hermanos que cuentan CUENTOS CORTOS
de Cecilia y Jorge
Galetto
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Desde el cielo y desde la tierra
hermanos que cuentan CUENTOS CORTOS
de Cecilia y Jorge
Galetto
PROLOGO Este no es el prólogo de un libro deseado,mejor dicho no deseo escribirlo. Cecilia, mi hermana, comenzó a escribir cuentos sobre el final de su vida. Alguna me vez dijo ¡qué bueno escribir un libro juntos! De alguna forma este es ese libro soñado. La primera parte está compuesto por sus cuentos, luego ASESINATO EN EL VECINDARIO que lo escribimos en equipo y al final algunos cuentos míos para completar la idea de un libro juntos. Cecilia vio publicada una de sus obras en “Letras del Mundo” 2.005, se trataba de A VUELO DE PAJARO, una historia con algo de realidad, pues tenía una amiga con la patología del personaje. EL ELECTRICISTA y EL SOSPECHOSO fueron publicados a posteriori de su partida en “La Revista del Cable” de la ciudad de Capitán Bermúdez, al igual que EL FUTURO EN EL TRAVESAÑO y EL JUICIO FINAL ambos de mi autoría. Borges dijo alguna vez que uno publica para dejar de hacer correcciones, en este caso la obra de mi hermana está terminada, o casi. Poseo un manuscrito que no lo finalizó y no se si alguna vez logre escribir nuevamente JUNTOS y darle un final. Quiero que leas este libro y lo disfrutes. Las nuevas tecnologías hacen que podamos estar mas cerca, por eso agrego mi e-mail para que me dejes tu opinión, tu crítica. Jorge_galetto@yahoo com.ar Este libro posee energías del cielo y de la tierra Cecilia Dolores Galetto 1969 – 2005 Jorge Enzo Galetto 1962 -
INDICE Cecilia Galetto EL SOSPECHOSO A VUELO DE PAJARO EL RETORNO DE S. EL ELECTRICISTA IMSOMNIO EL SEÑOR DEL TRAJE AZUL LA CRIATURA LA PERRITA MAGICA EL TATUAJE LA MACROBIÓTICA
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Cecilia y Jorge Galetto ASESINATO EN EL VECINDARIO
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Jorge Galetto EL JUICIO FINAL EL SECRETO AZULMARINO ¡BAJATE CONMIGO! EL FUTURO EN EL TRAVESAÑO AMOR INCOMPRENSIBLE YOGURT DE DURAZNO COLORES SIN RESCATE
45 48 50 52 54 55 58 60
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EL SOSPECHOSO Ese día Ana llegó a su casa, alterada y muy nerviosa, casi al borde de un ataque de histeria, era un poco mas tarde de lo habitual por lo cual su madre ya se estaba alarmando, es raro que comience a atardecer y aun no llegue, pensó bastante preocupada, y se fue a la esquina a esperarla. La espera se hacía interminable, mil cosas se le cruzaban por la cabeza a aquella madre intranquila. Si bien su hija ya no era una niña, pues acababa de cumplir los diecisiete, era cierto que aquella muchacha era especial, al menos lo era para ella. Cuando vio la figura de su hija a lo lejos, suspiró tiernamente. Pero al ver en el estado de nervios que se encontraba su corazón se estrujó otra vez. Ana entró a su casa llorando a mares, y con todo su ser exaltado. Era tal la impotencia de poder o no saber como expresarse que su madre creyó que sufriría de un shock nervioso. Preparó un té para tranquilizar a su chiquita y la colmó de caricias mirándola fijamente a los ojos para tranquilizarla como cuando era una nena. Transcurridas algunas horas logró que Ana, ya repuesta, le "contara" (por así decirlo, ya que era sordomuda de nacimiento.) Estaba entrada la noche cuando Ana y su mamá llegaron a la comisaría de la zona para denunciar el asesinato que la joven había presenciado. El oficial a cargo tomó declaración. Mientras la testigo gesticulaba y movía sus manos la madre de la misma oficiaba de traductora. Luego la muchacha leyó la declaración porque debía asegurarse que lo escrito coincidiera con lo que quiso contar. El relato decía lo siguiente: Un hombre alto iba caminando, vestía un
impermeable color gris junto a él caminaba una chica rubia con un vestido rojo, tacos altos y una cartera pequeña de igual color. Caminaban rápido, parecía que discutían. El hombre empujó a la mujer contra un portón, luego sacó un arma y le disparó. Le tomó el pulso, miró hacia ambos lados y huyó. Tuve la sensación de que alguien mas estaba allí. Ana firmó la declaración con el pulso temblando como si estuviera viviendo nuevamente lo ocurrido y un agente le pidió que esperara en la sala. El tic tic tic de su bastón sobre la vereda le sonaba en la cabeza a Claribel como si fuese una maraca. El ruido de su paso torpe se confundía con el del bastón blanco y el de su corazón alborotado, por la confusión de un hecho que creyó ser testigo. Claribel era una mujer no vidente, casi desde su nacimiento ya que tuvo un problema cuando estuvo en la incubadora y nunca mas pudo apreciar el mundo con sus ojos, pero eso no le impidió llevar una vida normal. Se había casado hacia tres años y trabajaba en una casa de artesanías, realizando tejidos de todo tipo y variedad y también atendía al público algunas veces. Por su trabajo y por su vida social había desarrollado una percepción auditiva increíble. Es por este motivo que su marido no dudó ni un instante en aceptar como verdadera la historia que su mujer le contó que había presenciado. Ya era mas de medianoche cuando Claribel y su esposo llegaron a la seccional de policía el sumariante tomó la siguiente declaración: Iba caminando por la acera, no sé por que, no había abierto mi bastón. Iba con mucho cuidado para no trastabillar cuando oí los pasos de dos personas que pasaban cerca de mí, pude escuchar el ruido que hacía el abrigo de uno de ellos, era un abrigo como los de lluvia, quizás esté confundida, hoy no llovió. También escuché el taconeo de una mujer, seguramente muy elegante, pude percibir un perfume muy agradable. Los escuché discutir y
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de repente oí un ruido a chapas que me asustó mucho, luego algo cayó cerca de mí. Entonces me sentí muy insegura y desplegué mi bastón para apurar mi paso por miedo a que algo malo me sucediera. En ese momento sentí un disparo y entonces mas asustada aún empecé a correr como pude, tratando de no caer, lo más rápido que mis pies y mi bastón pudieron. Tuve la sensación de que una o más personas presenciaban lo que ocurría pero no pude escuchar nada, o mejor dicho si escuché una voz de hombre que dijo algo pero aunque trate de recordar no logro saber que era. El oficial se dio cuenta que ambos relatos ensamblaban perfectamente uno con el otro, si reúno a las dos personas, pensó, sería "el testigo perfecto" y seguramente me ganaría un ascenso o por lo menos sumaría puntos para lograrlo. En un momento llamó a las dos mujeres y luego de llenar unos papeles pidió mas personal para ir hasta el lugar de los hechos. Subieron a un patrullero y se dirigieron hacia allá. En el lugar no había absolutamente nadie, pero si encontraron algo interesante, una cartera de color rojo, tipo maletín pequeño, la cual Ana reconoció y Claribel dijo que podía haber sido el ruido que ella escuchó. La prueba hallada era suficiente para comenzar a creer que Ana y Claribel no se habían equivocado, algo estaba sucediendo. El patrullero llevó a las testigo a sus casas, ambas estaban citadas para regresar a la mañana siguiente pues como todo el mundo sabe el asesino siempre vuelve al lugar del crimen y así fue. Cuando por la mañana llegaron al lugar estaba el supuesto asesino hablando con otro hombre, lo extraño es que aún estaba vestido exactamente igual que el día anterior y además había muchísima gente, autos y de repente, silencio total... Ana y Claribel se le acercaron y cuando se disponían a hablarle. Una voz gritó ¡Acción!... ¡Corten va de nuevo! Y Claribel sonrió y giro su cabeza hacia el oficial y le dijo: "esas eran las palabras que no podía recordar”
A VUELO DE PAJARO Desde la ventana del edificio donde nos encontrábamos podíamos ver el sol del atardecer. La persona con la que estaba, no paraba de hablar, obviamente, necesitaba descargarse. Mi paciente a la que llamaré S. para preservar su identidad, podría decirse que a simple vista era una muchacha corriente. Una de las tantas que estudia y trabaja, pero conociéndola mas en profundidad lo último que diría es que sea una persona del montón, sino precisamente todo lo contrario. Ella era... especial, no quisiera que sé malinterpretaran mis palabras, me refiero a que estudiaba medicina y además era una apasionada y aficionada de la investigación de todas las ciencias ocultas, astrología, tarot, horóscopo chino y todo aquello que encerrase algún misterio. Esto es muy difícil de encontrar en alguien que por otro lado se dedique a la investigación científica. Para terminar de describir mas sobre el perfil de mi paciente mencionaré un ingrediente esencial sobre su personalidad, ella era pterofóbica o sea que le tiene fobia a todo aquello que posea plumas por remoto que esto sea. Recuerdo que una vez me contó que fue a un parque con los niños y ella pidió a su hija mayor que le espantara las aves que se le acercaban. Pues estaba segura que le querían hacer algún daño, porque aseguraba que la miraban fijamente. Mientras me lo contaba iba sufriendo una suerte de metamorfosis y se transformó en un ser sin control que gritaba: -¡Se acercan! ¡Se acercan! Me quieren atacar!!!! Tuve que hacer un gran esfuerzo para que recobrara la
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calma, luego se puso a llorar recordando a su pequeña cuando oficiaba de espantapájaros. En otra ocasión, su perro le rompió un plumero (obviamente el enemigo número uno de ella, y al que tomaba con mucho cuidado por la punta del palo). Las plumas quedaron esparcidas por todo el departamento, hasta que llegó su marido para recogerlas. Un hecho similar sucedió con la almohada de pluma de ganso que le regaló su suegra. Regalo que su mascota se encargo de destrozar por completo. Una vez que su marido juntó las plumas en una bolsa, S. la sacó a la calle para que el basurero se las llevara. Este hecho resultó determinante en culminar la relación con su suegra. Creo haber dado detalles suficientes sobre la psicología de mi paciente. Ella no puede vivir como cualquiera, ya que en todas partes es frecuente encontrar aves o por lo menos plumas. Este problema en su vida le ocasionaba serios inconvenientes, pues no salía si quiera al balcón, porque las palomas hacían nidos allí. Se había divorciado de su primer marido, no solo porque había comprado una nueva almohada igual a la anterior, sino que llevó a su casa a un loro barranquero para enseñarle a hablar. Del segundo se separó porque cuando lo echaron del banco, no tuvo mejor idea que, con el dinero de la indemnización poner una pollería, ella eso no podía soportarlo y lo tomó como un acto intencional por parte de su cónyuge. Con su hija mayor casi no tenía dialogo, porque la muchacha siempre le reprochaba por sus recuerdos de la niñez, oficiando de espantapájaros o de informante de la actividad de estos. Y a su hija menor hacía una semana que no le hablaba por que se había comprado un arito con una pluma rosa. Con esta mochila de problemas, llegó S. a mi consultorio, era un caso de difícil solución, pero por suerte dio con la persona indicada y no con algún pajaron de por ahí. Como yo sé tratar muy bien estos casos, aproveché
que a ella le gustan mucho las ciencias ocultas y le di material apropiado. Con unas cuantas cesiones logré que superara el problema y no solo eso. Logré que asumiera que en alguna otra vida quizás había sido un ave y no le había ido del todo bien, por eso su fobia. Así logré que S se convenciera de que era un pájaro. Se la puede ver en el bacón aleteando y piando pero aun no se anima a emprender vuelo. Se siente segura y anda por la vida desplegando sus alas al viento. Se reconcilió con su segundo marido pero le hizo firmar un comprobante de que jamás intentará venderla. A vuelo de pájaro puedo decir que coincido totalmente con la licenciada Calandria Sparrow que dice en pocas palabras” todas las personas somos aves pero no todos nos dimos cuenta aun”. El ascensor no funciona, decido bajar´por las escaleras y llegando a la planta baja veo una ambulancia que se refleja en el espejo y alcanzo a escuchar parte de una conversación donde cuatro personas vestidas de blanco que preguntan algo al portero y él les responde “ sí, la doctora Feather vive en el octavo”. Feather en ingles Pluma, Sparrow en ingles Pájaro
