Lectura sobre la gracia

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GRACIA José Comblin Por razones puramente prácticas dividiremos la exposición en dos partes: la gracia de Dios desde la perspectiva del ser y la gracia desde la perspectiva del actuar. Entramos así, por razones sencillamente didácticas, en la distinción escolástica entre gracia habitual y gracia actual. I. LA GRACIA DESDE LA PERSPECTIVA DEL SER 1. ¿Gracia visible o invisible? ¿Gracia material o inmaterial? La antigua teología escolástica insistía mucho en lo invisible y lo insensible de la gracia, dado su carácter «sobrenatural». Algunos escolásticos defendían la tesis de que entre una persona dotada de la gracia sobrenatural y otra privada de esta gracia no habría ninguna diferencia perceptible. Según tal concepción, la gracia afectaría sólo el alma y no penetraría en el cuerpo humano; sería una modificación del alma pura. En nuestra perspectiva, la gracia es naturalmente inmaterial e invisible en su origen: si Dios es invisible, su don gracioso, su amor hacia el hombre, es invisible; o sea, es invisible en Dios, en su procedencia. Sin embargo, si el don de Dios es recibido por el hombre que es material y corporal, habrá de ser también de alguna manera corporal y material. Si la gracia no produce modificaciones materiales y corporales, no existe para el hombre, no penetra en el ser humano y la vida humana, permanece ajena al hombre. Por lo tanto, la gracia es material y corporal en el sentido de que trae modificaciones en el ser material y corporal del hombre. No existe en el ser humano un espíritu puro que quedaría separado del cuerpo. No se puede imaginar que algo penetre en el alma del hombre sin penetrar en su cuerpo. Este efecto corporal puede examinarse desde tres puntos de vista. a) El ser humano es su relación al mundo material, al cosmos. Se relaciona con el mundo material en primer lugar por el trabajo. Por eso, la gracia de Dios trae un cambio en el trabajo, el régimen, las relaciones y el modo de vivir el trabajo humano. La comunión con Dios está inscrita en el régimen de trabajo, puesto que éste relaciona al hombre con la materia. Por eso la gracia de Dios entra en conflicto con la esclavitud, con las formas de servidumbre, con el capitalismo y con todos los regímenes de alienación o explotación del trabajo. La señal de su presencia será el mismo conflicto con tales regímenes de trabajo. b) El ser humano es también su relación a sus hermanos: relación hombre-mujer, relación hermanos, comunidad, grupos primarios o secundarios, tribu, nación, raza, humanidad entera. Tal relación está inscrita en costumbres, instituciones, compromisos, alianzas, formas diversas de comunión, de conflictos, de reconciliación. La gracia de Dios es, entonces, una nueva relación en todas estas dimensiones, desde la relación entre sexos hasta la relación entre razas y naciones. Las relaciones entre los seres humanos son también corporales: lo son las relaciones de familia, por supuesto; pero las otras relaciones están todas condicionadas por la geografía e inscritas en las diferentes situaciones de los cuerpos en la tierra. Están inscritas en las aldeas y los pueblitos, las casas y los caminos, las regiones y las fronteras naturales, los continentes y los mares, las montañas y los ríos, los climas y las producciones materiales. La gracia de Dios está inscrita en la geografía. Podemos pensar que estaba más presente en las antiguas aldeas que en las megalópolis actuales con sus miles de «poblaciones callampas». Estaba más presente en las reducciones paraguayas que en las haciendas de los conquistadores, más en las mismas aldeas indígenas que en las minas de Potosí.


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