VIPASSANA PRÁCTICA Venerable Mahasi Sayadaw Traducción española por U Nandisen PREFACIO Es un truismo decir que nadie desea el sufrimiento y que todos buscan la felicidad. En este mundo nuestro, los seres humanos están realizando todos los esfuerzos posibles para prevenir y aliviar el sufrimiento, y para disfrutar la felicidad. Sin embargo, sus esfuerzos están dirigidos principalmente hacia el bienestar físico por medios materiales. La felicidad está, después de todo, condicionada por las actitudes de la mente; y aún son tan sólo unos pocos los que consideran seriamente desarrollar la mente; aún menos son los que practican meditación en serio. Para ilustrar este punto, es necesario dirigir la atención a los hábitos comunes de la limpieza del cuerpo; la búsqueda incesante de alimentos, vestido y habitación; y el tremendo progreso tecnológico alcanzado para mejorar el nivel material de vida, para mejorar los medios de transporte y comunicaciones y para la prevención y cura de las enfermedades. Todos estos esfuerzos están principalmente relacionados con el cuidado y mantenimiento del cuerpo. Se debe reconocer que son esenciales. Sin embargo, estos esfuerzos y logros humanos no pueden de ninguna manera aliviar o erradicar el sufrimiento asociado con la vejez y la enfermedad, la infelicidad familiar y las dificultades económicas; en breve, la insatisfacción de deseos y necesidades. Los sufrimientos de esta naturaleza no se superan por medios materiales; ellos pueden ser superados solamente por medio de la práctica y el desarrollo mental. Por lo tanto, queda claro que se debe buscar el camino correcto para entrenar, estabilizar y purificar la mente. Este camino se encuentra en el Mahasatipatthana Sutta, un discurso muy conocido de Buddha predicado hace más de 2500 años. Buddha declaró lo siguiente: Éste es el único camino para la purificación de los seres, para superar la pena y el lamento, para erradicar el dolor y el pesar, para alcanzar el recto sendero, para realizar el Nibbana; es decir los cuatro fundamentos de la atención completa. Los cuatro fundamentos de la atención completa son 1) la contemplación del cuerpo, 2) la contemplación de las sensaciones, 3) la contemplación de la mente y 4) la contemplación de los objetos mentales (dhamma). Obviamente, este camino debería ser seguido por aquellos que buscan la felicidad, con el objetivo de eliminar la impurezas de la mente que son las causas del sufrimiento. Si alguien nos preguntara si deseamos superar la pena y el lamento, seguramente diremos: “sí.” Por lo tanto, todos deberían practicar los cuatro fundamentos de la atención completa. Si alguien nos preguntara si deseamos erradicar el dolor y el pesar, sin duda responderemos afirmativamente. Por lo tanto, todos deberían practicar los cuatro fundamentos de la atención completa. Si alguien nos preguntara si deseamos alcanzar el recto sendero y realizar el Nibbana, la libertad absoluta de la vejez, del deterioro y de la muerte, y de todos los sufrimientos, ciertamente daremos una respuesta afirmativa. Por lo tanto, todos deberían practicar los cuatro fundamentos de la atención completa. ¿Cómo se practican los cuatro fundamentos de la atención completa? En el discurso Mahasatipatthana Sutta, Buddha dijo: “Medite contemplando el cuerpo, contemplando las sensaciones, contemplando la mente y contemplando los objetos mentales.” Sin embargo, sin la guía de un maestro calificado no será fácil para una persona promedio
practicar estas contemplaciones de una manera sistemática para progresar hacia el desarrollo de la concentración y la penetración. Después de haberme sometido a un curso muy intensivo de meditación Satipatthana bajo la supervisión personal del muy venerable Mingun Jetavan Sayadaw de Thaton, he impartido esta técnica de meditación desde 1938 y he instruido personalmente y por medio de libros y conferencias a miles de meditadores. De acuerdo a los requerimientos de aquellos de los grupos iniciales, que se han beneficiado de mis instrucciones personales, escribí un tratado sobre meditación vipassana en dos volúmenes. El tratado fue completado en el año 1944 y se ha publicado en siete ediciones. En todos los capítulos, excepto en el Capítulo V, las disertaciones y discusiones se hacen con referencia a los Textos Pali, Comentarios y Subcomentarios. En el Capítulo V opté por escribir en lenguaje común para facilitar el aprendizaje de mis alumnos sobre cómo ellos deberían comenzar y luego proceder paso a paso, enunciando completamente los puntos prominentes, en línea con el Visuddhimagga (Camino de la Purificación) y algunos otros textos. Este libro es la traducción inglesa del mencionado Capítulo V. Las primeras catorce páginas del original birmano fueron traducidas al inglés en 1954 por U Pe Thin, un alumno mío de mucho tiempo, para el beneficio de aquellos extranjeros que vinieron a nuestro centro de meditación. Las páginas 15 a 51 del original birmano fueron traducidas al inglés, de acuerdo con el deseo del venerable Nyanaponika Mahathera, por Myanaung U Tin, un discípulo y benefactor mío. A propósito, debemos mencionar que el área de nuestro centro de meditación, Sasana Yeiktha, es aproximadamente de 24 acres, con más de 50 edificios para hospedar a los instructores de meditación, meditadores, monjes y también hombres y mujeres laicos. El venerable Nyanaponika Mahathera puso esta traducción en su forma final luego de recibir sus valiosas sugerencias. La traducción de U Pe Thin fue revisada y mejorada, en lo que se refiere al estilo, por Miss Mary McCollum, una señora budista norteamericana. Ella practicó meditación Satipatthana bajo la supervisión de Anagarika Munindra en el monasterio birmano en Bodhgaya, Bihar, India. Anagarika Munindra residió con nosotros por un período considerable de tiempo. Él nos envió la revisión para nuestra lectura y aprobación. Después fue enviada al venerable Nyanaponika Mahathera. Este libro es, por lo tanto, el resultado de la coordinación y publicación combinada de ambas traducciones mencionadas, con mi prefacio incluido. El Capítulo V de mi tratado en birmano, como mencioné anteriormente, fue escrito en lenguaje común. Quisiera mencionar aquí que los términos doctrinales encontrados en este libro sin sus equivalentes en pali se explican completamente en el libro The Progress of Insight, traducido de mi tratado en pali al inglés por el venerable Nyanaponika Mahathera. Su libro, The Heart of Buddhist Meditation, es una fuente muy buena de información e instrucción en este tema de vital importancia. Para concluir, quisiera decir: 1) que aprecio profundamente los servicios de aquellos que han realizado las traducciones y revisiones así como también los servicios de aquellos responsables en la publicación de este libro, 2) exhorto a los lectores de este libro a no contentarse con el conocimiento teórico aquí contenido sino de aplicar este conocimiento a la práctica sostenida y sistemática y 3) expresar mi serio deseo para que alcancen pronto la penetración y puedan disfrutar de todos los beneficios garantizados por Buddha en el preámbulo del discurso Mahasatipatthana Sutta. 1 de octubre de 1970 Bhaddanta Sobhana Sasana Yeiktha, Agga Maha Pandita 16, Hermitage Road, Rangoon Birmania Mahasi Sayadaw PRIMERA PARTE: PRÁCTICA BÁSICA
Etapa Preparatoria Si desea sinceramente desarrollar la contemplación y alcanzar la penetración en esta vida, debe abandonar las acciones y los pensamientos mundanos durante el período de meditación. Este curso de acción es para la purificación de la conducta, el requisito previo y esencial para el desarrollo correcto de la contemplación. Debe observar las reglas de disciplina prescritas para laicos (o para monjes, según el caso) porque ellas son importantes para alcanzar la penetración. Para los laicos, esta reglas consisten en los ocho preceptos que los budistas observan durante sus festividades religiosas (uposatha) y durante los períodos de meditación[i][1]. Una regla adicional es no hablar con desdén, bromear o hablar con malicia con aquellos o de aquellos que han alcanzado los estados de santidad[ii][2]. Si ha incurrido en esta acción verbal, personalmente discúlpese o hágalo por medio del instructor de meditación. Si en el pasado ha usado lenguaje desdeñoso para con alguno de los nobles individuos que ahora no están presentes o que han fallecido, confiese esta ofensa al instructor de meditación o introspectivamente a usted mismo. Los maestros budistas de antaño sugieren que nos encomendemos al Iluminado, Buddha, durante el período de meditación, pues podríamos alarmarnos si encontramos durante la contemplación visiones desagradables y perturbadoras. También póngase bajo la supervisión y guía de su instructor de meditación, porque, de esta manera, él podrá hablar francamente de su práctica y darle las indicaciones que sean necesarias. Éstas son las ventajas de encomendarse o poner nuestra confianza en Buddha y practicar meditación bajo la guía del instructor. El objetivo de esta práctica y su mayor beneficio es liberarnos del apego, el enojo y la ignorancia, las raíces de todo mal y sufrimiento. Este curso intensivo en vipassana puede conducirlo a tal liberación. Por lo tanto trabaje intensamente con este objetivo en mente para que su práctica se complete exitosamente. Esta meditación, basada en los fundamentos de la atención completa (Mahasatipatthana), ha sido practicada por los sucesivos Buddhas y los nobles individuos que alcanzaron la liberación. Usted debe ser felicitado por tener la oportunidad de seguir el mismo camino que ellos. Es también importante comenzar la práctica con las “cuatro protecciones” que el Iluminado, Buddha, le ofrece como reflexión. A este punto es bueno para su bienestar psicológico reflexionar en ellas. Las cuatro reflexiones protectoras son Buddha, benevolencia, el aspecto repulsivo del cuerpo y la reflexión de la muerte. Primero, encomiéndese a Buddha apreciando sinceramente sus nueve atributos: Realmente, Buddha es Arahant, completamente iluminado (sammasambuddho), dotado de visión y conducta (vijja-caranasampanno), sublime (sugato)[iii][3], conocedor del universo (lokavidu), incomparable líder de aquellos capaces de la purificación (anuttaro purisadammasarathi), maestro de divinidades y hombres (sattha devamanussanam), iluminado (buddho) y afortunado (bhagava). Segundo, reflexione sobre todos los seres vivientes como recipientes de su amor; siéntase fortificado de su amor e identifíquese con todos los seres vivientes sin distinción, así: ¡Qué yo esté libre de enemistad, enfermedad y pesar. Igualmente que mis padres, preceptores, maestros, familiares, personas indiferentes y enemigos estén libres de enemistad, enfermedad y pesar! ¡Qué ellos se liberen del sufrimiento! Tercero, reflexione sobre la naturaleza repulsiva del cuerpo para ayudar a disminuir el apego malsano que tantas personas tienen por el cuerpo. Reflexione sobre algunas de sus impurezas, como el estómago, intestinos, flema, pus, sangre[iv][4]. Examine estas impurezas de tal manera de poder eliminar la absurda afición por el cuerpo.
