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JORGE PAOLANTONIO
Obra Selecta
Pr贸logo y selecci贸n de Enrique Solinas
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Nota Preliminar
Jorge Paolantonio es uno de “los autores relevantes que conforman la sección argentina de la nueva literatura latinoamericana –esa que Roberto Bolaño vislumbró como un río ancho y caudaloso”[1]. Ha dicho la crítica especializada que Paolantonio “nació con una voz propia y con mayúsculas”[2], ”propone mecanismos de reconocimiento y de identidad cultural, especialmente del habla local”[3] y “ahuyenta el fantasma de la desmemoria y lo deja viviendo para siempre en el discurso poético”[4]. También se lo considera “un escritor notable que violentó los límites de la etiqueta ‘literatura regional’ “[5]; y se asevera que “los temas y subtemas de la corriente a la que adscribieron y adscriben en Argentina (…) Héctor Tizón, Daniel Moyano o Juan José Hernández tiene continuidad en la obra de Paolantonio” [6]. Todo esto parece concretarse a través de “ una prosa metafórica, bellamente labrada, que permite al lector un constante viaje sensorial riquísimo en vistas, sonidos y aromas” [7]. Si se trata de poesía, ubicamos a Jorge Paolantonio en la poesía de los ’70 y advertimos dos líneas literarias bien definidas a las cuales regresa una y otra vez, con mayor o menor recurrencia: 1) poemas de sensaciones –con presencia prepondérate en sus dos primeros libros, donde el sentimiento es protagónico; 2) Poemas metafísicos: esos que aparecen a partir de Extraña manera de asomarse, y van centrando su interés en la búsqueda de respuestas a conceptos trascendentales. ___________________________________________________________________________________ [1] Flores, Mauricio, Milenio/Cultura, México, 16 de noviembre de 2008. [2] Ara, Guillermo, del texto leído en la XV Feria del Libro, Buenos Aires, abril de1989. [3] Diario La Unión, Catamarca, Domingo 19 de Setiembre de 1993, p. 14. [4] Calás de Clark, María Rosa, Historia de las Letras en Catamarca, volumen IV; Ediciones Municipales, 2006, p. 427. [5] Diario Los Andes, “Los que vienen”, Suplemento Estilo, Mendoza, 30 de setiembre de 2009.
4 [6] De Nucci, Sergio, “La tragedia de un pueblo”, Página/12, Suplemento Radar, 28 de diciembre de 2004. [7] Bland, Sally, “The Metaphors of vanishing dreams –Ashes of Orchids– O’neill in Buenos Aires”, The Jordan Time, 26 de noviembre de 2009.
Dentro de estas dos grandes clasificaciones, podemos vislumbrar tres tipos de poesía: a) aquella que expresa emoción y/o sentimiento ante la realidad, de profundidad lírica; b) aquella que retrata u ofrece un “fresco literario” sobre el otro, muchas veces aproximándose hacia el objetivismo en su última producción; c) aquella que muestra una preocupación sobre el lenguaje y las formas del decir. En esta última apreciación, es necesario destacar que –desde lo formal– Paolantonio trabaja la palabra como materia y también su significado puro, resultando esta poesía de un gran trabajo estético, complejo, musical, y de enunciados donde la imagen y sus distintos niveles es la gran protagonista. Si se trata de teatro, su pieza más popular, Rosas de Sal - construida a partir de seis monólogos- ha dado suficientes muestras de la calidad y proyección de su obra teatral, donde lo popular y lo culto se combinan para expresar la violencia de género, la diversidad, la injusticia, la religión, el sexo, el matriarcado, en forma de denuncia social y como tribuna de resistencia. Si se trata de narrativa, la prosa de Paolantonio combina la relación histórica, el relato de costumbres y el folletín, con un abordaje coral de los personajes, en paralelo a las líneas de Manuel Puig y Reynaldo Arenas. Su discurso se apropia de la pintura y el cine –en imagen y ritmo-, al tiempo que puede ser autorreferencial –un punto donde memoria y re-creación son fundamentales para la comprensión de este universo. Al mismo tiempo, todos los géneros que Jorge Paolantonio visita, conversan entre sí, se iluminan y potencian, como si se tratara de un solo texto que expresa
5 sus grandes preocupaciones: la influencia del lugar natal, la vida y el destino trágico de los hombres, la muerte como desafío a vencer, y el amor en sus diversas formas.
Sobre esta selección
Los poemas elegidos, son apenas un recorte subjetivo de su obra. Incluimos aquellos que consideramos más característicos de las líneas que presenta el corpus de su producción a la fecha – este consta de 8 volúmenes y 1 antología breve con textos revisados. Valga esta selección como muestra esencial ya que para comprender la unidad y sentido de su obra es imprescindible una edición de su obra completa. Hemos sumado, además, “Al morenísimo rostro”, poema inédito de especial resonancia en el momento de su presentación audiovisual, en la XXXV Feria Internacional del Libro del Autor al Lector. En teatro preferimos incluir dos monólogos que no pertenecen a la vastamente difundida Rosas de Sal y que fueran distinguidos internacionalmente. En narrativa hemos seleccionado capítulos breves tomados de dos de sus novelas por hallarlos altamente representativos de su estilo y pensamiento.
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Enrique Solinas (*)
(*)Profesor y licenciado en letras, crítico literario y de arte, investigador, poeta, narrador.
INDICE
POESIA CLAVE PARA ABRIR LAS PAJARERAS (1973) Canto desnudo; Esencial; Elemental; Tiempo de espera; El hijo de las estaciones. A IMAGEN Y SEMEJANZA (1980) Catorce poemas breves EXTRAÑA MANERA DE ASOMARSE (1989) Itinerario; Mea Culpa; [les dije ...]; Tiger, Tiger, burning bright; Para entrar al cielo; Estación Bromley Sud… ; En este duro oficio; Los otros. ESTABA LA MUERTE SENTADA (1991) La poesía; Una mujer vende rosquetes… ; Aproximación; Retrato de perfil; Doña Nieves; Tardes de doctrina; La casa. RESPLANDOR DE LOS DIAS INUSADOS (1993) Las irremediables muertes; Elegía; Resplandor de los días inusados; Donde vayas; Pañuelo blanco; Pelirroja; Lázaro; Quirofanía [fragmento] LENGUA DEVORADA (1994) Letánica; 1. estelas halladas bajo liras y otros instrumentos cortantes; 2. enigmas inscriptos en lugares de culto ; 5. secuela del mote que nos ponen y el nombre que nos toca HUACO (2000) Jesuita; Mina de plata; Del agua en el tiempo oscuro; Hojas de álbum. PESO MUERTO / DEAD WEIGHT (2008)
7 del caminante…; el otoño huele ; awareness; salar del hombre muerto; viejo piropo; habla Eduviges Vidola ; niña Cirila ; la Rosita del asfalto; la partenaire; cuerpo del fariñango, la mesa; el jarro; la viña; bellamuriente; de mi padre; segunda carta ; selfportrait AL MORENISIMO ROSTRO, poema inédito (2008) –texto del audiovisual del mismo nombre presentado en Acto Oficial de la Provincia de Catamarca, Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, 2009. PROSA Ceniza de Orquídeas (2003). Capítulo XXII La Fiamma, Vida de Opera (2008). Obertura. TEATRO La mama Jasi (2010) [monólogo inédito] Delirio Final de Alvar Núñez (2010) [monólogo inédito]
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Poesía
de CLAVE PARA ABRIR LAS PAJARERAS (1973)
Canto desnudo Cuando chango vivía tarde de honda comía días como mandarinas Pero vinieron al fin con lo prohibido a borrar la estructura de mi norte me cerraron el comienzo inventaron la tristeza astillaron esos soles que comía
9 Tuve que morir una mirada: me urgieron título de hombre Y empecé por tragarme las estrellas a decir
a vivir con la palabra
que pesaba en mis rodillas Lamiendo llagas caminé un febrero Busqué mi antigua voz bajo las viñas y la encontré enredada a la sombra de mi gente De aquel que fui a voz en cuello van los otoños deshojados la paciencia en el saludo y la vida resuelta: medir la espera y el acento en el chango que dormita en mi sonrisa
Esencial Yo le doy tiempo al tiempo, lo pongo en la redoma de mis dedos, lo mido con la hartura de mis ojos y lo traduzco en sexo (para agredir las voces basta el silencio).
