Muy Historia - II G.M. Episodios más oscuros

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El espionaje nuclear

Espías del Proyecto

Manhattan

La información sobre los avances en el campo atómico tenía un valor incalculable para Stalin. Sus agentes trabajaron para conseguirla... Y los occidentales, para impedirlo. Por José Ángel Martos

A

finales de 1941, un joven soldado soviético esperaba acontecimientos en Vorónezh, una ciudad de la Rusia europea e importante nudo de comunicaciones ferroviarias. El recluta se llamaba Gueorgui Fliórov y se había preparado como ingeniero ferroviario, aunque él en realidad era físico. Y no uno cualquiera. En la Escuela Politécnica de Leningrado había conocido los descubrimientos de Bohr y Wheeler sobre la fisión de uranio y junto a otro compañero había hecho verificaciones indirectas. Luego probó él mismo la fisión espontánea en el isótopo U-235. La guerra y la invasión alemana lo habían alejado de sus laboratorios, pero no le habían hecho olvidar su tema favorito y tenía la suerte de que Vorózneh, mucho más al sur, contaba con una excelente biblioteca universitaria. Quería seguir investigando sobre la fisión espontánea y decidió buscar en las revistas especializadas de todo el mundo que allí se recibían artículos escritos por los físicos occidentales, para ver hacia dónde se encaminaban los estudios de estos científicos de referencia.

Secretismo en el mundo de la física Su sorpresa fue mayúscula. Revisó todas las publicaciones y no encontró ni un solo artículo sobre la materia. ¿Cómo podía ser que, después de la publicación en Nature de la explicación teórica por Meitner y Fritsch de la fisión nuclear en 1939, nadie en Alemania, Inglaterra o Estados Unidos hubiera escrito ni una sola línea ni se hubiera interesado por el asunto? En la soledad de la biblioteca de aquella lejana ciudad soviética, únicamente acompañado por revistas de física, Fliórov llegó a una conclusión: los gobiernos alemán, británico y estadounidense debían haber declarado la investigación sobre ese tema como secreta; la habían “clasificado”, como se dice en la jerga del espionaje. Alarmado, decidió alertar a su propio gobierno. Escribió una carta a Igor Kurchatov, para quien había trabamuyinteresante.com.mx

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