Jesús Terán 50

JESÚS TERÁN

Editorial A pesar del proceso de globalización que significa un mundo interconectado por las tecnologías, por el comercio, por la economía, por los individuos que concretan diferentes tipos de intercambios, e implica redefinir la concepción de frontera precisamente para posibilitar el flujo de personas, capitales y mercancias, y facilitar los intercambios, llama la atención que se construyan muros para frenar a las personas.

Si nos remitimos al diccionario el muro se define como aquello que impide la comunicación, otras acepciones son pared exterior y aquello que permite delimitar un espacio; por tal razón un muro en sí mismo no es malo, tiene que ver con el sentido que le otorguemos.

La edición número 50 del Suplemento Jesús Terán gira sobre la temática de los muros, porque actualmente es un tema muy sensible para los mexicanos en relación al discurso oficial del ejecutivo de Estados Unidos, la frontera norte de México, además tiene su especificidad por ser la que delimita la vencidad con el país más poderoso del mundo, es muy grande, mucha gente y mercancías cruzan diariamente, lo que ha provocado que México sea un lugar de origen, pero también de tránsito con respecto a diversos tipos de flujos que tienen como destino al vecino del norte.

Suplemento sobre Estudios Internacionales para La Jornada Aguascalientes Mayo

2017

No. 50

Coordinadores: Aurora Terán Fuentes Soren Héctor de Velasco Galván

Frontera de Tijuana, California, México; y California, Estados Unidos.

Autor: Tomás Castelazo.

Disponible en: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Us-mexico_border_at_Tijuana.jpg?uselang=es

AURORA TERÁN FUENTES

No obstante, la idea de construir muros no es nueva, sino que se percibe incongruente en tiempos de la Aldea Global, por tal razón el muro o muros reales y proyectados en nuestra frontera no serán los primeros ni los últimos. De ahí la intención de también abordar uno de los más icónicos en la historia del siglo XX en tiempo de Guerra Fría: el muro de Berlín.

Por tal razón, se presentan cuatro artículos (dos dedicados al muro de Trump o dos al muro de Berlín), escritos por estudiantes de Ciencias Políticas.

Ruth Yessenia Hernández Martínez y Geovanni Chávez García escriben sobre el muro y nuestra frontera norte, por su parte Guilio Rosales Martínez y Diego Quiroz González escribieron sobre el muro de Berlín.

El hombre a lo largo de la historia ha construido muros para protegerse, defenderse, aislarse, separse, identificarse, etc., y también los ha derrumbado para acoger, acercarse, comunicarse y coorperar, ahora a México por su situación le ha tocado el turno.

Agracedemos a La Jornada Aguascalientes este espacio para la libre expresión de opiniones.

Con su edición número 50, esperamos que se siga consolidando el suplemento como un espacio para abordar temas internacionales.

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¿Muro, pared o valla?

El muro de Donald Trump

RUTH YESENIA HERNÁNDEZ MARTÍN

GEOVANNI CHÁVEZ GARCÍA

Estudiante de Ciencias Políticas y Admón Pública. UAA.

Estudiante de Ciencias Políticas y Admón Pública. UAA.

Muro, cerca, valla, todas palabras diferentes pero con un mismo significado, fundar una división entre uno o varios sujetos, objetos, territorios, países.

En los pasados meses la palabra “muro” ha rondando muchas de nuestras conversaciones cotidianas, tema que ha llegado a plantear un conflicto que va más allá de una división geográfica.

La construcción de un muro entre la frontera de los Estados Unidos y México ha planteado una brecha entre ambas naciones. Tomando en cuenta que la relación bilateral entre ambos países siempre ha dependido de lo que México es capaz de ofrecer a su vecino del norte, y en una época plagada de violencia, en la que sólo nos encontramos por debajo de Siria en cuanto a niveles de violencia, no podemos cuestionar los motivos por los que se edifica dicho muro, pero sí sus métodos de promoción.

Si nos detenemos a pensar un momento e imaginamos una realidad paralela en la que México es capaz de solventar una edificación de tales magnitudes en su frontera sur, y de la noche a la mañana anuncia la construcción de un muro ¿cuál sería nuestra reacción como mexicanos?