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Elemental Sucede a veces que me rabian las orejas y me niego a comer cabello de ángel Y a partir del aire enceguecido quieto pregunta un dialecto de la sangre sobre estrellas molidas con los dientes A veces me sacudo los coyuyos y estas ganas de espanto me ahogan las palabras
Tiempo de espera Un siglo y andaba con el viento por cierta sinrazón de espera Quizás ya desnudabas mis ojos desteñidos
marchito color del terciopelo
La causa y la palabra dormían las esquinas ganándole a los gallos Nada más que un siglo cansado de mirarme en el espejo nada más que un juego La gente torpe estaba afilándose los ojos en el humo Para mí vino el verano
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El hijo de las estaciones Hubo un tiempo de luz casi fortuito ganado en el quehacer de cada augurio; una especie de sol parlante y furia y unas ganas de matarme de amor a cada instante. Pero el rostro se llena de pisadas y están dios y aquel levítico. Por ello transitamos la estatura del pasto matutino, la sístole del hambre, la diástole del lirio. Y es que el tiempo nos florece hasta en los modos del llanto que habitamos y el hombre que mentimos.
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de A IMAGEN Y SEMEJANZA (1980)
1 que nadie juegue a renunciar ni a la tristeza que todos tengan párpados calientes en el sueño que al fin nos mire un Dios de gesto austero y luminoso 2 ¿dónde empezar el grito por tanto que se amó tanta tristeza
tanto derecho y manotazo limpio ?
13 ¿dónde ser uno y su taza de café definitiva ? 5 nadie más tiene la culpa de este oficio en la impaciencia quiero el lugar la esencia exacta para atreverme de una vez por todas 7 te encuentro y te cruzo la mirada testigo pasajero del suicidio de mis ojos 9 ¿dónde aquel que navegaba la soledad de la espina y el fuego en la palabra? 10 desterrar la muerte para plantar un beso 11 (Escuchando “Sur) es martes
casi nada
los pájaros se comen las migajas de la madrugada 12 una gaviota lejana se estira en la tormenta
lejana
14 19 has nacido para levantarte por mis ojos para tocarme, por el revés, el alma 21 después de poseerte me levanto y ando Lázaro pagano 22 si me duermo en tu pelo y la mañana pone mentiras amarillas en mis labios no me creas
estoy amaneciéndote
24 tu sangre entera me redime de tanto corazón abierto al aire 25 tu amor me salva en una carta junto a este vaso con seis violetas agrias 26 que sea el ascua de la memoria para encender la escarcha de tu ausencia
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de EXTRAÑA MANERA DE ASOMARSE (1989)
Itinerario Les diré que anduve por los ojos y en los labios que no supe el camino hasta ver más allá de los espejos que olvidé – con tanto olvidoel color de mi único lugar que fui silencio -casi una mudez empecinaday que no quise sin patios descalzos acaso alguna noche
16 -una noche tan sólotuve al ángel cuidándome los nombres Esto diré a los hijos de mi asombro.
Mea Culpa Trasciendo el viento grueso de la sangre por cada golpe furioso sobre el labio por despuntar palabras
soy culpable
por asesinar mis ojos
soy culpable
por desoír mi fe
soy culpable
que la iguana del silencio me camine los gritos.
[...] les dije tengo un ángel clavado en cada espanto para no caer en las esquinas tengo cuatro paredes porque sí o por salvarme les he dicho del amor desnudo en los cuchillos de los años luchando con espejos de la muerte que di y que me dieron callé los ojos de mi madre el nombre terreno de mi amante y mi montón de dientes desparejos
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Tiger, Tiger, burning bright Yo descubro mi rostro
finalmente
Lo contemplo poblado de ansiedades a punto de encenderse en la llovizna que anuncia el fundamente de la zarpa ¿qué sangre? ¿qué dolor? ¿qué simetría funesta nos depara la Itaca devastada y anhelante? ¿dónde el regreso? ¿dónde? Una esfinge - esta vida – sin enigmas : nada es misterio cuando alguien ya es viajero de uno mismo.
Para entrar al cielo dejarse estirar los miedos encender letanías desear los crespones Esperara sin agua de tinaja amigarse con la muerte (besarle la quijada
aventarle las moscas azules)
pedir que nos entierren de cabeza al norte.
Estación Bromley Sud, andén 4 los que anidan la mañana en estaciones de humo blanco los que duermen los trenes del invierno
18 los lectores de un cielo enmascarado los nerviosos de andĂŠn y de llovizna los sentados los devotos del silencio y la neblina todo ellos pulcros casi humanos
En este duro oficio a uno le suceden nombres que olvida detrĂĄs de los relojes pero tornan
siempre tornan
empapados de distancia para tocarnos los labios y abarcarnos el silencio piden llenarnos el aliento de sonrisas que ya fuimos quemarnos la mirada decir cuĂĄnto envejecieron nuestros ojos uno lo siente debajo de las uĂąas mientras la vida sigue su marcha
Los otros son otros los que habitan la luz y los confines tienen otra manera de predecir la primavera de las cosas (tiene sol y espacio en los amigos dos gotas de sentido
algunos trinos)
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me escriben lejanas noticias y cada tanto me sorprenden con un hijo
de ESTABA LA MUERTE SENTADA (1991) La poesía Sentada frente a un número considera el agua y el fuego ama y odia se hace inmensamente pequeña ante la luz eterna de los astros
20 cree en la perspectiva sale del poema para poner su blanco dedo sobre mis mortales labios
Una mujer vende rosquetes a la orilla del camino a la Merced oscura como la tormenta en ciernes redonda como los nubarrones inmóvil con la ofrenda de sus azúcares nevados en redondísima fuente su silencio es pan de sal junto a la pegajosa mercancía apilada como su sangre y la locura y el desastre ella no atina a fugarse de sí: naufraga aferrada a sus confituras que simulan ceros de una nada menos infeliz que la negra pupila de ésta
21 y todas sus tardes
Aproximación Mis ojos dijeron y tu mejilla era un velo soplado por las sílabas de tu miedo mi mano no
mis dedos
deletrearon tu belleza tu niño acurrucado bajo el árbol tu ciprés de tristeza tus labios de níspero y ascendí por el filoso borde de tu candor envuelto en lluvia disfrazado de murmullo decidor de pájaros
Retrato de perfil Guárdate de los grillos porque vienes de la algarabía de tus tinajas de tus ojos sabedores de miel despojada en viernes santo hiladora de hojarasca multiplicadora de panes y besos barca de tu propia lujuria sembradora
22 temerosa seda de otros reinos alumbrante de sauces mascarón y atavío novia temprana del desgarro ignorante de la niebla de la muerte de la blanca bandera en los límites felices de la cordura guárdate de los grillos iris tornasolado de la risa hermana mía
Doña Nieves Vaya a saber de qué costurero su vestidito floreado ni de qué alambique su agüita florida trenza y pie que arrastra “vengo por las sábanas” lavandera de mi casa verónica de los cuerpos vencedora del sol vuelva vuelva con sus manitas rugosas para enjuagarnos la vida
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Tardes de doctrina La casa que yo digo bostezaba sus jazmines a mi paso nacía exacta en el patio de atrás del mundo y una palmera alta como Dios elevaba los rosarios
las sonrisas
los dientes amarillos de la señora Eusebia ( Dios te salve del ámbar de sus cuentas de los escapularios jadeantes de la proa de su hamaca asomándose en las tardes de doctrina) ella estaba
insoslayable como la eternidad
sentada en el trono de su mirada acusadora odiándonos
rezándonos sin glorias ni penas
la sepultaron viva las paredes de mi infancia
La casa todos habemos una casa con las puertas cerradas para siempre nos enciende o deshilvana la infancia
24 pegada al corazón de la cocina humeante y humeando sobre el mármol todo habemos una casa de acariciados patios que partieron en busca de infinitos corredores o de largos pasillos hacia el verano de los hospitales todos habemos una casa con infinitas pruebas de amor y de nerviosas manos por la sabiduría de los delantales todos habemos una casa donde la mesa se agita con la inmensa risa de una perfecta hacedora de gallos y azucaradas festividades todos habemos una casa con llave al comedor de luces amarillas de zapatones y almidón de guardapolvos amontonados en el alma todos tenemos el corazón abierto detrás de esas puertas cerradas para siempre
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de RESPLANDOR DE LOS DIAS INUSADOS (1993)
Las irremediables muertes
Somos los que algunos atisban en el lecho despuĂŠs de hacernos en el amor sin treguas y sin cenizas pordioseros de animalidad despierta
26 dormida en la bruma inexpugnable de las buenas maneras Esos que ven nos ven sedientos y somos el espejismo de sus fiebres los remansos de fuegos sepultados en la cresta de un grito apenas revelado en quejidos y murmullos de aposentos mientras toda conciencia se oxida o se acidula o se adormece como las agujas de los viejos relojes de sala
