UN RIO ALEGRA LA CIUDAD DE DIOS

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“Un río alegra la ciudad de Dios…” Pbro. Dr. José Benigno Zilli Manica

El lugar del estudio de la palabra de Dios había cambiado. Ahora estaban en la llamada “Academia” que pertenece a la parroquia de San Antonio de Padua, en la calle Ignacio de la Llave. Había muchos participantes porque era reunión de todo el “decanato poniente” o de la unidad pastoral de esta zona. El tema de la liturgia para el domingo 9 parecía extraño: “la dedicación de la basílica de San Juan de Letrán.” Los encargados no parecían tener muchas nociones de “proxémica”, o arte o estrategia de los espacios para la interrelación y el intercambio. Había un redondel demasiado amplio de sillas y muchas estaban vacías. Y ya se sabe que la geografía influye. El padre Rafael Reyes, párroco del Beato Rafael Guízar en Xalapa 2000, - que ha estudiado psicología- se levantó para quitar todas las sillas que no eran ocupadas pero entre ellas se llevó la del padre Jacinto Rojas – párroco de San Antonio y el anfitrión de todo el grupo – en el preciso momento en que éste llegaba. Risa general. Pero pocos captaron la intención del psicólogo. I Se comienza por cuestionar el hecho de que una celebración como ésta de la dedicación o consagración de una basílica de Roma tome el lugar del domingo. El domingo es el día del Señor y sólo en muy pocos casos otra advocación o memoria puede tomar su lugar. El padre Vicente Condado – párroco de Nuestra Señora de Guadalupe, El Dique – insinúa que la liturgia de este año contempla 34 domingos ordinarios y que quizá este exceso abre la posibilidad para estas permutas. El padre Carlos Carmona -párroco de San Bruno- señala que no se debe pasar por alto el hecho de que San Juan de Letrán es Caput et mater omnium ecclesiarum (Cabeza y madre de todas las iglesia) y que es su peso y su trascendencia lo que la habilita para ocupar la plaza del domingo. Por otra parte, la dedicación o consagración de un templo es de gran importancia. Es como el día del bautismo de la comunidad. Los “encaenia” de los antiguos. Varios de los presentes señalan que alguna vez han estado presentes en el rito de la consagración de una iglesia y que quien lo ha vivido no lo puede olvidar. Es hermoso de verdad. Se añade que muy pronto serán dedicados dos grandes templos de la ciudad de Xalapa: Nuestra Señora de Guadalupe en el Dique y el Beato Rafael Guízar Valencia en Xalapa


2000. Quienes vean estas obras en los siglos venideros pensarán que nosotros estábamos llenos de piedad y devoción y que la etapa pastoral de monseñor Sergio Obeso Rivera fue gloriosa. El arte, en especial la arquitectura suele ser el testimonio de toda una época. De pintura y escultura sagrada del momento es mejor no hablar. II Se leen los textos bíblicos y también las oraciones y las antífonas. De inmediato se advierte que se trata de una pieza litúrgica perfectamente trabada, todo tiene unidad y coherencia. Se va al salmo responsorial para detectar la actitud que se espera de la comunidad que escucha esta palabra: “Un río alegra la ciudad de Dios” (salmo 45). Son sentimientos de alegría y de una gran seguridad y confianza.: Dios está con nosotros. La primera página de la Biblia es Ezequiel 47,12; 8-9; 12. Se trata de la misteriosa visión del agua que mana del santuario y que da origen a un gran río que hace fértil a toda la región por donde pasa “Los lugares a dónde lleguen estas agua quedarán sanados y por doquiera que el torrente pase prosperará la vida… En ambas márgenes del torrente crecerán árboles frutales de toda especie, de follaje perenne e inagotables frutos….Sus frutos serán de alimento y sus hojas de medicina”. Se señala de inmediato que se trata de una profecía del bautismo que limpia y purifica pero sobre todo que da vida. La nube y el agua en la sagrada Biblia son símbolos de vida y de la presencia de Dios que da la vida. La página del Evangelio es Jn 2,13-22 y resulta ser un pasaje muy conocido: la expulsión de los vendedores del templo. Para algunas personas este texto ha sido útil para atacar a los ministros sagrados a quienes se acusa de tomar el lugar de los vendedores que han de ser expulsados de la cada de Dios por la ira y el celo del Señor Jesús. Para otros, como Bertrand Russell, el pasaje en cuestión es un motivo de escándalo pues la ira de Jesús le parece descontrolada e indigna de quien se suele considerar el santo por excelencia. Pero son pocos los que advierten que lo principal del texto está en la señal que Jesús da de su propia autoridad para proceder como lo hace: “Destruid este templo y en tres días lo reedificaré”. El padre José Manuel Suazo, párroco de San Isidro, hace notar que el mismo hagiógrafo interviene en su texto para decir “Él hablaba del templo de su cuerpo”. La interpretación se dirige entonces a la idea de que el verdadero templo de Dios es el cuerpo de Cristo. En él habita personalmente la divinidad. Así también se hizo relativo el Monte Garizim y Jerusalén ante la samaritana (Jn 4,23). Esta idea del verdadero templo de Dios se encuentra también en la tercera lectura, en la página de 1 Cor 3, 9- 11; 26-27. Pero ahora el templo de Dios son los mismos fieles:”No saben acaso ustedes que son el templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en ustedes”. Del templo material, de su honor y su cuidado se ha pasado al templo que es el mismo Cristo Jesús y al cuerpo de los cristianos que es también templo de Dios y el lugar donde mora el Espíritu Santo. De ellos también ha de brotar agua viva (Jn 4,14). Alguno de los presentes señala que todavía falta una etapa mística que es el templo de la Jerusalén celestial y que esto está en la oración principal u oración colecta de la misa: “para que tu pueblo fiel llegue un día a transformarse en la Jerusalén celestial”. Pero esto trae nuevas explicaciones pues resulta que según el Apocalipsis en la Jerusalén celestial no hay ningún templo o


