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G.RANGERS Temporada 1992/93
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GLASGOW RANGERS | Temporada 1992/93
G.RaNGERS
1992/93
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ace veinte años, las posibilidades del fútbol británico de ganar la Copa de Europa no se fijaban en Inglaterra sino en su vecina Escocia. Tras un lustro apartados de las competiciones europeas por la Tragedia de Heysel, la competitividad era un don escaso en los clubes ingleses, y así lo demostró el Arsenal, su primer representante en el máximo torneo continental tras aquella desgraciada tarde de Bruselas. Corría septiembre de 1991 y los Adams, Limpar, Merson e Ian Wright, caían en octavos de final ante el Benfica. Un año después, la historia volvería a repetirse, aunque Guía Kaiser Vintage
esta vez la bandera del fútbol británico seguía izada en el torneo más prestigioso. En el desaparecido Glasgow Rangers, caería ese honor. Por primera vez, quedaba atrás la Copa de Europa para disputarse la actualmente conocida Liga de Campeones. Esta competición suprimía las rondas de cuartos de final y semifinales. Constaba de una previa, dos rondas de dieciseisavos y octavos, posteriormente una fase compuesta por dos grupos, cuatro equipos en cada uno de ellos, y un doble enfrentamiento entre ambos, pasando a la final el primer clasificado. En realidad, un novedoso for-
mato utilizado la temporada anterior, con la salvedad de la vuelta al cupo de tres extranjeros en el equipo titular, dejando atrás la excepción del pasado año, donde la posibilidad de formar con cuatro foráneos, permitió ver por primera vez a Koeman, Witschge, Laudrup y Stoichkov en el once de Cruyff o Thern, Schwarz, Yuran y Kulkov en el Benfica. Sustanciosos ingresos económicos por victoria. Un nuevo trofeo fair play al equipo más deportivo del torneo. Mayor difusión televisiva. La nueva Europa, que se abrió tras los cimientos del Muro de Berlín, también tenía su reflejo en el deporte rey.
3 En el recuerdo de aquel torneo quedará la última aparición de Marco Van Basten -ya que su maltrecho tobillo nos impidió seguir disfrutando de su fútboly la participación, por primera vez, del Olimpia de Ljubiana y Skonto de Riga, representantes de Eslovenia y Letonia, independizados de Yugoslavia y URSS tras la desintegración del bloque comunista. Aquella Liga de Campeones empezó con una sorpresa mayúscula, y es que el vigente campeón, el FC Barcelona, caía ante el CSKA de Moscú en octavos de final. Mientras, en menor medida, se daba otra en las Islas Británicas. Tras deshacerse en primera ronda del modesto Lyngby danés por un total de 3-0, al Glasgow Rangers le esperaba un sorprendente campeón inglés llamado Leeds United. Los hombres de Howard Wilkinson, ganaron la Liga Inglesa contra pronóstico, rompiendo el trío dominador del último lustro formado por Everton, Liverpool y Arsenal. Parte de aquel éxito recaía en el genial y volcánico Cantona, un delantero francés que llegó a media temporada repudiado desde Nimes y para el que sus días de gloria aún estaban por llegar. Por lo demás, era un conjunto compacto y trabajador, sin grandes alardes pero con varios futbolistas de buen nivel. En definitiva, habían encontrado su espacio en una época de cambios en el fútbol inglés, no solo por la nueva Premier League que había comenzado, sino por ciclos que finalizaban. Los del Liverpool y Arsenal y otros que llegaban, el del Manchester United. Guía Kaiser Vintage
