Platero y otros burros en la literatura

“Platero…

Con motivo de la celebración del Año Platero en el CEIP Domingo Lozano (Málaga)

y otros burros en la literatura” CEIP Domingo Lozano (Málaga) Curso 2013 – 2014

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A modo de índice El documento es fruto del trabajo conjunto del profesorado y alumnado del CEIP Domingo Lozano de Málaga.

Hemos elaborado “Platero… y otros burros en la literatura” como síntesis de las actividades desarrolladas desde Infantil hasta Tercer Ciclo de E. Primaria en el marco de la celebración del Año Platero.

En la primera parte (página 4 a 18) los alumnos y alumnas más pequeños nos presentan ilustraciones de fábulas en las que el protagonista principal es el burro. Por supuesto, las moralejas las han aprendido muy bien.

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Desde la página 19 hasta la página 40 nos centramos en la obra más universal de Juan Ramón Jiménez, Platero y yo. Son los medianos del colegio los que se han encargado de ilustrar una pequeña selección de capítulos que nos han parecido muy apropiados para ser leídos en clase.

Por último, los mayores de Primaria han realizado un trabajo de investigación sobre la figura del burro en la literatura y para ello han tenido que sumergirse en el uso de nuestra lengua y beber de las fuentes del folclore tradicional. En esta parte, hemos querido incluir la impresión particular que los propios alumnos tienen de Juan Ramón Jiménez, que en un ejercicio de empatía, lo han descrito a través de los ojos de Platero.

En el Domingo Lozano hemos disfrutado con “Platero… y otros burros en la literatura”. Esperamos que todo aquel que acceda a este documento goce igualmente con su lectura.

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Fábula: El caballo y el asno (Esopo) Infantil 3 años Un hombre tenía un caballo y un asno. Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al caballo:

-Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.

El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo.

Entonces el dueño echó toda la carga encima del

caballo, incluso la piel del asno. Y el caballo, suspirando dijo: - ¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar

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con todo, y hasta con la piel del asno encima!

Moraleja:

Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te estás perjudicando a ti mismo.

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Fábula: El burro inteligente Infantil 4 años Había una vez un burro que se llamaba Bruno.

Vivía con su dueño, un hombre mayor llamado Deogracias.

Bruno y su amo iban todos los días al campo a trabajar las tierras. Las cuidaban para que no salieran malas hierbas; araban y sembraban para luego recoger la siembra.

La labor de Bruno era muy importante, pues gracias a él, Deogracias no se cansaba tanto. Bruno era el encargado de las tareas más duras.

Hoy, como todos los días, Bruno y Deogracias están

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en

el

campo,

y

mientras

su

amo

descansa,

echándose la siesta bajo un árbol, Bruno aprovecha

para comer algo. Inesperadamente, algo aparece de debajo de la tierra… ¡parece un topo!

- “¿Pero tú qué haces comiendo de mi tierra?

burro

tonto…

¿no

ves

que

es

propiedad

privada? ¡Vamos! ¡Fuera de aquí!”- dice el topo.

Entonces, el burro Bruno contesta:

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- “Perdone señor topo, pero esta tierra es de mi

amo, y yo puedo comer todo lo quiera. Desde

luego que no me voy a quitar, y es más…, veo que ha intentado engañarme.”

Entonces, el topo se quedó sorprendido al ver que

no había conseguido engañar al burro. Parecía ser más inteligente que otros burros a los que conocía… pensaba el topo.

- “No te enfades burro, que no era mi intención

engañarte. No sabía que esta tierra era de tu amo…“- responde el topo.

Y Bruno, el burro, le contesta: - “me gustaría decirte solo una cosa topo. No está

bien querer aprovecharse de los demás, y tú

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has pensando que los burros somos muy tontos. Debo decirte que no es así, y que no hay que tener prejuicios“.

El topo se volvió a meter en su madriguera, sonrojado, y se fue reflexionando sobre lo ocurrido.

Moraleja: No hay que ir engañando a nadie, pues conseguirás más cosas si eres buena persona y honesto.

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Fábula: El hombre, el niño y el burro Infantil 5 años Un hombre y su hijo iban una vez con su burro de camino al mercado. Mientras caminaban, pasaba un

hombre de campo a su lado que dijo: “¡Tontos!, ¿para qué es el burro sino para montarse sobre él?”