La cuarta protección, para su beneficio psicológico, es contemplar la muerte que se está acercando siempre. Las enseñanzas budistas hacen hincapié en que la vida es incierta, pero la muerte es cierta, la vida es precaria, pero la muerte es segura. La vida tiene la muerte como su fin. Hay nacimiento, enfermedad, sufrimiento, vejez y eventualmente la muerte. Éstos son todos los aspectos del proceso de la existencia. Para comenzar la práctica, siéntese con las piernas cruzadas. Usted se podría sentir más confortable si las piernas no están trabadas sino colocadas en el suelo sin presionarse una a otra. Si sentarse en el suelo interfiere con la contemplación, entonces busque una forma más confortable de sentarse. Ahora proceda con cada uno de los ejercicios de contemplación descritos. EJERCICIO BÁSICO I Trate de colocar su mente (no los ojos) en el abdomen. De este modo vendrá a conocer los movimientos de dilatación y contracción de este órgano. Si estos movimientos no son claros al comienzo, puede colocar ambas manos en el abdomen para sentir estos movimientos de dilatación y contracción. Después de algún tiempo, los movimientos hacia arriba de inspiración y hacia abajo de espiración serán distinguibles. Luego diga mentalmente, “ascenso” para el movimiento de dilatación, “descenso” para el movimiento de contracción. La anotación mental para cada movimiento debe ser realizada mientras éste ocurre. De este ejercicio aprenderá la verdadera manera de los movimientos de dilatación y contracción del abdomen. Usted no está interesado en la forma del abdomen. Lo que realmente percibe es la sensación de presión causada por el ascenso del mismo. Por lo tanto, no contemple su forma y proceda con este ejercicio. Para el principiante éste es un método efectivo para desarrollar las facultades de atención, concentración y penetración durante la contemplación. Con la práctica, la manera del movimiento será clara. La habilidad de conocer cada una de las sucesivas ocurrencias de los procesos físicos y mentales en cada uno de los seis órganos de los sentidos se obtiene solamente cuando la contemplación se desarrolla completamente. Dado que usted es un principiante cuya atención y poder de concentración son aún débiles, podría encontrar difícil mantener la mente en cada movimiento sucesivo de ascenso y descenso cuando éstos ocurren. En vista de esta dificultad, podría pensar: “sencillamente no se como mantener mi mente en cada uno de estos movimientos.” Luego, simplemente recuerde que éste es un proceso de aprendizaje. Los movimientos de ascenso y descenso del abdomen están siempre presentes, y por la tanto no hay necesidad de buscarlos. En realidad es fácil para el principiante mantener su mente en estos dos simples movimientos. Continúe con este ejercicio atendiendo completamente los movimientos de dilatación y contracción del abdomen. Nunca repita verbalmente las palabras “ascenso”, “descenso” y no piense estos movimientos como palabras. Esté consciente solamente del proceso real de ascenso y descenso del abdomen. Evite respirar profunda o aceleradamente con el propósito de hacer los movimientos abdominales más conspicuos, porque esto causa fatiga que interfiere con la práctica. Simplemente esté totalmente consciente de los movimientos de dilatación y contracción mientras estos ocurren durante el período normal de respiración. EJERCICIO BÁSICO II Mientras está ocupado con el ejercicio de observar cada movimiento abdominal, otras actividades mentales podrían ocurrir entre las observaciones de cada ascenso y descenso. Pensamientos u otras funciones mentales tales como intenciones, ideas, imaginaciones podrían ocurrir entre cada anotación mental de ascenso y descenso. Ellos no deben ser desatendidos. Una anotación mental se debe realizar cada vez que alguna de estas actividades mentales tienen lugar.
Si imagina algo, debe reconocer la actividad de imaginar y realizar una anotación mental “imaginando.” Si piensa sobre algo, note mentalmente “pensando.” Si reflexiona, “reflexionando.” Si se propone hacer algo, “proponiéndose.” Cuando la mente se distrae del objeto de meditación o el ascenso y descenso del abdomen, note mentalmente “distracción.” Si imagina que está yendo a algún lugar, note mentalmente “yendo.” Cuando llegue, “llegando.” Cuando en sus pensamientos se encuentra con una persona, note “encontrando.” Si habla con él o ella, “hablando.” Si en su imaginación discute con esa persona, “discutiendo.” Si imagina una luz o color, note “viendo.” Una visión mental se debe notar en cada ocurrencia de su aparición hasta que ésta desaparece. Después de su desaparición continúe con el ejercicio básico I, atendiendo a cada movimiento de ascenso y descenso del abdomen. Proceda cuidadosamente sin aflojar. Si tiene la intención de tragar la saliva mientras está practicando, haga una anotación mental “intención.” Durante la acción de tragar, “tragando.” Si desea escupir, “escupiendo.” Después regrese al ejercicio de ascenso y descenso del abdomen. Suponga que tiene la intención de doblar el cuello, nota “intentando.” En la acción de doblar, “doblando.” En la acción de enderezar el cuello, “enderezando.” Los movimientos de doblar y enderezar el cuello deben ser realizados lentamente. Después de notar mentalmente cada una de estas acciones, continúe con la contemplación de los movimientos de ascenso y descenso del abdomen. EJERCICIO BÁSICO III Cuando medita por mucho tiempo en una misma posición, sentado o acostado, posiblemente experimentará intensa fatiga, rigidez en el cuerpo o en los brazos y piernas. Si esto ocurriera, enfoque su mente en la parte del cuerpo donde estas sensaciones ocurren y continúe la contemplación notando “cansancio” o “rigidez.” Haga esto naturalmente, ni muy rápido ni muy lento. Estas sensaciones gradualmente disminuirán y luego desaparecerán totalmente. Si alguna de estas sensaciones se intensificara al punto de que la fatiga o rigidez es insoportable, cambie su postura. Sin embargo, no olvide realizar una anotación mental de la intención, “intención,” antes de proceder a cambiar la posición. Cada movimiento se debe contemplar en su respectivo orden. Si intenta levantar la mano o pierna, haga una anotación mental, “intención.” Durante la acción de levantar la mano o pierna, “levantando.” Cuando extienda la mano o pierna, “extendiendo.” Cuando dobla, “doblando.” Cuando coloca, “colocando.” Cuando toca, “tocando.” Realice todas estas acciones lenta y deliberadamente. Tan pronto como se ha establecido en una nueva posición, continúe con la contemplación de los movimientos abdominales. Si se siente incómodo por el calor en la nueva posición, continué la contemplación en otra posición siguiendo las instrucciones descritas en este párrafo. Si siente comezón en alguna parte del cuerpo, coloque la mente en ese lugar y haga una anotación mental, “comezón.” Haga esto de una manera regular, ni muy rápido ni muy lento. Después que la comezón desaparece, continúe con el ejercicio de observación de la dilatación y contracción del abdomen. Si la comezón continúa y se intensifica y tiene la intención de rascarse, no olvide realizar una anotación mental, “intención.” Lentamente levante la mano, notando simultáneamente las acciones de “levantar” y “tocar” cuando la mano toca la parte que causa la comezón. Rásquese lentamente y con completa atención. Cuando la comezón ha desaparecido e intenta dejar de rascarse, sea consciente de esta actividad realizando la usual anotación mental, “intención.” Lentamente retire la mano, concurrentemente haga una anotación mental de la acción, “retirando.” Cuando la mano descansa en su lugar habitual tocando la pierna, “tocando.” Luego dedique su tiempo a observar los movimientos abdominales.
Si siente dolor o incomodidad, coloque la mente en la parte del cuerpo donde la sensación aparece. Haga una anotación mental de la particular sensación cuando ésta ocurra, como “dolor,” “presión,” “punzada,” “cansancio,” “mareo.” Es necesario hacer hincapié en que la anotación mental no debe ser hecha con fuerza ni con demora sino calma y naturalmente. El dolor podría eventualmente aumentar o disminuir. No se alarme si aumenta. Continúe constantemente con la contemplación. Si así lo hace, descubrirá que el dolor casi siempre desaparece. Pero si, después de un rato, el dolor se ha incrementado y se vuelve insoportable, debe ignorar el dolor y continuar con la contemplación de los movimientos del abdomen. A medida que progresa en la práctica podría experimentar sensaciones de dolor intenso: sensaciones de ahogo, cortaduras, punzadas, aguijonazos desagradables o como pequeños insectos hormigueando sobre el cuerpo. Podría experimentar sensaciones de comezón, picazón, frío intenso. Tan pronto como la contemplación se discontinúa, descubrirá que estas sensaciones dolorosas desaparecen. Cuando reanuda la contemplación, ellas regresarán nuevamente tan pronto como desarrolle la concentración. Estas sensaciones dolorosas no deben ser consideradas como algo serio. Ellas no son la manifestación de una enfermedad, son factores comunes siempre presentes en el cuerpo y que usualmente son oscurecidos cuando la mente está ocupada con objetos más notorios. Cuando las facultades mentales se han agudizado usted es más consciente de estas sensaciones. Con el continuo desarrollo de la contemplación, llegará un tiempo en que superará estas sensaciones desagradables y desaparecerán completamente. Si procede con la contemplación, con perseverancia, no sufrirá daño alguno. Si perdiese el coraje y preso de la indecisión discontinuase la contemplación temporalmente, podría encontrar estas sensaciones desagradables una y otra vez mientras procede con la práctica. Si continúa con determinación, muy probablemente superará estas sensaciones dolorosas y podría nunca más experimentarlas durante la práctica de meditación. Si desea mecer el cuerpo, note “intención.” Durante el movimiento, “meciendo.” Cuando medita podría descubrir ocasionalmente que el cuerpo se balancea hacia atrás y adelante. No se alarme; no se sienta complacido ni intente continuar meciéndose. El movimiento desaparecerá si mantiene la mente en el movimiento y continúa notando “meciendo” hasta que la acción desaparezca. Si el movimiento aumenta a pesar de que está realizando anotaciones mentales, reclínese contra un muro o poste o acuéstese por un rato. Posteriormente proceda con la contemplación. Siga el mismo procedimiento si se encuentra temblando o sacudiéndose. Cuando la contemplación ha progresado, a veces podría sentir escalofríos en la espalda o en todo el cuerpo. Éste es un síntoma del intenso interés, entusiasmo o arrobamiento; ocurre naturalmente durante el curso de una buena contemplación. Cuando su mente está firme en la contemplación, podría sobresaltarse al más mínimo sonido. Esto es debido a que usted siente más intensamente el efecto de la impresión sensoria mientras está en un estado de buena concentración. Si mientras medita siente sed, note la sensación “sediento.” Cuando se propone levantarse, “intención.” Luego haga una anotación mental de cada movimiento preparatorio. Mantenga la mente ocupada en la acción de levantarse, y mentalmente note “levantando.” Después de levantarse, cuando mira hacia adelante, note “mirando,” “viendo.” Si intentase avanzar, mentalmente note cada paso como “caminando,” “caminando” o “izquierdo,” “derecho.” Es importante, cuando camina, estar atento en cada momento de cada paso desde el comienzo hasta el final. Siga el mismo procedimiento cuando da un paseo o camina para ejercitarse. Trate de hacer una anotación mental de cada paso en dos secciones de la siguiente manera: “levantando,” “colocando,” “levantando,” “colocando.” Cuando tiene suficiente práctica de esta
