CEREBRO UNA
PAREJA
Y
MÚSICA
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SALUDABLE
JORDI ÀNGEL JAUSET BERROCAL
CEREBRO Y MÚSICA, UNA PAREJA SALUDABLE LAS CLAVES DE LA NEUROCIENCIA MUSICAL
Círculo rojo – Investigación www.editorialcirculorojo.com
Primera edición: marzo 2013 © Derechos de edición reservados. Editorial Círculo Rojo. www.editorialcirculorojo.com info@editorialcirculorojo.com Colección Investigación © Jordi Àngel Jauset Berrocal Edición: Editorial Círculo Rojo. Maquetación: Juan Muñoz Céspedes Fotografía de cubierta: © Fotolia.es Cubiertas y diseño de portada: © Luis Muñoz García. Impresión: PUBLIDISA. ISBN: 978-84-9030-854-7 DEPÓSITO LEGAL: AL 176-2013 Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de cubierta, puede ser reproducida, almacenada o transmitida en manera alguna y por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación, en Internet o de fotocopia, sin permiso previo del editor o del autor. Todos los derechos reservados. Editorial Círculo Rojo no tiene por qué estar de acuerdo con las opiniones del autor o con el texto de la publicación, recordando siempre que la obra que tiene en sus manos puede ser una novela de ficción o un ensayo en el que el autor haga valoraciones personales y subjetivas. IMPRESO EN ESPAÑA – UNIÓN EUROPEA
A mi hijo Jordi, con cariño, por su inestimable ayuda en el aprendizaje de la profesión más difícil que existe: ser padre.
A mis preciosos nietos mellizos, la dulce Irene y el sensible Darío, con la esperanza de que la semilla musical heredada en sus genes contribuya armoniosamente a su bienestar vital.
AGRADECIMIENTOS
Estoy en deuda con las personas relacionadas a continuación que con sus conocimientos, su buen saber y su generosidad han contribuido al resultado final de esta obra: A todos los autores reseñados en la bibliografía, por facilitarme sus ilustrados conocimientos a través de sus publicaciones físicas y/o virtuales. A los periodistas Ima Sanchís, Lluis Amiguet y Victor-M. Amela, por sus interesantes entrevistas en La Contra (La Vanguardia). En ellas se exponen mensajes rebosantes de ciencia y de humanidad algunos de los cuales se recogen a lo largo de las siguientes páginas. Mis más sinceros agradecimientos a las siguientes personas por su paciente dedicación a la lectura y revisión de los distintos capítulos. Me refiero a la Dra. Amparo Huertas, profesora titular del departamento de Comunicación Audiovisual y Publicidad de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB); a la Dra. Elena Añaños, psicóloga, profesora titular del departamento de Publicidad, Relaciones Públicas y Comunicación Audiovisual de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB); al Dr. Jordi Busquet, profesor titular
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del departamento de Comunicación de la Universidad Ramón Llull (URL); al Dr. Antoni Rodríguez-Fornells, psicólogo e investigador de la Institució Catalana de Recerca i Estudis Avançats (ICREA) & Cognition and Brain Plasticity Unit; a Gemma Tubert, psicóloga, y a Gema Soria Urios, psicóloga especializada en Neuropsicología. Sus oportunos comentarios y acertadas sugerencias han contribuido a mejorar notablemente el contenido y la redacción del texto. Mi agradecimiento personal al Dr. Eckard Altenmüller, al Dr.Teppo Särkämo y a las musicoterapeutas Nuria Escudé y Leticia Prieto. La aportación de sus experiencias y opiniones personales suponen un valor añadido que enriquecen el resultado final de la obra. Mi especial reconocimiento a Mara Dierssen, doctora en Neurobiología, investigadora del Centro de Regulación Genómica de Barcelona (CRG) y presidenta electa de la Sociedad Española de Neurociencias. Tuve la ocasión de conocerla en unas jornadas de Neurociencia celebradas en Barcelona cautivándome su gran capacidad de comunicación, sus eruditos conocimientos y su pasión por la música. Esta combinación ciencia-música que compartimos me animó a solicitarle la redacción del prólogo. Su aceptación me llena de orgullo y satisfacción, a la vez que supone una garantía de calidad a la obra que tienes en tus manos. Finalmente, y con especial cariño, a Esther, mi esposa y eterna compañera de viaje. Soy consciente de que nunca son suficientes las palabras de agradecimiento por su generosidad al facilitarme el espacio necesario para seguir creándome y re-creándome en el arduo y, a la vez, apasionante camino del conocimiento.
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PRÓLOGO
Cuando recibí el correo electrónico de Jordi Jauset pidiéndome que escribiera el prólogo de un libro que estaba escribiendo, en un primer momento no supe ubicarle. Me explicó que había estado en algunas de las charlas del ciclo de Neurociencia que yo organizaba pero que no había llegado a encontrarse conmigo. En su curriculum, Jordi describía una formación que en estos tiempos llamaríamos pluridisciplinar, y que a mi me recordaba mucho a mi padre, por su talante renacentista. Posteriormente vino a verme al laboratorio. Mi apretada agenda complicó enormemente el encuentro, pero Jordi, perseverante, tuvo paciencia y finalmente conseguimos encontrar un momento para vernos. Me sorprendió su preparación. La Neurociencia no es una disciplina que normalmente sea accesible, puesto que no existe como tal en el curriculum universitario. Sin embargo, él mostraba un conocimiento de una profundidad nada habitual. Charlamos, le aconsejé un par de artículos y libros y nos despedimos. Cuando me envió los primeros capítulos, su lectura me acabó de convencer de su calidad. Sin embargo, he de confesar que lo que me decidió a escribir este prólogo fue una frase de su página web que
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me cautivó (cito textualmente): “La música es un potente instrumento que permite facilitar la educación de valores, aquellos que en realidad nos hacen humanos, tan necesarios para alcanzar el equilibrio y madurez necesaria en nuestra sociedad.” No es habitual encontrar personas de fuera del ámbito científico que muestren interés por encontrar una simbiosis de su disciplina con la ciencia, especialmente si se trata de una disciplina artística. La ciencia debería formar parte natural de lo cotidiano. El conocimiento proporciona libertad de pensamiento y no debería ser patrimonio de una “clase” intelectual privilegiada, sino que debe pertenecer a todos. Desde hace unos cinco años, Jordi dedica su esfuerzo al estudio y divulgación de las propiedades terapéuticas del sonido y de la música. Según él mismo confiesa, es un intento de contactar de nuevo con sus sorprendentes orígenes musicales, pero aportando sus conocimientos y experiencias en diversas disciplinas. En el libro, Jordi Jauset utiliza la neurociencia como herramienta para estudiar y analizar científicamente la percepción musical, y la influencia de la música sobre la arquitectura cerebral puesto que todo deriva de un mismo órgano, el cerebro. Para poder comprenderlo necesitamos adentrarnos en el procesamiento biológico del sonido ya que la música es una experiencia sonora, que, aunque especial y compleja es finalmente sonido, un fenómeno puramente mecánico producido por vibraciones físicas. Esta vibraciones se captan en nuestro oído, se traducen en señales químicas y eléctricas y llegan al cerebro. El sonido, sin embargo, no es puro, sino que posee unos parámetros fundamentales como son el tono, el timbre y la intensidad, cuya discriminación requiere una complejísima organización neuroanatómica. Pero si hablamos de música, las cosas se complican. Cuando se habla de música se habla de un universo sonoro. La música tiene características psicofísicas que hacen de ella una forma muy especial y muy compleja de estimulación sonora, difícil de definir desde una perspectiva neurobiológica. Desde el punto de vista perceptivo se producen en ella variaciones combinadas de prácticamente todos 16
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los parámetros acústicos, dándose al tiempo lo simultáneo y lo sucesivo, acordes y conjuntos de timbres insertos en marcos armónicos cambiantes y dinámicos. Todos estos aspectos, junto con los diferentes niveles de procesamiento de la información, son explorados por Jordi Jauset de una manera didáctica y asequible. En resumen, el libro que el lector tiene entre las manos, a diferencia de otras publicaciones más divulgativas, proporciona los conocimientos básicos de introducción a la neurobiología de la experiencia musical dirigidos al mundo académico. Esto es importante porque la obra no pretende, como está tan en boga, ser un libro para divulgar los hallazgos científicos. En mi opinión, los libros así llamados de divulgación, simplifican tanto que no permiten al lector comprender las dimensiones reales de los problemas que se abordan, y los que son sólidos desde el punto de vista científico, suelen ser ilegibles o aburridos. Jordi alcanza un brillante equilibrio entre la rigurosidad científica y la asequibilidad para el lector no iniciado en la materia. Con ello consigue una obra que con toda seguridad será libro de cabecera para los profesionales de disciplinas relacionadas con la música, pero también para el lector con inquietudes interesado en entender el por qué de esa sublime experiencia que proporciona la música. Estoy convencida de que la diseminación de saberes y conceptos a la que Jordi Jauset contribuye con su obra, será capaz de “animar” en el sentido de “dar alma” a la creación de una sociedad madura y rica, en la que el trasiego de ideas fluya con generosidad. Mara Dierssen En Sant Cugat del Vallés, a 10 de febrero de 2013
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INTRODUCCIÓN
“Aún queda mucho por investigar y por conocer”. Es lo que suelen decir los grandes científicos como Eric Kandel, premio Nobel de Medicina en el año 2000, acerca de los secretos del cerebro y de la mente. Palabras que recuerdan las que se atribuyen al matemático y físico británico Isaac Newton, “lo que sabemos es una gota de agua; lo que ignoramos es el océano”. Situación de la que pueden dar fe diariamente miles de investigadores de todo el mundo: se avanza un paso y el camino, en vez de acortarse, se alarga. Parece una contradicción, pero tiene su lógica. A medida que aumenta nuestro conocimiento, las posibilidades se incrementan y aparecen nuevas hipótesis hasta entonces desconocidas que amplían el horizonte inicial. Algo parecido sucede cuando subimos a una montaña, pues llegados a la cima nos damos cuenta de que hay muchos otros picos que antes no habíamos considerado porque no éramos conscientes de su existencia. El camino de la ciencia es inagotable, no en vano, tiene ya una antigüedad de varios miles de años. Muchas veces se compara el cerebro con el universo: se calcula que el número de neuronas del cerebro es similar al de estrellas de