Así que el hombre puso al niño en el burro y siguieron su camino, pero pronto pasó un grupo de hombres y uno de ellos dijo: “Mirad ese joven perezoso. Deja a su padre caminar mientras él monta cómodamente.”

Así que el hombre ordenó al muchacho que bajara, y se subió él. No habían ido muy lejos cuando

pasaron dos mujeres, y una de ellas le dijo a la otra: “¡Qué vergüenza! ¡Qué patán perezoso! ¡Deja que CEIP Domingo Lozano (Málaga)

su pobre hijo camine mientras él va en el burro!”

El hombre no sabía qué hacer, pero al fin tomó a su niño y lo subió delante de él en el burro. Para entonces

habían

llegado

a

la

ciudad,

y

los

transeúntes comenzaron a burlarse de ellos. El hombre se detuvo y preguntó de qué se estaban burlando y los hombres dijeron:

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“¿No te da vergüenza de la sobrecarga que lleva el pobre burro contigo y tu hijo?”

El hombre y el niño se bajaron y el hombre trató de pensar qué hacer. Pensó y pensó, hasta que por fin cortaron una vara, ataron los pies del burro a

la misma, y levantaron la vara y el burro a sus hombros. Iban entre las risas de todos los que los veían pasar hasta llegar al puente del Mercado cuando el burro, con uno de sus pies sueltos, le dio

una coz al niño y en la lucha el burro cayó al agua. Como sus patas delanteras aún estaban atadas el burro no pudo nadar y se ahogó.

“Eso le enseñará…”, dijo un anciano que los había

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seguido:

Moraleja: Al intentar complacer a todos, nunca vas a complacer a nadie.

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“Platero” Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Solo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Lo

dejo

suelto,

y

se

va

al

prado,

y

acaricia

tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas

rosas,

celestes

y

gualdas...

Lo

llamo

dulcemente: ¿Platero? y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe en no sé qué cascabeleo ideal...

Come

cuanto

le

doy.

Le

gustan

las

naranjas

mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel...

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Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña...; pero fuerte y seco por dentro como de piedra.

Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo: -Tien’asero…

Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

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“La primavera” En mi duermevela matinal, me malhumora una endiablada chillería de chiquillos. Por fin, sin poder dormir más, me echo, desesperado, de la cama.

Entonces, al mirar el campo por la ventana abierta, me doy cuenta de que los que alborotan son los pájaros.

Salgo al huerto y canto gracias al Dios del día azul. ¡Libre

concierto

de

picos,

fresco

y

sin

fin!

La

golondrina riza, caprichosa, su gorjeo en el pozo; silba el mirlo sobre la naranja caída; de fuego, la oropéndola charla, de chaparro en chaparro; el

chamariz ríe larga y menudamente en la cima del eucalipto; y, en el pino grande, los gorriones discuten desaforadamente.

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¡Cómo está la mañana! El sol pone en la tierra su alegría de plata y de oro; mariposas de cien colores juegan por todas partes, entre las flores, por la casa - ya dentro, ya fuera- , en el manantial. Por doquiera, el campo se abre en estallidos, en crujidos, en un hervidero de vida sana y nueva.

Parece que estuviéramos dentro de un gran panal de luz, que fuese el interior de una inmensa y cálida rosa encendida.

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“Idilio de abril” Los niños han ido con Platero al arroyo de los chopos, y ahora lo traen trotando, entre juegos sin razón y risas desproporcionadas, todo cargado de flores amarillas. Allá abajo les ha llovido -aquella nube fugaz que veló el prado verde con sus hilos de oro y plata, en los que tembló, como en una lira de llanto, el arco iris-. Y sobre la empapada lana del asnucho, las campanillas mojadas gotean todavía. ¡Idilio fresco, alegre, sentimental! ¡Hasta el rebuzno de Platero se hace tierno bajo la dulce carga llovida! De cuando en cuando, vuelve la cabeza y arranca las flores a que su bocota alcanza. Las campanillas, níveas y gualdas, le cuelgan, un momento, entre el

blanco babear verdoso y luego se le van a la

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barrigota cinchada. ¡Quién como tú, Platero, pudiera comer flores..., y que no le hicieran daño! ¡Tarde equívoca de abril!... Los ojos brillantes y vivos de Platero copian toda la hora de sol y lluvia, en cuyo ocaso, sobre el campo de San Juan, se ve llover, deshilachada, otra nube rosa.