manera de caminar, intente hacer una anotación mental de cada paso en tres secciones: “levantando,” “empujando,” “colocando”; o “arriba,” “adelante,” “abajo.” Cuando mira el grifo o la fuente de agua, al llegar al lugar donde beberá, no olvide de hacer una anotación mental “mirando,” “viendo.” Cuando se detiene, “deteniendo.” Cuando extiende la mano, “extendiendo.” Cuando la mano toca la taza, “tocando.” Cuando la mano toma la taza, “tomando.” Cuando la mano lleva la taza al agua, “llevando.” Cuando la mano trae la taza a los labios, “trayendo.” Cuando la taza toca los labios, “tocando.” Si siente frío cuando la taza toca los labios, “frío.” Cuando bebe, “bebiendo.” Cuando regresa la taza a su lugar, “regresando.” Cuando retira la mano, “retirando.” Cuando coloca su mano abajo, “colocando.” Cuando la mano toca el costado del cuerpo, “tocando.” Si se propone girarse, “intención.” Cuando gira, “girando.” Cuando camina, “caminando.” Cuando llega al lugar donde se propone detenerse, “intención.” Cuando se detiene, “deteniendo.” Si permanece parado por algún tiempo continúe con la contemplación de los movimientos del abdomen. Pero si se propone sentarse, note “intención.” Cuando camina, “caminando.” Cuando llegue al lugar en que desea sentarse, “llegando.” Cuando gira para sentarse, “girando.” Durante la acción de sentarse, “sentando.” Siéntese lentamente y coloque la mente en el movimiento del cuerpo hacia abajo. Debe observar cada movimiento de ubicación de las manos y piernas. Luego continúe con el ejercicio recomendado, contemplando los movimientos abdominales. Si intentara acostarse, “intención.” Luego proceda a contemplar cada movimiento del proceso de acostarse: “levantando,” “extendiendo,” “tocando,” “yaciendo.” Contemple cada movimiento de ubicación de manos, piernas y cuerpo. Realice estas acciones lentamente. Posteriormente continúe con la dilatación y contracción del abdomen. Si experimenta dolor, fatiga, comezón o alguna otra sensación, no olvide observar cada una de ellas. Observe todas las sensaciones, pensamientos, ideas, consideraciones, reflexiones, todos los movimientos de las manos, piernas, brazos y cuerpo. Si no hay nada especial para observar, mantenga la mente en los movimientos del abdomen. Haga una anotación mental, “somnoliento,” cuando tenga sueño. Después de haber desarrollado suficientemente la concentración, podrá superar la somnolencia y el sopor y se sentirá fresco como resultado. Luego proceda con el objeto básico de contemplación. En caso de que no pueda superar la somnolencia, debe continuar contemplando hasta que se duerma. El estado de sueño es una sucesión de momentos de la conciencia de continuidad vital. Es similar al primer momento de conciencia, la conciencia de reconexión, y al último momento de conciencia cuando la muerte ocurre. Este estado de conciencia es débil y, por ende, incapaz de percibir el objeto. Cuando está despierto, la conciencia de continuidad vital ocurre regularmente entre los procesos cognitivos de la conciencia visual, auditiva, gustativa, olfativa, táctil y mental. Debido a que estas ocurrencias de la conciencia de continuidad vital son de corta duración, ellas usualmente no son claras y por lo tanto imperceptibles. La conciencia de continuidad vital funciona durante el
sueño; éste es un hecho obvio cuando uno se despierta; debido a que es en el estado de vigilia donde son perceptibles los pensamientos y objetos conspicuos. La contemplación debería comenzar en el momento en que uno se despierta. Dado que usted es un principiante, podría no ser posible comenzar a meditar desde este preciso primer momento. Pero debería comenzar a meditar cuando recuerda que tiene que contemplar. Por ejemplo, si cuando se despierta reflexiona sobre algo, debería ser consciente de este hecho y comenzar a meditar haciendo una anotación mental, “reflexionando.” Después proceda con la contemplación de los movimientos de ascenso y descenso del abdomen. Cuando se levanta, debería atender cada detalle de las actividades del cuerpo. Cada movimiento de manos, piernas y caderas debe ser realizado con perfecta atención. Si piensa sobre el momento del día cuando se despierta, note “pensando.” Si se propone levantarse de la cama, note “intención.” Si se prepara para mover el cuerpo para levantarse, “preparando.” Mientras se levanta lentamente, “levantando.” Cuando está sentado, “sentado.” Si estuviese sentado por algún tiempo, regrese a la contemplación de los movimientos abdominales de dilatación y contracción. Realice las actividades de lavado de la cara o de tomar un baño en sucesión y con total atención de cada movimiento. Por ejemplo, “mirando,” “viendo,” “extendiendo,” “asiendo,” “tocando,” “sintiendo frío,” “frotando.” Durante las acciones de vestirse, de hacer la cama, de abrir y cerrar las puertas y ventanas, de manipular objetos ocúpese de cada detalle de estas acciones en orden sucesivo. Debe, también, atender cada detalle de la acción de comer: Cuando mira la comida, “mirando.” Cuando acomoda la comida, “acomodando.” Cuando lleva la comida a la boca, “llevando.” Cuando inclina la cabeza, “inclinando.” Cuando la comida toca la boca, “tocando.” Cuando coloca la comida en la boca, “colocando.” Cuando cierra la boca, “cerrando.” Cuando retira la mano, “retirando.” Cuando la mano toca el plato, “tocando.” Cuando endereza la cabeza, “enderezando.” Cuando mastica, “masticando.” Cuando es consciente del gusto, “gustando.” Cuando traga la comida, “tragando.” Si mientras traga, la comida toca la garganta, “tocando.” Contemple de esta manera cada vez que consuma una bocado de comida hasta que termine de comer. Al comienzo de la práctica habrá muchas omisiones. No importa. No vacile en sus esfuerzos. Si persiste con la práctica, hará menos omisiones. Cuando alcance el estado avanzado de la práctica, será capaz de observar más detalles que los mencionados anteriormente. Progreso en la Contemplación Después de haber practicado por un día y una noche, podría descubrir que su contemplación ha mejorado considerablemente y que es capaz de prolongar el ejercicio básico de los movimientos de dilatación y contracción. En este caso observará que generalmente hay un intervalo (interrupción) entre los movimientos de dilatación y contracción. Si está sentado, llene la pausa con una anotación mental de la acción de estar sentado, de esta manera: “ascenso,” “descenso,” “sentado.” Cuando realiza la anotación mental de la postura, coloque la mente en la posición erguida del torso. Cuando está acostado, debería contemplar de la siguiente manera: “ascenso,” “descenso,” “yaciendo.” Si esto es fácil, continúe observando estas tres secciones. Si
descubriera que una pausa ocurre tanto al final del dilatación como de la contracción, luego continúe de esta manera: “ascenso,” “sentado,” “descenso,” “sentado.” O cuando está acostado: “ascenso,” “yaciendo,” “descenso,” “yaciendo.” En el caso de que no fuera fácil hacer una nota mental de tres o cuatro objetos, como ha sido descrito anteriormente, regrese al procedimiento inicial de notar sólo dos secciones, “ascenso” y “descenso.” Mientras está ocupado con el ejercicio regular de contemplar los movimientos abdominales, no necesita ocuparse de los objetos visuales y auditivos. Mientras pueda mantener la mente en los movimientos abdominales de dilatación y contracción, está cumpliendo con el propósito de la contemplación. Sin embargo, si mira intencionalmente algún objeto, haga simultáneamente una anotación mental, “viendo,” dos o tres veces. Después continúe con la contemplación de los movimientos del abdomen. Suponga que una persona entra dentro de su campo visual. Haga una nota mental, “viendo,” dos o tres veces, después regresa la atención a la dilatación y contracción del abdomen. ¿Oyó el sonido de una voz? ¿Escuchó la voz? En caso afirmativo haga una anotación mental, “oyendo,” “escuchando.” Suponga que oye sonidos fuertes, tales como ladridos de perros, gente hablando muy alto o cantando. En este caso, inmediatamente haga una anotación mental, “oyendo,” dos o tres veces. Luego proceda con el ejercicio básico de contemplar el ascenso y el descenso del abdomen. Si dejara de hacer una anotación mental y desechara tales distintivos sonidos y objetos visuales cuando ellos ocurren, podría inadvertidamente incurrir en reflexiones sobre estos objetos en vez de proceder con la atención del ascenso y descenso del abdomen, y estos movimientos podrían perder claridad y distinción. Es debido a tal debilidad de la atención que las impurezas que corrompen la mente se originan y multiplican. Si estas reflexiones ocurren, haga una anotación mental dos o tres veces, “reflexionando,” y nuevamente regrese a la contemplación de los movimientos abdominales. Si olvida hacer una anotación mental de los movimientos del cuerpo, piernas o brazos, mentalmente note “olvidando,” y regrese a la contemplación habitual de los movimientos del abdomen. Puede ocurrir que a veces la respiración es lenta o que los movimientos de dilatación y contracción del abdomen no se perciben claramente. Cuando esto ocurra, y esté en la posición sentado, simplemente continúe observando “sentado,” “tocando.” Si está acostado, “yaciendo,” “tocando.” Mientras contempla “tocando,” su mente no se debera colocarse en la misma parte del cuerpo sino en diferentes partes sucesivamente. Hay varios lugares de contacto y al menos seis o siete deberían ser contemplados[v][5]. EJERCICIO BÁSICO IV Hasta aquí usted ha dedicado bastante tiempo al curso de entrenamiento. Podría haber sentido pereza después de comprender que no ha progresado lo suficiente. De ninguna manera abandone. Simplemente note la “pereza.” Hasta que gane suficiente vigor en la atención, concentración y penetración, podría dudar de la exactitud y utilidad de este método. En tales circunstancias contemple el pensamiento, “dudando.” ¿Espera o desea buenos resultados? En caso afirmativo, contemple estos pensamientos, “esperando” o “deseando.” ¿Está tratando de recapitular la manera como se ha conducido la práctica hasta ahora? ¿Sí? Entonces, contemple estos pensamientos, “recordando.” ¿Hay ocasiones cuando examina el objeto de contemplación para determinar si es mente o materia? Si es así, esté consciente, “examinando.” ¿Lamenta el hecho de que no hay progreso en su práctica? De ser así, note, “lamentando.” A la inversa, ¿se siente feliz de que su contemplación está mejorando? Si es así, contemple el sentirse “feliz.” Ésta es la forma de cómo hacer una anotación mental de cada ítem de comportamiento mental cuando éste ocurre; y si no hay pensamientos o percepciones interviniendo, debería
volver a la contemplación de la dilatación y contracción del abdomen. Durante un curso estricto de meditación, el período de práctica es desde el momento que se despierta hasta que se duerme. Repito, debe estar constantemente ocupado ya sea con el ejercicio básico o atendiendo los otros objetos durante todo el día y durante las horas nocturnas de vigilia. No debe haber descanso. Una vez alcanzado cierto grado de progreso en la contemplación, no sentirá sueño a pesar de las prolongadas horas de práctica. Por el contrario, podrá continuar meditando día y noche. Resumen En este breve esbozo del método de entrenamiento se ha enfatizado que debe contemplar cada ocurrencia mental, buena o mala; cada movimiento corporal, grande o pequeño; cada sensación, física o mental, placentera o desagradable; y así sucesivamente. Si, durante el curso de entrenamiento, hay momentos cuando no hay nada especial para contemplar, mantenga su atención ocupada totalmente con el ascenso y descenso del abdomen. Cuando debe caminar para realizar alguna actividad, cada paso debera ser observado con atención completa, “caminando,” “caminando” o “izquierda,” “derecha.” Pero cuando está practicando meditación caminando, contemple cada paso en tres secciones, “arriba,” “adelante,” “abajo.” El estudiante que así se dedica día y noche a la práctica desarrollará después de no mucho tiempo la concentración hasta la etapa inicial del cuarto conocimiento de vipassana (el conocimiento del surgir y el cesar)[vi][6] y hacia las etapas más altas de vipassana (vipassana-bhavana). SEGUNDA PARTE: PRÁCTICA AVANZADA Cuando, como se ha mencionado anteriormente, en virtud de la diligencia en la práctica, la atención y la concentración han mejorado, el meditador notará a la par la ocurrencia de un objeto y el conocimiento del mismo; tales como el ascenso del abdomen y su conocimiento, el descenso del abdomen y su conocimiento, la postura de sentado y su conocimiento, la acción de doblar y su conocimiento, la acción de levantar y su conocimiento, la acción de colocar y su conocimiento. Por medio de la atención completa el meditador sabe cómo distinguir cada proceso físico y mental: “el movimiento de elevación es un proceso; el conocimiento del mismo es otro proceso.” Él comprende que cada acto de conocimiento tiene la naturaleza de “ir hacia el objeto.” Tal descubrimiento se refiere a la característica de la mente de inclinarse hacia un objeto o conocer un objeto. Mientras más claramente se observa el objeto material, más evidente es el proceso mental que es consciente del mismo. Este hecho es expresado de la siguiente manera en el Visuddhimagga: Cuando la materialidad es bien definida, separada y evidente a él; luego, en la misma proporción, los estados mentales que tienen la materialidad por objeto son, también, evidentes en sí mismos. Cuando el meditador conoce la diferencia entre el proceso material y el proceso mental, si es una persona ordinaria, reflexionaría sobre esta experiencia directa así: “Existe el ascenso y su conocimiento; el descenso y su conocimiento, y así sucesivamente. No hay nada más aparte de ellos (de estos dos procesos). Las palabras ‘hombre’ o ‘mujer’ se refieren al mismo proceso; no hay una ‘persona’ o ‘alma’.” Si es una persona bien informada, reflexionaría por medio de su conocimiento directo sobre la diferencia entre el proceso material como objeto y el proceso mental que lo conoce, así: “Es verdad que existe sólo el cuerpo y la mente. Aparte de ellos no hay entidades tales como hombre o mujer. Durante la contemplación uno nota un proceso material como objeto y un proceso mental que conoce el objeto; y es a este par que se refieren los términos convencionales ‘ser’, ‘persona’ o ‘alma’, ‘hombre’ o ‘mujer’. Pero aparte de este proceso dual (mente y materia) no existe una persona o ser separado, ego, hombre o
