E l
p r i m e r
a n i m a l
Jorge Morocho
0 9 - 1 8 - 1 8 M a a c
v i s i b l e
La luz es el primer animal visible de lo invisible. Es la luz que se manifiesta, la evidencia como un brazo que penetra en el pez de la noche. [...]
Lezama Lima Las siete alegorĂas
En el irregular camino del bosque (entre algunas piedras, ellas, ambas, una desprovista de tonos; este y distintos, ellos). Richard Oelze, cansado ya de la rígida estructura de edificios frontales, decidió redactar una carta, inspirada en el fuego nocturno de un sueño intransigente, al poeta Benjamín Péret. De toda la carta, hoy ante nosotros, sólo queda de ella dos párrafos, tan invasivos que su supuesta sencilla lectura no es más que un juego de ocres y amarillos contaminados de intensos verdes delatores. A continuación, aquellos fragmentos: “Pensar en un grupo de personajes que, al mismo tiempo, formen una masa, supuestamente homogénea, y, simultáneamente, gracias a delicados volúmenes, inicien la enumeración de las particularidades de aquello que se enfrenta a nosotros. Una luz, para nada originada en el sol… Una fuente de luz, tan cercana en su intención a las utilizadas por Murnau en “Fausto” para generar las dinámicas transformaciones sobre superficies chatas, rocas que se emancipan y acompañan y potencian la puesta en escena. Así es, una luz artificial, de la que hoy sólo lo pictórico puede ser enunciado. Una luz que es documento y ficción. Péret, ¿de dónde surge aquella luz? Todos realizan una conversación secreta, ninguno de ellos termina por manifestar lo visible que existe en los bordes del espacio representado. Lo visible que ya no ve, sólo olfatea, oye, siente, gusta. Y también ve. Aún intento escapar del bosque movible; aún vuelo, sobrecargando las espaldas de horrendos paisajes. Aún beso las huellas generadas por el cuerpo que brota esas especies marinas que extraordinarias se multiplican en la fascinante profundidad de un campo fuera de sí y dentro de lo que aún, aún, aún.” Péret, parado sobre una palabra que proyecta anomalías, errores, aberraciones; efectos vibracionales y concéntricos. Péret, secreto custodio de algunos de los volúmenes establecidos en el cuadro, manifestó, feliz de tan grata sorpresa epistolar: “Las luciérnagas tienen órganos lumínicos especiales situados bajo el abdomen. Cuando absorben oxígeno, éste se combina dentro de las células especiales con una sustancia llamada luciferina y reacciona produciendo luz sin apenas generar calor”. Péret, invisible mensajero de compañeros poco probables, se transforma en un panel de luz que dibuja cada segmento de la secuencia que transcurre. Algún accidente sísmico, y todo se hincha: “La vieja maleta el calcetín la achicoria se dieron cita entre dos briznas de hierba”.
Jorge Aycart
El castillo Video-proyección 2 canales 14´34´´
Amanecer sobre monte Hope Ă“leo sobre lienzo PolĂptico 160 x 120 c/u
4 PM desde el Terranova (primer avistamiento) Ă“leo sobre lienzo PolĂptico 70 x 40 cm c/u
Entre el monte Hope, descubierto el 3 de diciembre de 1908 por Ernest Shackleton; el barco Terranova, dirigido por el capitán Robert Falcon Scott; y el gato Nigger, que salta y falla 6 veces; en plena caída del ojo, Luc Tuymans ayudó a que la visión, desde la pintura, se aniquile (visión totalizadora). Una vez más la interrogación es el motor principal que moviliza el carácter inquietante y lúcido de imágenes ya vistas y todavía ciegas. Imágenes que fluyen, y que nos obligan a detenernos, a estudiarlas a través de una reescritura constante. André Bazin obsesionado con la espera y el plano-secuencia; Nanouk y la paciencia; la muerte y el mar. Fragmentos de rostros, una risa, una despedida, un peluquero, un brote de piojos. Por ahora son evidencias, documentos e inmediatamente, ¡ahora!, es un sepia amplio que redefine la piel en un nuevo paisaje. Herbert Ponting, contratado para registrar la larga expedición, confirmó que la máquina exponía fantasmas, y de ese modo descubrió lo que sería el nombre de aquella película, “El eterno silencio blanco”. La luz sobre la montaña. Los perros y los póneys, de ellos no quedó nada. Fracaso rotundo, la expedición. Únicamente quedaba la contemplación, y de ella, esta obsesión que repite la imagen, dando en cada una de esas repeticiones el detalle de pequeños contrastes, diminutos universos que un color centrado en la evolución de lo luminoso a lo sombrío plantea. Francis Ponge lo intuía de este modo: “Para una sola cosa, son posibles mil ‘composiciones de cualidades lógicas’. (Y por consiguiente mil sentimientos, mil morales, mil vicios y virtudes para el hombre, mil políticas, etc.)”.
Jorge Aycart
La conversaciรณn infinita Video instalaciรณn 3 canales Loop
El salto y fallo de Nigger Ă“leo sobre lienzo PolĂptico 150 x 90 cm c/u