Debate Abierto

Page 1

Fundación DEBATE ABIERTO / Año V / 2001 / Bs. 6.000,oo

21

h us B de sky

as om lé ic m Ch B oa

v

as N ur ista a t en v

e


ISSN: 1316-497X Depósito Legal: p.p. 1970DF390 La revista Debate Abierto mantiene un sistema de canje con 253 instituciones nacionales y 121 instituciones internacionales en 98 países. Se permite la reproducción de los materiales siempre que se cite la fuente y se envíe un ejemplar a la dirección postal.

2004 /

Nro. 21

Director-Fundador Carolus Wimmer Subdirector Joaquín López Mujica Consejo Editorial Víctor Ayala Olga Dragnic Jesús Faría Oscar Figuera Luis Fuenmayor Toro Daniel Hernández Roberto Hernández María León Modaira Rubio Joaquín López Mujica Saúl Rivas Rivas Viachislav Silva Laila Taj El Dine Fermín Toro Jiménez David Velásquez Carolus Wimmer Coordinación de Arte y Cultura Carlos Servando García Diseño y Diagramación Juan Javier Pumero Transcripciones/Traducciones Nilsa Muizzi Teléfono/Fax: 0058-212-2566386 E-mail: revista_debateabierto@yahoo.com Impreso por: TippgrafíaK, Telf.: 2567539 Correspondencia: Caracas 1067-A, Apartado Postal 63028, Venezuela Cuenta Bancaria: Banco de Venezuela Cuenta Corriente N° 0148-6389356

Colaboradores y Arbitros Internacionales:

ANGELI, José María Filósofo, Universidad Estadual de Londrina, Brasil BARAO, Carlos Historiador, Universidad Federal Fulmínense, Brasil BOURDIN, Nadine Economista, Filósofo, Espacios Marx, París, Francia BRANDIST, Craig Sociólogo, Universidad de Sheffield, Gran Bretaña DEL ROIO, Marcos Historiador, Universidad de Sao Paolo, Brasil DEVINE, James Sociólogo, Marymont Loyola University, EE.UU. HIRSCH, Joachim Sociólogo, Universidad de Frankfurt/Main, Alemania HOLLOWAY, John Politólogo, Universidad de Edimburgo, Escocia JIMÉNEZ, Hedí Escritor, Universidad de La Habana, Cuba MARTINS, José Economista, Sociólogo, Brasil MONAL, Isabel Filósofo, Universidad de La Habana, Cuba MORALES CARBALLO, José Biotecnólogo, Centro de Investiogación, Cuba PETRAS, James Sociólogo, Binghamton University, EE.UU. POZZI, Pablo Historiador, Universidad de Buenos Aires, Argentina RABY, David Historiador, Liverpool University, Gran Bretaña RIBEIRO MACHADO, Eliel Sociólogo, Universidad Estadual de Londrina, Brasil RUBENS MASCAREHAS, José Historiador, U. Estadual do Sudoeste de Bahía, Brasil SAFFIOTI, Heleieth Escritora, Pontifica Universidade Católica de Sao Paulo, Brasil VALENZUELA FEIJOO, José Economista, Universidad Autónoma Metropolitana de Iztapalapa, México VELASCO ARREGUI, Edur Economista, Universidad Autónoma de México WITKER, Iván Comunicador Social, U. Carlos V de Praga, R. Checa ZARDOYA LOUREDO, Rubén Filósofo, Historiador, Universidad de La Habana, Cuba.

2 Año VII vol. VII - 2004


DEBATE DEBATE ABIERTO Es una publicación de la Fundación Debate Abierto, asociación civil sin fines de lucro, con sede en Caracas e inscrita en el Registro de Sociedades Científicas Venezolanas de la AsoVac (Asociación Venezolana para el Avance de la Ciencia) y la asignación del código en el Registro de Publicaciones Científicas y Tecnológicas Venezolanas 2002 del Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación – FONACIT. La Fundación Debate Abierto tiene la finalidad de promover el desarrollo del conocimiento y la acción práctica en torno a los problemas de la transformación de la sociedad venezolana, en búsqueda del mayor desarrollo social y económico del país, en un marco de creciente justicia social y participación democrática plena.

3 Año VII vol. VII - 2004


2004 / Nro. 21

3 Editorial: Estado y Pueblo en la Guerra Venezolana 5 El Proceso Venezolano, una Expresión Nacional de la Lucha Global de los Pueblos contra el Imperialismo. Ana Elisa Osorio Granado.

21 Aventuras Bélicas de Bush. Entrevista a Noam Chomsky 31 La Relación entre los Movimientos Sociales y los Partidos. Julio Ugas. 35 Entre las Guerras. Günter Grass. 38 La Doctrina de la Guerra Permanente. Fernando Mires 44 Las Lecturas de Marx en el Siglo XXI. Robert Kurz. 72 La Historia Favorece la Petición de

Bolivia.

Hernán Uribe.

76 Embarazada en Venezuela: Un Encuentro con el Desamparo y la Ignorancia. Verónica Gallego Mengod. 84 El Mundo que Viene. Athos Fava. 87 Cuba y la Crítica al Programa de Gotha. Raúl Valdés Vivó. 90 Lenín y su Partido. Belisario Aguilar. 96 La Teoría Económica y la Política: más allá del Capital. István Mészáros. 123 Normas para los colaboradores 124 Pautas publicitarias 4 Año VII vol. VII - 2004


ACINOS

EDITORIAL

a declaración de la Casa Blanca sobre la necesidad de elecciones anticipadas en Venezuela y la sesión extraordinaria de la Organización de Estados Americanos (OEA), demuestran que Washington ha decidido “remover” el gobierno de Hugo Chávez. La conclusión de Washington es que el ciclo productivo de este gobierno ha terminado, porque no garantiza tres servicios que el imperio considera primordiales: 1. El suministro seguro de petróleo; 2. El control de la población; 3. El sometimiento a sus intereses estratégicos, como el ALCA y el Plan Colombia. Toda la praxis política de la democracia estadounidense parte del axioma de que el gobierno de un país siempre debe estar en manos de las clases dominantes y nunca en manos de los pobres, porque son las primeras interesadas en preservar su patrimonio y, por lo tanto, ejecutarán una política moderada y razonable. Este axioma, reivindicado múltiples veces por los ideólogos del sistema, está siendo violado en Venezuela. La respuesta estadounidense al paro petrolero, a la impunidad de los traidores a la Patria y a los saboteadores de la economía, es un discurso en el que se sostiene que el gobierno de Hugo Chávez no es el amo del petróleo, ni el garante de la convivencia cívica, ni el patrón del Estado, y por ese motivo, la Casa Blanca ha decidido devolverle las riendas del Estado a quienes ellos consideran los verdaderos “dueños” de la nación: la oligarquía criolla y sus partidos políticos.

L

DEBATE

Estado y Pueblo en la Guerra Venezolana

Con la intervención política directa del principal “señor de la guerra” de las Américas, en la guerra social venezolana, se unifican formalmente los intentos desestabilizadores del golpismo venezolano, de la Casa Blanca, de la OEA y de la Comisión Europea, en un gran plan de transformación contrarrevolucionaria transnacional. Este es el adversario antagónico del desarrollismo democrático latinoamericanista, que los sectores bolivarianos y patrióticos más conscientes del país han tratado de implementar. Entre ambos vectores de poder oscila la política del gobierno. Hasta el día de ayer, los principales frentes de batalla eran dos: la logística económica del país y la guerra psicológica. Con la declaración de Washington se abrió un tercer frente que es su intervención directa. Paralelamente, los desestabilizadores avanzan en tres teatros de operaciones complementarios: la superestructura jurídica (Consejo Nacional Electoral, CNE, y el Tribunal Supremo de Justicia, TSJ); la superestructura legislativa (Asamblea Nacional) y la superestructura represiva (policías municipales y estatales). En la guerra social venezolana, el intento de estrangular la economía nacional y las exportaciones energéticas mediante sabotajes de producción y distribución del petróleo, es equivalente, en términos militares, al bloqueo bélico de un enemigo durante un conflicto convencional. Esa estratagema demuestra que los desestabilizadores no diferencian entre frentes de batalla y zonas de comunicación (retaguardia) del “enemigo”, sino que su ofensiva es total y sin cuartel. En el frente psicológico se libra lo que el Pentágono

5 Año VII vol. VII - 2004


6 Año VII vol. VII - 2004

GARCÍA

bélicas, tendrá que neutralizarlas por la vía de las leyes y con el poder del Estado; cosa que no ha sucedido, sea por falta de poder, sea por falta de voluntad. Ante este dilema, el gobierno llama periódicamente al pueblo a defender la revolución y la constitución. Sin embargo, en una situación como la venezolana, las masas no pueden resolver las tareas que son propias del Estado. Cuando se enfrentan a los aparatos de guerra de la conspiración – a los medios comerciales, a los grupos de la Plaza de Altamira, cedida prácticamente con status extraterritorial por el gobierno federal a los dirigentes golpistas, o a los matones uniformados del intocable alcalde Alfredo Peña- caen víctimas de las policías del Estado y de la justicia oligárquica. El pueblo venezolano ha dado múltiples muestras de firmeza y heroísmo en la guerra social de Venezuela. Si esta guerra se pierde, será por la inoperancia del Estado.

FELIPE

llamó, durante la Guerra de Vietnam, la batalla por las “ideas y corazones” -the battle for hearts and mindsdel adversario. Washington lleva a cabo actualmente una sofisticada campaña de guerra psicológica contra Irak, que ya logró una temprana disolución de las Fuerzas Armadas iraquíes, y el mismo tipo de ofensiva se realiza en Venezuela. Los ejecutores de esta guerra son los representantes de los grupos económicos que han transformado a los grandes medios comerciales en aparatos de guerra psicológica. En las guerras sociales, como la de Venezuela, hay dos actores decisivos: el Estado y el Pueblo. El Estado es la expresión formal del poder concentrado de la sociedad. En términos históricos, es la máxima expresión formal del poder de un proyecto social -progresista o reaccionario- en cuya defensa radica su razón de ser. Si no defiende ese proyecto, no tiene razón de existir. El pueblo, a su vez, es el sustrato difuso del poder del Estado, a diferencia del sustrato organizado que es la élite. El Estado es un Leviathán; el pueblo organizado y consciente es un gigante; sin organización ni conciencia es un gigante miope e invertebrado, es decir, carente de poder real. La unificación del Estado revolucionario con la fuerza de las masas organizadas y conscientes es la óptima combinación para llevar a cabo un proyecto de transformación social progresista en un país neocolonial. Es en este binomio, donde radican las principales debilidades y contradicciones del proceso bolivariano. Una afirmación del vicepresidente José Vicente Rangel sobre los medios de comunicación venezolanos ilustra el problema. Rangel pidió respeto para los canales de televisión, repudiando acciones de acoso contra cualquier medio, pero afirmó que la población también tiene derecho a manifestarse y “defender su gobierno”. El dilema es obvio. Como líder de un Estado democrático, sólo tiene dos opciones: defender la inviolabilidad de los medios de comunicación sobre la ficción de que son tales, o reconocer que son aparatos de guerra utilizados en una agresión sin cuartel contra un gobierno constitucional. La primera opción es sinónimo de rendición del proyecto bolivariano, porque es equivalente a defenderse de una agresión militar bajo la orden de batalla de “respetar” y “no acosar” a las unidades de ataque del enemigo. Si, en cambio, el Estado venezolano reconoce que se encuentra en una situación de guerra y que los supuestos medios de “comunicación” son unidades


El proceso venezolano, una expresión nacional de la lucha global de los pueblos contra el imperialismo.

DEBATE

Jornadas en memoria de Rosa Luxemburgo. Berlín-09-01-2004 Hoy, cuando conmemoramos el 85 aniversario del asesinato de Rosa Luxemburgo es para mí un gran honor hablar ante ustedes, para testimoniar nuestra admiración a la mujer que con su vida y con su muerte mostró de una manera admirable la síntesis coherente entre la teoría y la práctica. Ella fue profunda, crítica e incisiva en la discusión teórica marxista, confrontándola permanentemente con la práctica de la lucha de clases y activamente comprometida con la agitación y la propaganda para encender la voluntad política de las masas. Su capacidad de enfocar la totalidad en el hecho concreto, situando lo que hoy llamaríamos: “lo global vivido en lo local y lo local como expresión de lo global”, demuestra la vigencia de su método, donde la economía, la política y la ideología se entrecruzan en un enfoque de la totalidad, una visión holística, que se manifiesta en una búsqueda de profundizar en el conocimiento de las variables subjetivas presentes en los hechos, como resortes posibles para la movilización y para enrumbar los cambios; en un

CARLOS MANRIQUE

Ana Elisa Osorio Granado (*)

reconocimiento de la capacidad del pueblo como constructor de alternativas, de organización, de dirección política, en su propia dinámica, enfrentando la crisis del capitalismo que sufre, pero que le impele a cambiar; así mismo en el celo porque el partido no reemplace a las fuerzas del pueblo; en el rescate de la visión de la democracia, como necesidad de las mayorías para el ejercicio de su voluntad de cambio y realización de la soberanía popular, en contra de las falsas concepciones de la democracia, reducida al parlamentarismo (representativo) o al

(*) Ministra del Ambiente y de los Recursos Naturales de la República Bolivariana de Venezuela.

7 Año VII vol. VII - 2004


participacionismo, donde las mayorías no deciden, sino que son cooptadas por las fuerzas del capital. Rosa Luxemburgo abogaba por el ejercicio de una democracia directa, hoy decimos protagónica, bajo la conducción de las fuerzas del trabajo y del conjunto del pueblo. Finalmente recatamos, su profunda convicción de que en el capitalismo no hay salida para los pueblos, que sólo produce la barbarie a la que asistimos en el mundo de hoy, el militarismo como manera de imponer la dominación económica, la proliferación de guerras localizadas (Afganistán, Irak, los Balcanes, Palestina) donde el Imperio norteamericano y sus aliados buscan el control para la ineludible expansión de las ganancias del capital, que se ven cada vez más restringidas por la expansión de la pobreza, lo que lleva a las continuas crisis de la economía global, que a su vez se descargan con cada vez más furor sobre los pueblos del mundo. Y el colmo de la barbarie: la destrucción del planeta con el modelo de desarrollo impuesto como objetivo y que busca ser introyectado como aspiración de la mayor parte de la humanidad. No hay salida para la vida en el planeta con la expansión del standard de vida de los países del primer mundo y de nuestras capas medias, si quisiéramos que este fuera el standard de vida de las mayorías. Y la humanidad necesita una alternativa al capitalismo. Por eso la insistencia de Rosa Luxemburgo en “Socialismo o retorno a la barbarie”, es cada vez más vigente.

Estos son varios de los elementos de su pensamiento, que quisiera tener como trasfondo al comentarles algunos rasgos del proceso que hoy vivimos en Venezuela, porque lo que allí vivimos tiene mucho que ver, obviamente, con el análisis marxista de los procesos sociales, pero sobre todo, con los aportes de Rosa Luxemburgo. El Neoliberalismo provoca cambios, cuando las mayorías despiertan, provocadas por una vanguardia íntimamente ligada con su pueblo. De la Economía de la Bonanza Petrolera a la Crisis. La economía venezolana basada en el petróleo, que representa más del 80 % de las exportaciones del país y el 25,3% del PIB, mantuvo una bonanza económica en el país durante los años 60 y 70, debido a las alzas del petróleo en el mercado mundial provocadas por las guerras en el Medio Oriente y el fortalecimiento de la OPEP. Al mismo tiempo que se produjo una bonanza económica, se ampliaron las diferencias entre los sectores más ricos y los más empobrecidos y se dio un importante crecimiento de las capas medias y profesionales. Prácticamente se destruyó la agricultura y disminuyó la producción industrial interna, transformando al país en importador de bienes y servicios de consumo. Llegamos a importar más del 70% de lo que consumíamos y se iniciaron planes de construcción de represas, empresas de acero, aluminio, etc, que hicieron aumentar la deuda del país a niveles que sólo podían ser soportados con altos precios petroleros.

8 Año VII vol. VII - 2004


El Imperialismo busca sacar al Estado de la economía. Las Privatizaciones y la Crisis. La receta del Imperio para las economías que él mismo había llevado a la crisis era la privatización de toda la vida, esto es el neoliberalismo. Su planteamiento es sacar al Estado de la economía, privatizar todas sus empresas y servicios y dejar a la oferta y la demanda del mercado la regulación de las relaciones económicas. Así comenzó el proceso de privatización. Por la vía de la reducción de los presupuestos estatales para la educación, la salud, la vivienda, aumentó la exclusión de estos servicios de amplias mayorías, que fueron asumidos por el capital privado. Aquí se genera fundamentalmente la gran deuda social que hoy tiene el Estado Venezolano para con su pueblo. La banca, después de una gran crisis que costó al Estado más de 10 mil millones de dólares, junto con el acero y las comunicaciones, fue privatizada. Y todas estas privatizaciones fueron realizadas de la mano con el gran capital trasnacional. Era el golpe de gracia a las ilusiones de la social democracia de construir una

burguesía nacional. La flexibilización laboral liquidó las prestaciones sociales de los trabajadores y aceleró el crecimiento del desempleo. La clase obrera fue duramente golpeada, porque ante las reacciones de los trabajadores la represión se generalizó, con la complicidad de la propia dirección de la CTV (Confederación de Trabajadores de Venezuela), que había terminado siendo parte del brazo ejecutor de las políticas laborales neoliberales y de las privatizaciones. Fue el detonante de la ruptura de las masas obreras con una dirección envilecida.

DEBATE

Cuando bajaron los precios del petróleo, empezó a sentirse con todo su peso la deuda contraída, que se hacía impagable, se mostró el desarrollo artificial de la economía y los niveles de empobrecimiento aumentaron. Y en 1983 comenzó la cadena de devaluaciones de la moneda y altos niveles de inflación. Por supuesto, más empobrecimiento de la clase obrera y el pueblo y crisis de las capas medias.

La Crisis del Aparato Político del Estado y sus Partidos. El Estado Venezolano va a cumplir cien años como un Estado centralizado. Sólo a inicios del pasado siglo se creó un ejército nacional y una administración de las finanzas públicas nacionales, lo que constituye la columna vertebral del Estado burgués. El Estado Venezolano, fue constituido históricamente por una élite heredera de los grupos económicos coloniales y de burguesías emergentes, hijos de europeos, principalmente, impuestos sobre una inmensa mayoría de la población constituida por el mestizaje, formada bajo la dominación, al margen de cualquier participación en el poder. Ese Estado se había construido con algunas ideas importadas desde la experiencia histórica europea, pero basado en una sociedad con relaciones económicas y sociales muy diferentes a las sociedades europeas. Este Estado se debatió desde el siglo

9 Año VII vol. VII - 2004


XVIII al XX en guerras civiles, con gobiernos dictatoriales y golpes cívicomilitares continuos. Desde el año 1936, se inicia un período de búsqueda de construcción de un sistema democrático moderno, que sólo viene a consolidarse a partir del año 1958, para lo cual se establecen alianzas (lo que se llamó el Pacto de Punto Fijo, hecho ya en el esquema de la democracia norteamericana, el bipartidismo). Estas alianzas eran entre los partidos burgueses dominantes, lo que teje a lo largo de 40 años una cadena de atropellos y complicidades de los sectores burgueses en el poder, siendo el gobierno el mecanismo de apropiación de la renta petrolera. Esta estructura de Estado se mantenía en base al clientelismo. La renta petrolera podía mantener los aparatos de los partidos en el poder, la estructura sindical de la CTV, la Federación Campesina, las organizaciones vecinales y por esta vía se aseguraba el control del movimiento de masas. Las privatizaciones, la crisis de los ingresos petroleros y el servicio de la deuda hicieron que este Estado entrara en crisis. Se inicia un proceso de luchas internas entre los sectores de la burguesía por los dineros del Estado, se acaba la alianza de los partidos en el poder y con ello, la descomposición de los mecanismos de control sobre las masas. Todos estos elementos constituyen las condiciones objetivas, que no son sólo nacionales, sino que están vinculadas al proceso de crisis del capitalismo mundial por la reducción de la tasa de ganancias en base a la producción y el crecimiento de la especulación financiera.

La Lucha Civil y la Rebelión Militar: Fracaso e Inicio del Triunfo. La lucha contra las privatizaciones a fines de los años 80 y la década de los 90, llevó a aumentar los niveles de represión. La rebelión de las mayorías por encima de los instrumentos sindicales, de las organizaciones vecinales y partidarias, ante la nueva negociación con el FMI, el alza de la gasolina y la especulación con productos de primera necesidad, llevó al estallido social conocido como “El Caracazo”, a fines de febrero de 1989. Las masas empobrecidas toman las calles, se multiplican los saqueos y la represión deja casi 2000 muertos (hasta hoy cifra extraoficial), enterrados en fosas comunes. El gobierno utilizando al Ejército para masacrar a su pueblo. Resonaba el mensaje de Bolívar: “maldito el soldado que empuña las armas contra su pueblo” ¡Cuanto nos recuerdan esos días los procesos vividos en el último año en Argentina y Bolivia! En el seno del Ejército Venezolano entre los oficiales se organizaban pequeños grupos que intentaban un cambio y que fueron radicalizados y crecieron a raíz de la masacre de “El Caracazo” a la que fueron obligados. Es muy importante entender que el Ejército Venezolano, en su gran mayoría es de extracción popular, ya que para la burguesía, las Fuerzas Armadas siempre fueron consideradas como sus sirvientes y no significaba ningún honor para un capitalista tener un hijo soldado, el 95 % de los soldados pertenecen a los sectores más empobrecidos de la población. Estos grupos en las Fuerzas Armadas, se unieron a sectores de la

10 Año VII vol. VII - 2004


Una Vanguardia con una Ideología rescatada de Nuestra Propia Historia. El Árbol de las Tres Raíces. Se va construyendo así, una vanguardia conformada por los sectores militares y sectores civiles de la izquierda agrupada en el MBR200 (Movimiento Bolivariano Revolucionario 200), construyendo una ideología basada en la recuperación del pensamiento Bolivariano, el de Simón Rodríguez y el

del General Ezequiel Zamora. Cada uno representa importantes núcleos de pensamiento y de práctica política en nuestra historia, de gran conexión con los intereses de los trabajadores y el pueblo. Esto es lo que se comprende como el árbol de las tres raíces. De Bolívar, el Libertador, asumimos su obra y su discurso antiimperialista: la lucha por la soberanía nacional asegurada por la soberanía popular, la soberanía siempre reside intransferiblemente en el pueblo; la integración de los pueblos de América Latina, en una gran federación de naciones libres, con la justicia y equidad como base del derecho. De Simón Rodríguez, “maestro del Libertador”, asumimos su clara visión de los rasgos subjetivos de nuestros pueblos, el mestizaje, la contradicción entre el pueblo que somos y los esquemas económico políticos que pretenden imponernos. Ante esta disyuntiva plantea la necesidad de la invención de respuestas propias y adecuadas a nuestras circunstancias. “O inventamos o erramos”. La educación y el trabajo como base de la construcción de las naciones. De Zamora, el “General de Hombres Libres”, asumimos su mensaje subversivo contra el latifundio, y la reivindicación de la tierra y la propiedad para quienes la hacen producir. La reivindicación de los explotados de la Venezuela de su tiempo. Con estas banderas, a lo largo de 5 años, esta vanguardia con el Comandante Hugo Chávez a la cabeza recorre el país. Proclamando la necesidad de activar el poder soberano del pueblo, llamando a la constituyente, en

DEBATE

izquierda venezolana, en reorganización desde la derrota de la lucha guerrillera (años 60-70), donde los jefes políticos negociaron su pacificación pero sus cuadros, militantes de apoyo, simpatizantes, infraestructura etc, fueron abandonados a su suerte y permanecieron insertos en la población. Juntos, estos dos factores preparan las rebeliones militares del 4 de Febrero y 27 de Noviembre de 1992, que son derrotadas en su intento inmediato, pero constituyen al mismo tiempo, el arranque para las masas de un proceso triunfante. Con el Comandante Hugo Chávez Frías a la cabeza, los rebeldes van a prisión; pero este hecho ha marcado ya la identificación de un líder para las masas y un catalizador para la construcción de una dirección política, ha profundizado el debate en las Fuerzas Armadas y ha acelerado el derrumbe del bipartidismo. De hecho, el gobierno siguiente que gana las elecciones (1993), al mismo tiempo que es el último esfuerzo de la burguesía por reacomodarse en el poder y rescatar su gobernabilidad, significa el quiebre del bipartidismo y un proceso de reagrupación de fuerzas por el cambio.

11 Año VII vol. VII - 2004


medio de una gran discusión sobre si la vía era participar en las elecciones, o si era necesario activar una insurrección popular. Triunfa la tesis que señala el camino de una revolución pacífica y democrática, activando el poder constituyente. Así se construye una alianza electoral (El Polo Patriótico), que da el triunfo a los que impulsamos la revolución bolivariana con más de un 52% de los votos, en Diciembre de 1998. Este es un triunfo apabullante, a pesar de la acción de los medios de comunicación, que pasaron a ser de verdad los partidos de oposición ante el descalabro de los partidos políticos. A pesar de haber modificado las reglas del juego electoral, haciendo antes del tiempo, las elecciones de gobernadores, aplicando fraudes por todas partes para asegurarse las cuotas de poder que hoy todavía mantienen en algunas gobernaciones y alcaldías. Este proceso nos muestra como en medio de la lucha de clases, la ideología se define desde el contexto histórico cultural de las masas, y en ese proceso se construye y redimensiona la dirección política. Todo un tema para la discusión en torno a “La huelga de masas, los sindicatos y el partido”, en Rosa Luxemburgo. Del Triunfo Electoral a la Constituyente: La Soberanía Reside en el Pueblo. La primera acción del Presidente Chávez, al tomar el gobierno, fue la convocatoria del poder del pueblo soberano, a través de un referéndum, para ver si quería discutir una constituyente. Esta convocatoria sólo tuvo en contra a la

minoría de un 20% que representaba al poder que veía perder sus privilegios. En las sucesivas votaciones esa oposición al proceso de cambio estará presente. Así se convoca a la Constituyente, donde los constituyentes electos que apoyan la Revolución Bolivariana representan más del 80%. Una Constitución Construida con el Pueblo. Se discute por todos lados, desde diversos sectores de la sociedad llegan propuestas, también el Polo Patriótico tiene proposiciones, los diversos partidos y el propio Presidente tiene sus planteamientos, en ese proceso se va conformando una Constitución que hoy es programa de acción para la nación venezolana, normativa de la República Bolivariana de Venezuela y paradigma para otros pueblos latinoamericanos y del Caribe. Allí se declara el reconocimiento de una sociedad y un Estado multiétnico y pluricultural. Los pueblos indígenas, las diversas razas, el mestizaje, las mayorías postergadas de siempre pasan a ocupar un lugar protagónico en la República. Un Estado Social de Derecho y de Justicia, donde lo prioritario es el interés social y la justicia, bases del derecho. La democracia participativa y protagónica como superación de la democracia representativa, la democracia directamente ejercida por el voto, por las asambleas de ciudadanos con carácter vinculante. La revocatoria del mandato, los referenda aprobatorios y abrogatorios. El cúmulo de derechos políticos, económicos, sociales, culturales y ambientales, como el

12 Año VII vol. VII - 2004


cia para la clase trabajadora y el pueblo, la posibilidad de ejercer su poder, diríamos con Rosa Luxemburgo. Inauguración de un Proceso Constituyente que aún no Termina. Al ser sometida la Constitución a la aprobación de las mayorías y al ser promulgada por el soberano, se abre el verdadero proceso constituyente, que consiste en la reconstrucción del Estado, a partir de ese nuevo programa. Supone adecuar las nuevas leyes, sustituir aquellas que coliden con la nueva Constitución y poner esas leyes en práctica, un proceso largo en el cual los sectores que rechazan los cambios, desde el exterior del país y desde el interior, han actuado para evitar a toda costa su concreción. La nueva Asamblea Nacional, confirió al Presidente poderes especiales para redactar, consultar a la población y promulgar las leyes. Así se promulgaron las 41 leyes para las cuales había sido habilitado el Presidente.

DEBATE

más amplio compendio en Constitución alguna. La descentralización del poder hasta las provincias y los municipios y la desconcentración del poder con el traspaso hasta las organizaciones de ciudadanos capaces de administrar el bien público en la localidad; los consejos locales de planificación como elemento participativo y contralor en las políticas públicas locales y regionales; el apoyo y estatuto preferencial de la economía social, la democracia económica basada en organizaciones productivas colectivas y comunitarias, la autogestión y la cogestión como formas de profundizarla; la propiedad privada limitada por el bien público y el interés colectivo; la reserva al Estado de las industrias y recursos estratégicos de la nación; la seguridad social para todos los ciudadanos y el sistema único de salud, financiado por los contribuyentes y por los excedentes bancarios; la construcción del poder ciudadano: La Fiscalía General, la Contraloría y la Defensoría del pueblo, como instrumentos para profundizar la defensa de los ciudadanos y la controlaría social. En fin un programa para la transformación de la República y la construcción de otro modelo de desarrollo, alternativo al capitalismo neoliberal. Por primera vez en Venezuela, una Constitución es construida con el pueblo y votada por él. Y hoy la mayor parte de los venezolanos la tienen como guía. A continuación todos los poderes son sometidos a relegitimación y el Presidente Hugo Chávez Frías es reelecto con un porcentaje mayor de votos y con márgenes de oposición de un 30%. Es la profundización de la democra-

La alianza cívico militar y el Plan Bolívar 2000. Al momento de aprobar la nueva Constitución ,en Diciembre de 1999, se desató el desastre del Edo. Vargas. Más de 20.000 muertos y la necesidad de atender a decenas de miles de damnificados y su reubicación en diversas regiones del país. Esto supuso una gran tragedia y al mismo tiempo una gran exigencia económica no prevista; pero al mismo tiempo fue una gran oportunidad para la acción conjunta del pueblo y la Fuerza Armada. El presidente Chávez, como Comandante en Jefe de la Fuerza

13 Año VII vol. VII - 2004


Armada, las asoció a programas urgentes que permitieran avanzar en el pago de la deuda social con la población, atención a la salud, mejorar la infraestructura rural, la vivienda urbana, el transporte aéreo a regiones remotas incomunicadas en el país, lo que permitió un fortalecimiento de la relación cívico militar, implicó a las fuerzas armadas en una labor social, lo que corresponde a una nueva visión de la seguridad nacional, que no está reducida al uso de las armas, o para proteger las fronteras, sino que implica la seguridad integral del pueblo. Las leyes promulgadas por el Presidente y los deslindes. Principales leyes y rupturas. Las leyes promulgadas y consultadas en asambleas del pueblo, de diversos grupos sociales, según fuera el objeto de la Ley, produjeron inmediatamente las rupturas de sectores que habían sido siempre opuestos a los cambios y de factores aliados en el proceso hasta entonces; pero que al ver el contenido de las leyes se dieron cuenta que enfrentaba sus intereses particulares. Así, la Ley de Minas e Hidrocarburos, que reserva al Estado la explotación de los hidrocarburos, que aumenta los impuestos de las empresas trasnacionales y limita el tipo de concesiones, provocó la ruptura de las empresas norteamericanas y sus aliados internos. Había sectores aliados del capital trasnacional que trabajan desde dentro, hacía años para debilitar a PDVSA (industria estatal petrolera), aumentando sus costos y trasladando progresivamente sectores claves

de la industria a las trasnacionales, principalmente norteamericanas, preparando su privatización. El presidente Chávez había dedicado importantes esfuerzos al inicio de su mandato a recuperar la unidad de la OPEP, esto lo llevó a contactar a todos los jefes de Estado de esos países, también a los Presidentes de Irak e Irán. La sed de petróleo norteamericana y su pretexto antiterrorista a partir del 11 de septiembre arreciaron la crítica del gobierno norteamericano y desencadenó el proceso de desestabilización del gobierno venezolano. El Presidente Chávez, fue de los pocos jefes de Estado del mundo que cuestionó los bombardeos a Afganistán, señalando que al terrorismo privado no se le puede responder con el terrorismo de Estado. La Ley de Tierras, que crea impuestos a las tierras improductivas, que promueve la entrega de tierras a los campesinos con un programa de créditos y asistencia técnica, promoviendo la justicia social hacia los campesinos, la seguridad alimentaria del país y el planteamiento de un desarrollo endógeno. Recordemos que Venezuela importa más del 70% de lo que consume, incluida la alimentación. Hoy son 2 millones 265 mil Has. entregadas en uso para 160 mil campesinos y sus descendientes. Esto tocó importantes intereses del latifundio y sectores de la burguesía agraria, que en sus inicios habían apoyado el proyecto bolivariano. La pretensión de sectores que rodearon al Presidente para impedir cambios profundos en el país comenzó a desboronarse y esto provocó importantes rupturas en el sector civil y militar.

14 Año VII vol. VII - 2004


La Ley de Costas, que toca intereses de sectores que a nombre del turismo han privatizado las playas y beneficia a toda la población al permitir el uso de las playas que antes eran monopolio privado. La Ley de microfinanzas y sus bancos: el Fondo de Microfinanzas, el Banco del Pueblo y el Banco de la Mujer, que han impulsado las posibilidades económicas de los sectores más empobrecidos, con créditos pequeños con bajo interés y han dado a la mujer una relevancia en el proceso con una participación muy importante. Así, leyes como las de tributación, de licitaciones, de carrera administrativa, la ley de bancos, de aduanas, de demarcación de tierras indígenas, y otras que están en discusión como la Ley de Pueblos Indígenas, la Ley del Ambiente, la Ley de Aguas, de Participación Ciudadana, la Ley de la Seguridad Social, fueron creando deslindes con diversos sectores económicos que vieron agudizadas sus contradicciones con los intereses de las mayorías. Algunas de estas leyes ni siquiera representaban cambios radicales, simplemente ordenaban el aparato jurídico del país; pero hay que entender que en nuestro país la burguesía siempre fabricó las

leyes a su medida o creó siempre la manera legal de evadirlas. Y ha contado hasta hoy con jueces a su servicio. Estos conflictos y deslindes se dan en el marco del capitalismo global: cualquier reivindicación hoy de la soberanía nacional se transforma en una posición antiimperialista y automáticamente se transforma en anticapitalista, porque la única forma de ser hoy el capitalismo es ser imperialista. La batalla por la soberanía popular es el frente interno más importante en este proceso, ya que es allí donde la profundización de la democracia enfrenta las aspiraciones de las mayorías a los intereses de la clase capitalista. La alianza cívico-militar y el amplio juego democrático con intervención directa de las mayorías son los factores fundamentales en la lucha que hoy libramos. Veamos como se ha estructurado esta lucha a partir de los deslindes vividos.

DEBATE

La Ley de Pesca, que prohíbe la pesca de arrastre antes de 6 millas de la costa favorece a millares de pescadores artesanales y protege los mares de la depredación ambiental que esa pesca produce, por supuesto que eso toca importantes intereses de las empresas pesqueras.

La Conspiración Externa e Interna. Ya he comentado la presencia norteamericana en la conspiración, denunciada en diversas oportunidades por los diputados bolivarianos y del Congreso norteamericano, fundamentalmente por intereses petroleros, pero también por las repercusiones del proceso venezolano en el nuevo despertar de Latinoamérica y el Caribe. La participación del gobierno español por sus intereses en el sector bancario y las apetencias petroleras. También el papel de los medios de comunicación nacionales, actuando como partidos políticos y como manipuladores de toda la información e incluso

15 Año VII vol. VII - 2004


de presión contra sectores de oposición que quisieron participar en algún diálogo con el gobierno. Ciertas agencias internacionales, también sirvieron para transmitir al mundo la imagen de que vivíamos bajo un gobierno autoritario, cuando la realidad es que nunca en nuestra historia las mayorías del pueblo venezolano vivieron tanta democracia y tanta participación en el poder. El poder judicial y las fiscalías, en gran parte en manos de la oposición, las policías de gobernaciones y alcaldías de la reacción eran y son instrumentos de la conspiración. Altos representantes de la Jerarquía Católica, que veían en peligro su tradicional financiamiento por parte del Estado sumaban sus aparatos para provocar la desestabilización. Todos estos instrumentos manejados por los grupos económicos que provocaban la desinversión, impulsaban la fuga de divisas y el cierre de empresas, se expresaron orgánicamente en el paro patronal de Diciembre 2001, que constituyó un fracaso desde el punto de vista de los trabajadores, quienes no acataron el llamado al paro de los empresarios y la cúpula de la confederación sindical; pero ese paro, manipulado por los medios, inició una escalada mediática que llevó a la confusión a importantes sectores de las capas medias, calentando el ambiente en medio de marchas y campañas de atemorización de la población, hasta desembocar en el golpe de estado del 11 de abril del 2002. El golpe de Estado de abril 2002. En este ambiente, con un paro petrolero intentado y fracasado, llevaron a una

importante manifestación con gente traída de todo el país, montaron el escenario, desviando la manifestación para intentar tomar el Palacio de Gobierno. Orquestaron una masacre, con francotiradores y en complicidad con el alto mando militar, que había deslindado con el Gobierno, hicieron preso al Presidente e instauraron un gobierno de facto, que inmediatamente disolvió todos los poderes del Estado e inició una feroz persecución contra las fuerzas constituyentes. Si hubo 12 asesinados por los francotiradores el día 11 de Abril, en los dos días siguientes pasaron de 60 los asesinados en las calles, todos de fuerzas leales al gobierno constitucional. Los canales de TV sólo trasmitían el video manipulado sobre los muertos en Puente Llaguno, la autoproclamación del nuevo gobierno, el asalto a la embajada de Cuba y posteriormente, cuando se inicia la reconquista del gobierno por el pueblo y las fuerzas armadas constitucionalistas, sólo trasmitieron comics. Los dueños de los medios decidieron que la Revolución no sería trasmitida por TV. La respuesta contundente del pueblo con la movilización de millones de ciudadanos y sus Fuerzas Armadas en todo el país, hizo que los golpistas alcanzaran su objetivo sólo por 2 días. Así se inició un proceso de profundización de los cambios, el fortalecimiento de la alianza cívico militar, el pase a retiro de todos los mandos militares implicados en el golpe, la multiplicación de la organización de las masas, el avance en la construcción del poder local económico y político, la creación de medios de comunicación alternativos, la discusión a nivel

16 Año VII vol. VII - 2004


El Sabotaje Petrolero. El golpe que se buscaba asestar ahora, era el golpe económico. Había que estrangular la economía. Pensaron que cerrando las empresas privadas, parando la industria petrolera, boicoteando sus instalaciones, cerrando la navegación, harían renunciar al Presidente. Pensaron que en término de 5 días o una semana, habrían logrado su propósito, para ello contaron con la alta gerencia de PDVSA, quienes, al decretar el paro, enviaron a sus casas a los profesionales medios y a los trabajadores. Aquellos que no querían abandonar sus labores fueron sacados por los cuerpos de seguridad de la empresa y se les impidió el ingreso. La gerencia media y profesional se vio arrastrada por resguardar privilegios: las altas sumas de dinero que devengaban, sueldos de hasta US$ 200.000/año, junto a otra cantidad de beneficios sociales, en un país donde el salario mínimo es aproximadamente de US$ 1.900/año. Estos privilegios

estaban en peligro porque, si no obedecían a la alta gerencia, serían despedidos o marginados. PDVSA era un Estado dentro del Estado y pensaron que el gobierno caería. Muchas pequeñas y medianas empresas fueron arrastradas al paro por presiones de los grandes propietarios, o los abastecedores de materias primas y esto hizo que muchas empresas quebraran. Prometieron pagar los salarios a los trabajadores y al final los despidieron. El desempleo subió de 14% a 20,3 %. La retoma de PDVSA sólo fue posible a los 25 días de haberse iniciado el paro. Con las masas de los trabajadores, el pueblo y la Fuerza Armada, fue posible quebrar el sabotaje. Sólo a los 3 meses, pudo restablecerse la producción. Durante tres meses la población no tenía gasolina para el transporte, ni gas para la comida, resistió con valor y gran solidaridad. El suministro racionado, que paralizó casi todo el resto de la industria, sólo pudo hacerse gracias a la solidaridad internacional de Brasil, otros países de la OPEP, en términos de combustible y el suministro de alimentos a compras de emergencia que hubo que hacer a países amigos. El país vivió el año 2003, los 12 meses, con el ingreso de 9 meses, y aún así la capacidad de resistencia del pueblo aumentó, y a lo largo de este año hubo que desarrollar planes sociales de emergencia para asistir al pueblo por las consecuencias del duro golpe económico. El paro supuso un costo a la nación aproximado de 12 mil millones de US$. El resultado de la retoma de PDVSA es que, por primera vez el Estado tiene control real sobre la industria y se ha

DEBATE

de las masas sobre el petróleo y las implicaciones del complot petrolero internacional. Aún así el Tribunal Supremo de Justicia ,dictaminó que no hubo golpe de Estado sino “vacío de poder”, abriendo la posibilidad de que las fuerzas fascistas internacionales y nacionales prepararan el nuevo golpe. Recurrieron a la intervención de la OEA, buscando crear las condiciones para la aplicación a Venezuela de la Carta Democrática. Se estableció una mesa de diálogo y negociación, que sólo después del fracaso del sabotaje petrolero logró concretar algunos acuerdos.