mujer.” Cuando tales reflexiones ocurren, el meditador debe notar “reflexionando,” “reflexionando” y continuar con los movimientos del abdomen[vii][7]. Con ulterior progreso en la meditación, la conciencia de la intención es evidente antes de que el movimiento del cuerpo ocurra. El meditador primero nota la intención. Aunque también al comienzo de la práctica, nota “intención,” “intención” (por ejemplo cuando desea doblar un brazo), aún no puede discernir este estado de conciencia con claridad. Ahora, en esta etapa avanzada, distingue claramente la conciencia que tiene la intención de doblar. Entonces, primero distingue la intención de realizar un movimiento corporal, después el movimiento corporal en particular. Al comienzo, debido a la omisión de notar la intención, piensa que el movimiento corporal es más rápido que la mente que lo conoce. Ahora, en esta etapa avanzada, la mente se manifiesta como la precursora. El meditador distingue con facilidad la intención de doblar, extender, sentarse, pararse, moverse, etc. También reconoce con claridad las acciones de doblar, extender, etc. Entonces, comprende el hecho de que la mente que conoce el proceso corporal es más rápida que el proceso material. Experimenta directamente que un proceso corporal tiene lugar después de una previa intención. Nuevamente, conoce por experiencia directa que la intensidad del calor o del frío aumenta cuando está observando “calor,” “calor” o “frío,” “frío.” Cuando contempla los movimientos corporales regulares y espontáneos tales como la dilatación y contracción del abdomen, advierte uno después de otro en continuidad. También advierte la ocurrencia de imágenes mentales tales como Buddha, un Arahant, y también cualquier tipo de sensación que aparece en el cuerpo (comezón, dolor, calor), con la atención dirigida hacia el lugar donde la sensación ocurre. Una sensación ha desaparecido apenas, cuando otra aparece; y, las distingue a todas una después de otra. Mientras observa cada objeto surgir, descubre que el proceso mental de conocimiento depende de un objeto. A veces, el ascenso y descenso del abdomen son tan indistintos que el meditador no encuentra nada para observar. Descubre que no puede haber conocimiento sin objeto. Cuando la observación de los movimientos del abdomen no es posible, debería prestar atención a la postura de sentado y a los puntos de contacto o a la postura de acostado y a los puntos de contacto. Los puntos de contacto se deben observar alternativamente. Por ejemplo, después de notar “sentado,” note la sensación de contacto en el pie derecho (causada por su contacto con el suelo o asiento). Después de notar “sentado,” note la sensación de contacto en el pie izquierdo. De la misma manera, note la sensación de contacto en distintos lugares. Nuevamente, observando el proceso visual y auditivo, el meditador comprende con claridad que la conciencia visual surge debido al contacto entre ojo y el objeto visual y la conciencia auditiva surge debido al contacto entre el oído y el sonido. Además, reflexiona: “Los procesos materiales de doblar, extender, etc., siguen a los procesos mentales de la intención de doblar, extender, etc.” Reflexiona de nuevo: “El cuerpo siente calor o frío debido al elemento calórico; el cuerpo depende del alimento y la nutrición; la conciencia ocurre porque hay objetos a ser conocidos: la conciencia visual ocurre porque hay objetos visuales, la conciencia auditiva ocurre porque hay sonidos y también porque existen los órganos de los sentidos, ojos, oídos, etc., como factores condicionantes. La intención y la observación son el resultado de experiencias anteriores; todos los tipos de sensaciones son consecuencia de acciones (kamma) anteriores en el sentido de que los procesos mentales y materiales tienen lugar desde el momento de concepción debido a las acciones (kamma) anteriores. No hay nadie que ha creado este cuerpo y mente, y todo lo que ocurre tiene una causa.” Tales reflexiones ocurren al meditador mientras está observando los objetos cuando éstos ocurren. Él no se detiene a reflexionar. Mientras observa surgir los objetos, estas reflexiones son tan rápidas que parecen automáticas. El meditador debe notar: “Reflexionando,
reflexionando, reconociendo, reconociendo,” y continuar observando los objetos de la manera usual. Después de haber reflexionado que los procesos materiales y mentales observados están condicionados por procesos previos de una misma naturaleza, el meditador reflexiona seguidamente que el cuerpo y la mente en las existencias anteriores fueron condicionados por causas precedentes; que en las futuras existencias el cuerpo y la mente serán el resultado de las mismas causas, y que aparte de este proceso dual no existe un ‘ser’ o ‘persona’ separada, solamente causas y efectos. Tales reflexiones deben ser notadas y posteriormente se debe continuar contemplando de la manera usual[viii][8]. En aquellas personas con inclinaciones intelectuales, estas reflexiones serán muchas y menos para aquellas sin estas inclinaciones. De una u otra manera, todas estas reflexiones deben ser observadas con energía. Observándolas ellas se reducirán a un mínimo, permitiendo a la meditación progresar sin el impedimento de un exceso de las mismas. Se debe dar por sentado que un mínimo de estas reflexiones es aquí suficiente. Cuando se practica intensivamente la concentración, el meditador podría experimentar sensaciones insoportables, tales como comezón, dolor, calor, pesadez, rigidez. Si la observación con atención es descontinúa, tales sensaciones desaparecerán. Cuando se reanuda la observación, reaparecerán. Tales sensaciones ocurren como consecuencia de la sensibilidad natural del cuerpo y no son los síntomas de una enfermedad. Si se observan con intensa concentración, desaparecerán gradualmente. Si a veces el meditador ve imágenes de todo tipo como con sus propios ojos; por ejemplo, Buddha se aparece con su divino resplandor; una procesión de monjes en el cielo; pagodas e imágenes de Buddha; encuentro con los seres queridos; árboles o bosques, cerros o montañas, jardines, edificios; cuerpos hinchados o esqueletos; nuestro cuerpo hinchado, cubierto de sangre, desecho en pedazos y reducido a un mero esqueleto, las entrañas y órganos vitales y aun gusanos; los habitantes del infierno y del cielo. Éstas no son otra cosa que criaturas de nuestra imaginación, agudizada por la intensa concentración. Estas visiones son similares a aquellas que ocurren en los sueños. Ellas no deben ser ni bienvenidas y disfrutadas ni debe asustarse de ellas. Estos objetos que aparecen durante el curso de la contemplación no son reales, son meras imágenes o imaginaciones; en cambio, la mente que conoce estos objetos es real. Pero, los procesos puramente mentales, inconexos con los cinco sentidos, no son fáciles de distinguir con claridad y detalle. Por lo tanto, atención principal se debería dar a los objetos de los sentidos que pueden ser fácilmente observados y a aquellos procesos mentales que ocurren en conexión con las percepciones de los sentidos. Entonces, el meditador debe observar cualquier objeto que aparece, repitiendo mentalmente, “viendo,” “viendo,” hasta que desaparece. El objeto se alejará, desaparecerá o se desvanecerá. Al comienzo, esto requerirá varias observaciones, digamos de cinco a diez. Pero cuando se ha desarrollado la concentración, el objeto desaparecerá después de un par de observaciones. Sin embargo, si el meditador desea disfrutar el objeto visual o mirarlo detenidamente o, por lo contrario, si se asusta del mismo; es probable que el objeto permanecerá por algún tiempo. Si el objeto se origina deliberadamente; luego, a causa del placer, éste durará por mucho tiempo. Entonces, se debe tener cuidado de no pensar o inclinarse hacia objetos externos cuando la concentración es buena. Si tales pensamientos aparecen, deben ser observados y eliminados inmediatamente. Es el caso de algunas personas que no experimentan objetos o sensaciones extraordinarias; y mientras contemplan de la manera usual, sienten pereza. Ellos deben observar la pereza: “pereza,” “pereza,” hasta que se elimina. En esta etapa, ya sea que se experimenten objetos o sensaciones extraordinarias o no, los meditadores distinguen claramente la fase inicial, intermedia y final de cada observación. Al comienzo de la práctica, durante
la observación de un objeto, tenían que dirigir la atención hacia la ocurrencia de un objeto diferente; no distinguían con claridad la desaparición del objeto previo. Ahora, después de observar la desaparición de un objeto, ellos notan el nuevo objeto que surge. De esta manera, tienen un conocimiento claro de la fase inicial, intermedia y final del objeto observado. En esta etapa, cuando adquiere práctica, el meditador percibe en cada acto de observación que el objeto aparece repentinamente y desaparece instantáneamente. Su percepción es tan clara que reflexiona así: “Todo tiene un final; todo desaparece. Nada es permanente; todo es realmente impermanente.” Su reflexión está de acuerdo con lo expresado en el Comentario de las Escrituras Pali: “Todo es impermanente en el sentido de destrucción, inexistencia después de haber sido.” Además reflexiona: “Es debido a la ignorancia que nosotros disfrutamos de la vida. Pero en realidad no hay nada que disfrutar. Hay un continu surgir y cesar que siempre nos está acosando. Esto es realmente terrible. En cualquier momento podríamos morir y, cuando esto ocurra, todo seguro terminará. Esta impermanencia universal es realmente espantosa y terrible.” Su reflexión está de acuerdo con lo expresado en los Comentarios: “Lo que es impermanente es sufrimiento; sufrimiento en el sentido de terror; sufrimiento en el sentido de opresión por el surgir y el cesar.” Nuevamente, cuando experimenta dolor, reflexiona así: “Todo es sufrimiento; Nada es satisfactorio.” Esta reflexión coincide con lo se dice en el Comentario: “Él percibe el sufrimiento como una púa, como un hervor, como un dardo.” Además él reflexiona: “Esto es una totalidad de sufrimiento; el sufrimiento es inevitable. Surgiendo y desapareciendo, carece de valor. Este proceso no puede ser detenido. Está más allá de nuestro poder. (Este proceso) sigue su curso natural.” Estos pensamientos están de acuerdo con el Comentario que dice: “Aquello que es sufrimiento es impersonal; impersonal en el sentido de no poseer substancia, debido a que no podemos ejercer control sobre él.” El meditador debe observar todas estas reflexiones y continuar contemplando de la manera usual. Habiendo de esta manera percibido las tres características por medio de la experiencia directa, el meditador, infiriendo de la experiencia directa de los objetos observados, comprende que todos los objetos aún no observados (objetos futuros) son impermanentes, sujetos al sufrimiento e impersonales. Con relación a los objetos que no se han experimentado personalmente, concluye: “Ellos también tienen las mismas características: son impermanentes, sufrimiento e impersonales.” Ésta es una inferencia a partir de su experiencia directa actual. Esta comprensión no es lo suficientemente clara para aquellos con una capacidad intelectual limitada o conocimiento limitado y que no prestan atención a la reflexión y continúan notando los objetos. Pero tal comprensión ocurre con frecuencia a aquellos propensos a la reflexión; y, en algunos casos, podría ocurrir en cada acto de observación. Sin embargo, la excesiva reflexión es un impedimento para el progreso en la práctica. Aun si en esta etapa tales reflexiones no ocurren; en las etapas superiores la comprensión será cada vez más clara. Por lo tanto, no se debería prestar atención a tales reflexiones. Durante la contemplación habitual, el meditador debe notar también estas reflexiones si ocurren, pero no debería contemplar en ellas[ix][9]. Después de comprender las tres características, el meditador ya no reflexiona pero procede con la observación de aquellos objetos mentales y materiales que se van presentando continuamente. Cuando las cinco facultades mentales; es decir fe, energía, atención completa, concentración y sabiduría, están correctamente balanceadas, el proceso mental de observación se acelera, como si se elevara, y los procesos materiales y mentales a ser observados también ocurren más rápidamente. Durante el momento de inspiración, el ascenso del abdomen se presenta en rápida sucesión, y el descenso
