Cultura de paz Transformación Positiva de Conflictos - Guía Para Facilitadores / as
Elaborado por: Horizontes Creativos (Alternativas de Vida Solidaria para el Desarrollo y la Paz A.C.). Dirección: Norte 1ra Sección, Comalcalco, Tabasco, Mx./ Textos por: Juan Manuel Orozco Moreno e Ingrid Daniela Chapuz Osorio / Ilustraciones: freepik.com / Diseño Editorial: Jesús David Álvarez Flores / Noviembre 2021 / horizontescreativos.org / Proceso de Fortalecimiento del Ámbito Social del Programa Sembrando Vida. Taller Transformación Positiva de Conflictos.
1
Los conflictos son parte de nuestra vida cotidiana, y no siempre es fácil enfrentarlos. Por ello, queremos compartir contigo algunas pistas prácticas que esperamos que ayuden a que los conflictos sean una oportunidad positiva para la transformación de las personas involucradas y sus comunidades. Lo primero que hay que decir es que conflicto y violencia no son lo mismo. El conflicto es una situación de incompatibilidad de deseos, intereses y/o necesidades entre dos o más personas, y esto es inevitable: es parte de nuestra vida.
El conflicto es una diferencia entre personas que tienen deseos, intereses y/o necesidades distintas y que chocan en algún punto. Normalmente pensamos en esto como algo malo, como algo que nos afecta y saca nuestras vidas del curso que planeamos, pero en realidad, si pensamos detenidamente en nuestra vida, en lo diferentes que somos en nuestras formas de pensar, de sentir y de actuar; en lo diferente de nuestras biografías y nuestros anhelos, podemos descubrir que el conflicto no sólo es inevitable sino que es parte de la vida misma. La vida es fruto de la diversidad. La paz, si la miramos desde ahí, no puede ser la ausencia del conflicto, porque si el conflicto es parte fundamental de nuestra vida, la ausencia de conflicto sería también ausencia de vida. Consideramos que la paz, en cambio, es la forma de resolver los conflictos sin violencia, de forma que podamos transformarlos positivamente y que sean una oportunidad para crecer como personas, como grupos y como comunidad. Esto pide que seamos capaces de expresar nuestros intereses y necesidades sin violencia; que podamos escuchar a las y los demás con interés y respeto, y que procuremos un diálogo en el que nos eduquemos mutuamente para construir acuerdos que sean buenos para todas las partes. Por lo anterior, creemos que es primordial que cada día resolvamos mejor nuestros conflictos, que los asumamos como parte de la vida cotidiana y que aprendamos a vivir en ellos, a abrirlos y a resolverlos sin violencia. Esto es clave para que construyamos las posibilidades de una convivencia más digna y disfrutable, donde la violencia esté desterrada y el diálogo, el perdón y la reconciliación sean la moneda de cambio frente a los agravios y las diferencias. A continuación, te damos una serie de apuntes y guías para acompañar el taller de transformación positiva de conflictos y esperamos que sean útiles también para acompañar los procesos de resolución pacífica de conflictos en el programa y en la vida cotidiana:
2
2.2 Reflexión guiada La intención es mirar las propias reacciones frente al conflicto, cómo quedamos en ello y qué huellas quedan en nuestro cuerpo, para detenernos sobre la presencia y la importancia que tienen los conflictos no resueltos y las violencias en nuestra vida cotidiana. Puedes apoyarte en estos puntos para guiar la meditación: • • • • • • • • • •
Haz un recorrido por los conflictos que vives actualmente: ¿Cuáles son? ¿Por qué se generaron? ¿Por qué no se han resuelto? ¿Qué siento frente a esos conflictos? ¿En qué parte del cuerpo los siento? Eso que siento, ¿de dónde viene? ¿Qué viene del conflicto? ¿Qué viene de la otra o las otras personas involucradas? ¿Qué viene de mi reacción frente a ello? ¿Puedo relajar los músculos que siento tensos? ¿Cómo me quedo?
