Tesis de Arquitectura

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CONFLICTOS EN LA OCUPACIÓN DE ESPACIOS URBANOS EL SURGIMIENTO DE NUEVOS ACTORES SOCIALES

TESIS DE GRADO CASTELLITTI, JOSE IGNACIO HERNÁNDEZ, GUIDO

DIRECTOR ARQ. ACOSTA, MARÍA MARTINA CO-DIRECTOR ARQ. URIBE DE BEDOUT, FELIPE

FADU UNL

NOVIEMBRE 2009



ÍNDICE

03 005

PRESENTACIÓN

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INTRODUCCIÓN

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UNOS Y OTROS MODOS DE HABITAR

011

SUJETOS LOCALIZADOS

017

SUJETOS DESLOCALIZADOS

019

Determinación Criterios de Selección

023

OSCILACIÓN FORZOSA. SUJETOS EN SITUACIÓN FORZOSA DE ENCONTRAR UN REFUGIO

023 026

041

PASAJEROS EN TRÁNSITO

042

Viajeros Corporativos

045

Trotamundos / Mochileros

049

LA ARQUITECTURA Y LOS SUJETOS DESLOCALIZADOS

049

Archigram. 1960

052

Toyo Ito. Proyecto para una chica nómada de Tokio. 1985

054

Santiago Cirugeda.

059

EXPLORANDO LA VIDA DESLOCALIZADA

Homeless

060

LA CIUDAD INTERCONECTADA

Refugiados

060

Vivienda

065

Transporte

068

Comercio y Trabajo

072

Aeropuertos

073

Vestimenta

076

Mobiliario Urbano

076

¿El fin?

084

BIBLIOGRAFÍA

030

OSCILACIÓN VOLUNTARIA

030

SUJETOS DESLOCALIZADOS POR RAZONES LABORALES

032

Venta Informal

036

Recolectores De Residuos


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GRACIAS Martina Acosta Felipe Uribe Elizabeth Gazzola Guido Alberto Hernández Valeria, Marisel y Sebastián Hernández Cecilia Rossini Laura Gutierrez Ardila Griselda Bertoni Eduardo Castellitti Martin, Federico y Carolina Castellitti DIBUJOS Jose I. Castellitti Guido Hernández Alejandro Pace Julio Busaniche Ricardo Balbi Guillermo Pressiani Sebastián Farias Ignacio Irigoyen Mariano Telechea DISEÑO Fiorela Mai Y a todos nuestros amigos... Muchísimas gracias.


PRESENTACIÓN En cierto modo, las razones que motivaron esta investigación, así como el proceso llevado a cabo para su determinación y formulación constituyen un papel fundamental para el entendimiento de la misma. En este sentido, los primeros detonantes surgieron con la intención de no buscar un producto convencional de tesis de arquitectura. Tradicional en el sentido de que el objetivo de esta investigación en ningún momento fue imaginar un producto-objeto acabado y palpable, que pretenda generar la mejor “respuesta” posible a determinada situación. En lugar de esto, las motivaciones desde un primer momento fueron plantear interrogantes más que soluciones sorprendentemente originales. Precisamente por esto, los resultados producidos han ido variando a lo largo de todo el proceso, apartándose de la aparente linealidad a que generalmente se fuerza este tipo de trabajos. En estos términos, la búsqueda se centró en reconocer historias o situaciones “mínimas”, imperceptibles para todo el mundo, en vez de pensar en los grandes rubros de nuestra disciplina a los que usualmente se recurre (arquitectura para la salud, la cultura, la vivienda, deportiva o de espacio público). Los “okupas”, la gente que vive en las calles, la gente que vive viajando, en definitiva, la gente que vive de otra forma, representó esa inquietud por poner de manifiesto un objeto de estudio que atañe directamente a nuestra disciplina, pero del

05 cual pocos se ha encargado. Para hablar de determinados casos que hacen “otro” uso del espacio urbano, necesariamente se debe hacer referencia a aquellos “unos” de los cuales se diferencian. La constante comparación de unos y otros actores constituyó el eje estructurante de todo el trabajo, en base a sus diferentes formas de “ocupar” la ciudad y concebir la relación público-privado. La aplicación o el “resultado” que se podría hacer del estudio de estos casos, representó el mayor desafío y a la vez la dificultad más marcada. En un principio, se pensó que desarrollar prototipos de arquitectura efímera como “respuesta” a la situación analizada de estos actores generaría un aporte significativo. Sin embargo, y cómo se explicará más adelante, se concluyó que ese tipo de intervenciones tan vistas en la actualidad, no hacen otra cosa que acentuar la situación de estos sujetos. Teniendo en cuenta la mencionada intención de revalorizar el proceso ante el producto-objeto, pareció más pertinente explorar los puntos en común de los casos seleccionados, centrándose fundamentalmente en las relaciones entre los ámbitos públicos y privados, para a través de ellos reflexionar sobre la ciudad actual.

La Tesis de Grado se desarrollará a través de una instancia de investigación reflexiva y crítica, tanto teórica como práctica y que debe verificarse en la peculiar forma de entender el aprendizaje como un “Proceso” más que como un resultado. Reglamento de Tesis de Graduación. FADU / UNL.


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“La «muerte de Dios», en muchos aspectos un descentramiento global del proyecto «Europeo» entero, abrió a una visión del mundo multiperspectiva y postideológica capaz de moverse desarraigada» desde la filosofía al mito tribal, desde las ciencias naturales al Taoismo -capaz de ver por primera vez como a través de los ojos de un insecto doreado, cada faceta ofreciendo una visión de un mundo completamente diferente. Pero esta visión está sometida a la exigencia de habitar una época en que la velocidad y el «fetichismo de la mercancía» han creado una tiránica unidad falsa que tiende a difuminar toda diversidad cultural e individual, de tal manera que «cualquier lugar vale tanto como cualquier otro». Esa paradoja crea «gitanos», viajeros psíquicos que se mueven por la curiosidad o el deseo, aventureros de escasas lealtades de hecho desleales al «Proyecto Europeo», que ha perdido toda su fuerza y vitalidad-, no ligados a ningún tiempo ni lugar y lanzados a la busca de diversidad y aventura. Esa descripción abarca no sólo a los intelectuales y artistas de clase X, sino también a los inmigrantes, los refugiados, los sin techo, los turistas, los religionarios de la cultura de la caravana, -y también a la gente que viaja por la Red, aunque nunca abandone su propia habitación, (o a aquellos que, como Thoureau, “han viajado mucho -en la concordia”); y finalmente incluye a «todo el mundo», a todos nosotros, viviendo con nuestros automóviles, nuestros teléfonos, nuestros viajes de vacaciones, nuestras televisiones, nuestros libros y películas, cambiando de trabajos, de «estilos de vida», religiones, dietas etc., etc.” 1 Hakin Bey (Peter Lamborn Wilson)


Introducción

01.INTRODUCCION La ciudad contemporánea presenta un grado de complejidad tal en las relaciones entre sus actores que precisa de una redefinición del modo en que se piensa la ocupación de sus espacios. A partir de una primer lectura sobre los modos de habitar tradicionales podemos llegar a identificar un grupo de nuevos sujetos sociales (nuevos o no reconocidos por el momento) que rompe con las concepciones básicas de un modo de habitar basado en el sedentarismo y el arraigo material y afectivo. Este nuevo “actor social” habita, “ocupa” y opera en la ciudad de un modo diferente, por lo que es totalmente necesario su reconocimiento y revalorización. De esta manera, la investigación intentará explorar, analizar y describir este nuevo actor reconocido en un primer término, para después pensar en qué arquitectura existe que los contemple; si existiese, y con qué grado de pertinencia. La ciudad contemporánea se ve sometida a profundas transformaciones estructurales, como consecuencia de una pugna entre los diversos sectores económicos por el control estratégico del territorio. Las motivaciones de los distintos actores por ocupar determinadas porciones del mismo son heterogéneas, pero en la mayoría de los casos, se ven alimentadas por la necesidad de localización en torno a los centros y corredores económicos. Este panorama se presenta en el marco

07 de un mundo donde sus habitantes se encuentran cada vez menos vinculados al suelo y más en movimiento. El fenómeno de la globalización, los avances tecnológicos y los medios de comunicación configuran un escenario caracterizado por el aumento de los flujos migratorios y la dispersión de las esferas sociales en casi todos los ámbitos. Sumado a esto, el esquema cultural del que formamos parte, nos ha convencido de que el espacio privado es la necesidad básica por excelencia. Encontrar un trabajo, manejar un auto, recibir atención médica, alquilar un departamento, alquilar una película, recibir correspondencia, comprar en cuotas, tomar una ducha, dormir una siesta. Son acciones vinculadas, sino obligadas a la posesión de un espacio privado. Es en estos términos que el individuo “propietario” queda ligado a la idea del ciudadano “modelo” y económicamente activo, que posee y, por lo tanto, tiene qué perder. Una sociedad normalizada, localizada y reconocible es una sociedad controlada. En palabras de Foucault: “La normalización es uno de los procesos más sutiles a través de los cuales el poder se manifiesta en el campo de la identidad y de la diferencia. Normalizar significa elegir arbitrariamente una identidad específica como parámetro en relación a la cual otras entidades son evaluadas y jerarquizadas. Normalizar significa


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atribuir a esa identidad todas las características positivas, en relación a las cuales las otras identidades solo pueden ser evaluadas de forma negativa. La identidad normal es natural, deseable y única.” 2 1. BEY, Hakim. T.A.Z. The Temporary Autonomous Zone, Ontological Anarchy, Poetic Terrorism. 1991. From Hakim Bey and Ontological Anarchy: The Writings of Hakim Bey: http://www.hermetic.com/bey/ 2. FOUCAULT, MICHEL. El sujeto y el poder. En: Terán, Oscar (comp.). Michel Foucault: Discurso, Poder y Subjetividad.

En este contexto, la masa de actores que se propone relevar esta investigación, basa su forma de habitar, por elección o necesidad, en la desvinculación respecto al territorio. Esta característica diferencia tajantemente a dichos actores de la sociedad tradicional “localizada”, cuyo imaginario colectivo define y rige las reglas sobre los que se maneja toda la ciudad. Esta nueva subjetividad; absolutamente contemporánea, en tanto surge en el seno de las particularidades actuales de los núcleos urbanos; no posee hasta el momento una legitimación cabal de su existencia, por parte de los organismos estatales y, en consecuencia, de la arquitectura oficial. Como respuesta a este complejo panorama, este conjunto de actores urbanos han elaborado estrategias espaciales, hasta este punto, precarias e improvisadas, para satisfacer sus necesidades de “localización”. Por otro lado, los fenómenos de “deslocalización” del sujeto no son exclusivos a los individuos “desprovistos”, fenómenos tales como las migraciones debido a cuestiones laborales y de ocio; o los desplazamientos poblaciona-

les producto de catástrofes climáticas afectan a personajes de diversas nacionalidades, franjas etárias y estratos sociales. En relación a lo expresado, una primer hipótesis sería que el modelo de ciudad tal cual lo conocemos está siendo puesto en crisis por una nueva subjetividad emergente. Por otro lado, podríamos reflexionar en base a la pertinencia y necesidad de adaptar los espacios de la ciudad y las zonas específicas que denotan este fenómeno, o si en realidad le corresponde a cada uno de estos actores la responsabilidad de adaptarse aunque sea efímeramente, a un medio determinado. Establecer si el espacio se debe adaptar al sujeto o el sujeto al espacio es una pregunta que cabe hacerse, aunque de todos modos el reconocimiento y revalorización de este nuevo sujeto urbano ya significa un aporte.


Unos y Otros Modos de Habitar

02.UNOS Y OTROS MODOS DE HABITAR Al hablar de “otras” formas de habitar necesariamente se hace referencia a “unas” formas preconcebidas, tácitamente presentes y aceptadas en el imaginario colectivo de la sociedad como propias de su cultura. Desarrollar esta idea de “una” forma de habitar presente para el común de la gente resulta esencial para este trabajo. Analizar por qué vemos como normales o correctos ciertos comportamientos o formas de usar determinados espacios, permitirá describir el imaginario que ha desarrollado la sociedad actual en cuanto a la forma tradicional de habitar en una ciudad a lo largo del SXX y lo que este imaginario generó en la visión sobre el habitar tradicional en la actualidad. En relación a esto, se buscará articular y confrontar permanentemente dos grupos o dos formas de habitar a lo largo del desarrollo de este trabajo como forma de análisis de una realidad que se pretende evidenciar y una “otra” realidad que se detecta y cuyo análisis constituye el eje de esta investigación. Estos dos grupos constituyen, como se mencionó, dos formas de habitar y de organizar las relaciones entre las esferas pública y privada. Una primera ya arraigada y presente en el imaginario colectivo, característica del preconcepto que la sociedad ha generado a lo largo de la historia, hasta nuestros días. Esta forma de habitar “tradicional”,

fundada en la propiedad privada, en la familia, en la estabilidad espacial podría ubicarse dentro las formas sedentarias de habitar o más comúnmente llamado “sedentarismo”. En oposición a las formas de habitar de este primer grupo, encontramos “otras” formas en la actualidad, similares a las antiguas formas de habitar que dominaron la prehistoria. Este “otro” modo de habitar ya no se funda sobre los valores y conductas antes mencionados, haciendo de la movilidad permanente y la carencia de un arraigo físico y sentimental sus principales características. El hogar para toda la vida y como propósito y legado por un lado, y la familia por el otro, ya no representan para este sujeto, ya sea por elección o no, lo que para la sociedad “sedentaria” o tradicional. Este segundo grupo evidencia un modo de habitar que comúnmente se relaciona con el nomadismo, o asociado a un modo de vida “nómada”. Se denominará a estos dos grupos de análisis o modos de vida de la siguiente forma; “sujetos localizados” y “sujetos deslocalizados” y su constante comparación, constituirá el eje de la investigación. Con el uso de esta designación, se pretende evitar hacer alusión al par clásico sedentario-nómade debido a su consistencia conceptual, es decir, por el hecho de señalar modos muy específicos de habitar el espacio y por el hecho de

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tratarse de otras circunstancias históricas las que le dieron origen. Ahora, si analizamos con mayor detenimiento la definición clásica, sedentario es todo aquel “oficio o modo de vida de poca agitación o movimiento”, mientras que nómada es aquel “que va de un lugar a otro sin establecer una residencia fija”. En ambas definiciones la noción de movimiento resulta la cuestión fundamental: la carencia de este en el primer grupo y hacer de él, una forma de vida en el segundo. En esta idea de movimiento como característica esencial de una forma de vivir y ser, se encuentra implícita necesariamente la noción de lo privado y lo público. En cuanto al primer grupo de los sujetos localizados, la estabilidad de una familia a lo largo, generalmente, de toda una vida se encuentra ligada a la idea de una propiedad privada, un hogar, que diferencia drásticamente la esfera privada de la pública, definiendo sus límites y estrategias de aproximación. Podríamos decir que, en este modo de vida caracterizado por la estaticidad y el arraigo físico, la relación público-privado se determina por la necesidad de generar un límite, una diferenciación intencionalmente acentuada, apuntando a reforzar las diferencias y el aislamiento y no la interacción. En cambio, en los modos de vida llevados a cabo por los sujetos deslocalizados, se carece de una residencia

fija, como así también del arraigo que esto significa tanto a un espacio, a un lugar, como por ejemplo a una familia, a un entorno “íntimo”. Esta característica determina una relación público-privado totalmente diferente al primer grupo, la intimidad del hogar se desdibuja por completo al salir del ámbito privado y convivir en lo público. La mixtura de lo colectivo, de lo que es de todos, genera en éste modo de vida otra forma de ver los actos asociados a la vida privada, y esto sin duda, al ser la “localización” el modo de vida predominante en los últimos siglos, genera pre-conceptos o pre-juicios en la forma de ver otros modos de vida y otras formas de relacionarse en un mismo espacio. En el análisis de estos dos grupos mencionados, tanto las nociones de público y privado, como de los hábitos característicos o “convencionales” de una y otra esfera resultan fundamentales para entender el imaginario colectivo que determina que uno de esos modos de habitar sea visto como “natural”, “normal” y “adecuado” y el otro con cierto escepticismo.


Sujetos Localizados

03.SUJETOS LOCALIZADOS Al hablar de un modo localizado de ocupar el suelo urbano, basado en el fuerte arraigo físico y familiar, institucionalizado a lo largo de toda la historia hasta la actualidad como el imaginario colectivo “tradicional” de la gran mayoría de la población contemporánea, necesariamente se hace referencia a una forma de concebir el espacio público y por ende el privado. Ésta relación entre ambas esferas es la que determina ese imaginario colectivo, como así también los preconceptos y prejuicios sobre los que se rige esta sociedad. Cabría la pregunta en este momento de si sólo la relación público-privado alcanza para analizar este fenómeno. De todas formas es la dimensión elegida y con mayor pertinencia en el marco de la disciplina para desarrollar este análisis, constituyéndose en el eje principal del mismo a lo largo de toda la investigación. En este marco, la evolución que ha experimentado la vida privada a lo largo de toda la historia y más aún durante el último siglo demuestra cómo esa división entre una y otra esfera se fue haciendo cada vez más delgada hasta el punto de, para algunos, difuminarse en manos de los avances tecnológicos y el fenómeno de la globalización. Según el estudio sobre la vida privada en Francia, desde principios del siglo XX, para la burguesía de la Belle Epoque el “muro de la vida privada” separaba clara-

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mente este ámbito de la vida pública y su vivienda era un claro ejemplo de esto: esta se caracterizaba por separar claramente las habitaciones de recepción de las demás, por un lado lo que la familia consideraba presentable públicamente, y por otro, lo que se sustrae de las miradas indiscretas (no se permitía a los niños penetrar en el salón cuando se recibe a los invitados, las fotos de la familia se retiran de él, etc.). De esta forma la disposición de la vivienda burguesa de principios de siglo genera deliberadamente un espacio de transición entre la vida privada propiamente dicha y la existencia pública. “La diferenciación creciente entre lo privado y lo público en el conjunto de la sociedad modifica tanto a la vida pública como a la privada. Ambas no se desarrollan del mismo modo, ni según las mismas pautas. Al mismo tiempo que sus fronteras se desplazan y precisan, su sustancia se transforma.” 3

Uno de los pasos más importantes del siglo XX que comenzó a modificar la relación público-privado se dio en el campo del trabajo, que emigró fuera del hogar donde se desarrollaba hasta ese momento, para especializarse en la esfera pública y en ámbitos específicos para desarrollar cada trabajo. Se da entonces una doble segregación: de los espacios por un lado, en la que el lugar donde se trabaja se distancia del de donde se

En el imaginario colectivo tradicional, la vivienda para toda la vida, la estaticidad y el resguardo de lo privado y lo intimo representan los principales valores sobre los que se rige la sociedad.

3. PROST, Antoine / VINCENT, Gerard. Historia de la Vida Privada en el SXX. Tomos 9 - 10. Taurus Ediciones, Buenos Aires. 1991.


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Las formas de vida “localizadas” se ven simbolizadas a través de las ideas asociadas al llamado “American Dream”.

vive; y de las normas por el otro, en que se diferencia el ámbito doméstico, emancipado de las regulaciones laborales del mundo del trabajo, que abandona las normas privadas y se acoge a convenios colectivos. Simétricamente a esto, otro movimiento opuesto termina por definir la historia de la vida privada durante el SXX. El individuo conquista en el seno mismo de la familia, el espacio y el tiempo de una vida que a partir de ahora pasa a pertenecerle. Podría sintetizarse la evolución de la familia en que esta ha perdido sus funciones “públicas” para solo mantener las “privadas”. Algunas de las tareas que le habían sido confiadas han sido asumidas por instancias colectivas: la socialización de algunas funciones no deja a la familia otra función que la de la plena expansión de la vida privada. Los integrantes de cada núcleo familiar conquistan en el seno mismo de la familia el derecho a tener una vida privada autónoma, posibilitado por los avances que se dieron con la vivienda moderna, compuesta por habitaciones personales para cada miembro familiar y las mejores condiciones de confort (agua, calefacción, etc.). En otras palabras, la vida privada se desdobla erigiendo dentro de la misma vida privada de la familia una vida privada individual. Una consecuencia de esta evolución son las unidades de convivencia formadas por una sola persona en las que la vida privada doméstica ha sido enteramente absorbida por la vida privada individual.