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“La carretilla”

En el arroyo grande, que la lluvia había dilatado hasta la viña, nos encontramos, atascada, una vieja carretilla, perdida toda bajo su carga de hierba y de naranjas. Una niña, rota y sucia, lloraba sobre

una rueda, queriendo ayudar con el empuje de su pechillo al borricuelo, más pequeño ¡ay! y más flaco que Platero. Y el borriquillo se revolvía

contra el

viento, intentando, inútilmente, arrancar del fango la carreta, al grito sollozante de la chiquilla. Era vano

su esfuerzo, como el de los niños valientes, como el vuelo de esas brisas cansadas del verano que se caen, en un desmayo, entre las flores.

Acaricié a Platero y, como pude, lo enganché a la carretilla, delante del borrico miserable. Le obligué, entonces, con un cariñoso imperio, y Platero, de un

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tirón, sacó carretilla y burro del atolladero y les subió la cuesta.

¡Qué sonreír el de la chiquilla! Fue como si el sol de la tarde, que se quebraba, al ponerse entre las nubes de agua, en amarillos cristales, le encendiese una

aurora

tras

sus

tiznadas

lágrimas.

Con su llorosa alegría, me ofreció dos escogidas naranjas,

finas,

pesadas,

redondas.

Las

tomé,

agradecido, y le di una al borriquillo débil, como dulce consuelo; otra a Platero, como premio áureo.

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“El carnaval” ¡Qué guapo está hoy Platero! Es lunes de Carnaval, y los niños, que se han disfrazado vistosamente de toreros, de payasos y de majos, le han puesto el aparejo moruno, todo bordado, en rojo, verde, blanco y amarillo, de recargados arabescos.

Agua, sol y frío. Los redondos papelillos de colores van rodando paralelamente por la acera, al viento agudo de la tarde, y las máscaras, ateridas, hacen bolsillos de cualquier cosa para las manos azules.

Cuando hemos llegado a la plaza, unas mujeres vestidas

de

coronados

locas,

los

con

negros

largas y

camisas

sueltos

blancas,

cabellos

con

guirnaldas de hojas verdes, han cogido a Platero en

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medio de su coro bullanguero y, unidas por las manos, han girado alegremente en torno de él.

Platero, indeciso, yergue las orejas, alza la cabeza y, como un alacrán cercado por el fuego, intenta, nervioso, huir por doquiera. Pero, como es tan pequeño, las locas no lo temen y siguen girando,

cantando y riendo a su alrededor. Los chiquillos, viéndolo cautivo, rebuznan para que él rebuzne.

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Toda la plaza es ya un concierto altivo de metal amarillo,

de

rebuznos,

de

risas,

de

coplas,

de

panderetas y almireces...

Por fin, Platero, decidido igual que un hombre,

rompe el corro y se viene a mí trotando y llorando, caído el lujoso aparejo. Como yo, no quiere nada con

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los Carnavales... No servimos para estas cosas...

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“La corona de perejil” ¡A ver quién llega antes!

El premio era un libro de estampas, que yo había recibido la víspera, de Viena.

- ¡A ver quién llega antes a las violetas!... A la una… A las dos… ¡A las tres!

Salieron las niñas corriendo, en un alegre alboroto blanco y rosa al sol amarillo. Un instante, se oyó en el silencio que el esfuerzo mudo de sus pechos abría en la mañana, la hora lenta que daba el reloj de la torre del pueblo, el menudo cantar de un mosquitito en la colina de los pinos, que llenaban los lirios azules, el venir del agua en el

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regato…Llegaban las niñas al primer naranjo, cuando

Platero,

que

holgazaneaba

por

allí,

contagiado del juego, se unió a ellas en su vivo correr. Ellas, por no perder, no pudieron protestar, ni reírse siquiera…

Yo les gritaba: ¡Que gana Platero! ¡Que gana Platero!

Sí. Platero llegó a las violetas antes que ninguna, y se quedó allí, revolcándose en la arena.

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Las

niñas

volvieron

protestando

sofocadas,

subiéndose las medias, cogiéndose el cabello: - ¡Eso no vale! ¡Eso no vale! ¡Pues no! ¡Pues no! ¡Pues no, ea!

Les dije que aquella carrera la había ganado Platero y que era justo premiarlo de algún modo.