3.3 Juego XY. ¡Gana el máximo posible!
3
Paso 1: Se dividirán en parejas. Paso 2: A cada jugador se le repartirán dos cartas: una carta con la letra X y otra carta con la letra Y. A cada pareja se le dará un papel para anotar sus puntuaciones. Paso 3: La intención es obtener la mayor cantidad de puntos posible. Para ello, cada quién apostará una carta frente a su competidor y sumará o perderá puntos según el resultado. Paso 4: No se pueden hacer comentarios con el otro participante ni con el moderador, ni se pueden mostrar las cartas que se tienen. Paso 5: No puede haber más que una sola elección de votación: se debe escoger entre una X o una Y. Paso 6: En cada votación disponen de 15 segundos como máximo para hacer su elección. Una vez elegida su carta, deben ponerla al frente y boca abajo. Transcurridos los 15 segundos, cada jugador muestra la carta que ha seleccionado para la votación. Paso 7: Las ganancias o las pérdidas de cada votación se calcularán así: 2 X + 0 Y: Cada X pierde 100 pts. Paso 8: 1 X + 1 Y: La X gana 100 puntos y la Y pierde 200 puntos Paso 9: 0 X + 2 Y: Cada Y gana 100 pts. Paso 10: Se anotan los resultados y empiezan a contar
los 15 segundos para la siguiente votación. Paso 11: Todo debe anotarse con rapidez y sin infringir las reglas. Paso 12: Algunas vueltas serán especiales: las ganancias o pérdidas se multiplican por 3, 5, 10 o lo que el moderador determine. Antes de empezar la votación especial, los jugadores tienen derecho a un minuto de reflexión para emitir su voto; el procedimiento es exactamente el mismo que las otras vueltas descritas anteriormente. Paso 13: Se recomiendan unas veinte vueltas, con unas cuatro vueltas especiales incluidas. Paso 14: Al final de las votaciones, se calcula la puntuación de cada jugador y se pasa a la fase de análisis y conclusiones: la X implica una posición competitiva, de querer ganar; la Y se pone en riesgo, cede, y sólo cediendo, colaborando antes que compitiendo, ambas partes podrán conseguir la mayor cantidad de puntos.
x
3.4 Cuadrantes Relación-Objetivos
Distinguimos 5 actitudes diferentes dependiendo de la importancia que tenga en ese contexto la relación con las personas y los objetivos que queramos conseguir:
a) Competición (gano/pierdes): nos encontramos una situación en la que conseguir lo que yo quiero, hacer valer mis objetivos, mis metas, es lo más importante, no importa que para ello tenga que pasar por encima de quien sea. La relación no importa. En el modelo de la competición llevada hasta las últimas consecuencias lo importante es que yo gane y para ello los demás deben perder, y eso, en ocasiones, no se traduce en que la otra persona no consiga sus objetivos sino en que sea eliminada o destruida (la muerte, la anulación, etc.).
b) Sumisión (pierdo/ganas): con tal de no confrontar a la otra parte yo no hago valer o ni planteo mis objetivos. Es un modelo tan extendido o más que la competición a pesar de que creamos lo contrario. A menudo confundimos el respeto, la buena educación, con no hacer valer nuestros derechos porque eso puede provocar tensión o malestar. Vamos aguantándonos hasta que no podemos más y entonces nos destruimos o destruimos a la otra parte. c) Evasión (pierdo/pierdes): Ni los objetivos ni la relación salen bien parados, no se consiguen ninguno de los dos. No enfrentamos los conflictos por miedo o por pensar que se resolverán por sí solos. d) Cooperación (gano/ganas): en este modelo conseguir los propios objetivos es muy importante, pero la relación también. Es un modelo en el que sólo sirven soluciones en las que todos y todas ganan. Cooperar no es acomodarse, no puede ser renunciar a aquello que nos es fundamental. Sin ceder se puede llegar a negociar, de hecho hay que aprender a NO ceder en lo fundamental. Otra cosa diferente es que se puede ceder en lo que es menos importante. e) Negociación: llegar a la cooperación plena es muy difícil, por ello se plantea otro modelo en el que se trata de que ambas partes ganen en lo fundamental, cediendo algo, ya que no pueden llegar al 100%. Hay gente que cuando habla de negociación, en realidad está pensando en una mera táctica del modelo de la competición. Si una de las dos partes no se va con la sensación de que ha ganado lo fundamental, no estamos en este modelo, sino en el de la competición o en la sumisión.
4
3.5 Escalera de los conflictos
RES
CONSECUENCIAS Y FRUTOS
ADO SCAL
E
REACCIONES
DETONADORES personas / Problemas
RAÍCES
FACTORES RIESGO violencias estructurales y culturales Adicciones CONFLICTOS LATENTES
Ayuda externa Violencia Evasión Sumisión Diá lo go
NO SOLUCIÓN
DIFERENCIAS
FILTROS
SOLUCIÓN
RELACIONES DE PODER
LO C I LC E ICIA N I E SE R
Los conflictos podrían pensarse sólo como el asunto en disputa, como aquello que nos molesta y queremos reducir o eliminar, como el ruido del vecino. Sin embargo, se trata más bien de procesos que involucran muchos más elementos, incluso invisibles a primera vista, que influyen en que el conflicto exista, en el modo de manifestarse, en las formas en que las personas reaccionan ante él y en los impactos que tiene, tanto en las personas como en las comunidades. Para representar lo anterior, elaboramos un diagrama general de los elementos identificados en los conflictos y sus interacciones. Este diagrama no es una secuencia lineal, sino que lo proponemos como una herramienta para mirar los conflictos en todas sus dimensiones, de tal manera que facilite su comprensión y la intervención adecuada para desactivar o prevenir las violencias, atender sus impactos y restaurar las relaciones en cada uno de los conflictos particulares.