La vida familiar pasa a desarrollarse en momentos precisos y en lugares concretos. La existencia pasó a caracterizarse principalmente por tres partes: la vida pública, que esencialmente consiste en el trabajo, la vida privada familiar y la vida personal, todavía más privada. Otro hecho fundamental en el análisis de la evolución de la vida privada durante el último siglo lo constituye la generalización del automóvil, que en un primer momento permitió a los estratos superiores desplazarse del domicilio al trabajo y más adelante popularizarse para escapar del enclave familiar. Gracias a este y otros nuevos medios de transporte, el tiempo libre que se ha conquistado al trabajo puede ser utilizado en los lugares más insospechados y con las relaciones más diversas. La vida privada termina así por escapar al enclave doméstico e invade el anonimato de algunos lugares públicos, debido a que la disgregación del espacio doméstico es mucho más que una simple transformación de las viviendas. Esta especialización de los momentos y los lugares donde se desarrolla la vida aumenta el contraste entre las esferas públicas y privadas, evidenciando las características específicas de cada una de ellas. De esta manera, la concepción entre lo público y lo privado se hace cada vez más distante, generando una definición


Sujetos Localizados Índice

13 del espacio social por la anteposición de dos esferas. Esta concepción sin embargo, deja por fuera la existencia de lugares de transición, que oscilan entre lo privado y lo publico, pero además, equivale a ignorar las diferentes relaciones que se forjan por la interacción constante de estas dos esferas. Es por esto que los límites de estos dos ámbitos de la vida, tienden a hacerse difusos, sutiles, debido al acercamiento entre las normas que rigen cada una de estas esferas. Así las interacciones adquieren significado según el contexto especifico en el que se den. Son ahora las situaciones y los lugares los que definen los códigos pertinentes, y no al revés como antes, lo que resulta en una reorganización del sistema social, en la que el equilibrio se conserva, pero que se articula en una nueva concepción de lo privado y lo público. Ahora, pensemos que significa esta relación públicoprivado en la actualidad. Para Hannah Arendt el surgimiento de la ciudad-estado significó que el hombre recibía además de su vida privada, una especie de segunda vida, su “bios políticos”, generando dos órdenes de existencia para cada ciudadano y una marcada distinción entre lo que es suyo (idion) y lo que es comunal (koinon). Además, el surgimiento de la ciudad-estado trajo consigo una nueva esfera situada entre lo público y lo privado, la esfera de lo social, mucho menos

diferenciada de la esfera pública. En la nueva ciudad moderna, ambas esferas (social y política) fluyen una sobre la otra continuamente, desdibujando sus límites. Tal y como explica Arendt, si a este fenómeno del auge de lo social le sumamos la decadencia de la familia a partir de la modernidad, podemos concluir en que lo que verdaderamente ocurrió fue la absorción de la unidad familiar en los diferentes grupos sociales: la familia ha estallado en los diferentes rincones de la sociedad. En modo alguno es indiferente que se realice una actividad en público o en privado. De este modo, según Arendt, más allá que el carácter de la esfera pública cambie de acuerdo con las actividades admitidas en él, es la propia actividad la que en gran medida cambia su propia naturaleza. “La desaparición de la zanja que los antiguos tenían que saltar para superar la estrecha esfera doméstica y adentrarse en la política es esencialmente un fenómeno moderno”. 4 Los fenómenos de la globalización, de alguna forma, acentúan en la actualidad las visiones planteadas por la filósofa alemana hace 50 años. Esta idea se puede leer en las teorías planteadas por pensadores contemporáneos, que ven a la globaliación como el la principal causa de los grandes flujos de movimiento que experimentamos en nuestros días: tanto virtuales, cómo

4. ARENDT, Hanna. La Condición Humana. Ediciones Paidós Ibérica, S. A. Barcelona, 1998.


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físicos. 5. APPADURAI, Arjun. La Modernidad Desbordada. Fondo de Cultura Económica. Mexico. 2001

Así lo define Arjun Appadurai en la “Modernidad Desbordada” 5, donde explica cómo los efectos de la globalización llevaron a reducir la distancia entre las elites, alterando algunas de las principales relaciones entre productores y consumidores, rompiendo así los lazos tradicionales entre el trabajo y la vida familiar, y desdibujando las fronteras que separaban o conectaban los lugares pasajeros de los vínculos nacionales imaginarios. Estos fenómenos llevaron a entender a la modernidad como una nueva etapa caracterizada por grandes flujos que re-estructuran la vida de las sociedades: flujos migratorios y de información, ubicándonos en las puertas de una nueva etapa post-nacional determinada por el declive o transformación de la figura del estadonación. La “teoría de la ruptura” de Appadurai, describe de alguna forma este fenómeno: el constante avance de los medios de comunicación sumado a los movimientos migratorios representan los principales ángulos desde donde ver y problematizar el cambio en la subjetividad moderna, en un mundo desterritorializado, diaspórico y transnacional. Esto debido en primer lugar a los medios de comunicación electrónicos, que transforman el campo de los medios masivos y los modos tradicionales de expresión; y en segundo lugar las migraciones

en masa, que sumadas a la velocidad del flujo de imágenes, guiones y sensaciones vehiculizadas por los medios masivos generan un nuevo orden en la producción de las subjetividades modernas. El concepto de “diáspora” que utiliza Appadurai hace referencia a la dispersión de grupos humanos que abandonan su lugar de origen, producto de los fenómenos descritos. Este concepto resulta fundamental para entender además de los planteamientos de Appadurai, las características de los sujetos que propone analizar esta investigación y la nueva relación entre los ámbitos públicos y privados, consecuencia directa de esa dispersión de los grupos sociales que desarrolla este autor. Con las esferas públicas en diáspora, entra en crisis el concepto de estado-nación como árbitro de los cambios sociales. Tanto imágenes como individuos circulan sin conseguir calzar prolijamente en circuitos identificables como circunscriptos a espacios nacionales, regionales o locales. Dentro de este fenómeno “diásporico” de las esferas públicas, Appadurai distingue tres tipos: diásporas de las esperanzas, constituida por migraciones producidas por el deseo de vivir y trabajar en otros países; diásporas del terror, haciendo alusión a los refugiados de guerras y conflictos, donde la imaginación trabaja como deseo de una vida mejor; y diásporas de


Sujetos Localizados

15 la desesperación, migraciones producidas por el deseo de mejores oportunidades laborales. Esta visión histórica de la transformación que ha experimentado la relación entre las esferas públicas y privadas, resulta una cuestión fundamental tanto para entender como se conforma la concepción actual de la sociedad sobre el modo de habitar, cómo para establecer los parámetros para seleccionar aquellos sujetos que definen una forma diferente de habitar basada en la movilidad. En otras palabras, la principal característica que determina esa “otra” forma de habitar de los éstos nuevos actores, se basa precisamente en establecer una relación diferente entre lo público y privado, generando un nuevo vinculo entre ambas esferas. Este nuevo vínculo estaría determinado por la disolución de los límites y lo que significa llevar actividades propias de una esfera hacia la otra. En la mayoría de los casos a analizar la intimidad del ámbito privado es revelada a la luz del ámbito público, modificando la forma en que concebimos qué actividades son propias de cada terreno. Cabe aclarar que a pesar de que los modos de habitar nombrados han tenido lugar desde los comienzos de la humanidad y en los ámbitos mas variados (desde la situación más rural y prehistórica imaginada hasta la metrópoli más consolidada), nuestro interés se cen-

tra en aquellos fenómenos sociales que tienen lugar en el ámbito urbano del último siglo para determinar los comportamientos actuales y aventurarnos en los futuros.

Los “barrios cerrados” o “countrys” son los exponentes más claros de las formas de vida localizada en la actualidad. Estos “ghetos” de las clases altas, se caracterizan por la tajante delimitación y diferenciación del espacio propio con respecto al ajeno o al público.


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Sujetos Deslocalizados

04.SUJETOS DESLOCALIZADOS Como consecuencia del alto grado de complejidad que han alcanzado las relaciones entre los sujetos de las ciudades contemporáneas, emerge un nuevo grupo de actores sociales que mediante “otras” formas de habitar ponen en crisis el modelo de ciudad tradicional, evidenciando su manifiesta incapacidad para reconocerlos como sujetos reales, activos y parte de nuestra sociedad. En base a esto se pretende presentar una masa de actores sociales, desde el punto de vista de sus formas no tradicionales de habitar: “ocupando” por decisión propia o por necesidad espacios fundamentalmente públicos o comunes. La selección realizada de un determinado grupo de actores, en apariencia heterogéneo, responde casi exclusivamente a intentar poner en evidencia formas de habitar que llevan al límite la concepción que se tenía de las esferas públicas y privadas. Basándonos en la evolución descrita de las relaciones entre ambas esferas, se seleccionaron aquellos actores, que mediante un uso diferente de los espacios comunes, generan una ruptura en los limites entre los ámbitos públicos y privados tal y como los conocemos. Estos sujetos, al llevar actividades propias de lo privado a la luz de lo público, forjan otra forma de habitar el suelo urbano, basada fundamentalmente en la movilidad y la carencia de un arraigo permanente a una propiedad privada especifica.

En función de esto, como punto de partida reconocemos en una actividad con cierta legitimidad en la actualidad como es la de los “okupadores” de propiedades privadas, cierta similitud con esta idea de otros modos de habitar. Aunque el interés de esta investigación no se centra en este grupo, de alguna manera reconocible, el mirar desde otra perspectiva el término “okupar” puede ayudar a clarificar la mayoría de las actividades que caracterizan a los actores seleccionados. Remitiéndonos a la etimología del término, la Real Academia Española nos dice que “ocupar” es el acto de “llenar un espacio o lugar”, una definición que solo hace referencia a la dimensión espacial de la acción. Si a esta noción se agrega el factor tiempo, podemos definir este término como: el acto de llenar un espacio o lugar por un período determinado. Esta definición resulta interesante en tanto el acto de “ocupar” distinto del de “okupar”, ya no hace referencia sólo a un espacio privado. En el sentido más amplio de termino, al acto de ocupar un lugar por un período que se prolonga más de lo habitual, y que concierne más que a un ámbito privado, a los de uso común. Esta forma de habitar las ciudades define un nuevo sujeto social totalmente contemporáneo, un sujeto descrito por Iñaki Abalos como aquel nómada contrapuesto al popular sedentario, que parasita por las ciudades y con su sola presencia perturba la vida de los demás:

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HOTEL CALLE. Los arquitectos del rebusque. “Esos que amansan la calle a punta de pericia, para habitarla con algo de comodidad. Con las manos y un machete, Pastor Eduardo Agudelo cavó un hueco debajo del puente de la Terminal de Transportes, o sea en la troncal nacional hacia la costa Atlántica. Como un fantasma, todavía ronda cerca de la boca del socavón que le sellaron los funcionarios de Espacio Público, a ver si por un ladito logra culminar el proyecto de morirse en el lugar que lo ha visto pasar los últimos 17 años de la vida. La historia de Pastor es un pretexto para contar otras: las de los “arquitectos del cartón, la madera y el pavimento” que construyen condominios sin valor pero con precio, en los territorios residuales de la ciudad. Conocimos a William: su habitación es un carro de rodillos. Y a Guillermo León, que hizo la casa en la unión de los viaductos que bordean el cerro Nutibara. También a Bolívar, con su televisor prendido en plena acera. Y en un desagüe del río Medellín, encontramos al Topo. Pero Rojitas es el protagonista de hoy en esta serie por entregas con los huéspedes del hotel calle. Cero estrellas.” Diario “El Colombiano”. Medellín, 16 Noviembre 2009.


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6. ÁBALOS, IÑAKI. La buena vida. Visita guiada a las casas de la modernidad. Barcelona, editorial Gustavo Gili.

Como miserables que son, Guillermo y Gloria viven dentro de la estructura del puente Nutibara; como si fueran arquitectos, ellos modificaron la entrada de su “casa”. Segunda entrega de la serie “los arquitectos del rebusque”.

“es el intruso que se instala en la vida de los terceros”. Esta noción de sujeto nómada encarna una nueva forma de ser para el cual el aumento de la movilidad, el debilitamiento de los vínculos familiares y del linaje doméstico son fundamentales. La asociación tradicional establecida entre lugar, casa, familia y una localización física se redibuja en el marco de la propia existencia, o como mejor describe Abalos su actividad y sus consecuencias: “Para las civilizaciones o los habitantes sedentarios es, como todos los nómadas, un parásito, un depredador que usa las ciudades, que ha sido organizado por ellas pero contribuye desde su perspectiva a su destrucción, pues opera en su contra, fagocitando en su propio beneficio el resultado de un esfuerzo colectivo.” 6

Diario “El Colombiano”. Medellín, 17 Noviembre 2009.

En base a esto, pensemos qué significa un sujeto en un lugar que no es solo de su pertenencia por un período más prolongado de lo habitual, es decir un sujeto ocupando un espacio de índole colectiva o privada pero siempre de uno más tercero/s. Sin duda el factor determinante además de la cualidad del lugar es el tiempo, “más prolongado de lo habitual” describe el hecho por el cual un sujeto al permanecer un tiempo mayor del previsto por ese espacio, pone de manifiesto la limitación tanto de determinado espacio como de la forma en que fue pensada su función.

Ahora ¿qué significa por ejemplo, un banco situado en el espacio público de prácticamente cualquier ciudad? Evidentemente se trata de un objeto destinado a satisfacer una necesidad humana que se encuentra reconocida y aceptada en función de un imaginario colectivo que rige nuestras sociedades. Responder a la necesidad de sentarse, detenerse, descansar, esperar, de un sujeto que habita la ciudad de un modo especifico, denota una actitud que de algún modo está vista como “normal” o “básica” dentro del amplio espectro de actividades que se pueden desarrollar. Esto significa, que el modo en que entendemos cómo se debe habitar una ciudad establece que una necesidad esté vista como “básica” o “normal” y “otras” no, dejando de lado tantas actividades que se desarrollan en ese mismo ámbito. De la misma forma que se prevé la necesidad de sentarse con un simple banco, podemos observar cómo se contemplan otras actividades tales como esperar un colectivo, hablar por teléfono, almacenar basura, comprar un diario o una revista. Sin embargo existe otra gran cantidad de actividades que la gente lleva a cabo en el espacio público, siempre dentro de los límites de la ley, representativas en algunos casos de otros modos de habitar. Para una persona que pasa prácticamente todo el tiempo de su vida fuera del ámbito privado, es igual de “básico” dormir, ir al baño, trabajar, o almacenar pertenencias, entre otras actividades, como


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19 para aquel sujeto la necesidad de sentarse. En este punto el modelo de ciudad que vivimos muestra sus limitaciones reconociendo diferentes formas de habitar, y por ende diferentes actores que la habitan. Sobre esta idea operó la selección de los casos representativos: la relación “no tradicional” que plantea un sujeto o actor social con espacios de uso común. La misma intenta dar cuenta de la mayor heterogeneidad posible para mostrar al objeto de estudio en su mayor amplitud, más allá de las clases sociales a las que pertenece cada uno y sus propios recursos para adaptarse. Para esto simplemente se plantearon algunos interrogantes apuntando a cuestiones como: lugar de ocupación, tiempo de ocupación, tipo de ocupación, tratando de indagar en las condiciones en la que estos sujetos habitan. La reflexión en base a si el lugar de ocupación fue pensado para el tipo de ocupación y el tiempo de ocupación que le da un determinado sujeto, puede ayudar a detectar aquellos actores que haciendo un uso diferente del espacio entran en conflicto comunitaria y urbanamente. Si volvemos a la definición de okupación del espacio público podríamos decir que cualquier sujeto que hace un uso diferente de éste en cuanto a tiempo y tipo de uso, entraría en nuestra selección de casos. Un ejemplo de este razonamiento podría ser un sujeto durmiendo en

el banco de una plaza, el carrito de un vendedor ambulante apropiándose de un pedazo de vereda día y noche, las zonas de acumulación de residuos o cartones de los recolectores, dos personas descansando en el piso de un aeropuerto o bajo una autopista. Lo que une estos casos, es precisamente esa situación de incomodidad o conflicto que generan cada uno al exceder las capacidades de cada espacio y en consecuencia, lo que el imaginario del sujeto “localizado” establece como apropiado en la cultura urbana occidental. El banco está pensado para estar sentado y por un tiempo determinado, una persona durmiendo en él o sentado durante dos días genera una situación de fricción, tanto para el espacio, el usuario y el resto de la comunidad con que lo comparte. Por otro lado, es justo reconocer el papel de detonantes que tomaron estos casos para imaginar esta investigación.

4.1. DETERMINACIÓN CRITERIOS DE SELECCIÓN Resulta fundamental para la estructuración del presente trabajo, establecer un conjunto de criterios de clasificación de estos sujetos que se intenta describir,

Orlando Londoño Bolívar, un habitante de las calles de Barrio Triste, le dio caché a su cambuche instalándole televisor. Tercer protagonista de la serie “Hotel calle: los arquitectos del rebusque”. Diario “El Colombiano”. Medellín, 18 Noviembre 2009.


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buscando posibilitar comparaciones objetivas sobre las formas en que estos individuos o grupos se constituyen, se organizan y subsisten en un medio adverso. Por otro lado, la confluencia de criterios nos permitirá adjudicarle un nombre a los procesos que originan estos procesos, y dentro de los que se inscriben estos actores. Los tópicos establecidos para realizar esta lectura serían: la dimensión del desplazamiento, las condiciones de asentamiento, el nivel de sociabilidad de los actores y la administración de la intimidad. Sin embargo, estos tópicos no implican una clasificación taxativa o categorías ineludibles para cada sujeto, sino por el contrario, según la pertinencia y el interés que represente cada caso se hará mayor hincapié en uno u otro punto. Es posible aplicar el modelo del binomio “migración forzosa/ migración voluntaria” - generalmente utilizado por teóricos de la globalización para designar fenómenos de índole internacional que solo constituyen parte del presente trabajo de manera tangencial, como disparador o referencia, para definir por contraste el grupo de sujetos que nos interesa describir, para precisar fenómenos que se multiplican puertas adentro de las fronteras nacionales y, en ciertos casos, regionales, municipales y barriales. En cualquiera de los casos, el par supedita su relación antagónica a la capacidad de sus protagonistas de ofrecer o no resistencia ante un

acontecimiento que los supera y que determina la posibilidad de perturbar su estabilidad espacial. De aquí surge una primera posible categorización en tanto la migración, sea forzosa o voluntaria, describe un desplazamiento fundamentalmente lineal, en el que se puede advertir de antemano la existencia de un origen y un destino. Este último, si bien puede no ser definitivo, se manifiesta en un período de tiempo extendido de meses y hasta años. Por otro lado, desde el punto de vista cuantitativo, los fenómenos de migración forzosa y voluntaria, a menudo aglomeran conjuntos de sujetos en condiciones similares de desestabilización, sea porque comparten las condiciones de su situación económica (migrantes voluntarios) o por el sólo hecho de haberse encontrado geográficamente asentados en los radios de influencia de determinados conflictos bélicos o raciales y catástrofes naturales (migrantes forzosos). De la misma manera que comparten el punto de origen, estas “comunidades en diáspora”, suelen movilizarse hacia los mismos objetivos como consecuencia de la búsqueda de una pertenencia que sabe estar fundamentada en la identidad con el lugar de origen, del idioma, la religión o determinadas pautas culturales. Un ejemplo de lo que constituye el fenómeno desarrollado por Appadurai está dado por la diáspora mexicana instalada en EEUU, que actualmente supera los 30 millones de habitantes, dentro de los cuales el 65%


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21 corresponde a estadounidenses de origen mexicano y del 35% restante la mitad son migrantes ilegales. Para dimensionar estos números y porcentajes basta recordar que el número total de habitantes del país supera por poco los 103 millones de personas, por lo que resulta fácil deducir que el 25% de los mexicanos viven fuera de su país. Aún más revelador es el caso de El Salvador que a una población de 6.8 millones de habitantes debe adicionar 3 millones que residen en EE.UU. La agrupación que se produce entre pares en esta categoría determina que cada sub-grupo (célula familiar), busque reproducir en la nueva locación las condiciones originales de su existencia: los modos, ritos y hábitos que le garantizaban en otros tiempos la aceptación y pertenencia a una comunidad. En otras palabras, toda la red de comportamientos que permitían que su existencia sea leída e interpretada dentro de un texto de orden superior. Por tanto, los límites entre el mundo privado y la esfera de lo público permanecen intactos una vez concretado el asentamiento, de la misma manera que los comportamientos internos a la célula tienden a normalizarse pasado el tiempo de agitación inicial. En contraposición a esta categoría se propone un nuevo término que se diferencia en primera instancia, por la

dimensión que adquiere el desplazamiento y el trayecto en términos espacio-temporales. La “oscilación”, es el sustantivo que parece describir de mejor manera el carácter de estos desplazamientos ya sean externos, internos o locales, donde el recorrido no resulta lineal. Este término procura definir el tipo de movimiento que no posee un origen y un destino predeterminado, sino que en cambio, resulta como consecuencia de decisiones espontáneas que pueden girar en torno a circuitos repetitivos y lugares comunes que constituyen localizaciones estratégicas a partir de las cuales estos sujetos sobreviven y se constituyen como tales. Por otro lado, el término “oscilación” busca definir un grupo en el que se produce una transformación sustancial de las conductas y una subversión de los límites de lo privado y lo público, por lo menos como se entiende en el sentido tradicional. De uno u otro modo, en cada uno de los ejemplos seleccionados, los comportamientos que debieran circunscribirse a la esfera de la intimidad afloran hacia el exterior y se establecen espacialmente a la par de aquellos que se aceptan como propios y adecuados para su manifestación en público, esto es a ser interpretados, examinados y juzgados por los ojos ajenos. La intimidad, podría deducirse, remite a la capacidad de los individuos de sustraerse de las miradas y el juicio de los semejantes lo que, a la vez, permite controlar el flujo de información que pueda obtenerse


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de ellos. Contiene por lo tanto el acto premeditado de una persona de elegir minuciosamente los aspectos de su vida que permiten ser puestos en evidencia, que permiten la confrontación con las formas en que otros individuos desarrollan los mismos aspectos. La mirada crítica del otro, por lo tanto, se revela como un parámetro determinante en el proceso de construcción de las barreras que se impone el ser individual frente al colectivo y, en consecuencia, en la modelación del espacio de las ciudades. Esta mirada se manifiesta, a la vez, restrictiva, ya que parece reprimir y disimular, bajo la silueta de un sujeto apropiado y conveniente, las verdaderas conductas e instintos humanos, que pasan ya a formar parte de un universo oscuro, desconocido e inexplorado por el conjunto de la sociedad. A pesar, de que miles de sujetos comparten con otros semejantes sus razones para mantenerse inquietos y hasta las estrategias para decidir la ubicación de una permanencia esporádica y cuanto menos fugaz, mantienen un perfil esencialmente asocial, con raras excepciones de asociaciones del tipo sindical permaneciendo las más de las veces en estado de informalidad. El sector de actores de limitado poder adquisitivo que practican la oscilación voluntaria o se ven en la necesidad de la oscilación forzosa, suelen recurrir a la excusa de la anomia urbana para transgredir los estatutos de

la convivencia en sociedad exponiendo ciertos aspectos de su vida privada ante los ojos del público, esto queda demostrado en diversos estudios que revelan que son los mismos individuos que bajo un sentimiento de profunda vergüenza se ocultan de la mirada de conocidos y familiares. En síntesis, el grupo de actores seleccionados se enmarca dentro del fenómeno descrito de oscilación, definido por los recorridos y circuitos realizados por los mismos, diferenciando aquellos que se ven forzados a tal situación de los que lo hacen en forma voluntaria. Bajo este término se definieron tres subcategorías en función de diferenciar las razones que motivan a cada actor a llevar a cabo ese modo de vida: sujetos en situación forzosa de encontrar un refugio, sujetos deslocalizados por razones laborales y pasajeros en tránsito.


