l� Si�u�n�b�
La Siguanaba Un mito relata la aparici贸n de una mujer con pelo largo y enredado que le cubre el rostro, de cuerpo delgado y u帽as largas, con busto enorme que le cuelga hasta casi tocar el suelo.
Se aparece en los caminos, rĂos y quebradas, en especial a los hombres solteros y borrachos, y a aquellos mujeriegos, que se conducen a altas horas de la noche a pie o caballo.
Su belleza era sinigual, de ahí el significado de su verdadero nombre Sihuehuet. Tenía un romance con el hijo del dios Tlaloc, el dios Lucero de la Mañana; del cual resultó embarazada; traicionando así al dios sol.
Sihuehuet fue una mala madre, dejaba solo a su hijo para satisfacer a su amante. Cuando Tlaloc descubrió lo que ocurría, la maldijo llamándola Siguanaba o mujer horrible. Su belleza deslumbraría a cualquiera a primera vista, pero cuando los hombres se le acercaran, se convertiría en una mujer horrenda. En los ríos y las quebradas del país pasea por las noches la Siguanaba, lavando ropa o buscando a su hijo el Cipitío.
SegĂşn la leyenda, todos los trasnochadores estĂĄn propensos a encontrĂĄrsela; pero persigue con insistencia a los hombres enamorados, a los "Don Juan" que hacen alarde de sus conquistas amorosas.
En medio de la oscuridad, la ven bañándose con guacal de oro y peinándose con un peine del mismo metal, su bello cuerpo se trasluce a través del camisón. Cuando conquista a su presa con su belleza, les da el susto de sus vidas y los hace correr despavoridamente mientras ésta se queda riendo a grandes carcajadas y golpeando sus senos en las piedras de los ríos, todo esto en la oscuridad de la noche.
Las abuelitas, por experiencia propia de sus esposos, cuentan que aquel que la miraba se volvía loco por ella, además experimentaban intensas fiebres. La Siguanaba lo llamaba, conduciéndolo hasta un barranco. Para no perder su alma, el hombre que ha sido víctima debe morder una cruz o una medallita y encomendarse a Dios. Otra forma de librarse del hechizo es hacer un esfuerzo supremo y acercarse a ella lo más posible, tirarse al suelo cara al cielo, estirar la mano hasta tocarle el pelo, y luego jalárselo.
Así la Siguanaba se asusta y se tira al barranco. Otras versiones dicen que debe agarrarse de una mata de escobilla, y así, cuando ella tira de uno, al agarrase la víctima de la escobilla, ella siente que le jalan el pelo. Esta última práctica es más efectiva, ya que es el antídoto propio que contrarresta el poder maléfico de esta malvada mujer. Quienes cuentan la historia aseguran que la existencia de la Siguanaba es real, ya sea porque lo han experimentado o han escuchado a más de algún vecino contar la horrible experiencia. Cierto o no, lo mejor es no vagar por las calles a altas horas de la noche y dejar de ser mujeriego.
Se cree que el cipote eterno sigue tirando piedritas a las señoritas en los ríos del país. EL ETERNO NIÑO QUE COME CENIZA Según antiguas creencias, el Cipitío es el hijo de la Siguanaba. La maldición del dios Tlalot hacia esta mala mujer también recayó en su hijo.
La maldición no lo hizo crecer, quedaría hasta la consumación de los siglos como un "cipote", siempre "Cipit". El Cipitío quedó como ejemplo del dios de los romances ilícitos. Son muchas las historias y anécdotas que cuentan nuestros abuelos cuando eran jóvenes. En esa época, recuerdan que era común encontrar las huellas de un niño en las cenizas de la leña de los hornos artesanales hechos de tierra y barro, común en las casas salvadoreñas de aquel entonces.
Cualquiera pudiera pensar que es una travesura, pero... quizá no lo sea, a el Cipitío le encanta revolcarse entre la ceniza, y comer mucho de ella. Se caracteriza por un ser chiquito y barrigón con un enorme sombrero en la cabeza, sus pies son al revés. Es por ello que cuando la gente intentaba perseguirlo seguía sus huellas al sentido contrario.
Las huellas de este "cipote" travieso se encontraban alrededor de los trapiches y moliendas. Este pequeño espíritu burlón, se escondía en los matorrales a las orillas de los ríos y quebradas para espiar a las muchachas que llegaban a lavar o a bañarse semi desnudas.
fIN
E� S��vad�� Di��ñad� p��:
Jo����� A��j�nd� S�l�z�� C���e