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EL REGRESO DE S. En todos los periódicos de la época, se publicó aquella noticia. Los titulares menos alarmistas anunciaban,” reconocida psiquiatra de la ciudad, internada en un sanatorio de salud mental”. Otros medios de comunicación, mas amarillistas, hasta llegaron a publicar cosas muy privadas sobre la doctora Feather, no solamente mencionaron sus atribuciones personales sobre ser médium, sino también que llegaron a investigar su último paciente. No recuerdo muy bien que me movilizó a interiorizarme tanto en este tema, ya pasaron algunos años y sigo apasionándome cada vez que leo o veo algo que me recuerde el caso. Quizás sea por la carrera que estoy cursando, creo a cualquier estudiante de psicología , alguna vez se le ocurrió la “loca” pregunta de que pudiera ocurrir si se hicieran propios los problemas de los pacientes. Enloquecer, literalmente hablando. O quizás lo que me movilizó sea la frustrada vocación de detective que desde la niñez habita en mí. Lo cierto es que desde que me enteré de aquel caso, he averiguado mucho sobre la doctora Feather y sobre la que ella menciona en sus apuntes personales como S, Para preservar su identidad. (Identidad que tras investigar he llegado a la conclusión que la mujer se llamaría Silvia) Aprovechando la tesis que debía presentar en la facultad, el tema elegido fue las fobias y en particular la
pternofobia (fobia a los pájaros y a las plumas). Como ya había recopilado datos de sobra para saber vida y obra de la doctora Feather y de Silvia decidí visitar a ambas para conocerlas realmente y mas allá de lo que pudiera decir la prensa de unos años atrás. Para visitar a la psiquiatra que se hallaba internada en un pabellón especial y con chaleco de fuerza, tiempo completo (pese a que se dicen que ya no se utiliza mas), tuve que conseguir un permiso específico. Tenía mucha información en mi cabeza sobre aquella persona, pero al verla fue realmente una sorpresa muy grande ¡Jamás pensé en ver un cuadro así!. Para asombro de mis enormes ojos( los cuales ya estaban por estallar) la mujer de unos sesenta años, muy mal llevados, tenía plumas en la cabeza en lugar de cabellos. Yo me quedé estupefacta y todo lo que creía conocer de ella era poco. Su empeño por curar a una determinada paciente la llevó a creer efectivamente que era un ave. Y fue tal la somatización que estaba sufriendo una suerte de metamorfosis. Un momento, pensé, yo no puedo creer esto, es digno de un cuento de kafka. Debo esta alucinando, en una fracción de segundos se me cruzaron tantas cosas por la mente que hasta creí que me estaba haciendo mal ese te de combucha que tanto me recomendaron. Luego de recuperar mi estado normal, y tratando de ser lo mas profesional posible, me acerqué a la mujer para comenzar a hablar. Ella se asustó muchísimo y comenzó a agitar las plumas desesperada. Entonces decidí tratarla como si realmente fuese un pájaro, pues así ella se sentía. Empecé silbando como lo hacen las calandrias, luego los tordos y por último los canarios.
No es que esto le haya gustado pero realmente desconozco otros silbidos. La doctora Feather se tranquilizó recién cuando se me ocurrió tomar un recipiente con granos que había en el piso, obviamente tenía hambre. Una vez que satisfizo su instinto me animé a preguntarle algo, ella emitió un graznido ensordecedor, debí suponerlo. Le acerqué agua, bebió y recién después estuvo en condiciones, para entablar una conversación adecuada, por así decirlo. -¿Usted, realmente se considera un pájaro? Le pregunté sin rodeos. -Lo soy, usted no se da cuenta porque es un ignorante como todos lo demás. Respondió casi sin pensar en una respuesta. -¡Siempre fue un pájaro, acaso nació de un huevo? -No me subestime, por supuesto que no nací de un huevo, usted debería saberlo. –respondió un poco ofuscada. Noté que la conversación se estaba poniendo tensa. De repente se me puso la piel de gallina y me asusté, en realidad creo que me sugestioné un poco. Decidí entonces pedirle solamente los datos de Silvia, su última paciente, para poder contactarla. Ella no quería dármelos y tuve que sobornarla, diciéndole que la llevaría al palomar a visitar a sus amigas. Entonces accedió. Cuando llegué a la casa de Silvia, ella misma abrió la puerta. Me presenté como una vieja amiga de la doctora Feather( aunque no lo era) y le comenté de un proyecto que estaba por realizar. No fue difícil convencerla para me diera su testimonio.
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Comenzamos la entrevista en un tomo muy formal, y terminamos charlando, café de por medio como buenas amigas. Necesité verla varios días para satisfacer toda mi curiosidad, pues en realidad no era mas que eso, el tema del trabajo práctico era solo una excusa. Por alguna razón este tema me apasionaba muchísimo; Y tuve el privilegio de grabar su propio testimonio de los “ataque de pájaros” como ella misma suele decir. Yo había escuchado en la radio, cuando sucedió lo de la doctora Feather, que Silvia estudiaba medicina. Entonces decidí preguntar algo referente al tema como para romper el hielo y sentirnos mas cómodas las dos. Silvia me contó que trabajó en un sistema de emergencias médicas y allí tuvo algunos problemas referente a su fobia. Obviamente nadie sabia de esto, y ella trató de ocultarlo siempre, pero en algunas oportunidades fue imposible. Su quehacer era atender las consultas telefónicas y enviar la ambulancia al lugar o tratar de persuadir a las personas sobre si era emergencia realmente o no. A continuación voy a transcribir la narración de los hechos que grabé en una de las charlas, para que no se pierdan detalles. Ya que lo ideal es escuchar a la fuente. “...Cuando terminaba mi guardia, tras doce horas de trabajo siempre cumplía con la misma rutina; lavarme la cara, para despejarse. Mojarme el cabello, para domesticar mis rulos y tomarme un café bien cargado mirando por la ventana del edificio. Un día me paré cerca del ventanal como siempre lo hacía, noté que algo se acercó de repente,¡por Dios! Pensé que era un proyectil. En realidad era algo mucho peor.¡Un
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pájaro! El ave se puso cara a cara conmigo, me quedé inmóvil ante esa situación. Vidrio de por medio, sudaba sin siquiera poder decir “ni pío”Del otro lado del cristal el pájaro golpeaba con su pico, parecía que me llamaba. Transcurridos unos minutos, comencé a tiritar, sentí la mirada aterradora de esa horrible criatura y a la vez la mirada extrañada de mis compañeros. Me di cuenta enseguida que era presa otra vez de la conspiración de esos animalescos que quieren atacarme. Escuché a Sebastián y a Carlos, los médicos que entraban a su guardia, haciendo conjeturas sobre mis estado. Entonces, traté de controlarme, me senté en el borde de una silla y pedí un vaso con agua. Argumentando que me había bajado la presión. Obviamente, fingí recuperarme enseguida, antes que me colocaran el tensiómetro para no quedar al descubierto. En esa ocasión pude disfrazar el problema, pero no siempre fue así. Una vez, quedé en evidencia delante de Oscar, un colega que conozco hace mucho tiempo (que por suerte, lo tomo en broma, y no como un problema) El y yo, realizamos juntos la práctica final obligatoria, en el hospital del Centenario. En ese lugar un día entró una paloma por el corredor y se estrelló contra la pared. Había muchos pacientes y mi compañero y yo pasábamos por allí. La paloma quedó moribunda en la mitad del pasillo, aleteando con sus últimas fuerzas. Yo observándola, ni siquiera pestañeaba. Le dije Oscar que no pasaría por allí, el respondió: -No seas tonta, no es mas que una paloma. -No paso, en cualquier momento se levanta y me ataca, le dije. El insistió, sin saber que jamás
lograría su objetivo. Un señor mayor que estaba en la sala de espera me dijo:”Doctora, ¿usted tiene miedo? Si el pobre bicho se está muriendo! No pude decir a este buen hombre lo que pasaba, me dio vergüenza solo de pensar en esa situación. Lo cierto es que el animal se murió y todas la personas comenzaron a decirme que pasara por el costado o que levantara el pie para no pisarla. Ni pasé, ni me acerqué. .Necesitaba gritar y me sentí fuera de mi, sin control. Comencé a caminar en sentido contrario y di la vuelta por todo el edificio hasta llegar al consultorio que estaba a tres metros de allí .En el tiempo que tarde en llegar ya se habían deshecho del cuerpo. Oscar, no paraba de reírse, no podía creer que yo hiciera semejante papelón. Tuve que confesarle mis razones. A partir de ese momento, el siempre me ayudó, incluso trató de interceder por mi para que no me despidieran, pero todo fue inútil. La situación que me tocó vivir me superó. Yo iba en la ambulancia con los paramédicos, llegamos a un domicilio que tenía todo tipo de pájaros. Había una arcada y sus jaulas colgaban por todas partes. Mis colegas tuvieron que taparme la cabeza con una lona para lograr que yo pudiera entrar con ellos. Dentro del lugar, se hallaba el paciente el cual tenía un tucán enorme a su lado. Su familia lloraba, el hombre estaba agonizando. Yo al verlo me quede perpleja y sufrí un paro cardiorrespiratorio. Por lo cual mis compañeros tuvieron que asistir a las dos emergencias en el mismo tiempo y lugar determinado, y además con menos personal. Ese fue el último paciente que visité. Luego de vivir esta última experiencia y no siendo la única de este tipo, me pidieron
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diplomáticamente que renunciara. Creen que me rehusé a atender a algunos pacientes, no es que no quise, sino que no pude... En las grabaciones que tengo en mi poder, aparecen innumerables ocasiones en que se manifiesta la fobia de Silvia, no voy a contarlas a todas, son demasiadas. Cuando llevaron al psiquiátrico a la doctora Feather, Silvia estuvo mucho mejor. Había superado el terror de sentarse en el bacón, se la veía moviendo los brazos como si volara. El tiempo pasó, su vida se acomodó, y la llegada de”la cigüeña” alegraría nuevamente su vida. Tuvo otra niña a la que llamó “Paloma” y al poco tiempo nació el varón, “Perico” Todo estaba equilibrándose, se sentía un ave pese a temerles tanto. Comía milanesas de mijo y todo tipo de granos. Solo la intranquilizaba aquella pesadilla que se reiteraba noche tras noche. Me contó que sueña muy seguido con niños jugando en un parque, ella esta subida en la rama de un árbol. De pronto los niños sacan una gomera y ella muere por una piedra que le arrojan y le da justo en el entrecejo. Luego se despierta aterrada, como suele ocurrir en estos casos. Con el pasar del tiempo y las charlas que mantuvimos, Silvia y yo, no parecíamos psicóloga paciente sino grandes amigas. Tengo que reconocer que llegué a encariñarme con ella. Quizás por este motivo me impactó la noticia que recibí ayer por una persona conocida de ambas. Me contó que Silvia murió, en un desgraciado accidente cuando estaba en el parque con unos niños, y no supo darme mas
detalles. Yo tampoco los pedí, creo que los sueños de ella fueron premonitorios. Lo extraño es que hoy la vi pasar, y me saludó como si nada le hubiere ocurrido. Toda mi vida creí que eso del ave fénix, era solo una leyenda, un mito, hoy, me permito ponerlo en duda.