17 Año VII vol. VII - 2004


quebrado el trabajo solapado para la privatización de la empresa. Los negociados descubiertos dentro de la empresa con trasnacionales, que operaban dentro de ella, han sido cortados. Los 14 mil despedidos mostraron que había personal financiado sin ser necesario, que había negocios banales y superfluos. Hoy el costo de producción por barril se ha reducido en un 40% y estos son ingresos que han ayudado a salir más rápidamente de la crisis. Hoy la empresa está en sus niveles de producción y exportación normal y la economía venezolana que decayó este año en –8% empieza en diciembre a tener crecimiento positivo. Hoy los trabajadores participan y estructuran la cogestión de la empresa y se propicia la vinculación con el desarrollo de las comunidades. Después del golpe de abril 2002 y del sabotaje petrolero de diciembre-marzo 2003, el apoyo del pueblo al gobierno y a su presidente se incrementó y hoy tiene un apoyo superior al 50% de la población, después de 5 años de gobierno, que han significado 5 años de lucha continua y de dificultades económicas para las mayorías. El Poder Dual: La Acción desde los Ministerios y las Misiones. Intentar los cambios con las mayorías, en un proceso constitucional, pacífico y democrático, supone que el viejo Estado convive con lo nuevo que está naciendo, y que lo nuevo debe surgir como producto de la movilización y lucha de las mayorías, en combinación con los sectores revolucionarios en el gobierno, esto es el poder dual que se da en nuestro proceso.

Los Ministerios y la mayor parte de los trabajadores de la administración pública, representan todavía la paralización burocrática que le fue implantada al Estado, a lo largo de más de 60 años. Los mecanismos de decisión y participación en la administración pública y su real servicio al pueblo son deficientes. La Ley de Carrera Administrativa, asegura la estabilidad a los trabajadores y gran parte de ellos están allí por el clientelismo de los anteriores gobiernos. Cada gobierno daba trabajo a sus afiliados políticos, incluso se inventaban los cargos y hoy muchos de esos trabajadores son parte de la oposición que sabotea continuamente la gestión pública. Esto dificulta hacer marchar los planes de gobierno, a través de las estructuras ministeriales, o por la cultura y los mecanismos burocráticos o por el sabotaje, además de la cultura de la corrupción también presente. Incentivar la Organización y la Participación Popular. Por eso, la tarea fundamental era impulsar el desarrollo de las organizaciones populares, que han sido base para la movilización y respuesta del pueblo. Así surgieron decenas de miles de círculos bolivarianos, así se formó UNT, la Unión Nacional de Trabajadores, que deslindó de la Central Sindical patronal, así nació la Fuerza Bolivariana de Trabajadores, de los campesinos, de los pescadores, de los estudiantes y de las mujeres. Se fortaleció el Movimiento Indígena, la Clase Media en Positivo, las fuerzas de la economía social, más de 7 mil cooperativas en 5 años, múltiples formas organizati-

18 Año VII vol. VII - 2004


Las Misiones como Alternativa Bolivariana para Saldar la Deuda Social y Aumentar el Poder del Pueblo. En la construcción del otro poder, el Presidente con el equipo de Gobierno, ha buscado alternativas para avanzar en el saldo de la gran deuda social del Estado Venezolano y así han nacido las misiones, que se caracterizan por encontrar caminos rápidos de acción masiva en la atención a la población con su propia participación.

DEBATE FRAN SOTELDO

vas del movimiento social, que en los momentos de mayor confrontación han sido el baluarte de la defensa de ese proceso. Vincular la acción de los Ministerios, a la acción local de estos grupos y movimientos ha sido tarea importante para sobrepasar las trabas burocráticas. Por ejemplo, en vinculación con el Ministerio de Ambiente, del que hago parte, se han desarrollado centenares de experiencias, de brigadas de protección ambiental, las mesas de agua para discutir y tomar decisiones sobre la problemática del agua en las comunidades, la protección de las cuencas, los viveros comunitarios, la reforestación a través de organizaciones comunitarias locales, las organizaciones ecológicas productivas, los modelos de desarrollo local sustentable. Es una fuerte lucha superar la planificación hecha desde los escritorios, sin el pueblo, para pasar a involucrar a las comunidades y sectores sociales en la consulta y ejecución de todo proyecto de desarrollo.

La Misión Barrio Adentro. Hoy, gracias a un convenio con la hermana República de Cuba, hay 10.200 médicos cubanos en los sectores más pobres del país, junto a algunos médicos venezolanos que se han sumado, que atienden a 12 millones de venezolanos, que antes no tenían ningún acceso a una atención primaria de salud. Ellos viven en las casas de los vecinos en los barrios, sus consultorios están en casas de los mismos pobladores, o en escuelas, o ambulatorios que ahora se construyen en forma masiva en las comunidades. Está siendo la base para la

19 Año VII vol. VII - 2004


construcción de la Red Nacional de Atención Primaria de Salud. A causa de la oposición de algunos dirigentes del gremio médico, la población ha salido a la defensa de ese derecho conquistado. Misión Robinson, Misión Ribas, Misión Sucre. Todas en el terreno educativo. La Misión Robinson, para los analfabetos y continuará hasta terminar la educación primaria. En 6 meses se ha alfabetizado a un millón de personas. Venezuela, en algunos meses, no tendrá una persona adulta que no sepa leer y escribir. La Misión Ribas,para la educación secundaria; fueron censados 1.300.000 que no habían logrado terminar la secundaria, ya hay 400 mil que iniciaron sus estudios en diversos centros de estudio, en espacios alternativos, con estudiantes facilitadores, de los cuales hay 100 mil estudiantes becados. Los otros irán incorporándose a la educación a razón de 200 mil cada tres meses. La Misión Sucre, para los que no pudieron ingresar a la universidad o la abandonaron, ya han sido censados 566 mil y ya han comenzado el ciclo introductorio 70 mil personas. Los demás seguirán ingresando por lotes cada 3 meses. La Misión Sucre salda la gran deuda que provocó la privatización y elitización de nuestras universidades, además se impulsó la Universidad Bolivariana donde irán a participar muchos de los egresados de la Misión Ribas. Aquí quiero hacer un sincero reconocimiento y agradecimiento al pueblo

y gobierno de Cuba. Ellos han aportado su metodología, los equipos y materiales para la realización de estas misiones. El pueblo venezolano tiene hoy una gran deuda con el pueblo y el gobierno cubano por esta gran muestra de solidaridad revolucionaria. Misión Guaicaipuro, dirigida a los pueblos indígenas, asumiendo como prioridad la titularidad de sus tierras. La atención urgente a los más empobrecidos con programas de asistencia y el objetivo de realizar 600 proyectos de desarrollo etnocultural en pequeñas poblaciones. En el país hay más de 500 mil indígenas y 33 etnias. Misión Cristo, para la lucha contra la pobreza, la Misión Zamora para la reforma agraria y el desarrollo rural. La Construcción de la Dirección Política. La constitución del MBR200, pasando por el Polo Patriótico como coalición electoral liderada por el MVR (Movimiento V República), el Comando de la Revolución, el Frente de Movimientos Sociales, la Coordinación de las Misiones, siempre bajo el liderazgo indiscutible del Presidente Hugo Chávez Frías, han sido instancias que han contribuido a la formación de una dirección del proceso. No hacia un partido único, pero caminamos hacia una mayor unificación de la dirección, en la medida que el mismo proceso va decantándola y que la comprensión y ejecución del Programa, que es la Constitución, va desarrollándose.

20 Año VII vol. VII - 2004


Un Pretexto para el Nuevo Golpe de Estado: el Fraude y la Desestabilización. Ante el fracaso y la frustración desencadenada en las filas de la oposición intentan nuevamente usar el referéndum para recuperar sus fuerzas. Han recurrido a todo tipo de fraudes para recolectar el 20% de las firmas: firmando por los difuntos, firmando con cédulas de otras personas producto del robo, firmas de no inscritos en el Registro Electoral, amenazas a los trabajadores de ser echados del empleo en la empresa privada si no llevaban el certificado de haber firmado, chantaje para la atención en los hospitales, ancianatos y hasta psiquiátricos controlados por gobernadores

y alcaldes de la oposición. Ha sido el fraude tradicional que permitió a la derecha ganar elecciones y permanecer en el poder más de 40 años, provocando además abstenciones superiores al 30%, al generar en la población la desconfianza de los procesos electorales. Todo esto debe ser analizado por el CNE (Consejo Nacional Electoral); pero al final sólo podrá ser verificada la firma o quizás la huella digital. Ellos legalmente no han recogido el 20% de las firmas; pero, ¿quién verificará las firmas? ¿Quién transcribirá los datos? Por esas vías del fraude y la conspiración es posible que tengamos que ir a un referéndum revocatorio. El pueblo venezolano se apresta a una nueva e importante batalla.

DEBATE

El Momento Político que Vivimos. El Referéndum Revocatorio, una Decisión Constitucional. El referéndum revocatorio es fruto de una propuesta del propio Presidente de la República a la Asamblea Constituyente, el cual fue rechazado por la oposición, ante el temor del control social sobre el poder. Se trata que, después de la mitad del período de gobierno, el pueblo pueda ser consultado sobre su gestión, siempre y cuando lo exija el 20 % de los votantes del país. La oposición ha usado el referéndum como elemento movilizador, solicitándolo antes de que el Sr. Presidente Hugo Chávez ,cumpla la mitad del mandato, como instrumento preparatorio a los dos golpes intentados. Ahora lo intenta nuevamente. Por su parte las fuerzas del cambio intentan el revocatorio de los diputados que traicionaron el proyecto y que en medio de las rupturas provocadas por las nuevas leyes pasaron a ser parte de la oposición.

El Pueblo Aprende las Lecciones y Protagoniza. Crecimiento de la Conciencia de Clase y de su Capacidad Organizativa. Es innegable el avance político de las mayorías y el desarrollo de su capacidad organizativa, muchas veces por encima de los que fungen de dirección en algunos procesos. En la lucha por los revocatorios, se dará una nueva prueba de está capacidad. Hay dificultades en la cuestión electoral, porque muchos de los más excluidos del sistema, que hoy son los beneficiarios de este proceso, nunca votaron o habían rechazado toda salida electoral a su situación y estos son hoy un importante factor de decisión y necesitan ser integrados al Registro Electoral Permanente. Pero las fuerzas del pueblo, a través de sus múltiples formas organizativas, serán los que hoy den esta importante batalla por evitar la interrupción del proceso. Sabemos que detrás de la oposición interna hay impor-

21 Año VII vol. VII - 2004


tantes fuerzas trasnacionales y Estados imperiales financiando el retorno a la economía y democracia neoliberal; pero sabemos que esta batalla de hoy es realmente una batalla por la paz. Si las fuerzas de la reacción retoman el poder será la implantación del fascismo; porque ellos saben que ya Venezuela no será gobernable en el marco de una democracia burguesa tradicional o neoliberal. Crecimiento de la Solidaridad Internacional. La Revolución Bolivariana y sus Repercusiones Continentales. Sabemos que cuando el proceso de la Revolución Bolivariana empezó en nuestro país, era muy difícil de entender por los pueblos formados en la visión democrática burguesa, donde “militar” suena a dictadura y autoritarismo. Los mismos sectores progresistas y de izquierda del mundo, reaccionaron con gran escepticismo. Hoy, en la medida que ha ido avanzando nuestro proceso, los pueblos que empeñan su vida en un cambio de sistema y de civilización han ido entendiendo y apoyándolo. A la solidaridad demostrada por el pueblo y gobierno cubano, el pueblo y gobierno brasilero, se han sumado importantes movimientos sociales del mundo, que hoy apoyan la Revolución Bolivariana porque la entienden como una expresión nacional de la lucha de los pueblos contra el Imperialismo. Basta ver la cantidad de grupos bolivarianos que se expanden por el mundo, para contrarrestar la manipulación mediática, asegurar una información real y promover el apoyo hacia la revolución venezolana. Mi presencia hoy ante ustedes es una muestra

del crecimiento de la solidaridad internacional hacia el proceso bolivariano. Los pueblos de Argentina, Bolivia, Uruguay, Ecuador, República Dominicana, El Salvador, Colombia y otros que se debaten en luchas por frenar a la vorágine neoliberal, toman aliento de nuestra experiencia. La posición venezolana sobre el ALCA (Alianza de Libre Comercio de las Américas), y la contrapropuesta del ALBA (Alianza Bolivariana de América Latina y el Caribe) va teniendo cada vez más resonancia en nuestros pueblos. La fusión de la Comunidad Andina con el MERCOSUR, son importantes avances en la integración de nuestros pueblos. Estamos conscientes que el avance de la Revolución Bolivariana está íntimamente condicionado por el avance de la resistencia y la lucha en los diversos pueblos del mundo. La intervención de los sectores de poder norteamericanos en nuestro país sería mucho más agresiva, si no fuera por la lucha que hoy libra el glorioso pueblo de Irak contra la invasión norteamericana y de sus aliados. Sabemos que al Imperialismo norteamericano no le complacen los avances de la Revolución Bolivariana; pero sabemos y ellos lo saben, que la lucha global de los pueblos contra el Imperialismo crece y que es indetenible. Hoy, la memoria de Rosa Luxemburgo y sus ideas, se expresan en el avance de los pueblos, a través de las múltiples luchas y foros mundiales que sostienen la necesidad de la construcción de otro mundo o el retorno a la barbarie. Gracias por la solidaridad y la capacidad de resistencia de ustedes, que viven y luchan en medio de uno de los importantes centros del poder mundial.

22 Año VII vol. VII - 2004


DEBATE

Aventuras Bélicas de Bush

CARLOS MANRIQUE

Entrevista de Atilio A. Boron a Noam Chomsky

-Atilio A. Boron: Si se examinan las recientes políticas de los Estados Unidos en relación a Irak, ¿Cuál cree Ud. que ha sido el verdadero objetivo de esta guerra? -Noam Chomsky: Bien, podemos estar completamente seguros de una cosa: las razones que aducen no son las “verdaderas” razones. Lo sabemos porque aquéllas son internamente contradictorias. Un día Bush y Powell afirman que la “única cuestión” es si Irak se desarma o no. Al día siguiente dicen que no importa el desarme de Irak porque invadirán de todos modos. Poco después dicen que si Saddam y su grupo abandonan Irak entonces el problema estaría resuelto. Y al día siguiente, en la Cumbre de las Azores, cuando lanzaron el ultimátum a las Naciones Unidas, dijeron que aún cuando Saddam y su pandilla salie-

ran de Irak ellos invadirían de todas maneras. Y continuaron de este modo todo el tiempo. Cuando se ofrecen razones contradictorias cada vez que se habla, lo que se está diciendo es: “no crea una palabra de lo que digo”. De modo que podemos descartar las llamadas “razones oficiales” de la invasión. Creo que los verdaderos motivos no son demasiado oscuros o difíciles de comprender. En primer lugar, existe un interés de larga data en esa zona. Esto no explica el momento elegido para la invasión pero definitivamente nos ilumina en relación al interés fundamental que la motiva. Me refiero a que Irak posee las segundas reservas de petróleo del mundo y, en este sentido, controlar el petróleo iraquí y, más aún, establecer bases militares norteamericanas en Irak, situaría a los Estados Unidos en una posición aún más fuerte que la actual para dominar el sistema energético internacional. Esto es, por sí mismo, extremadamente importante a los efectos del control mundial, y a ello habría que sumar las ganancias que se

23 Año VII vol. VII - 2004


derivarían de tal predominio. Probablemente los Estados Unidos no intenten acceder al petróleo de Irak; tal vez pretendan utilizar para sí mismos los recursos más seguros de las cuencas petrolíferas del Atlántico (Hemisferio occidental, África occidental). Sin embargo, controlar el suministro mundial de petróleo ha sido un principio rector de la política exterior estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial, e Irak es particularmente significativo en este aspecto. De modo que éste es el interés de largo plazo. Sin embargo no explica el momento elegido para la invasión. Si queremos entender el momento, o la oportunidad de la invasión, es preciso recordar que en septiembre de 2002 comenzó una masiva campaña de propaganda en favor de la guerra. Antes de esta fecha el régimen de Irak era acerbadamente criticado pero no existía un proyecto de fomentar entre la población norteamericana una fiebre belicista. Es por eso que debemos preguntarnos qué más sucedió después de septiembre de 2002. Bien, dos cosas importantes tuvieron lugar. La primera fue la apertura de la campaña para las elecciones legislativas al promediar el mandato presidencial de George W. Bush. El Sr. Karl Rove -su jefe de campaña- fue muy claro al explicar aquello que debería ser obvio para todo el mundo: que a los republicanos no les sería posible ingresar en la campaña con un programa cuyo foco estuviera concentrado en torno a temas sociales y económicos. La razón era que la administración Bush estaba llevando a cabo políticas absolutamente perjudiciales para la

mayor parte de la población y favorables tan sólo para el estrecho grupo de grandes empresas y los sectores corruptos vinculados al poder. Motivo éste suficiente, pues, para no poder enfrentar al electorado con propuestas de índole económico o social. Tal como Rove lo dijera, si pudiéramos hacer de la seguridad nacional el tema primordial de la campaña entonces seremos capaces de ganar porque la gente - como ustedes saben- se aglutina en torno del poder si se siente atemorizada. Y esta convicción es una verdadera “segunda naturaleza” de la actual dirigencia norteamericana. Esta gente ha conducido el país desde los años ochentas con programas de política doméstica muy anti-populares pero siempre dispuestos a oprimir el botón del pánico de masas una y otra vez. Los ejemplos utilizados varían -las “amenazas” pueden ser Nicaragua, Granada, el crimen, la inseguridad urbana, etc.-, pero todos apuntan a la inseguridad de la población norteamericana. Rove también puntualizó que una estrategia similar sería necesaria para la futura elección presidencial. Todo lo anterior quieren hacerlo no tan sólo para permanecer en sus cargos sino porque quieren institucionalizar, en la esfera doméstica, un programa de gobierno altamente regresivo que les permitiera suprimir todo vestigio de políticas social demócratas al estilo New Deal, convirtiendo al país en una sociedad nodemocrática y pasiva, controlada casi por completo por un sector capitalista altamente concentrado y poderoso. Esto implicaría, por ejemplo, recortar el presupuesto público en salud, seguridad social,

24 Año VII vol. VII - 2004


rra, lo cual es bien comprensible. Si la gente cree que hay un enemigo que pretende destruirla y que ya los ha atacado es muy probable que acepte ir a la guerra. En efecto, si Ud. mira a la prensa de estos días en ellas se describe a los soldados diciendo: “estamos aquí por venganza, saben, porque volaron el World Trade Center, o porque nos atacarán”, o algo parecido. Bien, estas creencias son completamente únicas de los Estados Unidos. Quiero decir: nadie en el mundo cree en algo siquiera parecido. No poca gente en Kuwait o Irán odia a Saddam Hussein, pero no le temen, porque saben que es el país más débil de la región. De todos modos, la campaña mediática gubernamental funcionó brillantemente, aterrorizando a la población hasta hacerle aceptar la guerra pese a que existía mucha oposición ante la opción bélica. Este, entonces, fue el segundo factor que explica el momento elegido para la invasión. Finalmente, hubo un tercer factor, tal vez aún más importante que los anteriores. En septiembre de 2002 el gobierno anunció la nueva estrategia de seguridad nacional. Esta no es una medida sin precedentes por sus contenidos, pero sí lo es en tanto que formulación oficial de política de Estado. Lo que allí se anuncia es que Estados Unidos habrán de destruir el Sistema de Derecho Internacional en su totalidad, el fin de la Carta de las Naciones Unidas, y que los Estados Unidos llevarán a cabo una guerra agresiva -que denominaremos “preventiva”- en cualquier momento y lugar que les parezca oportuno y que gobernaremos al mundo por la fuerza. Además, nos aseguraremos de que no exista desa-

DEBATE

probablemente en educación, etc., y, al mismo tiempo, un enorme aumento del poder estatal. Estos grupos dominantes no son conservadores; llevaron al país a contraer un déficit fiscal enorme gracias al mayor aumento en el gasto federal de los últimos 20 años y a los fabulosos recortes impositivos en favor de los ricos, y lo que quieren es precisamente institucionalizar este proyecto. Lo que buscan entonces es un descalabro fiscal que torne imposible continuar financiando los programas sociales. Saben que no pueden enfrentar una elección declarando que quieren destruir dichos programas de ayuda popular, pero sí pueden levantar sus manos con desesperación y decir “¡Qué podemos hacer, si no tenemos dinero!”, una vez que se cercioraron de tal cosa por las grandes reducciones impositivas otorgadas a los ricos y el fuerte incremento en los gastos militares (incluyendo a las industrias de “alta tecnología”) y en otros programas a favor de las grandes empresas y los ricos. Este es, por lo tanto, el segundo aspecto a tener en cuenta y que tiene que ver con los espectaculares logros de la campaña de propaganda lanzada por el gobierno. Esta campaña mediática, que comenzó en septiembre de 2002, convenció muy rápidamente a la mayor parte de la población que Irak representaba una amenaza inminente para la seguridad de los Estados Unidos e incluso que era responsable por los atentados del 11 de septiembre. Es decir, no existe ni un grano de verdad en todo esto, pero por ahora la mayoría de la población cree en estas historias y tales actitudes encuentran correlato en un fuerte compromiso con la gue-

25 Año VII vol. VII - 2004


fío alguno a nuestra dominación, porque somos tan abrumadoramente superiores en materia militar que simplemente aniquilaríamos cualquier desafío potencial a nuestra primacía. Como se pueden imaginar, esta declaración produjo escalofríos en todo el mundo y estremeció a la élite diplomática norteamericana. Es decir, no es que cosas como estas no habían sido jamás escuchadas en el pasado. Pero nunca habían sido formuladas como la política oficial de los Estados Unidos. Sospecho que tendríamos que remontarnos hasta Hitler para encontrar una analogía de esta situación. Ahora bien, cuando alguien propone nuevas reglas y nuevas políticas para el comportamiento internacional tiene que ilustrarlo, tiene que lograr que la gente entienda lo que se quiere decir. Además debe haber lo que un historiador de Harvard denominó una “guerra ejemplar”, una guerra modelo, que demuestre que nosotros realmente hacemos aquello que decimos. Para ello es preciso contar con un blanco o una víctima apropiada, el cual debe reunir varios atributos. En primer lugar, debe ser un objetivo completamente indefenso. Nadie elegiría atacar un blanco capaz de defenderse a sí mismo; esto sería imprudente. Irak cumple este requisito a la perfección, dado que es el país más débil de la región y ha sido devastado por sanciones y se encuentra casi completamente desarmado. Además, los Estados Unidos han escrutado cada pulgada del territorio iraquí mediante satélites, constantes sobrevuelos de vigilancia y, más recientemente, por los vue-

los de los U-2. Entonces sí, Irak es extremadamente débil y satisface la primera condición. En segundo término, debe ser un objetivo importante y valioso. Es decir, carecería de sentido invadir Burundi, por ejemplo; el blanco debe ser un país que, por sus recursos y riquezas, valga la pena controlar. Irak también satisface esta segunda condición. Como ya lo mencioné, es el segundo mayor productor de petróleo en el mundo, por lo tanto, es el ejemplo perfecto y un caso ideal para esta “guerra ejemplificadora”, cuya intención sería poner al mundo sobre aviso al explicitar concretamente que esto es lo que estamos dispuestos a hacer en cualquier momento que elijamos. Tenemos el poder, y hemos declarado que nuestro objetivo es la dominación por la fuerza y que ningún desafío a nuestro dominio será admitido. Les hemos demostrado qué es aquello que nos proponemos hacer y estamos preparados para el siguiente. Procederemos, entonces, hacia nuestra próxima operación. Ante esta serie de condiciones, la guerra aparece como una muy razonable elección a los efectos de someter algunos principios a prueba. Atilio A. Boron: Ahora bien, de acuerdo con su análisis ¿cuál podría ser el próximo objetivo? Porque de sus palabras infiero que Ud. no cree que los Estados Unidos se detendrán en Irak. ¿O sí? Noam Chomsky: No, y ellos ya lo han dejado muy en claro. Necesitan algo para la próxima elección presidencial y, por lo tanto, continuarán con sus aventuras bélicas. Durante sus primeros doce

26 Año VII vol. VII - 2004


cera alternativa, que no puede ser considerada a la ligera, es la región Andina. Se trata de una zona que posee muchos recursos y que está fuera de control en países como Colombia, Venezuela y probablemente Ecuador. Existen bases militares estadounidenses rodeando toda la región, y las fuerzas de los Estados Unidos ya están instaladas allí. El control de Latinoamérica es extremadamente importante, por supuesto, especialmente con los acontecimientos que tienen lugar en Venezuela, Colombia, Ecuador, Brasil y Bolivia. Está claro que la dominación de los Estados Unidos se ve amenazada y esto no puede ser aceptado, en particular en una región tan próxima y crucial debido a la riqueza de sus recursos naturales. Entonces esta es la otra posibilidad. Atilio A. Boron: Todo esto es muy preocupante. La pregunta es, entonces, ¿cree usted que toda esta situación en Irak, la invasión y sus secuelas, afectarán de una manera irreparable la estabilidad política de Medio Oriente? ¿Cuáles serían los probables “efectos colaterales” de esta invasión en países caracterizados por la fragilidad de su constitución política, como por ejemplo, Arabia Saudita, Siria, Irán o incluso en los territorios kurdos? ¿Qué podría suceder con el problema Palestino, que continúa siendo crucial en la región? Noam Chomsky: Bien, lo que sucederá en el mundo árabe es extremadamente difícil de predecir. Es decir, es un mundo desorganizado y caótico, en donde existen regímenes altamente autoritarios y brutales. Sabemos cuales son las actitudes populares que allí predomi-

DEBATE

años de gobierno republicano (19801992) así ocurrió y así seguirá ocurriendo hasta que logren institucionalizar las políticas domésticas aludidas más arriba y disponer de un sistema internacional congruente con sus planes. ¿De modo que cuál es el próximo blanco? Bueno el próximo objetivo elegido debe reunir condiciones similares a las anteriormente mencionadas. Debe ser suficientemente valioso e indefenso para ser atacado. Existen algunas opciones. Siria es una posibilidad. En ese caso Israel estaría encantado de participar. Si bien Israel es un país pequeño, desde el punto de vista de su poderío es una verdadera base militar “off shore” de los Estados Unidos, de modo que detenta una fuerza militar enorme con cientos de armas nucleares (y posiblemente algún tipo de armas químico-biológicas). Sus fuerzas de aire y tierra son mayores y más avanzadas que las que integran cualquiera de los países que forman parte de la OTAN, y los Estados Unidos están por detrás de todo este enorme aparato militar. Por lo tanto, Siria es una posibilidad. Irán es otra opción aunque más difícil porque es un país más complicado para dominar y controlar. Sin embargo, existe una razón para creer que durante uno o dos años han habido esfuerzos encaminados a tratar de desmantelar a Irán, a fracturarlo en grupos internamente irreconciliables. Estas iniciativas han estado en buena medida orquestadas desde las bases norteamericanas en las provincias orientales de Turquía, desde donde también han partido vuelos de reconocimiento y vigilancia sobre la frontera iraní. De modo que esta es otra posibilidad. La ter-

27 Año VII vol. VII - 2004


Unidos. Si pudieran hablar libremente, por ejemplo, sobre la violación de las resoluciones de las Naciones Unidas, esas voces presentarían el caso de Israel que tiene un récord mucho peor que el de Irak en esta materia. Pero, claro está, Israel goza de la protección de los Estados Unidos. Esas voces también expresarían su preocupación por la independencia, que los Estados Unidos no favorecen, de forma tal que cabe esperar que Washington continuará apoyando regímenes opresivos y no-democráticos como en el pasado, y tal como lo hizo en América Latina por muchos años, a menos que se le puedan dar garantías de que los nuevos gobiernos de

28 Año VII vol. VII - 2004

COMPOSICIÓN: LUIS DANIEL BARRIOS

nan. Quiero decir, los Estados Unidos están muy preocupados con las actitudes que prevalecen en la región y académicos norteamericanos especializados en los países del Medio Oriente han realizado investigaciones bastante buenas sobre el área y sus resultados fueron dramáticos. Uno de los estudios más recientes, de la Universidad de Maryland, cubrió desde Marruecos hasta el Golfo Pérsico y el Líbano. Bien, en esa área una mayoría abrumadora de la población manifestó desear que los líderes religiosos tuviesen un papel más importante en el gobierno. Un porcentaje similar, cercano al 95 por ciento, cree que el único interés norteamericano por la región es el acceso a sus reservas de petróleo, el fortalecimiento de Israel y la posibilidad de humillar a los árabes. Estamos ante una opinión casi unánime. Así, de existir alguna voz popular que pudiese surgir en la región, o algún tipo de movimiento democrático, podría convertirse en algo similar a lo conocido en Argelia hace diez años. No sería necesariamente un gobierno islamista radical sino uno con una corriente islamista más enérgica que la que actualmente existe en muchos países. Creo que esto sería lo último que querrían los Estados Unidos, de modo que, muy probablemente, toda alternativa de apertura democrática tropezaría inmediatamente con una férrea oposición de la Casa Blanca. Pero las voces en favor de una democracia secular también serían confrontadas por los Estados


un cambio de política en una dirección cada vez más extremista. Hasta ahora la posición oficial había sido que no debía haber más asentamientos en los territorios árabes. Por supuesto, esta era una postura hipócrita por parte de los Estados Unidos, pues mientras que proseguían otorgando apoyo militar, económico y diplomático para sustentar la creación de más asentamientos sostenían una postura oficial retóricamente opuesta a este curso de acción. Ahora la política oficial cambió y está a favor de los asentamientos hasta el momento en que los Estados Unidos determinen unilateralmente que el “proceso de paz” ha progresado lo suficiente, lo que significa, en lo esencial, avalarlos indefinidamente. Tampoco se tomó debida nota de que en el pasado mes de diciembre la administración de Bush modificó, en la Asamblea General de Naciones Unidas, la posición estadounidense en un tema importante. Hasta ese momento la Casa Blanca había siempre avalado las resoluciones del Consejo de Seguridad de 1968 oponiéndose a la anexión de Jerusalén por Israel, y ordenado a las autoridades israelitas poner fin a toda iniciativa encaminada a tomar posesión de Jerusalén del Este y de expandir Jerusalén, que ahora se ha convertido en un área enorme. Oficialmente los Estados Unidos siempre se habían opuesto a esta expansión, aunque nuevamente de manera hipócrita. Sin embargo, en diciembre último la administración Bush apoyó esta política produciendo un cambio bastante abrupto en relación a su postu-

DEBATE

la región habrán de ajustarse estrictamente a las prioridades de Washington. Por otro lado, estos movimientos populares del mundo árabe son tan caóticos que resulta difícil predecirlos -es decir, incluso quienes participan en ellos no saben o no pueden saber qué es exactamente lo que quieren; lo que sí conocemos es el tremendo odio, el antagonismo y el miedo -probablemente como nunca antes- existente en relación a los Estados Unidos. El problema israelí-palestino es, por supuesto, el tema central en el mundo árabe. La administración Bush ha sido muy cuidadosa al respecto, y no ha tomado partido por ninguna posición. Sus acciones, sin embargo, socavan las perspectivas de una resolución pacífica del conflicto. Por ejemplo, al financiar nuevos programas de asentamientos de los israelíes en los territorios árabes. Es por ello que nuestros gobernantes no dicen nada. Casi todo lo que dicen es que “tenemos una visión”, algo realmente sin sentido. Mientras tanto, el silencio oficial contrasta con el apoyo efectivo a las posiciones más extremistas dentro de Israel. Por eso lo que la prensa ha señalado como la expresión más significativa de George Bush - reiterada por Collin Powell más tarde- fue que la colonización de los territorios árabes ocupados continuará hasta que Estados Unidos determine que las condiciones para la paz han sido establecidas, y se pueda avanzar en ese mítico “mapa carretero” trazado por Washington. Esta afirmación que fue saludada como “significativa” implica, de hecho,

29 Año VII vol. VII - 2004


ra anterior, y tan significativo como ninguno que se recuerde en la historia diplomática de los Estados Unidos. Es significativo, asimismo, que un cambio de esa envergadura no hubiera sido dado a conocer dentro de los Estados Unidos. Sin embargo, pese a pasar casi inadvertido, tal cambio tuvo lugar. En el pasado los Estados Unidos vetaron los esfuerzos europeos de emplazar monitores internacionales en los territorios ocupados -una iniciativa tendiente a reducir las violentas confrontaciones políticas de la región. Los Estados Unidos sabotearon las reuniones programadas para diciembre de 2001 en Ginebra, cuando se intentaba implementar las convenciones de Ginebra, y mientras las otras partes contratantes se presentaron, los Estados Unidos rehusaron tomar parte de esa reunión, con lo cual la terminaron bloqueando. No sólo sabotearon la conferencia sino que declararon que Sharon era un hombre de paz y respaldó sus políticas represivas. Entonces, todo hace presumir que los Estados Unidos se moverán hacia una política más dura en torno al tema de los territorios, otorgando a los palestinos a lo sumo alguna clase de status formal -y carente de significado- como un “estado” de la región. Por supuesto, esto será seguramente presentado como un gran logro democrático, el triunfo de la paz y la libertad, y todo lo que usualmente se dice en estos casos. Ellos tienen montada una inmensa operación de relaciones públicas y procurarán presentar la nueva política de esta forma, pero la realidad no parece ser muy alentadora.

Atilio A. Boron: Solamente tendría dos preguntas más para realizarle. Una es sobre el futuro del sistema de Naciones Unidas. Un artículo reciente de Henry Kissinger, reproducido por la prensa argentina, decía que el multilateralismo estaba terminado y que el mundo tenía que aceptar las condiciones derivadas de la superioridad absoluta de las fuerzas armadas norteamericanas dado que el antiguo orden internacional está terminado. ¿Cuál es su reflexión sobre el futuro del sistema de Naciones Unidas y de los acuerdos internacionales? Noam Chomsky: Bueno, usted sabe, se trata de una formulación más descarada de políticas que se inscriben en la misma tónica de siempre. El unilateralismo siempre existió en el marco de las Naciones Unidas, y Henry Kissinger sabe esto perfectamente bien. Es algo que viene de muy atrás. Quiero decir: ¿hubo alguna autorización de las Naciones Unidas aprobando la invasión norteamericana a Vietnam del Sur hace 40 años? En realidad, el tema ni siquiera pudo instalarse en la agenda de discusión de las Naciones Unidas. La ONU y casi todos los países se oponían abrumadoramente a las operaciones de los Estados Unidos en Vietnam, pero el tema nunca pudo aparecer y ser sometido a discusión porque todos sabían que si tal cosa ocurría las Naciones Unidas serían simplemente desmanteladas por los Estados Unidos. Cuando la Corte Internacional de Justicia condenó a Washington por su ataque a Nicaragua la respuesta oficial de la administración

30 Año VII vol. VII - 2004


cano, pronunció un importante discurso en la Sociedad Norteamericana de la Ley Internacional en la que enunció, en sus líneas principales, los contenidos de la Doctrina Bush de septiembre de 2002. Lo que dijo es que no hay ninguna “controversia legal” que pueda surgir en el caso de una respuesta norteamericana ante un desafío a su “poder, posición y prestigio”. Nada puede ser más extremo que esto. Las diferencias con septiembre de 2002 es que en lugar de ser una política operativa ahora se convirtió en la política oficial del gobierno norteamericano. Esta es la diferencia. Las Naciones Unidas han sido irrelevantes en la medida en que Estados Unidos le impidieron funcionar. Es por esto que, desde mediados de 1960, cuando las Naciones Unidas se habían convertido en algo más independientes a causa de la descolonización y de la recuperación de otros países del mundo luego de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos se convirtieron de lejos en el país que más resoluciones del Consejo de Seguridad ha vetado sobre un amplio rango de temas -Gran Bretaña está segunda- y ningún otro país está ni siquiera cerca de esta situación. Esto es lo que hace que las Naciones Unidas no sean efectivas. Esto equivale a decir que “o ustedes hacen lo que les decimos o les patearemos el trasero”. Actualmente es mucho más descarado. Lo único correcto que Kissinger está diciendo es que ahora no encubriremos las políticas que estamos llevando a cabo. Atilio A. Boron: Muy bien. He aquí mi última pregunta: ¿Cuál ha sido el impacto de la Guerra iraquí sobre las libertades públicas de los Estados

DEBATE

Reagan -que, insisto, es la misma gente que actualmente está en el poder- la respuesta oficial cuando rechazaron la jurisdicción de la Corte Internacional fue que otras naciones no estaban de acuerdo con nosotros y por ende nos reservamos el derecho a determinar que es lo que recae dentro o fuera de la jurisdicción interior de los Estados Unidos. Estoy citándolo textualmente. En este caso se trató de un ataque a Nicaragua. Difícilmente podrían ustedes tener un unilateralismo más extremo que éste. Y las élites norteamericanas lo aceptaron, y lo aplaudieron y, en realidad, el asunto fue rápidamente olvidado. En su próximo viaje a Estados Unidos hable con sus colegas en cualquier Departamento de Ciencia Política y encontrará a gente que jamás escuchó hablar sobre este tema. Fue completamente barrido de la escena. Este es la razón por la cual los Estados Unidos tuvieron que vetar las resoluciones del Consejo de Seguridad en apoyo de la decisión de la Corte y exhortando a todos los países a acatar la legislación internacional. Bueno, esto es unilateralismo en su forma más extrema, y todavía se remonta mucho más atrás en el tiempo. Justo después de la crisis misilística de octubre de 1962, la cual prácticamente condujo al mundo al borde de una guerra nuclear terminal, la administración Kennedy reanudó sus actividades terroristas y su guerra económica contra Cuba, lo cual fue el antecedente para la crisis. Dean Acheson, un respetado hombre de estado y consejero de Kennedy, del ala liberal del espectro político norteameri-

31 Año VII vol. VII - 2004


Unidos? Hemos escuchado historias muy preocupantes acerca de bibliotecarios que han sido forzados a indicar los nombres de gente que solicita libros considerados como “subversivos”? ¿Cuál ha sido el verdadero impacto de la guerra en la política interior y en la vida cotidiana de los Estados Unidos? Noam Chomsky: Bueno, estas cosas están ocurriendo pero pienso que no están específicamente conectadas con la Guerra de Irak. La administración de Bush, me permito repetirlo, está integrada no por conservadores sino por estatistas reaccionarios. Ellos quieren un Estado muy poderoso, enorme, violento y que refuerce la obediencia y la sumisión de la población. Existe en ellos un tipo de espíritu cuasi- fascista, como telón de fondo, y por eso han estado tratando de socavar los derechos civiles de muchas maneras. Este es uno de sus objetivos de largo alcance, y tienen que hacerlo rápidamente porque en los Estados Unidos existe una tradición de protección muy fuerte de los derechos civiles. La clase de vigilancia que me comenta en relación a las bibliotecas es un paso más en esa dirección. Ellos han reivindicado también el derecho del gobierno a detener a un ciudadano estadounidense sin cargos - y sin acceso a abogados, ni a su familia- y mantenerlo detenido indefinidamente. Esto, además, ha sido avalado por la Corte, lo que de por sí es una atrocidad. Pero ahora tienen una nueva propuesta, en ocasiones denominada “Patriot Two”, un documento de unas ochenta páginas generado dentro del Departamento de Justicia y que alguien tuvo a bien fil-

trarlo a la prensa para su publicación. A raíz de esto se publicaron algunos artículos de profesores de leyes que se sentían ultrajados por el contenido de dicho documento. Esto hasta ahora sólo se encuentra en su fase de planeación, pero a más de uno le agradaría implementarlo tan secretamente como se pueda. Estas propuestas permitirían al Fiscal General, por ejemplo, privar de la ciudadanía norteamericana a cualquier individuo sospechoso de estar involucrado en actos que de cualquier forma pudieran ser perjudiciales para los intereses de los Estados Unidos. Es decir, todo esto va mucho más lejos que cualquier cosa contemplada en cualquier sociedad democrática. Un profesor de leyes de la Universidad de New York ha escrito que esta administración evidentemente intentará, en la medida de sus posibilidades, eliminar o recortar significativamente los derechos civiles de los ciudadanos, y creo que básicamente está en lo cierto. Esto es congruente con sus políticas de estatistas reaccionarios, que tienen manifestaciones en la vida internacional, la economía, la vida social y también en la vida política. Atilio A. Boron: Bien. Fue un gran placer poder hacer llegar sus palabras a la audiencia argentina. Quisiera agradecerle mucho por esta entrevista y espero que continuemos en contacto en esta inconclusa batalla por la paz y la democracia en el mundo. Noam Chomsky: Seguramente lo estaremos. Atilio A. Boron: Nuevamente, muchísimas gracias.