5
Para simplificar el manejo de conflictos complejos, necesitamos complejizar nuestra forma de pensar el conflicto mismo .
En el diagrama mostramos los elementos presentes en todos los conflictos: Factores de riesgo Entendemos los factores de riesgo como las condiciones de posibilidad y las tendencias que, para decirlo de algún modo, ponen la mesa para que los conflictos y, sobre todo, las violencias ocurran. Si pensamos en la frase “la gota que derramó el vaso”, cuando hablamos de factores de riesgo nos referimos no a la gota sino a las condiciones que permitieron que la gota derramara el vaso, es decir, a las condiciones que permitieron que el vaso estuviera tan lleno que una gota más lo derramó.
Violencias estructurales y culturales La organización social se da de tal modo que se distribuyen recursos económicos, culturales y simbólicos de manera desigual. Cuando las estructuras impiden la satisfacción de nuestras necesidades más fundamentales, y por lo tanto atentan contra la vida y la dignidad de las personas, no sólo son desiguales, sino que son violentas. A esto le llamamos violencia estructural, y esto es importante porque estas violencias van acumulando agravios en las personas y en las comunidades de tal modo que pueden detonar en cualquier momento y en gran diversidad de formas. Estas violencias son más difíciles de ver que las violencias directas como los golpes o los insultos, porque precisamente funcionan estructurando nuestras formas de entender el mundo y de actuar en él, algo así como si estuvieran detrás de lo que alcanzamos a distinguir. Otro factor importante es la violencia cultural, que podemos entender como la normalización y la justificación de conductas o estructuras sociales violentas, que producen y reproducen la injusticia y la dominación en las relaciones.
Conflictos latentes Otro elemento que rescatamos como un factor de riesgo muy importante son los conflictos latentes, es decir, conflictos que han terminado en estallidos de violencia, en la evasión o en la sumisión de las partes, pero que han quedado sin resolver y perviven marcando las relaciones: mantienen los sentimientos generados, las heridas abiertas, y en cualquier momento podrían volver a estallar.
Adicciones Es común que en nuestras familias y en nuestras comunidades haya personas adictas y que no se atiendan. Las historias de las personas son sobre todo en torno a las adicciones a sustancias psicoactivas, y sobre todo al alcohol. Una persona adicta genera muchos conflictos de todo tipo, desde heridas en la vida de los familiares hasta en las relaciones con personas externas, no sólo cuando está bajo los efectos de la droga.
Detonadores Notamos que los conflictos explotan por situaciones específicas, que tienen una especie de nudo en el que convergen todos los demás elementos y que podemos decir que encienden la mecha. A estas situaciones específicas les decimos detonadores. Cuando pensamos en los detonadores, podríamos pensar en las gotas que derraman los vasos. Estas situaciones no se explican por sí solas, más bien nos parece que están compuestas de varios ingredientes: las personas y el problema como tal. Esas personas y esas situaciones emproblemadas, normalmente tienen raíces que debemos mirar para entender mejor de dónde viene el conflicto, qué es lo que lo alimenta, cuál es su historia, quiénes son las personas involucradas, qué es lo que quieren, qué es lo que sienten, qué es lo que suponen en torno de lo que está en disputa. En otras palabras, es muy importante entender cuál es el problema, es decir, de qué está hecho.