también es más rápido. Una rápida sucesión es también evidente en el proceso de doblar y extender. Aun los movimientos leves se difunden por todo el cuerpo. En algunos casos, sensaciones de escozor y comezón aparecen momentáneamente en rápida sucesión. En general estas sensaciones son difíciles de soportar. El meditador no puede seguir al mismo paso esta rápida sucesión de diversas experiencias si intenta observarlas por su nombre. La observación aquí se debe realizar de una manera general, pero con atención completa. En esta etapa no es necesario tratar de observar los detalles de los objetos ocurriendo en rápida sucesión, pero hay que observarlos de una manera general. Si desea rotularlos, una designación colectiva es suficiente. Si intenta seguirlos detalladamente, pronto se cansará. Lo importante es observar con claridad y comprender lo que está ocurriendo. En esta etapa, la contemplación usual de unos pocos objetos seleccionados se debería dejar de lado y se debería atender cada objeto que se presenta en las seis puertas de los sentidos. Sólo cuando uno no está familiarizado con este tipo de observación, debería regresar a la contemplación habitual. Los procesos materiales y mentales son una cantidad de veces más rápidos que un parpadeo o un relámpago. Pero, si el meditador continúa simplemente observando estos procesos, puede comprender completamente cuando éstos ocurren. La atención completa es muy firme. En consecuencia, la atención completa aparece como si se arrojase hacia el objeto que surge. El objeto también aparece como encontrándose con la atención completa. Uno comprende cada uno de los objetos clara e individualmente. El meditador después comprende: “Los procesos materiales y mentales son realmente muy rápidos. Ellos son tan rápidos como una máquina o un motor. Y aún, ellos pueden ser observados y comprendidos. Tal vez, no hay nada más que conocer. Aquello a ser comprendido ha sido comprendido.” Él piensa de esta forma porque conoce por experiencia directa lo que antes ni había soñado. Como resultado de la meditación, una luz brillante se aparece al meditador. También experimenta arrobamiento, que produce piel de gallina, lágrimas, temblor en los miembros. Experimenta una emoción sutil y regocijo. Se siente como si estuviera en un columpio. Incluso, se pregunta si está simplemente mareado. Experimenta tranquilidad mental y con ésta, agilidad mental. Cuando está sentado, parado o acostado, se siente muy cómodo. Tanto el cuerpo como la mente son ágiles en su funcionamiento, son dóciles porque pueden atender el objeto deseado; son manejables porque pueden atender los objetos por cualquier espacio de tiempo. No siente rigidez, calor, dolor. La mente penetra los objetos con facilidad. La mente es sana y recta y uno desea evitar completamente el mal. Debido a una fe inconmovible, la mente es muy radiante. Cuando no hay objetos para observar, la mente permanece tranquila por un largo tiempo. Surgen pensamientos tales como: “Realmente Buddha es omnisciente. Verdaderamente, los procesos materiales y mentales son impermanentes, sujetos al sufrimiento e impersonales.” Mientras observa los objetos, comprende con claridad las tres características. Desea aconsejar a los demás para que practiquen meditación. Libre de somnolencia y sopor, su energía no es ni laxa ni tensa. Experimenta ecuanimidad asociada con la penetración. Su felicidad excede aquella experimentada antes. Entonces, desea comunicar sus experiencias y sensaciones a los demás. Además se manifiesta un sutil apego que disfruta la experiencia de la luz brillante, de la atención completa y del arrobamiento. Piensa que ésta es la bendición de la meditación. El meditador no debería reflexionar en estos eventos. Cuando cada uno de ellos ocurre, debería observarlos: “Luz brillante,” “fe,” “arrobamiento,” “tranquilidad,” “regocijo,” etc[x][10]. Cuando hay luminosidad, debería notar este fenómeno como “luminosidad,” hasta que desaparezca; y similarmente para los otros casos. Cuando la luminosidad aparece, al comienzo existe la tendencia a olvidar la observación y a disfrutar de la
luminosidad. Incluso si el meditador observa atentamente la luminosidad, ésta estará mezclada con sensaciones de arrobamiento y regocijo; y es posible que permanezca. Sin embargo, más tarde se acostumbrará a estos fenómenos y continuará observándolos claramente hasta que desaparezcan. A veces la luminosidad es tan brillante que es difícil hacerla desaparecer con la mera observación. En tal caso, debería dejar de prestar atención a la misma y observar enérgicamente cualquier otro objeto que surge en el cuerpo. El meditador no debería ponderar si la luz brillante todavía está allí. Si lo hace, es posible que vea la luz. Si tal pensamiento ocurre, debería eliminarlo mediante la observación vigorosa del mismo. Cuando la concentración es intensa, no sólo una luz brillante sino también aparecerán otros objetos extraordinarios; éstos podrían continuar su manifestación si se inclina hacia uno u otro. Si tal inclinación ocurre, el meditador debe notarla rápidamente. En algunos casos, aun si no hay tal inclinación hacia algún objeto en particular, objetos tenues aparecen uno después de otro como los vagones de un tren. El meditador debería responder a tales imágenes visuales simplemente notando: “Viendo,” “viendo,” y cada objeto desaparecerá. Cuando la concentración se debilita, los objetos podrían volverse más claros. En este caso, cada uno debe ser observado hasta que todo el “tren” de objetos finalmente desaparece. Debe reconocer que apreciar la inclinación hacia fenómenos tales como luminosidad y apegarse a éstos, es una actitud errónea. La actitud correcta, que está de acuerdo con el sendero hacia la penetración, es observar estos objetos con atención completa y sin apego hasta que desaparezcan[xi][11]. Cuando el meditador continúa aplicando la atención al cuerpo y la mente, su capacidad de penetración aumentará en claridad. Percibirá más claramente el surgir y el cesar de los procesos materiales y mentales. Descubrirá que cada objeto surge en un lugar y en ese mismo lugar cesa. Descubrirá que la ocurrencia previa es una cosa y la ocurrencia siguiente es otra. En cada acto de observación, comprende las características de impermanencia, sufrimiento e impersonalidad. Después de haber contemplado así por bastante tiempo, podría pensar: “Esto es seguramente lo mejor que se puede alcanzar. No puede haber algo mejor.” Se siente tan satisfecho con su progreso que posiblemente interrumpirá la práctica y se relajará. Sin embargo, no debería relajarse en esta etapa, sino continuar con la práctica de observar los procesos materiales y mentales ininterrumpidamente por más tiempo[xii][12]. Cuando la práctica ha mejorado y la contemplación ha madurado, el surgir de los objetos ya no es aparente; el meditador nota sólo la desaparición de los mismos. Ellos desaparecen con rapidez, y también los procesos mentales de observación. Por ejemplo, mientras observa el ascenso del abdomen, este movimiento desaparece velozmente. Igualmente desaparece el proceso mental de observación. De esta manera, el meditador comprende claramente que tanto el ascenso del abdomen y su observación desaparecen inmediatamente, uno después del otro. Lo mismo es válido para el caso del descenso del abdomen, la postura de sentado, doblar o extender un brazo o pierna, rigidez en los miembros, etc. La observación del objeto y el conocimiento de su desaparición ocurren en rápida sucesión. Algunos meditadores perciben distintamente tres fases: notar un objeto, su desaparición y la cesación de la conciencia que conoce la desaparición del objeto; todos en rápida sucesión. Sin embargo, es suficiente conocer, a la par, la desaparición del objeto y la cesación de la mente que observa tal desaparición. Cuando el meditador puede notar con claridad estos pares (objeto y mente) sin interrupción, las partes específicas como cuerpo, cabeza, mano, pierna ya no son aparentes y se le manifiesta la idea de que todo está desapareciendo, desvaneciéndose. En esta etapa, es probable que piense que su contemplación no es enteramente satisfactoria. Pero en realidad no es así. La mente, por regla general, se regocija
demorándose en los partes específicas y las formas. Debido a la ausencia de las mismas, la mente está buscando satisfacción. En realidad, esto es la manifestación de progreso en la meditación. Al comienzo, son las partes específicas las que se notan con claridad, pero ahora su desaparición se nota primero, debido al progreso en la meditación. Sólo después de una reiterada reflexión, las partes específicas aparecen de nuevo; pero si ellas no son observadas el hecho de la disolución reaparece y permanece. Entonces, descubre por experiencia directa la verdad del dicho: “Cuando un nombre o una designación se manifiesta, una verdad yace oculta; cuando la verdad se revela, el nombre o la designación desaparece.” Cuando el meditador observa los objetos claramente, piensa que sus observaciones no son lo suficientemente precisas. De hecho, la contemplación es tan rápida y clara que él puede conocer hasta los momentos de conciencia de continuidad vital entre los procesos de cognición. Cuando se propone realizar una acción, por ejemplo, doblar o extender el brazo, y prontamente nota la intención que luego desaparece, el resultado es que no puede doblar o extender por algunos momentos. En este caso, debería desviar su atención y contemplar los fenómenos en las seis puertas de los sentidos. Si el meditador extiende su contemplación sobre todo el cuerpo, de la manera habitual, comenzando con la observación de la dilatación y contracción del abdomen, pronto ganará impulso; y, luego, debería continuar sucesivamente notando los puntos de contacto y su conocimiento o la conciencia visual y su conocimiento o la conciencia auditiva y su conocimiento, etc. Si durante la contemplación siente agitación o cansancio, debería regresar a observar el ascenso y descenso del abdomen. Después de algún tiempo, cuando ha ganado ímpetu, debería observar cualquier objeto que se manifiesta en el cuerpo. Cuando puede contemplar bien en diversos objetos, aun si no observa los objetos con vigor, comprende que lo que oye desaparece, que lo que ve desaparece, sin continuación entre ellos. Esto es comprender las cosas como realmente son. Algunos meditadores no ven claramente lo que está ocurriendo porque la disolución es tan rápida que ellos piensan que el sentido de la vista está empeorando o que están mareados. Pero no es así. Simplemente carecen del poder para notar lo que está ocurriendo antes y después; el resultado es que ellos no distinguen las partes específicas o las formas. En este caso, deberían relajarse y suspender la contemplación. Pero los procesos materiales y mentales continúan ocurriendo, y la mente espontáneamente continúa observándolos. El meditador podría decidir dormir, pero no se duerme; y permanece en buen estado y alerta. No debe preocuparse por la pérdida de sueño porque a causa de esto no se sentirá indispuesto o enfermo. Debería continuar observando con vigor y comprobará que su mente es capaz de percibir completa y claramente los objetos. Cuando está ocupado observando continuamente tanto la disolución de los objetos y el conocimiento de los mismos, reflexiona: “Nada permanece aun por un parpadeo o un relampaguear. Esto no lo había comprendido anteriormente. Así como cesó y desapareció en el pasado también cesará y desaparecerá en el futuro.” Debe notar esta reflexión[xiii][13]. Además, durante la contemplación, el meditador posiblemente tendrá un sentimiento de temor. Él reflexiona: “Uno disfruta la vida sin conocer la verdad. Ahora que uno conoce la verdad de la continua disolución, es realmente terrible. En cada momento de disolución uno puede morir. El comienzo de esta vida es realmente terrible. Igualmente son las incesantes repeticiones del surgir (de la materia y mente). Terrible es sentir que en ausencia de la realidad de las partes específicas y formas, las ocurrencias aparecen ser reales. Terribles son los esfuerzos para detener el continuo cambio de los fenómenos para lograr el bienestar y la felicidad. Terrible es renacer porque siempre habrá una recurrencia de objetos que surgen y desaparecen.