Entonces, ¿qué es lo que en realidad nos molesta?, ¿la edificación? o simplemente ¿el mal manejo de su promoción? Si reflexionamos un poco, el muro ya existe, ciertas zonas fronterizas ya se encuentran divididas por una valla, si bien no cuenta con las dimensiones sugeridas recientemente, no es prudente señalar que el nuevo presidente estadounidense ha sido el primero en mencionar la palabra “muro”. La palabrería en torno a este tema es lo que lo ha llevado a convertirlo en el monstruo que atormenta nuestros pensamientos, ya que para algunos tiene un significado que va más allá, y lo ven como un intento por materializar el poderío económico y militar estadounidense en unas cuantas paredes de concreto, infravalorando así, no sólo a México sino al resto de los países sudamericanos.

Considerando que en lo que va de la gestión del actual gobierno del país vecino del norte no se ha iniciado la construcción del muro y el conflicto se ha desarrollado simplemente con la mera idea de éste, se ha creado una brecha entre ambas naciones que se extiende desde los ciudadanos hasta sus relaciones económicas, erigiendo un futuro incierto entre dos países con una historia de conflictos muy larga.

En ningún momento se ha planteado una alternativa, como por ejemplo, optimizar las condiciones laborales dentro de las industrias norteamericanas (en este caso) que se establecen en México, mejorando la calidad de vida de los obreros y frenando la idea de la migración. La realidad es que las condiciones laborales en México son pésimas, especialmente para los obreros de empresas multinacionales.

Es posible que muchos de nosotros sobre reaccionáramos ante la preocupación de que uno de los grandes nos diera la espalda, sin embargo, una pared no significa que nos estemos aislando del mundo, en todo caso, son ellos mismos (Estados Unidos) quienes se aislan, debemos ampliar nuestra mirada más allá del norte y detenernos a estrechar lazos con otros países que ni siquiera habíamos considerado.

Lo que sí está claro es que el problema de la migración no se detendrá con un muro.

¿Qué representa la medida enérgica propuesta por el radical mandatario de los Estados Unidos? A decir verdad, una política pública delirante, delirante como el mandatario estadounidense, su propia elección y su triunfo. La escena mundial que representa el triunfo de Trump, es sin duda un fenómeno apetitoso para el politólogo, pero, al mismo tiempo es un fenómeno que simboliza un nuevo oleaje político electoral a nivel mundial, comandado por representantes radicales y desmesurados. Sin embargo, esa es siembra de otra cosecha, enfoquémonos en su medida antimigratoria: “El muro”.

Desmembremos rápidamente cómo debemos reaccionar ante semejante medida, partiendo de la dicotomía “Estado-ciudadanos”. ¿Cuál debe ser el posicionamiento del Estado mexicano ante semejante política que resulta, sin ser sensacionalista, una agresión? El posicionamiento del Estado mexicano debe ser sólido, estamos en pleno siglo XXI y la globalización del mundo nos ha permitido alcanzar una óptica diáfana acerca de las soberanías del mundo. Cada soberanía debe respetarse, cada Estado-nación, casi por un derecho macro-universal, tiene la garantía de exigir un respeto a sus intereses y los intereses de sus ciudadanos. Y sin duda alguna, el levantamiento de un muro sobre la frontera de cualquier país, es un dejo de no aceptación a la dinámica mundial, seamos precisos, la migración es una realidad global, el inmigrante no acomete al abandono de sus tierras por hobbie, y en especial, los inmigrantes de Centroamérica.

Encontrando un común denominador, el inmigrante deserta de su nación en busca de una mejor calidad de vida, muchas veces, en modo de sacrificio, muchas veces, sino es que en todas, poniendo en riesgo su vida. El inmigrante abandona su territorio de origen debido a la precariedad de oportunidades en el mismo. Es por ésta razón, sin caer en paternalismos ni mucho menos, que el Estado en turno debe reaccionar con plena eficacia para la supervisión de sus inmigrantes y salvaguardar, por lo menos, sus garantías y derechos individuales.