A continuación, explicamos un poco más de los elementos: Personas Cuando hay un conflicto, normalmente no se rescata a la persona, se mira a las personas como el conflicto. Es importante distinguir las personas de los conflictos, para no personalizarlos. Muchas veces, se confunde resolver un problema con zanjarlo, con quitar el problema de en medio, anularlo, y se puede hacer incluso a través de la violencia directa o a través de procesos jurídicos, pero eso no quiere decir que el problema esté resuelto de verdad, porque si causa heridas, si las relaciones quedan rotas, lo que estamos construyendo no es paz, sino una comunidad fragmentada. Nos parece necesario mirar a las personas en todo el proceso y sobre todas las cosas, porque los procesos de transformación positiva de conflictos no tendrían sentido si no ponemos a las personas, con todo lo que son, con su dignidad, en el centro. Además, es fundamental poner el acento en las personas, pues si lo que queremos es
6
reducir al mínimo la violencia como recurso ante los conflictos, necesitamos restaurar las relaciones, fortalecerlas o construirlas a partir del conflicto. Esto no es sólo por capricho, sino porque si las relaciones son importantes, es mucho más fácil que el diálogo, la negociación y la cooperación sean posibles. No es irrelevante quién es parte del problema, porque de esto se desprenden sus reacciones ante el conflicto e incluso el tipo y el tono de la relación que puede haber entre las partes, sobre todo si pensamos que nuestras acciones y relaciones están atravesadas por lo que pensamos sobre quiénes somos, sobre quién es el otro y el modo en el que la relación debe darse. Pero no sólo importan los roles que juegan las personas, pues normalmente tenemos acceso a formas y cantidades desiguales de recursos, desde la fuerza física hasta el reconocimiento social, y esto atraviesa nuestras relaciones y hace muy importante reconocer el poder que se ejerce en ellas (y que las mismas reproducen), para que nuestra intervención sea adecuada. Por ejemplo, no es lo mismo si quienes tienen un problema son dos dirigentes de partidos políticos, o un esposo y una esposa. Además de lo anterior, es importante tratar de entender qué historias, emociones, supuestos, valores y necesidades carga cada quién en el conflicto, para ponerlo en frente y resolver desde ahí.
Problema Entre más claro sea qué es lo que está en disputa para las partes involucradas y para quienes quieren intervenir para mediar o conciliar, será más fácil construir alternativas. Encontramos que es común que en un problema se mezclen otros problemas, o que el problema sea uno para una parte, y otro para otra. Por ejemplo, el problema para la policía puede ser que las víctimas de los delitos no denuncien, pero el problema para las víctimas es no poder denunciar, porque desconfían del sistema de justicia y temen las represalias.
Raíces Las raíces son aquello que está detrás de los detonadores, son las causas profundas de que los problemas ocurran y de que las personas estén involucradas en dichos problemas. Identificamos que las raíces comunes son las siguientes:
Sensación de injusticia, de abuso, de agravios.
Heridas abiertas de historia personal
Emociones Valores Necesidades Presupuestos
Escaladores Son elementos que agrandan y/o agravan el problema, y que bloquean el diálogo. Dificultan que el conflicto se solucione pacíficamente. Es fundamental desactivarlos para que el conflicto sea más manejable. Identificamos por lo menos cuatro escaladores comunes: la intervención de terceros, los sentimientos, conflictos no resueltos y chismes.
Filtros Notamos que hay elementos que modulan las respuestas que se dan a los conflictos, que influyen en qué tipo de reacción se tiene ante ellos: El miedo a la violencia y a asumir las consecuencias; la desconfianza en las autoridades; los sentimientos reprimidos por conflictos no resueltos; no querer asumir las consecuencias, y los patrones de violencia como recurso normal para resolver conflictos, son factores que notamos que determinan el tipo de acciones que se toman.
Reacciones Son las acciones que se realizan frente al conflicto. Pueden estar encadenadas entre sí, es decir, puede ser que una reacción violenta desencadene la solicitud de ayuda externa, como la policía. “Demasiado a menudo la expresión del conflicto es deshumanizante: conlleva división, violencia y sufrimiento. Y, por lo tanto, respondemos al desafío del conflicto social con cierto temor y deseo de distanciamos por las malas consecuencias que nos pueden infligir” . “Entre más amplio sea el espectro de soluciones, más alternativas hay a la violencia. Y esto es el punto más importante
7
si queremos prevenir que el conflicto se deslice hacia la violencia: hay que usar la energía que el conflicto genera para llegar a soluciones creativas” .
Ayuda externa Una reacción común es acudir con personas que no están involucradas en el problema directamente, pero que tienen la autoridad y las capacidades para dirimir los conflictos.
Violencia Ésta es la reacción más evidente ante los conflictos: insultos, golpes, amenazas, chismes destructivos. La violencia tiene impactos muy graves en las personas, en las relaciones y en las comunidades. Tiene una inercia muy fuerte, tiene una tendencia a escalar y se reproduce, porque no sólo tiene consecuencias físicas y emocionales para las víctimas, sino que educa, normaliza su uso y genera un clima que no es propicio para resolver los conflictos de manera positiva.
Evasión Otra de las reacciones frente a los conflictos es la evasión: en lugar de afrontarlos y resolverlos, las personas prefieren no hacer nada, hacer como si no hubiera pasado nada, o crear soluciones aparentes, como levantar bardas y dejar de hablar a las personas. Cuando los conflictos se evaden, quedan guardados, se vuelven conflictos latentes y se corre el riesgo de que con cualquier situación estallen. Tanto la evasión como la sumisión, en buena parte son fruto del miedo a la violencia y a todo lo que desencadena. También son consecuencia de la desconfianza hacia las autoridades.