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4.2. OSCILACIÓN FORZOSA 23

SUJETOS EN SITUACION FORZOSA DE ENCONTRAR UN REFUGIO En el marco de la categorización establecida anteriormente, un primer grupo a destacar lo constituyen aquellos sujetos que basan su forma de habitar en un movimiento constantemente “forzado” por la necesidad de conseguir un refugio del cual se encuentran desprovistos por condiciones externas. A pesar de que no es intención de esta investigación realizar taxonomías en función de clases sociales, la condición “forzosa” de este sub-grupo, necesariamente responde a una cuestión asociada con los niveles de ingreso y desamparo que experimentan estos actores. La situación de pobreza e indigencia que experimentan en mayor proporción los países subdesarrollados y menor los países dominantes (pero existente al fin), genera una situación límite para gran parte de sus poblaciones en las que se destaca, entre otras carencias, la falta de vivienda. Esta condición límite, caracteriza el modo de habitar de estos sujetos, que en búsqueda de un lugar que haga las veces de vivienda, terminan “oscilando” generalmente de forma interna, consiguiendo en la mayoría de los casos refugios efímeros, temporales y notablemente precarios para pernoctar las más de las veces solo por algunas jornadas para luego, una vez que las condiciones cambian (cuando el asentamiento no es posible sin la aparición de conflictos con los intereses de

los sujetos localizados) proceder a la búsqueda de un nuevo refugio (homeless). En otros casos el Estado se ve obligado en caso de desastres naturales o conflictos bélicos a proveer alternativas de habitabilidad, ya sean temporales o definitivas (centros de refugiados, planes de vivienda social) generando toda una nueva situación de hábitat, caracterizada por la promiscuidad y la falta de intimidad para los sujetos que las habitan. De igual manera, este desplazamiento producto de la búsqueda constante de un refugio, es lo que caracteriza el modo de habitar de estos sujetos y la relación que establecen entre espacio público y privado, contrario a la que estamos acostumbrados como sujetos localizados que somos. HOMELESS El Homeless, o sin techo, es un caso representativo de un modo de vida nómada basado en la necesidad de buscar amparo en cualquier espacio de uso común o no. Esta población se conforma por adultos-jóvenes y mayores que deambulan sin tener un domicilio fijo y sin trabajo permanente, utilizando los espacios públicos que mejores características ofrezcan para generar un refugio o protección (clima, inseguridad, ley). La pérdida de la vivienda se asocia generalmente a dos hechos estrechamente relacionados: el desempleo por


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7. SAIZAR, Mercedes. Homeless en Buenos Aires. Nuevas formas de exclusión social. Scripta Ethnologica Año/Vol. XXIV, N. 024. Conicet. Buenos Aires, 2002.

un lado, y la consecuente ruptura de la red de vínculos en el ámbito familiar por el otro, perdiendo el sentido de pertenencia social, los lazos familiares y hasta la autoestima y la confianza. En Capital Federal existen hoy 1200 personas en situación de calle, de los cuales el 80% son hombres. El mismo fenómeno se puede observar en otras ciudades como Madrid, con 1600, San Pablo, con 4000, y Nueva York, con 25.000 personas en situación de calle. En los últimos diez años la población de gente viviendo en la calle no solo se ha incrementado considerablemente sino que también se ha visto modificada en su conformación, por el incremento de individuos pertenecientes a la llamada clase media, para quienes esta situación era poco menos que impensada. Sin dudas no se trata solo de una realidad local, sino de una situación que sufren muchos centros urbanos a lo largo de toda Latinoamérica y el mundo.

Con los escasos medios con que cuentan, estos actores improvisan refugios en el espacio público, ante la mirada examinadora de la sociedad localizada.

Dentro de esta realidad, los homeless conforman una nueva cara de la anomia social, que se manifiesta como consecuencia de la ruptura de los vínculos familiares, el desempleo y la disolución de las redes sociales. De la misma forma ponen en evidencia las fallas y limitaciones de las organizaciones encargadas de llevar a cabo programas de contención social y la falta de estrategias de asistencia específica y capacitada para la

población que sufre esta situación. Este fenómeno de exclusión, estigmatiza a quienes lo padecen, la sociedad termina por responsabilizarlos de alguna manera de su situación, a la vez que van perdiendo la contención de su entorno más cercano. A esto hay que sumarle que la solución de su problema se vislumbra tan a largo plazo, que el propio entorno que debiera resguardarlo ya no es capaz de hacerlo. Los familiares están inmersos en la misma crisis y optan por señalarlo como un individuo sin las competencias necesarias como para re-tomar el papel que le corresponde en la familia y la sociedad. Al mismo tiempo, sus parientes y amigos terminan alejándose voluntariamente y/o aceptando la vergüenza y autoexclusión de este sujeto, al no tener ellos mismos las capacidades necesarias como para interactuar con un individuo definido culturalmente como asocial. Según un estudio realizado por Mercedes Saizar 7, la población de los sin techo puede dividirse en tres grupos: 1· Por un lado están los que desarrollan estrategias individuales de sobrevivencia y no desean reinsertarse en el sistema, “armándose” para sobrevivir con lo que su medio le ofrece. 2· Por otro lado se encuentran los que despliegan


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25 estrategias de agrupación, ya en el límite entre la calle y la vida en sociedad, sólo conservan algunas pautas sociales, como el agruparse con pares, realizar algún tipo de tarea y recaudar algo de dinero. 3· Y por último están los que aún no han desarrollado estrategias, mayoritariamente adolescentes y adultos-jóvenes que han perdido su trabajo y no pueden seguir sosteniendo el costo de una pensión u hotel, tratan de reinsertarse en la sociedad a través del trabajo y si bien su nivel de educación es mayor, el sentir vergüenza por su situación los lleva a ocultarse de su familia y su entorno social. En base a esta clasificación se evidencian las diferentes actitudes e intenciones que manifiestan las personas en situación de calle, reconociendo que en este marco, pensar respuestas que ayuden o intenten resolver el estado de las cosas resulta sumamente complejo y necesariamente multidisciplinario. Desde la perspectiva disciplinar, interesan especialmente las cuestiones que hacen a la naturaleza espacial de las actividades y conductas que desarrolla este sujeto. Esto se manifiesta por ejemplo, en la relación que este individuo mantiene con el suelo urbano. La necesidad permanente de estar rotando el sitio para

pernoctar es una consecuencia directa del vivir en el límite o a veces por fuera de la norma, de la convención. El sujeto muda periódicamente su refugio evitando la mirada de la sociedad localizada que lo observa con extrañeza y rechazo. Esta condición lo aparta de las formas de vivir tradicionales a la que estamos acostumbrados, convirtiéndolo en un nuevo tipo de nómada u “okupante” urbano. En cierto modo, su presencia pone en crisis el status quo del espacio colectivo y sus co-habitantes, como consecuencia de llevar hacia él comportamientos correspondientes a la esfera íntima del ámbito familiar. La incomodidad que genera para la mayoría de los ciudadanos, el acto de hacer públicas determinadas actividades propias de la intimidad, representa una de las principales causas del rechazo e indiferencia que experimenta este sujeto, reduciendo sus posibilidades de encontrar un lugar desde donde reinsertarse en el circuito social. En este proceso oscilatorio, los circuitos realizados en general responden a lugares pre-vistos como potenciales refugios. Los edificios de carácter público, principalmente terminales de ómnibus, o los espacios públicos semi-cubiertos que brinda el acceso a un edificio o un centro comercial, representan para estos sujetos los mejores escenarios para protegerse de la

La exclusión inherente a estos sujetos, tiene que ver con su apropiación los lugares de paso y la translación de los hábitos privados al espacio público


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Estos sujetos se trasladan de un lugar a otro llevando consigo sus únicas posesiones.

intemperie o pasar la noche. Por otro lado, cuando el sujeto no es capaz de encontrar un lugar que presente las características indicadas para constituirse como refugio (resguardo contra el clima o la inseguridad) se ve en la necesidad de improvisar uno con los mínimos recursos con los que cuenta: el uso y reciclaje de cajas de cartón, frazadas viejas, hasta su misma ropa, o lo poco que le entregó un vecino compadecido. De cualquier forma, sea que un lugar se presenta como refugio o que este es autogenerado por el sujeto, los contextos en que se desarrollan estas actividades son eminentemente públicos, lo cual configura un escenario donde la administración de la privacidad se vuelve algo complicado de conseguir. Cualquier actividad realizada bajo esas condiciones necesariamente genera una situación de promiscuidad entre el sujeto deslocalizado y la sociedad localizada. Su vida transcurre en el anonimato, un transeúnte urbano que no existe para nadie, ni siquiera para la ciudad. Conseguir un empleo, obtener un seguro social o de salud, pagar impuestos, etc., son actividades necesariamente ligadas a un domicilio fijo, a una propiedad privada, son pautas tacitas de un estilo de vida que, así como genera derechos, restringe posibilidades a quien sea incapaz de llevarlas a cabo. En la condición parasitaria de este sujeto (a diferencia del resto de la comunidad que paga impuestos y cumple con sus de-

beres cívicos) reside muchas veces la exclusión y aislamiento que experimenta, ya que como consecuencia de no ofrecer nada, no se encuentra en posición de exigir nada tampoco. Esta idea representa de alguna forma el imaginario colectivo general, tanto de él mismo como de la comunidad con la que convive y lo juzga. La exclusión social termina configurando un patrón y característica de esta situación, en consecuencia el sujeto sufre una doble exclusión, como dijimos anteriormente en primer termino social, pero que se manifiesta y doblemente excluye en segundo término, a través del espacio incapaz de alojar al sujeto producto de esa primer exclusión, incapaz de dar respuesta a esta nueva forma de habitar que hace un uso distinto y fugaz de los espacios de la ciudad. REFUGIADOS En el marco legal de la ONU se define a los refugiados como aquellas personas que se ven forzadas a realizar un desplazamiento de sus viviendas, es decir un desplazamiento involuntario, debido al temor que genera alguna forma de conflicto impuesto externamente y que amenaza de forma inmediata o no su vida. Si bien, y siempre hablando en términos legales, esta legislación no reconoce a aquellos desplazados por motivos medioambientales como refugiados, estos son considerados


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27 como otra categoría dentro de las denominadas migraciones forzosas. Dentro de los agentes externos que fuerzan estos movimientos, se podría hablar principalmente de tres grupos: 1· Las catástrofes naturales, haciendo referencia tanto a las de carácter repentino y violento, como inundaciones, terremotos, erupciones volcánicas, etc., como aquellas que perjudican a una comunidad en forma tangencial y en forma gradual como ser sequías, deforestación, desertización, etc. 2· Los conflictos bélicos, políticos o económicos, en los cuales las decisiones tomadas por los órganos estatales afectan en forma directa (guerras externas e internas) o indirecta (golpes de estado, crisis económicas o políticas, etc.) 3· Y en menor medida, los desplazados por proyectos gubernamentales, tales como presas hidroeléctricas, infraestructuras para el transporte urbano, planes de irrigación, programas de sedentarización, etc., las cuales afectan generalmente a comunidades enteras. Según estudios del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en 1975 la cifra

de refugiados en todo el mundo era de 2.4 millones de personas, la cual se fue incrementando ferozmente con 14.8 millones en 1989, hasta alcanzar una cifra record de 18.2 millones en 1993. Desde ahí se muestra una tendencia decreciente de 14.5 millones en 1995, 13.2 millones en 1997, para llegar en 1999 a una cantidad de 11.6 millones de personas en todo el mundo y más de un millón de solicitantes de asilo, siempre con preponderancia de mujeres y niños. Sin embargo estos números comprenden solo aquellos desplazados externos, es decir personas que se vieron forzadas a dejar su país por alguno de los motivos mencionados. Sí a estos números les sumamos los llamados refugiados internos, los cuales se hallan en una situación similar pero que no han llegado a traspasar sus fronteras, habría que sumar a esas cifras unas 20 millones de personas más estimados en todo el mundo. En cuanto a la localización geográfica, según datos de la misma agencia, hacia 1999 la mayoría se localiza en Asia, con 4.7 millones de refugiados. En segundo lugar, África acoge a 3.5 millones de refugiados, mientras que en Europa 2.6 millones de refugiados, la mayor parte en el este. Por último, en el continente americano hay casi 700.000 refugiados, la mayoría de ellos en los Estados Unidos, Canadá, México y Costa Rica. En cuanto al desplazamiento interno, el problema alcanza su mayor magnitud en países como Bosnia-Herzego-

Fuera de los centros, los refugios son autogestionados.


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vina, Sri Lanka, Colombia, Azerbaiján, Sierra Leona, la Federación Rusa, Georgia y Afganistán; y cerca de 200.000 refugiados urbanos concentrados en mayor número en ciudades como El Cairo, Islamabad, Nueva Delhi y Río de Janeiro.

En los centros de refugiados, tanto al exterior como al interior de los núcleos familiares, las personas sufren una pérdida de intimidad, que modifica sus costumbres privadas.

La noción de migración forzosa, además de la condición por la cual este sujeto se ve obligado a desplazarse, hace referencia a la cuestión de la movilidad. En el caso de los refugiados, si bien la ONU reconoce tanto a aquellos desplazados externos como internos, su mayor atención y estudio se centra en los que traspasan fronteras en busca de asilo. De hecho, hasta 1972 la definición de refugiados de la ONU impedía considerar como tales a aquellos sujetos que en la misma situación no habían atravesado ninguna frontera nacional. El hecho de que un sujeto se vea forzado a abandonar su hogar solo de forma transitoria, sabiendo que eventualmente podrá retornar y tratar de rehacer su vida, y fundamentalmente el hábitat que experimenta en ese lapso, representa el concepto de refugiado interno que interesa particularmente a esta investigación. En base a esto, creemos que el termino oscilar, mas que migrar, resulta más apropiado con los movimientos y formas de vida que interesan a esta investigación. Un ejemplo de esta situación, fue la experiencia vivida por miles de personas a raíz de las inundaciones en la

ciudad de Santa Fe en el año 2003. En este caso, una gran cantidad de gente se vio forzada a abandonar sus hogares y aglutinarse en los centros de refugiados que el Estado proveía a duras penas, generando situaciones muy particulares de habitabilidad por largos períodos de tiempo (meses en algunos casos) hasta que sus hogares estuvieran en “condiciones” para retornar. La promiscuidad y el escaso manejo de la intimidad que se observaba en estos centros, es un signo de un “otro” modo de habitar. Desde los órganos estatales generalmente se recurre a los campos de refugiados como la solución más eficiente en términos políticos contra las amenazas mencionadas, debido principalmente a la minimización de riesgos sociales y prácticos, por la mayor facilidad en la financiación, envío y distribución de la ayuda humanitaria. A pesar de las críticas y polémicas que suscitan los campos de refugiados, los asentamientos organizados constituyen de todas formas, el núcleo de la respuesta de la comunidad internacional a las crisis de refugiados. A los efectos de esta investigación conciernen las características de habitabilidad dadas en estos centros para evacuados y cómo éstas llevaron a modificar las relaciones “habituales” entre los ámbitos públicos y privados. En base a esto, se describirán tanto las


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29 condiciones de estos asentamientos, como la administración de la intimidad y el nivel de sociabilidad de sus habitantes. Para retratar las condiciones en que se desarrollan estos centros seguiremos remitiéndonos a la catástrofe del 2003 en Santa Fe, aunque diversos estudios muestran cómo estas características son comunes en general a cualquier asentamiento para evacuados a nivel mundial. En esa ocasión, fueron evacuadas más de 120.000 personas de las cuales se calcula que cerca de 57.000 fueron alojadas informalmente en casas de familiares y amigos; los restantes damnificados se ubicaron en más de 200 centros de evacuación tales como: escuelas, estaciones de ferrocarril abandonadas, clubes barriales o casas, y hasta campamentos. A esta situación hay que agregar una nueva serie de desplazamientos producidos el reinicio de las clases en las escuelas destinadas a refugio y el aumento de la población refugiada que esto significó para los demás centros. En estos, se disponían en grandes salones las pertenencias personales de cada familia, agrupadas alrededor de su colchón o manta donde dormir, para luego implementar muy precariamente divisiones entre las familias. En la mayoría de los casos, los integrantes del núcleo familiar se veían obligados a vivir en la misma habitación sin techo, usando sábanas como puertas. En las estaciones de trenes, se usaba el sector de

andenes para alojar a la población en vagones, que en general debían ser compartidos por varias familias. El hacinamiento y la convivencia en estos establecimientos, producto de tener que compartir espacios reducidos con efímeros fraccionamientos (más allá de las criticables condiciones de habitabilidad) termina generando situaciones de sociabilidad forzada. En estos casos los niveles de privacidad son mínimos, y debido a los períodos prolongados en que generalmente se extienden estas situaciones, los habitantes se ven obligados a modificar sus pautas de comportamiento y sus costumbres, compartiendo actividades propias de la esfera privada. Esta circunstancia no solo se da hacia el exterior, con las demás familias, sino también hacia el seno mismo de cada una, ya que en la mayoría de los casos deben convivir en espacio reducidos sin divisiones, indiferentemente del sexo, edad y costumbres de cada miembro. Además de esto, las familias se encontraban casi en la obligación de sociabilizar entre ellas, actividad que al carecer de espacios comunes (espacios públicos tradicionales de una ciudad) necesariamente se llevaban a cabo en los mismos espacios para cocinar, lavar, educar, recrearse, y hasta dormir o tener relaciones sexuales. Esta situación sin duda genera un cambio en la concepción tradicional de los espacios de una ciudad,

Los patrones de convivencia tradicionales son modificados por la pérdida de intimidad, que tiene como consecuencia una promiscuidad de las actividades privadas y públicas.


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invirtiendo o mezclando las actividades asociadas tradicionalmente con los ámbitos públicos y privados tal y como los conocemos. Por otro lado, aquellos refugiados que por determinada situación no son contemplados por el Estado y se ven en la necesidad de auto-gestionar un refugio, constituyen otra consecuencia de los desplazamientos forzados, concibiendo otro escenario de habitabilidad diferente, comúnmente llamados auto-evacuados. En estos casos, la exposición de actividades propias del ámbito intimo y privado, ya no son compartidas con otras familias en la misma situación, sino que el espectador más próximo resulta generalmente la ciudad misma y sus ciudadanos tradicionales, generando una fricción entre ambos mundos. En estos casos, la situación suele ser peor, ya que además de las dificultades que enfrenta el individuo para autogestionarse un refugio con los escasos medios con los que cuenta (generalmente se trata de personas que han perdido todas sus pertenencias), este no cuenta con la ayuda brindada estatalmente en los centros de refugiados, como ser: comida, medicamentos, ayuda profesional y en algunos casos, remuneración económica. Esta realidad configura un escenario comprometido tanto para el manejo de la intimidad, como para los niveles de sociabilidad. En cuanto a la intimidad, las

condiciones suelen ser similares a las descritas en los asentamientos para evacuados, debido a la precariedad y escasos recursos con que los refugios son llevados a cabo, impidiendo constituir límites reales entre lo privado y lo público: más que intentar integrarse, terminan aislándose y siendo ignorados por la misma ciudad.