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EL ELECTRICISTA Eran la seis de la mañana cuando Mario Cappozzo se levantó, siguiendo con la rutina de todos los días. Puso a calentar el café, mientras se higienizaba y se arreglaba para ir a su trabajo, no perdía tiempo en afeitarse ya que usaba bigotes hace años y ahora además se estaba dejando crecer la barba. Cuando salió del baño notó algo distinto en el ambiente como si algo faltara, miró en derredor pero todo parecía igual que siempre. Al entrar en la cocina vio que estaba encendido el purificador de aire, no recordaba haberlo puesto en marcha, intentó apagarlo pero no pudo y el botón se rompió. En un instante miró el café, se había derramado sobre la hornalla, y dijo, “seguramente no voy a tener un buen día”. Saludó a su esposa desde la puerta del cuarto, la cual no respondió. Todos sabemos que Stella tiene un sueño muy profundo y además las cortinas estaban totalmente cerradas a si que Mario ni siquiera la vio. Se asomó al dormitorio de los chicos, y se aseguró de que Gabriela lo viera, ella se estaba cambiando y Andrés dormía muy tranquilo. Se fue sin desayunar. Mario Cappozzo trabaja de electricista en una empresa céntrica, ese día fueron innumerables los contratiempos que tuvo y comentó con sus compañeros que por si fuera poco cuando llegara a su casa tenía que arreglar el extractor que se había descompuesto. Solía decir que lo que más le gustaba en la vida era comer bien, y que gracias a Dios se había casado con una excelente cocinera que le preparaba sus comidas favoritas, iguales o mejor que su madre, que no era poco decir. Por eso era imprescindible que en su cocina estuviera todo en perfecto estado.
Habiendo cumplido sus horas de trabajo se despidió de todos normalmente y regresó a su casa. Una vez dentro, buscó a la familia para saludarlos. Andrés estaba al lado de Gabriela que hablaba por teléfono, al ver a su papá, cortó y ambos corrieron hacia él. Desesperados le contaron lo sucedido. En todo el día no habían visto a la madre. Es decir no la vieron por la mañana y tampoco al regreso. Habían preguntado en todos los lugares posibles donde pudiera estar pero Stella, no aparecía. Ella era una mujer muy dedicada a su hogar y a su esposo especialmente. Era tal la dedicación que le brindaba que a veces se sentía asfixiado y en muchos momentos imaginaba como sería la vida sin su mujer. Ella jamás había estado ausente sin avisar y mucho menos todo el día. Mario llevó a Gabriela y Andrés hasta la casa de la abuela, allí se quedarían hasta que apareciera la mamá. Dio parte a la policía y esperó. Pasaron unos días y el oficial a cargo del caso le dijo que no había ningún indicio de asesinato, ni de secuestro, que no lo tomara a mal pero que su mujer los había abandonado; Que regresara a su casa y que hiciera vida normal. Era tarde cuando buscó a los niños y pensó en llevar a su suegra para que le ayudara un poco. Al volver a su casa, y entrar en la cocina Gabriela exclamó: -¡Que ruido! El extractor todavía sigue en marcha, parece que tiene una vida propia, está endemoniado, ¡me da miedo! ¿No lo piensas arreglar? Él la miró fijamente y sin decir lo que en realidad pensaba, respondió: -Mañana quizás, ahora es muy tarde. Miró el reloj y pidió a su suegra que le preparara algo rápido para la cena. Después de comer Mario y sus dos hijos se fueron a sus dormitorios y Rene, su suegra, se quedó en la cocina lavando los platos. El día siguiente fue sábado y Mario no trabajó. Llamó por teléfono a una casa que vende tortas y encargó un pastel
para festejar su cumpleaños. Tenía en mente realizar una reunión muy íntima, solo con su familia. Cuando los niños despertaron preguntaron por la abuela y Mario les dijo que ya se había marchado. Por la noche se reunieron a la mesa, Mario, Gabriela y Andrés. El homenajeado no quiso ningún obsequio, dijo que él mismo se había hecho el mejor de los regalos, que se le había cumplido un deseo. Los niños no comprendieron pero respetaron la voluntad del padre. A partir de ese día nunca más se las volvió a ver, ni a Rene, ni a Stella. Es como si se las hubiese tragado....El extractor aun sigue encendido parece que tiene una vida propia...o dos.
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INSOMNIO En la madrugada un extraño silencio me despierta. Abro los ojos, vuelvo a cerrarlos, y automáticamente se abren como si tuvieran vida propia. Creo que ya comprendo, "insomnio". Recuerdo que hace unos meses cuando mi padre tenía algunos problemas de salud, me ocurría con frecuencia. A veces lo solucionaba tomando un vaso de leche tibia, o tratando de dejar la mente en blanco y recuerdo que alguna vez también intente dormir contando hacia atrás como recomiendan en los cursos de control mental y algunas veces funcionó. Supongo que el insomnio de hoy será algo sin importancia ya que no tengo problemas serios o algo que me quite el sueño, o por lo menos eso creo. Intento no pensar en nada para lograr el bendito sueño, pero es en vano, no logro dormir. Transcurrieron algunos minutos, me siento en la cama y observo a mi alrededor. La ventana abierta, la cortina ondula libremente con el aire fresco que entra desde el jardín. A mi lado Alejandro duerme tranquilo, tapado con una parte de la sábana floreada, la otra parte recae sobre mis pies. Se escucha una sirena desde lejos, quizás de alguna fábrica o quizás de otra cosa. El canturrear de los pájaros comienza a despertar al barrio y un bicho feo se destaca con su canto tan particular y tan insistente. La claridad del sol está haciendo más visible la habitación. Miro el reloj, no diviso la hora pero tampoco me interesa demasiado. No se cuanto hace que no duermo, poco me importa si suena o no es despertador. Aún sentada en mi cama, coloco una almohada detrás de mi espalda para ver si puedo recostarme un poco y así relajarme y que mi mente deje de pensar. Cierro los ojos y de pronto veo como imágenes de
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los sucesos importantes de mi vida. Cosas buenas, cosas malas. Por un instante creí que era un sueño, lo cual significaría que estaba dormida, pero no, no lo estoy. Mis pupilas siguen clavadas en el techo como atraídas por un imán. Por cierto ya hay muy buena luz, veo el retrato de mis abuelos colgado en la pared del frente de la cama y una telaraña se hamaca con la brisa que ya no es tan fresca. Han pasado seguramente unas largas horas desde que estoy despierta y es curioso, no siento sueño. Me noto extraña, como si hubiera dormido toda la noche. Me siento en el borde de la cama, mis pies cuelgan y no veo las pantuflas por ningún lado. Voy hacia la ventana, me apoyo en el marco y veo el jardín en calma, el barrio, el cielo, todo parece diferente. De pronto suena el despertador, ese ruido empecinado en que yo me despierte. Ale empieza a llamarme, me llama, me llama insistente, desesperado. Empieza a gritar, sacude mi cuerpo tendido en la cama con los ojos abiertos y grita que llaman a una ambulancia. Yo desde la ventana, me doy vuelta y lo veo sacudiéndome y pidiendo que despierte. Lo observo y pienso "no ves que estoy despierta."
