EDICIĂ“N tiempo
la lengua como herramienta de poder
ausencia presente
I
S
NUMERO 4 AĂ‘O 2
N
T T
I U
L
O
A帽o 2013 - #4 - Edici贸n #1 Manufacturado y editado por: SATORI flickr.com/gio_satori CREO tatueriamotor.com.ar Agradecimientos: Felicitas Casillo, Santiago Orti, Jorge Pomar. Impreso en Librer铆a Fuser / Mir贸 14 / C.A.B.A. / BS. AS. / Arg.
PRIMERO LO PRIMERO vos o yo hoy o mañana
¿Acaso se pueden establecer prioridades de por vida? O será que solo son momentos exactos
aca o allá él o ella con o sin entrar o salir
Un clima frío. Un hacha dispuesta a dar con un tronco. Un movimiento y una acción que lleva a un desenlace proyectado.
CONCRETAR OBEJTIVOS DE A UNO
Feat. Felicitas Casillo
LA VIDA DEL POLVO
CUERPO BATIDO
La vida no es sólo la nuestra que vivimos. Seguramente duela más el fin de los tiempos por el fin de la guerra entre un pulgón y una rosa en cualquier jardín.
Yo tengo una mano muy roja donde iría el corazón. Late al ritmo de la contracción de los dedos, y las uñas me pellizcan a veces muy adentro en el pecho parecen un pichón.
Cuando yo me levanto, un gramo de polvo permanece en mi altillo solitario. Mientras yo vivo el día, el gramo de polvo varía la sombra: ese ínfimo círculo de otro polvo, la sombra. Y cuando vuelvo sigue sin estar, el gramo de polvo continúa. Y seguro así serán todos los días de esa vida: disturbios mínimos de polillas, temblores de automóviles lejanos, crujidos de papeles enrollados. Hasta que alguien lo vea y se detenga a verlo. Y eso, incluso, es improbable: son tantos los gramos, tanta la alergia y la prisa, y siempre ocurre lo mismo. Sabemos que están. Sabemos dónde están. Pero no sabemos, nosotros que nos movemos, cuánto ignoramos sobre el polvo. ---------------------------------
Yo tengo una boca gris donde funciona el cerebro. La lengua enlaza lo de afuera y las muelas meditan, y los colmillos desgarran, y las paletas sonríen. Yo tengo mi cuerpo batido, dentro de mi cuerpo. ---------------------------------
SOBERBIA Torcida, todavía afelpada, babea la soberbia rota, con el vigor de la vergüenza, como siempre tan hermosa, bronca, loca, tonta. Yo he fracasado pero ella, incluso herida es lúcida y susurra la soberbia loca: nunca, nunca. ---------------------------------
Satori dice
Se perfilan
Inquietantes
Luces y ventanas Como el reflejo de una navaja que recortaba las mordidas de la madruga. Mientras que la música – pegajosaUntaba las cenizas a la piel y las lenguas al licor Y de ese amor insatisfecho Que le pedía ansioso La furia y el clamor. Termino yendose una mañana estrellada dejando atrás las olas estáticas y la noche en charcos. Flotando en un caos afónico.
Hay noches en las que el papel Se rehúsa, la birome se niega Y el blanco se burla Hay veces que tengo La garganta arenosa Y estoy constipado Y lo blanco se burla Hay días que me creo importante Hasta que me veo reflejado En el papel Y lo blanco se burla Lo que me molesta es El vacío El silencio La nada Así que no sobran tiempo Ni ganas hasta que lo blanco Sea tapado.
-------------------Tendremos mares de felicidad Podrás bañarte cuando quieras Si soportas tanta intensidad Y el vaivén de las olas Bajo esta dorada inmensidad Construiremos tramas de arena Por hoy y por ahora Sin importar lo que pueda pasar. --------------------
No se como se llama. Era una cocheria en mataderos; el tipo me hizo pasar para mostrarme su coleccion de ataudes. Estaba orgulloso, porque el que se ve adelante es como el que lo pusieron a per贸n! Nada m谩s y Nada menos! (con luces de tubo adentro) Segun me dijo habian solo dos, el de per贸n
F o to po r S an t ia g o Or t i
y ese.
Ausencia
presente
Por
pagamos las linternas. Nos detuvimos de pie durante cinco minutos. Acerqué la mano derecha a cinco centímetros de mis ojos y por más voluntad implicada, no podía verla. El silencio era tal que oía el latido de mi corazón, la velocidad de mi sangre y mi respiración apaciguándose. Conocí a Rahid en la casa de Andrés, cerca de Belleville. Allí viví un par de meses el año pasado. Cuando me enteré en una cena que Rahid era cataphile mis ojos brillaron. Organizamos una
jorge
pomar
bajada con Natali la noche del 30 de agosto. Natali nunca había estado en Europa. El mismo día que llego a París construimos esta historia. Nos juntamos con Rahid en la estación
l c c b
e a o e
de metro Villejuif Léo Lagrange a las 18hs, en su trabajo. Tomamos el tranvía en dirección Oeste hasta Porte de Orléans y caminamos 5 minutos. El sol brillaba. El clima era simple. El aire
s t a m s
circuló una línea de trenes que rodeaba el perímetro de Paris recorriendo un total de 32 km sentía muy bien. Tomamos tres birritas.
