PERSONAJE
EL PLÁSTICO A LOS
ALTARES La creatividad de EUGENI QUITLLET
despunta en solitario tras una década a la sombra de Philippe Starck. Sus aclamadas vajilla y cubertería para Air France confirman su maestría para tratar el plástico. En sus manos es pura porcelana. Por VICKY VILCHES
traslúcida que había sacado de un carrete de Kodak”. Cuando llegó a la casa de los Starck se dio cuenta de lo inoportuno de la hora y no se atrevió a llamar. “Decidí hacer tiempo y me fui a la playa, detrás de su casa. Y allí le encontré despertándose de la siesta. Me vio y empezamos a hablar en las rocas, frente al mar. Parece una escena un tanto mágica, un poco de película, pero todo resultó bastante natural. Le regalé el reloj. Ese mismo día, ya me llevé encargos a casa”, recuerda. Tras esa escena cruce entre La Sirenita y La Cenicienta, Eugeni se pasó el agosto de 2001 trabajando sin parar: “Nos reuníamos prácticamente todos los días en el puerto de Formentera. Me daba indicaciones sobre lo que yo había diseñado el día anterior y me volvía a mi casa a trabajar”.
ace poco más de 13 años, un joven e inquieto aspirante a Pininfarina hizo añicos el mito del verano ibicenco. Un enFICHAJE. En una de aquellas últimas reuniones, cuentro entre buscado y fortuiStarck le ofrece incorporarse a su equipo en París de to, y en todo caso sorprendenforma inmediata. “Llegué a primeros de septiembre. te, decidió su destino en esas Durante unos meses viví en el propio estudio, era como horas de siesta agosteña en las un sueño. Podía hacer cualquier cosa, gafas, sillas, lámque nada trascendente parece que pueda ocurrir. Por paras y con los mejores editores de todo el mundo: Karaquel entonces, Eugeni Quitllet (Ibiza, 17 de abril de tell, Dedon, Mikli, Fossil...”, enumera. 1972) tenía 29 años. De niño, su cabecita era una es–¿No le asustó, de repente, tanta libertad? pecie de olla a presión capaz de dibujar y desdibujar sus –No, no me dio miedo la libertad, al contrario. infinitas ocurrencias. Al concluir su formación, monUna de las razones por las que fui a ver a Starck es portó su propio estudio en Barcelona. Pero los logros de que necesitaba alguien que me entendiera, que supieesos primeros tiempos parecían situarse muy por dera hacia dónde quería dirigir mis pasos y yo sabía bajo de lo que cabía esperar de aquel niño que tuneó que él era la persona idónea y por eso funcionó tan sus coches hasta convertirlos en los más molones del cobien. Con todas estas firmas encontré editores que eslegio. Dos décadas después hacía alarde de la misma creataban en esa misma longitud de onda. tividad e inquietud y, lamentablemente, de los mismos –¿Cómo era el trabajo en el sanctasanctórum del escasos medios para materializar sus ideas. “Me pasaentonces diseñador estrella por antonomasia? ba el día creando prototipos con las cosas que esta–Fue una experiencia muy bonita porque no había ban a mi alcance. Con el tiempo me di cuenta de que un sistema de trabajo. Yo trabajaba hasta 12 horas ese camino no llevaba a nada consistente. Preparé seguidas, llevado principalmente por la emoción perun dossier y decidí buscarme la vida fuera”, recuerda. sonal. Éramos un equipo muy pequeño y yo llegué a lleAntes de abandonar Barcelona para hacer sus partivar más de 100 proyectos a la vez, en unos estabas en culares Américas, Quitllet pasó un verano más en la fase inicial de diseño, en otros tenías que estar pendienresidencia familiar de Ibiza: “Sabía que Philippe Starck te hasta del milímetro de grosor de un tenedor. estaba en su casa de Formentera –¿Se puede trabajar tan cerca y decidí ir a verle con la intención de Philippe Starck sin ser engude mostrarle mis trabajos”. Y así, llido por el monstruo? montado en su bicicleta, cogió el –Sé que visto desde fuera pueferry que une ambas islas, armade parecer que estas personas tan do con un book de dibujos, fotos de geniales te fagocitan, pero yo lo sus prototipos y proyectos y ese viví de una manera muy natural. punto de atrevimiento que hace Éramos un poco como almas gefalta muchas veces para conseguir melas, no necesitábamos hablaralgo consistente. También llevaba nos para entendernos. un reloj, un curioso reloj. “Lo haAl poco tiempo de entrar en bía hecho con un trozo de caucho LIGHT AIR (2013). Quitllet con su lámpara el equipo, el estudio de Starck prode policarbonato de una sola pieza. negro en el que incrusté una tapa duce con Fossil el célebre reloj que