32 Año VII vol. VII - 2004


DEBATE ROBERTO GONZZÁLEZ PLÁSTICA:

OBRA

Julio Ugas (*) En este Seminario que organiza el Partido del Trabajo de México, el tema que abordaré, es uno que tuvo plena vigencia hace algunas semanas en el Foro Social Mundial realizado en Porto Alegre, Brasil, y que, indudablemente, en un seminario como este, que aborda la temática de los Partidos y una Nueva Sociedad, no debemos dejar de analizar. Aunque debo reconocer que ha sido tocado en varias intervenciones, en esta ocasión quiero profundizar en particular. Se trata de las relaciones entre movimientos sociales y partidos políticos en la lucha por conquistar una democracia radical, que para mí es el socialismo, o por una profunda transformación democrática, que para algunos puede ser su idea estratégica o para otros sólo un paso táctico hacia la democracia socialista. La ideología neoliberal, la cual tiene especial astucia para tratar ciertos temas, ha enfatizado la critica a los partidos. Esa critica, por desgracia, se ha convertido también en un tema acogido por algunos sectores del llamado ¿progresismo? El rechazo a los partidos tiene su base en el papel que se les ha asignado a estos en lo que se ha dado en llamar: Las Democracias Representativas de Baja Intensidad. En esas modalidades formalistas de democracia, los partidos juegan un papel particularista, sirven como aparato de poder de una élite o un conjunto de líderes, en detri(*) Comité Central del Partido Comunista de Chile

33 Año VII vol. VII - 2004


mento de los objetivos liberalizadores para los cuales fueron creados en un momento histórico determinado. Los partidos, en esas democracias formales, dejan de ser asociaciones ideológicas y se convierten en expresión de intereses particulares sin proyección universal. Por ello se convierten en pasto de las críticas de los sectores progresistas, porque, estos partidos, se presentan bajo el peor aspecto, el de asociaciones de poder, sin contenido ideológico en sí mismo, aunque ideológicamente cooptados por el capitalismo neoliberal. Pero esos son los partidos en la forma más degradada de este tipo de democracia. Si queremos pensar en una democracia real o realizada, donde la soberanía popular sea más que pura forma y la democracia sea también, además de política, económica y social, debemos pensar que partidos y movimientos sociales son formas diferenciadas de representación, las dos válidas y necesarias. Aún más, detrás del rechazo a los partidos siempre hay un pensamiento que sólo acepta la reproducción de lo existente. Obviamente, hoy en día, lo existente es capitalismo neoliberal. Hay que considerar, además, que la reproducción de lo existente no es nunca conservación. En rigor nada se conserva, todo, por lo menos, se adapta. La reproducción es siempre un tipo de cambio adaptativo o una operación política proyectada. Por lo tanto, podemos concluir que, una clase o un grupo, que no busca la transformación radical de una sociedad, puede aceptar la crítica a los partidos y refugiarse en los movimientos sociales, pero eso no puede hacerlo una organiza-

ción que busca la transformación o la revolución, ella necesita del partido. Eso no significa que el partido sea la forma única de lucha política. Pero hay una diferencia entre partido y movimiento, la cual es una diferencia tanto conceptual como práctica. Un movimiento anida y nace en un espacio que puede ser local, regional o nacional, pero, por lo tanto, se plantea objetivos regionales o sectoriales: el movimiento sindical tiene, por ejemplo, generalmente, relación con salarios y relaciones de trabajo; el movimiento feminista con la condición de la mujer; el movimiento ecologista con las relaciones con la naturaleza etc.. La regionalidad o sectoraliedad del movimiento aumenta su capacidad de influencia sobre esa masa particular, pero disminuye su capacidad de crear un proyecto general, por ello el partido es irremplazable, porque su tarea es hablar desde lo general; de realizar la síntesis de las propuestas sectoriales o regionales. Es en este sentido que el partido es irremplazable, cuando se trata de crear una democracia participativa integrando como sujeto activo a los movimientos sociales. Puede existir una democracia formal o representativa que prescinda de los partidos o los reduzca a su mínima expresión, como sucede hoy en Chile con los partidos tanto de la derecha como de la Concertación. En ellos los movimientos sociales existentes están constreñidos, porque no pueden articular lo regional o sectorial con lo general, ya que estos partidos están jugando otro rol, el de suplantadores e inhibidores de los organismos del pueblo y de catalizadores de los problemas de los sectores populares.

34 Año VII vol. VII - 2004


sus límites. Esa es la perpetua tentación del movimiento ecologista. Este cree que a partir de la crítica de la relación entre relaciones de producción capitalistas y naturaleza puede fundamentar un programa general de crítica al capitalismo. Aunque existe la experiencia de los ecologistas europeos, que a poco andar debieron transformarse en partidos, sin embargo, en América Latina aún se persiste en esta idea. Nuestra apreciación es que nunca podrá haber una relación adecuada entre partidos y movimientos si no se respeta el principio de cada uno a lo suyo. Esto requiere una gran labor clarificadora de los partidos, en cuanto éstos han sido , en muchos casos, facilitadores de los movimientos sociales, a los cuales, en ocasiones, aceptamos sólo como correas de transmisión pero no como entes autónomos. Hoy se requiere aceptar la diferencia entre partido y movimiento social y el papel independiente de estos últimos. Pero para los movimientos, cuando ellos son legítimos y no partidos disfrazados, como viene sucediendo de un tiempo a la fecha, requiere aceptar su sectorialidad o su regionalidad intrínseca y su necesidad de que sus reivindicaciones sean articuladas políticamente para acceder a la generalidad. Para terminar existe la necesidad de una precisión conceptual: existen muchas organizaciones del tipo partidos que se hacen llamar movimientos: el caso clásico en Chile - de la década de los 6070 - fueron el MIR (Movimiento de Izquierda Revolucinaria) o el MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitaria), que, escindido de la

DEBATE

Desde un punto de vista sociológico y también político, hay una gran diferencia entre nuevos y viejos movimientos sociales. Los primeros, especialmente el movimiento social clásico (el sindical) han tenido menor autonomía y han sido, históricamente, especialmente en Chile, más dependientes de los partidos pues éstos administraban la relación con el Estado y, en el caso de los partidos de la izquierda auténtica, estos siempre jugaron ,y en estos nuevos tiempos sieguen jugando, el rol de representar los problemas de las mayorías ante los órganos de poder y los gobernantes de turno. Sin embargo, en el mismo Chile, los movimientos sociales nuevos se desarrollan con mayor fuerza después del Golpe de Estado contra el Gobierno Popular de Salvador Allende en 1973. Aunque en realidad debemos recordar que el Movimiento Feminista había tenido fuerza por las reivindicaciones políticas de los años 40´, particularmente en su lucha por hacer conciencia de la desigualdad que significaba que la mujer no tuviese derecho a voto para después desaparecer. Pero el movimiento feminista post 73´, demuestra conocer tanto su especificidad como su necesidad de articulación con los partidos, tanto por el hecho de sus reivindicaciones propias de aquellos años, como por el hecho de que en su seno, como en el de otras organizaciones sociales, actúan los partidos para generar políticas generales ante la dura clandestinidad y la represión de la cual son víctimas, particularmente, los partidos. Es muy importante para un movimiento social, políticamente consciente, tener, valga la redundancia, conciencia de

35 Año VII vol. VII - 2004


Democracia Cristiana, nace como movimiento para luego convertirse en partido. Pero en esos casos se trataba de un disfraz inocente. En la actualidad hay una mayor sofisticación, ella corre por cuenta de organismos que se crean tras caretas como las que en Chile se han dado en llamar Coordinadoras de Trabajadores o Fuerza Social de Trabajadores, que lo que buscan, en definitiva, es ser o convertirse, en partidos, aunque tomen la forma de colectivos autónomos unos de otros, sin dirección centralizada. En el análisis de ellos se produce una confusión entre la modalidad de organización y los objetivos. Por estos objetivos o sea por la pretensión de generalidad, son formas nuevas, originales de partido, pero no son movimientos. Como dijimos anteriormente, es indispensable que los partidos cambiemos mucho en nuestra relación con los movimientos sociales, esto es particularmente una tarea de los dirigentes de los partidos de la izquierda. Si uno pudiese darse el lujo de entregar consejos, el mío sería, especialmente, que dejemos de ser asociaciones que solo vamos detrás del poder por el poder, para volver a convertirnos en asociaciones ideológicas tal como fueron concebidas en muchos casos, para las cuales el poder tiene relación con un proyecto de sociedad. Eso implica: PARTIDO CON PROYECTO O SEA CON PROGRAMA Y DEFINICIÓN DE FUTURO. En esto quiero dejar en claro que no comparto lo planteado por Heinz Dietrich en cuanto a que la única

posibilidad de acción y triunfo esté en los programas regionales, lo que no quiere decir que no esté de acuerdo en que, en lo posible, debamos propender a ello. El Foro de Sao Paulo es un buen ejemplo de esta búsqueda. PARTIDO CON DEMOCRACIA INTERNA Y CON UNIDAD DE ACCION, COMO VALORES PROFUNDOS. PARTIDO EDUCADOR PARTIDO IMBRICADO CON LAS MASAS, PERO NO VANGUARDIA PER SE: Capaz de comprender que se debe trabajar por estar a la vanguardia, pero que ésta, en muchas ocasiones, será compartida y que se dará siempre y cuando exista una acertada relación con los organismos sociales en los cuales, los militantes de los partidos estén insertos verdaderamente PARTIDO CON RELACIONES DE FRATERNIDAD Y COMPAÑERISMO, ETC: La posibilidad de una democracia radical dependerá de la existencia de este tipo de partidos. Pero también dependerá de la comprensión de los dirigentes sociales de que su rol, por acción u omisión, siempre será social y político, indistintamente de si militan o no en un partido. Y, en el caso concreto de los partidos de la izquierda, la comprensión, por parte de las organizaciones sociales, de que éstos son, hoy por hoy, los más fervientes opositores al sistema capitalista neoliberal y que cada uno, acorde con su realidad local, y sus posibilidades materiales, se juega la vida por una sociedad distinta a la neoliberal hoy imperante. Una Sociedad Socialista.

36 Año VII vol. VII - 2004


DEBATE

Entre las Guerras

OBRA

PLÁSTICA:

MANUEL QUINTANA CASTILLO

Günter Grass, (*)

Las advertencias inútiles ante un peligro inminente de guerra se han convertido ya en rutina. Y, sin embargo, las rimas que Matthias Claudius compuso en su día siguen siendo hoy completamente actuales: “¡Hay guerra! ¡Hay guerra! ¡Oh, ángel de Dios, defiéndenos, / y habla! Por desgracia hay guerra. ¡Y yo anhelo / no tener culpa en ella!”. Muchos signos de admiración apoyan la primera estrofa de esta poesía que ha perpetuado la inutilidad de su advertencia. Por ello, porque ha sobrevivido a tantas batallas, la pongo al principio de mi adver-

tencia –”¡y habla!”–, que, como intromisión, según me temo, no será oída. La guerra es inminente. Una vez más la guerra es inminente. ¿O es que sólo se amenaza con guerra para que la guerra no se produzca? ¿Significa la palabra restrictiva “sólo” que la marcha escenificada desde hace semanas en la Península Arábiga y el Mar Rojo por parte de las tropas norteamericanas e inglesas y las unidades de la flota, y que alimenta a los medios de comunicación con imágenes de superioridad militar, es un simple gesto de amenaza que finalmente tan pronto como un dictador de entre las dos decenas de dictadores que gobiernan en el mundo se haya desgastado en el exilio –o deseablemente esté muerto– puede ser cargado en cuenta y olvidado? Parece que no. Esta inminente guerra es deseada. En las cabezas que la planean, en las Bolsas de todos los continentes, así como en los canales de televisión que tienen la fecha adelantada ya está teniendo lugar. El enemigo como objetivo está reconocido, nombrado y, junto a otros enemigos de reserva por reconocer y nombrar, se presta para la conspiración de un peligro que nivela todas las dudas. Conocemos la manera de proceder por la que se descubre un enemigo, en el caso de que éste falte.

(*) Premio Nóbel de Literatura

37 Año VII vol. VII - 2004


Al mismo tiempo, también es conocido aquel tipo de juego de la guerra en el que se acierta justo al lado del objetivo. Nos son familiares también los términos para daños y pérdidas de vidas humanas que hay que aceptar como inevitables. Asimismo, nos resulta común que se cuenten y se lamenten sólo los relativamente pocos muertos de la potencia mundial dominante, mientras la masa de los enemigos muertos más sus mujeres y niños queda sin contar y no es digna de duelo. Así, nos preparamos para la repetición. Esta vez, los nuevos sistemas de mísiles deben acertar al lado del objetivo todavía más concretamente. Nos amenaza una guerra en forma de selección de imágenes. Como ya conocemos su avalancha de imágenes limpias de horrores detallados y como también los derechos televisivos están concedidos a la conocida emisora de las tres siglas, esperamos una continuación de la guerra como serie televisiva, interrumpida sólo por los espacios comerciales para consumidores pacíficos. Ahora, al margen, se intenta ver quién participa activamente o sin gran entusiasmo o quién sólo quiere estar un poco en la próxima guerra que ya está teniendo lugar, como los alemanes, para quienes de manera forzosa el liderazgo de la guerra pertenece o debería pertenecer al pasado. ¿Contra quién se dirige esta guerra, que parece que fuera sólo una amenaza? Oficialmente contra un horrible dictador. Pero Saddam Hussein fue en su día, como también otros dictadores, un compañero de armas de la potencia mundial democrática y sus aliados. Como representante, y armado con ayuda de Occidente, Irak llevó a cabo durante ocho años la guerra

contra Irán, porque en el país vecino del dictador gobernaba un dictador que en su día era enemigo número uno. Pero también se dice –algo que todavía no ha podido ser probado– que Saddam Hussein dispone ahora de armas de destrucción masiva. Además se promete que después de la victoria contra el dictador y su sistema, la democracia será introducida en Irak. Pero los países vecinos al dictador Arabia Saudita y Kuwait, que están aliados con Occidente y le sirven como base militar de avance, también están dominados dictatorialmente. ¿Deben ser estos países objetivo de las próximas guerras en pos de la libertad? Sé que estas preguntas son inútiles. La arrogancia de la potencia mundial da respuesta a todas. Pero cualquiera puede saber o darse cuenta de que se trata del petróleo. O, mejor dicho, se trata otra vez del petróleo. El tejido de la hipocresía con la que la última superpotencia y el coro de sus aliados acostumbran a ocultar sus intereses es tan cerrado, que la estructura del dominador se muestra desnuda. Se presenta desvergonzadamente y como un peligro público en su orgullo desmesurado. El actual presidente de Estados Unidos encarna esa peligrosidad. No sé si las Naciones Unidas son lo suficientemente firmes como para resistir las ansias concentradas de poder de Estados Unidos de América. Mi experiencia me dice que a esta guerra le seguirán por el mismo impulso otras. Espero que los ciudadanos y el gobierno de mi país demuestren que los alemanes hemos aprendido de guerras en las que teníamos la culpa y que por ello decimos “no” a esta continua locura llamada guerra.

38 Año VII vol. VII - 2004


DEBATE

nosotros con respecto a nuestras guerras y sus “muertos a golpes” hasta hoy no hemos contestado de manera válida. Aquella guerra lejana, inminente, que ya tiene lugar y que nunca ha acabado nos vuelve a hacer la pregunta. “Por desgracia hay guerra. ¡Y yo anhelo / no tener culpa en ella.

OBRA

PLÁSTICA:

HÉTOR POLEO

“¿Qué debería hacer si en mis sueños con aflicciones / y sangrientos, pálidos y descoloridos / vinieran a mí los espíritus de los muertos a golpes, / y lloraran ante mí, qué?” La pregunta la plantea la segunda estrofa de la poesía “Cantar de Guerra” de Matthias Claudius. Una pregunta que

39 Año VII vol. VII - 2004


La Doctrina de la Guerra Permanente Escribir este artículo ha sido un proceso parecido a armar un rompecabezas. Analizando diversos temas de la retórica del Presidente Bush, fue posible, al fin, encontrar un punto común que lleva a sostener la tesis de que las guerras que realizará Estados Unidos en un futuro próximo se encuadran dentro de una lógica que es, a su vez, el eje doctrinal que lleva a entender la política internacional estadounidense de nuestro tiempo. La doctrina de la guerra permanente comenzó a cristalizar el famoso 11 de Septiembre. Pero en el discurso de Bush del 20 de septiembre de 200l, no apareció de un modo manifiesto, aunque sí, y recién podemos descubrirlo, de un modo latente. En ese discurso, intentó Bush cumplir la obligación de configurar al enemigo al cual declaraba la guerra. Se trataba, según Bush –y, evidentemente, en ese punto no se equivocaba– de una fracción islamista, a la que diferencia de todo el Islam, a la que considera una cultura y una religión esencialmente pacífica. Como dijo, de modo desacostumbradamente preciso, Bush: “Los terroristas son traidores a su propia fe, tratando, en realidad, de secuestrar todo el islamismo. El enemigo de América no

40

ILUSTRACIÓN: IVÁN LIRA

Fernando Mires (*)

son nuestros numerosos amigos musulmanes. Nuestro enemigo es una red radical de terroristas y cada gobierno que la respalda”. Esa fracción islamista y no islámica, ha declarado la guerra a las libertades políticas que imperan en Occidente, y por tanto a EEUU como nación que las simboliza de modo más explícito. Bush respondió con una declaración de guerra a esa organización primero, y a todo el terrorismo internacional después. No lo dijo Bush, pero se subentiende que la guerra estaba dedicada

(*) Analista Internacional, profesor de la Universidad Popular “Madres de Plaza de Mayo” Año VII vol. VII - 2004


Bush no podía sino ser apoyado por la mayoría de las naciones democráticas del planeta; la coalición más grande y poderosa que haya sido formada en todo el curso de la historia que conocemos. No obstante, esas mismas naciones democráticas que habían apoyado sin condiciones a EEUU en la guerra contra aquel terrorismo internacional que se guarecía en las montañas afganas bajo el imperio de la teocracia islamista talibana, fueron sorprendidas poco después cuando Bush dibujó en el esquema bélico del futuro un “eje del mal” representado por tres naciones: Irak, Irán y Corea del Norte. La mayoría de los estadistas europeos se tomaron entonces la cabeza: ¿No nos había dicho Bush de que se trataba sólo de una guerra en contra del terrorismo internacional? ¿Qué tienen que ver Irák e Irán con el terrorismo de Bin Laden? Y sobre todo ¿qué tiene que ver en ese juego Corea del Norte? ¿Se ha vuelto loco Bush? Quizás en ese momento (julio del 2002), la propia administración norteamericana no era totalmente consciente de la nueva estrategia que se estaba dibujando en sus mentes, antes aún del 11 de septiembre. Así se explica que Bush y los suyos hayan realizado denodados intentos para demostrar al mundo supuestas implicaciones entre la dictadura de Sadam Hussein y Al Quaida, las que evidentemente no existían. Particularmente penoso fue el esfuerzo de Tony Blair al intentar presentar un supuesto dossier secreto en donde “se probaba” la estrecha relación que existía entre Bin Laden y Hussein, y que sólo contenía informaciones que habían aparecido en todos los periódicos internacionales.

DEBATE

a las fracciones terroristas islamistas, porque una declaración de guerra a otro tipo de terroristas, como a la ETA de España, o a la IRA de Irlanda, o a las FARC de Colombia, habría estado fuera de todo lugar. A los Estados que protegen a terroristas, Bush también amenazó, aunque no les declaró (todavía) la guerra, entre otras cosas, porque el mismo Bush contabilizó nada menos que a sesenta países en donde hay terroristas; y declarar la guerra de una vez por todas a sesenta Estados no era políticamente lo más aconsejable. En cualquier caso, en su discurso del 20 de septiembre del 2001, Bush se apresuró a marcar la línea: en esa guerra se está con nosotros, o contra nosotros. En cierta medida tenía razón. Porque los terroristas no son un partido político con el cual se puede estar en algunos puntos de acuerdo y otros en desacuerdo, sino que se trata de organizaciones que ponen al adversario en el extremo límite no de la política sino de la guerra: o te mato, o me matas; o ambas cosas a la vez. Es decir, Bush aceptó, y no podía elegir otro camino, la lógica ultimatista del terrorismo internacional. En ese discurso, Bush no hizo mención a los Estados terroristas, con lo que dejó abierta la posibilidad para calificar en el futuro con esa dominación a los Estados que EEUU estimara conveniente; de ahí que la sospecha relativa a que la ambigüedad del discurso era intencional, no es infundada. No obstante, donde no había ambigüedad, era en el propósito inmediato. Atacar a Al Quaida en su lugar preferente de refugio, en Afganistán, donde Bin Laden estaba a punto de realizar su utopía: la del Reino de Dios. En ese proyecto,

41 Año VII vol. VII - 2004


Tres Fases Antes de que la doctrina de la guerra permanente tomara formas definitivas, es posible reconocer diversas fases en el discurso político- internacional del gobierno estadounidense: las dos primeras fases ya han sido mencionadas. En la primera, Bush detectó al enemigo inmediato: el terrorismo internacional. En la segunda, cuando definió al “eje del mal”, Bush trató de precisar a los enemigos mediatos de su país, seleccionando a Irak, Irán y Corea del Norte. La tercera fase es muy importante. En ella desarrolló Bush una nueva teoría, a la que muchos observadores confundieron superficialmente con una nueva doctrina: la de la guerra preventiva. Pero la guerra preventiva es sólo una teoría en el marco de aquella nueva doctrina que Bush todavía no sabía, no podía, o no quería, precisar: la de la guerra permanente. Pero al mismo tiempo que una teoría, la guerra preventiva es una condición de la doctrina de la guerra permanente, condición que en términos sencillos se puede expresar de acuerdo con la siguiente premisa: todo Estado que amenace con sus armas a Estados Unidos o simplemente a la hegemonía militar de EEUU en el mundo, debe ser, lo más pronto posible, desarmado por EEUU. Dicha premisa tomó recién forma doctrinaria en el discurso de Bush ante la Cámara de Representantes del Congreso el 5 de febrero del 2003, cuando en relación a Sadam Hussein, dijo: “No podemos permitir a un dictador brutal, con un historial de temerarias agresiones, dominar una región vital y amenazar a Estados Unidos” Para que se entienda bien: no se trata de que EEUU se haya embarcado en una

política de desarme mundial; se trata, sí, y ningún miembro del gobierno estadounidense lo oculta, de desarmar a sus enemigos más inmediatos. Y uno de sus enemigos más inmediatos, es la dictadura de Sadam Hussein, a la que EEUU declara abiertamente su propósito de derribar desde fuera, y si es necesario con bombas. A decir verdad, hace años que está intentando derrocar al dictador. Bush “senior” no avanzó hasta Bagdad pensando quizás que el pueblo iraquí se desharía de su dictador, como ha ocurrido en tantos países. Pero la dictadura de Hussein no trepida en asesinar a cualquier opositor. La otra alternativa era que los Estados nada amables que cercan a Irak, particularmente Siria, Irán y Turquía, provocarían desde fuera la caída de la dictadura. Tampoco eso ha sido posible. Incluso, la política del boicot económico levantada por los propios EEUU ha fracasado. De este modo, la única alternativa que encuentra EEUU dentro de su propia lógica para deshacerse de ese enemigo inmediato, es la guerra. Pero, otra vez, para que se entienda bien: no es que EEUU quiera derribar a todas las dictaduras del mundo. El gobierno de EEUU nunca va a actuar por humanitarismo o algo parecido, como ningún gobierno del mundo lo ha hecho ni lo hará jamás. Lo que sí intenta EEUU –y desde el punto de vista de la seguridad nacional norteamericana (remarco: sólo desde ese punto), nadie podría decir que Bush procede de modo equivocado– es liquidar a uno de sus enemigos más declarados, antes aún de que éste llegue a armarse más todavía, pues, aquello que basta a EEUU, y éste es el nudo de teoría de la guerra preventiva, es el propósito de armarse.

42 Año VII vol. VII - 2004


alcanzado, de lograr la legitimación de la ONU, o por lo menos de realizar la guerra contra Irak de acuerdo, sino a acciones, por lo menos de acuerdo a resoluciones multilaterales. Particularmente algunos gobiernos europeos se negaban a incluir dentro del mismo proyecto: “guerra contra el terrorismo”, la “guerra contra Irak”. La estrategia del gobierno Bush como la de sus predecesores, es privilegiar el multilateralismo en las conflagraciones internacionales, pues, de acuerdo a la fórmula de Kissinger: equilibrio y legitimidad son los dos pilares de la política exterior norteamericana. La novedad que introducirá Bush es que si no existe la legitimidad, el equilibrio deberá ser buscado sin ella, o lo que es lo mismo, si fracasan las relaciones multilaterales, EEUU deberá privilegiar el unilateralismo, pues no todos los enemigos de EEUU deben ser necesariamente enemigos de los demás países representados en la ONU; y viceversa también. La nueva fórmula, la de la guerra permanente, será: tanto multilateralismo como sea posible, tanto unilateralismo como sea necesario. Eso quiere decir, que EEUU se arroga el derecho a no atar sus manos, por lo menos en lo que se refiere a sus procedimientos militares, a resoluciones ni a mandatos internacionales. Con ello se quiere decir además: los intereses de EEUU no son siempre los mismos que los de los demás países democráticos del mundo. Si coincidimos con otras naciones –era el mensaje cifrado de Bush–; tanto mejor. Si no es así; lástima. Y para que no hubieran dudas, Bush descifró su mensaje el 5 de febrero del 2003 ,cuando con inusitada claridad expuso: “Todos los países libres tienen una responsabilidad. Algunos

DEBATE

La Guerra Preventiva La teoría de la guerra preventiva, la expuso Bush en su discurso del 7 de octubre de 2002 –justo un año después de que fueran iniciados los ataques a Afganistán– del siguiente modo: “En vista del evidente peligro no podemos esperar una prueba definitiva, por así decirlo, aquel “Colt humeante” que puede adquirir la forma de un hongo atómico. El Presidente Kennedy dijo en octubre de 1962 : “Ni los Estados Unidos de América, ni los países de la comunidad mundial pueden tolerar los engaños premeditados ni las amenazas ofensivas de cualquiera nación, sea esta grande o pequeña”. Él dijo: “Desde hace ya mucho tiempo no vivimos en un mundo en el cual sólo el disparo de las armas representa una suficiente amenaza, y significa así un peligro máximo”. Luego, agregó Bush estas palabras claves en relación a Irak que no son sólo válidas para Irak sino que para todos los Estados que signifiquen o puedan significar una amenaza no sólo actual sino que potencial para EEUU; el centro, al fin, de la “doctrina de la guerra permanente”: El conocimiento de las amenazas de nuestro tiempo, los perversos propósitos y las maniobras de engaño del régimen iraquí, dan a todos la razón para suponer lo peor, y nosotros tenemos la urgencia inmediata de impedir que lo peor suceda”. No obstante, pese a la declaración abierta de la teoría de la guerra preventiva, Bush no había logrado, o todavía no quería, separar la guerra que preparaba contra Irak, de la guerra que había declarado un año atrás en contra del terrorismo internacional. La razón de esa no separación, hay que encontrarla en el propósito todavía no

43 Año VII vol. VII - 2004


la han asumido y otros no, pero el rumbo que tome nuestro país no tiene que ver con la decisión de otros”. Y agregó: “Haremos consultas, pero que no haya ningún malentendido: tomaremos cualquiera acción que sea necesaria para defender la libertad y la seguridad del pueblo de Estados Unidos”. Dos Guerras EEUU se ha decidido, finalmente, hacer dos guerras; y al mismo tiempo. Una, basada en un acuerdo multilateral: la guerra contra el terrorismo internacional. La otra, contra los Estados que EEUU detecta como enemigos principales y, por lo tanto, se encuentran en condiciones de ser alineados en torno “al eje del mal”. Esas dos guerras constituyen por el momento, las principales vías de “la guerra permanente”. Las dos guerras, que en el papel aparecen conceptualmente separadas, se interferirán mutuamente en el futuro inmediato. La guerra contra Irak provocará reacciones entre los grupos terroristas islamistas, y la persecución de estos últimos llevará a nuevas conflagraciones entre EEUU y otros Estados árabes, e incluso, no árabes. Eso significa que hay que prepararse para vivir en un mundo en guerras, desde aquí hasta un plazo ilimitado. El “fin de todas las guerras”, bello postulado de Kant, ha sido relegada por la “doctrina de la guerra permanente” hacia un futuro indeterminado, es decir, después de las esperanzas de paz mundial que surgieron tras la caída del imperio soviético, la “paz eterna” kantiana ha recobrado su significado utópico (o futurista), habiendo perdido casi totalmente su significado político (o inmediato).

No obstante, la doctrina de “la guerra permanente” no es en sí completamente nueva; lo nuevo es el formato explícito que poco a poco fue tomando en los discursos de Bush. No fue, en consecuencia, sólo para neutralizar algunas voces críticas que provenían del Partido Demócrata, la razón que llevó a Bush en octubre del 2002 a citar las opiniones de Kennedy, en el marco determinado por la crisis de los misiles, el año 1962, crisis que estuvo a punto de terminar con la historia de la humanidad. Más bien, el propósito de Bush fue establecer una continuidad con el pasado histórico de su nación, continuidad que se expresaba, aún antes de la Guerra Fría, en el manifiesto objetivo de no ceder un centímetro de hegemonía mundial a ningún país del mundo, ni soportar ninguna amenaza que pusiera en juego la integridad de la nación norteamericana. Precisamente esta postura o propósito limitó la expansión soviética hacia Occidente, lo que implicaba, naturalmente, reservar un espacio de operaciones para la URSS, hecho que llevó a EEUU a des-solidarizarse con los movimientos democráticos que surgían en los países comunistas europeos en contra de la Unión Soviética. Lo concreto es que EEUU, como cualquier Estado de la tierra ,ha privilegiado en primer lugar sus intereses, y el primero de ellos es el de su propia integridad como nación. Las dificultades surgen no de este propósito, sino del hecho de que EEUU tiene todos los medios para defender esos intereses y lo hace. Bush, por su parte, ha acentuado el carácter preventivo en dicha defensa, y

44 Año VII vol. VII - 2004


no trepida en jugar la carta unilateral, si es que no tiene la multilateral a mano. Los Enemigos Ahora bien, para averiguar quienes son los enemigos declarados de EEUU basta comprobar qué es lo que estos enemigos tienen en común. Veamos, antes que nada, quienes son: Irak, Irán, Corea del Norte. Lo que tienen en común esos tres países es lo siguiente. Los tres están gobernados por grupos que declaran abiertamente su enemistad a EEUU. Los tres, son regidos por dictaduras. Los tres se encuentran en vías de poseer, o ya poseen, armas de destrucción masiva, sean éstas químicas o atómicas. Eso quiere decir que para ostentar el extraño privilegio de ser seleccionado entre los representantes del “eje del mal”, se requiere, al menos, cumplir con esos tres requisitos. Hay países que tienen sólo uno, o dos, de estos requisitos (Libia, Cuba). Eso no es suficiente; hay que poseer los tres para entrar en la línea de fuego; y al parecer, fuera de esos tres países que eligió Bush, no hay muchos más. Esos son, en el lenguaje semipolítico de Bush, los Estados más “canallas” de todos. Al situarse en una perspectiva permanente de guerra, EEUU seguirá siendo odiado por y en muchas naciones. Ese es su destino. Al haberse constituido en la nación económica y militarmente más poderosa de toda la historia de la humanidad, EEUU no puede ser sino un imperio, aunque no haga valer sus atributos imperiales mediante ane-

DEBATE

su política ofensiva hacia los Estados por los cuales se siente real o imaginariamente amenazado. Eso quiere decir: el sujeto de las acciones militares de EEUU no hay que buscarlo en una ideología, o en alguna misión mística, sino que en el simple, lógico y pragmático proyecto, de preservar las posiciones que ocupa en el escenario mundial, eliminando, sin contemplaciones, a todo aquel Estado que las cuestione, o los haga peligrar, aunque sólo sea simbólicamente. Todo esto independientemente a las alocuciones misionarias de Bush cuando por ejemplo en una declaración al Washington Post (27/09/2001) afirmaba: “We have found our misión”, como si la función de un Presidente fuera la de andar buscando “misiones”, o las “misiones” se encontraran en espera de que las encuentre algún Presidente. El sujeto de los EEUU son los EEUU; eso no hay que olvidarlo nunca. La política internacional de ese país es esencialmente autoreferente, como es la política internacional de todos los Estados del planeta. De ahí que no hay ninguna congruencia cuando se afirma que EEUU pretende jugar el rol de “policía mundial”. Un policía, siempre trabaja por encargo de otros, en este caso, de otro Estado, o de una asociación de Estados. Pero éste no es el caso de los EEUU. Cuando los gobernantes estadounidenses han recabado la solidaridad internacional, o cuando han actuado por encargo de la ONU, ha ocurrido simplemente porque siempre es mejor para cualquier Estado actuar con legitimidad internacional que sin ella. Pero como hemos visto, EEUU

45 Año VII vol. VII - 2004


xiones territoriales como fue el caso de todos los imperios anteriores y de los propios EEUU, en su momento fundacional, algo que los mexicanos, sólo para poner un ejemplo, nunca olvidarán. Es cierto que cada nación es en sí un micro-imperio, y casi todas se formaron sobre la ruina de pueblos y culturas originarias. Pero ninguna llegó a alcanzar el lugar hegemónico que hoy ocupa EEUU. Eso significa que, haga la política que haga, EEUU, sólo porque existe, seguirá concentrando en su torno tensiones, conflictos y odios, tanto de otros Estados, como de grupos sociales, culturales y religiosos desplazados constantemente por los procesos de modernización que dimanan, casi todos, desde el interior de EEUU. Ya para nadie es un misterio que globalización significa en gran parte norteamericanización, en un mundo que antes de la globalización ya estaba norteamericanizándose a pasos acelerados. Por lo tanto, el antiamericanismo seguirá siendo una de las ideologías preferidas del período global, independientemente de que esa ideología sea alternadamente representada por grupos de izquierda, o de derecha, o simplemente, por fanáticos religiosos. La “doctrina de la guerra permanente” corresponde en gran parte a la condición de potencia mundial que ocupa EEUU. La verdad, siempre EEUU ha vivido en un estado de guerra permanente en un mundo que jamás ha conocido la paz pues, como dijo una vez el historiador británico Michael Horward: “La guerra es la norma. La paz es sólo una invención”.

La Guerra Fría, no congeló las guerras, sino que las reprodujo intermitentemente, reproducción que era a su vez el precio que el mundo hubo de pagar para que las dos grandes potencias militares no se enfrentaran entre sí. Después del fin del comunismo, EEUU continúa siendo hostilizado desde diversos flancos, y por lo mismo, respondiendo con agresiones militares a las agresiones potenciales y reales de las que ha sido, es, y será objeto. La guerra permanente ya ha pasado incluso de sus fases defensivas hasta alcanzar el estadio más peligroso de todos: el preventivo. Ello llevará, sin duda a ampliar el radio de acción de hostilidades hacia EEUU, país que tendrá que contar con un largo período en el cual deberá enfrentar a dos enemigos que incluso podrían, en un plazo relativamente corto, llegar a vincularse entre sí. Por un lado, los terroristas, particularmente los islamistas, organizados en células extra- e intra-nacionales, al interior incluso de las propias naciones aliadas de EEUU; y más todavía, al interior de los propios EEUU. Por otro lado, regímenes dictatoriales y/o totalitarios declaradamente antiestadounidenses en posesión o en vías de poseer armas de destrucción masiva. Es decir, quiera o no quiera, EEUU deberá seguir viviendo en guerra. Ese es el tributo que diariamente deberá pagar por su increíble poderío. Eso significa, que la pregunta de Bush a la cual el mismo dio sólo una respuesta parcial ¿Por qué nos odian? deberá seguir siendo planteada a los ciudadanos estadounidenses; y quién sabe por cuántas generaciones más.

46 Año VII vol. VII - 2004


Las Lecturas de Marx en el Siglo XXI DEBATE

Robert Kurz (*) Este texto constituye la Introducción (páginas 13 a 48) del libro de Robert Kurz ‘Marx Lesen’, Frankfurt am Main, Eichborn, 2001. uien fue considerado muerto, está más vivo que nunca. En su calidad de teórico activo y crítico, Karl Marx, fue dado ya por muerto más de una vez, pero siempre consiguió escapar de la muerte histórica y teórica. Tal hecho se debe a un motivo: la teoría marxista sólo puede morir en paz junto con su objeto, o sea, con el modo de producción capitalista. Este sistema social, tan «objetivamente» cínico, desbordado de comportamientos insolentes impuestos a los seres humanos ya que produce junto a una riqueza obscena e insípida, una pobreza en masa de tal dimensión, está marcado en su dinámica de furia ciega por la potenciación de catástrofes que su simple supervivencia hace que, inevitablemente, resurjan siempre temas y pensamientos de crítica radical. A su vez, el punto esencial de esa crítica consiste en la teoría de Karl Marx que, hace casi 150 años, analizó sin ser superado, la lógica destructiva del proceso de acumulación capitalista en sus fundamentos. Sin embargo, al igual que para cualquier

OBRA

PLÁSTICA:

JOSÉ LUIS FLORES

Q

(*)Filósofo.

47 Año VII vol. VII - 2004


pensamiento teórico que sobrepasa la fecha de validez de un determinado espíritu del tiempo, también para la obra marxista vale lo siguiente: siempre se hace necesaria una reaproximación periódica que descubra nuevas facetas y rechace viejas interpretaciones. Y no sólo interpretaciones, sino también elementos de esa propia teoría ligados al tiempo. Todo teórico pensó siempre más de lo que él mismo sabía, y no sería serio llamar teoría a una teoría exenta de contradicciones. Así, no sólo los libros individualmente tienen su destino, sino también las grandes teorías. Entre una teoría y sus receptores, tanto adeptos como oponentes, se desarrolla siempre una relación de tensión en la que se manifiesta la contradicción interna de la teoría, a partir de lo cual, y sólo entonces, se generará conocimiento. Marx y la última oda posmoderna a la «gran teoría» En vez de volver a enfrentar el problema de la procesualidad histórica de la teoría social al final del siglo XX, el llamado pensamiento posmoderno sólo está interesado en silenciar la dialéctica entre formación de la teoría, recepción y crítica. Y precisamente la teoría marxista ya no es investigada en sus contenidos, ni analizada en sus condiciones históricas, ni mucho menos corregida, sufriendo a priori un rechazo en su legítima pretensión de «gran teoría». Esta falsa modestia, que no es vista como tal sino sencillamente reprimida, respecto a la gran totalidad de las formas de socialización capitalistas, desciende a un nivel inferior de la reflexión teórico-

social. La política del avestruz, de un pensamiento reducido y desarmado de un modo tan espontáneo, menosprecia el hecho de que no es posible trazar una separación entre la problemática de las denominadas grandes teorías y grandes conceptos y su objeto social real. La pretensión de querer abrazar el todo viene provocada por la realidad social. En su existencia real, el todo negativo del capitalismo no cesa de actuar simplemente porque se lo ignore conceptualmente y porque ya no queramos mirar en esa dirección: «la totalidad no nos olvida», como bien se burló el inglés Terry Eagleton, teórico de la literatura. La crítica posmoderna a la gran teoría, asimilada con gratitud por muchos ex marxistas como forma de pensamiento supuestamente aliviadora, no hay que remitirla a un pensamiento afirmativo y apologético en el sentido tradicional, sino más bien a la desesperación de una crítica social que está trastornada y que se sobresalta ante una tarea superior a su capacidad actual. Se trata de una evasión que sólo puede tener un carácter provisional: al final, el pensamiento crítico será implacablemente reconducido hacia el obstáculo que tendrá que superar. Y este obstáculo, ciertamente, es muy difícil de enfrentar, sobre todo porque el pensamiento marxista practicado hasta el día de hoy también está obligado a saltar por encima de su propia sombra. Se podría cambiar esta metáfora, un tanto extraña, por esta otra: el marxismo esconde en sus bodegas un cadáver que ya no puede permanecer así por mucho

48 Año VII vol. VII - 2004


Después del Siglo del Movimiento Obrero En el pasado, siempre que el Marx considerado prematuramente muerto volvió a levantarse de su tumba sano y salvo, tales resurrecciones ocurrieron en una época que podría llamarse «el siglo del movimiento obrero». En la actualidad, parece claro que esta historia ha concluido. En cierto modo, sus motivos, sus reflexiones teóricas y sus modelos sociales de acción se volvieron falsos. Perdieron su fuerza de atracción, la vida se les escapó, y se nos presentan como bajo un cristal. Ese marxismo no es nada más que una pesada pieza de museo. Pero con esto aún no queda aclarado porque las cosas son así. El apresurado distanciamiento de los antiguos adeptos lleva en sí algo de hipócrita, y el triunfalismo precipitado de los antiguos opositores, algo de ingenuo. Ello porque, con el incomprendido final de una época que todavía no fue debidamente trabajada, los problemas madurados en el transcurso de esta historia no se desvanecieron; inversamente, se agravaron de manera dramática, nueva y todavía desconocida. Se tiene casi la

impresión de que esa época ya pasada habría sido apenas la fase de transformación en crisálida o el período de incubación de una gran crisis cualitativamente nueva por acontecer aún en el seno de la sociedad mundial, cuya naturaleza sólo se puede abordar también, desde el punto de vista teórico, con conceptos equivalentemente grandes y, desde el punto de vista práctico, con una transformación social de cuño equivalentemente radical. Frente a la situación real, la religión profesada por un «pragmatismo» democrático y de economía de mercado, que reina por todas partes y mezcla todos los posibles aderezos de un escenario móvil, surte el mismo efecto que intentar combatir el Sida utilizando alguna medicina popular o la explosión de un reactor atómico usando las mangueras del cuerpo de bomberos voluntarios. Resulta engañoso el hecho de que el concepto central de esta filosofía de charlatanes que mezcla ciencia, política y management, o sea, aquella fórmula mágica ritual de la «modernización», parezca tan vacío, muerto y museológico como los grandes conceptos del movimiento obrero. El fin de la crítica, significa también el fin de la reflexión, y en el capitalismo posmoderno negligente e irreflexivo el mantra de la «modernización» ganó la importancia de una vana idolatría. El concepto de modernización apenas se volvió tan inverosímil como los conceptos del «punto de vista obrero» o de la «lucha de clases». Esa pérdida de significado común a ambas partes, remite también a una entidad común y a un

DEBATE

tiempo. O sea, tanto la contradicción entre la teoría marxista y su recepción a través del antiguo movimiento obrero, como las contradicciones en el interior de la propia teoría marxista registradas a fines del siglo XX, llegaron a tal punto de madurez que ya no se puede concebir una reactivación o una reactualización de esta teoría dentro de los moldes en los que se ha hecho hasta hoy.