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El excéntrico Lukic, que tenía en su largo saque -su mejor virtud-, defendía la portería. El mejor hombre de la zaga era el lateral zurdo Tony Dorigo. Muy ofensivo y de excelentes recursos técnicos, su gran campaña le había llevado a la selección inglesa, donde era el primer recambio de Stuart Pearce. El mediocampo, era la mejor línea del equipo. Allí se mezclaba la brega de los internacionales ingleses Hodge y Batty, este último la gran revelación del Leeds en la exitosa 1991/92, la zurda del galés Speed y sobre todo el eje escocés McCallister-Strachan. Potencia y trabajo del primero y rapidez, astucia y calidad en el pequeño y veterano Gordon Strachan, líder y capitán de aquel Leeds y, junto a McCoist, el gran futbolista escocés de aquel último lustro. La ida, disputada en Glasgow, evidenció las características de un Rangers que hacía del balón parado y la segunda jugada, algunas de sus principales virtudes. Así, tras recibir un tempranero gol por medio de un fenomenal disparo de McCallister, un error de Lukic y un tanto de McCoist, hicieron el resto para remontar y certificar el 2-1 que viajaba a Ellan Road con la eliminatoria en el aire. Lo sucedido en aquella noche otoñal de Leeds es recordado como una de las páginas más brillantes de la escasa historia europea del Rangers. Fue este otro partido duro, de ritmo altísimo por ambas partes, entre dos equipos que se disputaban mucho más que una simple clasificación. La supremacía del fútbol británico también jugaba. Tanto era así, que aquella eliminatoria fue bautizada en los tabloides británicos, como “la batalla de Gran Bretaña”. De nuevo, con la inestimable colaboración de Lukic en el primer Guía Kaiser Vintage
“Lo sucedido en aqueL Leeds vs RangeRs es RecoRdado como una de Las páginas más bRiLLantes en La histoRia euRopea deL RangeRs” gol de Hateley y con la rúbrica de un McCoist, que nunca faltaba a su cita, aquel Glasgow Rangers, se clasificaba para la Liga de Campeones 1992/93, dejando por el camino a un Leeds, donde Cantona recortó distancias con el definitivo 1-2 en sus últimos coletazos antes de emprender los mejores años de su vida en el
Manchester United. De una tacada, Europa se quedaba sin tres de los representantes de las cuatro principales ligas, Sttugart, Barcelona y Leeds United. Lo que abriría las puertas a una nueva competición con un claro favorito, el Milán, un outsider, el Olympique de Marsella, y varios contrincantes, Oporto, PSV, Brujas y Glasgow Rangers, a la espera de una oportunidad que les llevara a la gran final de Múnich. El Goteborg y el sorprendente CSKA de Moscú, aparecían como meras comparsas. Van Basten, Romario, Ekstrom, Kostadinov, McCoist, Boksic, Faizulin y Amokachi, como las estrellas de cada uno de los ocho clasificados. Pero el desenlace de la primera Liga de Campeones, lo dejaremos para después.
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Walter Smith, el antiguo ayudante de Graeme Souness, se convirtió en el entrenador después de la marcha de este último al Liverpool en 1991, y su Rangers era un fiel representante de la esencia del fútbol británico. Defensores rocosos, corpulentos y de excelente dominio aéreo, fútbol vertical, tremendamente físico y exigente con el rival, donde cada acción de estrategia se traducía en peligro y el balón volaba empujado por el incansable aliento de Ibrox. Allí donde la lluvia y el barro reflejaban el estereotipo de campo escocés, el Rangers exprimía al máximo las virtudes citadas. Una de ellas y rasgo esencial de aquel equipo, era el contraataque y la ex-
celente interpretación del movimiento al espacio por parte de sus dos puntas, Hateley y McCoist, quienes junto a Mikhailichenko, eran los tres futbolistas más desequilibrantes del plantel protestante. Este último, entre lesiones e irregularidad, dejó atrás el aura de centrocampista total que ofreció en el Dinamo de Kiev y lo consagró como el mejor futbolista soviético. Mark y Allistair ponían el contrapunto perfecto a la frialdad del ucraniano. Llegado desde Mónaco, a donde había aterrizado junto a su compatriota Hoddle y por donde pasó sin pena ni gloria, el inglés Hateley, era un excelente cabeceador que entendía como pocos el fútbol directo escocés.