¿Somos otros acaso? ¿Hacer el amor no es volver de la muerte? ¿Quién sino el amante puede entrever el soplo de nuestro rostro verdadero? Toda nuestra historia está cifrada en los pliegues de los tatuajes que nos hemos permitido y en los ángeles de la carne joven que olía a manzanas y celo desesperado
27 hay en lo que parecemos ser una carta interminable disparada a los ojos del otro una invocación un pedido escrito tiempo atrás en el muro de los propios lamentos
Soy esto que se agita inexorable frente a tu mirada perdida No me dejes Tengo tinieblas que arrastro desde los lobos de otras sangres otros tiempos guarecidos en ampollas y fumarolas apagadas otros nombres decantados entre cuajarazos y remolinos abiertos al asombro He vuelto a nacerte Esto soy yo frente a otro Regresé de las irremediables muertes para perdonarme y sentarme a la diestra de tu corazón henchido Ya no huelo a manzanas
Elegía No oigo tu grito ni sé dónde quedó tu zarza de fuegos bondadosos aferrados a mi respiración ignoro tu muerte en cuclillas y tus manos torpes al costado mismo del remordimiento me voy hacia pedacitos de cielo donde el hambre me sea leve
28 ya que no vuelves ni tercer día ni tumba vacía aunque me pinte las boca de verdades azules aunque descienda de mis barcas amarillas aunque recoja las redes llenas de hormigas besadoras aunque te llame y llame para darte mis flancos de buitre mis praderas de amapola mis ojos de estopa que ya nunca jamás podrás incendiar desde tu nombre
Resplandor de los días inusados Se encendieron entre fumarolas porque habían estado en la duermevela de nuestros infortunios Eran los últimos de la fiesta y corrían a lavar las mesas desechadas y apagaban la última luz entre los desperdicios mientras nosotros hablábamos de nuestra muerte No los conocíamos sino por la extrañeza de nuestros corazones atados cada vez que la sombra ponía fechas ajenas al inevitable acato de desaparecer para siempre Se levantaron de pronto Se alzaron -remolinos de sal ardidapara pegarnos en los dientes de comer amores minúsculos
29 y raíces de mármol y hojas de libros favoritos Estos días de vértigo por usar bajo las viejas montañas para gritar los socavones de amortajadas soledades y un camino apenas visible entre besos inacabados y lenguas devoradas Estos días donde gigantescas mariposas de piedra escriben con lentitud de ovejas la verdadera fecha de nuestra desaparición Días abiertos en el abanico de lava de otras mentiras terrenas Días de entrar y salir y ayunar sin contrición por la carne zaherida de amaneceres de fiebre No hay ley que lo extirpe ni cuchillo que los condene Están allí llamándonos desde los bordes violáceos del miedo del sudor del escalofrío hechos de una luz infatigable como nuestros corazones heridos de otras y tantas muertes invisibles prestos a estirarse frente a nuestros pasos adormecidos soplando en nuestro aullido hasta erizarnos los pies del espanto las uñas de nuestra locura el pelo arrastrado de este páramo doliente y allí están resplandecientes inusados pero nuestros
30 finalmente.
Donde vayas Donde vayas irán tus tigres andrajosos soplando coplas de miga te seguirán remolinos violentados y picos y buches vacíos remotos huecos sanguinarios coronitas de papel ajado Cuando vayas encenderás tus despojos de vidrio y los quemarás de rayo y fiebre fabricarás efigies de seda toros de estiércol palomas de agua Cuando llegues rondarás sus lacios miembros hasta que ciña los dientes apriete los labios mire sin ver tus tigres coronados y sienta el zarpazo donde vayas
cuando vayas
con la última hoguera de tu sexo
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Pañuelo blanco
Me dijo que le faltaban una uña y un hijo que solían dolerle en la cocina para que yo conteste doblando trapos y cartas de amor dictadas con la última tarde rondando su pantano de silencio sus nieblas de tizne y romero
Me dijo que crujían algunas palabras mientras tostaba harina de su mar lejano y los robles hablaban su lengua de jarro y nácar profanando la fiebre del torturado pero siempre desnudo frente a todos los espejos
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Pelirroja
Ah mercedes v. de hartazgo llena tanta jaqueca dijiste tanta dilación mercedes pelirroja que no gilda ni buena bofetada
desflorada de sueños ah mercedes obligada como torpe manija a girar paralíticas matronas ah mercedes colorada niña mía escarlata qué cansada lengua suelta tu cansancio tu sobre apretado a las pestañas tu sacón de hierba oscura de tacones de martillo de sienes dormidas
Qué cansada
dijiste
33 soy de acuario
moriré de cáncer
Lázaro
Caer de bruces sin más mundo sin palabras
camilla
dirán todos
si se salva
padre
si se salva oficio impetratorio
si se salva sábana rústica te vigila el sueño si se salva belladurmiente mi papá bello toco su frente
solución salina
sal disuelta
tanta lágrima que otoños medulosos eucalipto que hierve tul gestado
cofia
palermo de ríos amarillos vaporoso vestido
urraca
hermanita le beso la mano si se salva digo yo ¿Dónde está dios mamboretá? ¿Dónde está dios a la hora interminable de los hospitales? Si se salva
me dirán
si se salva
34 dé gracias al cielo
Y a dios rogando sin más mundo que un padre moribundo que volvió a la vida con hambre
Quirofanía Quitadme las entrañas, Yo he cantadoOdiseas Elitis, La Pasión, XIII:16 I Si en la pradera de mis párpados sostengo los ojos de mi niño aterrado Si a la valva cerrada de mi boca vienen secretos anocheceres que revientan como una rosa de pánico Si desde mis rodillas de agua
35 caen palabras emboscadas sobre zapatos de sangre Si con el último escupitajo de mis pasajeros se miran las llagas reveladas caigo al sesgo de Dios de sus caderas de sus nombres apedreados y me levanto en los espejos Y el mundo cae sobre mí. II Allí entre las ovejas y los faros me rejoneó la muerte colorada Recibí la llanura y el agua del sueño mientras de máscara me pusieron en la barca hacia el reino de los mataderos donde los cuchillos vuelan desde el miedo para rasgar corazones Desnudo fui y desprovisto de mi sombra
36 ensayaron mi despojo entonaron viejas letanías encendieron mi propio hedor en las hormigas del aire y al sud de blandos escalones tuve la complicidad de piedras en el vientre Crucé los finísimos velos de ceniza al cabo de robles y sábalos fulminados por un ojo acusador que me sostuvo sobre mi propio grito hasta que una lágrima putrefacta me ancló en esta torpe orilla
V Los otros que te amaban despellejaron tu alarido ebrio de vinos indefensos y prestaron el filo agrio de sus ojos para escuchar tu respiración en un frasco de sangre gemebunda alta como un dios inacudido señalando praderas de sal y estatuaria de carne Los otros que te amaban desataron tu pecho entre las rosas para que entraran tordos a comerte las ganas Y estabas todo de harina en las hierbas sigilosas de tu pelo mojado bajando de las carnes maltratadas
37 pisando los dedos buscadores petrificando las flores aciduladas para subir tu aire besar los bordes de la vida y hallar la llave de tu casa colgada de tu corazón.-
de LENGUA DEVORADA (1994
letánica cristal de la bruma
enciéndete
silla de sala
siéntame
razón del sueño
arrúllame
38 copa de los demonios
bébeme
rosa de los vientos
sóplame
torre de penurias
álzame
casa de lamentos
ríeme
arca del naufragio
húndeme
estrella fugaz
deséame
lengua devorada
háblales
1. estelas halladas bajo liras y otros instrumentos cortantes II no la aldaba el diente que en la noche la oscura deidad bajo la lengua pozo que hila la saliva no del gallo el túmulo que teme sí el humo el tizne los carbones con que escribe un poema desnudo canción sin garganta
IV diga
con que atiende
39 la lengua devorada pupilas clavadas en la fruta madura comedor de alelĂes y bajo la mesa picotea la gallina muerte VI de canto con palabras sin estambres
alas
brotes
airesol ni verbos voladores sin goteo de sangre ni trueque de lengua por beso paĂąuelo
por moneda
espejo
por mirada
idioma
destripamuerte
X labios de muerto cucharones vacĂos pollerones y palabras que cuelgan del ropero
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polillas comiéndose las lenguas familiares XI no tus ojos picotazos ni siquiera besos de araña en los roperos del corazón déjales marmuerte de los santos lengua devorada que naveguen por ella los desterrado gallo ciego
duramadre
aguaviva tu garganta poema
2. enigmas inscriptos en lugares de culto […] máscara o lámpara para romper tu jubón de mirada aguamarina címbalo o títere de seda veneciana pájaro o ácaro para prenderme de tus oscuros florilegios pero no no nunca barco en tu lengua para hundirme en tu marmuerte en la bahía de Spezia.
