¡Qué tiempo tan especial! Por Pbro. Dr. José Benigno Zilli Manica Había un viento muy fuerte. Un ventarrón. El aire estaba helado. Se había cortado la energía eléctrica. Y eran pocos los que estaban reunidos para abordar el estudio de las
lecturas bíblicas
del primer
domingo de “adviento”. I De inmediato se hizo la observación de que se trataba de un tiempo muy especial, aunque
aparentemente una cosa no
tuviera nada que ver con la otra, porque eran dos clases de tiempo. Luego se vería que sí, que el haber colocado- en el siglo IV- la fecha del nacimiento de Jesucristo el 25 de diciembre tiene que ver con el solsticio de invierno, porque él sería el sol invicto, el sol de justicia, que retoma su marcha e ilumina a todo hombre que viene a este mundo (Jn 1, 9). Esta celebración toma el lugar de una antigua fiesta pagana. Ninguna tiene tanta preparación como ésta, que abarca cuatro domingos del adviento o advenimiento. Y ningún otro período del año tiene una caracterización tan destacada, a tal punto que se puede decir que es la época más distintiva del Occidente, por más que teológicamente la pascua sea la fiesta más importante. En diciembre hasta los japoneses se llenan de luces y de colores, con sus respectivos árboles de Navidad. Y en México se habla del gran puente “Guadalupe-Reyes” como de una fiesta continuada.