Es lo menos que puede realizar un Estado en torno a sus migrantes. Es como si hablásemos de una indemnización humanitaria por la ineficacia de sus mandatos que provocan la deserción de sus habitantes. Segundo, el Estado con toda gallardía precisa de una acción de relaciones exteriores de primer orden para llevar a cabo la negociación que nos deje los mejores dividendos a favor para protejer los intereses de nuestros conciudadanos. Y de ser posible, amenazar con sanciones, si hablamos de una superpotencia “La superpotencia”, que según la historia, no tiene escrúpulos a la hora de aplicar bloqueos comerciales a otros países, sin embargo, un muro como el nuestro atenta contra la dignidad nacional. ¿Cómo debe reaccionar la ciudadanía? Con inteligencia y sin fomentar nacionalismos absurdos. Solidariamente y con mucha indignación, con organización y manifestación por todos los medios, es la oportunidad de socavar a esa indiferencia casi criminal que en muchas ocasiones nos corroe como mexicanos. El Estado es el medio, la ciudadanía el combustible del medio, nosotros, organizadamente y de manera pacífica, tenemos la obligación de reaccionar con un rechazo inteligente a las medidas radicales del mandatario norteamericano.

Especialmente los jóvenes académicos, quienes somos privilegiados de tener acceso a la educación superior. Es la oportunidad de mostrar que nuestra nación, por primera vez en la historia manifieste sangre y dignidad, conciencia nacional y los deseos de mostrar ante el mundo que México es una soberanía respetable, de ciudadanos conscientes, listos y siempre dispuestos a manifestarse pacíficamente y de forma inteligente en contra de medidas radicales que atentan contra sus compatriotas.

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El muro de

Berlín:

La ilusión de una solución GUILIO ROSALES MARTÍNEZ

Muro de Berlín en la Puerta de Brandenburgo el 16 de noviembre de 1989.

Autor: Yann.

Disponible en: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Berlin-wall.jpg

Estudiante de Ciencias Políticas y Admón. Pública. UAA.

En 1945 la Segunda Guerra Mundial había terminado, la Alemania Nazi había perdido y los aliados se dividían el botín, dejando como resultado un Estado alemán separado en occidente (controlado por Francia, Gran Bretaña y Estados Unidos) y oriente (dirigido por la URSS), dentro del territorio administrado por la antigua Unión Soviética se encontraba Berlín, la cual fue fragmentada de la misma manera que el resto del país, en dos partes. A Stalin no le agradaba esta situación con el resto de los aliados, llegando a considerar Berlín del oeste cómo “una espina clavada en la ocupación Soviética de la Alemania oriental”, pero esto no se quedarían en simples palabras de disgusto, para el año de 1948 la URSS bloqueó las rutas terrestres que se dirigían a la sección de la capital alemana perteneciente al resto de aliados y así presionar para que cedieran ese territorio, bajo estas circunstancias se vieron orillados a reabastecer la ciudad por vía aérea, después de nueve meses volvieron a abrir dichos caminos. Este acto sería una simple “entrada” en la comida de problemas que se aceraban.

Después de estas líneas introductorias, se analizará al muro desde la perspectiva de Hermann Heller teórico del Estado, que divide a éste en cinco elementos: población, gobierno, territorio, orden jurídico y bien común, de los cuales se utilizarán solamente los tres primeros para el presente artículo.

Población: El 13 de Agosto de 1961 la edificación del muro comenzó, pero ¿qué causó que se tomara dicha decisión? De 1949 a 1960 las personas que habitaban en la zona este de Berlín comenzaron a emigrar masivamente hacia el oeste.

Walter Ulbricht que en ese entonces era el líder comunista de Alemania oriental, viajó hacia la URSS para proponer (o mejor dicho insistir) sobre la construcción de un muro divisorio entre las dos partes, pensó que era una buena opción, accedieron debido a que la fuerza de trabajo estaba fugándose hacia la parte occidental. ¿Tal medida paró las movilizaciones de los pobladores de Berlín oriental?, la respuesta es no, seguían pasando aproximadamente mil personas por año. De nada sirve un gobierno si no hay personas a las que gobernar o que mantengan la existencia del mismo ya sea desde la parte económica o laboral, pero tampoco hay que caer en el error de generalizar, existían personas que tenían la creencia sobre la posibilidad de sacar adelante la precaria situación del oriente si decidían quedarse y trabajar, pero con la policía secreta vigilando todo lo que se hacía y decía era cuestión de tiempo que hicieran algún chiste político, dijeran algo indebido o “sospechoso” para terminar en la prisión engrosando aún más las cárceles.