[…]
41 podrás levantarte y ser el lomo de un caballo moro andarás galope fusta y olisquearás el pasto lavanda pisoteada y quedarás muerto al final de una línea de Kavafis en Santa Rosa del Toay […] se abrirá un monedero y un olor a lluvia vendrá a decirte dónde vas vara de azucenas mustia señorita que se cruza de brazos y de piernas para que el rayo no te sepa las penas en San Fernando del Valle […] viajarás alrededor del beso a buscar las uñas del verano sobre un lecho moreno donde jadearán los estambres y no te preguntarás dónde te sostienes a la hora en que las piedras enardezcan el agua y cambie para siempre el viento de tu sexo
42 en los Altos de Ancasti
5. secuela del mote que nos ponen y el nombre que nos toca Anotados que fuimos sin vestigio de los que murieron con ojos abiertos así ya escrito sin rastro de los músicos herejes nada es visible en el libraco donde sacuden harina de abuelos los eternos dogos rampantes todo es niebla cenicienta hasta que una uña amarillenta decreta que estamos en el mundo y para honra de un apellido empeñado en hidratar un semen que fue siempre de la lluvia Atado al pupitre se te nace de abrojo furioso y envuelve tu oído como cascabel partido Llega puntual para que te marquen en la pascua indeseada y te empuja como zonda hasta el barranco donde acaso se despeña para siempre un niño que amaba la verdad hasta coserla a su propia sombra Una mano te dice señala la línea del grimorio y la eleva en cáliz roto que derrama sobre la niebla campanillas y cuchillos aviesos y avispas muertas con el miedo de la palabra nada puede sólo la costumbre letánica de saludar Ya estás rasgando los pañuelos aludido hacia los picos afilado en las pedradas remontando en la púrpura altiva donde bostezan iguanas ya estás crecido de algarrobas y salmueras de granate y azulejos pajarodia de cristalería sagrada que amenaza grifos de vidrio para silenciar los huesos ya estás empapado entre tules y rasos elegido de funebrerías y esqueletos de alarife y carmelitas descalzas de tu voz Han escrito tu fecha como un alabardero celoso junto a la puerta de sus sueños y desbocado vas con un ramo de alhucemas en el vientre balanceándote hacia los fuegos consumados del verano los idus de marzo
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La ceniza del sur cruza la estepa eventrada de fumarolas antiquísimas más que el agua más que los tifones hirvientes y cae para vestir tu silueta de miedos En tiempo de vigilia dirá que no pusieron nombre a tus despojos alguna hebras de pasto ocultarán el halo de las tiesas flores de lis y no figurarás jamás en el pueblo de los elegidos
de HUACO (1999)
Jesuita Hay demencia en vasija: aceite insidioso de obispo ya instilado en el oído de un rey sordo Son demasiados
Tienen secretos Copulan con herejes
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La selva se retuerce en los augurios: yaguareté devora niño mataco palometas llevan dedos de lavandera rayo fulmina anaconda vieja pare mellizos ciegos
En la grande orilla un anillo besa los lacres y la locura se derrama libre para cruzar las aguas Besando la impudicia de una piedra redonda cae el primer mártir fulminado por real cédula de un sordo que no quiere oír
Mina de plata arsénico y azufre para morir o salir de la pobreza sobre tanta lejanía tanto cocinarse la sangre reventar
mulas alforjas cinchas
y picar o colar esperando que el río de fuego
45 vomite más pesado que cobre más liviano que plomo ese barro de nube que no marea como el sol
el oro
el perú de los césares volver al pueblo con las manos llenas
Del agua en el tiempo oscuro José Cubas, caudillo catamarqueño 1. un siglo y medio clava la pica fue preciso cercenar el buche para abrirlo en la garganta de las reinamoras sus ojos perdidos encienden un caudal de jinetes serenos rozando llagas radiantes su solo nombre achicharra bocas de gendarme arde
sobre sus labios
una hoja de laurel
2. noviembre del degollado al final del miedo mismo
se pregunta
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del insecto que cae
3. si los hijos preguntan
responder que el salitre come mármol
4. noviembre del degollado cuarto día de mil ochocientos cuarentaiuno vuelve al fulgor un algarrobo árbol que fue despierta su pajarería al agua pura de la memoria él tan sin cabeza como entra al florecimiento de sus raíces 5. en su muerte están las señales para hallar el fondo basto de la pena afinarla hasta la transparencia de un ala de cigarra invocar un estallido de mediodías una acequia brillante que cada noviembre cada día cada reinamora cantando nos anuncie el comienzo del diluvio
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Hojas de álbum 1.
alta mar, agosto de 1872
una bitácora se cierra sobre el lomo cansado de Teresa Pannunzio la vocinglería y el olor a podrido crecen juntos vuelve a su huerto de Agnone para cortar hojitas de albahaca y metérsela entre los pechos ya están del otro lado los llama los mira
como si fuese a retratarlos
le vienen vigas a la memoria la agonía de su Alfonso pasa la piedra del molino y mezcla olivas aplastadas el olor a podrido un aceite
su desgracia
mana espesa pesada turbia
un pañuelo negro su cabeza bamboleándose y los llama Saverioantófelicealfóalessandro el mar se agita tiene miedo tanto
48 2.
Manresa, 1922
ella no llora
se alude en la nevisca
lejano esperpento quemado en los sanjuanes no tengo miedo piensa mi madre que para entonces no es mi madre quiero a mi madre dice seca (acaba de perderla entre pテコstulas y fiebres hospitales abarrotados desfile de cajones ya sin nombre) jorobas de hojarasca son monjas que se la llevan pierda usted cuidado musitan al padre de la infanta se la pondremos piadosa y obediente allテュ sobre la nieve sucia acaso una estampa de Teresa de テ」ila y el reverso repitiendo no tengo miedo
3.
no tengo miedo
Altos de Ancasti, 1964
asistida por corazones de yeso baja esa vieja de caderas macizas regulando la verdad o consecuencia
49 de su antigua liviandad tiene un párpado más abierto que el otro para espiar el más allá ha visto morir plantas y gatos ha oído al amante cortarse entre ronquidos ya sabe que la amistad se vuelve de humo y obituario la ayudan a bajar esa vereda en el pelo le pesa una flor coqueta se la quita
y la deshoja
de Peso Muerto / Dead Weight
del caminante que larga vía toma no hay sueño posible que habite estos despojos digo
(2008)
50 y aprieto el paso jadeando contenido en los zapatos ya no soy yo ni ese verso desgraciado qué puntual paradoja esa grieta una hendija y la gata una pariente que me tumba me deja sus crías ciegas levísimas rasguñan el centro de mi pecho arriba
muy arriba en el campo
las estrellas
todo yermo
las espinas
el otoño huele
el animal sentado dice que tiene agua en las rodillas
pies de viga
que las palometas le han comido la alegría que se quedó sin ganas de caminar sobre las aguas
51 el animal sentado deja correr ojos y hojas para poner la mirada color herrumbre en la frase del obispo a nadie se niega ni lecho ni tumba el otoĂąo huele a viejo en sus umbrales polvorientos como se pasa la vida tan callando
awareness la vida es una cielorraso desbandado lancetazos el cielo sobre la mirada como diluvio sobre un pueblo viejo solamente entonces puede nombrarse a los otros verlos exactos retratados en su pajarerĂa ventanales de felicidad reĂda ignorando todo destierro
hay que preguntar quĂŠ fue de los que amamos aludiendo a la niebla las polvaredas de partida los miedos de niĂąo arrastrando un pie por la vereda todo vuelve con el techo desplomado
52
están allí
ocultos
partes ocultas de la trama y al final sólo al final todos se pertenecen
salar del hombre muerto cuando la seca es veneno moscardón zumbando y el rancherío escarba muelas de su nada pasan
abultados los vientres
de su niños
de su changas
de sus guaguas
se angulan las comadres a revolver maíces duros y los compadres amansan la chicha larga entonces el bumbún de las beatas desagalla la espera en rosarios y cruces blancas allí por fin
la lluvia se abre
es un gendarme duro castigando
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viejo piropo este despojo teñido a la carmela parado a las puertas del yolanda traje corbata perla florón en ojal estatua carcomida por el zonda y los calores el último galán dicen las chicas y sonríen no lo miran pero aguzan el oído y él como siempre flauta dulce regadera de piropos requiebros con loción barata desmiente ese jazmín de tela y lo deja florecer y alumbra a las que oscuras salen del cine sabiendo que ningún amor las arrebata ni las lleva al paraíso que ahora es tecnicolor
habla Eduviges Vidola y ya le digo señora la escasez nos llega a todos y dicen que hablo mucho ni le digo qué copa de leche ni matecocido ni todo es un rosal que sepa la madredelvalle dónde andan esas criaturas angelitos les arrimo pan casero y cascarilla y que lleguen a la escuela con alguito de colores
54 las veces que me tienen sin dormir estos changuitos las veces que me sube la tensión vea doña las veces que me veo corriendo en los pedregales del río que truena en la creciente sí doña con las ramas que arrastra terevintos enteros vea alguna comadreja ahogada y ahicito paso yo dura muerta picoteada por las musarañas me sueño me malsueño y lo único que duele es entonces quién les hace el tasajo les pica pan y hierve cascarilla para los pobrecitos míos diosmeampareylavirgen vea para que no les falte
niña cirila de blanco viene y va niña cirila pañuelo plegado color cielo escapularios soga a su cintura al alba su rosario pasa lista laderas de su cerro techumbre del vecino geranios y arvejillas de su patio perro viejo vigila en su promesa todo vive
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habrá que ver los muertos en el diario llevarles algún par de clavelinas rezar para que marchen derechito de la virgen soy niña consagrada y voy como queriendo llegar a los setenta solo bebo agua bendita