EL SEÑOR DEL TRAJE AZUL Estaba sentado a la mesa del café, como todas las noches. Miré el reloj de pared, las once en punto, y al girar la cabeza vi entrar al flaco, andrajoso y desgarbado como siempre. Tras él, el pelado Marcos. Se acercaron juntos y el mozo sin preguntar nada, trajo tres cafés. Como era lunes y el fin de semana no nos vimos, obviamente sobraban temas, pero nuestras charlas no son muy variadas. Fútbol, minas o política. Un poco mas tarde llegaron Pablo, Carlitos y el gallego. Con los muchachos somos amigos desde hace mucho tiempo, siempre nos reunimos en el mismo lugar, casi a la misma hora. Somos gente de trabajo sencilla y humilde, que en lo único que gasta el tiempo libre es en compartir un rato con los amigos. Habían transcurrido unos diez o quince minutos y ellos seguían discutiendo sobre el partido del domingo. Noté que me perdí mirando a través del vidrio de la ventana que estaba un poco grasoso por cierto. Vi pasar un hombre, alto y delgado por la vereda del bar. Luego entró, preguntó algo al mozo y en un momento se acercó a nuestra mesa. Se presentó como Enzo Bonaparate, un viejo amigo del chueco que era un integrante de estas charlas de café, hasta que partió a su viaje sin regreso. Este señor de porte elegante se sentó en una silla entre Carlos y el pelado, justo frente a mí, entonces pude verlo mejor, vestía un traje azul marino, impecable, corbata a tono y camisa clara. Sus zapatos estaban tan bien lustrados que hubiera podido verme reflejados en ellos, de haberlo querido. Estaba perfectamente afeitado y percibí el aroma de un exquisito perfume. Algunas arrugas insinuaban el paso de los años, muy bien llevados. Todo en
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ese hombre estaba en perfecto estado, mejor dicho todo no, porque cuando se dirigió hacia nosotros pude notar un defecto en su ojo izquierdo. No en su párpado, sino en la mirada. Tenía el ojo desviado en una forma muy notoria hacia su lado izquierdo. Cuando se sentó a conversar no podía dejar de mirarlo y pensaba si ese problema visual sería de nacimiento o causado por algo externo. Entablamos conversación, se amoldó muy bien a nuestra charla pero yo presentí que a partir de ese momento las reuniones no serían las mismas. La noche siguiente o sea la noche del martes, Enzo llegó temprano y fueron llegando de a poco los demás hasta que estuvimos los siete alrededor de la mesa como si fuésemos amigos de toda la vida. Se notaba que Enzo hacía grandes esfuerzos para amalgamarse a nosotros ya que eran muy notorios sus modos refinados y su excelente educación seguramente adquirida en alguna universidad del extranjero. Recuerdo que esa noche, Carlos comentó que a su suegra la tuvieron que operar de un riñón, y Enzo comenzó a hablar del tema como puede hacerlo un verdadero experto en el asunto y además utilizaba una terminología especifica. Entonces aseguré, "es médico", luego también comentó de que manera se realizan las suturas, del hilo que se utiliza y de la capas de la epidermis y...Entonces deduje que era cirujano. El resto de la noche transcurrió con normalidad y a eso de las doce y pico, el gallego empezó a bostezar y a desperezarse y cada uno se levantó poniendo fin a la velada. El miércoles llegué al bar a eso de las once y los muchachos estaban escuchando con mucha atención a Pablo que tenía un papel entre sus manos temblorosas por los nervios. No sabía de qué hablaban así que guardé silencio para entender que ocurría. Pablo decía: -"... ¡La Vero es una nena, es una nena! Esto no me puede estar sucediendo a mí, si yo la crié bien, le enseñé a respetar a los demás, le
inculqué el amor a Dios, y sobre todo el amor a la vida que Dios nos dio ¡Como que se quiere matar! Me di cuenta que lo tenía mi amigo entre sus manos era una nota de despedida de su hija. Entre todos tratamos de consolarlo y de convencerlo que no sucedería nada malo. Pero el parecía no escuchar estaba tan ensimismado que daba la sensación de que estaba solo. Luego de unos instantes de silencio, Enzo que hasta el momento no había abierto la boca y parecía estar analizando el cuadro, comenzó a dialogar con Pablo en una forma muy especial. Enzo le preguntó: -¿La muchacha dio alguna vez indicio de conducta suicida? -No, respondió Pablo, lloriqueando y limpiándose la nariz con el borde de la manga. -¿Manifestó cambios bruscos de humor o algo que en su temperamento que antes no fuera habitual? -No, no...Que se yo. -¿Regaló algunas cosas, colecciones preciadas por ella u objetos personales o algo que pudiera presuponer que estaba por tomar una decisión como es el suicidio? -¡No lo se, no lo se! Volvió a decir Pablo y tomándose la cabeza con las dos manos irrumpió en un llanto descontrolado. Enzo lo tomó por los hombros casi abrazándolo y salieron juntos del bar. Supongo que lo acompañó hasta su casa. El flaco, Carlitos y el gallego se fueron casi atrás de ellos comentando lo ocurrido. El pelado Marcos no dejaba de rascarse la nuca, tic que le aparece cuando esta nervioso, tic que obviamente posee desde que tenía pelo, hace ya muchos años de eso. Pedí un café para cada uno, él ya iba por el cuarto pero considerando la situación quizás nos tranquilizara un poco. Ni él ni yo emitimos palabra alguna y en el silencio empecé a recordar las palabras tan precisas de Enzo y las preguntas tan directas y tan especiales. No cualquiera hubiera interrogado de manera tan incisiva y me pregunté si Enzo sería investigador privado o quizás psicólogo. ¡Sí! ¡Eso es!
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Afirmé en mi mente, el hombre es psicólogo. Por eso hizo que Pablo explotara en lágrimas y luego lo acompañó y seguramente por eso pudo contenerlo mejor que nadie. El mozo nos trajo los cafés, los bebimos casi indiferentes y luego nos marchamos por separados. El jueves llegué temprano al bar, no había ningún conocido, salvo las personas que con frecuencia suelo cruzar por allí, pero que nada sé de ellas. Aunque ahora que lo pienso un poco mejor, de Enzo mi nuevo amigo tampoco se mucho, por no decir nada. Solo estoy convencido que es una persona muy instruida, muy culto y que además usa siempre un impecable traje azul marino. Veo pasar la figura de mi amigo en cuestión y en un instante está sentado a mi lado. Juntos miramos por la ventana y él empieza a hablar sobre las construcciones de las casas antiguas que vemos enfrente. Define estilos arquitectónicos, épocas de construcciones y hasta reconoce la vieja casona de la esquina que fue construida por el arquitecto...En una fracción de segundos pensé, y rápidamente aseguré que el era arquitecto y no psicólogo o cirujano como creí primeramente. Enzo interrumpe sus explicaciones sobre el tema para invitarme a su casa a tomar un whisky, invitación que acepté sin pensarlo demasiado pues así podría confirmar cual era el estudio que mi amigo tenía al ver el diploma colgado. Aunque en este momento aseguro que es arquitecto. Nos levantamos y nos dirigimos a mi auto ya que Enzo se maneja en colectivo. En las cuadras que hay del bar a su casa, mi mente no se quedaba tranquila y no dejaba de pensar en Enzo. ¿Cómo sería su casa? ¿Tendrá su estudio de arquitectura allí mismo? ¿Será psicólogo como pensé antes? ¿Tal vez tenga una clínica, como creí en un primer momento? ¿Y si quizás...? Es allí, dijo mi amigo, señalando con el dedo una casa cuyo frente era muy humilde pero pintado con muy buen gusto. Al entrar noté que la casa era más humilde por dentro todavía. Que contradictorio con lo
que yo esperaba encontrar, pensé y para mayor asombro de mis ojos en dicha casa no había absolutamente ningún libro, ni uno solo. ¿Cómo podía ser esto, siendo el dueño de casa una persona tan culta? Mi amigo me invitó a sentar y sirvió el whisky prometido. Lo miré a los ojos (en realidad miré a uno de sus ojos, porque el otro como es de público conocimiento, miraba hacia el costado) y le dije directamente para satisfacer mi curiosidad. -¿Es usted arquitecto, verdad? -No, respondió él fríamente. -¿Psicólogo?, lo supe enseguida... -No, tampoco soy psicólogo. -¿Médico clínico o cirujano?, lo supe desde el primer instante en que lo vi. -No soy nada de eso respondió interrumpiendo mis intuiciones y sonriendo, lo cual me incomodó bastante, ya que me sentí fuera de lugar y sin saber que decir. Prosiguió:" No soy psicólogo, ni arquitecto, ni médico, es mas, no tengo ningún título... Un sacudón me despertó de repente. Estaba sentado, viajando en colectivo y me parece que tuve un sueño. Me costó un poco, abrir los ojos porque el sol entraba furiosamente por la ventana. Miré a mi alrededor casi todo el pasaje era gente joven, como de facultad. Dos señoritas viajaban paradas en el centro del pasillo, una de ellas tenía una carpeta con un calco que decía "medicina". Apoyado en el caño de la puerta trasera había un pelilargo, bastante desalineado con un libro en el que en la tapa se podía observar el dibujo del rostro de Sigmund Freud. Una rubia muy bonita iba sentada en el último asiento de dos con un libro abierto sobre su falda, y en el margen superior alcancé a leer "arquitectura del siglo XVlll" Al lado derecho había un señor de traje azul marino impecable, leyendo con un ojo los apuntes arquitectónicos y con el otro mirando a las futuras médicas. Entonces comprendí.
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LA CRIATURA Anochecía. Conducía mi vehículo continuando con la rutina de todos los días. Siempre el mismo camino, siempre el mismo destino. Nada parecía estar fuera de lugar. El embotellamiento en la avenida, como siempre. Todo el mundo loco corriendo de acá para allá, la música a todo volumen en todos lados, un caos; En otras palabras "la realidad de todos los días". Recuerdo que mi coche se detuvo, yo trataba de darle marcha pero todo era inútil. Comencé a sentir calor. Transpiraba. Bajé del auto y recuerdo que en es momento pensé "algo no está bien" sin imaginar certeramente lo que viviría en los próximos minutos. Luego de revisar el motor y decepcionado de mí mismo por no poder arreglarlo, decidí llamar a un experto en la materia para que lo hiciera. Pero antes que pudiera realizar cualquier movimiento, note que todos los autos estaban deteniéndose. Algunos frenaban con cuidado y otros chocaban torpemente. Tuve la sensación de estar en el lugar equivocado y a la hora equivocada. Algo no estaba bien y ya no era un presentimiento. De pronto en medio de la carretera con los autos parados y ante el desconcierto de todos, vi en el cielo" rosado" una enorme nave. La parte central era de color rojo y tenía unos tubos blancos a su alrededor lo que la hacía de una forma irregular. Era inmensa y a medida que se acercaba realizaba giros en "S", supongo que para disminuir la velocidad, cuando faltaba poco para tocar el suelo desplegó unas rueditas que ayudaron a esa nave tan extraña a mantenerse en equilibrio, pero eso no ayudo a que nuestro planeta no temblara cuando esta aterrizó.