Que bueno, que el libro, como Platero no sabía leer,

se quedaría para otra carrera de ellas, pero que a Platero había que darle un premio.

Ellas, seguras ya del libro, saltaban y reían, rojas: ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí!

Entonces, acordándome de mí mismo, pensé que Platero tendría el mejor premio en su esfuerzo,

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como yo en mis versos. Y cogiendo un poco de perejil del cajón de la puerta de la casera, hice una corona, y se la puse en la cabeza, honor fugaz y máximo, como a un lacedemonio.

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En canciones: - El burrito Pepe - Con mi burrito sabanero - A mi burro - Canta mi burrito - Mi burro Paquito En poemas: - Pobre burro - El burro flautista - El burro en la escuela CEIP Domingo Lozano (Málaga)

- Pequeño canto al burro - El burro en camiseta - El burro - Dos burros - El burro del carpintero - El burro del campesino Florentino

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En trabalenguas: - El burrito barrigón ayer se dio un resbalón. Por andar detrás de un carro se cayó dentro del barro. ¡Qué burrito picarón, el burrito barrigón!"

- La herrería del rey herró cuarenta burros que tiraron de cuarenta carros.

- Un comía berros y un perro se los robó, el burro lanzó un rebuzno y el perro al barro cayó.

- Un burro en el bosque corre tras el perro de Francisco, rebuzna y rebuzna y, de un

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brinco brusco barrió con el perro al barro que rabioso rabiando rabea y su rabo se embarra de barro.

En cuentos, prosa poética, novelas…: - Platero y yo - El burro del rabo amarillo - El burro de plata

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- El burro no tan burro - El burro inteligente - Mi burro Paquito - Memorias de un burro - Este no es mi burro…

- El paseo en burro - El burro Perico - Los secuestradores de burros - Los músicos de Bremen En películas de animación: - Shrek - Burros CEIP Domingo Lozano (Málaga)

- Winnie the Pooh En chistes:

- En una calle hubo un accidente, y un señor quiso saber qué pasaba. Entonces, le dice al policía: - Por favor, déjeme pasar.

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- No se puede pasar -le contestó el policía.

Entonces, el hombre, impaciente por enterarse de lo que había ocurrido, le dice: - Soy pariente del accidentado.

- ¡Ah, sí! ¡Pues el accidentado era un burro! …………………

- ¿Qué le dijo un burro a otro burro?

- ¡Qué burros somos! …………………

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Hace mucho tiempo, un burro fue al colegio para aprender a leer, y hoy ese burro está leyendo esto.

…………………

Un burro español tropieza con un burro

inglés. Este le dice: ¡I´m sorry! y el español responde: ¡I´m burry!

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En refranes: - A burro desconocido no le toques las orejas.

- Bachiller en arte, burro en todas partes.

- Cuando el camino es corto hasta los burros llegan.

- Haz lo que debas y que los demás rebuznen.

- Rebuzné una vez y como burro quedé.

- Burros a coces, arrieros a palos y voces.

- Cuando el arriero es malo se le echa la culpa a los burros.

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En locuciones o frases hechas: - No ver tres en un burro

(cuando se dice

de alguien que es muy miope)

- Ser burro de carga

(cuando a una

persona se le encomienda más trabajo del que le corresponde) -

Apearse del burro su opinión)

(cuando alguien cede en

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-

Caer de su burro

(cuando alguien se da

cuenta de que estaba equivocado)

- Hacer el burro

(cuando alguien se comporta

de manera alocada haciendo tonterías)

En fábulas: - El viejo y el asno - Los dos asnos - El asno y el perrito - El caballo y el asno - El burro inteligente

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- El hombre, el niño y el burro

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FÁBULA LOS DOS BURROS Una vez, dos burros, uno cargando sacos de sal y otro esponjas, iban rumbo a la ciudad. Mientras

caminaban, un río les cortó el paso de improviso, impidiéndoles continuar su marcha. Los burros se detuvieron, y pensativos, hacían planes sobre cómo cruzar la corriente.

El burro que cargaba los sacos de sal, se armó de valor y decidió cruzar el rio, pero mientras lo hacía tropezó con una piedra, y fue a dar al agua

con su carga. Cuando logró estabilizarse, notó que su carga había disminuido notablemente de peso, y CEIP Domingo Lozano (Málaga)

con gran satisfacción, pudo avanzar rápidamente hasta la otra orilla.