Realmente terrible es la vejez, la muerte, la pena, el lamento, el dolor, el pesar y la desesperanza.” Tales reflexiones deben ser observadas y luego desechadas. A continuación el meditador no encuentra nada de qué depender y se siente como debilitado tanto mental como físicamente. Se siente abatido. Ya no está más alegre y espiritoso. Pero no debería desesperarse. Esta condición es un signo de progreso en la meditación. No es nada más que sentirse infeliz ante el sentimiento de temor. Debe observar tal reflexión y mientras continúa observando los objetos que surgen, uno después de otro, esta sensación desagradable pronto desaparecerá. Sin embargo, si deja de contemplar por algún tiempo; el pesar se arraigará y el temor lo subyugará. Este tipo de temor no esta asociado con la contemplación. Por lo tanto, se debe tener cuidado para prevenir la ocurrencia del mismo por medio de la observación vigorosa[xiv][14]. Nuevamente durante la contemplación, es posible que encontrará fallas, de la siguiente manera: “Este proceso corporal y mental, siendo impermanente, es insatisfactorio. No es bueno haber nacido. Tampoco es bueno continuar existiendo. Es una desilusión ver la apariencia de las partes específicas y las formas de los objetos cuando éstos no son reales. Es vano el esfuerzo para lograr el bienestar y la felicidad. Nacer no es deseable. Terribles son la vejez, la muerte, el lamento, el dolor, el pesar y la desesperanza.” Una reflexión de esta naturaleza se debe también observar[xv][15]. Luego, existe la inclinación a pensar que el cuerpo y la mente, el objeto y la mente que observa, son muy toscos, bajos e inútiles. Observando el surgir y el cesar, siente repugnancia. Podría ver su propio cuerpo deteriorarse y descomponerse. Considera su propio cuerpo como algo muy frágil. En esta etapa, durante la contemplación de todo lo que ocurre en su cuerpo y mente, el meditador siente disgusto. A pesar de que reconoce claramente la disolución mediante una serie de correctas observaciones, ya no está más alerta y espiritoso. Su contemplación está asociada a una sensación de disgusto. Siente pereza para continuar contemplando. A pesar de esto, no puede evitar seguir contemplando. Por ejemplo, es como aquella persona que siente disgusto a cada paso cuando tiene que caminar en un sendero barroso y sucio y no puede detenerse. No puede evitarlo, debe continuar caminando. A este punto, ve el cuerpo humano sujeto al proceso de disolución; y no le agrada la perspectiva de renacer como un ser humano, hombre o mujer, rey o multimillonario. Tiene el mismo sentimiento hacia los planos celestiales[xvi][16]. Cuando, debido a este conocimiento, siente disgusto con respecto a cada objeto observado, experimentará el deseo de abandonar o liberarse de estos objetos[xvii][17]. Ver, oír, tocar, reflexionar, pararse, sentarse, doblar, extender, notar; desea liberarse de todos ellos. Debería notar este deseo. Ahora anhela liberarse de los procesos materiales y mentales. Reflexiona: “Cada vez que los observo, encuentro que se repiten; estas repeticiones son todas malas. Es mejor que deje de observarlas.” Debería tomar nota de tal reflexión. Algunos meditadores, cuando reflexionan de esta manera, en efecto abandonan la observación de los objetos. A pesar de esto, los objetos no dejan de manifestarse; es decir, ascenso, descenso, doblar, extender, intención, etc. Ellos continúan ocurriendo como siempre. La observación de los distintos objetos también continúa. Entonces, se siente satisfecho, y reflexiona así: “A pesar de que dejo de observar los procesos corporales y mentales, los objetos continúan manifestándose. Ellos están manifestándose y la conciencia de los mismos está allí, por sí misma. Entonces, la liberación de ellos no puede ser alcanzada por medio del mero abandono de la observación. Ellos no pueden se abandonados de esta manera. Observándolos de la manera usual, las tres características de la existencia se comprenden completamente y, luego, sin prestar atención a las mismas se alcanza el estado de ecuanimidad. La
cesación de estas formaciones (objetos mentales y materiales), el Nibbana, será realizado. La paz y la felicidad vendrán.” Entonces, reflexionando con regocijo, continúa observando las formaciones. En este caso, aquellos meditadores que no son capaces de reflexionar de esta forma, continuarán su meditación después de sentirse satisfechos de las explicaciones de sus maestros. Tan pronto como continúan meditando, alcanzan ímpetu y usualmente, en esta oportunidad, en algunos casos, distintas sensaciones de dolor ocurren. Esto no debe causar preocupación. Es sólo la manifestación de la característica inherente de esta abundancia de sufrimiento. El Comentario dice lo siguiente: “Percibiendo los cinco agregados como sufrimiento, como una enfermedad, como una llaga, como un dardo, como una calamidad, como una aflicción, etc.” Si tales sensaciones dolorosas no se experimentan, alguna de las cuarenta características de impermanencia, sufrimiento e impersonalidad[xviii][18] será aparente en cada acto de observación. A pesar de que el meditador está observando correctamente, piensa que no lo está haciendo bien. Piensa que la conciencia que observa y el objeto observado no están lo suficientemente cerca. Esto es debido a que él está demasiado ansioso en comprender completamente las tres características. Insatisfecho con su contemplación, frecuentemente cambia de postura. Durante el período de meditación sentado piensa que contemplará mejor caminando. Mientras camina desea retornar a meditar sentado. Después que se ha sentado cambia la posición de sus miembros. Desea ir a otro lugar; desea acostarse. Aunque hace estos cambios no permanece por mucho tiempo en una posición determinada. Nuevamente se siente intranquilo. Pero no debería desesperarse. Todo esto ocurre porque ha comprendido la naturaleza real de las formaciones y también porque todavía no ha alcanzado el “conocimiento de ecuanimidad hacia las formaciones” (sankharupekkhañana). Está progresando y, aún así, piensa lo contrario. Debería tratar de permanecer en una sola postura, y sentirse a gusto en la misma. Continuando la observación de los objetos con vigor, su mente gradualmente se volverá tranquila y brillante. Y finalmente la intranquilidad desaparecerá totalmente[xix][19]. Cuando el “conocimiento de ecuanimidad hacia las formaciones” ha madurado, la mente es muy clara y podrá observar los objetos muy lúcidamente. La observación se realiza fácilmente como si no se necesitara esfuerzo. Los objetos sutiles, también, se observan sin esfuerzo. Las reales características de impermanencia, sufrimiento e impersonalidad son evidentes sin necesidad de reflexionar. Cuando surge alguna sensación, la atención se dirige al lugar del cuerpo donde ésta surge, pero la sensación del tacto es tan suave como el algodón. A veces, los objetos a ser notados en todo el cuerpo son tantos que la observación se debe acelerar. Tanto el cuerpo como la mente aparecen como empujando hacia arriba. Los objetos observados disminuyen y pueden ser observados fácil y tranquilamente. A veces las formaciones corporales desaparecen totalmente dando lugar solamente a las formaciones mentales. Luego el meditador experimentará arrobamiento como disfrutando de una lluvia de pequeñas partículas de agua. También se llena de serenidad. Podría también percibir luminosidad como un cielo claro. Sin embargo estas experiencias no lo influencian excesivamente. No siente un gran gozo. Pero aún disfruta de estas experiencias. Debe observar la alegría. También debe observar el arrobamiento, la serenidad y la luminosidad. Si ellas no desaparecen cuando son observadas, debería ignorarlas y notar cualquier otro objeto que se presenta. En esta etapa se siente satisfecho con el conocimiento de que no existe un yo, una personalidad, lo mío, él o lo de él; sólo formaciones, formaciones que observan formaciones. También siente regocijo observando los objetos uno después de otro. No se cansa de notar los objetos uno después de otro. No se cansa de observarlos por mucho tiempo. Está libre de las sensaciones de dolor. Puede permanecer por mucho
tiempo en la postura que elija. Ya sea sentado o acostado puede continuar contemplando por dos o tres horas sin experimentar ninguna incomodidad, sin cansarse. Cuando su intención es contemplar por un rato, podría continuar por dos o tres horas. Aun después de este período su postura es tan firme como al comienzo. A veces las formaciones ocurren rápidamente y las observa bien. Podría sentir ansiedad con respecto a que es lo qué le ocurriría. Debería observar esta ansiedad. Si piensa que está progresando, debería observar este pensamiento. Si espera progresar en la contemplación, debería observar estas expectativas. Debería notar constantemente cualquier objeto que ocurre. No debería usar demasiado esfuerzo ni relajarse. En algunos casos, debido a la ansiedad, a la alegría, al apego o a las expectativas la observación se vuelve laxa y retrógrada. Aquellos que piensan que el objetivo está muy cerca contemplan con gran energía. Mientras esto ocurre, la observación se vuelve laxa y se retrocede. Esto ocurre porque una mente agitada no se puede concentrar correctamente en las formaciones. De esta manera, cuando la contemplación va bien, el meditador debe continuar sin parar; esto significa que no debería relajarse ni poner demasiado esfuerzo. Si continúa sin cesar, rápidamente realizará el fin de las formaciones y el Nibbana. En el caso de algunos meditadores, ellos podrían, en esta etapa, levitar y caer una y otra vez. Deberían no desesperarse sino continuar con determinación. Se debe prestar atención a cualquier objeto que se presenta en las seis puertas. Sin embargo, cuando la observación procede fácil y calmamente, la contemplación extendida de esta manera no es posible. Entonces, la observación debería comenzar ganando ímpetu hasta que se vuelve fácil y calmada. Si el meditador comienza con los movimientos del abdomen o con algún otro objeto corporal o mental, descubrirá que está ganando ímpetu. Luego la observación procederá fácil y tranquilamente por sí misma. Ocurrirá que observa con facilidad el cese y la desaparición de las formaciones. A este punto, su mente está libre de todas las impurezas. Por más agradable y tentador que el objeto sea, no es así para él. A la inversa, por más desagradable que un objeto sea, no es así para él. Él simplemente ve, oye, huele, gusta, siente el tacto y conoce. Con los seis tipos de ecuanimidad descritos en las Escrituras observa todas las formaciones. No es consciente aun del tiempo en que está dedicado a la contemplación. Ni reflexiona de ninguna manera. Pero si no desarrolla el suficiente progreso en la contemplación para alcanzar el “conocimiento del sendero y su fruición” (magga y phala) en dos o tres horas, la concentración se vuelve laxa y sobreviene la reflexión. Por otra parte, si está haciendo buen progreso, podría anticipar mayor progreso. Se sentirá tan satisfecho con su resultado que experimentará un retroceso. Debe eliminar tales expectativas o reflexiones por medio de la simple observación. La continua contemplación alcanzará nuevamente progreso con facilidad. Pero si aún no se ha alcanzado suficiente poder de concentración, ésta nuevamente se vuelve laxa. Algunos meditadores progresan y retroceden de esta forma una y otra vez. Aquellos que están informados de las distintas etapas del progreso en la meditación por medio del estudio (o por haber oído) encuentran estos altibajos. Por lo tanto, no es bueno para el estudiante que medita bajo la supervisión de un maestro, interiorizarse con estas etapas antes de comenzar la meditación. Es para el beneficio de aquellos que tienen que meditar sin la ayuda de un maestro que estas etapas han sido aquí descritas. A pesar de tales fluctuaciones en el progreso, el meditador no debe dejarse sobreponer por la desilusión o la desesperación. Ahora él está, por así decirlo, en el umbral de magga y phala (el sendero y la fruición de los estados de santidad). Tan pronto como las cinco facultades (indriya), fe, energía, atención completa, concentración y sabiduría, estén equilibradas, alcanzará magga y phala y el Nibbana. ¿CÓMO SE REALIZA EL NIBBANA?