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la Vía Láctea y aunque no se sabe con exactitud ni lo uno ni lo otro, la comparación pone en evidencia la gran magnitud y desconocimiento que hay en ambos. Del universo, los expertos citan que tan solo es conocido un 5%, el resto es energía y materia desconocida. En cuanto al cerebro -cuyos átomos se forjaron en el corazón de estrellas distantes años luz de nosotros- los grandes investigadores reconocen lo poco que sabemos de él, aún cuando cada día se da un paso más. Entonces, quizás no sea extraño admitir que si no conocemos el entorno en el que vivimos, ni tan siquiera nuestro propio “ordenador central”, ¿cómo vamos a ser capaces de comprender a quiénes nos rodean, a nuestros compañeros, a nuestras amistades o a nuestra pareja? Universo y cerebro dos grandes enigmas que plantean muchas preguntas aún a la espera de respuestas convincentes. Sabemos mucho acerca de los procesos biológicos y de los sustratos neurales que envuelven multitud de actividades celulares. Pero el gran misterio continúa siendo cómo todos esos desplazamientos de cargas químicas que generan potenciales eléctricos se convierten en “percepciones”. Éste es el gigantesco reto de la neurociencia, llegar a explicar con detalle la experiencia consciente. Se pueden medir conductas que acompañan a la conciencia, multitud de procesos neurales, pero no la experiencia subjetiva y cómo ésta se construye a partir de los distintos procesos cerebrales. Y, sin ánimo de ser pesimista, posiblemente aún pasará mucho tiempo antes de que el ser humano pueda entender y comprender todos los enigmas que encierra nuestro cerebro. Así lo afirmaba David Hubel, premio Nobel de Fisiología en el año 1981, cuando dijo, aludiendo al cerebro, que “...en su diseño no entra el conocer su propio y último funcionamiento...” Pero la investigación no cesa. Cada día se plantean nuevos retos para tratar o incluso erradicar las enfermedades, y, entre ellas, las neurodegenerativas. Recientemente, una nueva disciplina, la Optogenética, está desarrollando el uso de la luz como agente inductor para controlar y dirigir eventos específicos en sistemas biológicos simples (células) o complejos (tejidos) con una elevada velocidad de 20
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respuesta. Los neurocientíficos, entre los cuales se encuentran investigadores del prestigioso Instituto Tecnológico de Massachussets (MIT) como el Dr. Edward Boyden, estudian cómo actuar mediante la luz sobre el potencial de membrana de las neuronas para controlar el paso de los impulsos eléctricos entre ellas. La investigación se centra en el uso de determinadas proteínas fotosensibles procedentes de microorganismos, denominadas “opsinas”, para que actúen como minúsculos interruptores celulares. Así podrían activarse o inhibirse redes neuronales completas, y sería posible “apagar” aquella zona del cerebro que se excita ante un ataque epiléptico evitando una posible extirpación quirúrgica. Andrew Malloy, editor del Journal of Neural Engineering del Institute of Physics opina al respecto que “...la optogenética proporciona herramientas que permitirá espectaculares avances en el conocimiento de la circuitería cerebral y proporcionará potenciales mejores tratamientos en enfermedades neurológicas y psiquiátricas, tales como el Parkinson y la esquizofrenia...”1 Quizás sea cierto lo que algunas voces exclamaban hace varios años: “el siglo XXI será el siglo de la medicina del sonido y de la luz.” Dicho así, podría parecer una sentencia o afirmación paracientífica y ¡nada más lejos de la realidad! Basta sustituir los términos “sonido” por “Terapia Neurológica Musical” y “luz” por “Optogenética” y nos hallaremos ante dos novedosas disciplinas con un gran futuro y porvenir por delante. Hablemos, ahora, del contenido del libro que tienes en tus manos. Como la mayoría de mis obras predecesoras, he intentado que sea divulgativa, eso sí, manteniendo el rigor adecuado que por su especial contenido demandaba. Va dirigida a los amantes de la ciencia y de la neurociencia, a quienes les apasionan los misterios del cerebro, a músicos, a terapeutas musicales, a profesionales de la salud, a interesados en las aplicaciones terapéuticas del sonido y de la música, a curiosos,... En definitiva, a todos aquellos que quieran saber un poco más de qué o quién es nuestro cerebro y cómo reacciona o
______________________________ 1 Citado por Richard Gray, Telegraph (UK), 17 -06-2012 en Brain in the News, vol 19, n 7 julio-agosto 2012, p.8. 21
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procesa los estímulos musicales. Pretende ser un punto sólido de partida para avanzar en este apasionante campo de conocimiento, sin olvidar, que cada día hay nuevas estudios que enriquecen todo lo que se expondrá en las siguientes páginas. A lo largo del texto se intercalan citas y experiencias de renombrados investigadores con quiénes he tenido la inmensa suerte de coincidir y debatir en diversos congresos internacionales, opiniones y anécdotas personales, y determinadas noticias divulgadas por los medios de comunicación que he considerado interesantes por su relación con los temas expuestos. Hay quien dice que los escritores publican aquellos textos que en su día buscaron y no encontraron. He de confesar que, en este caso particular, es cierto. Cuando me inicié en este ámbito de investigación habría agradecido hallar una obra similar, nada fácil por cierto, ya que confluyen diversas disciplinas (música, psicología, neurociencia, física, psicobiología) que exigen una continua actualización de conocimientos que no siempre es posible. Si bien, no deja de ser una forma culta de entretener o dar “vidilla” a las neuronas para que no se vuelvan perezosas, a la vez que las protegemos de la temida neurodegeneración celular. Pero ¿qué tiene que ver el cerebro con la música? Quizás sea una de las primeras preguntas que te plantees al hojear las primeras páginas del libro y tengas la sensación de que más que un libro de música es de medicina. Si queremos analizar y conocer hasta qué punto el sonido y la música, como vibraciones físicas, pueden influir en nuestra mente y en nuestro cuerpo, no hay otra opción que averiguar cómo reacciona el cerebro ante dichos estímulos. Esta es la respuesta sencilla pues lo realmente difícil es indagar y explorar los múltiples y complejos procesos que se producen a niveles celulares. Pero no te asustes, no es éste mi propósito, mi limitado conocimiento no alcanza esa sabiduría. Somos sensibles a la música por muchísimas razones que iremos citando y esa sensibilidad se manifiesta en una serie de cambios bioquímicos, fisiológicos, cognitivos, emocionales,...De ahí que sea fundamental conocer el funcionamiento básico
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del cerebro. Éste es, pues, el objetivo del primer capítulo del texto, ofrecer una introducción de los aspectos más generales y característicos del denominado “órgano rey”. El segundo capítulo describe las técnicas de exploración cerebral. Se citan, en primer lugar, los antecedentes históricos de los descubrimientos en el campo de la física que contribuyeron a su implantación y que hicieron posible “ver qué ocurre” en el interior del cerebro mediante las imágenes digitalizadas o neuroimágenes. Cualquier investigación actual sobre las respuestas a los estímulos sonoros o musicales requiere trabajar con las técnicas anteriores. Por ello he creído oportuno exponer y resumir sus fundamentos así como sus ventajas e inconvenientes. El tercer capítulo trata sobre el “cerebro musical”. Estoy seguro de que llegado a este punto, el lector agradecerá el esfuerzo invertido en los apartados anteriores. Estará en condiciones de comprender, sin problema alguno, cómo el cerebro procesa el sonido y la música en base a las teorías actuales en vigor, cuáles son las contribuciones o especialidades de los hemisferios cerebrales, qué diferencias estructurales o anatómicas presentan los cerebros de músicos profesionales, y cómo el aprendizaje musical origina determinados cambios que pueden ser beneficiosos durante toda la vida. Se incluye, como curiosidad, una pequeña anécdota histórica acerca de Einstein, el genio de la teoría de la relatividad, y su afición a la música. Finalmente, el cuarto capítulo “Música y bienestar” se inicia con diversos comentarios acerca de la música, sus características más notables, y se exponen diversas anécdotas históricas relacionadas con la aplicación terapéutica de la música. Se complementa con una selección de ejemplos de investigaciones y experiencias que muestran algunas de las posibilidades de la terapia musical que bajo supervisión profesional ofrecen nuevos y esperanzadores horizontes para el futuro de nuestro bienestar. En último lugar, antes del apartado bibliográfico, se ha añadido para una mejor visualización un Anexo 23
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que incluye las figuras en color más relevantes de los distintos capítulos. Posiblemente, por mi formación básica como ingeniero, me siento atraído hacia la recopilación de cifras y datos ya que me ayudan a cuantificar y comprender aquello que estoy analizando. Cabe mencionar que he encontrado divergencias en algunas de ellas (número de sinapsis, número de neuronas, número de conexiones neuronales,….) y finalmente he optado por incluir sólo aquellas que proceden de fuentes de información claramente fiables. Aún así, deberían considerarse cifras aproximadas pues todas ellas están en constante y continua revisión. Como es de suponer, detrás de cada una de estas páginas hay muchas horas dedicadas a la lectura, al estudio, al análisis, al debate,... y un importante esfuerzo, con un elevado coste de oportunidad, que va más allá del personal. Pero, es cierto, que también hay ilusión, esperanza y un gran deseo de que esta intensa dedicación sea rentable, no ya económicamente -lo que sería un milagro- sino intelectualmente. Me gustaría que al finalizar la obra el lector hubiera adquirido conocimientos suficientes para entender cómo responde el cerebro a los estímulos musicales y por qué las terapias musicales pueden y deberían considerarse como una opción ante determinadas disfunciones, desequilibrios o enfermedades, dadas sus potencialidades en cuanto a la capacidad de cambio que, según las circunstancias personales, pueden llegar a alcanzar límites insospechados. Si, además, produce en el lector inquietudes investigadoras, vayan por delante mis ánimos para que no pierda la ilusión y contribuya con su aportación. Por pequeña que sea, será importante. Por cierto, no es aconsejable leer más de un capítulo seguido, es obvio. Ni siquiera un apartado, especialmente si se es neófito en la materia. El ritmo de lectura debería ser aquél que permitiera asimilar 24