Por otro lado, el otro burro que observó dicha escena y la buena suerte de su compañero, quiso imitar el mismo suceso, y se propuso lanzarse al agua con toda su carga. Sin embargo ni más bien

entró en el río, sus esponjas se llenaron de agua y aumentó considerablemente su peso, tanto, que le

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imposibilitaba continuar el recorrido. Desesperado y tratando de avanzar, el burro fue vencido por el peso, y con la fuerza de la corriente contra él, se ahogó.

Moraleja: Lo que sirve a uno de provecho, a otro

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deja maltrecho.

Anónimo

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FÁBULA EL BURRO FLAUTISTA Esta fabulilla, salga bien o mal, me ha ocurrido ahora

por casualidad.

Cerca de unos prados que hay en mi lugar, pasaba un borrico

por casualidad.

Una flauta en ellos

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halló, que un zagal se dejó olvidada

por casualidad.

Acercóse a olerla el dicho animal, y dio un resoplido

por casualidad.

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En la flauta el aire se hubo de colar, y sonó la flauta

por casualidad. «iOh!», dijo el borrico, «¡qué bien sé tocar! ¡y dirán que es mala la música asnal!»

Sin regla del arte, borriquitos hay que una vez aciertan

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por casualidad.

Tomás Iriarte

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FÁBULA EL BURRITO MALO Un día un burro cayó enfermo y su dueño llamó al veterinario que le dijo: - “Su burro tiene un virus, si no toma este medicamento por tres días seguidos, habrá que sacrificarlo”.

En

ese

momento,

un

cerdo

escuchaba

la

conversación. Así que el cerdo se acercó al burro y le dijo: - “Tómate el medicamento, si no te van a matar!”, pero el burro no hacía caso.

Al segundo día el cerdo le insistía: - “No seas necio! Tómate el remedio porque de

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otro modo te matarán!”, pero el burro lo ignoraba.

El tercer día, el cerdo pensaba: “No sé por qué me tengo que meter a redentor de este tipo!”, pero aún así, le insistía: - “Toma el remedio o morirás!”, y finalmente el burro le hizo caso al cerdo y se tomó el medicamento.

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De inmediato, el burro se empezó a sentir bien, se puso de pie y empezó a correr.

- “¡Muy bien amigo! –gritaba el cerdo- venciste campeón!”.

En ese momento, llegó el dueño del burro, lo vio corriendo y dijo: “¡Milagro! ¡El burro se ha curado! ¡Hay que hacer una fiesta! ¡Vamos a matar

al

cerdo

para

celebrarlo!”

Moraleja: Cuando veas que un burro no te hace caso, no insistas, no sea que por

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querer ayudarlo más de la cuenta, termines ocupando su lugar Anónimo

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CANCIÓN A MI BURRO A mi burro, a mi burro le duele la cabeza;

y el médico le ha dado una gorrita negra.

Una gorrita negra,

mi burro enfermo está, mi burro enfermo está.

A mi burro, a mi burro le duele las orejas

y el médico le ha dicho

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que las ponga muy tiesas Que las ponga muy tiesas una gorrita negra, mi burro enfermo está, mi burro enfermo está.

A mi burro, a mi burro le duele la garganta; y el médico le ha dado una bufanda blanca.

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Una bufanda blanca, que las ponga muy tiesas, una gorrita negra, mi burro enfermo está,

mi burro enfermo está.

A mi burro, a mi burro le duele el corazón;

y el médico le ha dado gotitas de limón.

Gotitas de limón, una bufanda blanca,

que las ponga muy tiesas, una gorrita negra, mi burro enfermo está,

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mi burro enfermo está.

A mi burro, a mi burro le duelen las rodillas y el médico le ha dado un plato de natillas.

Un plato de natillas, gotitas de limón, una bufanda blanca,

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que las ponga muy tiesas, una gorrita negra, mi burro enfermo está, mi burro enfermo está.

A mi burro, a mi burro le duelen las pezuñas; y el médico le ha dicho que se corte las uñas.

Que se corte las uñas, un plato de natillas, gotitas de limón, una bufanda blanca,

que las ponga muy tiesas, una gorrita negra, mi burro enfermo está,

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mi burro enfermo está.

A mi burro, a mi burro ya no le duele nada, y el médico le ha dado un jugo de naranja.

