Ensayo el nuevo periodismo

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ENSAYO, EL PERIODISMO EN EL SIGLO XXI

Joel Saucedo En Los Cínicos nos Sirven para este Oficio, Ryszard Kapuscinski escribió: “todo periodista es un historiador”, por lo tanto está en la obligación de tejer al detalle la descripción de un acontecimiento, así como explicarle al público lector por qué ocurrió el suceso que le presenta. Con base en la tesis de Kapuscinski, el periodismo del siglo XXI tiene un reto colosal, debido a que enfrentará constantes y vertiginosos cambios en la manera de hacer periodismo tanto en medios escritos, como en radio, televisión y páginas web que a la fecha se multiplican increíblemente todos los días. Un ejemplo de la presión que el internet ha ejercido lo tuvimos estos días con el repentino cambio de la página del portal del periódico digital reforma.com, que en su portada ha privilegiado la imagen antes que el texto, lo cual indica la tendencia hacia nuevas formas de presentar la información para un público cada vez más exigente de datos fáciles de digerir. Situación similar ha venido ocurriendo en medios impresos de comunicación, que han privilegiado la imagen por encima de los reportajes de trascendencia, las entrevistas de fondo y las crónicas extensas que describían al detalle magnos eventos. Son pocos los medios que conservan ese tipo de trabajo informativo. Por ello, considero un excelente método el empleado en la materia de “Periodismo del Siglo XXI”, donde en el inicio de las clases se emitieron diversas opiniones en torno a ¿qué es en realidad el periodismo? ¿Para qué sirve el periodismo? ¿A quién le sirve el periodismo o le debería servir? ¿Tenemos claro para qué hacemos periodismo? ¿Tiene sentido hacerlo? ¿Cuáles son o deberían ser las tareas del periodismo en un entorno democrático?


Actualmente poco o nada se habla de periodismo en las redacciones. De hecho, conforme han pasado los años, ese espacio privilegiado, donde antes olía a papel y tinta, ha quedado en el olvido. Ahora hay redacciones sin periodistas. Ejemplos claros y concretos se pueden ver en la La Prensa, El Sol de México, Ovaciones y La Crónica, entre otros. En esos diarios sólo hacen acto de presencia los jefes de información y de redacción, auxiliares, editores, subdirectores y directivos. Eso sin duda, ha deshumanizado al periodismo. Lo ha alejado no solo del periodista, pues no se siente comprometido totalmente. Solo cumple por cumplir. No va más allá de la nota fugaz que se transmite vía multimedia: páginas web, radio, televisión y medios impresos. Por lo tanto, es prácticamente inexistente la relación entre el periodista con el resto del personal del medio de comunicación, ya sean correctores, editores, conductores, productores y directivos. No hay retroalimentación para entregar un buen producto informativo. Lo anterior impide cumplir el compromiso real del periodismo, que es informar de manera objetiva y veraz a una sociedad exigente de saber detalles de la vida política o del espectáculo, particularmente de noticias que inciden en la sociedad o que sirven para que la gente tome sus propias decisiones. Lo vimos estos días en todos los medios de comunicación, formales e informales, así como en todas las redes sociales. El principal noticiero de la radio en MVS Noticias, la periodista Carmen Aristegui informó que desde la sede del PRI-DF operaba una red de prostitución encabezada por su dirigente Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, quien además tenía en la nómina del partido a las mujeres que le otorgaban placer sexual. El hecho fue una bomba mediática. Todo mundo habló de la noticia como la más importante del día. En Twitter y Facebook, se exhibió hasta el cansancio la figura regordeta del dirigente priista, cuya poder económico surgió por la herencia que le dejó su padre, líder de los pepenadores de la capital del país. Los portales dieron cuenta del hecho con marcada amplitud. Del estudio de Aristegui la nota se trasladó a las páginas web de manera


