Ética de la liberación

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2.lO Etica

de la liberación

Intimamente relacionada con la teología de la liberación, surge en los años 60 en América Latina la denominada "filosofia de la liberación". Dcha corriente filosófica posee una élica propia, cuyo principal exponente ha sido Enrique Dussel.

La éLica de la liberación parte de la conciencia de la situación de opresión en que se encuentra el pueblo latinoamericano, así como los demás pueblos del Tercer Mundo. Esta situación, que atenta contra la dignidad de la persona humana, impide tanto a los indiüduos como a los pueblos ser sujetos de su propia historia. La conquista y cnlontzaaón de América han sido prolongadas en un neocolonialismo econó-ico y cultural que mantiene las estructuras de depurdencia y opresión por parte de la "totalidad" que conforman las potencias comocentros intemacionales de poder. Desde el punto de vista moral el sisterna justifica esta situación identificando el bien y la perfección con el proyecto propio de la "totalidad" cerrada. Para la áica de la liberación, por el contrario, el bien moral consiste en la práaica de la justicia, que es reconocimiento del derecho del oprimido: "el otro". Así, afirma Dussel: "El bien ético es el sí-al-otro y, por lo tanto, es justicia, es cumplir la justicia y respetar al otro como otro, dejado ser".

Este sentido etico de "alteridad", como perspectiva que ilumina la praxis de liberación, penetra todos los ámbitos de la üda humana: la erólica, en la que el rostro sexuado de la mujer se libera de la dominación del macho; la pedagógica, que devuelve su palabra a "el otro" en cuanto sujeto de la educación: el hijo frente al padre, el alumno frente al maestro, el pueblo frente al Estado, la politica, donde se sustituy«r las relaciones de dependencia y opresión por relaciones de fratemidad y equidad entre naciones ricas y pobres, a nivel intemacional, y entre gobemados y gobemantes, a nivel nacional;.la arqueológica que, desde una comprursión de la religión como aceptación del totalmente Otro, reúaza toda forma de fetichismo o diünización de la mismidad; y, finalmente, la económica, que replantea las relaciones del hombre con la naturaleza,las relaciones de producción y todas las formas de relación económica, a partir de la actitud dejusticia con "el otro", el pobre y explotado.

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XTO REPRESENTATIVO de bien y mal. iberación)

totalización totalitaria tomaré un texto quo, como eryrosión do un mito, puede valer para un málisis tomar un texto del Popol Vuh de los quiohé de Guatemala o el Enuma un mito de Mesopotamia; pero tomaré el mito de Caín y Abel, que es muy gonocido, poro quo casi no ha sido hermenéuticamente tratado.

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El -ito de Cain y Abel muestra simbólicamente una situación real, ouyo aná1isis nos 'conduoirá a una üsión distinta del problema del mal. CaÍn es la totalidad y Abel es el Oho. Lo que pasa os que CaÍn, por razones que aquí no interesai, mata a Abel. ¡Vean oómo, de pronto, aparoce el mal! El mal ya no es la determinación, sino la eliminaoión do la alteridad; es justo lo oonhario quo para Hegel. Si el mal es la determinaoión, el bien es la totalizaciótr; on tanto quo si el mal es la eliminaoión del Otro, entonoos la totalidad oerrada es el mal y no el bien. Analioemos ahora ot¡o mito, el de Ad¿án. Adr{n escuchó una palabra de tentación que le deoía: "Seréis como dioses". Se lo dioe una serpiente, que en el Medio Oriente es el símbolo del mal; la serpiento le propone a Adán una fruta. Esta fruta, que nada tiene que ver con lo sexual, tiene relación con ol rírbol de 'la üda", y la üda tiene quo ver cotr la realidad univoca deltodo. Es justamente, la tentación de totalización, delpmteísmo, aquella que le dice: "Tú oros

la totalidad".

En esto ootrsi$é la tontaoión: en sugoride que soa ol Absoluto, la totalidad; y totalizarso es

lo mismo que haber matado a Abel. Los dos mitos, el de AdJán y el de Caín y Abol, indican oxaotamento lo mismo: ol fratricidio oomo fotichismo. La muorte del Otro os la primora falta y no es, como piensa Freud, la muerte del padro, porquo Freud no advirtió que no es al padre a quien so mata, sino al viejo, cuostión muy distinta. Do todas rnaneras, la muerte del Otro es totalizaoión y la totalización os justamento ol mal.

la de los gnósticos y a la de Hegel? En es la eliminación de la distinción. Porque si "dojo-ser" al Oho, al otro que yo, somos distintos, plurales y esto es el bien. Mientras que oumdo lo elimino y lo hago "uno" (el "Iho" era para Plotino la perfección) en esto oonsisto ol mal. ¿Se dan cuenta quo esta noción de mal es inversa a

, el otro caso ol mal erula pluralidad, mientras que en este oaso el mal

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El bien conro ttsí-al-Otnott: justicia justo El Uon, eú esto caso, no es el rotomo a la unidad o la afi¡mación de la tot¿lidad, sino que os lo vivir", puodo a Abel: "Sí, al oontrario: el bien es ol sí-al-Oho. El bion es dooi¡lo Es docir, al Otro"' porqno roconozoo o totalidad ol Abeoluto miemo quo afiflnar: 'tlo mo creo el tia es h¡bor rooonocido en el indio oho hombro y haborlo tratado como tal. Fueron muy para pooos los quo hioieron esto. Battolomó lo descubrió, poro ao tuvo ol apoyo nooesario país, josuíticas on nuesüo fuoroa, oon*guido. Las oryoriencias sooialistas do las reducciones y ooo di lo. poqnísimos oasos on quo so intontó, ¡oalmento, partir do la o*orioridad del indio josuitas los Cumilo patornalimo. mucho hubo embargo, sin mimo; constuirCio ¿es¿e él los vendió como esolavos ol el Brasil; ol resto los mataxon. Ahora podomos visitar las roducoionos jesuíticas, y podromos la üolencia so vor las ruinas que dejaron. ¡vom hasta qué punto eomos violentos! sólo cuando han hocho en que so las matanzas olla.'Todas do oumta damos nos toma etr conta nue§tfa,

ñreron eryulsailos

em

aquel 1767,

¿quré so

him oon los indios?

So

nombro de. la "civilizaoión" las olüdamos pronto.

En conolusión, ol bien étioo es el sí-al-Ofro y, por lo tanto, os justicia; es oumplir la justioia y rospotar ol Otro oomo otro, dojarlo sor; os permitir quo §oa en plonitud lo quo realmento es.

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