Un jugo de naranja, que se corte las uñas,

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un plato de natillas, gotitas de limón, una bufanda blanca, que las ponga muy tiesas, una gorrita negra, mi burro sano está, mi burro sano está.

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Canción popular

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POESÍA EL BURRO DEL CARPINTERO No quiere comer viruta

el burro del carpintero; se está quedando delgado y rebuzna lastimero.

No tiene trabajo el pobre carpintero.

Ha vendido la sierra, la lima y el plumero.

Subido en el burrito, trotando en el sendero,

llegaron hasta el bosque en busca de alimento.

La ardilla se asomaba, mirando por el hueco, CEIP Domingo Lozano (Málaga)

y el búho decía:

“aquí estaréis contentos”.

El amo come nueces, el burro, tronchos tiernos; y, ya todo arreglado,

aquí termina el cuento

Gloria Fuertes

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POESÍA EL BURRO DEL CAMPESINO FLORENTINO Esto era en la era de la era.

Esto era en la era.

Era-se una vez…

Que un campesino, llamado Florentino, estaba, ara que te ara…

-“Tralarán, tralarán…” (y de cantar no para).

Después se fue a la era, y trilla que trilla, el trigo le llegaba a la rodilla.

El campesino Florentino, sólo tenía un borrico, pero él cantaba y cantaba CEIP Domingo Lozano (Málaga)

como si fuera hombre rico.

-“Tralarán, tralarán…”

El sol ya no calentaba, que quemaba; el campesino se quitó el sombrero y se le puso al borrico diciendo:

-Tú primero, porque si te pones malo con alguna insolación, yo no podré trabajar

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ni ganar manutención.

-Gracias, patrón.

-¡Qué listo es mi burro¡ ¡Qué bien trabaja¡ (¡No te comas el sombrero que es de paja!)

Gloria Fuertes

POESÍA POBRE BURRO El burro nunca dejará de ser burro.

Porque el burro nunca va a la escuela.

El burro nunca llegará a ser caballo.

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El burro nunca ganará carreras. ¿qué culpa tiene el burro de ser burro?

En el pueblo del burro no hay escuela.

El burro se pasa la vida trabajando, tirando de un carro, sin pena ni gloria,

y los fines de semana atado a la noria.

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El burro no sabe leer, pero tiene memoria.

El burro llega el último a la meta, ¡pero le cantan los poetas!

El burro duerme en cabaña de lona.

No llamar burro al burro,

llamarle “ayudante del hombre” o llamarle persona.

Gloria Fuertes

POESÍA EL BURRO EN LA ESCUELA Una y una, dos.

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Dos y una, seis.

El pobre burrito

contaba al revés.

- ¡No lo sabe!

- ¡Sí lo sé!

- ¡Usted nunca estudia!

Dígame ¿por qué?

Cuando voy a casa no puedo estudiar;

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mi amo es muy pobre hay que trabajar.

Trabajo en la noria todo el santo día no me llame burro, profesora mía.

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Gloria Fuertes

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ADIVINANZAS Un animal gritandero, tiene lana y no es carnero, tiene alforjas y no es viajero, sabe cantar y no es guitarrero.

El burro ………………………….

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Rebuzna y no es borrico del burro tiene su hocico.

Es tozuda como ese animal y apenas trabaja igual.

La burra ………………………….

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Tiene nombre de joyero.

Es menudo, blando y ligero.

Vive sin haber vivido y es por todos conocido.

Platero ………………………….

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ACRÓSTICO

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LECTURA DE IMร GENES

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Juan

Ramón

Jiménez

es

una

persona

amable, cariñosa, que se porta muy bien conmigo. Me acompaña, me ayuda cuando me ve muy cargado, me deja ir por el campo

y

luego

me

llama

suavemente.

Además, cuando me hago daño me cura.

Le gusta hacer poemas y pasar el tiempo junto a mí. Nació en Huelva y soy famoso gracias a él.

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Hizo un bonito libro con el que demostró cuánto me quiere y me describió de una forma muy poética.

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Yo soy Platero. Soy un burro inteligente y agradecido, y os voy a contar que mi dueño es muy bueno. Con él me divierto. Yo sé que nunca me hará daño, me ha criado desde pequeño.

Tiene barba y usa sombrero. A él le gusta hacer las cosas bien, es muy tierno y justo.