Las fluctuaciones en la contemplación que ocurren de la manera mencionada anteriormente son comparables a un pájaro suelto de un barco en la mar. En la antigüedad, el capitán del barco, encontrando difícil conocer si el barco se estaba acercando a tierra, soltaba el pájaro que había traído con él. El pájaro volaba en las cuatro direcciones buscando la costa. Cuando no podía encontrar tierra, regresaba al barco. Mientras la contemplación no sea lo suficientemente madura para alcanzar el sendero y la fruición y realizar el Nibbana, ésta se vuelve laxa y deficiente, como el pájaro que regresa al barco. Cuando el pájaro ve tierra vuela hacia allí sin regresar al barco. Similarmente, cuando la contemplación ha madurado, cuando es aguda, firme y lúcida, comprenderá una de las formaciones en una de las seis puertas de los sentidos como impermanente o sufrimiento o impersonal. La observación firme y lúcida de una de las tres características se acelera y ocurre tres o cuatro veces en rápida sucesión. Inmediatamente después que la última conciencia en esta serie acelerada de observaciones desaparece, tiene lugar magga y phala (sendero y fruición) realizando el Nibbana, la cesación de todas las formaciones. Las observaciones son ahora más lúcidas que las que ocurrieron inmediatamente antes de la realización. Después de la última observación, la cesación de las formaciones y la realización del Nibbana son evidentes. Por esta razón aquellos que han realizado el Nibbana dirían: Los objetos observados y la conciencia que los observa cesan completamente; o los objetos y las observaciones se cortan como la enredadera que se corta con un cuchillo; o los objetos y las observaciones se desprenden como aquél que se despoja de una pesada carga; o los objetos y las observaciones se separan como aquello que uno está asiendo se descompone en partes; o los objetos y las observaciones son repentinamente libres como fuera de una prisión; o los objetos y las observaciones se extinguen como una vela que se apaga de repente; o desaparecen como si la oscuridad hubiera reemplazado la luz; o se liberan como de un embrollo; o se hunden como en el agua; o abruptamente se detienen como una persona corriendo que se detiene por un violento golpe; o cesan completamente. Sin embargo, la realización de la cesación de las formaciones no dura por mucho tiempo. Es tan corta que dura sólo un instante. Luego el meditador examina lo ocurrido. Comprende que la cesación de los procesos materiales (observados) y los procesos mentales que observan es magga-phala-nibbana. Aquellos que están bien informados saben que la cesación de las formaciones es el Nibbana, y la realización de la cesación y la beatitud es magga-phala. Se dirán a sí mismos: “Ahora he realizado el Nibbana y alcanzado sotapatti-magga-phala (el sendero y la fruición de la entrada en la corriente).” Este tipo de conocimiento inequívoco se manifiesta a aquellos que han estudiado las Escrituras o escuchado sermones sobre el tema[xx][20]. Algunos meditadores examinan las impurezas mentales—aquellas abandonadas y aquellas que todavía quedan. Después de examinar de esta manera, aún continúan la práctica observando los procesos corporales y mentales. Sin embargo durante la observación, los procesos corporales y mentales, aparecen como toscos. Tanto el surgir como el cesar de los procesos son muy evidentes al meditador. Pero ahora el meditador siente como si sus observaciones fueran laxas y deficientes. De hecho ha retornado al conocimiento del surgir y el cesar. Es verdad: sus observaciones se han vuelto laxas y deficientes. Debido a que ha regresado a este estado, es posible que perciba luces brillantes o formas de objetos. En algunos casos, esta regresión produce en un desequilibrio en la contemplación, los objetos observados y la mente que los observa no van juntos. Algunos meditadores experimentan por momentos un dolor leve. Pero en general, los meditadores notan que sus procesos mentales son claros y brillantes. En esta
etapa, el meditador siente que su mente está libre de impedimentos; se siente feliz sin impedimentos. En tal estado mental él no puede observar los procesos mentales; y, aun si lo hace, no los puede distinguir claramente. No puede pensar tampoco en ninguna otra cosa. Simplemente siente beatitud y vitalidad. Cuando estos estados pierden su vigor él puede notar de nuevo los procesos corporales y mentales y comprender el surgir y el cesar claramente. Después de algún tiempo alcanza el estado donde puede observar las formaciones fácil y tranquilamente. Si la contemplación ha madurado, puede de nuevo alcanzar el “conocimiento de la cesación de las formaciones.” Si el poder de la concentración es agudo y firme, este conocimiento se puede repetir frecuentemente. En estos tiempos, el objetivo del meditador es alcanzar el conocimiento del primer sendero y fruición (magga-phala), y posteriormente experimentar repetidamente este conocimiento. Hasta aquí hemos descrito el método de meditación, los estados progresivos de meditación y la realización de sotapatti-magga-phala. Aquél que ha alcanzado el conocimiento del sendero y fruición es consciente de un cambio radical en su temperamento y actitud mental y siente que su vida ha cambiado. Su fe o confianza en las Tres Joyas Sagradas (Buddha, Dhamma y Sangha) es firme e inconmovible. Debido a su fe fortalecida también progresa en serenidad y arrobamiento. Brotes espontáneos de alegría ocurren en él. Debido a estas experiencia extáticas y a pesar de su empeño después de alcanzar el sendero y la fruición no puede notar los objetos con claridad. Sin embargo, estas experiencias decrecen gradualmente después de algunas horas o días; y podrá de nuevo notar las formaciones claramente. En algunos casos, los meditadores, habiendo alcanzado magga-phala, se sienten despojados de una gran carga, libres y desahogados, y no desean continuar con la contemplación. Su objetivo, alcanzar magga-phala, se ha logrado y su estado de ánimo es comprensible. El conocimiento de fruición (phala-ñana) Si la persona que ha alcanzado magga-phala desea conseguir el conocimiento de fruición (phala-ñana) y el Nibbana otra vez, debe dirigir su mente hacia ese objetivo y observar los procesos materiales y mentales. En las etapas de meditación es natural que el “conocimiento analítico de la mente y la materia” ocurra primero a una persona ordinaria (puthujjana) y que el “conocimiento del surgir y el cesar” ocurra primero a una persona noble (ariya). Por lo tanto, el meditador en esta etapa, consciente de los procesos corporales y mentales, alcanzará el “conocimiento del surgir y el cesar,” seguido pronto por las otras etapas progresivas de la meditación, hasta el “conocimiento de ecuanimidad hacia las formaciones.” Cuando este conocimiento madura, se alcanza el estado de cesación de las formaciones, el Nibbana, con el resultante “conocimiento de fruición.” Este conocimiento dura sólo un momento para aquél que no ha decidido previamente la duración; pero a veces podría durar por más tiempo. Pero en el caso de aquellos que han previamente decidido la duración, el “conocimiento de fruición” dura mucho más, digamos todo un día, una noche o tanto como se haya decidido. Esto está de acuerdo con los Comentarios. Igualmente, en estos tiempos, para aquellos inmersos en la concentración y meditación, la fruición dura una, dos, tres horas, etc. El conocimiento de fruición termina sólo cuando el meditador desea que termine. Sin embargo, durante el período del conocimiento de fruición, durando dos o tres horas, los momentos de examinación sólo ocurren a veces, desaparecen luego de cuatro o cinco observaciones; y el conocimiento de fruición recurre. En algunos casos, el conocimiento de fruición dura varias horas sin ninguna interrupción. Durante el conocimiento de fruición, la mente está absolutamente fijada en la cesación de las formaciones o el Nibbana. El Nibbana es un dhamma (estado) enteramente libre de los procesos corporales y mentales y de todas las nociones mundanas. Por lo tanto, durante la experiencia del conocimiento de fruición no existe conciencia de los procesos
corporales y mentales, ni de este mundo, ni de otras esferas mundanas. Es absolutamente libre de toda la esfera mundana. Es absolutamente libre del conocimiento mundano y sus inclinaciones. Alrededor de están todos los objetos visuales, auditivos, olfativos, táctiles, pero uno no es consciente de ellos en ninguna manera. Su postura es firme. Si la dicha del conocimiento de fruición llega cuando está sentado, su postura permanece firme, tan firme como antes, sin doblarse ni balancearse. Sin embargo, cuando el proceso de fruición termina, surgen inmediatamente pensamientos con relación a la cesación de las formaciones o los objetos visuales, auditivos, etc. Luego la contemplación habitual continúa y la vivacidad del ánimo o la reflexión. Al comienzo las formaciones aparecen poco refinadas y sus observaciones no son los suficientemente vigorosas. Pero, en el caso de aquellos en que la contemplación está desarrollada, su contemplación es tan fácil como siempre. Debemos dar aquí una nota de cautela. El meditador debería decidir a priori sobre la rápida entrada y duración del conocimiento de fruición. No debería dirigir su atención a la decisión una vez que ha comenzado a notar los procesos corporales y mentales. Antes de alcanzar la madurez de la contemplación, mientras observa correctamente las formaciones, podría experimentar piel de gallina, bostezos, temblores y sollozos y perder el ímpetu en la contemplación. Mientras sus observaciones ganan fuerza, podría anticipar con placer el objetivo y de ese modo perder el control de la contemplación. No debería pensar en ninguna otra cosa aparte de la contemplación y si piensa inadvertidamente en algo, debe notar este pensamiento extraño. Algunos alcanzan el conocimiento de fruición solamente después de haber perdido algunas veces el impulso de la contemplación. Si la concentración es débil, la entrada en el conocimiento de fruición es lenta, y cuando ocurre no dura por mucho tiempo. Ésta es la descripción del conocimiento de fruición. El conocimiento de revisión (paccavekkhana-ñana) Algunos meditadores pasan (rápidamente) por las etapas del conocimiento de temor, miseria o peligro, disgusto, deseo de liberación, y consecuentemente no tienen una clara comprensión de los mismos. Entonces, aquellos deseosos de examinar las distintas etapas, deberían examinar cada una de ellas por un período determinado de tiempo. Por ejemplo, por media hora o una hora uno debería atender solamente el surgir y el cesar de los objetos con resolución en este conocimiento. Durante ese período el conocimiento del surgir y el cesar permanece intacto, y no habrá progreso adicional en la meditación. Sin embargo, cuando ese período finaliza, el conocimiento de disolución arriba por sí mismo. Si no llega por sí mismo, se debe atender la disolución con la resolución de que este conocimiento permanezca por un cierto período de tiempo. Durante ese período aquello que se ha resuelto ocurrirá. Al finalizar el tiempo fijado, el próximo conocimiento vendrá por sí mismo. Si no ocurre así, debería aspirar por el (próximo) conocimiento de temor. Luego, el conocimiento de temor arriba. Después debería atender los objetos como miserables y el conocimiento de la miseria arribará prontamente. Cuando la mente se dirige hacia los objetos repugnantes, el conocimiento de disgusto tendrá lugar. Cuando siente disgusto en cada acto de observación, el conocimiento de disgusto se ha establecido. Posteriormente debe pensar en la próxima etapa: el conocimiento del deseo de liberación. Poseído por un ardiente deseo de liberación de las formaciones, debería aspirar por el conocimiento relevante, y pronto este conocimiento arriba, después de un poco de esfuerzo. Cuando procede hacia la próxima etapa, experimentará dolor, deseará cambiar de postura y se sentirá descontento; pero alcanzará el conocimiento de re-contemplación. Luego, el meditador debe dirigir su atención hacia el conocimiento de ecuanimidad. El impulso de la contemplación continuará hasta que alcance fácilmente el conocimiento de
ecuanimidad. De esta manera, descubrirá que durante el tiempo estipulado, mientras está observando, ocurre el conocimiento particular deseado y al concluir tendrá lugar el próximo conocimiento como un incremento en la aguja del barómetro. Si la revisión de los conocimientos mencionados no es satisfactoria todavía, debería repetirse hasta que así lo sea. El progreso es tan rápido en el meditador diligente que él podría alcanzar en pocos momentos la etapa de conocimiento de ecuanimidad hacia las formaciones y, también, el conocimiento de fruición. Aquél maduro en la práctica puede alcanzar el conocimiento de fruición mientras camina o mientras come. ¿Cómo alcanzar las etapas superiores del sendero? Cuando el meditador se siente completamente satisfecho de los ejercicios para alcanzar rápidamente el conocimiento de fruición del primer sendero, y para permanecer en él por mucho tiempo, debería esforzarse por alcanzar el sendero más elevado. Después de decidir un período determinado de esfuerzo, debe realizar un ferviente deseo, así: “Durante este período no deseo experimentar el conocimiento de fruición. ¡Qué no haya recurrencia de este conocimiento! ¡Qué alcance el sendero superior, el sendero que aún no he alcanzado! ¡Qué alcance ese objetivo!” Con este ferviente deseo, debería, como de costumbre, observar los procesos corporales y mentales. La ventaja de determinar el período de esfuerzo es que él puede fácilmente, si así lo desea, alcanzar nuevamente el conocimiento de fruición del sendero ya conseguido. Si tal período de esfuerzo no se determina, y continúa realizando esfuerzo hacia el sendero superior, no será posible alcanzar nuevamente el conocimiento de fruición del sendero inferior. En este caso, si encuentra que todavía no puede alcanzar el sendero superior ni regresar al conocimiento de fruición del sendero inferior, se sentirá perturbado por el descontento y la desilusión. La ventaja de abandonar el deseo de alcanzar nuevamente el conocimiento de fruición mencionado es no alcanzar este conocimiento durante el período determinado, y si la contemplación ha madurado, puede alcanzar el sendero superior. Si el deseo no se abandona completamente, el conocimiento previo de fruición podría tener lugar nuevamente. Por lo tanto, es necesario abandonar completamente este deseo durante el período determinado. Cuando comienza la contemplación con el objetivo de alcanzar el sendero superior, la contemplación debería comenzar con el conocimiento del surgir y el cesar. Después, el progreso en la contemplación no es similar a aquel para alcanzar nuevamente el conocimiento de fruición, sino similar al progreso en la contemplación para alcanzar el sendero inferior. Luces brillantes y distintas formas aparecen como en las etapas iniciales del conocimiento del surgir y el cesar. Podría experimentar dolor. El conocimiento del surgir y el cesar de los procesos materiales y mentales es preciso. Sin embargo, no se requiere mucho tiempo para alcanzar el conocimiento de ecuanimidad hacia las formaciones, como cuando contempla para alcanzar nuevamente el conocimiento de fruición. Ahora, si la contemplación no madura deberá permanecer por mucho tiempo en las etapas inferiores. Sin embargo, el meditador no encontrará dificultades como en el caso del sendero inferior. Es posible que en un día alcance un conocimiento después de otro hasta llegar al conocimiento de ecuanimidad hacia las formaciones. El proceso mental de observación es mucho más claro, lúcido y amplio. Más agudas son sus experiencias de (los conocimientos de) temor, miseria, disgusto y deseo de liberación del sufrimiento de las esferas mundanas. Si bien anteriormente era posible alcanzar el conocimiento de fruición cuatro o cinco veces en una hora; ahora, si la contemplación no ha madurado aún para alcanzar el sendero superior, el conocimiento de ecuanimidad hacia las formaciones continúa. Es posible que dure un día o meses o años. Cuando la contemplación madura, las observaciones de las formaciones son precisas, la comprensión de la cesación de las formaciones arriba con la realización del sendero y la fruición superior. Luego tiene lugar el conocimiento de