49 Año VII vol. VII - 2004


lugar histórico común al antiguo marxismo y al mundo capitalista. Es la identidad interior secreta de los adversarios encarnizados, que siempre ven la superficie cuando el conflicto inmanente sólo sobrevive porque el sistema común de relaciones se fragiliza. Siguiendo este pensamiento, como circunstancia integral de la modernización, el marxismo no puede estar muerto y al mismo tiempo el capitalismo estar vivo y queriendo continuar, imperturbablemente, esta misma modernización ad infinitum. Más bien, tal vez se trate sólo de una vida aparente en un reino intermedio, o sea, de una presencia de zombies sin vida real en sus cuerpos. En la misma dirección apunta el reduccionismo tecnológico de este concepto de modernización desvinculado de todos los contenidos de naturaleza originariamente social, analítico-social y económico-crítica. Si el acceso a internet y a la biotecnología deben serlo ya todo, entonces en el fondo eso no significa nada, pues las ciencias naturales y la tecnología no pueden existir por sí solas ni producir un progreso aislado. Éstas sólo son eficaces dentro de un contexto de desarrollo social y socioeconómico que supere estadios anteriores. Una modernización centrada en una naturaleza meramente tecnológica, que ya no quiera cuestionar el statu quo del orden social y que admita haber llegado al fin de la metamorfosis de las formas sociales a

través de la economía de mercado y de la democracia, se descalifica a sí misma. Estas reflexiones son ya una indicación de cómo se podría clasificar el fin del marxismo del movimiento obrero. Si la nueva crisis mundial del siglo XXI, que paulatinamente va mostrando sus contornos, consiste en que las bases comunes de la actual historia de la modernización se están volviendo obsoletas, esto significa también que el propio marxismo de las izquierdas política y sindical, juntamente con su reflexión teórica, ya logró movilizarse en el interior de las formas capitalistas. Su crítica al capitalismo no se refería, por tanto, al todo lógico e histórico de este modo de producción, sino sólo a determinados estadios de desarrollo ya recorridos o a ser superados. En este sentido, en su siglo el movimiento marxista de la clase obrera no fue de ninguna manera el sepulturero del capitalismo (de acuerdo con la célebre metáfora marxista), sino que, muy por el contrario, representó la inquietud interna propulsora, el motor vital y en cierta forma el “técnico de ayuda al desarrollo”1 de la socialización capitalista. Por eso, el “todavía no” marxista, en el sentido empleado por el filósofo Ernst Bloch, no se refería en absoluto, contra la intención de éste a la emancipación del capitalismo, de sus formas represivas y sus pretensiones fundamentales, sino más bien al reconocimiento positivo dentro del capitalismo y al progreso para la

1. La metáfora hace referencia a la «ayuda al desarrollo económico» normalmente ofrecida por los países industrializados que envían agentes técnicos responsables de la aplicación de proyectos en los llamados países en vías de desarrollo.

50 Año VII vol. VII - 2004


La No-simultaneidad Interna del Capitalismo La perspectiva de la “no-simultaneidad”, inmanente a la formación del sistema social moderno puede representarse en diversos niveles. De esta manera, el modo de producción capitalista aún joven en aquel lapso de tiempo del siglo XIX, en el que se inserta el período de vida de Karl Marx (1818-1883), era en cierta forma no-simultáneo en relación a sí mismo. Por un lado, ese modo de producción ya había desarrollado su lógica interna, a tal punto que ésta se había vuelto visible en sus aspectos básicos y así abstractamente reconocible; por otro, las formas específicamente capitalistas todavía se encontraban mezcladas de modo múltiple con relaciones precapitalistas en distintas fases de decadencia y con las de aquella transformación aún lejos de estar concluida. Si incluso la conciencia teórica de esa sociedad en fermentación y en permanente mutación, llegaba a confundir cada estadio del proceso de transformación con el «capitalismo como tal», entonces con más razón la conciencia práctica, inevitablemente envuelta en las necesidades cotidianas, se veía obligada a equiparar el capitalismo con las manifestaciones sociales directas, que todavía estaban impregnadas, sin embargo, de las impurezas de residuos premodernos bajo diferentes aspectos. Del mismo modo

que el capitalismo parecía ser la propia identidad de cada estadio de su desarrollo aún no concluido, sobre todo en la visión de los intereses dominantes de cada época y de los apologistas de estos intereses (obsérvese que las autoridades patriarcales y las clases capitalistas de comienzos del siglo XIX, por ejemplo, difícilmente lograrían reconocerse en las figuras de los actuales capitalistas del tipo puntocom impuesto por la globalización), como contrapartida fue necesario para las fuerzas progresistas liberadas de cada uno de los respectivos estadios que el repudio a ese estado de cosas asumiese el nombre de una crítica al capitalismo, aunque en verdad se tratase sólo de una continuación del desarrollo del propio capitalismo. Por esta razón, el concepto de modernización no era tan unidimensional como hoy, sino que estaba sobrecargado de una especie de crítica intercapitalista (se podría hasta decir: una autocrítica interna progresiva del capitalismo aún no concluido). Esto todavía tenía más sentido cuando se trataba de una lucha de clases aparentemente muy fácil de ser definida. Por una parte, los propios sujetos capitalistas de los siglos XVIII y XIX, aún provistos de modelos de pensamiento y comportamiento premodernos, tendían a tratar con paternalismo y aires señoriales autoritarios a los asalariados por ellos explotados como dependientes personales, aunque, en el caso del «trabajo asalariado libre», obedeciendo a su forma, se tratase de contratos entre iguales. Por otra parte, los asalariados y sus organizaciones, que en primer lugar fueron oprimidos por el Estado, reivindica-

DEBATE

modernización dentro del capullo capitalista. El “todavía no”, caracterizaba la propia escisión interna del capitalismo, sólo que todavía no significaba una visión más allá de éste, la que sólo se viabilizará en sus límites históricos.

51 Año VII vol. VII - 2004


52

Año VII vol. VII - 2004

OBRA

PLÁSTICA:

GERARDO FALCÓN


aún integralmente todas las ramas de la producción, y las esferas sociales que se encontraban fuera de la producción empresarial directa (Estado, familia, vida cultural, corporaciones extraeconómicas, etc.) no estaban adaptadas lo bastante para las necesidades capitalistas y tampoco eran continuamente reestructuradas siguiendo la imagen de la racionalidad capitalista.

DEBATE

ban precisamente ese carácter de relaciones contractuales en un mismo pie de igualdad jurídica, en oposición al carácter dominador y manifiestamente personal de la relación de capital que empíricamente aún no correspondía a su concepto lógico. Con todo, y exactamente por ese motivo, la lucha de clases se convirtió en el motor de la historia de la imposición capitalista, y la crítica al capitalismo frente a los capitalistas-propietarios personales, sólo equivalía en verdad a la pura lógica del propio capitalismo, o sea, a la lógica de un sistema de igualdad formal estricta de individuos abstractos, los cuales de alguna manera aparecen como átomos de un proceso que, frente a ellos, se autonomiza. No obstante, más allá de los modos de dominio paternalistas y personales y de los resquicios de relaciones sociales corporativas, había también otros factores de no-simultaneidad interna, como por ejemplo modelos culturales premodernos, que bajo diversos aspectos, aparecían como un estorbo frente al tiempo dinámico y abstracto introducido por la administración de empresas, al día de trabajo abstracto, al conjunto de reglas político-económicas unificadas, a la normalización de la cotidianidad y de las cosas, a la reducción funcionalista de la estética, etc. Independientemente también de la lucha de clases y de la crítica inmanente al capitalismo vinculada a ella, el contexto sistémico capitalista no estaba todavía suficientemente maduro, sobre todo si se tiene en cuenta que incluso en los países capitalistas más desarrollados (con Inglaterra a la cabeza) el modo de producción capitalista no había alcanzado

El Movimiento Obrero en la «Modernización Reparadora» del Siglo XIX Bajo otro aspecto, la no-simultaneidad del desarrollo capitalista también se manifestó como una no-simultaneidad externa. En aquella época, una gran parte del planeta no se encontraba todavía sujeta a la lógica de este modo de producción, ni siquiera incluso bajo la forma colonialista superficial. Una parte considerable de las anexiones coloniales se efectuó en el siglo XIX, y aun en los países y regiones del mundo ya conquistados, las estructuras de reproducción social no estaban evidentemente tan penetradas por el capitalismo como en las respectivas metrópolis. Mantenidos como reservas de materias primas y considerados más bien como mercados marginales, serían incluidos en el proceso capitalista de manera parcial, así como la vida en el gran hinterland, dominado política y militarmente sólo de forma puntual, estaba arraigada aún en gran parte a formas precapitalistas. Mientras tanto, también dentro de la propia Europa, había una acentuada disparidad de desarrollo. Aunque el capitalismo ya contase con una larga historia

53 Año VII vol. VII - 2004


preliminar, a fines del siglo XVIII, sólo Inglaterra, que presentaba una industrialización embrionaria, podía ser llamada un país capitalista moderno, en comparación con el cual el desarrollo del continente era todavía relativamente atrasado. Dentro de la Europa continental, a su vez, la parte occidental (especialmente Francia y Holanda) se hallaba mucho más adelantada en relación a las regiones central y meridional. En Alemania, todavía no se habían desarrollado siquiera las condiciones básicas para la formación de una economía nacional homogénea y la de un correspondiente Estado Nacional. De esta forma, en Europa y en el círculo de aquellos países que ya comenzaban a llamarse vagamente capitalistas, el siglo XIX estaba esencialmente bajo el signo de una “lucha para ganar terreno”2. En la competencia establecida entre Inglaterra y Francia, esta primera modernización reparadora3, acabó creando un verdadero paradigma que marcó vigorosamente el desarrollo de Alemania e Italia. En Asia, también se unió al grupo Japón, mientras que al otro lado del Atlántico los EE.UU. comenzaban ya un cambio súbito, a la búsqueda de un enfoque autónomo del desarrollo industrial capitalista. Sólo a través de esa modernización reparadora, ocurrida en la segunda mitad del siglo XIX, surgió aquel contradictorio centro global compuesto por una cantidad relativamente pequeña de países que

desde entonces vienen dominando, en configuraciones alternadas mediante guerras mundiales avasalladoras, el mundo capitalista. Eso que se instauró después de la Segunda Guerra Mundial como club exclusivo de la OCDE, que desde hace poco tiempo viene promoviendo conferencias globales periódicas bajo la denominación de “G 7” y aparece como tríada formada por los centros Unión Europea, Estados Unidos y Japón, sigue estando representado por el mismo complejo central de Estados y economías nacionales, que fueron el resultado de la «posición alcanzada en la carrera» por los anglosajones y los europeos occidentales y de la siguiente modernización reparadora emprendida por Alemania, Italia y Japón en el siglo XIX. No se podía evitar que, junto a la nosimultaneidad interna básica, una nosimultaneidad externa nacional-estatal y nacional-económica, viniese a determinar el anticapitalismo inmanente del antiguo movimiento obrero. Allí donde hubiese, bajo tal o cual aspecto, cierto atraso de desarrollo en relación a otras naciones, aquél asumía positivamente el problema; y allí donde las disparidades fuesen especialmente grandes, esa identificación ganaba un carácter bien marcado. En Alemania, la socialdemocracia marxista y los sindicatos figuraban entre los más vehementes opositores a la unificación nacional. Pero a pesar de que la

2. En alemán, la palabra usada (Aufholjagd) proviene de la jerga deportiva y es usada habitualmente en el sentido de que alguien intenta recuperar el tiempo perdido en una competición (por ejemplo, en una carrera). En el texto se considera análogamente la carrera emprendida por los países que querían recuperar el tiempo perdido y alcanzar el desarrollo industrial. 3. El término «reparador» debe ser entendido aquí como «que repara, mejora, fortalece» (cfr. Diccionario Houaiss). Obsérvese que la idea contenida en la expresión «modernización reparadora» está íntimamente ligada a la considerada en la nota anterior, o sea: por medio del proceso de modernización que llegó tardíamente a Alemania, Italia y Japón, estos países procuraban ganar el tiempo perdido para lograr así quedar en pie de igualdad con Inglaterra o superarla.

54 Año VII vol. VII - 2004


El Marx Exotérico y el Marx Esotérico En ese campo de tensión entre nosimultaneidad interna y externa del capi-

talismo del siglo XIX, se sitúa la génesis de la teoría marxista. Marx, él mismo un disidente del liberalismo burgués, no podía sino llevar consigo esa tensión. Examinada superficialmente, la acción de Marx refleja la doble contradicción, interna y externa, del capitalismo de su época. En primer lugar, Marx (junto a Friedrich Engels) era la figura más destacada del cambio de campo social protagonizado por los intelectuales de vanguardia que, al criticar las formas de gobierno estructuralmente atrasadas existentes sobre todo en la Europa continental, dejaron de ser burgueses liberales moderadamente opositores, para pasar a integrar la oposición proletaria del movimiento obrero que entonces comenzaba. Evidentemente, si se entiende el carácter de este movimiento como un motor inmanente al desarrollo del propio capitalismo, entonces este cambio de campo no fue en modo alguno tan extraordinario y trascendental para la Historia como siempre intentó mostrar la hagiografía marxista. A diferencia de la autoconciencia de los agentes implicados, el simple cambio del punto de vista de clase permaneció en los moldes de la lógica capitalista, y estuvo marcado sobre todo por la decepción frente al escaso vanguardismo inmanente de aquella clase capitalista empírica, demasiado arraigada al statu quo de la época y demasiado conservadora. La forma básica del pensamiento disidente que de ahí resultaba, consistía en la idea de transferir, en cierto sentido,

4. Otto von Bismarck (1815-1898) es considerado el unificador de Alemania. Mediante tres guerras [contra Dinamarca, Austria y Francia], consiguió en 1871 anexar los estados meridionales a la ya existente Confederación del Norte, organizada por él, y coronar emperador de Alemania a Guillermo I de Prusia, en Versalles, convirtiéndose él mismo en el primer Primer Ministro imperial (Reichskanzler) de Alemania.

Año VII vol. VII - 2004

DEBATE

unificación nacional-estatal fue, en último análisis, realizada «de arriba abajo» por el primer ministro imperial Bismarck4, en el ámbito de un imperio anacrónico, se puede afirmar que la socialdemocracia alemana se mantuvo como un patriotismo burgués bastante oscuro. En las relaciones de competencia, del modo en que quedaron configuradas por la coyuntura de la modernización reparadora registrada en el siglo XIX, todos los partidos obreros acabaron asumiendo el punto de vista nacional-económico y nacional-estatal de “su” país, un tipo de orientación que, como se sabe, llevó a los movimientos obreros nacionales “amigos” a reencontrarse en los campos de batalla de la Primera Guerra Mundial. Bajo el efecto de la modernización reparadora, ese viraje hacia la posición de la competencia nacional-económica en la no-simultaneidad externa, estaba íntimamente relacionado, siguiendo una necesidad lógica, con el papel vanguardista asumido por el movimiento obrero en lo referido a la no simultaneidad-interna del sistema capitalista. En otras palabras: de verdad, la oposición social hacia dentro y el conformismo nacional hacia fuera no eran tan antagónicos como quizá pueda haber parecido a primera vista.

55


al joven movimiento obrero las “tareas burguesas”5 realizadas sin gran entusiasmo y con lentitud por la “clase poseedora” del capitalismo ascendente, tareas en gran parte ligadas al desarrollo capitalista ulterior que habían sido simplemente abandonadas (desarrollo de las relaciones jurídicas civiles, homogeneización del espacio social, modernización de las estructuras familiares y culturales, etc.), una temática que siempre volvía a encontrar espacio en el pensamiento de Marx. En este sentido, la teoría sólo hacía consciente lo que, independientemente de ella, ya se había establecido en el capitalismo como impulso esencial del movimiento obrero a través de su lucha por el reconocimiento. En la medida en que la teoría marxista confería una expresión científica a este impulso, podía convertirse en portavoz teórico-social o representante científico del movimiento obrero en su condición de aquel motor interno de desarrollo del capitalismo. Este papel de la teoría marxista se fortaleció incluso por el hecho de que Marx, al ser alemán, escribía al mismo tiempo a partir de la perspectiva del «subdesarrollo» capitalista específicamente alemán. Ya en el prefacio a la primera edición de El capital, señalaba: «Nos atormenta, como al resto de Europa occidental continental, no sólo el desarrollo de la producción capitalista, sino también la escasez de su desarro-

56

llo. Junto a las calamidades modernas, nos oprimen una serie de calamidades heredadas, que se originan en la inercia de los anticuados modos de producción sobrevivientes, con su séquito de relaciones sociales y políticas anacrónicas. No sufrimos sólo a causa de los vivos, sino también a causa de los muertos. Le mort saisit le vif!»... Con estas palabras, queda patente la fuerza con que el disidente Marx se aferraba al concepto liberal de progreso y al esquema de desarrollo histórico de la filosofía hegeliana, que trasladará a la historia de los modos de producción económica sólo a partir de una versión puramente histórica o, como él mismo llegó a afirmar, cuya imagen corregiría. Desde este punto de vista, históricamente el capitalismo era una masa compacta y, para poder abolirlo realmente, en primer lugar era necesario introducirlo como un modo de producción históricamente necesario, en nombre del desarrollo de las fuerzas productivas; luego había que rodearlo de cuidados y mimos, promover su desarrollo ulterior y, en cierto modo, aproximarse a su concepto. Simplemente, no era posible desembarazarse de él, como afirmó Marx en aquel prefacio, pues se trataba de tendencias «que se imponen con férrea necesidad»: «El país más desarrollado industrialmente se muestra apenas desarrollado si se lo compara con su futuro». En su referencia teórica positiva y en

5. En alemán, el adjetivo que significa «burgués» (bürgerlich) también puede significar «civil». Con todo, en la teoría marxista entró también otro sesgo de argumentación muy diferente que excede en mucho el horizonte de su tiempo. Se trata de una crítica al capitalismo mucho más profunda, la cual merece ese nombre también en sentido lógico e histórico, puesto que examina el modo de producción capitalista fundamentalmente en sus formas político-económicas elementales, que abarcan a todos los grupos, clases y capas sociales y forman el sistema colectivo de referencias de los conflictos sociales intercapitalistas. Este segundo nivel de la crítica marxista al capitalismo, el nivel realmente genuino, no es sólo válido para un determinado modo o un determinado nivel de desarrollo o determinados efectos de ese contexto de formas, sino que está relacionado con la esencia o el núcleo de la cosa; al no remitirse a cualidades negativas o a fallos e imperfecciones (que posiblemente estarían al alcance de una corrección inmanente), este nivel es categórico o categorial, o sea, que rechaza las clasificaciones ontológicas básicas del capitalismo.

Año VII vol. VII - 2004


el «sentido común» como en la ideología y la ciencia. Es bastante fácil describir las categorías capitalistas básicas, pero es bastante difícil someterlas a una crítica fundamental. El concepto abstracto de «trabajo», el «valor» económico, la representación social de los productos como «mercancías», la forma general del dinero, la intervención a través de «mercados», la reunión de esos mercados en «economías nacionales» con determinadas unidades monetarias (monedas), los «mercados de trabajo» como requisito para una vasta economía de mercancías, monedas y mercado, el Estado en cuanto «Estado abstracto», la forma del «derecho» abstracto general (codificación jurídica) de todas las relaciones personales y sociales y como forma de la subjetividad social, la forma estatal pura y totalmente desarrollada de la «democracia», el disfraz irracional y culturalmente simbólico de la coherencia nacional-económico-estatal –todas estas categorías elementales de socialización capitalista moderna, por una parte desarrolladas a través de procesos históricos ciegos, fueron, por otra, impuestas a los seres humanos por los respectivos protagonistas y detentadores del poder en un proceso de catequización, habituación e interiorización a lo largo de varios siglos, resultando de ahí el hecho de que esas categorías, muy pronto, hayan aparecido como constantes antropológicas prácticamente insuperables, poniéndose al abrigo de toda crítica. Lograr vender el contexto de la forma social capitalista, antes totalmente inexistente, como una ley natural de la convivencia humana que siempre hubiese exis-

DEBATE

cierto modo histórico-filosófica tanto a la no-simultaneidad interna como a lo nosimultaneidad externa del capitalismo en el siglo XIX, Marx puede ser leído como un sensato teórico de la modernización y, justamente por eso, «teórico-jefe» del movimiento obrero moderno. En esa interpretación, nos encontramos de nuevo con el conocido Marx de la «lucha de clases», del «interés económico», del «punto de vista del obrero», del «materialismo histórico», etc. Si la teoría marxista se dejase absorber por esto, entonces se distinguiría de otras teorías de la modernización sólo por el énfasis social dado, su terminología específica y su fundamentación teórico-histórica. Bajo esta óptica, el programa de una crítica al capitalismo meramente inmanente y volcada a los diversos niveles de no-simultaneidad estaría hoy agotada, y de este modo Marx liquidado. En este contexto, no se trata de meras clasificaciones del pensamiento (teórico, científico), sino de categorías reales de la reproducción social y del modo de vida social que vuelven a emerger en la teoría como conceptos (por ejemplo, en las ciencias económicas de cuño burgués). Por esa razón, el subtítulo de El Capital de Marx, o sea, una «Crítica de la economía política», admite dos interpretaciones: por un lado, como crítica a las relaciones objetivas y reales, existentes antes de o independientes de cualquier teoría y consideradas en sus formas de referencia socioeconómicas elementales; y por otro, como crítica a las formas de pensamiento y conciencia a ella ligadas y de ella resultantes, originadas tanto en

57 Año VII vol. VII - 2004


tido, fue indudablemente una gran hazaña de la filosofía iluminista burguesa y de la teoría económica vinculada a ella y puesta en práctica entre el final del siglo XVIII y comienzos del XIX. Como se llegó a decir, esas categorías propiamente eternas sólo habrían sido empleadas de manera equivocada e incompleta en el pasado, porque había faltado la comprensión necesaria (la razón suscitada por el Iluminismo). Pero después de que, por suerte, se hubiese encontrado esa razón, la historia de los equívocos había llegado a su fin, y la humanidad podría marchar entonces hacia un futuro glorioso, obedeciendo los principios de la sociedad par excellence (entiéndase: del capitalismo), que siempre habían existido y regido. Con mucha perspicacia y sutileza, Hegel modificó esa hipótesis, redefiniendo las condiciones sociales premodernas, que para los iluministas todavía aparecían como errores y equívocos, y estableciendo un número equivalente de «estadios de desarrollo necesarios» que, con certeza, en su conjunto sólo tenían el sentido de apuntar hacia la maravillosa era moderna como punto culminante y final del desarrollo humano. El hecho de que Hegel haya considerado este último estadio como ya alcanzado en plena monarquía constitucional prusiana es la clara prueba de que también él confundía, y mucho, la Edad Moderna o el capitalismo (que para él no lleva este nombre, sino que merece denominaciones mucho más patéticas, como por ejemplo Weltgeist)6, en cuanto objetivo de la Historia, con la situación real de su tiempo aún no com-

58

pletamente maduro. Fue así como se dio la circunstancia de que la filosofía moderna en general y las ciencias económicas en particular (y más tarde también otras disciplinas académicas autónomas, como la sociología, las ciencias políticas, etc.) hayan proyectado para toda la historia de la humanidad el contexto totalmente nuevo de la sociedad capitalista como principio presuntamente natural de la convivencia y la administración. También aún hoy, a pesar de todas las críticas que se han formulado en relación a una visión ahistórica e inespecífica, se tiene como cierto, al menos en las ciencias económicas, que la primera herramienta arrancada a la piedra por un hombre prehistórico ya habría sido capital y alcanzado un precio en un mercado formado por sujetos de cambio. No se puede negar que Marx permaneció aferrado a Hegel desde el punto de vista histórico-filosófico, pero se divertía enormemente con esos anacronismos horripilantes de las ciencias económicas y no sólo «historizaba» explícita o implícitamente las modernas categorías capitalistas, sino que también las definía como formas de una forma profundamente irracional, destructiva y, al final de cuentas, autocorrosiva, de la sociedad. Pero esa crítica radical se encuentra, en verdad, mezclada y cruzada con aquel análisis de la no-simultaneidad interna y externa del capitalismo y aquella representación de la clase obrera volcada simplemente hacia el reconocimiento «dentro» del capitalismo, de modo que Marx oscila permanentemente, en parte en su

6. Weltgeist: «espíritu del mundo».

Año VII vol. VII - 2004


Marx y el movimiento obrero: matrimonio no por amor Mientras tanto, para el propio Marx y para sus receptores en el seno del movimiento obrero, no era posible separar estos dos factores tan entrelazados. Aunque Marx hubiera reconocido muy pronto la política como forma de una sociabilidad meramente extrínseca, abstracta y dependiente del proceso de explotación del capital, creyó que el movimiento obrero, precisamente por la vía de la lucha política (ligada al Estado), podría ser lanzado a través de la representación de intereses meramente inmanentes en la dirección de aquella crítica aún difusa y categórica, que trascendía la conciencia constituida de forma

capitalista, una crítica cuya realización él mismo llegó a calificar ocasionalmente de «sueño», «objetivo gigantesco» o hazaña de una «enorme conciencia». A su vez, el movimiento obrero y sus representantes políticos, en su gran mayoría personas honestas, no tenían casi ninguna idea de qué hacer con aquella crítica categórica que aparecía implícita o explícitamente. De una manera un tanto hipócrita, ante el problema preferían apelar a la disculpa de que se trataba de un discurso teórico difícil de comprender, asumiendo una actitud deliberadamente humilde delante del «gran pensador», pero sólo para movilizar sutilmente el sentido común del obrero asalariado en contra de aquella «teoría nebulosa» y de sus «filosofemas» inútiles y nada prácticos. Con ese telón de fondo, a muchos receptores, que se habían mostrado antes completamente interesados, aquellas tesis de Marx, supuestamente incomprensibles, acerca de la crítica radical a las formas capitalistas, les parecieron también una especie de «fanfarronadas hegelianas» e incluso una «tontería filosófica». En verdad, el razonamiento ontológico-abstracto y teóricocognitivo de la filosofía moderna, que parece distante de la praxis, acaba ocultando con su ropaje terminológico la reflexión sobre las formas de pensar capitalistas que simultáneamente son las formas sociales de la praxis. En tanto que Marx, en contra de su propia convicción, quería reconocer en la forma política del movimiento obrero, la cual trascendía la lucha diaria de intereses meramente sindicales, el vehículo de una crítica radical acerca de la forma (y

DEBATE

manera de expresarse y en parte también en su argumentación, entre una crítica categórica fundamental por un lado y una presentación «positivista» (y, como tal, comprensible) por otro, llegando incluso a ser claramente contradictorio en lo tocante a muchos de sus conceptos y argumentaciones centrales. En este sentido, urge que se hable, pues, de un «doble Marx », y en rigor se lo debe hacer precisamente en lo que concierne a esa relación de inmanencia positivista y trascendencia categorial presente en la formación de su teoría. Así, nos vemos delante de un Marx «exotérico» (volcado hacia afuera, de fácil comprensión) y un Marx «esotérico» (que piensa categóricamente, de difícil acceso). El Marx exotérico es el positivamente inclinado hacia el desarrollo inmanente del capitalismo, en tanto que el Marx esotérico es aquel que se vuelve hacia la crítica categórica al capitalismo.

59 Año VII vol. VII - 2004


de este modo, paradójicamente, también acerca de la propia forma política), para el movimiento obrero, a la inversa, esa forma política se convirtió en el vehículo mediante el que sería posible eludir prudentemente la crítica categorial de la forma, una crítica que hasta cierto punto sólo se contemplaba de soslayo y provocaba temores, y conquistar el reconocimiento (exitoso, en resumidas cuentas) dentro del capitalismo como sujeto de trabajo, así como en los mercados de trabajo. De esta manera, se producía una ilusión recíproca, y Marx se volvía no sólo en su condición exotérica el representante científico del movimiento obrero, sino que encarnaba también simultáneamente, en su condición esotérica, al teórico importuno, protestón y enfurruñado, eternamente descontento, y «papá sabelotodo» predicador de sermones que quedaban en un segundo plano, convirtiéndose en un fiel reflejo de su propia contradicción interna en relación al movimiento histórico de la clase obrera hacia el interior del capitalismo, en vez de fuera de él. La inevitable tensión derivada de esa relación extremadamente discrepante hizo que la antinomia de la teoría se convirtiese en poco tiempo en su canonización y dogmatización, como normalmente sucede cuando la propia cosmovisión legitimadora contiene un punto ciego que no puede ser tematizado. Es verdad que Marx llegó a observar irónicamente que él no era «marxista», pero eso no le sirvió de nada. Pues la transformación, y con ella la anatematización, de la contradic-

60

ción teórica en la ideología de un «ismo» era la única posibilidad de adecuar a su teoría una recepción que equivaliese a las necesidades del movimiento obrero. Y esa ideologización hizo con Marx aquello que ocurre con todo pensador no-simultáneo que está en su tiempo, pero al mismo tiempo adelantado a él: sólo por eso fue, en cuanto Marx exotérico, elevado a la condición de dogma para ser, en la condición de Marx esotérico, degradado y recibir una patada en el trasero. Y con mayor vehemencia por parte de los ideólogos «marxistas» del partido y de los eruditos académicos, desde Karl Kautsky hasta Oskar Negt. Tal vez no haya otro pensador moderno a quien mejor le cuadre la siguiente frase del aforista polaco Stanislaw Jerzy Lec: «Lo lapidaron levantándole un monumento». El marxismo y la modernización reparadora en el siglo XX Esta lapidación del Marx esotérico continuó después de su muerte durante un período de más de un siglo. Pues el «breve» siglo XX, delimitado por las fechas históricas de 1914 y 19897, no experimentó el avance de la crítica categórica en la teoría marxista ni una consecuente nueva cualidad de reflexión social, sino que, por el contrario, vio la ascensión reiterada y al fin la caída del Marx exotérico de la modernización y positivamente inmanente, en un nuevo nivel de no-simultaneidad histórica dentro del capitalismo. Porque el siglo XX no llegó a representar, a pesar de ambas guerras mundiales y de la crisis económi-

7. Año de la caída del Muro de Berlín, hecho que aceleró el colapso general de los regímenes socialistas en los países del Este europeo.

Año VII vol. VII - 2004


vas burguesas, llegase a experimentar su segunda primavera en la segunda ola histórica de la modernización reparadora. Pues al entrar en el horizonte global del capitalismo, las regiones periféricas apenas podían seguir sus propias tradiciones culturales limitadas. Más aún, carecían de una teoría occidental universal como telón de fondo legitimador, que al mismo tiempo, en cuanto teoría de legitimación universal orientada hacia la historia mundial capitalista, tuviera un carácter históricamente de oposición, para poder ser instrumentalizada en la competencia entre la periferia, ocupada en su modernización reparadora, y los centros del capital ya establecidos. En consecuencia, el Marx exotérico fue retomado por teóricos como Lenin, Stalin y Mao Tsé-tung, y se lo adaptó a las necesidades de la nueva «lucha para ganar terreno» en la periferia capitalista. Estas necesidades diferían de las del movimiento obrero occidental, en la medida en que no se trataba sólo de mostrar reconocimiento a las personas que dependían de un salario en un capitalismo ya establecido; se trataba, más bien, de la implantación –con carácter reparador– de las propias categorías sociales capitalistas, y a decir verdad, mucho más allá de las exigencias de aquel proceso similar de modernización reparadora registrado en Alemania, Italia y Japón en el siglo XIX. Porque, en primer lugar, el atraso en el grado de socialización capitalista era mucho mayor, si se lo compara con las discrepancias de aquella Europa

8. A veces no queda muy claro en el texto original si el autor se refiere a «Este» y «Sur» sólo en el contexto europeo o si también cabría la idea del «Este» como referencia a países de Oriente, o la del «Sur» como referencia a países del Hemisferio Sur, sobre todo si pensamos en países comunistas de Asia.

Año VII vol. VII - 2004

DEBATE

ca mundial (1929-1933), el siglo de la maduración de la crisis y de la transformación del capitalismo, sino que, a la inversa, representó esencialmente la época de una segunda ola de «modernización reparadora». Sólo entonces las grandes regiones mundiales de la periferia capitalista, la gran mayoría de la humanidad, como previera Marx, entraron en la historia mundial. Esta segunda modernización reparadora se dividió en dos tendencias entrelazadas: por un lado, la ascensión del socialismo de Estado (vulgarmente, capitalismo de Estado) en el Este8, que esgrimió la tesis de un sistema mundial propio, y por otro, el movimiento de liberación nacional de los países coloniales del Hemisferio Sur, cuya descolonización e independencia civil y nacional-estatal sólo pudo ser concluida al final del siglo (en definitiva, con la devolución de Hong-Kong a China). El «big bang» de esa historia mundial del siglo XX fue la gran revolución de octubre ocurrida en Rusia al final de la Primera Guerra Mundial, seguida de la revolución china en el transcurso de la Segunda Guerra Mundial, así como de las grandes guerras anticoloniales de liberación (Argelia, Vietnam, África del Sur) libradas en las décadas de la posguerra. No se podía evitar que el Marx exotérico, cuya teoría inmanente de la modernización ya se desvaneciera un tanto dentro del movimiento socialdemócrata occidental y fuera mezclada con escenarios móviles de las ciencias positi-

61


más joven; en segundo lugar, porque la «lucha para ganar terreno» tenía que realizarse en unos plazos mucho más exiguos y en un nivel de desarrollo del capital mundial mucho más alto; y en tercer lugar, porque eso sólo podía suceder dentro de una competencia precaria frente a un círculo dominante de índole ya global, formado por poderes centrales altamente desarrollados y fuertemente armados. En ese contexto, la teoría marxista sufrió una nueva deformación y reducción. Los aspectos esotéricos de la crítica categórica ni siquiera surgían ya como reflexión filosófica fuera de la realidad y distante de las exigencias prácticas; desaparecieron casi completamente de la discusión, perdidos a mitad de camino entre Lenin y los teóricos de la liberación nacional. Aunque la relación social con un movimiento obrero se había mantenido desde el punto de vista formal, ésta se redujo prácticamente a grupos relativamente pequeños y organizaciones sindicales en el marco de una industrialización aún frágil. Los propios partidos obreros marxistas periféricos se convirtieron en máquinas burocráticas de la «valorización reparadora» de sociedades que todavía no se encontraban permeadas por la forma económica capitalista. No sólo eran los representantes de la inquietud interior del capitalismo o del desarrollo ulterior de un capitalismo orientado hacia el Estado de derecho o hacia el Estado social, como sus partidos hermanos occidentales; además (en el caso de Lenin, aún relativamente consciente), en un sentido abstracto-pansocial, tenían que «hacer de burguesía», porque la burguesía social de los países periféricos sim-

plemente era muy débil para esa tarea. Por tal motivo, la identificación de ese marxismo periférico con la nación respectiva (en las ex colonias, la nación fue en general una invención tardía y totalmente sintética) adquiría un carácter aún más intenso que en Occidente. El carácter paradójico de ese marxismo de legitimación ideológica que se encuentra en la segunda modernización reparadora superaba en mucho a aquel registrado en los partidos obreros occidentales, pues en realidad se trataba de una amalgama explicable sólo a partir del contexto histórico especial de un «capitalismo desarrollista anticapitalista» o «capitalismo directo de Estado», lo cual, en el campo de tensión de una no-simultaneidad externa especialmente extrema, tenía que expresar la contradicción de la teoría marxista también de una manera especialmente extrema. Esencialmente, esa segunda recepción del Marx exotérico apareció y ocurrió de una manera más profundamente radical que la primera, pero no porque hubiera movilizado la crítica categórica oculta del capitalismo y así hubiese abierto el camino en la dirección de la raíz de la relación histórica, sino porque estaba más expuesta a una carga mayor de no-simultaneidad intercapitalista. Como burocracias estatales, los partidos obreros marxistas no sólo tuvieron que asumir las tareas burguesas de una forma mucho más enfática de lo que sucediera antes en Occidente; en verdad, paradójicamente, ¡tuvieron incluso que engendrar la clase obrera como material humano del propio proceso de explotación por primera vez a gran escala social! Si esa versión

62 Año VII vol. VII - 2004


de la teoría marxista, vinculada a esta coyuntura, sólo hubiese podido movilizar en los centros occidentales a una minoría ideológica; el comunismo (como rótulo del nuevo impulso modernizador de capitalismo de Estado) permaneció en Occidente como un simple niño malcriado, una especie de tropa auxiliar de la Unión Soviética, y por eso no conseguía superar el status de una nota a pie de página de la historia, en tanto lograba mantener su verdadero poder de irradiación en las grandes regiones de la periferia mundial. Como contrapartida, la democracia social de Occidente, saturada a causa de una participación diversificada en la administración de seres humanos y aterrorizada con las formas crudas de la dictadura desarrollista engendrada por el marxismo periférico, fue dejando a un lado paulatinamente, y por completo, su marxismo, para sufrir una mutación, después de la Segunda Guerra Mundial, en su legitimación y en sus programas, y volcarse a una opaca teoría keynesiana de Estado social sin retórica de lucha de clases y sin revolución. Balance: de algún modo, el Marx exotérico se había vuelto propiedad exclusiva de los retrasados históricos.

DEBATE

hard-core del marxismo exotérico se mostró radical, en realidad se trataba menos de una radicalidad de la crítica teórica y práctica y mucho más de una forzosa militancia de la competencia en la autoafirmación intercapitalista frente a los centros occidentales, que por eso buscó con ahínco una representación marcial correspondiente, de cuño cultural-simbólico, y acabó realzando, bajo el signo de las guerras de la revolución y de las guerras de independencia del siglo XX, el kalachnikov estilizado sobre las insignias del trabajo, principalmente la hoz y el martillo. Como no se logró superar la problemática de ahí resultante con los medios ofrecidos por la teoría marxista de la modernización, esa diferencia meramente relativa acabó conduciendo, en el seno de la recepción de Marx, al gran cisma del movimiento marxista mundial. Esa escisión, condicionada a primera vista por el aparente contraste entre la radicalidad del Este y del Sur y el reformismo moderado occidental, sólo refleja en realidad la diferencia en el grado de nosimultaneidad e inconclusividad de la penetración capitalista. Para explicarnos: en el estrato más antiguo de la vía de desarrollo occidental, la cuestión giraba en torno del simple reconocimiento dentro del Estado moderno ya establecido, mientras que en el estrato más nuevo de las regiones Este y Sur, se trataba de conquistar el poder estatal, con el fin de instalar una máquina estatal moderna responsable de la industrialización capitalista de Estado. Se puede entender muy bien que la forma de una radicalización (centrada en la cuestión del poder estatal)

El reciclaje del marxismo en la guerra fría Sólo se puede explicar el destino de la teoría marxista en el siglo XX mediante el desciframiento de los contrastes externos en el contexto de un repudio intercapitalista global, dentro del cual el movimiento histórico-mundial del capitalismo comenzó por primera vez, no sólo de acuerdo con su lógica sino también

63 Año VII vol. VII - 2004


empíricamente, a mostrarse como capital mundial, según la esencia capitalista, en la forma de una competencia destructiva y grandes catástrofes de dimensiones imprevistas. Dentro de esa evolución, se superpusieron varias oleadas de desarrollo, cuya influencia mutua creó sistemas globales y relaciones de competencia de estabilidad sólo provisional. El «siglo del movimiento obrero (occidental)» (aproximadamente de 1848 a 1945) se cruzó con el «siglo de las revoluciones nacionales de desarrollo» (1918 a 1989) y con la lucha por el dominio capitalista a escala mundial en el seno del Centro, la cual fue definitivamente resuelta en 1945 con el inicio de la «Pax Americana». Después de la Segunda Guerra Mundial, todo ese proceso se manifestó a través de la coyuntura formada por los «tres mundos», que marcó especialmente la segunda mitad del siglo XX: el «Primer Mundo» del viejo centro capitalista, en lo sucesivo bajo la cuestionada hegemonía de EE.UU.; el «Segundo Mundo», representado por el comunismo de Estado del Este, o capitalismo de Estado, bajo la dirección de la Unión Soviética; y finalmente el «Tercer Mundo», compuesto por aquellos movimientos poscoloniales de liberación nacional y por dictaduras desarrollistas de las más diversas tendencias existentes en el Hemisferio Sur del planeta. Oeste y Este, el Primero y el Segundo Mundos se enfrentaban en la Guerra Fría del denominado conflicto de sistemas, mientras que el Tercer Mundo se organizaba en parte en el grupo de los llamados países no alineados (con una clara tendencia hacia el socialismo de

Estado) y en parte se convertía en escenario de «guerras por delegación» de ambos bloques de sistemas. La teoría marxista, que en su forma exotérica remodelada sacudió toda esa época a partir de la periferia, acabó siendo completamente desfigurada por ambos lados hasta quedar irreconocible. Si al principio, cuando la joven Unión Soviética estaba aún vinculada intelectual y culturalmente a la política y a la historia humanística de Occidente (transmitidas por los socialistas emigrados durante el régimen zarista), se mantuvo todavía aparentemente el patetismo emancipador del «nuevo ser humano» y del «tiempo nuevo» sobrecargado de utopías, muy pronto surgió el carácter modernizador del capitalismo de Estado incorporado por el régimen soviético y por todas las dictaduras desarrollistas que vinieron a continuación, para los cuales figuraba como punto central no la emancipación social del ser humano, sino su transformación en material de una participación, supervisada por el Estado, en el mercado mundial. De esta manera, apenas puede resultar extraño que inmediatamente después aparecieran no sólo aquellas formas de trabajo, moneda y mercado del Estado burocrático, características del punto de partida capitalista, sino también los acostumbrados actos criminales de la modernización, una vez que se disipó la polvareda ideológica de las revoluciones. A estas alturas, Occidente, intimidado en la Guerra Fría por el ala antagónica atrincherada, representada por los retrasados históricos, eligió a Marx y su teoría como la imagen de representación nega-

64 Año VII vol. VII - 2004


El movimiento del 68 como brote efímero del Marx exotérico Hacia el fin del milagro económico occidental, aquel gran boom de la posguerra de las industrias fordistas con el automóvil como un bien de producción y consumo central, el Marx exotérico experimentó una vez más –a decir verdad, ya más allá de su época histórica– una inesperada tercera primavera, esta vez bajo la forma del gran movimiento occidental de jóvenes y estudiantes, que estuvo acompañado por fenómenos similares en el Este europeo (Primavera de Praga) y en el Tercer Mundo. Pero esa tercera primavera fue apenas una brisa fresca que lo único que hizo fue rozar levemente la superficie de la sociedad como un movimiento simbólico-cultural. El intento de enriquecer ese movimiento con el patetis-

mo nacional-revolucionario del Tercer Mundo y de reasumir de nuevo, en un gran plan estratégico, la recepción del Marx exotérico como una fuerza histórica global se desvaneció considerablemente en una cultura pop románticorevolucionaria. Sólo una ínfima minoría intentó poner en práctica esa opción estratégica condenada al fracaso con acciones militares kamikaze completamente aisladas y casi existencialistas (como por ejemplo en la República Federal Alemana, la Rote-ArmeeFraktion)9. A estas alturas, la teoría marxista no estaba siendo repensada en el mismo nivel del desarrollo alcanzado por las formas sociales capitalistas; a la inversa, se la reimportaba en una forma conceptual muy desamparada desde la periferia, cuya modernización reparadora, desde el punto de vista económico y estructural, ya se encontraba a punto de fracasar, aunque la teoría en sí pareciera aún vivir sus últimos triunfos revolucionarios. En cuanto a las propias metrópolis capitalistas, lo que quedó como residuo o sobra de la antigua función de modernización en el horizonte de comprensión del Marx exotérico fue un impulso contrarrevolucionario del movimiento del 68 hacia el desencadenamiento del último estadio de individualidad capitalista posmoderna: las temáticas en torno a la cultura crítica habitual, al antiautoritarismo, a la «revolución sexual» y a las demás campañas del momento, todas ellas adornadas todavía por el vocabulario marxis-

DEBATE

tiva de todo el Imperio del Mal, mientras que los países del bloque oriental de capitalismo de Estado lo pintaban como icono legitimador de una esperanza oscurecida hacía mucho tiempo por los regímenes de la industrialización dictatorialdesarrollista. En su deslumbramiento, Occidente no quería reconocer en tal «Este marxista» (y en parte del Sur) la imagen de su propio pasado, aun cuando el Este hubiese intentado imitar, en los siguientes años setenta, llegando a rozar el ridículo, no sólo las categorías capitalistas, sino también el modo de vida y consumo capitalista en un nivel relativamente inferior, bajo un manto de burocracia de Estado.