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cómodamente la nueva información, mientras se afianzan las nuevas conexiones neuronales, de una manera eficiente y sin estrés alguno. Si quieres saber un poco más sobre ti y tu relación con la música, espero sorprenderte en las siguientes páginas. Deseo, pues, que la lectura del libro te aporte aquello que estás buscando y que te ayude a subir un peldaño más en la escalera del conocimiento. Sólo si eso ocurre me sentiré realmente satisfecho y recompensado en mi trabajo. ¡¡¡Que lo disfrutes!!!
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I PARTE EL
CEREBRO
:
UN
VIAJE
DESCONOCIDO
HACIA LO
EL
ÓRGANO
“REY”
El cerebro es el secreto mejor guardado de la naturaleza. Eric Kandel
Hace algo más de un siglo que se iniciaron las investigaciones acerca del cerebro. Uno de sus grandes pioneros fue Ramón y Cajal (18521934) quién mediante los primeros estudios histológicos impulsó el conocimiento sobre la fisiología del sistema nervioso, recibiendo el premio Nobel de Medicina en el año 1906. En los últimos años se ha avanzado mucho en el estudio de los fundamentos biológicos de nuestra especie y, en particular, en la investigación del sistema nervioso central. Ello ha sido posible gracias a la valiosa contribución de las técnicas no invasivas de exploración cerebral cuyas neuroimágenes muestran, con gran resolución, detalles anatómicos y funcionales sorprendentes. Así se ha podido observar, por ejemplo, cuáles son las áreas que se activan ante la percepción de determinados estímulos permitiendo vincular la dinámica molecular de las células nerviosas con representaciones visuales de los actos perceptivos y motores. Con casi toda seguridad podríamos decir que el 95% del conocimiento sobre el cerebro es fruto de las tres últimas décadas. Los avances tecnológicos y la intensa dedicación de los equipos de in-
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vestigación multidisciplinares diseminados por todo el mundo han sido los protagonistas: fisiólogos, bioquímicos, psicólogos, biofísicos, neurólogos, biólogos moleculares, psiquiatras, ingenieros y expertos en inteligencia artificial, entre otros, están aportando su esfuerzo e ilusión y contribuyen con sus preciados conocimientos al esclarecimiento paulatino de una de las mayores complejidades que existen para intentar dar respuesta a la eterna pregunta: ¿Cómo funciona nuestro cerebro? Los seres humanos vivimos juntamente con el resto de animales en un entorno, el planeta Tierra, y para relacionarnos con él necesitamos de los sentidos.1 Quién nos diseñó, o bien cómo fruto de un largo proceso evolutivo, nos dotó de una serie de receptores sensoriales que recogen información de todo lo que nos rodea y la transmite al cerebro para su interpretación. 2 Estos sensores captan datos de diversa naturaleza (química, física, electromagnética) y los convierten en impulsos eléctricos, el único código o lenguaje que el cerebro entiende, para que finalmente se produzca la percepción, fenómeno que aún no es posible explicar con todo su detalle. Existen muchos datos e ingente información sobre los procesos biológicos, la actividad neuronal, los movimientos de cargas eléctricas y químicas que subyacen en dichos fenómenos, pero se sabe muy poco acerca del paso de lo tangible a lo sutil, es decir, de lo que denominamos “percepción”. Éste es, precisamente, uno de los actuales retos de la neurociencia, llegar a explicar cómo se produce esta transición con todos sus detalles. Por otra parte, también disponemos de minúsculos receptores que recogen información del estado interno de nuestro organismo, es decir, de nuestros órganos, músculos y tendones. El cerebro los procesa, interpreta, y envía las respuestas adecuadas para regular sus múltiples funciones a través de los mecanismos homeostáticos, inmunitarios, endocrinos y procesos conductuales, entre otros. La principal misión del cerebro es la constante adaptación al entorno para garantizar la supervivencia y la reproducción de la espe30
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cie. Es una máquina de anticipar el futuro. Lo crea a partir de la información que retiene en su memoria y de su proyección, adecuando constantemente los datos que percibe de los distintos sentidos. Así ha evolucionado desde hace miles de años propiciando los cambios necesarios para garantizar ese equilibrio con el medio externo, con el entorno que nos rodea, en definitiva, con el espacio en el que vivimos. El cerebro humano actual es fruto de un lento y prodigioso proceso de adaptación. No es una máquina estática, todo lo contrario, tiene una gran maleabilidad y capacidad de aprendizaje a lo largo del tiempo evolucionando constantemente en las distintas etapas de la vida. En palabras de la neurocientífica Susan Greenfield (profesora de Farmacología sináptica): “...nuestro cerebro está en constante cambio. En realidad, lo que consideramos nuestra identidad es un espejismo. Nunca somos iguales a nosotros mismos, porque nuestro cerebro –núcleo de nuestro yo– siempre está mutando porque sabe adaptarse y se adapta... (...) ...ser consciente de que tu cerebro es el fruto de tus actos te hace poderoso y vulnerable al tiempo: responsable...(...)... sólo los humanos tenemos esa capacidad de ser diversos: de adaptarnos. La inteligencia es capacidad de adaptación y ser inteligente consiste en no cerrarte a otras experiencias, otras culturas, otros mundos. Esa variedad de experiencias te hace único...” 3
El sistema nervioso es -si se nos permite la metáfora- parecido a un sistema de cables de fibra óptica. Es esencial para que los datos que viajan por él puedan ser decodificados y adquieran un significado final. Sabemos que a través de una fibra óptica circula información de distinta naturaleza (sonido, imagen, datos) pero bajo un único formato digital (bits) y un adecuado protocolo de transmisión que garantice su máxima eficiencia. Cada uno de los bits, por sí mismos, no indican si pertenecen a una información de voz, música, imagen, o datos, ya que todo son “1” y “0” (en realidad niveles de 31
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tensión normalizados). Será únicamente en recepción, al llegar a su destino, cuando los bits se decodificarán y se recuperarán las señales originales, es decir, el sonido, la imagen y/o los datos iniciales. Como expondremos más adelante con detalle, el sistema nervioso canaliza, a través de las neuronas, impulsos eléctricos (denominados potenciales de acción) que a través de diminutos espacios (sinapsis) y con la ayuda de los mensajeros químicos o neurotransmisores permitirá el contacto con multitud de neuronas vecinas configurando un universo de redes que, en definitiva, son las que nos capacitarán para desarrollar todos nuestros actos cotidianos: desde un simple movimiento hasta el más profundo pensamiento; desde un sentimiento doloroso hasta una explosión sin límites de alegría y felicidad. La interpretación de la información que llega al cerebro no es totalmente automática, tal como actuaría un dispositivo electrónico, pues al margen de los actos reflejos que se producen cuando nos encontramos en una situación de peligro, intervienen tanto las valoraciones emocionales como las racionales. Todo “suma” en la traducción o decodificación de la información percibida. Es cómo si viviéramos en un mundo imaginario, irreal, y a través de nuestros sentidos, cada día y cada uno de nosotros, lo convertimos en real. El cerebro, pues, no es un espejo donde el mundo externo se refleja en cada instante sino un creador de la realidad, según afirma Kia Nobre, profesora de neurociencia cognitiva de la universidad de Oxford: “...la percepción de la realidad es una construcción de la mente...”.4 Siempre necesitamos una explicación para lo que nos ocurre pues al cerebro no le gusta el vacío. El cerebro mezcla memorias reales con recuerdos imaginados y los recuerdos cambian constantemente la forma de percibir el mundo. Además, solo guardamos en memoria aquello que elegimos del entorno por su significado personal, porque nos interesa o bien porque nos atrae, pues hay una carga emocional que así lo hace posible. De ahí la dificultad de conocer la realidad de forma completamente objetiva. Aunque tengamos la sensación de que es “nuestra” realidad, el propio pro32
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a error pues la realidad demuestra que cada uno de ellos domina en su especialidad.34 En la etapa de los 3 a los 6 años es cuando se asientan las funciones de un hemisferio sobre otro. Se suponía que el HD contribuía poco en las funciones cognitivas, pero hoy es conocido que cada hemisferio contribuye de un modo peculiar a las diversas funciones cognitivas y por eso la noción de dominancia cerebral ha dado paso a la de especialización. Ésta es necesaria y, a su vez, complementaria en ambos hemisferios para abordar los aspectos analíticos y globales de la cambiante realidad que nos rodea. Fig. 1.6.- Los Hemisferios cerebrales
Fuente: wikineurocirugia.com Según el neuropsicólogo Elkhonon Goldberg, profesor de neurología en la Facultad de Medicina de la universidad de Nueva York, el hemisferio derecho se activa ante todo lo nuevo y desconocido, lo procesa y lo transfiere al izquierdo que es el encargado de gestionar las rutinas y/o automatismos. Por eso los zurdos, en los que se sabe impera el hemisferio derecho, suelen ser más creativos.