la rosita del asfalto chirrido coyuyal que quema las ganas de estrenar el sexo los ojos son rendijas persiana de mirar la vida que escupe pepitas de niños y sandía el macadán es lava jugo de ardores que corren por la calle por ese río que lleva las almas en incendio camina a patacón por cuadra la santa descalza y aguerrida
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vaya a saber desde qué puerto han zarpado sus pies de milagrera y pasa desdeñando la corte secreta que suspira ay va la rosita la reina enana que camina el fuego san fernando del valle es siesta del infierno
la partenaire nada por aquí
nada por allá
salvo su ajada belleza y los afeites erguida en sus tacones tocado de plumas y el hartazgo de saber que en las galeras no hay conejos las flores son de tela las palomas carroñeras picotean en su encierro el armario la ahoga le va quitando el aire la rutina es sólo eso
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todo tiene un doble fondo un pie que no se ve un estante oculto una mentira que aprieta su sonrisa y duele como muela mala esos brazos esas manos esos guantes que apuntan a la ilusión ajena nada por aquí nada por allá la magia es haber sobrevivido
cuerpo del fariñango chinita barranquera tranco de tero hambreada que a falta de tasajo te llenan las flores de zapallo pelambre colorada pechos magros quién te parió y echó sobre este arroyo quién te dejó sin nombre de parroquia quién te abusó la vez primera
58 de qué cueva salió tu lengua mota que no grita que la vida es sólo un tumbo
la mesa cada vez el espacio es más de hiedra el jardín es una canción abierta a la corona solar bajo la nube un pasaje conduce hasta la mesa a la que todos se sientan en una hora de aire incierto las manos se han fundido por la palmas para sentir que no pueden separarse alguien ha puesto un plato con un membrillo abierto en dos mitades ¿quién quiere el corazón del dulce? ¿quién quiere el corazón? una voz asevera que estarán siempre juntos las cabezas se inclinan leves criaturas han tejido risas que se alejan
el jarro
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la línea azul del jarro blanco ese borde abierto para que vuelvas a beber lo temprano y el gusto de la vida cada día hay una gota que escapa apenas la mirada derramándose en el limonero
la viña ese techo de racimos y abejorros donde el sol era apenas resquicio la sembró la madre cuando el hijo nacía a pesar de la advertencia
no crece de semilla
creció para enroscar en sí misma y despacharse en uvas agrias muda oidora daba sombra pero quitaba el aire alguien la segó con un soplido de desprecio
60 da poco y lo poco
amargo
hoy es sĂłlo un hueco que habitan los muertos de la casa
bellamuriente selladamente bella has perdido los ojos y el aire la reinamora de tu patio cante una endecha te fuiste sin laurel ni esparto sepultada de avemarĂas nombrĂĄndonos el agua y tengamos la sed para acudirte esa misma con que nos echaste a la vida bellamuriente amiga feliz de fuentes y de cĂĄntaros
i.m. Teresa Caminal, mi madre
61
de mi padre del hombre apacible sólo hay un retrato sentado
grave sereno
de medio cuerpo apuntando hacia una luz de estudio su rostro robado de una fotografía mira sin expresión alguna a quienes pasan por esa galería de banco de provincia y todos ignoran detrás del corbatón de seda que el alfiler le pincha el corazón sólo algún portero que le conoció de cerca sabe cuánto odiaba los cuellos almidonados la desidia de algunas culonas y la falta de imaginación alguna vez he ido expresamente a verlo a tratar de hallar en la pintura la risa que inundaba su visión de la vida no he podido encontrarla y con tanto peso muerto dejé de preguntarme si sus ojos son iguales a los míos capaces de asesinar con inocencia esas miradas indiferentes que pasan y pasan
62 sin verlo
segunda carta …que mi pie vaya ligero… que el corazón no se me quede desentendidamente frío… de Liturgia de las Horas, martes, oración del atardecer. hermana escribo desde cabo lejanía hasta el cielo poblado de tu mesa te he visto levantar el báculo de madre vestir tus reinas y muñecos de trapo y dejarlos más allá del hambre y la tristeza has vencido tu espalda de tempestades quebrado tus hombros de vidrio descosido tus propias palabras tu aliento para reunirlos en un caldero de amor que todos ríen y mastican hoy se ponen al candil en el santo oficio de la memoria caminan ya sin el miedo filoso ni la encía cortante
63 esos
los hijos que pariste
herederos de los cuatro vientos y el corazón caliente quiero abrazarte bajo las uvas dulces y voy con pie ligero sobre la niebla del cabo lejanía
selfportrait fin y cabo de mi propia historia tanto desvestir mis santos mi infancia demorada adolecer violeta tanto elegir
tanta catástrofe
esta prisa para quemar las naves bajo el puente y esperar que una lluvia lave la sucia perra soledad de lo que acaso importe sólo a medias lavanderas y marquesas bestias ciegas sin otra carga que sus costras eso son mis palabras fatigadas de hábitos y monjes no quedar en ojos que saben que nos vamos
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vestirme de nerón para fotografías morir en flash es vivir siempre.
Al morenísimo rostro
Agua de cuarzo y achumas, vertiendo por las quebradas; cardón en alba brillante. Pachamama de estos valles. Vuelve feliz tu mirada y enciéndete por nosotros
65 en cada cima y lomada, en los jasis, en los yacos, en vías de pedregullo, en cuestas y en ojos de agua Laven tus ojos la herida de seres y mezquindades en puestos y caseríos, en los pueblos y ciudades. Vela en tu plácido gesto a los que te piden, a los que no te piden a los que te ignoran, a los que infelices ríen a los que en su llanto cantan, mujer cetrina del valle. María niña y señora, sol temprano en los zafreros, brisa en los algodonales, tinaja de los febriles, guatana de los perdidos, amancay de los infantes. María de los que siembran, de los que mingan felices, de los chorrillos y acequias, aguadas, cañaverales, de las banderas de lluvia, de los yuchanes al alba. María de los dolidos de la muerte sorprendida en las minas y salares, en el aire que envenena tarcos y alpacas reales. Madre de las violentadas de los palos y las ruedas, de las pircas y los japes, de las tacanas y shinquis, y de los pies que descalzos suben a ti su mirada
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María morena y madre, limón real y tunate, dulzor en las mandarinas, miel de los alfalfares, aire feliz de los coros, canción por los olivares. Señora muestra tu rostro y amamanta a los baguales que con risas te coronan en misachicos y andares. Escucha Escucha Mujer Morenísimo rostro en la noche de los pumas, en las mañanas corzuelas en la siestas coyuyales, en los días solitarios, en la rutina sin norte y en los trabajos esclavos con el vuelo de las garzas libéranos de pesares Oh Madre de dulce rostro tersura de las vicuñas, firmeza de algarrobales, murmullo de las teleras, sabor de los membrillares destreza de los cesteros, perfume de los nogales aroma de tusca blanca, clamor de los promesantes jarilla de las candelas, reliquia de los aromos rosa del pueblo aterido, muyuna de las orantes reynamora en los talares
67 Señora de toda hora Señora de cada instante Señora de todo techo, la de apachetas y altares y de una fe sin quebrantos que se perdió con mi infancia Morenísima nombrada seas siempre entre nosotros aguita de los sedientos, limón real y tunate dulzor en las mandarinas, miel de los alfalfares Con el vuelo de las garzas libéranos de pesares. Escucha Escucha Pachamama Señora Señora morena y madre
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Teatro
La mama jasi (*) Las urpilas ya no están. Se han ido. Para siempre. Miro las grietas. Las sisi, las locas hormigas polvorientas danzando el hambre. Miro las costras de este salar. El lugar vacío de todo pájaro. Solo lamparones del agua que se nos fue y los hoyos largos de la mina empanzurrados de viento. ¡Ay, el huayrapuca!. Ellos vinieron por acullá. Apenas despiertos, creímos que era tormenta. Tronar. Los hombres corrieron a ocultarse en los socavones. Las mujeres a por sus
69 hijos. Los chiquilines llorosos a por sus mamas. Las vicuñas escaparon de su pirca. Todo era panza de ampatu, tambora que explotaba. Fueron nube sí, de pura tierra. Una montonera al trote. Cueros y lanzas y plumas altas. Un atropello que entró a los mazazos para dominarnos. Querían las tejuelas de falso sol, las entrañas dueñas del esfuerzo de hombre. El sacha inti) y también el abrigo de los tramados de lana. Querían mandar sobre el sudor en los huecos y la presteza de las manos para hilar vicuña. Cuando el inti asomó y comenzó a devolvernos nuestra propia sombra, tratamos de escapar. Los hombres ya no estaban. A los gritos iban todas corriendo como calancatas desbandadas desde el caserío hasta las fundiciones, desde la batea de las tinturas hasta el corral, desde las chacllas hasta el almacén de papas, desde la cañada hasta la ciénaga. Algunas se zamparon, con los changuitos en brazos. Se las tragó la arena blanda. Mandoneaban en lengua extraña. Nos pusieron de rodillas. Y con la cabeza baja. A mi ñaña más chiquita, que no sabía de órdenes y daba grititos, ahí nomás le pegaron un macanazo. Sentí el retumbo. Sentí que su cabecita ya era una cántara quebrada. Fue solo la primera. Cuando uno de estos descomedidos, hacha en mano, se acercó para manotearme, le tiré mi sal en los ojos y salí gritando. ¡Inca no se ha de gozar mujer cacana! Corrí… corrí…corrí hasta perder mi lengua. Fue justo entonces que la tierra se puso a temblar. Un cataclismo. Un terremoto corcoveando contra el abuso. Y cayeron los de afuera. Y los hombres escondidos. Y las mujeres. Y los más changuitos. Se abrió la tierra. La pacha se tragó el agua. Y las gentes. Y hasta se alzó con los umucutis más mordedores. Los flamencos rosados se alzaron hasta fundirse con el Llajstay. Ya no volvieron. Quedó sola esta mama jasi.
