El mundo de los libros como elemento cinematográfico

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EL MUNDO DE LOS LIBROS COMO ELEMENTO CINEMATOGRAFICO

Jorge Caicedo Santacruz


Autores Editores.com - 2013 © Jorge Caicedo Santacruz (10-343-478 de 2012) ISBN: Edición impresa – 978-958-46-2872-5 E-Book – 978-958-46-2873-2 Imagen de carátula: http://thecultureenthusiast.blogspot.com/2012_05_01_archive.html


PRESENTACION LOS LIBROS EN EL CINE LAS LIBRERIAS EN EL CINE LAS BIBLIOTECAS EN EL CINE LOS BIBLIOTECARIOS EN EL CINE LA TELEVISION LOS ARCHIVOS EN EL CINE BIBLIOGRAFIA FILMOGRAFIA

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PRESENTACION La presente reflexión es una actualización del artículo publicado por vez primera bajo el título de "Letras en cinta" en ALA (Revista de la Asociación Latinoamericana de Archivos): Bogotá. Archivo General de la Nación. No. 16, enero-junio de 1995, pág. 45-49 y posteriormente en algunas revistas pertenecientes a instituciones de educación superior. Animado por la sugerencia de un querido amigo, decidí retomar el casi perdido documento para profundizar y extender los puntos tratados en él, cuyo interés y nacimiento se dieron durante mi permanencia como Bibliotecólogo en la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano. Fue grande mi sorpresa cuando, al buscar nueva información que me permitiera un mejor desarrollo del tema, encontré mi antiguo artículo ―fusilado‖ y someramente modificado por un desconocido que no tuvo el menor reparo para publicarlo, con su nombre y diferente título, en Internet. De manera que la idea de mi amigo obtuvo, sin haberlos buscado, la fuerza y los motivos suficientes para salir del olvido y mostrar su rostro a la luz, ojalá para ser leída y utilizada por muchos. Así que trataremos exclusivamente de cine, no obstante un par de series y una película para televisión, que por su singularidad

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merecen una consideración especial. Se trata de "Buffi, la cazavampiros” y la trilogía de “El bibliotecario”, además de la película “Sala de lectura”, en las cuales se rompe la tipificación oscurantista del profesional bibliotecario, para presentarlo como un ser normal, con valores, virtudes y atributos al igual que los demás mortales, algunas veces como un héroe. Esa es la razón por la que ganaron su derecho a ser incluidas en este trabajo. Pero antes de adentrarnos en el tema, tal vez sea conveniente aclarar el significado del término ―Bibliotecario(a)‖, tomado de manera tan sui generis en un muy alto porcentaje de las veces que se menciona. Conocemos como bibliotecólogo en Colombia, o bibliotecónomo en España y México, al profesional graduado y titulado en una universidad aprobada por el Estado y facultada para otorgar el respectivo título en Bibliotecología, Biblioteconomía o en Ciencias de la Información, de acuerdo con la legislación educativa de cada país. Dado que son centenares las películas que provienen de países de habla inglesa, la traducción ―bibliotecario‖, del inglés ―librarian‖, se aplica por regla general a todas las personas que trabajan en la biblioteca, ―Library‖, sin establecer diferencias de cargos o funciones. En Colombia, sin embargo, se distingue al Bibliotecólogo, profesional con la preparación académica pertinente, que es quien ocupa los cargos directivos y de jefatura en las diferentes áreas técnicas, del auxiliar, no profesional. Es simple: igual sucede cuando se hace hincapié en la diferencia que existe entre médico y tegua, abogado y tinterillo, arqueólogo y guaquero. Para comenzar, recordemos que las mejores películas en la historia del cine se realizaron con base en historias narradas en libros. Pero ahí no termina su papel. Esas representaciones incluyen la aparición en escena, por corta que sea, de diversos medios relacionados directamente con el mundo de los libros.

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Teniendo en cuenta sus características esencialmente visuales, el cine utiliza diferentes elementos que permiten transmitir mensajes o sensaciones predeterminadas y con frecuencia recurre a los libros, librerías, bibliotecas y archivos, a partir de los cuales se desencadenan situaciones diversas, que ocurren en dichos espacios o que giran alrededor de los mismos, o de las personas que por muy diferentes razones se involucran en ellos: editores o impresores, libreros, lectores y escritores, bibliófilos, bibliómanos, bibliotecarios y archivistas, o cualesquiera elementos involucrados en el mundo de las letras impresas. Indiscutiblemente, las bibliotecas y los libros, su materia prima, siempre han estado presentes en el cine. 1

Según Darío D'Alessandro , en conferencia dictada en 2003 en la Biblioteca Luis Ángel Arango, en Bogotá, en el cine, el medio de comunicación con mayor impacto en la sociedad, aún más que la televisión, las referencias y las imágenes de la biblioteca ofrecidas en sus historias pueden parecer apariciones fugaces, simples fondos de escena, lugares que permiten recrear la atmósfera ideal para un encuentro amoroso o para una escena de misterio o de terror. Sin embargo, la presencia de la biblioteca en un filme, por algunos segundos, incide en el espectador mucho más que una transmisión televisiva sobre las bibliotecas, porque, cuando en una cadena de televisión se presenta un programa acerca de bibliotecas, los televidentes cambian de canal; no obstante, estas mismas personas, en el cine, ven pasar en la pantalla cualesquier escenas con bibliotecas y, aunque no las perciben conscientemente, hay un mensaje que él llama subliminal, que queda en sus memorias. Y concluye cuestionándose: ¿Quién no recuerda las escenas filmadas en la gran sala de lectura circular de la Library of Congress, de Washington, en “Todos los hombres del presidente” o las 1

D'ALESSANDRO, Darío. La biblioteca en el cine. Conferencia dictada en la Biblioteca Luis Angel Arango, Bogotá, en 2003. [en línea] Disponible en: http://www.lablaa.org/blaavirtual/bibliotecologia/dalessandro/biblio cine1.htm (Consulta: 6 Enero de 2010).

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repeticiones efectuadas en las salas, catálogos y depósitos de la New York Public Library de “Los cazafantasmas”? El cine se ocupa de los libros, recurre a ellos como fuente de argumentos pero también ha modificado ―el arte de escribir‖. El juego de influencias es complejo e inevitable. Hay otra relación posible que atrae a la intención de este trabajo: el cine ocupado en los libros, no en uno, sino en muchos libros, en sus dimensiones y en sus alcances, en el lugar que ocupan, el espacio que habitan y el ambiente que conforman. El cine que muestra una biblioteca. En algunos casos, sólo advierte un ambiente con libros en el que alguien busca algo, en otros, es el bibliotecario el que la cámara busca o el usuario que, entre hojas, desenmascara lo oculto y el argumento camina hacia una resolución. La biblioteca es así un 2 recurso del personaje, una estrategia del guión. He ahí el motivo de nuestro interés y la razón por la cual nos aventuramos en los cuasi-infinitos caminos que conforman la telaraña de la cinematografía, así sea sintetizada en un solo tema como es el que ahora nos ocupa; en otras palabras, el mundo de los libros como elemento cinematográfico. Y no solamente los libros como elemento salvador y vivificante sino también como punto de apoyo a la maldad y a los intereses personales carentes de los valores universales. En su viaje interplanetario buscando la Tierra, “El principito” arriba a un pequeño planeta hecho con libros; montañas de libros, y habitado sólo por un hombre que asegura ser historiador, MARTIN OTEGUI, Virginia. Las bibliotecas en el cine. Aportes para el análisis de la representación de las bibliotecas en el cine. En: Revista General de Información y Documentación. Universidad del Sur. Bahía blanca, Argentina. 2009, 19 61-90 [En línea] Disponible en: http://www.ucm.es/BUCM/revistas/byd/11321873/articulos/RGID0 909110061A.PDF. (Consulta: 08 Enero de 2010). 2

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el mejor historiador del mundo. Se trata de un depósito de libros colocados de tal manera que conforman un mundo esférico, al entrar en el cual el niño exclama: -―Buenos días, señor. Busco el conocimiento‖ Y el extraño hombre responde: -―Yo lo escribí. Lo leí. Está escrito. Es historia. Las demás son obras completamente inútiles‖. ¡Ah! La vanidad y prepotencia de quienes aseguran poseer la verdad. Aunque, si lo vemos con los ojos de la mente, bien abiertos, ya lo expresaron clara y ciertamente los antiguos romanos: ―Verba volant, scripta manent‖: Las palabras vuelan, los escritos quedan. Y para bien o para mal, son muchas las obras escritas por mentes cerradas a la luz, con parcialidad política, manipulaciones oscuras, fanatismo religioso, ignorancia de las causas, o, simplemente, desconocimiento o tergiversación de la verdad. Lo que queremos decir es que no siempre los libros son la esencia de los valores ni la acumulación de lo bueno. Aquí cabe igualmente la vieja sentencia que reza: ―El papel aguanta todo‖. Y nosotros agregamos: El celuloide también.

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LOS LIBROS EN EL CINE Richard y Emmeline Lestrange, náufragos en “La laguna azul” desde muy pequeños, crecen y se desarrollan por sus propios medios. Ya adolescentes y sin haber contado con la presencia de otros seres humanos, mucho menos adultos, sin la instrucción de maestros ni familia, Richard, iluminado por la luz rojiza amarillenta de la fogata en la playa, dice a su prima: – ―Hay muchas cosas que no logro entender. Quisiera que un gran libro que tuviera respuestas para todas las preguntas cayera en esta isla y lo pudiera tener entre mis manos ahora mismo y leerlo hasta saberlo todo‖. No puede ser más explícita la necesidad del conocimiento en esta expresión que lleva de la mano la aceptación de que los libros contienen el saber, la información que nos permite conocer aquello que ocasiona duda, inquietud y ansia de aprender. Basta con saber que existe el libro, objeto indispensable y vital para el crecimiento intelectual de las personas modernas, para desearlo como lo que es y representa en la formación del ser humano completo e integral. Por su parte, Pursy, la rebelde y resentida adolescente, dice a su padre, Bobby, profesor de literatura ya viejo y retirado cuya vida se narra en “Secretos del pasado”: -―Hasta un idiota sabe que los libros son mejores que la vida real. Por eso son libros‖. Todos quienes hemos tenido oportunidad de presenciar la proyección de una película, con seguridad que hemos visto, en

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mayor o menor grado, persecuciones y crímenes ocasionados por un libro, especialmente en películas de espionaje y de terror, así como escenas de libros que caen sobre las personas, bien sea en momentos cómicos como en situaciones violentas, y aceptamos con naturalidad los libros huecos en los que se guarda llaves, pequeñas piezas electrónicas, joyas o armas, o aquellos que al abrirse dejan escapar tormentas o un enorme y feroz perro negro como el de “El guardián de las palabras” cuando el niño perdido en la biblioteca abre la novela ―El sabueso de los Baskerville‖; gritos y risas como en “Corazón de tinta”, o monstruos, como en “Harry Potter y la Piedra filosofal”; Cuando Harry entra a la sección prohibida de la biblioteca, donde se guarda los libros que contienen los más grandes secretos de la magia, encuentra un libro en el cual vive un hombre encerrado entre las hojas impresas y cuyo rostro sobresale en el papel, tratando de escapar cuando el libro se abre. No faltará quien piense que las almas de los autores pugnan por escapar de las jaulas de papel en las que fueron encarceladas por sus dueños. De la misma forma, en “Harry Potter y la cámara secreta” Harry utiliza un libro, el diario de Tom Ryddle, más conocido como el mago Lord Voldemort, para ocultar en él un calcetín que obsequia al pequeño Dobby, un elfo doméstico esclavo de Lucius Malfoy, como símbolo de su libertad. Y en “Secretos de familia”, un joven obsequia a la tutora un libro, que en realidad es un cofre dentro del cual coloca un ratón muerto. La variedad en el contenido de un libro es inimaginable; una pequeña herramienta escondida en la Biblia, como la usada por Andy Dufresne en “Cadena perpetua” con la cual excava el túnel que lo lleva a la libertad fuera de la temible cárcel de Shawshank; puede incluir desde un ratón hasta un arma, o desde una tormenta hasta un simple, sencillo pero aterrador conjuro. Desde una receta de cocina hasta los más grandes y complejos problemas de la química, la física cuántica, la política o las artes. Desde un poema de amor… hasta un catálogo de misiles. El viejo Ian, ex-actor de teatro, hipocondríaco y jubilado, que se prepara para la llegada de su sobrina Jessie a Londres, dice a Maurice Rusell, su igualmente anciano amigo del alma:

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-―También le compré una toalla rosa para que no haya confusiones en el baño. Y por si quiere leer le conseguí estos libros‖. -―¡Qué horror! Edith Warton‖. -―Quiero educarla, Maurice. Quiero enseñarle algunas cosas‖. Vemos bibliotecas en cada uno de los apartamentos de los dos ancianos: Ian, exlector, Maurice, aún en escena. Ambos conocen y aprecian el valor de los libros y obviamente de la lectura, pero Jessie, “Venus” para el enamoradizo actor, es una joven campesina sin educación, inculta y desadaptada, a quien su madre ya no tolera en casa. El primer disgusto entre la muchacha y su tío se presenta a su llegada porque él quiere que le prepare pescado, algo que, obviamente, la inútil muchacha ignora. De manera que en su primera salida con Maurice le pregunta: -―¿Sabes algo de pescado?‖ -―Ni idea, querida. ¿Y tú?‖ -―Ni idea‖ -―Podrías usar un libro‖ -―¿¡Un libro!?‖ -―¡Los conoces! Dos pedazos de cartón con hojas impresas en medio‖ -―¿Lees mucho?‖ -―Cuando no hay con quién hablar, es buena compañía‖. Indudablemente se trata de una broma. Pero… ¿es una broma en serio? Porque sin lugar a duda la metáfora es válida para muchas personas a quienes un libro les representa justamente eso: Dos trozos de cartón con hojas escritas en medio, no importa lo que tengan escrito. Desconocen, y jamás les cruzaría por la mente, que en los libros pueden encontrar, inclusive, la receta de cocina capaz de modificar el curso de sus vidas. Tampoco aprecia los libros el rey, padre del príncipe azul y futuro suegro de “Cenicienta”, versión clásica de Walt Disney, pues arroja al suelo varios volúmenes que se encuentran sobre la mesa sostenidos por un par de, seguramente costosos, trancalibros de

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porcelana. Los libros no son importantes para él pero sí la vistosa porcelana. Los libros son, simplemente, un complemento decorativo ineludible de los finos trancalibros. No obstante, las ratonas amigas de la muchacha atesoran y valoran un catálogo de vestidos femeninos, del cual toman el modelo para el traje que con tanto amor, esmero y arte, cosen para ella, pero que luego es destrozado por las horribles hermanastras. Y un libro igual es el usado por Flora, Fauna y Primavera, las hadas protectoras, para confeccionar el vestido de la princesa Aurora, “La bella durmiente”, el día de su décimo sexto cumpleaños. Al comienzo de la historia y antes de revelarnos “El misterio de los excavadores”, hay una escena especial, cuando se muestra un libro abierto sobre cuyas páginas caen las lágrimas de la profesora Kate Barlow, a quien los hombres de Green Lake, luego de asesinar a su enamorado, incendian la escuela recién construida. El libro es el recipiente que recoge el dolor de la mujer que únicamente deseaba enseñarles a leer. Son pequeños charcos de amarga impotencia sobre las palabras impresas, que transmiten la indescriptible tristeza de su alma. Pero no todos los libros son buenos. También hay libros monstruos, como el ―Monster book of monsters‖, libro en forma de enorme araña, con patas, cuatro ojos y filosos dientes, que destruye lo que encuentra a su paso, persigue y ataca a todo aquel que se cruce en su camino, exceptuando a su dueño, y al que sólo Harry Potter podría controlar. O, como el ―Libro de encantamientos‖, en “Abracadabra”, forrado con piel humana y con un ojo en la cubierta, que se abre para observar a los lectores y que fue obsequiado por el diablo a Winifred, la hermana mayor de las tres brujas Anderson. Este libro vuela hasta las manos de su propietaria cuando ella lo llama y se abre justo en la página que contiene el conjuro indicado para cometer la maldad deseada por la bruja. Algo así como una consulta en realidad virtual, ya que, además, las páginas del libro se iluminan con luz propia pues no requiere de energía eléctrica ni de baterías como sucede con los computadores. Por otra parte, dicho libro está protegido por la magia y ni siquiera el fuego puede causarle el menor daño, mucho menos destruirlo. Esto nos recuerda la opinión de algunos

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en cuanto consideran, y parecen convencidos, de que el libro, tal como lo conocemos, es imperecedero y por lo tanto nunca desaparecerá como soporte de la cultura universal. Otros, por el contrario, piensan que ésta es una posición más romántica que práctica y que, al igual que todos los soportes escriptóreos del pasado, el libro debe evolucionar a la par con el desarrollo científico y tecnológico, el cual, en la actualidad, avanza a tal velocidad que únicamente las últimas generaciones de jóvenes y niños pueden ir al ritmo que les impone ésta, su época. Hay igualmente un libro muy antiguo que contiene los secretos de la lucha entre la luz y la oscuridad y provee la clave para encontrar “Los seis signos de la luz”. -―El libro te enseñará cómo se debe buscar los signos. Tú eres El buscador y sólo el buscador puede leer el libro‖. Evidentemente esa es la función básica y final del libro; enseñar la manera de pensar, dudar, encontrar los signos que conducen al hallazgo de las respuestas a lo ignoto y desconocido. Pero no satisfecho con la lectura del libro, Will Stanton, un muchacho de catorce años y reconocido por los ancianos como El buscador, complementa la información mediante un par de consultas en la Web; en Google, para ser más exactos. Ni más ni menos como lo hace la mayoría de estudiantes para resolver sus deberes académicos: buscar un título o un par de palabras que se acerquen al asunto encomendado y copiar, pegar e imprimir, o simple y directamente, imprimir. Y no sólo los niños. También los adultos, estudiantes y profesores universitarios lo mismo que empleados de alta y media jerarquía ―fusilan‖ o plagian información obtenida en Internet a fin de lograr, buenas calificaciones los primeros, publicaciones, ascensos y aprobación de proyectos los otros. Son los peligros de la tecnología mal empleada, cuando la información localizada en la Red no es utilizada como el complemento sino como el todo, pasando por alto la comprensión que debe, necesaria e indispensablemente, ser parte inherente al proceso normal de toda lectura, conducente, es de esperar, a

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resultados benefactores como el aprendizaje y, en el menor de los casos, a la recreación del espíritu. Gracias al uso y popularización de Internet, bien empleada, como un servicio más en la actualización técnica de las bibliotecas, es posible ingresar a los archivos del FBI, tal como hace el detective Art asistido por la bibliotecaria de “Al rojo vivo”. Entre otras inquietudes esta película despierta el planteamiento de un nuevo tipo de problema de las bibliotecas en cuanto se refiere a la consulta en línea: la discreción en el manejo de la información proporcionada a los usuarios. La anciana abuela Wendy toma el libro de ―Peter Pan‖ y dice al Peter real, ya adulto, ejecutivo importante, casado y con hijos, los cuales han desaparecido como consecuencia de “El regreso del Capitán Garfio”: -―Los cuentos son verdad. Te lo juro por todo lo que adoro. Peter ¿No sabes quién eres? Debes obligarte a recordar‖. Independientemente de los escritos puramente de ficción, los libros encierran nuestro pasado, la historia de los pueblos y de los individuos. La vida en biografías, la geografía, los viajes y las aventuras, la evolución de las artes, de la ciencia y la técnica. La única manera de conocer el pasado, el presente y las expectativas de un posible futuro, es leer, y, por supuesto, recordar. Quien no lee, jamás llegará a saber nada de sí mismo. Nunca sabrá quién es, ni de dónde vino ni hacia dónde puede o debe dirigirse. Los libros están por doquier, inclusive en las tupidas selvas del Amazonas. Cuando hombres civiles asaltan el barco que transporta a las visitadoras y asesinan a Olga Arellano, conocida con el alias de ―La colombiana‖, aunque en la novela de Mario Vargas Llosa realmente se apoda ―La brasileña‖, la mejor amante de “Pantaleón y las visitadoras”, el sacerdote que preside su sepelio lleva en la mano un libro del cual lee algunas frases, rápidamente y de mala gana.

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Es una escena común en los entierros, ya que el ―Ritual de exequias‖ guía el procedimiento de la liturgia funeral en la Iglesia católica y provee al sacerdote los textos necesarios para su lectura durante la ceremonia, entre los cuales se incluye la predicación y los elogios del difunto. De igual manera se presentan el sacerdote o el juez al celebrar una boda, llevando a la mano el ―Ritual de matrimonios‖, del que toma la lectura de los salmos responsoriales más algunos pasajes de los evangelios. En cuanto a la lectura como sana, sabia y necesaria costumbre, existen pueblos y países en donde la cultura del libro y la lectura están acendradas desde tiempo atrás. Informes internacionales señalan altos índices de libros leídos per cápita en Europa y América del Norte, no comparables con el supremamente bajo nivel de lectura en Suramérica, Africa y gran parte de Asia. Así, “El club del libro Jane Austen” narra cómo cinco mujeres de diferentes edades y costumbres, forman un club de lectura para analizar y tratar de comprender la vida de la escritora por medio del análisis de sus novelas, tales como ―Emma‖, ―Persuasión‖, ―Sentido y sensibilidad‖, ―Orgullo y prejuicio‖ y ―El Parque Mansfield‖, que les ayudarán a resolver la inestabilidad de sus vidas amorosas. Aunque las historias contemporáneas no siguen ciegamente los textos de Austen, los personajes encuentran reminiscencias, predicciones, advertencias y sabiduría sobre su propia trayectoria, en las narraciones de la famosa escritora. Pero no siempre ha sido así y menos cuando se es mujer. Aún en el mundo de hoy, más del sesenta por ciento de las personas que no saben leer ni escribir son mujeres. Desde tiempos inmemoriales, las religiones, especialmente la católica y el islam, desconocieron y negaron a la mujer su derecho de aprender. María Magdalena era una mujer de clase alta, que sabía leer y escribir, lo cual le valió la enemistad de los varones, quienes, como estrategia para librarse de ella la acusaron de adulterio y prostitución. En la Galilea de María de Magdala, las familias pudientes gozaban de alguna libertad en la educación de sus mujeres, mas no así en Judea donde les estaba prohibido aprender a leer y escribir.

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Ochocientos treinta años después, en la Alemania medieval, cuando las únicas alternativas eran convertirse al cristianismo o ser asesinados, nace Johanna, la niña que más tarde habría de convertirse en “La papisa Juana”, hija de Gerbert, un sacerdote católico, fanático y oscurantista. Johanna se beneficia del amor de Matías, su hermano mayor. -―Quiero aprender a leer y a escribir los salmos‖ -―Papá no lo permitiría. Sería una blasfemia‖. Y Matías cuenta a Johanna la historia de Santa Catalina, quien ―… a pesar de ser mujer era culta y sabia‖. Pero el padre se entera de que la niña sabe leer y escribir, y exclama preso de la ira: -―¡Criatura antinatural! ¡Has traído la cólera de Dios sobre nosotros!‖ No obstante la prohibición de enseñar a las mujeres, el sabio maestro Esculapius se ofrece para ir hasta la casa del sacerdote y educar a Johanna, así que la niña aprende a leer y escribir, no sólo en alemán sino también en Latín y griego, y recibe del anciano un libro, ―La Odisea‖ de Homero, una de las obras más antiguas de la humanidad, copia manuscrita y traducida por el mismo maestro; la versión griega original, seguida por la traducción al latín. Pero su padre la descubre. -―¿De dónde sacaste este libro? ¿Qué clase de idioma es este? ¿Cómo puedes leer esto?‖ -―Es griego, padre. El maestro Esculapius me enseñó‖. Entonces el sacerdote ordena a la niña borrar las palabras escritas en el libro, raspándolas con la afilada hoja de un cuchillo. -―¡Has insultado a Dios con tu desobediencia. Como castigo trabajarás día y noche, comerás sólo pan y agua hasta que cada palabra no cristiana sea borrada de aquí. Te enseñaré a temer a los tormentos del infierno!‖.

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Y sometiéndola de rodillas, azota su pequeña espalda mientras grita la oración del Padre Nuestro, tal como ora cuando golpea y viola a su esposa delante de los niños. Poco tiempo después y gracias a la mediación de Esculapius, Johanna, de 10 años, es requerida ante el obispo que, de manera excepcional autorizará su ingreso a la escuela, masculina, por supuesto, de la catedral. Pero su llegada no es bien vista por el fraile profesor, quien sostiene ante los reunidos: -―Está en contra de la voluntad divina aceptar a una mujer en la escuela de la catedral. Además es inútil. Las mujeres no poseen la habilidad natural de obtener conclusiones lógicas. Las secciones útiles del cerebro de una mujer son tan pequeñas, que son incapaces de entender ideas y conceptos complejos. El mismo San Pablo ha afirmado esta verdad, que las mujeres son inferiores a los hombres, como lo determinan el orden de la creación, la jerarquía y la fuerza de voluntad‖. Años más tarde, oculta su identidad y convertida en Papa, su santidad Johannes, propone construir en Roma una escuela para niñas, con la oposición de obispos y cardenales: -―¿Una escuela para niñas? ¡Nunca ha habido algo así! -―Su santidad, supongo que usted sabe que mientras más sabe una mujer su útero se hace más pequeño. Es de conocimiento común‖. Durante las centurias posteriores la iglesia y sus seguidores consideraron que si una mujer podía leer estaba poseída por el demonio y era sin lugar a dudas una bruja, al punto de matar en la hoguera a centenares de mujeres instruidas y valiosas. A finales del Siglo XVI, la mujer aún tenía prohibido el acceso al conocimiento por considerar que no era inteligente y que el saber y el estudio eran exclusivos del hombre. En los siglos siguientes y de manera paulatina se le permitió acercarse al mundo académico, iniciando con las niñas de familias adineradas, pero

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recibían una formación escolar básica sobre la cual se enfatizaba en manualidades y educación moral. Hoy, por fortuna, la situación ha cambiado en la mayor parte del mundo, aunque en 2005 la poetisa afgana Nadia Anjuman, de 25 años, fue asesinada a golpes por su esposo y los familiares de éste. El mundo supo entonces que el régimen talibán prohíbe que las mujeres aprendan a leer y escribir. Si un padre le enseña a escribir a su hija, será condenado a la pena de muerte. Las mujeres tienen prohibido trabajar, estudiar y reírse en voz alta. Nadia y otras jóvenes pertenecían a los Círculos de Costura de Herat, y se reunían tres veces a la semana en la escuela de costura La Aguja de Oro, en la casa del profesor Rahyab, de sesenta años, donde secretamente estudiaban a escritores prohibidos como Shakespeare, Tolstoy, Balzac, Dickens, Joyce, Dostoievski y Nabokov. Así las cosas… las palabras son pocas. Volvamos a los libros. Muchas veces un libro, que bien puede tratarse de un diario manuscrito, es causa de asesinatos, intrigas y traiciones, o la guía para resolver antiguas incógnitas como sucede en “La momia”, “Los cazadores del Arca perdida”, “Indiana Jones y la última Cruzada”, “La novena puerta” y “El fantasma de Canterville”, entre muchas otras. - ―Algunos libros son peligrosos y no deben abrirse impunemente‖, dice en “La novena puerta” el coleccionista de libros satánicos al cazador de libros raros y muy antiguos, quien busca un libro supuestamente escrito e ilustrado por Lucifer, cuyos grabados contienen un mensaje secreto. En “El nombre de la rosa”, el monje William de Baskerville explica: - ―Hay un libro que mata, o por el que los hombres matan‖. Y el anciano abad Jurgen, que oculta el libro de Aristóteles, contesta: - ―Hay libros prohibidos, espiritualmente peligrosos; la risa mata al miedo (como en “Las brujas de Eastwick”, cuando en la mansión del demonio sus tres mujeres flotan en el aire mientras ríen); Sin

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miedo no hay fe. Sin miedo no se necesita Dios‖. A lo cual el monje responde: - ―Pero no se puede eliminar la risa eliminando este libro‖. Obviamente, no es posible suprimir las ideas destruyendo los libros, negando la existencia de sus autores e incinerando a los lectores.

“El nombre de la rosa” El mensaje que trata de transmitir esta historia es el miedo a lo desconocido y al rechazo de lo que no se puede llegar a comprender desde el punto de vista teológico. Dos personajes se enfrentan adquiriendo dos roles completamente distintos: Jurgen de Burgos y William de Baskerville; el primero considera que la biblioteca, elemento presente a lo largo de toda la película, debe desempeñar un rol esencialmente de conservación. Según su particular punto de vista, todo lo que está escrito debe conservarse y los monjes no deben aventurarse a investigar nada más. Por otro lado, fray William es un hombre de ciencia, aspecto que esconde para no ser considerado un brujo. El libro perdido, el libro asesino o el libro por el que se mata y sobre el que recae todo el misterio: el

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Segundo libro de poética de Aristóteles, que desencadena todas las muertes dentro de la abadía, significa para Jurgen un ataque frontal a sus creencias. William asevera que el humor fue empleado por los mártires para enfrentar y ridiculizar a los paganos, a lo cual añade que Aristóteles escribió su libro para ilustrar que el humor podía utilizarse como instrumento de la verdad. Jurgen le pregunta si ha leído ese libro y William admite que no lo ha hecho puesto que el libro se perdió hace mucho tiempo. Entonces Jurgen asegura que el libro no se perdió, sino que nunca fue escrito, aunque es él quien guarda una copia envenenada que mata a todo aquel que osa tocarlo. De ese modo, tenemos que la esencia de la historia es que el libro mata por el conocimiento que atesora. Un conocimiento que para los ilustrados es muy interesante y que todos desean poseer. Así, los primeros en morir por desear su contenido son los monjes Adelmo de Otranto y Venancio de Selvemec, seguidos por Berengario, ayudante del bibliotecario, y el mismísimo bibliotecario Malaquías, además de Severino, el herbolario, asesinado por Malaquías tras descubrir el libro que Berengario había escondido mientras moría sufriendo los efectos del veneno. Por otro lado, más allá de un único libro, el acceso a la información también está restringido en esta biblioteca. Sólo el bibliotecario y su ayudante, así como Jurgen, gracias a su veteranía, liderazgo y conocimiento de los secretos de la abadía, tienen ingreso garantizado a los fondos y pueden acceder a los documentos originales. William de Baskerville se percata durante sus indagaciones de que todo el misterio se resume a la posesión de un libro, del que desconoce casi todo pero del que es consciente que, o mata o se mata

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por él. La investigación para descubrir cómo se accede a la biblioteca evitando al bibliotecario, conduce al desastre final, cuando Jurgen trata, sin conseguirlo, de envenenar a William y a su novicio Adso de Melk. Frustrado, Jurgen huye con el libro a través del laberinto que constituye la biblioteca, pero en la persecución un candil cae sobre algunos rollos y el fuego se esparce mientras el monje devora sus hojas envenenadas. Es en este momento, durante el incendio que consume la biblioteca más grande de la cristiandad, como William la define, cuando se nos muestra que los libros no son importantes si no se puede salvar antes las vidas humanas. William ordena a Adso que huya de las llamas y el joven obedece a pesar de su temor por el grave peligro que corre la vida de su maestro, quien permanecerá en la biblioteca que arde, tratando de salvar al menos unos 3 cuantos de tan valiosos ejemplares. El amor del monje de Baskerville por los libros es tan grande que expone la vida tratando de salvarlos del fuego, lo mismo que los propietarios de libros en “Fahrenheit 451”, cuyo tema y mensaje son para reflexionar. Hasta qué punto acierta la ciencia ficción al predecir un futuro destructivamente siniestro para los libros; hasta dónde puede llegar el valor que el ser humano concede a los libros cuando está en juego la vida, cuando, si tiene la suerte y fortaleza necesarias para salvarla, recibe la oportunidad de convertirse en un libro viviente, memorizando su contenido total con la misión y el deber de transmitirlo a otro ser humano.

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ROS-MARTIN, Marcos. Asesinatos en la abadía por un libro [en línea] Disponible en: http://www.documentalistaenredado.net/400/asesinatos-en-laabadia-por-un-libro/ (Consulta: 6 Enero 2010)

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Con el mismo propósito, la historia “Del amor y otros demonios” nos recuerda los oscuros tiempos de la censura durante la vida colonial en el Siglo XVIII. Como una de las funciones atinentes a su trabajo, el obispo de Cartagena de Indias y su asistente, el padre Cayetano, leen libros prohibidos por la Censura. -―La Teodicea de Leibniz‖ - dice el asistente. -―¿El publicado en París? Con todo y sus males este mundo es el mejor de los mundos posibles‖. Y el obispo le refuta: -―El mal no proviene de Dios sino de su ausencia‖ -―O de nuestro libre albedrío, como dice Leibniz‖ -―El mal no se cuestiona con la razón sino con la fe‖. Gottfried Wilhelm Leibniz, o simplemente Leibniz (1646-1716) fue un filósofo, matemático, jurista, bibliotecario y político alemán. Uno de los grandes pensadores de los siglos XVII y XVIII. Su obra más conocida, ―La Théodicée‖ fue escrita como título de una de sus obras: ―Ensayo de Teodicea: Acerca de la bondad de Dios, la libertad del hombre y el origen del mal‖. El obispo toma otro libro de la mesa de su asistente y lo mira con reproche: -―¡Ecker! (?) Sigue prohibido ¿No es así?‖ y el sacerdote se disculpa: -―Pensaba guardarlo en el Capítulo Secretos, su excelencia‖. El Santo Oficio de la Inquisición ejercía, entre otras funciones, el control y la censura de libros y poseer un libro registrado en el ―Index Librorum Prohibitorum‖ (Índice de libros prohibidos) podía pagarse con pena de muerte. Su última edición data de 1948 y, aunque se siguieron incorporando títulos hasta 1961, una provisión de 1966 decretó que no se siguiera renovando. El Indice contenía nombres de autores cuyas obras estaban prohibidas en su totalidad, obras aisladas de otros autores o anónimas y también un detallado repertorio de los capítulos, páginas o líneas que debían ser cortados o tachados. Esta labor correspondía a los bibliotecarios, que debían ocuparse de ellas antes de dejar los libros en manos de los lectores.

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Cuando en el acervo de las bibliotecas se localizaba libros incluidos en los índices de prohibidos o expurgados, se les colocaba en estantes separados, enrejados y con la indicación "Son de los prohibidos". A este grupo de libros y estantería se le llamaba "El infierno". Sólo podían ser consultados por el Prior o el Rector del colegio, o por aquellos usuarios que lograban un permiso especial. A pesar de la vigilancia y control ejercidos por las autoridades civiles y eclesiásticas, hubo un intenso contrabando de libros. La técnica era pasarlos ocultos en barriles de vino, toneles de fruta seca o en cajas de doble fondo. Eran mercancías pagadas a muy buen precio y valía la pena el riesgo. De la mano con la ignorancia y la locura hay una patente demostración de soberbia y poder por parte del obispo sobre el subordinado en la escena del comedor: -―¡Te espero para comer!‖ -dice el obispo. Y come. Sólo que no ofrece nada al padre Cayetano, quien se ve obligado a leer para su jefe que lo interrumpe a cada momento de manera grosera e irrespetuosa con golpes de los cubiertos contra el plato de porcelana, cada vez que no está de acuerdo con la entonación dada a la lectura. -―¡Leído así, Aristóteles pierde toda su claridad!‖. Y como el asistente, incómodo y humillado, tal vez con hambre, se levanta para salir, le ordena con firmeza y calma total: -―Seguirás leyendo ¿no?‖ En la oficina del obispo hay libros sobre las mesas y en anaqueles cerrados. También hay libros en la oficina de la abadesa del convento de Santa Clara, a donde el obispo envía bajo orden de detención a Sierva María, la niña mordida por un perro rabioso, señal inequívoca de que está poseída por el demonio. Cuando el obispo encarga el caso de la niña a su asistente, el padre Cayetano, éste contesta mientras cierra el libro que ocupara su lectura:

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-―No soy exorcista, padre. No tengo el carácter ni la formación. ¿Y la Biblioteca del Vaticano? Me he estado preparando para eso‖. El obispo le quita de las manos el libro y dice mientras observa la cubierta: -―¡Garcilaso! No nombra a Dios más que un par de veces en toda su obra‖. -―Un poco más‖ -argumenta Cayetano -―Pero no es nada raro en los buenos católicos del Renacimiento‖. En “Harry Potter y la cámara secreta”, el profesor Lockhart, famoso escritor de libros de magia que vende él mismo en las librerías y que son conjuros plagiados a otros magos, al igual que su autobiografía, que a veces obsequia para hacer propaganda de sí mismo, dice cuando huye cobardemente ante el peligro: - ―Los libros pueden mentir. Mis libros no se venderían si las personas no creyeran que he hecho estas cosas‖. Y en palabras del mago Voltemort: - ―Mira el daño que un tonto libro puede hacer, sobre todo si lo tiene una niña ingenua‖. Así mismo, en “La historia sin fin 1”, el misterioso librero dice a Bastian: - ―Los libros que tú lees son seguros. Este libro no es para ti‖. Ojalá todos leyéramos así. Con la misma atención, interés, concentración y total vivencia de lo escrito con los que este niño se zambulle en las palabras impresas del libro. No le importa la lluvia ni el viento que penetran por la ventana, ni el frío que puede vencerse con una manta sobre la espalda, ni el hambre que se mitiga con una fruta. En esos momentos, su alma y su cuerpo, su respiración y las palpitaciones del pequeño corazón existen sólo para leer. Y continúa en “La historia sin fin 2”. El mismo señor Koreander, dueño de la librería, cuando Bastian entra por segunda vez, aunque en esta ocasión ya sabe lo que busca: -―No leas ese libro. Te exigiría demasiado‖

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-―Pero ya lo he leído‖ -―¡Sí! Pero sería la segunda vez. Hay libros que cambian cada vez que los lees‖. Pues sí. Todos quienes alguna vez en la vida hemos repetido la lectura de un libro sabemos que es cierto. Cada vez que uno lee el mismo libro, comprende algo que simplemente no entendió en la primera lectura o encuentra algo de lo que no se percató o no vio la vez anterior. He aquí otro de los encantos del libro. Y en “Abracadabra”, el niño hechizado y convertido en gato negro trescientos años atrás, se refiere de esta manera al ―Libro de encantamientos‖: - ―De este libro no saldrá nada bueno‖. Tal como existen libros prohibidos por el bien, pues sirven a favor del mal, hay libros que en manos de los buenos conducen a la destrucción de los malos. De ahí que sean los hijos del mal quienes tratan de desaparecerlos. Jared Grace, el niño rebelde de “Las crónicas de Spiderwick”, descubre una habitación secreta en la casa de sus antepasados. Allí, entre viejos libros cubiertos por una gruesa capa de polvo, encuentra un libro atado con cintas y sellado con lacre, al cual se adjunta una nota escrita ochenta años antes por el tío abuelo, Arthur Spiderwick, que dice: ―Advertencia: No te atrevas este libro a leer, pues tu destino terrible puede ser…‖ Spiderwick escribió e ilustró el libro secreto que trata de seres fabulosos, algunos buenos, otros maléficos y terribles, que existen entre el mundo real y el mundo de la fantasía: Trasgos, elfos, grifos, ogros y diversas criaturas mágicas. Pero Jared pasó por alto la advertencia y obtuvo información prohibida, por ser peligrosa, por representar un conocimiento que bien empleado por humanos buenos, es de interés vital, o mortal, según se vea, para los malos. Es similar a un caso de censura, igual a la impuesta por los clérigos inquisitoriales de hace algunos siglos, más bien, años, y por los gobernantes corruptos de hoy y de siempre.