Gobierno: Al ser una cantidad considerable de alemanes que seguían atravesando la muralla, comenzaron a modificarla agregándole más secciones, por ejemplo: torres de vigilancia, minas, detectores de movimiento, perros entrenados, concreto en lugar de hormigón, etc., aprendiendo de sus errores empezaron a aumentar el presupuesto que consumía el constante mantenimiento y las múltiples renovaciones, llegó a tal punto la situación de desesperación por mantener esa construcción que comenzaron a vender la libertad de los prisioneros que tenían recluidos en Berlín occidental hasta 33 mil euros por persona aproximadamente. Tarde o temprano el sistema acabaría desmoronándose gracias a la acumulación de números rojos en las cuentas presupuestales, como lo deja ejemplificado el teórico Max Weber en este fragmento: “Una asociación política coactiva con una organización permanente será llamado Estado si, y en cuanto que, su aparato administrativo logra mantener con éxito su pretensión al monopolio del uso legítimo de la fuerza física para el cumplimiento de su orden” Territorio: Como consecuencia de los problemas económicos que sufrían los compatriotas berlineses del Este se vieron en la necesidad de pedir múltiples préstamos a su vecino occidental, éste accedió con la condición de que se disminuyeran o retiraran algunas trampas. La soberanía (entendida como la capacidad de gobernar la colectividad que habita en un territorio determinado rechazando la voluntad de Estados extranjeros) con la que contaba Berlín oriental fue mallugada debido a que sus decisiones de cómo llevar a cabo acciones que consideraban beneficiosas para sus habitantes ya no dependía exclusivamente de su libre albedrío, sino del visto bueno de otro Estado gracias a sus ataduras financieras.

Con una existencia aproximada de 28 años esta controversial construcción nació como una esperanza al final del túnel, que (en teoría) evitaría la fuga de personas hacia la parte occidental de la dividida Berlín y tranquilizaría las tensiones políticas que existían entre algunas potencias mundiales, pero no hizo más que disfrazar sus fracasos manteniendo una ilusión de prosperidad que ayudó a causar el fin de Berlín oriental.

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El muro de la vergüenza

DIEGO QUIROZ GONZÁLEZ Estudiante de Ciencias Políticas y Admón. Pública. UAA.

La historia se construye con base en eventos importantes que marcan el curso humano y su paso a través del tiempo, dándole seguimiento al cómo solíamos ser hace cien, cincuenta o mil años. Pero su uso puede ser también para hacer una referencia de algo que pasó y que probablemente se repita, aunque no de igual manera, pero sí con los mismos principios. Esto no quiere decir que dos sucesos ocurran de la misma forma, mucho menos que su desenlace sea el mismo, porque responderían a contextos diferentes, no obstante, nos hemos percatado de que las masas suelen reaccionar de manera muy similar en cuanto a psique masiva. Un ejemplo de esto sería la esclavitud, el racismo, los genocidios, el sexo, etc. La reacción a estos temas suele variar de manera individual, pero en cuanto a pensamientos generales, suelen coincidir sin importar tanto la temporalidad.

