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El amado Dios completa la tarea

En cada Servicio Divino por transmisión, una de las colaboraciones infaltables es la de los armonistas. Nuestros hermanos y hermanas se preparan con todo su corazón para ofrendar cada domingo, sus dones musicales. A continuación, sentimientos, experiencias y testimonios relacionados a esta tarea.

El don que Dios regaló

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Los armonistas, sin lugar a duda, aman la tarea que realizan. En muchas ocasiones, la música los acompaña desde muy pequeños. Susana, de Uruguay, es un claro ejemplo: “En 2021 cumplí 50 años en esta tarea que amo”, expresa. Desde Argentina, Marianela nos cuenta: “Servir como armonista es uno de los principales ejes en mi vida. Cuando tenía diez años me senté por primera vez en el armonio. Recuerdo que el Pastor del coro me dijo `agradece al amado Dios con los dones que te regaló´”. Esas palabras quedaron siempre en su corazón. “Es una silenciosa forma de ofrendar, porque parece algo normal. Pero si no está, se siente su ausencia”, comenta Mariano (Argentina).

Oración y práctica

Estas son las dos palabras que más se repiten cuando ellos cuentan cómo se preparan para las transmisiones de los

Servicios Divinos. No hay coro, tampoco comunidad. Sin embargo, la comunión se percibe.

“Tanto para los encuentros presenciales, como para los virtuales, me preparo orando y practicando muchas veces los himnos a interpretar”, expresa Mateo (Argentina), quien participa en el coro de comunidad y juventud. En las transmisiones de Brasil, generalmente podemos ver a Robson, quien nos cuenta: “La preparación es incluso mayor a la de un Servicio Divino presencial. Comienzo el día orando al Señor para que pueda bendecir la tarea y la elección del repertorio”.

Por su parte, Mariano expresa: “trato de imaginarme al coro cantando, con sus múltiples expresiones, la dinámica de la partitura y los distintos climas que con gura cada himno. Busco replicar todo esto en la ejecución y así transmitir el mensaje que llevaría la letra”.

Paz por la tarea cumplida

Participar en las transmisiones es una de las formas que nuestros hermanos y hermanas han encontrado para poder ofrendar parte de su tiempo y alabar el nombre de Dios. No obstante, esto lleva una gran responsabilidad que al nalizar cada hora se transforma en alegría y paz.

“Siempre intento interpretar el instrumento con todo mi corazón. Y cuando regreso a mi casa me llevo una sensación de paz por la tarea realizada”, cuenta Robson. “Tocar sin alguien que me dirija o un coro que me acompañe es extraño y me costó acostumbrarme un poco. Pero esta tarea representa todo el amor que siento por la Obra, la comunidad y Dios”, a rma Mateo.

“Durante el Servicio Divino por transmisión sentía la mirada no solo de la cámara, sino también de muchos otros hermanos y hermanas que estaban del otro lado. Luego pude regresar a casa feliz porque había vuelto a pisar la iglesia después de mucho tiempo”, dice Mariano.

Un silbo apacible

Cuántas veces hemos recibido una palabra de fuerza y consuelo cantando un himno o escuchando el armonio... Las palabras de Marianela lo con rman: “a menudo un hermano se acerca para decirme que le conmovió profundamente la interpretación de un himno, o que era ese el cántico que había estado en su mente hace días. Esto lo vivo como una experiencia de fe. La con rmación de que es el amado Dios quien completa la tarea”.

Música en el Servicio Divino

El propósito de la música en el Servicio Divino es alabar y honrar a Dios (Sal. 150). La música siempre tiene una nalidad de servicio y puede cumplir múltiples funciones: puede conmover en lo más hondo, prepara a la comunidad para el anuncio de la palabra y subraya la palabra de Dios. Por el canto de la comunidad o el coro, o bien por música instrumental, se expresa y transmite ánimo, fuerzas y con anza. Cuando hay tristeza y a icción, a través de la música puede experimentarse consuelo. Y no por último, la música estimula en los oyentes, como también en los músicos, el sentido de comunión (Catecismo INA 12.1.14).

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