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Los monstruos, liderados por el ogro Mulgarath, buscan desesperadamente el libro, que a través de dibujos y fórmulas mágicas enseña las maneras como se puede controlarlos y vencerlos. Por eso el autor explica a los niños: -―Mulgarath quiere el poder que da el conocimiento‖. También por eso los monstruos ruegan al ogro: -―Amo, debe destruir el libro‖. Palabras pronunciadas de manea textual, ochenta años antes por la pequeña, invisible e inteligente rata guardiana del libro prohibido y que, entre otras fantasías, es la causante de que los libros se muevan solos en los anaqueles, aunque el espectador no pueda verla. A través de la historia se ha escuchado con frecuencia la voz de un demente incitando a fanáticos seguidores ignorantes: Hay que destruir los libros. Pero los monstruos persiguen a los niños y, roto el círculo de protección, atacan la casa en donde se ocultan con la madre, para adueñarse del libro prohibido y destruirlo. Los niños arrojan el libro al fuego… sólo que éste se apaga y el libro se conserva frio, intacto, pues se encuentra hechizado y únicamente puede destruirlo su autor y propietario. Lo mismo que el libro de las brujas Anderson. ¿Podría decirse y hacerse lo mismo en la actualidad acerca de los libros electrónicos, digitales, virtuales o pertenecientes a cualquier modalidad existente en las redes de información universal, a propósito de piratería editorial, plagio y destrucción de obras científicas, técnicas, filosóficas o literarias? Volviendo un poco atrás, tal vez sea cierto que, en ocasiones, hay determinadas cosas que es mejor no conocer. Mallory, hermana mayor de Jared y Simon, recrimina al primero: -―¡El libro estaba aquí, con una advertencia que decía ―¡No leer!‖ y sin embargo lo leíste!‖. Así que Jared, ya corregido de su necia rebeldía, busca en el manicomio a la tía Lucinda, hija de Arthur, que responde ante sus ruegos de ayuda:

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-―Este libro sólo ha traído desgracias y sufrimientos a mi familia‖. Por otra parte, cuando alguien se inmiscuye en aquello que no le corresponde, casi siempre corre el peligro de que nadie le crea. Es lo que sucede cuando los niños cuentan la verdad a su madre y ella, muy seria, les responde: -―Así que encontraron este libro, que habla de cómo ver hadas, duendes y espíritus del bosque‖ ¿Ah? En otro tiempo, escenario y argumento, la pequeña “Matilda” aprende en los libros de la biblioteca pública todo lo que su padre le niega al no permitirle ir a la escuela. Y la bibliotecaria, una amable mujer de pelo blanco, anteojos, por supuesto, vestida según la costumbre de su época y su edad y consciente del placer que la lectura proporciona a esta niña, la orienta y colabora prestándole tantos libros, que Matilda necesita una carretilla de juguete para llevarlos a su casa. Sólo que su padre, al descubrirla, rompe los libros sin importarle las explicaciones de la niña ni el hecho de que fueran propiedad de la biblioteca. El mismo padre que se expresa de esta manera: -¿‖Un libro? ¿Y para qué quieres un libro? Ahí tienes la televisión en frente; ¡mírala! Un libro no te da lo que la televisión… y es más rápida‖. Matilda no es la única personita interesada en la lectura. La pequeña Creese, una de las pupilas encomendadas a “Nanny McPhee”, la niñera mágica, ofrece un libro a su padre, siempre ocupado, al tiempo que pide con su infantil vocecita que denota la ilusión de una aventura: -―¡Léenos!‖ y su progenitor responde: -―Tengo que escribir muchas cartas. Tal vez mañana‖. Y sale de la alcoba sin siquiera notar las caras tristes y desilusionadas de sus hijos. Todo lo opuesto a la amorosa mamá que lee cuentos a sus hijos, incluyendo al gigantesco muchacho adoptado en “Un sueño posible”. Claro que en ciertas circunstancias sería preferible que nadie se tomara el trabajo de leer para los niños. Por ejemplo, la comedida monja del internado que a la hora de dormir lee para los niños

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ciegos, ya metidos en sus respectivas camas del dormitorio general: -―¿En dónde nos quedamos ayer? Abajo, en el infierno, los diablos se quejan; blasfeman y gritan cosas horribles. Ahí los condenados sufrirán el castigo por los pecados cometidos. Algunos serán quemados en aceite hirviendo, en sartenes colocados sobre un fuego que nunca se apagará‖. Ante esta locura, el pequeño Mirco, el nuevo, trata de no escucharla cubriéndose con la manta y pensando en otras cosas. Es el mismo niño ciego que describe así los colores a Feliz, otro invidente: -―…azul como el viento que te golpea la cara cuando vas en bicicleta, “Rojo como el cielo” del atardecer o como el fuego‖. ¿De qué sirve una lectura de terror como esa, si es mil veces preferible que los niños no la escuchen? ¿Cuál es el propósito de barbaridades semejantes? Evidentemente no es el despertar la curiosidad ni mucho menos el amor por los libros y su lectura. “Footloose” es una muestra de cómo en la década de 1980, muchos años después de haber desaparecido los Santos Tribunales de la Inquisición en el mundo, la Junta directiva de una escuela secundaria en Bomont, un pequeño pueblo de los Estados Unidos, ordena quemar los nuevos libros por considerarlos peligrosos para la formación moral de sus estudiantes. Bomont, donde el Rock and roll es pecado y los adolescentes escriben poemas de amor en las ruinas de la vieja fábrica para no ser condenados al infierno por el pastor Shaw Moore. -―Reverendo. Tenemos un pequeño problema. Oí que el profesor de inglés piensa enseñar ese libro. ―Matadero 5‖. ¿No es un nombre horrible?‖ -―Es… es un clásico‖. Interviene Ren McCormack, el estudiante forastero. -―¡Quizás sea un clásico, pero en otros pueblos!‖ Contesta la madre conservadora.

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-―Tom Sawyer es un clásico‖. Complementa su esposo. Empeñado en su campaña, uno de los moralistas entrega un libro al pastor. -―¿Qué es esto, Roger? No conozco este libro‖. -―Se encontró en uno de los lockers de atletismo. Un libro como éste debería quemarse. Deberíamos ir a la biblioteca y extraer esta corrupción‖. -―No deberíamos convertirlo en algo más grande de lo que es‖. -―¡Ya nos deshicimos del profesor de inglés. Y no contamos con su apoyo para nada!‖. Sin embargo, unos cuántos fanáticos logran quemar algunos libros de la biblioteca de la escuela. El pastor ha entrado en razón. Sólo condena el baile por el contacto físico que exita e induce al pecado. No está de acuerdo y muestra sincero desagrado con la violenta destrucción de los libros. - ―¿Qué harán después de quemar éstos?‖ ¡Satanás no está en estos libros! ¡Está aquí adentro en sus corazones! ¡Vayan a casa y júzguense a sí mismos!‖. Más tarde y debido a que la Junta de padres de familia más algunos profesores y políticos, todos encabezados por el pastor Moore, prohíben la realización del baile de graduación, Ariel, la adolescente y rebelde hija del pastor, entrega a Ron una biblia en la que ha señalado algunos apartes. Así que, animado y fortalecido con esta ayuda, en parte terrenal y en parte divina, el joven se presenta en sesión del Consejo municipal y solicita la abolición de la Ley que prohíbe bailar. Expresa que desde las épocas más antiguas la gente bailó por numerosos motivos y lee el salmo 149, complementado con lecturas tomadas de David y del Eclesiastés. Las sagradas escrituras sirven de base indiscutible para demostrar que el canto y la danza también son un medio para alabar a Dios. El poder de la información contenida en los libros es el temor de los tiranos y de los ignorantes. Por eso los destruyen, no importa que sea necesario, y natural, quemar a los lectores junto con sus

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libros y sus casas. ¿Acaso es ésta una premonición de la inquisición del futuro, tal como sucedió en el pasado? El hombre tiene urgencia por descubrir y conocer otras verdades. El hombre, de cualquier condición, sabe que en los libros hay algo que él ignora. Y quien aprecia el verdadero valor de lo que encierran los libros, lucha por ellos o los utiliza para perjudicar a otros y para adquirir más poder, como el hermano Jurgen y el inquisidor Bernardo Guy, como hizo Mildred, la resentida esposa del bombero Montag para salvarse a sí misma, acusando a su marido de esconder libros en la casa cuando la posesión de un libro era el delito más grave que podía cometer un ciudadano, o como hizo el mismo Montag para castigar a los bomberos incendiarios de libros y personas. "Allí donde queman libros, acaban quemando hombres". Heinrich Heine (1821). La bibliocastia o destrucción de libros mediante el fuego ha sido un recurso empleado en determinadas comunidades por diferentes individuos y grupos de personas como un intento para eliminar las ideas, la existencia, la realidad de otros a quienes se pretende borrar de la memoria colectiva, física e intelectual. La quema de libros no es extraña. Recordemos “Indiana Jones y la última Cruzada” en una dantesca escena cuando las tropas de Hitler iluminaron la noche de muchas ciudades alemanas con una hoguera de libros considerados anti alemanes, evento real ocurrido el 10 de Mayo de 1933, y que en la Historia se conoce como ―El bibliocausto nazi‖. Bruno, de ocho años, “El niño con el pijama a rayas”, hijo del general nazi a cargo de un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, dice al tutor que le pregunta: -―¿Alguna vez has leído algo?‖ -―¡Si! Libros. De aventuras, de caballeros y princesas bobas‖. -―Bueno. Ya es tiempo de que conozcas el mundo real. Y le entrega un grueso volumen de Historia de Alemania, según los nazis, al cual siguen textos exclusivamente antisemitas. De

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ahí que su hermana de doce años, piensa, se expresa y actúa como una persona decididamente enemiga de los judíos. Esto nos recuerda que jamás la historia escrita es igual a la que se conoce fuera de los libros, porque estos son producto de la imperfección humana y están sometidos al pensamiento, las inclinaciones políticas, religiosas, raciales, sexuales, y a los diversos fanatismos que aquejan a los historiadores, de cualquier país y en cualesquiera épocas. Esto es bien sabido desde tiempos inmemoriales, inclusive antes de que “El arca de Noé” fuera instrumento divino para que una familia humana y una pareja de cada especie animal salvaran sus vidas en el Diluvio universal. Cuando Noé, advertido por Dios, logra escapar con su esposa y sus hijos de la horrenda destrucción de Sodoma y la ciudad vecina, Gomorra, bombardeadas desde el cielo por una lluvia de fuego, una vez seguros de encontrarse a salvo Noé se atreve a expresar a su esposa la preocupación que lo embarga por la suerte que pudiera haber corrido su mejor y tal vez único amigo: -―Me pregunto si Lot escaparía‖ -―Si no lo hizo somos los únicos que sabemos qué les sucedió a Sodoma y Gomorra‖ -―Tal vez algún día conozcamos a un escriba y cuente todo para que las generaciones futuras sepan lo que sucedió‖ -―No puedes confiar en ellos. Los escribas tienen muy mala reputación… cambian las cosas. Para cuando terminen la historia de Sodoma y Gomorra dirán que ni siquiera estuvimos allí‖. Sabias palabras de la mujer de Noé. Indudablemente merecía ser salvada de la muerte para una más inteligente etapa de reprocreación humana. Pero no podemos tipificar de manera tan drástica a los escritores. Un grupo de profesores especializados en las diferentes áreas del saber han vivido juntos durante varios años, recluidos en una residencia situada a las afueras de New York, empeñados en la elaboración de una ambiciosa enciclopedia que abarcara todo el conocimiento humano. La mayor parte del trabajo que realizan se

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desarrolla en la gran biblioteca de la casona, pero con el paso del tiempo el resultado de su labor se torna obsoleto pues el mundo avanza mientras ellos ignoran los cambios que suceden, inclusive en asuntos aparentemente triviales como los dialectos y expresiones populares. Descubren alarmados que su tan apreciada enciclopedia está anticuada desde antes de ver la luz. Son sabios y saben acerca de todo, excepto sobre la manera de vivir que llevan los demás humanos residentes en el exterior de su casa-estudio. De tal forma que la llegada de Sugarpuss, una bailarina de cabaret, como una “Bola de fuego”, representa un inmenso y placentero paréntesis de relajamiento no sólo en el aspecto físico sino también intelectual. Y como es de sabios aprender, ellos también están dispuestos a intentar los pasos de la conga y a conocer el dulce significado de la expresión yum4 yum. ¿Será cierto que la sabiduría va de la mano con el silencio, la soledad y el recogimiento? Porque si es así de estricta… ¡Qué aburrido debe resultar ser un sabio! Pero si tenemos en cuenta a los autores, es de justicia reservar un sitio igualmente destacado para los lectores. - ―Existe un don extraordinario… algunos cuenta cuentos, al leer en voz alta pueden dar vida a los personajes, emergiendo de los libros hacia nuestro mundo. Por eso, algunos los llaman Lengua de brujo‖. Son las palabras del narrador que así nos introduce en “Corazón de tinta”, película llena de libros, lectores y personajes ansiosos de que alguien les lea. 4

Bola de fuego. [en línea] Disponible en: http://elgabinetedeldoctormabuse.wordpress.com/2009/08/10/bol a-de-fuego-ball-of-fire-1941-de-howard-hawks/ (Consulta abril 22 de 2011)

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Algunos de los personajes extraídos de los libros son desalmados. No tienen sangre en las venas cuando se trata de hacer el mal, porque viéndolo bien ¿Qué otra cosa podría llenar su corazón, sino la tinta que los engendró al describirlos? Hay rufianes, dragones, unicornios, minotauros y otros seres extraídos de los cuentos por Mortimer y su don de transportarlos al mundo real. Sólo que, a cambio, su esposa Luisa fue supuestamente transportada al mundo interior, y ficticio, de un libro titulado ―Corazón de tinta‖, del cual, Mortimer, encuadernador y restaurador de libros, junto con su hija Meggie, de doce años, han buscado una copia durante nueve de esos doce, por muchos países de Europa. - ―La palabra escrita es peligrosa; espero que lo recuerdes‖ -dice a la niña, la anciana y rica tia-abuela Elinor. Y cuando han caído en poder de los siniestros personajes y su desalmado líder, Capricornio, Mortimer tranquiliza a su hija diciéndole: - ―No debes tener miedo, Meggie. Eres una niña. Los niños siempre se salvan en los cuentos‖. El verdadero poder de la palabra escrita. O salva, o condena. Y tanto Mortimer como Luisa, verdaderos aficionados a la lectura, transmitieron a su hija el amor por los libros y su lectura. Y, si acaso fuera cierto que los niños, casi siempre, se salvan ―en‖ los cuentos, no siempre salen bien librados ―de‖ un libro inadecuado para su edad y su inocencia. -―Amo los libros viejos, las páginas manchadas, las cubiertas de piel…‖ Son las palabras de Mortimer visitando en un pequeño pueblo la venta de libros en puestos callejeros y la enorme librería de anticuario en donde al caminar por entre los anaqueles repletos de libros viejos, escucha sus voces que le hablan todas al tiempo. Allí, en esa confusión, encuentra el anhelado ejemplar de ―Corazón de tinta‖, que toma con manos ansiosas y admira con ojos incrédulos. Temeroso pero decidido, hurta el libro y huyen del poblado.

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La rica y enorme biblioteca en casa de Elinor incluye valiosos libros manuscritos antiguos que la niña reconoce como obras en persa, por la caligrafía y las ilustraciones, e inclusive es capaz de calcular el año de su elaboración, ante lo cual replica la anciana: - ―Ya viajé a Persia cientos de veces, al igual que a San Petersburgo, París, otros planetas y Shangri-La. Y jamás tuve que abandonar esta habitación. Los libros son aventuras; contienen homicidios, misterios y pasión. Y aman a todo el que también los ama‖. Pero un ataque de los rufianes extraídos de los cuentos destruye la biblioteca. Los libros perecen en las llamas, y sus hojas, desencuadernadas y ardientes, vuelan por la habitación junto con las chispas sin control. Aquí un dato para recordar; siempre, indefectiblemente, son los malvados quienes queman o destrozan libros. Nunca es la gente de bien, puesto que son, precisamente los ignorantes, corruptos, deshonestos y antisociales, quienes sienten temor de que la verdad sea descubierta y la sociedad les cobre los delitos cometidos en su contra. Estos rufianes son personajes maltrechos, tatuados con letras de tinta negra en sus brazos, manos, rostro y pecho, porque fueron extraídos de los libros por malos lectores. La mala o defectuosa lectura produce equivocaciones, errores, confusiones, malas interpretaciones. La información recibida se distorsiona y ocasiona la recepción de mensajes incorrectos. Probablemente todo el mundo conoce anécdotas al respecto. Tal como su padre, Mortimer, Meggie escucha las voces de los libros en casa de Fenoglio, autor del libro que tantos problemas ha causado y al leer en voz alta descubre que tiene la facultad de traer al mundo real a ciertos personajes del texto leído, y que ella también es una Lengua de brujo. El malvado Capricornio obliga a la niña a leer en voz alta para extraer del libro al maléfico Sombra, que le ayudaría a destruir el mundo, pero engañado por Meggie y Fenoglio, el texto leído comienza a destruir a los abominables. - ―¡Sigue leyendo!‖ grita su padre. - ―¡No tengo nada que leer!‖ - ―¡Entonces escríbelo!‖

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Y la lectura de lo que improvisa y escribe en sus dedos y en su mano aniquila a los malvados devolviéndolos a su mundo original. Ese es el poder de la palabra escrita y de la palabra oral. No faltan los libros en cualquier lugar del mundo a donde vaya la escritora Elizabeth (Liz) Gilbert, quien al viajar en busca de sí misma, aprende a “Comer, rezar, amar”. Una lujosa biblioteca en casa de su editora en Nueva York, inclusive una biblioteca pequeña en la alcoba y, por supuesto, también en la casa de Liz. La visita a la librería en donde adquiere un diccionario de italiano, el juicioso estudio del diccionario sumergida en la tibieza del agua en la bañera. Hay libros en la habitación que alquila en Roma y cuando llega al Centro de meditación, en la India, ve a una mujer con una escarapela o botón en el pecho, que dice: ―Estoy en silencio‖. -―¿Dónde conseguiste eso? ¡Es justo lo que necesito!‖ y un hombre contesta: -―Los vendemos en la librería. Sin embargo descubrirás que el silencio es una maravillosa práctica espiritual, pero es mucho más dura de lo que parece‖. Sólo poner la mano sobre el corazón debería ser motivo para reflexionar y sin duda pensar en cuánta razón tiene el meditador. Es muy difícil callar, sobre todo cuando se es joven, o niño, y el alma necesita mucho más espacio del que hay dentro del cuerpo, o de una biblioteca. El problema es que… hay que hacerlo. Hay un hombre sentado en el suelo, leyendo un libro a la entrada del templo. Un libro en la mesa de noche junto al reloj despertador. Libros en las manos de los fieles en el templo y libros sobre los muebles en la oficina de administración del templo de la Gurú. En Balí, un anciano médico nativo le ofrece un baúl lleno de manuscritos con mantras y curas heredados de su abuelo, con la petición de que Liz le haga una copia.

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Liz y Felipe, su nueva pareja, leen por la noche en la sala de estar, en casa de éste. Hay libros sobre la mesa de centro y sobre el escritorio. También hay libros en un anaquel en la habitación de la cabaña que arrienda Liz. Finalmente, cuando Liz se despide de Ketut, su viejo amigo médico balinés, le deja como obsequio un libro. Son fotocopias ordenadas y encuadernadas de los apuntes que él le había pedido que transcribiera. Bien, hemos superado la era de los monjes copistas y hoy, por fortuna, contamos con las máquinas fotocopiadoras. “Tierra de sombras”, es una película llena de libros. El estudio en casa del escritor británico C.S. Lewis, llamado coloquialmente Jack y autor de las ―Crónicas de Narnia‖, es más una biblioteca que un estudio como tal. Hay libros al entrar a la casa, a cada lado del pasillo. Los libros son elementos inherentes al pensamiento, a la pasión por lo que hace y están presentes en cada lugar y en cada acto de la vida de este hombre, al punto que, cuando su esposa, la poetisa estadounidense Joy Davidman, Gresham, requiere cuidados especiales ya que está muriendo por culpa del cáncer, Jack hace que la trasladen al estudio y es allí donde muere, con los libros como fondo. Douglas, el hijo de Joy, es un niño aficionado a la lectura, a quien es necesario ponerle límites; un capítulo diario, para leer en la cama antes de dormir. En el Magdalen College, de la Universidad de Oxford, donde Jack se desempeña como profesor emérito de literatura, hay libros por doquier: en las oficinas, en los despachos de los profesores, en los recibidores y en los salones de clase. En la habitación del estudiante y, por supuesto, en la magnífica biblioteca enchapada en madera en donde suelen reunirse los profesores, ya sea para trabajar o para mantener una discreta conversación. Y, en un mundo de libros no podía faltar la escena del escritor, Jack, firmando libros de venta en una librería. Entre tantos diálogos inteligentes merece la pena rescatar algunos apartes:

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- ―Leer es seguro. Los libros no pueden herirnos‖. - ―Mi padre solía decir: ―Leemos para saber que no estamos solos‖‖. - ―Robo libros para leer por la noche. Cuando comienzo un nuevo libro mis manos tiemblan, mis ojos lo devoran y pienso si los demás lo ven de la misma manera que yo‖. - ―Tal vez sepa más del amor, por los libros, que por la experiencia personal‖. Por otra parte, los libros esotéricos, de magia negra y ciencias ocultas, son por regla general voluminosos, tienen pastas gruesas y duras, correas de cuero o adornos metálicos, bisagras y a veces cerradura con llave. Encierran los más antiguos, poderosos, secretos y profundos misterios de las artes oscuras. De estos se encuentra por doquier y se utilizan tanto para causar problemas como para resolverlos; recordemos a Harry Potter en sus diferentes películas. La imagen de estos libros causa temor a primera vista. La lectura de sus exorcismos, conjuros y sortilegios, sirve para invocar o devolver a las tinieblas a seres maléficos como ocurre en “Drácula”, “El exorcista”, “Poltergeist”, “El guardián del demonio”, “Las brujas de Eastwick”, “La profecía”, “La momia”, “La novena puerta”, “Abracadabra”. Y así mismo, el libro, por medio de la información que contiene, es una herramienta indispensable para ahuyentar la ignorancia y la maldad, o, inclusive, para recuperar amores fallecidos como en “La muerte te sienta bien”.

“Las brujas de Eastwik”

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Sin embargo, los libros permiten, además, despertar intereses benéficos como la lectura, la necesidad de creer y de soñar. En “Harry Potter y la Piedra filosofal” Hermione dice: - ―Eres un gran mago, Harry‖. - ―No tan bueno como tú‖. - ―¿Buena? Sólo con libros y estudio‖. El mensaje aquí está claro. Los libros contienen la información, pero depende del lector y es suya toda la facultad, y la responsabilidad, de extraer esa información que le proporcionará conocimiento. Sin la adecuada lectura, que según la necesidad personal, intelectual y laboral, tendrá que darse a lo largo de toda la vida en el nivel de estudio, ni los libros ni la información contenida en ellos son garantía de aprendizaje. La secretaria de “Los cazafantasmas” dice a uno de sus jefes científicos: - ―Apuesto a que además le gusta leer‖ y él contesta: - ―Ya no se usa‖. Entonces la muchacha responde: - ―Algunos dicen que es algo intelectual, aunque yo lo hago para pasar el tiempo‖. Bueno, es precisamente una de las más grandes y maravillosas ventajas que ofrece la lectura recreativa. Servir de vehículo para escapar de la monotonía cotidiana hacia mundos ajenos y fantásticos. Llenar los momentos de vacío con la vivencia de aventuras que, si no fuera a través de la lectura, probablemente jamás tendríamos oportunidad de experimentar. Qué mejor, más sana, productiva y divertida manera de invertir el tiempo. En “La historia sin fin”, un niño, Bastian, se sumerge en el mundo fantástico de un libro cuyo contenido está a punto de borrarse junto con el país de la Fantasía, porque los niños ya no creen en ella. Pero en determinadas circunstancias puede resultar peligroso; en “Harry Potter y la cámara de los secretos”, en el piso de un corredor inundado, Harry encuentra un libro con las páginas en blanco. Al escribir su nombre, brotan palabras de saludo que luego se convierten en un diálogo escrito, una forma de chat en papel, que permite al muchacho iniciarse en los misterios de la cámara secreta. El libro, un diario escrito con tinta invisible, es la vida misma de Tom Ryddle, el estudiante de magia que ha

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perdido el significado de los verdaderos valores. Cuando Harry hiere al libro con el colmillo venenoso del basilisco, el libro se desangra al tiempo que el estudiante de magia muere.

“La historia sin fin” -―Es la señal de que lo bestial se aproxima. Una fuerza maligna que se apodera de los jóvenes humanos que se alejan de los libros y la lectura. Para detener a lo bestial, aunque sea temporalmente, se requiere un joven humano que sea un voraz lector, de gran imaginación y extraordinario valor‖. Así inicia el narrador la introducción a la “Historia sin fin 3”, justo antes de que ―Los bestias‖ que persiguen a Bastian lograran entrar a la biblioteca de la escuela, donde él deja el libro mágico tirado en el piso, en su afán por escapar regresando a Fantasía. Sleep, el cabecilla, lo recoge y por la lectura de unas pocas líneas se da cuenta de que lo escrito está sucediendo en ese mismo instante. Maravillado por el descubrimiento, uno de sus seguidores llamado Perro, toma el libro pero no puede o no sabe leer y se justifica explicando que la letra es demasiado pequeña. Excusa vana, aunque común, no precisamente por parte de personas mayores con dificultades en su capacidad visual, sino por gente joven con problemas de lectura, ocasionados por su

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bajo nivel escolar, o, simplemente por la carencia de una sana costumbre lectora. Una vez que ha tomado conciencia del poder que le otorga la lectura, Sleep, el pandillero, manipula los acontecimientos de manera simultánea en el mundo humano y en Fantasía. El poder de la palabra escrita, los libros, la información. Lo mismo ocurre cuando Bastian y su hermana recuperan el libro y ejercen el control del caos mediante su lectura. Nim, una niña de once años y su padre, Jack Rusoe, un biólogo marino, viven en “La isla de Nim” en donde él desarrolla sus investigaciones: -―Cada determinados meses viene un barco que trae alimentos, equipos y libros. Y si deseo saber algo del mundo, sólo tengo que abrir uno de los libros que me trae mi papá y con un poco de imaginación puedo ser parte de ellos‖. Esto relata la pequeña Nim y lo pone en práctica cuando lee recostada en su cama y vive tan intensamente las aventuras de su libro, que se traslada con cama y todo al desierto en donde ocurren las aventuras de Alex Rover, el protagonista de las novelas que encantan a la niña. Tanto, que su padre, en bien de la disciplina y la buena formación, debe poner límites: -―No más lectura. Es hora de dormir‖. De igual forma los adultos pueden disfrutar de un buen libro, medio de recreación y ensoñaciones, como lo hacen Mina y Lucy en “Drácula”, dos jóvenes solteras que leen las ―Mil y una noches‖, cuyos cuentos las inspiran para jugar con fantasías amorosas. En “En el nombre del padre”, cuando Gerry Conlon es trasladado a una cárcel de alta seguridad, toma un libro del carro transportador antes de subir las escaleras que conducen hacia su celda. Es la representación de la soledad que lo aguarda, de la larga espera en la que sólo el libro será su compañía; un símbolo semejante al único momento de placidez y de independencia de que goza en “El color púrpura” una mujer sometida a crueles tratos desde su infancia, o el niño enfermo de cáncer que lee a ―Peter Pan‖ en su cama del hospital, aún en los momentos más

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dramáticos de “El día después de mañana”. Instantes similares se puede apreciar en “El sabor de la infidelidad”, “La discreta”, y la clásica imagen romántica de la muchacha sentada en la ventana, leyendo un libro de poesía en “El tren de Zhou Yu”, “Antes del atardecer”, “Infidelidad”, “El beso francés”, “La celestina” y tantas otras. Evangeline, empleada de servicio doméstico en la misma casa donde hace milagros la “Nanny McPhee”, deja a un lado la escoba y se refugia en el balcón para practicar, a escondidas de los niños, su muy incipiente nivel de lectura, y lo mismo hace la propia Nanny en el balcón circular de su extraña alcoba desprovista de muebles, excepto una mesa para té con su respectiva silla individual. No podía faltar la anciana ciega, madre de Laura, la protagonista de “Durmiendo con el enemigo”, a quien vemos leyendo un libro en Braille, en la habitación del hospital en donde se encuentra recluida. Curiosamente “Un paseo por las nubes” presenta a Victoria Aragón, la ex estudiante de literatura, leyendo ―Imágenes claras y oscuras de Shakespeare‖, en un bus que viaja por el campo, no obstante leer en un vehículo en movimiento es difícil, aún en carretera pavimentada y, según dicen, peligroso para la vista por propiciar el desprendimiento de las retinas. La lectura representa para la joven Francie, la única manera de sobrevivir entre la pobreza que agobia a su familia irlandesa. La chica lee con ansia todos los libros que encuentra en la sección de jóvenes en la biblioteca del barrio, pero también lleva a casa libros para su padre, entre estos ―Anatomía de la melancolía‖, clave en el desarrollo de la película así como el medio que propicia, a través de un libro de la biblioteca, el fortalecimiento de los “Lazos humanos” entre el padre y la hija. El científico Otto Octavius y su esposa invitan a Peter Parker, “El hombre araña 2” a cenar en su casa. Al fondo del comedor de la casa taller en donde se encuentra la mesa, se aprecia su biblioteca, presumiblemente especializada en física o cualquiera que sea la especialidad del doctor. En la fase de los consejos,

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que no puede faltar cuando hay jóvenes involucrados como huéspedes de adultos, el anfitrión dice a su invitado: -―Si quieres enamorar a una mujer, dale poesía; nunca falla‖. Así que cuando Peter va con su ropa a la lavandería, lleva consigo varios libros de poesía en cuyos lomos se ve claramente los rótulos de clasificación de la biblioteca. Es una escena común en las películas norteamericanas, tanto como en la vida real, aquella de las personas que aprovechan el tiempo de lavandería en tan útil actividad como lo es la lectura. Y no solamente en la lavandería: también en los aeropuertos, aviones, estaciones y asientos de tren, parques, alcobas y porches. Los libros se emplean como regalo, como fuente de información y registro de la historia, e inclusive como soporte de juramentos que no siempre serán cumplidos. En “Amor a primera vista (La fuerza del amor)”, un arquitecto y una diseñadora, desconocidos entre sí y que no saben de sus gustos ni aficiones, coinciden en una librería donde acaban de comprar libros que esperan dar como regalos de Navidad a sus respectivas parejas. El, un libro de jardinería para la esposa y ella un manual de motonáutica para su marido. En la prisa por salir confunden sus regalos y, entre risas, cada uno sigue su camino. El libro es una alternativa tradicional en la que hay dos posibilidades: primera, se obsequia para cumplir con una obligación social, no importa si le agrada o no a quien lo recibe, y, segunda, se regala con el deseo de complacer, en ocasiones con el interés de dar un poco de nosotros mismos para que otra persona nos lea, nos mire, nos tenga en sus manos y nos recuerde. Quizás es lo que espera Barbara, la madre de “Bibi la hechicera” al obsequiar a su hija adolescente un libro como regalo de cumpleaños, tanto como el ya cincuentón Archie que se despide de su amada jovencita Brett obsequiándole su, con toda seguridad, último libro, en “Cómo atrapar a un millonario”. “El pequeño Vanya” es un niño de orfanato, maltratado y explotado por muchachos mayores. Seleccionado por una pareja de italianos que compran niños al corrupto director para venderlos

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a extranjeros, le urge desesperadamente obtener información acerca de su madre; pero Vanya Sointzev no sabe leer. Irka, una joven del grupo de los grandes le da las primeras lecciones y el niño dedica todo su empeño en aprender. Ayudado por su amiga huye del orfanato perseguido por los italianos, pero bajo ninguna circunstancia olvida el consejo de Irka: - ―Nunca sueltes este libro. Así la policía no molestará‖. El “Gringo viejo”, un escritor retirado, se reúne con una prostituta, quien al enterarse de que él ha publicado varios libros, le dice: -―Todos lo recordarán cuando usted ya no esté. Deme uno de sus libros. Intercambiaremos su trabajo por el mío; así, usted conserva sus principios y yo los míos‖. Esta es una expresión del deseo de la perpetuidad; la muchacha siente envidia y humildad ante el hecho de que los libros del escritor serán su continuidad y lo reconoce de manera abierta y sencilla, de la misma forma que ofrece su cuerpo a cambio de un libro. Desde su punto de vista, los dos son igualmente válidos mientras se conserve determinados valores relativos al trabajo de cada quien. Y lo mismo sucede en “2012” con referencia a la perduración de la cultura, a la perpetuidad del hombre creador de cultura; El científico y la hija del presidente, experta en artes, conversan en el avión cuando el planeta ha empezado a colapsar: - ―Qué posibilidades tiene de abordar este avión un escritor desconocido, que apenas si ha vendido cuatrocientos veinte ejemplares de este libro. Sin embargo este libro es parte de nuestro legado. ¿Por qué? Porque lo estoy leyendo‖. - ―No trajiste cepillo de dientes. Sólo libros. - ―Mi padre viajaba mucho y siempre me dejaba una caja llena de libros. Me daba un helado por cada libro que leía. Y, en la preparatoria tenía dos mil libros… y ninguna novia. He ahí el centro, el eje y la periferia de la vida de los libros. Su lectura. El libro se crea para ser leído y en esta medida trasciende a generaciones posteriores aunque muchas, muchísimas veces, deba permanecer oculto y desconocido durante largo tiempo... y más de un lector deba aguardar media vida para encontrar una novia.

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Mario Ruoppolo, “El cartero de Neruda”, lleva consigo un libro de poemas a través de cuyo contenido pretende aprender cómo ser poeta para conquistar a su amada Beatrice. El libro se transforma en herramienta de conquista en el amor y en la vida, sin importar la posición ni la clase social de quienes comprenden su valor. Y, por otra parte, también se puede apreciar la importancia, el orgullo y la vanidad de poseer un libro firmado por el autor. Mario, el cartero, hombre humilde y sin preparación académica, ensaya frente al espejo la manera como pedirá a Neruda que le firme uno de sus libros. Anticipa el orgullo con el que lo enseñará a sus amigos, pero sólo obtiene una gran desilusión. Esperaba mucho más y no le satisface lo escrito por el poeta: ―Cordialmente, Pablo Neruda‖. Afortunadamente para Mario, su amistad con el vate le permite obtener un nuevo autógrafo con diferente dedicatoria. Así como hay libros desordenados en el estudio de su casa, también hay una pequeña biblioteca en casa de los padres de “Dan en la vida real”. Luego de cenar y lavar los platos, uno de sus hermanos toma de allí un libro y dice, refiriéndose a su novia: -―Marie compró unos libros, pero creo que debería leer uno de un gran escritor; el mejor libro que he leído‖. -―Más bien el único que has leído‖ interviene su hermana. Acto seguido entrega a Dan un ejemplar de su libro para que lo autografíe como obsequio para su prometida. Y al leer la dedicatoria exclama: -―¿Suerte? ¿Sólo eso? Por lo visto es una reacción bastante común. No se trata únicamente de obtener el preciado autógrafo sino que existe y es innegable el deseo vanidoso de llevarse una dedicatoria personalizada que, aparte de incluir nuestro nombre, demuestre ante los otros nuestra cercanía, aprecio y, preferiblemente, cierto grado de amistad, entre más alto mejor, con el autor de la obra objeto de posesión y orgullo. De ahí que las dedicatorias resulten desilusionantes; porque el lector es ambicioso y espera más de lo que le corresponde. Enamorado de Marie, novia de su hermano, Dan busca la oportunidad para hablarle a solas:

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-―¡No quiero que leas mi libro. Quiero que lo olvides!‖. ¿Acaso uno expone su alma en las palabras que escribe? ¿Acaso el escritor se siente, o se sabe, expuesto ante los ojos de los otros cuando leen sus escritos? ¿Acaso el autor puede, o tiene derecho de decidir quiénes pueden o no leer su obra? En “Nunca te vi, siempre te amé” los libros son el camuflaje ideal para enviar alimentos a un amigo de Londres durante la Segunda Guerra Mundial; alimento físico para el cuerpo y alimento intelectual para la mente. Los libros, tanto como la correspondencia (información), establecen vínculos de amistad entre individuos y pueblos. Son el medio para llevar amor, alegría y esperanza entre el dolor de la guerra. Ejemplos del manejo de la información contenida en los libros es “Un milagro para Lorenzo”. Lorenzo Odone, de cinco años de edad, sufre una enfermedad degenerativa. Los científicos investigan el mal, cada uno por su cuenta y sin enterarse de los avances y retrocesos de los otros. Así que los padres del niño deciden investigar personalmente en la biblioteca y descubrir lo que pasa con su hijo, mientras durante años de invalidez, el libro y la lectura de cuentos infantiles son la única comunicación del niño con sus angustiados padres, que devoran con los ojos y el entendimiento decenas de libros en los cuales deben y necesitan encontrar la cura para su hijo. Otra historia es la de Erick, uno de los siete niños a quienes pretende educar “Nanny McPhee”. Ante el temor de que su padre se case por segunda ocasión, el niño demuestra a Evangeline, la sirvienta, que todas, absolutamente todas las madrastras son malvadas, tal como comprueba la lectura de un libro de cuentos infantiles. Y no es nada raro presenciar escenas en las que un adulto o un niño mayor asume, voluntaria o involuntariamente, el papel de lector de cuentos para que los niños, finalmente, se calmen, y absorbidos por las fantasiosas aventuras extractadas del libro, se duerman, tal como “El pequeño Vanya” gracias a Natasha, una de las mayores del orfanato, que calma a los pequeños mediante la lectura de cuentos infantiles, aunque no todos presten la debida

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atención. O, en la pequeña librería de “Tienes un e-mail”, en donde Kathleen Kelly, su propietaria, lee cuentos para sus niños clientes en algo así como un programa bibliotecario de La hora del cuento. Hay libros nuevos y bien organizados en el salón de clases del colegio donde estudia Caroline, a quien Taylor, su hermano mayor, el joven problemático de “Recuérdame”, lee en la cama el libro de mitología, bellamente ilustrado, que él mismo le había regalado días antes de que la niña sufriera una crisis nerviosa ocasionada por la agresión de unas malas compañeras de la escuela. Este mismo Taylor lleva un diario manuscrito en el que escribe a toda hora y en cualquier lugar y que luego de la explosión terrorista de las Torres gemelas, en donde muere cuando esperaba a su padre en una lujosa oficina, aparece en la calle, inadvertido entre los escombros a pesar de que el viento mueve y pasa las hojas como un grito silencioso, como un llamado de atención para que alguien lo vea, lo salve y lo lea. Sabemos que los libros no pueden gritar; pero… ¿y si lo hicieran? Y esto nos recuerda los diarios manuscritos llevados por interesantes personajes en otras muchas, muchísimas películas, entre ellas “Danzas con lobos”, “El diario de Noah”, “El efecto mariposa”. Como medio de registro para la historia, los libros se usan para tomar notas, escribir diarios personales o crónicas que a la postre servirán como fuentes de consulta acerca del pasado. Un libro de recetas de cocina, heredado de la abuela en “Como agua para chocolate”, es el recurso de acceso al pasado familiar, que permite recrear el medio sociocultural mejicano en 1913 durante la revolución encabezada por Pancho Villa. Por él se deduce la vida de las mujeres en el campo: sus sueños, sus amores, la alienación a que estaban sometidas en los albores del Siglo XX. Y también Flora, Fauna y Primavera, las hadas protectoras, consultan un recetario de cocina para preparar la torta que ofrecerán a “La bella durmiente” en su cumpleaños.

