EL HIJO PRODIGO

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Prodigal Son. Oil,Canvas 130cmX90cm 2005 Paintings by Oleg Korole

LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO. EL REENCUENTRO CON NUESTRO YO SUPERIOR. “La peregrinación del espíritu a través de la materia. Hay diferentes clases de espíritus. Algunos, pero no todos, han ido a la escuela de experiencia, el mundo. Han descendido de su elevado estado en el Mundo de Dios, hundiéndose cada vez más profundamente en el mar de materia que los ciega. Por último, se han encontrado sumergidos en la materia densa del Mundo Físico. Este es el punto de vuelta en donde se despiertan, donde termina el inconsciente sendero de la involución, donde se obtiene la conciencia de sí, más una conciencia del mundo exterior. Pero el espíritu interno no está contento con quedarse en este mundo. Redespierta al sentimiento de su propia inherente divinidad y quiere remontarse nuevamente a las esferas elevadas y dice: me levantaré e iré hasta mi Padre.


Entonces viene la tarea de desembarazarse de los diversos vehículos en los cuales se ha encerrado y de elevarse una vez más hasta la consciente comunión con Dios. Mientras está entregado a esa ardua tarea el padre viene a encontrarle en el camino; la silente voz interna empieza a hablarle y a decirle de las glorias celestes, y al fin, cuando la evolución humana se ha completado o cuando el espíritu individual ha tomado el corto atajo de la iniciación, hay una reunión con Dios y con los otros hermanos que aún no han ido a la escuela de experiencia. Naturalmente, hay más regocijo por la vuelta de uno que ha luchado la buena batalla y ha vuelto al hogar celeste que por uno que aún no ha tratado de mejorar sus propias oportunidades." Mientras permanecemos en la Tierra, establecemos lazos con otros que bajo la ley de Causación traen ciertos efectos tarde o temprano. Estos efectos constituyen el denominado destino. Por la acumulación de antecedentes del pasado, liquidaremos alguna vez deudas o disfrutaremos de recompensas, según el principio de que se cosecha lo que se ha sembrado, ciclo que concluye cuando volvamos a ser espíritus inmaculados y libres, lo cual se logra cuando actuemos en concordancia absoluta con las leyes divinas. Cuando esta gran luz ha brillado en el corazón de un hombre nos sentiremos como un hijo pródigo, lejos de nuestro Padre Celestial. La parábola del hijo pródigo nos enseña el proceso al que nos sometemos en el Camino, mediante una tarea de encuentro consciente entre el Yo Superior y la personalidad. Cuando se busca, se encuentra, aunque los caminos sean diferentes y arduos para cada ego (espíritu) y más o menos difíciles para unos que para otros. Nadie puede caminar el sendero escogido excepto cada uno y quienes ya han pasado por este proceso, lo único que pueden hacer es señalar la ruta y animar a otros que lo deseen a recorrerlo, “sin parar mientes en todos los retrocesos y obstáculos, en la confianza de que lo que un hombre ha hecho, otro puede hacerlo. Cada uno de nosotros tenemos el mismo poder divino y como cualquiera, todos podemos triunfar”.


Y lo que se relata en la parábola ocurre mediante el proceso de la evolución, cuando nuestros vehículos se espiritualizan. Entonces “gradualmente el Ego comienza a encontrarse así mismo, como se encontró a sí mismo el hijo pródigo, cuando estando lejos de Su Padre, ansiaba retornar a él.”


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