Las funciones atribuidas a cada uno de los hemisferios, en el caso más generalizado de las personas diestras (HI dominante) son las siguientes:35
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·Hemisferio izquierdo (HI): se ocupa de la lectura, la escritura
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y de la comprensión y producción del lenguaje hablado.36 Interviene en los procesos aritméticos de cálculo y del ritmo musical. Es el cerebro planificador, el metódico y analítico, el que clasifica y organiza la información, el que se ocupa del detalle y adopta conclusiones basadas en la lógica. Establece constantemente un diálogo entre nuestro mundo interior y exterior y, según la neurobióloga Jill Bolte, procesa la información secuencialmente.37 Este hemisferio está más especializado en la percepción de las emociones positivas, tal como sugirió Davidson (1988) por sus resultados con mediciones electroencefalográficas. En definitiva, podemos resumir diciendo que es el hemisferio especializado en la lógica y en funciones lingüísticas y de cálculo. Hemisferio derecho (HD): se encarga de la percepción espacial, de la música, de la intuición, de la imaginación y de la creatividad, por eso se le conoce también como hemisferio holístico. Se relaciona con las habilidades artísticas y musicales. Es dominante en las tareas no verbales. Procesa la comprensión de la melodía, la percepción de los tonos y el timbre así como del contenido emocional del lenguaje (prosodia). Es el responsable del pensamiento no racional, no verbal e intuitivo. Este hemisferio muestra su superioridad en el reconocimiento de la información emocional aunque ofrece mayor sensibilidad o respuesta a las emociones negativas. Gracias a él entendemos las metáforas, soñamos o creamos nuevas combinaciones de ideas. Según la neurobióloga Jill Bolte, es el hemisferio del presente, del aquí-ahora. Piensa en imágenes y aprende a través del movimiento del cuerpo por ello se le atribuye una dominancia en las tareas visuoespaciales. Funciona como un procesador en “paralelo” efectuando relaciones múltiples y muy distantes tanto en el espacio como en el tiempo. Asocia percepciones, memorias o palabras con un foco atencional disperso, lo que no ocurre
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durante un proceso meticuloso y analítico en la resolución de un problema. De ahí que aquellas personas más habituadas a utilizar este hemisferio cerebral a veces tengan una idea brillante, en cualquier momento, estén o no pensando en ello (Mora, 2009). Investigaciones publicadas en el año 2004 mostraron que el hemisferio derecho del cerebro de las personas creativas mantiene siempre la misma actividad eléctrica independientemente de si la persona está descansando o no.38 El cerebro trabaja globalmente con ambos hemisferios actuando como una unidad, aunque algunas funciones estén localizadas en determinadas áreas específicas de distintos hemisferios. Y es importante que sea así pues ambos aportan información necesaria. Por ejemplo, si asistimos a una conferencia y prestamos atención al ponente, el HI analizará el contenido literal del discurso mientras que el HD captará el mensaje emocional. O, si vamos paseando por la calle y nos encontramos a un conocido, el HD nos alertará de que es alguien conocido y el HI le pondrá “nombre”.39 Este comportamiento funcional complementario es lo que caracteriza el poder y flexibilidad de nuestra mente. Por ello, cuando estamos alegres y lo manifestamos cantando, intervienen zonas de ambos hemisferios: el izquierdo para la articulación de las palabras, y el derecho para la entonación y el contenido emocional que las acompaña.40 “Todo está conectado en el cerebro” afirma Mario Capecchi, premio Nobel de Medicina 2007 por sus investigaciones genéticas. Y añade “…crees que aprendes sólo solfeo y en realidad estás fortaleciendo también tu orientación en el campo; crees que sólo juegas al ajedrez y en realidad también perfeccionas tu sensibilidad cromática. El cerebro tiene caminos aún inexplorados, pero ciertos...” 41
El cuerpo calloso no es una parte vital de nuestro organismo pero sí importante, especialmente en los músicos para poder coordinar las múltiples áreas de ambos hemisferios que intervienen du-
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rante la ejecución musical. Su importancia, en general, se ha puesto de manifiesto en aquellas situaciones extremas (por ejemplo en enfermedades epilépticas) en las que el cirujano se ha visto obligado a extirpar o seccionar dicha área. En estos casos se han comprobado sus nefastos efectos y las deficiencias derivadas de la falta de comunicación entre ellos. La persona afectada, una vez recuperada de la operación, se comporta como si tuviera dos cerebros independientes, o lo que es lo mismo, cada hemisferio funciona con su propia consciencia. En esta situación seríamos capaces, por ejemplo, de coger un objeto cualquiera con la mano derecha, reconocerlo y citar su nombre. Pero, si lo sostenemos con la mano izquierda aunque percibiéramos su forma seríamos incapaces de nombrarlo ¿Cuál es la razón? Recordemos que el hemisferio izquierdo incluye las áreas que procesan el lenguaje y codifica la información sensorial del lado derecho del cuerpo por lo que no existe ningún problema cuando el objeto está en la mano derecha. Pero el hemisferio derecho, que recibe la información sensorial del lado izquierdo del cuerpo, no dispone de los circuitos adecuados que procesan el lenguaje. En este caso, a través del tacto apreciaríamos la forma pero nada más. Actuaríamos como si tuviéramos dos cerebros con distintas habilidades y sin posibilidad de interconexión: el izquierdo puede hablar, pero el derecho no. El enjambre neuronal El sistema nervioso está formado por unas células básicas, las neuronas, aunque no son las únicas. A través de ellas circula información eléctrica que finalmente se traduce en nuestros pensamientos, acciones, percepciones, sueños e ilusiones. Quizás tuviera razón el neurocientífico británico Francis Crick (1916-2004), investigador del ADN y premio Nobel en 1962, cuando dijo aquella famosa frase tan citada “...no somos más que un saco de neuronas...” Las neuronas pueden adoptar formas y tamaños muy distintos, distinguiéndose en la mayoría, cuatro partes: el cuerpo neuronal, el
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LAS
TÉCNICAS
DE
EXPLORACIÓN
CEREBRAL
Investigar es lanzar una red al mar de la intuición y esperar que la razón te guie entre éxitos y fracasos. Arvid Carlsson
En las tres últimas décadas, el conocimiento acerca del cerebro ha crecido exponencialmente principalmente por el desarrollo de las técnicas de exploración cerebral y de diagnóstico por imagen. Éstas permiten a los neurocientíficos recorrer visualmente todos y cada uno de los rincones de la mente humana, mediante métodos no invasivos, sin tener que recurrir a levantar anatómicamente “la tapa de los sesos”. La tecnología actual facilita la observación en tiempo real -con el consiguiente decalaje- a través de las imágenes digitalizadas, de determinados cambios fisiológicos que se producen mientras la persona lee, habla, escucha canciones, piensa, interpreta un instrumento musical, huele un perfume, juega al ajedrez, ...A su vez, las técnicas electrofisiológicas facilitan medir las actividades mentales derivadas de los procesos anteriores observando la secuencia de los cambios de los potenciales eléctricos que se suceden en las dendritas de las neuronas piramidales y que nos demuestran una vez más la compleja maquinaria biológica que encierra esta “caja de sorpresas”. Las técnicas de exploración son útiles, entre otros, para observar patrones de activación en las áreas cerebrales. Como expondremos 121
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en los siguientes apartados, se basan en detectar cambios eléctricos, magnéticos y metabólicos, relacionados directa o indirectamente con un incremento de la actividad neural en determinadas zonas que pueden llegar a abarcar miles de millones de células nerviosas. Debe considerarse, sin embargo, que los patrones de activación observados indican la existencia de un procesamiento neural subyacente que se correlaciona con el proceso cognitivo analizado. Solamente las técnicas electrofisiológicas, como son la Electroencefalografía y la Magnetoencefalografía, miden una relación causa-efecto directa. Otras pruebas adicionales subjetivas serán de ayuda complementaria para alcanzar la conclusión o el diagnóstico definitivo del caso particular analizado. Una de las primeras técnicas que se utilizó para observar el interior del cráneo, antes de que apareciera la tomografía computerizada en la década de los años 70, fue la Neumoencefalografía. No era nada deseada por los pacientes pues además de ser altamente invasiva, era dolorosa, peligrosa y producía cefáleas, vómitos e incluso podía desencadenar ataques epilépticos. Por la descripción de la técnica da la sensación de que estabas en manos de un torturador y no de un médico (¡). Se basaba en desplazar el líquido cefalorraquídeo inyectando aire de manera que actuara como un medio de contraste en una posterior imagen de rayos X. Así podría observarse una imagen del encéfalo, en concreto el sistema ventricular y el espacio subaracnoideo. Inevitablemente, cualquier investigación científica relacionada con el cerebro y la música incluye el uso de técnicas de exploración cerebral. Sin ellas no podría visualizarse qué está ocurriendo en el cerebro durante la exposición a estímulos sonoros y musicales. Algunos autores definen este campo de investigación como “neurología musical”, ya que el objetivo es observar, estudiar y analizar la respuesta neuronal a los estímulos vibracionales iniciales que dan lugar a la percepción musical. He creído oportuno, pues, incluir en esta obra un capítulo dedicado a explicar brevemente, pero con rigor, en qué se basan estas técnicas, cuáles son sus ventajas e inconvenientes así como sus aplicaciones actuales más interesantes.1 122