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A propósito de cocina, “Dragón rojo” inicia cuando el agente del FBI, Will Graham, encuentra en el estudio del Dr. Hannibal Lecter, médico psiquiatra y homicida antropófago, un volumen de cierta Enciclopedia de cocina Larousse, con un marca páginas que señala justamente la receta para preparar el hígado, órgano que, coincidencialmente, faltaba en el último cadáver de la serie de homicidios. Detalle suficiente para que el suspicaz detective descubriera al asesino, pero que, lamentablemente, propicia la violenta reacción de éste. Retomando el valor histórico, John Dumbar, un teniente de la Caballería estadounidense, es enviado a un puesto de avanzada en la lucha contra los indios. En la soledad del paraje, el militar lleva un diario en el cual describe los paisajes, los animales, sus temerosos encuentros y posterior amistad con los indios, sus costumbres y vestuario, ilustrando las anotaciones con dibujos que enriquecen la historia real del Oeste norteamericano, en donde será más conocido como “Danzas con lobos”. El teniente pierde el libro durante una batalla, pero es rescatado del río por un niño indio, quien lo devuelve a su dueño. El libro, registro de la historia, se salva para permitir la perduración y el conocimiento de los hechos, además de aportar felicidad al hombre. El libro conserva y transmite la historia. Y la historia de “Hugo Cabret”, narrada en la película que lleva su nombre, termina con la imagen de Isabelle escribiéndola en su libreta. Duke es un hombre mayor que vive voluntariamente en una residencia para ancianos, empeñado en no dejar sola a su esposa que sufre un alto grado de Alzheimer. Lleva un cuaderno diario manuscrito, “El diario de Noah”, que lee constantemente a su esposa y narra la historia de amor de Noah y Allie, que se conocieron cuando eran adolescentes, de distintas clases sociales, en un pequeño pueblo de los Estados Unidos en la década de 1940. Noah Caulhoun y su padre, a pesar de ser campesinos pobres, mantienen la costumbre de sentarse al atardecer en el porche de su casa, para leer poemas de sus autores favoritos. Cuando Noah conoce a Allison Hamilton, cariñosamente llamada Allie, lee para

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ella en el mismo porche cuando lo visita. Y, ya viejos y enfermos, Noah lee para Allison su diario. En uno de sus pocos momentos de lucidez la anciana le pregunta: -―¿Recuerdas cuando me leías?‖ Seguramente nadie olvida jamás esos gratos momentos que son el regalo de la lectura, especialmente si es ofrecida por un ser querido, tanto en nuestra infancia como en la madurez. La magia del cine permite a “El efecto mariposa” utilizar un diario como importante coprotagonista de la historia. Se trata de un manuscrito que consta de muchos cuadernos, escrito desde los siete años por Evan, un joven esquizofrénico, siguiendo la recomendación del médico psiquiatra. Su detallado diario es el elemento que, rescatado del archivo del psiquiatra y de peligrosos criminales cuando estuvo en prisión, se convierte en el foco sobre el cual fijar su concentración para alternar entre diferentes momentos cruciales del pasado, con el fin de cambiar el presente y salvar la vida de otras personas, especialmente la de su amada Keyleigh Miller. Tal como en la vida real, sobre los libros se hace juramentos y promesas que no siempre se cumple. En “No me iré sin mi hija”, un médico musulmán viaja con su esposa y su hija desde los Estados Unidos hasta la tierra de sus familiares en Irán. Se trataba de unas vacaciones que sólo durarían dos semanas, lo cual el médico jura sobre el Corán a fin de convencer a su esposa. Pero cuando ella quiere regresar, él niega el permiso, justificado por la familia ante la excusa de que Alá sabría perdonarlo. Y no pararíamos de contar las películas en las que un juez, un sacerdote o un capitán de barco, emplean un libro para la lectura de votos matrimoniales… y las consabidas promesas de uno y otro. El profesor Keating, exalumno de la afamada y exigente preparatoria de la Academia Walton, fundador, en su época como estudiante, de un grupo secreto autodenominado “La sociedad de los poetas muertos”, ordena a sus estudiantes romper un libro de

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texto que enseña absurdas maneras de analizar la poesía clásica norteamericana: - ―Arranquen la hoja. ¡No! Mejor arranquen todo el capítulo‖. Es el rompimiento de las viejas normas de vida. Es el valor para enfrentarlas y abrir paso a lo nuevo en contra de los que temen el cambio; es una concepción distinta de la vida y de los actos simples. Sin embargo, lo nuevo es descubierto en el mismo pasado del maestro modernista, cuando los estudiantes encuentran un viejo anuario del colegio en donde también él había estudiado. A esto se suman las visitas a la caverna en donde los muchachos se reúnen por la noche para tocar música y leer poesía. Son el arte y la espiritualidad retornados a la tierra, a la naturalidad del hombre en su entorno puro, en su forma inicial. Qué mejor que un libro de poesía para regresar a la libertad, aún por sobre lo prohibido. Los libros ardiendo, las llamas, las hojas que se retuercen, la luz del fuego proyectada en los rostros de las personas, las cenizas del papel que se levantan formando espirales grises o que yacen tristemente en el rescoldo de la hoguera, son otro elemento utilizado para simbolizar la destrucción de la cultura, de la civilización, de la comprobación de hechos determinados: “Andrei Rubliov”, “El nombre de la rosa”, “Fahrenheit 451”, “Nostradamus”, “Indiana Jones y la última Cruzada”, “La novena puerta”, “Corazón de tinta”, “El día después de mañana”. No obstante, en “El día después de mañana”, como única posibilidad de supervivencia ante el repentino congelamiento del hemisferio, los usuarios de la biblioteca pública de Manhattan queman centenares de libros en una hoguera encendida en la antigua chimenea de una sala de lectura. Algunos discuten acerca del valor de ciertos autores y determinadas obras; un hombre se opone a la incineración de un ejemplar de la Biblia de Gutenberg por tratarse de un elemento valioso en el inicio de la civilización moderna, en tanto que una de las bibliotecarias acude a un libro de medicina para descubrir la manera de salvar a una joven herida, quien puede morir por envenenamiento de la sangre, tal como en “La isla de Nim”, la escritora Alexandra Rover, quien se

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encuentra a miles de kilómetros de la niña herida, consulta el ―Diccionario de Medicina Ilustrado‖ para recomendarle un procedimiento de auxilio a través de Internet. Libros que salvan la vida de las personas al servir como fuente de calor, vida para el cuerpo; y como fuente de información, vida para el intelecto que salva la vida del cuerpo. Bueno, es una situación vital en la que los libros se requieren no sólo para alimentar el espíritu. - ―¡Necesitamos más libros! ¡Más libros!‖ Exclaman los lectores ante el veloz congelamiento de la biblioteca y la inminente muerte de todos los refugiados en ella. En este caso se nos muestra la bibliocastia necesaria, la necesidad de sobrevivir a cualquier precio. Y no hay mejor combustible que los libros; las mesas, las sillas o las estanterías que pueblan la biblioteca tienen poco poder calórico; debemos saber que en una chimenea es mejor quemar libros. Tras un momento de estupefacción por parte de los empleados de la biblioteca, terminan aceptando la idea no sin antes discutir acerca de si es lícito permitir la quema de los libros de Nietzsche. Se trata de un genio del Siglo XX, según afirma el bibliotecario, aunque siempre es mejor tener a mano unos cuantos mamotretos con las leyes del estado o de la ciudad, que quemar al filósofo alemán 5 enamorado de su hermana. Una sensación similar a la experimentada cuando se proyecta el fuego que consume los libros es la que transmite la librería 5

ROS-MARTIN, Marcos. El día de mañana buscadme en una biblioteca. [en línea] Disponible en: http://www.documentalistaenredado.net/403/el-dia-de-mananabuscadme-en-una-biblioteca/ (Consulta: 6 Enero 2010)

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desocupada en “Tienes un e-mail”, cuando vemos los espacios y los muebles vacíos que contrastan con la imagen preconcebida en la memoria, de salones llenos con estanterías repletas de libros. Aquí el sentimiento es de soledad, de vacío, del triste final de algo o de todo. Y esto se acentúa cuando se apagan las luces y la penumbra marca el contraste de sombras y media luz en el lugar abandonado. Mas, así como sucede con todo, la muerte se opone a la vida, la risa al llanto, el amor al odio y lo blanco a lo negro, “Los seis signos de la luz” nos permiten ver imágenes opuestas al fuego, el uso del elemento contrario. La biblioteca que se inunda por el torrente de agua que fluye, o cae, de abajo hacia arriba, trepa las escaleras y los muros y empuja los libros fuera de la estantería. Entre los diferentes usos que suele darse a los libros, vemos frecuentemente cómo las mujeres los colocan sobre sus cabezas para aprender a caminar erguidas y cómo los niños se las ingenian para apilarlos en el suelo y pararse encima tratando de alcanzar algo que se encuentra por sobre su estatura. No cabe duda de que los libros sirven para que seamos mejores, para crecer y engrandecernos, para ayudarnos a alcanzar objetivos más altos, aunque en “Bajos instintos” una novelista emplea sus libros como fuente de ideas y fantasías para provocar los asesinatos que sirven de base para la obra siguiente. Además de escribir libros, Henry, el que vive “Buscando amar”, los usa para calmarse cuando sufre de ansiedad. Se acuesta en el suelo o en el sofá y se coloca varios libros grandes y pesados sobre el pecho. El peso aumenta a medida que aumenta la tensión y, por otra parte, su apartamento, fiel reflejo de su vida, es un completo desorden de muchos libros en el suelo, inclusive los que caben en los anaqueles de un mueble biblioteca. En contraposición, “El lector” Michael Berg, un joven estudiante enamorado de Hanna Schmitz, ex-agente de las SS alemanas durante la Segunda Guerra Mundial, selecciona cuidadosamente los libros que lleva de la biblioteca escolar para leerle a su amada durante las citas amorosas en el apartamento de ésta. Hanna es

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condenada a veinte años de prisión por los crímenes cometidos durante la guerra, y Michael, ya hombre y convertido en un famoso abogado, continúa buscando libros que él mismo graba en casetes y envía a su antiguo amor, todavía en la cárcel. Hanna, ante el estímulo recibido a través de los audiolibros, decide, a pesar de su avanzada edad, frecuentar la biblioteca de la prisión y, acostumbrada al esfuerzo y a la disciplina, aprende a leer y a escribir. Su primer gesto de orgullo, firmar el libro de préstamos en la biblioteca. Igual encontramos un buen ejemplo del uso de audiolibros en la escuela internado para invidentes de “Rojo como el cielo”, cuando el profesor, don Giulio, los utiliza en sus clases de ciencias y cuando Mirco, el niño que graba los sonidos de la naturaleza, borra algunas cintas para reutilizarlas en su trabajo acerca de las estaciones. Un escritor, heredero de una inútil mina de nada, de la que sólo sabe que queda en Creta, llega al muelle del puerto en donde conoce a “Zorba el griego” antes de abordar el barco que los llevará a la isla. En medio de un torrencial aguacero, los encargados de subir los equipajes dejan en el suelo una gran caja marcada como ―Libros‖. El hombre corre a sentarse sobre ella para protegerla con su cuerpo, un maletín y el paraguas. Justo entonces, los maleteros dejan caer otra caja que se abre y más libros caen al suelo. El escritor abandona su puesto en la primera y corre a recogerlos bajo la lluvia. Luego, en una sala de espera, toma uno de los libros mojados, que ha guardado bajo el brazo y se enfrasca en su lectura mientras pasa la tormenta que impide al barco zarpar hacia Creta. En cambio, Daphne, la adolescente norteamericana que busca “Un sueño para ella”, no tiene reparos para utilizar un libro sobre su cabeza cuando se trata de protegerse de la lluvia londinense. Bueno, hay que resaltar el amor y la preocupación de este hombre por sus libros, tal vez su pertenencia más valiosa. En el mundo real también se suele observar escenas de este talante, no solamente entre personas adultas sino también con niños. Si llueve, es absolutamente normal ver que todos, o casi todos, guardan sus

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libros bajo el brazo o, inclusive, los protegen dentro de la camisa o cualesquier otras prendas de vestir. Obviamente saben, así sea de manera subconsciente, que el libro es valioso, que el libro es compañía durante los períodos de espera y los tiempos de soledad. Una vez en alta mar, el siempre indiscreto Zorba pregunta al escritor: -―¿Es usted casado?‖ -―No. No lo soy‖ -―Debe ser por los libros‖. Nuevamente, o como siempre, la idea preconcebida, especialmente entre la gente no letrada, de que entre los libros no hay sexo, no hay placeres, no se disfruta ni se vive. Para estas personas, la lectura, aparte de dañar los ojos agotando la vista, sobre todo si se lee después del almuerzo o la cena, como pensaban muchos abuelos, propicia el aislamiento social y limita, por lo tanto, las posibilidades de disfrutar un romance y conseguir una pareja, ya sea temporal o definitiva. -―Tienes que ser dos personas: la santa y la pecadora, la bibliotecaria y la nudista‖ dice como si su palabra fuera “La cruda verdad” un presentador de televisión a su compañera de trabajo, cuando le aconseja sobre la manera de conquistar a un hombre. Establece una serie comparativa de cualidades y defectos: los opuestos entre virtud y pecado, mojigatería y liberalidad, rebeldía y sumisión; pecado y nudismo contra santidad y represión, o, lo que parece consideran un sinónimo, santidad y biblioteca, lo cual, según él, van de la mano. Definitivamente, el mundo de los libros es territorio desconocido para muchos habitantes del planeta. Pero volvamos con el griego Zorba, en Creta, donde su jefe, el escritor, no obstante las incomodidades del lugar, se permite al menos el gusto de poseer una pequeña biblioteca en la miserable casucha de la mina, en donde trata de escribir sin éxito junto a los libros que con tanto trabajo logró transportar a salvo pese a las peripecias del viaje.

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Luego del asesinato de una joven viuda a manos del hombre rico del pueblo, Zorba pregunta al escritor: -―¿¡Por qué murió tan joven! Por qué debe morir alguien? ¡Dígamelo!‖ -―No lo sé‖ -―¡Entonces de qué sirven sus malditos libros! Si no le dicen eso entonces qué demonios le dicen‖ -―Me hablan de la agonía de los hombres que no pueden responder preguntas como esa‖ -―Yo escupo en su agonía‖ Y para la gente humilde y sencilla, sin educación y sin comida ¿Sirven de algo los libros? ¿Responden, explican o solucionan el problema de la muerte, justifican la educada agonía de las personas cultas, pensantes, reflexivas? Cuando la pobreza es miseria ¿sirven los libros para algo a las personas con hambre? Viéndolo bien, la reflexión vino del incrédulo ignorante. Finalmente, ante el fracaso total de la mina y la inminente proximidad de la partida, el escritor y Zorba se despiden en la playa: -―Volveremos a vernos‖ -―No, jefe. Usted se irá… y se quedará con sus libros‖. Otra vez la incredulidad, la desconfianza. Este hombre educado, lector y escritor, no va a dejar su mundo de papel para regresar al mío, de ignorancia, polvo, carbón y sudor, totalmente ajeno, absolutamente distinto, donde no existen los libros pero sí las navajas. Así que… ¡Bailemos!

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LAS LIBRERIAS EN EL CINE No olvidemos la imagen de las librerías, elegantes como en “Amor a primera vista”, grandes como en “Un sueño posible”, “La carta de amor”, “Los tres deseos” y “Tienes un e-mail”, en la cual se muestra, además, la pequeña y tradicional librería de barrio; clásicas como la de “Nunca te vi, siempre te amé”, modestas y especializadas en viajes como en “Un lugar llamado Notting Hill”, librerías de viejo como la ―Bernie´s rare books‖, cuyo propietario es hallado muerto y colgado de la misma forma como se ilustra una muerte en el libro satánico de “La novena puerta” o en libros de ocultismo como la que enorgullece a Ray, uno de los extraños científicos que conforman el grupo de “Los cazafantasmas 2”; atestadas y desordenadas como en “Harry Potter y la cámara secreta”, en la que vemos además la venta de libros usados, en callejones oscuros y peligrosos, muy diferentes a los toldos, mesas y carretas que llenan las calles y la plaza de un pueblito alemán en “Corazón de tinta”, o librerías misteriosas como la librería ―Cuarto mundo‖, propiedad de la tía de “Bibi la hechicera” y la aún más intrigante librería donde inicia “La historia sin fin”, de donde Bastian toma clandestinamente el extraño libro, ante la disimulada complicidad del también misterioso librero de anticuario, extraño, huraño y grosero, que fuma pipa y tuerce la boca al mejor estilo de Popeye el marino, finge no interesarse en el niño, que entró a la librería únicamente por ocultarse de los chicos malos que lo persiguen desde la escuela, y aunque los ojos y sonrisa cómplices delatan al viejo, aparenta

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no darse cuenta de que Bastian se lleva el libro prohibido que él estaba leyendo hasta cuando fue interrumpido por el muchacho. La indolencia y la ignorancia se evidencian cuando ciertas personas dejan aflorar comportamientos muy ajenos a la urbanidad y la buena educación. El grupo de modelos de “Una cara con ángel”, pertenecientes a una prestigiosa casa de modas, va a la librería, en busca, según la modista, de un ambiente siniestro donde tomar las fotografías para el próximo número de la revista. Son mujeres vacías y superficiales, piensan que la librería es un lugar siniestro, que junto con su jefe y el fotógrafo invaden el lugar, sin saludar, cambian la posición de los libros en los estantes sin escuchar las inútiles protestas de la dependiente, ni sus explicaciones de que los libros se encuentran organizados por temas. Cuando salen, sin siquiera dar las gracias, la librería es un caos de libros en el suelo y sobre las mesas. Unicamente el fotógrafo se apersona de colaborar para remediar el desorden.

“Un lugar llamado Notting Hill” Es igualmente interesante el choque de culturas, mentalidad, tradición y evolución de las librerías, como se puede apreciar en “Tienes un e-mail”. Una modesta librería de estilo tradicional, ―La tienda de la esquina‖, especializada en literatura para niños, heredada, atendida y administrada por Christine, una mujer que ama y conoce su trabajo, que lucha para no desaparecer ante el monopolio de las grandes librerías de cadena, ―Libros Fox e Hijos‖, modernas en su arquitectura, mobiliarios, elementos complementarios como cafetería, juguetes y salas de juegos, más un estilo de administración netamente mercantilista. En

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contraposición a la dueña de la pequeña librería, el dependiente moderno desconoce a los autores, no sabe de temas ni de géneros literarios y su interés se basa exclusivamente en el acto de vender, no de enseñar ni mucho menos aprender, y emplea diversas estrategias como la presencia de los autores firmando sus libros de venta en las librerías, de lo cual tenemos buenos ejemplos en “Un día perfecto”, “Bajos instintos”, “Harry Potter y la cámara secreta”, “Tierra de sombras” y “Antes del atardecer”, historia del joven escritor Jesse Wallace, quien atiende una entrevista y firma dedicatorias en una gran librería de París, que también exhibe sus libros en mesas y armarios cerrados, colocados estratégicamente en la calle, junto a la entrada principal, o también Neil Walsch cuando presenta su obra “Conversaciones con Dios” en una bonita librería, y es interrumpido por una lectora que lo increpa preguntando si ese Dios es el mismo ser vengativo que mató a su hijo de diez y ocho años.

“Una cara con ángel” Henry Roth, escritor, y Rudy Holt, ilustrador, son autores principiantes de libros infantiles. Henry es quien se pasa la vida “Buscando amar”, aunque diríamos que con mucha dificultad. Cuando Rudy muere, la editorial lo reemplaza con la también ilustradora Lucy Riley, quien resume su vida en un simple comentario; Estudiaba un doctorado en literatura pero abandonó su tesis de grado por la ilustración de libros infantiles y escogió,

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precisamente, libros infantiles, por ser lo más lejano a la literatura. Curioso concepto ¿no? Sobre todo si sabemos que los libros infantiles surgieron por evolución de las historias narradas en forma oral por lejanos antepasados de nuestros antecesores acerca de sus aventuras, y las de otros, ya reales o imaginarias, con el propósito de distraer o instruir a los niños. Por su parte, Henry, el escritor, no podría ser más grosero, maleducado y arrogante con ella, con su amigo Rudy, con el editor y con toda persona que tuviera la mala suerte de cruzarse en su camino, sin importar que fuera una pequeña niña a la espera de un autógrafo. El primer libro de Henry y Rudy es presentado en una gran librería, donde firman libros a niños acompañados de sus madres, aunque Henry odia a los niños y no se reprime para tratar a la chiquilla con toda su crueldad y grosería, además de mostrar total indolencia cuando una madre maltrata al pequeño hijo en una cafetería. Hay otra presentación y firma de libros en una librería, cuando sale la publicación del primer libro ilustrado por Lucy y se anuncia, además, la presentación en Londres del libro de su exnovio, que el editor de Henry califica como un horrible libro sobre el romanticismo. Jeremy Costwald, el exnovio de Lucy, es también escritor, pero de libros para adultos intelectuales sabelotodo. Según la información obtenida por Henry, es un académico, intelectual y brillante profesor universitario, asesor de tesis en el programa de doctorado en literatura. Este Jeremy escribe dos dedicatorias iguales a las que únicamente cambia el nombre de la mujer amada: una para Lucy y otra para Simmone, las cuales entrega a la editorial y se imprimen en el libro de prueba mientras el autor decide cuál dejará en la publicación. En otro escenario, Paul Martel es un vendedor de libros usados, que aprovecha el apartamento de un amigo escultor, y ausente, como depósito de libros y como centro táctico para sus conquistas amorosas. Todos los espacios de la vivienda están ocupados por libros que pueden verse en los estantes, sobre las mesas, las sillas y en el suelo.

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“Infidelidad” A pesar de los cúmulos de libros que aparentan un caos total, Paul demuestra su conocimiento de lo que tiene y en dónde se encuentra, cuando obsequia un libro de poesía a Constance, su nueva conquista y la culpable de “Infidelidad”, y le da las indicaciones exactas de su ubicación en los anaqueles, inclusive el número de la página que le interesa. He aquí el libro como herramienta de conquista en el amor, igual que en “El cartero de Neruda”. Constance, y a muchas personas les pasaría lo mismo, se impresiona al verse repentinamente sumergida en un mundo de libros que la rodean y van desde el nivel de sus pies hasta más arriba de su cabeza y se siente halagada por el poema leído y por el libro obsequiado con el placer que fue abiertamente demostrado por su nuevo amigo, a quien apenas acaba de conocer. Algún tiempo después, el librero y su amante bailan en medio de los estantes repletos y entre los montones de libros apilados en el suelo. Hacen el amor desesperadamente en la cama rodeada de libros, tantos, que hasta pueden verse debajo de la cama. Cuando Edward, esposo de Constance, descubre sus amoríos y acude al apartamento de Paul, no puede dejar de observar los libros que invaden absolutamente todos los espacios. Sobre una mesa permanece abierto el enorme libro en Braille que su esposa acariciara en una de las primeras visitas al amante, con sus hojas

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blancas llenas de puntos perforados. Hay una bolsa de arena para hacer ejercicio, así como el bibliotecario poeta de “El tren de Zhou Yu” levantaba paquetes de libros a manera de pesas. Edward mira la cama en donde su esposa lo engaña; las sábanas blancas están destendidas y hay libros en el suelo debajo de ella. Igual que en la biblioteca de “El tren de Zhou Yu”. El cadáver de Paul, el vendedor de libros, sangra. La sangre corre por el suelo y llega hasta los libros que se embarran de rojo. Edward esconde los libros ensangrentados en la ropa del muerto y, más tarde, cuando Constance se entera de la muerte del amante, oculta en la basura de la cocina el libro de poesía que él le regalara en su primera visita al apartamento. Esta premisa es definitiva: Los libros son peligrosos porque en ellos, o por ellos, se llega a la verdad. Y los deshonestos, los inmorales, los culpables y los ignorantes, quieren destruirlos. Tema que se repite no solamente en las películas, como una proyección de la vida real, sino en la misma vida real. Una escena que, entre otros aspectos, llama la atención por la vulgaridad y la degradación a que ha llegado la protagonista, ocurre en una librería en donde Constance ataca entre las estanterías, libros y clientes, a una mujer, a quien no conoce, porque supone que es otra amante de Paul. El profesor Parker Wilson lleva a la librería a “Hachiko”, el cachorro Akita que encontrara perdido en la estación de trenes, con el propósito de pedir a Mary Ann, propietaria de la librería, que le permita poner un aviso en el cual informa de su hallazgo y le pregunta si quiere quedarse con él, pero Antonia, la gata de Mary Ann, ataca al perrito. Los libros y su entorno inicial, las librerías, son lugar ideal para encontrar amigos, para contactar a otras personas que a su vez necesitan de otros, o de algo, e indudablemente sirven para encontrarnos a nosotros mismos. Las Antonias no faltan. Siempre aparecen en forma de gata mimada o de dificultad o interferencia en el camino para conseguir lo que buscamos. Sólo hay que saber manejarlas… o evitarlas.

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Hay “Un lugar llamado Notting Hill” en donde, como en todo lugar digno, existe una buena librería. Justamente en ésta se conocen e inicia, para complacencia de los espectadores, el romance entre su propietario, William Thaker, y la famosa actriz de cine Anna Scott, que visita el pueblo y entra a la librería por simple curiosidad y por pasar el tiempo. Esta librería, situada como se dijo, en un lugar igualmente digno, permite descubrir también al ladrón de libros, bibliómano, pícaro común en todo el mundo. La actriz entra nuevamente a la librería, pero esta vez en busca de perdón, llevando como presente una costosa pintura original. Deja al descubierto su lado humano, y femenino, cuando exclama la frase que se hizo famosa al trascender fuera del acetato: -―Sólo soy una chica, de pie frente a un chico, pidiéndole que la ame‖. Dan Burns es un destacado periodista, autor de la columna “Dan en la vida real”, a través de la cual da consejos para mejorar las relaciones de pareja, relaciones difíciles entre padres e hijos, etc., aunque, paradójicamente, no tiene mucho éxito en su vida personal como padre viudo con tres hijas adolescentes. Durante una visita a la casa de sus padres con motivo de una reunión familiar, sale a tomar un respiro y entra en una librería donde Marie lo confunde con un empleado: -―¿Podría ayudarme? Estoy buscando, un libro, obviamente. Un libro que atrape, que sorprenda, que conmueva pero al mismo tiempo, no‖. Y Dan le responde: -―Bueno, en mi experiencia, casi nunca se encuentra todo en un solo libro‖. No obstante se apersona de atenderla como si fuera un vendedor. Lo que ignora es que Marie, es la novia de su hermano. Luego de presentarse van a una cafetería en donde Dan cuenta un buen resumen de la historia de su vida y Marie, con una chispa de humor y diversión argumenta:

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-―¿Estás diciéndome que eres uno de esos viudos con tres hijas que buscan inocentes mujeres en la librería?‖ Tal vez las personas no van a la librería únicamente a buscar libros. Quizás allí se pueda buscar, y con algo de suerte encontrar, amigos, gente como uno, que gusten de los libros y la lectura como uno, que tengan una vida semejante o parecida a la de uno. Pero, muy desafortunadamente, también asisten, como a las iglesias y a los gimnasios, individuos carentes de ética y moral, que buscan, precisamente, personas ingenuas a quienes engañar.

“Dan en la vida real” Apenas lo ha visto una vez en la calle, pero Alice no puede contener su interés y lo sigue hasta una gran librería en donde compra el libro que narra las aventuras de Adam Tallis y su equipo de escaladores montañistas, héroes del Himalaya. Es el primer paso a su dolorosa aventura, su primer llamado para decirle “Mátame suavemente”, ya que al siguiente día volverá a la librería con la ilusión de encontrarlo nuevamente. Es notoria la biblioteca en casa de Deborah, la hermana de Adam; él, maniático sexual, celoso y cruel. Ella, incestuosa, eterna enamorada de su hermano, asesina de las mujeres que tuvieron la mala fortuna de acercársele.

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Ya formalizada su relación con Adam, Alice asiste a una clase de escalada en donde conoce a Klauss, coautor del libro, y le expresa con emoción: -―Me gustó su libro‖ Y Klauss no se esfuerza por ocultar la sensación de orgullo satisfecho que experimenta cualquier escritor al saberse reconocido y saber que su trabajo es apreciado, como Brett, la joven escritora que, sin proponerse “Cómo atrapar a un millonario” escucha a su amiga exclamar con regocijo frente a un puesto de venta de libros: -―¡Mira! Alguien está leyendo tu libro‖ -―¡No lo puedo creer!‖ Indudables y bien merecidos orgullo y satisfacción por el éxito obtenido, así sea una la persona que mira su creación. El viacrucis de los escritores es bastante detallado en la siguiente película: Robert Harlan, un contador despedido de su empleo, se dedica de tiempo completo a trabajar “Un día perfecto”, su libro iniciado años atrás y vive la aventura angustiosa de los escritores principiantes y desconocidos cuando trata de publicarlo. Sufre el rechazo de los editores pero se sostiene gracias al apoyo total de su esposa Allison, protagonista de la historia, hasta que el éxito deja de ser un sueño para convertirse en la realidad de un mundo nuevo. Robert y su familia experimentan la nerviosa emoción de abrir el paquete enviado por la editorial, la sorpresa al ver su libro, la fotografía, la ilusión de elaborar verbalmente una lista de amigos y otras personas especiales a quienes obsequiarlo con amor y orgullo. Después, los ejemplares expuestos en la librería y la nerviosa satisfacción al ver su nombre en la carátula. La desilusión vergonzosa cuando nadie aparece en la lectura programada en la librería y la sensación de plenitud al escuchar los aplausos y observar a los que asisten para verlo y escucharlo. No puede estar ausente el hombre que se acerca a la mesa de firmas en la librería y tomando un ejemplar pregunta al autor:

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-―¿Es gratis?‖ Y ante la respuesta negativa vuelve a dejar el libro sobre la mesa. ¿Cuántos autores han vivido en carne propia tal experiencia? Personas conocidas y no, que piden su autógrafo, inclusive los malos amigos que reaparecen en busca de su amistad y su bondad. Las críticas ya benévolas, ya sarcásticas: -¿Se te subió a la cabeza? -Pudiste ser más humilde. Sonaste algo pomposo. El surgimiento de la vanidad y el sentirse por encima de los demás, incluyendo a quien fue su inspiración y le brindó la fuerza, la compañía y el valor necesarios para salir adelante. Y la guerra sin sentimientos entre editores ambiciosos por adueñarse de un contrato jugoso cuando la obra ha mostrado que es un éxito y que puede producir mucho más dinero. En la inmensa librería de usados ―Fine used books‖, la joven dependienta Maggie Malone atiende a un anciano misterioso a quien pregunta: -―¿Qué busca? Y él responde: -Un libro. -Vino al lugar indicado (Sarcasmo obvio). Luego de pasear buscando en la estantería, el hombre le entrega un libro titulado ―Grandes expectativas‖, que la dependiente no sabía que tenían en la librería. Ya que no aparece la etiqueta del precio, guarda el libro para averiguarlo pero encuentra entre sus hojas un pase para los actos de magia que siempre había querido ver. Al día siguiente abre nuevamente el libro y halla un tiquete para sobrevolar la ciudad en avión. Es huérfana y pobre, así que su anhelo de ver cumplidos “Los tres deseos” de su vida, es, finalmente, una maravillosa ocurrencia. Aunque el libro es vendido por la propietaria de la librería, con enorme tristeza para Maggie, un hombre llega para, simplemente,

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devolverlo. Y su tercer deseo, ser rica, se vuelve realidad a través de un joven abogado que la conduce hasta Bernhard, multimillonario padre de la muchacha. -―¿No has pensado en que podrías renunciar a esa estúpida librería?‖. He aquí, nuevamente, el menosprecio por el oficio de los libros. Maggie escribe un libro que espera sea un éxito. Y, repentinamente… -―¡Te tengo una sorpresa. Tu libro será publicado!. Ofrecimiento que ella rechaza de manera rotunda porque considera que no lo ha ganado por méritos propios. Pero la obra se publica y su joven enamorado se resiente: -―Sé que no estoy a tu altura ahora que escribes sobre princesas y cosas así‖. Así como hay escritores, editores y lectores de costumbres o inclinaciones no muy sanctas, también los hay entre los libreros. Apenas divorciada, Elizabeth Gilbert, la escritora viajera de “Comer, rezar, amar”, visita una librería en busca de algún libro que le ayude a superar la crisis anímica por la que atraviesa. Pero lo que encuentra es una vendedora antipática y de mal carácter que obsequia a Liz la peor de sus miradas y dice en tono casi ofensivo, que la sección de divorciados queda bajando de las escaleras. Pero ya no son gajes del oficio sino defectos de la constitución humana. Hace tiempo dijo un hombre sabio, que no hay malas profesiones sino malos profesionales. Abramos aquí un espacio, primero, para editores e impresores, como el tirano Jack Taylor en “La hija de mi jefe” y los principales protagonistas de “Cómo atrapar a un millonario” que pone sobre el tapete la vida de los editores, su difícil tarea ante la duda entre aprobar un libro en proyecto de publicación o rechazarlo y posiblemente destruir a un escritor, tal vez un futuro excelente escritor. La rudeza versus la sensibilidad del editor. La duda del editor honesto acerca de si debe o no realizar ese tipo de trabajo.

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Muestra la relación del editor con escritores novatos y con famosos presumidos, la lucha, a veces noble y otras desleal entre firmas editoriales por obtener contratos y ganancias. Segundo, bibliófilos y libreros. Podemos detenernos en el umbral de la peligrosa “Novena puerta” para encontrar grandes colecciones privadas, casi secretas, de libros antiguos y de ediciones curiosas, pero esencialmente costosas. Un mundo desconocido para la mayoría de las personas ajenas al medio de los conocedores expertos. Libreros que atacan como buitres a los propietarios de tesoros bibliográficos y se devoran entre sí, literalmente, en lucha a muerte por las jugosas ganancias. Viven de los libros, al punto que Boris Balkan, el coleccionista y escritor de libros sobre temas demoníacos, usa como expresión de seguridad la frase: -―Apostaría un par de Biblias de Gutenberg a que…‖ Y cuando se reúne en su biblioteca con Dean Corzo, el librero investigador, permite aflorar la satisfacción de su orgullo: -―¡Hermoso! ¿verdad? El brillo suave, los dorados sobre el cuero, por no hablar de los siglos de sabiduría que contienen‖. -―Conozco gente que sería capaz de matar por una colección así‖. -―¡Ars diáboli! Nunca verá reunidos tantos libros sobre este tema en otra parte del mundo. Son las ediciones más curiosas y selectas que existen. He tardado toda una vida en reunirlos. Sólo faltaba la pieza maestra‖. -―Las nueve puertas del reino de las sombras‖. Su autor e impresor fue quemado por la Inquisición junto con todas sus obras‖‖. La lista de asesinatos y suicidios no termina en la Inquisición. La maldición alcanza uno a uno a los adinerados coleccionistas: Andrew Telfer, Fargas, la Baronesa Kessler, la esposa de Telfer, quien cuando conoce a Corso le dice: -―¿Es éste su trabajo? ¿Autentificar libros antiguos? -―Y también los busco‖ -―¡Ah! Es un detective de libros‖.

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Y a propósito de impresores y conocedores, en un solitario callejón hay un aviso: ―Restauración de libros P y P Ceniza‖. Uno de los hermanos, al igual que Corso, fuma constantemente y durante la primera visita de Corso a su taller deja caer ceniza, como su apellido, sobre la cubierta del valioso libro que el librero ha llevado para solicitar su concepto de expertos, no obstante él mismo es capaz de reconocer la autenticidad y antigüedad de un libro por la tinta, la textura y el sonido del papel. -―Falsificar un libro resulta muy costoso. El papel de la época, la tinta adecuada… demasiado caro para que sea rentable. Requiere mucha destreza, pero puede hacerse‖. -―Cada libro tiene su propia vida y su propio destino‖. -―Tuvimos la oportunidad de estudiar este libro a fondo; la impresión y la encuadernación son magníficos ejemplos de la artesanía veneciana del Siglo XVII‖. -―Excelente papel de tela resistente al paso del tiempo. Nada que ver con las celulosas de hoy‖. -―El color del papel, la tinta, las filigranas, la tipografía‖. -―Si se trata de una falsificación o de un ejemplar con hojas falsas, es obra de un maestro‖. Bueno, tal demostración de conocimientos específicos es capaz de dejar a muchas personas con la boca abierta ¿o cerrada? puesto que claramente nos enseña qué tanto ignoramos acerca de los libros, al punto de no saber ni siquiera lo mínimo en cuanto se refiere a papeles, tintas, épocas de fabricación y técnicas especiales en diferentes países. Y, cuando el libro de papel haya desaparecido para dar paso, definitivamente, a otros formatos, este arte, ciencia o técnica, habrá cumplido su etapa en la cultura de la humanidad y quedará, simplemente, como un recuerdo perenne en los museos grandes y pequeños de quizás sólo un par de lugares en todo el planeta.

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LAS BIBLIOTECAS EN EL CINE Que la biblioteca es parte integral de la sociedad en países de culturas desarrolladas, podemos verlo en “Un ángel en mi mesa” cuando la escritora neozelandesa, Janet Frame, aún niña, recibe encantada su premio como ganadora del concurso escolar de poesía; Una visita a la biblioteca. ¡Increíble! Hay lugares en donde conocer una biblioteca es un premio. En “Deseo y decepción” sucede que el médico psiquiatra descubre, en una gran biblioteca, al parecer, universitaria, que la homicida había tomado de la colección Sigmund Freud, compuesta por varios voluminosos tomos, un sueño analizado por el psicoanalista, que la mujer utilizó para engañar al médico y a las autoridades. Es una demostración de que la biblioteca, mucho más que una locación cinematográfica, es un elemento clave de la historia y mucho más que un lugar para Nerds e intelectuales de la vida real. En casi todas las películas en las que aparece una biblioteca la escena gira en torno a un dato concebido de diferentes maneras, y se construye, entonces, como el lugar del saber o el lugar en el que se sabe o el lugar en donde está lo que se necesita saber. Por eso todo el espacio debe ambientarse a partir de objetos de sabiduría o conocimiento y es en esta necesidad donde aparecen las creencias colectivas, las representaciones sociales del conocimiento. El objeto por excelencia que representa el saber es el libro, la presencia de una

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sucesión aparentemente interminable que induce a 6 pensar en la infinitud del conocimiento. Albert Einstein, enfermo y hospitalizado en “I.Q. Fórmula para amar”, dice a sus amigos, todos viejos y probablemente jubilados: - ―Siempre imaginé el cielo como una enorme biblioteca de donde no se puede sacar los libros‖. Y, en efecto, para la pequeña “Matilda”, la biblioteca es un cielo en donde encuentra todo lo que desea aprender y que se halla encerrado en los libros que una amable ancianita bibliotecaria escoge para ella. La diferencia con el cielo es que en esta biblioteca, los libros sí se pueden llevar. El acaudalado británico padre de Daphne, la chiquilla que protagoniza “Un sueño para ella”, busca refugio físico y anímico en la enorme biblioteca de su mansión y allí permanece oculto en el silencio y la tranquilidad que le ofrecen los numerosos estantes y los muros cubiertos de libros. ¿No deberían ser así todas las bibliotecas? ¿Remansos de paz en donde el cuerpo y el espíritu puedan integrarse formando un ente superior, una energía que trascienda lo meramente material y prosaico para ser, con toda naturalidad, la simple pureza del conocimiento? Hay una “Ciudad de ángeles” que no sería tal si no poseyera esa maravillosa biblioteca de arquitectura absolutamente futurista que se eleva en indeterminado número de pisos cilíndricos, en cada uno de los cuales se aprecia las grandes salas con estanterías de autoservicio y repletas de libros procesados por medios computarizados. Un ángel llamado Seth vive en el enorme edificio de la biblioteca. Un día recoge de una mesa el libro dejado allí por un usuario y que le llama la atención de manera especial, tanto que resuelve obsequiarlo a la doctora Maggy Rice, quien despierta a la madrugada y encuentra sobre su mesa de noche la novela ―A 6

MARTIN OTEGUI, Virginia. Op. Cit. Página web.

