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Etica axiológica
En oposición a la ética kanüana, de carácter f,ormal, se desarrolla en la primera mitad del siglo XX una ética preocupada más por el "contenido" qüe por la "forma" de la acción moral. Setrata de una corriente axiológica en la que se destacan Max Scheler y ñcolai Hartmann, entre muchos otros pensadores. Dejando a un lado las diferentias entre ellos, esta corriente confiere al valor el puesto central de la teoría etica. Es bueno aquello que realiza un valor y malo aquello que lo impide. El valor moral de las personas radica en los valores objetivos, de carácter positivo o negativo, que encaman en su conducta.
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Algtnos consideran el valor como un ser ideal, otros lo consideran como una cualidad objetiva que se da en los seres. Los valores plasman ideales de perfección que el hombre capta intuitivamente y frente a los-cuales se siente atraido en orden a ,íÁa rt*rlizacrón o práctica concretá de los mismot.'D" lr¡r.-tgEtcr§¡ d91 valor su-rge-el
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Los valores poseen algunas propiedades: objetiüdad: valenpor sí mismos indepurdientemente de la apreciación de cada indiüduo; subjetiüdad: cadapersona tiene su propia percepción estimativa de los valores; cualidad: se distinguen diversas clases de valores: estéticos, morales, religiosos, biológicos, etc.; polaridad: en todo valor se da una graduación de perfección entre dos extremos, el positivo (máximo de valor) y el negativo (carencia o negación de valor); jerarquía: entre los valores se da trn orden de importancia, unos se subordinan a otros; historicidad: están sometidos a los condicionamientos y cambios historicos, lo que les confiere un caráúer de relaüüdad, aunque no de relatiüsmo.
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TEXTO REPRESENTATTVO E. GARCIA MAYNEZ: "Bienes y valores de los bienes" (Tomado de El problema de la ob¡et»idad de los valores) ¿Qué relación modia, de aouordo oon el ponsamiento hartmmniano, ontro valoros
y bie-
nes?
La rospuosta es: aquóllos no solo son indepondiontes de éstos, sino que constituyen su condición de oxistencia. O, expresado en ot¡o giro: <<son aquello en vi¡tud de lo oual las cosas -y, en rm sottido lato-, los o§etos reales y las situaciones de toda especie, asumen el caráoter de <<bienes», de <<cosas¡¡ u <<objetos>> valiosos. En lenguaje k¿ntiano podría decirse que, en ouanto están en oonexión con situaciones do hecho (Sachverhdltnisse), los valores got condiciones de posibilidad do los bienes» (Ethik, 2a. ed., p. 190).
prla*
intuirso, lo quo erylioa que tal hooho I¡s do oosas bo dan on éstas y solo on ollas suola interprotatso ootr criterio empirista. ¿No parooe acaso evidento -pregunta Hartmannque, al prosentársenos do este modo aquollos valores, haoomos abstracción de los objetos en quo so dan, y ollo nos induoo a perisar que su oonocimiento procede de nuestra oxperienoia con los bienes?
A lo mtorior no puede cotrtéstarse si mtos no so precisa el senüdo de la eryresión <eryerienoia con los bienes». Docir quo oxporimontamos algo oomo un bien, quo lo estimamos como tal, simplomonto significa quo nos rosulta agradable o provechoso. Poro semejanto üvencia prozupono ya un sabor aoerca del valor de lo provechoso o agadablo. Es, puos, claro que lo que on somojantes casos so «sryorimenta» os quo los o$otos aparocon mte no§otros oomo modios para algo oulro valor oonocíamos de antemano. Este saber portenoco al orde¡r del sentimiento, y de él no dudamos ni antes ni deqpués de la oxporiencia, ya quo üeno oaráoter apriorístioo. ¿Cómo, en efocto, podrían las cosas valer oomo bietos, si indopendientomento do su roalidad ao oxistieso la pauta ostimativa que nos indica quo son valiosas?... atondomos sólo a su <aealidad», no hay ¡inguna diferencia errtr.o bienes y males. sa os idóntico. El heoho de quo podamos distinguirlos y oontraponerlos no depende de su oxistir, de su sor real, sino de los valoros o disvalores quo en ollos desoub¡e nuestrs capacidad ostimativa.
si
formo o modo de ser
Para enoontrarso en oondiciones do üvidir las oosas er agradables y desagradables, el hombro neoesita un criterio sob,ro lo agradable o lo dosagradable. Posoemos un <aentido ütal primario» que tros hace referi¡ todos los objetos, ostados y relaciones al valor de la üda, y nos
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lleva a calificarlos ora como bienes, ora oomo males. Pormatoceríamos onoerrados en un círoulo férreo do <<roferencias roo,Íprocas>>, si a la pregunta: (gpor qué es esto un bien?», rospondiésomos: (gorque es bueno para algo>>. Puos tal rospuest¿ haría.surgir, do inmediato, una nueva pregunta: <gY esta otra cosa, en relaoió,n oon qué es buona?». <iEl interroganto -concluye Ilartmann- so repetiría in infinitum; y en tanto se plmtoaso y roplanteaso en la ofera de los biones, giraría notoriamonto eo oíroulo. Sólo quedaria satisfecho ouando, al reqpondor, no so hicioso referencia a un bien, sino o un'valoti es dooir, a lo que haco que los bienes tengm el caráoter do tales»> (opus cit., pág. 110).
tlartmmn ilustra su tosis con esto ejemplo: La ouestión: <gpara qué trabajo?», no se resuelve responüendo: (para ga¡rar dinero>>, o <gara sustentarme». Sólo puedo oontestarso por referenoia al valor de la üda, en ürtud del cual so justiñca el efuerzo desplegado pafa gmar nuestro sustento. Supongamos ahora quo alguien inquiriose: <gpuodo la simple üda justificar ettrabajo?». A quien tal proguntase habría quo reqponderle que zu justifcación no ostá en cualquier forma de üda, sino en una üda valiosa. Do osto modo so rooonooería la <coforoncia apriorístioa» del trabajo a un valor quo le otorga sontido y que (cs mís alto quo el do la vida misma»
l{arhmn- que on la eryerienoia lo que ofios han alcanzado cotr sus fatigas. El argumento no soría válido, pues para considerar valioso ol ofuorzo de los dom¿ís hay quo juzgarlo de En conoxión con el ojerylo podría objetarm -Prosigue
ajena poclomos descutni¡ el valor de
aouerdo con pautas do valoraoión. Este supuosto consorva su vigoncia aun cuando <dalle>r nuesto se¡rtido ostimativo, y no entendamos a qué aspiran otros homb,res, por qué o para qué se osfi¡orzan y trabajan.
Los faotores eñpíricos no puodon, puos, hvooarse contra la aprioridad que domina la esfera do los biones.
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