4.3. OSCILACIÓN VOLUNTARIA A. SUJETOS DESLOCALIZADOS POR RAZONES LABORALES Ante todo se propone la noción de “okupa laboral”, en principio, como recurso de redacción para simplificar la definición de este tipo de actor urbano. Por otro lado se ensaya una conceptualización que congrega a diversos animadores de esta categoría bajo un mismo signo, pero lejos de pretender suprimir los contrastes evidentes entre ellos, los cuales serán explicitados a continuación en una taxonomía interna a esta categoría. Esta taxonomía ayudará a esclarecer las diferencias y similitudes esenciales entre “osciladores voluntarios” tan diversos como recolectores de residuos, feriantes, vendedores ambulantes, etc. El okupa laboral podría definirse como un Individuo que


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31 coloniza el espacio público transitoriamente como consecuencia de las especificidades y determinaciones del oficio que practica, ya sea porque estas establecen parámetros de movilidad como condición fundamental de un adecuado funcionamiento de su cadena de producción (viajeros corporativos); o porque dichas condiciones estén garantizadas por la permanencia impropia y extendida en un sitio determinado (venta ambulante en estaciones, terminales, recolección de residuos, etc.). El okupa laboral subordina los recursos de lo público a su propio interés y con un objetivo no diferente que el de la obtención de un beneficio económico, traducido en la mayoría de los casos en método de subsistencia. El espacio “ocupado” le vale en tanto satisface en gran medida alguno de los niveles fundamentales del proceso de creación, manufactura o comercialización de aquello que produce, sea un objeto determinado (feriantes) o su propia fuerza de trabajo (recolectores de residuos). Definido de esta manera el okupa laboral constituye un tipo de sujeto deslocalizado presente en la historia de la humanidad con anterioridad a la institución del sedentarismo (existen evidencias del ejercicio del pastoralismo móvil o trashumancia desde la prehistoria, por lo que se constituye como una de las más antiguas formas de subsistencia del hombre).

“Nuestra definición de trabajo informal, está referido principalmente a las características precarias de la actividad, al bajo capital en la cual se desarrollan, el bajo nivel de productividad, el reclutamiento laboral basado en redes de proximidad principalmente y la ausencia del estado en la protección del trabajo.” 8

A los efectos del trabajo se tratarán en esta subcategoría solo aquellos sujetos cuyos oficios se desarrollan en condiciones informales o paralegales, ya que, debido a esta situación, estos grupos generan estrategias particulares de constitución y de ocupación de los espacios. Estas estrategias se distancian notablemente de aquellas empleadas por sujetos como los “viajeros corporativos”, grupo que podría encasillarse bajo la denominación de okupas laborales. Por otro lado y siendo consecuentes con las categorías antes presentadas, si nos remitimos a la definición de okupas laborales podemos observar que la ocupación paralegal del espacio público realizada tanto por los “feriantes” como por los “recolectores/clasificadores de residuos”, constituye un hecho fundamental del proceso de reproducción de bienes de estos actores, es decir, se produce en tanto se ocupa, la ocupación pasa ser una condición sine qua non de la cadena de producción; en cambio, en el caso de los “viajeros corporativos”, la ocupación del espacio público se produce en el “tiempo muerto” resultante de los momentos de producción del sujeto, en otras pala-

8. CHÁVEZ MOLINA, Eduardo / RAFFO, María Laura. Ferias y feriantes en el Conurbano bonaerense. Lógicas de reproducción y trayectorias laborales de trabajadores feriantes. Revista Lavboratio. Informe de coyuntura laboral. Año 5, N. 13. Facultad Ciencias Sociales UBA. Buenos Aires 2003.


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32 bras, se ocupa en tanto no se produce, por lo que, en un sentido estricto las razones de ocupación del espacio de los “viajeros corporativos” no son esencialmente laborales sino residuales. VENTA INFORMAL La comercialización de productos desarrollada en el espacio informal de las ferias ilegales, emerge como una estrategia implementada por diversos grupos, de inserción al sistema económico dominante, esto es, de utilización de las lógicas y beneficios propios del comercio institucionalizado (legitimado), pero obviando las responsabilidades impositivas, de cargas sociales de los individuos que participan, las normativas y regulaciones municipales, comunales, etc. Estas modificaciones se han producido tanto por las constantes reestructuraciones del aparato productivo y estatal como por la readaptación de la demanda de fuerza de trabajo, al cambiar las condiciones y exigencias de reclutamiento laboral. El vendedor ambulante ocupa una porción de espacio común durante un periodo extendido de tiempo, trasladando sus actividades del ámbito intimo al los lugares públicos

Las ferias suelen constituirse a partir de la organización y/o concentración de los llamados “vendedores ambulantes”, suponiendo una etapa ulterior a este estado asocial e individualista de comercialización de productos. Estos conglomerados representan la salida más frecuentemente recurrida por los órganos estatales contra el problema que simbolizan estos vendedores

contra el espacio público de las ciudades: obstrucción de la movilidad y visibilidad peatonal, deterioro ambiental (olores, ruidos), hasta inseguridad. El vendedor ambulante o puestero, no hace referencia a aquel que usa los colectivos y medios de transporte público como forma de promocionar su producto, ni al vendedor de helados o de pan que recorre las calles, sino justamente a aquellos que haciendo uso de un carro o puesto de ventas (generalmente de alimentos) ocupan una porción de espacio público por períodos extendidos de tiempo, apropiándose de un lugar común a todos. Si bien, esta situación obliga al actor a trasladar sus actividades propias de la intimidad al espacio público ocupado, con el conflicto que esto significa, cuando estos actores dejan de lado la individualidad y se conglomeran en las ferias las relaciones se vuelven más complejas y propias de la escala macro de una ciudad. La ilegalidad de las ferias suele ser una condición sino exclusiva cuanto menos forzada en los países en vías de desarrollo, ya que las ferias del tipo “mercado de pulgas” no son extrañas a los países del primer mundo, sin embargo han logrado arribar a un nivel de organización tal que permite su regulación y su constitución como puntos de referencia de las ciudades que habitan. Como ejemplos representativos de este tipo de ferias se pueden citar el “mercatino” italiano de los cuales el “Porta Portese” de Roma es uno de los más populares, El mercado de pulgas de Saint-Ouen en París,


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33 “El rastro” de Madrid, la “Feria da ladra” (feria de los ladrones) en Lisboa y “Portobello Road” en el barrio londinense de Nothing Hill. El desplazamiento continuo de ciertos tipos de feria (ferias con alto grado de informalidad, cuyo asentamiento responde a un circuito de espacios que van rotando según la conveniencia o la venia de las autoridades) sumado a la alternancia en la selección de los espacios de instalación, el alto grado de espontaneidad en la toma de decisiones y las deficiencias operativas y presupuestarias de los órganos estatales de control, da lugar a un tipo de organización socio-laboral dinámica, con alta capacidad para sortear todo tipo de controles y regulaciones con excepción de aquellas que los feriantes autodeterminan. Como todo tipo de comercio, regido por la ley de la oferta y la demanda, la organización ferial surge no solo como necesidad de los feriantes de vender, sino de la sociedad de obtener mercancías a un bajo costo, como consecuencia de la evasión, la cual se traslada de vendedores a usuarios. Es así como la feria se inserta en la brecha que produce un estrato de consumidores no contemplados por el comercio formal, en lo que refiere a la relación costo-beneficio, pretendiendo exhibirse como una alternativa posible a este último, pero bajo sus propias condiciones.

La organización interna de la feria, en apariencia simple y transparente, comporta un alto grado de complejidad dado por las condiciones desiguales de acceso, los escalafones internos y los niveles de relación social que se tienden entre sus integrantes, el comercio formal y los órganos habilitantes. Podemos advertir por lo menos tres tipos de feriantes que adquieren diversas denominaciones según el país de ubicación, pero que comparten ciertas características fundamentales. Se utilizará entonces para denominarlos las siguientes clasificaciones: “enraizados”, “precarios” y “marginales”. Los feriantes “enraizados” suelen ser los más antiguos de la feria y posiblemente hayan participado en su proceso de formación y desarrollo, ocupan, por lo tanto, lugares privilegiados de la misma, ubicados estratégicamente a la vista de la mayor cantidad de consumidores posibles. Esta ubicación le permite incorporarse a un proceso de reproducción de la unidad económica en el sentido de que la misma genera ganancias que pueden ser reinvertidas en la misma unidad, generando un proceso de acumulación a lo largo del tiempo, y que se manifiesta en la posibilidad de capitalización de los integrantes del grupo. El carromato, puesto o tienda suele exhibir una diversidad y cantidad de mercadería notablemente superior que en los de los grupos subsiguientes. Con cierto nivel de acumulación en la actividad y en situación paralegal, prácticamente todos

Estos vendedores, representan una obstrucción de la movilidad, sumado a las incomodidades ambientales como los olores o la basura que producen, generando cierta fricción con toda la comunidad


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los integrantes de este grupo cuentan con habilitación municipal, pero con atrasos en los pagos de cánones mensuales y prácticamente ninguno con los impuestos al día. 9. Idem. N. 8

Las ferias conglomeran a todos aquellos vendedores ambulantes y puesteros, produciendo toda una nueva relación típica de una urbanidad y un modo de vida diferente, funcionalmente “no-fijo”.

Un segundo grupo estaría constituido por feriantes “precarios” que cuentan con la autorización transitoria de las autoridades para operar hasta regularizar su situación, y suelen ubicarse en los sectores periféricos de la feria. Los parámetros que mensuran su posicionamiento social en la feria, giran en torno a las condiciones de arribo a la misma, el afianzamiento de su posición, su pasado laboral, las relaciones establecidas para garantizarse este lugar, y las limitaciones y posibilidades de garantizar la continuidad de sus actividades. La estructura de la unidad económica se sustenta en el trabajo de individuos que producen, bienes u ofrecen servicios para el mercado y/o que los comercializan; las limitaciones se dan producto de los atrasos en la posesión de activos (tanto de trabajo como de reproducción), lo cual limita su capacidad de crecimiento. En tanto que el grupo de feriantes ilegales, más emparentados con la pobreza estructural, los llamados feriantes “marginales”, realizan una actividad que consiste en la obtención y reparación de los bienes de consumo, además de su producción, pero que alcanza solo a cubrir las necesidades de los trabajadores (que suelen perte-

necer al entorno familiar), que tienden a ser inestables. Este tipo de feriantes se caracteriza por acarrear consigo una trayectoria laboral consistente en una serie extensa de inserciones ocupacionales precarias (típicas de la sub-ocupación), con un restringido capital económico, con niveles de educación escasos y con un universo relacional pequeño que en general se reduce a los vínculos familiares. “Este grupo de feriantes encuentra oportunidades de que vivir en los intersticios de un mercado de trabajo cada vez mas restringido y excluyente a partir de una apropiación determinada del espacio y de los recursos disponibles por medio de actividades - si bien fluctuantes y precarias - que generalmente no exigen para su desarrollo ni altos niveles educativos ni altos capitales”. 9 La posibilidad de mantener una actividad sostenida en el tiempo, demanda de cada uno de los grupos la puesta en juego de un conjunto importante de capacidades informales, en el sentido de que no han sido adquiridas en el sistema formal de educación, referidas ante todo a la capacidad de establecer relaciones sociales tanto en las proximidades del puesto (lo que garantiza una primera aproximación a la feria, es decir, al momento de instalación), como con las instituciones burocráticas y de mercado.


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35 “El acceso a estas actividades requiere el manejo de una pluralidad de recursos y que las relaciones sociales o formas de sociabilidad desempeñan un papel significativo para la utilización de estos recursos” 10

Es en este punto donde el grupo de feriantes “enraizados” aventaja y se diferencia sustancialmente de los otros, en primer lugar por el espesor y consistencia de las relaciones que entablan y, en segundo lugar, producto de su capacidad de poner en juego lo recursos con los que cuentan. Los vínculos que estrechan con los puestos adyacentes a los propios y la consolidación de estos vínculos en forma de “amistades”, revelan dentro de un sector absolutamente desregulado, ciertos mecanismos organizativos, que permiten una convivencia dentro del espacio del mercado: no vender lo mismo en puestos contiguos, no tener diferenciales de precios que impidan una competencia leal, que el volumen de espacio ocupado no perjudique al vecino, etc. Se advierte como consecuencia dos niveles de complejidad urbana implícitos en el espacio de la feria, el primero, interno, que contiene las variables ya expuestas inicialmente y que denotan una organización con especificidades propias de una micro-urbanidad: distinción de clases, organización política, desigual acceso a las oportunidades, pugnas internas producto de la convivencia (sin que esto signifique que su resolución

siempre se produzca a través de las vías más adecuadas), centros y periferias, administración de la seguridad, crecimiento social a partir de la explotación de las capacidades personales de manejo de los contactos y las redes sociales y reglamentación y normativas (autoimpuestas y tácitas hasta cierto punto). El segundo nivel de complejidad se produce en el roce con el “mundo exterior” a la feria, por proximidad con los sectores “localizados” de habitantes de la ciudad, es decir en la fricción entre la micro-urbanidad que supone la feria y su contexto macro-urbano. Es este el punto geográfico de conflicto entre dos formas de ocupar los espacios de la ciudad que, por otro lado coincide y no casualmente con los estratos marginales de la feria. A pesar de un alto nivel de interacción y reciprocidad entre los sujetos deslocalizados de las ferias y el “ciudadano modelo” localizado, las relaciones en los puntos de contacto son cuanto menos conflictivas, fundamentalmente producto del modo “psicológicamente violento” en que el feriante se apropia de un espacio que no le pertenece (por lo menos no exclusivamente) que, podría decirse contiene todos los condimentos de una “colonización”: utilización del espacio de la vereda y de los intersticios de la feria como patio de juegos de los integrantes jóvenes del núcleo familiar, ocupación de los frentes de los carromatos como espacios de alimentación, merienda y pausa de los propios feriantes

10. Murmis, y Feldman. 2002. En: CHÁVEZ MOLINA, Eduardo / RAFFO, María Laura. Ferias y feriantes en el Conurbano bonaerense. Lógicas de reproducción y trayectorias laborales de trabajadores feriantes.

El espacio público se constituye como el principal escenario de estas actividades.


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con todo lo que esto significa: ruidos, olores, música, movimiento constante, etc.; en los segmentos marginales, la utilización del puesto por las noches como lugar de descanso y refugio de todo el grupo familiar, la incertidumbre sobre la prolongación del asentamiento de unos vecinos “otros” y la consiguiente sensación de inseguridad, etc. Como se ha dicho anteriormente, buena parte de los conflictos se supeditan a la mirada crítica, examinadora de uno de los grupos que ve amenazada su condición de propietario de una porción de la ciudad y de un estilo de vida basado en un profundo sentido de pertenencia a un grupo de “pares” así como también del espacio público que rodea sus dominios. Los recolectores de residuos, ocupen temporalmente porciones de espacio público para realizar sus acopios y traslados de residuos.

RECOLECTORES DE RESIDUOS Las dificultades propias de la tarea de la clasificación de residuos, siendo esta una práctica de dinámica extensiva en el ejido urbano, sumada a distintas variables de orden político y económico, determinó una tendencia histórica a la informalidad ocupacional en el rubro. El sacrificio presupuestario que significa la recolección y clasificación de residuos para los municipios y la imposibilidad de controlar la legalidad del proceso generó una brecha laboral, de larga data, para distintos sectores económicos de bajos recursos. En el caso de Ar-

gentina, estos sectores vieron incrementar sus filas hasta la saturación, producto de las derivas de la crisis económica a partir del año 2001. La “cadena económica” del reciclado, desde la recuperación hasta la producción supone ganancias que crecen notablemente en los eslabones más altos de la intermediación. Considerando que la actividad que realizan los “recolectores” (recolección y transporte de materiales desde su lugar de origen: hogares, comercios, grandes generadores) hasta el primer nivel de intermediación (galpones acopiadores de materiales) es el comienzo de la cadena, el precio que cobran por dicha tarea implica la puesta en juego de su fuerza de trabajo a valores cercanos a cero. Lo cual simplifica la capacidad de reproducción del negocio y genera un círculo vicioso donde la recolección como etapa fundamental, pero mal remunerada y desprotegida produce la materia prima de una industria económicamente rentable. En este sentido, advertimos que el clasificador de residuos participa de una cadena económica con altos márgenes de rentabilidad, pero no participa de sus altos márgenes de ganancia, produciéndose un alto crecimiento del llamado “negocio de la basura”, que presenta rasgos característicos del trabajo informal: ilegalidad, baja productividad, escasa inversión de ca-


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37 pital, mínima división del trabajo, escaso nivel de calificación requerido, facilidad de entrada y bajo nivel de ingresos.

Buenos Aires genera aproximadamente 5 mil toneladas diarias de basura, que equivalen a 152 mil camiones recolectores por año.

Todo esto deriva en que la informalidad en la recuperación de materiales, si bien constituye una forma de producción de valor dentro de un circuito productivo específico, roce y contenga prácticas asociadas a la marginalidad urbana arrastrando el preconcepto de la sociedad que asocian a los clasificadores/recolectores de desechos más como parte del problema, que como parte de la solución.

Se ha acuñado el término de “cartonero” o “ciruja” para definir a aquel sujeto que realiza de manera para-legal el oficio de clasificación y recolección en plaza de residuos tanto domésticos como industriales. El mismo tipo de subocupación es denominada en Brasil como “catadores do lixo”, “rubbish collectors” en EE.UU. y el Reino Unido, “hueseros” o “cachureros” en Chile, etc.

El problema: la Argentina produce anualmente unos 12,3 millones de toneladas de basura con un costo de recolección que, sólo en la ciudad de Buenos Aires, alcanza una cifra cercana a los 13 millones de pesos por mes. Se calcula que una persona urbana produce diariamente un promedio de 1,5 Kg. de materiales de desechos, esto es más de media tonelada por año. En Buenos Aires poco más de la mitad de la basura se compone de materia orgánica, un 17% es papel y cartón, un 15% es plástico y el 6% vidrio. El material de demolición, la madera y el metal suman un 7% y cerca del 3% restante corresponde a desechos textiles. El Gobierno de la Ciudad calcula que el trabajo de clasificación y recolección en plaza de residuos, extrae del circuito de la basura un 5%. Según Greenpeace,

La trayectoria vital de un/a cartonero atraviesa inevitablemente los siguientes estados: 1.Vida de trabajador relativamente formal 2.Desempleo 3.Abismos materiales, familiares y psicológicos varios. 4.Inmersión en el “negocio de la basura”. Las primeras reacciones a la coyuntura económica desfavorable tras la crisis político-económica del año 2001 determinaron la retracción de las estructuras estatales con el proceso de privatización de empresas, la descentralización de la gestión estatal en los municipios y provincias (manteniendo la centralidad y el control de sus recursos), y, en términos económicos, la

En su actividad, hasta ellos mismos reconocen la ocupación de espacios comúnes a todos, y los conflictos que esto genera con la sociedad.