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Antecedentes Los primeros inicios se establecen en el año 1845, cuando el notable físico y químico británico Michael Faraday (1791-1867) se interesó por la investigación acerca de las propiedades magnéticas de la sangre seca. Casi un siglo después, en el año 1936, los químicos estadounidenses Pauling (1901-1994) y Coryell (1912-1971) descubrieron que el estado magnético de la hemoglobina variaba según fuera su grado de oxigenación. Al año siguiente, Isidor Isaac Rabi (1898-1988) - premio Nobel de Física en el año 1944- desarrolló junto con sus colegas los principios de la resonancia magnética al hacer pasar un haz de moléculas de cloruro de litio a través de un campo magnético y someterlo, a continuación, a ondas de radio.2 Unos años más tarde, en 1945, varios equipos de investigación independientes y con pocas semanas de diferencia, dirigidos por el físico estadounidense Edward Purcell (1912-1997) y el físico suizo Felix Bloch (1905-1983) demostraron el fenómeno que denominaron “resonancia magnética nuclear en materia condensada”. Ambos científicos compartieron el premio Nobel de Física, en el año 1952, por sus investigaciones sobre la medición de los campos magnéticos en el núcleo atómico. En 1971, el ingeniero electrónico inglés Godfrey Hounsfield (1919-2004) desarrolló un equipo híbrido a partir de un dispositivo de rayos X y un ordenador. Combinándolo con unos algoritmos de reconstrucción consiguió obtener imágenes -en distintas direcciones- del interior del cuerpo humano. Junto con el físico e ingeniero electrónico sudafricano Allan M. Cormack (1924-1998) recibió, en 1979, el premio Nobel de fisiología por la invención de la tomografía computerizada (TC).3 Ya en la década de los años 60 se habían publicado algunos trabajos en los que se proponía la resonancia magnética nuclear como herramienta de diagnóstico clínico. Precisamente en el año 1971, el doctor Raymond Damadian hizo públicos en la revista Science los resultados de sus experimentos. En ellos comprobó que las imágenes 123
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que obtenía en tumores cancerígenos implantados en ratas de laboratorio eran distintas de las que ofrecían los tejidos normales. Cinco años más tarde, en el año 1976, el físico británico Peter Mansfield, de la Universidad de Nottingham y premio Nobel de Fisiología (2003) consiguió la primera imagen por resonancia magnética nuclear de un dedo humano en la que se podía diferenciar el hueso, la médula, los nervios y las arterias.4 El doctor Damadian, a su vez, también trabajó en la obtención de imágenes y obtuvo una imagen de la caja torácica de un hombre vivo en el año 1977. En esta misma década, grupos de investigadores dirigidos por Michel M. Terpogossian (1925-1996), Michael E. Phelps y el neurocientífico coreano Zang-Hee Cho desarrollaron la tomografía por emisión de positrones (TEP, PET de Positron Emission Tomography) que permitía medir la actividad metabólica cerebral. En la década siguiente, años 80, el químico húngaro George Radda y su equipo de investigación de la Universidad de Oxford descubrieron que la resonancia magnética podía utilizarse para registrar los cambios en el nivel de oxígeno de la sangre y sugirieron que sería un excelente medio como seguimiento de la actividad fisiológica. Fue el nacimiento de la resonancia magnética funcional (RMF, fMRI de functional Magnetic Resonance Imaging). En el año 1990, el investigador japonés Seiji Ogawa de los laboratorios Bell -de la compañía AT&T- observó en estudios con animales, en el año 1990, que la hemoglobina desoxigenada situada en un campo magnético aumentaba la potencia de dicho campo pero no se producía ningún efecto si la sangre estaba oxigenada. En esos estudios demostró que una zona que contiene gran cantidad de hemoglobina desoxigenada deforma ligeramente el campo magnético que rodea al vaso sanguíneo, lo cual podía apreciarse en una imagen por resonancia magnética. Dos años más tarde, Ogawa y los investigadores John W. Belliveau del Massachusetts General Hospital y Peter Bandettini del Medical College of Wisconsin, publicaron de forma independiente diversos resultados sobre la respuesta cerebral a estimulación sensorial basados en imágenes de resonancia magnética funcional. 124
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Nada de esto hubiera sido posible sin las cinco décadas de investigación básica sobre la naturaleza, interacción y propiedades magnéticas de los átomos y moléculas que siguieron a los descubrimientos de Isidor Isaac Rabi y que inició, en el siglo XIX, el célebre físico y químico Michael Faraday. Técnicas de Neuroimagen. Fundamentos. Los resultados de las exploraciones, con la mayoría de las técnicas que citaremos, se muestran a través de cortes de imágenes en distintos planos correspondientes a un sistema predefinido -generalmente el cartesiano- que se denominan axial, coronal y sagital. Axial: paralelo al plano horizontal. Divide la imagen en dos partes: rostral y caudal. Sagital: perpendicular al plano axial. Divide la imagen en parte derecha e izquierda. Coronal: perpendicular a los planos axial y sagital. La imagen queda dividida en las partes dorsal y ventral. Fig. 2.1.- Imágenes en los planos sagital, coronal y axial
Fuente : Portell, I., Coll, M., Torras, M. (2011) 125
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Las aplicaciones de las técnicas de neuroimagen son múltiples y diversas. En neurología y neurocirugía son potentes herramientas diagnósticas que resultan imprescindibles para alcanzar un pronóstico certero del curso de la enfermedad. En psiquiatría y psicología resultan de utilidad para obtener un diagnóstico diferencial que complementa al clínico -como la observación de determinados patrones de baja actividad en algunas partes de los lóbulos cerebrales- pudiendo mostrar alguna causa orgánica que requiera otro tipo de intervención terapéutica. En general, estas técnicas permiten evaluar de manera precisa los efectos sobre el sistema nervioso central de determinadas sustancias químicas y/o estudiar la interrelación entre la actividad mental y la fisiología cerebral. Todas las técnicas de exploración cerebral comparten uno de sus principales objetivos: “ver” que ocurre en nuestro cerebro mientras estamos “vivos”, sometidos o no a diversos estímulos, algo imprescindible para avanzar en nuestro propio conocimiento. A la vez, son instrumentos imprescindibles de diagnóstico en la prevención, evaluación o seguimiento del desarrollo de una enfermedad, principalmente de tipo neurológico o mental. En nuestro caso particular, la investigación música-cerebro, son técnicas fundamentales que ofrecen respuestas a nuestras inquietudes de investigación: profundizar y conocer los mecanismos neurales que subyacen mientras estamos escuchando o interpretando música. Y, lo que es aún más importante, nos permiten avanzar en el estudio de futuras aplicaciones terapéuticas que pudieran derivarse de la observación de todo lo que acontece biológicamente, en el interior de nuestro cerebro, ante la exposición o ejecución de las citadas actividades. En general, estas técnicas se basan en detectar que zonas o áreas del cerebro están neuralmente activas con o sin estímulos externos. Un cambio de flujo sanguíneo en una determinada área se relaciona con una variación de dicha actividad que se correlaciona con la función mental o cognitiva que en ese momento preciso se está ejecutando. Detectada dicha variación, mediante un contraste significativo 126
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y procesada adecuadamente, podrá finalmente ser mostrada como una imagen o “neuroimagen”. Cuando una región cerebral se activa, sus neuronas envían señales químicas y eléctricas a la membrana de los vasos capilares cerebrales, y al cabo de unos cientos de milisegundos éstos se vasodilatan.5 De esta forma se consigue el aporte de glucosa que requieren las neuronas para realizar su trabajo. Al concluir la actividad, los vasos sanguíneos se relajan. Durante la excitación neuronal existe también una importante variación de la oxigenación de los capilares que se traduce en un empobrecimiento de hemoglobina reducida. Algunas de las técnicas que se describirán, por ejemplo la tomografía por emisión de positrones (TEP) y la resonancia magnética (RM), miden las variaciones de esta última utilizando unos “chivatos” o marcadores que facilitan el contraste adecuado para ser reflejadas en una imagen digitalizada. Citaremos, pues, las características más destacables de las siguientes técnicas que se relacionan, todas ellas indoloras y consideradas poco o nada invasivas: la Tomografía Computerizada (TC) basada en los rayos X; la Resonancia Magnética estructural (RM), la resonancia magnética con Tensores de Difusión (TDI) y la Resonancia Magnética Funcional (RMF) fundamentadas en el fenómeno físico de la resonancia magnética; la Tomografía por Emisión de Positrones (TEP) y su variante de fotón único (SPECT) como aplicaciones de la medicina nuclear. También comentaremos algunos aspectos de otro tipo de técnicas, definidas como electrofisiológicas, que no son de neuroimagen pero miden la actividad eléctrica y magnética neuronal: la Electroencefalografía (EEG) y la Magnetoencefalografía (MGN). La Tomografía computerizada (TC) Se conoce también como “Tomografía Axial Computerizada” (TAC) o, simplemente, “escáner” y se basa en el uso de radiaciones 127
