Modelos éticos

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Unidad 2

PRINCIPALES MODELOS DE LA ETICA a lo largo de la historia. Cuando ai*, "frU*dos filósofo importante, lo que la de algun manual o en obra uno estudia ética en un la moralidad. Si decide amteoría de determinada estudia es urut ética, es decir, una planteamientos diferentes, a veces enfilósofos, pliar su estudio en otros encontrará polifacáico abanico de teopor la un ética como comprender frentados, y terminará rías sobre la moralidad. Son numerosos los sistemas

Cada una de dictras teorías encierra una parte de verdad. La nqteza de aspectos implicados en la üvencia moral hace que determinados pensadores y culturas priülegren uno sobre los demás, dando lugar así a los diferentes modelos de éticas. No existe, pues, una ética verdadera frente a numerosas falsas o equivocadas, como pretenden los espíritus dogmáticos o simplistas. Políticos, educadores, filósofos y dirigentes religiosos, ansiosos por infrndir sus ideales en la humanidad con la mayor efr.cacia, olüdan con frecuencia que el ser humano es un proyecto siempre abierto a nuevos ideales de perfección y declaran subversivo, inhumano, irracional o impío cualquier ideal diferente al propio.

En los antípodas de la actitud dogmática se encuentra la actitud relatiüsta de tantos que creen resolver el problema dando a todos los sistemas el mismo valor, como si setratase de simples opiniones sin otro ftmdamento que el gusto de cada cual.

El hecho de que no pose¿rmos la verdad total, no significa que no podamos acercamos más o m€nos a la verdad. Cada sistema se acerc¿r en aquellos elementos de la realidad

moral que priülegia y cuyo dinamismo de perfección es testimoniado por la historia. Son esos elementos los que un espiritu abierto debe aprehender ytratar de integrar en 29


orden al logro de una mayor amplitud de miras para definir la estructura moral del hombre y el camino a la perfección. Con este espíritu vamos a intentar bosquejar, muy sintéticamente, los planteamientos centrales de los principales sistemas éücos. Existen diferentes formas de clasificarlos, pero cualquier clasificación encierra el peligro deforzar urios para resaltar su semejanza con otros. Cada sistema de los que vamos a exponer corresponde a una actitud moral que es destacada sobre las demás. Son las actitudes corrientes del hombre de la calle; unas personas se caracterizan por r¡nas y otras por otras. IIay quienes üven pensando en el placer, otros luchando por el poder, otros consagrados a laprác/cica de la ürtud o a la lucha revolucionaria, otros obsesionados por el cumplimiento estricto de sus deberes, etc. Más aún, tan diferentes actitudes brillan er¡ cada uno de nosotros en diferentes momentos y tratan de arrastramos por uno u otro camino, llegando a crear a veces tensiones desgarradoras. Así üümos momentos en que el apetito de placer nos domifla y otros en que optamos por el sacrificio en busca de la perfección, momentos en que intrigamos y suspiramos por conseguir una mejor posición y momentos en que preferimos reriunciar a nuestros intereses en aras del bien de otros.

Lo que intentamos conseguir en esta unidad no es el conocimiento teórico de los sistemas, como piezas de mus@, sino el reconocimiento a través de ellos, de las actitudes morales que lucha por imponerse unas sobre otras en nuestro interior y en el seno de la sociedad.

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