Sumisión A diferencia de la evasión, la sumisión no rompe sino que mantiene las relaciones a costa de la integridad de quien sufre las violencias de la otra parte.
Diálogo Aunque el diálogo se asume normalmente como la mejor forma de resolver los conflictos, no es una práctica común. La forma de resolver los conflictos dialogando está sobre todo en el ideal, no en la vivencia cotidiana. Entablar un diálogo para resolver un problema no es sencillo, son necesarias herramientas de comunicación y psicoafectivas que lo hagan posible.
Consecuencias Pueden ser positivas o negativas. Son los impactos, los frutos, los resultados de las reacciones ante el conflicto. Las consecuencias negativas pueden ser la desunión, la deshumanización de las relaciones, la depresión o incluso la muerte, pero también hay consecuencias positivas, como los acuerdos, la reconciliación y el surgimiento de liderazgos que ayuden a transformar positivamente la vida de las comunidades.
8
4.4 Triangulo de las violencias Recuperamos lo que se dijo en torno a las violencias cuando compartimos la escalera de los conflictos, para profundizar un poco en ello. Es importante reconocer que la violencia tiene múltiples formas, y que podemos ejercerla de formas sutiles, menos visibles. Lo primero que hay que decir es que la agresividad no es lo mismo que la violencia: La agresividad es la fuerza vital, positiva e innata, que poseemos todos los animales para la supervivencia. La violencia es una agresividad mal canalizada. El ser humano es el único animal que utiliza su agresividad con fines negativos para sí mismo y sus semejantes.
La violencia es entendida como el ejercicio deliberado de la fuerza para causar daño físico o moral, así como ejercer coacción de carácter psicológico. Es importante resaltar este último punto, ya que no toda la violencia es física como generalmente se percibe, sino que puede ser también simbólica o inmaterial (psicológica). Para Johan Galtung, la violencia se manifiesta normalmente de tal forma que sólo somos capaces de ver la punta del iceberg, sin apenas percibir que hay una base bien asentada que sustenta esa punta: 1. La violencia directa, la cual es visible, se concreta con comportamientos y responde a actos de violencia. 2. La violencia estructural, que se centra en el conjunto de estructuras que no permiten la satisfacción de las necesidades y se concreta, precisamente, en la negación de las necesidades. 3. La violencia cultural, la cual crea un marco legitimador de la violencia y se concreta en actitudes.
A menudo, las causas de la violencia directa están relacionadas con situaciones de violencia estructural y/o justificadas por la violencia cultural: muchas situaciones son consecuencia de un abuso de poder que recae sobre un grupo oprimido, o de una situación de injusticia social.
La violencia estructural no es visible porque algunas personas
9
la perciben, pero otras no se lo cuestionan. Además, todos en cierta manera somos parte de esas estructuras, colaboramos con ellas. La violencia cultural es algo que se asume como natural, inconsciente. Incluso las víctimas lo asumen como normal (las mujeres antes no votaban y las que no eran sufragistas lo consideraban normal).
ES
I
PARE
AD A
FAMIL JA
personas están afectadas directamente por esas violencias estructurales en la vida cotidiana y, a su vez, las violencias personales tocan la vida de la pareja, la familia y la comunidad (los otros y las otras), y reproducen las estructuras. ¿Por dónde empezamos a construir paz? Por donde sea, no hay un origen único, transformar positivamente los conflictos en cualquier eslabón de la cadena ayuda a romper los ciclos de violencia y a construir modos no violentos de convivencia.