9. Grupo terrorista «Fracción del Ejército Rojo», que actuó en Alemania occidental, de manera bastante violenta, sobre todo durante los años 70.

65 Año VII vol. VII - 2004


ta impuesto por el movimiento juvenil y estudiantil, acabaron transformándose en diversos planos de gerenciamiento y marketing de vanguardia, en una comercialización de lo íntimo y en un nuevo autoempresariado de la fuerza de trabajo. Mientras que los denominados nuevos movimientos sociales, que desde 1968 hasta la mitad de los años ochenta emprendieron diversas tentativas de una contracultura, se veían todavía (o se veían erróneamente) como una oposición social fundamental, cada vez se remitían con menos frecuencia a la crítica marxista de la economía política. Era evidente que el potencial de las interpretaciones marxistas ya no bastaba para una explicación progresista de la realidad. Pero si no recurría a la teoría marxista, el análisis acababa careciendo de profundidad crítica, y los movimientos fueron perdiendo su fuerza, deshaciéndose o disolviéndose dentro del capitalismo mediante la subcultura y la política lobista de grupos aislados. La gran confusión después del marxismo Con la extinción de aquel brote, finalmente el Marx exotérico pudo desaparecer para siempre. Pero por falta de reflexión histórica y teórica acerca de su importancia, tal agotamiento del paradigma marxista se interpretó como si la crítica al capitalismo tuviera que ser archivada por haberse tratado de un mero

66

engaño. Esta impresión superficial pareció confirmarse dramáticamente cuando en 1989 –de manera irónica, a la hora puntual de celebrarse el segundo centenario de la Revolución Francesa– se desmoronó el frágil imperio del capitalismo de Estado del Este europeo, hundiéndose, casi sin hacer ruido, en el infierno de la Historia. El socialismo real, que tanto fuera evocado en nombre del Marx exotérico, sencillamente perdió su realidad. Y después de esto ya no se detendrían: aún dentro de ese modo de ver típico de la Guerra Fría, aquella ruptura de época, tan inusitada como incomprendida, pasó a ser proclamada por todas las vertientes políticas y teóricas como una victoria decisiva de la «economía de mercado y de la democracia», fórmula que todavía hoy nos persigue como una musiquilla chata y de fácil éxito, fabricada para vendérsela a los clientes del Kaufhaus des Westens10. En ese momento, dentro de la visión de poco alcance histórico de la Guerra Fría, el contrasistema marxista, y con él la alternativa histórica al capitalismo, parecía fracasado. Y a partir de la perspectiva de una izquierda en franca y rápida disolución, que sólo sabía pensar de la manera inmanente del Marx exotérico, había que bajar la cabeza y mostrarse de acuerdo con tal evaluación. Por un lado, los grandes movimientos de desbandada hacia un «realismo» conforme al capitalismo, con sus consecuentes carreras gro-

10. En Berlín occidental, durante la Guerra Fría, se construyó un predio donde se instalaron lujosas tiendas dedicadas a los más diversos ramos, desde zapaterías y librerías hasta mercados de alimentación con las más finas delicatesses. El predio, que está situado dentro del corredor turístico central de Berlín, servía (y aún sirve) como escaparate de la modernización y del poderío económico-comercial de Alemania occidental, sobre todo en la época del Muro de Berlín, pues se contraponía a la poca variedad del comercio del vecino Berlín oriental (sector comunista). Popularmente, se lo llama KDW (se pronuncia ka-de-vé). Literalmente, significa «Centro Comercial del Oeste».

Año VII vol. VII - 2004


cios de importación y de exportación (terms of trade) en detrimento de estos últimos, de modo que ya no pudieron obtener las divisas suficientes, viéndose obligados, por fin, a capitular como economías nacionales autónomas. Ahora, hasta los propios portavoces de la economía de mercado y de la democracia, así como los neoliberales de línea dura empiezan a ver con claridad que la crisis mundial actualmente en curso, provocada por sucesivos colapsos nacionaleconómicos, no puede ser vencida de ningún modo mediante un simple cambio en los campos político-ideológico e institucional, saliendo del plano estatal y encaminándose hacia la competencia de mercado, del proteccionismo relativo hacia la apertura del mercado y de la fracasada dictadura desarrollista unipartidaria hacia un parlamentarismo democrático. Esa crisis es mucho más profunda. Como bien lo demostraron los colapsos sufridos, y aún no superados en absoluto, por los «tigres» del sudeste asiático, con su aparente economía milagrosa, no sólo fueron las economías decididamente socialistas de la periferia las que tropezaron con sus fronteras históricas. Resulta cada vez más evidente que el capitalismo occidental no puede integrar, en un sistema mundial unificado bajo su égida exclusiva, a aquellos retrasados históricos que fracasaron en sus tentativas autónomas de recuperar el terreno y el tiempo perdidos. La no-simultaneidad intercapitalista no fue abolida de manera positiva, sino tan sólo negativa. Bajo la presión de patrones de productividad y rentabilidad globalmente unificados, hoy una gran parte de la humanidad ya no logra existir

DEBATE

tescas, y por otro, la triste y obstinada nostalgia marxista de una minoría desorientada parecían sellar definitivamente el destino de la teoría marxista. Completamente fuera de consideración quedaba el hecho de que aún podría haber otra interpretación, muy diferente, de los desarrollos y acontecimientos registrados, y en verdad sería una interpretación en el horizonte de aquel Marx esotérico reprimido y de su crítica radical categórica. Desde esta visión totalmente diferente, de la cual incluso la opinión pública teórica sólo se dio cuenta con reluctancia, no fue la alternativa histórica la que fracasó, sino, por el contrario, la modernización reparadora de la periferia. Si, a partir de la perspectiva de la no-simultaneidad externa (nacional) en el siglo XIX, la «lucha para ganar terreno» todavía pudo alcanzar relativamente sus fines, después de los éxitos iniciales acabó derrumbándose en el siglo XX, a pesar de los enormes esfuerzos realizados. Los motivos de esa derrota residen en el estadio de desarrollo del propio sistema capitalista mundial: bajo las condiciones de integración progresiva posibilitadas por el comercio mundial y los mercados financieros, los retrasados históricos sólo perderían el aliento, a más tardar, con la tercera revolución industrial (microelectrónica). Al fin de cuentas, ya no estaban en condiciones (o sólo a costa de un endeudamiento externo precario) de obtener la fuerza de capital destinada a ese nuevo armamento tecnológico del aparato total de producción. Así, perdieron la competencia en el mercado mundial, y, en una reacción en cadena, se abrió la discrepancia entre pre-

67 Año VII vol. VII - 2004


dentro de las formas sociales capitalistas. Más todavía: de manera inequívoca, la crisis mundial se manifiesta también dentro de los propios países-núcleo capitalistas, aunque por el momento permanezca oculta en virtud de un nuevo capitalismo financiero fuera de la realidad, el cual puede ser interpretado, a su vez, como un fenómeno de crisis. Cuanto más claramente proclamen los hechos esta verdad a los cuatro vientos, mayor será la confusión. ¿Será que se debe, por ejemplo, reexhumar la enterrada crítica marxista al capitalismo y simplemente revitalizar y repetir los conceptos ya olvidados de la lucha de clases y de una economía política, aunque éstos formen parte, obviamente, de una época ya desaparecida? La ciencia oficial y la opinión pública burguesa se resisten, con derecho, a reanimar un debate tartamudo y superfluo. Aparentemente, ya no habrá ninguna posibilidad de expresar con claridad los evidentes fenómenos de crisis y desarrollar alternativas sociales históricas (de ahí también el discursos terco, bordeando la ignorancia, de la «economía de mercado sin alternativa»). Como después de 150 años sólo el Marx exotérico de una teoría de la modernización positiva está presente en la conciencia social, la teoría social sufre una parálisis extrema. La necromancia marxista En gran parte, los pocos grupúsculos marxistas que quedan no hacen prácticamente nada para revertir este estado de cosas. Al contrario, fortalecen la parálisis y confirman, cuando el pasado está repasado, llenos de estridencias y en medio de una grosera presunción, la misma pelícu-

la que muestra el paradigma naufragado del Marx exotérico. Las insignias y lemas de las revoluciones desarrollistas reparadoras ya fueron a parar al baúl de los trastos viejos posmoderno. «Hoz y martillo» aparecen al lado de símbolos religiosos y de otra naturaleza como un accesorio desprovisto de su contenido que ya se volvió histórico, y fondos de inversiones y empresas de alquiler de vehículos hacen la publicidad de sus «revolucionarias» ideas comerciales a través de imágenes alienadas de Lenin. Pero el marxismo que quedó reflexiona infatigablemente sobre la diferencia cualitativa para él todavía obvia entre el socialismo real desrealizado y el modo de producción capitalista. Y esto sucede, aunque la identidad positiva haya sido probada prácticamente por el hecho de que ese socialismo sólo haya podido fracasar según los criterios capitalistas porque éstos también eran los suyos. En la actualidad, se esboza un nuevo frente de retirada de la izquierda global, en el cual conceptos del Marx exotérico («lucha de clases», etc.) se vinculan a elementos de la doctrina económica keynesiana (intervenciones parciales del Estado y acompañamiento social-estatal del capitalismo, etc.). Al frente de esta tendencia, destaca el sociólogo francés Pierre Bourdieu, quien proclamó categóricamente la «defensa de la civilización keynesiana» contra la marcha triunfal del neoliberalismo. Frente a la mayoría de los «realistas» ex izquierdistas que ahora, a ciegas, participan en todo lo que requiere el capitalismo, desde la exigencia por sectores de salarios baratos hasta la entra-

68 Año VII vol. VII - 2004


matrimonio mixto entre Marx y el keynesianismo, matrimonió que sufrió la burla del marxismo de los años 70 que era, él mismo, apenas una resonancia histórica. De manera real, el keynesianismo occidental fracasó tanto como el capitalismo de Estado del Este en la segunda modernización reparadora. Únicamente porque el sistema de coordenadas del desarrollo y de la conciencia social sufrió un dislocamiento, esa posición, desde el punto de vista formal, casi puede parecer de nuevo «radical de izquierda». Sin embargo, la izquierda reunida en ese sentido para lo que sólo es un combate de retirada, en verdad ya no se presenta con su propio nombre marxista, sino que va a oler en el cubo de la basura histórico los trapos usados y tirados por las ciencias económicas burguesas. El hecho de no hallarnos ya, de ningún modo, ante un retorno del Marx exotérico se puede desprender también de la constatación de que la perspectiva de Bourdieu ya no se refiere al futuro de un nuevo impulso desarrollista capitalista febrilmente discutido, el cual tuviese que estar, como en aquel mayo de antaño, presumiblemente ligado al «anticapitalismo»; tal hecho se refiere apenas al pasado desvanecido del boom capitalista de posguerra, de sus normas de naturaleza estatal-social y de la expansión de su sector público.

DEBATE

da de la OTAN en guerras, este llamamiento hecho con integridad personal por Pierre Bourdieu, convocando a la resistencia intelectual y social, parece extremadamente simpático. Pero tal actitud de oposición izquierdista ya no dispone de ninguna autonomía histórica, ninguna sustancia y ninguna perspectiva social. Al contrario de la necromancia dogmática de los últimos «creyentes» que viven fuera de la realidad, la iniciativa de Bourdieu sólo puede mostrarse no dogmática y nueva por el siguiente motivo: se trata de una combinación ideológica de dos contenidos antiguos y decrépitos, otrora antagónicos. En esta circunstancia, la referencia al Marx exotérico sólo aparece sin embargo como evocación ritual de la lucha de clases, permaneciendo como retórica de acompañamiento, mientras que para nosotros, en lo concerniente al contenido, sólo se trata de una opaca nostalgia keynesiana. De esta forma, por ejemplo, la reivindicación irremediablemente ingenua de un «control político de los mercados financieros transnacionales» repite aquel mismo modelo de la época pasada, o sea, la idea de una regulación y moderación estatal-política de las categorías reales capitalistas no abolidas, en un mundo que hace mucho dejó de empeñarse en eso. El deficit spending [gasto deficitario] de la moderación estatal keynesiana fue devorado por la inflación de los años 70 y 80, en cuanto el control monetario nacional-estatal fue demolido por la globalización. Por tal razón, este modelo ya no responde a ninguna norma de realidad intercapitalista. Permanece como reminiscencia ideológica, y sólo por eso es posible un extraño

La crisis categorial y la zona-tabú de la era moderna ¿Por qué la conciencia social se cierra a través del espectro de las ideas de manera tan contraria al pensamiento de que la nueva crisis mundial del siglo

69 Año VII vol. VII - 2004


XXI podría ser una crisis categorial del capitalismo? ¿Por qué el Marx esotérico, reprimido y recluido en un mundo filosófico o en un futuro distante y sin importancia para toda y cualquier crítica práctica, tiene tantas dificultades para hacer valer sus derechos? Hay una serie de motivos con que responder a estas preguntas. Y todos tienen algo que ver con la dimensión de esta nueva crisis que ya no puede ser superada bajo las formas de acción y de conciencia hasta ahora vigentes. Puesto que el horizonte de desarrollo interno capitalista se ha disipado, ya no se puede formular una oposición emancipatoria dentro de las categorías del moderno sistema de producción de mercancías. Esto significa que tampoco es posible luchar simplemente contra un enemigo externo fácilmente definible (la «clase poseedora», las «fuerzas reaccionarias», el «imperialismo» de las potencias establecidas, etc.), pero también que la propia forma del sujeto y de la acción (capitalistamente constituida) está a disposición. Esto es tan difícil de entender como de soportar. Es evidente que el desarrollo histórico entró en una zona tabú. Sólo en la superficie el capitalismo fue un proceso de destabuización. En esta sociedad, en el final de su desarrollo, (casi) todo está permitido, bajo la condición, sin embargo, de que se pueda comprar y vender. No obstante, la aparente arbitrariedad universal se halla al mismo tiempo limitada por formas completamente no arbitrarias, hasta cierto punto dogmáticas, unidimensionales y sin alternativas de valor, mercancía, dinero y competencia,

en que se basa la forma y sustancia económico-empresarial del «trabajo». Esta dictadura de la forma social, que entretanto ya alcanzó incluso al amor, el deporte, la religión, el arte, etc., no tolera otros dioses. Pero como ese tabú apenas está constituido por postulados y prohibiciones externas, siendo él mismo ordenado mediante la forma moderna de conciencia y de sujeto, y estando anclado, en consecuencia, más profundamente que todos los antiguos contextos-tabú, resulta también mucho más difícil lograr un avance. Quien, por ejemplo, cuestione el sistema de ganar dinero como tal puede contar con el hecho de que será declarado por el sentido común como un caso de psiquiatría. Justamente los últimos dinosaurios que quedan del marxismo exotérico, cuyos representantes siempre reaccionaron con miedo y defensivamente a las consecuencias esotéricas de su maestro, consideran tal pretensión como «esoterismo», lo que, sin embargo, desde su óptica, debe significar simplemente irracionalidad, charlatanería, etc. La idea de que el propio capitalismo podría haber expulsado a las fuerzas productivas más allá de los límites de la subjetividad «ganadora de dinero» del ser humano moderno, sólo puede chocar con una total incredulidad. Para lograr abrir un espacio discursivo a la crítica categórica del Marx esotérico al modo de producción capitalista, obviamente es necesario, en primer lugar, superar un estadio preliminar, precisamente aquella zona de la tabuización de preguntas que no se hacen y de cosas sobre las que no se habla, pero que sí se

70 Año VII vol. VII - 2004


El fetichismo como dimensión tácita y el gran salto de la historia De forma abstracta, como problema metódico, la sociología cultural ya desarrolló ampliamente la cuestión de una crítica posible al presupuesto ciego. La transformación de una «dimensión táci-

ta» (Michael Polanyi) de lo implícito en un explícito expreso por medio de la lengua, la tematización de lo hasta el momento indecible como problema de comunicación en épocas de crisis y de transición, se convirtió en un lugar común dentro de los análisis históricoculturales. Pero en gran parte este problema no es tematizado con intención crítica, sino afirmativa, por ejemplo en la reflexión de la teoría sistémica (N. Luhman), como constitución de un «telón de fondo de obviedad» que apunta a la «reducción de la complejidad». En esta línea de pensamiento, el carácter tácito apriorístico de las categorías capitalistas surge como un tipo de alivio para la vida, y su crisis fundamental no se tiene en cuenta de ningún modo como posibilidad. Pero cuando el problema fue abordado como impulso de tematización en transiciones críticas, ello ocurrió, o bien como una observación de épocas lejanas (por ejemplo, para el filósofo Karl Jaspers con relación a la llamada «era axial» del siglo V a. C., cuando se dio un primer gran impulso de separación entre el mundo terreno y el divino junto a una revolución de los órdenes sociales), o bien como una investigación de las obviedades implícitas en la vida cotidiana, que son expresadas en palabras y cuestionadas por el desarrollo de la metaestructura social. Esta última explicación del telón de fondo implícito sólo va a ser incluso afirmativa en el capitalismo en el momento en que coincida ampliamente con él, lo que el filósofo Jürgen Habermas denominó «colonización del mundo vital». Pues como

DEBATE

poseen. Se trata, pues, de la tematización de prerrequisitos hasta entonces tácitos que no eran analizables. Fue el hecho de haber sido el primero y el único teórico moderno en «expresar en palabras» el apriori tácito del sistema de producción de mercancías lo que llevó a la presunta «ininteligibilidad» y al «carácter filosófico fuera de la realidad» del Marx esotérico. Por otro lado, las ciencias económicas, y con ellas todas las otras ciencias sociales plenamente desarrolladas (que hoy, en definitiva, están degradadas a simples ciencias auxiliares, por no decir policías auxiliares de las ciencias económicas), no tienen las categorías capitalistas de trabajo, valor, mercancía, dinero, mercado, etc., como objeto, sino como prerrequisito tácito de su razonamiento «científico». La forma de sujeto de cambio de mercancías, la transformación de fuerza de trabajo en dinero y del capitaldinero en plusvalía (lucro) no es indagada acerca de su «qué» o su «por qué», sino tan sólo acerca de su «cómo» funcional, semejante al modo en que los científicos naturales sólo analizan el «cómo» de las llamadas leyes naturales. El primer obstáculo de una crítica categórica al capitalismo consiste, por tanto, en retirar esas categorías de su status de obviedad tácita y tornarlas explícitas y así, y sólo entonces, criticables.

71 Año VII vol. VII - 2004


primera y única forma social de dinámica ciega tenemos al propio capitalismo, que retira y cuestiona obviedades permanentemente implícitas en la vida cotidiana, de la actividad profesional, la convivencia social, la cultura, etc., a partir de esa obviedad –sin embargo, de ningún modo en el sentido de una emancipación social, sino, por el contrario, como entrega total del ser humano a procesos de mercado ciegos. Si el problema de la tematización de aquello que hasta ahora no fue objeto de comunicación hubiera de tornarse fecundo de manera emancipatoria, entonces ello sólo será posible cuando la investigación de la tematización se vuelva hacia los «axiomas implícitos» del propio capitalismo –o sea, con el Marx esotérico, volver la indagación tematizadora hacia las formas sociales categoriales que para la era moderna sólo formaron el telón de fondo tácito. El concepto central del Marx esotérico, que representa esa tematización crítica, y con ella la despedida emancipatoria de la modernidad, es el concepto de «fetichismo». A partir de él, Marx muestra que la aparente racionalidad de la modernidad capitalista sólo representa, en cierto modo, la racionalidad interior de un sistema absurdo objetivado: una especie de creencia secularizada en cosas, la cual se manifiesta en las abstracciones hechas palpables del sistema de producción de mercancías, de sus crisis, absurdidades y resultados destructivos para el ser humano y la naturaleza. En la autonomización

de la llamada economía, en la fetichización del trabajo, valor y dinero se oponen a los seres humanos, a su propia sociabilidad, como un poder extraño y exterior. El escándalo consiste en que esa autonomización espantosa, fantasmagórica y destructiva de las cosas muertas, economizadas11, tomó la forma de la obviedad axiomática. Con su concepto de fetiche, que también extiende al Estado, la política y la democracia, el Marx esotérico produjo lo que todo gran descubridor produce en las cosas humanas: transforma lo aparentemente simple, lo cotidiano, la «dimensión silenciosa» de lo obvio, en lo extraño, lo carente de explicación y lo erróneo. El Marx esotérico, a diferencia de su sosia exotérico inmanente a la modernización, al retirar a la modernidad de su posición de reina dentro de la Historia, no justifica e idealiza, como los críticos meramente reaccionarios de la era moderna, las relaciones de las sociedades agrarias premodernas, sino que, por el contrario, inserta la era moderna en el contexto de una historia social de sufrimientos de la humanidad, una historia no suprimida, inscrita en el horizonte de un todavía válido «todavía no». Cuando el Marx clásico analiza la Historia como un todo, en el sentido del concepto hegeliano, orientado hacia el materialismo, de desarrollo y progreso, lo hace con el concepto de una «Historia de las luchas de clases»: sólo proyecta, por tanto, el proceso de desarrollo e imposición intercapitalista a toda la Historia

11. La palabra «economizada» no debe entenderse aquí como «ahorrada», sino como «que pasó por un proceso de ‘economización’».

72 Año VII vol. VII - 2004


jidad a través de la máquina social capitalista, que siempre representó más ideología que realidad, se transforma finalmente en destrucción. Por esa razón también, el salto es tan grande y está tan lleno de temores. Pero las relaciones de crisis, que se volvieron reconocibles a través de su continua evolución, reclaman implacablemente: allí donde había inconsciencia social (desde la «invisible hand» [mano invisible] del culto a los antepasados hasta la «invisible hand» del mercado capitalista mundial), deberá surgir conciencia social. En lugar de un medio ciego, tendrá que surgir un proceso decisorio social consciente, organizado por instituciones autodeterminadas (no establecidas a priori), más allá del mercado y del Estado.

DEBATE

existente hasta el momento. Es sólo con el concepto de fetiche empleado por el Marx esotérico que se vuelve posible describir, en un nivel de abstracción más elevado, el conjunto de todas las formas sociales surgidas hasta entonces, producido no sólo mediante retroproyecciones de la era moderna: por más diferentes que sus relaciones puedan haber sido, nunca hubo sociedades autoconscientes que pudiesen decidir libremente sobre el empleo de sus posibilidades; siempre hubo sólo sociedades que fueron dirigidas por medios fetichistas de las más diversas clases (rituales, personificaciones, tradiciones determinadas por la religión, etc.). Desde ese punto de vista, debería hablarse de una «historia de las relaciones de fetiche». En ese sentido, el moderno sistema de producción de mercancías con su economía autonomizada irracionalmente sólo representa la última forma de fetichismo social, ciega a través de su propia dinámica. La tarea que de ahí resulta viene a poner de manifiesto finalmente la verdadera dimensión de la crisis mundial del siglo XXI. Se trata –en las propias palabras de Marx, y dicho con esta audacia– no sólo del fin de la historia capitalista, sino también del problema de una superación de la historia existente hasta ahora, comparable al máximo con la llamada revolución neolítica o con aquella revolución de la «era axial». No sólo la era de la Guerra Fría llegó a su fin, sino también la historia mundial de la modernización en general, y no sólo esa historia específicamente moderna, sino la historia mundial de las relaciones de fetiche en general. La hipotética reducción de la comple-

Envoltorios ilusorios posmodernos como última palabra de la era moderna En vez de tomar por fin en serio los postulados del Marx esotérico ante la crisis mundial y alcanzar una reflexión crítica más allá del paradigma de modernización ya agotado, las ciencias sociales desarmadas intentan engañarnos frente a esta tarea. No sólo no se desea ningún otro nivel de reflexión, sino que además se procura prorrogar una vez más la antigua forma de reflexión inmanente a la historia de imposición capitalista, yendo más allá de su fecha de vencimiento. Para eso, el sociólogo Ulrich Beck inventó el término de la «modernización reflexiva». Pero esa expresión que acabó siendo muy utilizada y recitada de manera inconsciente, es una expresión hueca y

73 Año VII vol. VII - 2004


un envoltorio ilusorio, pues la reflexividad aquí postulada no se refiere, en absoluto, a una forma de combatir el capitalismo, sino tan sólo a una pura fenomenología. En otras palabras: supuesta más que nunca de manera ciega en su contexto capitalista, la sociedad deberá comportarse «reflexivamente» sólo en relación a los diversos fenómenos y consecuencias de su obrar enloquecido y destructivo. El mismo carácter lamentable ofrecen las recetas propuestas que van desde el «trabajo civil no remunerado» hasta la «administración cercana al ciudadano», etc. No se pretende alcanzar una nueva forma de sociedad más allá del mercado y el Estado, sino la llamada «sociedad civil», en verdad hace ya mucho tiempo corroída por la colonización capitalista del mundo vital, que, como instancia encargada de los servicios de reparación, tendrá que derrotar la crisis que ha estallado en los poros y en los recovecos existentes entre el mercado y el Estado. Esta perspectiva parece tan irremediablemente irrealista como la pretensión de resucitar el Estado social keynesiano que está naufragando. En el fondo, su objetivo es simplemente intentar compensar la supresión de las obligaciones sociales por medio de limosnas privadas y autoactividad moral desprovista de sentido crítico. No importa las vueltas que se den: no hay manera de eludir a Marx, aun cuando actualmente el «retorno a Marx» sólo pueda referirse a la crítica radical categórica del fetichismo de la era moderna, una crítica que viene siendo

reprimida hasta el día de hoy. Y tampoco tendría nada que objetar respecto a ese Marx esotérico si, por ejemplo, se levantase la sospecha de un mal utopismo de su parte. Exactamente lo contrario sucede con el Marx exotérico de la modernización, quien acogió complacientemente a los utopistas en el panteón de sus precursores. La utopía siempre puede ser leída en la historia de la modernización como una apelación al ideal capitalista (ideológico) frente a una mala realidad capitalista. La utopía es la enfermedad infantil del capitalismo, no del comunismo. Por esta razón, también el Marx esotérico es completamente no utópico y antiutópico. En su caso, no se trata ni del paraíso en la tierra ni de la construcción de un nuevo ser humano, sino de la superación de las exigencias capitalistas hechas al ser humano, del fin de las catástrofes sociales producidas por el capitalismo. Ni más ni menos. El hecho de que esto sólo sería viable si fuese superada la historia acontecida hasta el presente como una historia de fetiches, no pertenece a la arrogancia de la crítica, sino a la arrogancia del propio capitalismo. Incluso después del capitalismo, seguirá habiendo enfermedad y muerte, envidia e individuos despreciables. Sólo que no ya no existirá una paradójica pobreza masiva, producida por la producción abstracta de riqueza; ya no existirá un sistema autonomizado de relaciones fetichistas ni formas sociales dogmáticas. El objetivo es grande, justamente porque, medido por la exaltación utópica, se muestra relativamente modesto, y no promete nada más que

74 Año VII vol. VII - 2004


Recuperación del mar

DEBATE

La Historia Favorece la Petición de Bolivia Hernán Uribe (*) La guerra de 1879

E

fue una acción colonialista y La Paz firmó un tratado con una pistola al pecho. Creciente respaldo a reivindicación altiplánica aísla a Chile. vindicación marítima se renueva en estos días finales de 2003. Algo que pasa, del sofisma al cinismo, es el “argumento” invocado, entre otros, por Augusto Pinochet, de que Bolivia nunca tuvo mar. Hechos históricos, léase confirmados, contradicen de plano tal planteamiento. Bolivia se

FOTOGRAFÍA: CRISTINA ROSEMBERG

n 1879, Chile tenía una superficie de 576 mil kilómetros cuadrados, pero en la mal llamada Guerra del Pacífico, que se inició ese año y finalizó en 1883, creció al apoderarse de 180.000 km2 pertenecientes a Bolivia y Perú. Este último perdió las extensas provincias de Tarapacá y Arica, y el primero la de Antofagasta, cuyo territorio limitaba con el mar Pacífico. Esa guerra de conquista propiciada por una pujante y agresiva burguesía chilena y que contó con el respaldo económico de Inglaterra, potencia imperial de la época, es la causa primaria del enclaustramiento boliviano, cuya rei-

(*) Periodista y escritor chileno

75 Año VII vol. VII - 2004


independizó en 1825 y en 1829 el presidente Andrés Santa Cruz fundó la provincia de Antofagasta y en seguida la ciudad-puerto del mismo nombre. Hasta la mencionada guerra, Chile limitaba al norte con Bolivia, aunque es verdad que, desierto de Atacama (132.000 km2) de por medio, las fronteras eran imprecisas y es por ello que en 1866, se firma entre ambos países un tratado de límites por el cual Chile reconoce la soberanía boliviana en la región de Antofagasta y se fija el límite septentrional (para Chile) en el paralelo 24. El conflicto que estalló un siglo y cuarto atrás, debió, en puridad , llamarse Guerra del Salitre y del Guano (estiércol de aves), ya que fueron empresas chilenas las que comenzaron la explotación de ambos productos (apreciados fertilizantes) en territorios bolivianos y peruanos. Fue la imposición de impuestos y el peligro de una expropiación de las industrias chilenas lo que desató realmente las acciones bélicas. Se trató, entonces, de un ataque invasor que en Chile se convertiría, por obra y gracia de la propaganda, en una “guerra patriótica”. ¿Por que ese calificativo? Que los soldados chilenos pelearon con bravura es una verdad, pero también es cierto que lo hicieron –sin quererlo– para defender los intereses de los multimillonarios de la época. Al margen de que Chile incrementó su territorio, el gran beneficiado con la explotación del nitrato de sodio (salitre) fue el imperialismo inglés. Después de la guerra, los capitalistas británicos compraron depreciados bonos emitidos por el gobierno de Perú y adquirieron así nue-

vos yacimientos. John Thomas North, fue motejado como el “rey del salitre”, y lo era, ya que en 1886 controlaba el 70 por ciento de esa riqueza teóricamente, ahora chilena. La guerra comenzó el 14 de febrero de 1879, precisamente en territorio boliviano y con la ocupación de Antofagasta por tropas chilenas trasladadas por vía marítima. Tan pronto como en 1880 se firmó entre Bolivia y Chile un Tratado de Tregua y en 1904 el denominado Tratado de Paz , por el cual Chile se quedó con la provincia de Antofagasta, Bolivia perdió su litoral. Es claro que, vencida, esa cláusula le fue impuesta con el poderoso argumento de las armas, Santiago Carrillo dice: “ Chile pudo de esa manera limitar al Norte con el Perú y en eso fue previsor, pues Lima jamás ha renunciado a la eventualidad de recuperar los que fueron sus territorios sureños”. Esos son los factores históricos que le dan poderosa fuerza moral a Bolivia para deshacer algo que se impuso por la fuerza. Mas, tampoco se puede satanizar a Chile si rememoramos que en la segunda mitad del siglo XIX, la mayoría de las naciones europeas tenía colonias en todos los continentes luego de haber agredido y ocupado a centenares de naciones sin ninguna justificación ética, como no fuera la falsedad mayor de “civilizar” y cristanizar. Es asimismo, el tiempo en que Estados Unidos se ha apoderado de la mitad del territorio de México, restándole nada menos que dos millones de km2. La guerra era admitida como un método normal y apropiarse de lo ajeno, era una norma que regía en aquella suerte de

76 Año VII vol. VII - 2004


rés regional. “Preocupa avance boliviano. Bolivia y Venezuela complican a canciller,” escribe el 24 de diciembre el diario chileno “El Mercurio”, el cual reconoce que la tesis oficial de Santiago de que “no hay problemas pendientes con Bolivia” se está desmoronando. Aunque tozuda, la postura chilena es de extrema debilidad y por ello teme a que el problema se internacionalice., sobre todo en una etapa como la actual, en que Chile es observado como un país que sólo mira hacia Estados Unidos y Europa y abandona cualquier esfuerzo integracionista regional. No se olvida la cancillería chilena que hay antecedentes favorables a Bolivia. En 1979 -al cumplirse el centenario de la guerra- la Organización de Estados Americanos (OEA) respaldó la salida al mar por 25 votos a favor y en contra el solitario de Chile. En 1983, los cancilleres del Movimientos de los No Alineados apoyaron, de nuevo, sin vacilaciones la petición de La Paz Como es sabido, las relaciones diplomáticas entre Santiago y La Paz están rotas desde 1962 (con una reanudación breve durante las dictaduras de Pinochet y Banzer), pero ello es sólo una de las secuelas de la Guerra del Salitre, ya que son frecuentes los conflictos con Perú, incluidos los espionajes mutuos. El anuncio de una alianza estratégica entre Brasil y Argentina es ahora, en vísperas del 2004 , un golpe sin defensa por parte de Chile, que emerge como un recalcitrante “yes man” de Washington en un período en que se constatan relevantes cambios políticos en la geografía del subcontinente latinoamericano.

DEBATE

desorden internacional. En Shangai, China, ocho naciones habían construido instalaciones en el puerto y en la entrada del recinto habían colocado un letrero ominoso: “¨Prohibido el ingreso de chinos y perros”... Todo aquello era practicado por naciones que se decían “democráticas” y los nacientes países latinoamericanos procuraban imitarlas. Cerca del fin de año, aún permanece en los medios políticos y periodísticos chilenos la tempestad que desató en noviembre pasado el presidente venezolano Hugo Chávez, cuando dijo: “sueño con bañarme en una playa de Bolivia”, frase de corte metafórico que fue un claro respaldo a la reivindicación boliviana de recuperar su litoral en el Pacífico. Como Chávez habló en la Cumbre Iberoamericana ,efectuada en la ciudad boliviana de Santa Cruz de la Sierra y en presencia del presidente chileno Ricardo Lagos, el gobierno de este último, se molestó de tal manera que llamó a su embajador en Caracas e insinuó hasta un congelamiento de las relaciones diplomáticas. Chávez, empero, mantuvo la calma y en diciembre en su programa radial “Aló Presidente”, proclamó en dos ocasiones que Chile le quitó el mar a Bolivia mediante una guerra. “Bolivia tuvo mar y tiene derecho al mar y Chile no debe desfigurar una verdad histórica”, afirmó. Después de Chávez, la demanda boliviana ha recibido el respaldo del ex presidente yanqui Jimmy Carter, del propio secretario general de la ONU, Kofi Annan y del canciller de Brasil, Celso Amorím ,quien adujo que si bien es un problema bilateral, lo es también de inte-

77 Año VII vol. VII - 2004


CÉSAR RENGIFO PLÁSTICA:

OBRA

Verónica Gallego Mengod (*) ste texto denuncia, con un tono narrativo, los problemas e injusticias detectados por la autora, en las leyes venezolanas de protección a la

E

maternidad, tanto a nivel discursivo como en su puesta en práctica. En el nivel discursivo, se detectó que hay una equiparación entre la situación de una mujer embarazada y la de personas enfermas o incapacitadas, así como la ubicación de

(*) Socióloga

78 Año VII vol. VII - 2004


no era remunerado. No soy abogada ni me he relacionado con el gremio, por lo que mi reacción fue la misma que tiene toda persona a la que le comento esto: de exaltación y extrañeza, por estar, seguros/as, como yo, de que eso era imposible, pues dicen que nuestra protección al embarazo y puerperio es la mejor de Latinoamérica. Sólo una conocida estaba enterada de esto y me comentó que quien pagaba el reposo pre y post natal era el Seguro Social y que ella estaba esperando todavía el pago por su bebé que ya tiene 7 años. Mi esposo y yo hemos ahorrado durante años, dedicándonos cada uno a dos trabajos con la finalidad de mudarnos de Guarenas a Caracas, pues ambos trabajamos en la capital y no queríamos exponer a nuestra hija a las largas horas de tráfico. Para esto eran necesarios todos los ingresos que nos corresponden, incluso las dieciocho semanas del mal llamado “descanso”1 pre y post natal. De ahí mi preocupación, por aquello que dentro de todo no deja de ser un problema muy clase media, cuando nos detenemos a pensar en aquellas tantas (tantísimas) mujeres que dependen de su sueldo para alimentarse y para alimentar a sus hijos. Segura de estar en lo correcto, me compré la Ley Orgánica del Trabajo, que me acompaña en mi pañalera hasta hoy. El Artículo 385 nos dice: “La trabajadora en estado de gravidez tendrá derecho a un descanso durante seis (6) semanas antes del parto y doce (12) semanas después (...). En esos casos conservará su derecho al trabajo y a una indemnización para su

DEBATE

descanso pre y postnatal como una causa más de la suspensión de la relación de trabajo. A nivel práctico, se detectaron irregularidades de diversa índole en la aplicación de las leyes, que van desde la ausencia de pago de la indemnización correspondiente por parte del Seguro Social desde el año 1992 (ante la indiferencia de los empleados de diversas instituciones del país,) hasta la inconsistencia y desconocimiento por parte de los empleados del IVSS de muchas de sus leyes, lo que se traduce en una aplicación errónea de las mismas. Todos estos factores confluyen como responsables del desamparo en el que las leyes y las instituciones han dejado a la mujer embarazada en Venezuela, que se encuentra completamente sola en su imposibilidad para conformar grupos de lucha por sus derechos por encontrarse en un corto y transitorio período de la vida de la mujer. La mujer embarazada en Venezuela está desamparada por las leyes y por los organismos encargados de ejecutarlas. Lo digo no sólo con la Ley en la mano ( Ley Orgánica del Trabajo), sino con Oriana, recién nacida en el brazo que me queda libre, después de nueve meses de visitas al Ministerio del Trabajo, a todas las sedes a las que me remitieron del Instituto Venezolano de Seguros Sociales y al Instituto Nacional de la Mujer, INAMUJER. Una vez que me esposo y yo recibimos la feliz noticia, mi primera sorpresa (de la cual aún no he salido) se produjo cuando me comentaron que el tiempo de reposo

1 Les prometo que esto no es un descanso, es muy hermoso, pero no es un descanso.

79 Año VII vol. VII - 2004


mantenimiento y el del niño, de acuerdo a lo establecido por la Seguridad Social”. Lo que se afirma explícitamente, es que la Seguridad Social establece cuál va a ser la “indemnización”, no que la Seguridad Social sea el ente responsable de indemnizar a las mujeres embarazadas. Así que, todavía dudando, me dirigí a Instituto Nacional de la Mujer, pues llevo años conociendo su coherente lucha por los derechos de la mujer y la familia y siempre había encontrado la mejor atención tanto para mi persona como para aquellas que he remitido. En el Instituto Nacional de la Mujer me entrevisté con una de las abogadas con más experiencia. No tardé mucho en explicarle mi caso, pues su respuesta fue muy tajante: el patrono no está obligado a pagar y lo poco que le toca pagar al Seguro Social, no lo está pagando, ya que el Seguro está quebrado. Mi extrañeza fue absoluta, pues para mí, este era el lugar en el que se luchaba porque este tipo de injusticias no se produjeran. Ante mi emotiva e imagino que inesperada reacción, la abogada me preguntó si yo estaba sola. Mi respuesta fue que yo no estaba sola, pero que yo no soy más que una excepción en este país. Y me desencanté al darme cuenta de los vacíos e inconsistencias que pueden encontrarse hasta en las Instituciones más coherentes. Volví otra vez a la Ley, que afirma en su Artículo 386: “Los descansos de maternidad no son renunciables”. Es decir: aunque la familia dependa económicamente del sueldo de la madre, ella está obligada a descansar durante 18 semanas, sin importar que esto signifique que ella no tenga como sostener económicamente al

hijo/a con el que “descansa” al no haber un organismo que se responsabilice por cubrir su salario. Pero no encontraba el lugar donde se especificaba que el patrono no remuneraría a la trabajadora. En INAMUJER, me señalaron el Artículo 385 que, como dije, no deja esto claro. Buscando respuestas, acudí en cuatro ocasiones al Ministerio del Trabajo. Los dos abogados que me atendieron me aseguraron que esto era así, pero sin señalar en momento alguno dónde se afirmaba. No quedaba más que dirigirme al Seguro Social para determinar cuánto me correspondía y cómo debía tramitar el reposo. Valga aclarar que todavía, después de más de veinte visitas, no lo sé. Esto, a pesar de que la atención que recibí fue de una total solicitud y amabilidad en todas la ocasiones que acudí a los varios centros del IVSS. En cada ocasión recibí informaciones distintas respecto a la forma de pago. Estas versiones refirieron que el IVSS debía remunerar desde un tercio hasta la totalidad del salario de la mujer. Finalmente, se me señaló que eran dos tercios, sin que ofrecieran respaldo escrito alguno de esta afirmación, Con respecto al tercio restante del sueldo, si bien en Chacao tres trabajadores distintos aseguraron que era obligación que fuera remunerado por el patrono, finalmente, en La Trinidad me señalaron que esto no era así, pues no estaba respaldado por la Ley. Ninguno de estos trabajadores buscó en momento alguno una Ley o Reglamento en el cual amparar sus afirmaciones. A continuación descubrí que para ninguno de los seis empleados del IVSS consulta-