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Mientras, el doble Bota de Oro, McCoist, manejaba todos los recursos del gran ariete británico, potente, rápido, oportunista, no necesitaba ni muchos toques ni una excesiva participación en el juego para marcar. Estas cualidades lo convirtieron en el máximo goleador de la historia del club y un delantero de gran reputación en las Islas. Además del volante inglés Trevor Steven, que regresó a Glasgow en el verano del 92 tras un fugaz viaje de ida y vuelta a Marsella, millonada mediante a cargo del bolsillo galo, en el resto de un bloque laborioso destacaba, el eje defensivo de la selección escocesa que acudió el verano anterior a la Eurocopa de Suecia. El cancerbero Andy Goram, los centrales Gough y McPherson, este recién fichado desde el Hearts y el medio centro McCall. Junto a obreros como Ferguson y Durrant y el hábil extremo neerlandés Peter Huistra, formaban la base de un Rangers que no terminaba de acostumbrarse a la ausencia por lesión de uno sus principales hombres, el lateral derecho e internacional inglés Gary Stevens. El trío extranjero lo completaba el también ucraniano Oleg Kuznetsov. Un central de gran jerarquía, sobriedad y dominio aéreo procedente del Dinamo de Kiev y bastión de la excelente selección soviética de finales de los ochenta, que lastrado por tanta lesión, apenas tuvo protagonismo en Glasgow. Mientras, su acérrimo rival, el Celtic, lo hacía con un puñado de irlandeses como Bonner, Morris o Mick McCarthy, el Rangers, haciendo honor a su tradición unionista y protestante, se nutría en el último lustro de ingleses como Woods, el indomable central Terry Butcher, que se convertiría en un mito del club, Guía Kaiser Vintage
Gary Stevens, Trevor Steven o Mark Hateley, huyendo del hooliganismo que invadía Inglaterra de norte a sur y encontrando en la vecina Escocia la posibilidad de disputar las competiciones europeas que tras la sanción por Heysel les negaban en su país. Escocia y seguir instalados en el juego británico, les hacía sentirse como en casa, contrariamente a lo que le sucedería a
los Platt, Gascoigne o Des Walker, grandes nombres surgidos de la excelente selección inglesa de Italia 90, fichados a precios de cracks e incapaces de responder a las expectativas creadas en el Calcio. Rangers-Celtic, protestantes-católicos, evitaban cualquier parecido, pero esta era sin duda la época del Rangers.
7 Tras una década de alternancias en el reinado del fútbol escocés, con triunfos para Celtic, Aberdeen y Dundee United, el Rangers dominaba de manera aplastante el campeonato local, estableciendo una tiranía de cuatro Ligas consecutivas. El “católico” Mo Johnston, un delantero rompedor, de formidable juego aéreo, técnico y temperamental considerado la figura del fútbol escocés y del que incluso se
llegó a decir que era el mejor atacante británico, lideró el Rangers durante el trienio 1989/1991 hasta su marcha al Everton. Fue entonces cuando su testigo como gran figura protestante lo recogió Ally McCoist, quien tras una década con los de Glasgow, se había consoli- a sanción a Los cLubes ingLeses tRas dado como uno de los me- La Ragedia de eyseL hizo que muchos jores artilleros del continente. Sin embargo, jugadoRes ingLeses buscaRan en scocia para el Rangers, desde eL destino peRfecto paRa seguiR dispu aquella lejana victoria en la Recopa de 1972, Eu- tando competiciones euRopeas ropa era su asignatura pendiente. Mientras en la última década Aberdeen y Dundee United, lograron protagonismo en el viejo continente, el Glasgow Rangers no conseguía traducir su indiscutible dominio local fuera de las islas. En las tres últimas ediciones de la Copa de Europa, Bayern de Munich, Estrella Roja y Sparta de Praga les apartaron del sueño continental a las primeras de cambio, evidenciando una diferencia competitiva con el resto de las ligas europeas y la deriva del fútbol escocés. Esta nueva Liga de Campeones, coincidió con el regreso del Glasgow Rangers a los ocho mejores de la competición y se constituyó en dos grupos bien diferenciados. Por un lado, el nuevo Milán de Capello y sus rutilantes refuerzos, Lentini, Papin, Savicevic, Eranio y Boban, arrasaba a Goteborg, PSV y Oporto, pasando cómodamente a la final que se celebraría en Múnich ganándolo todo y demostrando el porqué de su favoritismo para adjudicarse el torneo, y es que la plantilla rossoneri era simple y llanamente la mejor de Europa. A los Tassotti, Baresi, Costacurta, Maldini, Albertini, Donadoni, Rijkaard, Gullit y Van Basten se les unieron unos fichajes que facilitaban una rotación espectacular.