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Estos actores, mediante su actividad de subsistencia, intentan ser funcionales a la ciudad.

apertura de los mercados y la caída de la paridad pesodólar que produjo la disminución y concentración de la producción local de manufacturas, repercutiendo fuertemente al nivel de las PYMES. Como consecuencia, estas acciones generaron un incremento del número de desocupados, así como la caída de una porción significativa de la población por debajo de la línea de pobreza e indigencia. Por otro lado, esto generó un proceso de sustitución de importaciones en el que las empresas, una vez perdida la convertibilidad, dejaron de adquirir la materia prima en el exterior para comprar material de desecho proveniente del mercado interno. Como alternativa ocupacional (o sub-ocupacional) y junto a toda una serie de oficios informales se fue masificando un circuito de recolección y clasificación de residuos en el área metropolitana de Buenos Aires. Esta suerte de “extracción de materias primas”, esto es, la recuperación de materiales pasibles de ser reciclados (papel, cartón, plástico, vidrio, hierro y aluminio) se realiza en la ciudad de Buenos Aires, y el proceso de renovación productiva, su procesamiento y reciclado, mayoritariamente en industrias asentadas en el conurbano bonaerense. Dado el empobrecimiento generalizado de los barrios y partidos de origen de los cartoneros, se genera un desplazamiento de la actividad de recolección hacia la

capital como mayor fuente de recolección, tanto cuantitativa como cualitativa. La clausura del servicio ferroviario de traslado de cartoneros (el llamado “tren blanco”), el rompimiento de los acuerdos tácitos con los guardias de los servicios producto del incremento de hechos delictivos y de violencia en el interior de las unidades y la política de las empresas acopiadoras de adquirir el material clasificado una vez por semana; establecieron que un importante porcentaje de los trabajadores de este rubro, perdieran la posibilidad de movilizarse hacia sus viviendas una vez finalizada su jornada de trabajo, lo que determinó un proceso de adaptación gradual de estos actores, los cuales se vieron obligados a trasladar las actividades propias de su ocupación al espacio inconmensurable de la ciudad. La tarea de clasificación y acopio de residuos debía saltearse ahora inmediatamente realizada la tarea de recolección. De esta manera, diversos grupos (aquellos que se asentaban en las zonas más alejadas de las fuentes de recolección) resolvieron asentarse transitoriamente en capital federal, ocupando el espacio público esencialmente con dos objetivos: en primer lugar como morada, confundiéndose en este caso, sus características principales con las de los homeless. Y en segundo lugar, como depósito transitorio de residuos, realizando la tarea de clasificación a la espera del momento de comercialización de los mismos con


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39 la pretensión de abaratar costos de traslado, actividad que denota una manera especial y diferenciada de ocupar los espacios y vacancias públicas de la ciudad. En los meses subsiguientes al cierre del servicio del “tren blanco”, los ciudadanos de Buenos Aires vieron emerger células precarias de acopio y clasificación de basura en buena parte de los espacios públicos, parques, plazas y veredas de la ciudad. La elección de la ubicación del asentamiento responde, en primer lugar, a la cercanía de las mayores y más redituables fuentes de recolección de desechos, relacionadas con la densidad demográfica (asentamientos en el barrio de Belgrano) o con la presencia de determinados tipos de industria o actividades caracterizadas por la producción de importantes caudales de residuos (asentamientos en la zona de retiro); en segundo lugar, a la viabilidad del acceso de los vehículos propiedad de las empresas recicladoras de desechos y, por último, a la posibilidad de concretar el asentamiento en barrios con cierto nivel de tolerancia o dilación en la inmediatez de la respuesta a este tipo de asentamientos, debido al tipo de actividad que en ellos se desarrolla, evitando enfrentamientos con las autoridades y los vecinos, lo que de igual manera terminó sucediendo, pero que hubiesen sido prácticamente instantáneos si los asentamientos se hubiesen producido en Puerto Madero por su supuesta importancia como carta de presentación

de la ciudad. Los asentamientos se fueron produciendo paulatinamente, en la medida que los “cartoneros” instalados individualmente en las mayores avenidas de la ciudad fueran desalojados por los mismos propietarios que vieran invadidos los frentes de sus propiedades. Los niveles de sociabilidad en estos asentamientos están dados por la necesidad de los actores de confluir en acuerdos parciales que les permitan asumir posiciones conjuntas ante las amenazas externas que significan las autoridades y los mismos vecinos del barrio. Pero son posibles gracias a la existencia de relaciones preexistentes a la instalación del grupo, lo que supone la presencia de un nivel de organización intermedio que se manifiesta en las estrategias que desarrolla cada sujeto para garantizarse un lugar físico y social en el mismo. Por otro lado, estos grupos sufren del mismo tipo de preconceptos sociales que los feriantes marginales con respecto a la sensación de inseguridad, la incertidumbre sobre la duración del asentamiento y la confusión acerca del carácter del mismo por su similitud aparente con los procesos de generación de ciudad informal. Tanto las condiciones de estos asentamientos como la administración de la intimidad en ellos, constituyen uno de los escalafones más precarios y marginales de las

La basura, un componente más del espacio público de las ciudades.


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En “Garbage City”, la convivencia constante con los residuos y desechos se ha convertido en una situación cotidiana, anulando el espacio público.

instalaciones humanas conocidas, superando las de las villas miserias, pero notablemente similares a las de los homeless. Esto está dado, en primer lugar, por la naturaleza del asentamiento, como espacio de acopio y clasificación de basura, pero también como morada, lo que repercute fuertemente en el nivel de la salubridad e higiene de los espacios y, en consecuencia, de los habitantes de esta estructura. En segundo lugar, el objetivo principal, el de la acumulación de residuos, se produce en desmedro de las actividades que hacen a la habitabilidad, permanencia y preservación de la privacidad de los individuos (cuestiones resguardadas cuanto menos parcialmente en los núcleos urbanos informales), observando en la mayoría de las permanencias la inexistencia de espacios adecuados para el aseo e higiene personal y para el desarrollo de actividades relacionadas a la sexualidad de los individuos en el mejor de los casos, pero que tampoco alcanzan a satisfacer las necesidades espaciales de las conductas más elementales del individuo, desde el simple hecho de descansar o comer, en la generalidad de los mismos. En Argentina el problema del “cartoneo” es relativamente novedoso, otros países latinoamericanos, en cambio, poseen mayor experiencia en la temática así como también en la búsqueda de proyectos orientados a integrar y mejorar las condiciones de los recuperadores, como los censos y registros, la formalización

de cooperativas o sindicalización de la actividad, la creación de puntos verdes para realizar la separación sin detrimento de la higiene general de la ciudad, etc. Estas surgieron cómo respuesta a los conflictos de mediados de los 90´, mediante la iniciativa de diversos grupos de cartoneros y cirujas que advirtieron la posibilidad de mejorar la calidad de su labor y dignificar la actividad del recolector informal. El caso de los clasificadores/recolectores de residuos en Egipto constituye un caso paradigmático: A finales del siglo XIX un grupo de migrantes conocido como “wahiya” se asentó en las inmediaciones de El Cairo con la promesa de asumir la responsabilidad de clasificar los residuos de la metrópoli. Con el paso del tiempo la infraestructura espacial que demandaba esta actividad fue adquiriendo características netamente urbanas, originando lo que hoy se conoce como “garbage city” (suburbios de Moqqatam), una suerte de ciudaddepósito de residuos, donde una población cercana a los setenta mil “Zabaleen”, clasifican y acopian los desechos domésticos e industriales, para su posterior comercialización a las grandes empresas encargadas de su reciclaje. Como consecuencia El Cairo tiene un porcentaje de reciclaje de los residuos domésticos cercano al 30% lo cual es considerable teniendo en cuenta que la ciudad produce diariamente un aproximado de 13.000 toneladas de basura.


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41 La vida de los habitantes del barrio de Manshiyet Nasser (la división interna de mayor importancia en Garbage City) se compone de estructuras heredadas de un pasado esencialmente ruralista donde se reproducen sus tradiciones y pautas culturales, estas estructuras son tanto más omnipresentes en tanto los Zabaleen, apartados de las estructuras económicas formales, viven prácticamente en autarquía. Este estilo de vida es literalmente compartido con miles de toneladas de basura diarias, la especialización de este reducto urbano opera en la macro escala de la misma manera que los asentamientos temporales de clasificación de residuos de Buenos Aires lo hacen en la escala micro: La basura ocupa las calles, el interior de las casas, los portales, las azoteas y cada intersticio pasible de acumular desechos. El espacio urbano de “garbage city” funciona como una gran estructura fabril de la era fordista a cielo abierto, arribando a un grado tal de especialización que algunas familias o incluso calles enteras se dedican a un particular tipo de material. El paso siguiente al de la recolección, realizada con carruajes impulsados por burros, bicicletas, o furgonetas en los mejores caso; supone la clasificación y empaque de los desechos según categorías pre-establecidas y el sometimiento a los respectivos procesos de reciclaje en los traspatios de las viviendas.

B. PASAJEROS EN TRANSITO Los aeropuertos “Tienen que albergar todas las experiencias urbanas particulares de una persona media. Aumentando de tamaño continuamente, dotados cada vez con más equipamientos no relacionados con viajar están en vías de reemplazar a la ciudad. Estar “en tránsito” se va convirtiendo en una condición universal”. 11

La actual capacidad de movimientos de flujos de distinto tipo que ha generado la globalización, a velocidades impensadas años atrás, ha generado hoy en día que no sólo sean los flujos virtuales los que “vemos” moverse constantemente, sino que cada vez son más los flujos de personas en constante movimiento por toda la tierra. En algunos casos y dependiendo de las actividades y fundamentalmente de los recursos que se disponen, la cuestión del movimiento, de no encontrarse en dependencia directa a una porción de territorio (propiedad privada) se ha convertido en un estilo de vida. Tanto los conocidos mochileros o trotamundos, como la nueva clase de ejecutivos en constante movimiento, son una consecuencia directa del fenómeno de la globalización. Ambos deben su condición al estar permanentemente en movimiento, circunscribiendo su vida a los desplazamientos de un lugar a otro y los momentos que quedan entre estos. El mochilero con un fin turís-

Otro ejemplo a considerar constituye la ciudad de Sao Paulo produce por día cerca de 9.500 toneladas de basura, de la cual cerca del 20% es pasible de ser reciclada, pero solo el 7% efectivamente lo es. Existen Tipos de “catadores do lixo”: •“trecheiros”: Viven en los trayectos entre ciudades, el principal bien de recolección es el acero, el cual negocian por comida. •“catadores do lixao”: Recolectan diurnamente, lo hacen hace mucho tiempo pero en los intervalos de otros trabajos “changas” que realizan. •“catadores individuais”: Prefieren trabajar independientemente, empujan carritos muchas veces facilitados por las empresas acopiadoras y manufactureras. •“catadores organizados”: Sindicalizados en grupos autogestionarios, con habilitación estatal o en trámite como cooperativas, asociaciones o ONG`s

11. KOOLHAAS, Rem / WERLEMANN, Hans / MAU, Bruce. S, M, L, XL, Cap. “The Generic City”. The Monacelli Press. New York, 1994.


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12. AUGÉ, Marc. Los No-Lugares. Espacios del Anonimato. Una Antropología de la Sobremodernidad. Editorial Gedisa. Barcelona, Septiempre 2000. 13. BAUMAN, Zygmunt. Tiempos Líquidos. Vivir en una época de incertidumbre. Editorial Tusquets, 2007. Barcelona, España. Cap. 2: La humanidad en movimiento. 14. ORTIZ, Renato. Los Artifices De Una Cultura Modernizada. Bogota. Siglo De Hombres Editores. 1998

Los espacios que todos vemos como de transición, se convierten en escenarios de prolongada permanencia para aquellos que viven viajando.

tico, el ejecutivo por una cuestión laboral, pero al fin y al cabo, ambos ocupantes de no-lugares, buscan un refugio o un ámbito para permanecer por períodos de tiempo no convencionales. Estos pasajeros en tránsito, mediante su condición “móvil”, se encuentran necesariamente asociados al viajar, al trasladarse de un sitio a otro generalmente en largas distancias (no realizables a pie por ejemplo). En consecuencia, los espacios que recorren y que habitan con mayor frecuencia, se asocian eminentemente con la actividad misma del viajar: terminales, aeropuertos, autopistas, o como los ha denominado Marc Augé: nolugares. Si “el viajero es el arquetipo del no-lugar”12 como explica este filósofo, estos dos actores de alguna forma llevan al límite ese concepto permaneciendo en estos lugares mucho más tiempo del convencional. Ya no constituyen habitantes “de paso” por lugares caracterizados por el anonimato, sino que su ocupación genera memoria, genera recuerdos y sentimientos, poniendo en crisis en cierta forma aquel concepto. VIAJEROS CORPORATIVOS Para el filósofo y sociólogo Zygmunt Bauman, la globalización ha generado un impulso en la velocidad global de todos los movimientos. Según Bauman13, la reducción de los tiempos de viaje a cero en algunos casos, intro-

duce una nueva dimensión: la desaparición total de las restricciones espaciales. Es decir, que aquello que se mueve con velocidad similar a la del mensaje electrónico está prácticamente libre de las barreras relacionadas con el territorio dentro del cual se originó, aquel hacia el cual se dirige o el que atraviesa de paso. De aquí nacen las teorías sobre la crisis de los estadosnación, en cuanto a su poder real sobre la dirección que toma el mundo. En este sentido, las grandes empresas mundiales juegan un papel preponderante y cada vez más decisivo. Sin embargo, a pesar de que estas generalmente son llamadas indiferentemente multinacionales o transnacionales, según Renato Ortiz14 ambas denominaciones remiten a conceptos muy diferentes, hasta el punto de que uno seria la evolución del otro. Según Ortiz, las características más importantes de las multinacionales son el carácter internacional, su base nacional y su acción en el ámbito internacional mundial. Este tipo de empresas entienden el mercado global como un conjunto de subconjuntos, en el cual actúan a través de estos subconjuntos de mercado. En cambio, según la idea de una “transnacional”, el mercado es único y mundial, dejando de lado la idea de subconjuntos. En otras palabras, se tiene ahora un único conjunto que es el mercado mundial, y en este único conjunto las multinacionales, no pueden seguir siendo centralizadas, tienen


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43 que descentralizarse. La idea de “transnacional” como visión global del mercado, más allá de una cuestión económica, necesariamente repercute en todos los otros aspectos de la vida. Según lo que plantea Ortiz, esto nos llevaría a pensar que los computadores, las tarjetas de crédito, las muñecas Barbie, la ropa Benetton, las hamburguesas de McDonals o los automóviles entre otras cosas, serian en principio universales, careciendo de nacionalidad alguna. En esto se basan los expertos en mercadeo para decir que sus productos y sus estrategias pueden ser considerados universales, y cosmopolitas en contraposición a las estrategias nacionales y locales, y la función de los ejecutivos seria vender productos universales en todos los lugares del mundo. En consecuencia, el valor de lo universal se identifica con lo global y por tanto lo nacional se restringe a lo local. Las publicidades concebidas globalmente son un claro ejemplo de esto, producidas en un solo lugar del mundo y válidas para el resto. En este marco, pensar la función o el desempeño de los ejecutivos de estas empresas nos lleva necesariamente a pensar más allá de las fronteras de un país, o de un tipo de actividad limitado a un lugar específico, funcionalmente fijo e inmóvil. Para algunos ejecutivos, como el japonés Kenichi Ohmae en “El mundo sin fron-

teras”, plantea qué ellos mismos deberían ser personas sin nacionalidad y más bien con una solidaridad e identidad global. Según éste ejecutivo, debido a que la corporación global actúa universalmente y es cosmopolita, la nacionalidad debiera ser secundaria y por tanto los ejecutivos deberían emprender una misión global de conquistar los mercados globales. Más allá de si esto debiera ser así o no, éste pensamiento nos demuestra como estos sujetos acostumbrados a recorrer el mundo en el tiempo y con frecuencias impensadas, han desarrollado otra mirada de la realidad y de sus aparentes límites. Otra visión recurrente a estos hombres de negocios globales, es la sensación que estos expresan de que el mundo cada vez es más parecido en todas partes, generando una sensación de familiaridad global que resulta por lo menos peculiar. Esta idea de un mundo similar fue teorizada a comienzos de los 80 por Theodore Levin, en sus escritos sobre el mercado global, estableciendo que el mundo no solamente es cada vez más parecido, sino más homogéneo. La producción de objetos a escala mundial sin dudas es una de las causas de esto, y es en este sentido que se llama global al mercado. En todos los puntos del globo terráqueo encontramos los mismos productos, Coca-Cola, Pepsi, jeans Levis, etc., y con los suficientes recursos nuestro estilo de vida podrá ser el mismo sin importar el lugar

Cualquier elemento es válido para convertir un espacio pensado para “estar de paso”, en un lugar para permanecer por períodos prolongas más de lo “habitual”.


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donde nos encontremos. Esta sensación que experimenta un sujeto que basa su estilo de vida en la movilidad, aunque sea con un fin laboral, muchas veces es buscada deliberadamente con el fin de atenuar las necesidades de adaptación a cada lugar. Un ejemplo son las grandes cadenas hoteleras que ofrecen servicios capaces de adaptarse a estas necesidades y brindar un nivel de confort y entorno exactamente iguales indiferentemente del lugar del mundo donde se encuentre, en cuanto a las características de la habitación, a la comida, idiomas, etc.

Las plazas, transportes públicos, bares, cafés, bibliotecas, etc., constituyen los servicios de los que se vale el sujeto deslocalizado.

Resulta evidente ver cómo el espacio que habita este sujeto, se encuentra complemente trastocado, si tenemos en cuenta que el sentido de pertenencia sobre los objetos y afectos materiales se vuelve efímero al encontrarse completamente en movimiento y cambiando de hábitat constantemente. De igual manera, las exigencias que genera el tipo de relación laboral que lleva adelante este sujeto, lo obliga permanentemente a “ocupar” los espacios temporales que van quedando entre una reunión y otra, más aún si tenemos en cuenta que muchas de estas reuniones se realizan a miles de kilómetros de distancia con poco tiempo de diferencia. Estos espacios de tiempo residuales se traducen en algunos casos en días, en otros en algunas horas, pero lo suficiente y tan poco como para no poder desarrollar una actividad convencional en un espacio convencional.

En otras palabras para éste sujeto, su vida se desarrolla en lapsos de tiempo circunscriptos a un espacio que le es ajeno, muchas veces público, es decir no privado. El bar de una ciudad, la biblioteca, un café, una plaza, hasta el mismo aeropuerto o la terminal de ómnibus, son los escenarios que dan lugar a las necesidades inherentes no básicas, de este sujeto: leer, prepararse para un encuentro de negocios, despejar la mente, practicar el ocio, hasta asearse, y cualquier actividad comúnmente asociada al tiempo libre que deja el trabajo y las necesidades básicas (comer, dormir, necesidades sanitarias, etc). Pero a veces ni siquiera un hotel que le proporcione cierta intimidad resulta una opción debido a los tiempos acotados de que estamos hablando (períodos de horas que no llegan a justificar la convencional tarifa de un día completo de hotel). En relación a la forma en que un ejecutivo de estas características debe llevar a cabo estas necesidades, es que se establece una relación diferente entre espacio público y privado. La visión a la que estamos acostumbrados, entra en crisis al ver un sujeto vestido de traje, acostado en el banco de una plaza descansando, en el aeropuerto, o el giro que han tomado los cafés como espacios reales de negocios, donde ya la necesidad no es el café en sí, sino que este se convierte en una excusa para disponer de un lugar con las comodidades adecuadas para trabajar, leer, escribir o usar el com-


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45 putador. Esta situación ha abierto una nueva brecha en la oferta de espacios con las características adecuadas para llevar a cabo estas actividades, o sin las restricciones legales que significa por ejemplo tener que pagar un día completo de hotel, más allá de si la necesidad es sólo por unas horas, y durante eso a lo mejor ni se necesita una cama o un ámbito completamente privado. MOCHILEROS / TROTAMUNDOS Se trata de un sujeto cuya vivienda como unidad básica contenedora de las actividades semi-privadas y privadas del hombre se atomiza y se vuelve a materializar en el equipamiento urbano, comercial y de servicios de cualquier ciudad. En consecuencia los límites del espacio existencial del hogar, como refugio, lugar de descanso y pausa, así como también como recipiente de la memoria individual y /o grupal, familiar y afectiva, se desdibujan y pierden significación. En todo caso, aquellos objetos tanto materiales como inmateriales, manifestaciones del arraigo afectivo a lugares, personas y cosas, quedan circunscriptos al espacio que el mochilero le pueda destinar dentro de su equipaje (ordenador portátil, cámara fotográfica, diario de viaje). Los mochileros, representan las características de la vida nómade en clave contemporánea, en el que el

equipaje representa además de las únicas posesiones materiales que este sujeto dispone, una señal de una forma de vida sin dependencias de un hogar fijo; la mochila se convierte en una herramienta que le permite colonizar el espacio y habitarlo. Contiene los recursos indispensables para procurarse, por un lado, la satisfacción de las necesidades más elementales y una apropiación fugaz del espacio (carpa, calentador, elementos de higiene personal) y, por otro lado, el libre desplazamiento (mapas, guías, información turística). La estrategia de apropiación de los espacios practicada por los mochileros escapa a todo tipo de procesos de regulación y normalización tanto propios como colectivos, voluntarios o impuestos. El errar de este tipo de sujeto se escabulle de las estructuras demasiado precisadas de los derroteros turísticos tradicionales tanto por razones económicas como por razones filosóficas y se fundamenta en la necesidad de conservar un grado latente de imprevisibilidad en el trayecto. Sus desplazamientos suelen desarrollarse por períodos extendidos de tiempo (meses, años) y con longitudes notablemente superiores a las logradas a través del turismo tradicional. Una de las mayores diferencias con el turista convencional, se halla en que el mochilero suele asignar el mismo valor al destino del viaje que al desplazamiento

EL CIUDADANO DE CHARLES GULLE Los últimos 16 años en la vida de Mehran Karimi Nasseri son toda una historia. Calificado como el caso más extraño en la historia de la inmigración mundial, el nombre de Karimi ha estado en miles de artículos de periódicos, documentales de TV, ensayos universitarios y próximamente hasta en una película de Hollywood, y aún así sigue siendo increíble. Es iraní, profesor de matemáticas de profesión y un gran conversador; se le puede encontrar en la terminal A del aeropuerto Charles de Gaulle, y no es que ahí trabaje; ahí vive. La razón que lo tiene en este lugar es una nunca registrada combinación de muy mala suerte, burocracia europea y… un poco de locura. Resulta que Karimi o Sir Alfred -como le gusta que le llamen- era un opositor al gobierno iraní, fue expulsado de su país y en 1988 se dirigió con rumbo a Londres en busca de asilo político. El vuelo a Londres hace escala en París, donde tiene que cambiar avión. En su corta estadía en el aeropuerto francés, alguien le roba todos sus documentos y lo deja sin pasaporte. Karimi decide tomar el vuelo a Londres e intentar explicar a las autoridades locales lo sucedido; sin embargo no tuvo éxito y fue deportado nuevamente a Francia. De regreso en Charles de Gaulle, las autoridades no lo dejan entrar a suelo francés y lo arrestan por entrar ilegal. Por no tener documentos y ser un opositor del gobierno iraní, no puede ser deportado y es condenado a pasar el resto de sus años arrestado en el aeropuerto de París. http://www.elsalvador.com/vertice/2004/150204/internacional.htm