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moveable feast‖, París era una fiesta, de Ernest Hemingway, la cual lleva a la biblioteca para devolverla y, desde luego, allí se encuentra con su ángel enamorado, dedicado a observarla. Cuando Maggy conoce la verdad de la procedencia de Seth y decide buscarlo para despedirse, va directamente a la biblioteca, de forma tan natural como si fuera a buscar a un ángel en el cielo y en donde, aunque no puede verlos, hay decenas de ángeles en los corredores de todos los pisos, observando curiosos y callados. ¿Es quizás demasiado romántico pensar que si los ángeles necesitaran un refugio en la tierra, escogerían las bibliotecas como cuartel y hogar? Porque, así mismo “Las alas del deseo” es la visión de los ángeles de la guarda, a quienes únicamente los niños pueden ver, ya que los adultos han perdido la capacidad de vivir según el espíritu. Y la Biblioteca pública de Berlín es el escenario perfecto para sentir la presencia de ángeles que custodian a los lectores, sin diálogos, con el susurro de pensamientos que son escuchados sólo por los ángeles, quienes pasean tranquilamente o descansan sobre cornisas, 7 en un ambiente ideal para la meditación. Es más; esta “Ciudad de ángeles”, con su biblioteca de ángeles, muestra también la biblioteca del hospital y la gran mesa de lectura circular donde la doctora Rice consulta libros de medicina, así como la terrenal pero ordenada biblioteca de su apartamento, tal como existen bibliotecas personales en incontables películas, por ejemplo las bonitas y bien surtidas de “Tienes un e-mail”, en los apartamentos de los dos libreros protagonistas. Quizás resulte curioso el hecho de que “Ciudad de ángeles” refiera enormes salas de lectura en diferentes pisos, perfectamente 7

Imagen bibliotecaria en el cine. [en línea] Disponible en: http://www.cirio.info/cirio4.html (Consulta 20 Febrero 2010)

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visibles desde cualquier lugar de otro piso, como puestos de observación desde donde los ángeles, vestidos igual que sus homólogos de la versión anterior, “Las alas del deseo”, con largos sobretodos negros, vigilan a los lectores solitarios, chicos y grandes, ensimismados en su lectura, o su mundo, o su problema personal y singular. ¿Acaso la lectura silenciosa es de por sí solitaria? Y, opuestamente a la pacífica placidez proyectada por seres espirituales, Andy Drufesne, ex banquero condenado a “Cadena perpetua”, por un asesinato que no cometió, es usuario permanente de la biblioteca en la penitenciaría de Shawshank y se involucra de tal manera que decide participar de forma activa en la mejora de la misma, incrementando las colecciones y adecuando las instalaciones. De esta forma logra conformar una nueva biblioteca dotada de mobiliario, sala de lectura, material audiovisual, mejor material bibliográfico y servicios, gracias a las donaciones de diferentes instituciones a las que el reo había escrito cartas semanales durante años. Finalmente consigue que la biblioteca se convierta en un programa de Trabajo social y en un centro de alfabetización que lleva el nombre de "Brooks Hatlen" en honor del primer bibliotecario que tuvo la prisión. En otra cárcel, los guardias blancos atacan entre las estanterías al convicto negro encargado de la biblioteca; arrojan libros al piso, una y otra vez, se burlan de él y lo ofenden por ser negro. Pero no se deja intimidar. Conserva el aplomo y la inteligente diplomacia necesaria para hacerlos abandonar el intento de darle una golpiza. Aunque la venganza no se hace esperar para “El clan de los rompehuesos”, ya que durante el partido de fútbol americano entre guardias y presos, se acerca a un gigantesco jugador negro a quien le dice al oído: -―¿Sabes lo que el jefe de guardianes dijo de ti en la biblioteca? ¡Dijo que eres un retrasado mental!‖. No obstante, la pelea entre los presos es inevitable en la biblioteca carcelaria de “Un romance peligroso”. Pantaleón Pantoja, capitán del ejército peruano, el mismo que sin uniforme es el incógnito “Pantaleón y las visitadoras”, recibe

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órdenes de altos superiores para desplazarse a la selva amazónica con la misión secreta de prevenir y eliminar la serie de violaciones cometidas a diario por parte de los militares emplazados en la región. Una vez elaborado su minucioso plan de trabajo, explica al general y al capellán de la guarnición que sus proyecciones para la creación y funcionamiento de un prostíbulo ambulante, destinado a prestar servicios sexuales a la tropa acantonada a lo largo de la selva y denominado Servicio de Visitadoras del Ejército Peruano, se basan es estudios y lecturas de una seria bibliografía científica acerca de las necesidades sexuales básicas primarias, cuya lista de autores, los más destacados sexólogos, psicólogos y biólogos, así como los textos correspondientes, pueden consultarlos en la pequeña biblioteca del Centro Logístico. ¡En plena selva amazónica! El cine, como un texto de Bibliotecología, nos muestra bibliotecas que probablemente nunca imaginamos: la de un portaviones en “El vuelo del intruso”, o la biblioteca surrealista de una estación de buses en “Lista de espera”. Inclusive hay una biblioteca en el coche casa de Sheley, la estilista de “El primer beso”. Allí, en el trailer, se presenta una situación especial cuando la pequeña Vera, de once años, toma uno de los libros del anaquel y comienza a leer con un gesto de inocente picardía. Sheley se apresura a quitarle el libro diciendo: -―No debes leer esto. Es… para adultos‖. -―¿Los has leído todos? ¿De qué tratan?‖ -―En general de amor… y romance‖. Claro que se debe separar la literatura para niños de las obras para adultos. No es mojigatería. Todo a su tiempo. No se debe madurar a la fuerza como los aguacates envueltos en papel periódico. Los niños deben ser niños y madurar en su proceso normal y natural. Quizás el descubrimiento de la vida y algunas de sus múltiples facetas, a través de la lectura de ciertos libros, pudiera ocasionar inquietudes, desconcierto e interpretaciones equívocas en la mente de personas que aún no están preparadas ni física ni psicológicamente para entender y asimilar aspectos tales como el sexo, los conflictos de pareja o la mentalidad de los adultos, tan compleja y muchas veces ruin, egoísta y totalmente

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opuesta a la simplicidad sincera y descomplicada de los niños; en otras palabras, la inocencia. Pero ¿qué tiene que ver la inocencia con “Billy Elliot” cuando se le niega la consulta de un libro de ballet, únicamente porque está clasificado en la sección para adultos? Sin duda, y sin importar que se trate de asuntos pequeños o grandes, no falta quien ejerza determinada manipulación de la información depositada en sus manos. Y, en un centro de información, cualquiera que sea: biblioteca, archivo o centro de documentación, al igual que en la política o la ciencia, es donde se cumple con mayor exactitud la premisa de que, para bien o para mal ―Quien tiene la información tiene el poder‖. En la Thatcher Memorial Library, la bibliotecaria, Bertha Anderson, es el estereotipo de la solterona, que permite al periodista Jerry Thompson consultar el fondo de manuscritos, pero le advierte que debe terminar la lectura ―entre las cuatro y cuatro y treinta‖ y consultar exclusivamente las páginas que tratan de “El ciudadano Cane”, de la 83 a la 142. Otro ejemplo explícito en cuanto se refiere a manipulación del poder que ostenta quien maneja información es el señor Stringer, el bibliotecario de “El tren de las 4:50”, cuando niega a la usuaria una novela de moda, con el pretexto de que aún no ha llegado a la biblioteca, pero la saca de abajo del mostrador para entregársela a otra persona, ante lo cual, ni más faltaba, se produce el justo reclamo de la primera. Caso diferente al de Sue, la bibliotecaria que presta a Graham un libro sobre venenos, “Manual del joven envenenador”, a escondidas del director, a sabiendas de que éste ya había negado el préstamo al joven porque estaba clasificado como literatura para adultos. Si partimos de la idea de que el cine es una expresión artística en la que el autor manifiesta su visión personal sobre un hecho real o imaginado, y

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que toda visión personal está influida por sus experiencias personales, por la sociedad y la cultura a la que pertenece, entonces podríamos decir que el cine es un reflejo de experiencias personales, sociales y culturales del director, guionista, etc. Siguiendo con esta idea, vemos cómo las sociedades en las que las bibliotecas están más valoradas se reflejan palpablemente en el cine. Todos sabemos que en las películas americanas es donde las bibliotecas aparecen más veces, y esto es muy normal, ya que en dicha sociedad el uso de esta institución está muy extendido y las bibliotecas se utilizan en la misma medida que otros servicios de la comunidad. Sin embargo, esto no sucede en España ni en los países latinoamericanos. En el cine iberoamericano son muy pocas las películas en las que aparece una biblioteca. Por el contrario, otros aspectos de nuestra sociedad sí aparecen a menudo, como son las reuniones en los bares o el fútbol. Que vaya por delante que no se tiene nada en contra de estas actividades de las que nosotros participamos; simplemente se exponen como parte de una realidad cultural. En el cine norteamericano también aparecen reuniones en bares o delante del televisor de casa viendo un partido de fútbol americano, pero además de estas manifestaciones culturales aparece la biblioteca, aunque su aparición en la película sea muy breve. Independientemente de la imagen que de la biblioteca y del personal bibliotecario se plasma en el cine, es claro que el uso de este recurso por parte del cineasta es un punto a favor de dicha cultura. En cuanto a la imagen de la biblioteca en el cine se puede decir que es muy variable dependiendo de la

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época en que esté ambientada la película, pero esencialmente de la imagen conceptual del director y, sobre todo, de los ambientadores y quienes tienen a su cargo la responsabilidad del vestuario‖. Otra imagen recurrente es la de la biblioteca antigua, llena de secretos que guardan el saber y cuyo acceso está limitado a privilegiados. Esto se agudiza con un entorno sobrio y gris, lleno de libros amontonados, apilados, bajo una capa de polvo y telarañas. Un lugar inaccesible custodiado por un viejo bibliotecario que considera cualquier visita como una intromisión en su privacidad. De esta imagen sacra de la biblioteca mostrada en algunas películas, pasamos a otra más acorde con la realidad actual. Un lugar limpio e iluminado, con una colección de libros organizados en estanterías y de libre acceso. En estas bibliotecas los comentarios en voz baja están permitidos, favoreciendo la idea de ser un lugar donde la gente puede reunirse o se 8 puede hacer amigos. Las bibliotecas, grandes o pequeñas, lujosas o modestas, se usan también como indicio de cultura, de estudio, o simplemente como elemento decorativo: por elegancia, bienestar económico y distinción. En este último caso los protagonistas jamás tocan ni mucho menos leen un libro, aunque pueden, sin reparo alguno, utilizar la biblioteca como escenario para apasionadas escenas de amor, como en “Expiación, deseo y Pecado”, entre Cecille, hija de los ricos dueños de la mansión y Robbie, hijo del ama de llaves, o en “Party girl”, cuando una noche, la nueva auxiliar, completamente ebria, invita a su novio a hacer el amor en la 8

La biblioteca como atrezzo en el cine. [en línea] Disponible en: <http://bibliocinefilos.blogspot.com/2009/09/la-biblioteca-comoatrezzo-en-el-cine.html> Fecha de consulta 6 de Enero 2010

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biblioteca pública en donde trabaja; o en “El tren de Zhou Yu”, en cuya biblioteca, trabajo y vivienda del bibliotecario Cheng Ching, hace locamente el amor con su novia Zhou Yu, una joven pintora de porcelanas, siempre que ella lo visita. Y se recurre precisamente a la biblioteca porque lo irreverente, tanto como lo prohibido, llama la atención, condimenta y da sabor a la trama de la película. Y por supuesto, a la vida real.

“Expiación, deseo y Pecado” Cuando el sexo es cosa de grandes y las hormonas pretenden hacerle creer a uno que ya es adulto, en la biblioteca escolar de 9 “American pie” se encuentra un libro pornográfico. Es un volumen empastado como un antiguo código que los estudiantes llaman ―La biblia‖ y lo transmiten de curso en curso. Pero no está al alcance de todos: está, de hecho, escondido en el doble fondo de un escritorio de madera. Y los estudiantes están empeñados en hablar del único argumento que les interesa: ¡El sexo! Por otra parte, los anaqueles llenos de libros son el punto de observación ideal para espías y curiosos que aprovechan esta trinchera natural desde donde pueden vigilar o simplemente mirar a alguien que, por alguna razón, les interesa. Citemos, entre tantos, sólo un par de ejemplos: 9

D'ALESSANDRO, Darío. Op. Cit. Página web.

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“El tren de Zhou Yu” Un furioso bibliotecario observa a “Cain y Mabel” cuando Larry Cain se oculta detrás de los estantes de la biblioteca para besar a su esposa Mabel O’Dare; El bombero Black, oculto tras la estantería y espiando entre los libros, descubre a Montag cuando guarda en su mochila un libro prohibido que se supone deberían incinerar como miembros del grupo “Fahrenheit 451”, e “Infidelidad”, en la que, por entre los libros, igualmente oculta tras los estantes, Constance observa a su amante coquetear con una nueva conquista. Esta imagen es común en el cine y probablemente todos hemos visto la escena del enamorado que observa, tímido o sagaz, a la persona objeto de su amor, que se encuentra al lado opuesto de un estante cargado de libros: en la biblioteca escolar, universitaria, pública, o en la gran librería de la ciudad. La habilidad del director o del camarógrafo nos muestra, por lo general, unos ojos vigilantes enmarcados por libros de colores. Muchas conversaciones privadas, confidenciales, ocurren entre las estanterías de las bibliotecas. Bryce y Garret se reúnen en la biblioteca de la escuela para hablar de Juliana, “El primer amor”, a fin de evitar el peligro de que algún compañero, o compañera, pueda escucharlos. Pero las muchachas conocen las mismas estrategias juveniles y escuchan ocultas en el pasillo contiguo, también en medio de los estantes llenos de libros coloridos y ordenados. Bien podríamos asegurar, entonces, que los libros no solamente hablan… sino que también… escuchan.

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Más tarde, Bryce se excusa con Juliana: -―Perdón por lo que Garret dijo acerca de tu tío. Quería golpearlo pero… estábamos en la biblioteca‖. Nótese cómo la imagen conceptual de la biblioteca implica determinado nivel de respeto, no únicamente el temor irracional e infundado hacia un lugar en cierta forma misterioso. Desde luego que también tiene que ver, y mucho, el grado de educación de las personas: niños, adolescentes o adultos, ignorantes o instruidos. Se trata de esos detalles aprendidos cuando se es pequeño, recibidos en la casa por parte de la familia: abuelos, tíos y muy especialmente la madre y el padre, así como en la escuela por parte de los buenos maestros. El comportamiento decente, civilizado, en todo lugar donde haya personas reunidas, acorde, por supuesto, con las actividades que allí se desarrollan: iglesia, restaurante, campo deportivo, la casa ajena, la biblioteca. Taylor, protagonista de “Recuérdame”, hijo rebelde de un rico empresario, trabaja como auxiliar en la biblioteca de la universidad en donde toma clases como asistente no matriculado. Conoce bien las secciones y los autores pero habla a gritos con su amigo Adam, que come pizza entre las estanterías, mientras el primero ubica libros en los anaqueles más altos y dice: -―El esquema de clasificación para este entrepaño es que sus autores durmieron juntos y terminaron muertos o en prisión‖. Otro auxiliar que pasa con su carro transportador repleto de libros les dice: -―¡Shhh!‖ al tiempo que lleva un dedo a los labios, en un gesto igual al que utiliza la mujer transparente en la biblioteca pública de “Los cazafantasmas”, igual que la niña estudiosa en la terrorífica sala de lectura donde “La bibliotecaria silenciosa” impone su ley, igual que el ―¡Shhh!‖ de los lectores en la biblioteca de la Academia de Cine, a Monsieur Tabard, investigador y escritor que se ríe y burla de los niños, “Hugo” e Isabelle, quienes aseguran conocer a Georges Meliés. Igual que Bastian, quien ante la posibilidad de ser descubierto por sus perseguidores en “La historia sin fin III”, ordena guardar silencio con un desesperado ―¡Shhh!‖ que obtiene otro igual como respuesta:

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-―¡Yo soy el que ordena callar aquí, jovencito; mandar a callar es trabajo del bibliotecario y no de un mocoso que lleva el pelo como un puercoespín!‖.

“El primer amor” Volviendo a Adam, durante un viaje con sus amigos se jacta de haber hecho el amor con chicas de todos los continentes, inclusive con una bibliotecaria esquimal… en la biblioteca. Y en una discusión con su mejor amigo le increpa: -―Tal vez sea muy divertido trabajar en tu biblioteca con todos esos libros. Pero yo sí planeo graduarme‖. La historia se complica cuando Taylor encuentra en su apartamento al Jefe de policía, padre de su novia, quien interroga amenazante: -―¡Dónde está mi hija!‖ y el muchacho responde: -―En la biblioteca‖. ¿Por qué la biblioteca es una excusa tan común entre los jóvenes para ocultar una falta, por lo general la ausencia a otro sitio? Igual miente Peter Parker, el muchacho que por una extraña metamorfosis se convierte en “El Hombre araña”, cuando dice a su anciana tía que irá a la biblioteca, pero en realidad asiste a una sesión de lucha libre en busca de dinero para comprar un automóvil usado.

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La biblioteca, según como se vea, puede ser un mundo de aventuras, fantasías y maravillas inimaginadas. En “El guardián de las palabras”, Richard Tyler, un niño temeroso de todo, como Bastian, el protagonista de “La historia sin fin”, entra a la biblioteca pública buscando refugio contra una tormenta. Camina entre las estanterías, altas como rascacielos por efecto cinematográfico, hasta llegar a una sala circular. Su ropa mojada por la lluvia escurre hasta el piso y es la causa para que Richard resbale y sufra un golpe en la cabeza. Un torrente de colores entremezclados lo persigue por la biblioteca hasta que se encuentra con el Guardián, pero el niño se ha convertido en un dibujo de historieta, en un mundo-biblioteca de historieta. Y, mientras busca la salida vive fantásticas aventuras entre libros vivientes: los hay masculinos y femeninos, amables, agresivos, cobardes y valientes. De las obras salen diversos personajes, materializados y vivos: ―El sabueso de los Baskerville‖, el ―Doctor Jekill y Mister Hyde‖, los fantasmas de las ―Historias de fantasmas‖… y seguramente algunos espectadores se quedan esperando la aparición de ―Cenicienta‖ y ―Hamlet‖, sobre cuyos lomos de los respectivos volúmenes enfatiza la cámara durante un tiempo significativo. Cuando el niño vuelve a la normalidad ocurre el reencuentro con el bibliotecario quien le presta tres gruesos libros, justamente los que acompañaron a Richard durante su increíble aventura. Ya puede regresar a casa; ha vencido sus temores. Tal vez por temor, entonces, la tutora del muchacho con problemas de aprendizaje que vive “Un sueño posible”, visita previamente la biblioteca de la universidad y separa un cubículo para estudio individual. La biblioteca es el sitio indicado para recabar información acerca del mito del mal llamado Abominable hombre de las nieves o Eslabón perdido, conocido en Florida como Pie Grande, Sasquash en Canadá y Yeti en el Himalaya. En “Bigfoot y los Henderson” se da a conocer algunas de las actividades cotidianas de una biblioteca, por ejemplo el comportamiento de los usuarios en sus puestos de lectura, el proceso de préstamos realizado por los bibliotecarios y la manipulación de los libros en la estantería.

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Isabelle, la nueva y única amiga de “Hugo” trata de consolarlo: -―Llorar no tiene nada de malo. En los libros lloran todo el tiempo‖. -―¿Adónde vamos?‖ -―Al lugar más maravilloso de la tierra. Es el País de nunca jamás, Oz y la Isla del tesoro en uno solo‖. Y lo lleva a la Biblioteca de la Academia de Cine, en París. El bibliotecario, Monsieur Labisse, es un anciano de cabello y barba blancos, con anteojos de vieja data que cabalgan sobre el lomo de su nariz en tanto una cadenilla cuelga de ellos hacia un lado. Siempre está arriba, muy alto, en donde se ve como un ser superior, dueño de la sabiduría y del silencio, aunque la bondad de su fuero interno sobresale a su pesar cuando se trata de atender a los niños. Es amigo de Isabelle, por lo cual se deduce que la niña es usuaria frecuente de la biblioteca. -―¿Fotografías? En la parte de atrás. Izquierda, repisa superior. A pesar de su intimidante seriedad hacia Hugo, el anciano demuestra su conocimiento de la biblioteca y de sus colecciones. Enormes estanterías de madera repletas de viejos libros que así mismo se apilan en el suelo formando montañas por entre las cuales pasan los dos niños hacia el sitio indicado. En una escena posterior, el niño camina triste por la estación de trenes y, en la sección de librerías de usados, choca contra un anciano que deja caer varios libros, entre ellos ―Robin Hood‖, una de las obras que el niño acostumbraba leer con su padre ya fallecido. Y el anciano resulta ser el mismo bibliotecario, que amable y sonriente obsequia el libro a Hugo. -―En la Biblioteca de la Academia de Cine encontrarán todo lo que necesitan saber sobre películas. Segundo nivel, cuarta hilera, sección tres, repisa superior.‖ Es el mismo viejo y gentil bibliotecario que envía a los niños a una sala inmensa de altísimo cielo abovedado, en donde el muchacho toma el libro ―La invención de los sueños: La historia de las primeras películas‖ de René Tabard. Y los dos niños, juntos, leen, conocen y aprenden los orígenes del cine a partir de 1895. Así

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descubren que Georges Meliés continúa con vida y que es el tutor y padrino de Isabelle. -―¿Por qué estás ayudándome, Isabelle?‖ -―Porque ésta podría ser una aventura y jamás he vivido una. Fuera de los libros, claro. ¿Quieres un libro? Monsieur Labisse siempre me los presta y seguramente también a ti. No me digas que no te gustan los libros.‖ -―¡Sí! Claro. Mi padre y yo leíamos juntos a Julio Verne‖. Así que, en una nueva visita a la biblioteca y rodeados por millares de libros apilados en el suelo, Hugo invita a Isabelle a vivir una diferente clase de aventura, en el cine, que la niña jamás ha visto por prohibición de su padrino. Curioso ¿no? Los libros y el cine entrelazados como mundos de aventura, de imaginación, conocimiento y solaz.

“Hugo” “Harry Potter y la cámara secreta” permite apreciar, entre muchas otras escenas relacionadas, la biblioteca privada en el estudio del profesor Dumbledore, director de la Escuela de Magia Howgarts. La riqueza visual de los viejos volúmenes, ordenados y dispuestos a ser tomados por un lector ansioso, produce la impresión de que su propietario es sabio, viejo y ante todo, un

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lector. En las películas de Harry Potter abundan escenas en las cuales se presenta a los estudiantes leyendo, consultando libros voluminosos en el gran salón que presta sus buenos oficios como auditorio para reuniones, comedor o sala de estudio y en ocasiones, de manera simultánea comedor y estudio; salones de clases u oficinas llenas de libros antiguos, o muchachos en la biblioteca, donde los libros, tenía que ser escuela de magia, se mueven, vuelan y se acomodan solos. Seguramente es esa la razón por la cual nunca se ve un bibliotecario; evidentemente no lo necesitan. “El cartero de Neruda” destaca la pequeña biblioteca del poeta, exiliado en una isla italiana. Independientemente de que la estadía fuera por un corto tiempo y de manera provisional, los libros no podrían faltar en la casa del escritor, confirmando la vieja sentencia de abuelos sabios: Una casa sin libros es una casa sin dignidad. “Abrete las orejas” ilustra la biblioteca y una gran colección de libretos para teatro en la oficina de Peggy Ramsay, la agente artística del escritor Joe Orton, así como a una pareja de homosexuales organizando una pequeña colección de libros en el estudio de su apartamento. En “La fuerza de la verdad”, el abogado Henry Turner acompaña a su hija a la biblioteca, donde juega con bolitas de papel que lanza hacia la niña. Ella descubre que su padre, amnésico a causa de un accidente, ha perdido la facultad de leer y se establece entre los dos una unión que los lleva a compartir gratamente la experiencia de la enseñanza y del aprendizaje integral, que comienza con una rima para memorizar la manera de anudar los cordones de los zapatos y continúa con enseñanzas para la vida práctica, por ejemplo la visita a la biblioteca. -―Unos libros los prestan para leer en casa y otros los tienes que leer aquí‖. -―Pero debo estar en silencio ¿verdad?‖ El juego en la biblioteca es un comportamiento normal para muchas personas; por desinterés, por desconocimiento de las

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normas, o como un simple mecanismo para llamar la atención, aunque algunas demuestran actitudes anormales, contrarias a las normas de convivencia social y a la razón lógica del comportamiento civilizado. La muestra más clara se ve en “Abrete las orejas”, película basada en la biografía del dramaturgo homosexual Joe Orton y resalta la actitud del escritor y su amante gay cuando solicitan libros prestados en la biblioteca pública, sin saber que los dependientes ya han descubierto que son ellos quienes destruyen los libros recortando las ilustraciones, utilizadas luego para empapelar los muros del apartamento. Obviamente son denunciados y enviados a la cárcel por destrucción de la propiedad pública. La adinerada pareja conformada por el escritor Paul Varjac y su amiga de “Desayuno con diamantes” entra a la biblioteca pública en donde la muchacha pregunta: -―¿En dónde estamos?‖ -―En una biblioteca pública ¿Jamás habías estado en una?‖ -―No. Es la segunda cosa que jamás había hecho‖. ¡Qué tesoro de mujer! El escritor le explica que todos los pequeños cajones, refiriéndose a los ficheros, contienen tarjetas y que cada tarjeta corresponde a un libro. La muchacha quiere ver la obra de su amigo, ―Nueve vidas‖, pero se niega a diligenciar la solicitud de préstamo y orgullosa trata de presentar al hombre con la bibliotecaria, a quien no le interesa en absoluto y les llama la atención por no guardar silencio. La muchacha insiste en que el escritor firme su libro para que la bibliotecaria le crea y él se deja convencer entre los regaños de la empleada. Entonces la caprichosa visitante protesta con soberbia: -―Vámonos. En este sitio no son tan simpáticos como en Tiffany‖, refiriéndose, desde luego, a la afamada y costosa joyería neoyorkina. A propósito de mal comportamiento por parte de muchos usuarios y de personas que nunca han comprendido la necesidad de guardar silencio en la biblioteca, simplemente por respeto a

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quienes se encuentran allí para realizar un trabajo y están leyendo, investigando, tomando apuntes, redactando proyectos, sería totalmente vergonzoso y aterrador que el fantasma de la señora traslúcida que lee de pies buscando y tomando libros entre los estantes, se viera en la necesidad de callar a los usuarios ruidosos con un ―Shhhh‖ y el dedo índice sobre los labios como hizo con “Los cazafantasmas”, gesto conocido universalmente por jóvenes y viejos en todas las bibliotecas de todos los países de todos los continentes. El colmo del mal uso de una biblioteca se presenta en “Toy story 3” cuando los juguetes malos, entre los que se encuentra Ken, el novio de Barbie, descubren al astronauta Lightyear, que trata de escapar de la ludoteca en la guardería infantil Sunnyside. La banda es liderada por Lotso, el oso con olor a fresa, quien ordena: -―¡No ha querido hablar! ¡Llévenlo a la biblioteca!‖ Y en la pequeña biblioteca infantil de la guardería es sometido a interrogatorio. Pero, en vista de que no les proporciona la información que desean, el oso oloroso tiene una mejor idea: -―Veamos ahora con libros‖ Así que leen el Manual del juguete y proceden a re-ensamblar al astronauta para lograr que su comportamiento sea tan malo como el de ellos. Aquí vemos nuevamente el perfecto ejemplo de la información mal usada, mejor dicho, usada para servir al mal. ¡Qué tal! La biblioteca como centro de tortura. Y muchos dirán que es verdad. ¡Qué otra cosa puede ser la biblioteca! El lugar donde se tortura a través de la quietud y del silencio, el tormento del estudio y las horas largas de concentración y trabajo intelectual. Por fortuna no todos pensamos así. Al morir el coronel Merryweather, padre de Maria, una niña de trece años a quien deja completamente desamparada y pobre, el notario, en una lujosa oficina en la que desentonan los libros desordenados y colocados sobre un asiento, dice: -―Desafortunadamente perdió todo, incluyendo la casa… tu padre te dejó este libro. Es tu herencia‖.

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El libro, grande y viejo, se halla empastado en cuero y muestra el título en letras repujadas: ―Las antiguas crónicas del Valle Moonacre‖. A través de él, Maria conocerá “El secreto de la última luna”. El separador o marca páginas es notorio. Una ancha cinta amarilla que esconde la llave del cofre de las perlas de la luna, con todo el poder que éstas poseen. Las bellas ilustraciones son retratos de personas reales y vivas, como Maria, involucradas con el pasado del Valle por ser descendientes de las dos familias que habitaron el lugar por generaciones. En el castillo de Moonacre, perteneciente al tío de la niña, hombre amargado, silencioso y solitario, el desplazamiento permitido para Maria y su nana se reduce únicamente a ciertos espacios. -―¡La biblioteca es privada y el acceso a mi estudio está prohibido!‖. El tío decomisa el libro, única posesión de Maria y la niña acude al cocinero en busca de consejo, desconcertada ante su propio desconocimiento de las cosas que ocurren en el castillo. -―Obviamente no has terminado de leer el libro‖ -―¿El libro? ¿El libro de mi papá? -―En la biblioteca. En ―Puertas secretas‖ hay un gabinete privado. Y Maria entra a la gran biblioteca, repleta de libros antiguos empastados del mismo color. Pronto descubre el título del libro recomendado por el cocinero: ―Puertas secretas y cajones ocultos‖ y al moverlo acciona el mecanismo de una gaveta en donde encuentra oculto el libro que su padre le heredara y el cual recupera para sentarse inmediatamente a leer. Observación para bibliotecarios igualmente válida para los usuarios: El buen cocinero ofrece a María un platillo con galletas para que se alimente ―…mientras estudias‖. La niña lleva sus golosinas a la biblioteca y las consume en tanto descubre a través de la lectura la curiosa y fantástica historia de sus antepasados. No consumir alimentos ni bebidas es una norma universal que rige tanto en las bibliotecas públicas como privadas. ¿Por qué? Sólo imaginemos el olor que desde las otras mesas nos llega

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junto con la imagen de las hamburguesas, los perros calientes o la pizza, mientras tratamos de concentrar nuestra atención en la lectura de un texto cualquiera. Pero quizás lo más importante se refiere a las estrategias de conservación y preservación de los diversos materiales que existen en las bibliotecas. Tiene su lógica y no es por fastidiar a los usuarios que prefirieron comer en la sala de lectura en vez de ir al restaurante o la cafetería más cercana. La razón son los malos olores, los restos de comida que atraen a peligrosos animales como ratas y otros bichos bibliófagos, además de la total posibilidad de dejar caer, accidental o voluntariamente, comida o bebidas sobre los materiales de consulta, quizás valiosos, que con seguridad se echarían a perder.

“El secreto de la última luna” El niño prodigio de “Magnolia” es uno de esos personajes obsesionados por determinado programa de TV. Presionado por su padre, carga con cuatro bolsas de libros, todos los días durante la época de colegio y se dedica por entero a llenar su cabeza con anécdotas que posteriormente utilizará para responder las preguntas del programa. Y obviamente debe recurrir a la biblioteca de la escuela como fuente y recurso de la

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información que necesita para preparar su presentación al 10 concurso. Un buen ejemplo de biblioteca escolar moderna es la de “Desafío en las aulas”. Sus puertas y vidrios de seguridad contra incendios y hurto, así como enormes y prácticos ductos de ventilación, permiten a la maestra testigo de un asesinato y a sus estudiantes, ocultarse para salvar sus vidas cuando son perseguidos por narcotraficantes asesinos. Un dato interesante; Es sábado por la tarde y se encuentran en la biblioteca cumpliendo un castigo impuesto por la profesora. Cabe preguntarse si, en efecto, la costumbre de castigar a los niños o jóvenes enviándolos a la biblioteca es una estrategia pedagógica positiva o simplemente la satisfacción del maestro por sancionar una falta de disciplina o de rendimiento académico. Y las consecuencias a mediano y a largo plazo: ¿Asistirán a la biblioteca estos niños o jóvenes en búsqueda de información para su enriquecimiento intelectual si no son enviados por castigo? Probablemente muchos pensarán que la formación profesional del maestro o maestra que practica esta costumbre debería ser reevaluada. Este es un hecho común, tanto así que el cine lo utiliza de manera natural y muchos en el mundo de carne y hueso lo hemos visto, con silenciosa extrañeza. Para muestra cinematográfica este botón; en “El club de los cinco” tres muchachas y dos chicos son obligados a pasar un sábado en la biblioteca de la escuela Shermer High School en donde deberán terminar una tarea. También “El sustituto”, es un ex soldado que toma en secreto el puesto de profesor temporal como reemplazo de la maestra atacada brutalmente por algunos estudiantes, miembros de la mafia local. En el enfrentamiento, el profesor busca refugio en la biblioteca escolar, prácticamente destruida al convertirse en un

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ROS-MARTÍN, Marcos. Las bibliotecas en el cine [en línea]. Disponible en: http://www.documentalistaenredado.net/769/lasbibliotecas-en-el-cine/ (consulta 06 Enero 2010)

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campo de batalla. Y si alguien busca una pelea por una mujer, tenemos una en “El último americano virgen”. Quizás entre los episodios de violencia ocurridos dentro de la biblioteca, la escena representada con mayor dramatismo se encuentra en “Semilla de maldad”, cuando la profesora Judy Hammond es asaltada por un estudiante de la escuela en un barrio marginal de New York, donde los jóvenes, fuera de control, son indisciplinados, inmorales y dominados por Artie West, un potencial delincuente juvenil. El crimen es impedido por el profesor Richard Dadier, un ex militar que obtiene la plaza de profesor, a pesar de la totalmente justificada oposición de su esposa. Es el drama del conflicto entre la realidad cotidiana carente de esperanza y el poder del conocimiento que encuentra en la biblioteca escolar el lugar más adecuado para representarlo. “Los ríos de color púrpura” cuentan que en la prestigiosa Universidad de Guernon, en Francia, se ha cometido un crimen atroz. El bibliotecario ha sido asesinado tras largas horas de tortura y terribles mutilaciones. Pero, ¿quién querría matar a un bibliotecario? Su trabajo consistía básicamente en gestionar los libros y las plazas de estudio en la biblioteca. Así que, ¿cuál podría ser la motivación del criminal? ¿un sacrificio ritual? ¿que las lecturas de los alumnos le llevaron a descubrir algún oscuro secreto de estos y lo hicieran callar? ¿que no les prestara el libro adecuado? Podemos ver un par de escenas que se desarrollan en la biblioteca. Esta aparece ante nosotros como las tradicionales bibliotecas de antiguas universidades: espacios descomunales, auténticas murallas de estanterías de madera repletas de libros, un aspecto algo lúgubre y silencioso que sin embargo invita al estudio con sus numerosos puestos de lectura iluminados con una lámpara de mesa de tulipa

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verde… y el papel del bibliotecario es mucho más importante de lo que pudiera parecer a primera vista. En el pasado, o en el trabajo de este bibliotecario, que siguiendo la tradición paterna ocupa su misma plaza, parece estar la clave. O al menos eso cree el famoso detective Niémans, experto criminólogo encargado de resolver el caso. A su llegada a la Universidad de Guernon (al igual que en la película Seven) pone a su equipo a trabajar en la búsqueda de los libros que pudieran haber inspirado al asesino y los alumnos que los tomaron prestados, buscando en su catálogo términos como ―mal‖, ―violencia‖, ―tortura‖, ―sacrificios rituales‖, ―mutilaciones‖… realizando una exhaustiva búsqueda de información que pudiera dar alguna luz sobre el por qué del 11 asesinato del bibliotecario, que sólo es el primero. Reunido en la biblioteca en la residencia de Dorian Gray, el grupo que conforma “La Liga de los caballeros extraordinarios” es atacado por la banda de Phantom. Allí se encuentran fantásticos personajes de novela como Dorian gray, el Capitán Nemo, Allan Quatermain, el Hombre invisible, el Dr. Jekill y su doble personalidad, Mister Hide, y ya que no podía faltar la presencia femenina, también está Mina Harker, la otrora novia del Conde Drácula. Es una biblioteca hermosa, más bien suntuosa, con estantes altísimos ocupados en su totalidad por bien encuadernados libros y de igual forma resalta el lujoso mobiliario. Cuando el grupo de maleantes invade la sala, se desata el mismo infierno entre los incontables disparos de pistolas, rifles y metralletas. Y en medio del caos vuelan miles de pedazos de papel, producto de los libros despedazados por el tiroteo.

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Ibid.