No confía en nadie más que en mí. Me contaba por qué se sentía solo y yo era su única razón para seguir viviendo. Así que

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si mi amigo está triste, yo también.

Los dos éramos la alegría de los niños y disfrutábamos de la naturaleza.

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Juan

Ramón

Jiménez,

mi

dueño,

es

simpático, me cuida, me alimenta, me cura, me ayuda en todo y, por encima de todo, me quiere como a un hijo.

Mi dueño es un hombre delgado, con poco pelo pero no calvo, tiene bigote y barba, escribe muchos poemas muy buenos y es sentimental. Siempre me ha llevado en su corazón.

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Siempre me trató bien y somos amigos.

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Juan Ramón Jiménez era y es mi mejor amigo.

Era alto y un poco calvo. Siempre me dejaba libre y me llamaba suavemente, y yo iba con él con mi trotecito alegre. Él y yo nos paseábamos por los prados y siempre

jugaba

conmigo

a

hacerme

comida

y

comía

cosquillas.

Me

daba

me

lo

todo.

También era divertido, amable y si me

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hacía daño, me curaba y me cuidaba. Él siempre me quería, pasase lo que pasase.

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Juan Ramón era alto y sonriente, tanto que se le veían todos los dientes.

Siempre atento: “Platero, hace viento”.

Su pálido rostro le hacía parecer un hombre de pocas palabras.

Siempre con bigote y barba, pero no muy larga.

Con el hobby de llevar a su burrito a dar un pequeño paseíto.

Sus ojos eran negros, tanto como el carbón y sus orejas como las de un ratón.

No tenía mucho pelo, pero tampoco era calvo.

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Era mi amigo y por eso lo quería tanto.

Nunca se aburría, siempre se divirtió y conmigo vivió.

El burrito se tiene que ir y, por eso, este poema llega a su fin.

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Juan Ramón Jiménez era barbudo, con una calva,

ojos

negros

y

solitario,

sabio,

callado…

Paseábamos por el campo. Allí escribía lo que luego me leía.

Me trataba bien. Paseábamos juntos al son

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del viento.

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Veo a Juan Ramón amable, bondadoso y muy cariñoso.

Cuando estaba enfermo me curaba y acariciaba.

Aunque muy propenso a la depresión era

siempre

bueno

protegía,

me

cuidaba

Siempre

jugaba

conmigo. y

Me

alimentaba.

conmigo,

pero

le

gustaba más escribir poemas y libros.

Hizo un libro sobre mí. Se dedicaba en cuerpo y alma a la poesía.

Era muy exigente consigo mismo, un CEIP Domingo Lozano (Málaga)

trabajador perfeccionista, trabajo.

incansable especialmente

y

muy en

su

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El burro suele aparecer en los libros cuando se

quiere

hacer

referencia

a

un

animal

tranquilo, amigable, trabajador…

En casi todos los libros de caballería aparece un burro y se compara con los caballos. Esto quiere decir que el caballo era para las personas

ricas

y

los

burros

para

los

humildes. Esto se puede observar en “Las aventuras del

Hidalgo Caballero Don Quijote

de la Mancha”, donde el caballero tiene un caballo y el escudero, un burro llamado Rucio.

En casos como “Platero y yo” se describe como

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un animal bueno, listo y trabajador.

Hay ocasiones, como en canciones, poemas…, en los que se habla del burro como si fuera un animal muy torpe, pero no es así. Es el caso de la canción “A mi burro” o de la poesía “El burro en la escuela”, en los que se habla de él como si fuera algo torpe y que no hace mucho caso.

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Los

burros,

en

la

literatura,

tienen

la

reputación de tercos o cabezotas, y se da a entender que es difícil forzar a estos animales a hacer algo que no quieran. Sin embargo, los autores

también

escriben

rasgos

que

los

definen como seres inteligentes (aunque no lo parezcan),

cautelosos,

juguetones

buenos animales de compañía.

y

como

No solo aparece en la literatura. En varias ocasiones también se ha reflejado en otras artes

como

famosos

en

como

la

pintura.

Picasso

han

Pintores

muy

capturado

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amabilidad de los burros en algún cuadro.

la

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Paulo sobre un asno (abril de

1923)

Pablo Ruiz Picasso óleo sobre lienzo

100X81

cm

París, colección Bernard-Ruiz Picasso