80 Año VII vol. VII - 2004


mismo a nosotros/as, los/as asegurados/as, desconocen absolutamente su Ley y su Reglamento, en cuyo Capítulo II, Sección I, Artículo 98, señala: “El límite de salarios para cotizar y recibir Prestaciones en Dinero, a que se refiere el Artículo 592 de la Ley del Seguro Social se fija en el equivalente a cinco (5) salarios mínimos urbanos vigentes mensuales. Cuando el salario del asegurado sea mayor a cinco veces el salario mínimo urbano vigente, el cálculo de las cotizaciones de las prestaciones en dinero, se hará sobre la base de dicho límite”...” El sueldo asentado en la Forma 1402 como mi salario semanal, no corresponde al mismo, pues se calculó sobre la base de un supuesto salario máximo mensual equivalente a cuatrocientos cincuenta mil bolívares (Bs. 450.000,00), que, una vez nos remitimos a la ley, era correcto cuando el salario mínimo urbano vigente mensual era de noventa mil bolívares (Bs. 90.000,00). El salario mínimo urbano vigente mensual es actualmente de ciento cincuenta y ocho mil cuatrocientos bolívares (Bs. 158.400,00), lo que implica que el límite de salarios para cotizar y recibir prestaciones en dinero es de setecientos noventa y dos mil bolívares (Bs. 792.000,00). Esta afirmación contradice cualquier otra que me hayan dicho en los cuatro centros del Seguro Social que visité. El desconocimiento por parte de los empleados de la Ley que regula su praxis,

DEBATE

dos, dos tercios de mi salario significaba lo que realmente son dos tercios de mi salario. Sin bien mi salario supera en muy poco los seiscientos mil bolívares, todos ellos me señalaban que el Seguro Social sólo reconocía un sueldo máximo mensual de cuatrocientos cincuenta mil bolívares (Bs. 450.000,00), en su equivalente en semanas. Esto se traducía en una indemnización aproximada de doscientos noventa y ocho mil bolívares mensuales (Bs. 298.000,00), que equivale a dos tercios de lo que ellos denominaban el salario máximo. Pregunté de varias maneras, especialmente a los analistas de Chacao, las causas de tal cantidad y el Reglamento en que se encontraba asentada, pero la respuesta se refería a una “Ley” o “Gaceta” a la cual decían era muy difícil acceder. En mi última visita, otro analista me señaló que me dirigiera al Reglamento General de la Ley del Seguro Social, en el que se especificaba esta cantidad. Pregunté innumerables veces si ésa era la cantidad exacta o si partía de un cálculo relacionado con el salario mínimo, pues el salario mínimo acababa de subir y eso implicaría que esta cantidad cambiaría. En todo momento me aseguraron que esa era la cantidad determinada por la Ley, Reglamento o Gaceta, y que no había sufrido transformación alguna, pues no estaba relacionada con el sueldo mínimo. Resulta que los empleados del Seguro Social con los que hablé, cuya labor consiste en brindar información respecto al

2 La Ley del Seguro Social en su Título V, Capítulo I, Sección I, Artículo 59, señala: “El cálculo de las cotizaciones se hará sobre el salario que devengue el asegurado o sobre el límite que fijará el Reglamento para cotizar y recibir prestaciones en dinero, cuando el salario sea mayor que dicho límite, el cual no podrá se inferior a tres mil bolívares mensuales...” Año VII vol. VII - 2004

81


implica que el Seguro Social está trabajando actualmente sobre la base de lo repetido por todos, y no sobre la base de lo que está establecido. La gravedad de esta situación nos hace preguntarnos a cuántos venezolanos/as está afectando y desde cuándo. Otra pregunta relevante es, si es verdad que los niveles gerenciales y directivos del IVSS desconocen la aplicación de esta ley (lo cual sería preocupante), o si, más bien, juegan a desconocerla, lo que sería aún más grave y respondería a problemas de mayor profundidad en el ámbito político, social y económico. Finalmente, quedaba en mi duda del por qué a muchas trabajadoras sus patronos les seguían cancelando su salario, aunque no estuviesen obligados por la Ley. De hecho, estoy segura que ésa era la causa por la cual muchos de mis conocidos y yo pensábamos que era una obligación legal. La razón es que estos patronos están afiliados al Sistema de pago de prestaciones a través de la factura de cotizaciones3 , que resulta ser un sistema en el que el patrono le cancela el sueldo al empleado/a y la cantidad de dinero pagado al empleado/a por prestación se rebaja de la facturación que el patrono tiene que pagarle ese mismo mes al IVSS. Así, la empleada sigue percibiendo su salario y el patrono no pierde dinero, pues lo que le pagó a la empleada queda descontado inmediatamente de lo que debía cancelarle al IVSS por concepto de Seguro Social de sus trabajadores. Con este sistema la

empleada no debe esperar nueve años a que el IVSS le cancele una pequeña parte de lo que le correspondía percibir, si es que esto llega a suceder. Sin embargo, este Sistema de pago de prestaciones a través de la factura de cotizaciones, también tiene sus inconvenientes. Primero, los empleados del IVSS negaron conocer alguna resolución, ley o reglamento en el que se tipificara la forma de funcionamiento de este sistema. Yo busqué en la Ley de Seguro Social y en su Reglamento y no encontré nada. En segundo lugar, el patrono debe manifestar su deseo de afiliarse a este Sistema sin que, aparentemente ,se le entregue previamente algún texto escrito en el que se tipifique su funcionamiento, lo que puede implicar que un patrono se niegue a afiliarse por desconfianza o por desconocer de qué se trata exactamente este Sistema. Y, finalmente, afiliarse a este Sistema es elección del patrono, por lo que muchas empleadas cuyos patronos escogen no hacerlo, debemos seguir este Vía Crucis. O sencillamente, resignarnos. En mi caso, la resignación funcionaría, pues finalmente mi vida no depende del salario de cuatro meses, sólo una parte de mi bienestar económico. Pero ese es mi caso, uno de pocos. Me pregunto qué pasa con todas esas embarazadas que dependen realmente de su salario. Me imagino que no acatarán el Artículo 386. Me pregunto, además, si el país las penalizará por no acatar la ley.Si

3 El sistema de pago de prestaciones a través de la factura de cotizaciones es tramitado por el

82

patrono, que se afilia a través del IVSS en la sede ubicada en Altagracia-Carmelitas (frente al Banco Central de Venezuela), Piso 1, División de Afiliación y Prestaciones en Dinero. Año VII vol. VII - 2004


también pueden generarla los accidentes o enfermedades que inhabiliten al trabajador, el servicio militar obligatorio, el conflicto colectivo, la detención preventiva a los fines de averiguación judicial o policial, la licencia concedida para realizar estudios y aquellos (aparentemente cualesquiera) casos que tengan como consecuencia la suspensión temporal de las labores7. Es decir, el llamado “descanso” es una de muchas causas posibles para la suspensión de la relación de trabajo y no implica de manera alguna, algún trato diferencial o preferencial con respecto a las otras causas, pues a todas se les aplica igualitariamente el Artículo 95: “Durante la suspensión el trabajador no estará obligado a prestar el servicio ni el patrono a pagar el salario...”8. En momento alguno, ningún abogado o abogada de los consultados me mencionó estos artículos9. Pero esta no es la única ocasión en la que se evidencia en la ley y su praxis una aparente equivalencia entre la situación de los enfermos y la de la mujer embarazada. También en el Reglamento General de la Ley del Seguro Social, la mujer embarazada y en puerperio es tratada como cualquier otro caso de enfermedad. El Artículo 141 afirma: “En caso de enfermedad o

DEBATE

bien todos estos eventos me atañen de una manera personal, sirven como punto de partida desde el cual se pueden señalar problemas de fondo que afectan a una porción significativa de la población venezolana. En primer término, se encuentra un aspecto que no he mencionado hasta ahora: la equiparación constante entre la mujer embarazada y las personas que sufren alguna enfermedad, que se evidencia en todas las leyes y reglamentos con los que trabajé. En mi búsqueda por la “ley” en la que se determinaba la no obligatoriedad del patrono de pagarle el sueldo a la mujer embarazada, encontré e Artículo 94 de la Ley Orgánica del Trabajo que define el descanso pre y post natal4 “como una causa que genera la suspensión de la relación de trabajo”, entre otras ocho causas. “La suspensión de la relación de trabajo no pondrá fin a la vinculación jurídica existente entre el patrono y el trabajador”5; es decir, que una vez “cesada la suspensión, el trabajador tendrá derecho a continuar prestando servicios en las mismas condiciones existentes para la fecha en que ocurrió aquélla...”6. El descanso pre y post natal es una causa que genera la suspensión de la relación de trabajo, así como

4 Ley Orgánica del Trabajo. Artículo 94, parágrafo d. 5 Ley Orgánica del Trabajo. Artículo 93. 6 Ley Orgánica del Trabajo. Artículo 97. 7 Ley Orgánica del Trabajo. Artículo 94. 8 Continúa así: “Quedan a salvo las prestaciones establecidas por la Seguridad Social o por la convención colectiva y los casos que por motivos de equidad determine el Reglamento, dentro de las condiciones y límites que este fije”. Pero el Reglamento no fija nada distinto a lo ya señalado. 9 Estos artículos se ven apoyados por el Artículo 41 del Reglamento de la Ley del Trabajo Año VII vol. VII - 2004

83


accidente que le incapacite para el trabajo, el asegurado tendrá derecho desde el cuarto (4º) día de incapacidad y hasta por cincuenta y dos (52) semanas consecutivas, a una indemnización diaria equivalente a los dos tercios (2/3) del promedio diario de salario, el cual se pagará por períodos vencidos...”. Y el Artículo 143, nos termina de aclarar que “las aseguradas tienen derecho en caso de maternidad, a una indemnización diaria equivalente a la que le correspondería por incapacidad temporal...” (el subrayado es mío). La mujer embarazada es relegada al rol del enfermo tanto en el discurso de la ley como en su praxis, tratándola como alguien que está “incapacitado temporalmente” y omitiendo su rol de constructora de un país. Al equiparar una situación con otra, se coloca a la embarazada en el lugar de la enfermedad, cuando ambas situaciones, a nivel tangible y discursivo, son completamente distintas. Las implicaciones de esta Ley a nivel práctico ya las hemos mencionado y se relacionan con el desconocimiento y la ignorancia de la misma en los diversos estratos de la administración pública que le corresponden, lo que implica la desobediencia y aplicación errónea de la Ley. Esto se traduce en que la mujer embarazada nunca llega a recibir los pocos beneficios que le corresponden en nuestro país. Pero a nivel discursivo, las implicaciones son de mayor profundidad, pues sus consecuencias se producen a largo plazo y trascienden las coyunturas particulares de este momento histórico, social y político. A nivel discursivo, al poner a la mujer embarazada en el lugar del enfermo, se está legitimando al estado de embarazo y

puerperio como un momento de minusvalía. Si de la Ley se puede inferir que el estar embarazado es igual a estar enfermo, de algún modo, entre líneas, se puede leer que la mujer, en su potencialidad de estar embarazada, es una perenne posible incapacitada, un foco de enfermedad potencial. Queda así oficializado en el discurso socialmente aceptado, el lugar de la mujer embarazada y en puerperio como el de una enferma, el de una persona con un trastorno, con una patología, con una incapacidad. Este tipo de procedimientos no son inéditos en Venezuela, son los procedimientos que el poder y los sectores dominantes (a nivel político, económico o incluso de género) imponen sobre los otros sectores. Esos otros sectores que en la cultura occidental tradicional han sido ocupados por las mujeres, los niños, los enfermos, las minorías raciales y religiosas, entre otros. Quisiera cerrar este texto valiéndome de la afirmación que comencé a oír en INAMUJER y que se mantuvo inalterable durante mis nueve meses de paseos infructuosos: “El Seguro Social no le paga a las mujeres embarazadas desde 1992”. Es decir, hay mujeres cuyos hijos tienen nueve años y todavía no han recibido su indemnización, mientras que muchos asegurados siguen siendo indemnizados diariamente por enfermedad, paro forzoso y muchas otras causas, como debe ser. Conociendo la situación económica del país, cuando estas mujeres reciban su indemnización, si llegan a recibirla, esta no tendrá ni una pequeña parte del valor que correspondía. Cuando pregunté las causas por el trato diferencial a las muje-

84 Año VII vol. VII - 2004


ro y transitorio, es difícil que alguien se identifique con él, que luche por los derechos de la embarazada. Es prácticamente imposible hacer una unión o un sindicato de mujeres embarazadas, por la sencilla razón que cuando hayamos formado el grupo es muy posible que la mayoría ya hayamos dado a luz. Al “grupo de embarazadas” se pertenece y se deja de pertenecer en un muy corto espacio de tiempo. Por esto, las verdaderamente afectadas no pueden integrarse en una estructura institucional. He ahí la diferencia con los otros grupos existentes, que se mantienen como tales en el tiempo y por lo tanto pueden unirse para defender sus derechos: pensionados, maestros, enfermos, profesores, e incluso, mujeres. Y esto nos deja, como embarazadas, totalmente imposibilitadas de unirnos como grupo para luchar por nuestros derechos (y digo ”nuestros” sin yo pertenecer ya a este grupo). Entonces éstos se siguen irrespetando indefinidamente, ante la indiferencia de los enterados. Al parecer, las condiciones económicas prevalecen sobre la ley y siempre se escogerá cancelar primero no a quien más lo necesite, sino a aquellos que tienen más posibilidades de organizarse para reclamar sus derechos, al que alce la voz con más fuerza. Y así, las mujeres embarazadas llevamos años sin gozar de nuestros derechos con pleno conocimiento de los empleados que laboran en aquellas instituciones que pueden solucionar el problema y no lo hacen (IVSS, Ministerio del Trabajo, INAMUJER). Este texto se construye como un intento de darle voz a lo acallado por años.

DEBATE

res embarazadas, las respuestas estuvieron relacionadas con “problemas en el sistema” o “problemas burocráticos”, pues, al parecer, sí hay una partida de dinero para cancelar estas indemnizaciones. Lo primero que salta a la vista es el gran vacío que se produce entre la Ley y su praxis. Las mujeres estamos obligadas, por Ley, a acatar el período de descanso pre y post natal, pero en la práctica aparentemente ninguna institución está obligada a responder por indemnización alguna en este período, independientemente de lo que diga la Ley y sus reglamentos. Cuando una mujer embarazada señala el problema, se le plantea que eso es normal, que lleva muchos años sucediendo. Se descalifica su situación, en mi caso, por ser clase media, tener recursos y poseer una pareja que me apoya (¿no tienes a alguien?, me preguntó la abogada de INAMUJER); en otros casos, mi imaginación dibuja una gran diversidad de estrategias de descalificación posibles. Aquí intervienen las estrategias del opresor, que, a valerse de la naturalización de la situación, nubla la existencia de injusticia alguna. Todos aquellos con los que una se va topando en la búsqueda de respuestas naturalizan el problema, colocándolo como algo que viene dado y que no tiene solución. Y lo más grave de todo, es lo difícil que es el lugar de la mujer embarazada en la búsqueda de soluciones. El problema de embarazo es que es una corta etapa en la vida, en la cual hay que solucionar muchas cosas, internas y externas, abriendo un nuevo espacio para ese esperado ser sin abandonar las obligaciones previas. Por ser un período tan corto, pasaje-

85 Año VII vol. VII - 2004


El Mundo que Viene Athos Fava (*)

(*) Secretario de Relaciones Internacionales del Partido Comunista de Argentina

86 Año VII vol. VII - 2004

OBRA

PLÁSTICA:

PÁJARO

L

lama poderosamente la atención el alerta de Fidel Castro: “Nuestra especie por primera vez corre real peligro de extinguirse…”. O sea, vamos hacia un mundo peligroso, complejo e impredecible en cuanto a su curso pero promisorio a pesar de todo. Cuando Fidel hace su afirmación está haciendo referencia a la catarata de declaraciones de Bush y a varios documentos del Pentágono. Luego de los atentados del 11 de septiembre, Bush lanzó la amenaza: “Vamos a utilizar cualquier arma de guerra que sea necesaria”. El Pentágono lo documentó en la “Nueva Postura Nuclear” donde establece tres escalas sobre el uso de la opción nuclear. Una primer contingencia preventiva, que incluye a Irak (luego fue invadido) Irán, Norcorea, Siria y Libia. La segunda son contingencias potenciales, como el caso de China y por último una contingencia inesperada, como podría ser Rusia. Con el colapso de la URSS se puso fin a la bipolaridad y


contrario, ésta aumentó: 394 mil nuevos desocupados, cuya explicación hay que buscarla en la nueva tecnología bélica. ¿Cuáles serían los objetivos centrales que persigue el imperialismo yanqui con el fin convertirse en amo del mundo? ¿Qué hay de detrás de su pretensión de constituirse en Imperio global basado en una dictadura militar mundial? Su deseo de asegurarse el abastecimiento de petróleo es evidente. Hacerse del monopolio del grifo y con ello controlar la economía de amigos y enemigos. Además del petróleo aspira al dominio de las fuentes y reservas mundiales de agua dulce, elemento insustituible de la vida. América del Sur es el continente más rico en agua dulce. Sus reservas alcanzan el 26 por ciento del planeta y están situadas en la región Amazónica, en la Patagonia y en el Acuífero Guaraní ubicado en las tres fronteras: Argentina, Paraguay y Brasil, que según los yanquis, constituyen un territorio nido del terrorismo árabe. La otra riqueza natural es la biodiversidad. En Nuestra América está concentrada desde el sur de México hasta la región Amazónica. Brasil es el primer reservorio de biodiversidad, luego se destacan México y Mesoamérica, en un tercer escalón se encuentra Colombia y el cuarto reservorio se encuentra la lejana Indonesia. La biodiversidad ,es la principal riqueza natural de Nuestra América. Al mismo tiempo, la ingeniería genética va aportando insumos en la producción de nuevos alimentos, medicamentes, drogas, materiales y otras innova-

DEBATE

surgió un mundo unipolar y unilateral hegemonizado por el imperialismo más ávido de lucro y de saqueo, el yanqui. Este fue el fin de una etapa histórica. Así, Estados Unidos llega al fin de siglo XX en una meseta en cuanto a su crecimiento económico ¿Qué pasa que no puede subir la cuesta? Las leyes objetivas inexorables seguían como un topo su curso y la crisis económica estalla (el gobierno reconoce 9.358.000 de desocupados) y ya se desarrolla como una crisis política y cultural en camino hacia una fase terminal, a pesar de los intentos de los “Tony Blair” que tratan de reciclar la crisis remozando la Tercera Vía para salvar al imperialismo senil, usurero y parasitario. Vana ilusión. A renglón seguido, Bush lanza nuevas amenazas difundidas ampliamente en los medios de comunicación; asegura que Dios no es neutral. El nuevo nazismo quiere imitar al Imperio Romano cuyo slogan era: “No importa que nos odien, lo importante es que nos teman”. Su mesianismo e ignorancia encierra gravísimos peligros para la humanidad como lo advirtiera Fidel. Así se invadió destruyendo innecesariamente Afganistán e Irak. En Irak comienzan a producirse levantamientos de su heroico pueblo, en una guerra de guerrillas de liberación nacional que mantiene en vilo a las tropas invasoras. La guerra tiene otros componentes además del militar, los aspectos de carácter político, psicológico e ideológico y es aquí donde Estados Unidos lleva las de perder. Además, un nuevo fenómeno surgió: la guerra no produjo un descenso en la desocupación sino que, por el

87 Año VII vol. VII - 2004


ciones que asombrarán a medida que avance el dominio de la biodiversidad. Así la avidez del Imperio aspira al dominio del petróleo, agua dulce y biodiversidad ¿Quiénes confeccionarán la camisa de fuerza para la camarilla nazifascista que encabeza Bush? Ello deberá producirse en dos planos: una herramienta debería ser un Frente Antifascista de los pueblos. Recordemos que el 15 de febrero marcharon contra la invasión a Irak unas 100 millones de personas en todo el mundo, donde el pueblo de Estados Unidos mostró su pujanza y creatividad. Construir este Frente dotándolo de múltiples formas organizativas será sin duda un paso en la derrota del imperialismo yanqui. En el plano de las naciones debería ir configurándose también un frente antifascista. A propósito de ello, el Informe Norteamericano de Defensa advierte un arco de “inestabilidad que cubre desde el Medio Oriente al Noreste de Asia” y, asimismo, agrega que “existe la posibilidad de que aparezca un competidor militar con base de recursos sustanciales en la región”. En el Noreste de Asia el único país que tiene esas condiciones es China. ¿A qué se deben los temores del imperialismo yanqui? Recientemente, Vajpayee, el primer Ministro de la India, visitó China. El resultado se reflejó en un “Acuerdo estratégico de Cooperación Mutua”. Lo más sobresaliente es que “ninguno de los dos países es ya una amenaza para el otro”. Otro aspecto es que la

India reconoce que el Tíbet es chino. Además, en el marco económico intensificaron su comercio exterior. Es en la misma región donde ya, desde el año 2000 ,Rusia e India pusieron en marcha el Acuerdo sobre la Asociación Estratégica. India viene registrando un crecimiento del cinco por ciento anual en su PBI. También desde el año 2001, China y Rusia establecieron la Organización de la Cooperación de Sanghai, OCS, que, a su vez, incluye a cuatro países de Asia Central. La OCS apunta a fomentar la cooperación política, económica y humanitaria y a contrarrestar las amenazas y desafíos de la época actual. Si se suman el PBI (basado en la Paridad de Poder Adquisitivo, PPA) de estos tres países, se llega al 20 por ciento del PBI mundial, siendo el de Estados Unidos de 21,31. En cuanto al crecimiento económico estos tres países están por encima de los países imperialistas. Tal es así que la India desplazó a Alemania del cuarto lugar y China a Japón del segundo lugar. De mantenerse éstos parámetros China estaría en condiciones de alcanzar en el año 2019 al PBI de Estados Unidos. El temor yanqui de que aparezca un competidor está justificado. En esta coyuntura, es imprescindible marchar a la construcción de un Frente Antifascista de los Pueblos y Naciones, que enfrente en una batalla de ideas los designios nazifacistas del Imperialismo, desplegando los caminos de los pueblos hacia el triunfo global del socialismo.

88 Año VII vol. VII - 2004


DEBATE HÉCTOR FLORES PLÁSTICA:

OBRA

Cuba y la Crítica al Programa de Gotha Raúl Valdés Vivó (*)

L

a mención que hizo Fidel, en la reunión extraordinaria de la Asamblea Nacional de la Crítica del Programa de Gotha, sorprendió a todos. Sin embargo, tiene mucho que ver con la sustancia más profunda de los debates que han culminado esos 27 días que han estremecido a Cuba y que acabarán teniendo, por mucho que se oponga el Imperio, creciente repercusión internacional, incluso en el seno del pueblo norteamericano, encimado a la hora de su verdad.

La fecha en que Marx escribió esta pequeña y fundamental obra sobre el socialismo y el comunismo, es 1875. Vale la pena recordar su contenido para analizar su vinculación a la reunión en que, por vez primera, deliberaron juntos el órgano supremo del poder del Estado revolucionario cubano y los representantes de las principales instituciones de nuestra sociedad civil socialista, parte de ellos diputados. Esto significa una nueva calidad en la democracia directa participativa de masas que viene rigiendo nues-

(*) Rector de la Escuela Superior del Partido Comunista de Cuba “Ñico López” Año VII vol. VII - 2004

89


tros destinos desde el Primero de Enero de 1959. Marx se vio obligado a escribir unas notas marginales, luego conocidas como Crítica al Programa de Gotha, para salirle al paso al enfoque erróneo, idealista y dogmático adoptado en esa ciudad por el Partido Obrero Alemán, destinado a servir de base a un futuro partido unificado de los socialistas de Alemania. Con el aplauso de Engels, su otro yo, el fundador de nuestra teoría científica utilizó la cuestión para formular una de sus pocas referencias concretas sobre el modo de producción comunista y las semejanzas y diferencias entre sus dos etapas, la socialista, que surge una vez derrocado el capitalismo, y la propiamente comunista, que corona el milenario proceso histórico de la Humanidad. Un regreso a sus orígenes, pero ahora no por dictado de la ignorancia, sino de la más alta cultura. ¿Acaso no es ese precisamente el supremo ideal fundamentado por el Comandante en Jefe ante los que encarnan de manera genuina el pasado, el presente y el futuro de nuestra invencible Revolución? El Programa de Gotha, hacía concesiones a la corriente de Ferdinand Lassalle, un abogado reformista que ayudó a organizar el movimiento sindical de Alemania, pero acabó predicando que la clase obrera fue un apéndice de la burguesía liberal en la lucha contra el feudalismo y hasta aceptó la política dictatorial de Bismarck, el Canciller de Hierro, que con mano dura unificó a la nación alemana para su paso al capitalismo, seis años después de morir

Lasalle, en 1864, nada menos que en un duelo caballeresco. El Congreso de Gotha, era una melcocha de ideas justas y disparatadas y Marx se sintió obligado a decir que de ese modo el Partido no sería el Partido. Por esos días reía él a raudales ante el calificativo que le daba la prensa burguesa de “doctor terrorista rojo”, al achacarle la autoría intelectual de la gloriosa Comuna de París de 1871; sin embargo, en cuestiones de principios y en particular en el seno de la fuerza de vanguardia de la futura revolución europea, actuaba con toda seriedad. Entre las ideas falsas aceptadas en Gotha, en aras de la unidad, estaba que había que abolir una llamada “ley de bronce”, según la cual el aumento de los salarios provocaba el aumento de los precios. Marx había demostrado que era al revés y, por tanto, se trataba de abolir, no esa mítica “ley”, sino la explotación capitalista mediante la expropiación de los medios fundamentales de producción, pasándolos a manos de los trabajadores, sus únicos creadores. No logró comprender Lassalle, que el capitalista no adquiere como una mercancía el trabajo, sino la fuerza de trabajo de los obreros, a la que pone a su servicio para que produzca un remanente sobre su salario, del que se apropia sin dar nada a cambio, alegando que es el dueño de los medios de producción. La falsa concepción llevó a los seguidores de Lassalle, a demandar en Gotha, que los trabajadores reciban el producto íntegro de su trabajo una vez establecido el socialismo, refutándolos Marx , porque hay que dejar una parte

90 Año VII vol. VII - 2004


la independencia, soberanía y dignidad de la Patria, ahí está la clave de por qué nueve millones votaron con los pies en las marchas y actos frente a los exabruptos del señor W. y de inmediato, el 99.34% de todos los mayores de 16 años, votaron con las manos al firmar que nuestro socialismo es irrevocable y que Cuba jamás negociará con nadie bajo la presión, la amenaza y ni siquiera la agresión. Por otro lado, para la etapa propiamente comunista,Fidel proclama que, al margen de los servicios anteriores, serán satisfechas las necesidades materiales que establezcan la razón y las posibilidades que brinde la naturaleza. Por ejemplo, hasta que no se invente un combustible que no sea perecedero, habrá que combatir la ilusión consumista, propia de la enajenada sociedad burguesa, de que cada persona aspire a tener un automóvil particular. Con la cultura general integral, de inspiración martiana, la Revolución Cubana avanza hacia la idea más audaz y hermosa de Marx al concebir el comunismo: la desaparición de la división entre el trabajo manual y el trabajo intelectual, que los hace opuestos, buscando que el trabajo sea no sólamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital. Siempre la práctica precede a la teoría, pero el llamado de Fidel a retomar el estudio y fomento de la última representará, sin duda, un necesario apoyo a iluminar la práctica en los cuadros y en el pueblo, único dueño de nuestro país.

DEBATE

del producto social global para la salud, la educación, el funcionamiento y la defensa del Estado, la reposición de lo consumido en la producción, el desarrollo, la asistencia y seguridad social, las catástrofes naturales, etc. Otra idea descabellada de los lassallanos, era que el trabajo es la fuente de toda riqueza, cuando en verdad esto corresponde a la naturaleza, de la que salen los valores de uso (cosas útiles) que verdaderamente integran la riqueza material. La fuerza de trabajo tiene por misión transformar la naturaleza en beneficio del hombre. Marx ,aprovecha el debate que abre para fijar lo que hay de igual y diferente en las dos etapas del desarrollo social a conquistar mediante la Revolución, la socialista y la comunista. En ambas, ya libres de toda explotación del hombre por el hombre, los trabajadores aportarán según su capacidad para hacerlo. Pero en la primera etapa recibirán según su trabajo, lo que no rebasa los horizontes estrechos del Derecho burgués, mientras en la segunda, según sus necesidades. En este aspecto, al dar realidad terrenal a esos principios de la distribución, Fidel hace un aporte sencillamente admirable, que no se limita a enunciar, sino que ha entrado en nuestro socialismo. Al concebir el socialismo como sinónimo de sociedad solidaria, Cuba aplica principios comunistas de distribución en esferas vitales como la salud, la educación, la cultura, todos los bienes espirituales y los perfecciona constantemente. Junto a la defensa intransigente de

91 Año VII vol. VII - 2004


Lenin y el Partido Belisario Aguilar (*)

A

134 años del natalicio de Vladimir Ilich Lenin, nos encontramos frente a una feroz campaña del imperialismo para desacreditar todas las ideas que proclaman una nueva etapa en la historia de la Humanidad y que vislumbran el fin del período de la explotación del hombre por el hombre, y detener la lucha de los pueblos para perpetuar así el dominio del capitalismo. Se equivocan, los anhelos de la humanidad de progreso, de libertad son perennes. Nada ni nadie puede detener la rueda de la Historia, que como se ha dicho hasta la saciedad, no marcha hacia atrás. Tarde o temprano, las contradicciones del capitalismo, su descrédito y la lucha de los trabajadores en todo el mundo, conducirán a la Humanidad a inaugurar una etapa diametralmente opuesta en donde “nada de lo bello será patrimonio de unos cuantos, como el trabajo creador y la victoria sobre la naturaleza de todos los hombres y sobre los rincones obscuros de la inteligencia y del alma”. Por eso, el recuerdo de todos aquellos que han contribuido en la lucha por convertir a los seres humanos en hermanos

del propio hombre, perdurará para siempre. Carlos Marx, Federico Engels, Vladimir Ilich Lenin, Jorge Dimitrov, Vicente Lombardo Toledano y tantos otros vivirán eternamente en el corazón de la Humanidad. Si bien es cierto que la caída de la Unión Soviética y de todo el campo socialista fue un hecho lamentable, traumantizante y desequilibrante, también es cierto que la fuerza de la filosofía del proletariado y la combatividad de los pueblos y, especialmente, de los trabajadores del mundo, han reagrupado a los revolucionarios, que hoy como ayer, con grandes sacrificios, enfrentan en condiciones muy desfavorables, muy difíciles, a los opresores, al aparato propagandístico del imperialismo y a los cuerpos represivos. Lenin, “El Genio”, como llamó el Maestro Vicente Lombardo Toledano al conductor de la Revolución de Octubre, que fue un hombre culto, un filósofo que profundizó en el conocimiento del materialismo dialéctico, un economista brillante que explicó con gran maestría la etapa capitalista imperialista, tiene como uno de sus más grandes méritos el de haber concebido al instrumento político

(*) Partido Popular Socialista de México

92 Año VII vol. VII - 2004


Sin partido no podemos aspirar al poder Lenin nos enseñó que la revolución proletaria requiere de una organización profesional de revolucionarios, requiere del Partido de Clase, de la clase obrera. El descubrió la necesidad del partido de la clase obrera. El organizó al Partido Bolchevique, él lo dirigió y él lo condujo a la victoria. El Partido de la clase obrera es indispensable porque mientras el imperialismo y las clases explotadas cuentan con una gran organización, que va desde la estructura económica, hasta los sofisticados medios modernos de difusión y propaganda, la clase obrera no puede luchar contra la explotación sólo a través de los sindicatos; en primer lugar porque su lucha se reduciría únicamente a la lucha económica y no llevaría a cabo su tarea histórica que es destruir el sistema de la propiedad privada sobre los medios de la producción económica, y en segundo lugar, porque la lucha política de la clase obrera requiere de todos los conocimientos, de toda la cultura que la Humanidad ha forjado a través de su devenir histórico y porque sólo el Partido de clase, aglutina a los elementos más conscientes del proletariado, a los más atrevidos, a los más decididos a arrostrar los peligros que entraña enfrentarse a los intereses de los explotadores, del imperialismo. Por eso mismo, tenemos el deber de luchar contra la dispersión de los combatientes por el socialismo porque, como

decía el Maestro Lombardo: “nadie se atrevería a proponer, sin un Partido único de la clase obrera, los cambios profundos de la estructura económica y social que México requiere... sólo el partido de la clase obrera es el que puede unir a las fuerzas en alianzas momentáneas, transitorias, más o menos duraderas, para hacer avanzar a México y para ofrecer una resistencia activa y eficaz al imperialismo. Sólo un partido de la clase obrera puede luchar consecuentemente por la alianza entre la clase obrera, los campesinos y la pequeña burguesía; por la alianza del proletariado, los campesinos, la pequeña burguesía y la burguesía nacional. Pero sobre todo, porque el Partido único de la clase obrera es sólo el que puede luchar por el socialismo”. Sólo el Partido único de la clase obrera , puede abolir la propiedad privada de los medios de la producción económica y del cambio, socializarlos y edificar la sociedad socialista.

DEBATE

de la clase obrera, al Partido Político que tiene como objetivo central tomar el poder para la clase obrera.

Un partido de nuevo tipo. a) Unidad ideológica. El Partido de la clase obrera debe ser, ante todo, un Partido de Nuevo Tipo, diferente a los partidos de la pequeña y gran burguesía. Diferente a los partidos de los campesinos o de la intelectualidad avanzada. El Partido de la clase obrera, debe estructurarse en base a los principios políticos y filosóficos del proletariado. En su seno debe establecerse un nuevo tipo de relaciones, en donde, para lograrlo, no tengan cabida los explotadores y en donde la ciencia política tenga una aplicación constante y permanente. Lo anterior lo podemos resumir en una

93 Año VII vol. VII - 2004


sola frase: debe ser un Partido cohesionado ideológicamente, porque sin la unidad ideológica, el Partido de la clase obrera no podrá alcanzar sus objetivos históricos. Por eso la labor teórica en su seno es fundamental para su desarrollo y consolidación. La frase de Lenin: “sólo un partido dirigido por una teoría de vanguardia puede cumplir la misión de vanguardia”, o bien, la frase del Maestro Lombardo: “sin saber no es posible luchar y sin luchar no es posible saber”, sintetizan extraordinariamente esa labor teórica que debe conducir al Partido de clase a su férrea unidad ideológica. En el Partido no deben coexistir las diferencias ideológicas. Por el contrario, el Partido debe ser monolítico, cohesionado, organizado y disciplinado; es decir, un Partido unido ideológicamente, en donde se libre un combate permanente en contra de la penetración de la ideología burguesa, porque nadie ha pensado jamás que el enemigo ideológico no intente infiltrarse a nuestras filas para desarticularnos y convertirnos en presa fácil. Es más, de manera natural, todo el medio social presiona para que los miembros del Partido revolucionario caigan en la trampa ideológica de la sociedad de mercado. Lenin nos alerta en su obra ¿Qué Hacer? ,cuando afirma : “marchamos en pequeño grupo unido, por un camino escarpado y difícil, fuertemente cogidos de las manos. Estamos rodeados por todas partes de enemigos. Nos hemos unido en virtud de una decisión libremente adoptada, precisamente para luchar contra los enemigos y no caer dando un traspié al pantano vecino,

cuyos moradores nos reprochan desde un principio el que nos hayamos separado en un grupo aparte y el que hayamos escogido el camino de la lucha y no el de la conciliación”. Por su parte, el Maestro Lombardo, abordó el tema en diversas ocasiones y en una de ellas afirmó: “un partido nuevo debe ser el partido de la clase obrera, pertrechado con el arma más poderosa que es la filosofía del materialismo dialéctico; pero a condición de que el partido conozca esa filosofía, porque no se puede llegar a ella inventándola, imaginándola, sin reflexión y sin estudio. El socialismo científico es la doctrina más grande que ha producido la cultura sobre el universo, el mundo y la vida; pero no se adquiere por contagio sino mediante un gran esfuerzo diario de lectura, de meditación y de aplicación de lo aprendido en la lucha concreta y del cotejo de los resultados de la lucha en la teoría filosófica adquirida”. Por eso, la labor ideológica interna adquiere rasgos de gran magnitud: porque nos permite mantener puro al Partido y al mismo tiempo fortalecer su lucha. La educación política de los miembros del Partido, conduce a la unidad ideológica del mismo, lo que la convierte en una de las tareas más importantes, por ello, los órganos de dirección en todos los niveles, deben promover, organizar y estimular el estudio colectivo e individual. b) Unidad orgánica. A la unidad ideológica, se le debe agregar la unidad orgánica, porque no basta que todos los miembros asuman una sola teoría si cada cual realiza las

94 Año VII vol. VII - 2004


para cumplir con sus deberes. La composición del Partido no debe confundirse con el origen del compañero, es decir, no importa si labora en la industria básica, en la secundaria o en los servicios; no importa si es trabajador manual o intelectual; ni tampoco importa si es trabajador de la ciudad o del campo. Lo que importa es su convencimiento de que su tarea histórica es la de sustituir el sistema basado en la propiedad privada por el socialismo. Lo que importa es que esté convencido de que esa tarea histórica sólo la puede cumplir a través de su partido. Lo que importa es que esté dispuesto a cumplir con sus deberes que le imponen los estatutos. Lo que importa es que sea sencillo, honesto, leal, fraternal y compañero de lucha. En el Segundo Congreso del Partido Socialdemócrata Ruso, Lenin argumentaba al respecto afirmando: “no hay que olvidar que todo miembro del Partido responde por éste y que todo el Partido responde por cada uno de sus miembros. Dadas las condiciones políticas en que tenemos que trabajar, dado el estado rudimentario de la actual organización política, sería sencillamente peligroso y dañino conceder los derechos de miembro del Partido a quienes no son miembros de una organización y depositar la responsabilidad por el Partido en gente que no entra a formar parte de la organización” y continuaba: “tenemos el deber de poner un control efectivo en manos del Comité Central. Tenemos el deber de salvaguardar la firmeza, la perseverancia, la pureza de nuestro Partido. Debemos esforzarnos por elevar más y más el nombre y la importancia de miembro del Partido”.