impresionante. Todavía no se terminaban de asimilar la información, cuando la dirigencia nacional priista, emitió un contundente comunicado no solo exigiendo investigar a fondo el presunto delito, sino separando del cargo partidista a Gutiérrez de la Torre. Un actuar al más puro estilo del tricolor. Al día siguiente los medios impresos dieron cuenta de una noticia realmente vieja. No aportaron algo nuevo. La gran mayoría de la información fue similar a la que ya se había divulgado profusamente durante las pasadas 24 horas. Ahí está la disyuntiva del quehacer del periodista. ¿Qué de nuevo aportaron los informativos del siguiente día? Nada. Obviamente, su principal fuente, fue el noticiero de Aristegui y posteriormente los comunicados emitidos por las dirigencias nacional y local del Partido Revolucionario Institucional. No fueron más allá. Ese es el principal reto que enfrenta el periodismo actualmente. ¿Acaso le sirve a la sociedad un periodismo como el que se ejerce estos días? Es necesario reflexionar a fondo sobre el tema, situación que se ve harto complicada en México por la viciada relación del poder con directivos, columnistas, reporteros y articulistas. En 1997 se percataron de esa situación 23 periodistas que se reunieron en el Faculty Club de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, preocupados porque el periodismo atravesaba por una crisis de conciencia, confianza y objetivos, lo cual generó un debate en torno al papel del periodista y de los medios de comunicación. Durante 2 años ese grupo organizó 21 foros públicos a los que asistieron 3 mil personas entre directores de medios de comunicación, influyentes figuras de la radio y la televisión, personalidades académicas y varias de las firmas más eminentes del vecino país del norte. Luego de examinar el testimonio de 300 profesionales, surgió el libro Los Elementos del Periodismo, escrito por Bill Kovach y Tom Rosenstiel. La conclusión de ese estudio derivó en la integración de nueve puntos fundamentales en cuanto a que el propósito del periodismo consiste en proporcionar al ciudadano la información que necesita para ser libre y capaz de gobernarse a sí mismo.


Es decir: la primera obligación del periodismo es la verdad; se debe lealtad ante todo a los ciudadanos; su esencia es la disciplina de la verificación; debe mantener su independencia con respecto aquellos de quienes informa; debe ejercer un control independiente del poder; debe ofrecer un foro público para la crítica y el comentario; debe esforzarse porque el significante sea sugerente y relevante; las noticias deben ser exhaustivas y proporcionadas; y, debe respetar la conciencia individual de sus profesionales.

Según Kovach y Rosenstiel, la necesidad de la verdad es mucho mayor en este nuevo siglo, porque “la probabilidad de que haya más mentiras es mucho mayor”. Y para que impere la verdad, el siguiente paso es que los periodistas aclaren en primer lugar a quién deben lealtad. La lealtad es un compromiso con los ciudadanos, es un pacto tácito con el lector, oyente o espectador. Persiste un dicho de que el ciudadano tiene la sociedad que se merece. Aquí el periodista tiene una enorme responsabilidad, puesto que sus vicios, falta de preparación y demás males, los ha trasladado al ciudadano como una falta de compromiso, desinterés e indiferencia. “Bajo esa confusión los ciudadanos han reaccionado, lo cual es compresible, con mayor escepticismo y a veces con ira”. Y es que no es para menos, el periodismo se ha mercantilizado hasta el cansancio. Está muy alejado de la responsabilidad ética. Es menospreciado, vilipendiado y en ocasiones olvidado en los cajones de las redacciones o en los archivos, pues la publicidad –principal sostén económico de las empresas- es antes que cualquier información relevante. En consecuencia, es complicado cumplir uno de los principales objetivos del periodismo: la verdad. De hecho, los autores citados disertaron especialmente sobre este punto, al grado de determinar que “la verdad es demasiado complicada para que pretendamos perseguirla. Acaso ni siquiera exista, puesto que todos somos individuos subjetivos”.


Al respecto, Bill Keller, director del New York Times, expresó: “Buscamos un tipo de periodismo que en la medida de lo posible se esfuerce en ofrecer información suficiente al lector para que éste extraiga sus propias conclusiones; éste es nuestro máximo ideal”. Kapuscinski dice que el periodismo está atravesando por una gran “revolución electrónica”, pues las nuevas tecnologías facilitan el trabajo, pero no sustituyen todos los problemas de nuestra profesión; nuestras cualidades y carácter artesanal permanecen inalterables. Es decir, que cualquier descubrimiento o avance técnico pueden ayudarnos, pero difícilmente pueden ocupar el espacio de nuestro trabajo, la dedicación al mismo, al estudio, a la exploración y búsqueda. Estos son elementos básicos para el ejercicio de la profesión de informar lo más apegado a la verdad. Se trata –afirma el escritor polaco- de un oficio que requiere de cierto sacrificio, pues el periodismo es una profesión muy exigente que requiere dedicación las 24 horas del día. “No podemos cerrar nuestra oficina a las cuatro de la tarde y ocuparnos de otras actividades. Éste es un trabajo que ocupa toda nuestra vida. No hay otro modo de ejercitarlo. O al menos, de hacerlo de un modo perfecto”. Kapuscinski afirma que la manera tradicional de hacer el periodismo se mantiene inalterable, sin embargo, las circunstancias actuales parecen conducir al periodismo a un callejón aparentemente sin salida. Los avances de la tecnología imponen nuevos y grandes retos de superar. Un ejemplo muy concreto fue la detención de Joaquín Guzmán Loera, “El Chapo”. La noticia corrió como reguero de pólvora antes de que las propias autoridades la dieran a conocer de manera oficial. Es más, AP fue la que dio a conocer la información más importante de que se tenga memoria en torno a la detención de un capo de tal envergadura. Lo cierto es que el sábado 22 de febrero todos los medios de comunicación que cuentan con páginas web explotaron hasta el hartazgo la detención de El Chapo. La radio y la televisión en igual sentido. No se diga las redes sociales, donde la información se podía consultar al instante, con todos sus matices y enfoques.