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De este grupo, siempre quedarán dos imágenes en forma de goles, uno el de Romário contra el Milán tras una variedad de controles en el área y otro, la chilena de Van Basten contra el Goteborg que decidió el Balón de Oro en favor del holandés en detrimento del búlgaro Stoichkov. El Olympique de Marsella, ya sin Mozer, Waddle y Papin, pero con Desailly, Boksic y Voller. El Brujas del potentísimo Amokachi y buena parte de la sólida selección belga como los Van der Elst, Staelens, Borkelmans o Verheyen y la cenicienta del CSKA de Moscú con su veloz ataque Sergueiev-Faizulin, pero sin su portero estrella Kharine, fichado por el Chelsea, eran los rivales del Rangers. Si en el grupo B, se cumplieron los pronósticos, en este también, aunque el contexto sería diametralmente opuesto. Igualado al máximo, se convirtió en un mano a mano entre escoceses y franceses, un detalle decidiría quien estaría en Múnich. Los protestantes eran un conjunto
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que se hacía fuerte en Ibrox, al cobijo de una afición incondicional. Pero fuera, sin el apoyo de estos y acusando la falta de competitividad de su liga, bajaban muchos enteros, por lo que un tropiezo en casa podía ser decisivo. Rangers y Olympique, llevaron ca-
en casa, eL gLasgow RangeRs eRa un equipo potente gRacias aL apoyo de su afición,
aunque fLojeaban fueRa” minos paralelos durante la fase de grupos. El duelo entre ambos no se hizo esperar y el debut europeo los emparejó en Ibrox. Allí, Boksic y Völler, con un tanto cada uno, ponían en franca ventaja al OM. Sin embargo, a base de empuje, balones al área y cabezazos de McSwegan y Hateley, el Rangers sacaba un postrero y milagroso empate final que supo a gloria. Desde ese instante, la igualdad fue la tónica entre los dos. Los primeros, exprimían al máximo
sus opciones ganando 0-1 ante el CSKA, 2-1 frente el Brujas e igualando 1-1 con los belgas. Los segundos, goleaban 3-0 al Brujas y 6-0 al CSKA, pero empataban 1-1 en Moscú, lo que convertía el duelo de la penúltima jornada en casi definitivo. Ambos equipos llegaban igualados a seis puntos, con un ligero matiz, el 2-2 en Ibrox y el valor doble de los goles en campo ajeno, obligaban al Rangers a ganar o igualar 3-3 en uno de los feudos más calientes y complicados, el Vélodrome de Marsella. Además de la caldera marsellesa, enfrente estaba un tetracampeón francés que ansiaba la Copa de Europa que había rozado con los dedos dos años antes contra el Estrella Roja. Futbolistas como las rocas defensivas Bolí y Desailly o los mediocampistas Sauzée y el capitán Deschamps, eran fijos en la selección francesa de Houllier. Sobre todo Sauzée, con un rol, que, aunque parezca extraño veinte años después, superior al de Deschamps, tanto en el Olympique como con los Bleus. Box-to-box, de formidable disparo y no menos destacable visión de juego, capaz de jugar en varias posiciones y comerse metros y metros de campo. Junto a él, destacaban el irregular portero Barthez y la tripleta atacante formada por el ghanés Pelé, el alemán Völler y el croata Boksic. En definitiva, un bloque homogéneo, disciplinado y mortal al contraataque, consolidado como uno de los mejores equipos europeos y que a pesar de perder el toque mágico que aportaba Waddle, había mejorado considerablemente su pareja de centrocampistas respecto al subcampeonato de 1991, Germain y Fournier, poco tenían que ver con los actuales Sauzée y Deschamps.