COMUNI D E O DU VI DI IN
La violencia estructural afecta el modo en el que se construyen las relaciones y se reproduce a través de las acciones individuales; las
S ESTRU C A I C TU N E
Y CULTU R LES AL RA
Se asume que lo personal, lo interno, lo afectivo, las heridas y las emociones son fuente de conflicto y de violencia. La historia no trabajada genera comportamientos que no permiten la relación con los demás. Sin embargo, el origen de las conductas individuales también está vinculado a las violencias estructurales e interpersonales:
VIO L
4.5 Ciclo de las violencias
7. 5 Pistas para enfrentar los conflictos Las 3 P: Personas, problemas y procesos Es común que los problemas se tomen como algo personal y que tengamos una actitud agresiva o suave ante el conflicto en general, con las personas involucradas, con sus necesidades y con el proceso, y esto dificulta la búsqueda satisfactoriamente para las personas involucradas. En un
conflicto debemos siempre separar los problemas de las personas y de los procesos para resolverlo adecuadamente. Sabiendo que son diferentes, vamos a tratar algunos elementos importantes involucrados en cada uno de estos aspectos para transformar nuestro modo de tratarlos:
10
Personas Es común que las personas involucradas en los conflictos estén atravesadas por estos elementos que complican los conflictos. Es importante distinguirlos, mirarlos y ponerlos en su justo lugar para tratarlos de forma apropiada: • Diferencia de percepciones: Es común que entendamos y que veamos la realidad de formas diferentes, según nuestro contexto y nuestra historia de vida. Es fundamental que intentemos mirar como la otra parte para entender su posición. Una historia para ejemplificar lo anterior:
Hace más de mil años, cerca del río Usumacinta, vivían seis hombres ciegos que pasaban horas compitiendo entre ellos para ver quién era de todos el más sabio. Para demostrar su sabiduría, los sabios explicaban las historias más fantásticas que se les ocurrían y luego decidían de entre ellos quién era el más imaginativo. Llegó el día en que el ambiente de calma se complicó y se volvió enfrentamiento entre los hombres, que no alcanzaban un acuerdo sobre la forma exacta de un elefante. Las posturas eran opuestas y como ninguno de ellos había podido tocarlo nunca, decidieron salir al día siguiente en busca de un ejemplar, y de este modo poder salir de dudas. Los seis sabios ciegos estaban llenos de alegría, y se felicitaban unos a otros por su suerte. Finalmente podrían resolver el dilema y decidir cuál era la verdadera forma del animal. El primero de todos, el más decidido, se abalanzó sobre el elefante, preso de una gran ilusión por tocarlo. Sin embargo, las prisas hicieron que su pie tropezara con una rama en el suelo y chocara de frente con el costado del animal. —¡Oh, hermanos míos! —exclamó—. Yo les digo que el elefante es exactamente como una pared de barro secada al sol. Llegó el turno del segundo de los ciegos, que avanzó con más precaución, con las manos extendidas ante él, para no asustarlo. En esta posición, en seguida tocó dos objetos muy largos y puntiagudos que se curvaban por encima de su cabeza. Eran los colmillos del elefante.
11
—¡Oh, hermanos míos! ¡Yo les digo que la forma de este animal es exactamente como la de una lanza… sin duda, ésta es! El resto de los sabios no podían evitar burlarse en voz baja, ya que ninguno se acababa de creer lo que los otros decían. El tercer ciego empezó a acercarse al elefante por delante, para
tocarlo cuidadosamente. El animal, ya algo curioso, se giró hacia él y le envolvió la cintura con su trompa. El ciego agarró la trompa del animal y la siguió de arriba a abajo notando su forma alargada y estrecha, y cómo se movía a voluntad. —Escuchen, queridos hermanos, este elefante es más bien como… como una larga serpiente. Los demás sabios disentían en silencio, ya que en nada se parecía a la forma que ellos habían podido tocar. Era el turno del cuarto sabio, que se acercó por detrás y recibió un suave golpe con la cola del animal, que se movía para asustar a los insectos que lo molestaban. El sabio prendió la cola y la siguió de arriba abajo con las manos, notando cada una de las arrugas y los pelos que la cubrían. El sabio no tuvo dudas y exclamó: —¡Ya lo tengo! —dijo el sabio, lleno de alegría—. Yo les diré cuál es la verdadera forma del elefante. Sin duda es igual a una vieja cuerda. El quinto de los sabios tomó el relevo y se acercó al elefante, pendiente de oír cualquiera de sus movimientos. Al alzar la mano para buscarlo, sus dedos siguieron la oreja del animal y dándose la vuelta, gritó a los demás: —Ninguno de ustedes ha acertado en su forma. El elefante es más bien como un gran abanico plano —y cedió su turno al último de los sabios para que lo comprobara por sí mismo. El sexto sabio era el más viejo de todos, y cuando se encaminó hacia el animal lo hizo con lentitud, apoyando el peso de su cuerpo sobre un viejo bastón de madera. De tan doblado que estaba por la edad, pasó por debajo de la barriga del elefante y al buscarlo agarró con fuerza su gruesa pata. —¡Hermanos! Lo estoy tocando ahora mismo, y les aseguro que el elefante tiene la misma forma que el tronco de una gran palmera. Ahora todos habían experimentado por ellos mismos cuál era la forma verdadera del elefante, y creían que los demás estaban equivocados. Satisfecha así su curiosidad, volvieron a darse las manos y tomaron otra vez la senda que les conducía a su casa. Otra vez sentados bajo la palmera que les ofrecía sombra y les refrescaba con sus frutos, retomaron la discusión sobre la verdadera forma del elefante, seguros de que lo que habían experimentado por ellos mismos era la verdadera forma del elefante. Seguramente todos los sabios tenían parte de razón, ya que de algún modo todas las formas que habían experimentado eran ciertas, pero sin duda, todos a su vez estaban equivocados respecto a la imagen real del elefante.