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También en el Nautilus, el fabuloso submarino propiedad del capitán Nemo, hay una pequeña biblioteca que posee una colección de mapas y planos de, supuestamente, todas las ciudades del mundo, entre ellas Venecia, la ciudad que tratan de salvar pues Phantom pretende destruirla con explosivos sepultados en las bases de los principales edificios. ¿Por qué las bibliotecas deben ser el centro del conflicto? Maestra o maestro versus mafia estudiantil, bibliotecario o bibliotecaria contra estudiantes bulliciosos e indisciplinados, científicos de lo paranormal enfrentados a fantasmas, hampones empeñados en destruir libros cuidadosamente organizados en los anaqueles. Definitivamente, la biblioteca infunde alguna especie de temor, no sólo en los estudiantes que asisten a diversos centros educativos, sino también en los fabricantes de películas que desahogan así sus fobias, sus resentimientos antiguos contra los maestros y bibliotecarios que los obligaron a guardar silencio, a leer y a escribir informes y trabajos académicos cuando, seguramente, deseaban salir a divertirse, o a desarrollar otras actividades que bien pudieron ser igualmente académicas, pero acordes con los intereses de los estudiantes, no precisamente asistir ni encerrarse en la biblioteca. Un pequeño espacio para la biblioteca escolar en el cine italiano. Aquí la situación es decididamente desconsolante. Las bibliotecas escolares italianas o son vacías o se encuentran en los lugares más inapropiados: en el corredor como en el filme “Jack Frusciante uscito dal grupo” de Enza Negroni (1996) donde la biblioteca es recordada como el lugar para hacer fotocopias, o también en una clase de tapicería de paredes como es filmada en una de las secuencias iniciales del filme “Il portaborse” de Daniele Luchetti (1990). En “Bianca” de Nanni Moretti (Italia, 1984) está Michele, quien se refugia en la biblioteca escolar para escapar de un seminario y aquí encuentra a Bianca. Se habla también de un libro, una versión

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francesa de una obra no precisada, que ella busca pero, naturalmente, la biblioteca de la escuela Marilyn Monroe no tiene. La única cosa que Michele es capaz de hacer en la biblioteca es comerse 100 gramos de profiteroles. Tal vez la escena que mejor expresa emblemáticamente, el estado de la biblioteca escolar italiana, que muchas veces no existe y cuando existe es rígidamente protegida de armarios con gradas y con vitrales, rigurosamente cerrados con llave, es aquella relatada en el filme “La escuela” de Daniele Luchetti (1995). Aquí encuentran una mañana la biblioteca destruida, por la caída del techo, mientras el desconsolado profesor Vivaldi comenta: ―Y pensar que me habría podido tocar a mi ayer por la tarde, el 12 turno en biblioteca‖. Sea o no paradójico, los encargados del campo de concentración en donde sobrevive “El niño con el pijama a rayas” consideran que la biblioteca es un beneficio, un privilegio, un lugar de recreación y descanso, y así lo expresan en falsas películas de propaganda nazi, en las cuales muestran a niñas judías durante un juego y el narrador comenta que entre las consideraciones humanitarias concedidas a los judíos prisioneros están los juegos, la orquesta, la alfarería y la lectura en la biblioteca, la cual, obviamente, no existe. Claro que, tanto en el mundo del cine como en el real, hay muchas más bibliotecas inexistentes, o a través de las cuales se pretende convencer a otros de aquello que conviene a quienes las manejan o administran. En “La guerra de Hart”, también en un campo de concentración alemán durante la Segunda Guerra Mundial, el comandante nazi le dice a un oficial estadounidense:

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D'ALESSANDRO, Darío. Op. Cit. Página web.

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-―Tenemos una biblioteca con todos los manuales del ejército americano‖. Igual se tergiversa los informes, las estadísticas de asistencia, de préstamos y de consultas como las facturas de compra, en muchas bibliotecas que no son excepción si se comparan con cualesquier empresas o entidades, ya sean públicas o privadas. Pero no todas las bibliotecas en el mundo cuentan con el apoyo ni el dinero ni los medios necesarios para subsistir dignamente, mucho menos para funcionar como deberían. En una recepción de gala con presencia de las altas autoridades de la ciudad donde reside “El hombre araña 2” y en beneficio de la biblioteca, dice el maestro de ceremonia: -―El Comité para la Biblioteca de Ciencias de Nueva York les da la bienvenida‖. Vemos entonces que el mecanismo utilizado por las bibliotecas cuando se trata de conseguir recursos económicos en pro de su funcionamiento es universal: Bingos, cenas de gala, actividades sociales, deportivas, artísticas o culturales, venta de libros usados y de objetos relacionados con la lectura, cuya finalidad es la consecución de fondos para subsanar, al menos en parte, la carencia de fondos que deberían solventar las entidades o instituciones o gobiernos responsables de ellas. El Capitán piloto Daniel McCormick, que fue congelado en espera de permanecer “Por siempre joven” en desarrollo de un experimento en 1939 y despertó en 1992, va a la biblioteca pública para enterarse de lo ocurrido durante ese largo medio siglo de historia en el mundo. Una comedida y amable bibliotecaria muestra al capitán la manera de usar el lector de microfilmes y se ofrece a llamarle, lo cual realmente hace más tarde, con la información requerida. Debió ser grande y bien notorio el cambio de una biblioteca en los Estados Unidos entre las décadas de los 1930 a los 1990. No únicamente en el campo de la tecnología y los procesos para manejo del conocimiento, sino también en los mobiliarios, la

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distribución de los espacios y la estantería, la manera de vestir de los bibliotecarios y la forma de prestar su servicio y atención a los usuarios. Y es triste saber que en muchos países puede transcurrir todo el tiempo del mundo, sin que, en las bibliotecas, ocurra el menor cambio para mejoramiento y modernización de las mismas. “Carrie” White es una adolescente que sufre de acoso escolar; apartada, ridiculizada y menospreciada por sus compañeras y compañeros, descubrirá que puede mover objetos con el poder de su mente, lo que provoca que su carácter introspectivo e inseguro comience a evolucionar satisfactoriamente. Convencida de que cuanto le está sucediendo es un milagro, acude a la biblioteca de la escuela para tratar de descubrir cuál es exactamente su problema y la manera como puede aprender a canalizar su poder. La biblioteca está bien dotada en cuanto a instalaciones y fondos así como en la amplitud de sus espacios y se destaca la escena en la cual, la joven estudiante realiza una consulta en los ficheros catalográficos, mostrando la manera, hoy obsoleta, como se usan estas herramientas para recuperación 13 de la información. Hay “Un cadáver en la biblioteca”. Son las siete de la mañana y los Bantry encuentran el cadáver de una joven desconocida en la biblioteca de su mansión. Usaba un 13

ROS-MARTÍN, Marcos. Carrie encuentra su milagro en la biblioteca. [en línea] Disponible en: http://www.documentalistaenredado.net/465/carrie-encuentra-sumilagro-en-la-biblioteca/ (Consulta 06 Enero 2010).

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vestido de noche y exceso de maquillaje, el cual se ha corrido por toda su cara. ¿Pero quién es ella? ¿Cómo llegó hasta allí? y ¿Cuál es la conexión con el cuerpo de otra chica encontrado tiempo después en el fondo de un barranco? Los respetables Bantry invitan a la Señorita Marple a que resuelva el misterio antes de que las malas 14 lenguas tengan de qué hablar. Y, si se trata de salvar la vida, en “El día después de mañana”, la Biblioteca Pública de Manhattan, en New York, es el refugio para decenas de personas que tratan de sobrevivir buscando protección contra una catastrófica tormenta de hielo, producto del calentamiento global que ha llegado a su clímax en el hemisferio. Esta biblioteca, la de Manhattan, ha sido escenario de muchas películas. Por su imponente arquitectura, la majestuosidad del atrio con sus temibles y grandes leones guardianes blancos llamados Patience and Fortitude (Paciencia y Fortaleza), o Conocimiento y Poder, las enormes columnas a cada lado de las escaleras, la interminable sala de lectura general, y desde luego, por el prestigio de todo aquello que como biblioteca de tal magnitud representa para Nueva York, los Estados Unidos y el mundo. Entre otras se puede mencionar, obviamente, “El día después de mañana”, “Ya eres un muchacho grande” y “Los cazafantasmas”. La escena en la biblioteca de “Por siempre joven” fue filmada en la Inglewood, Biblioteca Pública de California. Un bibliotecario que trabajó allí en esa época describe la experiencia: -―Los productores decidieron que el lugar no era suficientemente fotogénico, así que físicamente redistribuyeron la biblioteca; movieron la estantería, trajeron libros de distintas áreas del 14

Un cadáver en la biblioteca [en línea] http://alpacine.com/pelicula/15374/ (Consulta: 20 Septiembre 2010)

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edificio, etc. ¡Inclusive desconectaron los teléfonos! El desastre fue peor que cuando tuvimos el terremoto de 1994‖. Moraleja: Nunca presten su biblioteca, ni su casa, para la filmación de una película, así les prometan que sólo será una escena bien cortica. El espesor de una atmósfera de terror, propia del romanticismo negro, pasa al cine, que llega a llamar a las películas caracterizadas con dicha atmósfera como cine de terror ―de biblioteca‖. …El nombre de la rosa (Eco, 1984), Indiana Jones y la última cruzada (1989), La historia interminable (1994), El guardián de las palabras (1994), La maldición del demonio… La biblioteca laberíntica, de pesadilla, propia de épocas ya pasadas, sigue siendo una fiel aliada en las películas reseñadas anteriormente (17). Quedan pocas bibliotecas así, y sin embargo, el tópico es tan fuerte e irresistible que sigue, y seguirá probablemente siendo un filón literario y fílmico. Como dice Chaintreau, la biblioteca hasta que se populariza y se abre a todo el mundo (a través de la alfabetización, bibliotecas públicas, etc.), juega el papel de ―santuario o cementerio‖; visión que recoge El nombre de la rosa: la abadía medieval es un santuario pero también se convierte en cementerio, hasta su total extinción. Como se señala en algún estudio (Saorín, 1997), es la biblioteca anti-acceso, con una CDU esotérica, que muestra la lucha entre acceso y preservación (predominando esto último hasta extremos criminales), ejemplificada también en la figura de Guillermo de Baskerville —el usuario aperturista, abierto a los nuevos tiempos—, frente al bibliotecario conservador y reaccionario como Jorge de Burgos. En otras obras, la biblioteca es el escenario de un

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crimen: el contraste entre la aparente tranquilidad y silencio de una biblioteca con un asesinato se refleja en obras como Un cadáver en la biblioteca de Agatha Christie, cuya protagonista Miss Marple resuelve el caso (18). Afirma Garret, no exento de razón, que fuera de la comunidad bibliotecaria se ha comentado con detalle El nombre de la rosa, ―mientras que los propios bibliotecarios han guardado silencio‖. Y sin embargo, haciendo abstracción de la época, tenemos una reflexión sobre las bibliotecas y sus ―guardianes‖: está la censura (19), la estructura de los catálogos (Guillermo de Baskerville consulta el índice, difícil de entender), la implicación de la llegada de nuevas tecnologías (las ―gafas‖ del monje detective, que llaman mucho la atención), la arquitectura bibliotecaria (el único dibujo de la novela es precisamente un plano de la abadía), relación entre bibliotecarios y usuarios (monjes copistas y teólogos); convirtiéndose en una especie de ―parábola del investigador y del usuario de biblioteca‖ (20). …Recordatorio traumático del gran incendio sufrido por la Biblioteca de Alejandría, los incendios literarios y cinematográficos rememoran éste, una y otra vez. Así ocurre en la novela corta Fahrenheit 451 de Ray Bradbury, llevada también al cine (1967, dir. François Truffaut, con Oskar Werner y Julie Christie), donde, en una dictadura futurista, los libros son cosa prohibida y cada uno de los rebeldes se dedica a memorizar un libro completo como única forma de preservar la riqueza intelectual de la especie humana. ¿Qué define a estas bibliotecas monumentales, laberínticas y enormes? Las definen ciertas ―señas de identidad‖, que son también estereotípicas y no responden a la realidad de las bibliotecas modernas: escaleras peligrosas atraviesan las bibliotecas, o

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bien sus estantes son tan altos que es necesario utilizar escalerillas para llegar a las pilas de libros; el polvo campea por sus respetos; se constata la existencia ―literal‖ de ―ratones de biblioteca‖; y las salas son frías y húmedas, mal iluminadas. Bibliotecas de estas características son comunes hasta el siglo XIX, y perduran en la memoria, perpetuándose de una manera asombrosa. En tales escenarios los bibliotecarios sólo pueden ser calvos y llevar gafas (21). Tampoco los lectores se salvan: van en consonancia con los bibliotecarios. Las escaleras dan mucho juego: siempre se cae alguien de ellas o sobre ellas, sirven de escenario a una persecución, o muestran unas bonitas piernas femeninas (Carole Lombard en Casada por azar). Estos recursos cinematográficos no hay que tomárselos demasiado en serio: el cine no es la realidad, aunque la evoque de manera imaginaria o realista. Actualmente el libre acceso hace rara la existencia de estanterías tan altas que necesiten de artilugios semejantes. …Las imágenes que el cine presenta de bibliotecas modernas, abiertas al público, concurridas, etc., se contradicen muchas veces, con la imagen de los que trabajan en ellas. El polvo es el ―convidado de piedra‖ de una biblioteca a la antigua. ―Raras son las descripciones que olvidan el polvo, ese perfecto símbolo de un lugar inmóvil donde se entiende que nunca pasa nada‖ (Chaintreau, 1993); al igual que los ratones de biblioteca, que actualmente existen como algo metafórico (aunque las bibliotecas, si se descuidan, tienen ratas, ratones y otras especies del reino 15 animal y vegetal). 15

PAZ YANES, Claudia. Bibliotecas de cine: una revisión de la imagen de las bibliotecas y los bibliotecarios en el séptimo arte (tópicos y estereotipos). [en línea] Disponible en:

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Todos los hombres del Presidente es una película basada en las tareas de investigación que los periodistas de The Washington Post, Bob Woodward (Robert Redford) y Carl Bernstein (Dustin Hoffman), llevaron a cabo durante el escándalo del Watergate (1972-1974) que finalizaría meses después con la dimisión del presidente de los Estados Unidos Richard Nixon. En un trabajo de investigación profundo y en el que nadie creía – de hecho Woodward llevaba apenas unos meses en el periódico cuando inició su investigación, es decir era un novato, y trataron de pasar el tema a un redactor más experimentado cuando la dimensión del caso fue ampliándose – las tareas de recuperación de información y entrevistas con testigos y con implicados fueron determinantes para esclarecer lo realmente sucedido dentro del Hotel Watergate. Para percatarnos del enorme trabajo que supuso desvelar el verdadero trasfondo de lo que se convertiría en un escándalo de enormes proporciones, en la película se nos ofrece una simple muestra. Las pesquisas de los dos reporteros les llevan hasta Howard Hunt y su secretaria que había solicitado una serie de libros sobre el asesinato de John F. Kennedy a la Biblioteca del Congreso (Library of Congress). Woodward consulta a una de las bibliotecarias si ese extremo era cierto y durante un momento de duda la bibliotecaria lo afirma para posteriormente negarlo todo. Sorprendido por la reacción de la bibliotecaria, Bernstein vuelve a llamar y se produce de nuevo la negación de la bibliotecaria. El hecho de que la Casa Blanca pida

http://ibersid.eu/ojs/index.php/scire/article/view/1175/1157. (consulta: 06 de Enero 2010)

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material sobre Kennedy a una biblioteca podría parecer poco relevante, hay que recordar que Nixon se enfrentó a JFK en las elecciones presidenciales y perdió, pero las formas y el aparente temor que parece demostrar la bibliotecaria ante una cuestión tan trivial invita a los dos investigadores a desplazarse hasta la Biblioteca del Congreso. Finalmente, ante la imposibilidad de poder contrastar el interés de la Casa Blanca sobre el asesinato de Kennedy vía telefónica, los dos periodistas solicitan revisar las fichas de préstamo de todo un año (1971) ante lo que uno de los bibliotecarios accede no sin 16 antes decirles: ―Se les van a caer los ojos‖. A fuerza de repetición nos hemos familiarizado con la simple acción de mover un libro, oprimir un botón o girar una estatuilla ubicada sobre el visualmente pesado escritorio o entre los libros del anaquel, que en la mente del espectador proyectan inmediatamente la imagen de la biblioteca en la cual un pesado mueble cargado de libros gira para descubrir una puerta secreta, única vía de escape, o que a través de túneles y laberintos conduce a laboratorios misteriosos, cámaras de tortura, mansiones, enormes grutas o amplios salones en donde se oculta un tesoro. Sin ir más lejos, en “Indiana Jones y la última Cruzada”, sorprende el descubrimiento de antiguas catacumbas repletas de ratas y esqueletos, justo debajo de la biblioteca de Venecia, a donde el protagonista llega siguiendo las notas del diario escrito por su padre. También Virginia, la adolescente protagonista de “El fantasma de Canterville” descubre a través de las pistas proporcionadas por un libro de profecías, la manera de colocar una joya en forma de corazón en el sitio exacto de una imagen tallada en una repisa de piedra, la cual, al presionarla, abre un anaquel repleto de libros que permite cruzar la entrada secreta a 16

ROS-MARTÍN, Marcos. Las bibliotecas en el cine. Op. Cit. Página web.

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la recámara de Sir Simon de Canterville, el fantasma residente del castillo. El estereotipo de la biblioteca como espacio polvoriento, pleno de libros encuadernados en cuero, planeado y realizado con una geometría arquitectónica pre-pensada para usarse como elemento visual cinematográfico, es un elemento común en películas cuyas historias se desarrollan en épocas antiguas o que implican el acontecer de crímenes rodeados de oscuridad y de misterio. ¿Por qué esta imagen de las bibliotecas? Quizás porque detrás de la cultura se esconde la ignorancia, lo vil, lo primitivo del hombre. En cambio, la vía de escape a través de los libros conlleva al descubrimiento de nuevos mundos, a la liberación de la oscuridad y de la ignorancia por medio del conocimiento. Esto en el caso de las películas tradicionales, pues no sucede lo mismo en “El nombre de la rosa”, en la que opuestamente a lo usual, la puerta secreta no es para salir sino para ingresar a la biblioteca. Aquí, la cultura se oculta, se esconde del pueblo, porque el régimen clerical del medioevo necesita conservar el poder que la información le proporciona en tanto que el pueblo continúe ignorante. Tanto es así, que el final de la tiranía de la iglesia oscurantista coincide con la destrucción de la biblioteca, cuyo acceso incluye trampas mortales en un túnel al que se penetra por un sepulcro, en una alegoría de la biblioteca como la muerte de la ignorancia. La torre es un laberinto en donde el novicio Adso de Melk se pierde, siente miedo y el maestro lo tranquiliza diciéndole: -―Este es el encanto de un laberinto. ¿Te das cuenta? Estamos en una de las bibliotecas más grandes de la cristiandad. No debiera prohibirse consultar estos libros‖. ¿El joven discípulo no estaba preparado? ¿Acaso se necesita preparación para enfrentarse al conocimiento? Adso, pregunta: -―¿Porque son valiosos y frágiles?‖ y el maestro responde: -―No son frágiles. Es que su sabiduría es diferente de la nuestra y contienen pensamientos y palabras que podrían hacernos dudar‖.

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Así que en la actualidad tampoco es de extrañar la existencia de bibliotecas secretas, pertenecientes a ricos aristócratas coleccionistas de libros raros y muy antiguos, tales como las mostradas al atravesar “La novena puerta”. La biblioteca del castillo de Altemberg, a donde Bibi Blocksberg, más conocida como “Bibi la hechicera”, una adolescente de trece años, fue enviada por sus padres Bernhard y Barbara para reforzar sus matemáticas, perdidas en la escuela, es el centro de operaciones del Consejo de Brujas Buenas, reunidas para localizar a la malvada hechicera Rabia von Katzeinstein quien ha escapado del pantano del horror. La hermosa y valiosa biblioteca del castillo-escuela es la entrada al laberinto secreto, a través de la consabida estantería giratoria. Hay también una peculiar biblioteca en las casas de las niñas protagonistas, quienes, además de sus padres, maestros y, por supuesto las brujas, buscan satisfacer sus necesidades de información recurriendo a los libros. -―Cuando yo era niña… había montañas de libros‖. Los principales personajes de la historia consultan libros de magia, que abundan y son el eje de estas bibliotecas, para la realización de los diferentes hechizos. Inclusive hay libros de recetas de cocina para brujas. Pero en este mundo de magia y sortilegios llama la atención la existencia de un moderno computador en la biblioteca de Elea, la niña minusválida y mejor amiga de Bibi, junto a los libros de la biblioteca en su casa. Bueno, ni la brujería puede escapar a los avances tecnológicos y menos cuando se trata de manejar información especializada. Hay un libro especial por su contenido, nada menos que el mapa del laberinto tan buscado por todos y que conduce a la misma biblioteca por un recorrido interno que basa su ruta en los libros de matemáticas. Probablemente sea la búsqueda del conocimiento a través de la ciencia que prodigan los libros. -―Cientos, miles de libros de matemáticas‖. En conversación con Bibi, la malvada bruja Rabia confiesa:

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-―Mi madre nunca tenía tiempo para mí; estaba ocupada escribiendo un libro‖. Y Bibi responde: -―Igual que la mía ¿Usted escribe? Y sometido por los encantos de la poción mágica, el padre de Bibi entrega a Rabia el manuscrito del nuevo libro de magia escrito por su esposa, convencido de que se trata de una famosa editora publicista. El centro del laberinto está hecho con enormes letras talladas en piedra. Hay pasadizos a los cuales se ingresa por entre los estantes giratorios en la biblioteca. El laberinto, que bien podríamos llamar El mundo oculto del conocimiento, incluye una caverna de hielo rodeada por oscuros túneles, un puente de lianas colgantes sobre un abismo sin fondo y después, un lago de aguas cristalinas y profundas; y la enorme caverna se concentra en un templo de piedra destruido cientos de años atrás. Por su parte, Bibi y Elea descubren con sorpresa que: -―El libro que abre la pared de la biblioteca es un pentagrama‖ El padre de Bibi y el director de la escuela tratan de resolver la ecuación mágica de la existencia, poder y funcionamiento del laberinto mediante complicadas fórmulas matemáticas, que las dos amigas resuelven con toda la sencillez de sus mentes infantiles, al deducir que todo el embrollo no significa otra cosa que un simple pentagrama. Y la magia devuelve a Elea la facultad de sentir consuelo y alegría aunque sepa que no volverá a caminar. El “Gringo viejo” es un escritor que renuncia a su trabajo y reta a la prensa reunida en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, mientras en el segundo piso, su hija solicita un texto que facilite el aprendizaje del idioma español, parte de su preparación para viajar a Méjico. La biblioteca es presentada como eje de la cultura y del conocimiento, como centro intelectual de las ideas revolucionarias, lugar en donde se desafía los poderes y la sociedad, aunque “Sólo problemas” presenta de manera reiterada

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la biblioteca en la oficina de un juez; enigmática, desordenada y sucia, en un mundo irreal construido entre un depósito de chatarra. El juez no toca un libro. La biblioteca es el reflejo fiel de la casa y de su entorno, de las personas que la habitan, del desorden y el caos. Y al final, el juez resulta ser un monstruo. Ni qué decir de las bibliotecas embrujadas, como la Biblioteca pública de New York a donde deben acudir “Los cazafantasmas” porque los libros y las fichas catalográficas vuelan entre los anaqueles, lanzadas por los fantasmas que la habitan. La sala de lectura general es enorme, ordenada y limpia, plena de lectores juiciosos que trabajan en silencio. El carro transportador de libros se encuentra tan lleno que resulta pesado para la casi anciana bibliotecaria. Las estanterías de los lados y del fondo de la sala lucen repletas. Las incontables lámparas blancas sobre las mesas de lectura dan la impresión de ser cabezas o sombras en forma de conos silenciosos. Y en medio de todo, resalta la irrelevancia de una mujer con chaleco blanco que no se ha quitado el sombrero, el cual resalta más aún por ser un sombrero negro. Recurrentemente las bibliotecas se usan para solucionar los problemas económicos de protagonistas desempleados, como ocurre en “Sonámbulos”, y en “Durmiendo con el enemigo”, cuando la protagonista, Laura Burney, cambiado su nombre y su aspecto, huye de Marty, el marido psicópata que la maltrataba física y psicológicamente, hasta el punto de pretender asesinarla. Quizás Laura tenía conocimiento del trabajo en bibliotecas porque, aun siendo rica, poco antes de su fuga dice al marido: -―La señora Clark llamó de la biblioteca. Dice que me necesita de tiempo completo‖. Y él responde: -―No necesitas trabajar. Y no conozco tu amor por los libros‖. Luego, ya libre, aunque en otra ciudad y llevando una difícil vida de incógnita, se encuentra con un amigo, quien le había ayudado a conseguir su nuevo trabajo en la biblioteca de la universidad: -―¿Qué has estado haciendo?‖ -―Entre los libros. Guardando… acomodando‖ -―Lo disfrutas ¿No es así?‖ -―Me gusta lo que hago‖.

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“Los cazafantasmas” Verdaderamente hay que amar los libros para trabajar con ellos. Y no solamente a los libros, pues detrás de ellos están los lectores, llámense usuarios, clientes, estudiantes o investigadores. Sin lectores no hay motivo, ni razón, ni justificación, para que existan editoriales, librerías, bibliotecas, editores, libreros y bibliotecarios. Y sin ellos tampoco habría lectores. Es, definitiva e indudablemente, un mundo circular en el que no se tiene cabida sin amor. Bien decían los abuelos: ―El trabajo hecho con amor, siempre está bien hecho‖. Y, tal vez sea el punto indicado para reflexionar acerca de la importancia que tiene ese humilde y en apariencia tan simple acto de guardar y acomodar… con responsabilidad y eficiencia, porque, pensemos un momento en lo que sería de las bibliotecas, sobre todo las muy grandes bibliotecas, sin aquellas personas dedicadas a recoger y guardar los centenares, millares de libros y demás recursos que a diario utilizan sus miles de lectores. En “Perfume de mujer” un estudiante pobre trabaja como asistente de la biblioteca escolar en un colegio para hijos de ricos. Es notoria su amabilidad y resalta su sentido de colaboración con los usuarios estudiantes, a pesar de las reglas, al prestar un libro reservado por otro, a alguien que lo necesita con urgencia para preparar un examen durante toda la noche; y aunque no es tan común, suele mostrarse escenas anormales ocasionadas por estos bibliotecarios no profesionales e improvisados, como en ”Party girl”, la muchacha problema contratada por ser ahijada de

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la directora y como un medio para ayudarle a obtener el dinero necesario para pagar a su madrina, quien había, a su vez, pagado la fianza para evitar que fuera detenida. También Julia, la muchacha de la “Leonera” es una joven común y corriente, un tanto sobreprotegida, estudiante universitaria y empleada en una biblioteca, acusada y encarcelada por dos crímenes sangrientos, de lo cual no tiene la menor idea. En “La elección de Sofía” un bibliotecario humilla a Sofía, una inmigrante polaca, porque pide un poema de Emily Dickinson y lo pronuncia, obviamente, de acuerdo con su lengua. La bibliotecaria titular de “¿Dónde quedó el corazón?”, que ha llegado a la locura como producto del alcoholismo, es reemplazada por su hermano Forney, un hombre inteligente pero antipático y grosero que no pone reparos para demostrar su disgusto cuando debe atender a Novalee, la usuaria campesina que dice: -―De cada dos palabras debo buscar una en el diccionario, que me manda a otro diccionario‖. Qué se puede decir. Falta de lectura igual a carencia de vocabulario. Es un ciclo repetitivo que afecta a la mayor parte de la población humana en todo el mundo. Los niños lectores llevan el éxito en sus manos, cualquiera sea el oficio o profesión que les espera en el futuro. Si sabe leer posee dominio del idioma y será capaz de comprender lo que lea. En caso contrario, cada palabra lo enviará a un diccionario que a su vez lo remitirá a uno diferente. Si tiene vocabulario puede escribir un texto mejor que los demás; está en condición de redactar informes y proyectos, discursos e, inclusive, cartas de amor. Situación similar se expone en “Filadelfia”, cuando el bibliotecario pretende expulsar a un lector porque tiene marcas de sida en el rostro. Curiosamente, un abogado negro es quien intercede a favor del enfermo blanco. Claro que también hay bibliotecarios buenos. Por ejemplo, la viejecita de “Matilda”, el auxiliar de “Perfume de mujer”, las asistentes de “Su otra esposa”, los compañeros de la “Party girl”.

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“Party girl” A propósito de problemas. En “Party girl”, tal como se mencionó anteriormente, una joven que enfrenta dificultades económicas es contratada como asistente en la biblioteca pública, como último recurso para obtener el dinero necesario a fin de cancelar una deuda y también para subsistir. Aborrece las labores cotidianas del oficio hasta que, como suele suceder en las películas para que podamos disfrutar de un desenlace feliz, prevalece el amor por su nueva actividad y se convierte en la mejor de las asistentes de la biblioteca, oficio que también desempeña la esposa de George Bailey, el casi suicida de “Qué bello es vivir”, hermosa en la vida de casados, pero que al verla en su sueño, como una chica soltera, es una tímida bibliotecaria del estereotipo citadino, con los inevitables anteojos y el cabello recogido en un moño. Sin embargo, para alcanzar la felicidad final debe transcurrir primero la trama del filme con sus venturas y desventuras. Una noche de aquellas en las que entra ebria y subrepticiamente a la biblioteca, Mary, la party girl, se encuentra repentinamente con la carátula de un libro identificado con grandes letras ―Dewey Decimal Classification‖ y corresponde a un juego de las tablas de clasificación DDC20; a pesar de su lamentable estado hace un esfuerzo para leer y queda fascinada por la magia de la clasificación. A partir de entonces cambia su mentalidad y, en consecuencia, su vida, aunque al día siguiente se encuentra en el

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mostrador de servicios al público sellando libros devueltos y grita en forma grosera a un usuario porque está cogiendo libros en la estantería. Insiste en que todo tiene un orden de acuerdo con un sistema y que los usuarios no entienden su trabajo. Piensa que todo es demasiado fácil hasta que la jefe llama su atención y le ordena reclasificar ―El origen de las especies‖ en cuya codificación se había equivocado. El Sistema de Clasificación Dewey se menciona con cierta frecuencia en películas norteamericanas. Por ejemplo en “2012”, el periodista demente que vive en el Yellowstone Park esperando el fin del mundo, conserva una colección de mapas ordenada según Dewey, y una voz resuena detrás de las estanterías en la biblioteca escolar en donde estudia Bastian, el infatigable lector de “La historia sin fin III”: -―Los libros clasificados según el Sistema Decimal de Dewey, ver en las fichas del catálogo‖. ¡Ah! Los sistemas de clasificación, indispensables para dar un orden conveniente a las colecciones de las bibliotecas, no solamente a los materiales bibliográficos sino audiovisuales, en cualesquiera de sus especialidades, creados y perfeccionados a lo largo de los años con el propósito de favorecer al usuario facilitando sus consultas mediante el acceso a los temas de su interés, pero que, paradójicamente, son considerados un galimatías comprensible únicamente por los bibliotecarios. Parecieran lenguajes inventados por ellos y para ellos, no para los usuarios. Y el cine lo muestra como una realidad nada agradable para los unos y los otros. Ejemplos claros de lo anterior son: “Cómo perder la cabeza”, en la cual un joven se vanagloria de que su novia bibliotecaria es la única que conoce verdaderamente la DDC; “UHF”, que muestra en televisión un bibliotecario tipo Schwarzenegger, quien levanta en vilo a un usuario por el simple hecho de pedirle información, y además le pregunta con aire amenazante si no conoce la Clasificación Decimal Dewey; y por supuesto, “Party girl”. La catalogación y la clasificación, aspectos absolutamente profesionales en la vida del

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bibliotecario, son descritas sobretodo en un filme, Party girl de Daisy von Scherler Mayer (1995). Se trata de una joven que termina trabajando en una biblioteca para restituir el dinero a la madrina quien había pagado su caución para salir de prisión. Ella no solo se apasiona por este trabajo, ocasional, sino que lo profundiza estudiando por sí misma la Clasificación Decimal Dewey (CDD) y después asistiendo a un curso. Las secuencias en la biblioteca son 14, se desarrollan por más de 23 minutos y representan la máxima presencia de una biblioteca en una película. Estos ejemplos no nos ilustran científicamente aspectos de la profesión, pero son particularmente interesantes por cuanto ponen la atención sobre las reglas del registro y de la clasificación que constituyen para el bibliotecario un motivo de distinción profesional. El cine sabe retomar los aspectos más recónditos del individuo, en cuyo argumento no pierde la ocasión para intervenir con 17 ironía. Pero en “Legado de violencia”, Chris, un joven granjero que vive con su padre y su hermano de 10 años, pregunta a éste: - ―¿Qué haces?‖ y el niño responde: - ―Organizo los libros de acuerdo con su olor; éste es de un tipo que…‖ ¿Y por qué no? Todos sabemos que es perfectamente posible ordenar los libros por materia, autor, editorial, título, según su tamaño o clasificarlos por colores, tal vez por su textura o por el tipo de papel. Entonces ¿Por qué no de acuerdo con su olor? Desde luego que nos veríamos en la imperiosa necesidad de desarrollar un extraordinario sentido del olfato. He aquí un interesante punto para reflexión: ¿A qué huelen la ―Biblia‖ y el 17

D'ALESSANDRO, Darío. Op. Cit. Página web.

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―Corán‖? ¿Qué aroma tienen ―Mi lucha‖, ―Alicia en el país de las maravillas‖, ―Cien años de soledad‖, la ―Divina comedia‖, ―Kamasutra‖ y el ―Algebra‖ de Baldor? El trabajo en una biblioteca es por definición ―silencioso‖. En las películas es frecuente el gag donde el silencio de la biblioteca es roto por algún usuario o alguna acción trepidante, que choca con la tranquilidad esperada: así en Cartas a Iris (1990), Desayuno con diamantes (1961), El graduado (1967), El sustituto (1996), Tallo de hierro (1988), entre otras. Esto es una realidad: cuando alguien hace ruido, el personal que trabaja en bibliotecas le solicita que guarde silencio. Si el silencio impera en la biblioteca, entrar en ella se percibe como una sensación de intrusión, de violar un espacio sagrado (15), que muchos escritores han recogido en sus obras. Desde el punto de vista del usuario, entrar a una biblioteca, para consultar un libro requiere conocer unos mínimos códigos de utilización del servicio. La literatura da un paso más allá y sugiere a veces explícitamente que los bibliotecarios, ocupados en tareas inútiles, son enemigos de los lectores. Este punto de vista tiene su contrapartida: en Su otra esposa (1957), queda claro que las eficientes bibliotecarias pueden no sólo ser las perfectas intermediarias entre la información y sus usuarios (16), sino que superan en cierto modo, la frialdad de las máquinas; aunque finalmente se alían con ellas, como debe ser. Lo anterior choca con la bibliografía entorno a los valores profesionales de los bibliotecarios: ésta no deja de señalar hasta la saciedad, que un bibliotecario en los albores del siglo XXI debe ser un impulsor y componente de la generación del conocimiento, un intermediario entre el usuario y la

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información, poseer conocimientos técnicos y capacidad de gestión, sin olvidar los valores tradicionales y el buen trato (Arot, 2000). Pero quizá lo que más se representa en el cine es al propio usuario a la búsqueda y captura de la información. Así, ―dos son las fuentes de información institucional que con mayor recurrencia aparecen en las obras literarias y cinematográficas: los archivos y los centros de documentación.‖ (Gracia, 1994). El personaje principal busca las fuentes de información necesarias (es frecuente ver la prensa a través de lectores-reproductores), como en Todos los hombres del presidente, Ciudadano Kane (1941) o el film clásico del director Jacques Tourneur La maldición del demonio (1959, con Dana Andrews, Peggy Cummins) que explota el tema del libro maldito que no se halla en el British Museum (aunque figura en sus catálogos), pero sí una copia en la biblioteca particular del líder de una secta satánica. Es raro que una película de cine negro o de espionaje no haga alguna alusión a esta cuestión. Martin Raish lista un conjunto de cerca de 100 películas que se utilizan para una investigación, estudiar, encontrarse con alguien o para otros propósitos, siendo el bibliotecario una pieza más del mobiliario, que ayuda 18 a identificar el escenario. Bernard, el protagonista de “Ya eres un muchacho grande”, es un joven de 19 años, asistente de la Biblioteca Pública de Nueva York, en donde aparece al comienzo de la película ubicando libros mientras vuela en patines por entre los estantes; luego se sube al montalibros y baja hasta el escritorio de circulación en donde lo recibe, por supuesto, un fuerte llamado de atención.

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PAZ YANES, Claudia. Op. Cit. Página web.

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Bernard trata de encontrar la independencia de sus padres insoportablemente arrogantes. La Madre esperaba que se destacara en la biblioteca, pero llega a la conclusión de que: -―Aparte de desarrollar habilidades no naturales con los patines, has sido un completo fracaso‖. La mayor parte del tiempo sus padres tratan de mantenerlo alejado de las chicas, aunque la mamá debe, por el bien de todos, vigilar mejor a su marido, que trabaja en la misma biblioteca como curador de incunables y que, aparte de su oficina, tiene una bóveda realmente ordenada donde alberga las cosas de valor… como su erotismo y, obviamente, sus libros antiguos, más valiosos que su esposa y la familia. Tanto así que durante una de las escenas de llanto de la mamá, papá indica el pañuelo y dice: -"Margery, tu pelusa se está pegando en la Biblia de Gutenberg". Una razón más para que, finalmente, cansado de libros, bibliotecas y padres, el muy profundamente frustrado auxiliar de biblioteca tomara la misma Biblia de la bóveda para permitirse aflorar sus sentimientos: -"¡Al diablo con tu Biblia de Gutenberg! ¡Odio tu Biblia de Gutenberg!" Quizás sea pertinente anotar que la obligatoriedad de este empleo fue impuesta por los padres, no por el deseo y mucho menos por la vocación de Bernard. Lo mismo ocurre, naturalmente, en cualesquier oficios que no satisfagan las expectativas, ambiciones y proyecto de vida de los protagonistas, ya sea en el cine como en la vida real. Es una película, o una historia, repleta de imágenes interiores de la biblioteca y eventos ocurridos en el devenir cotidiano de lo que significa vivir entre libros y bibliotecarios. “Su otra esposa”, que hace alusión al amor de un ingeniero por el nuevo invento de la computadora, tiene lugar en el departamento de Referencia de una estación de televisión. Por todas partes se ve libros, documentos, estantes, mapas en el muro, sin descuidar los tradicionales archivadores y escritorios metálicos grises de la

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época. Todo es orden y limpieza, se nota la amabilidad de las empleadas para atender consultas telefónicas y resalta la amistosa camaradería entre ellas. Tal como en la vida real, la no anunciada llegada del ingeniero perturba la normalidad en el trabajo y la noticia de la adquisición y próximo arribo de un computador para automatizar el departamento preocupa al personal, temeroso de perder su empleo. Y así como sucede cotidianamente en el mundo material, una noche el ingeniero queda encerrado, igual que muchos usuarios despistados, de aquellos que existen en cualquier centro informativo, especialmente bibliotecas universitarias; afortunadamente, la jefe de Referencia, Bunny Watson, regresa en busca de algo que había olvidado y rescata al dedicado ingeniero de sistemas, a quien invita a cenar en su casa, en donde lo primero que se ve al entrar es la biblioteca, que igualmente sirve como fondo en las vistas del comedor. No falta el árbol de Navidad en la oficina ni el relajamiento inoficioso de los empleados so pretexto de las fiestas decembrinas. Tanto así que una llamada para indagar por los nombres de los renos de Santa Claus es atendida por el ingeniero de sistemas. El baile ocurre en las oficinas de Referencia. ¿Por qué siempre sucede lo mismo? ¿Por qué las reuniones no se llevan a cabo en las áreas administrativas, recreativas o de deporte? El Ingeniero y la jefe del centro buscan intimidad sentados en el suelo, entre las estanterías, para hablar al calor de una botella de licor. Imagen bastante curiosa si se tiene en mente las exigencias impuestas a los usuarios en cuanto a reglamentos y normas de conducta y actitud dentro de las bibliotecas y sitios similares. Nota de probable interés para personas a cargo de actividades sociales y culturales: Las salas de lectura con sus mesas y silletería, amplios espacios y limpieza de pisos y ventanas, son apetecidas por los directivos que, obviamente, no tienen su oficina en dichas dependencias. Allí se reúne al personal de la biblioteca o del archivo para celebrar la Navidad, el Año Nuevo, los

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cumpleaños de empleados importantes; allí se brinda la copa de vino al homenajeado y se ofrece el almuerzo al invitado. Para muestra, la reunión navideña de “Su otra esposa” y el baile de María, la pulcra y correcta bibliotecaria, sobre las mesas de lectura en “Vivir de ilusión”, película seleccionada para su preservación en el Registro Nacional Cinematográfico de los Estados Unidos, en la Biblioteca del Congreso, por ser ―…cultural, histórica o estéticamente significativa…‖. Tal vez podríamos agregar, por ser una muestra de lo que no debe hacerse.

