Joaquín García Marín Pabellón España Bienal Becoming

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laundry rooms: reproductive architecture tales

Joaquín García Marín Master in Architecture University of Alicante



Is our practice ready to answer the main issues of the world we live in? “Laundry rooms: reproductive architecture tales” is an investigation “in progress” about situated practices. It is about thinking of how architecture can open new relation fields beyond built environments. It is to find the right way to describe the ecologies involved in our builing site, and creating the new frames of relation. It is also a collection of samples of the ways to describe the reality and some little ways to proceed in this damaged world.



Think of your laundry room. Of course it is far away from these fantastic views in the center of the Sierra de Segura (Albacete, Spain). But it is highly probable that it is also far away from any view in your house. Some users may not know it at all. It is a dangerous place, full of different chemical products that could cause your death inside funny colorful designed bottles. Only one, maybe two users will spend time there, and normally not for their own profit, but for cleaning things that belong to the rest of the inhabitants of the house. What you see in the left picture is a wash place, a shared loundry room in the middle of the town. It takes advantage of the water coming from a stream. Children used to play around while their mothers did an strong effort in washing the dirty clothes from the hard work in the fields. Of course they produced their own soap from the caustic soda collected some miles away. They hanged up the bed sheets in fabric ropes, creating some sort of maze in the middle of the road in which again, children would develope new imagination games. The streamwater ended up in a river where the little amount of cleaning product would be harmless. Technology arrival with tapwater and washing machines destroyed completely this sort of interactions between humans and nature, and started new tales in which water came magically from a hole, and machines could do anything we could imagine. With technology we have learnt that we can live apart from the courses of nature. Maybe there is no use in looking into the past to fight our time. Antropocene, this era in which human forces have set an inflection point for the Earth, can only be overcome by rethinking our present. However, this work would like to travel a little bit into the past, only to look for the moment in which women movements around their house economies shaped situated urban arrangements in which humans and non-humans could relate to the earth in a decent way. Architecture, our buildings and thoughts, are intrinsic to this game against nature, in which from the late century, urban has developed a concept in which interactions are mediated by technology. Where reinforced concrete and high density urban developments have been the starting point in which we have been increasingly separated from nature’s reality, in which we are only some of the thousands of millions of beings sharing it. What if our practices departed from the interactions among humans, and the interactions between humans and non-humans, instead of their current dependence of technology? What would be the final materialisations of this way of proceedings? Hereunder you will be able to see some descriptions (pictures, drawings, and short stories) from which new considerations of urban typologies should depart. All of them are some kind of documetation of the Master’s Thesis “Urban-domèstic”, a case-study of urban planning based on domestic interactions with public space during the last sixty years in Guardamar del Segura, Alicante.


descriptions or alternatives to draw up relations in built environments


housekeeping hurts!