12
• Emociones: Están presentes en todo momento, y juegan un papel fundamental en el origen, en el desarrollo y en la resolución de los conflictos. Cómo nos sentimos afecta cómo reaccionamos frente a los problemas y a las otras personas. • Prejuicios: Es común que supongamos cosas sobre las intenciones y los motivos de las otras personas, y podemos estar equivocados/as. Los prejuicios obstruyen la posibilidad de encontrarnos con la verdad de las demás personas. • Reputación: Cuando la posición o la idea que tienen los demás de mí está en juego, es más difícil ceder o reconocer los propios errores por temor a que eso me afecte negativamente. También es común que equivocarse sea tomado como una derrota, un fallo que repercute en la idea que se tiene de la capacidad de las personas. Es importante no “hacer leña del árbol caído” ni poner el acento en lo mucho que está equivocada la otra persona. Hay que intentar, siempre, salvar la posición de la otra persona para que participe en un proceso de negociación satisfactorio para todas y todos. Crear un ambiente en el que el perdón y la reconciliación son posibles, permite que reconocer los errores sea más sencillo. • Poder: Cuando hay una relación de dominación, es difícil que haya una negociación abierta y honesta en torno a las necesidades de cada parte. Es importante reconocer las relaciones de poder para nivelar la mesa de negociación.
Pistas para tratar con estos asuntos: • Es importante dar espacio a las emociones, no negarlas, escucharlas y ponerlas en su justo lugar. Esto también pide que no nos dejemos llevar por ellas. Hay que reconocerlas, ubicar de dónde vienen y evitar reaccionar cuando nos sentimos invadidos/as por ellas. Hay que reconocer y comprender también las emociones de las demás personas y dar espacio para hablar al respecto. Si las emociones son muy intensas, es importante evaluar si es mejor pausar los procesos, tomar distancia y/o pedir ayuda de una tercera persona para seguir en el proceso de solución del conflicto. • Para evitar los prejuicios y ponernos en la posición de las otras partes, es indispensable escuchar atentamente para entender, no para responder y fortalecer nuestra propia postura. • Para lo anterior, también es fundamental expresarnos con claridad y sin violencia. No sólo importa lo que decimos, sino también cómo lo decimos. Si nos expresamos de manera confusa o violenta, lo que queremos decir se perderá y el diálogo será complicado. • Decimos que hay que separar personas y problemas, y esto es sumamente
13
importante para que podamos mirar el problema como un reto conjunto, y esto permite que veamos a la persona como aliada para resolverlo, no como enemigo a vencer.
Pistas para la escucha activa (para escuchar y expresarnos mejor): Para escuchar: Parafrasea: Es importante saber que estamos entendiendo a la otra persona. Una forma de hacerlo es decir con tus propias palabras lo que has entendido de lo que la otra persona ha dicho, para confirmar si tienes una idea correcta o no. Resume: Trata de sintetizar lo que ha expresado la otra parte, para saber si has entendido los puntos clave. Pregunta: Interésate en lo que le pasa a la otra persona. Trata de hacer preguntas abiertas que sean relevantes y que te ayuden a comprender mejor su postura, el origen de su posición.
Para expresarse: Reformula: Antes de decir las cosas, piensa si puedes decirlas de otra forma: más clara, menos violenta, ejemplificar en lugar de hablar de generalidades (en lugar de decir “nunca escuchas”, podemos decir “la última vez que hablamos, te fuiste en medio de la conversación”). Reconoce: Es importante integrar en lo que expresamos el reconocimiento de la legitimidad de la posición de las otras partes. Hablo de mí: Para que el conflicto no se paralice, es fundamental expresarnos claramente sobre nuestras necesidades, nuestros sentimientos y nuestros intereses. Evito atacar o culpar: Es importante que pongamos nuestras energías en resolver el problema y no en quién tiene la culpa o en agredir a las demás partes.
14
Problema: Normalmente, en un conflicto, lo más visible en la disputa es lo que las partes quieren, y esto difícilmente abrirá puntos en común. Hay que profundizar en las posturas (qué quiero), para mirar y expresar los intereses (por qué lo quiero) y las necesidades (para qué lo necesito).