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15/16/17. Idem N. 12

Los “no-lugares” ¿siguen representando los lugares del anonimato?.

en sí. El turista tradicional, por su parte, elige el destino en primer lugar y el viaje en sí es secundario, supone una etapa a superar en el menor tiempo posible. Pero este posar el énfasis en el desplazamiento previo al arribo tiene otra cara, una esencialmente contemporánea que describe Marc Augé; definiendo la actitud solitaria y melancólica del viajero hacia el viaje, una “pose” que adopta donde el punto de vista del protagonista adquiere valor por sí mismo: “Si se llama espacio a la práctica de los lugares que define especialmente el viaje, es necesario agregar también, que hay espacios donde el individuo se siente como espectador sin que la naturaleza del espectáculo le importe verdaderamente. Como si la posición del espectador constituyese lo esencial del espectáculo. Como si, en definitiva, el espectador en posición de espectador fuese para sí mismo su propio espectáculo.” 15

Por otro lado, el mochilero transita y ocupa aquellos lugares que los habitantes sedentarios y el turista tradicional habitan fugazmente, tornándolos habitables por períodos de tiempo mayores a los convencionales. Marc Augé establece al respecto que “el espacio del viajero es el arquetipo del no-lugar”, ya que estos espacios (terminales, aeropuertos, etc) son espacios del anonimato, de mera circulación, y en los que no se

construyen verdaderos vínculos ni relaciones humanas, o en todo caso estas relaciones son ilusorias producto del nivel de automatismo de emisores y receptores, Augé explica que las relaciones que se establecen entre los individuos y entre el individuo y el espacio en los “no-lugares” son relaciones del tipo contractual. “La existencia del contrato se le recuerda en cada caso: el boleto que ha comprado, la tarjeta que deberá comprar en el peaje, o aún el carrito que empuja en las góndolas del supermercado, son la marca más o menos fuerte de todo eso… Para acceder a las salas de embarque de un aeropuerto, es necesario ante todo presentar la boleta de registro. La presentación simultánea al control de policía de la tarjeta de embarque y de un documento de identidad provee la prueba de que el contrato ha sido respetado… De suerte el pasajero solo adquiere su derecho al anonimato después de haber aportado su prueba de identidad, refrendado el contrato de alguna manera… En cierto modo el usuario del no-lugar siempre está obligado a probar su inocencia... Las palabras casi ya no cuentan”. 16

Sin embargo, el mochilero o trotamundos una vez que ha adquirido cierto ejercicio en el viaje, opone un alto grado de adaptación a las situaciones y los espacios y se comporta como un sujeto familiarizado con los templos del tránsito en los que parece encontrar resqui-


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47 cios de hábitat donde constituirse y desarrollar su ser cotidiano: buena parte de los mochileros aprovechan para comer, dormir y hasta asearse en las estaciones terminales y hasta en los mismos medios de transporte apropiándose de la totalidad del espacio reservado del camarote, transformándolo a través del uso en refugio transitorio-móvil. Por ello puede inferirse de que el trotamundos pone en crisis el concepto de “no-lugar” por lo menos en el sentido absoluto, de la misma manera que fuera advertido por Augé el “no-lugar” nunca se manifiesta en su forma pura. “Si un lugar puede definirse como lugar de identidad, relacional e histórico, un espacio que no puede definirse ni como espacio de identidad ni como relacional ni como histórico, definirá un no-lugar. La sobremodernidad es productora de no lugares, es decir, de espacios que no son lugares antropológicos y que no integran los lugares antiguos: lugares de memoria.” 17

Desde este punto de vista, el “trotamundos” presenta características similares a las del “homeless”: decisiones espontáneas, versatilidad, adaptabilidad, necesidad de abrigo y alto grado de anomia –el “mochilero” es un habitante invisible de la ciudad, no produce pero tampoco recepta- pero aflora una cuestión de clase, en tanto el mochilero exhibe una apariencia más acorde con el ideal de “ciudadano modelo” y activo que le

permite aproximarse al collage urbano de servicios dispersos en la ciudad, sin tener que enfrentar el prejuicio y la mirada examinadora de la sociedad; sino que, por el contrario, el estilo de vida “mochilero” se constituye como un ideal dentro del mosaico de imaginarios colectivos producidos por las sociedades occidentales; el del aventurero contemporáneo, generalmente culto, libre y despreocupado.

El “mochilero” se prepara para vivir en movimiento, con las pocas posesiones que puede llevar consigo.


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05. LA ARQUITECTURA Y LOS SUJETOS DESLOCALIZADOS Con el fin de examinar de qué manera se plantea desde la arquitectura la situación de nuevos actores descrita en esta investigación, se propone el análisis de tres propuestas pensadas desde la disciplina en diferentes momentos de la historia. En estos ejemplos, interesa destacar que más que buscar intentos de dar una solución directa a esta realidad, se instituye el proyecto como una instancia más de reflexión, provocando que en la mayoría de estos casos las propuestas sean intencionadamente inmaterializables. En los ejemplos seleccionados se observa cómo desde los años sesenta comenzó a pensarse en la situación de la movilidad de las personas. De la mirada tecnológica del grupo Archigram en los 60, a 20 años más tarde, la reflexión sobre la subjetividad de un actor deliberadamente elegido por Toyo Ito, a la labor de un arquitecto como Santiago Cirugeda que fundamenta su accionar y posicionamiento en el sistema contemporáneo desde la fragilidad de una arquitectura que no busca la eternidad. En cada uno de estos casos, la mirada sobre “otros” actores de la ciudad y sus formas de habitar son abordadas desde una perspectiva diferente. De todos modos, interesa particularmente cómo el análisis realizado en esta investigación, a pesar de por momentos bordear los “límites” de nuestra disciplina, denota a través de

estos ejemplos de qué manera se constituye como un objeto de análisis real, siempre basado en el eje de los espacios y las relaciones público-privado.

5.1. ARCHIGRAM. 1960 En la década de los sesenta los países industrialmente más avanzados, especialmente Gran Bretaña, presentan el escenario ideal para nuevas tendencias arquitectónicas, buscando recuperar el espíritu pionero y optimistamente tecnológico de las vanguardias de principios de siglo. Las nuevas posibilidades tecnológicas que ya son una realidad en esos años, sumado a símbolos como la llegada del hombre a la luna a finales de la década, constituyen el eje ideal de la confianza necesaria para llevar a cabo estas propuestas. En este marco, surge un grupo de vanguardia arquitectónica a principios de la década manifestado a través de una revista llamada Archigram (Archi-tecture y TeleGram). Esta revista publicada en Londres entre 1961 y 1974, llegó a publicar diez ejemplares, y sus principales exponentes fueron Peter Cook, Warren Chalk, Ron Herron, Dennis Crompton, Michael Webb y David Greene. Mediante la llegada de la revista y diversos panfletos, el grupo desarrolló exposiciones y proyectos

Los proyectos de ciudades utópicas del grupo representaban más que un anhelo por la ciudad del futuro, intentos de reflexión y crítica sobe la ciudad moderna.

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18. CHALK, Warren, La Arquitectura como producto del consumidor. En: Textos de la Arquitectura de la Modernidad. Montaner, Joseph Maria y otros, Nerea.

en múltiples escalas, reconociendo en general en todos ellos una deliberada intención utópica e inmaterializable. Sus ideales se podían observar a través de los escritos de uno de sus miembros: Warren Chalk, que en un texto de 1967 titulado “La arquitectura como producto del consumidor”, donde se planteaba la necesidad de una arquitectura desechable, intercambiable y producible como cualquier objeto de consumo. Chalk explicaba que un producto más idóneo para el consumidor debía ofrecer algo diferente a la vivienda tradicional; más relacionado con el diseño de automóviles o artículos para el hogar: “Buscamos una idea, un nuevo idioma vernáculo, algo que nos aproxime a las cápsulas espaciales, a los ordenadores y a los envases desechables de esta era atómico-electrónica”. 18

Visiones utópicas del Grupo Archigram.

Teniendo en cuenta el aporte significativo de este grupo, resulta necesario revalorizar más que la continuidad de sus ideas en propuestas recientes de corrientes tecnológicas como se suele ver, la crítica que se llegó a producir a la cultura arquitectónica de ese momento, envolviendo una reflexión sobre arquitectura y técnica en el contexto de los años 60. Esta crítica se desarrolló mediante el uso de la fantasía y la ficción, pero incorporando fuertemente un discurso teórico e intelectual de gran influencia hasta nuestros días. Su crítica se

basó esencialmente en rever los postulados del movimiento moderno de posguerra, que no era capaz de reconocer la emergencia de nuevas realidades sociales, identificadas con el creciente aumento del consumo de masas, las tecnologías de la comunicación, y la visión adelantada del paso de una cultura predominantemente industrial a una cultura electrónica. En base a estos planteamientos, a lo largo de esa década, los miembros de Archigram desarrollaron diversas propuestas, que comprendían desde pequeñas cápsulas habitacionales intercambiables hasta gigantescas ciudades en el espacio conformadas por la agregación de estas cápsulas. En esos años la confianza estaba puesta en que todo el escenario humano podía ser modificado radicalmente, desde los objetos de uso cotidiano (electrodomésticos y muebles) hasta las complejas estructuras de las ciudades. La ciudad máquina (y también la ciudad-coche o la ciudad vertical en el espacio) ya eran imaginables. Tal es el caso de “Plug-in City” (ciudad enchufable) proyectada por Peter Cook en 1964, verdadero paradigma formal de una ciudad en el espacio. Del mismo modo, unos años antes, Ron Herron había proyectado las “Walking cities” (ciudades en movimiento, 1963-64), enormes ciudades con pies telescópicos con la capacidad de moverse por el agua. En esta misma línea, se desarrolló


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51 “Instant City”, un proyecto de 1968 para una ciudad móvil y desmontable, pensada para hacer posible una nueva organización social. Esta propuesta, representaba una forma de ver la arquitectura no como una técnica para construir edificios, sino como una rama del conocimiento capaz de proponer nuevos hábitats. El espacio urbano propuesto constituía la base de una forma de vida improvisada, accidental y cambiante, donde las relaciones y las imágenes eran la consecuencia de la hiperconectividad entre estados y situaciones. A una escala diferente de intervención, Michael Webb desarrolló en 1968, dos prototipos paradigmáticos: el Cushicle, una mochila para transportar con uno mismo el equipamiento completo necesario para una existencia móvil o nómada confortable, mezcla de coche, tienda de campaña y remolque, con diversas posiciones de plegado y desplegado; y el Suitaloon, una especie de casa vestido que hace las veces de pequeño refugio habitable. Estos proyectos constituían artefactos tecnológicos más que objetos de uso como en un futuro propondría Toyo Ito. Al respecto de éstas propuestas Josep María Montaner explica: “Ambos proyectos toman como dato de partida una incipiente tendencia hasta el nomadismo en la vida humana. Para ello intentarán proyectar para una emergente cultura nómada altamente cualificada. En 1966,

David Greene había proyectado diversas soluciones de vivienda cápsula. La disponibilidad de disponer de un mundo intercambiable, de unas células habitables que pueden ser transportables y enchufables a diversas megaestructuras existentes, estaría relacionada con un futurible modo de vida basado en el constante movimiento de las personas”. 19

En ese contexto, Archigram representó uno de los primeros y más lúcidos intentos de plantear el problema de la movilidad como una nueva forma de habitar. Desde una óptica acorde al auge del consumo y las nuevas tecnologías de comunicación, las propuestas del grupo tendieron a brindar respuestas basadas en la tecnificación del sujeto y su ciudad. Además del aporte que significó dejar de pensar en el usuario como un sujeto tipo e idealizable, y enfocarse en este caso en un nuevo modo de vida emergente como consecuencia de los avances tecnológicos y de las comunicaciones, vale la pena destacar cómo el carácter vanguardístico de este grupo generó a partir de ese momento y hasta hoy en día diversidad de nuevos planteamientos y reflexiones. Más allá del carácter utópico e hipotético de sus propuestas, es necesario destacar el perfil detonante de aquellas, reconociendo cómo por ejemplo, proyectos como los de Ito 20 años después, y Cirugeda 40 años después son eminentemente consecuencia de aquellos postulados de Archigram en los años 60.

19. MONTANER, Josep María. Después del Movimiento Moderno. Arquitectura de la segunda mitad del siglo XX. Arquitectura ConTextos. Editorial Gustavo Gili, S.A. Barcelona, 1993.

Michael Web. Proyectos “Cuschicle” y “Suitaloon”. 1968.


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5.2. TOYO ITO: PROYECTO PARA UNA CHICA NÓMADA DE TOKIO. 1985

Bruselas 1989. Modelo escala real “Vivienda para una mujer nómada de Tokio”

20. ÁBALOS, IÑAKI. La buena vida. Visita guiada a las casas de la modernidad. Barcelona, editorial Gustavo Gili.

A mediados de la década de los 80, el arquitecto japonés Toyo Ito, diseña el conocido “Huevo de los Vientos” en Bruselas, pensado originalmente como la imagen modelo de la casa del futuro. Los costos de construcción redujeron su construcción solo al caparazón del proyecto, a la cáscara, aunque lo que se pretendía que se viera a través del aire era un nuevo estilo de vida de una ciudad simulada. Este proyecto denominado por su creador “Pao: una vivienda para una mujer nómada de Tokio”, representaba para él la imagen modelo de la casa urbana hacia un futuro: una imagen de la vida urbana que pierde realidad cada día, en relación a la pauta de visualización de la vida de la ciudad. Con este proyecto el arquitecto japonés buscaba mostrar cómo la perdida de realidad en la vida de la ciudad resulta la otra cara de la moneda de la arquitectura imagen: “un contenedor que supone una nueva vida”. Este primer proyecto, resultó el puntapié inicial para una serie de proyectos y experimentaciones teóricas para Ito, generando a través de éste los llamados “Pao 1” y “Pao 2”. A partir de estos prototipos, se intentaba más que generar una respuesta a una realidad contemporánea, una oportunidad para reflexionar al respecto

de un tema que a lo largo de la historia se ha visto desde diferentes puntos de vista, para tomarlo en los años 80 desde un nuevo ángulo. Principalmente desde los años 50, se planteó el problema de las formas de vida nómadas como una consecuencia postindustrial, desde una perspectiva casi estrictamente tecnológica. “Desde los años de la posguerra hasta hoy, la metáfora del nomadismo es un recurso frecuente para la interpretación de las prácticas del sujeto postindustrial. Sin embargo, este sujeto nomádico ha vivido desde entonces una transformación pareja a la de los valores que le definen o describen: si en los sesenta es todavía un cruce entre el autómata de ciencia-ficción de Archigram y el hombre natural de Reyner Banham, el hippy, lo que ejemplifica el trabajo de Toyo Ito es cómo ese sujeto, ya descrito en su itinerancia e imprecisión, ha abandonado por completo aquella militancia técnica y vital volcando sus intereses a un mayor reconocimiento de la propia subjetividad.” 20

En un informe sobre el hábitat realizado por la arquitecta española Blanca Lleó, explica como la migración, el nomadismo y los desplazamientos por temporalidad laboral, hoy en día resultan formas de vida que conllevan a un cambio constante de vivienda. En relación a esto surge la vivienda “difusa” o “atomizada”, como un modo de adaptación a esa vida compleja, dispersa y multi-


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53 plicada por toda la ciudad. El proyecto para “una chica nómada de Tokio” es excelente ejemplo de esto, ya que el mismo refleja el concepto de vivienda atomizada o como lo describe Lleó: “el sueño de domesticar mil fragmentos dispersos”. La vivienda de esta habitante urbana (de una de las mayores metrópolis mundiales) ha explotado en toda la ciudad y con lo que le ofrece el entorno urbano le alcanza con un espacio reducido para cubrir sus necesidades, acabando con la idea de una vivienda fija, estable y perdurable. “La vivienda de esta urbanita es su ciudad; su baño es cualquier gimnasio, su comedor son los miles de restaurantes disponibles, el estar de su casa es la biblioteca pública o la discoteca. Con lo que ofrece el entorno urbano, a ésta nómada le basta un espacio mínimo, ligero y móvil (suficiente para estar conectada y cuidar su imagen) que instalará en las cubiertas de los edificios.” 21

El usuario de este proyecto no es para nada casual, ni elegido al azar. Se trata de un individuo independiente, sin aparentes arraigos físicos ni sentimentales de ningún tipo. Se trata de una mujer autosuficiente, cuyas necesidades básicas no son técnicas, ni fisiológicas, sino que se preocupa más por su imagen o su apariencia, que por la intimidad como una idea superada. “La chica nómada de Tokio” no necesita transportar ningún

tipo de posesiones, su forma de vida móvil se lleva acabo en uno de los escenarios más densamente poblados del mundo contemporáneo: la ciudad de Tokio. La actitud hasta algún punto antiurbana de aquel sujeto para el que Michael Webb piensa sus prototipos, se transforma a través de esta chica en una nueva forma de habitar el suelo urbano sin ejercer presión, disponiendo del mismo y sus ofertas con una clara actitud consumista y funcional al sistema. Tal como lo explica Abalos, a elección de este usuario supone una “aceptación de la banalidad y la superficialidad de las pautas de conducta propiciadas por el sistema productivo contemporáneo como punto de arranque para su revisión”. En cuanto a la propuesta técnica que realiza Ito, se trata de una vivienda efímera en todo lo que hace a ella. Su estructura es liviana, frágil y muy permeable, al modo de una carpa o tienda de campaña que no intentan delimitar tajantemente un ámbito privado del otro público, sino que se vuelve traslucida permitiendo ver las siluetas de las actividades que realiza su habitante. Para llevar adelante su vida esta chica no necesita excesivos muebles, ni objetos que fortalezcan la memoria y los lazos afectivos, sino simples instrumentos elegidos en función de las actividades que esta mujer necesita desarrollar y que responden a lo estrictamente inmediato de la existencia diaria. Las frágiles estructuras pensadas por Ito, se sitúan en un mundo global flotando

21. TOYO ITO. 1986-1995. Revista CROQUIS N. 71. El Croquis Editorial. Madrid, 1995.

Pao 1 y 2. Premobiliarios para la moda, el aperitivo y la inteligencia. Prototipos Toyo Ito. 1985.


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sobre la ciudad de Tokio, apoyándose como pequeños insectos que a la vez están y no están en ella. Irregulares en cuanto a su tamaño y posición, no forman un cuerpo social, evidenciando una posición aleatoria.

Propuesta urbana “vivienda para una chica nómada de Tokio” Toyo Ito.

Este límite difuso que propone el arquitecto, habla claramente de las intenciones de generar una relación diferente y diversa entre espacio público y privado. Este modo de habitar la ciudad, entendido como infraestructura de su ocio o su trabajo, desdibujando los límites de la casa, busca poner en crisis el concepto de privacidad. Tanto el ámbito como las actividades generalmente asociadas a lo privado, se encuentran aquí “protegidas” por un fino velo, una segunda piel que abarca unos pocos objetos. Esta intención deliberada busca poner al descubierto las actividades que lleva a cabo su usuario, compartirlas con el exterior, con lo público, borrando la acentuada barrera que se persigue constantemente para separar ambas esferas. Los prototipos de viviendas Pao configuran un nuevo modo de situarse en el mundo contemporáneo basado en la misma fugacidad de la permanencia sin arraigos físicos ni sentimentales, generando una nueva relación afuera-adentro, público-privado, acorde a los “tiempos líquidos” en los que vivimos. “Nos encontramos con un proyecto que surge a través de problematizar el sujeto sin someterlo a comentario

moral, abandonando la actitud moralista moderna; que rompe así con la memoria tipológica y busca en las nuevas prácticas sociales paradigmas espaciales que alumbren sobre la identidad de nuestra instalación en el mundo.” Iñaqui Abalos, Croquis Toyo Ito.