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ionizantes (rayos X). Cuando éstos penetran en nuestro organismo son absorbidos por los distintos tejidos y órganos que encuentran a su través. Utilizando un material sensible a ellos, situado adecuadamente, se consiguen imágenes bidimensionales de las sombras proyectadas por las estructuras radioopacas de los distintos órganos y estructuras de nuestro cuerpo. En los equipos de tomografía cerebrales, el paciente es expuesto a fuentes rotativas de rayos X alrededor de la cabeza. A través de unos sensores o detectores emplazados en el lado opuesto a los emisores que siguen el mismo movimiento de rotación- se obtiene la información de la radioopacidad relativa proporcionada por los diferentes ángulos de visión. Un sistema informático, a través de específicos algoritmos, reconstruye digitalmente la posición y grado de absorción de la radiación X del plano de la sección dando lugar a las distintas imágenes cerebrales captadas desde múltiples ángulos.6 Es una técnica que ofrece una alta definición de las estructuras óseas y permite delimitar el sistema ventricular, el espacio subaracnoideo, las estructuras subcorticales y, en determinados casos, los surcos corticales. Otras ventajas añadidas son su bajo coste y su rapidez, por lo que es de gran aplicación en la práctica clínica diaria. Fig. 2.2.- Primera imagen clínica obtenida con un prototipo de un TC
Fuente: Revista Chilena de Radiología. Vol. 10 Nº 4, año 2004; 183-185.
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llegaríamos a adaptarnos pero no cabe duda de que sin música la vida sería muy aburrida. Tanto, que estoy convencido de que nuestra creatividad aumentaría y ¡acabaríamos inventándola! Fig. 4.1.- Propiedades o características de la música
Fuente: Elaboración propia
La música como terapia Es evidente que no estamos inventando nada nuevo. En todo caso, “reinventando”, a través de las posibilidades que nos brindan la tecnología y la investigación. Según apreciaremos revisando las diversas citas, la Historia nos ofrece una gran cantidad de testimonios acerca de la importancia de la música como medio para mejorar nuestra salud. Pero, no olvidemos que aún existen culturas cuya transmisión de conocimientos es oral, de generación en generación, sin constancia ni evidencia documental alguna. Los orígenes de la utilización terapéutica de los sonidos y de la música se remontan, posiblemente, al principio de la humanidad. 213
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Desde la antigüedad, han sido instrumentos para paliar nuestros males, ya fueran físicos, mentales o emocionales. A lo largo de la historia, las culturas primitivas han mantenido la creencia de que la música era un don de la divinidad y que la enfermedad era propiciada por el pecado, posesión de demonios, maldiciones de brujos y, por tanto, era un castigo de los dioses. En consecuencia, el enfermo estaba poseído por los malos espíritus y para aplacar a la divinidad el curandero utilizaba en sus rituales una diversidad de sonidos, que eran importantes por su origen divino, liberando así al enfermo de las maldiciones y recuperando su salud. La creencia de que la música estaba asociada a los espíritus o a la divinidad permaneció hasta la Edad Media e incluso persiste hoy en los pueblos y culturas aborígenes que aún sobreviven en determinadas zonas geográficas dispersas por el planeta. Así, tradiciones chamánicas de Mongolia, Africa, Arabia y México, incluso tradiciones cabalísticas del judaísmo, del cristianismo y otras como las sagradas del Tíbet, han utilizado la música para la sanación y la transformación: “…los chamanes de los Kintak-Bong (Asia) tratan a los enfermos en sus cabañas; el coro que se encuentra fuera ayuda con sus cantos a que el chamán entre en éxtasis y pueda así encontrar al demonio. En cuanto lo ha conseguido repite continuamente su nombre, el nombre del espíritu de la enfermedad…”. (Goldman, 1996).
Antecedentes históricos Efectuemos un breve recorrido cronológico a través de los distintos períodos de la Historia de la humanidad, citando algunos de los hechos más destacados:6 Edad Antigua (50.000 aC. - 476 dC.) - En la antigua Mesopotamia, los asirios y los babilonios aplicaron a la música sus estudios de astronomía y matemáticas creando los precedentes de la concepción cosmológica de la música. Las voces 214
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femeninas en los cantos de los templos fueron introducidas por los babilonios. Los asirios, por su parte, fueron los precursores de la música popular -a través de los tambores y trompetas- siendo el inicio de la desaparición de la “exclusividad” de la música con fines religiosos que había imperado hasta entonces. En los templos de la antigua Mesopotamia, los sonidos de la voz y de los instrumentos musicales se utilizaban para aplacar la ira de los dioses y evitar que éstos arrasaran e inundaran sus cosechas. Un instrumento musical muy común era la flauta cuyo sonido era apreciado por los beneficiosos efectos en el tratamiento de las enfermedades mentales. - En Egipto, se consideraba que la música era algo celestial, pura armonía y equilibrio, y altamente relacionada con los dioses y la espiritualidad. Los sacerdotes eran músicos y a través de la música contactaban con ese mundo espiritual para obtener favores relacionados, entre otros, con la obtención de buenas cosechas y de una buena salud. Según algunos historiadores, la música también se utilizaba para sincronizar las actividades motoras (remar, sembrar, cosechar,…) y como medio para facilitar el estado de trance y entrar en contacto con el mundo espiritual. En el año 1889, William Flinders descubrió en Lahun (provincia de Fayún, Egipto) los famosos papiros egipcios que incluían, entre otros, un tratado de matemáticas y otro de obstetricia. Están datados del año 1800 aC. y en ellos se revelan conocimientos médicos cuyo origen se remonta a los años 3000 aC. Los historiadores hallaron una cita que relaciona la música con la fertilidad en la mujer, posiblemente, la primera prueba documental que existe con referencias terapéuticas de la música. - Otra reseña histórica, de la tradición cristiana, es la citada por la Biblia (I, Samuel, 16:23) sobre David y el rey Saúl: “Cuando el mal espíritu de Dios se apoderaba de Saúl, David tomaba el arpa, la tocaba, y Saúl se calmaba y se ponía mejor, y el espíritu malo se alejaba de él…” - La sabia y antigua cultura griega dio vital importancia a la música como ayuda para determinadas enfermedades, en base a la si215
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tuación clínica y observación, despojándola de atributos mágicos pero conservando los religiosos. La música tenía un origen divino uno de sus dioses practicantes de la lira era Apolo- y la enfermedad se interpretaba como una consecuencia del pecado. A través del canto y de la música se calmaba e intercedía a los dioses para preservar la salud. La contribución de Pitágoras (582 aC.) y sus discípulos ha sido uno de los más valiosos legados que seguimos disfrutando en la actualidad. Pitágoras fue el primero en atribuir a la música una base matemática, investigando acerca de las relaciones entre las longitudes de una cuerda y su sonido –monocordio- y estableciendo las proporciones de las longitudes que daban lugar a la octava, la quinta, la tercera,... Defendía que las proporciones relativas de los sonidos musicales mantienen un paralelismo con determinadas proporciones físicas naturales armoniosas como el número áureo, muy utilizado en pinturas, esculturas y arquitectura, por ejemplo en las pirámides de Egipto. Para los pitagóricos los números y la música eran un medio de acceso a una representación del universo. Este erudito griego estaba convencido de que la música influía en el espíritu, y la describía cómo la medicina del alma. Reflexionó acerca de la relación que la música tenía con los sentimientos y recomendaba el canto o la práctica diaria de un instrumento, por ejemplo la lira, para ahuyentar del organismo el malhumor o las preocupaciones.7 Otros sabios de la época posteriores a Pitágoras, tales como Aristóteles (384 aC.) y Platón (427 aC.) recomendaban la música para combatir el miedo pues creían que la música influía en los estados de ánimo. Aristóteles reconocía la eficacia de la música ante las emociones incontrolables, por su capacidad de facilitar una catarsis emocional. En su obra Política, explica algunos de los beneficios que atribuía a la música: “La música no se practica con miras a un único tipo de beneficio que de ella pueda resultar, sino para múltiples usos, porque puede servir para la educación, para procurarse la catarsis y para el reposo,
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alivio del alma y suspensión de las fatigas (…) Es necesario hacer uso de todas las armonías, pero no de todas del mismo modo, empleando para la educación las que tienen un mayor contenido moral, para escuchar luego la música que resulta de otras que incitan a la acción o despiertan las emociones…”.