70 Mujer y tierra soy, endurecida. Sin lágrimas. De piedra. De pura piedra. Vigilando.
(*)Por tradición básicamente oral se conoce, al noroeste de Argentina, la historia de una mina de oro -llamada ‘sacha inti (falso sol)- explotada originalmente por los caacanes, pueblo diaguita; debieron continuar su trabajo bajo yugo de los incas invasores. Fruto de la eterna avidez humana hoy quedan solo cientos de hoyos o tajos en la montaña. Jasis -de tierra endurecida como piedra- se yerguen en el paisaje desértico, semejando figuras en eterna guardia o vigilia. Glosario 1- jasi: [voz ab.] montículo de arenisca endurecido como piedra. 2- urpila [voz ab.], tipo de paloma en el NOA. 3- acullá: arcaísmo por ‘allá’. 4- huayrapuca: viento colorado. 5- sisi [voz ab.] hormigas; 6- ampatu: [voz ab.] sapo. 7- pirca: tapia o corral de piedras calzadas. 8- sacha inti: voz para denominar al oro, de ”sacha” (falso) “inti” (sol). 9- inti: voz ab. para denominar al sol, astro y deidad.). 10- calancata, tipo de loro típico del NOA. 11- chaclla [voz ab.], vara de madera usada en construcciones de adobe. 12- ñaña: [voz ab.], hermana. 13- Cacana [adj, fem.], de Cacaan o Cacano, pueblo con lengua propia que habitaba gran parte del territorio catamarqueño. Dos invasiones incaicas los subyugaron y obligaron a producir oro en tejuelas que se llevaban a Cuzco. 14- pacha, (voz ab.]. tierra. 15- umucuti: [voz ab.] tipo de lagartija. En Catamarca se afirma que un umucuti suelta su presa sólo ante la desgracia.16.- Llajstay: genio protector masculino, dueño de las aves.
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Delirio final de Alvar Núñez (*) Sevilla no conoce otro frescor que el de los jardines moros.
Este viejo
convento sin un ventanuco que me sople un aire. ¡Qué maldición de canícula!... esta fiebre… que empapa…. Aunque más me asfixie la “privación de oficio”. Mi memoria … una calentura que solo se refresca con… ay! ese río anchuroso, azul… el que daba un salto abajo por peñas desde muy alto… ah… el agua se precipita… con tan
71 grande golpe que todos oyen desde muy lejos. Y la espuma del agua sube en alto… dos o tres lanzas y más… Iguazú. La selva. La floresta. La natura que zumba con rumor de eterna cópula. Caminé desde La Florida. Ampollé y encallecí mis plantas de tanto andar a lo largo de esta tierra sin frontera santa. Los moscos. Esta celda de convento cerrado. Estos almohadones rellenos de una paja que se ablanda con mi sudor. Este aliento que ya casi no me alcanza y se me queda entre la boca y la garganta. Ea, Fray Leoncio… venga mi tinta!! Tengo más para mis réplicas.. ¡Ja! Tropelías dicen. Esas fueron las de Irala. Lo vi abrasar la tierra… quitar a los indios sus mujeres… hijas…hermanas. A las paridas las arrastraba por su leche. A las criaturas de pecho las echaba por los suelos. Fue mi espada la que reprimió holgazanes, cómo no… y capitanejos barbados de hipocresía. Ese ha de ser con todo mi mayor pecado. También me acollaré con una guaraní… bella como una dama de la corte. Pero en cuanto a mi Rey y Señor, cumplí su ley y busqué sin encontrar… las Sierras de la Plata… Eldorado. Tiré ocho mil educados. Sin embargo, ninguno de esos malparidos rebeldes me llamó Gobernador de las tierras nuevas… apenas se mofaban llamándome amigote de esclavizados… a mí… señor en las Navas de Tolosa… hombre de misericordia… a mí, que sobreviví venenos y hambrunas… que caminé a lo largo de estas Indias desorientadas… a mí, que salvé vidas ajenas Ea, Fray Leoncio, ¿dónde estás esta mañana? Fui amigo de Cortés… eso lo saben… Evitan anotar, en sus escritos acusadores, que me aclamaron Marqués del Valle y tuve una ofrenda indígena de seiscientos corazones de venado. ¿Dónde más realeza? En realidad amigo fui…de las vacas corcovadas… cargué los más coloridos guacamayos en mis hombros… y engrandecí una tierra ya rica con mis buenas intenciones… he nacido hidalgo… me condenaron… sea.
72 Fray Leoncio, ¡de prisa!... Sé que me apago. Tengo que dejar sentado que el seis de setiembre del Año del Señor de mil y quinientos y veintidós un náufrago famélico que navegara con el portugués Magalhaes
me dijo que la tierra es
redonda… tan rotundamente redonda como rotundamente libre ha de ser la gente buena del nuevo continente… El resto, ya Dios me lo tendrá en cuenta.-
(*) Alvar Nuñez Cabeza de Vaca, Adelantado. Primer europeo en describir las Cataratas del Iguazú. Capitanejos y colonos ociosos se sublevaron contra su autoridad y exigencia de cumplir las leyes que protegían al indígena. El Consejo de Indias lo condenó al exilio pero recurrió la sentencia y siguió pleiteando hasta el final de su vida. Sus últimos años son oscuros; se afirma que quizás muriese en un convento de Sevilla hacia 1560.