Write real stories

Suena el despertador, vibra el reloj. Está todo oscuro pero ya se ha hecho de día. Apenas acierta a calzarse unas zapatillas pero ya corre rauda por el pasillo. Prende luces a su paso hasta llegar a la cocina. Enciende la radio. Limpia rápidamente el filtro de la cafetera, lo rellena de café molido, añade agua de una garrafa que siempre está guardada en la despensa. Busca los vasos. No vale cualquiera. Leo quiere el del cohete, Hannah el de topos rosas. Los llena de leche, los mete en el microondas, prepara el cacao en polvo, las pajitas, las cucharitas sobre sendas servilletas. Galletas maría para una, de cereales para el otro. Empieza a oler a café. Y, aunque parece que se lo va a preparar, de nuevo sale corriendo por el pasillo y va encendiendo más luces. Camiseta, jersey, pantalón, falda, leotardos, calcetines, zapatillas, rebeca…, sale de varias habitaciones con una pila de ropa con la mala suerte de que algo no está planchado. Abre la despensa, desliza con cuidado la tabla de planchar, la abre. Saca la plancha, llena el depósito de agua con la garrafa, que de nuevo estaba dentro de la despensa, porque siempre está allí, y conecta el enchufe a la red. Parece que ya se puede tomar el café. Pero suena la campana del microondas, y entonces hay que calcular con precisión cuantas cucharadas de cacao han de caer dentro de la taza del cohete, y cuantas en la otra. Remueve todo muy bien. Para ese momento la plancha ya está caliente. Así que plancha una falda. Comienzan a aparecer los niños. Se incorporan a sus asientos, que reconocen fácilmente por las tazas y las galletas. Así que se dirige a sus habitaciones y hace las camas. Una detrás de otra. Estira las sábanas, coloca el nórdico encima. Luego una colcha y la montaña de peluches y cojines que han ido acumulando a lo largo de los años y que, una vez colocados en el orden preciso, apenas dejan ver la colcha. A la vuelta los niños ya han desayunado, por lo que puede lavar las tazas y meterlas ordenadamente en el lavavajillas. Mientras los niños van a asearse, no sin que ella les haya invitado insistentemente con anterioridad, se sirve el café. Está lo suficientemente caliente como para esperar un poco. Los niños ya están de vuelta, así que empieza a vestirlos. Se le había olvidado buscar los zapatos. Están guardados, pero sucios porque en algún momento del martes tuvo que salir corriendo y no pudo embetunarlos. En un rincón de esa despensa también hay un kit para limpiar zapatos. Guarda la plancha y observando como los niños no aciertan bien a ponerse las rebecas, saca una esponja multiusos. El café está allí, cerca pero lejos. Se hace tarde. Tiene que ir al baño. Una ducha rápida. Las primeras bragas que salen del cajón son, si no las más cómodas, las que debe ponerse si quiere llegar a tiempo. Una sesión de maquillaje, secador, otra vez maquillaje, las tenacillas calientes para dar un toque. Estos anillos con esa pulsera. Otro reloj. Después de ponerse la blusa buscará un collar. Aprovecha el momento para llamar a los niños a peinarse. Trenzas para ella. Demasiado bajas al primer intento. Bien, algo más altas. La niña se mira en el espejo y es consciente de que todavía no están a su gusto, pero no dirá nada. Para el niño gomina, raya a la derecha y tupé. Limpia las gafas y le pone un parche. Tiene un ojo vago. Los tres corren por el pasillo. Los niños cogen sus mochilas mientras mamá escoge los abrigos que llevarán hoy. Hace frío, pero no hace frío. Se abre la nevera y aparecen varios ingredientes para hacer bocadillos. Pan de molde, jamón york, lechuga, tomate y mozzarella. Todo cortado, ordenado, envuelto en papel de aluminio. Existe un arte en envolver con papel de aluminio que domina. Es capaz de dejar una servilleta dentro del paquete, pero sin que entre en contacto con el bocadillo. Cada vez lo hace con menos papel. Hay que ahorrar. Botellines de agua, uno más grande que otro. Uno con boquilla, el otro sin boquilla. Abren las mochilas, introduce los bocadillos. Corre a por la blusa. Se la pone. El collar con abalorios verde menta. Un abrigo de paño azul marino. Todo listo. Abre la puerta y los niños van saliendo. Llaman al ascensor. Salen, acciona la alarma, cierra la puerta. Suben al ascensor. El espejo del ascensor tiene un poco de vaho cuando llegan abajo. Salen a la calle. El coche está cerca. Todos los cinturones puestos. El camino hasta la estación es como una pista de despegue con todas las lucecitas encendidas. Por suerte hoy encuentran un lugar donde aparcar sin riesgo de multa. Llegan a la estación de autobuses a pie, al tiempo que el autobús. Nadie sabe como lo hace, pero da la impresión de que estén sincronizados. Los niños se despiden, no sin antes dar varias indicaciones de todo lo que necesitan a la vuelta. Se dirige al coche. De camino saluda y sonríe a todas las personas con las que se cruza. Conduce hasta su trabajo. Al llegar hay varias personas esperando pacientemente. Forman una cola ordenada y revisan su look. Les hace sentir bien que esté tan guapa, sólo para atenderles a ellos. A ella durante un tiempo eso le resultó reconfortante. Faltan varios minutos para abrir, pero tienen prisa. Acciona el mando con el que se abre la puerta. Se agolpan tras su puesto. Cuelga el abrigo y deja el bolso debajo de la mesa. Sonríe y le da conversación al primer cliente del día, para que no sienta que pierde el tiempo mientras se conecta el ordenador a la red. El reloj indica que ya ha perdido ciento cincuenta calorías. Nota un malestar en el abdomen. El café sigue allí, en la encimera de la cocina, tan lejos, frío, algo grisáceo.



Search for undescribed relations with built realities



Draw other’s tales

Laura Brown’s wonderful 50’s kitchen in “The Hours”, the novel by Michael Cunningham



Virginia Woolf ’s working space in “The Hours”, a novel by Michael Cunningham



WASHING MACHINE DIRTY LINEN IRONING BOARD IRON WELL SHOE BRUSH WORKTOP AIRER LINEN BIN SHOE SPRAY CLOTHES LINE VACUUM CLEANER STEPLADDER SPRAY NOZZLE FABRIC SOFTENER CLOTHESPIN