5.3. SANTIAGO CIRUGEDA La figura de este arquitecto español encarna en medio de un complejo panorama contemporáneo de prácticas arquitectónicas, un posicionamiento y accionar diferente. Su intención es influir en el desarrollo de las ciudades y para eso, en un contexto dominado por la arquitectura-espectáculo y la arquitectura-inversión, busca emanciparse del rol del arquitecto cómo profesional, evitando caer en la creación de objetos subordinados a promotores y gestores urbanos. Alternando la lógica de la ciudad entendida como inversión económica o escaparate turístico, sin pretender desestabilizar los poderes políticos, demuestra cómo existen alternativas viables a un modelo de ciudad que no tiene en cuenta a sus habitantes. En este marco, el arquitecto sevillano se ha dedicado a provocar situaciones en las que los ciudadanos participen activamente en la creación de su


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55 propia ciudad, sin la necesidad de esperar a un arquitecto ni a programas participativos impulsados por los ayuntamientos. La concepción tradicional de la arquitectura, producto de las formas tradicionales de habitar y concebir tanto los espacios públicos como privados, nos dice que ésta se debe encargar de construir bienes inmuebles: edificios que se asientan sobre unos cimientos en un terreno que no podrá recuperar su estado natural sin una demolición. La práctica de Cirugeda nos demuestra cómo hoy en día existen recursos materiales, legales y teóricos que permiten construir, y sobre todo pensar, un tipo de arquitectura que no necesite arraigarse eternamente al suelo para cumplir su función. En el panorama que se plantea en este trabajo, estudiar de qué forma se lleva a la práctica real un tipo de propuesta acorde a los modos de habitar basados en la movilidad, resulta un aporte significativo. En este sentido, Cirugeda se inserta en la brecha que existe entre las normas legales que establece cada municipio, y las posibilidades técnicas que genera la “autoconstrucción” y el “reciclaje” como medios para poder auto-gestionar cada propuesta. Tal como los proyectos utópicos del grupo Archigram, donde más que la factibilidad de cada propuesta, lo im-

portante era la reflexión acerca de un habitar diferente y cómo hacer posible una nueva organización social; el trabajo de Cirugeda se sitúa, en una clave contemporánea, en la misma línea pero con un enfoque pragmático diferente. La elección de una arquitectura ligera y portátil no es un producto de una búsqueda formal, sino una solución ágil y eficaz a problemas determinados en un corto plazo. En función de esto, la autoconstrucción se convierte en una técnica muy efectiva para llevar a cabo estos emprendimientos. No como un sinónimo de precariedad, sino como una práctica de autogestión que permite liberarse de las formas económicas ligadas a la vivienda, generando además ese sentido de pertenencia y satisfacción de los que la llevan a cabo. La ciudad de Sevilla, en España, es el escenario y contexto de la mayoría de prototipos desarrollados por Cirugeda. En estos se observan las características señaladas, pero sobre todo se observa la actitud de promover una arquitectura para un usuario diferente, con necesidades diferentes y problemas diferentes, promoviendo a través de ésta el debate y la participación ciudadana. Una “casa del árbol” para luchar contra un plan urbanístico que pretende talar indiscriminadamente un plaza; dispositivos para generar espacio público temporal usando contenedores de residuos; prótesis de viviendas materializadas mediante el uso legal de andamios en la calle por períodos no prolongados de

“La estrategia de la garrapata” Santiago Cirugeda. Sevilla, 2001.

“Contenedores de espacio público” Santiago Cirugeda. Sevilla, 1997.


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22. CIRUGEDA, Santiago. Situaciones Urbanas. Editorial Tenov S.L. Sevilla, 2007. “La casa de Pepe” Santiago Cirugeda. Sevilla, 2000.

“La casa Rompecabezas” Santiago Cirugeda. Sevilla, 2002-03.

tiempo; el aprovechamiento de terreno baldíos que esperan tener algún destino por parte de su dueño, para generar plazas temporales o ampliaciones de viviendas mediante alquileres cortos no convencionales. Son algunos de los prototipos que evidencian esta actitud noinstitucionalizada, que no busca la perdurabilidad eterna sino el servicio a personas que cada vez viven más en movimiento y que necesariamente deben participar activamente en el desarrollo de sus ciudades. En su libro “Situaciones Urbanas” 22, Santiago Cirugeda describe las prácticas desarrolladas por su estudio, con una particularidad: éstas se relatan a través del sujeto que impulsa la acción en cada caso. De esta manera Cirugeda, aparece como un sujeto que actúa en calidad de ciudadano, vecino, arquitecto o artista, demostrando como, al salir del rol profesional omnipotente, cualquier ciudadano puede llevar a cabo estas acciones. A continuación se transcriben algunos ejemplos: La Estrategia De La Garrapata. Un vecino se manifiesta ocupando árboles en el barrio de la Alameda de Sevilla, contra un plan urbanístico demoledor, no consensuado con la ciudadanía, cuya labor especulativa y destructiva se inicia con la tala de árboles. La estrategia de ocupación, planeada en asamblea por los diferentes colectivos sociales y culturales del barrio, consiste en colocar,

en árboles estratégicamente elegidos, diferentes estructuras para vigilancia y cobijo, llamadas “garrapatas”, con el objetivo de configurar un campamento aéreo lo más amplio posible (la llamada “Villa Ardilla”).

Contenedores De Espacio Público. Un ciudadano revisa, reinterpreta y reutiliza la ordenanza urbanística de ocupación de vía pública por contenedores, del Plan de Ordenación Urbana de Sevilla, para crear una Reserva Urbana de Suelo Público utilizando los contenedores de escombros como base física para la instalación de equipamientos temporales, susceptibles de ser autogestionados por los ciudadanos sin control de las instituciones, haciendo efectivo de este modo su derecho a participar en el desarrollo de la ciudad.

Hacia Una Arquitectura Dinámica Y Ligera. Un ciudadano revisa, reinterpreta y reutiliza la ordenanza urbanística para colocación temporal de andamios, del Plan General de Ordenación Urbana de Sevilla, para facilitar la ampliación de edificios, instalando un andamio en la fachada del inmueble elegido. Este andamio funciona como una habitación temporal, vinculada y conectada eventualmente con los espacios interiores de la casa, pero accesible desde el espacio público de la calle. Aldo Van Eyck En Sevilla. Un ciudadano propone una nueva ordenanza urbanística para la reutilización de


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57 solares con equipamientos públicos temporales, mientras no se ejecute ninguna obra en el solar y se garantice el cumplimiento final de los plazos y usos definidos para el mismo.

La Casa De Pepe. Un grupo de desobedientes civiles construyen una vivienda ilegal escondida y se autodenuncian, para promover un debate público mediatizado por ciertos canales de comunicación recuperados para la demanda ciudadana, y para sugerir soluciones no especulativas de acceso y construcción de vivienda a un precio asequible, replanteando, simultáneamente, la identidad de un centro histórico protegido por unas normas que han terminado por acartonar el tejido edificado, el dañar los entramados sociales que le conferían identidad y garantizaban su funcionamiento interno. La Casa Rompecabezas. Un arquitecto sin promotor instala para-arquitectura ocupando un solar privado en la calle Barco N. 9, a fin de ejemplificar situaciones de ocupación temporal de solares en desuso, mediante contrato de arrendamiento con propietario, que permite la utilización garantizada de su terreno durante un tiempo mínimo de cuatro meses extensible a un máximo de un año, para la instalación de una casa-estudio desmontable.

Hoy en día, se pueden observar gran cantidad de pro-

yectos del tipo que plantea Cirugeda en cualquiera de los ámbitos de difusión de la disciplina (revistas, sitios de Internet), aunque debe reconocerse que el arquitecto español es uno de los pocos que ha conseguido llevarlos a cabo. Esto sin duda, se debe a que además a la creatividad necesaria para resolver este tipo de proyectos de carácter efímero (a veces mas concernientes al diseño industrial que a nuestra disciplina) éste arquitecto le ha sumado el estudio y análisis de los reglamentos de edificación locales para insertarse de manera desafiante ante éstos, en los vacíos que dejan, con las mencionadas técnicas de auto-gestión y autoconstrucción que posibilitan su materialización. Si pensamos que las ciudades contemporáneas no se encuentran preparadas para acoger o simplemente contemplar a los usuarios analizados, valdría la pena pensar que más allá de las soluciones multidisciplinarias a largo plazo, la arquitectura debería ser capaz de generar respuestas en relación directa a los usuarios y sus problemas, generando un aporte a corto plazo. Sin embargo, estas pequeñas propuestas deben ser cuidadosas de no enfatizar la situación “parasitaria” que la mayoría de estos sujetos mantiene con las ciudades y comunidades con las que convive. En la mayoría de los proyectos que encontramos actualmente de este tipo de arquitectura, la “solución” propuesta no resulta más que una herramienta para ese individuo, si

“Aldo Van Eyck en Sevilla” Santiago Cirugeda. Sevilla, 2004-06.


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“...Y es que no hay nada más digno que adquirir una casa, entrar llave en mano, y llenarlo de muebles ikea, ropa, música y resto de cosas que nos hacen ser nosotros, y entonces podemos decir “esta es mi casa”... No olvidemos que ocupar es habitar una casa, hacer tuyo un entorno, identificarse con él, y llenarlo de emotividad y sentimientos. Supongo que todas estas palabras es porque me sigo preguntando porqué he pasado estos últimos 9 años ocupando calles, plazas, fachadas, azoteas, cubiertas, árboles, edificios y solares con una serie de “pollos” diversos, como a mi me gusta llamarlos, ya que soy europeo y no tengo una necesidad extrema que me lleve inevitablemente a una situación de ocupación, como ocurre en gran parte del mundo. Creo que hay algo más que una construcción que se pega, clava, agarra o apoya. Razones para hacer estas ocupaciones habrá tantas como ciudadanos se atrevan a hacerlo. Acciones que producen una emancipación temporal de las estructuras ordenadoras y limitadoras de la vida urbana. La alienación generalizada de los grupos humanos a una sociedad perfectamente programada, queda instantáneamente destrozada por aquellos que de manera subversiva cometan semejantes ocupaciones, que más allá de producir cambios en las estructuras homologadoras y controladoras, generan un parodia crítica que evidencia las incapacidades de las mismas para acotar la compleja realidad. Quiero acabar con esta otra definición, aunque no aparezca en el diccionario. Ocupar: “Obtener libertad”.” Santiago Cirugeda. Julio 2003. [Texto enviado por el autor como aporte a esta investigación]

bien para sobrevivir y subsistir de una mejor manera, enfatizar esa situación de “parásito”. Sin embargo, el hecho de que las propuestas de arquitectura efímera, o “deslocalizada” se hayan vuelto una “moda” y uno las pueda encontrar cada vez con mayor frecuencia, demuestra y evidencia una nueva tendencia hacia lo “móvil”.


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06. EXPLORANDO LA VIDA DESLOCALIZADA Nos interesa entender el proyecto arquitectónico como una herramienta más de análisis de un caso particular, intentando dejar de lado la idea demiúrgica de la voluntad del arquitecto como perfecta y única resolución a un determinado problema. Teniendo en cuenta la multidisciplinariedad que atañe a la mayoría de cuestiones en que frecuentemente interviene el arquitecto, resulta fundamental abandonar la postura moderna de figura omnipotente para tomar una posición más flexible y utilizar la capacidad de análisis de una realidad no ya como herramienta en función de un resultado-objeto, sino como esa capacidad de producir interrogantes. De esta manera el objeto-producto arquitectónico en esta investigación no se convierte en el resultado o búsqueda del proceso realizado, sino que en este caso intenta constituirse como reflexión de una realidad que se percibe. En esta línea, se plantea un capítulo final de cierre en el cual más que generar una “propuesta”, se intentará explorar los modos de vida deslocalizados analizados durante la investigación, en función de permitirnos no sólo a nosotros, sino a cualquiera que este leyendo este trabajo, reflexionar tanto sobre esta problemática como sobre la ciudad misma. En este marco, cabe plantearnos el interrogante de si la ciudad es, en parte, la manifestación física de la forma de habitar institucionalizada de la época, en este caso, el modo vida localizado; o si el estilo de vida de la

época modela un tipo de ciudad determinado. En base a esta incógnita y acorde a la mirada desnaturalizante que plantea el trabajo, se intentará formular un ejercicio de exploración con el objetivo de imaginar cómo sería una ciudad para sujetos deslocalizados. De este modo se evitará incurrir en el diseño de prototipos individuales (tan de moda últimamente) que evaden un componente esencial de la conformación de las sociedades: la existencia del otro. La exploración se presentará no como un modelo acabado de ciudad, sino como una ciudad en proceso de formación, un experimento urbano y social, puramente teórico y conceptual; por ello solo nos permitiremos describir aquellos puntos que nos permitan reflexionar en base a las cuestiones puestas de relieve durante la investigación. La exploración estará compuesta por la sumatoria de reflexiones que integran el presente trabajo evitando recurrir a la descripción de los elementos clásicos de la ciudad, para lo que el trabajo debería haber sido estructurado de otra manera y a través de autores diferentes.

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6.1. LA CIUDAD INTERCONECTADA La necesidad de imaginar y reflexionar con respecto a nuevos escenarios para los modos de vida que de alguna forma se muestran como tendencia hacia el futuro, puede verse hoy en diferentes ámbitos de la arquitectura contemporánea. Un ejemplo de esto es la llamada “S1NGLETOWN: Una exploración de la vida individual”. Se trata del diseño de una ciudad pensada para la creciente vida como soltero, realizada en el marco de la Bienal de Arquitectura de Venecia del 2008: “Algunas fuentes predicen que un tercio de la población del mundo vivirá en solead para el 2026. Este cambio modificara profundamente nuestra forma de vivir y trabajar en el futuro, afectando a los edificios, productos y servicios. Las implicaciones de este cambio son exploradas como parte de la Bienal de Venecia de este año, curada por el crítico de arquitectura Aaron Betsky. Más y más personas están viviendo al margen de la unidad familiar tradicional, viven por su cuenta. Los jóvenes profesionales eligen quedarse solos por más tiempo, las personas de edad que no tienen pareja para vivir más tiempo. En espacios diseñados para la ocupación múltiple sólo encontramos una persona. En vehículos con cuatro asientos, habitualmente encontramos un conductor solitario, y en camas para dos, sólo duerme uno. Para iniciar el debate, y para ayudar a responder estas preguntas, Droog, junto con la agencia de comunicaciones KesselsKramer crearon S1NGLETOWN, una exploración de la vida individual. Los visitantes de la exposición en Venecia puede pasear por las calles de S1NGLETOWN, visitar a sus ciudadanos y descubrir la tecnología, la diseños y servicios que puedan contribuir a un espacio urbano orientado al mañana.” Info: http://www.s1ngletown.org/

La ciudad interconectada es una ciudad-concepto que no tiene la ambición de materializarse algún día, sino la potencial resultante de lo que hoy parece una tendencia en desarrollo, la de las comunidades en movimiento. La ciudad interconectada es lo suficientemente utópica como para no conformarse nunca, pero lo suficientemente posible como para entender que la asociación de sujetos en núcleos urbanos es una realidad que lejos está de ser alterada. La ciudad interconectada nos interesa más como alternativa crítica a la configuración elitista, selectiva y normalizadora de la ciudad contemporánea, que como anhelo de una ciudad del futuro. La ciudad interconectada es un collage de situaciones diferentes, determinadas por el mosaico de subjetividades deslocalizadas que pueblan la ciudad contemporánea, pero en una condición inversa, el sujeto deslocalizado es ahora el que define la silueta social, cultural y económico-política de la ciudad. La ciudad interconectada no es una ciudad futurista, es

totalmente posible a través de la reinterpretación de los recursos tecnológicos existentes en la actualidad. No compone nada nuevo, solo lo vincula de una forma diferente. VIVIENDA 1. Se ha producido una radical intromisión de lo público en lo privado, en realidad, todas las actividades que se producían en el ámbito privado de la familia han explotado hacia el exterior. Una de las transformaciones más radicales de la ciudad interconectada lo constituye la deslocalización de la vivienda. En este sentido, la ciudad interconectada presenta diferentes formas en que se manifiesta la vivienda, pero todas sobre esta misma línea. 2. Se ha intensificado el carácter de la vivienda como un bien de consumo más, capaz de ser conseguido en cualquier gran almacén de electrodomésticos y artefactos. La proliferación de la vida no sólo en constante movimiento, sino también la vida solitaria y la disponibilidad de todos los servicios a lo largo de toda la ciudad, ha generado la máxima reducción de la vivienda. En la ciudad interconectada las viviendas se han convertido en cápsulas unipersonales que le permiten a cada dueño trasladarse con ellas cada vez que lo desee. Un producto que tendrá más que


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61 ver con el diseño industrial que con el arquitectónico. 3. La relación centro-periferia no constituye una cuestión de poder adquisitivo, debido a que la propiedad privada ya no es un concepto asociado a un territorio fijo, a un pedazo de tierra en lo más estricto de la palabra. La idea de la propiedad privada asociada a un bien inmueble, como algo “inmóvil” es reemplazado por el concepto de propiedad privada asociada a un bien mueble, es decir “móvil”, susceptible de ser trasladada de un lugar a otro. Esto permite que la vivienda sea administrada, consecuentemente a una sociedad capitalista del consumo, como cualquier otro objeto, vendido, distribuido y hasta desechado de la misma forma que un auto o una heladera. 4. Otra posibilidad habitacional representa una concepción diferente de lo que hoy en día conocemos como hoteles convencionales. Estas infraestructuras pensadas actualmente para visitantes eventuales de ciudades ajenas, constituirán en la ciudad interconectada una forma de habitar para cualquier usuario. El concepto clásico de hotel como lo conocemos, evoluciona a un centro en relación directa a los aeropuertos, donde la habitación deja ser tal, para explotar en todo el establecimiento. De acceso público, estos nuevos centros se administran como

hoy podríamos ver en cualquier cibercafé o restaurante, cada usuario paga por el servicio que desee: una cama, un sillón, una TV, una mesa para trabajar, los elementos para hacer ejercicio, etc. Por otra parte la administración de estos espacios ya no se encuentra ligada a la convencional unidad de medida “día”, sino que se trabaja con mayor flexibilidad, de la misma forma que se paga por una o dos horas de cibercafé actualmente. La noción de espacio público y privado se trastoca dentro de estos centros, las personas ya no ven con extrañeza realizar actividades de actual índole privado frente a desconocidos. Al contrario, en estos centros caracterizados por el anonimato las relaciones efímeras son normales, el sociabilizar con desconocidos que nadie sabe cuando volverá a ver. Ésta sin duda es una característica de la vida en general en la ciudad interconectada, sus habitantes no necesitan de relaciones eternas y tienen claro que el arraigo a posesiones y a otros habitantes impide su fin principal: la libre movilidad por todo el mundo. 5. Por último aquellos actores que no pueden afrontar la adquisición de unidades de vivienda móvil o costear el servicio de habitaciones o espacios temporales en los alrededores de los aeropuertos, se incorporan a programas de vivienda social administrados por el estado. Estos programas no por estar destinados a

Imágenes de la exposición de S1NGLETOWN, en la Bienal de Arquitectura de Venecia, 2008.




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El proyecto de Steven Holl, Zuidas Housing, del año 2003, se plantea en el contexto de un mundo completamente global: “Durante la próxima década el plan maestro Zuidas creará un nuevo centro del siglo 21 para Amsterdam. Vías de alta velocidad con enlaces internacionales confluirán en una nueva estación, alrededor de la cual se desarrollarán diversas funciones urbanas, incluyendo espacios residenciales, comerciales y culturales. En un sitio clave de este nuevo centro urbano se proyectó un triangular “Glass Flatiron”. Albergando 89 apartamentos, que combina vivienda, lofts para oficinas y espacios menores, el edificio ofrece posibilidades globales de vida. Cercano a la nueva estación, y a seis minutos del aeropuerto de Schiphol, uno puede vivir de manera efectiva a pocas horas de Londres, París, Frankfurt o Nueva York. Asimismo, el edificio ofrecerá hogar para los ciudadanos del mundo peripatético que buscan una base europea.” Memoria de Proyecto. Disponible en: http://www.stevenholl.com/

sujetos de bajos recursos, evaden los compromisos de los habitantes de la ciudad interconectada con un constante estado de movilidad. 6. El estado administra los módulos de vivienda social de la misma manera que hoy lo hace por ej. con un baño químico una empresa privada; las células se concentran y apilan en forma de complejos habitacionales más densos, en terrenos estatales, donde los habitantes adquieren el estatus de inquilinos, no de propietarios. Estos asentamientos son montados y desmontados conforme la ciudad va creciendo y desarrollándose hacia una u otra latitud o acorde al pedido de los habitantes de ocupar un u otro cuadrante de la ciudad. Por otro lado el desarme de las estructuras de vivienda social facilita el trabajo de mantenimiento de las unidades realizado por empleados del estado y evita la conformación de ghettos los cuales son fácilmente desarticulados una vez comienza a vislumbrarse su formación. 7. La situación de movilidad de la vivienda en la ciudad interconectada representa una característica fundamental para la definición de los espacios de la misma. En otras palabras, la ciudad interconectada no se define por la delimitación de propiedad pública o privada, o peor aún, por la primordial presencia del automóvil generando excesivos sectores

de aparcamiento en las ciudades actuales, sino que la condición de movimiento tanto de los habitantes como de sus viviendas brinda la posibilidad de que las áreas de estacionamiento sean concebidas como lugares de encuentro adicionales. Al convertirse la propiedad privada en bien “mueble” móvil, no ligado al suelo, la clásica distinción que determina donde empieza de uno y termina lo del otro, se diluye en función de espacios comunes donde cada uno sitúa su refugio respetando espacios pre-pautados para el esparcimiento, ocio y la sociabilización. La falta de interés de cualquier usuario de perpetuarse en un sitio indefinidamente, haciéndose acreedor de dicha parcela de suelo, limitando su capacidad de movilidad impide que se realice una pugna o distinción de clase en función de la ubicación de cada habitante en el conjunto de la ciudad. Esto sumado a que la administración de un suelo de características comunes, públicas, por ende estatal, se lleva a cabo a través de pequeños contratos de arrendamientos por períodos reducidos, de la misma forma que se realiza con un andamio o un contenedor para residuos que hoy en día es permitido colocar en el espacio público.