Platón, por su parte, recetaba la música y la danza para dar serenidad al alma y combatir los estados de angustia y terror. Edad Media (479 dC. - 1453 dC.) El historiador y teólogo San Isidoro de Sevilla (565 d.C), uno de los hombres más sabios de su época, intuía la influencia del sonido en el ser humano y así lo expresaba en sus Etimologías, un compendio del saber de la época: “…la música conmueve y suscita emociones (…) calma los espíritus agitados (…) Cada palabra pronunciada por nosotros, cada pulsación de nuestras venas, está en conexión, por obra de los ritmos musicales, con el poder de la armonía”.
Edad Moderna (1.453 dC. - 1.789 dC.) En el siglo XVII, el clérigo y erudito inglés Robert Burton (15771640) publicó un tratado que recogía los conocimientos médicos de la época, titulado Anatomía de la melancolía, en el que explicaba “cómo las fibras del cuerpo humano se modificaban tras ser sometidas a la voz de un instrumento”. Sugería que la música y la danza eran fundamentales en el tratamiento de las enfermedades mentales, especialmente la melancolía. -Juan Eusebio Nieremberg (1595-1658), jesuita, profesor de humanidades, de historia natural y de las Sagradas escrituras, además de confesor de la Corte, estudió ciencias, teología, latín, griego, hebreo y leyes en las universidades de Alcalá y Salamanca. Fue un gran erudito pues llegó a escribir 73 obras y 11 manuscritos. En el año 1633 publicó la obra Oculta filosofía de la música en el hombre y la natura217
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leza en la que exponía cómo los sonidos y la música podían afectar a las personas, animales e incluso a las plantas. En ella, aludía a las capacidades terapéuticas de la música en las dolencias del cuerpo y a su valor como medicina del alma. La obra fue considerada un escándalo y fue criticado duramente por abordar la música como una superstición, pues entonces no se aceptaban y eran inconcebibles los prodigios que narraba sobre la influencia de la música en el ser humano, animales y plantas. El jesuita cayó en desgracia y pasó de ser un admirado erudito a rozar la herejía. -El monarca español Felipe V (1683-1746) padecía habitualmente de estados depresivos. La historia relata que para superarlos contrataba los servicios de un cantante “castrato”, llamado Carlo Broschi (apodado Farinelli). Según parece, fue tal el éxito de los tratamientos, que el monarca lo nombró asesor personal y caballero de la Orden de Calatrava. Carlo Broschi llegó a ser un hombre muy poderoso durante el reinado del monarca pues sus consejos tenían mucha influencia en las decisiones que tomaba el rey, especialmente en asuntos de política exterior. -El médico inglés Richard Browne escribió en 1729 un tratado sobre “Medicina Musical” en el que valoraba la influencia de la música sobre las enfermedades respiratorias. Entre otros, citaba que el canto perjudicaba a la neumonía, pero era de gran utilidad en el asma crónica al espaciar los ataques o episodios que se desencadenaban. -Es obligado citar, en esta época, el origen de las famosas variaciones musicales de Goldberg. Fueron un encargo, en el año 1742, del conde Kaiserling a Johann Sebastián Bach para que aliviaran sus noches de insomnio. El conde aquejado de sus largas noches en vela le pidió a JS Bach que compusiera unas obras para teclado que tuvieran un carácter “suficientemente suave y animado” y una “similitud constante en la armonía fundamental” con el fin de que le indujeran al sueño. En total. J.S. Bach compuso 30 obras para clavecín y en compensación recibió un grial de oro con un centenar de luises de oro, el equivalente a 500 táleros. Era una suculenta remu218
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neración que equivalía al sueldo de un año como Cantor de Santo Tomás, un cargo excelentemente remunerado en esa época. Dichas obras eran interpretadas durante sus largas noches de insomnio por su clavicordista de la corte, Johann Gottlieb Goldberg (que había sido alumno de JS Bach). Desde entonces, son un recurso muy utilizado para apaciguar los cuerpos y las mentes.8 -La primera obra conocida de Musicoterapia, escrita en España, se atribuye a un monje cisterciense de Veruela (Zaragoza), llamado Antonio José Rodríguez. Se tituló Palestra crítico-médica (1744) y en uno de los volúmenes antepone una medicina psicosomática a la tradicional, considerando a la música como un medio capaz de modificar el estado de ánimo de las personas. También atribuye a la música efectos anestésicos, catárticos y cierta influencia sobre determinadas funciones orgánicas. Afirma, incluso, que “la música es una ayuda eficaz en todo tipo de enfermedades”. Edad Contemporánea (desde 1.789 dC. hasta nuestros días) En el siglo XIX se inician los primeros estudios sobre los efectos fisiológicos de la música en base a las respuestas que ofrecen los ritmos cardíaco y respiratorio, así como los niveles de la tensión arterial. Los resultados indicaron que determinados patrones o secuencias musicales modificaban las constantes corporales e inducían a estados de relajación contribuyendo al alivio de determinados dolores. Se investiga, también, acerca de su influencia psicológica y sociocultural. En este campo, pueden citarse los trabajos de George Alder Blumer y del neurólogo James Leonard Corning quienes desarrollaron completos programas de musicoterapia en centros hospitalarios, como complemento terapéutico, y aplicaron la metodología científica en los ensayos con música. -En Inglaterra se inician los estudios sobre la música y las enfermedades mentales, publicándose algunas tesis doctorales que incluían estudios médicos sobre la influencia de la música en las emociones. Pueden citarse, por ejemplo, las de Edwin Atlee (1804) y Samuel Mathews (1806). 219
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-En España, cabe destacar la contribución del médico y político Rafael Rodríguez Méndez (1845 - 1919) que fue un fiel defensor de las propiedades terapéuticas de la música y el canto. Durante los años que dirigió el manicomio de Sant Boi de Llobregat (Barcelona) pudo comprobar la eficacia de sus teorías. Sugirió su aplicación en casos de maníacos agudos y crónicos, dementes, y en las neurosis y depresiones nerviosas. Formó una orquesta musical con los pacientes del centro y se dice que llegó a curar a un enfermo de su mutismo haciéndole cantar en el coro. - Francisco Vidal y Careta, médico, nacido en Barcelona, y catedrático de la Universidad de Madrid, fue el autor de la primera tesis que relaciona la música y la medicina (1882): La música en sus relaciones con la medicina. En ella llega a las siguientes conclusiones: la música es un agente que produce descanso y distrae al hombre; es un elemento social; moraliza al hombre; es conveniente aplicarla en la neurosis; es adecuada para combatir estados de excitación o nerviosismo. -A comienzos del siglo XX se inicia un movimiento en el campo de la formación musical, con figuras relevantes como C. Orff, E. J. Dalcroze, Z. Kodaly, S. Suzuki o Edgar Willems. Emile Jacques Dalcroze es uno de los precursores de la musicoterapia ya que rompe con los esquemas tradicionales y desarrolla una terapia educativa rítmica para enfermos, que partía de sus ritmos propios para establecer la comunicación. Por su parte, Karl Orff tomó como eje de su pedagogía musical el movimiento corporal, utilizándolo en todas sus posibilidades comunicativas, uniendo la creatividad y la música, y favoreciendo la socialización. Edgar Willems, a su vez, presenta un sistema pedagógico en el que destaca “…el concepto de educación musical y no el de instrucción o de enseñanza musical, por entender que la educación musical es, en su naturaleza, esencialmente humana y sirve para despertar y desarrollar las facultades humanas”. Contribuye así a una mejor armonía del hombre con sigo mismo al unir los elementos esenciales de la música con los propios de la mentalidad humana. 220
