Origen y desarrollo del Zen (4º capítulo del libro "El camino del Zen") Las cualidades que distinguen el Zen o Ch'an con respecto a otros tipos de Budismo son bastante difíciles de precisar cuando llega el momento de expresarlas con palabras; pero el Zen, tiene un "aroma" bien definido e inconfundible. Aunque el nombre Zen significa dhyana o meditación, otras escuelas budistas dan tanta importancia a la meditación como el Budismo, o aun más. Y por otra parte a veces parecería que para el Zen no fuera necesaria la práctica de la meditación formal. Tampoco es peculiar del Zen el hecho de "no tener nada que decir", el hacer hincapié en que la verdad no puede expresarse en palabras, porque eso mismo es lo que enseña el Madhyamika y también Lao-tzu. Quienes saben no hablan; quienes hablan no saben. (56)
Quizá el especial aroma del Zen consiste en tener algo de peculiarmente directo. En otras escuelas de Budismo el despertar o bodhi parece remoto y casi sobrehumano, algo que puede alcanzarse sólo tras muchas vidas de pacientes esfuerzos. En cambio en el Zen existe siempre la sensación de que el despertar es algo muy natural, algo sorprendentemente obvio, que puede ocurrir en cualquier momento. Si implica alguna dificultad, es que resulta demasiado simple. El Zen es también directo en su manera de enseñar, porque apunta directa y abiertamente a la verdad sin perder el tiempo en símbolos. El acto de apuntar directamente (chih-chih) consiste en demostrar abiertamente lo que es el Zen mediante actos o palabras no simbólicos que a menudo al no iniciado le parecen referirse a los temas seculares más comunes, o completamente absurdos. En respuesta a una pregunta acerca del Budismo, el maestro hace una observación casual acerca del tiempo o realiza algún acto sencillo que no parece tener nada que ver con asuntos filosóficos o espirituales. Pero es difícil hallar muchos ejemplos de este método antes de llegar a mediados de la dinastía T'ang, cuando el Zen ya estaba bien establecido, si bien está muy de acuerdo con lo que subrayaban los primeros maestros acerca del súbito despertar en medio de los asuntos cotidianos. Nadie ha podido encontrar ningún rastro de una escuela específicamente dhyana en el Budismo indio, pero como carecemos de documentación histórica, este hecho no prueba que no haya existido. Si la nota característica del Zen es el súbito o instantáneo despertar (tun wu b) sin pasar por etapas preparatorias, hay sin duda muestras de su existencia en la India. El Lankavatara Sutra afirma que hay maneras graduales y maneras repentinas (yugapat) de despertar; las primeras por la purificación de las efusiones o proyecciones (ashrava) mancilladas de la mente; las segundas por paravritti: un instantáneo "giro" dentro de las profundidades de la conciencia, que desecha las concepciones dualistas. Se lo compara a un espejo que refleja de inmediato cualquier forma o imagen que aparezca ante él.[1] Hay también una clara relación entre la idea del despertar inmediato y la enseñanza del Vajracchedika, o "Sutra Cortador de Diamantes", acerca del hecho de que alcanzar el despertar no es alcanzar nada. En otras palabras, si nirvana ya está realmente aquí y ahora, de modo que buscarlo es perderlo, no será adecuado tomar conciencia de él mediante una serie de pasos sucesivos.