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65 EL TRANSPORTE 1. Los sistemas públicos de transporte constituyen los únicos medios posibles de movilidad vehicular. Las desventajas de la utilización del automóvil particular producto de su notable carácter aislacionista y asocial sumado a políticas ambientalistas y de seguridad vial impulsadas por las autoridades determinaron la prescripción de la utilización de vehículos particulares. En contrapunto, las marcas automotrices enfocaron su accionar en la fabricación de prototipos mejorados para el sistema de transporte público, el cual se intensificó considerablemente, para abastecer a un número de usuarios que explotó exponencialmente a medida que los automóviles fueron desapareciendo. 2. El desplazamiento en los medios de transporte públicos es en sí mismo una verdadera experiencia en la ciudad interconectada. Los avances en las tecnologías aplicadas a la fabricación de transportes de alta velocidad, insonorización, navegación, etc.; implicaron la incorporación de innumerables actividades, antes impensadas para ser desarrolladas en movimiento: bares, restaurantes, gimnasios, discotecas, comercios, etc. De esta manera, los transportes públicos se convirtieron en un importante espacio de encuentro y socialización secundando en

esta función a los aeropuertos. 3. Si bien la ciudad interconectada no puede moverse como imaginó Ron Herron alrededor de los 60 a través de sus “Walking Cities”, la condición móvil de sus viviendas y habitable de sus vehículos producen esta sensación día a día según el propio ritmo de la ciudad. Así como en una ciudad contemporánea vemos moverse grandes masas de habitantes y por ende vehículos, de la vivienda al trabajo o de la vivienda a la casa-quinta, en la ciudad interconectada la diferenciación de lo que permanece fijo y lo que se mueve ya no existe, por lo que uno puede ver literalmente moverse a la ciudad. Los circuitos hacia zonas de comercio para el trabajo durante los días hábiles, o las escapas de fines de semana buscando un entorno diferente para despejar la mente, generan que los habitantes trasladando sus cápsulas o vehículos habitables modifiquen substancialmente la configuración de toda la ciudad, moviendo los núcleos de concentración urbana. La diferenciación entre casa urbana o suburbana perdió todo el sentido en manos de la movilidad que permite utilizar el mismo cubículo habitable.

Las ciudades de motorhomes o “trailers camps”, como suele llamarse a los campamentos de casas rodantes que se pueden encontrar en la actualidad, simbolizan asentamientos completamente móviles y efimeros, donde la idea de propiedad privada se vuelve difusa.




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COMERCIO Y TRABAJO Los mercados o ferias “informales” son una realidad hoy en día, de caracter netamente transitorio, ocupan espacios públicos llegando a tomar escalas urbanas: “La Salada comenzó en 1991 con un puñado de ciudadanos de nacionalidad boliviana que se instalaron a vender ropas importadas y comida en terrenos abandonados en la localidad lomense de Ingeniero Budge. Como vieron que el negocio era redituable reunieron a sus familias,y cuando llegaron a las 430 personas armaron Urkupiña SA, que, al sumar nuevos socios, se dividió en Cooperativa Ocean y Punta Mogotes SA. Las “ferias internadas” nacieron en 1999 y desde la devaluación del peso argentino, reemplazaron los electrodomésticos y chucherías importadas que vestían sus caballetes por ropa, calzado, compacts y videos. Como la experiencia se llevó a cabo en los terrenos rellenados cercanos a la laguna Salada, éste es el nombre genérico con que se conoce a las tres ferias organizadas que funcionan allí: Punta Mogote, Ocean y Urkupiña y una cuarta, la feria “de la ribera”, que creció como un yuyo salvaje de puestos instalados a través de mil metros junto a la margen misma del Riachuelo. Todas funcionan de noche, y convierten a sus 50.000 visitantes diarios en ciudadanos de una espectral ciudad nocturna. Durante toda la noche, el movimiento no lo protagonizan sólo clientes y autocares; los puestos van cambiando de manos porque “cuando a uno se le acaba la mercadería, se va y se coloca otro en su lugar, sean las diez o las dos de la mañana”. Esta feria es conocida por ser una de las mayores ferias ilegales de América Latina debido a los productos de imitación de marcas que se pueden encontrar.” Info. http://ferialasalada.com.ar/

1. Los únicos grandes espacios de consumo, por fuera de los aeropuertos, lo constituyen los conglomerados de ferias especializadas trashumantes. Otros sistemas comerciales tienen lugar en la ciudad interconectada pero corresponden, en primer lugar, a locales particulares aislados dedicados a la provisión barrial de alimentos y elementos de higiene personal, en segundo lugar, a grupos intermedios de comercios establecidos a bordo de los sistemas de transporte público que atraviesan la ciudad y, por último, a circuitos ilegales, que constituyen el último rezago de la comercialización informal de la ciudad localizada: Vendedores ambulantes marginales que no han logrado insertarse en el sistema por falta de recursos o por convicción. La ciudad interconectada no ha conseguido eliminar la desigualdad de oportunidades y de acceso a los bienes de consumo, lleva el signo capitalista por donde se la mire. 2. Las ferias se desplazan de un lugar a otro periódicamente, persiguiendo los horarios picos en las zonas de mayor actividad de la ciudad interconectada, durante la semana se instalan en los alrededores de los lugares de trabajo, y los fines de semana en las cercanías de los aeropuertos. Las ferias se atienen a una agenda establecida por los eventos sociales y

culturales de mayor calibre, van tras la mayor cantidad de consumidores posibles. 3. Los bienes de consumo, respondiendo a una forma de habitar deslocalizada, han variado increíblemente su naturaleza y sus propiedades básicas. La transportabilidad constituye el mayor valor agregado, después el peso y la cantidad de prestaciones por cm3 de producto, la ergonomía y por último, el diseño. Las industrias relacionadas a formas de vida localizadas (equipamiento fijo y mobiliario de gran porte, electrónica no-portátil, servicios domiciliarios, etc.) y grandes sectores de la industria de la construcción sufrieron retracciones irreversibles cuando no su desaparición, al tiempo que el diseño y mecánica industrial adquirieron un grado de empuje sin precedentes. 4. La especialización del comercio es terminante: las ferias comercializan el 95% de los productos no marcados del mercado: indumentaria de diseño independiente, artesanías, antigüedades, alimentos caseros, objetos portátiles de uso, etc. En los aeropuertos se concentran los comercios de las compañías transnacionales: en la ciudad interconectada todas las marcas son transnacionales, los medios masivos de comunicación y las políticas de apertura de los mercados posibilitan que cualquier individuo


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69 emprendedor pueda insertarse en el mercado global de productos con increíble facilidad. 5. La importancia que adquirió la movilidad para el sistema comercial de las ferias determinó que sus integrantes adoptaran transformaciones fundamentales para sus unidades de producción. Una vez prohibido el automóvil para uso particular, los feriantes obtuvieron el derecho legal de implementarlos para uso comercial, adaptándolos para las funciones que cumplían anteriormente los puestos o carromatos convencionales. En un principio los puestos móviles se constituían a través de las transformaciones realizadas por los mismos feriantes lo que resultaba en unidades altamente improductivas y rápidamente obsoletas. Más tarde las empresas automotrices comenzaron a desarrollar vehículos más adecuados para las actividades del feriante, incluyendo también habitaciones, sanitarios, oficina, comedores, bibliotecas, etc; dependiendo de las solicitaciones del usuario. En la actualidad los vehículos-feria son adquiridos a través de la red, por medio de catálogos y personalizados por los mismos feriantes. 6. En cuanto al trabajo, igual que para un ejecutivo en la actualidad, las condiciones de un mercado global determinan que su vida necesariamente esté basada en la permanente movilidad, en la ciudad interco-

nectada, hija directa de la extrema evolución de los fenómenos de la globalización y las tecnologías de la comunicación, prácticamente todas las formas de trabajo se encontraran en la coyuntura de moverse para subsistir. Todos los productos se han vuelto universales, y la sola intención de permanecer atado a un sitio en particular impide cualquier oportunidad de crecimiento laboral. Más allá de que la evolución en los medios de comunicación permiten a cualquiera estar presente simultáneamente en diferentes lugares del mundo, la presencia física es inevitable. En ese sentido los habitantes de la ciudad interconectada, guardan cierta melancolía hacia las relaciones físicas de hoy en día, necesitan el contacto y se rehúsan a depender de la frialdad de una comunicación sólo virtual. Una condición intolerable en contra de su movilidad funcional. 7. Ciertas profesiones han variado sustancialmente sus características para adaptarse a las nuevas condiciones impuestas por el régimen de trabajo de la ciudad interconectada. Desde el momento que se montaron los hospitales de campaña durante la guerra de Corea, se fue asentando la tendencia de que si un organismo tan complejo como un hospital puede trasladarse cualquier estructura o fuerza de trabajo puede hacerlo. La evolución en el diseño de ambulancias determinó en primer lugar la posibili-

Imágenes Feria La Salada. Buenos Aires, Argentina.




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dad de que todos los individuos cuenten con un sistema de salud de alta complejidad prácticamente a domicilio. Por otro lado, la ciudad cuenta con espacios particulares en caso de que los pacientes precisen de internación la cual se realiza a través del desplazamiento de sus capsulas de vivienda a zonas monitoreadas y asistidas por personal de salud. 8. La educación se realiza en capsulas especiales, que cuentan con los adminículos necesarios para desarrollar experiencias interactivas con los alumnos, aunque en la mayoría de los casos se prefieren las visitas guiadas a museos y centros especializados donde los alumnos toman contacto directo con los objetos de estudio. Hecho que, por otro lado, ha promovido un despegue notable de la industria cultural y la proliferación de importantes cantidades de museos y galerías por toda la ciudad. 9. El trabajo de oficina explota en todos los confines de la ciudad, de la misma manera que lo había imaginado Toyo Ito, las mesas de los bares y restaurantes, las barras de los pub´s y de las discotecas, el mobiliario público de las plazas y parques, hacen las veces de boxes individuales de oficina. Los más nostálgicos del modo de vida localizado, se reúnen para trabajar en lugares pactados de antemano con sus colegas, lo que propicia breves lapsos de co-

municación interpersonal en los espacios de tiempo sobrantes de arduas horas de trabajo frente a la computadora portátil. Las reuniones empresariales se realizan en espacios rentados, acondicionados para tal fin, tanto sobre los medios transporte públicos como en los aeropuertos. AEROPUERTOS 1. Cientos de acuerdos internacionales de libre comercio entre países fueron desestructurando los controles aduaneros y de nacionalidad tanto en fronteras como aeropuertos; individuos y mercancías las atraviesan, y circulan libremente en la ciudad interconectada. Los únicos controles posibles en las fronteras son los policiales. Los duty free shops han desaparecido, porque han desaparecido los impuestos diferenciales entre países, los precios de las mercancías son equivalentes en cada punto del globo, solo equivalentes, porque se acomodan a la media del ingreso de los habitantes de cada ciudad y a sus condiciones coyunturales. La infraestructura de los aeropuertos va decreciendo exponencialmente a medida que estos controles van desapareciendo. Los avances en tecnología aplicados a la seguridad determinan la modificación de las pautas de diseño de las naves que, entre otras cosas, define que cada pasajero porte su equipaje, se elimina así un


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73 condimento crítico en el diseño de terminales aeronáuticas el del complejo sistema de desplazamiento y entrega de cargas, con esto se reduce el tamaño de las terminales significativamente. La superficie métrica que ocupaban antaño los aeropuertos ya no es rentable, por lo que se incorporan a otras infraestructuras de transporte (ómnibus urbanos e interurbanos, taxis, subterráneos, tranvías, etc.) en la forma de grandes terminales multimodales de transporte. 2. Al disminuir sus dimensiones y en consecuencia sus costos de construcción, las ciudades comienzan a edificar más aeropuertos. Hasta las ciudades más pequeñas poseen ahora por lo menos 3 o 4 de ellos. Esta proliferación de infraestructuras de transporte no es casual ni caprichosa, la comunidad en movimiento del mundo se ha multiplicado hasta 20 veces en los últimos años. La movilidad ya no es una tendencia, sino una condición. 3. Los aeropuertos se especializan según el tipo de servicio que deben ofrecer: Nacionales e internacionales, militares y civiles, para viajes de ocio o laborales, de pasajeros o de cargas. De esta manera optimizan el uso del espacio, eliminando los servicios obsoletos para cada tipo de usuario. Por otro lado, el aeropuerto no ha dejado de ser el espacio

del tránsito y el anonimato, pero su especialización por usuario permite la asociación de sujetos con intereses y objetivos similares lo que propicia breves lapsos de socialización. 4. La estructura funcional del aeropuerto se asemeja cada vez más a la de los centros comerciales; en un intento por mejorar sus condiciones para la permanencia y el consumo, incorporan locales gastronómicos, comercios de todo tipo, amplios espacios verdes y parques donde se realizan espectáculos al aire libre y conciertos, lugares de reposo y encuentro, parques de diversiones, gimnasios y circuitos deportivos. El acceso es irrestricto, el aeropuerto se ha convertido en el espacio público del nuevo siglo. VESTIMENTA 1. La vestimenta de los habitantes de la ciudad interconectada es una de sus características más sobresalientes, producto de la deslocalización de la vivienda, la vestimenta ha evolucionado para convertirse lo que el caparazón para la tortuga. 2. La vestimenta, más allá de la moda constante que seguirá representando, ya no sólo cubre necesidades estéticas y de abrigo, sino que representa la




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Mobiliario Urbano Parque de los Deseos. Medellin, Colombia. 2003. Arq. Felipe Uribe de Bedout.

herramienta para convertir cualquier lugar en un refugio. Una plaza, un árbol, o cualquier lugar de “público” acceso se han convertido en potenciales escenarios para refugiarse, dormir, descansar o realizar cualquier actividad protegido de los condicionantes naturales. Al modo de una tienda de campaña o pequeña carpa unipersonal, la vestimenta posee la propiedad de transformarse en esa burbuja que al igual que para la “chica nómada de Tokio”, no busca constituirse en límite o zanja que divide el ámbito privado del público. MOBILIARIO URBANO 1. Tal como lo que representa un banco para sentarse y descansar en el espacio público de nuestras ciudades, el mobiliario urbano aquí es funcional al nuevo habitante deslocalizado. Los bancos no sólo permiten sentarse, sino que estos están pensados para cubrir un abanico de usos mucho mayor, permitiendo acostarse, trabajar, jugar, reunirse, etc. 2. Del mismo modo, las garitas de espera de transporte público, los puestos de venta callejeros, las cabinas de telefono, están pensadas no sólo para satisfacer estas necesidades directas, sino que también cuentan con posibilidades extra. Al igual que una maquina expendedora de gaseosas o comida me-

diante el uso de monedas, el mobiliario urbano de la ciudad interconectada, brinda la alternativa para el habitante deslocalizado de dormir “encima” de la gente que espera un ómnibus o vende revistas en la calle, o cambiarse y arreglarse junto a un sujeto que habla por un teléfono público. De esta forma, cualquier usuario que realiza un circuito oscilatorio por la ciudad, puede anclar su recorrido con paradas estratégicas en los mobiliarios necesarios para satisfacer sus necesidades naturales por el costo de algunas monedas. Siempre con la condición de promiscuidad que genera asociar una actividad tradicionalmente ligada a la soledad del ámbito intimo y privado junto a otra propia de lo público y colectivo. Aunque esto resulte impensado para el imaginario colectivo de los habitantes localizados de nuestras ciudades contemporáneas, en la ciudad interconectada esta situación es común, y sus habitantes disfrutan de lo efímero de sus relaciones y con-vivir con desconocidos permanentemente. ¿EL FIN? 1. Algo nos golpea fuertemente mientras describimos la escenografía móvil de la “ciudad interconectada” y es que como bien advirtió Roberto Fernández en el ensayo VII de “Derivas: arquitectura en la cultura de la posurbanidad”, la arquitectura es una práctica


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77 asociada al capital fijo por lo que soporta solo ciertos niveles de transitoriedad. A medida que avanzamos en el relato de esta urbe cambiante, móvil, fluctuante, la arquitectura, en su sentido más estricto (el que conocemos, en el que se nos educa), se va haciendo cada vez más difusa y desparece casi sin dejar rastros al llegar al tópico de la vestimenta. 2. La “ciudad interconectada” tal y como fue esbozada prescinde casi completamente de la labor del arquitecto como profesional encargado de dictaminar los destinos espaciales y tecnológicos de las ciudades (tecnología como capacidad del hombre de sobreponerse a la naturaleza). 3. A la ciudad interconectada le basta con eficientes sistemas de transportes que la vinculen, conecten y permitan al habitante un libre transitar y una experiencia diferente en el desplazamiento; grandes terminales multimodales de transportes como centros comerciales del nuevo siglo en los que el circular, desplazarse y viajar sean parte activa de la cultura tanto o más que consumir, es decir, la naturalización del acto de moverse; sistemas de comercio especializados, lanzados al espacio de la libre competencia global, adaptándose para cubrir la demanda de forma feroz; y por último, sujetos capaces de adaptarse al constante desarraigo, nómades con-

temporáneos provistos de todos los “gadgets” necesarios para completar su existencia, la pérdida de la ambición humana de dejar una huella en el otro o en las cosas que nos rodean (la del arquitecto sobre todo), viviendas temporales, desechables, reductos prescindibles, único recuerdo de la necesidad de resguardarse de la intemperie. 4. Arquitectos ?Para que? 5. Para cuando terminamos de describir la “ciudad interconectada” caímos en la cuenta de que probablemente ya exista, no de la manera que nos la imaginamos nosotros, pura, completa, extrema; Sino parcialmente o en los deseos de miles de personas que no logran encajar en las estructuras demasiado precisadas y estáticas de las ciudades contemporáneas. Que nos dice la millonaria cantidad de proyectos de refugios y cápsulas habitables que atraviesan la red a diario impensables pocas décadas atrás, que una ciudad como Panamá se postule como centro de transporte multimodal y logístico para el mundo, o que la mayoría de los viajeros corporativos prefiera viajar todos los días al puesto de trabajo en otra ciudad que asentarse definitivamente en ella. 6. Bajo el signo de una educación que nos instruye en la práctica de proyectar y construir edificios, ¿Qué


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espacio le queda al arquitecto en la “ciudad interconectada”?. 7. La “ciudad interconectada” como se explicó anteriormente es una ciudad concepto que pretende llevar al extremo los parámetros de movilidad y descentramiento de sus habitantes. Es ante todo una ciudad utópica, imposible, pero este hecho no descarta la posibilidad de que se constituya como una tendencia. De hecho lo es. Pensemos por un segundo que la “ciudad interconectada” es una denominación utilizada para designar un estado de la ciudad en un tiempo histórico determinado, así como lo son “centro histórico”, “periferia”, “suburbios”, “centro financiero”, etc. O como una zona de la ciudad. Cuanto más grande y cosmopolita es una ciudad, más se parece a la “ciudad interconectada”. Como demostración o verificación de creer que la tarea de reflexionar sobre la ciudad actual, debiera ser un objetivo popular y multidisciplinario, invitamos a amigos de diversas disciplinas (arquitectura, diseño gráfico, diseño industrial) a reflexionar con nosotros pero a través del dibujo. De esta forma se les brindó el texto desarrollado sobre la “ciudad interconectada”, para que en base a eso imaginen sus propias realidades y las plasmen en un papel. A continuación exponemos algunos de los resultados.

8. Entrando poco a poco en una etapa que socava las bases de nuestra disciplina, un cambio completo de paradigma. ¿Cuanto tiempo más podremos trabajar al margen de las tendencias de la época de reducción del tamaño de los bienes de uso, de transportabilidad, versatilidad y automatización? ¿Cuanto tiempo más podremos evadir el hecho comprobado de la emergencia de otras formas de vida basadas en el desarraigo material y sentimental sea

por elección o necesidad?. 9. Pensemos en la arquitectura como una disciplina destinada a la generación del hábitat humano en todas sus escalas. La ciudad cómo una construcción conjunta, multidisciplinar, producto del aporte de cada uno de sus habitantes desde el lugar que le corresponde o se le permite. De otro modo asistiremos a la desaparición de nuestra profesión, a la falta de reflexión sobre sus espacios, por un lado, por los desarrolladores, gurús contemporáneos del destino inmobiliario de las ciudades y, por el otro, por profesionales de otras disciplinas del diseño, mejor entrenados para satisfacer las necesidades actuales de los individuos. Por lo pronto esperamos que este trabajo y nuestra ficción de la “ciudad interconectada” logre sacudir el polvo de algunos imaginarios y promover líneas de acción alternativas para la profesión. Como dijo Alfred Hitchcock “Hay algo más importante que la lógica: la imaginación”, la ficción ya lo ha inventado todo, ahora nos queda inventar la realidad.

El fin. ¿De la investigación? ¿De la arquitectura? o ¿De la ciudad?


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Julio Busaniche

Ricardo Balbi


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Mariano Telechea


Guillermo Pressiani


Ignacio Irigoyen


Alejandro Pace

Sebastian Farias


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