“Nuestros ojos" estaban cegados por la incertidumbre de aquel momento. Se abrió una compuerta y luego en forma automática salió del centro una escalera corta, transcurrieron unos pocos segundos hasta que algo mas sucedió, pero para mí fue una eternidad. Desde el lugar donde me hallaba varado podía ver lo que ocurría en el interior de la nave ya que sus paredes internas eran transparentes de algún material seguramente desconocido por mí. Pude observar como los tres tripulantes se dirigían hacia la puerta principal y uno de ellos, el más alto, dio varios saltos y rápidamente se encontró afuera, los dos restantes lo imitaron y así fue como en un instante esas criaturas estaban pisando nuestro planeta. Me acerque un poco para ver mejor ya que estaba oscureciendo y " mis ojos" tenían que adaptarse todavía a la escasa luz. Aun hoy recuerdo ese momento, de tensión insostenible en el que mi mente siempre inquieta no dejaba de experimentar sensaciones nunca antes vividas. Llamó mi atención el silencio que se produjo, era un silencio aterrador ya que todos quedamos inmóviles ante tanta soberbia. No podíamos comprender como esos seres se atrevían a pisar nuestro planeta sin dar al menos una señal, un código, algo que nos tranquilizara un poco. Absortos, no dejábamos de mirarlos, solo esperábamos que fuesen inofensivos ¿Pero... cual sería el fin de su visita? Creo que todos nos preguntábamos lo mismo. Aun recuerdo cuando la criatura se quitó una especie de casco que traía puesto, era amorfa y descolorida Algunos se desmayaron al ver ese cuadro de espanto, nunca antes habíamos visto criatura similar. Ellos estaban aun cerca de la nave, permanecían quietos, observaban todo con mucha cautela. Creo que estaban tan asustados como nosotros, porque su reacción fue parecida a la nuestra. Transcurridos algunos minutos, emitieron algunos sonidos, pero nunca pudimos saber que trataban de decirnos. Era algún tipo de lenguaje primitivo que salía por
un orificio que había en sus rostros luego nos miramos largo rato y tratamos de entendernos cada uno en su lengua pero todo fue inútil. Intuimos que venían en son de paz, y decidimos no agredirlos. El tiempo ha transcurrido y tanto a las criaturas como a nosotros nos ha costado aceptar al otro como un semejante. Quizás nos costo porque las diferencias físicas son muy notorias, ya que ellos poseen una cabeza, un tronco, dos extremidades superiores, dos inferiores y el lenguaje distinto. Ellas tuvieron que aprender el arte de la comunicación sin palabras, tuvieron que desarrollar la comunicación telepática, esa fue una de las forma que esas horribles criaturas terrícolas pudieran habitar nuestro planeta.
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LA PERRITA MÁGICA Voy a contarles una historia que sucedió hace mucho tiempo, cuando Fofi, mi perrita tenía tres años. Ella es de raza dálmata, igual a la de la película pero no es la misma. Porque Fofi es muy especial, estoy segura que debes querer que te cuente porque es especial y yo voy a darte ese gusto. Voy a contarte algo que seguramente no te imaginas ¿sabes que le pasó a Fofi? En una tarde con sol, de esas que no hace ni frío ni calor, salí a pasear con Fofi, como siempre lo hacía, a ella y a mí nos gusta sentir el viento suave, y el sol tibio en nuestra piel. También nos gusta oler el perfume de las flores y correr tan rápido como podamos, y aunque yo siempre corra súper veloz ella siempre termina ganado. Esa tarde caminábamos muy tranquilas por nuestro barrio, allí hay muchas casas con plantas y muchísimas flores y Fofi se paraba a oler cada una. En un momento pasamos por una casa que tenía unas flores amarillas, grandes como girasoles y muy bellas .Cuando mi perra se acercó a olerlas, algo mágico sucedió, algo que nunca antes le había pasado... a medida que Fofi aspiraba el perfume de las flores se iba cambiando de color ¡sí! Aunque no lo creas se fue transformando hasta quedar toda del color de esas flores. Yo la miré asombradísima, mi perra fue siempre blanca con sus manchitas negras. Ahora tenía una perrita blanca con manchitas amarillas, estaba rara pero me parecía divertidísimo. Luego de caminar algunos metros con su nuevo traje, se detuvo a oler unas violetas que estaban alrededor de un árbol y mágicamente se fue transformando, todo lo blanco se tiñó de violeta y las manchitas seguían amarillas.
Yo la observaba y le dije: "Fofi este color te queda mas lindo, pero si tuvieras las manchas rojas me gustaría más". Ella empezó a correr como una loca, tanto que mis pies no podían alcanzarla. De pronto se detuvo en una plaza donde había una enredadera con campanitas coloradas. Empezó a oler profundamente y.... sus manchitas ahora eran del color que yo quería. Le dije: "¡estas muy linda!... Pero si pudiera ver como te queda el color celeste" Me miró y enseguida buscó unas flores de jacarandá para espirar su olorcito y teñirse nuevamente, se sentía muy feliz de poder complacerme. Cuando la vi le dije, "estás hermosa", ella empezó a dar vueltas en el lugar y saltaba alegremente, y en un momento hasta me asusté, no sabía que le estaba sucediendo. Luego dio vueltas a mí alrededor y comenzó a correr, entonces yo la seguí. Corría tan rápido que me cansé y no pude más, entonces me senté. Ella se acercó y cuando la miré tenía unas alas enormes de color dorado y con una tierna voz me dijo "Subí que te voy a mostrar un lugar maravilloso "Me subí sobre su lomo con miedo a hacerle daño ya que como todos sabemos los perritos no son animales muy grandes y mucho menos fuertes como para subirse sobres ellos. Pero Fofi ya no era una perrita cualquiera, era una perra mágica y estoy segura que no adivinas a donde me llevó....En ese viaje único fuimos hasta donde nace el arco iris, fuimos a visitar todos los colores y Fofi se cambió el color de su pelaje tantas veces como tuvo ganas. Luego me cargó nuevamente y fuimos volando hasta donde termina el arco iris y allí conoció un hermoso perro que también era multicolor y se enamoraron y volando juntos los tres regresamos hasta mi casa y luego de dos meses no sabes que sucedió en el patio de mi casa. Fofi fue mamá de quince cachorritos y como no podía ser de otra manera todos fueron de colores diferentes, había cachorritos celestes con manchitas naranjas, otros eran rosas con
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verde, había también verdes y blanco, y algunas otras combinaciones de colores. Y el último cachorrito remolón para nacer fue la gran sorpresa porque nació blanco con pequitas de todos los colores que se te pueda ocurrir.
EL TATUAJE Eran las ocho de la noche, Claudio esperaba en la galería para realizarse aquel tatuaje que tanto tiempo postergó. Resonaban en su cabeza las palabras de su abuelo Manuel diciéndole:" Por lo menos no te tatúes un ancla, te llevará al fondo del mar, y mucho menos un tiburón." Al entrar al local, no esperó que le preguntaran que tatuaje quería, lo tenía decidido desde hace mucho tiempo. Pese a la oposición de su familia, Claudio se hizo tatuar un tiburón azul en el hombro. No escuchó ni a su abuelo cuando le dijo que los marineros desaparecidos en el mar, no lo hacían por el canto de las sirenas como cuenta la leyenda, sino por los tatuajes que cobraban vida cuando al agua salada del mar le iluminaba la luz de la luna llena. Días después...Un titular en el diario. "Otro joven desaparecido misteriosamente en Mar del Plata".
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LA MACROBIÓTICA Ella era una mujer normal, con una vida normal. Logró todo lo propuesto en la vida. Se casó con el hombre que amaba y tuvo los hijos que quiso tener. Consiguió trabajar en aquello que siempre aspiro. Tuvo su casa, su auto y hasta el gatito siamés que se relamía los bigotes al oírla llegar. Ella era rutinaria como pocas y el animal sabia que al entrar, prepararía un café y calentaría la leche para él, y es por eso que con sus ojos de felino gastaba su imagen de tanto mirarla. La vida de Mariana, era muy activa, no le sobraba el tiempo para realizar algunas actividades que le gustaban. En realidad su vida era la misma de tantas mujeres que trabajan a un ritmo alocado por las exigencias; Se perfeccionan porque así se requiere; Se encargan de la limpieza de la casa y de la crianza de los niños, llevarlos a ingles, computación y demás actividades extra escolares. Cuando llegaba la noche estaba exhausta y casi no cruzaba palabra con su esposo, cuyo ritmo de vida era similar pero con ocupaciones diferentes. El ritmo acelerado que se vivía en ese hogar obligaba la mayoría de las veces a alimentarse con comidas rápidas, cocinadas en microondas o fritas. En otras ocasiones llamaban a algún delibery o salían del paso con la típica comida “chatarra”, ( menú que a todos los integrantes de la familia le agradaba) La existencia de Mariana cambió de repente cuando cerro el lugar donde trabajaba y, como tantas otras personas, quedo desocupada. Comenzó a buscar otro trabajo pero no conseguía nada. Entonces su marido le sugirió que aprovechara para estar más tranquila en su
casa y realizar otro tipo de proyectos. Esto no le sonaba tan mal, pero habría que adaptarse. Estando mas tiempo en la casa descubrió que le gustaba cocinar y el tiempo libre que le quedaba lo dedicaba a navegar por Internet. Una vez, buscando unas recetas de cocina encontró algo que le intereso mucho, y que definitivamente cambiaria su vida. “La dieta macrobiótica tipo”. Una forma de alimentación que ella desconocía basada mayormente en cereales, algunas verduras, sopas, porotos y algas. Ocasionalmente se puede comer algún tipo de pescado o marisco de los menos grasosos. (obviamente alimentos que en aquella casa se desconocían)Nada de bebida estimulantes y alguna fruta de vez en cuando, en compota de ser posible. Ella se obsesionó con este tipo de alimentación y comenzó a investigar el tema. Un buen día sin consultar nada a nadie, tomo la decisión y se transformo en una macrobiótica estricta( y su familia también sin saberlo o quererlo). Su marido le reclamaba que quería comer carne, tomar leche o comer huevos. Ella respondía –“Si los huevos no son orgánicos hacen mal y la carne es difícil de digerir, por lo tanto debe evitarse”. En cuanto a la leche repetía algunos conceptos estudiados de memoria como por ejemplo:-“El hombre es el único ser vivo que en su adultez sigue su alimentación con leche, y además de otra especie. Eso es ir contra la naturaleza.” Ella tenia una respuesta adecuada para cada cosa que se le cuestionara y lo que no lo sabia lo averiguaría pronto. Marcos estaba un poco cansado de esa nueva vida y continuamente le reclamaba a su esposa y sus hijos también lo hacían. Los pequeños lloraban de emoción cuando alguien los invitaba a algún cumpleaños, pues allí podrían comer panchos, hamburguesas y todas aquellas comidas “prohibidas” por su madre. La relación entre Mariana y Marcos se estaba
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empezando a poner muy tensa. A él se lo veía muy nervioso, pese a que su mujer ya no le servia café, por ser esta una bebida estimulante. Los amigos ya no frecuentaban la casa, artos de las conversaciones sobre el equilibrio yin-yan en el universo, la naturaleza y los alimentos. Marcos era una persona paciente, por demás de paciente, decían sus amigos. Pero un día como tiene su limite, se canso. Fue el día en que su mujer le ofreció de cenar milanesas de mijo, con brotes de alfalfa. No sabia si sentirse pájaro o caballo. Lo cierto es que cuando después de la cena ella le sirvió un té de mu (receta milenaria de Japón que halló por Internet) entonces tomo luna decisión. Ante la insistencia de Mariana por aquella vida macrobiótica, él le comunico que lo había convencido, que también creía que era la mejor manera de alimentarse y vivir sanamente. Le dijo que seguiría ese tipo de dieta pero que quería realizar una cena de despedida de la vida normal, por así decirlo. Paso una semana y por fin llegó el gran día. Comenzaron a llegar los amigos y parientes, todos elogiaban el exquisito aroma que procedía de la cocina. Del menú se encargo exclusivamente Marcos. Era muy colorido, variado y sobre todo a base de “carne”. El se lucio con la presentación del plato y por eso todos lo aplaudieron. En realidad no todos, ya que su esposa no asistió al banquete, por no ser invitada, aunque “de algún modo “ estuvo en la mesa.