El muro de Berlín o muro de la vergüenza llamado así por los medios alemanes, fue un suceso que marcó a toda una generación de berlineses para mal, fue categorizado como uno de los eventos más trágicos suscitados después de la Segunda Guerra Mundial. Entre los años 1961 hasta noviembre de 1989 un muro separó a Berlín en dos partes, por el lado oeste estaba la República Federal de Alemania, y por el este, la República Democrática Alemana – que de democrática no tendría más que el nombre – quedando como símbolo de la guerra fría. El lado socialista de Alemania, denominó al muro en sus inicios como Muro de protección antifascista y fue levantado para proteger a su población de los elementos socioculturales que evitaban la propaganda hacia un Estado socialista en Alemania del Este. Aclaremos que el oeste estaba bajo la zona de influencia de los aliados de la Segunda Guerra Mundial (Francia, Inglaterra y EEUU) mientras que la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se quedó con la parte Este de Berlín. Es por eso que la URSS quería un sistema que protegiera a su población, y en su intento por proteger a sus ciudadanos, terminó creando una cárcel gigante en la que sólo se podía pensar en escapar u obedecer. El problema comenzó a partir de 1949 cuando se estableció una pequeña frontera en la que era libre el tránsito con casi ningún inconveniente, ya que había zonas en las que sólo se podría ingresar con un pase de residencia. Toda la planeación del muro se llevó a cabo casi en secreto por parte de la administración de la RDA, y pese a las declaraciones del presidente del Consejo de Estado en las que negaba la construcción de un muro que dividiera Berlín, el Partido Socialista Unificado de Alemania junto a la Volkpolizei y el Ejército Popular Nacional erigieron un muro que aparentaba seguridad y paz para Alemania. Poco a poco, mientras se construía el muro, mucha gente podía haber estado localizada en el lado oeste mientras que su familia y vivienda estaban en la parte este de Alemania, y esto comenzó a separar familias. La construcción de una pared de casi dos metros que rodeaba Berlín del este iba tomando la forma de un muro represivo, y los ciudadanos se fueron dando cuenta de ello. Mientras que varios lograron escapar durante los últimos meses de la construcción, varios permanecieron, fieles a sus viviendas y

Saludando sobre el Muro de Berlín, 1961 Autor: Dan Budnik Disponible en: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Winken_ueber_die_Berliner_Mauer.jpg

costumbres para poco después darse cuenta de que el error había sido cometido y no había vuelta de página. Un muro que medía más de 120 km bloqueaba los atardeceres en Berlín, y la propaganda socialista llegaba a la parte del Este, así como los entrenamientos de soldados fríos y sin conciencia propia para la protección incesante del muro. Era como si Berlín del Este se hubiese ido a otro país, mientras en occidente las bases del capitalismo y consumismo llegaban, en la otra parte de la ciudad se respiraba un miedo constante y una represión impresionante. Pese a las fuertes medidas de seguridad creadas por parte de la RDA, se contabilizaron cerca de 5000 fugas a occidente, 192 personas murieron en su intento por cruzarlo, y otras 200 resultaron gravemente heridos. Se cavaron túneles de más de 145 metros de distancia para lograr rescatar a las familias y traerlas hacia el oeste de Berlín.

Una noche de jueves para amanecer viernes, del 9 al 10 de noviembre de 1989, con sus 28 años cumplidos, el muro cayó. Este suceso se representó como una liberación del pueblo alemán y de reconocimiento de su autonomía, tanto así que fue llamado die Wende (el cambio).

La pregunta yace en ¿por qué si se invirtieron más de mil millones de marcos, cerca de 511 millones de euros anuales en seguridad del muro, la gente seguía escapando? Mejor aún, ¿por qué la gente que se supone debió sentirse protegida, era la que más deseaba escapar de una tiranía represiva de tal magnitud? En pleno siglo XXI conocemos más de libertad de lo que se conocía en el siglo pasado, y ahora nos parece reprobable la privación de este derecho. En ese momento, un gobierno tomó una decisión por toda una población que realmente no sabía lo que significaba tener una división. La elección fue algo que los alemanes no tuvieron al momento de decidir sobre su futuro, el de sus hijos, y el de su bienestar.

Actualmente nosotros estamos a unos pasos de que se coloque la primera piedra de una división racial, fuerte y llena de odio. Una decisión tomada por un hombre de corbata, creyendo ilusamente que conoce lo que todo un país necesita, y que es la protección de algo que no es una amenaza. Las excusas están de más cuando se trata de dividir familias, cuando se convierte en un intento de discurso político sobre problemas económicos o sociales que afectan a un 10% de la población, y no de una manera que dañe su calidad de vida. “La libertad consiste en poder hacer todo aquello que no cause perjuicio a los demás. El ejercicio de los derechos naturales de cada hombre, no tiene otros límites que los que garantizan a los demás miembros de la sociedad el disfrute de los mismos derechos. Estos límites sólo pueden ser determinados por la ley” (Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, art 4., 1789) Durante 28 años, una ciudad vivió con miedo y dolor, basta con escuchar los testimonios de las personas que perdieron a alguien debido al muro. Imaginemos ahora, lo que sucedería si un país lleno de culturas de todo el globo, se cierra y restringe sus fronteras a los llamados americanos, sin olvidar que americanos, somos todos en el continente.