DEBATE

tareas que más le acomodan, si en la lucha práctica cada cual toma un camino diferente. Por eso, Lenin estableció los principios y las normas de vida del Partido para lograr que el ejército político revolucionario del proletariado actúe con disciplina, sincronizada y ágilmente. La unidad orgánica se logra a través de una estructura científica. No puede ser una estructura que niegue los principios filosóficos del proletariado. No puede ser una estructura impregnada del liberalismo pequeño burgués. No puede ser una estructura basada en el individualismo. La unidad orgánica se expresa, ante todo, a través de la suma de organizaciones y no de la suma de miembros, porque es en el seno de cada organización del Partido en donde se cumplen los deberes de miembro y en donde se aplica la convivencia socialista y se aprende la teoría y la práctica de nuestra lucha. Nadie que no milite en una organización del Partido puede legítimamente considerarse cuadro revolucionario. La unidad orgánica se expresa también a través de la suma de voluntades de todos sus miembros en base a una disciplina consciente, rigurosa, pero no autoritaria, ni dispersante. La unidad orgánica se expresa en el esfuerzo permanente de todo el Partido para superar sus deficiencias, corregir sus errores y mejorar su funcionamiento. Para alcanzar la unidad ideológica y la unidad orgánica es imprescindible aplicar dos principios esenciales en la vida del Partido, estos principios son: La composición del Partido, entendida como la calidad revolucionaria de sus miembros y la predisposición de ellos

95 Año VII vol. VII - 2004


El otro principio es el del centralismo democrático que promueve la unidad ideológica, la unidad orgánica y la combatividad del Partido. El centralismo democrático se basa fundamentalmente, en la existencia dentro del Partido de una sola disciplina que se realiza a través de la supeditación de la minoría a la mayoría, la cual se ejerce depositándola en las organizaciones de dirección. Es por eso que en el Congreso Nacional recae la máxima representación de la mayoría y enseguida, esa representación le corresponde al Comité Central, por ello, y en ese orden, ambos son la máxima autoridad del Partido. La obligatoriedad para todas las organizaciones y miembros del Partido de acatar, cumplir y hacer cumplir la declaración de principios, el programa y los estatutos emana de que son aprobados por el Congreso Nacional, el cual también establece la línea estratégica y táctica. Es por eso que en la vida partidaria cotidiana, los documentos básicos no están a discusión, porque la única que puede discutirlos, reformarlos y hasta cambiarlos totalmente, es la mayoría del Partido representada en el Congreso Nacional. El centralismo crea la unidad de acción en el seno del Partido y otorga mayor autoridad a las organizaciones superiores de dirección. La no aplicación del centralismo conduce al relajamiento de la disciplina, al caos y a la anarquía. Si el centralismo crea la unidad de acción, la democracia, crea a su vez, la voluntad común de los miembros que se cristaliza en los acuerdos. La voluntad común expresa plenamente las necesidades de la

lucha del proletariado y protege al Partido del subjetivismo y lo aleja del sectarismo y del dogmatismo. La democracia interna conduce a discutir colectivamente, en cada organización del Partido, los problemas fundamentales y a aprobar los acuerdos obligatorios para todos. El desarrollo de la democracia interna conduce, al mismo tiempo, a elevar el prestigio de las organizaciones de dirección, porque su actividad se apoya en la participación colectiva de los miembros en la discusión y aprobación de sus resoluciones. Por ese motivo, Lenin defendió enérgica y apasionadamente al centralismo democrático frente a los ataques de los mencheviques. Lenin consideraba al centralismo y la democracia como un todo único, complementarios entre sí y enlazados orgánicamente. Ni centralismo sin democracia, ni democracia sin centralismo. Lenin expresaba: “podrá y deberá haber en nuestro Partido dos centros dirigentes: el Órgano Central (OC) y el Comité Central (CC). El primero deberá dirigir ideológicamente y el segundo, inmediata y prácticamente. La unidad de acción y la necesaria identificación entre estos grupos se asegurará no sólo por el programa único del Partido, sino también por la composición de ambos grupos (es necesario que en ambos, tanto en el OC como en el CC se hallen personas totalmente identificadas entre sí) y por la organización de reuniones regulares y constantes entre ellos”. En otra ocasión, defendiendo la democracia interna, Lenin declaró: “la organización del Partido descansa sobre

96 Año VII vol. VII - 2004


Un partido de vanguardia El Partido de la clase obrera debe ser la vanguardia de su clase y de todo el pueblo. El Partido no podrá dirigir la lucha hacia estadios superiores de la vida social, si no cuenta con prestigio y autoridad. Pero el título de vanguardia no se obtiene por el sólo hecho de proclamarse a sí mismo vanguardia. Este título hay que conquistarlo todos los días con pronunciamientos acertados, con éxitos cotidianos, con la actividad diaria y con la congruencia entre las ideas y la forma de ser y de actuar de sus militantes. Lenin explica con claridad cundo afirma: “no basta titularse vanguardia, destacamento

avanzado: es preciso también obrar de suerte que todos los demás destacamentos vean y estén obligados a reconocer que marchamos a la cabeza”. El Partido de la clase obrera, debe ser un Partido que penetre en la conciencia de los trabajadores, que los organice, que los abandere. El Partido debe actuar sistemáticamente entre las masas, nunca alejado de ellas, porque la revolución se construye organizando a las masas en torno al partido e incorporando a sus filas a los trabajadores más solidarios, más abnegados, más decididos, más dispuestos a entregarse a una lucha donde se expone todo y sólo se obtiene la satisfacción del deber cumplido. “Ese Partido nuevo de la clase obrera al que aspiramos -escribió el Maestro Lombardo- tiene que ser un Partido militante, en lucha diaria en defensa del pueblo, de sus intereses, de sus derechos, y en defensa de las demandas y de las reivindicaciones de la Nación”. Elevando el concepto, podemos afirmar que la vanguardia se conquista en la conjunción perfecta de la teoría y la práctica. Lenin lo habría de expresar magistralmente cuando afirma: “al subrayar así la necesidad, importancia y grandiosidad de la labor teórica de los socialdemócratas, en manera alguna quiero decir que esta labor esté situada en primer plano antes que la labor práctica; y mucho menos que la segunda sea aplazada hasta la terminación de la primera”. “No se puede ser dirigente ideológico- continúa Lenin- sin la indicada labor teórica, como tampoco se puede serlo sin dirigir esa labor de acuerdo con las exigencias de la causa, sin propagar los

DEBATE

bases democráticas. Esto significa que todos los afiliados eligen a los que habrán de ocupar los cargos de responsabilidad, a los miembros de los comités, etcétera, que todos los comunistas discuten y resuelven los problemas referentes a la campaña política del proletariado, que todos los comunistas determinan la táctica de las organizaciones del Partido”. En síntesis, el centralismo democrático se basa en la disciplina que supedita a la minoría con respecto de la mayoría, en que las organizaciones de dirección superior tienen mayor autoridad que las inferiores y sus decisiones son acatadas incondicionalmente; en que todos los comités se eligen de abajo a arriba; en que en todas las organizaciones del Partido, independientemente del nivel de dirección de que se trate, todos los asuntos se resuelven democráticamente, a través de la dirección colectiva y en la aplicación de la crítica y autocrítica.

97 Año VII vol. VII - 2004


ESCULTURA: DAVID CEDEÑO

resultados de esta teoría entre los obreros y ayudarlos en su organización”. “Este planteamiento de la tarea, preserva a la socialdemocracia de aquellas deficiencias de las que tan a menudo adolecen los grupos socialistas: el dogmatismo y el sectarismo”. “No puede haber dogmatismo allí donde el criterio supremo y único de la doctrina es la conformidad de ésta con el proceso efectivo del desarrollo económico-social; no puede haber sectarismo cuando la tarea se reduce a contribuir a la organización del proletariado, cuando por consiguiente, el papel de la ‘intelectualidad’ se reduce a hacer innecesarios dirigentes especiales, dirigentes intelectuales”. “Nuestra tarea -dice Lenin- la de la socialdemocracia, consiste en combatir la espontaneidad, consiste en apartar al movimiento obrero de esta tendencia espontánea del sindicalismo de cobijarse bajo el ala de la burguesía, y atraerlo hacia el ala de la socialdemocracia revolucionaria”. Porque -afirma Lenin- “la conciencia política no se le puede aportar al obrero, más que desde el exterior, esto es, desde afuera de la lucha económica, desde afuera de la esfera de las relaciones entre obreros y patronos”. Por eso -sostiene Lenin- “debemos ir a todas las clases de la población como teóricos, como propagandistas, como agitadores”. “Pero uno de los rasgos más característicos del economismo es, precisamente, no comprender esta relación; aun más: no comprender que la necesidad más urgente del proletariado -educación política en todos los aspectos, por medio de la agitación política y de las campañas de denuncias políticas- coincide con idéntica necesidad

con el movimiento democrático general”. Como vemos, sin su Partido, la clase obrera no puede aspirar a cumplir con su misión histórica, pero para ello, el Partido debe tener unidad ideológica y orgánica que, con su acción, con su lucha permanente, tanto en lo teórico como en lo práctico, se ponga a la cabeza de su clase y de todo el pueblo. Recordando la frase del Maestro Vicente Lombardo Toledano: “la Patria se construye todos los días y todos los días necesita nuevos constructores”, se podría decir también que el Partido se construye con nuestra actividad diaria y que diariamente requiere, necesita, nuevos constructores. Ese es el mejor homenaje que podemos hacerle a los héroes del proletariado y en este caso especial, a Vladimir Ilich Lenin.

98 Año VII vol. VII - 2004


Marxismo: La Teoría Económica y la Política: más allá del Capital [1]

ÁNGEL HERNÁNDEZ PLÁSTICA:

OBRA

1. La suerte de algunas influyentes teorías económicas Desearía comenzar con dos casos contrastantes, que ilustran la suerte –no muy afortunada– de algunas influyentes teorías económicas. El primer caso se desprende de una cita tomada de un reciente editorial de The Economist de Londres: Resulta desalentador considerar precisamente cuánto gira en torno al asunto de la productividad en los Estados Unidos. Las valoraciones de la bolsa, confusas incluso ahora según criterios históricos; la estabilidad financiera mundial; las perspectivas para el nivel de vida no sólo en los Estados Unidos, sino en todo el mundo; la probabilidad de éxito a largo plazo de la combinación de baja tasa de inflación y alta tasa de empleo: todas estas cuestiones y otras más dependen de si la productividad en los Estados Unidos realmente tomó

DEBATE

István Mészáros (*)

(*) Mészáros fue alumno de Lukács antes de que el régimen estalinista húngaro desatara sobre él la violenta polémica que causó su retiro. Mészáros no obstante, continuó reconociéndose como discípulo de Lukács aún durante la época más difícil de la dictadura estalinista. Reside en Inglaterra, donde fue profesor en la Universidad de Sussex, y donde actualmente vive. Es autor de Beyond Capital. Towards a Theory of Transition, Merlin Press, Londres, 1995. Recientemente aparecieron las ediciones en castellano y portugués. Ed. Vadel de Venezuela y Boutempo de Brasil respectivamente. [1] Disertación presentada en la conferencia sobre “El pensamiento económico y su relevancia en el mundo de hoy”, organizada por el Banco Central de Venezuela y el editor de su revista económica (Revista BCV) Asdrúbal Baptista, celebrada en Caracas entre el 10 y el 12 de septiembre de 2001. Traducción de Gladys Sanz. El artículo fue enviado especialmente por el autor para su publicación en Herramienta. Subtítulos y revisión de la traducción para Herramienta a cargo de Aldo A.

99 Año VII vol. VII - 2004


un nuevo camino de crecimiento más rápido, como se supuso en general, a finales del decenio de 1990. Durante el año pasado, se puso en evidencia que muchas de las aseveraciones hechas por la nueva economía eran falsas: la noción de que el ciclo económico estaba muerto; que el gasto en tecnología de la información era a prueba de recesión; que los métodos clásicos de valorar las acciones eran en lo sucesivo irrelevantes, etc. Ahora, sin embargo, el pilar más importante de la nueva economía ha sido, si no demolido, por lo menos gravemente golpeado. [2] Y, como conclusión, el mismo editorial dice a los lectores que, a su debido tiempo, habrá de pagarse un precio por todos esos falsos supuestos. En consecuencia, los “fanáticos de la nueva economía […] pueden tener que lamentar haber apostado tanto no a un avance sólido y plausible, sino a un milagro que ahora resulta no haber ocurrido” [3]. Por ende, en este caso, podemos ver claramente la fragilidad de los supuestos formulados de manera precipitada, que ahora denuncia como indudablemente falsos el mismo The Economist. Sin embargo, el problema es que todos estos supuestos están en pleno apogeo, proclamados con afán como los sólidos pilares de las estructuras teóricas más actualizadas. Como tales alaban las excelencias de nada menos que “la nueva economía”, que, a su vez, se supone que garantiza inversiones en gran escala en nuevas burbujas de los mares del Sur. Como sabemos, las sumas comprometidas en la

100

reciente implosión de “la nueva economía” fueron tan inconcebibles que en un año las pérdidas del NASDAQ representaron dos veces y media la cantidad total de las reducciones fiscales anunciadas por el presidente George W. Bush, para todo el decenio venidero, quedando estas últimas anuladas (y de inmediato recortadas fuertemente por el Congreso). Por consiguiente, las pérdidas del NASDAQ en un año fueron treinta veces superiores a los correspondientes ahorros fiscales anuales previstos. El hecho de que la sabiduría del editorial de The Economist equivalga a “ser sabio después de ocurridos los hechos” no debe preocuparnos demasiado en el contexto actual. Después de todo, el arsenal teórico de la revista es muy parecido a lo que sus redactores principales ahora critican tardíamente, siempre preparado a partir de una perspectiva de muy corto plazo. Ésta es la razón por la cual The Economist puede cambiar fácilmente su posición -para tomar como ejemplo algo que de ninguna manera tiene poca importancia- de la idealización largo tiempo mantenida de “la economía de escala” a lo diametralmente opuesto, denunciándola como la des-economía de escala cuando fracasa la panacea antes defendida, y defender nuevamente la economía de escala cuando esta última parece ser más conveniente. El segundo caso que mencioné al comienzo de este trabajo me atañe mucho más de cerca. Se refiere a una concepción de organización del sistema productivo –bajo los principios rectores de la econo-

[3] Ídem, pág. 13. [2] “American Productivity: Measuring the New Economy”, The Economist, 11 a 17 de agosto de 2001, pág. 12. Año VII vol. VII - 2004


reducción, porque entre tanto el compromiso exagerado se había convertido en una parte legalmente sancionada del “Plan Nacional” y, por consiguiente, debía cumplirse. Por esta razón, dadas las circunstancias, sostuve que: Es evidente que detrás de estos accidentes se encuentra la inhumanidad de la burocracia. En efecto, éste es el contenido social y la fuerza característica del acontecimiento, incluso si tan sorprendente acción no hubiera sido cometida por un burócrata nato, sino accidentalmente por un simplón subjetivamente bien intencionado. En el fondo, la acción tiene su lógica interna objetiva, que apunta su dedo acusador en contra de la burocracia. [5] Para cumplir, el condado de Zala tenía que entregar al Estado la cantidad de cerdos insensatamente inflada, comprándolos donde pudiera para cumplir sus obligaciones “nacionalmente planificadas”, puesto que el número total de cerdos que se criaban en Zala no llegaba ni remotamente a la “cifra legal” que se le había impuesto. En consecuencia, para poder cumplir la ley, el condado de Zala, una región montañosa donde se usaban los bueyes como fuerza de tracción agrícola en vez de caballos que eran mucho menos aptos para el trabajo, tuvo que cambiar en los condados vecinos muchos de sus bueyes por cerdos, y además tomar dinero en préstamo, con lo cual enfrentaría más privaciones económicas en el futuro.

[4] Mészáros: Szatira és valóság (Sátira y realidad), Szépirodahyli Könyvkiadó, Budapest, 1955, pág. 53. Terminé de escribir mi libro en el otoño de 1954 y fue publicado en enero de 1955. [5] Ídem, pág. 55.

101 Año VII vol. VII - 2004

DEBATE

mía planificada– que pretende proporcionar una alternativa viable frente a la característica propensión a los accidentes de la economía de mercado capitalista. El caso que citaré realmente ocurrió, pese a que hoy pueda parecer bastante increíble. Pero ocurrió. Cuando me enteré del caso, en el verano de 1954 (no por la prensa, donde estos asuntos no podían mencionarse, sino en la sala de un hospital y de boca de un individuo que lo sufrió: mi vecino, involucrado directamente), en la primera oportunidad que tuve expuse públicamente el disparate de lo que denominé una “sátira de la vida real”: en un pequeño condado en el sudoeste de Hungría “algunos burócratas sin sentido común sumaron la fecha, 1952, multiplicada por 100 kilos, a la remesa de carne de cerdo que obligatoriamente debía enviar el condado al Estado” [4] . Lo que fue especialmente absurdo en este caso no es que hubiera pasado, sino más bien el hecho de que resultó completamente imposible corregir la situación –cancelando el astronómico recargo al compromiso de una entidad económica relativamente pequeña– incluso después de que se revelara el error obvio y de que las autoridades competentes tuvieran que reconocer que había sido una terrible equivocación, con graves consecuencias para las ya precarias condiciones económicas de uno de los condados más pobres de Hungría, el condado de Zala. Por el contrario, las autoridades decretaron arbitrariamente que no era admisible ninguna


No es sorprendente que la arbitrariedad del proceso de planificación económica del cual fueron excluidas las personas que debían sufrir las consecuencias haya generado resentimiento e incluso hostilidad en cada país que se encontraba bajo el sistema socioeconómico del tipo soviético. Para citar sólo un ejemplo: en un libro publicado en 1965, un autor ruso, O.I. Antónov, describió así la actitud prácticamente negativa de los trabajadores que tenían que someterse a las “normas” impuestas arbitrariamente y a la correspondiente disciplina laboral: Dos trabajadores que habían sido empleados para descargar ladrillos rápidamente de unos camiones, lo hacían lanzándolos al piso y, en consecuencia, rompían por lo general alrededor de 30 por ciento de los mismos. Ellos sabían que sus acciones iban tanto en contra de los intereses del país como en contra del simple sentido común, pero su trabajo era evaluado y pagado sobre la base de un indicador de tiempo. Por ende, se los sancionaría, de hecho no podrían ganarse la vida, si ordenaban los ladrillos cuidadosamente en el piso. Su manera de hacer el trabajo era inadecuada para el país, pero,

102

a primera vista, ¡buena para el plan! Entonces, actuaban en contra de su conciencia e inteligencia, pero con un profundo resentimiento hacia los encargados de la planificación: “No quieren que se haga de la manera que estipularía una buena administración, sino que presionan para que se haga cada vez más rápido. ¡Dale! ¡Dale!” De esta manera, en todo el país, ciudadanos decentes y responsables, seres perfectamente racionales, actuaban de manera desastrosa, casi criminal a veces. [6] Por ende, la marcada y aparentemente irreconciliable contradicción entre el proceso de planificación y las necesidades de las personas al servicio de quienes debía estar el “Plan Nacional” legalmente ejecutado tenía que terminar, tarde o temprano, con la implosión del sistema socioeconómico del tipo soviético, en lugar de corregir los defectos del capitalismo como se había prometido. 2. ¿El fin de la planificación? Sin embargo, sería totalmente erróneo concluir, como lo hicieron muchos intelectuales, tanto en el Este como en Occidente, después del derrumbe de la

[6] O.I. Antónov, citado en Moshe Lewin: Stalinism and the Seeds of Soviet Reform: the Debates of the 1960s. Londres, Pluto Press, 1991, pág. 148. [7] Vadim Medvédev, presidente del Comité Ideológico del Partido Soviético y miembro del Politburó de Gorbachov, era oficialmente llamado “el jefe ideológico”. Como tal, proclamó que: “Las sociedades anónimas no son en manera alguna contrarias a los principios económicos socialistas. Consideramos que la reorganización profunda de las relaciones de propiedad y la diversidad e igualdad de todas sus formas son una garantía de la renovación del socialismo” (Vadim A. Medvédev, “The Ideology of Perestroika”, en Perestroika Annual, vol. 2, editado por Abel Aganbegyan, Londres, Macdonald & Co. Ltd., 1990, pág. 32.). También proclamó que la nueva dirección que había tomado la economía, con sus relaciones de propiedad capitalísticamente reorganizadas y sus sociedades anónimas, garantizará el progreso democrático social del país (Ibíd., pág. 27). Naturalmente, ninguna de las proyecciones esperanzadas que hicieran los ideólogos de Gorbachov pudo hacerse realidad. Año VII vol. VII - 2004


Retomaremos la importancia de la planificación para la humanidad en su conjunto en el futuro, después de examinar algunos asuntos conexos importantes. Pero al llegar a este punto, debemos subrayar que la ciega hostilidad hacia la planificación que nos es familiar a todos hace caso omiso de algunos hechos históricos desconcertantes pero innegables. Es así, por ejemplo, que ignora premeditadamente el carácter ineludible de la planificación en ciertas circunstancias, incluso para los países capitalistas más ricos y poderosos. Citemos el informe de primera mano de Harry Magdoff, quien –como funcionario de planificación gubernamental– tuvo distinguida participación en tal empresa: La necesidad de la planificación central quedó evidenciada en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, cuando las prioridades nacionales eran obvias (por ejemplo, aviones

[8] De hecho, las infundadas teorías del “socialismo de mercado” y de “la economía de mercado social” dieron paso muy rápidamente a la defensa de, incluso, la versión más conservadora del capitalismo neoliberal. Como comentó con aprobación The Economist: “Una economía de mercado sin ningún adjetivo”. Eso es lo que Vaclav Klaus insiste que se necesita en Checoslovaquia, donde ha sido ministro de Finanzas desde comienzos de diciembre. No es para él la “economía de mercado social”, frase que se ha difundido en otras partes de Europa del Este. Este economista de 48 años de edad, de voz suave, pero sonrientemente seguro de sí mismo, cree que la mitad de las medidas serán menos que inútiles. Para reactivar el mercado rápidamente, Klaus y su ministerio están preparando un buen número de leyes nuevas para permitir el funcionamiento de mercados financieros al estilo occidental […] Klaus y sus compañeros delegados checoslovacos en Davos estaban ansiosos por distanciarse de las reformas de 1968 [es decir, de la Primavera de Praga, I.M.]. Pero se sentían felices de tratar de trabar amistad con la empresa occidental. No buscan ayuda, sino capital accionario, y parece no preocuparles si este capital llega a través de empresas mixtas, inversiones de tipo totalmente nuevo o compras directas de empresas checas. Como buen friedmanista, Klaus no muestra ningún interés en imponer el resultado de las fuerzas del mercado: su función es mantener los precios estables, al tiempo que el negocio hace su trabajo. “Financial Reform in Czechoslovakia: A Conversation with Vaclav Klaus”, The Economist, 10 de febrero de 1990. No fue ninguna sorpresa que el friedmanista Vaclav Klaus fuera promovido rápidamente al cargo de primer ministro de Checoslovaquia (luego República Checa). Ocupó esa posición clave durante largo tiempo, para deleite de los grandes círculos empresariales de las “sociedades de mercado” occidentales. Año VII vol. VII - 2004

DEBATE

perestroika de Gorbachov, que la planificación como tal no tenía futuro y que, por lo tanto, no podía haber ninguna alternativa frente a la “economía de mercado”. Durante un tiempo, con el nombre de economía de mercado algunas personas, inclusive los ideólogos de Gorbachov [7] trataron de postular un sistema económico que no solamente era compatible con el socialismo, sino incluso idealmente apropiado para él. Prometieron el establecimiento del “socialismo de mercado” y decían que su ventaja excepcional era que coexistía en plena armonía con la democracia; y más que eso, de hecho, desde su punto de vista era una “garantía de socialismo y democracia”. Sin embargo, pronto se hizo evidente que toda la charla sobre las insuperables virtudes de la “sociedad de mercado” era en el mejor de los casos solamente una manera tímida de abogar por la absoluta imposición del capitalismo. [8]


militares vs. autos civiles, tanques vs. heladeras domésticas, cuarteles vs. casas para civiles). La planificación central fue la única manera de lograr un milagro industrial. Rápidamente se proporcionaron los armamentos, los medios de transporte, los alimentos, la vestimenta y el alojamiento para las fuerzas militares que combatían en dos continentes. En efecto, las autoridades en Washington determinaban lo que debía y no debía producirse (no de manera detallada, pero con las instrucciones suficientes para garantizar que se satisficieran las prioridades más urgentes), qué tipo de nueva capacidad productiva debía construirse, y cómo distribuir la producción insuficiente de metales, suministros industriales, maquinaria metalmecánica, etcétera. Una de las ideas equivocadas más lamentables en la actualidad surge de equiparar el método soviético con la planificación nacional. Las fallas de la planificación al estilo soviético se toman entonces para probar que la planificación nacional está destinada al fracaso. Pero no existe una buena razón para suponer que el modelo soviético sea el único posible. Es un sistema que evolucionó en circunstancias históricas determinadas. En todo caso, sus fallas deben estudiarse con profundidad para evitar repetir sus errores. […] En la Unión Soviética, la producción por la producción misma en lugar de la producción para el uso, reemplazó a la producción dirigida a la obtención de beneficios. Aunque la lógica de la acumulación en las sociedades posrevolucionarias difiere notablemente de la del capitalismo, la

104

dirección de su actividad productiva, inclusive el deterioro del ambiente, se asemejó en gran medida a los patrones del desarrollo capitalista. [9] El tipo de imperativo que indujo a los Estados Unidos a emprender la planificación central no está en modo alguno limitado a las circunstancias bastante extraordinarias de una guerra mundial. Se aplica a todas las grandes emergencias históricas como, por ejemplo, las condiciones ecológicas peligrosas para la supervivencia que se prevén, como algo normal, para nuestro propio futuro. Esto se explica por la simple razón de que el modo de funcionamiento de un sistema constituido por una multiplicidad de capitales –que resulta por definición característico del sistema capitalista privado, sea subdesarrollado o avanzado– no puede evitar ser centrífugo, empujando los microcosmos que lo constituyen en diferentes direcciones, independientemente de si tal “centrifugacidad” produce consecuencias positivas o negativas. Evidentemente, sin embargo, en las condiciones de una gran emergencia histórica, como la posible devastación ecológica a la que acabamos de hacer referencia, la determinación intrínsecamente centrífuga del sistema, que tiende a la perturbación y a la intensificación de los peligros, debe ser contrarrestada con alguna forma de cohesión-inducción, de ser necesario impuesta enérgicamente, cuyo poder de intervención dependerá de la naturaleza y la magnitud de los problemas generados por el modo de operación necesariamente centrífugo del sistema capitalista. El tipo

[9] Harry Magdoff, “Are there lessons to be learned?” Monthly Review, febrero de 1991, págs. 13 a 17. Año VII vol. VII - 2004


1983. La producción se sitúa ahora más de 4 por ciento por debajo de su nivel máximo. Sin embargo, los Estados Unidos no son lo único. La producción industrial está descendiendo en todo el mundo. [10] Lo que hace que este giro de los acontecimientos sea peor, según The Economist, es que la tendencia recesiva ya innegable en los países capitalistas avanzados – uniformemente mala en todos ellos, por primera vez desde el decenio de los noventa– no puede aliviarse en la actualidad con una tendencia compensadora en las llamadas “economías emergentes”, a diferencia de 1990 y su período posterior inmediato. En 1990 el crecimiento fue relativamente activo en las economías emergentes, que mantuvieron a flote las exportaciones provenientes del mundo rico. Esta vez, sin embargo, el mundo emergente también está en problemas: la producción industrial cayó en 10 por ciento o más durante el año pasado en varias economías del Este asiático. [11] Naturalmente, incluso en estas circunstancias, cuando puede admitirse públicamente la existencia de problemas graves en todo el mundo, la estrategia teórica desde la cual The Economist busca soluciones, sigue presa de la perspectiva desesperadamente cortoplacista del periódico. En consecuencia, la última oración del articulo en el cual se enume-

[10] “World Economy: Nowhere to Hide. Economies Almost Everywhere are Looking Sick”. The Economist, 18 a 24 de agosto de 2001, pág. 64. [11] Ibíd. Las cifras más actualizadas de la recesión industrial son: en Malasia 10 por ciento, en Taiwán 12 por ciento, y en Singapur –país que durante mucho tiempo fue considerado ejemplar–, no menos de 17 por ciento. [12] Ibíd.

105 Año VII vol. VII - 2004

DEBATE

de planificación central que se puso en práctica en los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial fue sólo un caso específico de la variedad de formas posibles que inevitablemente surgirán de los imperativos y las determinaciones generales de las grandes emergencias en circunstancias históricas muy diferentes. Por consiguiente, es útil tener en cuenta al lo menos estas consideraciones cuando tratamos de considerar el prejuicio ciego en contra de la planificación central en general que se ha puesto muy de moda, especialmente en la última década. 3. Cambiar la estructura de mando jerárquica del capital Existen algunas excelentes razones para adoptar una posición más crítica visà-vis el mensaje autocomplaciente de las teorías económicas neoliberales dominantes en las últimas décadas, a fin de tener una visión más realista del futuro, capaz de imaginar una alternativa viable frente a los acontecimientos en curso. Puesto que, después de todo, incluso las palabras tranquilizadoras habituales de The Economist, ahora parecen puestas en un segundo plano por los principales teóricos del periódico. En cambio, nos invitan a pensar en el hecho nada tranquilizador de que: La producción industrial de los Estados Unidos se redujo nuevamente en julio, por décimo mes consecutivo, el período de descenso más largo desde


ran los problemas económicos que crecen por doquier, finaliza, de modo característico, con estas palabras: “Cuando la Reserva Federal de los Estados Unidos se reúna el 21 de agosto para fijar las tasas de interés, tendrá otros motivos de preocupación además de la debilidad de la economía de los Estados Unidos” [12] . Ésta no es una línea muy convincente, en vista del pasado reciente. Esperar que los correctivos a los problemas cada vez más profundos de la tendencia recesiva mundial vengan de la séptima intervención de la Reserva Federal de los Estados Unidos (después de su incapacidad dolorosamente obvia para producir mejoras significativas en la economía inactiva a través de las seis intervenciones anteriores sólo en los Estados Unidos), no es mucho mejor que creer en brujería. Después de todo, la estrategia de producir la solución positiva ansiosamente postulada mediante la reducción de la tasa de interés clave no había producido ninguna mejora en la segunda economía más poderosa del mundo, el Japón, donde el Banco Central del país estableció la sorprendente tasa de interés cero mientras dejó que la economía se estancara a la peligrosamente elevada tasa de recesión industrial de 8 por ciento. Los graves problemas que estamos experimentando en la actualidad provienen de un nivel mucho más pro-

106

fundo de determinaciones socioeconómicas y políticas que el que podría manejarse con los instrumentos de los ajustes monetarios y fiscales. La gran dificultad reside en que para poder concebir una alternativa significativamente diferente y viable frente al convulsionado orden actual debemos adoptar una perspectiva de mucho más largo plazo. No es suficiente pensar en introducir ajustes parciales –en el espíritu del famoso consejo de hacerlo “poco a poco”– a las condiciones socioeconómicas existentes. En efecto, ni siquiera es suficiente pensar en términos de “derrocar el capitalismo” a favor de una sociedad que se ajuste a los parámetros estructurales del ahora difunto orden poscapitalista de tipo soviético. Esto se ha intentado, con gran sacrificio humano, y ha fracasado de manera concluyente, finalizando con una gran implosión no sólo en la ex Unión Soviética, sino también en toda Europa del Este. A fin de producir los cambios requeridos, es necesario pensar en una empresa muchísimo más difícil: la labor histórica de superar la lógica objetiva del capital en sí, mediante un intento sostenido de ir más allá del capital mismo. [13] Puesto que el derrocamiento del Estado capitalista y de las personificaciones capitalistas privadas del capital no puede crear por sí sino otra cosa que

[13] Esto no está dicho retrospectivamente, tras el derrumbamiento del sistema soviético. Traté de analizar detalladamente las razones por las cuales debe adoptarse el enfoque mucho más difícil de ir más allá del capital, junto con las condiciones en las cuales puede llevarse a la práctica, en un libro titulado Beyond Capital - Towards a Theory of Transition (Merlin Press, Londres, y Monthly Review Press, Nueva York, 1995. En español, Más allá del capital: hacia una teoría de la transición. Caracas: Vadell Hermanos Editores, 2001). El libro tardó 25 años en ser escrito, y en él se previó, a mediados del decenio de los setenta, el restablecimiento del capitalismo en el sistema de tipo soviético. Año VII vol. VII - 2004


niano de “socialismo evolutivo”)– sin cambiar su sustancia capitalista. Del mismo modo, el sistema socioeconómico posrevolucionario siguió atrapado por las alienantes limitaciones estructurales del capital en sí, aún cuando estableció un modo poscapitalista de extraer el excedente de trabajo por medios políticos directos a un ritmo impuesto y, de este modo, dio origen a un nuevo tipo de imponer el dominio del tiempo del capital (en lugar del anterior, impuesto por el mercado), como corresponde al sistema del capital en todas sus formas plausibles. Ésta también es la razón por la cual todos los intentos de reforma pos estalinistas debían fracasar, inclusive la “perestroika” programáticamente reestructuradora de Gorbachov. La contradicción inherente de estos intentos de reforma posrevolucionarios no fue menos aguda que la que caracterizó a sus contrapartes socialdemócratas en el Occidente, puesto que ellos trataron de “reestructurar” el orden existente sin cambiar su estructura de mando jerárquica y explotadora de conjunto. [14] Por ende, si el asunto crucial del poder de control metabólico social del capital no se aborda de manera efectiva, mediante transformaciones estratégicas globales llevadas a cabo de manera sistemática (en lugar de medidas reactivas más o menos aisladas), en ese caso incluso la intervención política más radical en una situación de crisis mayor, incluso tan trascendentales como el derrocamiento del Estado capitalista, ya experimentado históricamente en varios países, está des-

[14] Véanse los capítulos 17 y 20 de Más allá del capital. Año VII vol. VII - 2004

107

DEBATE

no sea un sistema fatídicamente inestable, que tarde o temprano debe volver al orden capitalista si no logra ir más allá del capital. El capital no es simplemente un conjunto de mecanismos económicos, como a menudo se lo conceptualiza, sino un modo multifacético de reproducción metabólica social, que lo abarca todo y que afecta profundamente cada aspecto de la vida, desde lo directamente material y económico hasta las relaciones culturales más mediadas. En consecuencia, el cambio estructural sólo es factible a través del cuestionamiento del sistema del capital en su totalidad como un modo de control metabólico social, en lugar de introducir ajustes parciales en su estructura. Como nos indica la experiencia histórica del siglo xx, las dos ramas del movimiento obrero –los reformistas /socialdemócratas y los posrevolucionarios estalinistas– fijaron el objetivo de la transformación socialista adentro de los límites estratégicos globales del orden establecido y, en consecuencia, no lograron desafiar las determinaciones sistémicas del capital y su lógica de auto reproducción. El reformismo socialdemócrata estaba condenado al fracaso, porque deseaba reformar el capitalismo, al tiempo que aceptaba sin reservas sus limitaciones estructurales. Por ende, de manera inherentemente contradictoria, deseaba instituir una transformación reformista del capitalismo –al principio incluso hasta el punto de convertirlo, llegado el momento, en socialismo (bajo el lema bernstei-


tinada a permanecer unidimensionalmente inestable y en última instancia en peligro. Para poder producir la deseada transformación socialista de la sociedad, es necesario cambiar la estructura de mando jerárquica del capital. Esto es necesario porque, sin hacerlo, no puede haber ninguna reorientación exitosa de la economía en el espíritu de la producción para el uso. Sin embargo, estamos hablando de algo mucho más fundamental que la conquista de las palancas de control de los niveles altos del Estado político, puesto que cada componente, grande o pequeño, del modo de control metabólico social del capital tiene su propia estructura de mando que se encuentra profundamente enraizada y que busca su propia ventaja, tradicionalmente orientada a asegurar la expansión (sin preocupación por el uso ni la necesidad humana real) e impulsada por la acumulación (lo que favorece la adopción de las modalidades más fácilmente alcanzables, incluso si son extremadamente perjudiciales desde el punto de vista ambiental u en otros sentidos). Éste es el círculo vicioso que debe romperse si se aspira de alguna manera al éxito de las metas socialistas proclamadas. Pero para poder hacerlo, la estructura de mando jerárquica heredada e incluso el más pequeño microcosmos metabólico social del capital debe reemplazarse con una alternativa productivamente viable. 4. La producción más allá del capital Estamos acostumbrados a pensar en expansión y acumulación como inseparables y, con ello aceptamos el paralizante círculo vicioso de nuestras condiciones

históricamente creadas e históricamente alterables de existencia socioeconómica como una determinación natural. Sin embargo, de esa manera, es claro que no hay alternativa al sistema del capital. Porque es autoderrotarse renunciar a la idea de combinar la expansión de las necesidades humanas con un potencial de producción correspondiente para su satisfacción y, en definitiva para ayudar al enriquecimiento de las necesidades humanas mediante el desarrollo productivo de la sociedad. Las concepciones utópicas del pasado se condenaron a ser fácilmente descartadas e, incluso ridiculizadas, al caer en la trampa de renunciar a la idea de instituir un sistema productivo con una satisfactoria expansión y en plena armonía con las demandas planteadas por las crecientes y diversificadas necesidades humanas. Desdichadamente, lo hicieron en lugar de poner en tela de juicio el círculo vicioso de la inseparabilidad que recién mencionamos. En realidad, sin embargo, la supuesta inseparabilidad natural sólo es válida en el sistema del capital, por que bajo el dominio del capital el imperativo de la acumulación se reduce, con arbitrariedad e irrevocabilidad históricas, a la acumulación de capital. Incluso la acumulación a largo plazo del conocimiento humano debe convertirse, de la manera más selectiva y restrictiva, en un atributo del capital, en el sentido de que para apropiarse de él y reconocerlo socialmente, así como utilizarlo productivamente, primero debe adquirir su legitimidad como activo de capital. Y la relación viciosa también funciona en sentido inverso, puesto que bajo

108 Año VII vol. VII - 2004


desde su nacimiento. La teoría económica moderna se concibió originalmente, bastante correctamente, como un enfoque teórico con sus propios principios rectores. Ya en el siglo xviii algunos economistas clásicos, y más explícitamente Adam Smith, expresaron una preocupación legítima encaminada a resguardar la nueva ciencia de la economía política de la interferencia de los personajes políticos y de entidades políticas, estipulando que “ningún Consejo o Senado” debía tratar de manipular el marco objetivo del desarrollo económico espontáneamente beneficioso. [15] La caótica multiplicidad de interacciones económicas individuales se idealizó en esta concepción, con referencia a la célebre mano invisible como algo misteriosa, pero siempre benevolente guía de las decisiones individuales. [16] Por consiguiente, Adam Smith reconoció, aunque de manera idealizada, que el carácter centrífugo de la sociedad capitalista necesi-

[15] En términos de Adam Smith: “El magistrado que intentase dirigir a los particulares sobre la forma de emplear sus respectivos capitales, tomaría a su cargo una empresa imposible a su atención, impracticable por sus fuerzas naturales, y se arrogaría una autoridad que no puede fiarse prudentemente ni a una sola persona, ni a un Senado, aunque sea el más sabio del mundo, de manera que en cualquiera que presumiese de bastarse por sí solo para tan inasequible empeño sería muy peligrosa tan indiscreta autoridad”. A. Smith: An Inquiry into The Nature and Causes of The Wealth of Nations, J.R. McCulloch, Adam y Charles Black, Edimburgo, 1863, pág. 200. [16] “Y como cualquier individuo particularmente procura poner todo el empeño en emplear su capital para sostener la industria doméstica, así como en elegir y dirigir aquel ramo que ha de dejar productos de más valor, cada uno de por sí viene a esforzarse, sin intentarlo directamente, en conseguir el máximo de renta anual de la sociedad en común. Ninguno por lo general se propone originariamente promover el interés público, y acaso ni aun conoce cómo la fomenta cuando no abriga tal propósito. Cuando prefiere la industria doméstica a la extranjera, sólo medita su propia seguridad, y cuando dirige la primera de forma que su producto sea del mayor valor posible, sólo piensa en su ganancia propia; pero en éste y en otros muchos casos es conducido, como por una mano invisible, a promover un fin que nunca formó parte de sus intenciones. […] porque, siguiendo cada particular por un camino justo y bien dirigido, las miras de su interés propio promueven el del bien común con más eficacia, a veces, que cuando intencionalmente piensa fomentarlo directamente”. Ibíd., págs. 199 y 200. Año VII vol. VII - 2004

109

DEBATE

el dominio del capital, el único tipo de expansión que puede considerarse expansión genuina, el “crecimiento”, normalmente sin calificativos, es el que lleva consigo la acumulación de activos de capital. Ésta es la razón por la cual la opción que debemos visualizar frente a nuestro turbulento orden socioeconómico significa: romper el círculo vicioso en cuestión yendo más allá del capital mismo, y simultáneamente insistir en la necesaria separación de la expansión (definida adecuadamente) de las inevitables limitaciones y restricciones impuestas por la acumulación del capital. Naturalmente, la necesaria redefinición de la teoría económica y la política “más allá del capital” supone algunos cambios trascendentales, con respecto a las formas tradicionales, pues que no puede suponerse que persistirá en condiciones tan radicalmente diferentes la base material de las determinaciones cuasi naturales sobre la que se han erigido


taba algunos correctivos vitales para que la caótica multiplicidad de las interacciones económicas que establecen los individuos (en su imagen, limitados esencialmente a los individuos que poseen el capital, quienes en palabras de Smith emplean “su capital para sostener la industria doméstica”) no se hiciera pedazos como consecuencia de que sus componentes tiraran en direcciones muy diferentes. En realidad, las determinaciones centrífugas del proceso de reproducción capitalista no surgen simplemente de las intenciones divergentes de los individuos, sino simultáneamente también de los intereses irreconciliables de las clases antagónicas conformadas por los individuos de la sociedad. Existen dos correctivos vitales a la “centrifugacidad” del sistema capitalista, de otra manera peligrosamente destructiva. El primero es el mercado, cuya importancia es casi universalmente reconocida. Sin embargo, esto no es así en el caso del segundo correctivo esencial: el papel más o menos importante de la intervención aplicada por el Estado capitalista. En este sentido, incluso los más vociferantes -y fervorosamente exagerados- defensores del “mercado”, como Hayek y sus seguidores, asumen una posición completamente irrealista, al invitar a los partidarios conservadores neoliberales a “hacer retroceder las fronteras del Estado”, cuando en realidad sin su opuesto diametral, es decir, el papel de apoyo cada vez mayor que ejerce el Estado, el sistema capitalista no podría sobrevivir ni un solo día. Claro está, el reconocimiento del antagonismo básico entre el capital y el

trabajo no podía ser parte integral del escenario de Adam Smith. En parte por esta razón, él pudo todavía ignorar más o menos la importante función correctiva del Estado; y pudo hacerlo en parte también porque el Estado capitalista en sus días desempeñaba un papel intervencionista considerablemente menos pronunciado que el que tiene en nuestros días. Sin embargo, de cierta manera, el papel que Smith asignó a la “mano invisible” desempeña ambas funciones correctivas, aun cuando no están claramente delimitadas. En efecto, la caracterización bastante misteriosa de la “mano invisible” fue consecuencia de la necesidad de fusionar en una las dos funciones correctivas percibidas bastante vagamente, al tiempo que también se deseaba proteger los procesos económicos capitalistas espontáneos de los políticos que “presumiesen de bastarse por sí solos” para intervenir. El papel del mercado como generador de cohesión pareció lo suficientemente obvio en la manera como se suponía que la “mano invisible” guiaba las intenciones de los individuos y promovía al mismo tiempo sus intereses particulares. Pero la naturaleza beneficiosa y eficaz de la “mano invisible” no se quedaba allí, puesto que también se decía que los individuos eran guiados para “emplear su capital para sostener la industria doméstica”, que resulta ser una de las funciones correctivas más importantes del Estado capitalista. En el siglo XX, ya no fue posible dejar vagamente definido el papel correctivo y protector del Estado. Los economistas debían tomar una posición a favor o en contra. El intento de Hayek de idea-

110 Año VII vol. VII - 2004


chamiento de las funciones de gobierno, que supone la tarea de ajustar la propensión a consumir con el aliciente para invertir, parecería a un publicista del siglo xix o a un financiero norteamericano contemporáneo una limitación espantosa al individualismo, yo las defiendo, por el contrario, tanto porque son el único medio practicable de evitar la destrucción total de las formas económicas existentes, como por ser condición del funcionamiento afortunado de la iniciativa individual. […] Los sistemas de los estados autoritarios de la actualidad parecen resolver el problema de la desocupación a expensas de la eficacia y la libertad. En verdad el mundo no tolerará por mucho tiempo más la desocupación que, aparte de breves intervalos de excitación, va unida -y en mi opinión, inevitablemente- al capitalismo individualista de estos tiempos; pero puede ser posible que la enfermedad se cure por medio de un análisis adecuado del problema, conservando al mismo tiempo la eficacia y la libertad. [18] Por consiguiente, los principales teóricos que adoptaron la posición estratégica de la economía capitalista formularon sus concepciones sobre la base de las determinaciones objetivas –de hecho casi naturales– del sistema que favorecían. Si al final se demostró que Keynes era ingenuo en su pronóstico de que “el mundo no tolerará por mucho tiempo más la desocupación que va unida al capitalismo individualista de estos tiempos” (idea

[17] Véase pág. 320 de The General Theory of Employement, Interest and Money, de John Maynard Keynes, Londres, MacMillan & Co., 1957 (primera edición 1934). [18] Ibíd., págs. 380 y 381.