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ASESINATO EN EL VECINDARIO * *Cecilia y Jorge Galetto
Era domingo por la tarde, llovía. El viento soplaba mas fuerte que de costumbre y el frío de agosto se calaba por los huesos movilizando hasta la última fibra. Todo estaba propicio para quedarse en casa leyendo un buen libro. Decidido ya, tomé un libro de mi biblioteca y me senté cómodamente en el sillón que habitualmente utilizo. Comencé a leer por el primer capítulo directamente omitiendo el prólogo, como es mi costumbre. En un momento muy intrigante de mi lectura, un pequeño ruido distrajo mi atención. Fue leve pero agudo y provenía del departamento de arriba; Tras esta corta interrupción finalicé el primer capítulo de ese apasionante libro “Asesinato en el vecindario”. Al comenzar el segundo (cuando el asesino mata a su vecina) oigo nuevamente el ruido desde el departamento de la señora Fornero, que se ubica exactamente arriba del mío. Me pregunto que estará haciendo una anciana como ella para “meter” tanto alboroto. De todos modos decidí seguir con mi libro y no hacer caso a esos ruidos, porque sino... Luego de unos segundos, otra vez los ruidos, pero ahora con mas fuerza que antes, esto me sorprendió bastante y empecé a irritarme. Pensé en hacerle saber a mi vecina que “sus” ruidos me molestaban, pero preferí esperar, pues tendría que parar alguna vez. Quise luego retomar la trampa del “asesinato en el vecindario” pero me fue imposible, era tal el ruido que estaba enloqueciendo. (como el asesino de mi libro) Resolví entonces ir a visitar a mi vecina para
manifestarle personalmente mi disgusto por el bullicio que estaba haciendo. Llegué a su departamento y toque timbre, pero no contesto, igualmente le grite unas cuantas cosas y volví a mis ganas de leer. Otra vez ya sentado en mi sillón y volviendo a “mi asesinato...”Descubrí casi con asombro que los ruidos habían cesado; Fue solamente un instante, ya que no había terminado de pensar en eso cuando comenzaron de nuevo para alterar mis nervios. Ya casi al borde de la locura decidí llamar a la policía y pedirle que obligaran a la señora Fornero a acallar los ruidos insoportables que provenían de su departamento. Tome el teléfono y le explique al comisario Palmucci, el me prometió tomar cartas en el asunto y a los veinticinco minutos ya estábamos frente a la puerta del departamento 421 que correspondía a la señora Fornero. El sargento toco el timbre, pero al no obtener respuesta golpeo con sus nudillos fuertemente; Los ruidos callaron, silencio total. Nuevamente golpeamos y otra vez la respuesta no acudió a la cita. El sargento tomando una determinación decidió forzar la puerta, lo intento dos veces y al final dejo ya de resistir y abrió. Al ver el interior quedamos lo dos perplejos. Creo, en realidad estoy seguro, ninguno de los dos vimos en nuestras vidas cosa semejante. El cuadro parecía de ciencia ficción. Luego el sargento disparo tres veces con su reglamentaria y exclamo ¡En mi vida he visto cosas raras pero jamás un ratón de ese tamaño. Como la propietaria del departamento no se encontraba, me pidió gentilmente que me encargara de limpiar y del cuerpo. Acepte de inmediato, pues en cierto modo yo era el responsable de los hechos. En agradecimiento al comisario, lo invite a mi restaurante, ya que ocasionalmente cena allí con su esposa. Al abrir la carta de comidas, noto que habían cambiado la especialidad de la casa. En el menú se podía leer -hoy sugerencias del chef “empandas “sorpresas” al horno.
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EL JUICIO FINAL Cada tanto, aparece entre la sociedad el “síndrome del Fin del Mundo”. Siempre algún “iluminado” calculó matemáticamente y asegura que según lo predijo Nostradamus el fin del mundo se producirá tal día, otros salen al encuentro con declaraciones tales como “... según nuestros cálculos y analizando también La Biblia, El Corán, la Tohra, Confucio o la cultura maya, el final de los tiempos, el Apocalipsis, el día glorioso, la ascensión total se producirá tal otro día.” El resultado siempre es el mismo, si no fue hoy, será otro día. Todo esto me recuerda hace unos años...
_ ¿Cuánto pesa el alma? _ Realmente es muy liviana, oí decir que 21 gramos, pero eso lo vi en una película, es solo aire; Lo que sí tiene es volumen. _ ¿Cómo que tiene volumen y dónde? _ ¿Oíste hablar de la cuarta dimensión? Es algo así, existe en el mismo lugar que nuestro cuerpo. Cuando morimos y nuestro cadáver se consume, el alma o el espíritu como quieras llamarla ocupa ese lugar. Este tema nos apasionaba, podíamos estar horas hablando sobre la existencia de la vida después y antes de la muerte, de cómo los espíritus influyen en la vida cotidiana, de cómo el alma de un condenado a muerte se resiste a morir y otras cosas por el estilo. En setiembre de 1999 se comentaba que ocurriría el fin del mundo, algunas sectas se preparaban para lo que esperaban fuese el final de los tiempos, construían refugios
subterráneos, con alimento para tres meses, por lo que pensaban que en ese tiempo volvería todo a la normalidad. Otros decían que ese final sería cuando Jesús volviese por segunda vez con gloria a juzgar a los vivos y a los muertos; Es decir no habría destrucción ni guerra, solo un final en paz pero rindiendo cuentas. Por esa época yo trabajaba en el cementerio Parque de la Eternidad de Granadero Baigorria, una ciudad cercana a Rosario, y ese día, precisamente ese día estaba de guardia. En el fondo del campo santo, cercano al lago artificial que construyeron de acuerdo a indicaciones de un tío del dueño que viajó por diferentes zonas del mundo y estando en Laos, en el Gran Hotel Cervantes, propiedad de José Figuereido Ledesma, un portugués que hace más de treinta y cinco años viajó a esas tierras en busca de aventuras. Era un tipo apasionado de los cuentos fantásticos de Oriente. Había soñado con un lago de esas características y con patos y cisnes, que también habitaban el estanque en el cementerio. Ese día, el día del fin del mundo, cercano al lago se hundió una parte, literalmente se hundió casi un metro de profundidad, exactamente el sector Paraíso, cada sector tiene nombre de una especie arbórea de la zona. Seis parcelas de ese sector se hundieron, todas estaban vacías, es decir sin ningún difunto inhumado. Este caso curioso en principio fue solo eso, un caso curioso. Un vecino de la zona a los pocos días se acercó por mi guardia ya que cada cuatro jornadas, cumplía mis obligaciones en ese lugar, diciendo que en su barrio, lindero al fondo del cementerio, se había hundido la tierra y él mismo excavó en ese lugar y encontró unos huesos. Los llevó a al museo de ciencias naturales donde un especialista, el antropólogo y arqueólogo Julio Cesar Silva, determinó que pertenecían a un pueblo aborigen prehispánico de la zona, los Bairúes, emparentados con los Timbúes algo más conocidos, que habían poblado estos
lugares y tenían sus enterratorios por la región que hoy ocupan los campos santo, ya que del otro lado de la vía del ferrocarril que va a Tucumán están los cementerios El Redentor y Paz Eterna. Estos aborígenes tenían la creencia que al final de los tiempos debían rendir cuentas ante el creador del cielo y de la tierra, de los pájaros, de la lluvia, de los cultivos, de los ríos, de las rosas y hasta de ellos mismos, el Arhaguach y es por ello que adornaban a sus muertos como para una fiesta, porque se reunirían con él. Tapaban con cera los orificios de la nariz del muerto, para que el alma no tuviese oportunidad de salir del cuerpo. Pues a la caída del sol es cuando las almas abandonan los cuerpos. Las almas de los pecadores permanecerán con el cuerpo hasta que el Juicio Final llegue, las almas buenas irán al cielo directamente, las otras para pagar la condena permanecerán pudriéndose con el cuerpo y teniendo conciencia de lo que ocurre. Este era el pensamiento Bairúes, según me comentó Miguel Palacios un atardecer que estuvimos hablando de las distintas interpretaciones de la vida y la muerte en las distintas religiones y paganismos del sur del continente americano. Al cabo de un tiempo comprendí que el Juicio Final había comenzado ... ...por los muertos.