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Narrativa
CENIZA DE ORQUIDEAS Capítulo XXII -Me gusta el olor a eucaliptus.-, dijo Anna. La Pitacho la miró curiosa. Apenas había oído su voz en todo el día. Incluso, con la presencia de Gene, la polaca había permanecido callada. Sin contestarle, fue hasta un pequeño armario. Sacó dos huevos, los cascó en un jarro enlozado, los batió un buen rato, les puso un chorro de vino generoso,
74 azúcar y una pizca de canela. Sin decir palabra, hizo que Anna se sentase en su lecho y la obligó, sin explicación alguna, a dar un trago al menjunje. Anna puso cara de asco primero para relamerse, después. Inmediatamente hizo gestos para que la Pitacho siguiera dándoselo. -Mi abuela le llamaba “la pócima”, explicó la Pitacho. Ella era de Pomán, una villa de Catamarca. -¿Tiene río?, preguntó la enferma. -No sé. Yo no nací allí sino en Tucumán. Mi mama era obrera de zafra. -¿Zafra? -La cosecha de la caña de azúcar. De eso vive la gente más pobre. -Nosotros también, allá en mi villa, en la Mazowsze, éramos muy pobres. Papá murió. Nos dejó más solas y más pobres. -Yo no he conocido tata. Sé que era peón de ingenio y que la volteó a mi mama para un baile. Anna, semi aturdida y débil, no comprendía del todo algunas de las expresiones de Pitacho. Pero tampoco tenía fuerzas para preguntar. Si entendió que ambas carecían de un padre. -¿Estaba rica la pócima?-, quiso saber la criolla. -Rica, rica. Se parece a un trago que preparan Tina y Rosa en casa de Madam Blanquita. Lo llaman clericó pero ellas usan un licor que se llama amaretto. -Lo mismo dá. Lo importante es que tenga alcohol. Da fuerza y limpia el desgano. De todos modos, veo que usted, Anna, no le hace asco al trago, ¿no? -¿Por qué me hablás de usted? -No sé. Cuestión de respeto. No me hallo si la trato de “vos”. Usted es una señora. Anna se vio forzada a reír. La risa pasó a tos. Y ésta en acceso que terminó en arcadas y parte de “la pócima”, manchando el frazadón.
75 La Pitacho se pegó una palmada en la frente: se sentía causante de todo ese inconveniente. No entendía la razón de la risa. Sólo atinó a limpiar a la polaca con una toalla de hilo y un poco de agua tibia. Ésta le sonrió. -¿Creés en Dios?-, le preguntó porque, sentada en una silla, y con los pies descalzos, jugaba con una medalla que pendía de su cuello. -Soy bautismada y comulgada. Pero no confirmada.-, explicó, según su saber, la morocha. -Yo no.-, dijo Anna. -¿Qué? ¿No fue bautismada usted en...en, ahí? -No, no es eso. Es que no creo en Dios, Pitacho. -Ve, no le voy a creer, cheé -Creéme. Dios no existe. La Pitacho no pudo evitar persignarse. Le pareció muy grave. Pero espetó: -Ja, usted porque no conoce a la Mama Virgen, ¡esa sí que es chura! Anna, sin comprender ni una palabra, siguió: -Si Dios existiese no permitiría que nos pase todo lo que nos pasa...perder un padre...esta miseria de la que no salimos...toda esta enfermedad...la falta de trabajo...el alcohol de Gene...la libertad que hay que comprar...no, Dios no puede existir. La Pitacho la escuchaba con atención. Anna estaba poniendo en palabras algo que ella misma, aún en su estrechez mental, había querido expresar alguna vez. Incómoda, fue hasta donde tenía su cartera - la única - y de ella sacó una estampita con la imagen venerada en Catamarca. -Tome. Tengalá. -¿Para qué? Esto vale menos que un zloty...es un papel...una pintura...y ni siquiera sé si me gusta. -No sea atea. A mí me enseñó mi mama que cuando uno es muy, muy pobre o está muy, pero muy solo...o enfermo por demás...entonces tiene que agarrar una
76 estampita, cerrar los ojos fuerte, fuerte y decir despacito: que salga todo este mal, que entre todo el bien, como entró Jesús a Jerusalén. Anna recibió la estampa. Y, mirando a la Pitacho a los ojos, besó la pintura de esa imagen. Era una forma de devolver a esa mujercita todo el respeto y el cariño que le estaba brindando. La morocha sintió que había hecho lo debido. Su amiga polaca le había abierto su casa y la había salvado, así, de la tiranía de Domitila. Cada noche, desde que se decidió a escapar, tenía pesadillas. Las uñas de los pies de la matrona se convertían en navajillas que cortajeaban sus manos en el momento de una friega de alcanfor. O la vieja la obligaba a revolver sin desmayo una paila hirviendo que tenía, dentro, un caldibache en el que flotaba su propia cabeza. La Pitacho terminó sentándose al borde de la cama. Anna, al besar la estampa, acababa de acusar tardío recibo de algo que había oído de labios de Becka, la casamentera de la aldea: el amor es un buen invento del hombre para sentirse menos solo. Luego dijo: -Tengo miedo. -Yo también.-, le confió Pitacho. -Decime, Pitacho, ¿cuál es tu verdadero nombre? -Es difícil. -Sí, pero ¿cuál? -Predesfinda. A la polaca le pareció gracioso. Tuvo que reír, una vez más. Se agarró el pecho. Le silbaba. -¿Vió? ¿No le dije? Y se abrazaron. Anna fue durmiéndose lentamente. La Pitacho, fiel a su estirpe, no dejó de sostenerla.
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______________________________________________________ De Ceniza de Orquídeas; Deldragón (BsAs, 2003); JorgePintoBooks (New York, 2008). Traducida al inglés como Ashes of Orchids, por Nouha Gori Homad, JorgePintoBooks (New York 2009). Novela: Primera Finalista Premio Latinoamericano Planeta; Primer Premio Municipal de Novela, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, 2007 (Bienio 2002 -3).-
LA FIAMMA, VIDA DE OPERA OBERTURA Messina, 28 de diciembre de 1908 Plegó la carta ajada y amarillenta que había llevado siempre consigo durante los últimos once años. La guardó con demasiada delicadeza para un
78 momento como ése.“Nec spe nec metu” era el lema latino que se leía cuando, en el sobre que le trajo la misiva, el sello de lacre estaba entero. A su cabeza vino la frase “hijo de Antonio, fallecido” según la certificación del conservatorio. Esas líneas de su hermana, que acababa de leer por vez enésima, le confiaban que el padre se apagaba en Buenos Aires y sin verlo con ese diploma del San Pietro. Lejos. Allá. Sin saborear ese título con que se oficializaba su don y su pertenencia a una familia de musicisti. “Quizá la alegría”, alentaba Clotilde, “de que así, enfermo y debilucho como está, quiso él mismo ponerse al piano para leernos el precioso ‘Orlando’, tu composición sinfónica... bella... brava... bella. A las cinco y media de ese Lunes algo se había devorado el aire de Messina. Una nube de polvo gigante anocheció el amanecer. Terremoto, cataclismo, fue el alarido de los insomnes y trasnochados. Maremoto, gritaron con terror los que en Villa del Faro vieron cómo las aguas de la costa se retiraron una, dos y tres veces para volver en olas gigantescas que barrieron y se llevaron al mar mucho de lo que el sacudón terrestre ya había convertido en desechos. La ciudad, demolida por mazazos invisibles, era un reguero de montículos torpes, interminables. Y hubo una lluvia torrencial desvencijándose sobre la confusión. Muertos. Heridos sin número. Cientos. Miles. El diluvio se hizo llovizna. Unas horas más tarde, el silencio era serruchado cada tanto por gritos y llantos y bocinas de carros-ambulancia que iban poniendo fin a esa macabra broma de Dios para el día de los Santos Inocentes en 1908. Lástima, pensó una vez más. Su padre no había llegado a enterarse de su primer trabajo importante en el Reggio de Torino. Tomó la maleta más pequeña. Puso los cuellos de frac junto a la epístola amarillenta. El cierre de lacre sellado con el anillo de su vecchio había servido en su momento para que recordase lo de “ni esperanza ni miedo” del escudo familiar. Ahora volvía para acompañarlo. Se iba ya. Sin esperar. Sin temor. La tierra y el mar enloquecidos acababan de revolver,
79 destripar y barrer toda la ciudad y sus aledaños. Sin embargo, el Vittorio Emmanuele II donde había dirigido “Aída” era un coloso intocado entre tanto escombro todavía humeante. Quedaba en pie, en medio de la ciudad devastada, como una pirámide sostenida por los ecos de la “Marcha Triunfal”: lo estaba viendo desde el balconcito de su hotel curiosamente intacto, también, en medio del apocalipsis. Se apuró escaleras abajo. Había que huir sin demora. Podía haber otro sismo. Franco dirigía orquestas de ópera. Tenía veintitrés años. Pocos como para dejarse caer y perecer entre cascotes, dinteles y la furia de la tierra temblando. Para cruzar la calle saltó, valija en mano, por encima de dos grietas anchas. Sintió que un dragón exhalaba desde las entrañas de la isla. No había luz pero los montículos en llamas iluminaban su paso apurado por lo que quedaba del ancho paseo que lo llevaría hasta Via della Rivera. Debajo de un paredón desmoronado imaginó el cuerpo de esa mano que, como