santuario:”Pero no vi santuario alguno en ella; porque el Señor, el Dios Todopoderoso, y el Cordero, son su Santuario” (Ap 21,122). Por esto la oración colecta pide que “el pueblo fiel llegue a convertirse en la Jerusalén celestial”, donde no habrá templo, pues “Dios será todo en todos” (1 Cor 15, 26). Del templo o construcción material al cuerpo de Cristo y al cuerpo de los fieles cristianos y ahora a la Jerusalén celestial que es la “morada de Dios con los hombres” (Ap 21,3). III El padre Gilberto Suárez, párroco de La Resurrección, ha llegado tarde y renguea apoyándose en un bastón. No le fue bien un partido de fútbol. Se le pone rápidamente al corriente del giro de las deliberaciones y las completa haciendo ver que la dedicación del templo es una de las cinco grandes fiestas del pueblo judío. Que en el destierro de Babilonia se suspiraba por el templo de Dios profanado y luego destruido por los infieles y que su reconstrucción y consagración fue una fiesta grande que perdura. Que también entre nosotros todo aniversario de la consagración de un templo se ha de celebrar, recordando que si para algo cooperan los fieles católicos es para la edificación de su templo. Su templo, su capilla, son sinónimos de identidad comunitaria. Pero, ¿por qué una celebración universal por San Juan de Letrán? Porque el emperador Constantino concedió a la Iglesia las primeras basílicas y San Juan de Letrán es la basílica o sede del obispo de Roma. Se celebra también la libertad de la Iglesia luego de la época de las persecuciones. Mucho más tarde se construye el templo de San Pedro que es el que aparece comúnmente en las pantallas de televisión, construido en el campo Vaticano donde está la tumba del apóstol que se le hizo piedra de la Iglesia (Mt 16,18) y al se le encarga confirmar en la fe a los hermanos ( Lc 22, 32). Pero todo sucesor de San Pedro cuando es elegido debe dirigirse a San Juan de Letrán para tomar posesión de la diócesis de Roma que es la suya propia. En la encíclica Ut Unum sint (Que sean uno) de 1995 el Papa se llama a sí mismo no una sino nueve veces “obispo de Roma”. La diferencia entre la basílica de San Juan de Letrán y la de San Pedro en el Vaticano indica las dos funciones del sucesor de San Pedro: es el obispo de Roma y es también el garante de la unidad y de la fe para la Iglesia universal. Pero es muy mala teología identificar al Papa con toda la Iglesia por más que desde el punto de vista de los medios masivos su figura se preste extraordinariamente para simbolizarla. Pero la Iglesia no es la jerarquía de la Iglesia. Y los fieles saben bien que tienen su propio obispo que en la ciudad de Xalapa, por ejemplo, es monseñor Sergio Obeso Rivera. De todos modos, el domingo 9 de noviembre la mirada se dirige a la Iglesia de Roma y al que es considerado padre y pastor de la Iglesia universal porque Jesús dijo que sobre esa piedra de Pedro edificaba su Iglesia (Mt 16, 18) y a él le encomendó el cuidado de los fieles (Jn 21,1 5) y la confirmación de todos en la fe (Lc 22, 32). Al obispo de Roma lo quieren y veneran todos los fieles del mundo sin que lo tengan por un ser superior ni alguien que estaría como entre el cielo y la tierra. Pedro es tan humano como el que más. IV Hacia el final se tiende a buscar algunas conclusiones luego de tanto escudriñamiento. La


primera y más pragmática tiene que ver con el cuidado y el honor de la casa de Dios. Los fieles aman de manera especial su propio templo y para nada cooperan tanto como para su construcción. Que la casa de Dios esté siempre limpia y radiante. La segunda conclusión tiene que ver con el sentido más profundo del templo de Dios que es el mismo Cristo Jesús y los fieles cristianos en los que habita el Espíritu Santo desde el día de su bautismo. Y se evoca también la Jerusalén celestial donde Dios mismo será su templo.

La tercera tiene que ver con la dedicación o consagración de un templo y de manera muy especial con la Basílica de San Juan de Letrán en Roma que es cabeza y madre de todas las iglesias. Es el templo del obispo de Roma que en México es muy querido y sumamente admirado por todos los fieles en comunión con la Iglesia universal. Es la Iglesia vieja en la que fueron bautizados nuestros padres. Y luego de tantas deliberaciones se dio por terminado el intercambio, no sin advertir que la especulación teológica no debiera menguar los sentimientos de la alegría y de confianza que son los propios de la celebración de este día, porque como se dice simbólicamente “un río alegra la ciudad de Dios”.Es el río de la vida.


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