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EL SECRETO AZULMARINO Bernardo Medina orinaba azul, algo raro, insólito pero real. El hombre estaba y el inodoro de su casa daba muestra de la aseveración anterior. No era pintura como nosotros la entendemos ni orina con color, era una sustancia líquida acuosa que teñía lo que tocaba como lo hace el agua-lavandina con la ropa de color. Le hicieron todo tipo de estudios y análisis posible y todo fue inútil, todo normal menos el color, el aspecto y la densidad adecuada y hasta el pH estaba dentro de los valores normales, solo el color alterado, azul marino. Solo en una ocasión le descubrieron hierro de origen hemoglobínico. De esto derivó en un estudio por anemia hemolítica producida por un exceso en la administración de azul de metileno cuando se interno en el Instituto por una infección urinaria severa; Los médicos descartaron de plano que este fuese el motivo del color de la orina de Bernardo. Se llegó a decir mil cosas sobre el origen de este fenómeno. Dicen (no aseguro nada) que fue en un viaje en barco a Ciudad del Cabo; Cuando se zambulló desnudo en las aguas del océano, a mar abierto, y lo pico-mordió una anguila eléctrica justo ahí, estando desnudo. Le produjo entonces una reacción química a nivel vejiga combinada con las aguas saladas de ese profundísimo mar azul Habladurías o no. Orinaba azul y manchaba. Otra versión nos refiere a algo mas cercano y con mas testigos. Bernardo consultó al Doctor Nestor Brizio de la Clínica de la Piel por un sarpullido que le molestaba desde
hacia un tiempo. El médico le aconsejó que se hiciera baños de inmersión con un sobre de sulfato de cobre y zinc en una bañera llena de agua tibia. Dicen que en uno de esos baños diarios una tarde que las nubes comenzaban a cerrarse sobre los techos y árboles de Granadero Baigorria y los truenos y relámpagos espantaban hasta a los Testigos de Jehová que decidían dejar su predica domiciliaria hasta otra jornada mas favorable en el ánimo de la gente, cayó un rayo, como uno de los tantos que destruyen árboles y pararrayos incluso similar al que quemó el sistema de cómputos de la municipalidad (cosa que alegró a algunos corruptos), no en cualquier sitio, este rayo fue atraído por el agua del estanque que estaba ubicado a 20 metros de la casa de Bernardo en momentos en que éste tomaba uno de sus baños de inmersión. Cuentan que por la cañería corrió la descarga eléctrica hasta la bañera. Esta teoría me animo a aceptarla, pues días después Osvaldo, un plomero muy conocido, estuvo actualizando la red sanitaria, sustituyó el plomo por cañería plástica forrada en teflon. Dijo el plomero que la bañera de hierro se deterioraba mucho con el contacto con el plomo y que además era tóxico. En ningún momento mencionó el rayo en el estanque. Habladurías o no. Orinaba azul y manchaba. Bernardo fue padrino de nacimiento de mi hijo y un año después viajó a Europa. No tuvimos noticias de él hasta ayer que Alejandro cumplió la mayoría de edad y recibimos un telegrama desde Alemania. Hoy me comuniqué vía e-mail y chateando me informó que hacía tres años que estaba trabajando para la fábrica de automóviles Mercedes. Justo para la época que apareció en el mercado el modelo 324S color azul marino que nadie pudo imitar. Dicen que tienen una formula secreta para lograr ese color y Bernardo Medina la conoce.
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¡BAJATE CONMIGO! El calor resultaba sofocante, la tarde estaba metamorfoseándose en noche y el resplandor rojizo aumentaba la sensación térmica. El ómnibus se detuvo y ascendieron dos morochos ebrios, uno vestido con la camiseta de los salaítos de Argentino y un pantalón auriazul, el otro el mas alto llevaba unas bermudas mugrientas y una remera negra con dibujos obscenos. Caminaron por el pasillo entre tropiezos e insultos y se pararon junto a la puerta posterior, es decir al final de la línea de asientos dobles, las ventanillas estaban abiertas y corría un aire caliente que quemaba el rostro de los pasajeros. La tarde aunque muriendo aún dejaba sentir el pesado ambiente del verano rosarino con mucha humedad y mosquitos. Los dos borrachos, quisieron, intentaron mantener una conversación entre sí y no podían ni mantenerse parados. Me bajo en el Súper Avenida, vos tendrías que bajarte conmigo –dijo el salaíto Yo tengo un pedo que no veo – dijo el otro Te aviso cuando bajo ¡No me vayas a dejar solo! – gritó ¡Abrí la puerta de atrás! – imperó un pasajero secándose el cuello con un pañuelo algo sucio ¡No se aguanta el calor! – dijo el muchacho que permanecía sentado junto a la puerta, casi sin respirar ¡Y la baranda a tinto! – agregó su compañero El chofer movió una manivela con la mano izquierda y la puerta se plegó sobre si misma dejando el hueco en toda su magnitud para que ingrese el viento sudoroso del
incipiente anochecer. Las casas con sus jardines arbolados pasaban por las ventanillas a una velocidad constante de dos mansiones por segundo. El pelilargo que transmitía mensajes de sexo humano-animal y mugre, desplegó un sinnúmero de términos irrepetibles por una boca acostumbrada a las pastillas de miel y caramelos 'Media hora', sobre su compañero. Se recostó sobre el soporte del espejo que reflejaba la frente amplia y brillosa del chofer con sus ojos incrustados en el cristal, viendo los movimientos de los dos únicos pasajeros que viajaban parados. El otro, el más gordo, que a esa altura del viaje ya se había quitado la camiseta albiceleste, comenzó a contraerse sobre su estomago, se tomó la panza, se inclinó hacia adelante y llevo sus dos manos hacia la boca, sus pómulos crecieron como globos de cumpleaños; En ese mismo momento un pasajero que estaba sentado muy cerca de los borrachos se levantó y al grito de ¡Último recurso! Lo empujó por el hueco de la puerta. El gordo viendo a su compañero volar como lo hizo el arquero de Argentino el fin de semana pasado cuando atajó el penal, saltó por la misma abertura tras su amigo. Y me pregunto: ¿el alcohol incrementa la amistad o el miedo a quedarse solo?
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EL FUTURO EN EL TRAVESAÑO El tren pasaba por la ventana, el rítmico golpeteo de las ruedas contra los rieles se mezclaba con un tango que sonaba muy suave. Los barrotes en las ventanas antiguas y gastadas del bar semejaban a una celda. Junto a la pared colgaba una foto del equipo campeón de 1959 Cuando el club aún tenía actividad. La pintura al aceite llegaba a la altura de las sillas, el resto pintado a la cal no recordaba el acercamiento de un pincel desde hacía tanto tiempo que podía leerse sobre la ventana ”Lucy y José 1-7-69” José Reggiardo es el actual Jefe comunal y Lucy, su novia de juventud, es la dueña del bar contiguo al Alumni Football club. Se distanciaron en la primavera del '71 dos días antes del último partido oficial que la liga Zavallense jugara en Pradera. El partido fue muy reñido, Alumni debía ganar, con el empate perdía la categoría... y la vida. En el minuto 22 del primer tiempo Domínguez del Atlético de Pérez le heló la sangre a todos los hinchas Praderenses; Uno a cero, descanso y muerte. Al comienzo del segundo tiempo Domingo Mello de cabeza para Alumni y a soñar... Faltando seis minutos, penal y gol de Mello. El cielo en las manos. Con el tiempo casi cumplido, nuevamente penal, la gran oportunidad de asegurar la gloria, esta vez Reggiardo se planta frente a la pelota, (el actual Jefe de la Comuna era un buen defensor y tenía el remate más potente de la zona). Tomó poca carrera con relación a otros partidos, pero la velocidad del disparo no varió, fuerte como siempre, un
derechazo impresionante... La pelota se elevó mas de lo previsto y se estrelló en el travesaño del lado derecho del arquero, rebotó hacia un costado Domínguez de ahí le pegó de alto al arco, 60 metros. La pelota se elevó, los sueños del pueblo iban en ese remate, las angustias, los deseos, los besos, las broncas, todo en una pelota que comenzaba a bajar, picó en la media luna del área, los gritos, los llantos, el arquero volvía desde el medio del campo de juego, el árbitro llevó su silbato a la boca y sopló muy fuerte, tan fuerte que la pelota entró en el arco y terminó el partido. ¡ Si Reggiardo hubiera pateado afuera! ó ¡ La hubiese tirado por arriba! Pero el inconsolable soteador la impactó en el travesaño... Por suerte se dedica a la política, dicen algunos viejos hinchas de Alumni. Aunque también gracias a él perdimos la categoría de ciudad. Ahora somos sólo un pueblo sin estación de tren, con los impuestos mas alto de la provincia, sin asistencia médica, cerró el cementerio y por decreto somos todos Josecianos pues le cambió el nombre a Pradera por el irónico “San José del Tren”... Si hubiera pateado Mello sería otra la historia...
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AMOR INCOMPRENSIBLE Román se enamoró de una sirena. El amor es algo incomprensible, fuera de la razón, no existe nada capaz de explicar ese sentimiento. Es amor. Conciente estaba que el amor verdadero no se compra ni se vende, no tiene precio. Román se moría de ganas por hacer una oferta económica interesante y así poder tenerla toda la vida a su lado, siendo él su único dueño legal... y con papeles. El amor, sabemos que lo puede todo. Viajó mas de 800 kilómetros para encontrarla nuevamente como en el verano anterior cuando la conoció. Fue en Pinamar, una mañana nublada de enero, caminando por la costanera, frente al Hotel de sus amigos los hermanos Manuel y Rogelio García. Ella estaba allí, él la vio y no pudo resistir la tentación de gritar de felicidad y así lo hizo. Algunas personas salieron alarmadas por los gritos, pero no le importó. Estaba enamorado. Por las noches soñaba con ella y en el día los rayos del sol haciendo reflejo en alguna vidriera le traía su imagen, su forma, su luminosidad incomparable lejos de la raza humana. El amor es así, uno ama más allá de los límites, no mide las consecuencias, es irracional. La gente siempre critica duramente si el amor no es tradicional, convencional. Román sufría estos reproches por parte de su familia y de sus amigos. Decían que jamás tendrían hijos y además cuando había corte de energía eléctrica, no sonaba ni encendía las luces.