morcilla informe, se asomaba sin vida. No quiso mirar ni saber más; le
resultó imposible. La fetidez creciente fue acompañándolo entre llantos de niño, gritos de mujeres y maldiciones en siciliano. Varias veces se detuvo para dar paso a carros con cadáveres apilados y cubiertos con cualquier trapo a la deriva. Le impactó la parsimonia de una carretilla en la Via Cavour: la mujer enjuta transportaba el cuerpo contrahecho de su chiquito. El impacto lo había desarticulado como un perro lo hace con un muñeco de estopa. Ya en el Savoie, barco atestado y maloliente, se empecinó en no abrir la boca. Contempló, desde cubierta, el humo y las llamaradas a lo lejos. La putrefacción que había comenzado a extenderse volvió a su olfato. Tuvo náuseas. Casi un día pero a simple vista todo continuaba ardiendo contra un cielo desordenado. A los incendios espontáneos se habían ido sumando las fogatas crematorias. La antiquísima ciudad conocía el secreto para frenar pestes y pestilencias: la quema de cadáveres. Las nubes ahora iban y venían derramando una nieve sucia hecha de
80 cenizas. El estómago revuelto y el ardor en las pupilas le crearon escenas de biógrafo. Se veía descalzo; subiendo y bajando de barcos y escaleras de escenario, alzaba una y otra vez una batuta de marfil, saludaba con rigidez de marioneta, daba manos y abrazos a cuerpos sin cabeza y rostros sin ojos, llenaba pentagramas repitiendo incesante la frase de un adagio tristísimo. Y entre las veladuras de ese cielo azogado, fueron deslizándose mujeres que le extendían sus brazos. La madre moribunda, su hermana, las primas. La catamarqueña que lo aturdió en su primer encuentro y la napolitana del sexo dulce. Y enseguida otras, desconocidas, pero idénticas en su reclamo de amor. La nave se sacudió mientras zarpaba, pesada. Comenzó a deslizarse esquivando restos enormes de barcos que el maremoto había hecho chocar entre sí como platillos de una orquesta de pesadilla. Las pedigüeñas se esfumaron y en cambio se le apareció un par de brazos apuntándole el cañón de un revolver oscuro. Cerró los ojos en el instante exacto en que la sirena lanzó una nota grave, gravísima. Cayó en un precipicio de mal sueño. Los párpados le pesaban pero tuvo que abrirlos. El sol filtró su luz por algún resquicio. “Las almas suben errantes al rayo del eterno día” hubieran cantado Aída y Radamés en esa última escena. Pero era sólo una visión de ópera. La vida era otra cosa. Tenía que alejarse. Desde un peldaño de esa escalerilla pensó que 1908 había sido pródigo con él. Salvo por ese final en el traste de Italia. Y otra vez el asco. Terminó por vomitar aquellos tragos de chianti hervido con romero que una samaritana le había obligado a tomar apenas llegó a cubierta. Las aguas del estrecho entre el Jónico y el Tirreno estaban sembradas de maderos a la deriva. Miró sin ver. Un pensamiento le vino con la misma velocidad con que, un día atrás, lo había despertado el temblor: ésas eran exactamente las aguas por donde las sirenas de Homero solían cantar.
81 Aturdido, se tapó los oídos.
_____________________________________________________ De LA FIAMMA, Vida de Opera. Deldragón (BsAs, 2008). Premio del Festival Internacional de la Literatura, Milán, ITALIA, 2013.
Referencia Bio-bibliográfica Jorge Paolantonio nació en Fernando del Valle de Catamarca, Argentina, en 1947. Escritor. Es profesor y traductor en lengua y literatura inglesa por la Universidad Nacional de Córdoba. Realizó un posgrado en Literatura Inglesa Contemporánea [Stockwell College, Kent] y cursó el doctorado en Lenguas Modernas, Universidad del Salvador. Se desempeñó como docente universitario entre 1972 y 2008. Crítico teatral para los diarios
82 La Unión [Catamarca], The Buenos Aires Herald, y “Z” (Caras&Caretas). Profesor-Escritor residente, en ISA, Amsterdam (2006); expositor invitado de la American Literary Association (San Francisco, USA, 2008); poeta participante invitado en el corredor internacional de poesía Abbapalabra, México, 2013. Ha representado oficialmente a su provincia en más de 20 ocasiones en la Feria internacional del Libro de Buenos Aires. Su obra Rosas de Sal (1990) –monólogos dramáticos- constituye un hito en la historia del teatro en Catamarca al cumplir 20 años de representaciones ininterrumpidas. Escribió textos sobre personajes históricos y leyendas regionales comisionado por instituciones oficiales de Catamarca y La Rioja, y por la cátedra de folklore americano (Titular: Maestro Héctor Zaraspe) de la Juilliard School en New York. “Historia de las Letras de Catamarca” (Volumen IV, UNCa) ha dedicado un capítulo crítico al estudio y análisis de su obra. Su multipremiada novela Ceniza de Orquídeas alcanzó difusión internacional al ser traducida al inglés (JorgePintoBooks, New York, 2009). Durante 2010 realizó un curso de creatividad en dramaturgia, invitado por el autor Mauricio Kartún. Incluido en más de diez antologías nacionales e internacionales. Ha sido parcialmente traducido al inglés, al italiano y al catalán. La última es “Italiani D’Altrove” , aparecida en Milán, en mayo de 2010. Su obra es objeto de ensayos, monografías y tesis universitarias. Tanto Historia de las Letras en Catamarca (Tomo IV) [Ediciones Municipales, 2006] como Historia del Teatro Espectacular en Catamarca, Siglo XX [Edic. Municipales, 2010] incluyen estudios sobre su labor e influencia. PREMIACIONES Obtuvo, entre otras, Premio Producción Quinquenal Literaria, Dirección de Cultura de Catamarca; Primer Premio Diario La Unión-Gobierno de la Provincia de Catamarca; Premio RegionalNacional de Poesía (Zona NOA), Secretaría de Cultura de la Nación; Primer Premio de Poesía “Ramón Plaza”, Sociedad de los Poetas Vivos; Primer Premio Editorial Septiembre de Poesía; Primer Premio Municipal de Poesía (S. F. V. de Catamarca); Primer Premio Aniversario Diario El Ancasti; Primer Premio Casa de Esteban Echeverría, Fajas de Honor SADE en poesía y dramaturgia; Beca Nacional de creación, Fondo de las Artes, Primer Premio Municipal de Novela de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires 2007 (Bienio 20023); Premio Internacional Extraordinario de Dramaturgia “Garzón Céspedes”, España, 2010. Premio Internacional de Novela del Festival de la Literatura, Milán, Italia, 2013. Instituciones privadas y oficiales de su ciudad natal lo distinguieron – a nivel provincial y nacional- en 1991, 2000, 2012 y 2013 por "aporte a la cultura regional”, “proyección como escritor en el plano nacional” " trayectoria intelectual y docente", "actuación destacada", "aporte extraordinario a la dramaturgia regional".
OBRA PUBLICADA
83 Poesía: Clave (Juglaría, Córdoba, 1973), A Imagen y Semejanza (D.G.E.U-UNca, Catamarca, 1978), Extraña Manera de Asomarse (Sudestada, La Plata, 1989), Estaba la muerte sentada (Rundinuskín, BsAs, 1991), Resplandor de los Días Inusados (Septiembre Editora, BsAs, 1993; Dock, BsAs, 1994), Lengua devorada (Poetas Vivos, BsAs, 1994), Huaco (Dock, BsAs, 2000), Favor del viento [antología breve] (Sarquís, Catamarca, 2005), Peso Muerto / Dead Weight (El Mono Armado, BsAs, 2008); Del orden y la dicha (Ruinas Circulares, 2011). Teatro: Piezas estrenadas: Rosas de Sal [seis monólogos y un colofón lírico]; Reinas del Plata, Las Llanistas, LaPayana, Mueca del Angel, La carta, El cartonero, La astróloga, Un dios menor. Piezas editadas en Teatro I (Sarquís Editora, Catamarca, 2003) y Teatro II (Sarquís Editora, Catamarca, 2009). Rosas de Sal, dos ediciones Fundación Fortabat H.C.de Diputados de la Nación (Juglaría, Bs As, 1993/95). Un dios menor y otros monólogos (Juglaría; auspicio Dirección Municipal de Cultura y Escuela de Teatro J.O.Ponferrada, SFV Catamarca, 2013). Novelas. Año de Serpientes (Ultimo Reino, BsAs, 1995); Ceniza de Orquídeas (Deldragón, Bs As 2003; JorgePintoBooks, NewYork, 2008); en inglés, Ashes of Orchids (New York, 2009); Algo en el aire (Planeta/Seix Barral, BsAs, 004); La Fiamma, Vida de Opera, (Deldragón, BsAs, 2008), Traje de Lirio (CUUUS, Jujuy, 2012). [CV Actualizado noviembre 2013].