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Eugeni había regalado en Ibiza a su particular hada madrina y que hizo con materiales de andar por casa. “Es el reloj O-ring , uno de los best sellers de la marca”, explica con bien ganada satisfacción. Al cabo de unos años en el estudio, el diseñador catalán comenzó a firmar algunos diseños con el maestro. Son los casos de las célebres sillas Lou Red y Masters y los sillones Magic Hol. Pero si se buscan estos objetos y muebles en Google, son escasas las páginas que incluyen el nombre de Quitllet entre los padres de estas criaturas tan bien concebidas. Todo se le atribuye al maestro superstar, un poco al estilo de Walt Disney. Una reputada web italiana de diseño ironiza de este modo con su ausencia: “Cuando vimos por primera vez su nombre cerca del de Philippe Starck, lo introdujimos en Google sin suerte. No había rastro humano de Eugeni Quitllet y pensamos que podía ser un invento, una especie de álter ego imaginario creado por Starck de forma provocativa. Poco después esta versión resulto ser un producto de nuestra inquieta imaginación: él es de verdad, gracias a Dios”.
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1. AIR FRANCE COLLECTION
Cubertería de plástico que utiliza, desde septiembre de 2013, la aerolínea durante sus vuelos. 2. MASTERS STOOL (2013)
Taburete de polipropileno diseñado conjuntamente con Philippe Starck. También está disponible en formato silla. 3. SHINE (2013). Colección de jarrones de distintas formas y tamaños. Buscan jugar con la luz y sus efectos. 4. K RAY (2010). Lámpara de policarbonato que nace de la expresión “caray”, es decir, cuando una persona se sorprende por algo.
POR LIBRE. Justo el día que cumple 10 años en el célebre estudio parisino, en septiembre de 2011, el diseñador catalán decide emprender camino en solitario. “Me parecía que había llegado el momento, nada más”, es todo su comentario. Se instala con su mujer y su hija en Barcelona, una ciudad donde encuentra la luz que echaba en falta cuando vivía en Francia, y desde la que va ganando poco a poco visibilidad. El año pasado fue distinguido con el Red Dot Award, uno de los más importantes del mundo en diseño y sus trabajos para las vajillas y cuberterías de Air France han cosechado elogios en todo el mundo. “Un proyecto de este tipo es fantástico y al mismo tiempo un gran reto: hay que proponer algo nuevo que tiene una finalidad muy concreta y un número muy importante de especificaciones”, apunta. Una de las señas de identidad de su trabajo es su manera de tratar el plástico, un material que reivindica y que en sus manos llega a alcanzar casi casi la textura de la porcelana, como puede verse en sus creaciones para la aerolínea francesa. “Está evolucionado y ofrece muchas posibilidades técnicas; aunque tiene cierta mala prensa, creo que hay en él algo muy noble”, defiende. Quitllet se considera a sí mismo un disoñador industrial (“por favor, diga en redacción que no es una errata, suelen cambiar la o por la e”, me indica), una expresión que él mismo ha acuñado y que refleja algo de ese niño que se esconde bajo un físico contundente. Y explica el concepto: “El diseño tiene que alcanzar otra dimensión porque ya hemos cubierto todas las necesidades básicas. No hay que darle tanta importancia al objeto en sí, más bien a la idea del objeto. Raramente ponemos en duda lo creado por el hombre, esta actitud no favorece la creatividad”. Él sigue practicando ese sano ejercicio de inconformismo constructivo y con excelente acogida. Ha estado presente en la última edición del Salón Internacional de Mueble de Milán con las firmas Kartell, Alias, Christoffle y Vondom. Su silla Elle ha sido elegida por Zara Hadid para el restaurante londinense Magazine y está a punto de inaugurar La Fromagerie, de La Jeune Rue, llamado a ser uno de los grandes proyectos de diseño de la temporada. Y mientras esto sucede, él sigue soñando con los cochecitos que tuneaba de pequeño. “Esas ideas nunca las abandono y espero que pronto deriven en algo de ellas. Pininfarina es mi icono indiscutible”, zanja. W Más información: www.eugeniquitllet.com. El vídeo de este reportaje en Orbyt y en www.fueradeserie.com
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