9 Aquel miércoles 7 de abril de 1993, se enfrentaban dos sueños. El de un Bernard Tapie que ambicionaba la Copa de Europa para su Olympique desde el primer día que tomó asiento en el palco del Vélodrome allá por 1986, y el del Glasgow Rangers. Para los protestantes, el recuerdo de Billy McNeill, alzando la orejona para el Celtic en 1967, pesaba como una losa sobre su centenaria historia y, la penúltima parada en Marsella, representaba la oportunidad única de poder terminar con esa pesadilla. La tensión entre dos conjuntos de enorme poderío físico e intensidad defensiva, marcaban la pauta de un choque, donde un gran golpeo del excelente llegador Franck Sauzée, adelantaba al Olym-pique cuando apenas se cumplía el cuarto de hora. Sin embargo, en los primeros compases de la segunda mitad, otro zapatazo, en este caso del incansable Ian Durrant, establecía la igualada definitiva. A partir de ese instante, la precipitación se apoderó de ambos conjuntos, por un lado, la de un Olympique que anhelaba cerrar el pase a Múnich ante su afición y por el otro, la de un Rangers que defendía con su habitual contundencia defensiva el sueño de una Copa de Europa que se desvanecía poco a poco. Muchos se acordaron aquella noche del sancionado Hateley, que bien pudo darle un respiro a un McCoist asfixiado ante la marca individual de Boli. Un tempranero gol del futbolista más determinante de aquella Liga de Campeones, Alen Boksic, en la última jornada en Brujas, certificaría el final europeo del mejor equipo británico de principios de los noventa. El Glasgow Rangers firmó la última actuación destacada de un equipo
escocés en la Liga de Campeones, quedando segundo de grupo tras un Olympique, que con un cabezazo del futuro jugador protestante Bolí, ganaría el título ante el Milán. Tras el adiós europeo, el Aberdeen de Willie Miller fue el único rival en un año histórico. Liderados por el veterano central McLeish, expareja defensiva del propio Miller en la mejor época de un club que tuvo su apogeo en la primera mitad de los ochenta, en el actual equipo destacaban nombres como los neerlandeses Gillhaus y Snelders. El primero, claro suplente tras su mejor época en el PSV y el segundo, uno de los mejores porteros del campeonato y reserva de Ed De Goey en la Oranje. Varios internacionales escoceses como el versátil defensor McKimmie, el cotizado mediapunta Eoin Jess, que llegó a sonar para el Parma de Scala, y la dupla atacante formada por el talentoso Scott Booth y el potente Duncan Shearer, típico delantero de las Islas, referencia atacante del equipo y uno de los mejores goleadores de Escocia. Insuficiente para detener una hegemonía protestante, traducida en victorias sobre los de Aberdeen en las dos finales coperas y en una Scottish Premier Division que tuvo a McCoist y sus 34 dianas como máximo goleador e indiscutible estrella de un campeonato que dominaba con inusual facilidad. La temporada 1992/1993, la mejor en la historia del club, gracias a los triunfos en Liga, Copa y Copa de la Liga, fue el cénit de un equipo al que posteriormente llegarían Gascoigne y Brian Laudrup encadenando nueve ligas consecutivas desde 1989 hasta 1997. Hoy, no existe el Glasgow Rangers, la bancarrota, provocó su desaparición en
junio de 2012, empezando un nuevo trayecto desde las catacumbas del fútbol escocés bajo el nombre de Rangers Football Club. Sin embargo, el sentimiento de sus aficionados aún pervive en el que fue la revelación de la primera Liga de Campeones y el club con más Ligas del planeta fútbol. o
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McCOIST
HATELEY
HUISTRA
FERGUSON
McCALL
ROBERTSON
STEVEN
Andy
BROWN
McPHERSON
GOUGH
ESCOCIA
GORAM
Experimentado guardameta que tras sustituir al inglés Woods, defendió durante siete años los colores del Rangers. Sin ser propenso a las acciones espectaculares, destacaba por su colocación, seguridad y buenos reflejos, por el contrario generaba dudas en las salidas. Considerado el mejor portero de la hi-toria del club.
GORAM
La versatilidad era su mejor cualidad, pudiendo actuar como centrocampista y en cualquier puesto de la defensa. Sustituto del lesionado Gary Stevens, suplía sus carencias técnicas con sacrificio, lucha y contundencia. Gozaba de un durísimo golpeo, de ahí, el calificativo de “bombardero”. Llegó a Glasgow procedente del ESCOCIA Dundee United.
Habitual acompañante de Gough tanto en el Rangers como en la selección escocesa. Corpulento, pero de buen manejo del balón, excelente colocación y buena lectura del juego. Intercambiaba la posición de central y lateral derecho con Brown. Participó en los torneos de Italia ’90 y Suecia ’92.
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Richard
John
BROWN
ESCOCIA
David
Dave ESCOCIA
McPHERSON
GOUGH
ESCOCIA
ROBERTSON
Capitán y gran defensa escocés de la época. Mientras en su selección intercambiaba el puesto de lateral derecho y central, en el Rangers jugaba en este último. Sólido, contundente, de gran presencia física, inexpugnable por alto y temperamental. Disputó los mundiales de México '86 e Italia '90 y la Eurocopa ’92.
Lateral izquierdo con facilidad para incorporarse al ataque gracias a su potencia y velocidad, aunque poco dado a las acciones brillantes. Era uno de los futbolistas más jóvenes del equipo, a donde llegó procedente del Aberdeen. Sin ser un fijo en la selección escocesa, fue varias veces internacional.