“Su otra esposa” La reunión navideña es aprovechada por el ingeniero para anunciar, inoportuno, la llegada de la computadora que permitirá automatizar el centro de información de referencia. La imagen siguiente es la gigantesca máquina ocupando el espacio donde antes se encontraban los escritorios. El cambio es total. Se resalta la señalización, antes inexistente: No tocar, No fumar. Casi se siente el impacto que experimentan las empleadas. Llegan visitas importantes para ver el progreso. El ingeniero y su asistente no permiten hablar a las referencistas y nadie les presta atención. Acto seguido reciben sus cheques de liquidación. Mientras recogen sus pertenencias, la nueva y moderna asistente de sistemas es incapaz de responder una consulta acerca de los Watusi, ni de las minas del Rey Salomón. En el enorme tablero

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titilan las luces mientras la antigua referencista proporciona información inmediata, ya de memoria, ya tomada de materiales escritos, incluyendo un extenso poema. La máquina enloquece junto con la operaria que, fuera de control, abandona su trabajo y el desconcertado ingeniero decide apagar la computadora. Desaparecen las luces del tablero, se detienen las cintas que giraban a los lados de la enorme máquina y se produce un grato silencio. Entonces, una nueva consulta telefónica cuya respuesta desconocen las referencistas, proporciona a la computadora la oportunidad para reivindicarse y es la clave para demostrarnos a todos, que humanos y máquinas pueden trabajar juntos. Aunque sabemos que es difícil. Especialmente para las personas mayores, acostumbradas al uso y consulta de los antiguos catálogos en forma de ficheros, pero torpes y muchas veces reacias al conocimiento y manejo de las tecnologías actuales. Así, en la ya citada “Ciudad de ángeles”, al ingresar a una de las salas de lectura, en uno de los muchos niveles del edificio de la inmensa biblioteca, se oye voces inconexas, de usuarios invisibles, entre las cuales una mujer exclama: -―¡Qué pasó con las tarjetas; esas podían tocarse!‖. En la ciencia ficción/fantasía la información se equipara a conocimiento, que significa poder. Curiosamente los valores que hoy día están ―fuera de moda‖ —de custodio y preservador— son de gran importancia en muchas obras de este género. Sobre todo en las fantasías de destrucción del mundo, donde la información se convierte en un factor clave. La información, contenida en los libros del futuro suele ser mágica o sagrada. A través de la literatura y del cine (Griffen, 1987) se realizan anticipaciones de la cultura, de la sociedad y sus manifestaciones. Se suelen recrear bibliotecas totalmente automatizadas, la vuelta a bibliotecas rehumanizadas, la reinvención de bibliotecas tras un cataclismo armagedónico o bien bibliotecas de la era post-automatización, altamente tecnológicas y ―mentales‖ (por no decir telepáticas). Deudor de la

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literatura utópica (Gracia, 1994), el cine ha reflejado algunas de estas inquietudes. Así en 2001: Una odisea del espacio (1968) no hay biblioteca sino una gran computadora central, que se rebela contra sus creadores. Este esquema de gran computadora ―madre‖, se repite en Alien (1980). A la vez que no existen libros, desaparecen los placeres que la lectura procura. En Roller Ball (1975, dir. Norman Jewison, con James Caan, John Beck, Maud Adams), todos los libros se han traspasado a la memoria central del ordenador del planeta, llamado ―Zéro‖. Dicho ordenador se presenta bajo el aspecto de una columna por la que circula un agua ―táctil‖. El bibliotecario (señor mayor) desanimado por los errores en los datos grabados, constata que todo el siglo XV ha desaparecido. Una frase lo dice todo: ―No es un siglo muy rico, excepto Dante y algunos papas corrompidos‖, ironiza el bibliotecario. Como suele suceder, el ordenador central se atasca y ante las preguntas sólo responde ―Negativo, negativo‖, lo que hace que el bibliotecario le pegue unas patadas y el líquido de su interior salga por todas partes. Al no haber libros (por culpa de estados totalitarios, por incendios tipo Armagedón, etc.) las personas se convierten en libros vivientes, como en Fahrenheit. Aparecen robots antropomorfizados usados como terminales para la búsqueda de información (como los robots de la serie La guerra de las galaxias), repetidos hasta la saciedad en las novelas de ciencia-ficción (Asimov, Stanislav Lem, Ursula LeGuin, etc.). Referencias a la posibilidad de disponer de ―recuerdos injertados‖ en el cerebro, como en la película Desafío total (1990, dir. Paul Verhoeven, con Arnold Schwarzenegger, Sharon Stone, etc.), cuyo protagonista tiene una vida ―inventada‖ por obra de los chips, o la película española Abre los ojos (1997,

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dir. Alejandro Amenábar, con Eduardo Noriega, Penélope Cruz) (Saorín, 1998). Apenas existen bibliotecarios: el usuario es el rey. Se mencionan nuevos formatos (en Blade Runner (1982) se lleva a cabo una investigación utilizando elementos audiovisuales): cubos, cápsulas y otros que sólo caben en la imaginación. Sigue habiendo bases de datos que localizan cualquier dato que se les pida. Sin ir más lejos, en sagas de cómic y cine, el personaje de Superman, posee una visión muy ―tecnológica‖ (rayos X, cristales holográficos, etc.). Frente a tanta tecnología surge un inevitable contraste con la poca evolución 19 de la especie humana. Marcos Ros-Martín presenta las siguientes observaciones de “La guerra de las galaxias”, unas semanas antes del estreno del Episodio III – “La venganza de los Sith y La biblioteca Jedi de Coruscant”. No sé si volverá a aparecer Jocasta Nu, la archivera Jedi, o si simplemente el Templo será destruido. La primera misión de Anakin Skywalker es la recuperación de un Holocron de los Sith que se encuentra custodiado en el Templo de Coruscant y por ende en la biblioteca. Lo primero que debemos señalar es que existen otras bibliotecas dentro de la imaginería de Star Wars. Sin embargo es la de Coruscant, por razones obvias, la que está mejor descrita. A modo de curiosidad, la primera biblioteca Jedi que se construyó se encontraba situada en el planeta Yavin IV, que es precisamente el que iba a ser destruido por la Estrella de la Muerte. Lo más curioso de esta 19

Ibid.

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biblioteca es que los Jedis decidieron transformar completamente el planeta. Así, de un clima desolado se pasa al frondoso bosque tropical y, segundo, los Jedis construyen la biblioteca y a su alrededor se desarrolla la ciudad que siglos más tarde de su construcción es completamente abandonada y, junto a ella, la biblioteca se convierte en un mito. Pero debemos volver al Archivo del Templo Jedi en Coruscant. Este Templo es el principal hogar de la Orden Jedi, aunque existían otros templos en Ilum y Kamparas. En Coruscant se encontraba el Alto Consejo junto con la biblioteca más grande conocida, gestionada por los Jedi y supervisada por Madame Jocasta Nu. Como en todos los templos del conocimiento, la atmósfera dentro de esta biblioteca es pausada y tranquila, gracias en parte al efecto que provoca la luz natural que penetra a través de los ventanales y que se refleja en el pavimento del suelo. En los laterales se disponen las estanterías que albergan los hololibros, que emiten una tenue luz azul, dispuestos a ser consultados por aquel investigador que necesite de sus informaciones. La bibliotecaria Jedi, Jocasta Nu, tiene una apariencia frágil debido a su avanzada edad pero conserva un abrupto temperamento. Jocasta ha servido a los Jedi durante muchos años y actualmente sirve a la Orden como Directora del Archivo. Las ropas que viste representan los símbolos de Ansata, que indican la devoción al conocimiento y al aprendizaje. No fue una brillante guerrera pero aún conserva su sable láser como recuerdo de días lejanos al servicio de la Orden. Una de sus funciones como bibliotecaria, además de la custodia de los registros almacenados en los archivos, es la preparación de las misiones de los Jedi a lo largo de la galaxia. Podríamos decir que los

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documenta para que estén preparados ante los retos que van a enfrentar. La seguridad de la bibliotecaria en cuanto se refiere a la eficiencia y capacidad de su biblioteca se refleja claramente en un diálogo que ésta sostiene con Obi Wan Kenobi, quien busca información de un sistema planetario llamado Kamino, que no aparece en las cartas de los archivos. -―Siento decirlo, pero creo que el sistema que buscas no existe‖. -―Imposible. Quizás los archivos están incompletos‖. -―Si un elemento no aparece en nuestros archivos es que no existe‖. En esta estereotipada visión de la profesión, Jocasta Nu aporta una respuesta típica del comportamiento bibliotecario en general, pues presume que su conocimiento de los fondos que custodia es superior a la posibilidad de fracasar en un proceso de recuperación de la información. Centrémonos en los materiales de consulta de esta biblioteca. Por un lado, disponemos de distintos terminales informáticos que Kenobi utiliza, afirmando que Kamino no aparece en los registros; por otro, tenemos disponibles, principalmente, los hololibros de las estanterías y de forma secundaria los holocrones. Los hololibros consisten en billones de documentos que se encuentran a disposición de los investigadores y contienen cada logro científico y cada registro histórico de la República, más allá de los conocimientos propios de la Orden Jedi. Los holocrones son usados tanto por los Jedi como por los Sith. Un holocron y por ende un hololibro, es un dispositivo de almacenamiento en cristal que

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puede contener distintas tipologías de información y en general se utilizan para la enseñanza de los caminos de la Fuerza, tanto de los Jedi como de los Sith. Cuando se activan, la información se presenta en forma de holograma. Usualmente aparece su creador y es posible interactuar con él. Sólo un iniciado en la Fuerza puede activar estos dispositivos, pero una vez iniciados cualquiera puede interactuar con el holograma. Los holocrones Jedi tienden a presentar forma de cubos cristalinos, mientras que los correspondientes a los Sith son piramidales. Un holocron Sith muy especial, con doce caras, se encuentra custodiado en los Archivos del Templo Jedi de Coruscant. El mismo Yoda todavía no ha sido capaz de desvelar todos sus secretos, ya que no es nada sencillo manipular estos sistemas, que incluyen información sobre armas, armaduras, androides, vehículos y naves espaciales. Cada holocron Sith contiene la personalidad de su creador, por lo que siempre intentan corromper a sus lectores y hacerlos caer en 20 el Lado Oscuro. Tal vez debemos aclarar, a fin de evitar posibles confusiones, que el uso indistinto de los términos biblioteca y archivos no significa, en absoluto, que sean lo mismo y que indudablemente el concepto archivo al que se refiere la bibliotecaria, se refiere a la información archivada, almacenada como materia prima de la biblioteca.

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ROS-MARTI, Marcos. Darh Vader, un holocrón y la biblioteca Jedi de Coruscant [en línea] Disponible en: http://www.documentalistaenredado.net/181/darth-vader-unholocron-y-la-biblioteca-jedi-de-coruscant/ (Consulta: 6 Enero 2010)

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“La guerra de las galaxias” Los desarrollos tecnológicos en el manejo de la información alcanzan su máxima expresión en “AI: Inteligencia artificial”, representados en la figura del Dr. Know, algo así como Doctor Conocimiento, una máquina contestadora que proyecta 21 hologramas volumétricos, y ayuda a un par de robots humanoides a buscar el secreto para convertirse en humanos reales. El Dr. Know no es realmente una biblioteca sino una organización sistemática del conocimiento que puede ser consultada por los usuarios. No podríamos enumerar todas las películas que muestran, en mayor o menor grado ese mundo silencioso, que en la actualidad es cada vez menos silente, de las bibliotecas. Imposible pasar por alto “El lector” con su visión tan propia de la necesidad que representan la biblioteca escolar, la universitaria, la modesta pero especializada biblioteca en la oficina del abogado, la biblioteca carcelaria y la pequeña, limpia y ordenada colección de libros y audiolibros en la diminuta celda de la prisionera ex nazi.

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RAISH, Martin. Librarians in the movies: An annotated filmography [en linea] Disponible en: http://emp.byui.edu/RAISHM/films/introduction.html (Consulta 12 Abril de 2010).

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Cuando el teniente William Somerset se hastió de permanecer en casa durante una noche de insomnio, decidió abandonarla cogiendo un taxi. En cuanto estuvo a bordo, pausadamente encomió al taxista que se alejase de la ciudad tanto como pudiese. De esta forma, el detective llegó hasta la biblioteca. Deberíamos perdonarle al director que el lugar más lejano de una ciudad fuese una biblioteca, lo que nos aporta mucha información, puesto que, para vivir en un lugar donde siempre está lloviendo, del que sus habitantes, asqueados, nunca pronuncian el nombre y se refieren a ella como aquí, o maldita ciudad. Sin embargo, como ya se apuntó en La biblioteca en la narrativa y el cine, el papel de la biblioteca en esta película es el de espacio clave de búsqueda de algún dato que ayude a desvelar un misterio o solucionar un problema; el detective estudia en la biblioteca unos libros para comprender el patrón que seguía el asesino de la película “Los siete pecados capitales”. Disponemos de dos elementos bibliotecarios cruciales para hacer progresar la trama. El primero ya lo hemos revelado: la investigación de Somerset dentro de la biblioteca, mientras que el segundo parecía pertenecer a la paranoia norteamericana, de ser investigados y vigilados por el Gobierno de los Estados Unidos de América. Pero comencemos por el principio. William Somerset es un policía al que le restan 7 días para jubilarse, mientras que David Mills es un detective recién llegado a la ciudad, con mucha ambición y poca paciencia. El primero es reflexivo y culto; el segundo es joven, impulsivo y no mide las consecuencias de sus actos. Mientras el joven repasa una y otra vez las pistas de los crímenes, el viejo acude a la biblioteca para estudiar los libros en los cuales podría haberse

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inspirado el asesino. Somerset ingresa a la biblioteca por la noche, cuando se encuentra cerrada y los vigilantes juegan al póquer, acto que les representa una amonestación porque, según él, rodeados de tantos saberes prefieren jugar a las cartas. Así pues, el veterano detective comienza sus estudios paseándose por entre las estanterías de una biblioteca, sin bibliotecario, y, aparentemente, sin necesidad de consultar el catálogo, empieza a seleccionar libros de las estanterías. Básicamente, en la película se hace referencia a dos textos: los Cuentos de Canterbury, de Geoffrey Chaucer, y la Divina comedia, de Dante Alighieri. La información recopilada en sus lecturas no fue de ayuda suficiente por lo cual deben acudir a los servicios de los bibliotecarios, en este caso excepcionales. Es entonces cuando Somerset confirma al joven Mills que el FBI dispone de un registro de libros prohibidos que prestados aleatoriamente no suelen aportar mayores problemas, pero que si se empieza a solicitar libros muy próximos entre sí, en forma de patrón, los agentes federales acabarán investigando a esa persona. A través de un contacto, el viejo detective compra una lista de usuarios de bibliotecas que han pedido prestado alguno de los libros señalados en una lista anexa y, esta vez sí, descubren al 22 asesino, llegando hasta la puerta de su casa.

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ROS-MARTÍN, Marcos. Los crímenes de Los siete pecados capitales y una biblioteca. [en línea] Disponible en: http://www.documentalistaenredado.net/232/los-crimenes-de-lossiete-pecados-capitales-y-una-biblioteca/ (Consulta: 5 Septiembre 2010)

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Inteligente e interesante el señor detective. Pero al reflexionar nos preguntamos: ¿Y qué pasa con el derecho a la información? ¿Y a la lectura? ¿Y el deber de la biblioteca pública de atender a todos sus usuarios sin discriminación y satisfacer sus necesidades informativas, culturales o académicas? ¿Pueden los gobiernos censurar nuestros intereses lectores y los soportes informativos en cualesquiera de sus formatos, bien se trate de antiguos o actuales? Nos referimos a libros en papel, papiro, pergamino, o discos de acetato, en fin, información material o digital. Quizás en ciertos casos todo sea para bien de la sociedad. Pero ¿quién puede garantizar que todos los miembros de un gobierno, o de una institución policial son íntegros, éticos y buenos? Sería caótico volver a sumergirnos en el oscurantismo medieval y en la igualmente oscura historia de los inquisidores. También es importante destacar la manera como, especialmente en el cine norteamericano, es generalizada la utilización de la hemeroteca como fuente primaria de información relevante cuando se trata de resolver un crimen o un misterio. Nos parece normal y necesaria la escena del investigador que busca en el lector de microfilmes los diarios o revistas que informaron acerca de un determinado evento, para indagar los motivos, ocultos o no, del mismo. Para citar un ejemplo, en “Bajos instintos” un médico psiquiatra investiga en la hemeroteca y descubre que el policía a cargo de un caso por asesinatos en serie, es un hombre corrupto implicado en varios crímenes cometidos en otra ciudad. Así las cosas, el bien triunfa sobre el mal y permite forjar un mejor argumento para quienes disfrutan de la película. Pero, para nuestro entender, muestra la hemeroteca, parte vital de toda biblioteca, como un espacio útil y eficiente en donde existe información válida para el éxito de cualquier trabajo. En fin, el profesor universitario “Indiana Jones en el reino de la calavera de cristal” irrumpe en motocicleta deslizándose, al caer, a lo largo de la enorme sala de lectura de una biblioteca repleta de estudiantes, y, al ser interrogado por uno de ellos acerca de cierto autor, responde: -―Si quieres ser un buen arqueólogo debes salir de la biblioteca‖.

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“Billy Elliot” Habrá que definir claramente los conceptos de teoría y de práctica, lectura y trabajo de campo. La aventura del saber y la aventura de acción. Cada cosa en su lugar, como lo muestra “Billy Elliot” cuando decide, por praxis y sobre todo por necesidad, llevarse a su casa el libro de ballet que la bibliotecaria se niega a prestarle y que, por supuesto, no puede usar de manera práctica en el bibliobús ni en ningún otro lugar público.

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LOS BIBLIOTECARIOS EN EL CINE Una curiosa generalización en el cine es la imagen tímida, oscura y misteriosa del bibliotecario. Claro que, por el contrario, a muchas personas no les parece curiosa sino totalmente normal. El hermano Malaquías de “El nombre de la rosa”, es un hombre hosco que protege le entrada a la biblioteca como un perro guardián y es, obviamente, el asesino. Lo mismo sucede en “Mujer soltera busca”, cuya antagonista, Hedra Carison, una enferma mental y homicida despiadada, trabaja precisamente como bibliotecaria. Igualmente son muchos los ejemplos de mujeres que desempeñan este oficio durante el día, pero que en la noche desdoblan su personalidad para convertirse en desinhibidas y ardientes devoradoras de hombres en un cabaret o en un club de striptease. Es el caso de Jill, la bibliotecaria de “Juerga de solteros”, una joven pelirroja vestida con discreción, típica bibliotecaria de película, con grandes anteojos, tímida, asustadiza y académicamente bien preparada, de quien Kyle, el mujeriego incorregible, cuenta a su amigo que está saliendo con una pequeña pelirroja fantástica y muy ardiente, lo cual se confirma cuando finalmente la vemos con traje de cuero negro y un libro en las manos, en su rol de mujer dominante frente a Kyle, atado a la cabecera de la cama.

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“Juerga de solteros”

“Juerga de solteros” Ni siquiera el cine rojo ha ignorado la existencia de las bibliotecarias ni la necesidad de incluirlas en sus argumentos y escenarios. Hay una “Blanca nieves y los siete enanitos” de corte absolutamente pornográfico y una “Alicia en el país de las maravillas” en versión erótica del cuento clásico, en la que Alicia es una virginal bibliotecaria, alegre y extrovertida, que actúa y se viste como una mujer menor de lo que realmente es. Alicia rechaza a William, un pretendiente, porque él insiste en un comportamiento que ella, muy mojigata, considera inapropiado y mientras sueña despierta acerca de cómo organizar su vida, un conejo blanco toca su hombro y Alicia lo sigue al País de las maravillas, donde animales y personas la introducen en el descubrimiento de su propia imaginación y placer. Finalmente, después de una aventura sexual en el imperio de la Reina de

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corazones, decide que ese mundo no es para ella y siente, simple y espontáneamente, un fuerte deseo por William. Hay dos versiones de esta película. Una es de corte fuertemente pornográfico (Hard-core X-rated) y la otra es (R-rated), restringida para menores de 17 años, que requieren la compañía de padres o tutor adulto. Dejando a un lado el erotismo vemos otro bibliotecario, “El guardián de las palabras”, con todo el aspecto de ser un demente, pues presiona y asusta a un niño tratando de obligarlo a recibir el carnet de lector para que lleve libros en préstamo. Durante mucho tiempo, en el transcurso de la historia de los pueblos, la representación social que tienen los bibliotecarios, las bibliotecas y los libros dentro de la cultura de las masas, quedó relegada por un estereotipo surgido obscuramente a través del tiempo debido a experiencias que surgen desde tiempos de los monasterios. 23

Según Saquilán , podemos dividir las representaciones sociales del bibliotecario en tres etapas. La primera que está situada en la antigüedad en donde encontramos un grupo privilegiado que tiene acceso a los materiales, quienes los custodian, conservan, almacenan, los copian y traducen, generalmente en monasterios, en donde las presentaciones de la biblioteca son sitios obscuros, húmedos y con un uso restringido a bibliotecarios eruditos y cultos, generalmente monjes o frailes. Sólo 23

SAQUILÁN, Verónica María. ―Estudio acerca de las representaciones sociales del rol del bibliotecario, en usuarios de la Biblioteca Central de la Universidad Nacional de Mar de Plata‖. Mar de Plata: Universidad Nacional de Mar de Plata, 2005. p. 30. Citado en: ZURITA CARRERA, Martha Patricia. Los bibliotecarios, las bibliotecas y el libro en el séptimo arte. OP. CIT

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ellos saben el valor de la información que se encuentra registrada en los libros. La segunda etapa se refiere a la desarrollada después de la imprenta de Gutenberg, en la cual los libros circulan en grandes cantidades, todos tienen acceso a ellos y al conocimiento que pueden darnos. La industria editorial se desarrolla enormemente a través de duplicación por medio de la imprenta. Aquí el bibliotecario tiene un matiz de no sólo conservar y custodiar, sino de organizar colecciones y procesar la inmensa cantidad de información que se tiene en la biblioteca. He aquí que tenga la necesidad, el bibliotecario, de adquirir destrezas nuevas en la catalogación y clasificación de materiales. Esto ocasiona una faceta de control burocrático que en la imagen social del bibliotecario indica el dejar de ser parte de una estructura de poder, perdiendo prestigio. Y finalmente la imagen del bibliotecario en el contexto actual de la era de la información, en la cual los instrumentos que permiten recuperar la información tienen facetas completamente inesperadas, en donde la tecnología juega un papel sumamente importante, que lleva al uso de las Tecnologías de Información y Comunicación demandando del bibliotecario que no sólo conserve la información, sino que la produzca; que la organice pero para difundirla filtrada y analizada. Las características de la imagen ancestral de las bibliotecas son idea de espacio físico cerrado, un espacio sacralizado, un templo del saber, un espacio alejado de la vida, del mundanal ruido, símbolo de la cultura, un lugar de conservación. Vemos reflejado esto en los medios de comunicación, la literatura y el cine: un lugar silencioso, sitio de estudio, se

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relacionan en general al libro impreso y con el acto de leer literatura seria, concentrada, con fines como el preparar discursos, oposiciones, un símbolo inequívoco de orden tanto de la biblioteca como del bibliotecario en su persona hasta la manía. A los bibliotecarios se les da un estereotipo que va de una persona anciana, calva o de Moño, asociado con la decrepitud y falta de belleza, las pesadas y horribles gafas que no faltan ni en los jóvenes ni en los viejos dando una característica de persona encerrada, vista quemada o corta, malhumorados o intolerantes, que se utiliza como un sinónimo de la seriedad o de una persona completamente introvertida. Pero… podemos mencionar que las características de los bibliotecarios tienen una variación bastante notable en películas de hace 20 ó 24 30 años a las más recientes. El médico Jonathan Harker responde un aviso por el cual se solicita un bibliotecario para organizar la biblioteca del castillo del Conde Drácula. Harker es la vívida imagen del hombre educado, de buenos modales y bien vestir, amante de la tranquilidad que puede brindar un castillo apartado del bullicioso ajetreo de la ciudad y siempre está dispuesto a salvar a una mujer en apuros ante el “Horror de Drácula”. Aún hoy resulta fácil suplantar a un bibliotecario. Sin importar la legislación al respecto, cualquier persona puede acceder a la Dirección de una biblioteca pública o privada. Médicos, como en esta película, periodistas, ingenieros, administradores de empresas, o simplemente secretarias o almacenistas. No hace 24

ZURITA CARRERA, Martha Patricia. Los bibliotecarios, las bibliotecas y el libro en el séptimo arte. [en línea] Disponible en: http://edumed.imss.gob.mx/edumed/eventos/4conv2/Morelos2008 /PRESENTACIONES/T-ESPECIAL-Loslibros.pdf (Consulta 5 Septiembre de 2010).

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falta mencionar ejemplos. Al menos en Colombia, todos sabemos que más de uno, o una, aspira a ser director o directora de la biblioteca de su preferencia, aún en instituciones educativas de nivel superior. Ni qué decir de las bibliotecas públicas. Y no requiere estudios específicos, ni siquiera un título que acredite su preparación académica en Bibliotecología, Biblioteconomía o Ciencias de la Información. Las leyes son lo de menos. Inclusive los soldados universales como Jet Li, el fugitivo desertor de “La máscara negra”, transformados en no se sabe si androides o robotoides mediante la inserción de aditamentos electrónicos en el cerebro, carentes de raciocinio y de instinto y a quienes mueve únicamente el impulso de asesinar, consigue empleo, paradójicamente, en una biblioteca. Oculto tras su nueva personalidad como un juicioso hombre de libros, explica que éste es justo el trabajo menos parecido a su pasado violento. Sólo que tan drástica metamorfosis acarrea ciertas consecuencias; si evita los problemas, esquiva las diversiones y la vida social, ante los ojos de los demás tiene que ser homosexual ¡Obvio! Aunque en parte moderno y más humano, Cheng Ching, el bibliotecario que viaja en “El tren de Zhou Yu” o “El tren a la poesía”, baila por los pasillos entre las estanterías de la biblioteca, levanta paquetes de libros a manera de pesas para ejercitarse, escribe poesía y hace el amor apasionadamente, huye con dramática timidez ante la hermosa Zhou Yu luego de entregarle un poema y, finalmente, se muestra como un ser insensible, capaz de abandonar a la mujer que le ha entregado su fe y su amor desinteresados, para irse muy lejos en pos de un trabajo que le permitiera estar solo, escribir y leer sin distracciones. La vida de Felicie, una muchacha francesa, se desarrolla como un verdadero “Cuento de invierno”. La inestabilidad de sus sentimientos lucha entre tres amores: el cocinero norteamericano Charles, padre de su hija Elise, de cinco años, el peluquero francés Maxence, en cuyo nuevo apartamento hay una estantería

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de madera que cubre la pared y está completamente vacía, motivo para que Felicie dijera amablemente burlona: -―Jamás lograrás llenar todo eso con libros‖ -―Pondremos adornos‖ Al llegar a esta escena se siente un vacío recorrer nuestro archivo de imágenes mentales de lo que es una estantería cuando cumple con las funciones para las que fue creada. Sin mencionar la tristeza por la verdad de la sencillez que representa cambiar libros por… adornos. Y Loic, joven y bien parecido, bibliotecario profesional, también francés, que trabaja en la Bibliotheque Municipale y tiene en su casa una gran colección de libros ordenados sobre algunos muebles y anaqueles de biblioteca situados en la sala-estudio, aunque los más llamativos son, definitivamente, los que ha colocado sobre la blanca chimenea. La biblioteca queda en una calle solitaria, de edificios en ladrillo al descubierto. En los muros internos se observa los típicos posters de promoción a la lectura y de eventos futuros o pasados. La oficina de Loic está llena de libros en estantes, que dan la impresión de ser herramientas bibliotecarias para trabajos de clasificación y consulta de referencia. En ningún momento producen la misma sensación de orden y pulcritud que los de su apartamento. Loic es un hombre educado, lector consumado y conocedor de obras y de autores, capaz de expresar sus ideas con claridad y juicio analítico. Pero, según expresa Felicie a su madre, tiene graves defectos: -―No es el tipo de hombre que me gusta. Es demasiado intelectual; es demasiado dulce para vivir con él‖. Y se justifica ante Loic: -―Para ti sólo es verdad lo que está escrito. Me has enseñado muchas cosas y ahora me siento menos inculta. Pero no quiero ser culta. Sólo quiero ser yo misma‖.

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¿Quién puede comprender a la naturaleza humana? El prototipo de los estereotipos es sin duda alguna la mujer que el ángel custodio muestra al protagonista George (James Stewart) en La vida es maravillosa (It’s a Wonderful Life) de Frank Capra (1946) cuando, para disuadirlo del inminente suicidio, le enseña cómo habría sido su país si él no hubiera nacido. Así, entre las cosas negativas, le muestra a su esposa transformada en una anciana bibliotecaria vestida modestamente, infeliz, fea, apagada, con anteojos, mientras sale de la biblioteca de Pottersville con algunos libros bajo el brazo, en una brumosa noche otoñal y va a sentarse, sola, en una banca de los jardines públicos. Una mujer que es el opuesto a la simpática y alegre esposa y madre de familia que es su esposa real. Es probable que, por el gran éxito obtenido por este filme, se haya dado cuerpo al estereotipo de bibliotecaria solterona que el cine no puede quitarse de encima. Para los bibliotecarios hombres, las imágenes que se ofrecen son quizás menos edificantes en su estereotipo. Entre ellos, el 20% son asesinos, desviados sexuales, deprimidos y alcohólicos. De todos modos es interesante notar que esta tipología de bibliotecarios no pertenece a la cinematografía estadounidense, en cuya tradición siempre está presente la biblioteca pública, que ha significado el espíritu laico de la biblioteca como servicio básico, que pertenece a las cosas de la vida cotidiana. En Europa, en cambio, la biblioteca tiene sus raíces en los conventos y en las cortes de los príncipes del renacimiento. Bibliotecas protegidas, en ese entonces por la iglesia y por el soberano. Sólo en el siglo XIX la biblioteca se presenta en Europa como pública y autónoma, pero todavía no puede salir por completo de la actitud mental de un servicio ligado -y de alguna manera sometido- al poder. Así el bibliotecario en la consideración común aún no ha adquirido un peso específico en la sociedad del viejo continente, al

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contrario de lo que sucede en Estados Unidos, donde ser bibliotecario es un trabajo similar a muchos otros. Todo esto no se escapa del cine que muestra, en las películas europeas, situaciones absolutamente horripilantes ligadas a la figura del bibliotecario. Recordemos las que se ambientan alrededor del personaje de Rémy Callios, en el filme francés Los ríos de color púrpura (Les riviéres pourpres) de Mathieu Kassovitz (2000). En este film se encarna un bibliotecario que transforma la biblioteca de la universidad de un país alpino en un laboratorio de genética, asignando a los estudiantes los puestos de lectura de manera que se conozcan y después se casen. Anteriormente su padre, también bibliotecario, había iniciado esta actividad de mejoramiento de la raza participando en un proyecto secreto que inducía los cambios, en la sala de parto del hospital, intercambiando neonatos de montañeros (fuertes) con los de profesores (débiles). En el filme, Rémy aparece muerto, desnudo, torturado, extendido sobre la mesa del instituto de medicina legal. En otro filme francés, Su última noche (Leur dernière nuit) de George Lacombe (1953) el director de una biblioteca pública de París, interpretado por Jean Gabin, hombre estimado de día, de noche se transforma en el jefe de una banda de criminales. Entre los bibliotecarios ingleses encontramos un espía y un asesino, el primero interpretado por Richard Burton en El espía que vino del frio (The Spy Who Came in from the Cold) de Martin Ritt (1965) y el otro, es un bibliotecario asesino, solitario y discapacitado que en el filme Historia del Corazón (The Tell -Tale Heart) de Ernest Morris (1960), enamorado de la bella vecina del frente que ama a su amigo, lo mata y lo entierra en el jardín. Entre los daneses encontramos un bibliotecario alcohólico en el filme Forbrydelsen element de Lars Von Traer (1984), mientras entre los italo-franceses, se encuentra el

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famoso viejo fraile Jorge de Burgos, personaje nacido de la fantasia de Humberto Eco, que en El nombre de la Rosa (Il nome della rosa) de Jean-Jacques Annaud (1986) mata a sus compañeros para que no revelen el contenido de un texto que podría afectar la fe cristiana y después da fuego a la biblioteca del convento 25 benedictino. “Miranda” es una mujer misteriosa y aparentemente peligrosa, de la que cae completamente enamorado el protagonista, un apocado bibliotecario, mientras contempla a través de la cristalera de su biblioteca cómo ella delicadamente se saca un moco de la nariz. Y como si de una muñeca Barbie se tratase, aparece con toda la variedad de peinados posibles, con los más sofisticados vestidos, fumando de las maneras más arrogantes y escupiendo frases de lo más sensuales y provocativas. Enamora y cautiva a cualquier hombre que se cruza en su camino. Es Miranda, una secretaria con diferentes identidades: enigmática, manipuladora e inteligente, que aparece en la solitaria vida de Frank, un bibliotecario romántico y ansioso por descubrir el verdadero amor. Frank se enamora desde el primer momento y cuando ella desaparece repentinamente, él viaja a Londres en su búsqueda, para encontrarse con la sorpresa de que su adorada Miranda tiene tres identidades: bailarina, 26 dominatriz y estafadora. El psiquiatra y antropófago Hannibal Lecter escapa de su encierro para criminales dementes en Baltimore y se establece en Florencia, Italia, donde para ocultarse de 25

D'ALESSANDRO, Darío.Op. cit. Página web.

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MARTÍNEZ, Juan Beiro. Miranda de Marc Munden [en línea] Disponible en: http://www.labutaca.net/films/28/miranda1.htm (Consulta: 16 Abril de 2010)

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las autoridades se convierte en bibliotecario de la Fundación Capponi. Ha cambiado su identidad por la del bibliotecario interino. El bibliotecario oficial, el señor Bonaventura, desaparece misteriosamente y el consejo de la Fundación se reúne para considerar los posibles candidatos, además de decidir cómo se va a proceder para asignar un nuevo bibliotecario ante la larga desaparición del titular. Es un hombre refinado que demuestra una gran cultura, sobre todo en lo tocante a lo italiano y a Dante Alighieri, aunque no en conocimientos específicos relacionados con la Bibliotecología. Pero la exposición del criminal es muy bien acogida por los miembros de la Fundación asegurándole el puesto. De la biblioteca nobiliaria se nos muestra poco. Parece una vivienda normal, ni siquiera un palacio, eso sí con un piano, bustos y esculturas de lo cual el bibliotecario es el conservador. Apenas se deja ver las estanterías y Lecter se pasea en pijama por la biblioteca. En cuanto a las escasas pertenencias del anterior bibliotecario, 27 caben en un par de maletas. La verdad sea dicha, tampoco hay derecho para exagerar diciendo que todos los bibliotecarios de las películas son feos, malos o enfermos. Tal como en las aventuras anteriores, Bastian continúa metiéndose en problemas con los muchachos malos de la escuela. Su vida es una “Historia sin fin 3”, pero ya es adolescente y, por supuesto, los malos también han crecido y son más malos. 27

ROS-MARTIN, Marcos. De Hannibal el caníbal a Hannibal el bibliotecario [en línea] Disponible en: http://www.documentalistaenredado.net/257/de-hannibal-elcanibal-a-hannibal-el-bibliotecario/ (Consulta: 6 Enero 2010)

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En la nueva escuela, esta vez huyendo de Los bestias, la pandilla que aterroriza a chicos y grandes, tanto niños como niñas, busca refugio en la biblioteca; grande, bien surtida y ordenada. En esta ocasión, su salvación no fue la librería de la esquina como cuando era más pequeño sino la biblioteca, pero… alguien habla en voz alta y un hombre surge desde atrás de las estanterías. ¡Sorpresa! El bibliotecario es, aunque más viejo, el mismo señor Koreander, partícipe o causante de sus dos anteriores aventuras. Luego de reconocerse mutuamente, el niño descubre emocionado que su viejo amigo se encuentra allí con todos los libros que antes conformaban la librería, entre ellos… ―La historia sin fin‖, el libro mágico en el que ingresó años atrás. Pero el bibliotecario explica: -―¡A partir de ahora es un libro de referencia y no debe salir de la biblioteca bajo ninguna circunstancia!‖ También Los bestias comprenden que mientras posean el libro, todo lo que hagan en la biblioteca sucederá igualmente en Fantasía y comienzan la semi-destrucción de la misma, mientras la emperatriz entrega a Bastian, como un préstamo especial, el poderoso Oran, su medallón mágico, a fin de que el niño pueda regresar al mundo humano y rescatar el ―Gran libro‖ que se encuentra en poder de Los bestias: -―Utilizarás el poder del Oran para poner el libro a salvo en manos del bibliotecario‖. ¿Quién más idóneo para proteger, preservar, administrar y diseminar la información contenida y el igualmente rico tesoro de su continente, el libro? Y al final, Mr. Koreander, el librero convertido en bibliotecario escolar, con quien el mágico libro estará siempre a salvo, se presenta para reclamar el volumen misterioso, con su típica sonrisa de picardía y complicidad. El protagonista de “El carnaval de las tinieblas” es un viejo bibliotecario que vive de la lectura y de los sueños de los demás, hasta una noche de tormenta cuando llega una tenebrosa feria que cumple los

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sueños de sus habitantes a costa de sus vidas. El hijo del bibliotecario descubre el secreto de los feriantes y se desencadena una persecución que lo lleva junto con su padre y otros niños a refugiarse en la biblioteca. Allí, el bibliotecario enfrenta a los malos y consigue salvar a los habitantes del pueblo de un inminente y trágico fin. El bibliotecario se muestra como un hombre bien vestido, con los brazos cargados de libros. Coloca uno en el estante y recomienda algunos de aventuras a los niños, e inclusive hace trabajo de referencia buscando información acerca de Viajeros. Por cierto, la biblioteca es estupenda y la callada actividad de los niños en los corrillos fuera de clase es mucho más espeluznante que las escenas normales de persecución frenética de otras películas. Pero hay una escena dolorosa protagonizada por el misterioso Mr. Dark, dueño de la feria, cuando rasga, una a una, 28 las hojas de un antiguo libro de la biblioteca. 29

Alicia Hull es la bibliotecaria del pequeño pueblo de Kenport, en New England: viuda, cabello recogido en moño y un tanto recargado. Dedicó 25 años para construir la biblioteca que un día llegaría a convertirse en “El centro de la tormenta”, iniciada en un pequeño cuarto detrás de un bar y transformada en un hermoso edificio cubierto con hiedra. Quiere agregar al edificio un ala para niños y el Concejo del pueblo está dispuesto a aprobar el proyecto, por unanimidad y sin ir a debate, con una condición: Que retire de las colecciones de la biblioteca un libro titulado ―El sueño comunista‖, por el que varios ciudadanos han puesto denuncias al respecto. Alicia está de acuerdo en que el libro podría considerarse propaganda política, no obstante recomienda 28

RAISH, Martin. Op. cit. página web.

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Ibid.