Pero al día siguiente los medios impresos reiteraron la misma información con la diferencia de la amplitud. Pocos fueron los que aportaron algo novedoso. De hecho no se tuvo registro de que el altar de Jesús Malverde, el santo de los narcos, se haya saturado de quienes hubieran acudido a orar por la liberación del capo. Lo que más llamó la atención fue la manifestación en apoyo a la liberación del detenido, misma que derivó en un choque con la policía del estado de Sinaloa. Es decir, que si no hubieran circulado medios impresos, no habría pasado nada. De todos modos, la sociedad ya estaba informada. Es por ello que cobra especial relevancia el texto “La Explosión del Periodismo” de Ignacio Ramonet, quien aporta importantes elementos sobre la manera en que la digitalización de la información ha influido en la forma de ejercer el periodismo y observarlo desde diferentes vertientes. Adicional a esto refiere cómo la modernización ha llevado a la desaparición de importantes medios de comunicación escritos. Quien fuera el director de Le Monde Diplomatique, cita al experto en medios Benoit Raphael, quien es realista en su señalamiento: “El ADN de la información ha cambiado, hay que cambiar el ADN de los periodistas”. Como ejemplo menciona el caso del influyente diario The New York Times, que con un tiraje de 950 mil ejemplares, se mudado totalmente al plano digital y ahora es leído por 43.7 millones de internautas. Una cifra que cualquier medio de comunicación mexicano desearía. Actualmente, los medios dominantes no dejan de alentar a esos internautas a que se conviertan en “periodistas”. Los convocan a subir fotos, vídeos y comentarios cortos a los cuales los editores les dan un esquema de aparentes notas informativas. Esto, se quiera o no, desplaza mano de obra calificada, es decir, de reporteros que acudieron en su mayoría a una universidad de periodismo a prepararse para informar a la sociedad. Un ejemplo sobre lo anterior, lo tenemos en el diario Reforma, que da espacio a una especie de “reporteros ciudadanos”, mismos que informan sobre sucesos de la vida cotidiana. Otros medios sólo se limitan a ubicar un espacio determinado y fijo para dar cabida a quejas


y demandas, sin que esto implique retroalimentación, es decir, cercanía del informador con el ciudadano. Este esquema siempre ha marcado una abismal distancia. En contra parte, ahora las redes sociales –enfatiza Ramonet- se convierten en una oportunidad única para democratizar la información. Cualquiera es capaz de escribir, hablar, fotografiar, filmar, opinar, comentar y analizar. A este tipo de personajes, el escritor los define como prosumidores, es decir, productores consumidores. No es para menos la explosión del mundo digital a escala mundial es por demás impresionante: 60 millones en MySpace, 175 millones en Twitter, 640 millones en Facebook, una red que deja atónico a cualquiera. Más aún, todos los meses se realizan en el mundo 970 millones de visitas únicas a Google, 633 millones a Yahoo, 400 millones a Wikipedia, 370 millones a Zynga. Y todos los días se crean alrededor de 100 mil nuevos blogs que se suman a los 250 millones ya existentes. Se trata de datos demenciales, pues a este paso cualquier ciudadano podrá convertirse en un potencial informador desde cualquier parte del mundo solo llevando consigo un ordenador con acceso a la web. Ramonet define este tránsito como subtitula su libro: “de los medios de masas a la masa de medios”. Hay un dato adicional que revolucionará la era digital. Se trata de un nuevo papel electrónico que será manufacturado en pantallas que se doblan o se enrollan como papel común y corriente, con base en la materia prima llamada grafeno, cuya base es cristal de carbono bidimensional. Este tipo de papel será el que cabe definitivamente la tumba de los diarios escritos. Entonces, aquí cabe el cuestionamiento: ¿desaparecerán los periodistas? ¿El periodismo como tal está al final de su existencia? ¿Acaso será suplantado por otro tipo de oficio, actividad o profesión? Lo cierto es que la sociedad está ávida de ser informada, de conocer y de enterarse de cualquier tipo de información. Hay lectores para todo, no se diga notas de la vida íntima de los artistas o casos polémicos de


políticos metidos en escándalos como sucedió con el dirigente priista Gutiérrez de la Torre.


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