111 Año VII vol. VII - 2004

DEBATE

lizar ahistóricamente la “mano invisible” de Adam Smith y, al mismo tiempo, satanizar la intervención del Estado como el camino a la servidumbre –como lo plantea el título de su famoso libro The Road to Serfdom– sirvió a un propósito eminentemente conservador. Pero incluso tal hostilidad no pudo negar el carácter objetivo de la tendencia condenada misma. En contraposición, Keynes asumió una actitud completamente positiva en este sentido. Contrariamente a sus detractores neoliberales, quienes lo acusaron de tener intenciones antiliberales –aunque sólo denunció en efecto la persistencia de las fantasías del laissez faire–, Keynes adoptó un punto de vista positivo en relación con la participación del Estado en la gestión económica, incondicionalmente a favor de la supervivencia del capitalismo privado, aunque algunos de sus seguidores trataran de utilizar su enfoque para fines reformistas con orientación más izquierdista (en general, no más exitosamente que algunos ministros conservadores de la posguerra en Gran Bretaña). Pero resultó claro para Keynes que los cambios en las determinaciones y condiciones objetivas del desarrollo económico y político del siglo xx hicieron necesario ajustar en consecuencia la política económica global, en contraposición a los tiempos pasados del capitalismo del laissez faire. [17] Esta posición fue convincentemente expresada en un pasaje importante de su Teoría general: Por consiguiente, mientras el ensan-


que repitieron luego sin mucha convicción Walt Rostow y otros), ésa no fue simplemente su culpa como pensador. La proyección keynesiana esperanzadora estaba dirigida genuinamente a contrarrestar un defecto estructural objetivo del sistema, un defecto que empezó a destacarse con creces –derrotando con extrema brutalidad el tipo de intervenciones correctivas compatibles con la defensa explícita de las “formas económicas existentes” que hiciera el mismo Keynes– en una etapa de desarrollo posterior y que se impuso de manera irreprimible con el principio de la crisis estructural del sistema del capital en general. Las determinaciones casi naturales que se manifiestan bajo el dominio del capital son casi naturales precisamente porque “trabajan a espaldas de los individuos”, incluidos entre ellos los responsables de tomar decisiones económicas y políticas. Esto se aplica también a la manera como pueden introducirse los correctivos mencionados arriba, independientemente de cuán “conscientes” puedan ser las intenciones de los encargados de tomar decisiones. La ceguera que se deriva de las determinaciones que trabajan a espaldas de los individuos afecta no sólo a los responsables de tomar decisiones directamente involucrados –con sus anticipaciones, a menudo frustradas, en el ámbito del mercado– sino también a los gerentes de las diversas modalidades de intervención estatal. Por supuesto, esta circunstancia no disminuye el carácter objetivo de los procesos en curso. Fundamentalmente, tiende a intensificarlos en el sentido de que confiere a las determinaciones que los individuos

deben enfrentar con su conciencia la objetividad más problemática de la reificación. Ésta es la razón por la cual los grandes pensadores que describen el mundo desde el punto de vista del capital, como Hegel, sueñan con la “identidad sujeto/objeto” que en principio superaría los obstáculos que se elevan frente a la conciencia. Paradójicamente, las teorías económicas concebidas en el marco de tal objetividad, que se impone “a espaldas de los individuos”, son ayudadas en sumo grado por las determinaciones casi naturales del funcionamiento del sistema. Aun si pensamos en esta objetividad relativamente útil solamente como “muletas”, es sin embargo importante para permitir a los pensadores involucrados identificar –aunque a menudo bastante parcialmente– algunas tendencias objetivas importantes y fundamentar en ellas las políticas propugnadas, como base para la toma de decisiones. Sin embargo, una vez que prevemos las condiciones que surgen más allá del capital, desaparecen de vista las muletas que existían antes, para el tipo de teorización económica que conocemos. En consecuencia, algo cualitativamente diferente debe reemplazar a las determinaciones casi naturales como marco orientador de la teoría económica y de los procesos prácticos correspondientes de la formulación autónoma de políticas. La diferencia se vuelve clara cuando tenemos en cuenta el asunto de la previsibilidad. En las condiciones del capitalismo, las determinaciones objetivas del desarrollo se manifiestan como tendencias económicas identificables –y en ese sen-

112 Año VII vol. VII - 2004


con respecto al futuro, que se desprenden de las decisiones de política tomadas en un contexto determinado, sobre la base de algunos objetivos conscientemente fijados por los individuos involucrados, en relación con el material y los recursos humanos disponibles. En otras palabras, este tipo de “predicción” es análogo al que ocurre cuando una organización deportiva como, por ejemplo, la asociación de fútbol estipula y anticipa que un juego dado deberá comenzar y comenzará el sábado a las 3 de la tarde, lo que en principio debe estar dentro de las posibilidades de los individuos involucrados. Por consiguiente, el hecho de que en la sociedad más allá del capital el “determinismo económico” se deje atrás conlleva la necesaria consecuencia de que en las nuevas circunstancias la teoría económica debe encontrar una manera muy diferente de relacionar el futuro con el presente. La conceptualización de la inercia del pasado como la fuerza condicionante del presente y del futuro ya no puede desempeñar más su papel tradicional. En consecuencia, la redefinición práctica de las relaciones temporales de la interacción social significa que la toma de decisiones consciente con respecto al futuro, personificada tangiblemente en los objetivos que se fijan los individuos para ellos mismos, se convierte en la fuerza orientadora controlable del presente, en contraposición con el mismo papel que antes desempeñaba de manera incontrolada la inercia del pasado. 5. La teoría más allá del capital Naturalmente, sin que se den algunas precondiciones objetivas, no hay manera

113 Año VII vol. VII - 2004

DEBATE

tido específico “leyes económicas” (por esta razón es necesario introducir la precisión resaltando el carácter casi natural de tales determinaciones), a diferencia de las leyes mucho más firmes de las ciencias naturales con su forma incomparablemente más precisa y confiable de previsibilidad– que pueden ser la base de las anticipaciones probabilísticas de consecuencias futuras. Este activo, que es simultáneamente también una limitación, circunscribe para bien o para mal las posibilidades predictivas de las teorías críticas también y no sólo de las producidas por los creyentes incondicionales de las virtudes del sistema establecido. En efecto, las conclusiones y recomendaciones de política de las teorías críticas y de las no críticas pueden ser muy diferentes. Pero ambas deben fundamentar sus evaluaciones en las determinaciones casi naturales de los acontecimientos en curso. Ésta es la manera como pueden preverse las tendencias expansionistas o las recesiones, a fin de adoptar las medidas que se estimen apropiadas para hacerles frente. Todo esto resulta muy diferente cuando pensamos en las teorías económicas factibles más allá del capital. Una vez que se superan exitosamente las limitaciones que surgen de las determinaciones casi naturales que se imponen “a espaldas de los individuos”, se van con ellas las consecuencias deterministas que se derivan de ellas y constituyen el marco de las anticipaciones probabilísticas anteriores. En consecuencia, en las nuevas teorías las anticipaciones del futuro no pueden considerarse predicciones en el sentido anterior. Se convierten en estipulaciones


de articular un nuevo tipo de teoría económica –no determinista–, junto con un marco correspondiente de toma de decisiones políticas consciente. La raíz del problema está en que la teoría económica no determinista, como guía para la toma de decisiones consciente, es concebible únicamente cuando las condiciones a las que se refiere, como la base de la evaluación de los objetivos que se persiguen, son transparentes. Las teorías que conciben una solución a través de la “mano invisible” tratan de eliminar el problema en sí decretando una imposibilidad de transparencia a priori. Estas teorías pueden adoptar formas extremadamente conservadoras, tratando de hacer una virtud moral de un papel que limita a los individuos a subordinarse incondicionalmente a los imperativos del sistema del capital. El celo de Hayek al promover su cruzada es un ejemplo destacado de esta manera de evaluar los asuntos. En un artículo programáticamente titulado “The Moral Imperative of the Market”, Hayek escribe: Para permitir a las personas adaptarse a una estructura que no conocen (y cuyos determinantes tampoco conocen), debemos dejar que el mecanismo espontáneo del mercado les diga qué deben hacer. […] Nuestro conocimiento moderno nos indica que los precios son señales que informan a las personas lo que deben

hacer para ajustarse al resto del sistema. [19] […] Las personas deben estar dispuestas a someterse a la disciplina que constituye la moralidad comercial. [20] Por ende, Hayek desea que creamos que al conferir la condición de una “moralidad” ficticia al imperativo capitalista de someter a los individuos a las determinaciones estructurales de un sistema que en sus palabras ellos no conocen y que en principio no pueden conocer, y al usar engañosamente deben hacer (como obligación moral), en lugar de tienen que hacer, su mensaje autoritario (según el cual los individuos reacios [21] deben ajustarse al resto del sistema) se convierte en sinónimo de la defensa de la libertad. Y Hayek continúa con esta línea de razonamiento e impone la imposibilidad de transparencia a priori en nombre del “mecanismo espontáneo del mercado” (que, al favorecer tendencias monopolistas y las correspondientes relaciones de poder más inicuas, no es ni un simple mecanismo ni es espontáneo), aun cuando tiene que admitir que los principios por él defendidos nunca han sido justificados racionalmente [22] . Al mismo tiempo, sin la más mínima preocupación por la ausencia de justificación racional, Hayek nos advierte que la adopción incondicional de su “moralidad comercial” (que bruscamente descarta la idea de la justicia social como un espejismo

[19] Hayek: “The Moral Imperative of the Market”, en Martin J. Anderson ed., The Unfinished Agenda: Essays of The Political Economy of Governement Policy in Honour of Arthur Seldon, Londres, The Institute of Economic Affairs, 1986, pág. 147. [20] Ibíd., pág. 149. [21] En el mismo artículo, Hayek se queja en contra de “La imposibilidad de que un gran número de personas acepten los principios morales que forman la base del sistema capitalista […] la gran mayoría de las personas (y no exagero) ya no cree en el mercado”.

114 Año VII vol. VII - 2004


deseamos reemplazar la opacidad de la objetividad reificada por la transparencia de las relaciones sociales controlables, debemos superar la inercia fatídica del antagonismo. La viabilidad de la toma consciente de decisiones políticas y económicas “más allá del capital” es factible únicamente sobre esta base. La sumisión a una disciplina externa –ya sea en nombre de la moralidad ficticia que propugna la rígida disciplina del mercado o la extracción del trabajo excedente impuesta políticamente– está condenada al fracaso en este sentido. La única disciplina compatible con la concepción de la que estamos hablando (es decir, un nuevo tipo de teoría económica –no determinista–, concebida junto con un marco correspondiente de toma consciente de decisiones políticas) es la disciplina interna adoptada por los individuos sobre la base de los objetivos compartidos que ellos mismos hayan establecido de manera no antagónica, sin la presión de determinaciones conflictivas irreconciliables. De lo contrario, la conciencia de los individuos se distorsiona incorregiblemente y se transforma en variedades de falsa conciencia, puesto que se ven inducidos a racionalizar y a justificar las decisiones que les han sido impuestas como si fueran sus propias decisiones autónomas, correctas y encomiables. La teoría económica no determinista presupone una relación cualitativamente diferente entre la economía y la política

[22] Ibíd., pág. 148. [23] Ibíd., pág. 146. [24] Ibíd., pág. 148.

115 Año VII vol. VII - 2004

DEBATE

[23] y convierte por decreto en una obligación moral “aprender la rígida disciplina del mercado”) es un “asunto crucial para la preservación futura de la civilización que debe afrontarse antes de que los argumentos del socialismo nos lleven de vuelta a una moralidad primitiva” [24]. En realidad, la razón fundamental de la falta de transparencia en nuestra época no es el hecho inalterable de que la sociedad esté formada por individuos, sino la condición radicalmente alterable de que estén subsumidos en fuerzas jerárquicamente estructuradas y antagónicas. Las dificultades básicas que enfrentan la teoría económica y la toma de decisiones políticas no se derivan de las intenciones divergentes de los individuos particulares –por cuya razón deben invocarse los buenos servicios de la “mano invisible”, al tiempo que se calla en relación con, o se distorsiona tendenciosamente, la muy “visible mano” del Estado– sino de la naturaleza antagónica de las relaciones sociales dominantes. El poder de los individuos como individuos particulares –y no como personificaciones de fuerzas sociales que actúan de acuerdo con los imperativos de su “condición social en la vida”– se exagera enormemente, a fin de prejuzgar el asunto a favor de la “mano invisible”. Sin embargo, la razón principal por la que la toma de decisiones está incorregiblemente viciada por la opacidad de las determinaciones sociales puede precisarse exactamente en su carácter antagónico. Por consiguiente, si


en dos sentidos. El primero guarda relación con la conexión directa entre los dos dominios, que podría llamarse su relación interna. Esto se desprende del hecho de que en tanto la preponderancia de las determinaciones y los imperativos materiales y económicos se deja atrás, los procesos tradicionales de toma de decisiones políticas pueden redefinirse apreciablemente de manera mucho menos parcial. El segundo sentido, relacionado estrechamente con el primero, se refiere al asunto de superar la alienación, tanto en la economía como en la política. Puesto que la manera como funcionan los dos dominios bajo el gobierno del capital sólo puede caracterizarse como la alienación del poder de los individuos en relación con la toma de decisiones de todos los individuos, que deben adaptarse al papel alienado que se les ha asignado como personificaciones del capital o personificaciones del trabajo. Es por ello que la noción relativa a los “individuos soberanos que imponen sus intenciones y se esfuerzan por lograr sus intereses particulares en la única sociedad que es sostenible, la sociedad de mercado” –en armonía plena con el interés de la sociedad en su conjunto, gracias a la benevolente “mano invisible”– es tan indefectiblemente atípica de la situación real. [25] La toma de decisiones, tanto en política como en el dominio de la economía está en realidad terriblemente limitada y dis-

116

torsionada, en correspondencia con los imperativos alienantes de la acumulación de capital y de la expansión a los que ambas deben someterse. Al mismo tiempo, a los individuos como tales se les niega el poder de tornar decisiones, en el sentido de que su “decisiones” son predeterminadas por el “poder de las cosas”, en concordancia con la alienación y la reificación. Por consiguiente, el cambio cualitativo en la relación entre la economía y la política en el segundo sentido significa la restitución a los individuos del poder de tomar decisiones como individuos sociales que actúan conscientemente. Ésta es la única manera posible de reconstituir la unidad de la política y la economía, junto con la harmonización del individuo y de la toma de decisiones sociales en un sentido significativo del término. Todo esto tiene implicaciones de gran alcance para el tiempo productivamente utilizable de la sociedad, no sólo en el sentido mencionado antes de que la redefinición práctica de la interacción social en relación con el futuro se convierta en la fuerza rectora del presente, en contraposición con el papel que una vez desempeñara en este sentido la inercia del pasado. Igualmente importante es el cambio que tiene lugar con respecto al tiempo directamente controlable por los individuos como individuos sociales. Como sabemos,

[25] “La base esencial del desarrollo de la civilización moderna es permitir a las personas lograr sus propios fines sobre la base de su propio conocimiento y no estar limitadas por las metas de las demás personas”. Hayek: Ibíd., pág. 146. Cualquiera que hable en serio en estos términos únicamente puede demostrar no sólo que no vive en la “civilización moderna” de la “sociedad moderna”, sino que ni siquiera vive en el mismo planeta que el resto de nosotros. Año VII vol. VII - 2004


AS

VIG O

O

D AL SW

:

ST IC A

Á

BR A P L

O

bajo el dominio del capital el tiempo necesario que se requiere para expandir la producción y la acumulación del capital es impuesto a los individuos externamente, a través de la “rígida disciplina del mercado” o mediante las modalidades poscapitalistas de extracción del excedente de trabajo- como el imperativo temporal indiscutible del sistema. Sin embargo, mientras más avanzado es el potencial productivo de una sociedad, más dispendioso resulta manejar de esta manera sus relaciones productivas. Puesto que mucho más allá de la extracción y la apropiación del excedente de trabajo estrictamente regulado y externamente controlado (bajo el capitalismo, equivalente de manera restrictiva a la plusvalía), en una sociedad productivamente avanzada también encontramos la vasta y positiva potencialidad del tiempo disponible de los individuos, que no puede ser

117 Año VII vol. VII - 2004

DEBATE

fácilmente utilizado por el modo de control metabólico social del capital con “eficiencia económica” externamente manejable. Naturalmente, no puede haber razón alguna por la que los individuos deban sentirse internamente/positivamente motivados -condición vital para activar esta dimensión de riqueza- a colocar su tiempo disponible en el fondo común de sus prácticas productivas y distributivas, si no se encuentran en pleno control de su actividad de vida como individuos sociales. Es por ello que, en las condiciones de antagonismo y necesaria ausencia de transparencia, la riqueza potencialmente inmensa –aunque debido a su misma naturaleza, y para desagrado del capital, definible sólo cualitativamente– del tiempo disponible de los individuos se desperdicia en nuestras sociedades, cuando la necesidad de utilizarlo de manera creativa está creciendo en sumo grado día tras día. Lamentablemente, cuando consideramos el insostenible derroche de nuestro orden metabólico social, tendemos a concentramos en el asunto de la energía y los recursos materiales primordiales mal utilizados, y a olvidar por completo esta dimensión vital del problema. Por el contrario, la teoría económica no determinista y el marco correspondiente de la toma de decisiones políticas, basados en la participación activa de todos, no son factibles si no se desarrolla la gran potencialidad positiva del tiempo disponible de los individuos.


6. Importancia y dificultad de una planificación comprehensiva Retornando al asunto de la planificación para concluir este trabajo, lo que debe resaltarse en primer lugar es la importancia y la gran dificultad de instituir una planificación comprehensiva. Ya hemos visto que durante la Segunda Guerra Mundial, incluso el gobierno del país más poderoso en términos capitalistas, los Estados Unidos, tuvo que adoptar la planificación central, a fin de garantizar las condiciones materiales necesarias para obtener la victoria sobre Hitler. Claro está, esto ocurrió bajo las condiciones extremas de un estado de emergencia. Sin él, las determinaciones históricas y sociales del sistema capitalista hacen más problemáticos todos los intentos de establecer una comprehensiva planificación. Sin embargo, los promotores de la idolatría del mercado distorsionan este asunto como si la oposición entre la “planificación central” y la “elección individual” fuera una oposición metafísica eterna. Sin embargo, la “elección individual” –y la idea conexa de la “autonomía local”– no significa absolutamente nada si las elecciones “autónomas” que hagan los individuos o los grupos de individuos localmente quedan anuladas por los imperativos materiales del sistema económico y las directrices autoritarias de su estructura de mando general. Sin introducir las correspondientes condiciones históricas apropiadas la tan proclamada oposición entre la “planificación y la elección individual” –así como la oposición entre “crecimiento o

118

no crecimiento”– sólo puede ser una interesada falsa oposición. Bajo circunstancias normales, en el tipo capitalista de nuestro orden reproductivo social, no puede haber planificación comprehensiva. Esto es así incluso cuando las gigantes corporaciones cuasi-monopólicas adoptan una problemática forma de planificación, necesariamente truncada. Este tipo de planificación debe ser truncada, porque ellos mismos sólo pueden ser cuasi-monopólicas, independientemente de cuán gigantes sean, puesto que nunca pueden acaparar el mercado mundial ni siquiera en su propio ramo relativamente restringido de actividad productiva, y mucho menos su totalidad. Por supuesto, no es sorprendente el hecho de que la planificación corporativa incorregiblemente truncada a veces se idealice como planificación plenamente viable en todo sentido, como lo ha hecho John Kenneth Galbraith. [26] Pero esta evaluación del problema no es más que un pensamiento esperanzador. Mas aún, en el caso de Galbraith, la idea extremadamente exagerada de la planificación de la gran corporación se encontraba asociada con la idea de que, debido al proceso de planificación que supuestamente compartían la economía soviética en su conjunto y las corporaciones gigantes de los Estados Unidos, ambos sistemas estaban de hecho convergiendo hacia algo cualitativamente diferente tanto del capitalismo como del socialismo. Huelga decir que nada pudo alejarse más de la realidad que la perspectiva ilusoria de la “convergencia” de ambas sociedades, como lo ha demostrado claramente la espectacular

[26] Véase su libro: The New Industrial State, Nueva York, 1971. Año VII vol. VII - 2004


Guerra Mundial, el significado original de economía como economizar ha sido eliminado completamente por el imperativo del proceso de autor reproducción en expansión incesante del sistema. Como se mencionó antes, la expansión bajo el dominio del capital siempre estuvo subordinada al imperativo de la acumulación de capital que, desde el punto de vista del sistema, no puede admitir límite alguno. La incapacidad de “crecer” en este sentido atrofiado, como “expansión de activos aún más expansibles de capital”, se considera con desolación como una violación de la lógica interna del sistema. La idea de introducir conscientemente regulaciones correctivas a la acumulación de capital en aras del desarrollo sostenible, era –y será siempre– descartada como un absoluto fracaso. Las determinaciones sistémicas casi naturales del capital no lo tolerarían. Por consiguiente, “economía” se convierte en sinónimo de “lo que sea propicio a la expansión o acumulación constante”, independientemente de las consecuencias humanas y ambientales, lo cual descarta el economizar como un concepto inútil e incluso hostil. Ésta es la razón por la que debe rechazarse categóricamente la planificación comprehensiva como un correctivo necesario, aunque este rechazo apriorístico se embellece

[27] Sería factible un cambio importante en este sentido sólo en circunstancias en las que debido a algunas crisis económicas y políticas importantes la presión de las masas populares, junto con la buena disposición de las fuerzas más progresistas del cuerpo legislativo estatal, pudiera contrarrestar con suficiente energía y por suficiente tiempo la obvia hostilidad de los círculos comerciales dominantes hacia la intervención normativa global. Pero, por supuesto, tal situación sería similar al estado de emergencia que se vivió durante la Segunda Guerra Mundial, aunque de menor magnitud. Año VII vol. VII - 2004

DEBATE

implosión del sistema soviético y la subsiguiente restauración del capitalismo en toda Europa del Este. La necesaria frustración de la planificación bajo el capitalismo [27] empezó a destacarse en Gran Bretaña durante el gobierno de Harold Wilson, formado tras la victoria electoral del Partido Laborista en 1964. En esa época, Wilson todavía hablaba de “conquistar las posiciones de poder de la economía” e inventó un nuevo ministerio de Economía para Lord George Brown, el líder adjunto del Partido Laborista. Se suponía que este ministerio introduciría algunos cambios importantes en la gestión de la economía británica, en armonía con el defendido proceso de planificación. Sin embargo, resultó que este intento fue un completo fracaso, y la aventura tuvo un final infeliz. En lugar de que el gobierno “conquistara las posiciones de poder de la economía”, ocurrió lo diametralmente opuesto: las “posiciones de poder” de las grandes empresas conquistaron al gobierno y lo obligaron a abandonar completamente las viejas ideas de la reforma socialdemócrata. Se anunciaba con ello la transformación del Partido Laborista en el “amigo de la empresa”, según dice orgullosamente su líder actual. En el transcurso del desarrollo histórico del capital, y especialmente en las décadas posteriores a la Segunda


ideológicamente –desde Ludwig von Mises [28] hasta Frederick von Hayek y sus partidarios– como “sentido común” incontestable. Claramente, sin embargo, las consecuencias destructivas del proceso de reproducción del capital [29] no pueden corregirse sin redescubrir el significado original de la economía como el necesario economizar de la buena administración en un mundo de recursos finitos, y sin su consciente utilización mediante la planificación comprehensiva. El despilfarro extremo del actual modo de control metabólico social –en relación a la utilización de recursos materiales no renovables y al peligroso impacto en el medio ambiente global de los procesos de producción de capital, así como a la terrible subutilización de sus productos– está empeorando a medida que transcurre el tiempo, sin evidencia alguna de que se corrijan las determinaciones subyacentes en la escala necesaria. Incluso los más limitados intentos de planificar alguna mejora, en un único dominio, como, por ejemplo, la reducción de las emisiones nocivas hacia la atmósfera mediante las “buenas intenciones” del protocolo de Kyoto, son rechazados sin miramientos por el país capitalista más poderoso. El problema consiste en que hablar sobre la necesidad de la planificación comprehensiva no es simplemente un asunto de escala (su aplicación parcial en ciertas ramos de la industria por

120

algunas corporaciones, por ejemplo, en contraposición a su aplicación a todo el territorio nacional), ni tampoco de duración del proceso (necesariamente temporal bajo el capitalismo, en el sentido de que debe restringirse a los estados de emergencia, o muy grave emergencia). Lo más importante es que comprometerse con la planificación comprehensiva inevitablemente incluye en la agenda el desafío de concebir un modo alternativo de reproducción metabólica social, al menos por implicación. Dadas las condiciones en las cuales puede surgir el asunto en si, incluso parciales medidas positivas de intervención correctiva –que en primer lugar deberán ser predominantemente contramedidas a las determinaciones casi naturales del capital– estarán en permanente peligro, amenazadas por un completo fracaso e incluso por la restauración capitalista a plena escala, a menos que se amplíen satisfactoriamente de manera tal que terminen siendo los ladrillos de una manera radicalmente diferente de manejar el intercambio de los individuos entre sí y con la naturaleza. La implosión del sistema tipo soviético, con su proceso de planificación autoritario, rechazado de manera poco ortodoxa por los productores, ofrece una prueba elocuente de la veracidad de esta afirmación. Naturalmente, no puede haber economía en el sentido significativo de economizar sin una forma práctica viable de control

[28] Véase su libro titulado Socialism. New Haven, Yale University Press, 1951, más accesible en la edición de New York University Press, 1985. [29] Idealizado por muchos, entre ellos Schumpeter, como “destrucción productiva”, cuando en realidad la “producción destructiva” está volviéndose cada vez más dominante. Año VII vol. VII - 2004


metas productivas, los objetivos fijados de manera capitalista presionan contra su lecho de Procusto las aspiraciones humanas frustradas. Las personas deben conformarse con lo que puedan obtener, si logran obtener algo. Y para colmo de males, todo esto se hace con la ideología risible de la “soberanía del consumidor”. Otro aspecto de nuestro problema puede describirse como la producción de valores de uso frente al predominio del intercambio de valores que pueden ser fácilmente cuantificados mecánica para la contabilización de beneficios. También en este caso prevalecen las huellas preestablecidas del sistema de producción, independientemente de cuán despilfarrador sea manejar de esta manera la administración de los recursos humanos y materiales. Asimismo, en las últimas décadas, la situación de hecho esta empeorando en este sentido, con el desarrollo de la crisis estructural del capital. Ésta es la razón por la que hemos venido presenciando una tasa decreciente de utilización de productos, servicios y maquinaria productiva, aunque es bastante innegable la necesidad exactamente opuesta, es decir, tasas crecientes de utilización, para satisfacer la demanda proveniente de innumerables millones que tienen que sobrevivir con menos de un dólar diario. También es necesario mencionar en este contexto quizás el problema más inmediato y urgente, que amenaza en todas partes con la desestabilización social y posiblemente, incluso, la explosión social: el cáncer del desempleo creciente. El enfoque de cuantificación

[30] El lector interesado puede encontrar un análisis de los mismos en los capítulos 14 al 20 de Más allá del capital (págs. 605 a 1.003). Año VII vol. VII - 2004

DEBATE

o contabilidad. Por oposición a la “contabilidad económica” del capital que se fundamenta en una cuantificación minuciosa, y que pretende ser la única “económicamente aceptable”, la contabilidad socialista de la planificación comprehensiva debe operar sobre la base de la restauración en la práctica social de la dialéctica de la cantidad y la calidad, que fue destruida a través del despliegue universal de la mercantilización, la alienación y la reificación. En este sentido, la contabilidad socialista debe estar orientada hacia la calidad, incluso cuando tenga que evaluar las cantidades disponibles para la distribución entre actividades alternas y propósitos legítimamente diferentes. No disponemos de suficiente tiempo para analizar de manera adecuada la gran variedad de asuntos bastante complicados y a menudo, por razones ideológicas, distorsionados [30] de la necesaria orientación hacia la calidad de la contabilidad socialista. Sin embargo, se impone una muy breve mención de por lo menos algunos de ellos. El primero guarda relación con el asunto de la producción para cubrir las necesidades, en clara contraposición al actual predominio del sometimiento, a despecho de incluso las necesidades más elementales de la abrumadora mayoría de la humanidad, de los dictados interesados de la producción “económicamente viable”. Por ende, la determinación del proceso de distribución y consumo trabaja en un círculo equivocado. En lugar de partir de la demanda real basada en las necesidades para la determinación de las


estricta del capital ni siquiera puede percibir la naturaleza real del problema, y mucho menos resolverlo. En el mejor de los casos puede convertir una parte del desempleo en variedades de subempleo, lo cual es imposible que funcione en el largo plazo. Es por ello que todas las soluciones proyectadas terminaron siendo ilusorias e insostenibles como, por ejemplo, el programa de “Pleno empleo en una sociedad libre” (Full Employment in a Free Society [31] ), propuesto por el “padre del Estado benefactor”, Lord Beveridge y concebido en el espíritu keynesiano. En un mundo en el que el trabajo debe considerarse un “costo de producción” cuantificable, los correctivos sólo pueden ser temporales o coyunturales, sujetos a los imperativos de la acumulación de capital mas o menos relativamente inalterada, como se experimentó durante las dos décadas y media de expansión de la posguerra. El intento reciente de resolver el problema del desempleo mediante la informalidad –que es realmente la precarización más insensible de los seres humanos– sólo puede camuflar un fracaso cuyo impacto está destinado a empeorar en el futuro cercano. Evidentemente, en todas estas cuestiones no puede lograrse nada acorde a la importancia misma de los asuntos sin reorientar drásticamente la contabilidad social hacia la calidad, en el contexto de la planificación comprehensiva de objetivos convenidos y manejados consciente-

122

mente, trabajando en armonía con gente –los “productores libremente asociados”– que participe más activamente en la gestión de sus propios asuntos. En este caso, también debemos considerar el famoso principio marxista de la distribución, que sostiene que en una sociedad socialista avanzada los individuos trabajarán conforme a sus habilidades y recibirán del producto social general de acuerdo con sus necesidades, [32] puesto que este principio a menudo se interpreta con parcialidad burocrática, ignorando el énfasis que puso Marx en la autodeterminación de los individuos, sin la cual “trabajar conforme a su habilidad” significa muy poco, si es que significa algo. Por consiguiente, los dos términos principales de la definición marxista –es decir, la habilidad y la necesidad individuales– sólo pueden adquirir su verdadero significado en un marco de contabilidad cualitativa. Estos son los parámetros de un proceso de planificación comprehensiva viable prácticamente, factible solamente en una perspectiva de largo plazo. Naturalmente, subrayar la importancia de una perspectiva de largo plazo no significa que podamos ignorar “el aquí y el ahora”. Por el contrario, la razón por la que debemos interesamos en un horizonte mucho más amplio que el habitual es para poder conceptualizar de manera realista una transición [33] hacia un orden social diferente a partir de las determinaciones del presente. La perspectiva de largo plazo es necesaria, porque la meta real de la

[31] Titulo de un influyente libro escrito por Lord William Beveridge. [32] Véase Marx, Crítica del Programa de Gotha. [33] El subtítulo de mi libro, Más allá del capital, es precisamente Hacia una teoría de 1a transición. Año VII vol. VII - 2004


ahora” es un excelente ejemplo. Como correctamente lo destacó Harry Magdoff, tanto en relación con las dificultades objetivas ineludibles como con su transfiguración fetichista: Obviamente, la magnitud y las destrezas de la fuerza laboral, la cantidad y calidad de la tierra cultivable, la oferta potencial de materias primas, las herramientas y demás equipos disponibles, los medios de transporte y comunicación, todos establecen serias limitaciones en cuanto a lo que puede lograrse en un momento dado. Cada paso de la planificación, tanto nacional corno localmente, debe tomar en cuenta las limitaciones prácticas. Una planta de aluminio sin una fuente adecuada de energía eléctrica sería inútil. Una planta química por lo general necesita grandes cantidades de agua. Una planta de acero debe disponer de fuentes accesibles de mineral de hierro y carbón de cocción. En los niveles más altos de la planificación, deben tomarse en consideración constantemente diversos balances y proporciones, como, por ejemplo, entre la industria y la agricultura, los bienes de producción y de consumo, las industrias de extracción y de producción, las necesidades de transporte y distribución, el ingreso de los consumidores y la oferta de bienes de consumo. Pero, ¿qué tienen que ver los límites objetivos con las “leyes económicas objetivas” del socialismo? Aquí llegamos al fondo del asunto. El efecto de confundir los límites y las limitaciones con las leyes oscurece (incluso podríamos decir que oculta) los problemas básicos y los asuntos de política de una transición socialista. [34]

[34] Harry Magdoff: “China: New Theories for Old”. Monthly Review, mayo de 1979, págs. 5 y 6. Año VII vol. VII - 2004

123

DEBATE

transformación sólo puede establecerse dentro de tal horizonte. Además, sin identificar la meta adecuada, seguramente sería como viajar sin brújula y, por lo tanto, las personas involucradas podrían desviarse fácilmente de sus objetivos vitales. Por otra parte, la comprensión de las determinaciones objetivas y subjetivas del “aquí y el ahora” es igualmente importante, ya que la tarea de instituir los cambios necesarios se define ya en el presente, en el sentido de que a menos que comience a realizarse en el “justamente aquí y ahora”, aun cuando por el momento sea de manera modesta con plena conciencia de las limitaciones existentes, así como de las dificultades para sustentar el viaje en su horizonte temporal más distante- no llegaremos a ninguna parte. Aunque nadie debe alentar una acción irresponsablemente precipitada y prematura, no puede excluirse el riesgo de que sea prematura, al estar dirigida a una empresa tan fundamental y difícil como instituir un cambio estructural trascendental, aun cuando los individuos interesados actúen de la manera más responsable posible. La verdad es que no puede lograrse nada si nos quedamos esperando las condiciones favorables y el momento adecuado. Las personas que abogan por un cambio estructural trascendental deben estar siempre conscientes de las limitaciones que habrán de enfrentar. Al mismo tiempo, deben estar atentas para evitar que el peso de tales limitaciones se congele y se transforme en la fuerza paralizante de alguna “ley objetiva” ficticia que pueda desviarlas de sus objetivos declarados. El proceso de planificación factible en “el aquí y el


Claro está, las limitaciones y dificultades vinculadas al intento histórico de llevar una sociedad en gran medida subdesarrollada de 1.300 millones de habitantes (es decir, ¡55 veces Venezuela!) a un nivel de producción alcanzado por los países industrialmente más avanzados deben ser bastante pasmosas desde cualquier punto de vista. Por ende, es comprensible que los registros históricos muestren avances interrumpidos por reveses y frustraciones importantes. Deben intentarse muchas cosas, en circunstancias de limitaciones serias y en medio de hostilidad externa, que pueden ser mayores en el futuro. Observando estos acontecimientos de lejos, pueden parecer bastante difíciles de resolver. Merece la pena recordar en este contexto un antiguo adagio, citado con aprobación por el fallecido líder chino Deng Hsiao Ping, según el cual “el color de los gatos no importa” –es decir, que no debemos preocupamos si son capitalistas o socialistas– “siempre que atrapen al ratón”. A primera vista, esto puede considerarse bastante razonable. Sin embargo, podemos sentimos tentados a preguntar: ¿qué pasa si las políticas adoptadas desembocan en una plaga de ratas gigantes, bajo la forma de desempleo estructural masivo, en lugar de la feliz captura del ratón? Llamar a las limitaciones y los peligros innegables en juego “las leyes objetivas

124

del socialismo”, como se hace en el artículo criticado por Magdoff, no ofrece consuelo alguno en este sentido. [35] Se requiere la peculiar lógica de The Economist para admitir, por una parte, que la migración rural hacia las ciudades de China causaría “una crisis de desempleo con consecuencias sociales y políticas de gran alcance” y, por otra parte, propugnar en el mismo párrafo la adopción de tal política potencialmente explosiva, insistiendo en que “China necesita mantener bajos sus costos laborales dejando a su población rural trabajar libremente en las áreas urbanas”. [36] Para nosotros, mantener una estrategia socialista que requiere de la planificación comprehensiva, como vía para superar los peligros ecológicos y los otros que la humanidad debe enfrentar -no en un futuro remoto, sino hoy mismo- sigue siendo más válido que nunca antes. Nadie puede negar que los cambios requeridos para la muy necesaria transición hacia una sociedad más allá del capital son casi prohibitivamente difíciles de realizar. La teoría económica, respetuosa del peso de las limitaciones objetivas, pero rechazando someterse a sus determinaciones fetichistas y, por ende, trabajando de la mano con la política de emancipación, puede contribuir de manera vital al éxito de esta empresa.

[35] El economista chino Han Deqiang, en una conferencia que dictara en el taller del Grupo Verde del Parlamento Europeo sobre la “Admisión de China a la OMC”, celebrado en julio de 2001, presenta una imagen deprimente del impacto negativo del capital occidental en los acontecimientos económicos de China. Véase “The Advantages and Disadvantages of China`s Accesion to the WFO”, disponible en Internet. [36] “China’s, Economy: Persuading the reluctant spenders”, The Economist, 25 a 31 de agosto de 2001, pág. 54. Año VII vol. VII - 2004


Normas para los colaboradores Artículos Se trata de trabajos originales de alto valor científico, en los cuales se abordan en profundidad temas objeto de interés, preestablecidos por la dirección de la Revista. Los manuscritos recibidos serán sometidos a un proceso de arbitraje de tipo editorial o de tipo “doble ciego”. En este último caso, los materiales serán, enviados a tres especialistas de reconocida trayectoria en el área correspondiente. Las sugerencias de estos, cuando las hubiesen serán dadas a conocer a cada autor. La revista garantiza la confidencialidad de todo el proceso de revisión. Normas de presentación de los artículos Los manuscritos deben presentarse de acuerdo con las siguientes normas mínimas: 1-Las propuestas deben ser enviadas con tres copias en papel y una en diskette de alta densidad, en algunas de las versiones de procesadores de palabras comerciales. 2-En una hoja de trabajo debe colocarse el título del trabajo (máximo 120 caracteres), el nombre del autor y su dirección. 3-El cuerpo principal del trabajo debe iniciarse con el título del mismo, seguido de un resumen en los idiomas español e inglés. Con el propósito de preservar el carácter anónimo del arbitraje, en ninguna parte del cuerpo principal debe hacerse referencia expresa a la identidad de los autores. El Resumen debe ser informativo, claro conciso y completo, y estar limitado a un máximo de 100 palabras. 4-Todo el trabajo no debe exceder de 15 páginas escritas a doble espacio en papel tamaño carta, incluyendo las notas, los cuadros y referencias bibliográficas. Las márgenes a cada lado de la página deben ser de 3 cm. 5-Las páginas deben ser enumeradas consecutivamente. 6-Las referencias a otras obras deben seguir los siguientes ejemplos: (García, 1995), (García y Pérez, 1995), (García et al., 1995), cuando se trate de uno, dos o más de dos autores respectivamente. 7-Todas las obras en el texto deben ser relacionadas e identificándolas detalladamente al final del manuscrito en orden alfabético. 8-Cuando se cite más de una obra de un mismo autor, sus trabajos deberán ordenarse cronológicamente de manera ascendente. Cada cita deberá completarse de acuerdo a los ejemplos que aparecen a continuación: Artículo de publicación periódica Acevedo, Doris (2002). “La precarización del trabajo de las mujeres en Venezuela: ¿coyuntural o estructural?” Debate Abierto, V.6, Nº 18, pp.37-45. Libro Foucault, Michel (1981). Un diálogo sobre el poder. Madrid, Alianza. Capítulo de libro Pialoux, Michel (1999). “El obrero y la nueva fábrica”. En: Bourdieu, Pierre (comp.) La miseria del mundo. México, Fondo de Cultura Económica. Documento Electrónico Axelrod, Robert (2002). Complexity Theory in the Social Sciences. http://www.personal.umich edu/-axe/complexity syllabus.htm (Consultado el 20-08-2002). Ensayos Se trata de contribuciones que despliegan la opinión del autor o los autores en torno a alguna de las temáticas objeto de atención de la revista, sin necesariamente implicar un análisis científico de las mismas. Los manuscritos recibidos serán sometidos a un proceso de revisión y selección por el Comité Editor de la revista. De igual manera, se publicarán reseñas y se harán reimpresiones a solicitud del Comité Editor. El envío del manuscrito por el autor y su aceptación por el Comité Editor representa un contrato por medio del cual se transfieren los derechos de autor a la revista DEBATE ABIERTO. Contactos Los manuscritos y cualquier tipo de correspondencia deben enviarse a Carolus Wimmer, Director de DEBATE ABIERTO, Apartado 63028, Caracas 1067-A, Venezuela. Fax 58 (212) 2566386. E-mail: revista_debateabierto@yahoo.com

125 Año VII vol. VII - 2004

DEBATE

Dos tipos de contribuciones son aceptadas para su publicación: los artículos y los ensayos.


126 A単o VII vol. VII - 2004


DEBATE 127 A単o VII vol. VII - 2004


128 A単o VII vol. VII - 2004


DEBATE 129 A単o VII vol. VII - 2004


130

A単o VII vol. VII - 2004


DEBATE 131 A単o VII vol. VII - 2004


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.