Pronto, llegamos a una zona de huertas urbanas. A su lado, tras unas rejas, se formaba un gran vacío, como un canal pero sin agua, muy profundo. De orilla a orilla habría unos 20 metros y hacia abajo unos 15. Este lugar es “La petite ceinture”, la pequeña cintura. De 1852 a 1934 circuló una línea de trenes que rodeaba el perímetro de Paris recorriendo un total de 32 km. Hoy en día se encuentra totalmente abandonada. Bajamos con unas sogas instaladas y escondidas tras unas rejas y unos arbustos. Caminamos hacia el sol. Las hojas comían las paredes y la humedad se hizo sentir. Nos encontramos en una situación alterna a la realidad ordinaria. Nadie podía vernos y nosotros no podíamos percibir ningún indicio de civilización. Todo era verde y antiguo. Llegamos a un túnel. Se alzaba a la eternidad. Visualicé
Nadie podía vernos y nosotros no podíamos percibir ningÙn indicio de civilización
DE PARIS la salida al ver un minúsculo punto de luz a lo lejos. Rahid se puso unas botas hasta la entrepierna, Natali y yo nos calzamos las linternas en la frente. Entramos al
túnel. Llegamos a un punto del camino donde la salida y la entrada eran igual de pequeños, dos puntos igual de pequeños. La humedad se condensaba en mis mejillas y la
oscuridad comenzaba a apoderarse del espacio. Rahid nos guió hasta un agujero de medio metro de diámetro en la tierra situado en un rincón del túnel. De un momento
a otro atravesamos una línea de tiempo. Ingresamos a un mundo paralelo donde la luz no existe, el silencio retumba y el único movimiento posible es ir hacia adelante o hacia atrás. Recuerdo que caminamos con Rahid a la cabeza, Natali al medio y yo a lo último durante 700 metros en dirección Este. Doblamos a la izquierda en ángulo recto y continuamos 300 metros más. Luego a la derecha 200 metros. De repente, la conjugación de infinitas posibilidades comenzó a fragmentarse. Un laberinto de 300 kilómetros sin rumbo se develaba frente a nosotros. Sin nuestro amigo todavía estaríamos allí debajo.
El aire era fresco, el techo tenía 1 metro ochenta de altura, a veces 3 metros y a veces 1 metro veinte. Nuestras posiciones corporales debían mutar constantemente. Cada tantos metros el agua subía hasta las rodillas, agua helada y cristalina. Caminamos a buen ritmo durante 1 hora y media, hasta que pedí realizar una pausa para sentir algo. Jamás en mi vida sentí tal oscuridad. Llegamos a un espacio llamado Viandox. Comimos: -un queso Gouda de 300 gr -pan -chocolate -una coca -agua
Un laberinto de 300 kilómetros sin rumbo se develaba frente a nosotros
No fumamos. No hablamos. No prendimos la luz. Más tarde, prendimos la luz. Hallamos una pared llena de regalos dejados por visitantes del pasado. Me lleve un mono, un tipo tocando el saxo y un castillito medieval. El mono es un regalo que nunca le di a Luisma, el castillo se lo di a Noe y el saxo lo llevo en una camisa azul. No tenía especial para dejar, asi que simplemente agradecí. Terminamos de comer y seguimos. No recuerdo en qué dirección accionamos pero el agua aumentaba su caudal y se tornaba cada vez más fría a medida que avanzábamos. La situación se puso extrema cuando el camino se convirtió solo en agua. Un
metro de agua abajo, un metro de aire arriba. Tuvimos que escalar durante 50 metros tomándonos de las grietas, rocas o los elementos presentes en los laterales. Caí en la cuenta que cada paso tenía que ser pensado como cuando uno explora la cima de una montaña. La diferencia es que la montaña estaba abajo. Desembocamos en una cámara llena de murales, apodada “La plage” (la playa). Ahí nos encontramos con unas voces, muy a lo lejos. Nos acercamos a ellas y se convirtieron en humanos. Eran dos hombres con ropa militar, borcegos hasta la rodilla, arneses, máscaras antiterroristas, cantimploras,
linternas de alto alcance, navajas, cuchillos, bolsas de dormir, largo etcétera. ¿Cuánto tiempo iban a pasar aquí debajo? Poco a poco fuimos excavando el aire hacia la entrada (o salida?). Al salir, la sensación se tradujo en quietud interna. Estaba fresco, las estrellas brillaban. El silencio se apoderó del ambiente nuevamente. Pero era otro silencio. El estar allí debajo generó un proceso de profunda introspección. Me sentía otro individuo, jamás descubierto por mí conciencia ordinaria. Las leyes eran otras allí debajo. El cementerio está arriba de la tierra.