concretos es el de las piezas PRT 00215 y PRT 00217. En este caso un icono que hemos considerado “abstracto” (el icono circular radiado (vacío) circunscrito a un círculo mayor, en blanco sobre rojo – y la variante negro sobre rosa de PRT 00340 y PRT 00341) se encuentra en estrecha relación con animales míticos (al estilo de PRT 00111 y PRT00261) y ofidios.

Los ofidios han sido casi universalmente relacionados con la idea de

“fertilidad” y este probable icono astronómico podría referirse a un astro relacionado de la misma manera. Creemos que un estudio más detallado podrá acercarnos a la comprensión de éstas asociaciones. Sin embargo, para nuestra evidencia más fuerte, si nuestras consideraciones resultasen correctas, estaríamos observando un fenómeno que va más allá de lo astronómico e ineludible: la admiración que los astros provocaron a la gente que participó en un ritual hace más de 900 años. Esta admiración provocó que se haya buscado perpetuar por siempre –mediante la representación pictórica y la narración que conlleva-

un fenómeno que no deja de asombrarnos aún hoy en día, el

fenómeno de la conjunción de dos fuerzas que escapan al dominio humano, la luna y el sol en un eclipse. ¿Podríamos estar observando la representación de un fenómeno, tal vez un presagio del fin de uno de los fenómenos de culto más grandes de su tiempo?, no lo sabemos con certeza. Aunque muchos indicadores, entre ellos la hipótesis de la caída de la producción alimenticia36 por fenómenos climatológicos y la de la invasión por parte de grupos aymaras37, apuntan hacia una desaparición inexplicable, podríamos esperar que este acto ritual haya constituido uno de los últimos intentos desesperados de los actores relacionados al culto por recuperar el control de su entorno, un entorno cuyos cambios amenazaban con destruir todo lo que conocían y controlaban hasta entonces. 36 37

Para mayor referencia consultar Kolata 2003. Para mayor referencia consultar Espinoza 1980.


De esta manera habrían tomado de la bóveda azul aquello que les era desconocido y confuso para controlarlo una vez más mediante la cerámica y devolvérselo al cielo en un acto que buscaría reconciliarlos con aquellas fuerzas que veneraban, pero que todo les indicaba temer. El acto podría haber consistido en enterrar al cielo y sus caprichos y de esta manera alejarlos de sí mismos, presentando sus respetos a las deidades en un lugar capaz de unirlo todo, un microcosmos en el que convergieron obras de incalculable valor y belleza, la tierra, el Lago Sagrado y el nuevo e inexplicable cielo: La Isla Pariti. Agradecimientos. En primer lugar a Gonzalo Pereira, cuyas clases, interés constante y apoyo con los datos del modelo de simulación permitieron esta primera aproximación a los fascinantes fenómenos astronómicos que fueron nuestro tema de estudio.

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segundo lugar, a Jédu Sagárnaga sin cuyo interés este artículo no hubiera visto la luz tan pronto. Finalmente, a mi familia por su apoyo incondicional hasta en los peores momentos. Bibliografía. Aveni, A. 1996

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Ziolkowski, M. 1991

“Les comètes d’Atawallpa: Astronomie et Pouvoir dans l’Empire Inca”. En: Astronomie & Cs Humaines, nº 5, Obsevatoire d’Astronomie, Strasbourg, pp. 91 - 112.


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