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Los autores de la investigación concluyeron que la musicoterapia, como terapia complementaria en demencias avanzadas, supone un beneficio añadido al del resto de terapias que se realizan en los centros de día. Los resultados indicaron que mejoraba la calidad de vida de los usuarios a través de los aspectos relacionales y sociales, influía positivamente en su implicación y estado de ánimo, a la vez que disminuían las alteraciones conductuales. Leticia Prieto es musicoterapeuta y concertista de viola. Está especializada en trastornos generalizados del desarrollo en niños y adolescentes, en demencia con alteraciones neuropsiquíatricas de conducta y en la rehabilitación de pacientes tras sufrir un derrame cerebral. Trabaja, actualmente, en el Departamento de Terapias expresivas del Hebrew Rehabilitation Center de Boston. Entre sus muchas y apasionantes experiencias transcribo, con su autorización, la siguiente: "Parte de mi trabajo como musicoterapeuta se centra en pacientes con demencia. A medida que la enfermedad de Alzheimer progresa, la persona se aísla y se encierra en sí misma. Sin embargo, la necesidad de estimulación sensorial y de conectar con otros seres humanos no disminuye. Oliver Sacks (2009, p.336)) explica de manera elocuente el uso de la música en personas afectadas por demencia: Las respuestas a la música se observan, incluso cuando la demencia está muy avanzada. El objetivo de la musicoterapia con personas con demencia es alcanzar las emociones, poder intelectual, pensamientos y memorias, el “yo” superviviente del paciente…es enriquecer la existencia, ofrecer libertad, estabilidad, organización y enfoque. Yo todavía me sorprendo de las respuestas de mis pacientes con demencia en mis grupos de musicoterapia. Uno de los ejemplos más claros que he observado es en una mujer, a la que voy a llamar F. La demencia de F. está tan avanzada que apenas abre los ojos o sonríe. Si le preguntas dónde vive, no te puede contestar. Tampoco sabe qué día es y no parece reconocer a las personas de su entorno. Sin embargo, en cuanto toco una canción que le resulta familiar, levanta la cabeza, abre los ojos y escucha con total concentración. Casi nunca pasan más de cinco minutos sin que ella intente empezar a cantar e incluso acepte tocar una maraca o pandereta con una sonrisa. A veces consigue recordar algunas palabras de la canción. Es maravilloso ver su cara de satisfacción al lograr terminar una frase. Cuando F. me mira a los ojos en esos momentos, me siento la persona más afortunada del mundo". (http://www.cafealumni.es/2012/12/04/musicoterapia-historias-de-una-musicoterapeuta-y-sus-pacientes/; consultado el 15-12-2012)
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Niños y discapacidades La psicóloga y musicoterapeuta Nuria Escudé, directora del Institut Català de Musicoteràpia de Barcelona, trabaja desde hace 20 años con niños que presentan distintas problemáticas y discapacidades como el autismo, la parálisis cerebral, el síndrome de Down, el Síndrome de Williams, la hiperactividad, y trastornos emocionales entre otros. Según comenta, la musicoterapia proporciona a los niños un espacio para que puedan sentir y expresar sus sentimientos, les ayuda a mejorar el habla, la coordinación motriz, la atención y la memoria desde una base lúdica pero con unos claros objetivos terapéuticos. Afirma que la aplicación de la musicoterapia mejora claramente su estado anímico, pues la posibilidad de controlar una parte de la propia vida, de ser proactivos y el poder expresar y abordar sus necesidades se traduce en una mejora de su autoestima. La preparación y formación del musicoterapeuta es clave -citapara conseguir la plena identificación con la sensibilidad musical del niño. El conocimiento amplio y profundo de los instrumentos musicales básicos, sobre todo el piano, es imperativo para un buen terapeuta, pero se requiere, además, una gran dosis de sensibilidad, empatía y conocimientos de psicoterapia. En la planificación de las sesiones de musicoterapia se tiene en cuenta el historial musical (canciones , músicas, instrumentos, hobbies que son importantes para el niño), su estado emocional y los objetivos terapéuticos. En las siguientes sesiones se observa cuáles son sus aptitudes musicales, su habilidad en la interpretación, si les gusta cantar, su capacidad de improvisación y sincronización con el terapeuta y la música. Esta exploración permite identificar y hacer uso de sus recursos musicales para involucrarlos en el proceso terapéutico musical. Suelen utilizarse diversos instrumentos musicales, entre ellos, el piano, la guitarra, el tambor oceánico, la tambora, los bongos, las maracas, los panderos, la batería y el xilofón. Cada sesión de musicoterapia tiene una duración entre 45 y 60 minutos. Es muy importante que en ella el niño se sienta protagonista de su aprendizaje pues ello le permitirá obtener estrategias de actuación para ser más feliz y poder relacionarse adecuadamente con su entorno. 234
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El objetivo de la musicoterapia, en estos casos, es contribuir a mejorar la calidad de vida de las personas (niños) que presentan estas deficiencias. La música es capaz de proporcionar estos cambios que, aunque lentamente, son eficaces y facilitan una mejora adaptación a su entorno familiar y social. Ansiedad Las personas que van a ser sometidas a una operación quirúrgica suelen experimentar un periodo de estrés y ansiedad desde el preciso instante en que se les anuncia. Hay una alteración fisiológica (aumento frecuencia cardíaca, presión arterial, temperatura,…) y cognitiva (confusión mental). En estos casos, dada la afectación del paciente, se necesita una mayor dosis de anestesia para conseguir la sedación adecuada y una cantidad superior de analgésicos para aliviar los síntomas de dolor después de la operación. Teniendo en cuenta que la música, al margen de que es un buen distractor, es capaz de modificar determinadas constantes fisiológicas a través del ritmo y del tempo, se sugiere que puede ser de ayuda para conseguir un estado de mayor relajación y una reducción del estrés, muy deseado en estas circunstancias tan habituales. Citaremos tres estudios relacionados con el tratamiento de la ansiedad en personas que se sometieron a una operación quirúrgica cardíaca. 1.- Se compararon los niveles de ansiedad en un grupo de 372 pacientes. El grupo experimental escuchó música antes y después de la operación (177 pacientes). El grupo control (195 pacientes) recibió un tratamiento farmacológico con el ansiolítico midazolam. Los resultados indicaron que se observaron niveles inferiores de ansiedad, antes y después de la operación, en el grupo experimental que escuchó música (Bringman et al. 2009). 2.- Otro ensayo efectuado entre mayo y noviembre de 2006, se llevó a cabo con 40 personas, en las que el grupo experimental escuchó música y el grupo control no (Nilsson, 2009). 235
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En ambos grupos se midieron los niveles de oxitocina, el ritmo cardíaco, la presión sanguínea, la saturación arterial de oxígeno y la presión parcial del oxígeno en el riego arterial. Los resultados detectaron, en el grupo experimental, una mejora significativa en cuanto a los valores de oxitocina y presión parcial de oxígeno en el riego arterial. El resto de parámetros no ofrecieron diferencias clínicas significativas entre ambos grupos. 3.- El mismo autor (Nilsson, 2009) analizó los resultados en un grupo de 58 pacientes de precirugía. El grupo experimental escuchó música, durante 30 minutos, el día antes de la operación. Se registraron los valores de cortisol, de los ritmos cardíaco y respiratorio, de la presión arterial, y de los índices de dolor y ansiedad. Los resultados indicaron que el grupo que escuchó música obtuvo mejores niveles de oxitocina y de presión parcial de oxígeno en el riego arterial. En los restantes parámetros no se observaron diferencias significativas. Tratamiento del dolor Un estudio realizado en el Centro de evaluación y tratamiento del dolor (Montpellier) con 87 personas que mostraban una diversidad de dolores (lumbares, fibromialgia, enfermedades inflamatorias y neurológicas) concluyó que la música había contribuido a una significante reducción de los niveles de ansiedad, depresión y consumo de agentes ansiolíticos. Se confirmó, pues, la positiva contribución de la música en la gestión del dolor crónico y de la ansiedad-depresión, con una significante reducción de la medicación (Guétin et al. 2011). El grupo se dividió en el experimental (44 personas) y el control (43 personas). El grupo experimental recibía un mínimo de dos sesiones diarias de escucha musical pasiva durante los 10 primeros días. Posteriormente, seguía el tratamiento en casa, hasta llegar a un total de 60 días. El grupo control recibía únicamente el tratamiento médico convencional. Se tomaron controles los días 0, 10, 60 y 90 con relación al dolor (VAS), ansiedad-depresión (HAD) y consumo de medicación. 236
ANEXO
Fig. 1.1.- El cerebro humano
Fuente: http://www.rtve.es/noticias/20110726/los-humanos-son-los-unicos-primates-cuyo-cerebro-encoge-con-edad/450322.shtml
Fig. 1.2.- El cerebro triuno
Fuente: http://gabinetedemorfopsicologia.blogspot.com.es/2012/03/paul-mclaneel-cerebro-triuno.html
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Fig. 1.3.- La estructura cerebral
Fuente: Dr. C. George Boeree , Departamento de Psicología, Universidad de Shippensburg http://www.psicologia-online.com/ebooks/general/imagenes_cerebrales.htm
Fig. 1.4.- Localización de las áreas sensitivas y motoras
Fuente: http://www.psicologia-online.com/ebooks/general/corteza_cerebral.htm
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