Puedo apagar la webcam, desconectar todas las baterías, incluso bajar el interruptor del diferencial, pero irremediablemente sigo estando en un plató, que me traslada a un mundo de ficción, donde solo soy una proyección, donde solo puedo crecer desde el anhelo. Me apetece pensar en esos lugares donde nunca entró la cámara, donde nada está para ser visto, donde todo está porque tiene que estar. Recorro mis recuerdos buscando uno. Y encuentro la habitación para la lavadora de la casa de mis padres. Hay varias estanterías sobre las que descansan productos químicos: perborato, azulete, lejía, quitamanchas, piedra pómez, jabón de lagarto, suavizante. Del techo cuelgan dos cintas donde tender cuando llueve, y de la pared dos pequeñas jaulas con dos jilgueros que van llenando el suelo de alpiste, que se va mezclando con los líquidos pringosos que a veces salen del filtro de la lavadora. Allí, al fondo, tras las sábanas colgadas, varios tambores de detergente, quizá comprados a un intermediario que ha intentado vender algo más de lo habitual. Sobre uno de ellos un cojín viejo, descolorido. Al lado una botella de suavizante. Al tocarla la botella cae al suelo. La vuelvo a poner de pie y noto que está casi vacía. La abro y lo que encuentro es una amalgama de colillas desechas en el líquido que queda en el fondo de la botella. Sin duda un lugar secreto donde una mujer puede esconder y esconde actividades que no desea descubrir. Un lugar donde sentarse tranquilamente cuando todos están fuera. Un sitio donde estar en silencio, donde lamerse las heridas, olvidarlo todo. Es el sitio donde tomar aire, asumir lo que le pasa, desconectar. Un refugio secreto donde nadie busca nada porque no hay nada que le pertenezca aunque todo lo que hay allí es de todos por igual: los calzoncillos, los manteles, las toallas, las propias sábanas colgadas. Sí, esto es un cuarto propio, absolutamente privado en el que una puede ser completamente ella misma, y todo lo que eso conlleva. Es un lugar completamente feminizado, y sin embargo lleno de peligros, de cosas que te puedes clavar, de líquidos con los que te puedes intoxicar. Nadie entrará allí salvo por error. Y saberlo proporciona una comodidad casi infinita. Es un lugar seguro. Un refugio.


Find relational patterns that allow situated experiences

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multipurpose patio where work and leisure are shared not only by home users, but for the whole neighborhood

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Premodern Architecture and its relational enabling power among users and urban space

DO PA MES TTE TIC RN S

wo kn rker itt s ing

uf a ta ctur b e as les d

cro bli ss v nd .

light chairs to relocate activities in public space

sit sil ting l

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A sill enabling seating

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inside-out

battles with modern city limits



What a hell is modern housing!


tel ot


Keep Out emancipation in progress

prospections and alternative practices


customization’s enabling powers


Make it yours!



Create complementary enabling devices (1)

emancipating cages

A shed only accesible by the master room’s window. Only 4 squared meters. Not isolated, not waterproofed.


HOW to build an extension to recofigurate your relation with your home.

A house of almost 80 squared meters. It has a comfortable living room with chimney and reading corner. A little kitchen, two bedrooms, a bathroom and a medium-size garden.

Places where you could start rethinking how is your relation with your home. Also how is the relation between your home and other homes, and the city. Built reality that questions how architecture shapes the city and what is your point of view of that relation.


Create complementary enabling devices (2)

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fig. 16. Un cuarto propio para Laura.


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Invade Public with home issues

Simbiótico y…amanerado

Encargas al carnicero que te rellene un pollo, y mientras esperas mandas a tus hijos al mariposario. Frente a la carnicería hay un cómodo sillón donde un joven se ofrece a hacerte la manicura. Buena idea. En el sillón de al lado hay una señora que teje un maravilloso jersey de lana. Cuando la felicitas por el trabajo se ofrece a enseñarte a tejer.

Como los niños están disfrutando

mientras una estudiante en prácticas les cuenta no sé qué historia, decides quedarte. Así que puedes relajarte en el sillón, con la señora y el punto. El carnicero dice que hay un puesto de cocina donde te pueden hornear el pollo con la guarnición que quieras. Y al decírtelo aprecia como tus ojos se vuelven cristalinos y esbozan un gesto de satisfacción. Así que invitas a la señora a cenar a casa. Aparecen los niños, que finalmente han subido en globo y ya tienen hambre. Les presentas a la señora, que confiesa haber pasado una tarde muy entretenida.

Montan todos en el coche.

Empieza a oler al

delicioso pollo asado dentro del habitáculo, y piensas: “Otro día nos lo comemos allí mismo y seguimos tejiendo”.


in collaboration with NoemĂ­ Sanjuan


Celebrate material and unmaterial interactions



Multiscalar infrastructural interventions (1): a multipurpose recycled wheel



device implementations

Think of the detergent dispensers wheel as an infrastructure. This device is enabling as it brings its users the possibility of customizing it to the limits of their whishes. It can be a floating ring where toys can fight. But after that, another user can enjoy using it as a stretcher in which he or she can embroider. In the meantime its multiple caps can be filled with grains and water, for the passing birds for a stop in their flight. In every appropiation, the users are customizing the wheel, improving its limited design to their needs and, in those movements, all them grow together


3

pu b

spa lic ce

affected environment

ce

spa

ate priv

affected agents

device

2 reproductive degree of interventions

e ctiv

du pro

ce

spa

1 primary activator

-...............................+ agency + participation

Reproductive degree diagram

-...............................+ agency + participation

set of instructions


read more on this in: http://ecologiasdomesticas.wordpress.com


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