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se permita su acceso al público que llegara a solicitarlo. Pero se rehúsa a retirarlo de la estantería y es despedida. También ocurren otros eventos que a la postre conducen a la tragedia, no solamente para algunos individuos sino para el pueblo como un todo. Esta mujer ofrece una fuerte y positiva imagen del bibliotecario. Conoce sus colecciones, proporciona atención personal a sus usuarios, es amable y colaboradora con los niños, especialmente con Freddie, un niño de diez años que ama leer, y no tiene miedo de aquellos que la tildan de comunista. Y también es humana: excluida de la comunidad que la deja sola y desmoralizada, ni siquiera es invitada, hasta última hora, a la ceremonia de inauguración del nuevo bloque para expansión de la biblioteca. El caos se produce cuando su amigo Freddie, afectado por los sucesos y desinformado a su temprana edad, se niega en la ceremonia a colaborar con Alicia y en una histérica explosión le grita repetidamente que es una comunista. Ella se ve en la necesidad de abofetearlo y el niño huye para esconderse en la biblioteca, en donde prende fuego a los libros de las estanterías. El incendio se extiende y Alicia, en medio de la muchedumbre, observa la destrucción de la biblioteca. Ya que no hay mal que para bien no venga, los trágicos acontecimientos llevan a muchas personas del pueblo a entrar en razón. Encabezadas por el Rvdo. Wilson piden a Alicia que se quede y les ayude en la reconstrucción de la biblioteca, lo cual ella acepta. Envejece cansada de luchar, pero aún firme en su resolución de defender la misión de la biblioteca, de proporcionar información acerca de todos los temas, inclusive aquellos considerados indeseables por los políticos, más interesados en sus carreras que en la libertad de las nuevas ideas. Y también se encuentra Martha Lockridge, una asistente de biblioteca que lucha con sus sentimientos y el compromiso con los ideales plasmados por su anterior directora. Es una de las más delicadas películas anti-

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censura producidas jamás, pero desafortunadamente nunca ha sido transferida a video y rara vez se muestra en televisión. En otro escenario, algunos Nazis y ladrones de arte ocasionan una matanza en una biblioteca pública. De ahí el título muy conveniente: “Silencio por favor: Asesinato”. Kay Ryan, es de hecho la heroína de la película. Ella ayuda al detective privado Hal McByrne a capturar a los hampones, quienes intentan asaltar la Sala de libros raros. Por el contrario, Edmund Walpole, el bibliotecario jefe, es un tipo tímido y de corta estatura que hace pucheros cuando las sirenas anti-aéreas se apagan; él es también un guardia antiaéreo y en su trabajo su valentía es proporcional a su cobardía mientras lleva puesto su sombrero de ratón de biblioteca. Por lo general, son las mujeres quienes representan papeles negativos; son seres tristes, huraños y poco o nada amables. Lulu Smith es la bibliotecaria de un pequeño pueblo. Camino a su trabajo se topa con los muchachos del lugar que se mofan de ella gritándole: -―¡Vieja cuatro ojos!‖, a lo cual ella responde: - ―Desearía ser la dueña de la biblioteca… conseguiría un hacha y los cortaría en millones de pedacitos. Luego la quemaría junto con el pueblo y tocaría el ukulele mientras arden‖. Su insatisfacción con la vida es usada para desarrollar el resto de la historia, aunque con experiencias no precisamente bibliotecarias, como la vivencia de su “Amor prohibido”. La “Party girl” fuma marihuana, tiene problemas de alcoholismo, es grosera con su jefe y con los usuarios de la biblioteca, no respeta normas ni reglamentos. La mejor amiga de la coprotagonista en “Un papá de película” es una bibliotecaria clásica de cine: solterona, temerosa de mostrar cualquier parte de su cuerpo diferente al rostro y las manos, que usa sombrero y falda amplia, hasta los pies, que sueña con un hombre, así tenga defectos, lo cual no es importante mientras la libere de su interminable soledad. En cuanto a la vestimenta se parece a la encargada del bibliobús del condado, quien además hace gala de

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su mal carácter y antipatía con “Billy Elliot”, cuando el niño entra temeroso y avergonzado a buscar un libro de ballet. Ante el regaño previo a una falta que aún no ha cometido y la negativa a prestarle un libro que aún no ha solicitado, Billy decide, en un descuido de la mujer, hurtar el libro ocultándolo en su pantalón; una vez en su casa, este libro será una valiosa herramienta para aprender posiciones y pasos básicos e indispensables en su aprendizaje como futuro famoso bailarín; y no precisamente con ayuda de la bibliotecaria. Igual sucede con Billy Casper, intimidado física y mentalmente por su medio hermano Jud, tanto en la escuela como en el hogar. Es un muchacho pobre y conflictivo, que se roba la leche de los carros repartidores, mete en problemas a otros estudiantes, le gusta pelear y generalmente se comporta mal. Es un niño emocionalmente abandonado que tiene muy baja autoestima y su madre se refiere a él como ―un caso perdido". Mendiga para conseguir dinero, fuma cigarrillos, sueña despierto y no tiene intereses positivos en la escuela. Su mayor temor es terminar trabajando como un minero de carbón, pero no tiene ninguna vía de escape de lo que parece ser su destino. El mismo destino que pone en sus manos una salida cuando se hace cargo de un pequeño cernícalo que toma del nido en una granja. Su interés por aprender acerca de la cetrería lo lleva a la biblioteca pública, en donde una bibliotecaria le niega el préstamo porque Billy carece de un carnet de lector, que por su pobreza no puede conseguir, ante lo cual el muchacho entra en una librería de usados y roba el libro que necesita. Otro acto de intransigencia, sin mencionar la discriminación por parte de la funcionaria, cuya lamentable consecuencia es la comisión de un delito. La relación entre Billy y "Kes", su cernícalo, a quien entrenaba con la orientación del libro hurtado, lo lleva a ver nuevos horizontes y a cambiar su punto de vista acerca de la vida. Por primera vez en la vida, y en la película, Billy recibe elogios de su profesor de inglés después de dar una charla improvisada acerca de su relación con el ave, a la que mata Jud, furioso al perder una

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apuesta. ¡Ah! la crueldad del novelista en su fidelidad con la vida real. Y si se habla de damas es inevitable hablar de moda. Igual que sus colegas antes mencionadas se viste la encargada de recoger los libros en la sala de lectura y llevarlos al depósito por entre laberínticas estanterías y ficheros catalográficos interminables, en donde los libros vuelan silenciosos de un estante a otro y las fichas escapan de los ficheros como naipes enloquecidos. Esta mujer, de edad avanzada, con aspecto de persona solitaria y de mal carácter, vestida a la usanza de las películas antiguas, que parece ahogarse con el cuello de vuelos apretado hasta la barbilla, es, para horror de unos y paradójico regocijo de muchos otros espectadores, la primera víctima de los visitantes transparentes y aterradores en la biblioteca pública de “Los cazafantasmas”. Nota interesante: El fantasma de la mujer que asusta en los depósitos de la biblioteca viste exactamente igual que la bibliotecaria encargada de recoger los libros en la sala de lectura. Ambas son viejas, las dos tienen mal carácter y... parece cosa de espantos, cuentan con una trilliza fantasmagórica en “La bibliotecaria silenciosa”. La señorita Franny, de “Mi mejor amigo”, es la excéntrica y 30 aristocrática bibliotecaria del pueblo. Una mujer ocupada con sus libros y sus recuerdos. Cuando era niña, su rico padre le preguntó qué era lo que más quería y ella respondió: -―Mi propia biblioteca‖. Así que ha sido bibliotecaria desde que tenía 11 años de edad y nunca se ha casado. Luego, un día, aparecen una niña pequeña y un perro grande. A la señorita Franny le encanta contar historias y a ellos les encanta escucharlas. Cada una

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Cómo hacer cine. [en línea] Disponible en: http://www.comohacercine.com/chc_detalle.php?ide=1208 (Consulta 5 septiembre 2010)

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aporta algo a la vida de la otra. Al fin y al cabo, Opal y Winn-Dixie forman una inverosímil pareja de gente solitaria. En el común de películas estadounidenses podemos notar la tipificación que se sugiere en cuanto a la imagen del bibliotecario, mostrado como una persona gris, con gafas, muy culta y generalmente vieja. En el caso concreto de las mujeres, se aporta una imagen de mujer recatada, vestida con jersey de cuello alto y falda por debajo de la rodilla, con el pelo recogido en un moño y con las insustituibles gafas. Personajes muy distantes. Sin embargo en las películas actuales es cada vez más frecuente que se muestren como personas accesibles y con cierto nivel de cultura media-alta acorde con el resto de los personajes. La visión que se da de esta profesión en el cine, aunque depende del hilo argumental, está cambiando. Aun así, está muy lejos de parecerse a la dada de otras profesiones aparentemente más atractivas como pueden ser las de abogados, médicos, maestros o futbolistas. De hecho, si recordamos películas sobre universitarios las titulaciones que aparecen frecuentemente son las de economistas, abogados, políticos, etc., nunca las de 31 bibliotecario. En la biblioteca se juega malas pasadas a los personajes con el fin de añadir elementos jocosos a la historia. La víctima de Indiana Jones en ―Indiana Jones y la última Cruzada‖, es un bibliotecario que mientras procede a sellar libros se convierte en actor cómico durante los intentos de Jones por abrir un 31

La biblioteca como atrezzo en el cine. [en línea]. Disponible en: <http://bibliocinefilos.blogspot.com/2009/09/la-biblioteca-comoatrezzo-en-el-cine.html> Fecha de consulta 6 de Enero 2010

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agujero para entrar en las catacumbas que se hallan debajo de la biblioteca. Cada vez que el bibliotecario, de traje, pajarita, gafas, calvo y cara severa, sella un libro, el arqueólogo produce un golpe en el suelo, que el bibliotecario considera es causado por su 32 matasellos defectuoso. Sería imperdonable pasar por alto a la bibliotecaria de “La momia”, torpe y ridiculizada como profesional y como mujer, capaz de derribar como fichas de dominó las pesadas estanterías de la biblioteca especializada de una Fundación de Estudios Egipcios en El Cairo, y lo suficientemente ingenua para asegurar, desinhibida por el alcohol de unos tragos, que su mayor orgullo es ser bibliotecaria.

“La momia”

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ROS-MARTÍN, Marcos. Indiana Jones: El 80% del trabajo de Arqueología se hace en la biblioteca [en línea] Disponible en: http://www.documentalistaenredado.net/60/indiana-jones-el-80del-trabajo-en-arqueologa-se-hace-en-la-biblioteca/ (consulta: 06 Enero 2010).

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Supuestamente, millones de personas han sido testigos del angustioso llamado de auxilio de Bruce Willis en “La jungla de cristal III”, cuando en medio de su desesperación se acuerda de la existencia de hombres y mujeres que, no obstante su trabajo puramente intelectual y de silenciosa clausura, forman parte activa e importante de la sociedad: -―¡Tenemos que llamar a los bomberos, a la policía, al FBI, al ejército... hasta a los putos bibliotecarios!‖. Vemos también que el cine no siempre hace uso estricto de los elementos proporcionados y descritos en la literatura. Por ejemplo, en la novela ―Harry Potter y la cámara secreta‖ la autora, J. K. Rowlings, narra una escena ocurrida en la biblioteca de Howgarts, el colegio para magos, cuando Harry y sus amigos consultan un libro de pociones para transformarse en otras personas y define a la bibliotecaria como una persona rígida, intransigente, con aspecto de buitre mal alimentado. Sin embargo, la versión cinematográfica se abstiene de toda referencia a la bibliotecaria y se limita a mostrar la biblioteca en su sección correspondiente, con sus estanterías de servicio abierto y perfectamente ordenadas. A propósito, no obstante las magníficas bibliotecas existentes en Howgarts, en ninguna de las películas que conforman la saga de Harry Potter aparece jamás un bibliotecario, si bien es cierto que los libros, ya lo dijimos, flotan en el aire al pasar de un estante a otro y se acomodan sin necesidad de bibliotecarios ni auxiliares humanos. Al fin y al cabo, se trata de la mejor escuela de magia en la dimensión de los magos. Para descifrar el mensaje contenido en “El código Da Vinci”, el profesor Robert Langdon, experto en simbología, busca la tumba del caballero templario enterrado por un Papa y se ve en la necesidad de acudir a la biblioteca. Es una lástima que la película nos prive de ver representada a la bibliotecaria de la novela; el problema de tiempo y costos de producción se resuelve 33

El rol del bibliotecario en el cine. [en línea] Disponible en: http://www.buenastareas.com/ensayos/El-Rol-Del-BibliotecarioEn-El-Cine/82148.html (Consulta 19 Diciembre 2009).

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suprimiendo la visita a la biblioteca mediante una búsqueda en el catálogo en línea a través de un teléfono celular que el protagonista pide prestado a un joven que viaja en el mismo bus. Dan Brown incluye en su novela la visita a la biblioteca del King´s College y describe a la bibliotecaria, Pamela Gettum, como una mujer de expresión inteligente y cara de erudita, con voz agradable y una cadena de donde cuelgan gafas de gruesos marcos. La mención de erudita no es gratuita; la bibliotecaria de la novela conoce detalles que ayudan efectivamente a descifrar el enigma. La proporción de mujeres bibliotecarias es de 12 a 18: 4 de cada 5 bibliotecarios en las películas son mujeres y dentro de este grupo hay una proporción de 12 bibliotecarias jóvenes frente a 5 de mediana edad o mayores (Raish, s.f.). La bibliotecaria, dada la fuerza del estereotipo, es fuente y tema tanto en el cine como en la literatura. El estereotipo de la bibliotecaria en el cine es, sin duda, el ―filón‖ más rico de nuestra profesión. La profesión de ―bibliotecario‖ se declina más a menudo en femenino que en masculino. ―Al hombre erudito, de letras, que detenta un puesto de responsabilidad, en parte heredero de los siglos pasados, le sucede la bibliotecaria, valorada por sus cualidades domésticas, en un espacio protegido, sin que moleste en nada su papel primordial y presunto de madre de familia.‖ En parte, el estereotipo tiene algo de verdad: la feminización de esta profesión desde el siglo XIX hasta hoy es bien conocida, aunque faltan estudios en España. El estereotipo tiene dos vertientes: la negativa (más frecuente) y la positiva. Las películas Cartas a Iris (1990), Ciudadano Kane (1941), Desayuno con diamantes (1961), Historias de Filadelfia (1940), y ¡Qué bello es vivir! (1946) entre otras, muestran una bibliotecaria, en su vertiente negativa, con las siguientes características (Marinelli, 2000): mujer de mediana edad o mayor, poco atractiva, con moño y

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gafas (¡distintivos ineludibles y forzosos!) y a veces monóculo, expresión preocupada y cara seria, vestida con ―hábitos largos‖, conservadora en el vestir, zapatos clásicos y medias, falda tweed y gesto típico con la mano, haciendo guardar silencio. Pero el estereotipo no acaba aquí. Esta imagen física se completa con atributos de carácter, igual de atractivos (Raish): soltera o mejor dicho ―solterona‖ debido a que es presentada como una mujer fea, severa, remilgada, aburrida y temerosa de los hombres-, y cascarrabias, introvertida, torpe, pero también ―tranquila‖. Algunos ven, en estos rasgos, una variante del estereotipo de la ―Bruja‖ o la ―Vieja‖, conocida en las mitologías y cuentos populares como Kali, Harpía o Baba-Yaga (Engle, s. f.). Chaintreau (1993, p. 16) afirma que las bibliotecarias de moño y gafas ―sin duda son de nacionalidad americana. Es en Estados Unidos, sobre todo, donde esta especie, en vías de extinción, se ha refugiado.‖ A pesar de que la autora afirma que los estereotipos están cambiando, no debemos estar tan seguros de ello. Tanto en lo bueno, como en lo malo, el cine y la literatura juegan un papel muy importante al respecto. ¿De dónde viene esta imagen tan negativa de la bibliotecaria? En las fuentes mencionadas se dice que es una imagen procedente de las bibliotecas públicas; pero puede remontarse a mucho antes: al bibliotecario custodio, vigilante, ―guardián de la colección‖. Al parecer el estereotipo se fijó más o menos en el siglo XIX, cuando la mujer empezó a trabajar en puestos mal remunerados, entre los que se contaba la biblioteca. Estas características adquirieron ―carta de ciudadanía‖ a mediados del siglo XX a través del cine y otras expresiones (cómics, libros, dibujos animados, etc.). Hay aspectos del estereotipo difíciles de cambiar: por ejemplo, el uso de gafas que afecta a una gran parte

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de la población con problemas de visión y que caracteriza a muchas otras profesiones, por no decir todas, hoy en día. Según Chaintreau fue tardíamente cuando apareció el rol ―negativo‖ de la bibliotecaria puesto que ésta nació ―estrella‖ y como tal fue encarnada al principio por actrices como Carole Lombard o Greer Garson. El papel de bibliotecaria ―fósil‖, con moño y gafas, hizo su aparición de manera secundaria, en comedias americanas como Desayuno con diamantes. En muchas novelas, la bibliotecaria adquiere tintes terroríficos: persigue niños, descorazona a analfabetos, etc. Si las bibliotecarias hicieron su aparición en las bibliotecas públicas, en Estados Unidos, ¿cómo se pasó de la imagen de bibliotecaria bonita, joven, un ―hada‖ en toda regla, al estereotipo de vieja bruja? La explicación que proporciona Chaintreau es que ―los novelistas consideraban que las jóvenes se casaban y dejaban, por lo tanto, la profesión, como era habitual‖ (alude a los años 30, en pleno crack económico, cuando una ley en Estados Unidos prohibía trabajar a las mujeres casadas). ―Para castigarlas por haber osado usurpar este rol y abandonar el papel de mujeres de su casa, no se les concede la erudición y la cultura, la nobleza de la profesión. Se las acantona en un papel de funcionaria inflexible que lanza prohibiciones.‖ (ibidem, p. 96). Walker y Lawson afirman que de cientos de películas producidas por Hollywood, los bibliotecarios aparecen en pocas de ellas, y en breves escenas; rara vez son ―protagonistas‖. En la base de datos Magill´s Survey of Cinema, consultada por los autores, la palabra ―bibliotecario‖ aparece sólo en 40 películas. Más optimista, Martin Raish lista cerca de 350 producciones de Hollywood y unas pocas extranjeras (de Francia y Alemania, ninguna

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española), que incluyen escenas donde aparecen bibliotecas y bibliotecarios, tanto de una forma destacada como ocasional. A menudo la misma bibliotecaria que posee todos los clichés negativos, también encarna atributos positivos, como veremos a continuación. La vertiente positiva de la bibliotecaria fue la primera que dio el cine, y por ello eligió estrellas para encarnarlas: Anne Blythe, Jean Simmons, Virginia Mayo, Carole Lombard en Casada por azar (1932) o Greer Garson en La aventura (1945, dir. Victor Fleming) con Clark Gable como protagonista en ambas películas. La vertiente positiva de la bibliotecaria en el cine y en la literatura, se define por los siguientes rasgos: atractiva y sexy, sin gafas, pelo corto o largo (no recogido), elegante y eficaz, con encanto, mujer de carrera, soltera, inteligente, ordenada, honesta y trabajadora. El estereotipo es ambiguo, porque en las películas en las que la bibliotecaria joven, atractiva y soltera desempeña su trabajo, es ―salvada‖ de un destino peor que la muerte cuando se casa románticamente con el héroe: de soltera/solterona a casada. En el estereotipo femenino en positivo, destaca el ―romance a la vista‖: el amor y el matrimonio liberan el atractivo de una mujer joven, y la salvan de una vida de solterona entre montañas de libros, conduciéndola a su ―verdadera realización‖. La bibliotecaria joven y bella suele ser apreciada por el galán mientras sube unas escaleras para buscar unos libros, o entre las estanterías. Esta seductora bibliotecaria suele ayudar al héroe en búsqueda de información (Tres días del Cóndor, 1975, dir. Dino de Laurentis, con Robert Redford y Faye Dunaway) encontrando aventuras y romance al lado de su partenaire. En la película francesa El hombre de los ojos plateados (1986, dir. Pierre-Granier Deferre, con

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Alain Souchon como ladrón, Jean-Louis Trintignant como policía y Tanya Lopert como bibliotecaria), ésta es seducida por el malo de la película, llegando a matar a un policía para ayudar a su amante. También aparecen bibliotecarias audaces y valientes en la sección ―Infantil‖ o ―Juvenil‖ de una biblioteca, o encargadas de bibliobuses. Este último caso se muestra en la película suiza Erica Minor (1974, dir. Bertrand van Effenterre, con Brigitte Fossey, Juliet Berto y Madame Clot, una bibliotecaria auténtica que actuó en la película, donde se muestran las dificultades de este servicio. El bibliotecario es menos definido y mencionado en el cine que la bibliotecaria. Suele ser un estereotipo de vertiente negativa, con las siguientes características: calvo y con gafas; mal vestido, descuidado en su ropa; solterón quisquilloso; y sensible, malhumorado y cruel; pero también respetable y cuidadoso. El bibliotecario no es ni un cowboy, ni un aventurero, ni un detective privado, por lo tanto no tiene las características de un héroe masculino caracterizado por su rebeldía, audacia y atractivo. Uno de los motivos de que no aparezcan bibliotecarios en el cine es por la naturaleza aparentemente poco ―cinéfila‖ del trabajo bibliotecario (responder preguntas de referencia no tiene suficiente acción). La vertiente positiva destaca un bibliotecario como una figura sabia, una autoridad, símbolo de los mejores valores sociales; con conocimientos de la historia local, por ejemplo. También aparecen bibliotecarios seductores, como en Ya eres un muchacho grande o en Cuento de invierno (1992). En Sólo dos pueden jugar (1955, dir. Sidney Gilliat, con Peter Sellers en el papel de bibliotecario), éste es un hombre casado, padre de familia, que atrae con su encanto y buen humor a las jóvenes lectoras

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de la biblioteca. Pero en general, cuando aparecen hombres bibliotecarios, su función es más neutra y 34 sin protagonismo. Gloria Mundi es una bibliotecaria acosada por cierto detective a causa de un clásico “Juego sucio” con un casete de microfilm. Aparece totalmente seductora en una fiesta, en contraste a como luce cuando va al trabajo con sus zapatos pulcros y muy apropiados. Su mejor amiga la aconseja: -―Gloria, desde que te divorciaste, te encierras en esa biblioteca y te escondes detrás de tus gafas. Antes usabas más escote; sé más coqueta, más sensual. ¿¡Qué pretendes! ser una solterona?‖. Otras dos bibliotecarias destacan en contra de la juventud e inocencia de la rubia. La primera es una pelinegra joven y atractiva que odia a los hombres y la otra es una mujer mayor, de cabello gris, que va con los brazos cargados de libros para leer en su casa. -―Soy un ratón de biblioteca con la cabeza en las nubes‖ dice de sí misma la rica anciana Elinor en “Corazón de tinta”. Y se hace necesario detenerse en el término Ratón de Biblioteca, empleado desde hace muchos años para designar a un estereotipo de persona que persigue apasionadamente diversos conocimientos a través de la lectura. El calificativo se originó probablemente en el Medioevo, cuando las bibliotecas eran habitadas realmente por ratones que se alimentaban de las hojas de los libros, y se estableció un símil con determinados humanos que alimentaban su intelecto con los conocimientos contenidos en los libros de esas mismas bibliotecas. En la actualidad, el término, por lo general de connotación despectiva, ha sido reemplazado a partir de los años 1970 por Nerd, sobrenombre aplicado a personas poseedoras de habilidades y afán por adquirir información y conocimiento a través de dispositivos electrónicos tales como la computadora y sus variados aditamentos, sólo que ahora no tienen la necesidad de desplazarse físicamente hasta la 34

PAZ YANES, Claudia. Op. Cit. Página web.

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biblioteca, ya que disponen de medios tales como las redes de información y las bibliotecas digitales. Tanto el Ratón de Biblioteca como su sucesor, el Nerd, son considerados personas muy inteligentes y solitarias que tienden a establecer comunicación específica con personas de intereses afines. Así, hemos visto películas tales como “La venganza de los Nerds”, casi siempre de corte estadounidense, en las que se tipifica al muchacho o al adulto estudioso, como un ser torpe e insociable, ajeno a toda actividad grupal o que requiera destrezas corporales como las necesarias para el baile o la práctica de los deportes, razón por la cual son objeto de burla y humillación, no solamente por parte de los malos estudiantes sino también por las muchachas bonitas pero superficiales… y crueles. Obviamente es el Ratón o la Ratona de Biblioteca, o un Nerd, quien paga las consecuencias de su inteligencia y de la maldad e ignorancia de los otros. El niño de diez años que acompaña a la biblioteca al Capitán McCormick, “Por siempre joven”, ve una niña, de quien está enamorado, y desaparece diciendo: -―¡Estoy en una biblioteca un sábado. Pensará que soy un nerd!". ¡Vergonzoso! ¿verdad? Desde luego que hay, tanto usuarios como bibliotecarias, respetables y respetadas, mostradas al menos en una buena escena, como la bibliotecaria de “El día después de mañana”, quien demuestra su capacidad para localizar información exacta acerca de los síntomas de la enfermedad que aqueja a la joven herida en una pierna y busca la manera de atenderla según la medicina prescrita para tales casos. Y, la preparación académica o el entrenamiento, o la conjugación de las dos, teoría y práctica, le permiten actuar con seguridad ante la emergencia. -―Los libros no sólo sirven para quemarlos‖ dice a los presentes, escépticos ante el hecho de que ella, una bibliotecaria, diagnosticara como lo haría alguien con conocimientos de medicina.

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LA TELEVISION Son innumerables los seriales en los cuales aparecen libros, bibliotecas y archivos, sobre todo en las producciones norteamericanas. Pero hay dos series y una película para televisión que por su singularidad y especificidad merecen una consideración especial; Se trata de las series ”Buffi, la cazavampiros” y ”El bibliotecario”, más la película “Sala de lectura”. 35

La primera, “Buffy, la cazavampiros”, o simplemente Buffy, es una serie de televisión estadounidense, del género Terror, emitida desde el 10 de marzo de 1997 hasta el 20 de mayo de 2003, después de siete exitosas temporadas y 144 capítulos. Buffy Anne Summers, una estudiante de secundaria, posteriormente universitaria, es escogida para ser la Cazadora y luchar contra las fuerzas del mal. Inmersa en su mundo ordinario, familia, estudio, amigos… descubre que la Boca del Infierno está en Sunnydale, un portal ubicado debajo de su escuela, del que brotan todo tipo de criaturas, entre ellas, los vampiros. 35

Buffi, la cazavampiros. [en linea] Disponible en: <http://es.wikipedia.org/wiki/Buffy_the_Vampire_Slayer>. (Consulta 13 Octubre 2010).

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En su labor cuenta con el apoyo de valerosos amigos pero, especialmente, del bibliotecario de la escuela, Rupert Giles, su mentor o Vigilante, dispuesto a guiarla en su difícil tarea y quien la lleva a decidirse por aceptar su misión. Es un inglés enviado por el Consejo de Vigilantes para guiar a la muchacha, escondiendo su identidad bajo la apariencia del bibliotecario de la escuela, algo así como Clark Kent en un mundo de vampiros, magia y ultramundos. La biblioteca se convierte en el centro de reuniones de la Cazadora y su grupo, vista como el cuartel de la lucha contra el mal ¿Podríamos decir, contra la ignorancia? Y el líder de este ejército es el bibliotecario. Giles ejerce una influencia determinante sobre la vida de la Cazadora. Además de entrenarla y supervisarla, cumpliendo con sus tareas de consejero, desarrolla con Buffy una relación de padre-hija, ante la ausencia del padre de ella. Esta relación afecta sus decisiones y su criterio, al punto que el Consejo decide finalmente relevarlo de su cargo, provocando que la misma Buffy renuncie al Consejo y quede sola, a su criterio y el de Giles, quien poco a poco se convierte en la figura paterna de todo el grupo. Giles, el bibliotecario líder de valientes, enfrenta además a sus propios demonios: una tortuosa infancia y adolescencia, obligado a asumir el deber de Vigilante; sus años de rebeldía que luego lo acosaran siendo adulto, perseguido hasta Sunnydale por el maléfico Ethan. La eterna lucha por guiar a Buffy, quien muchas veces lo lleva a preguntarse si realmente ella lo necesita, y obligado por otro lado a verla caer sin poder levantarse, y no poder hacer mucho por devolverla al camino indicado. Hay una época cuando el falso bibliotecario aparece sorpresivamente cargado de hechicería y confirma que, en efecto, fue su plan que la magia buena absorbida de él por la malvada Willow inyectara en ella la bondad para encontrar el camino a su corazón con una estimulación externa. Otro ser maléfico, el Primero, es el mal primigenio que siempre ha influenciado al mundo, el mal en su estado puro. Como primer

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paso para imponer su dominio, ordena a su séquito destruir el Consejo de Vigilantes. Giles, el bibliotecario, sobrevive a la masacre de los Vigilantes y reúne en casa de Buffy a las chicas con potencial para ser las Elegidas en caso de que Buffy muriera. Poco tiempo después, Giles asigna a Faith el deber de matar a una Cazadora malvada y a partir de esta misión continúa trabajando con ella, despreciando a Buffy como protegida y amiga. Finalmente es sustituido por Wesley, que resulta un fracaso como Observador, aunque las chicas le consideraban una especie de James Bond. En cuanto a la segunda, nótese que se titula “El Bibliotecario” (The librarian), que bien podría ser ―la bibliotecaria‖, es un caso excepcional, aunque el título traducido para Latinoamérica es ¡Los guardianes! Porque, quién querría sentarse a mirar películas de un bibliotecario, con toda seguridad un vejete casposo que limpia el polvo de los libros y regaña a los usuarios de una aún más polvorienta y oscura biblioteca. Se trata de una trilogía estadounidense realizada para televisión, cuya primera entrega se presentó en 2004 bajo el título de "El bibliotecario: En busca de la lanza perdida" ("The librarian: Quest for the spear"), seguida en 2006 por "El bibliotecario: Las minas del Rey Salomón" ("The librarian: Return to King Solomon's Mines") y finalizada dos años más tarde con “El bibliotecario: La maldición del cáliz de Judas (The librarian: Curse of the Judas chalice), protagonizadas por Flinn Carson, un hombre de 33 años, atractivo, soltero, que no tiene novia y vive aún con su madre. Estudiante profesional, graduado en 12 licenciaturas, 6 maestrías y 4 doctorados en su haber. Demasiado cerebral para ser un atleta o deportista, a la postre demuestra que todo lo que necesitaba era un poco de práctica para ser un excelente corredor, jinete, peleador e inclusive espadachín, de quien podría decirse que es una verdadera enciclopedia ambulante. Su mundo y su vida son los libros, fuente inagotable del conocimiento, cuya adquisición es para él una obsesión. La imagen de este bibliotecario no es precisamente la del viejecito huraño, que ordena guardar silencio en los espacios internos de la biblioteca y su fugaz papel en la película se limita a ordenar unos cuántos libros en los anaqueles, o, en el mejor de

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los casos, a matar a alguien, con la montura de sus anteojos equilibrada milagrosamente en la punta de la nariz y todas las frustraciones de su vida reflejadas en el cuello de la vieja camisa y el nudo triste de la corbata. Este es un hombre culto, agradable y valiente, a quien físicamente sería difícil ignorar porque, como decían las tías, es una estampa. Se muestra como un erudito extraordinario, tanto que se torna exagerada su increíble capacidad de almacenar conocimientos, que además, puede aplicar en el momento justo a una velocidad de procesamiento superior a la de cualquier humano. Algún defecto debía tener. Su vida como adulto comienza el día que recibe un sobre mágico, escrito con letras de luz que aparecen a medida que avanza la lectura del texto, semejante a la invitación que Harry Potter recibe de Howgarts, el colegio para magos, sólo que ésta es una oferta de empleo para un cargo de prestigio en la Biblioteca Metropolitana de Nueva York, a donde deberá presentarse para una entrevista, presidida por Charleene, algo así como la Jefe de operaciones de la biblioteca, ¿Recuerdan a ―M‖ de James Bond? y Jackson, un personaje más que misterioso, probablemente el Director, capaz de aparecer y desaparecer en un instante en cualquier lugar del planeta o en la pantalla de un televisor, que atraviesa muros y columnas como si fueran objetos inmateriales, que no siente miedo al enfrentarse, a puño limpio, contra cualquier cantidad de antisociales y lleva en el pecho un tatuaje de marine, el cual muestra con orgullo mientras exclama: ―Semper fidelis‖. -―¿Qué le induce a pensar que podría ser bibliotecario?‖ -―Bueno… he leído muchos libros; Conozco la Biblioteca del Congreso, métodos de investigación, búsqueda en la red, manejo programas especializados y…‖ -―¡Eso lo saben todos! Son bibliotecarios. ¿Por qué razón cree que puede ser ―el‖ bibliotecario?‖. ―¿Qué es más importante que el conocimiento?‖. -―Acaba de iniciar una aventura maravillosa y… ya nunca será el mismo. ¡Bienvenido a la biblioteca!‖

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Así comienza la nueva y verdadera vida de Flinn Carson, el bibliotecario, con una inducción a la biblioteca a través de salones inmensos, con guardias armados que vigilan puertas y rincones además de escoltarlo en el recorrido. Su conocimiento de Shakespeare le permite acertar con el ―Sueño de una noche de verano‖, libro que al moverse abre la infaltable compuerta secreta en la estantería, que da acceso a otros mecanismos ocultos, en este caso un ascensor que desciende no sabemos cuánto, hasta un salón gigantesco en donde se conserva y protege una colección mítica que el bibliotecario enriquece aún más con los objetos de fábula rescatados en cumplimiento de sus peligrosas misiones: el Arca de la Alianza, la caja de Pandora, la espada Excalibur que perteneciera al Rey Arturo, con todo y piedra, la Gansa de los huevos de oro así como prototipos de equipos militares, todo junto a enormes estanterías repletas de originales de valiosos libros, tanto impresos como manuscritos. Y en posteriores ingresos a las cámaras descubrirá nuevos elementos como la cabeza de Medusa, el tridente de Poseidón, la Sábana santa de Turín, la flauta del dios Pan, la Piedra filosofal, la Fuente de la juventud, el cofre de Barba negra, el diario de Da Vinci, el Santo Grial y muchos más. En su primera misión recupera “La lanza perdida”, también llamada Lanza del destino, nada menos que la empleada para herir el costado de Cristo durante la crucifixión y que puede otorgar a quien la posea, tanto poder que dominaría el mundo, razón suficiente para que fuera robada por la Hermandad de la serpiente; En la segunda, “Las minas del Rey Salomón”, logra obtener para la colección de la biblioteca la Calavera de cristal, perdida en la Atlántida, salva para siempre el tesoro del Rey Salomón y destruye su libro o código con las instrucciones para llegar hasta las fabulosas minas. Más tarde, al finalizar su aventura contra los vampiros de “La maldición del cáliz de Judas” y enriquecer el museo de la biblioteca con el mágico cáliz fabricado a partir de las treinta monedas de plata que fueran pagadas a Judas por su traición a Jesús, descubrirá que los depósitos de la biblioteca son tan grandes como fuere necesario, al punto de

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albergar, sin importar las dimensiones, el Arca de Noé, un platillo volador y otros tesoros que la ciencia ha considerado inexistentes, simple y llana ficción o producto de la mitología popular. -―Sólo los bibliotecarios saben que existe este lugar. Este es su destino. Ahora es el guardián de los grandes tesoros‖. -―En sus manos está el destino del mundo‖. ¿Y de quién si no? La historia, la ciencia, la filosofía, el arte y el conocimiento, no podrían estar en mejores manos que en las del bibliotecario. Así que con una mochila, de la cual no volverá a separarse y en la que lleva un libro que contiene el lenguaje de las aves, el primer idioma de la humanidad y que deberá descifrar en unas cuantas horas, parte en pos de la famosa lanza del destino. El libro encierra las pistas para localizar los fragmentos de la lanza sagrada; el primero fue robado de la biblioteca; el segundo, oculto en algún inaccesible lugar de la selva amazónica y el tercero en Shangri-La, ciudad fabulosa oculta en los montes Himalaya. Por supuesto que los criminales también persiguen el libro. La serie completa es una vindicación al buen nombre del oficio. Es una exaltación al bibliotecario como hombre, no únicamente a la inteligencia ni a la sabiduría, sino al conjunto de valores que integran la persona: coraje, lealtad, honestidad, algo de ingenuidad, buen humor y sencillez, en la medida justa para ser un humano… normal, que como la mayoría, a menudo se siente solitario y necesitado de amor. Aquí no hay escenas del bibliotecario limpiando el polvo de los anaqueles ni momificado en un escritorio, dedicado a clasificar, catalogar y poner sellos, o semioculto tras un mostrador recibiendo y entregando libros, como tampoco se verá en las salas de lectura empeñado en la educación, harto difícil, de jóvenes y viejos a quienes exige guardar silencio o trasladarse con sus apasionadas parejas a lugares más adecuados. Su trabajo consiste en recuperar y resguardar los más grandes tesoros, reales o ficticios, de la raza humana. Este bibliotecario representa todo lo opuesto al nerd o al antiguo ratón de biblioteca, puesto que con su inteligencia y sus

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acciones ratifica la sabiduría de quien lo haya dicho: ―Mens sana in corpore sano‖. Obviamente que si hay luz tiene que haber sombra. Por eso mismo debe existir la parte opuesta a los valores y virtudes. Y el polo opuesto al bibliotecario bueno es Edward Wilde, el bibliotecario malo, que simuló su muerte por decapitación mientras cumplía una misión en la Antártida y engañó a todos, incluyendo a Nicole, su guardiana o guardaespaldas. La misma Nicole que después tendrá como encargo la custodia y seguridad de Flinn: -―Seguro que tiene novia ¿eh? Con anteojos grandes, falda larga, y le hace ver muchos documentales subtitulados‖. Difícil romper este paradigma del bibliotecario, incluyendo su entorno socio afectivo. Si no es un solitario, debe tener una pareja bien fea. La habitación de Flinn en casa de su madre está repleta de libros; en anaqueles, sobre las sillas, en cajas y en el suelo. Siempre amorosa y preocupada por esta locura, su madre pregunta: -―¿Más libros?‖ -―Estos no son libros corrientes: Aristóteles, Voltaire, Young. Estos libros son… rebanadas de exquisita verdad, servidas por los más grandes pensadores ¡Y me hablan a mí! -―¿Te hablan a ti?‖ -―Con voz muy clara‖ -―¡Te dicen que hagas cosas malas! ¿Te están diciendo que quemes cosas? ¡Nunca escuches a los libros si te dicen que quemes cosas o que tortures animales!‖ ¡Qué sorpresa! El miedo a los libros siempre presente en los mayores; especialmente en nuestras madres. Quizás algunos adultos recuerden ciertos pasajes de la infancia y las palabras de sus abuelos: ―No entres a la biblioteca, no toques los libros, no rayes nada; los niños no pueden coger la Sagrada Biblia. Unicamente los grandes, después de rezar un Yo pecador y un Padre nuestro‖.