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Pilar básico e un Glasgow Rangers en el que vivía su segunda etapa tras su discreto paso por Marsella. Técnico, profundo, con buen regate, capacidad para pisar área y colocar medidos centros. Siempre desde la banda derecha, aunque también podía jugar como medio centro. A todo ello, unía sacrificio y sentido táctico. Formó parte de la mejor época del Everton, a mediados de los ochenta. Internacional inglés, participó en México ‘86, Alemania ‘88, Ita- ENGLAND lia ‘90 y Suecia ‘92.
El pequeño Stuart McCall, era el auténtico pulmón del Glasgow Rangers y de la selección escocesa. Futbolista disciplinado, realizaba el trabajo oscuro del medio campo, sin parar de correr durante los noventa minutos, derrochando esfuerzo y generosidad al servicio del equipo. Disputó el Mundial 90 y la Eurocopa 96.
Trevor
Ian
STEVEN
FERGUSON
ESCOCIA
Pieter
Stuart ESCOCIA
La gran estrella del equipo y del fútbol escocés. Bota de Oro 1992 y 1993, del McCoist de aquellos años siempre quedó la sensación de que Escocia se le quedaba pequeña. Excepcional en la técnica del desmarque, letal dentro del área y con extrema rapidez para armar el disparo, a pesar de su corta estatura, no rehuía el cuerpo a cuerpo debido a su gran fuerza física. Con la selección escocesa esESCOCIA tuvo presente en Italia 90 y Suecia 92.
McCALL
P.BAJOS
Mark
Ally
McCOIST
HUISTRA
ENGLAND
HATELEY
Procedente del St. Mirren, era un mediocampista de ida y vuelta, destacando por su potencia, proyección atacante y buen golpeo. En su juego imprimía tal intensidad, que en ocasiones se traducía en dureza. Estuvo en el club protestante durante más de una década y fue internacional escocés en varias ocasiones. Junto a Gough, es el único futbolista de este once que ganó las nueva ligas consecutivas.
El neerlandés era el clásico extremo izquierdo rápido y habilidoso que actuaba pegado a la línea de cal, donde explotaba su fenomenal cambio de ritmo. Intercambiaba la plaza en el once con el canterano Ian Durrant. Llegó al Rangers en 1990 procedente del Twente y aunque sin continuidad, fue varias veces internacional por Países Bajos.
Tras su discreto paso por el Milán pre-Berlusconi y el Mónaco, Glasgow significó para “Atila” Hateley una segunda juventud. Espigado, corpulento y de zancada larga, destacaba por su formidable juego aéreo y la facilidad para dejar balones a sus compañeros, debido a su gran juego de espaldas. Junto a McCoist, formó la mejor dupla atacante de la historia del club. Internacional inglés, estuvo en México 86 y Alemania 88.
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TRAYECTORIA
G.RANGERS Temporada 1992/93
PRIMERA RONDA
SEGUNDA RONDA
16 Septiembre 1992
21 Octubre 1992
G.RANGERS 2-0 Lyngby
G.RANGERS 2-1 Leeds Utd.
Hateley 39’ Huistra 67’
Lukic 21’ (pp) McCoist 37’
30 Septiembre 1992
04 Noviembre 1992
Lyngby 0-1 G.RANGERS
Leeds Utd. 1-2 G.RANGERS
Durrant 85’
Cantona 85’
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McAllister 1’
Hateley 2’ McCoist 59’
FASE DE GRUPOS - GRUPO A
25 Noviembre 1992 | JORNADA 1
17 Marzo 1993 | JORNADA 4
G.RANGERS 2-2 O.Marsella
G.RANGERS 2-1 Club Brujas
McSwegan 76’ Hateley 82’
Durrant 40’ Nisbet 71’
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Boksic 31’ Völler 55’
09 Diciembre 1992 | JORNADA 2
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Staelens 52’
07 Abril 1993 | JORNADA 5
CSKA Moscú 0-1 G.RANGERS O.Marsella 1-1 G.RANGERS Ferguson 13’
Sauzée 18’
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Durrant 52’
03 Marzo 1993 | JORNADA 3
21 Abril 1993 | JORNADA 6
Club Brujas 1-1 G.RANGERS
G.RANGERS 0-0 CSKA Moscú
Dziubinski 44’
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Huistra 72’
KAISER FOOTBALL REDACCIÓN Jesús Núñez DISEÑO Y MAQUETACIÓN Juan G. Arroita