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YOGURT DE DURAZNO ¡Estoy cansada de que me coman el Yogurt! Esta fue la desesperada frase que dijo Doña Matilde poco antes de ser vista por última vez en la Residencial para ancianos ubicada sobre la avenida. Los directivos de institución geriátrica alarmados por la situación, llamaron a una reunión a la que asistí en mi carácter de asesor de imagen. Esta noticia era realmente negativa para la reputación ganada (o fabricada) en los últimos cinco años. El director estaba desencajado, pedía cada tres minutos un cigarrillo, no lo encendía, lo tritura entre los dedos antes de llevárselo a la boca. El administrador sentado a la cabecera de la mesa. Solo decía Trescientos noventa menos al mes. El jefe de seguridad nos aseguró que realizaron todas las averiguaciones posibles. –Movimos cuanto teníamos a mano y más lejos también –decíaLa búsqueda fue imperiosa y los resultados siguieron siendo adversos a nuestros intereses. Dirigimos entonces todos nuestros esfuerzos hacia una investigación en el interior de la institución. Revisamos (dentro de nuestras posibilidades) cada rincón del antiguo y complicado edificio. Daniel Rinaldi, conocedor del comportamiento de los ancianos y detective retirado de la policía era ahora el compañero de habitación del “amigo” de Doña Matilde. Éste le había facilitado el diario íntimo que la anciana llevaba cuidadosamente día tras día desde hace dos años, cuando conoció a Esteban, su amigo. Rinaldi nos entregó dicho diario y se puso a nuestra disposición para investigar lo que fuese necesario.
Nuestro sentido común (el de la comisión directiva mas el mió) nos aconsejó dejar todo en sus expertas y añosas manos que realizaron mas de una pesquisa exitosa. Al aceptar Don Rinaldi comenzó por investigar y descubrir quien le había comido los yogurts a la desesperada Matilde. Un detalle curioso es que los yogurt que le desaparecían era los de saber a durazno, los que tenían frutas. Solamente Nicanor De Lorenzo tenía prohibido el durazno y en su dieta jamás estaba incluida dicha fruta ni ningún derivado de la misma. Cuando se lo intimo al anciano a declarar, de inmediato asumió su culpabilidad y rogó que la encontráramos pronto, extrañaba los yogurt. Pasó cierto tiempo y la noticia se hizo pública. Si bien nuestro prestigio decayó unos puntos, logramos cierto éxito económico al conseguir una campaña publicitaria donde nuestros nobles ancianos eran los protagonistas de los comerciales. Cuatro días después de la emisión del primer comercial regresó Doña Matilde condicionando se estadía a que en su dieta incluyéramos dos yogurt de durazno diario.
AHORA JUBILAN El geriátrico estaba en la cresta de la ola. Nuestra imagen ascendía dia a dia, los comerciales del yogurt “JUBILAN” eran un éxito. Era nuestro mejor momento cuando nos ofrecieron de la empresa “La Lecheríssima” cambiar de yogurt a cambio de varios miles de pesos. Se reunió la comisión directiva y resolvieron lo que el sentido común (del directorio) aconsejó; El yogurt de la lecheríssima tendría a nuestros nobles ancianos como su imagen. Pasó lo que pasa siempre que los de arriba deciden sin consultar a los de abajo.
El yogurt no era igual, el otro era mas espeso, de mejor sabor, mas dulce y con menos calorías y mas vitaminas. Los ancianos se negaban, protestaban pero como cualquier nene caprichoso que no se da con el gusto terminaron aceptándolos; todos menos Doña Matilde que otra vez desapareció del instituto como método de protesta. Hablamos nuevamente con Rinaldi y le confiamos la nueva investigación. Esta vez la octogenaria se llevó su diario, pero el antiguo detective se las arregló para dar con el paradero de Maty ( como la llamaban sus compañeros y hasta los médicos). El primer paso fue conseguir un listado de ventas del anterior yogurt publicitado por nuestros honorables ancianos. Detectar donde se produjo un incremento en el consumo del sabor a durazno y el resto fue muy fácil. La esperaron en la puerta del almacén con un camión decorado con los colores de la marca de yogurt preferido por Doña Matilde, simulando una degustación del tradicional sabor durazno. La anciana entró sola en la boca del león. En esta oportunidad hubo que respetar el convenio con la abuela, a cambio de no dar a conocimiento de la prensa los motivos que nos hicieron cambiar el auspicio de yogurt.
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COLORES Hace un tiempo tuve una visión, no una sensación paranormal, una visión de las habituales que la gente que no está encerrada en una celda bajo tierra como yo lo estoy, puede disfrutar. Hace varios años o meses (no sé, perdí la noción del tiempo) que estoy viviendo en absoluta oscuridad, por decisión propia o mejor aplicado, por necesidad económica. Me propusieron vivir durante cinco años en absoluta reclusión lumínica. Para demostrar una teoría de Arcípides el viejo que data del cien antes de Cristo y hoy día un grupo de científicos ecuatorianos pretenden revalidar. El experimento consiste en someter a un individuo (a mi ) a la absoluta ceguera durante dos mil días, luego se lo expone directamente a los rayos crepusculares rojizos del solsticio de verano con los párpados abiertos durante una hora, dos meses mas oscuridad y luego volver a la vida normal. Suponía la milenaria teoría que la persona expuesta podría “describir” la inteligencia de todos los seres humanos, de acuerdo a una tabla de gama de colores y espesor del halo lumínico que cada persona tiene. Volviendo al tema de mi visión, el recuerdo, lo mantengo fresco porque fue la última. Ví a una mujer, a una bella mujer, a una hermosa mujer de carne y hueso. No ví ningún color fuera de lo normal, pero todavía no terminó el experimento.... ... Pasó mucho tiempo desde la última vez que pude escribir sobre aquella visión angelical de la mas pura belleza femenina. Hoy ya con el experimento terminado y a varios meses de volver a la luz estoy seguro de que Arcípides el
viejo falló en su teoría o los científicos ecuatorianos no supieron traducir el griego antiguo. NOTA: Olvide mencionar a los que me contrataron que soy daltónico...
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SIN RESCATE Entró a la casa un poco agitado y encontró atado a la silla a un hombre. La casa era humilde, con paredes sin revocar, la ventana por la que entró estaba abierta y con los postigos rotos. A seis kilómetros de la ciudad, en pleno campo santafecino. El joven aun jadeante por la corrida se sorprendió con la situación con que se topó. Pensaba estar solo y seguro, y en cambio encontró a un fulano atado a una silla, todo un problema. Increpó al tipo de inmediato y sin medir consecuencias. (no podía medir ya que no pasó de segundo grado en la escuela de su pueblo) _ ¿Quién é usté?, ¿Qué hacé acá? _ Me tienen secuestrado –contestó el atado, mientras miraba por la ventana como esperando que llegase alguien_ ¿Por qué? _ Me confundieron con otro tipo. _ Bueno é problema suyo, yo tengo mucho problema, toy rajando de la cana, me tiraron a mata lo guacho. Afané do mango a una viejita y me buchonearon enseguida. Corrí hasta el campo de Manfredi y me metí por lo choclo. Cuando salí al camino me vieron y me tiraron a mata, me rajé por lo de Caratesta y vine pa'cá que siempre tá vacío. A vece me escuendo acá pero ahora stá vó. _ ¡Soltame las ataduras y me voy. _ ¡Sí, claro! Y cuando vengan losotro ¿que me liquiden a mí? Tá loco. Yo tengo mucho problema. A vece pienso ¡que cosa e la vida, de chiquito me quedé solo con mi viejo y hasta lo dié todo bien. Salía a chorear con mi dijunto viejo pero la cana lo amasijó. Lo hicieron cagá cuando
tábamo robando una verdulería. El verdulero tenía mucha guita, tenía de todo pa comé, banana, manzana, uva, ciruela, ¡como me gustan la ciruela! las roja esa que tienen lo de adentro tambien rojo, no la amarilla esa son fea. Siempre comiamo con mi viejo y mi hemando, el Juan, que tá en gallolado, a él lo vendió el Rata cuando taba afanando un almacén. El Juan salió con tré bolsa de morfi y la yuta lo cazó en la esquina. El Rata se había hecho amigo del cana y lo dejó ir. ¡Cuando lo vea al Rata lo voy a matá! _ ¿Y vos como te escapaste? _ Cuando asaltamo al verdu con mi viejo, a él lo liquidaron ahí nomá, yo me rajé por atrá, salté por uno cajone hasta el techo y me juí por lo techo de lo vecino. El verdulero tenía guita, hasta ananá tenía, que é caro el ananá, En navidá siempre queríamo comé ananá como lo ricos, do vece comimo ananá y en una navidá mi viejo trajo pollo bien tostado. _ No sólo los ricos comen ananá… El jóven siguió con su relato sin darle ninguna importancia a su atado interlocutor, como descargando sus pesares y alegrías a un psicologo. _ Yo ví una película donde comían ananá y jamón del oscuro, de ese que es mas caro y tenían mucha guita, tenían un auto grande, una casa, un hijo, los ricos no tienen die o doce como los pobre, yo tengo nueve hermano y mi primo el Ruben tiene once. Yo a los rico los odio. ¿vo tené auto? _ Si, uno viejo… _ ¿qué marca? – interrumpió apurado_ Tengo un Chevrolet 400 _ Mi viejo é hincha del For, é hincha porque mi agüelo era contrera a Fangio, hincha de Gálvez, que eran do hermano que siempre andaban junto corriendo, como el yo y el Juan. Uno de lo Gálvez también era Juan como mi hermano. Yo odio a los que son contrera al For. ¿Cuánto hijo tené?
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_ Uno, Lautaro, que tiene unos años menos que vos. _ Viste te lo dije, tené guita. Los rico tienen un hijo a lo mejor dó, pero lo pobre tienen un montón y no le pueden dar de morfá a todo y tienen que salí a choreá pa comé. Hay ricos que cagan a los pobre porque no le pagan bien en el laburo. Eso é feo como robar y a ello nadie le dice nada. Son como los politico, todos parecen bueno pero a la final te cagan. _ No todos somos iguales _ Só politico, só un disgraciado mentiroso, lo sabía, rico y mala persona. Mi viejo no me deja decir malas palabras, dice que cuando uno habla bien la gente lo quiere. Pero vo só un…. No importa. Mi viejo dice que lo político güenos ya se murieron todo ¿Hace cuanto só político vo? _ Dieciséis años _ Nunca laburaste, ¿Qué sabé vó de hambre? _ Cuando joven, fui pobre. _ Pior, te volviste rico y te cagaste en lo de ante. So un traidor. Disgraciado traidor. _ No te pongas nervioso, baja el arma, lo podemos arreglar de algún modo. ¿Cuanto querés por soltarme? _ So político, no entendé nada, el hambre no se paga, el odio no se compra, la bronca no tiene precio, la injusticia no se vuelve pa trá, cuando tené hambre y vé que los ricos cagadores morfan todo lo día, cuando vo no tené laburo o te pagan do mango y lo pibe no tienen pa morfá, cuando ve tanta gente que vive cagando a otra, esas cosa no tienen precio, te duelen acá y solo se te pasa el dolor asi…. Bang…
Desde el cielo y desde la tierra
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