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Y al final de la historia, la madre siempre preocupada por la soltería, y supuestamente el celibato de su hijo, continúa buscándole novia: -―Flinn es bibliotecario… pero es capaz de hacer muchas cosas‖. -―Mamá… tú no lo entiendes, pero ser bibliotecario es un trabajo extraordinario‖. En la segunda entrega de la serie recupera la calavera de cristal y, gracias al mapa de Salomón, obtenido de directos descendientes de los guardianes, encuentra las fabulosas minas del rey bíblico, en donde, entre joyas y tesoros de valor incalculable, descubre el libro del ―Génesis‖, los ―Pergaminos del Mar Muerto‖ y el ―Libro de Salomón‖, que guarda el conocimiento para obtener el poder sobre tiempo y espacio, cuya lectura en la Cámara de los muertos, ubicada en las minas, permite convocar a los espíritus y abrir el portal hacia cualquier época en cualquier lugar, razón por la cual es buscado por los peores malvados, puesto que los secretos de su poder les permitirían apoderarse del mundo. Enfurecido porque no ha podido quitarle el libro, el jefe de los antisociales, quien resulta ser, además, el asesino del padre de Flinn, le grita, se supone que como una ofensa: -―¡Deberías volver a tu trabajo de amontonar libros!‖ -―No sabes lo que se aprende en una biblioteca‖ -―¡Usa el libro, Flinn, termina de leer el conjuro! El eterno desconocimiento del oficio y de la profesión. Y al final, siempre presentes, el libro, la lectura, el poder de la sabiduría encerrada entre sus hojas, no sólo en los libros antiguos. Por eso Flinn, el bibliotecario, se ve inevitablemente obligado a destruirlo arrojándolo al fuego del volcán. Más tarde, al disculparse ante Jackson, el misterioso director, obtiene como respuesta: -―Muchas veces debes renunciar a lo que quieres por un bien mayor. Esa es la diferencia entre un buen bibliotecario y un bibliotecario genial‖. La última encomienda que recibe el bibliotecario es la recuperación del Cáliz de Judas, el cual tiene la virtud de resucitar

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a los vampiros, incluyendo al más grande y terrible de todos: el Conde Drácula, razón de más para llevar tras de sí a los peores ex-agentes de la Gestapo, que sueñan con poseer el dominio del mundo apoyados por un ejército de vampiros; cientos de miles de vampiros. Mientras trata de recuperar la Piedra filosofal, Flinn pierde a su tercera o cuarta novia por causa de sus misiones intempestivas e inevitables: -―¡Hace una hora teníamos una cita para cenar!‖ -―Estoy en el Congreso de bibliotecarios. El seminario se ha prolongado… ya sabes lo que pasa cuando se junta un grupo de bibliotecarios para hablar…‖ -―Siempre sales corriendo para un congreso o un club de libros. Quizás haya mujeres a las que les guste el sentido caótico de vivir con un bibliotecario ¡Pero no a mí!‖. Además de mentir, como cualquier ser humano, ocasiona en los otros este grave desconcierto viviendo una vida totalmente distinta a la que nos imaginamos. Y no existe justificación alguna para que abandone a su pareja, sin importar la hora del día o de la noche, por una reunión de bibliotecarios o cualquier evento con unos simples libros. En cualquier caso, sería diferente si se tratara de un médico, enfermera, abogado, arquitecto o ingeniero. Afortunadamente no está solo. Sus comprensivos jefes, Jackson y Charleene, lo consuelan en la biblioteca: -―Flinn, lo siento, pero ―El‖ bibliotecario no es solamente un empleo. Es toda tu vida. La biblioteca… los bibliotecarios y las relaciones… sólo considérate como un monje célibe‖. ¡¿Ah?! De remate, la burla de los criminales: -―¡Así que usted es Flinn Carson, de la Biblioteca Metropolitana de Nueva York! ¿A qué ha venido aquí; a buscar libros no devueltos?‖ Y del mismísimo Drácula, cuando amenaza con asesinar a Simone, la heroína:

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-―Si le hace daño le juro que…‖ -―¿Me qué? ¿Me retirará mi carnet de la biblioteca?‖ -―Debo advertirle que soy el bibliotecario de verdad. He combatido el mal en muchas formas, así que tiene mucha razón en tener miedo. -―Los bibliotecarios se rompen fácilmente… pero tienen buen sabor‖ Parece que inclusive los habitantes del ultramundo están convencidos de que la labor esencial del bibliotecario es recuperar libros en mora por vencimiento en la fecha de devolución y que su peor venganza, o poder, contra los demás, consiste en el acto, simple e inocuo, de retirarle un carnet para que no pueda usar la biblioteca durante un tiempo determinado. Su lucha contra el mal de la ignorancia no es visible ni tangible. Para el común de la gente y a través de los siglos pasa desapercibida como un trabajo relegado a personas frágiles que nunca podrán ser otra cosa, no obstante a veces sea necesario acudir a ellas, como hizo Simone, la vampiresa: -―Tú viniste en mi sueño; estabas pidiendo ayuda‖ -―¡Sí! Al bibliotecario‖ -―Pero ¿Cómo conoces la biblioteca?‖ -―Los vampiros conocemos la biblioteca. Los bibliotecarios llevan en el mundo casi tanto tiempo como nosotros‖. Si se trata de tomar el lado bueno de las cosas, aquí hay tres aspectos positivos, puestos sobre la mesa por seres inmortales que reconocen: la antigüedad de la profesión bibliotecaria, la necesidad de acudir al bibliotecario en busca de ayuda y… bueno, aquello del sabor, que indudablemente hace referencia a ingredientes tales como inteligencia, conocimientos, amabilidad, buen humor y, en muchos casos, elegancia y belleza en las damas, porte y atractivo en los caballeros. -―Esta pintura es de antes de las Cruzadas. Representa la eterna batalla de la biblioteca contra el mal‖ -―El símbolo del escudo es el árbol del conocimiento ¿Quién es el caballero?‖

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-―Es un erudito. El bibliotecario más grande de todos. La leyenda dice que construyó la biblioteca y es el guardián de sus secretos. Su nombre es Yahuda‖ -―Yahuda es hebreo. Es el nombre hebreo de… ¡Jackson!‖ La imagen final muestra la biblioteca como una serie de caminos, unos sobre otros en diferentes niveles, todos por arriba del agua en donde nadan unos delfines, mientras El bibliotecario y Jackson hablan acerca del árbol del conocimiento. -―¿Has pensado en si seguirás siendo el bibliotecario o no?‖ -―Alguien muy especial me dijo que debería ser lo que soy‖.

“El bibliotecario” Por su parte, “Sala de lectura” es una película realizada 36 exclusivamente para televisión y refiere el caso de Helen Campbell, quien al fallecer deja a su marido, William, una petición muy especial. Su último deseo, convertir un abandonado edificio 36

Sala de lectura. [en línea] Disponible en: http://www.solosubtitulos.com/descargar-subtitulos/p14189.html (Consulta: 27 Octubre 2010)

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de su propiedad en una biblioteca para la comunidad, con todos los libros personales que el matrimonio había coleccionado. Si bien las cosas han cambiado en la sociedad y los valores no son los mismos que años atrás, William no se da por vencido y hace todo lo posible para que esta comunidad infectada por el crimen, pueda recuperar el respeto hacia sus miembros. Otras presentaciones de televisión corresponden a capítulos aislados, pertenecientes a series que abarcan temas ajenos al mundo de los libros y las bibliotecas, entre ellas “¿Le temes a la oscuridad?” en el capítulo “La bibliotecaria silenciosa”. -―Cuando los mayores piden silencio, piden un imposible. El silencio total no existe. Siempre hay algo que hace ruido. Mientras hay vida, hay sonido‖. La serie trata de un grupo de jóvenes que se reúne en el bosque y cada noche, junto a la fogata, narran historias de terror con el propósito de buscar emociones y divertirse a costa de causar el mayor miedo posible en los demás. Cada historia constituye un capítulo con argumento independiente y vamos a detenernos en uno, porque definitivamente es especial para nuestro caso: “La bibliotecaria silenciosa” que relata la aventura de una pareja de niños que acuden a la biblioteca para realizar un trabajo escolar por parejas. Olvidado en el sótano un cuaderno de anotaciones, Laurie (El témpano) Napier y su compañero de salón, Jace (Guaperas), se ven obligados a regresar por la noche, cuando la biblioteca está cerrada. Al ingresar por una ventana encuentran sorprendidos que el edificio es diferente al de la biblioteca que conocen y en el cual estuvieron esa mañana. Descubren, detrás de un estante, clavado en la pared un almanaque del año 1910, ochenta años antes, y una puerta en la cual hay un cartel que dice: ―Silencio - Sala de lectura‖. En el interior se encuentran recluidos niños sin voz, pálidos, envueltos en telarañas, obligados a leer eternamente de manera silenciosa. Han sido encerrados como castigo por hacer ruido en la biblioteca y su carcelera es la aterradora ―bibliotecaria silenciosa‖, que vaga por la biblioteca con un cofre en el que guarda los gritos y las voces de los castigados

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y se empeña en una implacable persecución de los dos niños a través de pasillos desconocidos, puesto que no corresponden a la biblioteca que ellos ven y visitan durante el día. -―¡En la biblioteca no se habla!‖ -―En mi Sala de lectura hay un silencio sepulcral‖ -―¡Los niños que hacen ruido en la biblioteca merecen un castigo!‖ Son las amenazas de la bibliotecaria fantasma mientras acosa a Laurie y Jace espantándolos aún más con sus tenebrosas carcajadas. Pero en los cuentos y en las películas los niños triunfan, casi siempre. Así que producen tanto ruido que el cofre, saturado, se rompe en mil pedazos y el fantasma de la vieja bibliotecaria se desvanece en medio de una nube. Sólo quedan en el suelo, como una imagen que estremece, sus anteojos de lentes azules. Los últimos niños desaparecidos recuperan la voz y son liberados junto con otros muchos, implícitamente fallecidos tiempo atrás. Los protagonistas abandonan la sala sin prestar atención a un enorme retrato pendiente sobre los ficheros catalográficos. Es la imagen del fantasma, con su traje a la moda de la época, inclusive con sus anteojos azules, y una placa dorada en la que puede leerse: ―Mercy McGregor, Bibliotecaria jefe‖. Nuevamente en el bosque, la cuentera de turno termina su historia y pregunta si alguno de los muchachos quiere acompañarla a devolver unos libros de la biblioteca. Todos, sin excepción, se despiden apresuradamente y argumentan que es demasiado tarde y deben volver a casa. La narradora sonríe y exclama satisfecha: -―¡Sí!‖ Había cumplido su objetivo. Retener la atención de sus amigos y espantarlos como nadie más lo habría hecho. Si se hubiera tratado de un concurso, habría sin duda ganado con amplia ventaja.

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“La bibliotecaria silenciosa” Envidiable la fantástica imaginación del guionista, aunque, definitivamente imposible ponerlo en duda, no era un bibliotecario. Es como si la historia hubiera sido escrita por un estudiante de aquellos que nunca pisan la biblioteca y que si llegaran a entrar, obligados, pasan por encima de todas las normas escritas y las que no, explícitas e implícitas, inmersas en el comportamiento social lógico de las personas decentes y educadas. La imagen de la biblioteca, aterradora; la imagen de las bibliotecarias, espeluznante. ¿Cómo se sentirá un niño o una niña luego de ver esta película, cuando tenga necesidad, u obligación, de asistir a una biblioteca? Tal vez se haya cumplido el objetivo cinematográfico: distraer, divertir, causar miedo y emoción en el espectador. No obstante, el mensaje a los jóvenes y a los niños es totalmente negativo. La enseñanza, lejos de ser ―No hablen en la biblioteca‖, es ―¡No vayan a la biblioteca. La biblioteca es peligrosa. Allí hay gente mala!‖. Pero nada peor que la serie peruana “La paisana Jacinta”, en su capítulo titulado “El incunable”.

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Jacinta es una migrante que recorre la capital en busca de trabajo. En sus andanzas encuentra un libro en el que reconoce, por el sello, que pertenece a la biblioteca pública ―El libro deshojado‖. Se acerca a devolver el libro y la bibliotecaria le increpa que la fecha de devolución está vencida y trata de imponerle un castigo impidiéndole nuevos préstamos. Aclarado el impasse, la bibliotecaria pide disculpas mientras habla en tono de voz bajo y le pide bajar la voz. La paisana, obediente, susurra palabras ininteligibles; la bibliotecaria le pide hablar más alto, a lo que la paisana Jacinta reacciona molesta. Finalmente la paisana se excusa de no poder leer más porque debe conseguir trabajo y la bibliotecaria le ofrece un puesto como auxiliar de biblioteca. En la oportunidad en que la paisana se encuentra atendiendo al público ingresan a solicitar servicio una vedette y un homosexual, generándose malos entendidos en base a palabras de doble sentido. La historia llega a su clímax cuando Jacinta descubre que el auxiliar de limpieza intenta robar un incunable de la biblioteca. El capítulo finaliza cuando la paisana Jacinta regresa del sanitario con pliegos del incunable, los acomoda en la encuadernación y aclara que no utilizó todas las hojas que llevó, generando la reacción 37 airada de la bibliotecaria. Quizás la intención fue buena, tal vez hasta inocente. Pero, evidentemente, el efecto lógico es de burla y el mensaje negativo, porque hace de la biblioteca, las personas y los materiales valiosos un objeto risible, evitando que los niños, los jóvenes y adultos no familiarizados, adquieran conciencia acerca de los verdaderos valores que encierran las bibliotecas y los libros. Propicia la ignorancia y el vandalismo. ¡Qué horror! La tal Jacinta utiliza las hojas de un incunable como papel toilette y hay quien se divierte con semejante acto de vulgaridad y de barbarie. Para rematar, la biblioteca se llama ―El libro deshojado‖. ¡Qué tal! ¿Puede alguien 37

Imagen bibliotecaria en el cine. Op. Cit. Página web.

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pensar que ésta es una buena enseñanza para la infancia y para los ya no tan niños? Será mejor conservar en reserva la opinión acerca del probablemente famoso cómico que en la cima de su humorística inspiración produjo tal libreto. Y volvemos a preguntarnos: ¿Por qué nos enseñaron a tener miedo de los libros, de las bibliotecas y de las personas que trabajan en ellas o que tienen cualquier clase de contacto con los libros?

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LOS ARCHIVOS EN EL CINE Tampoco los archivos escapan a la pantalla cinematográfica, mostrados como simples bodegas de papeles viejos o, por el contrario, como lugares dignos de respeto, en donde cualquier ciudadano puede investigar con eficacia y sin molestias. En “Batman vuelve”, Pingüino, extraño personaje que surge de las alcantarillas de Ciudad Gótica, solicita permiso para investigar en el Archivo Municipal, quiénes fueron sus padres y quién es él mismo, con dignidad, en privado, en tanto que Batman, en la baticueva, revisa archivos de prensa en microfilms. Igual sucede con “El pequeño Vanya”, de siete u ocho años, que pide ayuda a los mayores del orfanato para conseguir su expediente en los archivos del director. Así, toma un certificado de traslado desde el orfanato anterior, a donde se dirigirá en busca de información que le permita encontrar a su madre. Igual que en el mundo material, en el cine vemos archivos de todo tipo, inclusive archivos funerarios como el de la niñera mágica “Nanny McPhee”, en cuyos ficheros, el señor Brown, propietario de la funeraria, busca los registros de las nuevas viudas, como única esperanza de encontrar alguna con quien casarse para no perder la pensión que recibe de la tía rica y que le permite vivir cómodamente con sus siete hijos y más de una empleada doméstica. En un paisaje más colombiano, Florentino Ariza es empleado por su tío paterno, propietario de la Compañía Fluvial del Caribe. El archivo es un espacio no mayor de probablemente cuatro por cuatro y varios metros de altura, o de profundidad, según se mire,

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enmarcado en altísimas estanterías repletas de documentos empastados, marcados en el lomo con algún contenido que se supone son los expedientes de la naviera y al entrar por una puerta situada en la parte alta, se ve profundo, muy profundo, oscuro y solitario. Típica la imagen de los archivos en cualquier país de América latina, ni qué decir en una pequeña población de la costa atlántica colombiana a principios del Siglo XX. Este Florentino, archivero romántico y enamorado, lleva un registro metódico de las mujeres con quienes hace “El amor en los tiempos del cólera”, en el que anota el número consecutivo de la fugaz amante, su nombre y apellido más una breve descripción personal, algún dato que le permita recordarla por su característica propia: 472 499 533

María Florida. Vende flores en el mercado. Josephine Triola. No sé quién era exactamente. Galatea Fernández. Nada memorable que contar. La rutina es como el óxido.

Veintitrés años después de aquella “Crónica de una muerte anunciada”, el asesinato de su amigo Santiago Nasar a manos de los gemelos Vicario, el doctor Cristo Bedoya visita lo que otrora fuera el archivo del pueblo y lo describe de esta manera: -―…Más de un siglo de expedientes estaban amontonados en el sótano del decrépito edificio colonial que fuera por dos días el cuartel general de Francis Drake. La planta baja se inundaba con el mar de leva y los volúmenes descosidos flotaban en las oficinas desiertas. Yo mismo exploré muchas veces aquel estanque de causas perdidas y sólo una casualidad me permitió rescatar 322 pliegos salteados, de los más de 500 que debió tener el sumario…‖. Verdaderamente triste el destino final de nuestros archivos en la América latina, sin importar su especialidad: judiciales, administrativos, históricos, académicos, clínicos o cualesquier otras modalidades que pudieran existir. Y todos conocemos bien la tan trillada frase de advertencia… o consecuencia: ―Un pueblo sin archivos es un pueblo sin memoria‖.

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“Crónica de una muerte anunciada” Los archivos sirven tanto para defender los derechos como para descubrir a los culpables. En “Cuestión de honor”, una teniente de la Armada encuentra inconsistencias de la administración militar en la base norteamericana de Guantánamo, que la llevan a investigar en los archivos y conocer las irregularidades cometidas por el comandante de la base. En “El archivo de Odessa”, el periodista Peter Miller se involucra con un impresor que posee un archivo secreto, en el que reúne los expedientes de todos los nazis a quienes ha proporcionado identidades falsas. En “El informe Pelícano”, la estudiante de derecho, Darby Shaw, halla en un archivo las pruebas que comprometen a la CIA y al presidente de los Estados Unidos en una serie de homicidios. Este sí que es un archivo de película, modelo de orden y de dotación. Los muebles y las carpetas son nuevos, hay lectores de microfilm y computadores suficientes para causar envidia en muchos archivos de muchos países a lo largo del mundo, y algo muy parecido ocurre en “El silencio de los inocentes”, en los archivos de prensa microfilmada del FBI, donde la investigadora Clarise Starling descubre el pasado del psicópata, o en “En el nombre del Padre”, cuando una abogada se interesa en el caso de Giuseppe Conlon y su hijo Gerry, detenidos y acusados de terrorismo. A pesar de las oposiciones de la policía irlandesa obtiene permiso de la Corte para consultar los archivos, en los cuales localiza un

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documento que fue ocultado durante el juicio porque revelaba que la policía era corrupta y que los Conlon eran inocentes. “El día del chacal” resalta el valor de los documentos de registro civil en los archivos notariales. El archivo, en cuanto tal, cumple el mismo papel en su importancia como memoria de los seres, sean buenos o malos, jóvenes o viejos. También en “La fuerza del silencio” los archivos son mostrados como sustento de la realidad siciliana. El gobernador enviado para combatir a la mafia, descubre a través de los protocolos notariales quiénes son los dueños de la tierra y por tanto dominan el campo y su 38 población. También en “Filadelfia” y en “La fuerza de la verdad” el archivo es la clave para afectar a los protagonistas. En la primera, un abogado enfermo de sida es despedido de la firma para la cual trabaja, con el pretexto de haber enviado un expediente al archivo inactivo, a donde no debía enviarse sino cuando hubiera terminado el proceso legal. En la segunda, otro abogado, a pesar de la orden de negarle el acceso, encuentra en el archivo central un documento que comprueba que la oficina omitió información relevante con el propósito de ganar un caso a costa del perjuicio que ocasionaba a personas ancianas y pobres. De allí que en muchas películas se muestre, igual que en la dimensión de carne y hueso, escenas en las que personajes corruptos destruyen los archivos, ya sea incinerando o convirtiendo en picadillo toda la documentación que contenga elementos incriminatorios de sus fechorías. Obviamente son los inmorales quienes destruyen archivos. La gente de bien, los funcionarios decentes, los profesionales que actúan con ética en el ejercicio de su carrera no 38CORTES

ALONSO, Vicenta. La imagen de los archivos en el cine: Tres ejemplos. En: Boletín de la ANABAD [on line] Tomo 29 (No. 2), 1979; p. 21-27. Disponible en: http://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=967422 (Consulta: 8 Enero 2010)

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tienen necesidad de ocultar los actos de su administración y desempeño. Para citar al menos un ejemplo, recordemos al veterinario que compra perros robados en “Beethoven”, para sacrificarlos probando armas y drogas, por encargo de los fabricantes de ambas. La cinematografía latinoamericana tampoco ha dejado de lado la imagen de los archivos. El protagonista de ―El analfabeto‖ es confinado al archivo de una entidad gubernamental. Archivo igual a lugar de castigo, por regla general situado en el sótano del edificio. Gracias al trabajo de un viejo funcionario encariñado con su quehacer, el panorama no es un infierno inferior; por el contrario, los documentos están ordenados, identificados y a punto de ser servidos. Pero a pesar de su honestidad y correcto comportamiento, no hay alicientes de 39 ninguna naturaleza. Aunque por norma general la imagen de los archivistas no sale bien librada en el cine, también suelen aparecer intercaladas algunas excepciones. Tomemos unas cuantas películas entre las mencionadas por Martin Raish en su trabajo ―Librarians in the movies‖. “Blade” es una historia de vampiros que incluye la actuación de una archivista llamada Pearl, tan obesa que es difícil saber si es hombre o mujer. Todo se refiere a ella por su pronombre femenino, pero el actor que la encarna es Eric Edwards. En todo caso, ella está a cargo de los archivos, totalmente computarizados, de la cultura de los vampiros y explica que nadie puede traducir los textos antiguos a no ser que el maligno lo dirija. Louis Gosset Jr. es un oficial de la marina estadounidense que regresa a su hogar en el estado 39

Ibid.

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de Carolina, donde descubre que un hermano mayor, de quien nunca conoció su existencia, fue asesinado 30 años atrás por dos muchachos blancos. A fin de limpiar el nombre de su hermano, la archivista local, que además es hija del sheriff, le ayuda a encontrar los registros del juicio que lo llevan a descubrir “Los esqueletos de Carolina”. Investigando el confuso pasado de un importante criminal cuyo cuerpo fue hallado en la costa, cerca de Estambul, un escritor de misterio visita el archivo municipal en un país de Europa del Este. Allí encuentra un servicial, más bien un servil archivista, que ni siquiera aparece en los créditos de la película “La máscara de Dimitrios”. Dos personas usan los archivos de un estudio cinematográfico para investigar la posible conexión entre la madre de Sidney y el asesino. Los archivos se encuentran en un sótano oscuro y la archivista, una mujer ruda, descortés y de mente cerrada, se niega abiertamente a ayudar, hasta que le ofrecen un anillo de dos mil dólares, actitud inmoral que haría lanzar un “Alarido 3” a cualquier archivista con ética profesional. Algunas escenas de “La mujer sandía” tienen lugar en una biblioteca y un archivo especializado. El bibliotecario referencista es un joven desinteresado en ayudar a los usuarios y es incapaz de conducir una simple consulta de referencia. El archivista es un torpe que deja sobre la mesa diferentes cajas de materiales sin catalogar ni clasificar, sin importarle cómo se revuelven y realiza la descripción de los documentos recortando las fotografías que no encajan con los propósitos del archivo. En “Amityville 2”, un padre usa los archivos locales para conseguir información acerca de una casa que

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está causando problemas a su familia. Le ayuda un anciano archivista-bibliotecario que asegura haber trabajado allí por 25 años. Dos ladrones investigan en la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos, donde realizan “La búsqueda” de una forma segura y efectiva para ingresar al Archivo Nacional con el propósito de robar 40 un documento histórico de valor inapreciable. Claro que hay otra clase de antisociales, como el detective privado Jake Gittes, que visita los archivos del Condado en “Chinatown” y arranca parte de una página del libro de registro disimulando el ruido con una tos, en las narices del dependiente, un joven huraño que detesta su trabajo y atiende de muy mala gana a los investigadores. Cuando llega el momento del “Regreso al futuro 3”, Marty McFly y el Doctor Brown necesitan información acerca de los eventos ocurridos en 1885, así que van al archivo de la prensa local. Se parece a una vieja biblioteca; es una gran habitación con techo alto, cuando hablan se escucha el eco de sus voces, hay polvo en el aire y anaqueles de madera oscura. Aparentemente entraron a hurtadillas y de noche, cuando no había nadie presente. Rápidamente encuentran las páginas exactas del periódico que buscan y también montones de viejas fotografías 41 relacionadas con el tema. Fácil ¿no? Ojalá todos los archivos estuvieran tan eficientemente organizados para que cualquier persona, sin conocer el archivo y sin poseer la experiencia suficiente en el manejo de documentación, pudiera hallar lo que busca y mucho más, listo y 40 41

RAISH, Martin. Op. Cit. Página web. Ibid.

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servido en bandeja de plata. Eficiencia, Relevancia y Pertinencia, principios fundamentales en la administración documental. 42

―Liz Torres es una archivista de prensa que ayuda a un abogado a preparar “Con justa causa”, la defensa de un cliente acusado de asesinato. Es de mediana edad, competente, viste con profesionalismo y coquetea con el abogado en las estanterías‖. ¿Por qué la gente coquetea o se esconde en las estanterías de los archivos y de las bibliotecas? ―American Splendor‖ plasma en formato fílmico la obra autobiográfica que Harvey Pekar había reflejado previamente en una serie de cómics homónima. Este contador de historias -ya que los dibujos eran realizados por diversos autores del cómic underground-, como realmente se ganaba la vida era como archivero en un hospital de veteranos de Cleveland. Harvey Pekar trabajó en dicho archivo hasta su jubilación, incluso una vez alcanzado el éxito con su obra, y en American Splendor queda recogido el poco interés y el tedio que su rutinario trabajo como archivero le producía. En diferentes escenas de la película, que transcurren en los años 70 y 80, se muestra el archivo clínico en el que trabajaba, con sus estanterías sin fin llenas a rebosar de carpetas clasificadas por colores, o el aún más tétrico depósito, con viejos archivadores de madera y cajas de cartón, donde iban a parar las historias clínicas de los fallecidos. Ya empezado el siglo XXI, y con la irrupción de la informática y la digitalización de documentos, podríamos esperar que esas imágenes de un archivo de hace más de 20 años no pudieran identificarse con los archivos actuales, pero teniendo en cuenta 42

Ibid.

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algunas noticias… quizá las cosas no hayan 43 cambiado tanto.

“Angeles y demonios” Un caso especial está representado por el Archivo Vaticano, que llama la atención e interesa por igual a “Angeles y demonios”. Así como hace siglos, el acceso a sus instalaciones continúa prohibido y vigilado por agentes de la Policía vaticana. Pero es un archivo moderno. Tanto que hasta la cantidad de oxígeno es controlada por computadoras como medida de protección y conservación de los valiosísimos documentos que allí se colecciona en secciones perfectamente organizadas. Las cámaras son bóvedas herméticas y el oxígeno se mantiene a un nivel mínimo; adentro hay un vacío parcial, los vidrios son a prueba de balas y no se recomienda permanecer allí por espacios prolongados. Los cuerpos de seguridad han rechazado siete veces la solicitud de acceso presentada por el profesor de Harvard que investiga antiguas simbologías. Pero hay un lunar negro; es imposible pasar por alto el robo de documentos científicos, por parte de un miembro de la Guardia Suiza. 43

ROS-MARTÍN, Marcos. Las bibliotecas en el cine. Op cit. Página web.

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Recordemos que el Archivo Secreto Vaticano (Archivum Secretum Apostolicum Vaticanum) es uno de los centros de investigación histórica más importantes del mundo. Posee unos 150.000 documentos y más de 630 fondos de archivos distintos, en una extensión de 85 km lineales de estanterías, que llegan a cubrir ochocientos años de historia. El archivo, completamente cerrado al público, fue creado en 1610 por orden del Papa Pablo V al trasladar a los Palacios Vaticanos todos los volúmenes y documentos que hasta entonces se conservaban en otros edificios. El documento más antiguo se remonta al siglo VIII, y se conserva documentación sin interrupciones a partir del año 1198. En 1783, todo lo almacenado en Avignon se traslada al Vaticano y en 1798 se les unen los Archivos del Castel Sant Angelo. León XIII empieza a permitir algunos casos de visitas en 1881, alimentando muchos rumores y mitos del auténtico contenido bibliográfico y Benedicto XV abre de manera algo más genérica y parcialmente los archivos en 1922. El 20 de febrero de 2002, el papa Juan Pablo II decretó de forma extraordinaria y a partir del 2003, la disponibilidad a investigadores de documentos relacionados con Alemania entre el período 1922 a 1939 y de la Secretaría de Estado Vaticana para intentar contrarrestar las críticas de algunas organizaciones con respecto a la posición de la iglesia católica durante el genocidio realizado por e los nazis contra el pueblo judío, durante el papado de Pio XII. Actualmente el acceso al archivo está permitido a investigadores e historiadores, previa acreditación y visto bueno del Vaticano, aunque está restringido sólo a una pequeña parte del fondo documental. Una parte de estos archivos, algunos muy 44 significativos, ya está disponible en Internet. 44

Archivo secreto Vaticano. [en línea] Disponible en:

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Y, a propósito de avances tecnológicos, “Acoso sexual” es una clara muestra de la forma como se ingresa y navega en la base de datos y el archivo virtual de la Compañía Digicom. Enseña claramente el desplazamiento en realidad virtual por los diferentes espacios, los muebles archivadores que se abren con el simple toque de un dedo y los documentos que salen de las gavetas al señalarlos con el guante mágico. Infortunadamente, no podía estar ausente la naturaleza intrínseca del hombre para interferir con la verdad a través de su habilidad para manipular la información. Y gracias a la tecnología, “Los testigos” son descubiertos porque una joven con excelente memoria visual reconoce sus rostros en un álbum fotográfico, al tiempo que un sacerdote investigador hace lo mismo en un archivo fílmico y de microfilmes de prensa en los cuales encuentra que, testigos presenciales de la crucifixión de Cristo viven aún en una pequeña población de Gran Bretaña, condenados eternamente a presenciar las tragedias de la humanidad: guerras, genocidios, asesinatos, linchamientos, por haber asistido como curiosos y no por devoción. Así mismo reconoce la casa que muchos años atrás fuera un orfanato en donde se abusaba cruelmente de los niños y que los criminales, los testigos, siguen vivos sin que el tiempo los hubiera afectado. Por otra parte, en las diferentes películas de “Harry Potter” observamos con interés los álbumes fotográficos y los portarretratos de imágenes en movimiento, curioso efecto si tenemos en cuenta que están impresas en el tradicional soporte de papel. En el mundo real de hoy, las personas mayores vemos casi con asombro que prácticamente ha desaparecido la fotografía tradicional, con sus cámaras, sus fotos, sus románticos álbumes y los archivos fotográficos. Hoy, la fotografía es digital, con cámaras digitales, fotografías digitalizadas y archivos digitales guardados en el disco duro de una computadora o en soportes tales como discos compactos llamados CD-ROM, el DVD, o pequeños http://es.wikipedia.org/wiki/Archivo_Secreto_Vaticano (Consulta 16 Septiembre 2010)

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dispositivos portátiles llamados USB, cada día capaces de albergar más gigabytes de los que nunca habríamos imaginado. Al paso que vamos, alguna de las próximas generaciones de humanos verá los álbumes fotográficos de Harry Potter con toda naturalidad, sin el menor asombro ni la sospecha de que esto… es cosa de magia.

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***** Y a pesar de la extensa lista, hemos presentado sólo una pequeña muestra entre los centenares de películas, de cualesquier países y épocas, que por una u otra razón hacen uso de libros, librerías, libreros, bibliotecas, bibliotecarios, lectores, editores e impresores, bibliófilos, archivos y archivistas, como piezas significativas en la transmisión de ideas, mensajes y sensaciones por medio del cine. Evidentemente, estos elementos forman parte de la vida cotidiana y son inherentes al desarrollo del hombre y las comunidades civilizadas y constituyen, por lo tanto, motivos disponibles para explotar sus imágenes, aprovechando la diversidad de interpretaciones que cada quien pueda o quiera encontrarles. *****

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FILMOGRAFIA RELACIONADA EN EL TRABAJO                        

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                     

La isla de Nim (Nim´s island). Mark Levin y Jennifer Flackett. USA, 2008. La laguna azul (The blue lagoon). Randal Kleiser. USA, 1980. La Liga de los caballeros extraordinarios <La Liga extraordinaria> (The League of extraordinary gentlemen). Stephen Norrington. USA, 2003. La máscara de Dimitrios (The mask of Dimitrios). Jean Negulesco. USA, 1944. La máscara negra (Black mask). Daniel Lee. China, 1999. La momia (The mummy). Stephen Summers. USA, 1999. La mujer sandía (The watermelon woman). Cheryl Dunye, USA, 1996. La niñera mágica (Nanny McPhee). Kirk Jones. USA-Gran Bretaña, 2005. La novena puerta (The ninth gate). Roman Polanski. EspañaFrancia, 1999. La pontífice <La papisa Juana> (Pope Joan), (Die papstin). Basada en la obra de Donna Woolfolk Cross. Sonke Wortman. Alemania, 2010. La profecía (The omen). Richard Donner. Gran Bretaña, 1976. La Sociedad de los poetas muertos (Dead poets society). Peter Weir. USA, 1989. Las alas del deseo (Wings of desire). Wim Wenders. Alemania, 1987 Las brujas de Eastwick (The witches of Eastwick). Basada en la novela de John Updike. George Miller. USA, 1987. Las crónicas de Spiderwick. Mark Waters. USA, 2008. Lazos humanos (A tree grows in Brooklyn). Elia Kazan. USA, 1945. Legado de violencia (Undertow). David Gordon Green. USA, 2004. Leonera. Pablo Trapero. Argentina-Brasil, 2008. Lista de espera. Juan Carlos Tabio. Cuba-España, 1999. Los cazafantasmas (Ghostbusters). Ivan Reitnan. USA, 1984. Los ríos de color púrpura (Les Rivières Pourpres). Matthieu Kassovitz. Francia, 2000. Los seis signos de la luz (The dark is rising). Basada en las novelas de Susan Cooper. David L. Cunningham. USA, 2007.

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                     

Los siete pecados capitales (Seven). David Fincher. USA, 1995. Los testigos (The gathering). Brian Gilbert. Gran Bretaña, 2002. Los tres deseos (The third wish). Shelley Jensen. USA, 2005. Magnolia. Paul Thomas Anderson. USA, 1999. Manual del joven envenenador (The young poisoner’s handbook). Benyamin Ross. Reino Unido - Alemania, 1995. Mátame suavemente (Killing me softly). Kaige Chen. Reino Unido, 2002. Matilda (Matilda). Basada en la novela de Roald Dahl. Danny De Vito. USA, 1996. La muerte te sienta bien <Me sobra una mujer> (Hello again). Frank Perry. USA, 1987. Mi mejor amigo <Gracias a Winn-Dixie> (Because of WinnDixie). Basada en la novela de Kate DiCamillo. Wayne Wang. USA, 2005. Miranda. Marc Munden. Gran Bretaña, 2002. Mujer soltera busca (Single white female). Barbet Schroeder. USA, 1992. No me iré sin mi hija (No without my daughter). Brian Gilbert. USA, 1990. Nunca te vi, siempre te amé (84 Charing cross road). Basada en la autobiografía de Helene Hanff. David Jones. Gran Bretaña, 1987. Pantaleón y las visitadoras. Basada en la novela de Mario Vargas Llosa. Francisco Lombardi. España-Perú, 1999 Party girl. Daisy von Scherler Mayer. USA, 1995. Perfume de mujer (Scent of woman). Martin Brest. USA, 1992. Poltergeist. Steven Spielberg. USA, 1982. Por siempre joven (Forever young). Steve Miner. USA, 1992. Qué bello es vivir (It’s a wonderful life). Frank Capra. USA, 1946. Recuérdame (Remember me). Allen Coulter. USA, 2010. Regreso al futuro 3 (Back to the future 3). Robert Zemeckis, USA, 1990. Rojo como el cielo (Rosso come il cielo). Cristiano Bortone. Italia, 2008.

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Secretos de familia (Family secrets). Sally Champlin. USA, 2002. Secretos del pasado (Love song for Bobby Long). Shainee Gabel. USA, 2004. Semilla de maldad (Blackboard jungle). Richards Brooks. USA, 1955. Siempre a tu lado (Hachiko: a dogs´story). Lasse Hallstrom. USA, 2009. Sólo problemas (Nothing but trouble). Dan Aykroyd. USA, 1991. Sonámbulos. Manuel Gutiérrez Aragón. España, 1977. Su otra esposa (Desk set). Walter Lang. USA, 1957. Tienes un e-mail (You’ve got mail). Nora Ephron. USA, 1998. Tierra de sombras (Shadowlands). Basada en el libro de Brian Sibley. Richard Attenborough. Gran Bretaña, 1993. Todos los hombres del Presidente (All the President’s men). Alan J. Pakula. USA, 1976. Toy story 3. Lee Unkirch. USA, 2010. UHF. Jay Levey. USA, 1989. Un ángel en mi mesa (An Angel at my table). Jane Campion. Nueva Zelanda – Reino Unido, 1990. Un cadáver en la biblioteca (The Body in the Library). Silvio Narizzano. Gran Bretaña, 1984. Un día perfecto (A perfect day). Basada en la novela de Richard Paul Evans. Peter Levin. USA, 2006. Un lugar llamado Notting Hill (Notting Hill). Roger Michell. USA, 1999. Un milagro para Lorenzo (Lorenzo’s oil). Kennedy Miller. USA, 1992. Un papá de película (Billboard dad). Alan Metter. USA, 1998. Una cara con ángel (Funny face). Stanley Donen. USA, 1957. Venus. Roger Michell. Reino Unido, 2006. Vivir de ilusión (The music man). Morton DaCosta. USA, 1962. Ya eres un muchacho grande (You're a big boy now). Francis Ford Coppola. USA, 1966. Zorba el griego (Zorba the greek). Basada en la novela de Nikos Kazantzakis. Michael Cacoyanis. Grecia, 1964.

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Televisión         

El arca de Noé (The Noah´s ark). John Irvin. USA, 1999. Buffy, la cazavampiros (Buffy the Vampire Slayer). Joss Whedon. USA, 1997-2003 El bibliotecario (1): En busca de la lanza perdida (The librarian: Quest for the spear). Peter Winther. USA, 2004. El bibliotecario (2): El mapa del Rey Salomón (The librarian: Return to King Solomon´s mines). Jonathan Frakes. USA, 2006. El bibliotecario (3): La maldición del cáliz de Judas (The librarian: The curse of the Judas chalice). Jonathan Frakes. USA, 2008. La paisana Jacinta. Capítulo ―El incunable‖. Perú, 1999-2000, Nueva temporada 2005. Le temes a la oscuridad? (Are You afraid of the dark?) Capítulo ―La bibliotecaria silenciosa‖ (The tale of the quiet librarian). D. J. MacHale. Canadá, Cuarta temporada, Diciembre 1993. Los esqueletos de Carolina (Carolina Skeletons). Basada en la novela de David Stout. John Erman, USA, 1991. Sala de lectura (The reading room). Georg Stanford Brown. USA, 2005.

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Autores Editores - 2013 © Jorge Caicedo Santacruz (10-343-478 de 2012) ISBN: Edición impresa – 978-958-46-2872-5 E-Book – 978-958-46-2873-2



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