Las posiciones, los intereses y las necesidades de las partes en conflicto son como las capas de una cebolla. Mientras más se pela la cebolla, más se llega al corazón,
a las necesidades de las partes. En la superficie se encuentran las posiciones. Éstas corresponden a lo que las partes manifiestan públicamente. Por ejemplo, la parte A quiere el pedazo de tierra que se encuentra entre tales y tales linderos, mientras la parte B quiere el mismo pedazo de tierra. ¿Por qué las partes A y B tienen estas posiciones? Es porque tienen distintos intereses. Estos intereses se encuentran en una capa más abajo. No son necesariamente visibles. Por ejemplo, la parte A quiere el pedazo de tierra que se encuentra entre tales y tales linderos porque tiene interés en cultivar cacao allí, mientras la parte B quiere el mismo pedazo de tierra porque quiere recuperar una tierra que perteneció a su familia por generaciones. Luego, siguiendo con el mismo proceso, preguntándose para qué, se llega a las necesidades de las partes que corresponden al corazón de la cebolla. Estas necesidades difícilmente se pueden negociar porque las partes necesitan satisfacerlas de una manera u otra. Por ejemplo, la necesidad de la parte A puede ser la sobrevivencia (si quiere cultivar cacao en el pedazo de tierra en cuestión, es para mantener a su familia), mientras la necesidad de la parte B puede ser preservar su identidad familiar (si quiere recuperar este pedazo de tierra que perteneció a su familia por generaciones, es porque es una forma de recobrar la identidad de su familia). Es importante que cualquier salida a esta situación de conflicto permita a las partes satisfacer sus necesidades.
Entre más profundizamos, más llegamos a necesidades que son vitales y que compartimos como seres humanos. Por ello, ir a los intereses y las necesidades
15
abre las posibilidades de que encontremos puntos en común que nos permitan empatizar, ceder, perdonar, asumir los errores y resolver las disputas restaurando las relaciones.
Pistas para profundizar en los intereses y las necesidades Separa los problemas y ordénalos por importancia: es común que haya conflictos mezclados, que exista una historia de agravios diferentes que afectan las posturas de las partes en conflicto. Es importante distinguir bien los problemas que hay, priorizarlos y atenderlos, si es posible, uno por uno. Pregunta a las personas involucradas por qué sostienen esas posturas y piensa si hay algo que evite que tomen una posición distinta. Esto es importante para saber las causas de las posiciones y tratar de pensar en modificar la situación y generar alternativas. Explica claramente tus intereses y tus necesidades, es decir, profundiza en tu posición, intenta que las demás partes vean más allá de lo que quieres, para que puedan encontrar puntos en común que sirvan de partida para una negociación más abierta y cercana. Discute con la mirada puesta en las soluciones, no te enfoques en cosas pasadas. Recuerda siempre que lo importante es transformar el conflicto y restaurar las relaciones; procurar que haya un buen fruto del problema.
Proceso reconocer el estado actual del conflicto y su historia, para saber
Es importante, por un lado,
por qué existe, quiénes son las partes involucradas, cuáles son las relaciones de poder, averiguar si ya ha habido intentos de solución y qué ha funcionado y qué no. Por el otro lado, es fundamental que el proceso de negociación o de transformación positiva de los conflictos sea percibido como justo por todas las partes para que los acuerdos sean satisfactorios y duraderos.
Pitas para el proceso: Mapa de actores: Ubica a las personas que están emproblemadas, sus posiciones, sus necesidades, sus intereses, sus relaciones de poder y los recursos que tienen y cómo los están poniendo en juego. Esto es muy importante para determinar la mejor forma de intervenir. Historia: Es importante hacer una línea del tiempo para saber el origen del conflicto y cómo se ha desenvuelto, para recuperar los aprendizajes de ello. Reglas: Para acompañar un proceso de resolución de conflictos, es fundamental que existan reglas claras y aceptadas por todas las partes para ello: debe de haber claridad sobre los asuntos que están en disputa, el modo de abordarlos, los límites del proceso y los resultados que pueden esperarse.
---------------------------------------------------------------------------------------------------------Ahora que hemos diferenciado entre Persona, Problema y Proceso, debemos canalizar nuestra energía en el conflicto de modo que seamos duros con los problemas, pero suaves con las personas y justos con el proceso. La construcción de la paz, es decir, la transformación positiva (no violenta) de nuestros conflictos, es una tarea compleja, pero que bien vale la pena, por lo que hay que insistir, cada día, en nuestros intentos para hacerlo mejor, porque, como dicen que decía Gandhi, no hay camino para la paz, la paz es el camino, y el camino se hace al andar.
17
Elaborado por: Horizontes Creativos (Alternativas de Vida Solidaria para el Desarrollo y la Paz A.C.). Dirección: Norte 1ra Sección, Comalcalco, Tabasco, Mx./ Textos por: Juan Manuel Orozco Moreno e Ingrid Daniela Chapuz Osorio / Ilustraciones: freepik.com / Diseño Editorial: Jesús David Álvarez Flores / Noviembre 2021 / horizontescreativos.org / Proceso de Fortalecimiento del Ámbito Social del Programa Sembrando Vida. Taller Transformación Positiva de Conflictos.
Cultura de paz Transformación Positiva de Conflictos - Guía Para Facilitadores / as