revisión (paccavekkhana-ñana). Posteriormente él regresará al conocimiento del surgir y el cesar y sus procesos mentales serán muy claros. Ésta es la descripción del progreso en la contemplación que conduce a la realización de sakadagami-magga, el sendero del que regresa una vez. Nuevamente, si desea fervientemente alcanzar el tercer sendero, anagami-magga (el sendero de no regreso), debe decidir otra vez un período determinado de tiempo, durante el cual se abandona completamente el deseo de regresar al conocimiento de fruición del sendero previo. Luego, resuelve así: “¡Qué haya progreso solamente hacia el sendero superior! ¡Qué alcance el sendero y la fruición superior!” Y debe contemplar los procesos corporales y mentales de la manera usual. Comienza con el conocimiento del surgir y el cesar; pero, pronto, alcanza sucesivamente los conocimientos superiores hasta llegar al conocimiento de ecuanimidad hacia las formaciones. Si la contemplación no ha madurado aún, este conocimiento permanecerá. Cuando madura, alcanzará el conocimiento de la cesación de formaciones y con éste el conocimiento del tercer sendero y fruición. Ésta es la descripción de cómo se alcanza el tercer sendero y fruición, anagami o sendero de no regreso. La persona que aspira a alcanzar el cuarto y último sendero y fruición, el estado de santidad (arahata-magga y phala), debe determinar un período de esfuerzo y abandonar todo deseo de alcanzar nuevamente el conocimiento de fruición del tercer sendero. Posteriormente debe comenzar a contemplar como de costumbre en los procesos materiales y mentales. Éste es el único camino como se declara en el Satipatthana Sutta. Comenzando con el conocimiento del surgir y el cesar, pronto se alcanza el conocimiento de ecuanimidad hacia las formaciones. Si la contemplación no ha madurado aún, este conocimiento permanecerá. Cuando madura, el meditador alcanza la cesación de las formaciones con la realización del último sendero, arahatta-magga. En los párrafos anteriores, la mención de que el progreso en la contemplación concluirá con la realización del conocimiento de los senderos y fruiciones (magga-phala-ñana) se refiere solamente a aquellos que han madurado en la perfección de las virtudes (paramitas). Aquellos que no han desarrollado completamente las paramitas se detendrán en el conocimiento de ecuanimidad hacia las formaciones. Es importante destacar que, a pesar de que la persona que ha alcanzado el primer sendero conseguirá el segundo sendero con facilidad, le será difícil alcanzar el tercer sendero por mucho tiempo. La razón es que tanto aquellos que han alcanzado el primer sendero como el segundo, han practicado correctamente moralidad (sila) o, en otras palabras, ellos son modelos de virtud. En el caso del tercer sendero, es necesario también desarrollar totalmente la concentración (samadhi). Por lo tanto, (los que han alcanzado los dos primeros senderos) no podrán alcanzar el tercero con facilidad pues deberán esforzarse mucho para desarrollar la concentración. Sea como sea, sin un completo esfuerzo para desarrollar los poderes (mentales), nadie está en condiciones de determinar si podrá alcanzar este u aquel sendero. En algunos casos, la realización del sendero tiene lugar después de mucho tiempo; y porque uno ha debido esforzarse tanto no debería inferirse que aún no ha desarrollado completamente las perfecciones (paramitas). Por otra parte, el esfuerzo actual puede conducirlo a la perfección de las paramitas, acercándolo a la madurez. Por lo tanto, uno no debería perder el tiempo ponderando si posee o no las paramitas. El meditador debería tener en cuenta el innegable punto siguiente y poner el máximo esfuerzo para alcanzar su aspiración. Aun el desarrollo de las paramitas no es posible sin esfuerzo. Es imposible alcanzar el sendero sin esfuerzo. Asumiendo que uno ha desarrollado completamente las paramitas, no es posible alcanzar el sendero sin esfuerzo. Si aplica esfuerzo, puede alcanzar el sendero fácil y rápidamente. Si ha
desarrollado las paramitas considerablemente, su esfuerzo conducirá a la madurez y consecuentemente podrá alcanzar el sendero que aspira. O al menos, ha sembrado potentes semillas para la cosecha del sendero en la próxima existencia. Aviso En estos tiempos, aquellos que son los más dispuestos y dedicados a trabajar para su propia liberación de los sufrimientos del mundo y para alcanzar magga-phala-nibbana, el más alto objetivo de la meditación vipassana, a ellos se les aconseja practicar de la manera antedicha, contemplando el cuerpo, las sensaciones, la conciencia y los objetos mentales, practicando la meditación Satipatthana. Es un deber para ellos. Nota especial La técnica de meditación delineada en este tratado es suficiente para las personas de inteligencia media. Tales personas, luego de leer este tratado, deberían practicar estas contemplaciones con fe constante, dedicación y gran diligencia, de una forma metódica; y pueden estar seguros de su progreso. Sin embargo, se debe señalar que los detalles de las experiencias y las etapas progresivas de meditación que los meditadores atraviesan no pueden ser descritos completamente en este breve tratado. Hay todavía mucho que merece descripción. Por otra parte, no todos los meditadores experimentan lo que aquí se ha descrito. Habrá diferencias de acuerdo a las capacidades individuales y las paramitas. Además, la fe, la dedicación y la diligencia no siempre permanecen constantes. El meditador sin instructor, que depende enteramente del conocimiento de libros, deberá ser muy cauteloso y vacilante como el viajero que nunca ha estado en una particular jornada. Por lo tanto, es obvio que no es fácil para tal persona alcanzar el sendero, la fruición y el Nibbana (magga-phala-nibbana) sin la guía y aliento de un maestro. Por esta razón, la persona realmente seria que desea meditar hasta alcanzar su objetivo, magga-phala-nibbana, debe encontrar un maestro totalmente calificado por sus propios logros para guiarlo todo el tiempo desde la etapa inferior de meditación hasta los conocimientos superiores del sendero, fruición y revisión. Este consejo concuerda con lo manifestado en Nidana Vagga, Samyutta Nikaya: “Se debe buscar un maestro para conocer realmente sobre la vejez y la muerte.” Si uno es presa de la vanidad: “Soy una persona extraordinaria. ¿Por qué debería aprender de alguien?” Es aconsejable eliminar la vanidad como lo hizo Potthila Mahathera. Durante el curso de contemplación, debería trabajar intensamente para alcanzar el objetivo, considerando el siguiente consejo de Buddha: Ni el holgazán ni el hombre de poco vigor Pueden realizar el Nibbana, la libertad de todo sufrimiento. Y este joven monje, ¡sí!, este hombre incomparable Se ha despojado de la última carga, él es el conquistador de Mara. (Samyutta Nikaya) EL AUTOR El venerable Mahasi Sayadaw (1904-1982) fue un monje budista Theravada de Birmania (actualmente Myanmar). Probablemente el maestro de meditación birmano contemporáneo más conocido en el Mundo Occidental. Inició sus estudios religiosos a la edad de seis años, a los doce años fue admitido a la orden como novicio y a los diecinueve años como monje. Brillante desde sus inicios, se destacó en el estudio de Pali y las Escrituras. Después de haberse sometido a un intenso curso de meditación bajo la supervisión del renombrado monje Mingun Jetavan Sayadaw, en 1938 comenzó a impartir meditación vipassanà; miles de personas se han beneficiado de sus enseñanzas personales, conferencias y libros. Director espiritual del centro de meditación Sàsana Yeikthà en Rangoon desde 1949 hasta su muerte, Mahasi Sayadaw trabajó incansablemente para difundir el aspecto práctico de las enseñanzas de Buddha. Ocupó un lugar destacado en el Sexto Concilio Budista celebrado en 1954 en Rangoon.
Es autor de libros en su lengua natal y en pali, algunas de sus obras han sido traducidas al inglés por la Buddhist Publication Society de Sri Lanka. Sus viajes también fueron instrumentales para el florecimiento del Dhamma en Occidente. NOTA DEL TRADUCTOR Vipassana Práctica es la traducción española del libro Practical Insight Meditation del venerable Mahasi Sayadaw. En esta traducción no se incluye el apéndice de dicho libro. Se ha usado la edición publicada en 1979 por el Department of Religious Affairs, Rangoon, Burma. Esta traducción fue terminada en enero de 1994 y revisada por última vez en diciembre 1996. Reconocimientos El traductor desea agradecer a su maestro el venerable U Silananda por sus enseñanzas; a Daw Khin Khin, Ronald Min y familia de Scotts Valley, California, por su invaluable apoyo; y también al Dr. Alejandro Córdova C., y Rosa María Martínez E., ambos de Veracruz, México, quienes revisaron la traducción. Este material puede ser usado, copiado, reproducido, e impreso para uso personal. Para distribución gratuita únicamente. ©CMEBC 2000 NOTAS [i][1] Los ocho preceptos son: abstención de 1) matar, 2) robar, 3) actividad sexual, 4) mentir, 5) alcohol y drogas, 6) comer después del mediodía, 7) danza, música, espectáculos, perfumes, ornamentos, etc. y 8) camas y sillas suntuosas. [ii][2] Hay cuatro noble individuos (ariya-puggala). Ellos han alcanzado un estado de santidad: a) El ganador de la corriente (sotapanna) es aquel que se ha liberado de tres de los diez impedimentos que lo vinculan al plano de los sentidos, es decir, creencia en la personalidad, duda escéptica y apego a ritos y rituales. b) El que regresa sólo una vez (sakadagami) ha debilitado el cuarto y quinto impedimento, apego a los objetos sensuales y el enojo. c) El que nunca regresa (anagami) se ha liberado completamente de los cinco impedimentos mencionados o impedimentos menores y no renacerá en el plano de los sentidos. d) El Arahant elimina los restantes cinco impedimentos: apego por la existencia celestial, apego por la existencia inmaterial (existencia mental), vanidad, agitación e ignorancia. [iii][3] Uno que ha ido a un lugar excelente (Nibbana). [iv][4] Las 32 partes del cuerpo usadas para la contemplación son: cabellos, vellos, uñas, dientes, piel, carne, tendones, huesos, médula, riñones, corazón, hígado, membrana, bazo, pulmones, intestinos, mesenterio, comida sin digerir, excremento, cerebro, bilis, flema, pus, sangre, sudor, grasa, lágrimas, linfa, saliva, moco, sinovía, orín. [v][5] Algunos puntos de contacto donde la sensación del tacto puede ser observada son donde el muslo y la rodilla se tocan, la manos tocándose, dedo con dedo, pulgar con pulgar, cerrado de párpados, lengua en la boca, labios tocándose cuando la boca está cerrada. [vi][6] Taruna-udayabbaya-ñana. Para las distintas etapas del conocimiento de penetración consultar, The Progress of Insight por Ven. Mahasi Sayadaw (Editorial The Forest Hermitage, Kandy, Ceylon). [vii][7] La sección descrita se refiere al “conocimiento analítico del cuerpo y mente” (nama-rupa-pariccheda-ñana), perteneciente a la “purificación de la concepción (ditthivisuddhi).”
[viii][8] La sección anteriormente descrita se refiere al “conocimiento del discernimiento de condiciones” (paccaya-pariggaha-ñaäa), perteneciente a la “purificación de la trascendencia de la duda” (kaækhavitaraäa-visuddhi). [ix][9] Los párrafos precedentes se refieren al “conocimiento de la comprensión” (sammasana-ñaäa). [x][10] Estos fenómenos se denominan “las diez imperfecciones de vipassana” (vipassana-upakkilesa). Ellos tienen la característica de “imperfecciones” en el sentido que causan apego o presunción. Por ejemplo, juzgando erróneamente estos fenómenos y sobrestimando sus logros, el meditador cree haber alcanzado los estados de santidad. Estas “imperfecciones” ocurren durante la fase débil del conocimiento del surgir y el cesar (taruäa-udayabbaya-ñaäa). [xi][11] Esto corresponde a la “purificación del conocimiento y visión de cual es el sendero y cual no es el sendero” (maggamaggañaäadassana-visuddhi). [xii][12] Se hace referencia a la fase final del conocimiento del surgir y el cesar. [xiii][13] Éste es el “conocimiento de disolución” (bhaæga-ñaäa). [xiv][14] Éste es el “conocimiento del temor” (bhaya-ñaäa). [xv][15] Éste es el “conocimiento de la miseria o del peligro” (adinava-ñaäa). [xvi][16] Éste es el “conocimiento del disgusto” (nibbida-ñaäa). [xvii][17] Éste es el “conocimiento del deseo de liberación” (muñcitukamyata-ñaäa). [xviii][18] Hay diez características de impermanencia, veinte y cinco de sufrimiento y cinco de impersonalidad. [xix][19] Esto se refiere al “conocimiento de re-contemplación” (paåisaækha-ñaäa). [xx][20] Por sugerencia del Venerable Autor se citan las siguientes dos referencias para explicar cómo se realiza el Nibbana en los distintos senderos: a. "Aquel que ve el Nibbana se absorbe en el estado de inmortalidad (en el sentido de fin)..." "Cuando se realiza el Nibbana por primera vez se denomina “realización como visión” (dassana). Después de la primera vez se denomina “realización como desarrollo” (bhavana)." b."...suponga un hombre que puede ver está viajando por un camino en una noche nublada. El camino está obscuro. Un relámpago disipa la oscuridad. Debido a la ausencia de la obscuridad el camino es claro. Esto ocurre en una segunda jornada y nuevamente en la tercera. Aquí, el hombre que puede ver que comienza la jornada es como el esfuerzo del discípulo para realizar el sendero de entrada en la corriente. La eliminación de la obscuridad del camino es la eliminación de la ignorancia con respecto a las cuatro nobles verdades. El momento cuando el relámpago elimina la obscuridad es como el momento en que surge la conciencia de entrada en la corriente. Como la segunda jornada es el esfuerzo para alcanzar el segundo sendero del que regresa un vez...Como la tercera jornada es el esfuerzo para alcanzar el sendero del que nunca regresa..."